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Sin ser historiador o sociólogo podemos hacer una pequeña evaluación de nuestra
identidad de “ticos” con solo el hecho de observar un poco nuestras ciudades, ya que la
arquitectura es un reflejo del vivir de un pueblo, porque responde a las necesidades de la
comunidad que la crea, plasmando así, su vida urbana, rural y socioeconómica, razón
por la que en una sociedad, la arquitectura se vuelve un perfecto retrato de sí misma.
En primer lugar, los primeros Ingenieros y Arquitectos que se formaron en Costa Rica
estudiaron fuera del país, donde obviamente aprendieron sobre una arquitectura foránea
con sistemas constructivos desconocidos hasta ese momento, que al implementarlos en
el ámbito nacional, logró imponerse ante un pueblo ignorante en la materia.
Otro aspecto es, que desde hace varias décadas a la fecha, se ha impuesto a nivel
mundial un estilo arquitectónico internacional, que dio los primeros trazos de lo que
hoy conocemos en un ámbito más amplio como “Globalización”, algo a lo que no
hemos sido ajenos para nada.
Ante estos tres factores, se vuelve abrumador el pretender tener una arquitectura cien
por ciento propia pero además, observando estos aspectos, podemos aplicarlos
fácilmente a cualquier ámbito de nuestra sociedad, por lo que también se explican
muchas cosas del ser costarricense.
En los tiempos en que se hizo el teatro nacional, el mismo fue traído integro desde
Europa e instalado en el centro de la ciudad, siendo venerado hoy como nuestra joya
más bella de la ciudad, pero ahora, la republica de China nos dona un estadio, diseñado
y construido por ellos mismos, mostrándose como el segundo mesías de nuestra
arquitectura.
En varias décadas pasadas hubo varios gobiernos que se esforzaron por imponer una
arquitectura institucional, donde se construyeron los edificios hasta ese momento más
grandes, para darle un carácter más urbano y moderno a una pálida capital
tercermundista. Para esta ultima década ya se está implementando la construcción de
edificios mas comerciales que compiten con los estatales, siempre con un guiño a los
movimientos y tendencias internacionales, pero eso sí, con un respeto a los sistemas
constructivos que se vuelven más tradicionales en este país, como lo es el concreto
armado y pretensado.
Existe hoy en día una tendencia a replantear nuestra arquitectura, con diseños adaptados
a nuestro clima tan particular y haciendo uso de materiales accesibles en la región, lo
cual no suena nada mal, pero con proyectos tales como: centros comerciales bajo techo
llamados “Malls”, Oficentros de alta tecnología , Hotelería y finalmente grandes naves
industriales, para manufactura de productos con materias primas traídas por
transnacionales; el desarrollo de este país se ha enfocado en un tipo de arquitectura
especificada desde afuera de nuestras fronteras, producto de una creciente demanda que
no hemos podido detenernos a pensar ¿cuál es la mejor manera de adaptarla a nuestro
contexto?, ya que todo esto se ha dado de forma tan acelerada y no por un análisis
concienzudo propuesto por diseñadores urbanistas.
Así, es casi inevitable que aceptemos este mosaico de estilos y tendencias como parte de
nuestra arquitectura, así como la de nuestra identidad propia. No obstante, como
profesionales del ramo debemos siempre hacer el esfuerzo de buscar los pequeños
grandes detalles que sirvan de sello para una arquitectura propia del Costarricense, ya
que no hay que olvidar que a pesar de que venga predefinida desde el extranjero, será
utilizada por nosotros mismos, por lo que debe solucionar nuestras propias necesidades
que al final, esa es la principal función de la Arquitectura.