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De esta forma, se podría decir que desde que las primeras moléculas se
juntaran, tuvo que existir una cierta organización que permita que se repliquen,
por ejemplo, en las primeras células.
Ya los seres pluricelulares son individuos que se relacionan con otros: bien
sea por encuentros fortuitos o por que vivan en comunidad, con el fin de resistir
de mejor manera las adversidades, por ejemplo. Es decir, si la relación entre
individuos es contingente, se vuelve muy deseable hasta el punto de ser
necesaria en los seres humanos que hemos perdido gran parte de las
destrezas necesarias para vivir de forma individual. El orden, se vuelve
necesario para lograr una mejor respuesta a las contingencias de la
naturaleza. Es decir que si el orden no existe en la naturaleza, se lo hace
existir para un fin. Qué orden para que fin, es la pregunta permanente para
pensar que es lo que más conviene y no caer en la inutilidad de la repetición
sin sentido, en la burocracia.
Por otro lado, la autoridad simbólica, del orden regulado, de acuerdos sociales,
se remiten siempre a una distribución, una sublimación del goce ante la
renuncia del goce todo. Esta idea, que trabajó Freud en Tótem y Tabú, del
padre de la Horda primitiva, vuelve necesaria, para que exista sociedad, la
contingencia de un acuerdo social de los hermanos; para no caer en manos
de otro padre todo gozador.
Es decir que se pasó de una autoridad cuyo principio era la fuerza, a una
autoridad cuyo principio sería el acuerdo social. Este punto es importante, ya
que el “acuerdo social” en cuestión, también a cambiado. Por su puesto que
aún hay presencia de la fuerza como principio de autoridad, más bien se trata
de separados por fines de análisis y la pregunta es siempre cual sería el más
preponderante.
Sobre esta pregunta habría dos caminos posibles por lo menos: 1) la autoridad
del psicoanalista en el dispositivo; 2) la autoridad de la escuela de
psicoanálisis; y 3) la autoridad del psicoanalista en la escuela de psicoanálisis.
De forma breve, en referencia al primer punto, sobre la autoridad del
psicoanalista en el dispositivo, diré que la autoridad del Sujeto Supuesto
Saber, del agalma se funda en la autoridad que no se ejerce.
Miguel Bassols indicará que: “la escuela es el quinto concepto fundamental del
psicoanálisis. Porque la Escuela es un tratamiento de lo real sobre el que se
funda el grupo analítico…y esto va contra la identificación.”, es decir que “la
Escuela es una comunidad de los que no hacen comunidad”.
Miller indicará que: “Ser analistas no es analizar a los demás, sino en primer
lugar seguir analizándose, seguir siendo analizante. Como ven, es una lección
de humildad. La otra vía sería la infatuación, es decir si el analista creyera
estar en regla con su inconsciente. Nunca lo estamos”.
Es decir que el valor propio de una escuela lacaniana es cuestionarse de forma
permanente sobre qué es ser un psicoanalista. Si en algún punto se cree dar
con la respuesta, se deviene en una identificación a una función que por
definición es una vacío. El llenar de sentido esta pregunta deviene en las
peores distorsiones de lo que sería la formación del analista.
En este punto podría indicar que existen por lo menos tres fundamentos para
la autoridad del psicoanalista en la escuela de psicoanálisis: la posición de
analizante permanente; la transferencia que esta genera; y la interpretación a
la escuela como un todo.
Vittar (El Caldero de la Escuela 24) nos indica que como consecuencia de la
posición de analizante permanente, se genera transferencia y que: “Se trataría
de pensar una autoridad que advertida del real que la funda, pueda hacerse
instrumento flexible para que cada uno haga su trabajo, encuentre su propio
interés que es una forma de trabajar su síntoma”.
F I N