SERIE​ ADMINISTRACIÓN & FINANZAS 

Lo legal en la administración 
eclesiástca  

Por Eduardo Sánchez Gauto 

1. LA IGLESIA DEBE CUMPLIR CON LA LEY  

Razones bíblicas para regularizar los aspectos legales de la iglesia 
 
2. 3 BENEFICIOS DE TENER EN ORDEN LOS PAPELES DE LA IGLESIA 
En qué conviene a la iglesia regularizar sus aspectos legales 
 
3. LAS 3 ÁREAS A PONER EN ORDEN 
Cómo regularizar los aspectos legales de nuestra iglesia 

 
 

SERIE: Lo legal en la administración eclesiástica (1/3)
La iglesia debe cumplir con la ley
Razones bíblicas para regularizar los aspectos legales de la iglesia
Una cuestión que se plantea muchas veces
es esta: ¿Es necesario que nuestra iglesia re-
gularice su situación legal? Entre predicar
el evangelio o cumplir con un engorroso
papeleo legal, parecería que lo primero es
más importante. Pero, ¿qué dice la Biblia?
Nuestras iglesias locales no están en un
limbo. Estamos en el mundo, porque ahí
nos envió el Señor, aunque no somos del
mundo (Jn 17.14-18). Como miembro de
su sociedad, la iglesia local debe mostrar
una conducta ciudadana responsable y
respetuosa de las leyes. Aun el mismo Je-
sucristo, al ser bautizado dijo: «Permítelo
ahora, porque así conviene que cumpla-
mos toda justicia». Entonces, Juan le per-
mitió bautizarse (Mt 3.15 RVA2015).
Razones para cumplir con la ley
Esta debe ser una gran enseñanza para la
iglesia: «Conviene que cumplamos toda
justicia». El discípulo no es más que su
maestro, ni el siervo más que su señor
(Mt 10.24); si el Señor respetó la virtud
cardinal de la justicia, nosotros Sus discí-
pulos no podemos ser menos. No es co-
rrecto quebrantar las leyes, pensando que
solamente estamos obligados a cumplir los
mandatos bíblicos. ¡No! Debemos cumplir
con toda justicia, por estas razones:
1. Jesucristo mismo cumplió con las leyes
de su pueblo desde su más tierna edad.
Dijo que se debía pagar el tributo del
César (Mt 22.21; Mr 12.17; Lc 20.25).
2. Los apóstoles nos exhortan a obedecer
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a las leyes y autoridades del país. Pablo
es tajante: «Sométase toda persona a las
autoridades superiores; porque no hay
autoridad sino de parte de Dios, y las
que hay, por Dios han sido establecidas.
De modo que quien se opone a la auto-
ridad, a lo establecido por Dios resiste;
y los que resisten, acarrean condenación
para sí mismos» (Ro 13.1-2 RV60). Por
su parte, Pedro nos ordena: «Honrad a
todos. Amad a los hermanos. Temed a
Dios. Honrad al rey» (1 P 2.17 RV60).
3. Jeremías declara la palabra de Dios a los
exiliados: «Busquen el bienestar de la
ciudad a la que han sido deportados y
oren por ella al Señor, pues de su bien-
estar dependerá el de ustedes» (Jer 29.7
BLPH).
Hermanos: la enseñanza bíblica es clara.
Cumplir las leyes, respetar las autoridades,
buscar la justicia y el bienestar del lugar en
donde nos toca servir, y ser embajadores
de Cristo.
Debemos reconocer que tal obligación no
es absoluta. Pero solamente podemos pa-
sar por encima de las leyes cuando ellas se
oponen claramente a la voluntad de Dios;
por ejemplo, prohibir la predicación del
evangelio o la Biblia. Únicamente en tal
caso nuestra prioridad es obedecer a Dios
antes que a los hombres (Hch 4.18-20;
5:28-29). Pero, gracias al Señor, normas
así —salvo excepciones— no existen en
América Latina. Entonces, estamos obli-
gados a obedecer.
ADMINISTRACIÓN
Algunas lecciones para señalar
Ello nos lleva a las siguientes conclusiones:
a. Es obligación de cada cristiano y de la
iglesia local respetar a las autoridades y
cumplir con las leyes.
b. La iglesia no es de este mundo pero está
en el mundo; y mientras dure esta si-
tuación, debemos cumplir con las nor-
mas de nuestra comunidad y contribuir
a su bienestar.
c. No es lícito a la iglesia violar las leyes o
no respetarlas, excepto en caso de que
estas se opongan a la voluntad de Dios
revelada en su Palabra.
Por tanto, es necesario, justo y conve-
niente que nuestras iglesias regularicen
su situación legal. Hermanos míos, obe-
dezcamos a Dios y hagamos que nuestras
iglesias honren el nombre de Jesús cum-
pliendo las leyes y respetando a nuestras
autoridades. Ruego a Dios que glorifique
y prospere este esfuerzo en todo nuestro
bello y amado continente.
Eduardo Sánchez Gauto
Traductor, abogado y teólogo. Abo-
gado por la Universidad Columbia
del Paraguay. Máster en Teología
(Th.M.) por el Calvin Theological Se-
minary. Profesor de Ética Cristiana y
Biblia en el Seminario Presbiteriano
del Paraguay; profesor de Teología y Biblia en la Facultad
Evangélica de Teología. Miembro de la Iglesia Cristiana de la
Gracia. Reside en Asunción con su esposa.
sombragris@gmail.com
JUNIO 2019 | 21

SERIE: Lo legal en la administración eclesiástica (2/3)
3 beneficios de tener en
orden los papeles de la iglesia
En qué conviene a la iglesia regularizar sus aspectos legales
Además de cumplir con la voluntad reve-
lada de Dios, ¿en qué beneficia a la iglesia
cumplir con las exigencias legales del lugar
en donde sirve a Dios? Es una buena pre-
gunta.
1. Seguridad jurídica
El beneficio más tangible e inmediato de
una situación jurídica saneada es la segu-
ridad jurídica. Pensemos en esto: ¿Quién
tiene el título de propiedad del terreno en
donde está el templo de la iglesia? En algu-
nos casos puede ser el pastor de la iglesia;
en otros casos, una misión, posiblemente
extranjera. También podría ser un miem-
bro de la congregación. Pero, ¿qué pasaría
si es necesario que el pastor o ese miembro
se retire de su puesto o de la congregación,
por cualquier motivo? ¿Qué pasaría si tan-
to el pastor como el miembro fallecen de
repente? ¿Qué pasaría si la misión se queda
corta de fondos y decide vender sus acti-
vos al mejor postor? ¿Qué sucedería si el
miembro que figura como dueño se ene-
mista con el liderazgo y toma una decisión
cuestionable por darse una revancha?
Con la idea de que «estas cosas no van a
suceder aquí» no solucionamos nada. Her-
manos míos, estas cosas no solo pueden
suceder, sino que ya han sucedido en varios
casos. Una situación jurídica desordenada
e irregular es garantía de futuros dolores de
cabeza y varios problemas administrativos
y judiciales de difícil solución. En cambio,
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tomarse el tiempo y el esfuerzo para ges-
tionar una situación jurídica saneada trae
seguridad.
2. Transparencia
«Vosotros sois la luz del mundo; una ciu-
dad asentada sobre un monte no se pue-
de esconder» (Mt 5.14). Esto también se
aplica para la situación jurídica de nues-
tras iglesias. Si somos la luz del mundo,
no podemos manejar nuestros negocios en
lo oculto y de manera poco transparente.
Una situación jurídica ordenada, con esta-
dos contables y documentación en regla,
nos da el beneficio de la transparencia. La
iglesia puede conocer al instante la marcha
de sus asuntos; cómo ha sido el compor-
tamiento económico y administrativo del
mes, semestre o año y advertir tendencias
y corregirlas antes de que se vuelvan pro-
blemas críticos.
La transparencia también permite que la
congregación tenga tranquilidad y con-
fianza hacia su liderazgo, y evita muchas
situaciones que podrían arrojar dudas so-
bre la integridad de los pastores y líderes,
fortaleciendo así la comunión de los san-
tos.
3. Planes para el futuro
Una iglesia con documentos al día, en re-
gla, y una situación administrativa y legal
ADMINISTRACIÓN
saneada también tiene muchas puertas
abiertas para proyectos futuros. Muchos
planes requieren de acceso al crédito para
financiarlos apropiadamente, y para esto
es esencial contar con toda la documenta-
ción del caso. Ninguna entidad crediticia
—e inclusive las agencias de nuestra deno-
minación que ofrezcan programas de este
tipo— tendrá en cuenta a una congrega-
ción informal. Si queremos obtener recur-
sos de manera responsable mediante el uso
sabio del crédito, será necesario poner en
regla la situación de nuestra congregación.
Escribiendo a los corintios, el apóstol Pa-
blo indica que todo se haga de manera
decente y con orden (1 Co 14.40). Esto
no solamente se aplica a la adoración, sino
también al gobierno y la situación admi-
nistrativa de la Iglesia. Hacer las cosas bien
y tener nuestros asuntos en orden no so-
lamente nos beneficia en lo terrenal, sino
que además cumple con la voluntad de
Dios, agradable y perfecta.
Eduardo Sánchez Gauto
Traductor, abogado y teólogo. Abo-
gado por la Universidad Columbia
del Paraguay. Máster en Teología
(Th.M.) por el Calvin Theological Se-
minary. Profesor de Ética Cristiana y
Biblia en el Seminario Presbiteriano
del Paraguay; profesor de Teología y Biblia en la Facultad
Evangélica de Teología. Miembro de la Iglesia Cristiana de la
Gracia. Reside en Asunción con su esposa.
sombragris@gmail.com
JULIO 2019 | 21

SERIE: Lo legal en la administración eclesiástica (3/3)
Las 3 áreas a poner en orden
Cómo regularizar los aspectos legales de nuestra iglesia
En el primer artículo de esta serie consi-
deramos por qué es importante que las
Iglesias cumplan con la ley; en el siguien-
te, vimos cuáles serían los beneficios de
hacerlo. Hoy veremos algunas sugerencias
útiles que nos ayudarán a iniciar este largo
camino.
La tarea a realizar puede variar entre algo
sencillo a sumamente complejo, depen-
diendo de las circunstancias de nuestra
congregación y el ordenamiento jurídico y
administrativo de cada país. Para ello, con-
tar con un buen asesoramiento profesional
es esencial. Fundamentalmente podemos
distribuir las áreas en donde debemos con-
siderar una regularización en tres grandes
grupos: jurídico, administrativo, y conta-
ble.
1. En lo jurídico
El área jurídica es donde haremos algunos
de los trámites más importantes. La prio-
ridad absoluta es obtener la personería ju-
rídica de nuestra congregación, de manera
que pueda tener la libertad plena de ejercer
derechos y contraer obligaciones. En este
caso, muchas congregaciones locales utili-
zan la personería jurídica de un organismo
o convención denominacional. Ello puede
ser una solución temporal, pero crea una
dependencia jurídica de tal organismo y
ello podría ser un problema en casos de
distanciamiento o separación. Por tal cau-
sa, siempre es recomendable que la perso-
nalidad jurídica, de ser posible, descanse
en la congregación local.
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2. En lo administrativo
Una vez asegurada la personería jurídica,
se debe regularizar la titularidad del patri-
monio de la Iglesia; es decir, hacer que ésta
sea la titular y dueña de todos sus bienes:
terrenos, edificios, automóviles, equipos,
cuentas bancarias y otros.
El área administrativa es sumamente am-
plia pero no menos esencial. Implica in-
vestigar, y después cumplir, con todos los
requisitos que las autoridades imponen
para el correcto funcionamiento del minis-
terio. ¿Están los planos de la Iglesia apro-
bados? ¿Tenemos todas las certificaciones
de seguridad necesaria? Y otro aspecto fun-
damental, dentro de esta gran área, es el
laboral. ¿Cuál es la situación del liderazgo
de nuestra Iglesia? Si tenemos trabajado-
res rentados, ¿tienen todos los beneficios
y cargas sociales que requiere la ley? Si nos
vemos obligados a despedir a un emplea-
do, ¿hicimos las previsiones para pagar las
indemnizaciones exigidas por ley? Este úl-
timo aspecto es sumamente delicado. Her-
manos: no podemos predicar a Cristo y
pisotear los derechos de quien trabaje para
nosotros (Lucas 10.7; 1 Timoteo 5.18).
3. En lo contable
Finalmente, el área contable es esencial
para tener las finanzas en orden. Es ne-
cesario identificarnos ante la autoridad
tributaria (o autoridades); disponer de
mecanismos de auditoría que nos alerten
de posibles desórdenes o inclusive desfal-
cos; y disponer de formas de informar a
ADMINISTRACIÓN
nuestra congregación acerca de los diez-
mos, ofrendas, ingresos y egresos; hacer un
presupuesto sano y realista, y confeccionar
un balance serio y legítimo al final de cada
ejercicio financiero.
Como dijimos al inicio, para lograr todo
esto es imprescindible contar con un buen
asesoramiento profesional. Debido a la
naturaleza del mismo y al trabajo que im-
plica, no será barato. Pero hay opciones.
Muchos profesionales deciden trabajar
pro bono (sin cobrar honorarios) para las
iglesias; y algunas denominaciones ofrecen
asesoramiento gratuito o a bajo costo en
estos aspectos. También es posible contar
con la ayuda de profesionales en contacto
con nuestra congregación, que estarán fe-
lices de ayudar o de sugerir a algún colega
capaz que pueda hacerlo.
Como podemos ver, tener una iglesia con
una base legal saneada es posible, y tene-
mos herramientas para lograrlo. Por amor
al Señor, y por el testimonio que tenemos
que dar a este mundo caído y necesitado
de esperanza, hagámoslo. Es nuestro de-
ber, y es nuestro privilegio hacerlo.
Eduardo Sánchez Gauto
Traductor, abogado y teólogo. Abo-
gado por la Universidad Columbia
del Paraguay. Máster en Teología
(Th.M.) por el Calvin Theological Se-
minary. Profesor de Ética Cristiana y
Biblia en el Seminario Presbiteriano
del Paraguay; profesor de Teología y Biblia en la Facultad
Evangélica de Teología. Miembro de la Iglesia Cristiana de la
Gracia. Reside en Asunción con su esposa.
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AGOSTO 2019 | 21
 "La revista #1 para la 
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del siervo de Dios"  
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