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1 [Filipenses 1:27]
2
I
Por supuesto, antes de pensar en enrolarnos en el ejército espiritual, es necesario
comprender que la vida cristiana inicia cuando reconocemos nuestros pecados, y
somos conscientes de la condenación que estos acarrean; y cuando nos
acercamos al único que puede perdonarlos y olvidarlos, porque murió por ellos; y
porque recibió, en sí mismo, el castigo que merecían nuestros actos. Como decía
Jesús: “E Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado (crucificado) , para que todo aquel que
e n é l cre e t e n g a vid a e te rn a ; p o rq u e d e t a l ma ne ra a mó Dio s a l mu n d o , q u e h a d ad o a su Hijo
unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna; porque no envió
Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mund o sea salvo por él. E l qu e
en él cree, no es condenado; pero el que no cree , ya ha sido condenado, p orque no ha creído en e l
n o m b r e d e l u n i g é n i t o H i j o d e D i o s ”; 6 el profeta dijo también: “ e l q u e r e h ú s a c r e e r e n e l H i j o
n o v e r á l a v i d a , s i n o q u e l a i r a d e D i o s p e r m a n e c e s o b r e é l ”; 7 y el apóstol lo confirma: “ Y e n
ningún otro hay salvació n; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dad o a los hombres, en que
p o d a m o s s e r s a l v o s ”, 8 sino en el nombre de Jesús. Por tanto, todo aquel que pone
su apoyo únicamente en Cristo y su obra en la cruz; sabiendo que sus propias
obras, morales o religiosas, son inútiles para salvarlo, recibe, por tal fe, el perdón
de sus pecados, es reconciliado con Dios, y nace de nuevo com o hijo de Dios: “M Mas
a todos los que le recibie ron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de
D i o s ; l o s c u a l e s s o n n a c i d o s d e D i o s . ” 9 Sin embargo, hay algunos que piensan que, con
sus buenas obras, su devoción y su propia justicia, tienen con qué ganar la vida
eterna; estos “tti e n e n c e l o d e D i o s , p e r o n o u n c e l o v á l i d o ; p o r q u e i g n o r a n d o l a j u s t i c i a d e D i o s , y
procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justic ia de Dios; porque el f in de la
L e y , e s C r i s t o ; p a r a j u s t i c i a a t o d o a q u e l q u e c r e e . ” 10 (Nota: Los diez mandamientos son
llamados, en la Biblia: la Ley; y son los que ordenaban no matar, no robar, y no hacerle
mal a nadie; y el grado en que los hagamos es llamado la justicia propia, la cual es
considerada, por Dios, insuficiente, en todos nosotros) ; por esto, todo aquel que confía
en que su buen comportamiento, sus valores y su religión, le dan méritos
suficientes para ganar el cielo, está ciego, no percibe su propio estado pecaminoso
y su propia muerte espiritual; y esta ceguera generalmente proviene de compararse
con los más malos, y sentirse mejor que ellos: “ ¿ Q u é , p u e s ? ¿ S o m o s n o s o t r o s m e j o r e s
6 [Juan 3:15-18]
7 [Juan 3:36]
8 [Hechos 4:12]
9 [Juan 1:12-13]
10 [Romanos 10:2-4]
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que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a todos, que t odos están bajo pecado ;
como está escrito: ‘No h ay justo ni aun uno; no hay quien entienda; no h ay quien busque a Dios;
todos se desviaron; a un a se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno ; no hay ni siquiera uno.’
P e ro sa b e mo s q u e to d o lo q u e la L e y d ice , lo d ice p a ra q u e to d a b o ca se cie rre y to d o e l mu n d o
q u e d e co n v i c t o b a j o e l j u i c i o d e D i o s ; y a q u e p o r l a s o b r a s d e l a L e y n i n g ú n s e r h u m a n o s e rá
j u s t i f i c a d o d e l a n t e d e é l . ” 11 Por tanto, no podemos tildar como más corruptos a los
políticos, como si nosotros fuéramos un poco menos corruptos y un poco más
justos; sino que tenemos que llegar ante Dios, no confiados en aquellas cosas que
nos parecen que nos hacen más que los demás, sino reconociendo que nosotros
también somos pecadores convictos ante el juicio de Dios, y que nuestra justicia
propia es insuficiente. Por tanto, tampoco podemos acusar de violentos y
asesinos a los delincuentes o los alzados en armas, como si nosotros fuéramos un
poco menos malvados que ellos y un poco más justos; porque la Biblia dice que
todo aquel que odie a otro, o que se enoje, o que insulte a su hermano, o que no le
comparta de sus bienes, es considerado, también, un homicida; y merece el mismo
infierno que merecen los asesinos; por eso tenemos que llegar ante Dios, no
confiados en aquellas cosas que nos parecen que nos hacen más que los demás,
sino reconociendo que nosotros también somos pecadores convictos ante el juicio
de Dios, y que nuestra justicia propia es insuficiente . Por tanto, tampoco
podemos condenar solo a los esposos borrachines y mujeriegos, com o si nosotros,
los esposos ejemplares y buenos papás, fuéramos un poco más responsables que
ellos y un poco más justos; pues tenemos que llegar ante Dios, no confiados en
aquellas cosas que nos parecen que nos hacen más que los demás, sino
reconociendo que nosotros también somos pecadores convictos ante el juicio de
Dios, y que nuestra justicia propia es insuficiente. Como reconocía Pablo de sí
mismo y de sus méritos propios: “Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne (en
sus propias buenas obras), yo más; pues en el judaísmo aventajaba a muchos de mis
contemporáneos en mi nación, siendo mucho más celoso de las tradiciones de mis padres:
circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de
hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto
a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he
estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo t odas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo,
y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es
por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que proviene de Dios por la fe. Porque
nosotros somos el verdadero judaísmo, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en
Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne. ” 12 Lo único, pues, que diferencia a los
cristianos de los otros, es que hemos sido perdonados de nuestros pecados; no en
que nosotros hubiéramos pecado menos que los otros; pues todos, sin excepción,
11 [Romanos 9 20]
12 [Filipenses 3:3-9] [Gálatas 1:14]
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somos pecadores, y nuestra propia justicia no alcanza a dar la talla. Pero veamos
en qué consiste la justicia que sí es acepta delante de Dios: “ P e r o a h o r a , a p a r t e d e l a
Ley, se ha manifestado la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que
creen en él; porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios; siendo justifi cado s gratuitamente por su gracia. ¿Dónde, pues, e stá la jactancia? Queda
e x c l u i d a . ¿ P o r c u á l l e y ? ¿ P o r l a d e l a s o b r a s ? N o , s i n o p o r u n a l e y d e f e . ” 13 No hay, pues,
diferencia entre buenos y malos, pues todos somos malos ante Dios; por tanto,
como los creyentes hemos sido justificados gratuitamente, no tenemos de qué
jactarnos ante los demás; “ p o r q u e s i a l g u i e n f u e r a j u s t i f i c a d o p o r s u s b u e n a s o b r a s , t e n d r í a d e
qué gloriarse; y al que obra, no se le contaría la recompensa como gracia , sino como deuda; mas al
que no obra, sino cree en Aquel que justifica al impío, su fe le es c ontada por justicia. Co mo
también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios a tribuye justicia s in obras,
diciendo: ‘Bienaventurad os aquellos cuyas iniq uidades son perdonadas, y cuyos pecados son
c u b i e r t o s ; b i e n a v e n t u r a d o e l v a r ó n a q u i e n e l S e ñ o r n o i n c u l p a d e p e c a d o ’ . ” 14 Dios, pues,
justifica a todo impío que se acerque a él, reconociendo que ciertamente sí es un
impío, y confiando en que sólo la sangre de Cristo es el único precio digno ante el
Padre, para obtener el perdón. Jesús nos recordaba: “ H a b r á má s g o z o e n e l c i e l o p o r u n
p e c a d o r q u e s e a rre p ie nt e , q u e p o r n o v en t a y nu e v e ju s t o s q u e n o n e ce s it a n d e a rre p e n t imie n to .
Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos; y yo no he venido a llamar a justos ,
s i n o a p e c a d o r e s , a l a r r e p e n t i m i e n t o . ” 15 Jesús, pues, vino a llamar a los pecadores, y
esos somos nosotros. Entonces, no nos hicimos cristianos por ser mejores
personas que otros, sino porque reconocimos que no lo somos. Solo a personas
que lleguen a él, así; confesando la realidad de su propia condenación, él los
recibe, los perdona, y olvida sus pecados. Pablo nos enseña una palabra profética
que todos deberíamos repetir acerca de nosotros mismos: “ P a l a b r a f i e l y d i g n a d e s e r
recibida por todos: ‘Crist o Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el
primero. Pero por esto fui recibido a misericordi a , para que Jesucristo mo strase en mí, el primero ,
toda su clemencia, para ejemplo de los que habrían de creer en él para vida eterna’. Por tanto, a l
Rey de los sig los, inmo rt al, invis ible, al único y s abio Dios, sea honor y g loria por los sig los de lo s
s i g l o s . A m é n . ” 16 Por tanto, llegar a ser recibidos por Dios, o sea llegar a ser
cristianos, es algo otorgado gratuitamente, por pura grac ia, sin mérito alguno de
nuestra parte; pues él recibe con los brazos abiertos a los pecadores que llegan a
él arrepentidos, sin importar qué tan graves hayan sido sus pecados; tal como
concluye la parábola del hijo pródigo (pues todos somos ante Dios, como aquel hijo
ingrato) ; el cual, arrepentido de todo el mal que había hecho, mientras regresaba a
su padre, “ccu a n d o a ú n e s t a b a l e j o s , l o v i o s u p a d r e , y f u e m o v i d o a m i s e r i c o r d i a ; y c o r r i ó , y s e
echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y y a
no soy digno de ser lla mado tu hijo’. Pero el p adre dijo a sus siervos: ‘Sacad el mejo r vestido, y
13 [Romanos 3:21-27]
14 [Romanos 4:2-8]
15 [Lucas 15:7] [Mateo 9:12-13]
16 [1 Timoteo 1:15-17]
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vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies; y traed el becerro gordo y matadlo; y
co ma mo s y h a g a mo s fie sta ; p o rq u e é ste , mi h ijo , e sta b a mu e rto , y h a re vivid o ; se h a b ía p e rd id o , y
h a s i d o h a l l a d o ’ . ” 17
(Nota: Hoy en día se acostumbra a hacer una invitación a todo aquel que escucha el
evangelio por primera vez, a que haga una corta oración, aceptando, por fe, a Jesucristo
como su único Salvador. Y aunque esa oración para invitar a Cristo a su vida no está
exigida en la Biblia, o sea que no es necesaria; tampoco es, por eso, prohibida. El
problema surge cuando se cree que todo el que haga una oración similar, ha nacido de
nuevo; pues lo que nos conduce a nacer de nuevo, es creer en la persona de Cristo y en
su obra en la cruz por nuestros pecados; no repetir una oración. Lo que agrava más la
cuestión, es que ahora, tras predicar otro evangelio, se le invita a la persona a que repita
una oración similar, para recibir a Cristo. Por ejemplo, si usted tiene problemas en el
hogar, se le predica que Cristo murió por esos problemas, y él los arreglará, si usted lo
recibe en su corazón; o si usted tiene problemas económicos, se le predica que Cristo
murió por esos problemas, y él los arreglará, si usted lo recibe en s u corazón; o si
usted tiene problemas de salud, se le predica que Cristo murió por esos problemas, y él
los arreglará, si usted lo recibe en su corazón. Pero no se le predica la verdad: Que
Cristo murió para arreglar su problema mayor: el de que usted irá a ser torturado en el
infierno por los siglos de los siglos, debido a que usted, como todos, es pecador; o sea
que su problema a resolver no es el financiero, el físico, ni el familiar; sino su problema
espiritual y eterno; y eso sí fue lo que Cristo vino a solucionar; pues él pagó con su propia
sangre el castigo que merecían nuestros pecados; de tal modo que si nosotros
reconocemos que somos pecadores y que merecemos la condenación eter na, y si nos
allegamos a Dios, confiados solamente en que su sangre fue el único precio suficiente
para obtener nuestra salvación, recibiremos su perdón y naceremos de nuevo como hijos
de Dios. Es evidente, pues, que aquellos que repiten esa oración de fe por los motivos
incorrectos, no reciben nada; no se vuelven hijos de Dios; y no nacen de nuevo; como lo
afirma Jesús, por ejemplo, respecto a aquellos que creían en él con base en los milagros:
“EEs t a n d o e n J e ru s a l é n e n l a f i e s t a d e l a p a s c u a , m uc h o s c re y e ron e n s u n o m b re , v i e n d o l a s s e ñ a l e s q ue
hacía; pero Jesús mismo no creía en ellos. Por ejem plo, uno de los fariseos, q ue se llamaba Nicodemo, un
principal entre los judíos, vino a Jesús de noche, y le dijo: ‘Rabí, sabemos qu e has venido de Dios como
maes tro; porque nadi e pue de hac er es tas s eñal es que tú hac es , s i no es tá Di os c on él .’ Res pondi ó J es ús y
l e d i j o : ‘ D e c i e r t o , d e c i e r t o t e d i g o , q u e e l q u e n o n a c i e r e d e n u e v o , n o p u e d e v e r e l r e i n o d e D i o s ’ … ” 18
Como vemos, éste hombre hizo su oración de fe en voz alta, reconociendo que Jesús
venía de parte de Dios, y creyendo en él por los milagros; pero Jesús le contestó que esa
declaración de fe no le había alcanzado ni siquiera para nacer de nuevo. A continuación,
le dice a Nicodemo que para nacer del Espíritu, era preciso creer en la persona de
Jesús (todo lo que él dijo de sí mismo) , creer en la palabra de Jesús (todas sus
enseñanzas) y creer en su muerte en la cruz (todo lo que obtuvo por nosotros al derramar su
sangre) . A propósito, de Jesús se pueden reconocer cuatro cosas peculiares de su estadía
en la tierra: Enseñó las más grandes verdades que nadie ha hablado en la tierra.
Hizo los más grandes milagros de misericordia que nadie ha hecho en la tierra. Se
presentó como el Mesías prometido, como el Hijo de Dios, como Dios mismo. Murió por
17 [Lucas 15:20-24]
18 [Juan 2:23-3:3]
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19 “Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: ‘Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros’.
Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ‘¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad,
justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo’. Y dijo a Jesús: ‘Acuérdate
de mí cuando vengas en tu reino’. Entonces Jesús le dijo: ‘De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso’. ”
[Lucas 23:39-43]
20 [Efesios 2:13-18] [Colosenses 2:13-14] [2 Corintios 5:19-20]
8
21 [Romanos 5:1-2]
22 [Efesios 2:1-10]
9
23[Tito 3:3-8]
24“En cuanto a la pasada manera de vivir: Despójense del viejo hombre con sus hechos, el cual está viciado conforme a los
deseos engañosos. Vístanse del nuevo hombre, creado según Dios, en la justicia y santidad de la verdad; el cual se va
renovando en el conocimiento, conforme a la imagen del que lo creó; donde Cristo es el todo, y en todos. Renuévense en el
espíritu de la mente de ustedes, y no se conformen a este siglo, sino transfórmense por medio de la renovación de su
entendimiento, para que comprueben cuál sea la voluntad de Dios; la buena, agradable y perfecta.” [Efesios 4:22-24]
[Colosenses 3:9-11] [Romanos 12:2]
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II
Cuando se escudriñan atentamente los evangelios, se puede observar que, en
síntesis, Jesús establece dos grandes requisitos para alcanzar la salvación: NADA
y TODO.
Nada en cuanto a lo moral. Todo en cuanto lo personal.
Nada, porque nos recibe gratuitamente siendo aún pecadores, o sea habiendo
desobedecido muchas veces sus exigencias morales. Todo, no porque nos exija
dejar primero todos los pecados, porque eso es imposible (y porque ésa es la tarea
a la que Dios mismo se compromete: santificarnos progresivamente) ; sino que es todo,
porque debemos entregarle toda nuestra vida.
Nada, porque carecemos de moralidad suficiente, la cual es indigna de ser
ofrecida a Dios; pero todo, porque el único culto que podemos ofrecerle a él,
consiste en ofrendar nuestro cuerpo como un sacrificio a Dios. [Rom 12:1]
El requisito del nada, el puntual, (el que fue explicado en el Numeral I de este
escrito) se da en el instante en que nos acercamos por primera vez a él, en fe;
pero el requisito del todo, el continuado, (el que será explicado aquí, en el
Numeral II de este escrito) se da cada día, cada vez que nos relacionamos con
él, como los esclavos a su dueño; acercándonos a él para conocer y hacer sus
voluntades, y no para reclamar nuestros derechos, ni para exigir n uestros
deseos.
En eso consistía aquel Plan de Paz que Dios ofreció al hombre: En que nosotros
nos volvamos a él; pero que nos volvamos dejando atrás nuestra indiferencia,
nuestro actuar por nuestra cuenta, nuestra propia manera de hacer la vida,
nuestro proyecto de vida, nuestros planes y nuestros sueños, poniendo toda
nuestra vida a Su entera disposición.
Este último requisito, el del todo, se puede ver, por ejemplo, cuando Jesús
considera que los cristianos, los que están con él, son la sal de la tierra; pero
también advierte que solo unos cuantos de ellos, serán considerados buena sal; el
resto no sirve para nada, ni para el muladar: “ G r a n d e s m u l t i t u d e s i b a n c o n é l ; y
volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a s u
esposa y a sus hijos, a sus hermanos y herma nas, y aun también el amor a su propia vida, n o
puede ser mi discípulo. Y el que no toma su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi
discípulo. Así, pues, cualquiera de vosotros q ue no renuncia a todo lo que posee, no puede ser
11
mi discípulo. Porque vosotros sois la sal de la tierra, y la sal es buena ; mas si la sal pierde su
e f e c t i v i d a d , n o s i r v e m á s p a r a n a d a ; n i p a r a l a t i e r r a n i p a r a e l m u l a d a r e s ú t i l ; l a a r r o j a n f u e r a . ” 25
Jesús estaba allí hablando con las multitudes que i b a n c o n é l , o sea que estaba
hablando con los que creían en él; y al hacerles a aquellos creyentes, estas tres
exigencias para llegar a ser discípulos suyos, establece una clara diferencia entre
lo que significa ser creyente y lo que significa ser discípulo. Y si bastara con el
llamado del “nada”, el llamado a creer en él, nunca habría dado este otro llamado a
darlo todo por él; llamado que señala, no a lo que él hizo en la cruz por nosotros,
sino a lo que nosotros hagamos para él, entregando el “todo” de nuestra vid a; pues
de lo contrario, si nos contentamos con recibir de él lo que nos ofrece, sin dar
nada, seremos una sal que no sirve para nada, ni para el muladar. (Nota: Algunas
personas confunden los discípulos con los apóstoles; pero la Biblia cuenta que Jesús, de
entre sus muchos discípulos, seleccionó, posteriormente, a 12 de ellos, para enviarlos a
predicar; 26 los discípulos eran, pues, un grupo más numeroso que el de los apóstoles. El
grupo de discípulos, grupo que incluía solo a sus seguidores verdaderos, er a, a su vez, de
menor tamaño que el de los meros creyentes) .
Si analizamos con cuidado estos tres requisitos hechos a los creyentes, para que
pudieran llegar a ser discípulos, concluimos que el creyente es quien cumple el
primer requisito de salvación: Nada; y ha recibido gratuitamente de Cristo el
perdón de sus pecados; pero el creyente no necesariamente ha pagado aún el
precio que Cristo exige para llegar a ser discípulo. Pues el discípulo es solo
aquel creyente que cumple, además, el segundo requisito de salvación: Todo;
pues se relaciona con Cristo poniendo todo, en la vida, bajo su mando; siendo fiel
y leal a Él, aún hasta la muerte.
El creyente es quien ha reconocido a Cristo como a su Salvador, pero el
discípulo es quien le reconoce, cada día, como a su Señor: “É Ésta es la palabra de fe
que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón
que Dios le levantó de lo s muertos, serás salvo; p orque con el corazón se cree para justic ia, pero
c o n l a b o c a s e c o n f i e s a p a r a s a l v a c i ó n . ” 27
- Nota: Por supuesto, confesarlo con la boca no significa hacer una oración pública,
sino reconocernos como sus esclavos, y reconocerlo a él como a nuestro amo;
permitiéndole que él gobierne, día a día, todo nuestro ser; pues Jesús dice: “ ¿ P o r q u é
m e l l a m á is , Se ñ o r, Se ñ o r, y n o h a c é is l o q u e y o d i g o? No t o d o e l q u e m e di c e : Se ñ o r, Se ñ o r, e n t ra rá e n
e l r e i n o d e l o s c i e l o s , s i n o e l q u e h a c e l a v o l u n t a d d e m i P a d r e q u e e s t á e n l o s c i e l o s . ” 28
- La implicación de lo que significa que Jesús es el Señor, se define así: “C Cristo
para esto murió y vo lvió a viv ir: para ser Señor. Porque ya ninguno de nosotros vive para sí
mis mo, y ninguno muere para sí mismo; pues s i vivi mos, para el Señor v ivimos; y s i mo ri mos,
para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos… ¿N o
saben ustedes que sus cuerpos son miembro s de Cristo? ¿O ignoran que su cuerpo es templo
d e l E s p í rit u S a n t o , e l cu a l e s t á e n u s t e d e s , e l c u a l t ie n e n d e Dio s , y q u e u s t ed e s n o s e
p e rt e n e ce n ? P o rq u e u ste d e s h an sid o co mp ra d o s p o r p re cio ; sab ie n d o q u e u st e d e s f u e ro n
rescatados de su vana manera de vivir que recibieron de sus padres, no con cosas corruptibles,
como oro o plata, sino c on la sangre preciosa de Cristo, como de un cord ero sin mancha y s in
c o n t a m i n a c i ó n ; p o r q u e é l f u e i n m o l a d o , y c o n s u s a n g r e n o s h a c o m p r a d o p a r a D i o s . ” 29
- Entonces, reconocer a Cristo como Señor implica aceptar que somos su
propiedad, pues ya no nos pertenecemos; implica aceptar que ya no vivimos
para nosotros mismos, tal como habíamos aprendido de nuestros padres, sino
que vivimos exclusivamente para él; e implica entregar confiadamente la
dirección de nuestra vida a él.
En aquella época, cuando el trono de una nación quedaba vacante ante la muerte
del Rey, si un General creía tener el derecho y el poder para tomar para sí el trono,
se proclamaba como el nuevo rey ante sus hombres; a lo cual ellos, libremente
decidían si le reconocían, o no, como el Kyrios (en griego), como el Señor (en
español); pues darle ese reconocimiento significaba ir detrás de él, en su lucha por
conquistar el trono; y significaba seguirlo, inclusive hasta la muerte. Y aquí
encontramos el primer paralelo significativo con el mundo militar; pues reconocer a
Jesús como Señor equivale a enrolarse en su ejército, yendo tras él y
obedeciéndolo hasta las últimas consecuencias. Para aquellos que se han enrolado
en el ejército de la patria, el punto decisivo, a partir del cual se da el todo, se
conoce bajo el nombre de “juramento a la bandera”. Después de este acto
voluntario de compromiso incondicional, después de un “ h e m e a q u í S e ñ o r ”, ya no hay
marcha atrás; ya no hay lugar a la vacilación; ya no hay lugar para demandar
derechos, tan solo para cumplir deberes; ya no hay luga r para los rebeldes e
insumisos; y aquel que se atreve a desertar después del juramento, queda
expuesto a un Consejo de Guerra. Todo soldado, a partir de jurar bandera, ya sabe
que su compromiso es total; ya sabe que ser soldado es serlo las 24 horas del d ía;
ya sabe que ser soldado implica obedecer todas las órdenes sin chistar; y ya sabe
que ser soldado es ir a donde lo envíen, sin importar si en ello se juega la vida.
Este grado de absoluta rendición y obediencia, son similares a lo que Jesús exige a
todo creyente que acepte su llamado a reclutarse como soldado de Cristo; a todo
creyente que acoja su llamado a volverse su discípulo; a todo creyente que aspire
a ser salvo: “E El reino de los cielos es se mejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un
h o m b r e h a l l a ; y g o z o s o p o r e l l o v a y v e n d e t o d o l o q u e t i e n e , y c o m p r a a q u e l c a m p o . ” 30
Nota: Seleccioné los dos primeros dibujos (los de los numerales I y II), de tal
manera que trataran de corresponder a los dos primeros puntos del evangelio.
El primero, el del soldado en posición de descanso, representa el requisito
del nada; pues sin haber hecho nada para merecer el cielo, Dios nos acoge
como a sus hijos, y nos perdona gratuitamente, si llegamos a él, arrepentidos
y creyendo en su Hijo Jesucristo. El segundo dibujo, el del soldado firme y a
la orden, representa el requisito del todo; cuando, siendo ya cristianos, nos
presentamos ante él cada día, como ante nuestro General en Jefe, alertas a
escuchar sus órdenes, y dispuestos a acatarlas, si n importar cuáles sean; y
sin importar si al obedecerlas, tendremos que exponer nuestra vida.
31 Jesús dijo, no a los creyentes, sino a aquellos que ya eran sus discípulos: “Y seréis aborrecidos de todos por
causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” [Mateo 10:22] y dijo también: “Y el amor de muchos
se enfriará; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” [Mateo 24:12-13]
32 Romanos comienza diciendo: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, que él
había prometido antes por sus profetas en las santas Escrituras, acerca de su Hijo, que era del linaje de David según la carne, que
fue declarado Hijo de Dios… por la resurrección de entre los muertos; y por quien recibimos la gracia y el apostolado, para promover,
bajo su nombre, una obediencia de fe en todas las naciones.” [Romanos1:1-6]. Así mismo, Romanos termina diciendo:
“Y a Aquél que es poderoso para afirmarlos conforme a mi evangelio y conforme a la predicación de Jesucristo, según la revelación
del misterio que había sido mantenido en secreto desde tiempos eternos, pero que, conforme al mandamiento del Dios eterno, ahora
ha sido manifestado, también mediante Escrituras proféticas, y se ha dado a conocer a todos los gentiles para guiarlos a una
obediencia de fe, al único y sabio Dios sea la gloria, mediante Jesucristo, para siempre. Amén.” [Romanos 16:25-27]
14
- Por esto sus órdenes de fe nos exigen arriesgar todo, incluso la vida, porque
buscan saber hasta dónde estamos dispuestos a ir confiadamente tras él.
- A Adán y a Eva se les ordenó que no comieran de uno de los arboles del huerto
del Edén; pero el acto de comer de aquel fruto, no imp licaba, en sí, hacer algo
malo; así como el acto de no comer, tampoco implicaba hacer algo bueno; o sea
que esa orden no ponía a prueba la moral de ellos. Lo que Dios quería saber
del ser humano, era si creían en él y en sus órdenes, aunque éstas no tuvier an
ningún sentido. Pero cuando vino el tentador, Eva desconfió de las intenciones
de Dios, y prefirió tomar la vida en sus propias manos, y forjar su destino por su
cuenta; tomando las decisiones claves de su vida, según su propio criterio . 33
Por eso, de allí en adelante, todos los descendientes de Eva actuamos como
nos parece mejor y más correcto, y vivimos para nuestras propias metas; y no
importa si nuestro estilo de vida es bueno o malo, todos seremos condenados;
no por hacer lo bueno o lo malo, sino por vivir para nosotros mismos y según
nuestro parecer.
- La orden de fe confronta nuestra razón, pero la orden moral confronta nuestra
moral (perdonando la redundancia) . El más grande don que Dios le otorgó al ser
humano, cuando lo creó, fue su razón; y Dios quiere que la use para conocer y
entender todo lo que lo rodea, pero también quiere que el hombre nunca olvide
sus limitaciones como creatura; por eso le da órdenes que van en contravía de
la razón, y que le exigen poner su razón a un lado, y creerle a Dios, aún si
parece no tener la razón; porque Su razón es superior a la nuestra; pues
nuestro entendimiento es limitado. Esas órdenes que contrarían nuestra razón,
son las órdenes de fe, como la que le dio a Adán. Pero cuando el hombre
desconfió de Dios y no obedeció, comió del “ á r b o l d e l c o n o c i m i e n t o d e l b i e n y d e l
m a l ”; percibiendo las cosas, a partir de ahí, desde una óptica moral (que es la
que sabe qué es el bien y qué es el mal) . O sea que el hombre cayó del plano de la
fe, al plano de la moral (como bajando un peldaño) . Originalmente se relacionaba
con Dios, basado en su fe; luego quiso
relacionarse con él, basado en su moral; Plano de la fe
por eso, el ser humano supone que los Plano de la moral
buenos se van al cielo y los malos se
condenan. Pero Cristo pagó por todas nuestras faltas contra la moral,
otorgándoles su perdón a los que creen en él; y regresándolos de nuevo a que
vivan en el plano de la fe, a partir de la conversión, donde serán prob ados, con
sus órdenes de fe, no con sus órdenes morales.
33 “Pero la serpiente dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la
serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No
comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día
que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno
para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a
su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron…” [Génesis 3:1-7]
15
34 [Génesis 19:10-18]
35 [Proverbios 3:5]
36 [1 Samuel 15:1-23]
16
instrucciones debidas a todo genuino soldado, vez tras vez, a lo largo de toda su vida.
Tampoco estamos diciendo que Dios nos impondrá un régimen militar, con
maltratos, órdenes imperiosas, y sometidos a una disciplina rigurosa; pues él solo da
órdenes esporádicamente; pero cuando las da, espera nuestra obediencia voluntaria,
pues jamás se impone a la fuerza. Y, aunque respeta nuestra libertad para decirle sí o
no, posteriormente seremos juzgados si no hemos acatado su voluntad, de forma
absoluta y sin argumentaciones, por fe .
- Las órdenes morales y las órdenes rituales están compendiadas en la Ley (los
diez mandamientos y los demás mandamientos que Dios estableció por medio de
Moisés) , y conforman todos los requisitos del Antiguo Pacto; pero Jesús vino a
establecer un Nuevo Pacto, caracterizado por las órdenes de fe, porque ningún
ser humano ha sido capaz de obedecer toda la Ley; pues, por mucho que nos
esforcemos, siempre tendremos algún defecto y algún mal comportamiento
reiterativo.
Romanos dice que si, siendo ya cristianos, tratamos de esforzarnos por dejar algún
pecado; o sea, si pretendemos volver a someternos a las órdenes morales o
religiosas de la Ley, pecaremos más; porque el pecado e s incitado ante la
prohibición. 37 Pero que si nos sometemos a las órdenes individuales que Dios, en
persona, nos vaya dando a cada uno, él mismo, a cambio, hará que nuestras
debilidades morales se vayan corrigiendo automáticamente; o sea, hará que
seamos santificados progresivamente. Jesús murió, pues, para traernos el perdón
por los pecados que hemos cometido, y para darnos el poder para que vayamos
paulatinamente dejando de cometer nuevos pecados; o sea, para que vayamos
siendo libertados del pecado. Pero tal poder solo es dado a aquellos que ponen
toda su vida bajo la autoridad militar de Cristo, y están atentos a su voz de mando,
para acatar todas sus órdenes de fe (o sea sus órdenes personales; no sus órdenes
morales) . Romanos, haciendo eco del requisito de Jesús, el que denominábamos el
todo, dice que solo cuando nos presentamos ante Dios como esclavos, prestos a
obedecer sus órdenes, seremos libertados del pecado; siendo, por tanto,
santificados progresivamente; y dice que solo si estamos siendo santificados,
tendremos la vida eterna: “ N u e s t r o v i e j o h o m b r e f u e c r u c i f i c a d o j u n t a m e n t e c o n é l , p a ra q ue
el cuerpo del pecado sea desactivado, a fin de qu e el pecado no se enseñ oree de nosotros y ya no
lo sirvamos más como e sclavos; y a fin de que nosotros andemos en no vedad de vida. No reine ,
pues, el pecado en el c uerpo mortal de ustedes, de modo que lo obedezcan en sus deseos; ni
tampoco presenten sus mie mbros al pecado como instrumentos de injusticia, sino preséntense
ustedes mismos a Dios c omo vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos
de justicia. ¿No saben que si se someten al pe cado para obedecerle, llegan a ser esclavos de l
p e c a d o p a r a m u e r t e ; y si s e s o m e t e n a l a ob e d ie n c i a p a r a ob e d e c e r a la o b ed i e n c i a , l l e g a n a se r
e scla vo s d e la o b e d ie n cia p a ra ju st icia ? P o rq u e cu a n d o u ste d e s e ra n es cla vo s d e l p e ca d o , ¿q ué
37 “Yo sin la ley vivía en un tiempo; pero venido el mandamiento, el pecado revivió y yo morí; porque el pecado, tomando ocasión por
el mandamiento, me engañó, y por él me mató.” [Romanos 7:9-11]
17
f r u t o t e n í a n de a qu e l l a s c o s a s d e l a s c u a l e s a h o ra u s t e d e s s e a v e r g ü en z a n ? P o r q u e e l f i n d e e l l a s
es muerte. Porque mientras estábamos en la ca r ne, las pasiones pecami nosas que eran por la le y
obraban en nuestros mie mbros llevando fruto p a ra muerte. Mas ahora qu e han sido libertados de l
p e c a d o y h e c h o s e s c l a v o s d e D i o s , t i e n e n p o r f r u t o , l a s a n t i f i c a c i ó n ; y c o m o f i n , l a v i d a e t e r n a . ” 38
Es evidente, pues, que solo una vida rendida bajo el mando de Dios, una vida de
obediencia total, genera santificación acá, y nos lleva a la vida eterna allá. Por esto
Jesús reiteraba que el poder para liberarnos de nuestros pecados solo sería
otorgado a los discípulos, y de ninguna manera sería otorgado a los que se
quedaban meramente en la categoría de creyentes: “ H a b l a n d o é l e s t a s c o s a s ,
muchos creyeron en él (est o es: muchos lle garon a ser creyent es). Dijo ent onces Jesús a
los que habían creído en él (esto es: ésta ve z hab ló so lo a los creyentes): Si ustedes
per m anec en en m i pa labr a, s er án v er dader am ent e m is dis c í pulos , y c onoc er án la v er dad,
y la verdad los hará libres. Puesto que todo aquel que hace p ecado, esclavo es de l
p e c a d o ; y e l e s c l a v o n o q u e d a e n l a c a s a p a r a s i e m p r e . ” [Jn 8:30-36].
Nuevamente se puede ver aquí, que un creyente es diferente a un discípulo, y
que hay otro requisito para que el creyente llegue a ser discípulo: permanecer en
su palabra.
Además, vemos otra clara diferencia entre ambos tipos de cristianos; diferencia
en cuanto al nivel de vida que estos alcanzan a lograr; pues el que se queda solo
en el rango de creyente, aún seguirá siendo esclavo del pecado; mientras que el
que asciende al grado de discípulo, a medida que permanece en la palabra, va
haciéndose libre de tal esclavitud.
Entonces, el creyente, aunque ha recibido el perdón de pecados, no ha recibido
aún el poder para dejar de pecar.
Y el creyente, aunque ya es parte de la casa de Dios, debido a que sigue siendo
esclavo del pecado, no permanecerá en la casa para siempre; sino solo mientras
dure su vida. Por tanto, solo los que permanezcan hasta el fin, en la categoría de
discípulos, serán salvos.
La fe del creyente solo le alcanza, pues, para creer que Cristo dio todo por él;
pero la fe del discípulo le lleva a dar confiadamente todo por Cristo.
38 [Romanos 6:1-22]
18
III
Como se observa en el último pasaje citado, el discípulo se caracteriza, además,
por su comunión personal íntima con Dios, en su palabra, cada día; porque solo “ s i
permanecemos en Su pa labra, seremos verdaderamente sus discípulos, y llegaremos a conocer la
v e r d a d . ” 39
Por esto, todo supuesto buen creyente, no dejará de asistir jamás a sus
reuniones cristianas, pues un fiel creyente permanece en su iglesia; pero un
discípulo verdadero no dejará de asistir jamás a su reunión personal diaria, en
la Biblia, con Dios, en su intimidad; pues un “ d i s c í p u l o v e r d a d e r o e s q u i e n p e r ma n e c e e n
S u p a l a b r a ”.
Jesús decía, de los creyentes, que aquel que amaba orar en público era un
hipócrita; pero que el genuino cristiano se encerraba en su cuarto a orar solas,
porque “nnu e s t r o P a d r e e s t á e n l o s e c r e t o ”, no en lo público. 40 Por eso, un creyente
va al templo a buscar a Dios en lo público; pero un discípulo se aleja del templo,
para buscar a Dios en lo secreto.
Nota: Pero para percibir mejor esto de que nuestra actitud hacia la palabra, es lo que
hace la diferencia entre cristianos: en primer lugar A, miraremos la forma en que Jesús la
establece; y, en segundo lugar B, miraremos cómo es presentada en términos del apóstol
Pablo. Finalmente C, describiremos la capacidad de oír a Dios enseñándonos Su palabra.
A
Veamos algunas lecciones que podemos observar respecto al famoso Sermón del
Monte de Jesús; 41 sermón que es fundamental para nuestra comprensión del
evangelio de salvación; tanto que es considerado como las palabras más sublimes
que ningún hombre haya pronunciado en la tierra. (Nota: El propósito aquí no es
revisar el propio contenido de aquel sermón, lo cual se deja para otra oportunidad; sino
revisar el marco de referencia de aquel sermón) :
39 [Juan 8:31-32]
40 “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles,
para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada
la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” [Mateo 6:5-6]
41 [Mateo 5 al 7] [Lucas 6:20-49]
19
respondiendo, les dijo: Porque a ustedes les es dado conocer los mist erios del reino de lo s
cie lo s; ma s a lo s q u e e stá n f u e ra n o le s e s d a d o ; a e llo s p o r p a rá b o la s t oda s la s co sa s; p o rq u e
viendo no ven, y oye ndo no oyen, ni entienden; porque a todo el que t iene, se le dará; y a todo
e l q u e n o t i e n e , a u n l o q u e p i e n s a t e n e r s e l e q u i t a r á . ” 43
c o n o c í ; a p á r t e n s e d e mí , h a c e d o r e s d e m a l d a d ’ . ”
(Nota: Como vemos, es posible44
ser, a la vez, por fuera una oveja, pero por dentro un lobo; es posible ser, a la vez,
un hacedor de milagros en lo ministerial, y un hacedor de maldad en lo personal; es
posible, a la vez, estar haciendo cosas sobrenaturales, sin estar haciendo la voluntad
del Padre) .
El falso profeta destaca, pues, por los dones del Espíritu que posee; pero el
verdadero profeta destaca por los frutos del Espíritu que posee. (Nota: Los
dones tienen que ver con el poder para hacer cosas milagrosas, como sanar,
profetizar, hablar en lenguas y echar demonios; pero los frutos tienen q ue ver con el
poder para desarrollar virtudes, como amar, perdonar, tener paciencia, bondad,
humildad, generosidad, mansedumbre y dominio propio. Por supuesto, no es
condenable el solo hecho de tener dones; lo condenable es carecer de fruto. Por
tanto, el que solo tiene dones, pero en su vida no hay santidad, es un falso profeta) .
El falso profeta puede arremedar, pues, todos los milagros que Jesús hizo en
el llano; pero no puede generar la vida que Jesús ministró en el Monte.
El falso profeta se mueve en el plano de lo sobrenatural, pero el verdadero
profeta se mueve en el plano de lo espiritual; el que genera un cambio en el
corazón.
El falso profeta imita a Jesús en la manera en que ejerció su ministerio
público; pero el verdadero profeta imita a Jesús en su manera de vivir, y en la
manera en que ejerció su ministerio privado.
El ministerio que el falso profeta realiza, tiene que ver con enderezar las
dificultades físicas externas de los creyentes (trayendo sanidades, liberaciones,
bendiciones materiales y milagros) ; pero el ministerio que el verdadero profeta
realiza, tiene que ver con enderezar el corazón de los discípulos (trayendo
reprensiones, correcciones y enseñanzas) . “A Así ha dicho el S eñor de los ejércitos: He
a q u í q u e y o e s to y c o n t r a l o s p r o f e t a s q u e e n d u lz a n s u s l e n g u a s y h a c en e r r a r a m i p u e b l o
con sus mentiras y con sus lisonjas, y ning ún pr ovecho hicieron a e ste pueblo. No escuchen
la s p a la b ra s d e lo s p ro f et a s q u e le s p ro f e t i z a n y lo s a lie n t a n c on v a na s e sp e ra n z a s ; v is io n a n
de su propio corazón, no de la boca del S eñor. Dicen continuame nte a los que me
d e s p re c ia n : ‘E l S e ñ o r d ij o q u e g o z a rá n d e b ien e st a r’; y a c u a lq u ie ra q u e a n d a t ra s lo s d e s e o s
de su corazón, le dicen: ‘no les vendrá calamidad’. ¿No es mi palabra como fuego, dice el
Señor, y como martillo que quebranta la piedra? Pero ¿quién est uvo en lo secreto con e l
Señor, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra , y la oyó? Pero si ellos
hubieran estado en mi secreto, habrían h echo oír mis palabras a mi p ueblo, y lo habrían
h e c h o v o l v e r d e s u m a l c a m i n o , y d e l a m a l d a d d e s u s o b r a s . ” 45
44 [Mateo 7:15-23]
45 [Jeremías 23:15-22, 29, 31-32]
22
taller evangelístico, ni una ministración con los dones, sino que es una sencilla
serie de correcciones y exhortaciones agudas, que nos conducen a ser mejores
como personas, a ver la vida como él la vio, a reaccionar ante la vida como él
reaccionó, y a tener un corazón puro, íntegro, y sin doblez; pues el objetivo de
aquel Sermón es conducirnos a hacer propio el carácter de Cristo; y su propósito
no es cambiar las conductas morales o religiosas, sino las actitudes del corazón.
- Hoy en día, algunos enseñan que la palabra ‘discípulo’ viene de la palabra
‘disciplina’, y suponen que para hacer discípulos se los debe someter a una
rigurosa disciplina, tipo militar, sometidos a los líderes de su iglesia; per o esta
palabra, aunque en español está emparentada con la palabra ‘disciplina’, en el
idioma original (griego) , significa ‘aprendiz’, y proviene del verbo ‘aprender’; por
esto Jesús decía en una de sus más célebres frases: “ V e n g a n a m í t o d o s l o s q u e
están trabajados y cargados, y yo los haré descansar; lleven m i y ugo sobre ustedes, y
aprendan de mí, qu e soy manso y humi lde de corazón; y hallarán descanso para sus
a l m a s ; p o r q u e m i y u g o e s f á c i l , y l i g e r a m i c a r g a . ” 46 Como vemos, Jesús da tres
órdenes claves:
Vengan a mí; que era su peculiar llamado personal para hacer discípulos;
diferente al llamado general al arrepentimiento y a la fe; (este último es el que
vimos en el numeral I) .
Lleven mi yugo; que significaba, en esa época, someterse, en todo, al
gobierno de alguien, reconociéndolo como a su dueño; (tal como vimos en el
numeral II) .
Aprendan de mí; no aprender a hacer sus milagros, ni aprender sus doctrinas,
sino aprender de su manera de vivir; aprender a desarrollar su carácter,
manso y humilde, virtudes que solo se aprenden subiendo cada día al monte;
o sea a tener comunión personal con Dios en su palabra; (tal como hemos visto
en este numeral III) .
- Y en esto del aprendizaje, también hay un paralelo con la vida militar; pues
nadie está listo para servir a la patria, si antes no pasa por un período de
entrenamiento práctico, hasta quedar plenamente equipado, mental, emocional
y físicamente, como un verdadero soldado; y si antes no pasa por un p roceso
intensivo de adaptación a la vida militar. Durante este proceso de
adiestramiento es necesario que el recluta adquiera valor, disciplina y
compromiso. Un entrenamiento riguroso y extremo hará del soldado un
instrumento útil para la batalla. Así también, el trato diario, a solas, con la
palabra de Dios, nos equipa para que nuestro carácter refleje el carácter suyo:
santo, sin pecado, sin doblez, sin intenciones escondidas, leal, humilde, manso,
bondadoso, paciente, tolerante, perdonador, servicial, generoso, desprendido
de lo material, etc. Pues este carácter solo se va forjando en nosotros, en lo
46 [Mateo 11:28-30]
23
secreto, en la relación íntima con Dios, desde su palabra, cada día; pues no es
posible alcanzar a obtenerlo en lo público, en las actividades religiosas pro pias
de cada iglesia. Por esto, el proceso de discipulado no tiene nada que ver con
el método de formación y multiplicación que algunas iglesias modernas están
adoptando; pues el discipulado es una cuestión íntima, que se forja en nuestra
relación personal con Dios en su palabra, no con la iglesia. “ L a s S a g r a d a s
E s c rit u ra s t e p u e d e n h ac e r s a b io p a ra la s a lv a ció n p o r la f e q u e e s e n Cris t o J e s ú s . T o d a la
Escritura es inspirada p or Dios, y útil para ense ñar, para redargüir, para corregir, para instru ir
en justicia, a f in de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado (o equipado)
p a r a t o d a b u e n a o b r a . ” 47 Como vemos, lo única herramienta, necesaria y
suficiente, para que el hombre de Dios esté completamente equipado y
enteramente preparado, es la Palabra de Dios; la palabra sola.
Nota: Cuando se comparan los cuatro evangelios, se puede ver que el Sermón del Monte
es, en realidad, no una sola enseñanza, sino una colección de muchas enseñanzas dadas
en la varias oportunidades en que los discípulos subieron al monte con Cristo; esto nos
indica que la prioridad de todo aquel que se enrola en el ejército celestial, es subir al
monte cada día, o sea meditar en su palabra cada día, para escuchar las órdenes de su
Superior, sus enseñanzas, sus instrucciones , sus advertencias y sus consejos; pero subir
confiadamente, sabiendo que su yugo es fácil y su carga es ligera; no como el yugo que
impone la milicia terrenal.
Nota: Para este numeral III, seleccioné el dibujo del soldado subiendo el
monte, porque nos recuerda esta característica del discípulo; la de ser
enseñado por Jesús, a solas, cada día, de madrugada, desde su palabra.
B
El apóstol Pablo usa los términos “ c a r n a l ” y “ees p i r i t u a l ”, como equivalentes a los
términos usados por Jesús, “ c r e y e n t e ” y “ddi s c í p u l o ”, respectivamente.
Un cristiano carnal es aquel que, como un bebé, solo puede tomar l e c h e ; mientras
un cristiano espiritual es aquel que, como una persona mayor, ya puede comer
a l i m e n t o s ó l i d o . La comida representa la Biblia. La leche representa la comida que
primero debe ser masticada y digerida por la mamá, y luego, sí se le puede dar al
bebé de una manera más asimilable; o sea que la leche representa la enseñanza
de la palabra recibida en la iglesia (la mamá), o sea la enseñanza recibida de
terceros; la cual aquellos primero recibieron de Dios y luego nos la transmiten.
Por otro lado, vemos que para comer alimento sólido se requiere tener ya dientes
47 [2 Timoteo 3:15-17]
24
Hemos visto, en resumen, en este numeral III, dos cosas: A que un discípulo, en
términos de Cristo, se caracteriza porque permanece en la palabra (primer bloque) ;
y B que un cristiano espiritual, en términos de Pablo, se caracteriza porque tiene la
capacidad de discernir la palabra por el Espíritu (segundo bloque) . 49
Además vinos que, de los creyentes, se dice que han recibido el perdón de
pecados, pero que aún siguen siendo esclavos del pecado; y que, por tanto, no
permanecerán en la familia de Dios para siempre; pues solo “ l o s d i s c í p u l o s
c o n o c e r á n l a v e r d a d y l a v e r d a d l o s h a r á l i b r e s ”; 50 libres de sus pecados; y solo
aquellos que “hha n s i d o l i b e r t a d o s d e l p e c a d o y h e c h o s e s c l a v o s d e D i o s , t i e n e n p o r f r u t o la
s a n t i f i c a c i ó n , y c o m o f i n , l a v i d a e t e r n a . ” 51
49 Ésas son las únicas distinciones que hace el Nuevo Testamento entre dos clases de cristianos; aunque
hoy en día los pentecostales se han inventado otra división: ‘entre los que hablan en lenguas y los que no’;
pero esta división no existe en las cartas de los apóstoles; pues allí dice claramente que todos los creyentes,
sin excepción, hemos recibido el Espíritu Santo y todos hemos sido bautizados en el Espíritu Santo
[1 Corintios 12:13]. De paso sea dicho que la palabra discípulo, tan usada en los evangelios, va
desapareciendo paulatinamente, en Hechos de los Apóstoles, hasta cuando dice que “aa los discípulos se les llamó
cristianos por primera vez en Antioquía” [Hechos 11:26]. Poco después desaparece definitivamente; y nunca más
aparece en las epístolas, con excepción de un término que acuña Pedro, que podría traducirse “indiscípulo”;
cuando él afirma que aquellos creyentes que son ‘no discípulos’ y son inconstantes, siempre tuercen las
Escrituras, para su propia perdición [2 Pedro 3:16].
50 [Juan 8:31-32]
51 [Romanos 6:22]
52 [Gálatas 5:19-21]
53 [Gálatas 5:22-24]
54 [Gálatas 6:7-8]
26
C
Como Cristo ya se fue, el que ahora desempeña esa labor de ser nuestro Maestro
personal de Biblia, es el Espíritu Santo. Y a esta capacidad de percibir al Espíritu
Santo, enseñando, explicando y aplicando las Escrituras, se le llama, en la Biblia:
Sabiduría; y solo la desarrollan, con el tiempo, los discípulos.
Salomón afirmaba que la única manera de obtener tal sabiduría, era acercarnos a
las Escrituras a escudriñarlas, cada día, con un corazón enseñable, hasta que
podamos escuchar “ a l E s p í r i t u , h a c i é n d o n o s s a b e r l a P a l a b r a ”; 55 y decía que debemos
ir a la palabra anhelando entenderla, como cuando vamos a una mina de plata, a
escarbar cada día, hasta encontrar una nueva veta. Entonces, estudiar y meditar
diligentemente la palabra de Dios, equivale a excavar en la mina; pero escuchar
la voz de Dios, brotando desde la palabra, equivale a encontrar la plata. La meta
no es dedicarnos a escarbar la mina, sino que es encontrar la plata. Igualmente,
lo valioso no es el tiempo que dedicamos a escudriñar las Escrituras en nuestra
capacidad intelectual, sino el momento en que escuchamos a Dios explicándonos
las Escrituras; pero es imposible escuchar a Dios, si antes no nos dedicamos
55 [Proverbios 1:20-2:9]
27
56 [Juan 14 al 16]
28
- Por esto Jesús recalcaba con insistencia, cuál era el camino a seguir, para
llegar a tener sabiduría, para llegar a conocer la verdad: “ S i u s t e d e s p e r m a n e c e n e n
mi p a la b ra , s e rá n v e rd a d e ra me n t e mis di s c í p ul o s ; y c o n o c e rá n la ve r d a d, y la v e rd a d lo s h a rá
l i b r e s . ” 57
57 [Juan 8:31-32]
29
IV
Es preciso mencionar, por último, la otra faceta propia de aquel requisito básico de
salvación que denominábamos “el todo”; en el cual se nos exigía entregarle a Dios
lo que somos, lo que tenemos y lo que amamos, dispuestos a renunciar a nuestro
proyecto de vida y a sacrificar nuestra calidad de vida. “D De s d e e n t on c e s c o me n z ó J e sú s
a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho y ser muerto, y
re su cit a r a l t e rce r d í a . Y d ijo a su s d iscí p u lo s: S i a lg u n o qu ie re ve n ir e n p o s d e mí , n ié g ue se a sí
mis mo, y tome su cruz, y sígame; porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que
pierda su vida por causa de mí, la hallará… De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no
cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto ; el que ama su vida, la
p e r d e r á ; y e l q u e a b o r r e c e s u v i d a e n e s t e m u n d o , p a r a v i d a e t e r n a l a g u a r d a r á . ” 58 Estos
textos no se limitan a contarnos que a Jesús le tocó padecer y entregar toda su
vida por nosotros; sino que, a continuación, nos dice que ése también es nu estro
destino: padecer y entregar toda nuestra vida por él. Y Jesús afirma que ésa es la
única manera en que podremos asegurar nuestra entrada a la vida eterna; de lo
contrario nos perderemos para siempre; porque el creyente que quiera conservar
su vida, la perderá. Podemos observar, además, que cuando Jesús dice que
requiere el ‘todo’ de nuestra vida, incluye dos requisitos diferentes; pues este todo
se compone de dos facetas: negarse a sí mismo y tomar la cruz.
En el numeral II, hablábamos de lo que implicaba la primera faceta, la de
n e g a r n o s a n o s o t r o s m i s m o s , como consecuencia de confesarlo a él; faceta
opuesta a confesarnos a nosotros mismos y negarlo a él.
- Porque, o confesamos y reclamamos nuestros derechos como hijos de Dios,
teniendo a Dios como nuestro sirviente, que existe para satisfacer nuestros
propios planes y deseos; o lo confesamos a él como Señor nuestro,
renunciando a nuestros derechos y a nuestra vida propia, teniéndonos a
nosotros como sirvientes de Dios, que existimos para hacer sus voluntades.
- Nota: Hoy en día, muchos ven a Dios como a aquel “genio” de la lámpara maravillosa
del cuento de Aladino: Pues cuando frotan la lámpara de la fe, esperan que surja de
allí el Todopoderoso, y se presente ante ellos como aquel que existe solo para cumplir
los deseos de los que lo invocan. Esos creyentes, al acercarse a su dios, les parece
oír de la boca de ese dios la pregunta peculiar de aquel genio: ¿cuál es tu próximo
deseo? Pero en los discípulos genuinos, al acercarse a su Creador, lo que sale de su
boca es la pregunta de toda creatura: ¿cuál es tu próxima orden?
Y esto nos lleva a meditar también, en lo que implica aquella segunda faceta del
‘todo’, la de t o m a r n u e s t r a p r o p i a c r u z (que es el tema de este numeral IV) :
- En primer lugar, Jesús muestra, de frente y sin tapujos, a todo aquel que le
sigue, a todo aquel que está dispuesto a ser reclutado como discípulo, toda la
dureza que conlleva la vida militar espiritual; pues le predice que padecerá
como él padeció; que será atribulado en esta vida; que recibirá tratos injustos;
que pisotearán sus derechos; que será difamado; que le insultarán; que será
considerado como la escoria de este mundo y el desecho de todos; que será
tenido como un engañador y un desconocido; como alguien castigado por Dios,
moribundo, entristecido y pobre; que tendrá necesidades y problemas
económicos; que será maltratado en el hogar, en el trabajo y en la iglesia; que
será aborrecido por los propios creyentes (los no discípulos) , los cuales lo
apartarán de sí, lo vituperarán y lo desecharán como malo; que pasará por
múltiples peligros; que será contado como oveja de matadero; que será muerto
todo el tiempo; etc.
- En segundo lugar, le promete que le dará la dotación de armamento necesaria
para enfrentar esta cruda guerra; pues le otorgará poder interior suficiente para
enfrentar estas aflicciones con paz y gozo; sin angustias ni temores; sin
amarguras ni resentimientos; sin rencores ni falta de perdón; sin desespero ni
ansiedad; sin desaliento ni depresión; sin que se sienta poca cosa y con la cara
en alto; con paciencia y mansedumbre; con capacidad de amar y hacer el bien a
los que le hacen mal, y de servir y bendecir a los que le maldicen; y pudiendo
dar gracias siempre y por todo.
- En tercer lugar, Jesús le señala por qué vale la pena reclutarse en esta milicia
espiritual, y por qué vale la pena pasar por una lucha tan dura:
Salvación. Inicialmente, atravesar este valle de lágrimas se justifica por
cuanto la meta a conquistar que se nos ha confiado en esta misión militar, es
la vida eterna; y todo aquel que venza aquí, reinará allá; todo el que tenga
que ser pobre aquí, será rey allí; todo el que reparta de sus riquezas entre los
pobres acá, será rico allá: “ Y m e d i j o : H e c h o e s t á . Y o s o y e l A l f a y l a O m e g a , e l
principio y el fin. Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el pri mer cielo y la pri mera
tierra pasaron; y enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios; y no habrá más maldición, y verán su rostro, y
reinarán por los siglos d e los siglos. Y el que e staba sentado en e l trono dijo: He aquí, yo
hago nuevas toda s las cosas; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolo r;
porque las primeras cos as pasaron; el que venciere heredará todas estas cosas, y yo seré su
Dios, y é l será mi h ijo; p ero los cobardes e inc ré dulos tendrán su parte en el lago que arde
c o n f u e g o y a z u f r e . ” 59 Además, Jesús, con su propia resurrección, nos
garantiza que el cuerpo terrenal que se nos ha dado aquí, este cuerpo
desechable, con sus enfermedades, debilidades y achaques, será dejado
60 [Romanos 8:18]
61 [Lamentaciones 3:34-39] [Daniel 2:21] [Isaías 45:7] [1 Samuel 2:6-7] [Deuteronomio 32:39]
[Proverbios 16:4] [ Eclesiastés 7:13-14] [1 Crónicas 29:10-13]
32
Esta manera de presentar ante nosotros, sin atenuar, la rudeza del combate, trae a
la memoria la ocasión cuando Churchill fue nombrado primer ministro de Inglaterra
para que liderara a su nación durante la segunda guerra mundial; que lo único que
les ofreció fue “sangre, sudor y lágrimas”; pero, en últimas, todo este sacrificio se
justificaba, porque la meta era salvar su patria. Igual hace Jesús con los que
aspiran a ser sus discípulos; que les advierte de frente, qué tipo de circunstancias
son las que enfrentarán todos los verdaderos guerreros de Dios; y nos dice que, en
últimas, todo este sacrificio se justifica, porque la meta será salvar nuestra alma,
para que viva para siempre.
Veamos, a fin de reafirmar este concepto que a muchos cristianos modernos suena
extraño y novedoso, en qué consistía el evangelio que el apóstol Pedr o predicaba a
los que ya eran cristianos:
“ A D io s , me d ia n t e la f e , n o s h iz o n a c e r d e n u e v o : p a ra u n a e s p e ra n za v iv a (la re s u rre c c ió n ),
para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarchitable, rese rvada en los c ielos para
nosotros, y para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero. B Pero si e l or o, aunque perecedero, se refina al fuego; así ta mbién nuestra fe, que
vale mucho más que el oro, debe ser refinada mediante las pruebas; y será una fe aprobada, si
creemos en él, aunqu e ahora no lo veamos ob rando a nuestro favor; y si nos alegramos en las
p r u e b a s c o n g o z o i n e f ab l e y g l o r i o s o . C P o r e s t o , a h o r a , p o r u n p o c o d e t ie m p o , s i e s n e c e s a r i o ,
a u n q u e e sta mo s g u a rda d o s p o r e l p od e r d e Dio s, te n d re mo s q u e se r a flig id o s e n d ive rsa s
p ru e b a s ; p a ra qu e nu e s tra f e s e a h a lla d a e n a la b a n z a , g lo ria y h o n ra , cu a n d o s ea ma n if e s t a do
J e s u c r i s t o ; o b t e n i e n d o , a s í , e l f i n d e n u e s t r a f e : l a s a l v a c i ó n d e n u e s t r a s a l m a s . ” 64
- Pedro, pues, divide nuestra vida terrenal en dos partes: antes de ser cristianos
y después de ser cristianos; siendo el punto de división, el momento en que
nacimos de nuevo; y siendo la segunda parte (lo que él llama: u n p o c o d e t i e m p o ) ,
nuestra vida cristiana. Al final de nuestra vida cristiana, tras nuestra partida de
esta tierra, recibiremos nuestra herencia eterna y viviremos para siempre.
64 [1 Pedro 1:3-9]
34
- Pero, mientras nos llega la muerte, está establecido que los que hemos nacido
de nuevo seremos afligidos con diversas pruebas, a fin de descubrir qué tan
genuina es nuestra fe; porque es por fe que obtendremos la salvación; pero no
solo con la fe inicial, sino con una fe aprobada; y así como el mineral de donde
se extrae el oro contiene mucha escoria, la cual se elimina pasándolo por
fuego, hasta que quede únicamente el oro puro, así la fe inicial, la de la
conversión, debe ser sometida a aflicciones; pues solo si nuestra fe las soporta
con gozo, creyendo que estamos guardados por el poder de Dios, y que él tiene
todo bajo su mano, seremos salvos; de otra manera, si nos dejamos afectar por
las aflicciones; angustiándonos, amargándonos, enojándonos, etc.; queda en
evidencia que nuestra fe no dio la talla, y tal fe no calificará para la salvación.
Pero Pedro es mucho más explícito y directo, como lo son los militares, cuando
nos dice que el destino terrenal del cristiano es sufrir en los aspectos cotidianos:
Cr ia d o s, so mé t a n se con t o d o re sp e t o a su s je fe s; n o so la me n t e a lo s b u e n o s y co mp re n sivo s ,
“C
sin o t a mb ié n a lo s d if ícile s d e so p o rt a r. P o rqu e e st o e s g ra cia : q ue su f ra mo s a f liccio n e s
p a d e cie n d o in ju st a me n te ; p u e s ¿q u é g lo ria e s, si p e ca n d o , u st e d e s so n a b o f e t ea d o s, y lo
soportan? Pero si hacien do lo bueno sufren, y lo soportan, esto ciertamen te es gracia delante de
Dio s; p u e s p a ra e st o fu imo s lla ma d o s; p o rq u e t amb ié n Crist o p a d e ció p o r n o so t ro s, d e já n d o no s
e j e m p l o , p a r a q u e s i g a m o s s u s p i s a d a s . ” 65 Pedro está diciendo, pues, que fuimos
llamados a padecer injustamente; pues la gracia verdadera no solo nos da poder
para hacer lo bueno, sino que nos da poder para soportar las injusticias y
65 [1 Pedro 2:18-21]
35
aflicciones. Porque Cristo no solo padeció para llevar nuestros pecados, sino que
también padeció para dejarnos ejemplo, para que nosotros sigamos sus pisadas
de padecimiento; y el cristiano no puede limitarse a apropiar solo una faceta de
sus padecimientos, la del perdón, sino todas, si aspira a salvarse gracias a Jesús
y su obra en la cruz. (Nota: Pedro no dice que esta enseñanza es solo para los
criados hacia sus jefes, sino que a continuación la hace válida también para las esposas
hacia sus esposos, al seguir diciendo: “ A s i m i s m o u s t e d e s , m u j e r e s , e s t é n s u j e t a s a s u s m a r i d o s ,
para que aún los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de ustedes, casta
y r e s p e t u o s a , y c o n u n e s p í r i t u m a n s o y a p a c i b l e ”; 66 y la hace válida para los esposos hacia
sus esposas, al seguir diciendo: “ U s t e d e s , m a r i d o s , i g u a l m e n t e , v i v a n c o n e l l a s s a b i a m e n t e , d a n d o
honor a la mujer como a v aso más frágil (tratándolas con delicadeza), y como a coherederas de la gracia
d e l a v i d a ( t r a t á n d o l a s c o m o a i g u a l e s ) , p a r a q u e s u s o r a c i o n e s n o t e n g a n e s t o r b o ”; 67 y la hace
válida en general para todos, al terminar lo que estaba diciendo: “ F i n a l m e n t e , t o d o s t e n g a n
el mi s mo s enti r: No dev uel v an mal por mal , ni mal di c ión por mal di c i ón, s i no p or el c ontrari o, bendi gan, y
s e a n c o m p a s i v o s , m i s e r i c o r d i o s o s y h u m i l d e s . ” 68) .
Además, Pedro nos dice que no nos alarmemos como si el sufrimiento fuera una
cosa rara que no debiera pasarnos a los cristianos llenos del Espíritu: “ A m a d o s , n o
se sorprendan del fuego de prueba que les ha sobrevenido, como s i alguna cosa extraña les
estuviera aconteciend o; sino gócense por cu anto son participantes de los padecimientos de
Cristo; para que también en la revelación de su gloria se gocen con gran alegría. Si alguna cosa
padecen ustedes por causa de la justicia, so n bienaventurados; y si son vituperados por el
nombre de Cristo, son bienaventurados; porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre
u s t e d e s . P o r t an t o , no se a me d re n t e n p o r t e mo r d e e llo s , n i s e t u rb en , s in o s a n t if iq u e n a Dio s e l
Señor en sus corazones; humíllense bajo la poderosa mano de Dios, para que él les exalte
cuando sea tiempo; e chen toda su ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ustedes; y
resistan firmes en la fe, sabiendo que los mismo s padecimientos se van cumpliendo en nuestros
h e r m a n o s e n t o d o e l m u n d o . ” 69
Igualmente, el apóstol Pablo, hablando con aquellos que ya hemos renacido como
hijos de Dios, les decía lo mismo que Pedro, respecto de cómo, los que ya somos
creyentes, podemos obtener la salvación: “ e l E s p í r i t u m i s m o d a t e s t i m o n i o a n u e s t r o
e s p í rit u , d e q u e ya s o mos h ijo s d e Dio s ; p e ro s e re mo s h e re d e ro s d e Dio s y c o h e re d e ro s c o n Cris t o ,
solo si padecemos junta mente con él, para que juntamente con él seamos glorif icados. Pues es
necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el re ino de Dios; porque todas las
p e rse cucio n e s y trib u la ci o n e s q ue u ste de s so p o rta n so n p a ra q ue se a n ten id o s p o r d ig n o s d e l re in o
66 [1 Pedro 3:1-6]
67 [1 Pedro 3:7]
68 [1 Pedro 3:8-9]
69 [1 Pedro 3:14-15; 4:12-14; 5:6-8]
36
de Dios, por el cual asimis mo padecen; porque esta leve tribulación momentánea produce en
n o s o t r o s u n c a d a v e z m á s e x c e l e n t e y e t e r n o p e s o d e g l o r i a . ” 70 Entonces, está claramente
establecido que no podremos ser herederos de Dios, ni ser glorificados juntamente
con Cristo, si no padecemos juntamente con él; pues la Biblia dice que es
necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
Pablo también, como Pedro, describía en qué consistía nuestra victoria de fe ante
las diversas aflicciones que tenemos que encarar: “ Q u e n a d i e s e i n q u i e t e p o r e s t a s
t rib u la cio n e s; p o rq u e u st e d e s mismo s sa b e n q u e p a ra e st o e st a mo s p u e sto s; p o rq u e a n o so t ro s n os
es concedido a causa de Cristo, no sólo que c reamos en él, sino ta mbién que padezcamos por él;
pues nosotros, los que vivimos, siemp re somos e ntregados a muerte por causa de Jesús, para que
también la vida de Jesú s se manif ieste en nuestra carne mo rtal; nosotro s estamos atri bulados en
todo, mas no angustiados; en apuros, mas no de sesperados; perseguidos, mas no desamparados;
d e rrib a d o s, p e ro n o d e stru id o s; lle va n d o e n e l cu e rp o s ie mpre , por toda s pa rte s , la mu e rte de
Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. Por tanto, no
desmayamos; antes, au nque este nuestro hombre exterior se va des gastando, el interior no
o b s t a n t e s e r e n u e v a d e d í a e n d í a . ” 71 A propósito, Pablo, narra una ocasión en que le
pidió a Dios que le quitara las aflicciones físicas que padecía: “ Y p a r a q u e l a g r a n d e z a
de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un
me n sa je ro d e S a ta n á s qu e me ab o f e t ee , pa ra q ue n o me e na lt e zca so b rema n e ra ; re sp e ct o a lo cua l
tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha d icho: ‘Bás tate mi grac ia; porque mi
poder se perfecciona e n la debilidad.’ Por tanto, de buena gana me g loriaré más b ien en mis
d e b ilid a d e s , p a ra qu e rep o s e s o b re mí e l p o d e r de Cris t o . P o r lo c u a l, p o r c a u s a de Cris t o , me g o zo
e n la s e n fe rme d a d e s, e n a f re n t a s, en n e ce sid a des, e n p e rse cu cio n e s, e n a n g u st ia s; p o rq u e cu a ndo
s o y d é b i l , e n t o n c e s s o y p o d e r o s o . ” 72
Nota: En este numeral IV, seleccioné el dibujo del soldado corriendo con
valentía ante la batalla; pues cuando arrecia el combate, o sea cuando los
padecimientos se acentúan, es cuando destacan los valientes.
situación. Sé vivir humildemente, y sé tener abundan cia; en todo y por todo est oy enseñado, así para estar
s a c i a d o c o m o p a ra t e n e r h a m b re , a s í p a ra t e n e r a b un d a n c i a c o m o p a ra p a d ec er n e c e s i d a d . To d o l o p u e do
e n C r i s t o q u e m e f o r t a l e c e . ” 74 ) . Un soldado experimentado aprenderá, pues, a estar
satisfecho en cualquier situación en la que se le coloque; podrá soportar el frío o el
calor, la lluvia o el sol; podrá dormir bajo techo o a la intemperie; sobre colchón,
hamaca o en el piso; podrá tener alimento suficiente o soportará hambre; podrá y
deberá madrugar; podrá pasar noches enteras sin dormir; podrá caminar largos
trechos, atravesando selvas, ríos, montañas y valles; su satisfacción no estará en
su bienestar, sino en que todo lo soporta por servir a la patria.
74 [Filipenses 4:11-13]
38
manos; nos maldicen, y bendecimos; padecemos persecución, y la sop ortamos; nos difaman, y
r o g a m o s ; h e m o s v e n i d o a s e r h a s t a a h o r a c o m o l a e s c o r i a d e l m u n d o , e l d e s e c h o d e t o d o s . ” 75
RESUMEN
Si repasamos los cuatro numerales vistos, los cuales compendian todo el evangelio
de salvación dado por nuestro Señor Jesucristo, y los colocamos juntos, en un
diagrama, podríamos dibujarlos así:
Notas:
Los tres recuadros principales (requisitos, fruto y fin), nos recuerdan que solo
aquellos que hayan cumplido los requisitos completos, irán siendo santificados
progresivamente; y solo aquellos que mantengan siendo santificados
progresivamente, obtendrán la vida eterna: “Porque mientras estábamos en la carne, las
pasiones pecaminosas obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte, porque el fin
de ellas es muerte. Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios,
tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, la vida eterna.” 76
77 [Romanos 10:8-10]
78 [Juan 8:30-31]
79 [Mateo 16:24-25]
80 [Colosenses 3:11]
41
81 [Efesios 6:11-17]
42
82 [Lucas 14:26-33]
43
84 [1 Timoteo 6:11-12]
85 [1 Timoteo 6:5-12]
45
cielo. El lema de los seres humanos es: ‘como tenemos solo una vida,
disfrutémosla al máximo’; pero el lema cristiano es: ‘como tenemos dos vidas,
luchemos para disfrutar al máximo la otra; porque la próxima vida es la
definitiva, y esta vida sirve solo para hacer los preparativos ’.
- En este contexto, Pablo nos enseña a combatir en tres maneras: huyendo de
los apegos a las cosas terrenales (cosas como el dinero, las riquezas y la buena
vida) , siguiendo las verdaderas cosas espirituales (cosas como la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre, etc.) , y echando mano,
como de un arma de guerra, de las cosas celestiales (cosas como la vida eterna) ;
o sea, no buscando dividendos perecederos, sino perdurables; pues “ n i n g u n o q u e
c o m b a t e s e e n r e d a e n l o s a s u n t o s d e e s t a v i d a . ” 86
Pablo insiste en aseverar que el quid de la batalla se resume en combatir contra
nuestros deseos y apegos personales: “ A n d e n e n e l E s p í r i t u , y n o s a t i s f a g a n l o s d e s e o s
de la carne; porque e l deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la
carne; y éstos se opone n en guerra entre sí; pero los que son de Cristo han crucificado la carne
con sus pasiones y d eseos. Y manifiestas son las obras de la ca r ne, que son: adulterio ,
fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras,
contiendas, disensio nes, herejías, envidias, homicidios, borrache r as, festines, y cosas
semejantes a estas; acerca de las cuales los a monesto, como ya se lo he dicho antes, que los
que practican tales co sas no heredarán el reino de Dios. Mas el frut o del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia , benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templa nza. Porque el que
s ie mb ra p a ra s u c a rn e , d e la c a rn e c o s e c h a rá co rru p c ió n ; ma s e l q u e s ie mb ra p a ra e l E s p í rit u ,
d e l E s p í r i t u c o s e c h a r á v i d a e t e r n a . ” 87 El proceso descrito en este pasaje presenta
unos pasos consecutivos, los cuales siguen un orden muy preciso: El cristiano
que vaya tras los deseos de la carne, o sea los deseos, planes y sueños
propios, generará las obras de la carne a lo largo de su vida; esto es,
cosechará corrupción; y, finalmente, no heredará la vida eterna. El
cristiano que vaya tras los deseos del Espíritu, generará los frutos del
Espíritu a lo largo de su vida; esto es, cosechará santificación; y, finalmente,
heredará la vida eterna.
Cuando Santiago determina cuál es, en la práctica, la fuente de todo combate
espiritual, nos advierte que estos se originan en nuestros deleites: “¿ ¿En dónde se
originan las batallas y lo s combates en el interio r de ustedes? ¿No es de sus deleites, los cuales
guerrean en sus mie m bros? Ustedes codicia n, y no tienen; matan y arden de envidia, y no
p u e d e n a l c a n z a r ; c o m b a t e n y b a t a l l a n , p e r o n o t i e n e n l o q u e d e s e a n , p o rq u e n o p i d e n ; p i d e n , y
no reciben, porque piden mal, para gastar en su s deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No saben que
la amistad del mundo es declaración de guerra contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser
86 [2 Timoteo 2:4]
87 [Gálatas 5:16-24; 6:8]
46
88 [Santiago 4:1-4]
89 [Juan 19:36]
47
recibir una medalla corruptible; pero nosotros, una incorruptible. Así que yo, de esta manera
combato, no como quien golpea al aire; sino que subyugo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre
( e s c l a v i t u d ) , n o s e a q u e h a b i e n d o s i d o h e r a l d o p a r a o t r o s , y o m i s m o v e n g a a s e r e l i m i n a d o . ” 90
Como vemos, en esta lucha a puño limpio, a quien hay que vencer es a nosotros
mismos; a quien hay que subyugar es a nuestra propia carne. Y la batalla
consiste en llevarnos a nosotros mismos a un estado de sumisión como e s c l a v o s
ante Dios; pues el diablo busca que nosotros vivamos por nuestra cuenta, y
vivamos para nosotros mismos y no para Dios.
En esta guerra, pues, no se exige tanto que elijamos entre ofrecer nuestra lealtad
a Dios o a Satanás; sino que elijamos entre dar nuestra lealtad a Dios o dárnosla
a nosotros mismos; pues el diablo está puesto en esta tierra, solo para incitarnos
a centrarnos en nosotros mismos, para impulsarnos a defender nuestros
intereses terrenales, incluso al grado de querer movernos a pretender usar a
Dios para que se ponga a nuestro servicio; como dijo Jesús a alguien que
intentaba hacerlo pensar que aceptar la muerte que el Padre había determinado
para él, sería algo malo: “¡¡Q u í t a t e d e d e l a n t e d e m í , S a t a n á s ! ; m e e r e s t r o p i e z o , p o r q u e n o
p o n e s l a m i r a e n l a s c o s a s d e D i o s , s i n o e n l a s d e l o s h o m b r e s . ” 91 En eso consistió la
guerra de Eva, cuando el enemigo la enfrentó: escoger entre ser fiel a sí misma o
ser fiel a Dios. Entonces, la alternativa a elegir es clara: él o yo; pues nuestra
guerra es contra nosotros y nuestros deseos personales; por esto, en un a
ocasión, Jesús, usando terminología militar, cuando “ a l g u i e n l e d i j o : S e ñ o r , ¿ s o n p o c o s
los que se salvan? Él respondió: Combátanse a ustedes mismos para po der entrar por la puerta
a n g o s t a ; po r q u e l e s d ig o q u e m u c h o s p r o c u r a r á n e n t r a r , y n o p o d rá n p r e v a l e c e r ( e n t a l
g u e r r a ) . ” 92 Por eso, al sentir próxima su muerte, “ e s t a n d o e n b a t a l l a , o r a b a a s í : q u e n o
s e h a g a m i v o l u n t a d , s i n o l a t u y a … n o l o q u e y o q u i e r o , s i n o l o q u e t ú q u i e r e s .” 93
PERMANECIENDO EN LA PALABRA.
En el pasaje citado al comienzo, vimos que la palabra de Dios es la espada del
Espíritu; nuestra única arma eficaz, con la cual podremos también nosotros
contraatacar al enemigo; “ p o r q u e l a p a l a b ra d e D i o s e s v i v a y e f i c a z , y m á s c o r t a n t e q u e t o d a
espada de dos filos; y penetra hasta partir el al ma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y
discierne los pensamien tos y las intenciones d el corazón; y no hay cosa creada que no sea
manifiesta en Su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de
90 [1 Corintios 9:24-27]
91 [Mateo 16:22-23]
92 [Lucas 13: 23-24]
93 [Lucas 22:42-44] [Mateo 26:39]
48
94 [Hebreos 4:12-13]
95 [2 Corintios 10:3-6]
49
Nota: Por esto, para este resumen que abarca todo el evangelio, seleccioné el
dibujo del General condecorado, del estratega experiment ado; pues solo un
discípulo (un soldado de Cristo), cuando ha llegado a la madurez espiritual,
destaca por su sabiduría: “ E n t r e l o s q u e h a n a l c a n z a d o m a d u r e z , h a b l a m o s s a b i d u r í a ;
porque el a lime nto só lido es para los q ue han a lcan zado madurez, p ara los que por el uso
tienen los sent idos ejer cita d os en el d iscernimiento del bien y del mal; porque el espiritua l
discierne toda s las cosa s, po rque tiene la mente de Cristo ; pero todo aque l que part icip a de la
l e c h e e s i n e x p e r i m e n t a d o e n l a p a l a b r a d e j u s t i c i a , p o r q u e e s n i ñ o . ” 98
TOMANDO LA CRUZ. En las Escrituras, no solo cada vez que surge un deseo, o
una intención secreta, sino también cada vez que surge un padecimiento, se
considera que entramos en combate; combate para enfrentar los deseos y las
intenciones del interior, y para enfrentar los padecimientos del exterior: “ T r a i g a n a l a
96 [Colosenses 1:28-2:3]
97 [Proverbios 8]
98 [1 Corintios 2:6, 15-16] [Hebreos 5:13-14]
50
99 [Hebreos 10:32-39]
100 [2 Timoteo 2:3]
101 [1 Pedro 4:1-2]
51
enseña que nuestro destino es que padezcamos; pero que tales padecimientos
son enviados por Dios para probar si nuestra fe persiste en creer que todo lo que
nos sucede viene de su mano poderosa y no porque Dios se ha descuidado; por
eso, el enemigo nos ataca cuando estamos en aflicción, para que no la
aceptemos, sino que peleemos contra ella, como si lo malo fuera sufrir. Pedro,
pues, nos invita a estar en estado de alerta máxima, cada vez que venga algún
padecimiento, y nos dice cómo luchar: “ H u m í l l e n s e , p u e s , b a j o l a p o d e r o s a m a n o d e Dio s ,
p a ra q u e é l lo s e x a lt e c u a n d o f u e re t ie mp o , e c ha n d o t o d a s u an s ie d a d so b re é l, p o rq u e é l t ie n e
cuidado de ustedes. S ean sobrios, y estén v igila ntes; porque su advers ario el diablo, co mo león
rugiente, anda alrede dor buscando a quien de vorar; al cual resistan fir mes en la fe, sabiendo
que los mismos pade ci mientos se van cumplie ndo en sus hermanos en todo el mundo. Mas el
Dio s d e t o d a g ra c ia , qu e lo s lla mó a s u g lo ria e t ern a e n Je s u c ris t o , d e s p ué s q u e h a y a n p ad e c id o
un poco de tiempo, él mismo los perfeccione, a fir me, fortalezca y estab lezca. A él sea la gloria y
e l i m p e r i o p o r l o s s i g l o s d e l o s s i g l o s . A m é n . ” 105 Aquí, pues, se reitera que venceremos
esta guerra si permanecemos en la fe de que estos padecimientos vienen de la
mano poderosa de Dios, que no vienen por falta de cuidado de él, y que son solo
padecimientos prometidos por Dios y cumplidos por igual en todos nuestros
hermanos en todo el mundo; y que venceremos esta guerra si permanecemos en
la fe de que Dios, por medio de estos padecimientos, nos perfeccionará,
afirmará, fortalecerá y establecerá.
Por esto, cuando la historia humana haya concluido, si hemos vivido conforme a
todo el evangelio, escucharemos lo siguiente: “ Y e l q u e e s t a b a s e n t a d o e n e l t r o n o d ijo : Yo
s o y e l A l f a y l a O m e g a , e l p r i n c i p i o y e l f i n . He a q u í , y o h a g o n u e v a s t o d a s l a s c o s a s . E l q ue
venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será m i hi jo. El que venciere, no sufrir á
daño de la segunda muerte, y le daré a comer del árbol de la v ida, el cual está en medio del paraís o
d e Dio s. El que v e nc ie re se rá ve stid o d e ve stid ura s b la n ca s; y n o b o rra ré su n o mb re d e l lib ro d e la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre. Al que venciere y guardare mis obras hasta el
fin, le daré que se sient e conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con m i
P a d re e n s u t ro n o ; y l e d a ré a u t o ri d a d s o b re l a s n a c i o n e s , c o mo y o t a m b i é n l a h e re c i b i d o d e mi
Padre. Pero los cobard es… tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
m u e r t e s e g u n d a . ” 106
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