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http://www.sinpermiso.info/textos/una-recesion-manufacturera-global
Central, el Bundesbank, la economía alemana en su conjunto está en una “recesión virtual”2),
Japón, EEUU, el Reino Unido, Canadá, etc. En el caso de China o India, ambos países exhiben sus
niveles de crecimiento del PIB real más bajos en una década.
La propia recesión industrial es uno de los principales factores que empujan al arribo de una
recesión de la economía capitalista en su conjunto dentro del corto plazo. Esto es así porque la
recesión manufacturera tiene el potencial de tener efectos directos sobre el empleo y la capacidad
adquisitiva de las masas a nivel mundial; cuando el empleo mundial disminuye, el poder
adquisitivo de los trabajadores se ve mermado, lo que afecta al conjunto de la economía
capitalista. Cuestión que hemos podido ver de forma clara en las constantes medidas de la reserva
federal de Estados Unidos por bajar las tasas de interés, siguiendo la tendencia global de relajación
de la política monetaria para reactivar la economía, sin embargo estas medidas como
consecuencia de un claro clima de incertidumbre mundial y los altos niveles de deuda pública ha
limitado su margen de maniobra acentuando y prolongando la desaceleración. Es altamente
esperable que éstas sean las tendencias fundamentales de la economía capitalista durante los
próximos meses. La clase capitalista mundial se encuentra atada de manos por las propias
tendencias objetivas del desarrollo del capitalismo, y por ende, imposibilitada de detener el
devastador terremoto que se avecina en la economía mundial.
Esta tendencia ha tomado fuerza durante el último mes en nuestro continente por medio del
fenomenal desarrollo de las Rebeliones de Ecuador y Chile, cuyas tendencias fundamentales es
muy importante develar para avanzar hacia una adecuada caracterización del período histórico a
que asistimos.
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https://www.ft.com/content/effc1c60-f3f3-11e9-b018-3ef8794b17c6
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http://revistazimut.cl/desatar-la-rebelion-popular-contra-la-ofensiva-del-capital-en-toda-america-latina/
por el chavismo, En Bolivia por el MAS, en Argentina por el kirchnerismo, en Brasil por los
gobiernos del PT, en Ecuador el correísmo, etc.), y una contraofensiva del Imperialismo
norteamericano por el control de la región, en consonancia con el desarrollo de la agudización de
la crisis inter imperialista y el ascenso de nuevas facciones de la burguesía mundial (China y Rusia).
Por otra parte, la Rebelión Popular de nuestro país se nutre directamente del poderoso impulso de
la Rebelión ecuatoriana, pero sobre la base de sus propias particularidades, desarrolla y cualifica la
tendencia mundial a la Rebelión Popular. La desarrolla a través del colosal despliegue popular
materializado durante las últimas semanas en la combinación de diferentes métodos de lucha: las
luchas legales y semilegales, los métodos violentos y los pacíficos, la combinación de las luchas
reivindicativas para el impulso de la lucha política, etc. Mediante la explosiva tendencia a la auto
organización del pueblo cristalizada en la proliferación de asambleas populares, de
trabajadores/as y estudiante. La cualifica debido a que su profundidad pone en cuestión las bases
mismas del régimen político que sostiene el sistema de explotación capitalista en nuestro país; en
este sentido, la Rebelión Popular en Chile no se circunscribe a algún momento de profundización
“coyuntural” de la ofensiva capitalista, como podría ser el programa de gobierno de Piñera (su
reforma laboral o su reforma tributaria por ej.), sino que se alza sobre los cimientos del sistema
político de nuestro país, cimientos que están directamente relacionados con la ofensiva del capital
contra el trabajo desde una perspectiva ya no coyuntural, sino histórica. Dicho cuestionamiento
profundo cristaliza en la generalizada aspiración popular por una Asamblea Constituyente y una
nueva constitución política.
Este proceso, sienta las bases políticas para la derrota de la ofensiva capitalista en nuestra región.
En este sentido, los intereses imperialistas reciben duros golpes por parte de la iniciativa y la
ofensiva de los pueblos, y se ven obligados a responder a través de adecuaciones tácticas y
estratégicas en función de retomar la iniciativa y derrotar las tendencias a la Rebelión Popular. Un
paso importante a este respecto ha sido dado a través del golpe militar llevado a cabo desde hace
algunas semanas en Bolivia y consumado durante el día de ayer. El golpe en Bolivia representa la
primera señal inequívoca consumada de intervención directa del imperialismo en la crisis política
abierta en nuestra región tras la rebelión popular en Ecuador, cuyos actores principales hasta el
momento estaban personificados en los regímenes burgueses profundamente debilitados, por una
parte, y las masas populares y trabajadoras en ofensiva, por otra.
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https://www.eluniverso.com/noticias/2019/11/09/nota/7595321/conaie-evalua-sus-bases-tras-paro
Debido a la intervención directa del imperialismo, la crisis en Bolivia tiene características que le
son propias, y no puede ser asimilada ligeramente a la situación de otros países de la región. Los
vínculos de las facciones burguesas y oligárquicas de Santa Cruz con el imperialismo son evidentes,
y se encuentran fuertemente mediados por el rol que juegan los capitales brasileros en el oriente
boliviano y la propia dependencia económica de Bolivia con Brasil, determinada
fundamentalmente por las exportaciones de gas boliviano. Llama poderosamente la atención de la
comunidad de intereses de la cúpula militar brasilera y el sector representado por Bolsonaro
respecto a la situación boliviana (a diferencia del caso del golpismo venezolano, en que las
contradicciones se manifestaron desde el primer momento). En este sentido, la maniobra del
imperialismo persigue el objetivo del establecimiento de un eje estratégico reaccionario, en el cual
Brasil juega un papel protagónico, y en el que la posición de Bolivia es clave para la preparación de
una fuerte contraofensiva tendiente a generar las condiciones propicias para el aplastamiento
armado a largo plazo del proceso revolucionario abierto por las Rebeliones Populares en América
Latina.
El caso de Brasil, sin embargo, no está exento de contradicciones. La reciente liberación del ex
presidente Lula Da Silva sobre la base de una resolución del Tribunal Supremo de Justicia, debe ser
analizada desde la perspectiva de la crisis política en su conjunto. Por una parte, el régimen ha
conseguido recientemente imponer una reforma previsional tremendamente perjudicial para los
intereses de la clase trabajadora, reforma que tiene el potencial de exacerbar fuertemente las ya
incipientes tendencias a la Rebelión en Brasil, tendencias manifiestas en el auge de la lucha de
masas en todo el país. Consciente del volcán social sobre el que se yergue, y en consecuencia con
las adecuaciones tácticas del imperialismo yanqui y el plan de Trump para la región, el régimen
brasilero se debate en estos días sobre una cuestión fundamental: como consecuencia de su
propia debilidad (de la cual la liberación de Lula es una irrefutable prueba), Bolsonaro impulsa una
iniciativa de reforma constitucional tendiente a la implantación del estado de excepción
permanente, y la declaración abierta de guerra contra el movimiento popular. A través de esta
maniobra, el régimen busca anteponerse al desarrollo de la Rebelión Popular, reduciendo al
mínimo las posibilidades de lucha de masas desde una perspectiva legal y semilegal. El
paramilitarismo y el estado policial sobre los que descansa el régimen en la actualidad, parecen ya
no ser suficientes para frenar los vientos de Rebelión que soplan con fuerza desde otras latitudes.
Frenar esta intentona de cualificación represiva y barrer con el régimen político pro imperialista se
transforman de este modo en los objetivos principales del movimiento popular brasilero en las
actuales condiciones. La Rebelión Popular se erige como el método fundamental para la
consecución de dichos objetivos, en contraposición directa a los intentos de Lula y las cúpulas del
PT y el PCdB de desviar a las masas de la lucha directa y lanzarse a la preparación de las elecciones
del 2022.
En consecuencia, sobre la base de los elementos anteriormente esbozados, podemos arribar a una
caracterización más precisa del rol que jugará el Imperialismo en la región en perspectivas de
enfrentar el nuevo escenario abierto por la tendencia al desarrollo de la Rebelión Popular en la
mayoría de los países latinoamericanos. Por una parte, el actual escenario muestra las limitaciones
tácticas de la apuesta imperialista de implementar la ofensiva sobre la base de los métodos
institucionales, el parlamentarismo y la elección de gobiernos de tendencia derechista, como el
caso de Macri, Piñera o Bolsonaro. Dicha apuesta se encuentra políticamente derrotada por la
ofensiva de los pueblos de nuestro continente. Frente a esta realidad, y como consecuencia del
progresivo debilitamiento y crisis de los regímenes burgueses, toman centralidad los métodos de
la guerra sucia, el terrorismo de Estado y el azuzamiento de elementos de carácter bonapartista
reaccionario, paramilitares y fascistoides, en complicidad con las Fuerzas Armadas y Policiales de
nuestro continente, visceralmente reaccionarias y pro imperialistas. La posibilidad de dichos
elementos reaccionarios de ganar bases de masas radica en su vinculación estrecha con factores
de carácter ideológico o religiosos, tales como las iglesias y variados tipos de organizaciones no
gubernamentales.
El imperialismo busca retomar la ofensiva; su objetivo fundamental sigue siendo materializar las
condiciones para profundizar la súper explotación del trabajo y los recursos naturales en nuestra
región. Sin embargo, frente a la férrea resistencia de las masas trabajadoras e indígenas, retomará
su faz más agresiva y no trepidará en abandonar cualquier apariencia “democrática” con la
finalidad de aplastar las rebeliones mediante los métodos de rapiña y la guerra de clases. La
derrota histórica de los proyectos reformistas y nacional populistas en la región, simbolizados en la
claudicación de Evo Morales ante el golpe perpetrado por Trump en complicidad directa con la
OEA, nos da señales claras respecto al único camino viable para los pueblos latinoamericanos en el
actual período: Desarrollar la Rebelión Popular en perspectiva continental para asestar una
derrota estratégica a la contraofensiva del imperialismo yanqui. ¡Armar a las masas y construir
fuertes Partidos Revolucionarios son requisitos imprescindibles para conseguirlo!
Como señalábamos hace algunas semanas, la Rebelión Popular abre un nuevo período de la lucha
de clases de nuestro país, un período que por medio de bruscos virajes y giros, tiene un potencial
revolucionario. Este período, es la materialización concreta para las condiciones de nuestro país
del período de guerras, crisis y revoluciones que se expresa fuertemente y que viene madurando
desde hace ya algunos años en la situación política mundial. El carácter revolucionario del período
a que asistimos, está determinado por la potencialidad revolucionaria de las tendencias
fundamentales expresadas en la lucha de clases en el momento actual:
En primer lugar, la profundización de la crisis del bloque en el poder, la “crisis de legitimidad” que
venía desarrollándose desde hace algunos años en nuestro país, deviene en una tendencia a la
bancarrota y la crisis del régimen político en su conjunto. Dicha tendencia a la crisis orgánica,
determina lo que hemos denominado como el proceso de “apertura de la problemática del
poder”. En las actuales condiciones, no existe ninguna facción política burguesa en condiciones de
superar la crisis sobre la base de una propuesta política concreta, que tenga la capacidad de
establecer un nuevo pacto de dominación. Como señalábamos hace algunas semanas, “Es
completamente imposible en las actuales condiciones una posible salida democrática por parte de
la burguesía a la crisis política en curso.”. Cuando hablamos de una “salida democrática”, nos
referimos específicamente a la posibilidad de que la burguesía maniobre en la perspectiva de dar
un paso atrás, conceder algunas de las reivindicaciones fundamentales de la Rebelión (como sería
el fin de las AFP o un aumento significativo y real del poder adquisitivo de las masas por ej.) y de
esta forma, recuperar una situación de gobernabilidad sobre la base de un mínimo de consenso
que les permita preparar en mejores condiciones un nuevo embate sobre las masas. Si revisamos
los acontecimientos de los últimos días, podremos ver con mayor detalle el desarrollo de estas
tendencias.
La gigantesca debilidad política del gobierno queda en evidencia a través de sus permanentes
vacilaciones. La farsa de la “renovación” intentada por medio del cambio de gabinete se encuentra
a estas alturas absolutamente develada a ojos de las masas. La mayor evidencia de ello queda
demostrada a través del continuismo absoluto de la brutalidad represiva, expresada a través del
número de personas heridas, mutiladas, salvajemente golpeadas, abusadas, torturadas y
encarceladas durante los últimos días. Los números del “liberal” Blumel en este sentido, son
iguales o incluso peores que los de su predecesor en Interior, el fascista Chadwick. En el plano
político, la negativa rotunda a las modificaciones constitucionales fue progresivamente variando
hasta llegar a los anuncios del día de ayer, en que el gobierno se abre a la posibilidad de elaborar
una nueva constitución política por medio del congreso nacional (cuyos niveles de desaprobación
baten récords mundiales), anuncio que aborta en la práctica la iniciativa inmediatamente anterior,
la de los “diálogos ciudadanos”.
En este sentido, se abre la discusión respecto a las posibilidades reales para la superación de esta
crisis.