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TEMA 46
LA CELESTINA
I. INTRODUCCIÓN
II. PRIMERAS EDICIONES
III. AUTORÍA
IV. GÉNERO LITERARIO
V. FUENTES
VI. ESTRUCTURA DE LA OBRA
VII. TIEMPO Y ESPACIO
VIII. LOS PERSONAJES
IX. INTENCIÓN Y SENTIDO
X. LENGUA Y ESTILO
XI. INFLUENCIA Y POSTERIORIDAD
I. INTRODUCCIÓN
III. AUTORÍA
La paternidad de esta obra ha sido durante mucho tiempo una fuente de discusión;
actualmente las aguas se han calmado excepto a lo que se refiere al primer acto. En la
carta de "El autor a un su amigo" afirma que estando estudiando en Salamanca llegó a sus
manos el primer acto de una obra anónima, decidiendo continuarla durante quince días de
vacaciones y callando su nombre por ser jurista y no estar acorde con su profesión. Pero,
contrariando esta decisión, el corredor Alonso de Proaza da la clave de la autoría en los
versos acrósticos (composición poética en que las iniciales de los versos forman otro
mensaje): "El bachiller Fernando de Rojas acabó la Copmedia de Calisto y Melibea e fue
nascido en la Puebla de Montalbán". Además sugiere que la autoría del primer acto fuese la
de Juan de Mena o Rodrigo de Cota.
Actualmente la práctica totalidad de la crítica acepta a Fernando de Rojas como
autor. Rojas fue converso, objeto, por ello, de discriminación, siendo algunos de sus
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parientes incluso acusados por la Inquisición; sin embargo realizó una carrera de abogado
llena de éxito llegando a ser alcalde mayor de Talavera; murió en 1541 y recibió sepultura
como miembro laico de una orden religiosa; no hay motivo para dudar de la sinceridad de
su fe cristiana en los últimos años de su vida, pero la actitud durante sus breves años de
producción literaria es menos segura, y es muy posible que la ausencia de una firme fe
contribuyera a silenciar su autoría en la obra.
Pero el problema de la autoría no es tan sencillo; hay distintas versiones debido a
las diferentes ediciones, títulos y añadidos de la obra; son principalmente cuatro las teorías
sobre la autoría o autorías de la obra:
1. Un sólo autor para la "Comedia" y otro autor para lo añadido en la
"Tragicomedia"; a este respecto J.Cejador sostiene qie Rojas escribió los 16 primeros actos
y Alonso Proaza la carta, los versos acrósticos y los actos añadidos.
2. Rojas como autor de la "Comedia" y de los añadidos en la "Tragicomedia", teoría
iniciada en el siglo XVIII por Leandro Fernández de Moratín y respaldada por Menéndez y
Pelayo, quien explica la atribución que Rojas hace del primer acto a otro autor bien como
forma de justificación del jurista, bien como rasgo de timidez o de capricho.
3. Primer acto de autor anónimo y el resto, tanto de la "Comedia" como de la
"Tragicomedia" de Fernando de Rojas. Esta es la hipótesis más extendida actualmente, si
bien la atribución del primer acto a Cota o Mena ha sido hoy prácticamente desechada.
4. Primer acto de un autor anónimo, actos II-XVI de Rojas y respecto a los añadidos
de la "Tragicomedia" una doble posibilidad: que sea de otro autor o que sea de Rojas en
colaboración con otro coautor -Lida de Malkiel, Rafael Lapesa-.
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. Gilman ha estudiado el carácter de los argumentos y ha señalado diferencias esenciales entre los correspondientes a los 16 actos
de la "Comedia" y los del resto, más superficiales y haciendo hincapié los primeros, más sugerentes y centrándose en los personajes los
segundos, por lo que deduce que los primeros, así como el argumento general, son obra del impresor, mientras que los segundos son de Rojas;
J.L.Alborg acepta esta teoría a diferencia del argumento general, que piensa que es de Rojas por su semejanza con los cinco añadidos en
cuanto a su propósito moral. .
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V. FUENTES
Aunque el mérito capital de esta obra hay que situarlo en la espléndida captura de la
realidad y, dentro de ella, en la textura humana de sus personajes, hay que saber reconocer
sus deudas con la literatura anterior y coetánea. Muchas de las fuentes conocidas por Rojas
llegan a él no a través de lecturas directas de los autores clásicos, sino por medio de citas
de los "compendia" y de los libros de texto de lectura obligada para un estudiante de leyes.
Aristóteles parece proporcionar material al texto del autor desconocido para
subrayar la imperfección de la mujer, si bien hay que tener en cuenta que el tópico tiene
abundante vida. Por encima de esta huella aristotélica aparecen los clásicos latinos con una
presencia traslúcida y constante: Virgilio, Ovidio con su Metamorfosis y su Ars amandi que
parece presidir todo consejo de Celestina; también Persio con sus Sátiras que impregnan
algún monólogo de Pármeno. La presencia de Terencio y de Séneca es vigorosa: al
primero debe desde nombres de personajes -Pármeno, Sosia, Crito, Cremes- hasta largos y
pormenorizados fragmentos textuales; lo que pasa del filósofo cordobés son las máximas.
Los libros sagrados y los autores eclesiásticos proporcionan también material
abundante; también se hace presente el Renacimiento italiano con las influencias de
Boccaccio -Decamerón- y, sobre todo, de Petrarca -Rerum sine titulo, De vita solitaria-,
que influye, no como poeta, sino como humanista y erudito: máximas, sentencias, detalles
estilísticos, lo pasajero de la felicidad terrena. Rojas, con todo, llega a más profundidad que
el de Petrarca; en el discurso final de Pleberio los consuelos del estoicismo de Petrarca son
rechazados mientras que ni siquiera se detiene en los del cristianismo.
Entre las fuentes castellanas se señala la Crónica General de Alfonso X; en el
Tristán de Leonís se ha querido ver la inspiración del retrato de Melibea. A pesar de la
creencia general, no hay razón para creer que los autores de La Celestina leyeran El Libro
del Buen Amor, pudiendo proceder las semejanzas de la fuente común. También son
perceptibles influjos de Mena, el Arcipreste de Talavera (del que se han tomado algunas
armas misóginas, varios elementos de la trama, cierto gusto por la prosa sentenciosa
salpicada de refranes y, quizá, hasta el tipo celestinesco), Jorge Manrique, Rodrigo de
Cota, Encina y, por supuesto, la Cárcel de Amor de Diego de San Pedro, que forma parte
del género de moda en la época, la novela de aventuras sentimentales, en la que Rojas
también parece inspirarse para el lamento de Pleberio.
A.D.Deyermond atiende a las fuentes de la obra para defender la teoría de la doble
autoría diciendo que las fuentes del acto I y de las primeras páginas del II son muy distintas
de las de los otros actos. No es sólo que se añaden en los otros actos fuentes que nose
emplean en el primero, sino que la mayoría de las fuentes típicas de este se olvidan en los
restantes actos, y la manera de utilizar las fuentes es distinta también. En cambio, las
fuentes de las interpolaciones son casi idénticas a las de la mayor parte de la Comedia.
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nota de época, por demás ingenua, mientras que para otros muchos el arte de la hechicería
es algo que, además de responder a una realidad de la época, cumple una función muy
importante en el desarrollo de la obra. La magia de Celestina es un elemento integral de la
obra, del cual no puede prescindir sin dañar la significación moral y estética de la misma tal
como Rojas la concibió. Celestina cree de hecho en la eficacia de sus prácticas religiosas,
que desembocan la pasión de Melibea, que la arrastra por encima de todos los obstáculos y
la ciega para todo género de escrúpulos íntimos y sociales, hasta llegar a la locura del
suicidio por no poder resistir la pérdida de su amante, es presentada muy seriamente por
Rojas como producto de los conjuros mágicos de Celestina, que han perturbado la razón de
la doncella como podría hacerlo en nuestros días una droga afrodisíaca. En la intención de
Rojas entraba el propósito de dar la alarma contra todo ese mundo secreto y subterráneo,
ministrador del placer vicioso, encarnado en las prácticas de Celestina, inoperante y casi
grotesco ahora para nosotros en la forma que allí se exhibe, pero real y activo en los días
de la obra. Hay que tener en cuenta que Celestina escapa a la imagen tradicional de la
bruja mala o figura demoníaca que rinde tributo a Satán haciendo el mal. El acierto de Rojas
estriba en habernos pintado a una Celestina muy humana, que se limita a poner los
recursos de la magia al servicio de sus intereses más positivos si esto le rinde provecho. En
este sentido, Celestina es la voz inequívoca de la nueva moral unitaria, la victoria del interés
y de dinero sobre el honor y la religiosidad.
Los otros personajes de la obra han sido también muy cuidados por Rojas y, desde
luego, gozan de individualidad. Por primera vez en la literatura española, criados y gentes
del bajo mundo de Celestina proclaman su derecho a ser por sí mismos, a aportar su
propia problemática, en franca autonomía e igualdad de condiciones con respecto a los
señores, lo que se traduce tanto a nivel dramático como estilístico. En este sentido son fiel
expresión de la profunda crisis de la clase señorial del siglo XV y, por extensión, del sistema
de valores que había sostenido el mundo medieval. Es la dialéctica entre el "querer ser" y el
"tener que ser", en su tenaz resistencia antes del vencimiento, Pármeno se nos ofrece
como el personaje más trágico de la obra, se trata de un criado leal con la determinación de
elevarse por encima de sus orígenes miserables; ofrece a los planes de Celestina una
resistencia más tenaz que la de nadie, cediendo sólo ante los efectos combinados de los
razonamientos y halagos de la vieja, de su deseo por Areúsa, y de la ingratitud de Calisto.
Sempronio, el criado corrompido, carece de crisis, pero los matices de su carácter vienen
pintados con gran habilidad. La conciencia de sí mismo, de su importancia y dignidad
personales está más acusada en Areúsa que en cualquier otro personaje: en ella alcanza el
individualismo de la obra todo su sentido crítico y dramático declarando su independencia
como persona.
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La Celestina prtenece a esa categoría de las grandes obras que tienen la cualidad
de desplegar un sinfín de sugerencias. Por eso, no es nada extraño que los críticos hayan
dado a esta obra interpolaciones muy diversas, complementarias en ocasiones,
contradictorias en otras. Tal es la magnitud de la bibliografía y opniones al respecto, que por
fuerza habremos de contentarnos aquí con esbozar un esquema en el que al menos quede
clarificado lo esencial de cada una de las posturas críticas ante este aspecto:
3. Tesis ecléctica.
Aquí se incluye la opinión de O.H.Green, que admite la intención moral de la obra a
la vez que explica lo que tiene de artístico. Para él nada imposibilita una relación normal
entre Calisto y Melibea, ambos se entregan a un amor ilícito que justifica la intención de
Celestina (lo que confirma el carácter pecaminoso de sus relaciones) y que, como tal, lleva
aparejado tan desastroso final. Así pues, Rojas quiso describirnos un amor culpable, pero
para ello partió del esquema de convenciones del amor cortés, cuya transgrsión por parte
de los amadores (de Calisto sobre todo) desencadena la tragedia.
una relación auténtica entre los hombres, atrapados en el conflicto individuo/sociedad, entre
el "querer ser" de un modo y el "tener que ser" de otro. En este sentido, la obra constituye
una protesta contra la alienación del hombre en esta sociedad, en la que no se vislumbra un
futuro mejor.
X. LENGUA Y ESTILO
introduce Rojas, ajustados siempre a la acción y a las situaciones, y, sobre todo, como
elemento de caracterización de los personajes.
En cuanto al monólogo, no son muchos, pero sí por lo general extensos y, desde
luego, distribuidos de forma equilibrada a lo largo de la obra. Son importantes para desvelar
los conflictos interiores y para la pintura de los caracteres.
Otro rasgo es el uso del "aparte", convención heredada del teatro latino -Plauto-. Se
da tanto el inadvertido como el advertido (aunque no entendido) por los demás personajes,
siendo este último el más interesante desde el punto de vista dramático por las respuestas y
reacciones que provoca entre los interlocutores.
Finalmente hay que notar la aguda conciencia estilística demostrada por Rojas al
revisar su texto en la "Tragicomedia": además de las interpolaciones largas, hay muchos
cambios de detalle con motivo de aclarar el sentido o de mejorar el estilo.
artístico; es, por tanto, un obra de encrucijada entre la Edad Media y el Renacimiento, es
decir, entre el teocentrismo y el antropocentrismo.
El estilo también es novedoso pues es una mezcla del habla popular propia del Corbacho
del Arcipreste de Talavera y el estilo culto, latinizante, por lo que nos encontramos al mismo
tiempo con citas clásicas o latinismos y refranes populares o frases hechas.
En fin, esta obra supone un cambio en todos los sentidos, desde el ámbito literario al
puramente cultural o ideológico.
BIBLIOGRAFÍA
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Deyermond, A.D. Edad Media, t. I de Francisco Rico, dir., Historia y crítica de la literatura
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Snow, Joseph T. Fernando de Rojas, ¿autor de ‘Celestina’?. Letras 40–41 (1999–2000): pp.
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