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Felipe Ángeles: la puerta invisible del tiempo

Leopoldo Santos Ramírez

En Felipe Ángeles el estratega, Adolfo Gilly aborda la trayectoria política y militar de este
personaje al que en el inicio de su obra encuentra en Francia en el mes de noviembre de
1910, en vísperas del inicio de la Revolución Mexicana. Ángeles residió allí cumpliendo una
misión de estudio y perfeccionamiento en técnicas bélicas. Esa misión en realidad era un
destierro encubierto impuesto por la jerarquía militar porfirista para deshacerse del
entonces coronel conflictivo pero con alto prestigio por sus conocimientos en el arte de la
guerra y por su carácter firme e incorruptible mostrado desde su época de estudiante en el
Colegio Militar. Esa firmeza de carácter, fortalecido en la disciplina castrense, lo condujo en
la convulsiva década mexicana que apenas se iniciaba, al encuentro de la Revolución
Mexicana. Su destino final será junto a la División del Norte, manteniendo su lealtad al
bando derrotado, el más representativo de las aspiraciones populares. Así, la personalidad
y pensamiento de Ángeles aparecen en esta obra desde su formación en el ejército
porfirista, su incorporación al gobierno de Madero, sus campañas sin saña contra los
zapatistas, los días sombríos de la Decena Trágica y la traición de Victoriano Huerta; su
posterior unión al Ejército Constitucionalista de Venustiano Carranza en Sonora, su
adscripción a la División del Norte, y por último, la ruptura de esta con el Primer Jefe, y el
fusilamiento de Ángeles el 25 de noviembre de 1919 ordenado por Carranza. Gilly abre la
invisible puerta del tiempo para escudriñar el pasado del General Felipe Ángeles
convocando a los protagonistas y testigos de las tres guerras en las que participó, para a
través de sus testimonios, la figura de su personaje tome la conformación que sus
contemporáneos dibujaron. Se trataba de una deuda pendiente en la investigación histórica
en la que por décadas no hubo una respuesta tan contundente al silencio y difamaciones
que desde la interpretación maniquea de la derecha habían conspirado contra la verdad de
este estratega militar. Si bien la figura de Ángeles sobresale en el relieve narrativo, tiene
como fondo la Revolución Mexicana, los grupos revolucionarios, su ideología e intereses en
juego. En este plano, el autor hace paralelamente un ajuste de cuentas respecto al viejo
debate sobre la interpretación de los dramáticos episodios de la Revolución y la polémica
en torno al actuar de Ángeles y su fusilamiento. Bandos revolucionarios y caudillos entran
a escena como protagonistas o antagonistas, y el escritor les sigue la pista inclusive en sus
antecedentes remotos para mostrar la calidad de quienes testimonian, materia desde la
cual extrae los rasgos del personaje. Experto en los menesteres de la Revolución Mexicana
el autor construye también un espejo que refleja las siluetas e imágenes de los testigos de
cargo y descargo para dar forma a una magnífica obra que traspasará el tiempo. Como
antecedentes fundamentales de este libro pueden anotarse Felipe Ángeles y la revolución
de 1913 de Federico Cervantes; Pancho Villa, de Friedrich Katz; Felipe Ángeles y los destinos
de la revolución de la investigadora francesa Odile Guilpain, y Felipe Ángeles en la
Revolución compilado por el mismo Gilly. “Alto, moreno, esbelto, de mirada viva e
inteligente, frente grande y despejada. Inspira viva simpatía por su honradez y su saber.
Está considerado como el jefe más culto del ejército mexicano. Es un gran matemático y
gran artillero técnico, quizá demasiado idealista y demasiado soñador”, descripción de Vito
Alessio Robles quien lo conoció desde el Colegio Militar en Chapultepec. Estas cualidades
no le servirán frente a los constitucionalistas en donde la grilla de los revolucionarios
norteños lo bloquearán pues no estaba hecho para el manejo de la intriga y la adulación
cortesana. Pero es en la División del Norte el espacio donde pudo poner en práctica sus
habilidades y destrezas en el arte de la guerra, desarrollando sus capacidades como
estratega, entendiéndose con Francisco Villa y el resto de sus correligionarios. Villa y
Ángeles conforman el binario perfecto que hace posible el desalojo del noreste del ejército
federal y la toma de Zacatecas aniquiladora de la dictadura huertista. Gilly profundiza como
nadie en esa relación. “A su vez, Villa percibió que, en el modo más parejo, ese hombre lo
sabía escuchar. Su narración a la vera del campamento de aquel amargo trance de su vida
era prenda de su confianza. Si así la otorgó como sus actos posteriores lo confirmaron fue
porque su genio militar y su conocimiento de los seres humanos le permitieron ver y
comprender que ese general de escuela, de él tan diverso, era su igual en inteligencia y
sentimientos”. Otro personaje con el cual Ángeles puede valorarse es Emiliano Zapata
aunque sus contactos fueron efímeros e indirectos. Zapata apelaba a la libertad individual
dentro del colectivismo campesino, y Ángeles a la forma más acabada de la democracia y
su consustancial libertad de pensamiento y la fraternidad. Un acierto de nuestro autor
mexicano-argentino es haber transcrito el texto de Nellie Campobello, Cartucho, de sus
recuerdos de niña, sobre las últimas horas conque Ángeles, derrotado, en calma,
estoicamente va a cerrar su vida. En ese momento, nunca los versos del modernista
Salvador Díaz Mirón estuvieron cargados con tanta verdad histórica: Erguido bajo el golpe
en la porfía, me siento superior a la victoria. Tengo fe en mí; la adversidad podría, quitarme
el triunfo, pero no la gloria.

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