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Cuando un filósofo reúne en una conferencia a tanta gente como una estrella
del rock, hay que preguntarse qué tiene ese señor para atraer a tanto público
mayoritariamente joven, como sucedió en el patio central de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA.
El filósofo es Gilles Lipovetzky, quien pasó días atrás por la Argentina para
hablar del consumo y el bienestar en la sociedad contemporánea, pero hizo
mucho más: opinó sobre la moda, del consumo, de los excesos y del
comportamiento de los seres humanos frente a todos los estímulos posibles.
Digamos, en principio, que tiene aspecto de boxeador de peso mediano, y que
camina moviendo los hombros como un peleador callejero, llevando primero el
hombro izquierdo hacia adelante, y luego el izquierdo; sólo sus anteojos con
marco de metal le conceden un aire más o menos intelectual. Luego, vamos a
sus afirmaciones:
“Hasta los años ’50, e incluso hasta los ’60, el mundo ofrecía opciones, modelos
y contramodelos. En política, la dicotomía era el Occidente democrático y el
comunismo. Pero ahora vivimos en un mundo en el que han caído los
contramodelos, y los sistemas tienden a ser cada vez más abiertos, con mayor
libertad y movilidad. No sé si es bueno o malo, pero sí que implica una falta
absoluta de estabilidad y que eso produce ansiedad en las personas. Porque el
quiebre de grandes proyectos políticos y el fracaso de ideales revolucionarios,
llevaron al nacimiento de un nuevo tipo de sociedad individualista, centrada en
la vida presente, una sociedad que privilegia el consumo y el hedonismo”.
1
casos: Internet es una gran herramienta de cultura, pero... ¿Sabían que en
Internet hay más de tres mil sitios dedicados a la pornografía?”
En “La tercera mujer”, libro que batió récords de venta (FEMINISMO, ESTATUS
y SEDUCCION), Lipovetzky plantea la diferencia entre la mujer en la Edad
Media (supuestamente sometida, encerrada en su casa, y contenta de esa
situación), la feminista de los años ’60 (la que llevó a un humorista a decir que
“una feminista es una mujer que es todo un hombre”), y la tercera, es decir,
aquella que estudia, trabaja y no rechaza sino que celebra, la diferencia entre
los sexos, se comporta de igual a igual con el varón y compite con él, sin ser
por ello, su enemiga.