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Los signos de la pasión amorosa en Cyrano de Bergerac.

Introducción.

Las pasiones se inscriben, sin lugar a dudas, en el campo de lo humano. Efectos del
lenguaje sobre el viviente, dan cuenta de un cuerpo habitado y afectado. Se las suele asociar
con aquello que irrumpe, extendiéndose por fuera de los límites de lo racional. Se las ha
emparentado con la locura, puesto que el corazón del ser queda capturado bajo su égida.
Paradojas de las pasiones: por un lado nos anotician de lo que es estar vivos,
mortificándonos; y al mismo tiempo que, el sujeto apasionado, es capaz de hacer cualquier
cosa con tal de conseguir la satisfacción que la pasión exige, permanece pasivo frente a la
pasión misma, domeñado por ella. El sujeto apasionado sufre. No puede sustraerse al yugo
de la pasión. Ésta, toma su vida y la organiza a partir de sí; al tiempo que se alimenta de la
fijeza que se instaura respecto del objeto al que se dirige. Adherencia al objeto que
compromete al ser y desdibuja los límites del yo.
La obra de teatro escrita por Edmond Rostand: Cyrano de Bergerac, pone en escena
la trama de una historia plagada de pasiones. Abundan a lo largo del texto amores, odios,
celos, cobardías y venganzas. Me interesará tomar como hilo, una pasión en particular: la
pasión amorosa, porque considero que es la que atraviesa en esta obra, toda la trama. La
historia misma se torna un clásico de la literatura francesa respecto del amor: para los
franceses el amor siempre resulta desdichado y se presenta ligado al sufrimiento 1. Queda
montada la escena para que el desencuentro se muestre.

1
Otras referencias clásicas son En busca del tiempo perdido de M. Proust; o la producción escrita de André
Gide y de Marguerite Duras, entre otros. Para mayor información se puede consultar:a) Yourcenar,
Marguerite, Con los ojos abiertos. Emecé . Bs. As. 1982. B) Fragmentos de un discurso amoroso de Roland
Barthes; c)Tu nombre en mi boca. Historias argentinas de la pasión y del amor, de M.M Ollier- L: de
Sagastizabal
Un modo de la pasión: el amor
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
Alejandra Pizarnik

Respecto de la pasión amorosa podemos decir que es un tema recurrente de la


literatura occidental. Arthur Schopenhauer va mas lejos y afirma que toda la producción
literaria de las Américas o de Europa tiene como eje a esta pasión. En El amor y otras
pasiones le dará al amor el estatuto de un “desarreglo”; algo que genera un trastorno en la
vida ordenada de los hombres. Al respecto dice: “...que es el fin último de casi todo
esfuerzo humano; que tiene una influencia perturbadora sobre los más importantes
negocios; que interrumpe a todas las ocupaciones más serias; que a veces hace cometer
tonterías a los más grandes genios(...)que hace del hombre honrado un hombre sin honor;
del fiel un traidor; y que parece ser así como un demonio que se esfuerza en trastornarlo
todo, en embrollarlo todo, en destruirlo todo...”2 Es una pasión que puede llevar al
individuo a la locura, al suicidio, o al asesinato. Habla del amor como una tendencia a la
3
posesión del objeto, porque “ Cada cual ama precisamente lo que le falta.” Propone al
amor como una pasión de una violencia que no puede ser comparada, donde la dimensión
del sacrificio no es cuestionada por el individuo.
Jacques Lacan en el Seminario 1: Los escritos técnicos de Freud refiere que las
pasiones atañen al ser. Dirá que son tres las pasiones fundamentales: amor, odio e
ignorancia, y las articulará de un modo particular a: Real, Simbólico e Imaginario:
 Entre lo Imaginario y lo Real ubicará al odio;
 En la unión entre lo Real y lo Simbólico, la ignorancia;
 Y en la unión entre lo Simbólico y lo Imaginario ubicará al amor como ruptura.
¿Qué estatuto tiene el amor como ruptura? ¿Es acaso un intento de Lacan de dar una
versión del amor que rompa con el mito clásico? Es interesante situar que en su última
enseñanza retoma al amor, pero le dará valor de lazo. Tal vez este giro se deba a que ha
2
Schopenhauer; Arthur: El amor y otras pasiones. Editorial Alba. Madrid. 1998
Schopenhauer, Arthur: Op. Cit.
3
podido resituar Imaginario, Simbólico y Real; y que por ello, el tropiezo que insiste y que
no cesa para el parletre, consiste en esa imposibilidad lógica que lo Real aloja. Así, lo que
signa el desencuentro vendrá a ser velado por el amor, como lazo que suple a lo imposible.
Roland Barthes por su parte, en Fragmentos de un discurso amoroso aporta diversas
versiones del amor. Amor que no queda en un plano metafísico sino que se entrama en el
drama de las pasiones humanas, comprometiendo al sujeto, haciéndolo consistir en la
experiencia amorosa. Los signos amorosos para Barthes son por cierto inespecificos, y
carecen de toda garantía de verdad. Es por ello que el sujeto enamorado se atormenta
intentando recortar algún signo que dé cuenta del amor del otro. Barthes señala que la
pasión aun cuando se intente enmascararla no deja de ser algo que se muestra. Dimensión
de la mirada: escena donde lo imaginario se despliega. La pasión será pues dirigida a
alguien, y el personaje enamorado si bien puede disimular con palabras lo que le ocurre
respecto del objeto amado, lejos está de poder sostener esta distancia a nivel del cuerpo. Es
en la voz, en sus vibraciones, por ejemplo, donde quedará en evidencia los sentimientos que
invaden al sujeto enamorado.
En esta misma línea es que Deleuze4 propone que el ser amado aparece como un
signo; signo que da cuenta de un encuentro que violenta al sujeto, lo fuerza a interpretar, a
descifrar. Esos signos que envía el ser amado no hacen más que mostrar la ajenidad que los
envuelve, respecto del propio mundo del que ama. Pone en escena la exclusión que sufre el
enamorado. Es por ello que Deleuze lee los signos amorosos en la obra de Proust, ligados
indefectiblemente al tiempo perdido, y hace hincapié al igual que Barthes respecto de la
dificultad que estos presentan para poder ser leídos como tales.

Argumento y análisis de la obra.

Tomaré en cuenta cuatro personajes, que a mi criterio, arman la trama de la obra. Se trata de
tres hombres y una mujer:

Cyrano de Bergerac: Poeta, espadachín, amante de la música. Pertenece a la Guardia de


Cadetes. “...su aire extraño, grotesco, extravagante, ridículo hubiera podido inspirar al

4
Deleuze, Gilles: Proust y los signos. Editorial Anagrama. Barcelona. 1972
genial Callot, el consumado espadachín de sus mascaradas: sombrero de tres plumas, jubón
con seis faldones y capa que, por detrás, levanta con orgullo el estoque como cola de
insolente gallo. Es más fiero que todos los Artabanes que la Gascuña trajo al mundo. Sobre
su golilla, cual la de Polichinela, cae una nariz...¡Y qué nariz!...Al ver pasar tamaño
narigudo uno exclama: “No, no es posible...Por favor, ¡esto pasa de la raya!”, pensando que
no es más que una broma, que se trata de una careta y se la quitará al instante...Pero Cyrano
no se la quitará nunca”5.
Cristián: Es un joven cadete, que pertenece a la misma escuadra que Cyrano. Es un
hombre bello, pero qe carece del don de la palabra en lo que hace al ingenio de los juegos
amorosos. Rosana, personaje central, ha cruzado miradas con él, descubrió ya que él la
ama, y ella está capturada por su belleza. Esta forma de enamoramiento le hace suponer en
Cristián un rasgo que éste no posee: la habilidad de poner en juego la palabra poética en el
discurso amoroso.
De Guiche: Se trata de un hombre con poder que pretende a Rosana. Es definido como un
“...gascón servil y frío, que siempre llega donde se propone”(Op. Cit.) Alguien a quien
conviene saludar en un evento público. Rosana se desembarazará de él sin demasiado
trabajo, a través de una artimaña que despunta la forma de la venganza femenina:
haciéndole creer que lo ama. Este le envía una carta que ella tergiversa al leerla en vos alta,
logrando que el moje que la transporta caiga en una trampa y la case con Cristián. Cuando
De Guiche se da cuenta, preso de odio, envía rápidamente a Cristián a la batalla, motivo
por el cual no puede consumarse el matrimonio.
Rosana: Toda la trama de la obra se ordenara alrededor de esta mujer: Rosana. Es el
paradigma de la belleza y es amada por estos tres hombres, cada uno de los cuales jugará la
partida a su manera. Se trata tal vez del personaje más difícil de definir, porque no habla de
sí a lo largo de la obra, cumple precisamente la función enigmática que permite el
movimiento y los entrampamientos de los otros personajes. Rosana es por así decir, hablada
por estos tres hombres, en lo que hace a sus atributos. A cada uno le concierne a partir de
ella la pregunta ¿qué quiere una mujer?.
La trama de la obra presenta a Cyrano como un hombre que no está atado a nada,
sin temer a que lo odien, pero que padece por creerse excluido e incapaz de ser amado.

5
Rostand, Edmond: Cyrano de Bergerac. Biblioteca Clásica Sopena. Barcelona. 1975
Ligado a un amor profundo por su prima Rosana, lo grotesco de su aspecto que alcanza su
máxima significatividad en la prominencia de su nariz, lo deja por fuera del circuito
amoroso.
El personaje en cuestión se entera por boca de Rosana misma, que ésta ama a
Cristián, a quien le supone los mismos sentimientos, y le solicita a Cyrano que lo ayude y
lo proteja en el Regimiento. Es a partir de esta propuesta que las cosas comienzan a
enredarse: Cyrano al encontrarse con quien debiera ser su rival frente al amor de Rosana,
no sólo tolera las burlas que éste profiere respecto de su nariz (las cuales les habían costado
la vida a más de un atrevido), sino que además se presenta como un hermano de Rosana,
asegurándole al joven que ella lo ama, y que aguarda para esa misma tarde una carta de él.
Cristián le hace saber que el no tiene habilidad para tales menesteres, y es así que Cyrano le
entrega una carta por él escrita. Cyrano le propone “¡Hagamos los dos un héroe
novelesco” 6: bello y con el recurso de la palabra en lo que al amor se refiere. Ante el temor
de desilusionar a Rosana, Cristián acepta hacer de dos, uno. Primera alteración de lo
imaginario: perdida de los limites del yo: ya no se sabe dónde empieza un personaje y
donde el otro. Algo de la fealdad de Cyrano toca ahora a Cristián; y algo de la belleza de
éste envuelve a Cyrano, quien no se cree capaz de velar con palabras, eso que aparece en
más en su imagen especular. Por eso necesita de Cristián como cuerpo que entra en la
escena, quedando él fuera de juego. El -  se positiviza para Cyrano en la imagen: lo que
debería permanecer velado, irrumpe en el campo escópico constituyendo una aparición
obscena que lo deja inhibido. Así amó a Rosana y sus palabras enamoraron a la joven en los
labios de otro. Escribió efusivas cartas que firmó con el nombre de otro; le declaró su amor
bajo la sombra de otro cuerpo. Esta es la historia de Cyrano quien no temía a sus enemigos
porque podía enfrentarlos con su espada; pero el mismo hombre del se hablaba con
valentía era amenazado por el miedo y la cobardía respecto del amor, cuando su cuerpo
debía ponerse en juego. Cyrano se reconoce por fuera de la escena cumpliendo el papel de
apuntador; él mismo le dicta a Cristián las palabras que debe decir a Rosana.
Al enigma que introduce la pregunta ¿qué quiere una mujer? Cyrano lo obtura
respondiendo: un hombre bello.

6
Edmond, Rostand: Cyrano de Bergerac. Op. Cit. Las bastardillas son mías.
Claro esta que para Cristián la partida se jugaba diferente: si bien en un principio
pensó que necesitaría de las palabras de amor para conquistar a Rosana, esta situación no
podía extenderse demasiado tiempo. Cristián comienza a sentirse incomodo con esta
sombra que lo acompaña a cada paso y se propone deshacerse de Cyrano, creyendo que sin
él podría dirigirse de igual manera a Rosana. Pero cuando éste no puede bordar la trama del
amor con palabras bellas ella lo rechaza. Cyrano, quien permanecía oculto, comienza a
dictarle las palabras, pero termina ocupando su lugar: lo sustituye. Sustitución que le
permite recuperar su voz a condición de que su cuerpo quede en sombras. Segundo
movimiento en el plano Imaginario: se sostiene todavía la afirmación de un solo lugar,
pero es Cyrano en tanto voz, quien lo ocupa. Bajo el temblor de su propia voz, y al abrigo
de la sombra que lo dejaban por fuera de la mirada de Rosana, impidiendo que ésta notara
la sustitución, Cyrano le declara su amor. Ella advierte que su voz, parece otra y queda
capturada por las palabras que éste profiere: “os amo, me ahogo, enloquezco, no puedo
mas, es demasiado...¡ Tu nombre es para mi corazón como un cascabel...y como siempre
ante ti estoy temblando, el cascabel se agita y tu nombre suena. ¡Tanto te he amado que me
acuerdo de todo...Se que el año pasado, un día, el doce de mayo te cambiaste el peinado
para salir a la mañana... Cuando se fijan demasiado la vista en el sol, se ven encima de las
cosas cercos encarnados...Del mismo modo, cuando aparto la vista del fuego de tu
cabellera, mis ojos deslumbrados, ven por todas partes manchas rojizas...(...) Este
sentimiento , terrible y celoso que me invade, es verdadero amor...” Allí, en el marco de esa
escena, en el temblor de su voz Cyrano pone en juego su propia pasión. Roland Barthes
dice que hay algo que es propio de la pasión y que es ese rasgo mostrativo, rasgo que en
este caso enmascara a la voz al tiempo que la denuncia en tanto que apasionada. Son las
palabras de Cyrano las que enamoran a Rosana, son sus palabras las que la hacen temblar,
las que operan como signos de amor. El lenguaje, en tanto discurso amoroso permite por
resonancia tocar al otro.
Ante la embriaguez que invade a Rosana, se produce un nuevo giro en la escena:
Cristián vuelve a tomar la palabra para pedir un beso. El desconcierto de Cyrano es
evidente. Nueva alteración: tercer movimiento de lo imaginario, uno se sustituye al otro:
Cristián será quien reciba el beso de Rosana. Cyrano se lamenta diciendo “...está besando
las palabras que yo he dicho hace un instante” 7. Barthes señala que “en el campo amoroso,
las más vivas heridas provienen más de lo que se ve que de lo que se sabe.”8
El cuarto giro en lo imaginario se producirá con posterioridad al matrimonio entre
Cristian y Rosana, en el marco de la zona de batalla. Rosana se dirige a la zona de guerra
para encontrarse con Cristián, llevada por las cartas que a diario éste le enviaba. De más
está decir que esas cartas (tres cartas diarias) eran escritas por Cyrano. La carta de amor
exige sin lugar a dudas la respuesta del otro, y esta se verifica en la llegada de la joven a un
lugar tan inhóspito.
Es allí donde se producirá la quinta modificación de la escena: Cristián se da cuenta
que Rosana no lo ama, al notar que su belleza no le importa, porque se ha enamorado de las
palabras. Cristián le propone a Cyrano que le diga la verdad: romper el pacto, que cada
uno vuelva a ser quien era. Se lo dice claramente: “_¡Estoy cansado de llevar en mi mismo
un rival”9 El héroe que era uno, vuelve a desdoblarse. Pero la muerte inesperada de Cristian
dejará en suspenso la conclusión de este desdoblamiento. El mismo sólo se producirá con la
reduplicación de la muerte: la de Cyrano quince años después.
Rosana, junto al lecho de muerte de Cristián encuentra una carta, palabras de amor
que la dejarán suspendida en un duelo eterno, imposible de elaborar. Se recluye en un
convento, añorando el amor perdido. Cyrano la visita frecuentemente, pero jamás le hizo
saber que él era quien había escrito esas palabras. Será cuando se encuentre al borde de la
muerte, por haber sido herido a traición, que Cyrano podrá reunir por primera vez su voz
con su cuerpo; y será precisamente el temblor de su voz lo que le permitirá a Rosana
reconocer, en el mismo momento en que la muerte se lo arrebataba, que ese era el hombre
que bajo el balcón, le había jurado amor quince años atrás, y cuyas cartas la habían
acompañado a lo largo de los años.
Es al borde de la muerte cuando Cyrano libra su última batalla contra sus peores
enemigos: las mentiras, los prejuicios, los compromisos, la mentira, la cobardía, la
estupidez. Se ve con ellos cara a cara, por primera vez; y es allí en su última batalla que se
recupera en tanto sujeto, como falta en ser.

77 Rostand, Edmond:Op. Cit.

8
Barthes, Roland: Op. Cit.
9
Rostand, Edmod: Op. Cit.
Para concluir.

Son por cierto muchas las preguntas que me quedan abiertas, así como también las
líneas que a partir de este texto se podrían haber trabajado. Me incliné a trabajar la pasión
amorosa, y los vericuetos que se instauran en cada una de las escenas; circunscribiendo
estas cinco modulaciones de lo Imaginario que a mi entender, son claves para leer la
posición de los personajes. Es cierto que estas cinco modulaciones tal vez puedan reducirse
a tres:
1. la creación siniestra del héroe: hacer de los dos, Uno;
2. las alternancias entre uno y otro, indistintamente; punto donde la locura propia de la
afirmación “yo es otro” se hace patente;
3. y la restitución de la subjetividad de cada uno recupera, siempre al borde de la muerte,
como si en ese límite se recobrara algo de lo más propio, al tiempo que la vida misma
se está perdiendo. Tal vez pueda leerse en esos puntos la elección forzada de la que
habla Lacan en el Seminario 11, a la que escribe bajo la forma de “la bolsa o la vida”.
Me pregunto si en Cyrano podríamos leer algo del orden de la inhibición, y por ende
afectación del yo; o si se trata más de algo del orden de la cobardía; instaurándose el
problema a nivel del deseo.
Queda por cierto toda una línea de trabajo interesante en torno al valor que lo escrito
tiene para Cyrano; así como también el estatuto de la palabra poética respecto del
desencuentro de los cuerpos. Temas que podrán ser, por cierto, motivo de otros trabajos.

Lic. Lujan Iuale.

Bibliografía
Barthes, Roland: Fragmentos de un discurso amoroso. Siglo XXl Editores. 1999. México.
Deleuze, Gilles: Proust y los signos. Editorial Anagrama. 1972. Barcelona.
Lacan, Jacques: Seminario 1. Los escritos técnicos de Freud. Paidos. 1990. Bs. As.
Seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
Paidos. 1997. Bs. As.
Ollier, María- de Sagastizábal, L: Tu nombre en mi boca. Historia argentina de la pasión y
el amor.Planeta. 1994. Bs. As.
Rostand, Edmond: Cyrano de Bergerac. Biblioteca Clásica Sopena. 1975. Barcelona.
Schopenhauer, Arthur. El amor y otras pasiones. Editorial Alba.1998. Madrid.
METAPSICOLOGÍA II

LAS PASIONES DEL ALMA Y EL CUERPO


ERÓGENO

Profesora: IRENE FRIEDENTHAL


2° Cuatrimestre de 2004

TÍTULO: LOS SIGNOS DE LA PASIÓN AMOROSA EN CYRANO DE


BERGERAC.

Autora: Lic. Lujan Iuale

E- mail: iuale@aol.com
Tel: 4983-5087 15-5043-0946

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