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ORGANIZACIÓN Y ECONOMÍA INKA

Luis Guillermo lumbreras

El Cusco se convirtió en un lugar de leyenda increíble, sólo similar al de aquellas


ciudades orientales que describen los cuentos de ''Las mil y una noches". Lleno de
palacios suntuosos, templos relucientes con paredes de oro y plata y pedrerías, recintos
inmensos, llamados "Calleas", llenos de lienzos finísimos, vestidos y toda clase de
lujos para el vestir y el adorno personal, llenos, también, de granos, papas, carne seca
y toda clase de alimentos disponibles en cualquier momento. Por las calles del Cusco
transitaban elegantes cortesanos, con atuendos polícromos de fina lana y algodón
seleccionado, a veces con mantos cubiertos con plumas escogidas de pájaros extraños
de la selva: algunos de ellos en literas, cargados por súbditos y seguidos por mujeres y
quizá su guardia personal y sus sirvientes. En la ciudad, por doquier, brotaba el agua
de surtidores bellamente tallados en piedra, agua limpia que llegaba por canales también
labrados en piedra. Y los señores disponían de baños especiales para su aseo personal,
q ue, donde los hubiera en todo el reino, eran temperados con agua caliente natural
proveniente del subsuelo.
En u n templo, llamado Qori K ancha (recinto de oro), en el colmo de lo espléndido,
había u n jardín artificial, con u na fuente al centro, en donde, cual si por allí hubiera
tocado las cosas un rey M idas, (quién n según leyenda te nía la virtud de convertir todo
en oro) las plantas, los pájaros, el ganado y u nos pasto res. todo, absolutamente todo
estaba hecho de oro y pedrería, de tamaño natural. en medio de este templo de fantasía.
El jardín era además policromado por la combi nación del o ro con láminas de plata , con
incrustaciones de turquezas o lapizlázuli , de conchas traídas de mi les de kilómetros de
distancia, de obsidiana negra, y _quién sabe qué otras cosas más. Los muros estaban
cubiertos con grandes planchas de oro. Todo aquello fue llevado a Cajamárca para
los españoles como "rescate'' por el lnka Atawallpa, distribuido entre los
"conquistadores" y en parte remitido a España, para la corte del emperador
hispánico Carlos V.
Por supuesto, no sólo era el Cusco el lugar donde se guardaba riqueza de ese
modo; en las colonias del Cusco, en las "cabeceras de provincia" había otras
ciudades menores, donde los allegados al Inka y la corte cusqueña, cumplían la
tarea de funcionarios coloniales. Se da cuenta que en la ciudad de Vilcashuamán,
cerca de Ayacucho, una hermosa pirámide llamada "Usno", estuvo cubierta
totalníente con planchas de oro, así como los sillones y otros monolitos que aún
hoy se conservan en el sitio; y , en Pachacámac, la vieja ciudad que está al sur de
Lima, los españoles· encontraron tanto metal precio- so, que, a falta de hierro, para
su viaje de Pachacámac hacia Jauja, en la sierra, herraron sus caballos con herrajes
y clavos de oro. Por supuesto, en todo su camino, en cada ciudad y aun en medio
de los caminos, en unos hospedajes llamados "Tambos'', los españoles
e n c o n t r a r o n las famosas "collcas" con sus abastecimiento de comida y
abrigo; llenas siempre, en las épocas de ·bonanza y en las de escasez.
Pero no era tanto el oro y las pedrerías lo que indicaban la riqueza de este reino
de fantasía; eran los tejidos. Una ciudad bien provista de lienzos de lana de alpaca,
llama o vicuña y de algodón, era una ciudad rica. El emperador llamado "Sapan
Inka" (H, el lnka), ameritaba sus simpatías y gratitud para con sus súbditos
haciéndoles llegar obsequios en vestidos y telas, aparte de que a los más cercanos
les entregara también mujeres. Cada año, el lnka hacía que se reuniera a las jóvenes
de todos los pueblos del imperio y seleccionadas pasaran a vivir en unos recintos
llamados "Aqlla wasi” (casa de las escogidas), en donde ellas se dedicaban a preparar
comidas y bebidas para la c o r te, pero sobre todo a hilar y tejer; las maestras.• las
más expertas, llamadas “mamacunas" (las señoras) las ilustraban en dichas artes,
pero además ellas mismas producían bellas telas para d Inka y su corte. Las
"Aqllas", en u n determinado momento , podían ser conservadas en estado de
virginidad y quedar destinadas al culto solar, haciendo telas para el Inka Pº! toda
su vida, pero la mayoría era entregada por el rey a sus súbditos o él 'mismo las
desposaba y las incluía como parte de su extenso "harem". Pero la tarea de
enriquecer las "arcas" estatales, es decir ·las "Calleas", no era exclusiva de las
"Aqllas", pues en ella iba también el trabajo de toda la población. Sorprendió mucho
a los españoles, de quienes hemos heredado, entre otras cosas, el ocio y la vida
"regalada", advertir que los pobladores del imperio. nunca estuvieron “ociosos"; es
verdad y aún sucede hoy que las mujeres campesinas aun en sus largas caminatas
o en sus horas de reposo, tienen en sus manos un poco de la na y una rueca y,
conversando o en silencio, está n interminablemente convirtiendo la esponjosa
lana en su aves fibras d e hilo. Cada hom bre, cada mujer , por familias, en toda
la tierra, debía entregar al Estado una cierta cantidad de h i lado o de telas,
anualmente. Era una tributación en trabajo, pues la lana generalmente les era
entregada por el Estado,- que poseía inmensos rebaños y también sembríos de
algodón.
Por supuesto, el ganado y las tierras no fueron siempre de los Inkas; ellos se
apropiaron de todo aquello por la violencia, utilizando el chantaje diplomático
o directamente las armas. Enviaban mensajeros a los señores de los territorios
que ellos querían ocupar y si tales señores aceptaban la sumisión, les concedían
privilegios y los asimilaban a la corte; si los señores se resistían a perder su
independencia, los aniquilaban con sus ejércitos y de todos modos se apoderaban
de la región. Si la resistencia era muy grande, toda la población rebelde era
desarraigada, conducida de su tierra a colonizar o t r o s lugares. Naturalmente, en
esto eran los conquistadores cusqueños muy bien organizados, de modo que hacían
que estos desplazamientos de población fueran dentro de ciertos límites, tomando
en cuenta factores de altitud, clima, etc., que permitieran un trabajo productivo para
la población desplazada, la que no debía empobrecerse.
No, la pobreza, tal como la conocemos en el mundo capitalista, no existía. Un pueblo
no era conquistad o para ser empobrecido; al contrario, los Inkas cuando
conquistaban una región, programaban inmediatamente su producción y si era
pobre, buscaban los mejores recursos para enriquecerla; si faltaba fuerza de trabajo,
llevaban hombres de otras partes; si sobraba población, la redistribuían. Pero no se
piense que era por el ''bienestar del pueblo"; los explotadores jamás piensan en
eso; piensan en ellos y si sus intereses exigen el bienestar de los explotados,
entonces luchan duramente por conseguirlo. Así es también en nuestro tiempo,
cuando los capitalistas elevan el nivel de vida de sus obreros para tener mayor
demanda. Eso es bueno para los trabajadores, pero es mejor para los explotadores;
sólo será plenamente bueno para los trabajadores cuando no existan los
explotadores, que siempre se llevan la parte del león.
Pero ¿por qué el bienestar del pueblo era realmente beneficioso para los reyes d e l
Cusco y sus allegados?. Porque así ellos recibían mayor beneficios, debido a la
organización del Estado. Toda región conquistada era escrupulosamente
analizada y las áreas de producción divididas en tres partes: una para el Inka, otra
para el Sol y otra para el consumo de la población. O sea, que dos terceras partes
del potencial productivo pasaban a poder de los explotadores y una tercera quedaba
en posesión de los antiguos dueños. Por supuesto esto no fue rigurosamente exacto,
porque de un lado la división no necesariamente era cuantitativa y porque de otro
lado, la tributación y la explotación no eran una novedad, de modo que probablemente
de lo que se apoderaba el imperio era mayormente de aquello que antiguamente
beneficiaba a los "curacas" (jefes locales) y sus cortes, es decir a las clases explotadoras
conquistadas, aun cuando se sabe que muchas de ellas eran m a n t e n i d a s con
muchos prívilegios, con todos los privilegios de que gozaban los burócratas coloniales
de la corte cusqueña. Pero no se vaya a incurrir en error pensando en aquella "división"
de la riqueza. La riqueza en aquel tiempo no estaba en la propiedad física de la tierra,
estaba en la propiedad sobre la fuerza de trabajo. Los medios de producción, es decir la
tierra y el agua, debían ser mejorados para que el trabajo produjera más y mejores
productos. Esta forma de la riqueza en el campo era igual en la ciudad, en donde, como
hemos visto con las "Aqllas", se explotaba su trabajo directamente, bajo riguroso control
estatal.
Los hombres estaban pues organizados por el Estado de acuerdo con esta forma de
explotación, que debió iniciarse progresivamente desde tiempos de Chavín. Luego de
que apareciera la propiedad colectiva de la tierra, antes de Chavín el trabajo se convirtió
en la fuente más importante de riqueza, en la medida que permitiría el aumento de la
producción y el aumento de los mismos medios de producción a través de la irrigación,
la construcción de andenes, el uso de fertilizantes, etc. En los estados militaristas
posteriores. especialmente a partir de Wari, la apropiación de la riqueza por la vía de la
conquista armada, consistió en apropiarse de un mayor número de hombres para tener
una mayor producción. Pero en la época de los lnkas y quizá un poco antes, se había
iniciado una nueva forma de riqueza, que consistía no solamente en la propiedad sobre
la fuerza de trabajo, sino también sobre los medios de producción, es decir, sobre las
tierras y el ganado. Los lnkas del Cusco su “panaca" (familia real), poseían derechos
territoriales sobre determinadas zonas alrededor del Cusco; no los incas en conjunto,
sino cada Inka con su familia, de modo que el Cusco, cuando llegaron los españoles,
estaba ciertamente divididos en tierras de tal o cual panaca, de tal o cual Inka; así Pisak
pertenencia a una familia y probablemente Lucre a otra. etc. La propiedad privada sobre
la tierra estaba en proceso de gestación y por supuesto no sólo en el Cusco sino también
en otras regiones. No era pues todo de "propiedad colectiva” como se creía en relación a
los medios de producción: se estaba ingresando a una segunda o quizá tercera etapa de
la historia de las clases sociales el Estado y la propiedad. Siendo la explotación por la
vía del trabajo, la preocupación imperial por "mejorar" la producción es obvia. En cada
región conquistada se hacían cuando no las había, lo cual era muy raro, grandes obras
de irrigación y de construcción de terrazas, al mismo tiempo que eran habilitados
centros de administración colonial, los tambos, los caminos, y, por supuesto, las
"collcas". Para cada gran región se habilitaba una ciudad virreinal, de estilo Cusqueño,
en lo posible hecha a su imagen y semejanza. Cada hombre jefe de familia era dotado de
un "tupu” de tierra para trabajarla en su beneficio. Tenía aún tan poco sentida la tierra
como propiedad física, que el "tupu" era en realidad una unidad de trabajo y de producción, de
extensión variable, que un hombre podía trabajar con su familia y podía con ese trabajo
subsistir, sin penurias. Además, recibió medio "tupu"' por su mujer. Pero por todo esto
que "recibía”, debía dar de sí su fuerza de trabajo para el labrado de las tierras del "Inti'"
(el dios Sol) y el Inka (la burocracia estatal). Ambas beneficiaban a la clase urbana, que
en ese tiempo ya estratificada en la clase explotadora ligada a la corte y en las diversas
capas de artesanos sirvientes, soldados, que bien pudieron llegar a constituir una suerte
de capa "ciudadanos" en algún momento. En el campo, los campesinos, representados
por los "'Pureq" (jefes de familia ), estaban en una escala social más baja, pero aún más
abajo que ellos, en el campo y la ciudad, emergía una capa de esclavos, llamados
"Yanacuna'' (los "yana"), que pertenecían a los señores y no tenían ninguno de los
derechos de los campesinos o los urbano. Ellos representan el inicio de una nueva forma
de explotación. que se basa no sólo en la propiedad de la fuerza de trabajo, que fue la
primera, no en la de los medios de producción, sino en la propiedad absoluta de unos
hombres sobre otro. En el "eslavismo" del viejo mundo. estas dos últimas fonna de
propic<lud Slm las que caracteri1.an la riqueza. De otro lado, t!1 Fst ado se beneficiaba
tatrt bién del servkio pe rsonal JC'
to<lu el púeblo. el que cumplía dertas obligaciones reguL.mncn te. Cna!> t<>ta·
ban ligadus al aparato represivo militar: anualmente se "levaba" a los júven s
. f)3ra el servicio militar obligatorio, para el ejército: ya se contú del n.:d u t<i-
miento d1• las mujeres parn el "Aqll<.1 wasi'·; pero. adcrn s. todos debían t1a· bajar por
tu rno en la cd ifo:ac.:ión de los palaci<.'S. los caminos, todas ias \)bi as estatales, que se
rv ían al ptH:blo. pero que en realiJa<l bcncfkiuban muchn
más a los scfwn!S del Cusco y sus su télitcs. :
. Así fue este imperio. ..:onstr ui<lo bajo el tkspot isn10 Je los reyes del
(usco. Fn toda su historia. su Cl)rta historia de emperadores. 110 c.:es::i ro11 Je guerrea
r cnntra nuevos enemigos por conquistar n c.:nntra curacus de los pueblos coloniales
y pn r supuesto. no cesaron 1:.1 lucha intC"rna. ent re ellos mismos, por ese po<lcr que
según sus mitos he red aron de padre" el Sol. Cuando l\egarun los espai'lolcs. <los
hennanos Jccid ían. por las armas, quién sería el emperador. Eso pudo condudr al
fraccionamiento del extenso imperío: que, de otro lado, se habría fraccionado de todos
modos, quizá constituyéndose feudos comu los que de hecho poseían y u las "panacas"
de los lnkas, o formándose nuevos reinos a base de ciudades como la de Pach · cámac.
o las <le Chincha, que se hacían crecientemente pode rosas....

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