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Universidad de la República

Facultad de Ciencias Sociales – Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación


Maestría en Historia Política

Proyecto de Tesis
Tutor: Dr. Diego Sempol
EL TRIÁNGULO DE EMPODERAMIENTO:
LA DESNATURALIZACIÓN DE LA “VIOLENCIA DOMÉSTICA ” EN URUGUAY (1984-1995).

Lucía Verónica Martínez Hernández

Resumen
Este proyecto de investigación planea abordar el proceso sociopolítico de la construcción de la
violencia doméstica, cómo una de las manifestaciones de lo que en 1980 se conceptualizaba como ‘el
problema de la violencia contra la mujer’. En consecuencia, analizaré la incidencia del Movimiento
de Mujeres y Feminista uruguayo y sus vinculaciones con los actores político-partidarios y
organizaciones internacionales en la promulgación de la Ley n° 16.707. Ley que modifica el Código
Penal introduciendo el delito de violencia doméstica en el año 1995.
Me propongo demostrar cómo la agencia política femenina logró incidir en la construcción de
una nueva agenda política favorecida por la disputa en torno a las significaciones de la democracia
que debía construirse tras doce años de gobiernos cívico-militares. Del mismo modo analizaré cómo
las demandas del movimiento fueron capitalizadas por el sistema político uruguayo para relegitimar al
Estado y recibir fondos de ayuda económica administrados por organismos internacionales.
Partiendo de la una identificación de los componentes, identidades, modos de acción y
demandas del Movimiento de Mujeres y Feminista, pretendo articular las formas de relacionamiento
entre organizaciones pioneras en la temática —Instituto Mujer y Sociedad, SOS Mujer, Casa de la
Mujer de la Unión, Centro de Asistencia de la Mujer Maltratada, Mujer Ahora— con el proceder
político de los representantes y de las organizaciones internacionales con opinión sobre la temática
durante el periodo de tratamiento de la Ley n° 16.707 hasta su promulgación.
Utilizaré las técnicas de investigación del modo cualitativo y cuando considere necesario me
serviré también del análisis deductivo del modo cuantitativo. En lo relativo a las fuentes, trabajaré con
documentos producidos por el movimiento social, documentos oficiales, prensa de época y entrevistas
semi-estructuradas.

Palabras clave: violencia doméstica- transición hacia la democracia- movimiento de mujeres y


feminista- políticas públicas.

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1. FUNDAMENTACION Y ANTECEDENTES:
Usualmente los y las historiadoras construimos nuestras preguntas al sentirnos interpelados por
nuestro presente. En tal sentido, la visibilidad adquirida por el tópico violencia doméstica y entrada en el
debate político/público resulta insoslayable. Esta creciente visibilidad de la violencia doméstica como un
problema social no se debe tanto a un aumento de casos, como sí a un cambio de perspectiva en lo relativo a
su conceptualización: dejó de ser ‘violencia conyugal’, ‘crimen pasional’ e incluso ‘violencia intrafamiliar’.
Dejó de ser un problema privado y pasó a ser un problema social/público, dónde el Estado tiene grados de
responsabilidad (Carril, 2014, p. 5).
Esta mayor visibilidad del problema ha legitimado una serie de aportes académicos vinculados a la
comprensión de la temática. Ello ha favorecido la inteligibilidad de esta compleja situación de emergencia
social1 en la que según especialistas un alto porcentaje de los casos siguen sin ser denunciados.
En esta línea de aportes académicos planeo contribuir desde el análisis histórico a este campo de
reflexión, en el que existen evaluaciones parciales sobre las políticas públicas instrumentadas en forma
reciente. Ejemplo de ellos son los aportes realizados por la trabajadora social Ana Laura Cafaro en torno a la
insuficiencia de los resortes estatales implementados para dar cumplimiento a la Ley n° 17.514 2 (Cafaro,
2015) y de activistas sociales en torno a los vacios de aplicación de la misma ley (Hoffmann, 2015).
Asimismo existen los aportes vinculados a destramar el vínculo entre organizaciones de la sociedad civil y la
institucionalidad (González Viñoly, 2012; Herrera, 2015; Nesta, 2016) y las narrativas de activistas sobre los
logros y desafíos a treinta años de iniciado este camino (Tuana Nageli, 2015). Finalmente, una de las
mayores ambiciones de este proyecto es constituirse en insumo de un campo de estudios en revisión y
construcción a nivel local: los ochenta (de Giorgi & Demasi, 2016, p. 10). Intentaré acercar otra experiencia
de una coyuntura que se vivenció a través de múltiples ideas de democracia y que posteriormente fueron
invisibilizadas por el peso del discurso político partidario en la retórica hegemónica de la transición hacia la
democracia; cuyo agente principal de producción discursiva fue el sector autodenominado “batllista” del
Partido Colorado con Julio María Sanguinetti como principal vocero (de Giorgi & Demasi, 2016, p. 11). A
modo de ejemplo, la noción de democracia que incluía nuevos actores y nuevos problemas que excedían lo
estrictamente político-partidario y que sustentaron reclamos como el de los colectivos de mujeres y
feministas de ‘democracia en el país y democracia en el hogar’ (Rodríguez Villamil, 1986, p. 15).

1
Las cifras oficiales del último informe publicado de forma completa arrojó que entre enero y octubre 2016 se recibieron denuncias por
violencia doméstica cada 17 minutos; siendo en un 20,8% víctimas los hombres y en un 79,2% víctimas las mujeres (Observatorio Nacional
sobre Violencia y Criminalidad, 2016, pp. 4-6). En lo que respecta al año próximo pasado —2017— desde enero a octubre se registraron 31.854
denuncias por violencia doméstica y delitos asociados, lo que se traduce en una denuncia cada 14 minutos en la que el 68,6% de los casos el
delito fue cometido por la ex pareja o con vínculo sexual y el 30,8% por familiares directos o políticos; siendo las mujeres el 72,8% de las
víctimas y los hombres el 27,2%. A estas cifras debe agregarse que durante 2017 se registraron también 41 casos de homicidios a mujeres, que
en un 56,1% fueron cometidos por parejas, ex parejas o familiares (Ministerio del Interior, 2017). A marzo del presente año —2018— se
contabilizaron 4 casos de feminicidios aclarados, 2 sin aclarar y 7 tentativas (Ministerio del Interior, 2018).
2
Ley de violencia doméstica sancionada en 2002. La misma establece resortes de contención tanto para víctimas como victimarios.

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a) Violencia doméstica, mujeres y transición.


Cómo se mencionó anteriormente, el estado de emergencia social configurado en torno a la violencia
doméstica ha recibido la atención de algunas áreas de la academia, particularmente de la Psicología. Desde
ese campo el abordaje se ha realizado en distintos ángulos: roles de género (Camargo, 2016); sistema
agresor-pareja (Castillo da Silva, 2016; Lenzi Scasso, 2016; C. Martínez, 2014); violencia durante la
maternidad-embarazo (Dreyer, 2016); procesos de recuperación (de Brun, 2016); violencia doméstica en la
ruralidad (Gatto, 2016; Maqueira Rodríguez, 2016); percepción-autopercepción de la víctima (Hernández
Coria, 2015; López Rodríguez, 2015). En menor medida el tema ha sido trabajado también desde las
Ciencias Sociales, sobre todo desde el Trabajo Social. La perspectiva de análisis en este caso también es
variada: reproducción social del problema (Álvarez Medina, 2015); masculinidades y violencia (Muro, 2013;
Vique Martínez, 2005, 2015) y programas de abordaje de la problemática (Moreira Briart, 2014).
Aunque la vasta producción académica resultó imprescindible para pensar el problema de
investigación, es importante destacar que no se registran abordajes de la temática ni desde la Historia ni
desde la Ciencia Política. Debe señalarse incluso, la tardía construcción de la mujer cómo sujeto histórico en
América Latina (Luna, 1994) y el posterior debate en torno al género y la lucha contra “la escasa
legitimidad académica concedida a los estudios sobre las mujeres como área específica” (Rodríguez
Villamil, 1991, pp. 8-9). De hecho, en la historiografía nacional a excepción de casos aislados3, hasta 1991
con el seminario Mujeres e Historia del Uruguay no registra una preocupación ni por las mujeres como
sujetos históricos ni por el género como categoría de análisis. Antedicho seminario estuvo organizado por
GRECMU4 y FESUR5 con la colaboración del Instituto Goethe, y fue un mojón en la producción académica
por ser el primero en su especie y por
“dar un paso más allá del gueto de la investigación feminista (…) [y] discutir la pertinencia y
las posibilidades que abriría la incorporación de una perspectiva de género en las distintas
áreas de trabajo de los investigadores uruguayos” (Rodríguez Villamil, 1992, p. 7).
Sin embargo, la instancia lo logró romper del todo con la ‘guetización’ de la investigación feminista
y hubo que esperar una década para que volviera a aparecer una nueva publicación sobre la materia. En 2001
se publicó una compilación de diecinueve trabajos presentados en el Seminario Género y Sexualidad en el
Uruguay6, realizado en 1998. La tardía aparición del libro —respecto a la instancia del seminario— fue la
constatación de que a pesar de existir un consenso sobre la importancia de los estudios de género “ese
consenso no se ha traducido aún en el ámbito universitario” (Araújo, Behares, & Sapriza, 2001, p. 7).

3
Los antecedentes más relevantes se encuentran entre 1960 y 1970 de la mano de María Julia Ardao que estudia el acceso femenino a la
Enseñanza Secundaria y los debates políticos en torno a ello; y Ofelia Machado Bonet quien desde una perspectiva militante se cuestiona sobre
la condición de las mujeres en distintos tiempos y espacios, entre los que incluye el Uruguay.
4
Grupo de Estudios sobre la Condición de la Mujer, fundando en 1979 por la socióloga Suzana Prates (Johnson, 2000, p. 71).
5
Fundación Friedricht Elbert en el Uruguay.
6
Seminario organizado en octubre de 1988, en un esfuerzo conjunto del Centro de Estudios Interdisciplinarios Uruguayos y la Unidad Opción
Docencia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

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Esa mencionada falta de consenso y/o legitimación de la perspectiva de género se hace presente
también en las narrativas que abordan la transición hacia la democracia. El proceso de democratización en el
Cono Sur y consecuentemente en Uruguay está marcado en un ciclo de reafirmación de la democracia liberal
que se inicia antes del fin de la Guerra Fría y continúa hasta la década de 1990. Este cambio de panorama
geopolítico permeó la academia, y generó debates en torno a las vías y mecanismos de reconstitución de la
legalidad perdida durante los años de hegemonía cívico-militar. De esta manera las transiciones surgían
como campo de estudio y la Transitología se inciaba como una subdisciplina de la Ciencia Política. La obra
canónica de la Transitología es la coordinada por O’Donell, Schmitter y Whitehead hacia finales de 1980,
inaugurándose así una literatura centrada en el análisis procedimental de las condiciones institucionales para
la restitución de la democracia y de las cuotas de poder de los participantes en los procesos de negociación.
Uruguay no quedó al margen. Desde la academia se configuró un relato hegemónico, eminentemente
político-procedimental, agrupado en narrativas teleológicas que planteaban la transición hacia la democracia
a través de ‘hitos de consolidación’ (González, 1985; Demasi, 2009, pp. 19-113 ). Desde 1986 en adelante
(Bruschera, 1986; Caetano & Rilla, 1998; Demasi, 2009) la transición se ha abordado desde un discurso
androcéntrico que limita lo político a la esfera pública, cuya narrativa se ubica dentro de las características
del relato hegemónico. Es decir, una narrativa centrada en el accionar de los partidos políticos y los grandes
hombres; dónde incluso en la disputa cultural de las ‘nuevas voces’ identificada por Aldo Marchesi
(Marchesi, 2009, p. 391) las mujeres no aparecen.
No obstante a ello, existen algunos relatos contra hegemónicos que abordan la transición hacia la
democracia con otras miradas. En julio de 2001 en Historia reciente de un sujeto con historia (Sapriza,
2001), Graciela Sapriza se propuso rescatar la agencia política de las mujeres como sujeto histórico durante
la dictadura de Terra y la de 1973. Ese trabajo evidenció ciertos patrones del activismo femenino y
feminista7 y la politización de lo privado. Dos años después, con Dueñas de la calle (Sapriza, 2003) la
autora se centra en las feministas de izquierda su reclamo de ‘democracia en el país y en el hogar’. En 2010,
la tesis de maestría de Marisa Ruiz (Ruiz, 2010) hace foco en las memorias de las ‘mujeres comunes’ entre
1972 y 1989 desde una perspectiva de género. Finalmente, en 2013 Diego Sempol con De los baños a la
calle (Sempol, 2013) dedica todo un capitulo a cuestionar el discurso hegemónico de la transición y
profundizar la disputa cultural identificada por Marchesi en 2009. Sempol sentencia que proceso de
recuperación de la democracia “implicó un intento de restauración cultural y simbólica, en donde la
sexualidad fue un tabú, proceso que convivió con lo nuevo y desafiante” (Sempol, 2013, p. 58).
Por todo lo anteriormente expuesto, me propongo realizar un análisis histórico-político —en

7
1. Cuando actúan políticamente en el contexto de sistemas de gobierno que conceptualizan como perversos, asumen que los pueden regenerar.
2. El activismo es bien visto por el conglomerado social porque surge en contextos de reconstrucción institucional y además parece no cuestionar
los roles tradiciones asignados para las mujeres.3. Sus reclamos parten de necesidades insatisfechas, pero también de la autopercepción femenina
de su deber como ciudadanas.

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perspectiva de género— de la incidencia política que tuvieron el Movimiento de Mujeres y Feminista, el


Estado uruguayo y los organismos internacionales en la construcción de la violencia doméstica como un
problema social que exigió políticas públicas específicas. El proceso se desarrolló en el marco de una
coyuntura en la que la revitalización de los movimientos sociales exigía la relegitimación del Estado,
mientras que el contexto internacional exigía contar con la anuencia de los organismos internacionales.
Finalmente, derivó en la criminalización de la violencia doméstica materializándose en una sanción punitiva
bajo la Ley n° 16.707.

b) Fundamentos teóricos.
Este trabajo está pensado en perspectiva de género, adhiriendo a la concepción de violencia
doméstica como un tipo de violencia de género.
La voz ‘violencia de género’ exige tener presente su contingencia, lo que liga significación a la
determinación socio-histórica de las coyunturas. En tal sentido, entiendo por violencia de género al
fenómeno estructural y relacional que sustenta en gran medida las desigualdades entre los sistemas sexo-
genéricos. Este fenómeno actúa como un mecanismo de poder para perpetuar la dominación sexista y se
representa como la expresión extrema de conductas que se consideran normales, factor que dificulta su
visualización y favorece altos niveles de tolerancia (Osborne, 2009). La violencia de género forma “parte de
un sistema de dominación y de una división del trabajo cuyos fundamentos la promueven” (Osborne, 2009,
p. 36) y su rasgo principal es que el sujeto que perpetua la violencia y el objeto de la violencia se hallan en
un plano de desigualdad de género8.
El concepto de ‘género’ nació ligado a la medicina, la biología, la antropología, el psicoanálisis e
incluso la lingüística. En la segunda mitad del siglo XX experimentó transformaciones ligadas a las teorías
feministas. Hacía 1970 el concepto comenzaba a cargar no solamente con objetivos científicos sino también
políticos. Tal y como menciona la historiadora Lourdes Peruchena “desde la biología se pudo afirmar que
alguien no es necesariamente mujer si no es hombre y, desde la antropología que en una sociedad se
pueden encontrar más de dos géneros aunque los sexos sean dos” (Peruchena, 2010, p. 36). La apuesta
teórica fue más lejos hacia finales del siglo XX con la Teoría Queer que aparecía para cuestionar el
binarismo sexo-génerico y analizar “la configuración de los cuerpos como masculinos o femeninos” (Pérez,
2016, p. 190). Tanto desde la perspectiva de género como desde la perspectiva ‘queer’ se entiende que el
género es una construcción social. Por ende, trabajar en perspectiva de género implica desnaturalizar las

8
La violencia de género no es exclusivamente sufrida por mujeres heterosexuales, sino que también abarca a las minorías sexuales e incluso a
hombres heterosexuales; así también como menores de edad. En los casos en los que la víctima no es biológicamente una mujer suele ser
feminizada, y el móvil de la agresión suele hallar justificación en el no cumplimiento por parte de la víctima de los mandatos hegemónicos
heternormativos.

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esencialidades atribuidas a las personas en función de sus sexos anatómicos y las prácticas que ello conlleva
(L. Martínez, 2016, p. 3).
En este marco, ante el agotamiento de la teoría de las esferas separadas 9 y haciéndose eco de las
transformaciones suscitadas sobre el concepto género, la Historia feminista incorpora el género como
categoría de análisis histórico. De esta manera, se dió un paso hacia una historia de las relaciones (Morgan,
2006, p. 16) que ubicaba a las mujeres en un marco de referencia más amplio en lo relativo a sus relaciones
sociales, culturales y políticas con los hombres. Ello supuso que investigar sobre las mujeres obligara
también a hacerlo sobre los hombres de manera integral. Siguiendo la línea de Joan Scott, entiendo al género
como una forma primaria de relaciones de poder (Scott, 1996, pp. 256-302) cuya estructura subyace y es
inherente a las relaciones de hombres y mujeres (Segato, 2010a, p. 15), y dónde la desventaja se la lleva el
actor social feminizado debido a las restricciones que nacen de antedicha estructura jerárquica que encuadra
las prácticas.
Desde el punto de vista teórico considero entonces a la violencia doméstica como una forma de
violencia de género (Osborne, 2009). La expresión ‘violencia doméstica’ nombra las diversas formas de
abuso de poder —físico, sexual, patrimonial y psicológico— ejercidas en relaciones íntimas. Su referencia a
lo doméstico no es concretamente a la casa como espacio físico sino al hogar como reducto simbólico
relacional (Romano Fazul, 2014, p. 9), del mismo modo el perpetrador puede ser el esposo o compañero
sexual y/o sentimental actual o anterior (Herrera, 2015, p. 28).
La antropóloga argentina Rita Segato establece que el fenómeno de la violencia emana de dos ejes
interconectados: un eje vertical de relación de la víctima con el victimario, cuya articulación con el eje
horizontal del victimario con sus pares produce un sistema inestable de equilibrio; debido a las exigencias
del deber ser que suponen las relaciones de estatus de las que participan (Segato, 2010b). En esta línea, el
objetivo de la violencia doméstica es ejercer control y dominio sobre la mujer para conservar o aumentar el
poder del varón en la relación (Herrera, 2015, p. 28) y/o para (re-) legitimar su masculinidad. La socióloga
uruguaya Teresa Herrera sentencia que este tipo de violencia es especialmente problemática por el hecho de
que la agresión proviene del ser amado, y que en la actualidad dos rasgos la distinguen de otras formas de
violencia y de la propia historia de la violencia doméstica: cada vez está menos legitimada socialmente, pero
paralelamente es cada vez más violenta (Herrera, 2015, p. 29).
Tal y como se mencionó anteriormente, una de las pretensiones de esta investigación es abordar la
forma en que la violencia doméstica pasó del ámbito privado al espacio público. Para ello me serviré de los
aportes de la filosofa norteamericana Nancy Fraser, quien toma la idea de esfera pública de Jürgen
9
La teoría de las esferas separadas parte de la división entre lo público y lo privado, considerando lo masculino de orden público y lo femenino
de orden privado. Desde la perspectiva de Joan Scott, la invisibilidad de las mujeres en los relatos históricos se debe a que al ser definidas como
seres exclusivamente privados se niega su capacidad de participar en la vida pública-política. Es así que el enfoque de esferas separadas favorece
la aparición de varias dificultades: desde la valoración de la experiencia de las mujeres hasta la tendencia a aislarlas como si fueran un tema
especial y separado de la Historia; perpetuando así la ficción de que una esfera o la experiencia de un sexo, poco o nada tiene que ver el otro
sexo (Scott, 2008).

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Habermas . Fraser considera que existe una concepción liberal individualista (Fraser, 1997, p. 124) de la
esfera pública, que es entendida como un escenario de participación a través del habla (Fraser, 1997, p. 97).
De igual manera, establece que la esfera pública puede pensarse desde una perspectiva cívico-republicana
(Fraser, 1997, p. 124), que enuncia la desigualdad y busca eliminarla (Fraser, 1997, p. 132). Será esta última
acepción la que consideré para llevar adelante la investigación. Esta forma de concebir la esfera pública
entiende que no existen fronteras naturalmente dadas entre lo público y lo privado, y aquello que debe
considerarse como de interés común será decidido a través de la confrontación discursiva (Fraser, 1997, p.
123). En tal sentido, debería propiciarse la inclusión de los temas que la concepción de esfera pública a la
que adhiere la masculinidad hegemónica rotula como privados e inadmisibles(Fraser, 1997, p. 132). En tal
sentido, esa esfera pública es el espacio por excelencia para el abordaje de la violencia doméstica.
Esto último es especialmente apreciable en el marco cronológico escogido —1984 a 1995—. Si se
tiene presente que la década de 1980 presenta en la mayoría de los países del Cono Sur el escenario de las
transiciones hacia las democracias luego de años de autoritarismo, se identificará que la coyuntura configura
una estructura de oportunidad política —entendida como “el grado de probabilidades que los grupos tienen
de acceder al poder e influir sobre el sistema político11” (McAdam, 1999b, pp. 49-50)— inmejorable para
los movimientos sociales12.
Tanto en el Cono Sur como en Uruguay, la transición hacia la democracia supuso una crisis de
legitimación de todo el sistema de dominación y “la ruptura de la legitimidad del Poder Público transfiere
la política a la esfera pre-moderna del hogar y el vecindario, donde se estructuran relaciones sociales
primarias” (Prates & Rodríguez Villamil, 1985, p. 167). De hecho, el sociólogo uruguayo Rafael Bayce
sugiere que el Uruguay como sociedad y como Estado-nación (en su condición de Estado capitalista tardío)
puede entenderse a partir de las tendencias y crisis de legitimidad (Bayce, 1997, p. 92). Bayce caracteriza el
momento de transición hacia la democracia como un
“momento histórico en que las crisis de identidad, integración y conducción reaparecen, en que
las crisis económica, política, sociocultural, de racionalidad, legitimación y motivación
resurgen y plantean el desafío sistémico de su contención dentro de los parámetros

10
La esfera pública es considerada una conquista de la modernidad y una precondición para el desarrollo de los sistemas democráticos. Se trata
de un espacio de participación ciudadana centrado en la deliberación de lo racional, en el que se encuentran intereses comunes, autoridades
compartidas y poderes legítimos. Se opone a la esfera privada aunque depende de ella o vicerversa (Universitario Diego Portales, 2012).
11
Concepto de Peter Einsinger sistematizado en sus dimensiones por McAdam: grado de apertura u obturación del sistema político
institucionalizado; estabilidad o inestabilidad de las élites con la sociedad política en su conjunto; presencia/ausencia de aliados entre las élites;
capacidad del Estado y su propensión a la represión [en ésta última no existiría consenso teoríco] (McAdam, 1999b, pp. 54-55). Hernert
Kitschelt considera que para analizar los movimientos sociales desde la EOP es necesario considerar la apertura o clausura del sistema político al
acceso de demandas de los movimientos sociales ‘imput’, y la fortaleza o debilidad del sistema político en su capacidad de transformar las
demandas en medidas concretas y efectivas ‘output’(Kitschelt, 1986).
12
En adelante MS. Siguiendo a Donatella Della Porta y Mario Diani entiendo por MS los “procesos sociales diferenciados consistentes en
mecanismos a través de los cuales actores comprometidos en la acción colectiva: se involucran se involucran en relaciones conflictivas con
oponentes claramente identificados, se vinculan en densas redes informales, comparten una identidad colectiva diferenciada”(Della Porta &
Diani, 2012a).

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organizacionales y los recursos institucionales disponibles. Pero sin rupturas” (Bayce, 1997, p.
103).
Todo ello supuso que en el intento de manejo de esa crisis, el Estado uruguayo procurara
mecanismos racionales y argumentativos de relegitimación y remotivación.
En este sentido, en tanto MS el Movimiento de Mujeres y Feminista del Uruguay entabló y entabla
luchas “por la dirección social de la historicidad en una colectividad concreta” (Touraine, 2006, p. 255).
Ello supone la elaboración de marcos estratégicos-interpretativos 13 , dado que el surgimiento de los
problemas tiene raíces en conflictos simbólicos y culturales sostenidos por diferentes actores (Della Porta &
Diani, 2012a, p. 71). El análisis del proceso de construcción de las nuevas pautas interpretativas deja al
descubierto que “la atribución de significado subyace a la explosión de todo conflicto” (Della Porta &
Diani, 2012b, p. 79). De manera que ninguna situación es naturalmente problemática 14 , los MS deben
superar “escollos estratégicos15” para convertirse en motor del cambio social (McAdam, 1999a, p. 477). Un
abordaje desde el análisis histórico en perspectiva de género, supondría entonces reconocer tal coyuntura de
disputa como una oportunidad para captar “las pautas cambiantes del control masculino y su congruencia o
incongruencia con varios aspectos del poder de las mujeres” (Rowbotham, 1984, p. 252), permitiendo
dilucidar que
“el problema no es la diferencia sexual, sino las desigualdades sociales de género: las distintas
clases de poder que las sociedades han dado a las diferencias sexuales y las formas que estas
han impuesto a las relaciones humanas” (Rowbotham, 1984, p. 251).
El sociólogo uruguayo Carlos Filgueira realizó una periodización divida en tres etapas para los MS
del Uruguay. De acuerdo con ésta, el Movimiento de Mujeres y Feminista se ubicaría en una tercera etapa;
aquella donde todos los MS se ven sujetos a las transformaciones internas y externas relativas a las
condiciones democráticas y consecuentemente a una reacomodación en sus referentes de acción y de formas
institucionalizadas de la mediación política (Filgueira, 1985, p. 14). En este marco, la participación
política/ciudadana de las mujeres se vuelve una herramienta para la construcción, sostén y profundización de
la democracia; con la respectiva incidencia social que supone la capacidad de agencia de dicho colectivo.
Asimismo, el stock cultural, es decir lo que es injusto o supone una violación al ‘deber ser’ (Zald, 1999)
sobre el que los Movimientos de Mujeres y Feministas de la segunda y tercera ola —en general y en
particular en este caso— construyen sus demandas se vuelve especialmente inteligible en el marco de las
13
La creación de los marcos interpretativos depende de: la construcción cultural de repertorios de argumentos y marcos en los que se encuadran;
las contradicciones culturales y los hechos históricos que marcan la contingencia; el proceso de creación de marcos como una estrategia; el
contexto en el que se opta por un marco u otro; y la difusión y reelaboración de los marcos por los medios de comunicación (Zald, 1999, p. 370).
14
El proceso de construcción de ciertos hechos o situaciones como conflictivas, de construcción de las posibles estrategias y motivaciones que
permitan su abordaje y posterior resolución constaría de tres etapas: la diagnosis, la prognosis y el elemento motivacional (Della Porta & Diani,
2012b, pp. 72-83).
15
“1. Conseguir nuevos miembros. 2. Mantener la moral y el nivel de compromiso de los miembros con los que ya cuenta. 3. Conseguir
cobertura de los medios de comunicación, idealmente, aunque no necesariamente favorables a su punto de vista. 4. Movilizar el apoyo de
grupos externos. 5. Limitar las opciones del control social que pudieran ser ejercidas por sus oponentes. 6. Influir sobre lo político y conseguir
que el Estado actúe” (McAdam, 1999a, p. 477).

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transiciones hacia las democracias y la recuperación de los valores republicanos. Valores asentados en la
igualdad política de los ciudadanos y ciudadanas, y que los Movimientos de Mujeres y Feministas bregan
por alcanzar, ya que una democracia a su entender exigiría garantías de oportunidad para que actores
políticos-sociales consideradores minoritarios “puedan convencer a otros de que aquello que en el pasado
no era público, en el sentido de no ser de interés común, debería serlo ahora” (Fraser, 1997). Uruguay no
fue la excepción y se planteó problemáticas específicas de la mujer, favoreciendo así una doble militancia:
por la democracia y por la ‘condición femenina’(Nash, 2012; Porrini, 2010).

c) Contexto histórico.
La investigación planea abordar el período comprendido entre 1984 y 1995. La coyuntura escogida
se inicia con la materialización de los primeros planteos del Movimiento de Mujeres y Feminista del
Uruguay en el marco de su participación en la Concertación Nacional Programática; particularmente con
“elaboración de recomendaciones indispensables para que efectivamente sean cumplidos la
Convención de 1979 de la O.N.U y todos los instrumentos internacionales y legislación nacional,
sobre el tema, que la precedieron y los que surjan en el futuro16”.
Finalmente, el período cierra en 1995 con la sanción de la Ley n°16.707 17 que modifica el Código
Penal creando el delito de Violencia Doméstica, para su inclusión en la Ley de Seguridad Ciudadana por
decreto n°52/98. En palabras de la abogada Mónica Cardoso y la psiquiatra Sandra Romano la Ley n°16.707
significó “la visibilización de las conductas comprendidas como ilícitos, haciéndolas vulnerables al control
social, (…) y [la posibilidad de] utilizar la información para la implementación de políticas en consecuencia”
(Cardoso & Romano Fazul, 2001, pp. 515-516).
No obstante, la preocupación por la ‘condición de la mujer’ fue un hecho global que puede
registrarse al menos oficialmente desde 1975. En ocasión de la Primera Conferencia Mundial sobre la Mujer,
organizada por la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de la Organización de Naciones
Unidas en Méjico existieron iniciativas internacionales que bregaron por los derechos de las mujeres18. La
conferencia de Méjico dio lugar al Fondo de Contribuciones Voluntarias para el Decenio de la Mujer. La
ONU se avocó al desarrollo de políticas internacionales promotoras del bienestar y la equidad de las mujeres,
y a la generación instrumentos internacionales (a los que adhirieron los países integrantes de la agencia). Sin
lugar a dudas, uno de los instrumentos más destacados fue la Convención sobre la Eliminación de Todas las

16
Documento n°7 del Grupo de Trabajo sobre la Condición de la Mujer. Sin fecha. Firmado por Ofelia Machado Bonet de CONAMU; Alba
Casina de Nogara por el Partido Colorado; Silvia Tron de la Asociación de Meretrices y Prostitutas del Uruguay, en calidad de grupo asesor;
Margarita Méndez de la Unión Cívica, en su calidad de grupo asesor. Archivo de Efraín Olivera. Documento gentileza del Mág. Álvaro Sosa.
17
Promulgada el 12 de julio de 1995.
18
Se identificaron tres objetivos básicos a cumplir en la siguiente década: “la plena igualdad entre hombres y mujeres y la eliminación de la
discriminación por motivos de sexo; la plena participación y la integración de las mujeres al desarrollo; y la contribución de las mujeres al
fortalecimiento de la paz mundial”(Autores Varios, 2011, p. 17).

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Formas Discriminación Contra la Mujer (CEDAW en sus siglas en inglés), aprobada en 1979 y entrada en
vigencia a partir de 1981.
Paralelamente en Uruguay entre 1982 y 1994 surgieron diversas organizaciones sociales y estructuras
académicas que nuclearon a mujeres con distintos grados de conciencia política y de distinta filiación (y con
diversos objetivos), quienes conformaron el Movimiento de Mujeres y Feminista (Cardoso, 2014; Clavero
White, 2009; Johnson, 2000; Lissidini & Batthyany, 1991). La irrupción en el escenario social del
Movimiento de Mujeres y Feminista no sólo visibilizó la subordinación de las mujeres en todas las arenas,
sino que produjo rupturas epistemológicas y construyó nuevas pautas interpretativas para la situación que
enfrentaban (Aguirre, 2001; Rowbotham, 1984; Vargas, 1999). Un elemento fundamental en todo ese
proceso lo constituyo la perspectiva de género (Lubartowski, 2001; Luna, 1994; Rodríguez Villamil, 1991;
Scott, 1996).
La mayor visibilización y preocupación por la precisión conceptual acerca de la violencia doméstica
se produce hacía finales de los años ochenta y principios de los noventa del siglo XX. Tras un exhaustivo
relevo de publicaciones feministas de época (Cotidiano Mujer, La Cacerola y La República de las Mujeres)
constaté que se trató del fruto de la acumulación de significados. Entre 1985 y 1986 la voz violencia refería
de manera casi hegemónica a la violencia desde el Estado, las torturas y desapariciones. Hacía fines de 1986
la voz violencia comienza a ser asociada esencialmente a las violaciones y la explotación sexual; así también
como a la violencia en el parto, la imagen ‘rosa’ de la maternidad y la necesidad de despenalizar el aborto.
Para 1987 se asocia casi con exclusividad a los medios de comunicación y la mercantilización del cuerpo
femenino, sobre todo en áreas como la publicidad; mientas continúa asociada a la temática del aborto.
Debemos esperar hasta 1988 para que la voz violencia aparezca asociada al fenómeno de la violencia
doméstica o también llamada conyugal. Finalmente hacia 1993 aparecerá paulatinamente la
conceptualización de la violencia de género, como un concepto aglutinante de todas las formas de violencia
contra la mujer.
Todo el trabajo realizado por el Movimiento de Mujeres y Feminista en la consideración de que ‘lo
personal es político’ logró dar cuenta del problema de la violencia doméstica. Sin embargo, una de las
mayores dificultades para el acceso y la consolidación del tema en la agenda pública fue y es la dificultad
para mostrar su magnitud y lograr una reconceptualización que sacase el tema de la órbita y lo presentara
como de seguridad pública; dado que muchas situaciones no eran ni son denunciadas y las que lo son en
ocasiones suelen aparecer encubiertas bajo la figura de agresión simple o amenazas (Aguirre, 2008).
Es conveniente destacar, que en ese marco la prensa feminista evidenció la conmoción social que
despertó lo que Celia Amorós denomina “caso espectacular19”: una mujer venía escapando desde Durazno
tras haber realizado múltiples denuncias contra su pareja y había encontrado refugio en Montevideo en la
19
Citada por Fernando Huerta Rojas: “la violencia de género contra las mujeres, las niñas y los niños, se presenta de forma cotidiana como un
conjunto de anécdotas y de experiencias, donde, a título de noticia, emergen los casos más espectaculares”(Huerta Rojas, 2005, p. 190).
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sede de SOS Mujer; hasta el 12 de noviembre de 1989, día en que su ex pareja la interceptó y la asesinó en
las inmediaciones de la Feria de Tristán Narvaja. La conmoción generada por el caso fue el catalizador del
Movimiento de Mujeres y Feminista para exigirle al Estado respuestas concretas sobre el problema. El
asesinato de Flor de Liz Rodríguez reforzó, por parte del MS, la asociación de la violencia doméstica con el
20
ejercicio político de la democracia . Esta disputa de sentido configuró una apuesta política e
intelectualmente desafiante, ya que intrínsecamente denunciaba la incapacidad de la democracia que se
consolidaba en satisfacer la demanda de las mujeres:
“Los hechos se consumaron y Flor fue asesinada. ¿Cuántas Flores más tiene que morir para
que la sociedad asuma la violencia doméstica, que los golpes que una mujer recibe en su casa
no son accidentes aislados ni dramas individuales? (…) Es desde el coraje de Flor que debemos
pensar un país y una convivencia democrática que erradique todas las formas de la violencia 21”.
Esto fue posible porque las mujeres se atrevieron a cuestionar la retórica de la privacidad doméstica,
que convierte algunos temas como personales o familiares para distinguirlos de lo político/público. Una
retórica que busca proteger el problema evitando la confrontación y consecuentemente reproduciendo la
subordinación de género (Fraser, 1997, pp. 126-127)
Todo el proceso anteriormente detallado fue fruto de una lucha a nivel local con respaldo
internacional. A nivel nacional el proceso coincidió con el período de consolidación de las asociaciones de
mujeres y feministas preocupadas por sensibilizar a la sociedad en general y al Estado en particular, respecto
a antedicha problemática; y con la coyuntura de creación de la Comisaría de la Mujer. Entre las asociaciones
consolidadas encontramos cinco que fueron pioneras en la asistencia jurídica, psicológica y social de las
mujeres violentadas (Aguirre, 2008): Instituto Mujer y Sociedad22, fundada en 1985; SOS Mujer23, fundada
en 1986; La Casa de la Mujer de la Unión24 nacida en 1988; el Centro de Asistencia a la Mujer Maltratada25

20
La primera asociación que realiza el Movimiento de Mujeres y Feminista con la Democracia es en el Proclama del 8 de marzo de 1989,
establece que están “hartas de saber y conocer las mil formas de violencia de una ideología patriarcal que concibe a la mujer como propiedad
de padres o maridos” y que “con la palabra de mujer decimos que esta no es la Democracia por la que nosotras también luchamos durante casi
doce años. Con presencia de mujer seguiremos la tarea de aportar para lograr una sociedad más justa, donde reine la solidaridad y la no
violencia”. Fragmentos extraídos de la Proclama del 8 de marzo de 1979 publicada en Cotidiano Mujer, p. 12. Año III. N°31.
21
Gobbi, Carina (1990, marzo) Las brujas cara a la violencia. La República de las mujeres, pp. 6-7. Año II. N° 77.
22
Instituto Mujer y Sociedad: sociedad civil de carácter nacional fundada en enero de 1985 y con personería jurídica desde 1986. Organización
dedicada a la promoción de los derechos e intereses de la mujer. Su área temática es la condición de la mujer y está integrada por mujeres y
hombres, remunerados y honorarios. Su objetivo principal es lograr la participación actividad de la mujer uruguaya en todos los ámbitos por
medio de la promoción, difusión e investigación. Integra la Coordinadora de Mujeres. Se declaran como una organización no feminista.
23
SOS Mujer: fundación nacional independiente, de investigación y acción, fundada en 1986. Procura prevenir a acompañar a la mujer agredida
en el seno de la vida familiar. Presta asesoramiento y apoyo jurídico, sicológico y social. Su tema especifico es la violencia en general y la
violencia domestica en particular (maltrato sicológico, físico, y/o sexual por parte de su pareja). Coordina actividades con el INAME. Su
personal (promotores, sicólogo, siquiatra y abogado) son remunerados. Se declaran como una organización no feminista.
24
Casa de la Mujer de la Unión: institución cultural, fundada en 1988. Entre sus objetivos se destacan promocionar la participación social y la
reflexión en torno a la condición de la mujer. Se dirigen a las mujeres de barrio, utilizan técnicas artesanales para la educación y capacitación no
formal y asesoran en Derecho Jurídico. Sus integrantes son remuneradas y honorarias. Integran la Coordinación de Mujeres y la Red CEAAL-
Mujer Uruguay. Se autodefinen como feministas.
25
CAAM Centro de Asistencia a la Mujer Maltratada: creado en 1989 por el impulso de distintas instituciones que atienden la problemática de la
mujer (fundamentalmente el CONAMU). Su objetivo es la recuperación de la mujer víctima de violencia (maltrato físico, sicológico o social) en
el ambiente familiar. El programa apunta a la ayuda mutua creando espacios para que las mujeres unidas por una problemática común, realicen
entre sí una terapia que les permita recuperarse. Está integrado por profesionales rentados y voluntarios. Se declaran como una organización no
feminista.
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y Mujer Ahora , ambas creadas en 1989. Paralelamente a nivel internacional27 la Conferencia Mundial de
26

Derechos Humanos en 1993 tipificaba la violencia doméstica como una violación a los Derechos Humanos
(Adopted by the World Conference on Human Rights in Vienna., 1993, Art. 38, Art.40), convirtiéndola en
objeto de estudio a nivel global. Meses más tarde, la Asamblea General sobre la Eliminación de la Violencia
contra la Mujer reafirmaba lo concertado en Viena y definía la violencia contra las mujeres como:
“todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener
como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las
amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se
producen en la vida pública como en la vida privada28.”
Al año siguiente, en 1994, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la
Violencia contra la Mujer (celebrada en Belém do Pará), condenaba la violencia contra las mujeres y
comprometía a los Estados participantes a adoptar medidas legales y de políticas públicas concretas, para
ponerle fin a dicho problema. Uruguay firmó el tratado el 30 de junio de 1994 y lo ratificó nuevamente en
abril de 1996 (Organización de Estados Américanos., 1994). Finalmente, la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer (celebrada en Beijing) en 1995 profundizó lo declarado en Viena dos años antes, erigiéndose
como parteaguas en la conformación de las agendas mundiales respecto a la igualdad de género
(Organización de las Naciones Unidas, 1996, pp. 51-58).
En suma, sólo teniendo en cuenta todos los factores anteriormente mencionados podremos
comprender el proceso de legitimación de un “nuevo” problema político que se saldó por la vía punitiva, con
la Ley de Seguridad Ciudadana N°16.707, cuyo texto caracteriza y penaliza a la violencia doméstica así:
“Artículo 18. Incorpórase al Código Penal, la siguiente disposición: 312 bis. Violencia
doméstica. El que, por medio de violencias o amenazas prolongadas en el tiempo, causare una o
varias lesiones personales a persona con la cual tenga o haya tenido una relación afectiva o de
parentesco, con independencia de la existencia del vínculo legal, será castigado con una pena
de seis a veinticuatro meses de prisión. La pena será incrementada de un tercio a la mitad
cuando la víctima fuere una mujer o mediaren las mismas circunstancias y condiciones
26
Mujer Ahora: Fundada en 1989, es un “espacio feminista de salud” de carácter nacional, pionero en la asistencia jurídica, psicológica y social
de las mujeres violentadas. Realiza asistencia y asesoramiento en casos de mujeres golpeadas, también talleres sobre sexualidad, salud mental y
jornadas de reflexión sobre feminismo y salud. Sus recursos humanos son remunerados y honorarios.
27
Además de los encuentros mencionados, existieron:
1990: Cumbre Mundial a favor de la Infancia en Nueva York, organizada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
(UNICEF) estableció metas para salud, educación y nutrición de las mujeres y sus hijos.
1992: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janeiro, hizo un llamado a la integración de
las mujeres en la solución de los problemas ambientales y en la promoción del desarrollo sustentable. También la XVII Reunión Anual de la
Naciones Unidas en conmemoración del Día Internacional de la Mujer, se reconoció el lento avance en la sanción de normas jurídicas que
consagraran y protegieran la igualdad de las mujeres. Asimismo se desarrolló también el Ier Encuentro de Mujeres Negras de Latinoamérica y el
Caribe, en República Dominicana, al que asistieron 300 representantes de 32 países.
1994: Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, en El Cairo y organizada por ONU produjo acuerdos sobre la conexión
entre demografía y el avance de la mujer a través de la educación, la salud y la nutrición. VI Conferencia Regional sobre la Integración de la
Mujer en el Desarrollo Económico y Social de América Latina y Caribe sobre Mujer, en Mar del Plata organizada por CEPAL; preparatoria de la
Conferencia de Beijing a propuesta del Instituto Interamericano de Derechos Humanos.
28
Art. 1 de la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer. 20 de diciembre 1993. ONU.
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establecidas en el inciso anterior. El mismo agravante se aplicará si la víctima fuere un menor


de dieciséis años o una persona que, por su edad u otras circunstancias, tuviera su capacidad
física o psíquica disminuida y que tenga con el agente relación de parentesco o cohabite con él”.

1. OBJETIVOS:
a. Objetivo general: reconstruir el proceso político-social de la construcción de la violencia
doméstica como problema político en el Uruguay posdictadura; teniendo en cuenta el rol del
Estado uruguayo en la búsqueda de la construcción de una nueva legitimidad, el Movimiento
de Mujeres y Feminista y los convenios internacionales en la aprobación de la Ley 16.707.
b. Objetivos específicos:
i. Identificar los componentes del movimiento de mujeres y feminista posdictadura, sus
identidades, modos de acción y demandas vinculadas a la desnaturalización de la
violencia doméstica.
ii. Identificar y examinar el proceder político de los representantes legislativos con
opinión sobre la temática durante el periodo de tratamiento de la Ley 16.707.
iii. Identificar las organizaciones y organismos internacionales que abordan la violencia
doméstica y sus vinculaciones y formas de relacionamiento con el Estado uruguayo
y/o con el Movimiento de Mujeres y Feminista.
iv. Reconstruir las formas de relacionamiento de los Movimiento de Mujeres y Feminista,
particularmente de Instituto Mujer y Sociedad, SOS Mujer, CAAM, La Casa de la
Mujer de la Unión y Mujer Ahora, con los partidos políticos que participaron en el
debate y aprobación de la Ley 16.707.

2. PREGUNTAS E HIPÓTESIS:
a. Preguntas:
i. ¿Cómo influyeron el Movimiento de Mujeres y Feminista, la necesidad de
relegitimación del Estado uruguayo y las Naciones Unidas en la tipificación de la
violencia doméstica como delito?
ii. ¿Cómo es la relación de los Movimiento de Mujeres y Feminista y los sectores
político-partidarios? ¿Con qué sectores se tensiona y con cuales sostiene una
vinculación privilegiada? ¿Por qué?
iii. ¿Qué estrategias utilizadas por el Movimiento de Mujeres y el Movimiento Feminista
fueron las más eficaces para lograr la transformación buscada respecto a la
conceptualización (política) de la violencia doméstica?

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iv. ¿Qué relación tienen los modelos de feminidad y masculinidad del período con la
forma en que se piensa la violencia doméstica?
v. ¿Por qué la respuesta que se ensayó para un problema social complejo fue
exclusivamente punitivista? ¿En qué medida ésta respuesta tuvo que ver con la forma
en la que se construyó la violencia doméstica cómo problema y los diagnósticos
formulados para su solución?

b. Hipótesis:

H1- La tipificación de la violencia doméstica como delito dentro del Código Penal obedecería a la
convergencia de las presiones del Movimiento de Mujeres y Feminista, la necesidad de relegitimación del
Estado uruguayo y la incidencia de los organismos y tratados internacionales que administran fondos de
ayuda económica.
H2- Si bien el Movimiento de Mujeres y Feminista pujó por la formación de una nueva agenda, la
tipificación como delito de la violencia doméstica respondería a un intento de relegitimación del Estado
uruguayo.
H3- La tipificación del delito violencia doméstica, en tanto solución de carácter exclusivamente
punitivista, descontextualiza y aleja política y analíticamente el mismo problema que regula, en tanto no
deja ver los mecanismos de dominación.

3. METODOLOGÍA Y FUENTES:
En tanto el objetivo de la investigación es la comprensión del proceso histórico político de la
desnaturalización de la violencia doméstica la investigación utilizará las técnicas del modo cualitativo.
Examinaré las fuentes primarias a la luz de las secundarias y de entrevistas a las protagonistas del período
estudiado.
En lo relativo a las fuentes pienso trabajar con las transcripciones de las actas de Congresos,
Encuentros y Jornadas de estudio; sean convocadas por el Movimiento de Mujeres y Feminista o las diversas
organizaciones vinculadas a la temática de perfil académico. Ejemplo de ello son las fuentes trabajadas en
este ante proyecto: el encuentro La mujer uruguaya hoy. Del presente de la mujer depende también el futuro
de todos; convocado por el Partido Comunista del Uruguay en 1986; y el Seminario Mujer y poder en los
márgenes de la democracia uruguaya, convocado por GRECMU en 1990. De igual manera trabajaré con
prensa escrita de época, especialmente con aquella nacida en seno del movimiento: La Cacerola, Cotidiano
Mujer y La República de las Mujeres. Asimismo utilizaré documentación oficial, como transcripciones de
debates y actas parlamentarias que correspondan al período.

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Las entrevistas semi estructuradas a informantes calificados —dirigentes de primera línea y


militantes de las organizaciones sociales mencionadas; así también como a los actores político-partidarios
implicados que resultaron claves durante el proceso de discusión parlamentaria— y en profundidad cuando
sea crea conveniente. Dichas entrevistas se confeccionarán y desarrollarán teniendo en cuenta las reflexiones
de Alessandro Portelli (Portelli, 1991) y Trevor Lemmis (Lummis, 1991) sobre la difícil tensión entre
memoria y testimonio.
El enfoque de análisis será eminentemente inductivo, pero cuando la complejidad de los datos
recabados lo requiera, lo combinaré con el análisis deductivo del modo cuantitativo.

4. CRONOGRAMA DE TRABAJO:
En tanto el proceso de investigación cualitativa es emergente (Batthyany & Cabrera, 2011) el
siguiente cronograma de trabajo es tentativo:
JUNIO-JULIO

NOVIEMBRE
SETIEMBRE

DICIEMBRE
OCTUBRE

FEBRERO
AGOSTO

MARZO
ENERO

ABRIL

MAYO

JUNIO
2018-2019

DEFENSA DEL PROYECTO


DE TESIS
Gestión para el acceso a
fuentes (archivos oficiales,
archivos particulares,
entrevistas)
Selección y ubicación de
bibliografía básica y
INVESTIGACION

específica
Elaboración de pauta guía
de entrevistas
Revisión de fuentes
secundarias (lectura,
fichado) y procesamiento
Entrevistas
Revisión de fuentes
primarias y procesamiento
Búsqueda de información
y material complementario
ELABORACION DE
AVANCES DE TESIS
REUNIONES DE TRABAJO
CON EL TUTOR
PRESENTACION DE Presentación de avances en
AVANCES Y LECTURAS Jornadas Académicas,
(corrección de pares) Seminarios y/ Congresos
Publicación de artículo
vinculado a la Tesis de
Maestría
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CORRECCIONES Y
RECOMENDACIONES
ELABORACION DE COPIA
FINAL
DEFENSA DE LA TESIS DE
MAESTRÍA

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