Sunteți pe pagina 1din 3

Bernd Fischemumn

de los guiday-gosode. Los enfrentamientos continuaron con suerte


cambiante. Entre 1962 y 1966 fueron contactados primero los garay-
gosode y más tarde buena parte de los guiday-gosode, al comienzo
por misioneros salesianos y después por misioneros de la New Tri-
bes Mission.
Sobre el encuentro con los salesianos, Sobode Chiquejnoi cuenta:
Pasadas los tres semanas se enfermó toda la gente de nuestro
grupo; entonces mi papá quiso regresar nuevamente al monte,
pero ya le había atacado la enfermedad de sarampión, y a los
cuatro días murió. Aquella vez murió mi hermana; murieron 85
personas, murieron niños y hombres [...] Nosotros quisimos de
nuevo regresar al monte, pero José Iquebi nos siguió otra vez,
hasta Fortín Madrejoncito, después de ahí vino un camión ...y
otra vez a la misión [...] En el camino se enfermó mi mamá, por-
que veníamos sobre el camión. Las mujeres ayorédie no querían
viajar en una camioneta; era algo que no conocían. El cerebro
de mi mamá empezó como si estuviera loca. El camión iba muy
ligero y mi mamá miró cómo se movían los árboles. Cuando
quisimos bajar mi mamá ya no tenía más un buen pensamiento;
el camión le había ocasionado un mal pensamiento. Su cabeza
estaba ya loca; se enfermó y al día siguiente murió. No quería-
mos tomar agua ni comida.
Los misioneros de New Tribes instalaron su misión con guiday-
gosode, después de haberse quedado un corto tiempo en Cerro
León y en 1968 en Faro Moro, en pleno centro de Amotokodie, tie-
rra tradicional de los totobié-gosode. La misión basó su economía
en la caza y comercialización de pieles de gatos silvestres hasta su
prohibición en 1975.
Los guiday-gosode, ahora equipados de armas de fuego, penetra-
ron entonces desde la misión por los caminos internos de los toto-
bié-gosode, cometiendo varias masacres entre ellos. En una ocasión
lograron entrar al pueblo mismo asegurando de venir en son de
paz,, pero agarraron sus armas matando a los que pudieron alcanzar.
Ñakoré Étak6ro, que salió del monte en 1979, dice al respeto:
Yo recuerdo tres ataques de los Guiday-gosode. En el prime-
ro murieron tres hombres, los mataron con flechas. La segunda

362
LAS TIERRAS BAJAS DE BOLIVIA: MIRADA.5 IBSTÓRICAS Y At'JTROPOLÓGICAS

vez, los Guiday-gosode nos sorprendieron, agarraron a algunos


de sus parientes y se los llevaron. Entraron gritando "que chuje!
que chuje!", "soy bueno, soy bueno". Pensábamos que habían ve-
nido en paz, lo creíamos, pero luego los guiday-gosode mataron
a nuestra gente. Un guiday-gosí alzó la escopeta y disparó con-
tra el hermano de mi madre; mataron al hermano de mi madre
con doce tiros. Y la tercera guerra que nos hicieron los guiday-
gosode fue cuando nos sacaron del monte.
Conociendo lo temible de las armas de fuego, los totobié-gosode
decidieron dividiTse en dos grupos y posteriormente en tres, tra-
tando de evitar la exterminación de todo el grupo local. Los líderes
de dos grupos decidieron defenderse, mientras el tercero, al mando
del líder Ugaguede, decidió evitar cualquier contacto con guiday-
gosode o kojñone; es el grupo que sigue hasta la fecha en el monte.
Los totobié-gosode, hasta entonces orgullosos guerreros, se vieron
colocados en una posición débil, que se reflejó también en el hecho
de que luego de fines de los años 1950 no se registren más ataques a
poblaciones de su parte.
Durante todo este tiempo, los totobié-gosode se encontraron en
una situación difícil. Los ataques vinieron de los guiday-gosode y
de los garay-gosode, y sólo en menor grado de la población seden-
taria. La ocupación de su territorio por terratenientes y colonos hizo
necesarios cambios del territorio en uso. Partes importantes del te-
rritorio tradicional tenían que ser abandonadas, pero otras nuevas
fueron exploradas y utilizadas.
En tiempos de paz todo el grupo local pasaba junto la temporada
de las lluvias en aldeas con casas fijas. Pero, una vez divididos en
tres subgrupos independientes, vivieron en distintos zonas sin po-
der contactarse. Solamente por casualidad los subgrupos de encon-
traban a veces, pero para separarse otra vez nuevamente.
Las guerras internas habían reducido considerablemente el nú-
mero de integrantes de cada subgrupo. Pero en vez de permitir el
aumento de nacimientos, muchas parejas decidieron de enterrar a
los recién nacidos, argumentando que los tiempos de guerra no eran
tiempos adecuados para criar con la plenitud requerida a sus hijos.

363
Bemd Fischernumn

En los lugares tradicionales donde los grupos cruzaban las ca-


rreteras de los kojiione, se habían instalado estancias y se tenía que
hacer desvíos grandes para evitar un eventual encuentro. Cuando
éstos acontecían ocasionalmente, causaban pavor entre los ayoréo-
de. Dukubaide Chiquenoi recuerda:
Nosotros estábamos por Pitiantuta, en Orojoi chui11, y nos diri-
gíamos hacia el norte, cuando de repente nos encontramos fren-
te a frente con unos kojiione que iban sobre sus asnos; tiramos
nuestras cositas y huirnos despavoridos tornando diferentes di-
recciones. Estos kojñone se llevaron nuestras cosas, sólo pudimos
salvar lo que traíamos en la mano. Yo quedé soltero, porque al
dispersamos mi señora tomó otro rumbo. Ellos se fueron más al
norte y nosotros hacia el sur y luego al naciente. Después supi-
mos que Ijaro había salvado un pagué, que es una herramienta
con que extraernos el doridie12 y la caraguata, mientras Gucharé
salvó un hacha.
Los lugares y regiones donde se evidenció la presencia de kojñone,
incluyendo la de ayoréode en contacto con la población envolven-
te, fueron abandonados y solamente ocasionalmente frecuentados.
Los ayoréode de las misiones, vestidos con ropa y en presencia de
perros y gallos etc., eran considerados como ayoreí kojñone, y más te-
midos incluso que los propios "blancos", debido a las expediciones
guerreras que habían hecho contra los totobié-gosode. En ciertas
ocasiones, los grupos en aislamiento se acercaban a los puestos y
estancias, sea para aprovisionarse de las chacras o tomar agua de
los tajamares (atajados).
A partir de los años 1960 no se registran más ataques de los toto-
bié-gosode a puestos o estancias de paraguayos o menonitas, por-
que se sentían débiles frente a la omnipresencia de los kojñone y el
poderío de sus armas. En 1994, una topadora de los menonitas entró

11 "Donde matamos un fi.andú". Aldea de los Totobié-gosode cerca de la lagu-


na de Pitiantuta.
12 El pogué es un palo con la punta bifurcada que permite arrancar las plantas
de caraguata ( Bromelia balansae y Bromelia serra), llamadas doridie en la lengua
ayoré. Se come la parte carnosa de las bases foliares de estas plantas. Duran-
te el tiempo de sequía, los doridie son la base principal de la alimentación.

364

S-ar putea să vă placă și