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1. ¿Qué es Cívica?

El concepto de cívica es un término derivado del de ciudadano, entendido como


aquel miembro de la sociedad que ha llegado al grado de madurez social
suficiente como para actuar de acuerdo con las normas vigentes. De este modo,
se convierte en un adjetivo que caracteriza a las personas que cumplen con una
serie de pautas, orientadas hacia una buena convivencia social en el seno
de una comunidad.

Los diccionarios lo reconocen como adjetivo y no como un sustantivo, aunque


puede oírse de ese modo, como concepto abstracto que alude a la conciencia
humana vinculada con el comportamiento respetuoso con vecinos, o con
las instituciones e intereses de la patria.

La expresión «cumplir con el deber cívico», que se utiliza coloquialmente en la


Argentina para hacer referencia al acto de votar, expresa la importancia que se
le asigna al sufragio en las democracias.

Del mismo modo, el valor cívico es el coraje para cumplir con esos deberes sin
temor a represalias políticas, así como la corona cívica es la que se le asignaba
en la Antigua Roma a los héroes de guerra, o la libreta cívica es un documento
que acreditaba la condición de ciudadanos en algunos países
de Latinoamérica en el siglo pasado.

La familia, la tradición y la cultura resultan puentes fundamentales para la


adquisición de esa cultura cívica, pero al mismo tiempo se necesita una
formalización de esta inserción en el ámbito de la vida en sociedad.

Ver además: Socialización.

2. ¿Por qué es importante la educación cívica?


La educación cívica busca establecer los valores y las conductas éticamente correctas.

Se hace necesaria la existencia de una educación cívica en los ámbitos de


estudio, que transmita, cuanto menos, los valores que los niños deben
adquirir para ser buenos ciudadanos. Esta asignatura es una materia
obligatoria en casi todos los países en el caso de la educación secundaria, y
muchas veces también en el caso de la educación primaria.

Es mucho lo que se ha teorizado y fundamentado sobre la educación cívica, con


una gran fuerza de aquello que se orienta a favorecer el reconocimiento y el
respeto de los derechos humanos, como un camino para establecer
los valores y las conductas éticamente correctas.

En ese sentido, desde los primeros años de escolarización, se insiste en la


comprensión de la dignidad de las personas, de la igualdad en la diversidad,
de las libertades y las responsabilidades, y de las características de las normas.
Una vez afianzados estos conocimientos, llegará el turno de pensar la cuestión
del poder, de los derechos, de la organización de los Estados, de
la democracia y de la ciudadanía.

Recién adquiridos todos esos conocimientos (más adecuadamente llamadas


“competencias”), podrá comenzar la etapa más rica en la construcción de
una cultura cívica, que es aquella que permite discutirla y repensarla:
considerar la vigencia de los derechos humanos, el rol de los Estados en ese
sentido, los comportamientos de cada individuo y de los grupos, y las corrientes
de pensamiento que se organizan en torno a ello.

La educación cívica generó por mucho tiempo debates, ya que algunos


pensadores (como Pierre Bourdieu) creen que sólo busca reproducir algunas
estructuras sociales que profundizan la desigualdad, sin que nada cambie de
raíz. En algunos países de Europa, donde la juventud está cuestionando la clase
política y lo manifiesta a través de protestas, exige también un análisis de la
educación cívica y una eventual reformulación, de acuerdo con las necesidades
de los jóvenes.

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