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MISTERIOS GOZOSOS
Puedes sentirte solo en muchos momentos de tu vida, pero Nuestro Señor Jesucristo nos
descubre el misterio de la soledad, cuanto más sólo estés, más dependes de Él, después
de recorrer tu camino en la enfermedad, el cuerpo sufre y el dolor purifica el espíritu, así
comprenderás que al rezar el Santo Rosario junto con María a los pies de la cruz,
llegaremos a Jesús, que nos llevará al Padre.
PADRE NUESTRO.
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos
del mal. Amén
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO.
R. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En
el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
V. Oh María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos dirigimos a ti en este día, ya que
fuiste Tú la que dijiste SI a la vida, ante el anuncio del Ángel. Sin importar la sorpresa y
la incertidumbre que esto te causaría, Tu dijiste “SI”; “Hágase en mi según tu Palabra:
Santa María, oramos hoy por todos los enfermos, por su salud física y espiritual, por una
vida digna y bendecida.
PEDIMOS POR
Por todos los enfermos y por todos sus cuidadores y amigos, para que la fuerza del
Espíritu Santo les ayude a sobrellevar la enfermedad.
Por todas las personas que sufren, por los pobres, los que se sienten solos y por todos los
enfermos: para que con ayuda de la luz de Cristo encuentren las fuerzas para afrontar el
sufrimiento y los demás sepamos acompañarlos.
Por todas las personas que rezan esta oración, por sus necesidades personales y
espirituales.
ACTO DE CONTRICIÓN
V. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por
ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de
todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas
del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar,
confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu
reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos
del mal. Amén.
3 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre
todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de
nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
PRIMER MISTERIO
Reflexión
Dios envía un Ángel a María para darle a conocer sus designios para la salvación
humana y para pedirle su consentimiento y su cooperación. Dios nos habla
continuamente también a nosotros: nos envía sus mensajeros y sus mensajes,
Buenas inspiraciones, buenas lecturas, una palabra de una persona amiga y hasta
la enfermedad; son mensajeros de Dios.
Hermano que sufres: a través de estas circunstancias Dios nos envía sus mensajes
para que comprendamos su designio sobre nuestra vida y demos nuestro
consentimiento como María.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren.
SEGUNDO MISTERIO
Reflexión
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren.
TERCER MISTERIO
Reflexión
En la pobreza de un establo, de una cueva, María da a luz a Jesús. Los Santos
Peregrinos habían pedido posada en otras casas. Pero nadie les había abierto las
puertas. Jesús pide posada en tu corazón. Eres Pobre, estás enfermo, a veces te
sientes desanimado… Sin embargo en esa pobreza Jesús quiere nacer, y por medio
tuyo, quiere comunicarse a los demás. Ábrele tu corazón: no lo rechaces.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren.
CUARTO MISTERIO
Reflexión
Simeón reconoce al Salvador: era un anciano recto y santo. Esperaba con ansia la
venida del Mesías. Dios colmó sus aspiraciones e ilusiones. Simeón pudo estrechar
entre sus brazos al que tanto había esperado.
En tierras de misiones hay ancianos que desean ver al Salvador, hay hombres y
mujeres que buscan quién de sentido a su trabajo, hay jóvenes y niños que
esperan a alguien que oriente sus pasos y de luz a sus vidas. Todavía esperan al
Mesías…
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren.
QUINTO MISTERIO
Reflexión
María y José están hundidos en una profunda tristeza, porque han perdido a
Jesús. De repente parece que su vida haya perdido luz y significado sin Jesús.
Hay muchas personas que nunca han conocido a Jesús. Pero hay otras que los
han perdido. Hay enfermos que en el dolor se han desesperado, han renegado, y se
han apartado de Dios.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren.
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mt 8,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mt 7,34). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 1,41). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canaán (Mc 7,24). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6). Ten compasión de
nosotros.
MARTES Y VIERNES
MISTERIOS DOLOROSOS
PADRE NUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
R. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
V. Oh María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos dirigimos a ti en este día, ya
que fuiste Tú la que dijiste SI a la vida, ante el anuncio del Ángel. Sin importar la
sorpresa y la incertidumbre que esto te causaría, Tu dijiste “SI”; “Hágase en mi
según tu Palabra: Santa María, oramos hoy por todos los enfermos, por su salud
física y espiritual, por una vida digna y bendecida.
PEDIMOS POR
Por la santificación de todos los sacerdotes del mundo, consagrados, religiosos y
servidores.
Por todos los enfermos y por todos sus cuidadores y amigos, para que la fuerza del
Espíritu Santo les ayude a sobrellevar la enfermedad.
Por todas las personas que sufren, por los pobres, los que se sienten solos y por
todos los enfermos: para que con ayuda de la luz de Cristo encuentren las fuerzas
para afrontar el sufrimiento y los demás sepamos acompañarlos.
Por todas las personas que rezan esta oración, por sus necesidades personales y
espirituales.
ORACIÓN
Señor, Tú eres el buen pastor y Tú has dicho: «vengan a mí todos los que están
cansados y cargados y Yo los aliviaré».
Venimos a tu presencia junto con aquellos que ahora atraviesan momentos de
dificultad, que padecen alguna enfermedad, que se sienten incomprendidos,
olvidados; que están alejados de ti, que necesitan de tu paz y de tu alivio celestial,
te suplicamos Señor Dios Padre, bendícelos a todos. Pon tu mano Señor Jesús, de
buen pastor sobre cada uno de ellos y por los méritos de tu pasión y tu cruz
sánalos y alívialos física y espiritualmente, en la santa Voluntad del Padre y en tu
Santo nombre. Dales el consuelo que cada uno busca en ti.
Y a los enfermos que Tú no vas a sanar hoy porque en tu plan providencial, tú
tienes algo distinto para ellos, te pedimos que les des fortaleza a ellos y a su
familia para que nunca desesperen y que sepan ofrecer sus sufrimientos
uniéndolos a tus sufrimientos en la Cruz, para darle un valor de redención. Te lo
pedimos en Tu Santo Nombre Señor Jesús, orando con el Espíritu Santo y con la
intercesión de la Santísima Virgen.
Gracias Señor porque has escuchado nuestras oraciones. Amén
ACTO DE CONTRICIÓN
V. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío;
por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me
pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis
castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
3 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
PRIMER MISTERIO
Oración de Jesús en el huerto Lc. 22,40-44.
Llegados al lugar, les dijo:
Después se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, y doblando las
rodillas oraba con estas palabras;
Entonces se le apareció un ángel del cielo para animarlo. Entró en agonía y oraba
con mayor insistencia. Su sudor se convirtió en gotas de sangre que caían hasta el
suelo.
Reflexión:
Aun cuando Jesús iba acompañado de sus discípulos en los momentos de la
prueba y sufrimiento, experimentó la soledad, no había nadie a su lado, los
discípulos le amaban, pero distraídos o cansados se habían dormido, sólo un ángel
del cielo vino a animarlo.
Hermano(a), hoy tu puedes ser también un ángel para el enfermo o anciano, que
no tiene a nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a
levantarse del desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un
hermoso arco iris de la paz.
Se reza Padre Nuestro, 10 Ave Marías y el Gloria.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren
SEGUNDO MISTERIO
Reflexión:
Jesús, perseguido y azotado injustamente por una multitud, que contradicción
entre tanta gente, no tiene a nadie que le ayude.
Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias
dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos
acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la
enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la
solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, porque donde reina el amor, no
hay dolor, y si lo hay se le ama (San Agustín).
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos.Ruega por nosotros y todos los que
sufren
TERCER MISTERIO
Reflexión:
Jesús, una vez más experimenta la soledad y el abandono, pues está solo, los que
lo habían seguido primero se durmieron, después corrieron y ahora son
espectadores del dolor y humillación, que son de los más crueles sufrimientos.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos.Ruega por nosotros y todos los que
sufren
CUARTO MISTERIO
Jesús con la cruz acuestas. Lc. 23,26
Cuando lo llevaban, encontraron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y
le cargaron con la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
Reflexión:
Maestro hasta el final, Él que es el camino, Jesús camina solo con la cruz del dolor
y sufrimiento, siempre tomando la iniciativa para enseñarnos como se debe llevar.
Él, para nosotros es como el Simón de Cirene para llevar nuestra cruz, signo de
vida donde se vence el mal con la plenitud del bien.
Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos,
ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni
debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda
de otra persona, podemos hacer que sea más ligera. (San Francisco de Sales)
Se reza Padre Nuestro, 10 Ave Marías y el Gloria.
Jaculatoria: María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que
sufren
QUINTO MISTERIO
Reflexión:
Jesús, hasta el final se sintió solo por los del mundo, pero siempre estuvo cerca de
su Padre, por eso sus últimas palabras son para el Padre Dios.
En un grito que resuena en toda la humanidad, grito de amor, que hizo se
reconociera al verdadero hijo de Dios y se arrepintieran de lo que habían hecho.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste
asumir nuestra condición humana, mira con piedad a todos los enfermos, a todos
que necesitan ser curados en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan superar todos
sus males; y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíen
en la eficacia del dolor para la salvación del mundo.
OREMOS
R. Sálvanos, Señor.
R. Óyenos, Señor.
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mt 8,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mt 7,34). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 1,41). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canaán (Mc 7,24). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6). Ten compasión de
nosotros.
PADRE NUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
R. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
V. Oh María, Madre de Jesús y Madre nuestra, nos dirigimos a ti en este día, ya
que fuiste Tú la que dijiste SI a la vida, ante el anuncio del Ángel. Sin importar la
sorpresa y la incertidumbre que esto te causaría, Tu dijiste “SI”; “Hágase en mi
según tu Palabra: Santa María, oramos hoy por todos los enfermos, por su salud
física y espiritual, por una vida digna y bendecida.
PEDIMOS POR
Por todos los enfermos y por todos sus cuidadores y amigos, para que la fuerza
del Espíritu Santo les ayude a sobrellevar la enfermedad.
Por todas las personas que sufren, por los pobres, los que se sienten solos y por
todos los enfermos: para que con ayuda de la luz de Cristo encuentren las fuerzas
para afrontar el sufrimiento y los demás sepamos acompañarlos.
Por todas las personas que rezan esta oración, por sus necesidades personales y
espirituales.
ORACIÓN
Señor, Tú eres el buen pastor y Tú has dicho: «vengan a mí todos los que están
cansados y cargados y Yo los aliviaré».
Venimos a tu presencia junto con aquellos que ahora atraviesan momentos de
dificultad, que padecen alguna enfermedad, que se sienten incomprendidos,
olvidados; que están alejados de ti, que necesitan de tu paz y de tu alivio celestial,
te suplicamos Señor Dios Padre, bendícelos a todos. Pon tu mano Señor Jesús, de
buen pastor sobre cada uno de ellos y por los méritos de tu pasión y tu cruz
sánalos y alívialos física y espiritualmente, en la santa Voluntad del Padre y en tu
Santo nombre. Dales el consuelo que cada uno busca en ti.
Y a los enfermos que Tú no vas a sanar hoy porque en tu plan providencial, tú
tienes algo distinto para ellos, te pedimos que les des fortaleza a ellos y a su
familia para que nunca desesperen y que sepan ofrecer sus sufrimientos
uniéndolos a tus sufrimientos en la Cruz, para darle un valor de redención. Te lo
pedimos en Tu Santo Nombre Señor Jesús, orando con el Espíritu Santo y con la
intercesión de la Santísima Virgen.
Gracias Señor porque has escuchado nuestras oraciones. Amén
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
3 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
PRIMER MISTERIO
El bautismo del Señor
“Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser
bautizado por él (…). Salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al
Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que
salía de los cielos decía: Este es mi Hijo amado, en quien yo me complazco” (Mt 3,
13, 16-17)
Reflexión:
Hermano(a), hoy tu puedes ser un ángel para el enfermo o anciano, que no tiene a
nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a levantarse del
desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un
hermoso arco iris de la paz.
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
SEGUNDO MISTERIO
Reflexión:
Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias
dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos
acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la
enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la
solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, donde reina el amor, no hay
dolor, y si lo hay, se le ama (Sn. Agustín).
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
TERCER MISTERIO
Reflexión:
Hermano(a), tú no seas espectador del enfermo o anciano que en ocasiones se
avergüenzan de la enfermedad o discapacidad que tienen y se sienten excluidos,
sin nadie que los atienda, sé valiente y recuerda que Jesús dijo: ”En verdad les
digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de mis hermanos,
me lo hicieron a mí”. Mt. 25,40
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
CUARTO MISTERIO
La transfiguración
“Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan,
y los lleva aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se
puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. En esto,
se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él. (…) [Y] una nube
luminosa los cubrió con su sombra y de la nube salía una voz que decía: Este es
mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle” (Mt 17, 1-3, 5).
Reflexión:
Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos,
ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni
debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda
de otra persona, podemos hacer que sea más ligera.
“Plantad en vuestra alma a Jesús crucificado y todas las cruces de este mundo os
parecerán rosas”. San Francisco de Sales
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
QUINTO MISTERIO
La institución de la Eucaristía
“Sabiendo Jesús, que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre,
habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”.
Y “mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo
a sus discípulos, dijo: Tomad, comed, éste es mi cuerpo. Tomó luego una copa y,
dadas las gracias, se la dio diciendo: bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre
de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados” (Jn, 13,
1; Mt 26, 26-29).
Reflexión:
Hermano(a): No tenemos que esperar a que se muera nuestro enfermo o familiar,
para acompañarle o resaltar sus cualidades, sino que en vida es nuestra
oportunidad que no se sienta solo y encuentre en nuestra compañía un sentido
cristiano al sufrimiento, con la esperanza de que el mañana será mejor.
¡Qué triste es el lamento de Jesús:”Esperé que alguien se compadeciese de mí, y
no hubo nadie; alguien que me consolase y no hallé”! (Sal. 68, 21)
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste
asumir nuestra condición humana, mira con piedad a todos los enfermos, a todos
que necesitan ser curados en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan superar todos
sus males; y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíen
en la eficacia del dolor para la salvación del mundo.
OREMOS
V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R. Sálvanos, Señor.
V. Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las suplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los
peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mt 8,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mt 7,34). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 1,41). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canaán (Mc 7,24). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6). Ten compasión de
nosotros.
PADRE NUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y
líbranos del mal. Amén
ORACIÓN DE OFRECIMIENTO
R. Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios
nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
PEDIMOS POR
Por todos los enfermos y por todos sus cuidadores y amigos, para que la fuerza
del Espíritu Santo les ayude a sobrellevar la enfermedad.
Por todas las personas que sufren, por los pobres, los que se sienten solos y por
todos los enfermos: para que con ayuda de la luz de Cristo encuentren las fuerzas
para afrontar el sufrimiento y los demás sepamos acompañarlos.
Por todas las personas que rezan esta oración, por sus necesidades personales y
espirituales.
Señor, Tú eres el buen pastor y Tú has dicho: «vengan a mí todos los que están
cansados y cargados y Yo los aliviaré».
ACTO DE CONTRICIÓN
V. Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío;
por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me
pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis
castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo
firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere
impuesta. Amén
PADRENUESTRO
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
3 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
PRIMER MISTERIO
La Resurrección de Jesús
“El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que
buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho.
Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id en seguida a decir a sus discípulos:
Ha resucitado de entre los muertos” (Mt 28, 5-6).
Reflexión:
Hermano(a), hoy tu puedes ser un ángel para el enfermo o anciano, que no tiene a
nadie, para acompañarlo y animarlo en su soledad, y ayudarle a levantarse del
desánimo o vacío, en que se encuentra.
Cuando las lágrimas son iluminadas por el sol de la fe, se forma en el alma, un
hermoso arco iris de la paz.
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
SEGUNDO MISTERIO
Reflexión:
Hermano(a), hoy como ayer, también nosotros manipulados por las apariencias
dejamos al anciano o al enfermo, sólo esto nos hace reflexionar que debemos
acompañar al enfermo, sin hacer juicios o condenar el origen o causa de la
enfermedad, hoy como Iglesia, es el momento para practicar la caridad y la
solidaridad.
Si amas Jesús, ¡qué fácil es sufrir por él!, porque, donde reina el amor, no hay
dolor, y si lo hay, se le ama (Sn. Agustín).
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
TERCER MISTERIO
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
CUARTO MISTERIO
Reflexión:
Hermano(a): Necesitas ser como Simón de Cirene con los enfermos o ancianos,
ayudarles a cargar con esa cruz que cada uno tenemos y que no podemos ni
debemos renunciar a ella, pues es nuestro medio de salvación pero con la ayuda
de otra persona, podemos hacer que sea más ligera.
“Plantad en vuestra alma a Jesús crucificado y todas las cruces de este mundo os
parecerán rosas”. San Francisco de Sales
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
V. Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
R. como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
QUINTO MISTERIO
La coronación de Nuestra Señora
“Toda espléndida, la hija del rey, va adentro, con vestidos en oro recamados; con
sus brocados es llevada ante el rey.” Y “una gran señal apareció en el cielo; una
mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas
sobre su cabeza” (Sal. 45, 14-15; Ap 11, 19;12, 1).
Reflexión:
Hermano(a): No tenemos que esperar a que se muera nuestro enfermo o familiar,
para acompañarle o resaltar sus cualidades, sino que en vida es nuestra
oportunidad que no se sienta solo y encuentre en nuestra compañía un sentido
cristiano al sufrimiento, con la esperanza de que el mañana será mejor.
PADRENUESTRO
V. Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a
nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
R. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también
nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y
líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
V. Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres
entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
R. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora
de nuestra muerte. Amén
GLORIA
JACULATORIA
María, Salud de los enfermos. Ruega por nosotros y todos los que sufren.
ORACIÓN FINAL
Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste
asumir nuestra condición humana, mira con piedad a todos los enfermos, a todos
que necesitan ser curados en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalos con tu poder para que levanten su ánimo y puedan superar todos
sus males; y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíen
en la eficacia del dolor para la salvación del mundo.
OREMOS
V. Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo.
R. Sálvanos, Señor.
V. Bajo tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios, no desprecies las suplicas
que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todos los
peligros, oh Virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Amén
Señor Jesús, que curaste al ciego de Betsaida (Mt 8,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús que curaste a dos ciegos en Cafarnaúm (Mt 9,27). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos ciegos en Jericó (Mt 20,29). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un ciego y mudo (Mt 12,22). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al sordomudo en Decápolis (Mt 7,34). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un leproso en Galilea (Mt 1,41). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a diez leprosos en Galilea (Lc 17,11). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de Cafarnaúm (Mt 9,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al paralítico de la piscina (Jn 5,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hombre de la mano atrofiada (Mt 12,9). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la mujer hemorroísa (Lc 8,42). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un hombre hidrópico (Lc 14,1). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste al siervo del centurión (Mt 8,5). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al hijo del funcionario real (Jn 4,50). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a la suegra de San Pedro (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un niño lunático (Mt 17,18). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste al poseso de Cafarnaúm (Mc 1,25). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a un poseso mudo (Lc 11,14). Ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, que curaste a una joven posesa de Canaán (Mc 7,24). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que curaste a dos posesos de Gerasa (Mt 8,28). Ten piedad de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a la hija de Jairo (Mc 5,41). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste al hijo de una viuda (Lc 7,14). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste a tu amigo Lázaro (Jn 11,1-43). Ten misericordia de
nosotros.
Señor Jesús, que resucitaste Tú mismo del sepulcro (Mc 16,6). Ten compasión de
nosotros.
ORACIONES FINALES
“Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que
te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ¡oh
siempre Virgen, gloriosa y bendita!”
Junto con la oración tradicional a San Miguel escrita por León XIII: