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Curso 2019-2020
Folklore
Guadalupe Mera
Nuestra visita al centro cultural La Corrala fue el lunes 16 de diciembre del 2019. Al
llegar nos encontramos con que la exposición sobre las Artes y Tradiciones populares
estaba cerrada. La habían cerrado apenas unos días antes, pero no la abrían hasta ya
entrados en las vacaciones. Esto solamente estaba anunciado en la puerta del centro
cultural, causa por la cual nuestra excursión no fue del todo productiva.
A pesar de esta piedra que se puso en nuestro camino, cogimos folletos y nos
informamos sobre lo que es y lo que expone.
La exposición nos muestra un recorrido por la vida del ser humano. Desde su
nacimiento, distintos momentos de la infancia, el matrimonio o incluso hasta la muerte.
En la exposición podemos encontrar una amplia colección y muestra de festividades
tradicionales procedentes de todo el país. También podemos encontrar una pequeña sala
que recoge objetos de uso cotidiano de distintos materiales y funcionalidades.
Nos comentaron que cuentan con un gran número de piezas interesantes, por lo que
cada mes cada mes se escoge una pieza del museo para profundizar más sobre ella y
darla a conocer a todos los visitantes. En éste caso, en el mes de Diciembre se ha optado
por una chocolatera, la cual es donada por Ana del Hoyo y gracias a ella forma parte de
la exposición desde el año 2014.El modelo que se presenta en la exposición procede
desde los primeros años del S.XX, y es que ésta chocolatera era muy común encontrarla
en las casas durante la década de los años 30-40.
Su estructura está formada de hierro esmaltado, con un mango de madera para evitar
quemarse por el calor del chocolate caliente. En la parte superior se encuentra la tapa
que permite sujetar el molinillo de madera. Éste último tiene como función remover el
chocolate para conseguir espuma, es decir, como una batidora. El invento del molinillo
se sitúa en el S.XVII a los españoles asentados en la Nueva España.
El chocolate, procedente de América aparece ya consolidado a finales del S.XVI, y fue
una bebida que desde el principio fue muy bien aceptada por toda la sociedad. Se le
añadía azúcar de caña para conseguir un toque más dulce y así se exportó al resto de
Europa.
Durante los primeros años la chocolatera que conocemos hoy en día pasó por diferentes
nombres hasta conseguir su tipología actual. Desde jícaras, mancerinas, y terminando
por chocolatera de madera o de cerámica. Y es que el consumo del chocolate es una de
las opciones escogidas por los madrileños durante los meses más fríos, muchas veces
acompañado de unos ricos picatostes.