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(Buenos Aires, 1877 - 1925) Filósofo argentino. Estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires,
y fue profesor de psicología experimental en esa universidad. Está considerado como uno de los
máximos representantes del positivismo en Latinoamérica.
Miembro del Partido Socialista, afirmaba que la lucha de clases era una de las manifestaciones de
la lucha por la vida.
1 HOMBRES Y SOMBRAS
En este capítulo estos nunca llegan a individualizarse: ignoran el placer de exclamar “yo soy” frente
a los demás. no existen solos. su amorfa estructura los obliga a borrarse en una raza, en un pueblo,
en un partido, en una secta, en una bandería: siempre a embadurnarse de otros. Apuntalan todas
las doctrinas y prejuicios consolidados a través de los siglos.
El buen lenguaje clásico llamaba doméstico a todo hombre que servía y era justo. El hábito de la
servidumbre trae consigo sentimientos de domesticidad. En los cortesanos lo mismo que en los
pueblos. Los caracteres excelentes son indomesticables: tienen su norte puesto en su ideal su
firmeza los sostiene, su luz los guía, las sombras en cambio las degeneran. El tiempo y el ejercicio
adaptan a la vida servil. El hábito de resignarse para medrar crea resortes cada vez más sólidos
automatismos que destiñen para siempre todo rasgo individual.
3 LA VANIDAD
El orgullo es una arrogancia originaria por nobles motivos y quiere refinar el mérito; la soberbia es
una desmedida presunción y busca alargar la sombra catecismos y diccionarios han colaborado a la
mediocrizacion moral, subvirtiendo los términos que designan lo eximio y lo vulgar. La exaltación
del amor propio, peligrosa en los espíritus vulgares, es útil al hombre que sirve un ideal. Este le
cristaliza en dignidad; aquellos le degeneran en vanidad, el éxito envanece al tonto, nunca al
excelente.
4 LA DIGNIDAD
Es síntesis de todas las virtudes que acercan al hombre y borran la sombra: donde ella falta no existe
el sentimiento del honor y así como los pueblos sin dignidad son rebaños, los individuos sin ella son
esclavos. Todas sus formas implican dignidad y virtud. Los caracteres dignos permanecen solitarios,
sin lucir en el anca ninguna marca de hierro. Prefieren estar solos mientras no puedan juntarse con
sus iguales, cada flor englobada en un ramillete pierde su perfume propio, obligado a vivir sin sus
iguales, el digno se mantiene ajeno a todo lo que estima inferior.