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Confidencias de una muñeca azul:

Autobiografía y confesión en Diarios de Alejandra Pizarnik

Esta muñeca vestida de azul es mi emisaria en el mundo.


A. Pizarnik

Resumen:

Se dice que toda obra literaria tiene una dosis mínima de escritura autobiográfica,
una especie de pequeña confesión susurrada. No se pretende discutir la veracidad de
esta máxima, pues el tema ha sido ampliamente abordado, sin embargo ¿existiría una
figura que enuncie una confesión (literaria) de un yo enunciador que, desde la visión
del tercero, genere un espacio autobiográfico?

La siguiente ponencia pretenderá demostrar la existencia de elementos


pragmáticos y semióticos que proyectarán a la confesión literaria como figura
unificadora del ser y se acudirá a la autobiografía como una prosopopeya que,
paulatinamente, desenmascara sus intimidades, cual mámushka ​que escinden hasta el
límite el ​autos de la escritora de Diarios. Para este fin, se analizarán algunos
fragmentos de ​Diarios ​de Alejandra Pizarnik desde componentes pragmáticos y
semióticos, a la par de elementos intertextuales que unen, en un canto coral, a las
diversas obras de la autora argentina con sus Diarios.

Palabras clave: Pizarnik, Semiótica, Pragmática, Autobiografía, Confesión.

Los Diarios, como se sabe coloquialmente, son un espacio de escritura donde


quien escribe, lo hace anunciando su existencia desde, si se me permite decirlo, la
mismidad del ser. Picard (1981), intensifica el sentido privado de la escritura como
algo que siempre busca comunicar la existencia de quien ejerce la pluma. Como
configuración del yo, como plano general de la existencia, la escritura diarística
aparece muchas veces como una especie de crucigrama, que a medida que el autor va
encontrando las palabras para decir lo que siente, su escritura va formando una
estructura nueva e íntima que relaciona vida y literatura. Siguiendo esta premisa, el
diario es visto como un elemento literario de composición fragmentaria pero unitaria,
donde lo íntimo y lo público produce un estado de consciencia de sí y del mundo a
través de la escritura.

Una vez explicitado las características del diario, es necesario abordar la


confesión para delimitar qué y cómo se logra la confesión dentro de un diario. Vale la
pena aclarar que, la confesión que se plantea aquí es de tintes antropológicos y no
teológicos, por lo cual San Agustín (padre de la confesión teológica) no tiene mucha
participación. La confesión, como la piensa la filósofa española María Zambrano,
existe desde los tiempos en que la visión del hombre es establecida como centro del
universo, cuando el individuo comienza a existir sin barreras sobrenaturales o
sobrehumanas. Dicho esto, se hace visible que la diferencia radica totalmente del tipo
de lector/espectador que se buscaba en la antigua confesión.

Este antiguo escritor buscaba la confesión ante Dios y, por ende, su actitud era
diferente en relación al mundo material-social, pues no fue abierto ante su vida al
escribir estas confesiones (p.49). Lo confesional planteado por Zambrano (2001), se
adjudica a una búsqueda de una verdad íntima, cercana tanto a lo cotidiano, como a la
filosofía misma, lo que proporciona una nueva mirada al inscribirse y escribirse,
dejando de lado el perdón divino y elevando esta escritura a la redención del
enunciante: un ser humano que se siente vivo desde su misma concepción de sujeto
social.

Para Zambrano (2001) la confesion parte de un principio de verdad que, ligado


a la razón y la vida, expresa el lenguaje sagrado de la “historia de un alma”, o en otras
palabras, es cuando “el sujeto(a) se revela a sí mismo (p. 19). En este sentido, ¿por
qué apostamos por la analogía prosopopéyica de la ​Mamushka​, cuando hablamos de
una confesión literaria en Diarios de Alejandra Pizarnik?
Se necesita de un “otro” para lograr eficazmente una confesión, pues “la vida
necesita revelarse, expresarse”, y para esto, quien la enuncia (la confesión) debe creer
con convicción, en plenitud de su deseo, lo que confiesa y a quien se lo confiesa.

En el caso de Pizarnik y sus Diarios, podemos evidenciar que la autora


produce un “yo que es tú” que, desde un lugar enunciativo y un lugar de la
enunciación, posibilita una máscara para ese tú que es sí misma. Debe, y así lo
requiere, expresa su preocupación por la existencia.

¿A quién le hablo? ¿A ti a quien amo o a mí a quien odio? (...) Si me


dejas, te adornaré como sólo yo puedo: con mi manera torpe, lujuriosa,
infantil y alucinada. No hablo sólo de máscaras y pelucas y trajes harapientos
y vestimentas reales. Hablo de hacerte vivir en el vértigo de mi memoria, de
hacerte representar los papeles más infames y más maravillosos. Quiero que
me dejes jugar contigo como una niña loca con su muñeca. (Diarios, 2013, p.
462)

Ahora bien, escribir(se) genera una imagen de doble trabajo de lectura; el huir
de sí, paralelo al ser-estar heideggeriano, no produce otra reacción distinta al abrir
brechas, expandir los límites, trasponerlos y romperlos. Lo anterior parece estar
destinado a un otro yo, un externo en carácter enunciativo (deíctico, pronombres,
dualidad) y semiótico (qué, cómo y cuáles referentes habla) que dialoga con ella de
manera intratextual e intertextual (poesía, cuentos, etc).

alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra1

Siendo así, el diálogo entre quien confiesa y es confesado, parte de Diarios, de


una conversión más antropológica de la confesión, de una confesión literaria, pues “la
confesión, no teniendo unidad, la necesita y la supone”. He aquí la sugerencia de la
Mamushka ​como analogía prosopopéyica. Como método de sentido, generar la

1
​Pizarnik, A. (2001)​ Poesía completa.​ Colombia: Lumen, p. 65
confesión de un personaje real, desde una máscara, permite el diálogo entre una
unidad de sentido contemplativa y otra unidad de sentido empírica.

Esto empalma perfectamente con la noción de autobiografía. Jesús Camarero


(2011), define a la autobiografía como “un fenómeno que concierne al mundo, al yo y
al texto” (p. 12). Con ello, realiza un llamado a la unificación del individuo con la
realidad que le imprenta el sello característico a cada autor, en este caso, Alejandra
Pizarnik. En esto se concuerda con Camarero (2011), al pensar que quien consolida
una autobiografía, lo hace desde un discurso “reflexivo sobre su trayectoria de
existencia y (...) crítico de la vida transcurrida” (p. 15). La condición que procura la
búsqueda de sí mismo a través de estos cuadernos, es un compromiso con la vida de
manera horizontal, una consciencia de sí, acompañada de un conocimiento de sí, todo
logrado a partir de una figura prosopopéyica que hemos denominado “Muñeca azul”.
En este sentido, Venti (2008) sugiere que “el nombre propio (muñeca) propone una
cierto modo de ser del discurso” (p. 108) y su vez define que:

Su forma de relacionarse consigo mismo se manifiesta en forma de


«comentario autorreflexivo» que consiste en adoptar un punto de vista
externo. La palabra ajena se incorpora al propio discurso y se convierte en
objeto de su propia representación. Se trata de un desdoblamiento yo-yo: el
yo es observador y observado, y también es juzgado, compadecido, o
comentado por el propio yo. En este sentido, al comentar, juzgar o
comprender nuestras acciones, y proyectarlas previamente, actuamos como
agente, observador y crítico. (P. 109)

Por su parte, J. L. Austin (1990), encontramos al poder del lenguaje natural o


cotidiano, pues se resalta “ese lenguaje [que] atesora la experiencia secular humana”
(p. 10). La vinculación del lenguaje natural fortalece la idea de que toda la vida /
experiencia, se puede verter en la escritura, como un arroyo que alimenta a los seres
más cercanos de sí. Una visión que se vincula de forma dinámica al hecho de la
lengua (y su escritura) como una manera de existir y ser ante el mundo. Las palabras
que se usan y las formas en que se usan determinan la significación que cada sujeto le
da dentro de un contexto. El modelo de escritura de Pizarnik moviliza al sujeto a
representarse y a curar las dificultades que han traído consigo las formas de
interacción con el mundo social y literario, le empuja a expandirse en otro tipo de
lenguaje que le transforma, a través de la actitud de su propia escritura / experiencia:

Hablo con la voz que está detrás de la voz y con los mágicos sonidos
del lenguaje de la endechadora (...) A unos ojos ​azules que daban sentido a
mis sufrimientos en la noche de verano de mi infancia (...) Quiero ver en vez
de nombrar”​ (Prosa completa, 2014, p. 52)

Así sucede con ​Diarios de Alejandra Pizarnik. En ellos se manifiesta una


introspección del ​sujeto singular (enunciadora) que se reencuentra con una identidad
colectiva (enunciataria) a través de una figura que posa, con sutileza, de
2
autorreferencial​: una muñeca . Esta aparece en algunos fragmentos de los diarios, en
un cuento, en varios poemas de diversos poemarios: la figura de una muñeca que
habla, se mueve, que crea por ella (por Alejandra) está constantemente presente lírica
en la poética de la escritora argentina. Mediante esta figura, la escritora logra
establecer un diálogo con un tú enunciatario, entre la que es y la que desea ser.

Si me dejas, te adornaré como sólo yo puedo: con mi manera torpe,


lujuriosa, infantil y alucinada. No hablo sólo de máscaras y pelucas y trajes
harapientos y vestimentas reales. Hablo de hacerte vivir en el vértigo de mi
memoria, de hacerte representar los papeles más infames y más maravillosos.
Quiero que me dejes jugar contigo como una niña loca con su muñeca.
Aunque atrozmente idiota, te revelaré historias fabulosas. Junto al viejo
fuego, en las tardes de invierno, habrá tus ojos claros navegando por el
asombro de narraciones creídas imposibles. Si me dejas, asombraré a tu
sombra —hija de tantas otras sombras que conozco más que a mí misma —.
(Diarios, 2013, p. 462)

2​
En unos pocos casos se hace referencia también a la palabra “Marioneta”.
“Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la
desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que
tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar
escuchando cuentos de álamos nevados?

Yo quería que mis dedos de muñeca penetraran en las teclas. Yo no


quería rozar, como una araña, el teclado. Yo quería hundirme, clavarme,
fijarme, petrificarme. Yo quería entrar en el teclado para entrar adentro de la
música para tener una patria”3. (Poesía completa, 2013, p. 264-266)

Estos niveles de análisis se cristalizan a través de los elementos enunciativos (su


capacidad de distinguir[se]), semióticos (cómo se [re]conoce) y confesionales (qué y
por qué se [re]conoce) en los Diarios, texto originalmente autobiográfico, para lograr
establecer cómo se logra el pacto confesional (quién confiesa y qué es lo confesado), a
través de una escritura diarística. En ella hay una actuación donde el sujeto-escritor, es
capaz de hacer una inflexión de su vida, disolviendo la escritura en un conocimiento
que permite “vernos a nosotros mismos como otros”, como una confesión ante un
espejo, búsqueda del ser que se mueve a través del lenguaje, y en este caso, en una
figura prosopopéyica representada en una​ muñeca.​

Citando a Pizarnik en los Diarios originales, Venti (2008) nos proporciona a una
Pizarnik dialogante con este otro ser que la habita, a esa muñeca que desliga sus
máscaras por un momento se pregunta, sincera, sobre su condición:

Tanta máscara, para qué, para quién. ¿Y todo, en esta vida habrá sido
para divertir al espejo? Hablo de uniones, de puentes, de nupcias. Hablo de
decir con una voz que no nace porque no la dejan. Hablo de un contacto
amoroso, de manos que existen para estrechar otras, de labios que cumplen
con su función, hablo del amor, qué diablos, del amor que me sucede a mí,
ahora en este preciso momento. (Venti citando a Pizarnik, p. 67)4

3
​Pizarnik, A (2013) Poesía Completa. Colombia: Lumen. p. 264-266.
4
​Entrada suprimida de Diarios, 19 de octubre de 1962. Alejandra Pizamik. Papers, archivo 2.
carpeta 1, Departamento de Libros Raros y Colecciones Especiales. Biblioteca de la
Universidad de Princeton.
Aludiendo a lo anterior, es en el lenguaje de Diarios donde podemos encontrar a
una Pizarnik mucho más íntima y cotidiana. Nos hallamos ante una escritura del
ensimismamiento, poeta de curiosidad abismal. Sus diarios configuran un mar de
referencias al campo vital de la autora, que van desde la literatura que la ha marcado a
nivel académico, como las lecturas que han generado un estilo creativo y social dentro
del actuar, pensar y sentir de su existencia. Es en lo cotidiano de todo ser humano,
donde vemos florecer las grandes isotopías de su literatura, pero también, las formas
en que encara su vida a través de la misma escritura.

Entre los críticos enunciados anteriormente, la autobiografía en relación a la


confesión, permite concebir una puesta en escena de la vida autorial a través de la
creación de un sujeto que conserva la calidad de enunciador y enunciatario a la vez.
Así, la confesión (y sus características) brindan al autor la posibilidad de realizar una
autorreflexividad más elaborada, proceso necesario, según Camarero, para inscribir a
la confesión como elemento configurador dentro de lo autobiográfico. Si se estudian
estas instancias, la escritura de la autobiografía se presenta como un eco del yo, una
narrativa antropológica que dialoga con todas las posibilidades del ser.

BIBLIOGRAFÍA:

Austin, J (1990) ​Cómo hacer cosas con palabras​. España: Editorial Paidós

Camarero, J (2011) ​Autobiografia: escritura y existencia.​ España: Anthropos


Editorial. P. 1 - 80.

Picard, R. (1981) El diario como género entre lo íntimo y lo público. España:


Anuario de la Sociedad Española de Literatura General y Comparada. p. 115-122

Pizarnik, A (2013) ​Diarios.​ Colombia: Lumen.

_________ (2013) Poesía Completa. Colombia: Lumen.

________ (2014) ​Prosa Completa.​ Colombia: Lumen. p. 52-53.


Venti, Patricia (2007) ​Alejandra Pizarnik en el contexto argentino.​ España:
Universidad Complutense de Madrid.

___________ (2008) ​Escrituras invisibles: La autobiografía en Alejandra


Pizarnik.​ España: Anthropos

Zambrano (2001) ​La confesión: género literario.​ España: Editorial Siruela

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