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Resumen:
Se dice que toda obra literaria tiene una dosis mínima de escritura autobiográfica,
una especie de pequeña confesión susurrada. No se pretende discutir la veracidad de
esta máxima, pues el tema ha sido ampliamente abordado, sin embargo ¿existiría una
figura que enuncie una confesión (literaria) de un yo enunciador que, desde la visión
del tercero, genere un espacio autobiográfico?
Este antiguo escritor buscaba la confesión ante Dios y, por ende, su actitud era
diferente en relación al mundo material-social, pues no fue abierto ante su vida al
escribir estas confesiones (p.49). Lo confesional planteado por Zambrano (2001), se
adjudica a una búsqueda de una verdad íntima, cercana tanto a lo cotidiano, como a la
filosofía misma, lo que proporciona una nueva mirada al inscribirse y escribirse,
dejando de lado el perdón divino y elevando esta escritura a la redención del
enunciante: un ser humano que se siente vivo desde su misma concepción de sujeto
social.
Ahora bien, escribir(se) genera una imagen de doble trabajo de lectura; el huir
de sí, paralelo al ser-estar heideggeriano, no produce otra reacción distinta al abrir
brechas, expandir los límites, trasponerlos y romperlos. Lo anterior parece estar
destinado a un otro yo, un externo en carácter enunciativo (deíctico, pronombres,
dualidad) y semiótico (qué, cómo y cuáles referentes habla) que dialoga con ella de
manera intratextual e intertextual (poesía, cuentos, etc).
alejandra alejandra
debajo estoy yo
alejandra1
1
Pizarnik, A. (2001) Poesía completa. Colombia: Lumen, p. 65
confesión de un personaje real, desde una máscara, permite el diálogo entre una
unidad de sentido contemplativa y otra unidad de sentido empírica.
Hablo con la voz que está detrás de la voz y con los mágicos sonidos
del lenguaje de la endechadora (...) A unos ojos azules que daban sentido a
mis sufrimientos en la noche de verano de mi infancia (...) Quiero ver en vez
de nombrar” (Prosa completa, 2014, p. 52)
2
En unos pocos casos se hace referencia también a la palabra “Marioneta”.
“Las muñecas desventradas por mis antiguas manos de muñeca, la
desilusión al encontrar pura estopa (pura estepa tu memoria): el padre, que
tuvo que ser Tiresias, flota en el río. Pero tú, ¿por qué te dejaste asesinar
escuchando cuentos de álamos nevados?
Citando a Pizarnik en los Diarios originales, Venti (2008) nos proporciona a una
Pizarnik dialogante con este otro ser que la habita, a esa muñeca que desliga sus
máscaras por un momento se pregunta, sincera, sobre su condición:
Tanta máscara, para qué, para quién. ¿Y todo, en esta vida habrá sido
para divertir al espejo? Hablo de uniones, de puentes, de nupcias. Hablo de
decir con una voz que no nace porque no la dejan. Hablo de un contacto
amoroso, de manos que existen para estrechar otras, de labios que cumplen
con su función, hablo del amor, qué diablos, del amor que me sucede a mí,
ahora en este preciso momento. (Venti citando a Pizarnik, p. 67)4
3
Pizarnik, A (2013) Poesía Completa. Colombia: Lumen. p. 264-266.
4
Entrada suprimida de Diarios, 19 de octubre de 1962. Alejandra Pizamik. Papers, archivo 2.
carpeta 1, Departamento de Libros Raros y Colecciones Especiales. Biblioteca de la
Universidad de Princeton.
Aludiendo a lo anterior, es en el lenguaje de Diarios donde podemos encontrar a
una Pizarnik mucho más íntima y cotidiana. Nos hallamos ante una escritura del
ensimismamiento, poeta de curiosidad abismal. Sus diarios configuran un mar de
referencias al campo vital de la autora, que van desde la literatura que la ha marcado a
nivel académico, como las lecturas que han generado un estilo creativo y social dentro
del actuar, pensar y sentir de su existencia. Es en lo cotidiano de todo ser humano,
donde vemos florecer las grandes isotopías de su literatura, pero también, las formas
en que encara su vida a través de la misma escritura.
BIBLIOGRAFÍA:
Austin, J (1990) Cómo hacer cosas con palabras. España: Editorial Paidós