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Impacto Económico de Donald Trump: ¿Realidad o Ilusión?

Camilo Andrés Delgado Gómez**

RESUMEN:
Donald Trump llega a la presidencia de Estados Unidos con un paquete de políticas
económicas que ha suscitado polémicas y evidencia el descontento con la globalización
(neoliberal). Este articulo discutirá sobre el significado de Trump para este proceso y la
perdida de hegemonía estadounidense, pero el objetivo principal es evidenciar hasta qué
punto las políticas efectivamente han tenido el impacto económico esperado. Para esto se
analizará las cifras disponibles y algunas previsiones sobre la economía norteamericana.
Se concluye que lo que se ha dado se puede caracterizar como un “Boom Trump” que
muestra un impacto inmediato que no mejorara sustancialmente la precaria economía
estadounidense.

Palabras Clave: Estados Unidos, Política Económica, Globalización, Donald Trump.

JEL: E01, E20, E61, E60, F60

Donald Trump's Economic Impact: Reality or Illusion?


Abstract:
Donald Trump arrives at the presidency of the United States with a package of economic
policies that have aroused controversy and evidence of discontent with (neoliberal)
globalization. This article will discuss what Trump means to this process and the loss of
US hegemony, but the main objective is to show to what extent the policies have actually
had the expected economic impact. To this end, the available figures and some forecasts
on the U.S. economy will be analyzed. It is concluded that what has happened can be
characterized as a "Boom Trump" that shows an immediate impact that did not
substantially improve the precarious U.S. economy.

Keywords: United States, Policy Economic, Globalization, Donald Trump.

*
Una versión preliminar del presente texto fue presentada en el curso Fundamentos de Economía impartido
por los profesores Álvaro Zerda y Juan Manuel Monroy en la Facultad de Ciencias Económicas de la
Universidad Nacional de Colombia durante el semestre 2019-1. Agradezco la sugerencia hecha por el
monitor de dicho curso, Elkin Suarez.
**
Estudiante de sexto semestre de Ciencia Política de la Universidad Nacional de Colombia. Correo:
andelgadogo@unal.edu.co

Fecha de finalización: 15 de octubre del 2019.


Introducción:
Con un lema que ya había hecho historia en la política norteamericana, “Make America
Great Again”, Donald Trump llega a la presidencia el 20 de enero del 2017 con la promesa
de implementar una serie de políticas económicas que, al menos, han sido polémicas1. En
general, estas políticas buscan que Estados Unidos recupere la robustez económica que
lo ha caracterizado, a la vez que plantean una fuerte competencia a la otra potencia (léase,
China) que en un futuro cercano le podría disputar directamente el predominio mundial y
que, según algunos analistas, ya le está ganando la batalla en varios frentes.

Para lograr lo anterior, el programa económico de Trump tiene como objetivo principal
superar el estancamiento económico que ha caracterizado al mundo desde la gran recesión
del 2008, buscando volver a la senda que le permita mantener un crecimiento económico
considerable y sostenido, a la vez que le garantice la creación de empleos. De cierto modo,
busca implementar el ideal capitalista del siglo pasado, el de la post Segunda Guerra
Mundial, pero con las políticas económicas actuales; evidentemente, una contradicción.

Para esto se ha buscado aumentar la inversión privada mediante la disminución de la carga


fiscal; profundizar la desregulación, incluidas actividades ambientales y financieras,
favoreciendo así a ciertas empresas dedicadas a estos rubros; disminuir la participación
estatal y el déficit externo; y el desarrollo de un amplio programa de gasto en
infraestructura y defensa (Guillen, 2018; Navarrete, 2018).

Además, se han venido desarrollando una serie de políticas proteccionistas -tachadas de


heterodoxas y con efectos inciertos por Berganza & L´Hotellerie-Fallois (2017)- que a
todas luces están en contra del libre mercado, en concordancia con la crisis social y el
descontento que ha generado el actual proceso de globalización que, junto a Doreen
Massey, podemos caracterizar como neoliberal.

Este descontento que, como se verá más adelante es justificado, se puede entender como
la explicación de la elección de Trump, y de todas las nuevas derechas alrededor del
mundo. Sin embargo, la paradoja que con esto se plantea es que, aunque estos
movimientos políticos han sido elegidos como respuesta a la globalización neoliberal, no
se han desprendidos de este tipo de políticas. Prueba de esto en el caso de Trump es que
busca aumentar la inversión disminuyendo los impuestos a los grandes capitales a la vez
que recorta el gasto público y traslada la prestación de servicios al sector privado; a
grandes rasgos las mismas medidas que nos han llevado a la crisis actual.

Teniendo en cuenta lo anterior, el presente texto tiene como objetivo principal analizar
qué tanto han contribuido las medidas de la administración Trump a la economía del
gigante norteamericano, o si solo han servido de fuente para la polémica; para esto se
estudiarán los resultados de la economía estadounidense en estos dos años de gobierno y
las previsiones sobre dos de los ejes de las medidas económicas de Trump: el crecimiento
del Producto Interno Bruto (PIB) y el nivel de desempleo. En segundo orden, se busca
1
Zaki Laïdi (1996, en de Benoist, 2010) dice que “los valores de la universalidad [léase, globalización
ideal] solo se pueden promover y defender si la gente se siente previamente arraigada a una realidad local
sólida. Ahora bien, la mundialización [léase, globalización actual] desarrolla una dinámica inversa. Los
individuos se sientes desarraigados por la globalización, sin poder sobre las cosas, y, en consecuencia, se
esfuerzan por levantar paredes, por muy frágiles e irrisorias que sean” (p. 135-136). Lo interesante de esta
cita es que una de las propuestas más polémica, sino la más, del presidente Trump es la construcción de un
muro en la frontera mexicana para evitar el paso de migrantes que, según él, llegan a precarizar las
condiciones de los estadounidenses; o sea, Trump quiere construir una pared literalmente.
explicar la elección de Trump y lo que él representa en el mundo actual y, en tercer lugar,
se discutirá alrededor de la idea de la perdida de hegemonía estadounidense.

Para lo anterior, se expondrá primero el significado de Trump en el mundo globalizado;


luego se discutirá sobre la supuesta perdida de hegemonía de Norteamérica; en tercer
lugar, se expondrán algunas cifras de la economía estadounidense hasta la fecha y las
previsiones ya señaladas, para hacer un análisis de estas; y, por último, se enunciarán
algunas conclusiones de todo lo anterior.

Trump, ¿la Solución a la Globalización?:


Trump no es una casualidad, no es un desliz, ni es solo un fenómeno coyuntural. Trump
es el resultado de los cambios que ha vivido el mundo en las últimas décadas. Es así
mismo, el resultado de una decisión no racional en la que “se presentaba una elección
obvia entre una opción sensata y otra opción absurda; (…) la opción absurda provocaba
pérdidas para todos; [y] tras la elección, y contra todos los pronósticos, ganó la opción
absurda” (García & Chicaíza, 2018, p. 131) 2 . Fue por esto que, para todos, desde
académicos y analistas, hasta políticos y ciudadanos del común, su victoria fue una total
sorpresa.

Pero para entender a Trump, hay que entender la actual globalización, entonces, aun sin
ser nuestro propósito caracterizar dicho proceso, es necesario conocer dos de sus
elementos clave. Por un lado, es un proceso que mantiene una diferenciación en la
situación individual y regional con respecto a los flujos de intercambio y de interconexión,
generando una brecha tanto tecnológica como económica, política y social, llevando así
a ciertas zonas del mundo a condiciones mucho más precarias en relación con otras; de
este modo, “la globalización de las relaciones sociales es otra fuente de (reproducción de)
desarrollo geográfico desigual” (Massey, 1991, p. 128).

Por otro lado, junto con el discurso de la globalización, según el cual hay un mundo sin
barreras ni restricciones, se ha esparcido la retórica neoliberal del libre mercado. Así,
mediante ciertas instituciones internacionales, usando un discurso normativo y unos
mecanismos de control, se han impuesto una serie de políticas entre las que se encuentran
los Programas de Ajuste Estructural en los países subdesarrollados (“del sur”); de este
modo, la globalización legitima un modelo de desarrollo determinado y un orden nacional
e internacional que se ve como necesario si se quiere disfrutar de los avances tecnológicos
y la mejora en la calidad de vida que estos traen; al ser este orden neoliberal, se puede
entender la globalización como neoliberal (Massey, 1999).

Sin embargo, las mieles prometidas de la panacea económica de nuestro siglo no han
llegado: realmente, el resultado de la globalización neoliberal es la crisis social que
podemos evidenciar en diferentes ámbitos. Primero, es evidente la incapacidad que ha
tenido el mundo de recuperarse de lo sucedido en el 2008, a tal punto que el crecimiento
mundial esperado para el 2019, 11 años después de la crisis, es de solo 2,6 % -el más bajo
desde esta-, mientras que el de Europa y Asia central será solo de 1,6 % y América Latina

2
Según García & Chicaíza (2018), los otros dos ejemplos recientes de elegir la “opción absurda” son los
resultados del Brexit y los de plebiscito por la paz en Colombia; estos ejemplos ponen en duda la ortodoxa
económica que concibe al ser humano como racional, y evidencian que para la toma de decisiones los
individuos tienen en cuenta muchos más elementos, como la cultura o la moral, y no solo la simple
maximización de sus beneficios.
y el Caribe crecerá solo 1,7 %, según el Banco Mundial (2019a). El Fondo Monetario
Internacional (2019) es un poco más optimistas: espera para este año un crecimiento
mundial de 3,2% y de 3,5 para el 2020, sin embargo, sigue siendo un muy lento
crecimiento y representa, ya que la economía mundial esta interrelacionada, una
“desaceleración sincronizada”3. Por último, la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) tal como se ve en su último informe (2019) espera el
crecimiento más bajo en una década y anuncia una posible recesión.

Lo más grave en este punto es la misma incapacidad que ha tenido las grandes potencias
económicas, los bancos centrales y, en general, la institucionalidad tanto interna como
interestatal y multilateral para superar la crisis y recuperar el dinamismo económico que
se tuvo en el periodo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Esto debido,
creo yo, a dos factores determinantes: el mantenimiento de las mismas políticas que nos
han dirigido a la crisis, y la incapacidad de los grandes intelectuales y autoridades
económicas de plantear una salida fuera de las lógicas económicas actuales, pero
manteniendo los valores fundamentales que en estas subyacen4.

Segundo, desde los años noventa se ha producido una excesiva concentración del ingreso,
que se ha agravado en los últimos años. Prueba de esto es el estudio de Oxfam
Internacional (2018) según el cual en el 2017 el 82% de la riqueza generada en ese año
fue a parar a manos del 1% más rico del mundo, mientras que el ingreso del 50% más
pobre no aumento nada. Además, el estudio más reciente de Oxfam (2019) sobre la
concentración de la riqueza arrojo una cifra increíble: para enero del 2019, 26 personas
poseían la misma riqueza que los 3800 millones de personas que son la mitad más pobre
de la humanidad; el problema se evidencia grave y que se agrava cuando se constata que
en el 2017 eran 43 personas.

En todo caso, tal como dicen Orjuela, Chagas-Bastos & Chenou (2017), es cierto que
tenemos mejores condiciones materiales que nos han facilitado la vida, y especialmente
esto ha sido gracias a los extraordinarios avances tecnológicos, pero estos a la vez que
aceleran los procesos económicos y sociales, aceleran también el crecimiento de las
brechas entre ricos y pobres. Después de todo, es evidente que de la globalización no se
han beneficiado unos países en detrimento de otros, sino que lo ha hecho una pequeña
franja de personas -la elite económica mundial- en detrimento de la inmensa mayoría de
la población.

Tercero, aunque el desempleo mundial luego de la crisis ha disminuido a niveles


parecidos a los presentados antes de esta, las condiciones de este empleo, según la
3
Así lo anuncio la recién posesionada presidenta de la entidad Kristalina Georgieva en su primer discurso
en el cargo (ver France 24 Español, 2019).
4
Este último punto, en el que no voy a ahondar por no ser parte del objetivo del presente texto, pero que
considero muy importante, tiene mucho que ver con la educacion que se les ha dado a los economistas en
las últimas décadas mediante libros de texto que, tal como dice el profesor Gabriel Misas (2004), no han
hecho más que educar a “sabios idiotas” que son incapaces de entender “el mundo real”. Igual parece cierta
la idea de Paul Krugman (2012) según la cual desde la crisis del 2008 los analistas y académicos le han
dedicado más tiempo a pensar cómo prevenir una eventual siguiente crisis, que como salir de la que estamos
viviendo; aunque, seguiría Krugman, ya tenemos la receta para salir de la crisis y mantenernos en ella es
producto de la terquedad politica de los decisores. A fin de cuentas, como dice Orjuela, Chagas-Bastos &
Chenou, (2017), no solo la economia, sino que las Ciencias Sociales en general han fallado al tratar de
entender el mundo actual, no pudieron ver las condiciones que nos llevaron a la crisis, no han podido
observar claramente las transformaciones que estamos viviendo, ni han sido capases de dictarnos un rumbo
tanto deseable como probable para salir de ella.
Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2019a), son mucho más precarias, pues casi
el 42% de los trabajadores del mundo -alrededor de 1400 millones de personas- se
encuentran en lo que la Organización denomina empleo vulnerable, esto es autoempleo
(sin derechos laborales) individual o familiar, siendo especialmente alto en los países en
desarrollo donde esta modalidad llega a ser 76% de los empleos. A esto se suma que los
bajos ingresos por el trabajo han precarizado las condiciones de vida de los trabajadores
y han impedido la disminución de la pobreza en el mundo (OIT, 2018). Además, persiste
la disparidad de género, la subutilización de la fuerza de trabajo y condiciones de trabajo
mucho más precarias en ciertas regiones del mundo (OIT, 2019b).

Lo anterior sin mencionar la desregulación laboral y las políticas de austeridad que


buscando la mejora de la competitividad han venido a recortar enormemente los derechos
laborales y en general todos los derechos sociales. Evidenciando que, tal como lo decía
Marini (1997) hace más de una década, la globalización y el neoliberalismo -ya que
incentivan el traslado5 de la inversión y de la producción a los países con salarios más
bajos y menos impuestos (y menos inversión)- provocan que se deje de producir empleos
en los países desarrollados y propician la propagación de lo que antaño era exclusivo de
los países periféricos: la superexplotación del trabajo.

De hecho, es muy diciente el estudio del 2016 de un grupo de economistas de la


Universidad de Stanford dirigidos por Raj Chetty según el cual el 90% de los
estadounidenses nacidos en los 40s durante la consolidación de los efectos del New Deal
ganaron mayores salarios que sus padres, mientras que sólo el 50% de los nacidos a
mediados en los 80s ganaron salarios superiores a los de sus padres (Orjuela, Chagas-
Bastos & Chenou, 2017). Esto evidencia la precarización de las condiciones económicas
y laborales, y sus repercusiones en las condiciones sociales, durante las últimas décadas.

Entonces, (lo anterior:) la incapacidad de producir riqueza, la falta de distribución de la


que existe, las políticas de austeridad y el desempleo -en resumen, la inexistencia de las
posibilidades de subsistencia individual- han generado el cuarto gran problema actual:
como resultado de lo anterior, millones de personas se han visto obligadas a migrar como
único medio para sobrevivir. Según el último reporte de migración internacional de la
ONU (2017), en 2017 hubo casi 258 millones de migrantes a nivel mundial, mientras que
en el 2000 había 173 millones, lo que implica un crecimiento del 67% en 17 años. Además,
Asia, Europa y Norteamérica son por mucho las regiones que más reciben migrantes,
mientras que los Estados Unidos es el país con más migrantes, contando con alrededor de
35 millones más que el segundo en la lista (ver figure 2 y figure 3 en ONU, 2017).

Esto quiere decir que, por las precarias condiciones que se han generado en ciertos lugares
del mundo, los migrantes se han dirigido hacia las zonas6 donde, en teoría, abrían más

5
Después de todo, como dice de Benoist (2010) “[l]as grandes firmas multinacionales, las grandes
sociedades industriales, los carteles de narcotraficantes y las mafias actúan exactamente del mismo modo:
escogen los sitios más idóneos para su actividad y se instalan en otro sitio cada vez que encuentran algo
mejor” (p 132).
6
Según Saskia Sassen (2015), los millones de migrantes son el resultado del funcionamiento actual del
sistema capitalistas y las dinámicas de acumulación que recientemente se han desarrollado; así, la migración
es un tipo de exclusión del sistema en los países “del norte”. Otro tipo de exclusión es el encarcelamiento,
que ha servido como medio para expulsar excedente de clase trabajadora (en su mayoría migrante); además,
es una gran fuente de lucro por la privatización del servicio penitenciario, lo que hace que sea deseable para
los dueños de las cárceles privadas penas más altas y mayor número de presos, tal como efectivamente está
sucediendo de una manera exponencial, especialmente en Estados Unidos.
oportunidades para sobrevivir7, pero en estas zonas es precisamente donde más fuerza
han tomado las corrientes políticas xenófobas: las nuevas derechas. Y, en efecto, hay una
correlación: la fuerza de estas corrientes políticas ha sido el producto de la ansiedad y el
temor que generan las migraciones, al creer que estas amenazan las condiciones y formas
de vida de los países receptores (Orjuela, Chagas-Bastos & Chenou, 2017).

Entonces, como ya se mencionó, no se puede considerar la elección de Trump como una


casualidad. En realidad, su elección, como el de las otras derechas alrededor del mundo,
ha sido el producto de las precarias condiciones -o mejor, la crisis- a las que nos ha llevado
el actual proceso de globalización (o “mundialización”8) y el generalizado descontento
producto de estas. Esto porque con la globalización ha llegado el desarraigo social, la
especulación como eje de la economía, la imposición de los Ajustes Estructurales y la
crisis de representación política y de legitimidad (de Benoist, 2010). En Resumidas
cuentas, Trump es el producto de la rabia, el miedo, la ansiedad, las precarias condiciones
actuales y el imaginario de un pasado mejor al que se anhela volver.

Además, es evidente que Trump ha sabido canalizar este descontento -mediante el


Significante Vacío9 de “los migrantes”10- usando un discurso autoritario, nacionalista,
xenófobo, sexista y racista. A tal punto que este discurso, populista a todas luces, ha sido
señalado como protofacista por Guillen (2018) y de postfascismo por Traverso (2016).
Pero, en todo caso, ha impactado de sobremanera en la población que, además de tener
una tradición histórica de supremacía blanca, se ha visto afectados por las consecuencias
ya expuestas de la globalización neoliberal.

Esto denota la propia paradoja de Trump, quien:


ha llegado a la presidencia aupado por aquellos sectores de la población que se han visto
más afectados por la crisis y por todos los cambios estructurales que esta ha puesto de
manifiesto. Sin embargo las políticas que preconiza, parecen estar sobre todo a favor de
los intereses empresariales y de los segmentos más ricos de la población. De hecho, la
implementación de las medidas anunciadas apuntaría a una ampliación de los [ya altos]
ratios de desigualdad al cabo de su presidencia. Si no consigue cumplir las promesas que

7
Algunos estudios evidencian la crisis social actual con el número considerable, y en constante asenso, de
suicidios especialmente en los países más desarrollados (ver Raventós, 2017; y Sassen, 2015). Así como
otros lo hacen recurriendo al impacto que la globalización, y el capitalismo desaforado que esta provoca,
han tenido sobre el ambiente y los recursos naturales, y sus repercusiones sobre el ser humano como
individuo y como especie (ver, por ejemplo, Klein, 2015).
8
De Benoist (2010) dice que, entre otras razones, el término “mundialización” es más acorde puesto que
no hay una economía de mercado global en igualdad de condiciones, sino una economía internacional
dirigida por multinacionales que, estando deslocalizadas, son más poderosas que algunos Estados. Después
de todo, seguiría de Benoist, el término “globalización” es solo marketing.
9
Sobre el concepto del Significante Vacío y su importancia en el populismo ver Laclau (2009).
10
Es indudablemente una accion contra natura que Estados Unidos cierre sus fronteras. Esto porque, como
he dicho en otro lado (Delgado, 2018), el gigante norteamericano es producto de 4 “olas migrantes”: la
primera en el siglo XVII durante la colonización inglesa en la que llegaron 16.000 personas en dos décadas
desde 1620; la segunda, durante la presidencia de Thomas Jefferson, quien incentivo la llegada de migrantes
europeos al recién descubierto oeste americano, lo que hizo que para 1850 los migrantes eran 1.5 millones,
y en la siguiente década llegaron a 2.5 millones; el tercer momento es en las últimas décadas del siglo XIX
con la llegada de más o menos 11 millones de migrantes provenientes de Asia, Europa y Latinoamérica,
asi, para 1914 el 23% de la poblacion -unos 21 millones- eran migrantes; el cuarto momento es continuación
del anterior pues nunca para la migración y se da en la primera mitad del siglo XX cuando llegan alrededor
de 40 millones de migrantes. Actualmente, se viven una nueva ola migrante: en el 2017 llegaron alrededor
de 49 millones de migrantes y, según U.S. Census, entra al país 1 migrante cada 29 segundos. Estos
migrantes fueron los fundadores del pais, de sus más importantes instituciones, lo forjaron, ya sea como
dirigentes politicos o como obreros, y sin ellos hoy Estados Unidos no sería lo que es.
ha hecho a los segmentos más castigados por la crisis, la reacción puede ser muy negativa.
(Berganza & L´Hotellerie-Fallois, 2017, p. 107).

Después de todo, es precisamente porque su agenda económica está orientada a favorecer


a las clases altas, con mejores condiciones y reducciones fiscales, que Trump ha
mantenido el respaldo de los militares, del establishment republicano y del ala más
conservadora del congreso; esto sin mencionar que, como dice Guillen (2018), hay una
serie de contradicciones entre los distintos grupos de interés que lo han apoyado, entre
los que se encuentran Wall Street, el complejo financiero-industrial-militar y las
corporaciones con intereses en productos fósiles.

Sin embargo, el factor más importante que analiza de Benoist, pues explica por si solo el
acenso de las nuevas derechas (e integra todo lo anterior), es el desarraigo que lleva a la
desintegración social, que es el mismo que analizo Karl Polanyi en “La Gran
Transformación” y del que Nancy Fraser (2012) habla así:
Los partidarios del «mercado autorregulado» al poner fin a una relación, hasta ahora
universal, basada en que los mercados estaban arraigados en las instituciones sociales y
sujetos a normas morales y éticas, pretendieron construir un mundo en el que la sociedad,
la moral y la ética quedaran subordinadas, y fueran modeladas por, los mercados. Al
concebir el trabajo, la tierra y el dinero como «factores de producción», han transformado
esas bases fundamentales de la vida social en «mercancías ficticias», sometidas al
intercambio en el mercado. Sus efectos fueron tan devastadores para el sustento de las
personas, el hábitat y las comunidades que con frecuencia ha prendido la mecha de los
movimientos de oposición a ellos y favorables a «la protección de la sociedad». Según el
enfoque de Polanyi, este doble movimiento –primero, hacia la expansión y autonomía de
los mercados, y después, hacia demandas de protección social– fue el que condujo en
último término al fascismo y a la guerra mundial (p. 14-15).

Este mismo doble movimiento es el que mejor puede explicar el ascenso en la actualidad
de las nuevas derechas al poder, después de todo, como dice Fraser (2012), el actual
proceso de globalización neoliberal es un segundo momento del proceso de finales del
siglo XIX en el que existía una fe -casi teológica- de que el mercado se autorregulaba,
con la doctrina del Laissez faire et laissez passer que mercantilizaba la naturaleza, el
dinero y el trabajo, y que destruyo los tejidos sociales así como, se evidencio arriba, hoy
está sucediendo. Claro que el proceso actual tiene una diferencia que ya había hecho
implícita anteriormente: si bien de uno u otro modo el fascismo, en efecto, mantuvo una
protección social, los procesos actuales no han cambiado sus políticas y, aunque se hacen
pasar como proteccionistas, la explotación y el desarraigo no se han detenido.

Siguiendo a lo anterior, tal como lo expone Guillen (2018), no podemos decir que la
llegada de Trump representa el fin de la globalización ni el fin del neoliberalismo, mucho
menos si tenemos en cuenta los grupos de poder que lo acompañan. Por el contrario, estos
procesos están sufriendo un ajuste con el que Estados Unidos intenta mantener su
hegemonía mundial ante la posibilidad de la apertura a un mundo multipolar con China
como gran protagonista; aunque esto signifique mantener los patrones de explotación que
condujeron a la crisis.

Como Guillen, opinan también Orjuela, Chagas-Bastos & Chenou (2017) para quienes
estamos viendo
el advenimiento de otro tipo de globalización: una globalización más laxa, donde un
mercado mundial menos pretencioso convive con fuertes tendencias de nacionalismo
económico y de regionalización. En este sentido, la elección de Trump puede ser
sintomática de un cambio en la globalización neoliberal que surgió a comienzos de 1990,
y que sobrevivió, por un tiempo, a la crisis económica mundial de 2007-2014 que ella
misma causó, pero cuyos efectos no pudo resistir incólume (…). Ciertamente, no se
acabarán los intercambios más allá de las fronteras; no se acabarán los intercambios
culturales, no se acabará el comercio internacional. Pero, lo más probable es que el
Estado-nación, el Estado regulador, vuelva a fortalecerse con tintes más autoritarios en
su regulación de la economía y de la vida social11 (p. 108-109).

Como conclusión de la sección se puede decir que a Donald Trump hay que considerarlo,
usando el término de David Held, como un “escéptico de la globalización” que busca,
entre otras cosas, imponer barreras comerciales, reforzar el poder estatal y recuperar y
defender un interés nacional, con la intención de reversar lo que hace unos años se
consideraba la panacea del mundo moderno: la globalización. Así, hace unos años
el futuro que se avizoraba [era] un mundo cada vez más globalizado, que parecía
conducirnos al ideal de un orden cosmopolita (…) [pero, con la llegada de Trump al
poder,] de repente ha cambiado su curso y amenaza con conducirnos a un futuro incierto,
caracterizado por un populismo de derecha que se nutre de la exacerbación del
nacionalismo cultural y económico, la xenofobia, la polarización social, la exclusión y la
sinrazón de la decisión unilateral y caprichosa del gobernante, que no reconoce las
instituciones de regulación y control político del orden demo-liberal (Orjuela, Chagas-
Bastos & Chenou, 2017, p. 107).

Estados Unidos, ¿Perdida de Hegemonía?:


Antes del análisis de los datos de la economía estadounidense, creo que se merece dar la
discusión al respecto de la supuesta perdida de hegemonía de este país. Al respecto, dice
Guillen (2018) que
[e]l principal objetivo de la estrategia proteccionista es China, lo que comprueba que la
política comercial es solamente un instrumento de una política geoestratégica más amplia
enfocada a preservar la hegemonía estadounidense y detener el avance del gigante asiático
(p. 121).

Asimismo, Orjuela, Chagas-Bastos & Chenou, (2017) dicen que


[e]l carácter estructural de la actual situación internacional se expresa, también, en el
hecho de que Estados Unidos es hoy una potencia exhausta que ya no está en condiciones
de mantener su hegemonía mundial. Este es uno de los significados que se le puede
atribuir a la propuesta de Trump de retirarse de la OTAN y reorientar esos recursos hacia
el desarrollo interno (…). Esta situación es aprovechada por China, que se apresta a llenar
el vacío hegemónico mundial. En efecto, el presidente Xi Jinping manifestó el 17 de enero
de 2017, ante el Foro Económico Mundial reunido en Davos, que, frente al actual
proteccionismo, está dispuesto a retomar las banderas del libre comercio mundial (…),
para lo cual las erráticas medidas de Trump, como la de rechazar el Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por su sigla en inglés), le han dejado
mucho margen de maniobra (p. 108)

Esta hipótesis de la pérdida de hegemonía mundial desconoce el poder económico, militar


y científico que aún mantiene los Estados Unidos. Primero, Estados Unidos, a pesar de
las crisis y sus problemas actuales, aun representa el 23,89% del PIB mundial, mientras
que China, el segundo de más peso en el PIB mundial, tiene el 15,86% (Amoros, 2019),

11
Debo aclarar que discrepo en la idea de que el Estado resurja como gran protagonista de la vida politica
nacional y del ambito internacional; sin embargo, una reflexión en este sentido excede los propósitos del
texto.
brecha que, es cierto, se venía cerrando con velocidad hasta antes de la crisis, pero que se
desacelero con la incapacidad del gigante asiático de mantener sus elevadas tasas de
crecimiento, que aún son considerables.

Además, las empresas más importantes del mundo, aun hoy en día, son estadounidenses,
es el caso, por ejemplo, de GAFA -Google, Amazon, Facebook y Apple-, pero también
empresas no tecnológicas como AT&T. Segundo, el poder científico se refleja en el hecho
de que, según The World University Rakings (2019) para el 2020, de las 100 mejores
universidades del mundo 40 son estadounidenses, 11 son inglesas y solo 3 están en China.
Esto implica que el conocimiento y su propagación, que es un factor de poder en todos
los casos, esta, por mucho, en manos de los Estados Unidos.

En tercer lugar, el poderío militar estadounidense sigue siendo mucho más elevado que
el de China, así lo evidencia un reportaje de la BBC (2017) en el que citando al
departamento de defensa de Estados Unidos muestras estas disparidades: para el
presupuesto 2017-2018 el gasto militar de Estados Unidos es casi 6 veces más alto que el
de China; aunque China tiene un millón de personas activas más que Estados Unidos, la
distribución de hombres es mejor en el ejército norteamericano, esto se evidencia en el
número de vehículos blindados en el que China sobrepasa a su contrincante por un poco
más de 200, pero Estados Unidos tiene 5000 vehículos de artillería pesada más que China.

El equipamiento naval tiene también sus disparidades: Estados Unidos tiene 10


portaaviones y China 1, asimismo, los norteamericanos tienen 30 buques destructores más
que su contrincante, aunque China sobrepasa a Norteamérica en submarinos con 7 de
más; por último, el ejército estadounidense tiene 10000 aviones y casi 1500 cabezas
nucleares más que China (BBC, 2017). Sumado a lo anterior, Estados Unidos tiene
alrededor del mundo bases militares, con las que hace especial presencia en toda América
Latina con el fin, según Katz (2016), de apropiarse de los recursos naturales -minerales,
petróleo, agua, boques, etc.- de la zona; pues “[l]os recursos naturales del Sur son la
prioridad de las empresas del Norte” (p. 138).

Cabe reiterar que las cifras son del Departamento de Defensa de Estados Unidos, y en
esta medida, aunque puede existir un conocimiento detallado de los recursos chinos, es
altamente probable que no se conozcan todos estos recursos o que informes de este tipo,
que muestran a Estados Unidos con un poder tan superior al de su contrincante, puede ser
producto y demostración de soft power; pero esto, evidentemente, es solo especulación.

Además, la influencia política a nivel global que aún tiene Estados Unidos es innegable
si se observa que, tal como dice Katz (2016), el país norteamericano, aun después de la
crisis, mantiene el control de las políticas económicas a nivel global y “define el ritmo y
las características de la reforma del sistema financiero internacional” (p. 31). Además,
sigue Katz, aunque el Fondo Monetario Internacional este desprestigiado y tenga recursos
disminuidos, es usado por los Estados Unidos como “auditor de las economías nacionales
y supervisor de los ajustes” (p. 31) impidiendo reformas que aumenten impuestos o
detengan la circulación libre de capitales, especialmente del financiero. Asimismo, las
construcciones culturales (el entretenimiento, por ejemplo) siguen teniendo una
influencia muy marcada de los ideales estadounidenses, mientras que China no ha podido
proponer su cultura como universal
De este modo, Estados Unidos tiene la capacidad de garantizarse un orden internacional
que le favorezca, en el que, aunque tal vez no su dominio, se mantiene constante la
hegemonía estadounidense. Además, aunque China pueda sobrepasar económica y
militarmente a Estados Unidos, mientras que la cultura sea influenciada por Norteamérica,
la hegemonía estará en occidente. En ultimas, que China esté dispuesto a “retomar las
banderas del libre comercio mundial” es un triunfo de la ideología norteamericana.

Los Datos:
Para analizar la económica estadounidense durante la administración Trump, como ya se
dijo, se usará las cifras disponibles de los dos años del gobierno y las previsiones más
recientes que han hecho varias instituciones de los dos indicadores más importantes que
Trump buscaba mejorar, a saber, el porcentaje del crecimiento del PIB real y la tasa de
desempleo.

Tabla 1. Economía Estadounidense en los Últimos Años


2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018
PIB real (% anualiz. y desestac.) 2,2 1,8 2,5 2,9 1,6 2,4 2,9
PIB real (contribución, pp)
Consumo privado 1 1 2 2,5 1,9 1,8 2,1
Inversión fija bruta 1,6 1,1 1 0,9 -0,2 0,8 0,9
No residencial 1,2 0,5 1 0,3 0,1 0,6 0,9
Residencial 0,3 0,3 0,1 0,3 0,2 0,1 0
Exportaciones 0,5 0,5 0,6 0,1 0 0,5 0,4
Inportaciones -0,5 -0,3 -0,8 -0,9 -0,4 -0,8 -0,8
Gobierno -0,4 -0,5 -0,2 0,3 0,3 0,1 0,3
Tasa de Desempleo (Promedio) 8,1 7,4 6,2 5,3 4,9 4,4 3,9
Precios al Consumidor (% a/a) 2,1 1,5 1,6 0,1 1,3 2,1 2,4
Balance Fiscal (% PIB) -6,8 -4,1 -2,8 -2,4 -3,2 -3,4 -3,8
Cuenta corriente (bdp, % PIB) -2,6 -2,1 -2,1 -2,2 -2,3 -2,3 -2,3
Fuente: Elaboracion propia con datos de BBVA Research (2019).

Lo primero y más evidente al analizar las cifras recientes de la economía estadounidense


(tabla 1) es que luego de una caída en el 2016, esta economía ha crecido de manera
proporcionalmente considerable, de 1,6% en el 2016 a 2,2 y luego a 2,9 en el 2018; aun
así, este crecimiento sigue siendo bajo. Por otro lado, es posible evidenciar un patrón en
el crecimiento de los últimos años: como se ve en la tabla 1, la economía estadounidense
ha visto unas tasas bajas de crecimiento de dos años (véase los crecimientos del 2011-
2012 2014-2015 y 2017-2018) para luego tener uno aún más bajo (véase los crecimientos
del 2013, 2016 y las previsiones del 2019); esto puede ser apenas un dato anecdótico y
sin importancia, pero evidencia la incapacidad de mantener un crecimiento que, aunque
bajo, se mantenga constante.

En este sentido, las previsiones sobre el crecimiento real del PIB de distintas instituciones
(ver tabla 2) coinciden en que, a pesar del impulso inicial de la economía con Trump
(2017-2018), hacia el final de su gobierno (2020) el crecimiento podría volver a disminuir
impidiendo el cumplimiento de la promesa de un crecimiento considerable. En todo caso,
se espera que en el 2019 se dé un crecimiento más grande (aunque aún pequeño) que en
los años siguientes.
De este modo, para este año, 2019, la previsión más optimista es la hecha por el Fondo
Monetario Internacional (FMI) y la Congress Budget Office (CBO) con una proyección
de crecimiento del PIB de tan solo 2,6; la más pesimista es la de la OCDE con solo 2,4.
Sin embargo, para el 2020 ni siquiera la previsión más optimista, de 2,1 de la CBO, llega
a ser tan alta como la más baja del año anterior. Esto viene a comprobar que, tal como se
mencionó, hay un impacto de las políticas de Trump en sus primeros dos años, pero este
no se va a mantener y la economía tendera a crecer muy poco luego del impulso inicial;
esto es evidente mejor en la Grafica 1. Así, en ningún caso se llegará al crecimiento del
4% que Trump había prometido durante la campaña.

Tabla 2. Proyecciones de Crecimiento del PIB Real Por Entidad


Entidad 2019 2020 2021 2022
Banco Mundial 2,5 1,7 1,6
Congressional Budget Office 2,6 2,1 1,8 1,7
Fondo Monetario Internacional 2,6 1,9
OCDE 2,4 2,0
BBVA 2,5 2 2 1,9
Fuente: Elaboración propia con base en datos de Banco Mundial (2019a), FMI (2019), Banco BBVA
(2019), CBO (2019) y OCDE (2019).

Igual hay que decir que si se comparan algunas cifras de previsión de este año con las que
se había previsto en el año 2018, las hechas en BBVA Research (2018) por ejemplo, se
ve una clara perdida de entusiasmo por las políticas del presidente Trump, traducida en
la disminución de las estimaciones en todas las variables; esto al menos desde el capital
financiero, pues recordemos que BBVA es un banco. Sin embargo, para octubre del 2019,
aunque el Banco Mundial no, el Fondo Monetario Internacional disminuyo en 0,3 su
proyección de crecimiento para el 2019 desde el último informe al respecto de abril y la
OCDE disminuyo en 0,4 su proyección del 2019 y en 0,3 la del 2020 desde su último
informe de mayo.

Grafica 1. Proyecciones de Crecimiento del PIB Real


3
Norteamericano
2,8
2,6
2,4
2,2
2
1,8
1,6
1,4
1,2
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022
Banco Mundial CBO Fondo Monetario Internacional OCDE BBVA

Fuente: Elaboración propia con base en datos de Banco Mundial (2019a), FMI (2019), Banco BBVA
(2019), CBO (2019) y OCDE (2019). Nota: las cifras hasta 2018 son datos consolidados.
Además, el mismo movimiento que tiene el PIB, de aumento momentáneo y luego
disminución, lo tiene el consumo privado que, según las previsiones de BBVA Research
(2019), luego del 2015 tiene su pico no muy alto en el 2019, paro luego ir a la baja. Sin
embargo, en muchas de las previsiones sobre consumo privado que a finales del año
pasado recopila Consensus Forecast (2018)12, ni siquiera hay un aumento del consumo
privado en el 2019, e incluso muchas instituciones prevén una disminución.

Sobre la inversión fija bruta, el 2018 ha sido el año en que más participación ha tenido en
el PIB desde el 2012 sin ser tampoco considerablemente alta, igual, según las previsiones
de BBVA Research (2019), aun con una leve caída en el 2019 y 2020, va a mantenerse
en una relativa estabilidad; la mayoría de las previsiones recopiladas por Consensus
Forecast (2018) concuerdan en este punto. Esto puede mostrar, en cierta medida, que la
reforma fiscal del 2017 con la que Trump le disminuyo considerablemente los impuestos
a los más ricos buscando incentivar la inversión no tuvo el efecto esperado; sin mencionar
que el balance fiscal como porcentaje del PIB ha pasado de -3,2 en el 2016 a -3,8 en el
2018, a pesar de que entre el 2012 y el 2016 había disminuido constantemente (ver tabla
1). En este sentido, en el 2018 Estados Unidos vio el déficit fiscal más alto desde el 2013
(Hernández, 2018) y se espera que siga creciendo hasta niveles récords de más de un
billón de dólares en el 2022 tal como informo Infobae (2019a) citando a la OCB.

En todo caso, si se tiene en cuenta la producción industrial, que a renglón seguido se


reseñara, parece que la inversión privada, tal como lo vaticino Guillen (2018) y dos años
antes Roberts (2016), no se ha dirigido a una inversión productiva, sino que ha tenido
como objetivo las acciones especulativas y a los mercados financieros; sin embargo,
también como se verá más adelante, esta misma inversión, en efecto, ha creado más
empleos. La grafica 3 ratifica esto pues, aunque la producción industrial ha aumentado,
el empleo en el sector ha disminuido.

Otro elemento que se puede concluir con las cifras es que las medidas proteccionistas
están, en alguna medida, funcionado, puesto que, según las proyecciones de BBVA
Research (2019) la participación de las exportaciones en el PIB tiene un claro aumento y
las previsiones en este rubro para el 2021 y 2022 ponen a las exportaciones con la
participación en el PIB más alta desde el 2011; en cuanto a las importaciones, estas van
a seguir con una constante participación negativa, con su pico más bajo en el 2022. Esto
ha conducido, en contra de lo que buscaba Trump, al aumento del déficit comercial que
en el 2018 fue el más alto en diez años (Pozzi, 2019). En correlación a esto los precios al
consumidor han aumentado (ver tabla 1).

Aun así, estas políticas proteccionistas, que han impulsado, aunque no en el nivel que se
esperaba, la producción industrial, las exportaciones y, tal vez, la creación de empleos,
desde un punto de vista político, le han costado bastante al gobierno Trump; recordemos
por ejemplo el bloque del que fue víctima la administración por parte del congreso.

12
Las instituciones que se encuestas son: Univ of Michigan – RSQE, Eaton Corporation, RDQ Economics,
Bank of America – Merrill, Citigroup, FedEx Corporation, Moody`s Analytics, Inforum – Univ of
Meryland, BMO Capital Markets, CIBC World Markets, Econ Intelligence Unit, Fannie Mae, First Trust
Advisors, Georgia State University, Nat Assn of Home Builders, Robert Fry Economics, The Conference
Board, Wells Fargo, Goldman Sachs, JP Morgan, Ford Motor Company, Macroeconomic Advisers,
Standard & Poor`s, PNC Financial Services, BBVA Compass, Oxford Economics y Swiss Re.
Así mismo, como se ve en la gráfica 2, se puede evidenciar que el 2017 y 2018 vieron un
constante aumento del índice de producción industria. Una producción que, debe decirse,
es relativamente considerable, pues en el 2018 se llegó al crecimiento más alto en esta
desde el 2014. Este puede ser el correlato del aumento de las exportaciones, pues al haber
más producción industrial protegida van a aumentar las exportaciones.

Grafica 2. Indice de Produccion Industrial (IPI) Interanual


6,00% de Estados Unidos
5,00%

4,00%

3,00%

2,00%

1,00%

0,00%
ene-11
may-11
sep-11
ene-12
may-12
sep-12
ene-13
may-13
sep-13
ene-14
may-14
sep-14
ene-15
may-15
sep-15
ene-16
may-16
sep-16
ene-17
may-17
sep-17
ene-18
may-18
sep-18
ene-19
may-19
-1,00%

-2,00%

-3,00%

-4,00%
IPI Interanual

Fuente: Elaboracion Propia con datos de datosmacro.com (2019).

Grafica 3. Empleos en la Industria Como % del Total de


Empleos en Estados Unidos
20,1

20

19,9

19,8

19,7

19,6

19,5

19,4
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019

Fuente: Elaboración propia con datos de Banco Mundial (2019b).

Sin embargo, hay que decir que en general no es muy alto el crecimiento del índice de
producción industrial y, en todo caso, para el año 2019, y seguramente los siguientes años
también, esta producción vuelva a crecer mucho menos; esta última idea, que se puede
ver en los últimos datos de la gráfica 2, la refuerza el hecho de que todas las previsiones
en la materia dicen que la producción industrial crecerá muy poco, incluso la media que
produce el Consensus Forecast (2018) con base a las previsiones recogidas es de 2,8%
para el 2019, cuando en el 2018 fue de 3,8. Así es que, como se dijo, no hay una gran
inversión en este rubro.

No obstante, a pesar del aumento de la producción industrial, como se dijo antes, no hay
un aumento de los empleos en este sector y, por el contrario, los empleos en la industria
como porcentaje del total de empleos han disminuido constantemente desde el 2014, así
se puede ver en la gráfica 3. Esto está en concordancia con los procesos de automatización
que, según Berganza & L´Hotellerie-Fallois (2017), en vez de los migrantes, son la
verdadera amenaza de las clases medias estadounidense, en este sentido “las políticas
proteccionistas y migratorias no son una buena solución para ello, sino la adaptación bien
diseñada a un entorno tecnológico distinto” (p. 107).

Después de todo, como dice Roberts (2016), era muy poco probable que las empresas
norteamericanas necesitaran aumentar sus empleados por la referida automatización de la
producción, además era aún menos probable que se diera una relocalización de las
empresas pues los salarios y el sostenimiento de empleados son mucho más baratos en
otras partes del mundo; el ejemplo que cita Roberts es que mientras que en Estados
Unidos en el 2013 las compensaciones por hora eran $ 36,49, en China eran solo de $ 4.12.
En este mismo sentido dicen Orjuela, Chagas-Bastos & Chenou (2017) que
las promesas de Donald Trump son irrealistas, cuando no irracionales: ¿se pueden volver
a producir carros en Detroit?; ¿se pueden producir iPhones en Estados Unidos de manera
competitiva?; ¿se puede prohibir o bloquear la inmigración en masa sin afectar sectores
estratégicos como tecnología y servicios financieros? La respuesta para todas estas
preguntas es un sonoro “No” (p. 109).

Tabla 3. Proyecciones de Desempleo Por Entidad


Entidad 2019 2020 2021 2022 2023 2024
Congressional Budget Office 3,7 3,7 3,9 4,2 4,5 4,7
BBVA 3,7 4 4,2 4,4
Organización Internacional 3,9 4
del Trabajo
Fuente: CBO (2019), Banco BBVA (2019) y OIT (2019a).

Como con las otras cifras, el nivel de desempleo va a ser mejor en el 2018 y 2019 que en
el resto del periodo. En este último año, 2019, según las previsiones de BBVA Research
(2019) y de la CBO (2019), el desempleo va a tener su tasa más baja con solo 3,7%,
algunos incluso hablan de pleno empleo, como es el caso de Berganza & L´Hotellerie-
Fallois (2017) y Navarrete (2018). Sin embargo, también como con las otras cifras, las
previsiones indican que el desempleo volverá a subir y se estabilizará en un punto más
alto del que está actualmente, aunque en niveles mucho más bajo que el 8,9% del 2011.
El hecho de que el desempleo aumentará luego del 2018 y/o 2019 parece un consenso
pues tanto BBVA como la CBO y la OIT concuerdan en este hecho (ver tabla 3).

Hay que decir que, aunque la considerable disminución del desempleo parece un triunfo
de las políticas económicas de Trump, también es posible que la tasa de desempleo sea el
resultado de algunas medidas tomadas por la administración anterior; el hecho de que
haya una constante disminución desde el 2011, como se muestra en la gráfica 3, y no una
abrupta caída con la llegada de Trump, le da algo de validez a esta hipótesis.
Grafica 4. Desempleo de EE. UU. en los Ultimos Años
10
9
8
7
6
5
4
3
2
1
0
2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018 2019 2020 2021 2022 2023

CBO BBVA OIT

Fuente: CBO (2019), Banco BBVA (2019) y OIT (2019a). Nota: Las cifras hasta 2018 son datos
consolidados.

En este mismo sentido, el que los empleos no se estén creando en el sector industrial, que
es el que el gobierno ha buscado proteger con medidas como los aranceles, daría a
entender que, en efecto, Trump no es el responsable de la creación de los empleos, sino
que han sido otros sectores que no han dependido de las políticas de este gobierno para
aumentar las contrataciones de personal. Independientemente de lo anterior, tal y como
informo el 5 de octubre Infobae (2019b), el desempleo de septiembre del 2019 llego a la
cifra más baja de los últimos 50 años, y sea o no gracias a Trump, el será quien se lleve
la medalla por este logro13.

Por otro lado, la deuda federal bruta de los Estados Unidos como porcentaje del PIB a
alcanzado niveles históricos (ver grafica 3) llegando al 106,1% del PIB -por encima de
los 21 billones de dólares, la más alta del mundo- siendo además la cuarta deuda más
grande como porcentaje del PIB de entre los países del G20 y uno de los niveles más alto
de la historia de dicho país (el nivel más alto lo tuvo en 1946 con 118,90% del PIB); aun
así, tal como se ve en la gráfica 4, no fue Trump sino la administración anterior la que
tuvo un aumento considerable para el 2016. En todo caso, la deuda a aumentado más
desde la crisis del 2008 por el traspaso de la deuda privada al sector público, producto del
salvamento que el gobierno le dio a los bancos (Guillen, 2018).

Debe aclarase que estos altos niveles de deuda no son de extrañar en los países
desarrollados, a modo ilustrativo se puede decir que Japón, según datos de Trading
Economics, tiene una deuda como porcentaje del PIB de 238,2% e Italia y Singapur de
132,2 y de 112,2% respectivamente. Sin embargo, lo interesante de la deuda
estadounidense es que el mayor tenedor extranjero de deuda pública es China que tiene
casi el 20% de esta; según algunos analistas, como Salobral (2018), esto le implica a
China un gran poder con respecto a la economía estadunidense en las disputas comerciales
que recientemente ha propiciado el presidente Trump.

13
Como se ve, para sacar una conclusión realmente solida es necesario estudiar la cuestión de la creacion
de empleo en Estados Unidos en los últimos años.
Grafica 5. Deuda Federal Bruta de EE. UU. Como
110
Porcentaje del PIB

105 106,1
105,3 104,8
100 102,7
100 100,7 100,2

95
95,8

90 91,2

85

82,3
80
2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016 2017 2018

Fuente: elaboración propia con datos del portar Trading Economics (2019).

Aun así, según el economista español Juan Ramon Rallo (2019) la deuda pública durante
los dos años de Trump ha aumentado dos billones de dólares -de 19,97 a 21,97 billones-
con una media al mes de 83.300 millones de dólares; por otro lado, durante los cuatro
años del segundo periodo del expresidente Obama la deuda publica aumento 3,54 billones
de dólares -de 16,43 a 19,97 billones- con una media de 73,700 millones de dólares al
mes. Esto quiere decir que, aunque a Trump le falta la mitad de su mandato, la daudá
publica ha crecido proporcionalmente más que durante la administración anterior.

Sobre el déficit de la balanza comercial, como ya se mencionó, se puede decir que


paradójicamente, aunque se han hecho muchos esfuerzos para disminuirlo, como los
aranceles y las disputas políticas, no hay una tendencia considerable en ese sentido y, por
el contrario, la tendencia desde el 2017 es un aumento que, si no es considerable, sí es
constante. Esto se constata en las cifras que mes a mes recoge investing.com (2019), estas
cifras muestran, en términos generales, un leve crecimiento desde el 2017 del déficit
comercial, aunque mes a mes fluctúa, disminuyéndose por momentos. Lo que es un hecho
es que tanto importaciones como exportaciones recientemente han disminuido por lo que
se ha denominado la “guerra comercial” con China.

Por último, aunque se esperaba que con la llegada de Trump al poder las bolsas de valores
del mundo tuvieran un mejor desempeño, las contradicciones en el círculo de poder y la
incertidumbre por las disputas comerciales entre China y Estados Unidos han impedido
que esto ocurriera. En este sentido, los mercados bursátiles vivieron una euforia
inmediatamente después de la elección de Trump; esta euforia la reseña de manera breve
Roberts (2016), diciendo que la bolsa alcanzo niveles récords. Sin embargo, tal como lo
expone Rallo (2019), luego de esta etapa de euforia por las expectativas del triunfo
electoral de Trump, las bolsas han mantenido un comportamiento conservador si se
compara con el que tuvieron durante la administración anterior.

En resumidas cuentas, desde la crisis de 2008 la economía norteamericana se ha visto en


dificultades, empero, con la llegada de Trump se vio un repunte en el crecimiento, el
consumo privado, la inversión fija bruta y la producción industrial, pero para el final de
su mandato volverán a sus anteriores dificultades. Además, la inversión no ha sido
considerable -lo que significa que no ha funcionado la reforma tributaria- y no se ha
dirigido a la industrial -lo que se supone Trump estaba incentivando- pues la producción
industrial no ha aumentado de sobremanera y los empleos que se han creado no han sido
en este sector. Asimismo, el déficit fiscal del 2018 ha sido el más alto en 5 años y se
espera que siga aumentando y el déficit comercial de ese mismo año fue el más alto en
una década; por su parte, la deuda federal pública ha aumentado proporcionalmente más
que con la administración anterior. Aun así, el desempleo, que también ha disminuido
para después aumentar, ha llegado a su cifra más baja en 50 años.

Todo este análisis, mucho más extenso que el de Rallo (2019), hace posible que, sumado
a su conclusión según la cual durante lo que va del mandato de Trump la economía
estadounidense ha tenido una mejora, pero no ha sido un milagro, se pueda decir que es
una mejora momentánea que no implica un cambio real en el rumbo de la economía
norteamericana. En general, y como conclusión más amplia a la anterior, se puede decir
que las previsiones, aun con variaciones nominales, concuerdan en que, en casi todos los
elementos de la economía estadounidense, pero concretamente en el crecimiento del PIB
y la tasa de desempleo (los dos grandes objetivos de Trump), después del impulso vivido
en los primeros dos años del gobierno (2017 y 2018) tendrán su punto más alto en el
presente año (2019) y luego recaerán en los años siguientes.

Conclusión:
Por un lado, desde el punto de vista de los fenómenos políticos se puede concluir que
Trump en el mundo actual no representa otra cosa que el descontento social, que es el
resultado de la crisis, que a su vez ha sido producto de las políticas que la globalización
neoliberal ha implementado con el fin de expandir y dar autonomía a los mercados. Estas,
entre otras cosas, no han garantizado un crecimiento económico aceptable y duradero,
han provocado una excesiva concentración del ingreso y de la riqueza, han aumento
extraordinariamente la desigualdad y el desempleo y han agudizado la precarización
laboral. Sin embargo, por la diferenciación de posiciones de los países y las personas con
respecto a la actual globalización, estas consecuencias se han dado sobre todo y en mayor
medida en algunas zonas del mundo, con lo que se ha obligado a millones de individuos
a optar por la migración como único medio para sobrevivir. Esto no es otra cosa que la
destrucción del tejido social a nivel global.

Las zonas a las que los individuos migran son precisamente donde se ha construido un
descontento social que ha incentivado el surgimiento de los extremismos xenófobos en
diversas partes del mundo, ejemplo de esto son los caos de Matteo Salvini en Italia, Marie
Le Pen en Francia, Geerts Wilder en Holanda e incluso, aun con sus obvias diferencias,
Jair Bolsonaro en Brasil y, obviamente, Donald Trump en Estados Unidos. Quienes al ser
apoyados ponen de manifiesto las demandas de protección social, evidenciando el doble
movimiento que propuso Polanyi. Sin embargo, esto supone una paradoja en la medida
en que estas facciones políticas, en vez de ofrecer una real protección social, han
“abrasado el Consenso de Washington” (expresión de Enzo Traverso) y han puesto a la
democracia en un preocupante entredicho.

Asimismo, la hegemonía, que siempre está en disputa, la sigue manteniendo Estados


Unidos por su poderío económico, científico y miliar que, como se vio, sigue siendo más
elevado que el de China. Además, su posicionamiento político, con el que garantiza un
orden político internacional que le favorezca, y su producción cultural, que le permite
legitimar este orden, mantiene la hegemonía en occidente, aunque eventualmente el
dominio económico se traslade a oriente.

Por otro lado, es difícil concluir algo sobre el gobierno de Donald Trump en general y
sobre el impacto de sus políticas económicas en concreto, especialmente si se tiene en
cuenta que solo hay cifras de dos de sus años de gobierno, que el resto son solo previsiones
cambiantes y que solo se analizaron algunas de las previsiones que sobre la economía
estadounidense se hace. Además, la incertidumbre del rumbo estadounidense y del mundo,
como de las acciones que tomara Trump y sus repercusiones, ha jugado y jugara un papel
importante en lo que queda de su gobierno (Berganza & L´Hotellerie-Fallois, 2017).

Sin embargo, considero que se pueden sacar, al menos una conclusión general desde el
punto de vista económico: teniendo en cuenta que luego de la pequeña recesión (2016)
cualquier crecimiento iba a tener un impacto considerable, la economía estadounidense
está viviendo un “Boom Trump” de dos años (2018 y 2019) y, luego de este, va a volver
a su dificultad para mantener un crecimiento considerable y sostenido.

Cabe anotar que a una conclusión parecida a la anterior llego solo días después de la
elección de Trump Michael Roberts (2016), quien advirtió que, aunque el presidente
recién electo pudiera realizar todo su paquete de políticas económicas, no llegaría a sacar
la economía estadounidense de su “deprimente estancamiento”. De hecho, fue el quien
vaticino que lo del actual presidente seria solo un “boom Trump”. Roberts (2016)
concluye luego de su análisis que
los planes de Trump serán ineficaces a la hora de conseguir que las tasas de crecimiento
económico de EE.UU. crezcan, se creen más puestos de trabajo, aumenten los ingresos
reales y haya un mejor transporte; pero va a impulsar los mercados financieros y un boom
especulativo.

En esta línea, hace más de un año Guillén (2018) también concluyo lo mismo diciendo
que, aunque se llevaran a cabo todo el plan económico de Trump, no lograría revertir el
“semiestancamiento” de la economía estadounidense. Para el autor “La política de Trump
podría provocar, en todo caso, una reactivación de corto plazo de la economía [mediante
la especulación], pero las probabilidades, más adelante, de una nueva crisis financiera y
recesión asociada seguirán presentes” (p. 123).

Aun así, parece muy probable que este impacto momentáneo de las políticas económicas
sea suficiente para que Trump reciba el apoyo del pueblo norteamericano el próximo año
al buscar su reelección, especialmente por el bajo desempleo. Sin embargo, como estas
políticas no van a mejorar considerablemente la precaria situación de los Estados Unidos,
se puede decir que, respondiendo a la pregunta del título, el impacto que ha tenido Trump
en la economía norteamericana es solo una ilusión.

Referencias Bibliográficas:
Amoros, R. (15 de agosto del 2019). The World’s $86 Trillion Economy Visualized in
One Chart. Recuperado de: https://howmuch.net/articles/the-world-economy-
2018
Banco Mundial (2019a). Global Economic Prospects. Heightened Tensions, Subdued
Investment. Washington: The World Bank Group.
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