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Notas de Fondo y forma en La cautiva, de Hebe Beatriz Molina

Revista de Literaturas Modernas, núm. 23 (1990), pp. 113-131, UNCuyo, Mendoza.

1
Esteban Echeverría, «Advertencia a La cautiva».

2
Como se sabe, Echeverría no compendia su programa estético: sólo lo bosqueja en los prólogos de Los
consuelos y Rimas, y en los escritos recopilados por Gutiérrez bajo el título de «Ensayos literarios» (Obras
completas, pp. 337-364).

3
«Pero después me he convencido que en países donde los principios del gusto, en materia de bellas artes, no son
comunes, y no existe una opinión pública que sea capaz de formar juicio racional sobre los partos de la imaginación, es
conveniente y necesario que los autores hagan marchar de frente la teoría y la práctica, la doctrina y los ejemplos».
Esteban Echeverría, «Sobre el arte de la poesía», Obras completas, pp. 361-364, p. 361.

4
«Advertencia...», ya cit., p. 152.

5
«Fondo y forma en las obras de imaginación», Obras completas, pp. 311-315, p. 311.

6
Ibid., p. 311.

7
«Estilo, lenguaje, ritmo, método expositivo», Obras completas, pp. 358-361, p. 360.

8
Ibid., p. 358.

9
Ibid., p. 360. También en «Advertencia...», ya cit., p. 453.

10
«La canción», Obras completas, pp. 338-340, p. 340.

11
«Estilo, lenguaje...», ya cit., p. 360.

12
«Advertencia...», ya cit., p. 453.

13
«Estilo, lenguaje...», ya cit., p. 360, n. 1.

14
Ibid., pp. 360-361.

15
Esteban Echeverría, «La cautiva», en sus Rimas, Buenos Aires, Imprenta Argentina, 1837, pp. 1-146, p. 106. En
adelante cito por esta edición y consigno sólo la página. Respeto siempre la grafía original. He elegido esta edición no sólo
por ser la primera, sino también porque no hay ninguna otra posterior que respete fielmente la versión original.

16
«Advertencia...», ya cit., p. 153.

17
Estos porcentajes promedios son aproximados pues la determinación del ritmo acentual de los octosílabos presenta
algunas dificultadas. La más común es que la sinalefa acerque dos acentos fuertes, como se observa en los siguientes
ejemplos: «Se perdió... y luego violento» (I, 106; p. 12). «Allí está: silenciosa ella» (III, 141; p. 44). «Nos anuncia algo
fatal» (III, 325; p. 53), «Vacilar, de alma sencilla» (IX, 92; p. 126).

18
Según las normas métricas, Echeverría combina libremente las rimas consonantes de la silva, dejando un solo verso
suelto, el 13.

19
«Advertencia...», ya cit., p. 452.

20
Antonio Lorente Medina, «Introducción», en Esteban Echeverría, Rimas, Edición preparada por Antonio Lorente
Medina, Madrid, Editora Nacional, c. 1981, pp. 7-71, p. 82.

21
Acerca de la función de los epígrafes, véase mi trabajo -dirigido par Beatriz Curia, con la colaboración de María Cecilia
Elustondo-, «Los epígrafes en La cautiva», en Revista de Literaturas Modernas, n.º 15, Mendoza, Universidad Nacional de
Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Literaturas Modernas, 1982, pp. 67-86. Mantengo la interpretación de La
cautiva hecha en ese artículo.

22
Cf. ibid., pp. 73-78.

23
Cf. ibid., p. 75.

24
Nydia Lamarque, Echeverría el poeta, Buenas Aires, Cervantes Talleres Gráficos, 1951, p. 80.

25
Según la edición de 1837, corresponden blancos entre los versos 22-23, 30-31, 88-69, 96-97, 114-115, 121-122, 157-
153, 171-172, no siempre respetados en las ediciones posteriores.

Notas de Los epígrafes en La cautiva, de Hebe Beatriz Molina, Marìa Cecilia Elustondo y Beatriz E. Curia

Revista de Literaturas Modernas, núm. 15 (1982), pp. 67-86, UNCuyo, Mendoza.

1
Aparte de referencias tangenciales en trabajos de conjunto, interesa el artículo de Edgar C. Knowlton, Jr., «The
Epigraphs in Esteban Echeverría's "La Cautiva"» (En: Hispania, vol. XLIV, number 2, May, 1961, pp. 212-217. Tiene el
mérito de haber advertido la importancia de los epígrafes en La cautiva y de haber localizado la procedencia de cada uno
de ellos -hemos corroborado la exactitud de su difícil tarea-. Algunas fallas provienen del manejo de ediciones
inadecuadas, que proporcionan variantes en los epígrafes -o en su ubicación- con respecto a la edición original.

2
Salvo las escolares o populares, que proporcionan la fuente de algún epígrafe aislado, a veces con errores. Por
ejemplo, las ediciones de Juan Carlos Pellegrini (3.ª ed., Buenos Aires, Huemul, 1965) y Carlos Dámaso Martínez (Buenos
Aires, Centro Editor de América Latina, 1979) «aclaran» que el epígrafe de la tercera parte proviene de La vida es sueño de
Calderón, cuando en realidad ha sido tomado de La Puente de Mantible.

3
Sí lo hace Ángel Battistessa en su edición (Buenos Aires, Peuser, 1958). Iber H. Verdugo ubica el epígrafe de Byron
después del de Hugo, presidiendo ambos la primera parte (2.ª ed., Buenos Aires, Kapelusz, 1965). Pellegrini lo omite.

4
Echeverría, en «La situación y el porvenir de la literatura hispano-americana» (Cf. Obras completas de Esteban
Echeverría, Compilación y biografía por Juan María Gutiérrez, 2.ª ed., Buenos Aires, Antonio Zamora, 1972, pp. 386-391)
afirma que la «época de oro de la literatura española [...] acaba con Calderón Moreto y Tirso» (p. 390).

5
Cf. los «Ensayos literarios» incluidos en las Obras completas..., ya cit., p. 337 y ss.

6
Esteban Echeverría, «Advertencia», (En sus: Rimas, Buenos Aires, Imprenta Argentina, 1837, pp. III-XIII), p. IV.

7
«La situación...», ya cit., p. 390.

8
Esteban Echeverría, «Nota» a Los consuelos (En: Obras completas..., ya cit., p. 716.

9
La nuit descende lugubre, et sans robe etoilée (Víctor Hugo, «Mazeppa», I, v. 63. En sus: Odes et ballades. Les
Orientales, París, Nelson, 1940, p. 522). Seguimos el texto de La cautiva incluido en la edición original de las Rimas (ya cit.,
pp. 1-146). Respetamos la grafía y la puntuación. En el caso de los epígrafes, hemos preferido también transcribir sin
modificaciones la versión de Echeverría, aun cuando existan en ella errores manifiestos.

10
Francesco Petrarca, «Trionfo della morte», I, vv. 160-164. (En sus: Rime, Parma, 1799, vol. II, p. 201).

11
«Advertencia», ya cit., pp. IV-V.

12
La cautiva, ed. cit., p. 2. El fragmento de Byron corresponde a su Don Juan, Canto V, estrofa CXX, y hace referencia,
en el desarrollo temático de la obra, al episodio de la sultana Gulbeyaz. Cf. Byron, «Don Juan» (En: Byron's Poems. In three
volumes.,Volume three, Edited with an introduction by Professor V. de Sola Pinto, London, J. M. Dent & Sons Ltd., 1963,
pp. 10-476).

13
En la tradición literaria argentina posterior pervive este motivo. Véase, por ejemplo, Martín Fierro, II, v. 697 ss.
14
I, v. 25. Cf. ed. cit., p. 521.

15
La cautiva, ed. cit., p. 6.

16
Esta relación de «Ils vont» con «a group of savages on horseback» ha sido señalada por Knowlton (op. cit., p. 213).

17
Cf. Esteban Echeverría, «Sobre el arte de la poesía» (En: Obras completas..., ya cit., pp. 361-364), p. 364. Ya en el
epígrafe general se advierte que Echeverría no se limita a yuxtaponer personajes y desierto con el fin de eludir la mera
descripción de la naturaleza, sino que intenta integrar ambos elementos en un todo cargado de colores
locales (cf. «Advertencia», ya cit., p. IV).

18
Cf. también: I, vv. 11-15; I, v. 82; 1, v. 178, etc.

19
Cf. también V, v. 55 y ss.

20
La cautiva, ya cit., p. 18.

21
Los versos corresponden a: «Inferno», III, 25. Cf. la edición de la Divina comedia de Natalino Sapegno (Firenze, La
Nuova Italia, 1970).

22
No compartimos la suposición de Knowlton (op. cit., p. 214) de que para un lector de habla hispana podría ser
innecesaria la traducción, ya que sí la proporciona Echeverría en el caso del epígrafe correspondiente a la quinta parte.

23
Cf. también los vv. 85 y 231. Sapegno interpreta favelle como pronunzie.

24
Cf. también vv. 50-52, 122-126, 195, 244-246.

25
Cf. también vv. 17-18.

26
Cf. también v. 237.

27
Cf. también vv. 121, 207, 237.

28
Cf. también vv. 58, 85-88, 107-109, 115-126, 218-220.

29
La cautiva, ya cit., p. 36.
30
Cf. Pedro Calderón de la Barca, «La Puente de Mantible» (En: Obras de Don Pedro Calderón de la Barca. Colección
más completa que toda las anteriores, Madrid, Real Academia Española, 1944, t. I, pp. 205-223), p. 219.

31
Cf. también vv. 121-226.

32
Cf. también vv. 81-86, 91-98, 226-230, 326-330 y, en especial, vv. 165-170.

33
La cautiva, ya cit., p. 56. Cf. Alessandro Manzoni, «Il Conté di Carmagnola», Tragedia (En: Tutte le opere di Alessandro
Manzoni. Con prefazione, indici, ritratti e autografi a cura di Giuseppe Lesea, 2.ª ed., Firenze, G. Barbera, 1928, pp. 45-92),
p. 73.

34
La cautiva, ya cit., p. 66.

35
Divina comedia, «Inferno», VIII, vv. 103-108. Ed. cit. de N. Sapegno. El subrayado es nuestro.

36
El epígrafe está tomado de La confusión de un jardín (jornada primera, escena XIII). Cf. Agustín Moreto y Cabaña, «La
confusión de un jardín» (En: Comedias escogidas de D. Agustín Moreto y Cabaña, Coleccionadas e ilustradas por D. Luis
Fernández-Guerra y Orbe, Madrid, Real Academia Española, 1950, pp. 511-526), p. 515.

37
La cautiva, ya cit., p. 78.
El Diccionario de la lengua española (19.ª ed., Madrid, Real Academia Española, 1970) consigna: «Deseo. 2. Acción y
efecto de desear, 2.ª acep.». «Desear. 2. Anhelar que acontezca o deje de acontecer algún suceso». Esta es la acepción
del vocablo en el epígrafe y en la parte que preside.

38
Cf. también vv. 33-35, 71-80.

39
La cautiva, ya cit., p. 88. Cf. Alphonse de Lamartine, «Le dernier chant du Pèlerinage d'Harold» (En sus: Premières et
Nouvelles Méditations Poétiques; suivies de La Mort de Socrate, du Pèlerinage de Child Harold et du Chant du Sacre, Paris,
Hachette, Pagnerre, Furne, 1862), p. 441.

40
Resulta de extremo interés confrontar este canto con la decimonovena parte de la obra de Lamartine de la cual fue
tomado el epígrafe, ya que existen numerosísimos puntos de tangencia con este séptimo canto. Véanse por ejemplo el
mar en llamas, el movimiento del fuego, el ritmo del incendio, etc.

41
La cautiva, ya cit., p. 102. Echeverría aclara en nota que ha tomado el lema de los fragmentos de Antar que Lamartine
cita en su Viaje a Oriente. Cf. Alphonse de Lamartine, «Fragments du poé'me d' Antar» (En: Oeuvres de Lamartine, Tome
second, Voyage en Orient, Paris, Hachette, Furne, Jouvet, 1887, pp. 473-506), p. 503.

42
Cf. además: vv. 171-174, v. 192, vv. 195-204 y también vv. 149-160 de la segunda parte.

43
Cf. vv. 158-160, 217-219, 265-268, 253-256.

44
La cautiva, ya cit., p. 120. Cf. F. Petrarca, op. cit., I, v. 172, (p. 201).

45
Cf. el epígrafe de la quinta parte y su relación con ese canto.

46
Cf. también vv. 145-146, 281-284.

47
Cf. vv. 67-71, 167-172, 219-221, etc.

48
La belleza también reaparece en María en un momento de desmayo (VIII, v. 108) que prefigura la muerte.

49
La cautiva, ya cit., p. 140.

50
Cf. Alphonse de Lamartine, «Le soir» (En sus: Premières et Nouvelles Méditations Poétiques..., ya cit., pp. 36-38).

51
Véanse, por ejemplo, los vv. 9-12: De ce hêtre au feuillage sombre / J'entends frissoner les rameaux / On dirait autour
des tombeaux / Qu' on entend voltiger une ombre.

52
Tanto en «Le soir» como en La cautiva ese acercamiento se produce a través de la luz (luz de luna, en un
caso, luces misteriosas en el otro).

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