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Trak l
Jorge Teillier
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violento, poseía una rara densidad, en ella se une la
nostalgia de la ternura y el presentimiento del fin del
mundo. Sus premoniciones de desolación no podían ser
comprendidas por sus coetáneos, confiados todavía en
las apariencias del esplendor finisecular. Tampoco se
podía comprender la videncia del poeta ruso Andrés
Biely, el que escribía en 1921: «El mundo volará/ por el
estallido de una Bomba Atómica/ en gavillas de
electrones./ ¡Descarnada hecatombe!». En Trakl
aparece un mundo de nostalgia y decadencia. Ya en
1917 Rilke escribía: «la poesía de Trakl es para mí el
más conmovedor de los lamentos ante un mundo
imperfecto».
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en el proceso integrador como figuras míticas capaces
de revelar en la realidad invisible un rango más alto de
realidad, y por ello posibilitando reconocer lo que aún
perdura en ella de auténtico a pesar de la ruinosa y
desoladora cotidianidad. Como indica Rilke: «Para
nuestros abuelos... cada cosa era un arca en la cual
hallaban lo humano v en la cual agregaban su ahorro
de humano». En este sentido puede hablarse de lo lárico
teillieriano como una poesía genealógica que salva la
paradoja entre la aparente ahistoricidad del mito y la
historicidad concreta de la existencia humana, una
realidad impregnada de trasfondos arquetípicos, que
posibilitan al lenguaje transfigurar la anécdota en mito
[2].
«La muerte
esa manzana llevada por la bruja
ahora golpea los muros
sin dejarnos dormir
La muerte será una hoguera junto
a la cual nos agruparemos
Quizás alguna vez he muerto. Y era
otro
Todos seguimos alguna vez nuestro
cortejo
y hemos resucitado tantas veces
en el moscardón que ronda las casas»
[3].
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la muerte; el carácter «arcaico» del poeta como
sobreviviente de un paraíso perdido, como testigo
visionario —hoy forzosamente marginal— de esa edad
dorada de lo humano, y como «guardián del mito y de la
imagen hasta que lleguen tiempos mejores», evoca más
bien a Hölderlin y a cierto clima neorromántico propio
del influjo telúrico de Georg Tralkl. Los lares de Teillier,
la Frontera en cuestión parecen ser una transposición de
mundos eslavos y germánicos sobre la experiencia nativa
del sur de Chile.
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consumismo y la desigualdad social— y propone excluirse
de la vida ciudadana o, más bien, convertirse en «poeta
residente» en la Provincia, en «comunidades» que, en su
caso, afirman una forma de vida generosa y de aldea.
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modernidad, el momento en que acontecimiento y
experiencia se singularizan en un momento único y
a la vez fundante.
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preservan una forma de vida. La poesía es, pues, una
ocupación. Su labor, como guardiana del mito, es
instalar constantemente al hombre en su origen, en su
pertenencia a la tierra, entendida ésta como la
provincia, en oposición a la vida de la urbe, donde con el
advenimiento de la técnica ha acontecido el
oscurecimiento del ser (Ge-stell).
________________
NOTAS:
[*] TEILLIER, Jorge, Para hablar con los muertos, en Muertes y maravillas , Ed. Universitaria 1971
[1] TEILLIER, Jorge, Georg Trakl, el profeta de occidente, En El Mercurio, Santiago (11.02.1962), p.12.
[2] DE NO RDENFLYCHT, A., en AA.VV. El Descenso. Centro de Estudios Elénicos.UMCE. Colección Itex .
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Ensayos. Santiago, 1995.
[3] TEILLIER, Jorge, Crónica del forastero, Santiago: Im prenta Arancibia Herm anos, 1968
[4] En las prim eras décadas del siglo XX la sociedad rural chilena m antuvo la agraria tradicional,
fundada en el predom ino del gran latifundio y una jerarquía social rígida, autoritaria y paternalista. En
vista de esta situación las dem andas por una reform a agraria fueron desde com ienzos de siglo una
propuesta perm anente de los sectores progresistas del país, com o fue en el caso de la cam paña
presidencial del Frente Popular en 1938. Sin em bargo, una vez en el poder los gobiernos radicales
decidieron privilegiar la industrialización en el m undo urbano, postergando al rural. Com o consecuencia,
cientos de m iles de cam pesinos em igraron a las ciudades en busca de un m ejor futuro, m ientras que la
econom ía agraria com enzó a ex perim entar una crisis profunda caracterizada por su incapacidad
productiva, siendo necesaria la im portación de alim entos en los años cincuenta. A m ediados de la
década de 1960 con la llegada al poder de la Dem ocracia Cristiana, a través de la Presidencia de
Eduardo Frei Montalva, el proceso de reform a agraria alcanzó un im pulso vertiginoso. Bajo el lem a «la
tierra para el que la trabaja» el program a reform ista del nuevo gobierno buscó la m odernización del
m undo agrario m ediante la redistribución de la tierra y la sindicalización cam pesina.
El nuevo gobierno Socialista de Salvador Allende continuó el proceso de reform a agraria, utilizando los
instrum entos legales prom ulgados por el anterior gobierno, con el fin de ex propiar todos los latifundios
y traspasarlos a la adm inistración estatal, cooperativas agrícolas o asentam ientos cam pesinos. Este
proceso tam bién estuvo acom pañado de una gran efervescencia cam pesina que se ex presó en la
ocupación o tom as m asivas de predios, desatándose en el m undo rural un clim a de violencia y
enfrentam iento.
Al producirse el Golpe de Estado del 11 de septiem bre de 1973 la Unidad Popular había ex propiado
cerca de 4.400 predios agrícolas, que sum aron m ás de 6,4 m illones de hectáreas. El viejo orden
latifundista que había prevalecido por m ás de 400 años había llegado a su fin. En las dos décadas
siguientes el m odelo neoliberal irrum pió en el m undo rural, produciéndose el traspaso de la tierra a
nuevos capitalistas, quienes m odernizaron la producción agrícola y convirtieron en proletarios a los
cam pesinos del cam po.
[5] W RIGHT, Carolyne, In order to talk with the Dead, -Para hablar con los muertos- University of Tex as
Press, 1993
[6] TEILLIER, Jorge, Muertes y maravillas: Poemas 1953-1954. Santiago, Chile, Editorial Universitaria,
1971, p. 13.
[8] HEIDEGGER, M., Interpretaciones sobre la Poesía de Hölderlin, Ed. Ariel, S. A., Barcelona, 1983,p. 63.
[9] HÖ LDERLIN, Recuerdo, Poem a (IV, 61 ss.), aparecido por prim era vez en el Alm anaque de las Musas
de Seck endorft, el año 1808.
[10] O RTEGA Y GASSET, Historia como sistema, VI, p. 40, Revista de O ccidente, Madrid, 1958.
[11] BARQ UERO , Efraín, En artículo Los Poetas de los Lares, escrito por Teillier y Com pilado por Ed.
Sudam ericana com o Jorge Teillier, Prosa, Santiago, 2001.
[12] Aquí, ante el peligro de concebir al hom bre com o un ser constituido fundam entalm ente de pasado
-«el hom bre es lo que ha sido»-, cabe aclarar que en el m arco de la concepción ex istencialista, tanto
de O rtega com o de Sartre, el hom bre aparece tam bién com o proyecto y porvenir. En este sentido son
clarificadoras las afirm aciones de Sartre en El Ser y la Nada, «Soy el ser por el que el pasado viene al
m undo, pues para que ‘tengam os’ un pasado es preciso que lo m antengam os en la ex istencia gracias
a nuestro proyecto hacia el futuro» (L’etre et le néat, p. 580), de m odo que es el futuro el que decide si
el pasado está vivo o m uerto.
[13] Aquí queda abierta otra reflex ión, la de los «no lugares» y su relación con la absoluta
sim ultaneidad –lo que en otro apartado llam o La era de la llegada generalizada-. Al respecto cabe
decir, de m anera sucinta (dado que el paso de lo real a lo virtual nos sitúa en otro im aginario), que
«en la realidad virtual, la transparencia absoluta converge con la absoluta sim ultaneidad. Esta
instantaneidad de todas las cosas en la inform ación global es lo que –con Baudrillard– llam a ‘tiem po
real’. El tiem po real puede verse com o el Crimen Perfecto (Baudrillard, J. Barcelona 2000) com etido
contra el m ism o tiem po: porque con la ubicuidad y la disponibilidad instantánea de la totalidad de la
inform ación, el tiem po alcanza su punto de perfección, que es tam bién su punto de desaparición.» Y,
esto por supuesto, porque un tiem po perfecto no tiene m em oria ni futuro. BAUDRILLARD, Jean, La
Ilusión Vital, Pág. 57, Ed. Siglo Veintiuno, Madrid, 2002.
[14] TELLIER, Jorge, Noreste (Periódico de poesía, Santiago, 1989):«Tener nostalgia es tener patria en el
tiempo».
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Adolfo Vásquez Rocca es Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso;
Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del
Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Profesor de Antropología Filosófica en la Escuela de
Medicina UNAB, del Magíster en Etnopsicología y de Postgrado en Filosofía PUCV. Es, asimismo,
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editor de la Revista Observaciones Filosóficas http://observaciones.sitesled.com/ y la Revista de
Antropología Médica.
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