Sunteți pe pagina 1din 268

1

Créditos
Moderadora
Kath

Traductoras
Alixci Lola'

2
cjuli2516zc Mona
Clau Nayari
Gerald Nelly Vanessa
Guadalupe_hyuga Walezuca Segundo
Kath Yiany
LauuLR

Corrección
Kath

Diseño
ilenna
Índice
Sinopsis ...................... 4 Dieciocho .................. 98 Treinta y Seis .......... 195
Uno ............................ 6 Diecinueve .............. 102 Treinta y Siete ......... 203
Dos ............................. 8 Veinte ..................... 111 Treinta y Ocho ........ 205
Tres .......................... 14 Veintiuno ................ 117 Treinta y Nueve ...... 208
Cuatro ...................... 18 Veintidós ................. 122 Cuarenta ................. 213
Cinco ........................ 20 Veintitrés ................ 131 Cuarenta y Uno ....... 218
Seis ........................... 26 Veinticuatro ............ 138 Cuarenta y Dos ....... 227
Siete ......................... 34 Veinticinco .............. 140 Cuarenta y Tres ....... 232
Ocho......................... 40 Veintiséis................. 142 Cuarenta y Cuatro ... 238

3
Nueve ....................... 48 Veintisiete ............... 149 Cuarenta y Cinco ..... 243
Diez .......................... 52 Veintiocho............... 153 Cuarenta y Seis ....... 245
Once ......................... 57 Veintinueve............. 158 Cuarenta y Siete...... 248
Doce ......................... 67 Treinta .................... 164 Cuarenta y Ocho ..... 251
Trece ........................ 71 Treinta y Uno .......... 167 Cuarenta y Nueve ... 254
Catorce..................... 80 Treinta y Dos ........... 171 Epílogo .................... 260
Quince ...................... 84 Treinta y Tres .......... 178 Sobre la Autora ....... 266
Dieciséis ................... 89 Treinta y Cuatro ...... 187
Diecisiete.................. 91 Treinta y Cinco ........ 191
Sinopsis
Fingir nunca se sintió tan bien en este nuevo candente libro de la autora más
vendida del New York Times K. Bromberg.

Zane Phillips me confundió con su paseadora de perros. No debería


sorprenderme que el hombre con un traje más caro que mi alquiler suponga que
estaba allí para servirlo. ¿Lo positivo? Lo puse en su lugar. ¿Lo negativo? Perdí mi
entrevista de trabajo por eso.
Ahora descubro que es un emprendedor australiano rico y que quiere

4
compensar mi entrevista. Sí, es increíblemente sexy, pero también es un burro
arrogante, así que… no, gracias.
Pero después que una pequeña mentira piadosa se sale fuera de control, de
alguna manera se me ofrece la oportunidad de interpretar a la novia de Zane para
ayudar a promover su nuevo sitio web de citas, ¿y la mejor parte? Él no puede decir
que no porque también quedará atrapado en su mentira.
Poco sabía que esto implicaría compartir un autobús de gira con él durante los
próximos meses. El hecho que el autobús tenga solo una cama no es la mejor de las
circunstancias, pero este trabajo de portavoz podría ser la patada en los pantalones
que necesita mi carrera, así que ¿por qué no arriesgarse?
Últimas palabras más famosas.
Ahora estoy atravesando el país, y compartiendo esa cama, con el único tipo
que no soporto. Y lo que es peor, mi cuerpo traidor se pregunta a cada paso cómo es
estar debajo del hermoso australiano. Pero a medida que avanzan los kilómetros,
también lo hace nuestra pasión… y si no tengo cuidado, podría terminar creyendo
que los cuentos de hadas realmente se hacen realidad.
El amor llega inesperadamente.
Rara vez es lindo.
Por lo general es un desastre.
Probará tu temperamento, tu habilidad para comprometerte, tu egoísmo…
Y tu abnegación.
Pero si ella se aleja,
Si estás dispuesto a pelear por ella…
El dolor vale la pena el riesgo.
—Roarke

5
Uno
Harlow

A
llí está.
Ya conoces el tipo. El imbécil que se mete a empujones dentro
del ascensor lleno de gente, moviendo así a la masa de personas hasta
que terminas aplastada contra la pared en la parte de atrás. El que
habla demasiado alto en su teléfono para que todos sepan que está allí cuando es
imposible no saberlo, ya que se convirtió en la vigésima quinta persona en un vagón
con capacidad para veinticuatro.
—Bien hecho. —Su voz resuena en el espacio lleno de gente mientras todos nos
movemos cuando extiende un brazo para hacer un gesto—. Pero amigo, no era la
persona adecuada. Claro que nosotros… ya sabes, pero en algún momento, los
cerebros deben tomarse en cuenta en la mezcla. —Una risa de barítono—. No tienes

6
idea… pero eh, sí… todo es un disparate. Nadie cree que alguien que se encuentre
en un sitio como ese quiera algo más que sexo… lo “significativo” sale por la puerta
en el momento en que deslizas a cualquier lado que debas deslizar.
Pongo los ojos en blanco mientras la gente a mi alrededor se mueve incómoda.
Miro fijamente la parte de atrás de su cabeza. Vislumbrando pestañas oscuras y una
incipiente barba cuando gira la cabeza por el menor de los segundos.
Su acento australiano me hace querer escucharlo todo el día, mientras que el
contenido me hace querer desconectarlo.
Ya terminé con los idiotas. Bueno, pero no con las pollas, esas definitivamente
tienen su propósito, pero sí con los cretinos con polla. Esos chicos que piensan que
son demasiado geniales para todo. ¿Quién cree que les debes una cita cuando te
abren una puerta?… bueno, no importa, eso ya no pasa. La caballerosidad está
muerta.
Este tipo posee el espacio. No le importa que alguien más esté en el elevador y
si lo hiciera, solo quiere que todos sepamos lo maravilloso que es cuando
probablemente todavía vive en casa con su madre.
Parece que muchos hombres lo hacen en estos días.
Oh, hola, mi nombre es Harlow Nicks… una modelo que solo intenta hacerse
un lugar en este mundo grande y malo.
Entonces aquí es donde comienza mi historia… te dejaré leer el resto por tu
cuenta.

7
Dos
Harlow

—M
ierda. —Miro mi papeleo y la tinta donde había escrito el
lugar de la entrevista está manchada. Estrecho los ojos y
trato de discernir el número de la suite: trescientos trece o
trescientos dieciocho.
Trece. Iré con trece.
¿O era dieciocho?
Con una respiración profunda pongo mi mano en el pomo de la suite
trescientos trece, justo cuando se abre.
—Qué bien. Estás aquí.
Levanto la mirada sorprendida de encontrar al arrogante tipo australiano del

8
ascensor, con una expresión de impaciencia en su rostro e irritación en su voz. Parece
familiar, pero no puedo ubicarlo, así que lo atribuyo al viaje en ascensor.
—Sí. Hola. Estoy aquí para…
—Llegas tarde. Smudge necesitaba salir hace treinta minutos. La puntualidad
es por lo que te pago.
—Espere. No. No soy…
Y antes de darme cuenta, me empujan una correa en las manos y un bulldog
muy emocionado me distrae. Resopla y luego se lanza por el pasillo antes que agarre
firmemente la correa.
Tomada por sorpresa con todo: la puerta que fue cerrada en mi cara, el perro
ahora saltando por el pasillo; me lleva un segundo recuperar el juicio. El instinto me
tiene persiguiendo al perro. No puedo dejar que huya.
—¡Smudge! —digo en un susurro áspero mientras trato de perseguirlo con
tacones que no funcionan bien a altas velocidades. ¿Smudge? ¿Qué clase de nombre
es ese?
Pero lo persigo. No porque quiera, sino porque es lo correcto,
independientemente si su dueño me confundió con la paseadora de perros o no.
Se necesita una eternidad para arrinconar al pequeño y lindo bastardo. Es todo
resoplidos y meneos y tiene la cara más adorable, pero más fea que he visto.
Eso es hasta que corre para escapar de mí.
Se necesita todo lo que tengo para no caer de bruces cuando mi tacón queda
atrapado en una alfombra. Escucho el chasquido. Cualquier mujer que use tacones
reconoce ese sonido y se encoge incluso antes de mirar hacia abajo.
Está roto.
Mi tacón está roto.
Y tengo una entrevista.
Levanto el tacón y trato de volver a colocarlo en su lugar, la pegajosidad del
pegamento restante y algunas de las grapas que lo sujetan como un hilo, pero sé sin
siquiera intentar poner peso sobre él, que se va a desprender si lo intento.
Por supuesto que esto me pasa a mí.
Ni siquiera debería sorprenderme.
Decidiendo que puedo ponerme de puntillas y fingir que el tacón está bien una
vez que llegue a mi entrevista, me lo quito. Con los dientes apretados y la correa en
la mano, me estremezco cuando reviso mi reloj, pero hacer que el maldito perro se

9
mueva es imposible. Pasan unos minutos antes que finalmente lo haga. Con
suficiente persuasión, regreso cojeando a la oficina.
La sala principal de la oficina está vacía cuando abro la puerta. Todo es líneas
elegantes y madera oscura. Hay una oficina a mi derecha donde es obvio que alguien
generalmente se sienta, pero está vacía en este momento, y luego hay una cama para
perros en el rincón entre algunas sillas a mi izquierda. Obviamente en casa, Smudge
se acerca a su cama para perros y se acomoda.
—¿Hola? —Empiezo a decir al mismo tiempo que una risa suena detrás de una
puerta parcialmente cerrada frente a mí.
—Estuvo bien. Fue excelente. Demonios, incluso podría volver por una
segunda ronda —dice el australiano arrogante con una risa que coincide con el
apodo que le he dado.
—Nunca vuelvas por segundas rondas. Se vuelven descuidadas y luego
complicadas —dice una voz masculina profunda y sin acento, casi sonando como si
estuviera en una conferencia telefónica.
—Eres un imbécil.
—Me enseñaste bien.
—Escucha —dice el australiano arrogante—, no importa cómo lo juguemos,
amigo, necesito actuar como si hubiera pasado por todo el asunto.
—¿Quieres decir que tienes que fingir que has encontrado el amor a través de
esta mierda? —pregunta la otra voz seguida de una risita.
—Jack. Te amo, eres mi mejor amigo, pero vas a joder esto si no pretendes al
menos ser capaz de mantener tu polla en tus pantalones.
—Como si tú pudieras hablar al respecto —dice Jack mientras me levanto,
repentinamente incómoda al escuchar esta conversación—. Quiero decir, ¿estás
sirviendo chicas sexys en bandeja de plata y esperas que no pruebe?
—Están en un servidor, una base de datos, no un plato. Y es un sitio de
emparejamiento, no un servicio de acompañantes. Asegurémonos de no referirnos
de esa manera cuando recibamos a Robert en la llamada.
—Eres un aguafiestas, Zane. —El australiano arrogante ahora tiene un nombre—.
¿Me estás diciendo que no has estado disfrutando de las ventajas?
—Pero las ventajas se disfrutan mejor a un lado y fuera de la vista, sí.
Además… ¿amor? Vamos. Es de mí de quien estamos hablando. —Suena como un
verdadero ganador y justo como lo supuse cuando lo vi en el ascensor—. Mira Jack, necesito

10
la inversión de Robert. El problema no es tanto el dinero, tengo el capital, pero son
sus conexiones las que necesito para ayudar a lanzar esto correctamente. Con sus
antecedentes e historia en el lanzamiento de otros sitios de citas importantes, él es el
hombre que necesito para ayudarme. Además, me ha dicho que está enamorado de
la plataforma y tiene grandes planes sobre cómo hacer que la plataforma se note
desde el principio. El fracaso no es una opción.
—Entonces no jodas esto. —La risa de Jack es sarcástica y el suspiro que
escucho de Zane dice que no es bienvenida.
—Ese es el plan. —Una silla se arrastra. Un gabinete se cierra. Me siento como
un voyeur. ¿Debo irme sin decirle que su perro está aquí? ¿Debería esperar?
—Mira, con toda seriedad, Robert está locamente enamorado del amor. Perdió
a su esposa de sesenta años por cáncer el año pasado. Tenían ese tipo de mierda de
cuento de hadas. Novios de secundaria. Matrimonio perfecto.
—¿Entonces no nos entiende? —pregunta Jack mientras ambos se ríen.
—No… el amor es una mierda.
—Lo dice el hombre que está enamorado de sí mismo.
Sí que le di en el clavo.
—Imbécil.
—Cretino —dice como si fuera un intercambio normal.
—Hazme un favor Jacko —dice Zane, su tono se vuelve serio.
—Cualquier cosa.
—Necesito que esto funcione. Más de lo que sabes. Ayudaste con la
introducción. Desde entonces, he estado ocupado saltando por aros para
demostrarle a Robert que esta es la compañía adecuada para respaldar. Incluso le
prometí que reduciría las audiciones de portavoces a cinco para poder ayudar con
la decisión final en la fiesta del viernes.
—Un trabajo tan duro. ¿Puedes vetar a las mujeres en todos los aspectos de su
desempeño? —pregunta Jack.
La risa de Zane resuena en las paredes y me hace rodar los ojos. Tengo que
amar la bravuconería masculina.
—No hay vetos. Y tampoco se puede tocar. Mantener la cremallera cerrada y
no joder esto. Robert ya insinuó que no cree que esté lo suficientemente
comprometido como para dirigir la empresa correctamente. Tengo que demostrarle
que lo estoy.
—Sí, sí. Te escucho.

11
He escuchado suficiente. Y lo que es peor, he estado parada aquí tan atrapada
escuchando esta discusión entre imbéciles que perdí la noción del tiempo.
Y luego caigo en cuenta. ¿Cuánto tiempo he estado parada aquí? ¿Cuánto
tiempo he perdido escuchando sus egos inflarse? Cuando miro mi reloj, enloquezco.
Mi entrevista.
Y así se van todos mis pensamientos de sermonear a Zane por suponer que
cualquier mujer que pase por su lado está allí para cumplir sus órdenes… y todo en
lo que puedo pensar es en mi cuenta bancaria vacía y la entrevista de trabajo que me
espera en la suite trescientos dieciocho.
¡Mierda en una galleta!
Dejo caer la correa sobre el escritorio con un ruido sordo y salgo corriendo de
la oficina tratando de enderezar mi ropa lo mejor posible y eliminar cualquier pelaje
de perro visible.
Me falta el aliento mientras me pongo el tacón, atravieso la puerta de la oficina
de la suite trescientos trece con un equilibrio desigual y me dirijo al escritorio de la
recepcionista.
—Hola, soy Harlow Nicks. Estoy aquí para una entrevista a las once para el
puesto de asistente administrativa. Era con… —Busco en el bolso el correo
electrónico que imprimí con el nombre de la persona con quien tengo la entrevista.
Totalmente consciente que me veo como una cabeza de chorlito a quien no
contrataría si estuviera en sus zapatos, dejo caer mis manos y esbozo mi sonrisa más
sincera—. Mis disculpas. Parece que lo dejé caer cuando estaba en el ascensor. Mi
cita era a las once con…
—Son las once y cinco en este momento. —Levanta las cejas de una manera
que me dice que también me ve con malos ojos—. Tenemos una política estricta de
que, si no puedes llegar a una entrevista a tiempo, definitivamente no mereces el
puesto. La puntualidad importa.
La miro con lágrimas de frustración amenazando con salir y me digo que
reduzca la velocidad.
—Entiendo —digo con la mayor calma posible y luego me detengo cuando
comienzo a cambiar mi peso hacia el talón roto—. Estaba ayudando a alguien en el
pasillo a encontrar a su perro. Tomó algún tiempo. Mi tardanza no tuvo nada que
ver con no haber estado aquí a tiempo. —Odio que parezca que estoy suplicando,
pero lo estoy.
—Sin excepciones.

12
—Pero realmente necesito este trabajo. —Arrojo el orgullo por la ventana y
suplico.
—Entonces deberías haber pensado en eso antes de llegar tarde.
Las lágrimas nadan en mis ojos mientras la miro a ella y a su corazón frío antes
que vuelva a escribir tranquilamente en su computadora como si no estuviera
parada gritándole en silencio que mis cuentas se están acumulando y mi suerte ha
sido una mierda últimamente.
Permanezco allí unos segundos más, pensando que cambiará de opinión
cuando sé que no lo hará y salgo por la puerta. Derrotada porque así es como ha ido
mi vida últimamente y enojada porque solo estaba tratando de hacer una buena
acción y ayudar con el perro, me quito los zapatos. De pie en el pasillo del sexto piso,
presiono mis dedos contra mis ojos para contener las lágrimas de frustración.
Inmediatamente, mi mente se dirige a la pila de facturas que se encuentran en
mi escritorio. A mi cuenta bancaria y su saldo cada vez menor que había sido
rellenado muy bien desde mi último trabajo de modelaje que pensé que duraría
hasta el próximo… pero el siguiente no ha llegado. A mi agente, quien prometió que
la filmación del catálogo de Victoria’s Secret me abriría el camino cuando todo lo
que ha hecho hasta ahora es dejarme de pie en la maleza.
Realmente necesitaba este trabajo.
Lucho contra el ardor de las lágrimas. El sentimiento frustrado de impotencia.
El conocimiento de que podría tener que renunciar a este sueño mío.

13
Tres
Harlow

—¡ Allí estás!
Hablando de ser sacada de mi fiesta de autocompasión
por nada menos que el arrogante australiano que fue la causa
de ello.
—Tú —digo con toda la rabia que siento y empujo mis zapatos hacia él
mientras lo señalo.
—¿Yo? —pregunta mientras camina por el pasillo en mi dirección, el verde de
sus ojos ardiendo de furia—. ¿Qué tipo de paseadora de perros eres? Smudge acaba
de orinarse por toda la oficina. ¿Siquiera lo sacaste? ¿O estuviste demasiado ocupada
publicando Snapchats de ti misma que olvidaste la única cosa que tenías que hacer?

14
No importa. Estás despedida.
—¿Despedida? —le grito, sin importarme los negocios llevándose a cabo en las
pequeñas y bonitas suites de oficina que nos rodean—. ¿Despedida? ¿Qué se siente
ganar el Idiota Arrogante del año?
—¿Arrogante? ¿Cómo soy arrogante cuando eres tú quien arruinó las cosas?
—¡No arruiné nada! No soy tu paseadora de perros. No soy nada para ti en
absoluto. Tu verdadera paseadora probablemente renunció como lo haría si tuviera
que trabajar para un imbécil como tú. ¿Es normal que asumas que todas las mujeres
están aquí para estar a tu entera disposición? —Me inclino hacia él y gruño—.
Noticia de última hora, Zane, a nadie le gustan los tipos como tú.
Su risa discute conmigo.
—Sí, lo hacen. —Odio que su sonrisa arrogante sea tan encantadora como el
sonido de su voz.
—No, no lo hacen. No es de extrañar que apestes en el amor.
—¿Quién dijo que apestaba al amor? —pregunta y me doy cuenta que acabo
de revelar que estaba escuchando su conversación.
—Oh. —Levanto mis manos con fingido horror—. Dios no permita que ese
enorme ego tuyo reciba un golpe.
—Solo estás celosa.
Resoplo.
—Ni un poco.
—Además, el amor es una estúpida emoción fabricada para definir las
relaciones.
—Solo cuando sales con un cretino como tú.
Zane inclina la cabeza hacia un lado mientras cruza los brazos sobre el pecho.
—¿Sí? —pregunta mientras una sonrisa torcida de diversión incrédula se
ensancha en su rostro.
—Sí. —Asiento con la cabeza para enfatizar, más que molesta porque está
encontrando humor en mi ira.
—Por favor, no te detengas. Me encantaría escuchar tu razonamiento.
Sé que debería alejarme de él y de cómo me está hablando hacia abajo, dado
que ahora soy unos diez centímetros más baja que él sin mis zapatos. Debería darle
la espalda y pavonearme por el pasillo con los pies descalzos y subir al elevador
porque, claro está, a él no le importa lo que yo piense. Ni un poco.

15
Pero no puedo encontrar lo necesario dentro de mí para hacerlo.
Hay algo en él: la expresión engreída en su rostro, la forma en que habló por
teléfono, lo malditamente guapo que es incluso cuando sé que no me gusta, eso me
hace quedarme y terminar de decirle lo que pienso.
—¿Mi razonamiento? ¿Qué tal si crees que eres mucho mejor de lo que
realmente eres? —Resoplo y pongo mis manos sobre mis caderas, haciendo que mi
bolso se deslice de mi hombro. Entonces, por supuesto, en lugar de parecer dura, me
veo como una idiota que se mantiene firme con la correa apretada alrededor de mi
antebrazo y la parte del bolso colgando cerca del piso.
—Dice la mujer descalza que sigue señalándome con los zapatos.
—El tacón se rompió debido a tu perro —digo entre dientes—. O más bien
porque fuiste demasiado desconsiderado para tomarte el tiempo de detenerte y
tratarme como un ser humano.
—¿El que tu tacón esté roto es mi culpa? —dice entre risas—. ¿No veo cómo tu
elección de zapatos y mi opinión sobre el amor van de la mano?
—Sí. —Resoplo con disgusto—. Porque todo vuelve a que pienses tan bien de
ti mismo.
—Qué curioso, eso es lo que me dijo mi ex.
—De ahí la razón por la que es tu ex.
—¿De ahí la razón? —dice con una sonrisa burlona.
—Sí, de ahí la razón. —Doy un paso más cerca—. Esta no es la salvaje Australia.
No estás luchando con cocodrilos, Dundee1. Entonces…
—¿No lo estoy?
—No. No lo estás. Así que deja de actuar como si no tuvieras modales ni
educación. Las mujeres merecen modales. Merecen respeto. Se merecen…
Su risa me corta cuando una mujer pasa junto a nosotros en el pasillo. Sus ojos
se encuentran y él le lanza una sonrisa que insinúa qué es lo que le encantaría hacer
con ella. Odio que casi se choque con la pared porque está muy preocupada por
coquetear con él.
—¿De verdad? ¡Estás demostrando mi punto! —digo.
—Sí. Tu punto. ¿Recuérdamelo, porque mi punto estaba ocupado
concentrándose en otra cosa? —Sacude la cabeza y le da una última sonrisa.
Aprieto los dientes y lo fulmino con la mirada.
—A ninguna mujer le gusta un mujeriego.

16
—Estoy en desacuerdo.
—Y además…
—Eres tan sexy cuando usas adverbios.
Normalmente me reiría de eso. Pero en este momento siento que soy el blanco
de su broma, gracias al temperamento que no puedo controlar, y se necesita todo lo
que tengo para mantener mi voz uniforme y tranquila.
—No seas un imbécil.
—¿Te sorprende que conozca los adverbios?
—Necesitas superarte.
—Pero me gusto. —Cuando da un paso adelante y mete un mechón de mi
cabello detrás de mi oreja, me sorprende. Mi próxima respuesta muere en mis labios
mientras parpadeo varias veces tratando de calcular por qué acaba de hacer eso.
¿Por qué haría una acción tan íntima con alguien con quien está discutiendo?—. Y a
ti también te gusto. —Su voz es un profundo sonido que transmite lo mismo que la
mirada que acaba de dar a la mujer que pasaba.

1Hace referencia al personaje de la película Cocodrilo Dundee, Michael Dundee, cazador australiano
de cocodrilos.
Doy un paso atrás sacudiendo la cabeza. Nerviosa cuando no debería estar
nerviosa.
—No. No me gustas. Ni siquiera creo que le agrades a Smudge. Es lindo y tiene
modales mientras que tú solo eres… —Lo miro de arriba abajo—. El verdadero perro
de la casa.
Su sonrisa es muy rápida.
—¿Ya terminaste?
—No —digo, tratando de pensar en una respuesta y fallando miserablemente.
—Entonces, por amor a Dios, continúa…
—¿Zane?
Me sobresalto y veo a la dueña de la voz asomando la cabeza por la puerta de
su oficina. Su cabello está peinado hacia atrás y unas gafas enmarcan sus ojos.
—¿Sí? —pregunta, pero nunca aparta su mirada de mí.
—Robert te está llamando por teléfono —dice ella.
—Bien. Enseguida voy. —Espera a que ella cierre la puerta y luego habla—.
Gracias por llevarme a la escuela, pero parece que la clase debe terminar. —Da un

17
paso atrás, esa sonrisa suya en toda su extensión—. Asegúrate de ir con cuidado
cuando te vayas, escuché que es realmente fácil romper un tacón… buen día.
—Oh, Dios mío, ¡eres un imbécil! —le grito y contra todos mis instintos
racionales, le tiro los zapatos. Uno en rápida sucesión tras el otro.
Lo que me enoja aún más es que se ríe cuando los atrapa.
Y antes de decir una palabra, me guiña un ojo con una sonrisa que me
encantaría quitarle de esa hermosa cara y luego se da la vuelta y se dirige por el
pasillo, con mis zapatos en la mano.
Suelto un suspiro mientras lo observo, dándome cuenta que tirar los zapatos
fue un impulso que debería haber resistido. Ahora estoy atrapada teniendo que
caminar descalza hacia mi auto en el calor de Los Ángeles y estoy segura que,
aunque sé que esos son mis zapatos favoritos, me niego a darle a Zane la satisfacción
de pedirle que me los devuelva.
En cambio, miro fijamente la puerta de su oficina por unos momentos. Enojada
conmigo mismo por actuar sin pensar. Aún más enojada con él por hacerme actuar
de esa manera.
Y luego suspiro sabiendo que hoy no he corregido ningún error,
sermoneándolo o tirando mis zapatos, pero maldita sea, se sintió bien hacerle saber
lo que pensaba.
Cuatro
Zane

L
o sé, lo sé. Están pensando que soy un idiota.
Bueno. Tal vez parezco un mujeriego de vez en cuando. Tal vez
arruino lo que se supone que debo decir porque a veces pienso con el
apéndice equivocado. Y tal vez soy como cualquier otro hombre, pero
lo ves de primera mano porque estás en mi cabeza.
Todos hablamos así. Corrección. Todos pensamos así. Es el código masculino.
Todo lo que hacemos es parte de un concurso invisible, o en este caso real. Un caso
grave de necesidad de enfrentarse solo para demostrar quién tiene la polla más
grande. Y en caso que te lo hayas preguntado, yo gano. Siempre. Pero, de nuevo,
¿realmente importa el tamaño? (Alerta de spoiler: sí, importa).

18
De todos modos, piensen lo que quieran de mí, pero no soy un mal tipo. Me
gustan las mujeres. Me gustan mucho las mujeres. Y me gustan muchas mujeres.
¿Eso es un crimen?
Y hay una en particular que no he podido sacar de mi cabeza en los últimos
días y a la mierda si sé qué hacer con ella.
Ella es la que está ahí. Al otro lado de la calle, en el patio delantero de esa casa
de un piso de color marrón con el Explorer en la entrada. La que tiene el cabello color
chocolate recogido en la parte superior de su cabeza, las piernas largas como los
malditos días y un escote en el que me encantaría poner… eh, mi abrigo.
Vamos, no pongan los ojos en blanco. Eso fue ingenioso. Grosero, pero
inteligente. Se los dije, código masculino.
Demonios, sí, es agradable a la vista… pero es su actitud de infierno lo que no
puedo sacar de mi cabeza.
Nunca antes había conocido a una mujer que me hablara así. Las mujeres
actúan complacientes a mi alrededor. Quieren complacerme y ganar mi favor.
Seguro como la mierda que ella no.
Si tiene un temperamento así, solo puedo imaginar lo apasionada que es en
otras áreas.
Sí, los veo rodando los ojos. Pero lo superarán una vez que active mi encanto.
Esperemos que ella también lo haga.
Aquí es donde comienza mi historia… deséenme suerte en descifrarla
porque… seamos sinceros. Soy un tipo, necesitamos toda la ayuda que podamos
obtener.

19
Cinco
Zane

M
iro la factura de gas y electricidad en mis manos con el gran “En
Mora” marcado en la parte superior.
—¿Quién eres, Harlow Nicks? —murmuro, enojado porque
estoy aquí. Porque estoy sentado al otro lado de la calle viéndola jugar con un perro
como si fuera un acosador.
Pero a la mierda si no puedo dejar de pensar en esta mujer.
Es modelo. O más bien, ha modelado. Una rápida búsqueda en Google y la
avalancha de imágenes que surgieron me dijeron mucho. La lencería podría ser mi
debilidad y maldición, sí que se ve bien modelándola.
¿Es por eso que estoy aquí? ¿Para echar un segundo vistazo a lo que me perdí

20
detrás de su máscara de furia la primera vez? Porque seguro como la mierda que no
es para devolver la factura vencida que dejó accidentalmente en mi oficina, doblada
con su correo electrónico impreso con información sobre una entrevista en una
oficina al final del pasillo donde está la mía.
—¿Qué estás haciendo, Phillips? —me quejo cuando salgo de mi camioneta y
cruzo la calle.
Pero sé muy bien lo que estoy haciendo, o de lo contrario no estaría llevando
esta estúpida caja conmigo.
Me está dando la espalda mientras me acerco y su risa flota mientras cae al
suelo luchando con un perro callejero multicolor. Risa. Ahora, eso es algo que aún
no he escuchado de ella.
—Entonces, ¿te gustan los perros?
Se congela instantáneamente al escuchar mi voz al mismo tiempo que el perro
me nota. Sus orejas torcidas se alzan y la cola de color atigrado comienza a golpear
mientras miro a Harlow, tirada de espaldas y mirándome.
Inclinándome, acaricio a su perro por reflejo, pero mis ojos permanecen fijos
en los de color avellana que me miran.
—Dios. Vete.
Es bueno ver que la hostilidad es su norma. Al menos sé qué esperar.
—¿Entonces no te gustan los perros? —le pregunto—. Eso explica mucho.
—Por supuesto que me gustan los perros. No confío en nadie a quien no le
agraden. —Se apresura a sentarse y me mira. Me encanta que ni una sola vez se lleve
una mano al cabello para ver si es un desastre o se alise la camisa que se le cayó del
hombro como la mayoría de las mujeres que conozco—. Vamos, Lula —le dice a su
perro mientras comienza a alejarse. Cuando no me muevo, se detiene y da un
resoplido dramático—. ¿Qué quieres? ¿Qué estás haciendo aquí?
—Dejaste esto en mi oficina el otro día. —Le tiendo sus papeles. Lentamente,
los mira por un momento como si no confiara en mí antes de agarrarlos y doblarlos
sin mirar lo que son.
—Estos eran viejos. Mi cheque se perdió en el correo —murmura mientras sus
mejillas se ponen rojas y aparta sus ojos de los míos.
Está avergonzada. El aviso de la deuda en mora. Mierda… solo lo usé como un
medio para encontrarla. No quise que se sintiera humillada.
—Me pasó el año pasado —miento. Sintiéndome como un imbécil, la miro
hasta que me mira para poder darle una sonrisa suave. Mueve sus pies y luego esas

21
pestañas se agitan para poder mirarme a los ojos.
Cristo, es hermosa. ¿Cómo no noté eso el otro día? Ojos color avellana. Tez
perfecta. Pecas espolvoreadas en su nariz que de alguna manera son sexys en ella. Y
sus labios… malditos sean esos labios.
Por esa fracción de segundo, veo el lado más suave de Harlow. La chica dura
eclipsada por su propia vulnerabilidad. Y tan rápido como llegó, lo guarda de nuevo
y el fuego y el azufre vuelven con toda su fuerza.
—Gracias, puedes irte ahora. —Levantó las cejas. Un desafío emitido en su
sonrisa.
—¿Siempre eres tan agradable cuando alguien hace todo lo posible para
devolver tus cosas?
Su suspiro es pesado, pero hace cosas tan maravillosas en sus tetas debajo de
su camiseta sin mangas que tengo que recordarme a mí mismo que no debo mirar.
—Me repetiré… vete.
—¿Por qué? —Mi mano todavía está ocupada rascando a Lula entre las orejas.
Al menos una de las mujeres con las que estoy lidiando ahora me quiere.
—¿Por qué? ¿Qué tal porque tu arrogante suposición de que yo era tu
paseadora de perros me hizo llegar tarde a mi entrevista de trabajo? Y esa tardanza
me hizo perder la entrevista por completo en un trabajo que realmente necesitaba.
¿Qué tal eso como razón suficiente?
—Deberías agradecerme por eso.
—¿Qué? —Estoy preparado para cuando sus manos vuelan a sus caderas y el
humo imaginario sale de sus oídos—. Como dije, piensas demasiado de ti mismo.
¿Es malo que la encuentre sexy cuando está enojada? Porque los botones son
algo que definitivamente me encanta presionar. Algunos en particular.
—Como dije, deberías agradecerme. Te salvé de un acoso seguro.
—¿Me salvaste? —Inclina la cabeza y mira—. ¿Para qué? ¿Para obtenerlo de ti
en su lugar?
—Cuidado —advierto, levantándome cuando Lula decide que está cansada y
se deja caer sobre la hierba en el espacio entre nosotros—. No acoso a nadie.
Coqueteo. Soy directo. Pero no toco cuando no es consensual, y nunca uso la
intimidación para obtener lo que quiero. ¿Ahora ese idiota con el que ibas a
entrevistarte? Jerry… digamos que no es tan considerado. Lo he visto en acción más
veces de las que me gustaría contar y se lo he dicho.
—Bueno saberlo —dice, pero puedo decir por su expresión que no me cree.

22
—Entonces, tal como lo veo, me debes una.
—No te debo una mierda. —Sus manos se empuñan.
—¡Oye! ¡Tranquila, mujer! —Levanto mi mano libre en señal de rendición, la
otra todavía sostiene la caja—. Solo estaba bromeando.
Mira hacia la caja por un momento y luego me mira.
—¿Por qué estás aquí?
Sostengo sus ojos y trato de entender por qué me intriga tanto cuando
normalmente, cualquier mujer que me moleste tanto me llevaría a pasar a la
siguiente.
Pero, ¿qué estoy dejando atrás cuando no quiero nada de ella? Demonios,
nunca tuve la intención de conducir aquí y hablar con ella.
Y sin embargo aquí estoy.
—Toma. —Le tiendo la caja como un adolescente torpe que no saber qué hacer
cuando su madre le dice que lleve flores a una niña.
Harlow mira la caja y luego vuelve a mirarme.
—¿Qué es eso?
—Tus zapatos. —Reprimo mi sonrisa cuando me mira con cautela.
—¿Mis zapatos?
—Los hice arreglar. Era lo menos que podía hacer, ya que Smudge fue parte de
la razón por la que se rompieron. —Saca si cadera a un costado como si se
preguntara si quiere aceptarlos o no, pero después de un segundo toma la caja y la
sostiene bajo su brazo—. No te mataría decir gracias.
—Y ahí es donde terminará esta conversación. —Sacude la cabeza y comienza
a alejarse.
—¡Espera! ¿Qué es lo que haces?
Hace una pausa y mueve la cabeza hacia un lado mientras debate si quiere
responder o no. Casi espero el coqueto giro del dedo en el cabello y la batida de sus
pestañas cuando me diga que es modelo, un movimiento perfecto para muchas otras
mujeres.
Por otra parte, Harlow Nicks no se parece en nada a ninguna otra mujer que
haya conocido antes, por lo que la imprevisibilidad es perfecta para ella.
—¿Qué quieres decir?
—¿En qué trabajas? Ibas a una entrevista…
—Teneduría de libros. Camarera. Payaso de cumpleaños. —Se encoge de

23
hombros y se sonroja de nuevo—. Lo que sea necesario para pagar las cuentas.
No me dice que está esperando su gran oportunidad. Nada de “mi última
campaña fue para Victoria’s Secret y puedes encontrarme en sus anuncios”. Ni
“estoy entre trabajos y ¿puedes ayudarme ya que eres un hombre tan exitoso?”
Nop. No lo menciona, incluso en una ciudad llena de personas que intentan
lanzar sus nombres y hacerse un lugar.
Aparta sus ojos multicolores y sacude la cabeza.
—¿Sabes qué? Gracias por traerlos de vuelta. Debería entrar.
—Tengo conexiones. —Brillante, Zane. Jodidamente brillante. ¿Así es como logras
que no huya de ti? ¿Dándole una frase barata?—. Tal vez podría ayudarte a encontrar
algo.
—No podrían importarme menos tus conexiones. —Baja la cabeza y cuando la
levanta, la veo reinar en el orgullo y me siento como un idiota por insultarla—. Lo
siento. Eso fue grosero. Como dije, gracias. —Levanta los papeles y ofrece una
sonrisa reticente.
—Mira… —Doy un paso hacia ella, más que consciente de que no quiero que
se vaya todavía y me pregunto por qué estoy mencionando esto—. Tengo un evento
que estoy celebrando al final de la semana. Deberías venir. Podría presentarte a
algunas personas. Puede haber algunas oportunidades de trabajo allí.
—Gracias, pero no gracias. No soy ese tipo de chica. —El giro de sus ojos me
hace darme cuenta de cómo tomó mi comentario.
Mi risa hace que Lula levante la cabeza.
—Eso no es exactamente lo que quise decir, Harlow. Dirijo un sitio web de
citas, no un servicio de acompañantes.
—Qué bueno saberlo. Básicamente, eso significa que puedes elegir a las
mujeres con las que quieres salir después de tener toda su información. Te aseguro
que ahora puedo dormir mejor por la noche sabiendo esto.
—Eres frustrante. —Y lo es, pero de la manera más fascinante.
—Mira quien habla. —Cruza los brazos sobre el pecho y levanta las cejas.
Levanto mis manos.
—Lo que intentaba decir es que las conexiones son importantes en esta ciudad.
Tú y yo lo sabemos. Mi evento… habrá mucha gente allí. Gente de la industria —
digo más que consciente que dejé escapar que la busqué y sé que trabaja en la
industria.

24
—Bueno. Excelente. ¿Puedes irte ahora?
Pero hay una sonrisa en su rostro. Una grieta en su armadura defensiva que
me dice que voy a algún lado.
—Hay que aprovechar las oportunidades cuando se presentan. —No dice
nada, pero la leve sonrisa permanece—. Zane Phillips. Encantado de conocerte. —
Extiendo la mano. La mira y asiente, pero no la estrecha.
Joder, es terca.
Y malditamente hermosa.
—Y tú eres Harlow Nicks.
—Teniendo en cuenta que tenías mi factura de electricidad, supongo que eso
significa que sabes leer.
—Sí. —Asiento—. Y también tengo tu dirección de correo electrónico de los
documentos de la entrevista.
—¿Debería preocuparme de que me estés acosando?
Sacudo la cabeza y suspiro.
—Te enviaré por correo electrónico la información sobre la fiesta.
—No te molestes…
—Es el viernes por la noche. Traje de coctel. Un montón de contactos.
—No lo leeré.
Le lanzo una sonrisa de megavatios y luego me giro para alejarme.
—Sí lo harás.
Y lo hará.
Es raro que una mujer se me resista. Ella lo está intentando, pero al final ganaré.
Parece que por el momento mi trabajo es perfecto para mí.
Soy un hombre que siempre tiene un objetivo final en mente. Siempre.
No tiene sentido establecer una meta si no planeas ir por ella.
La pregunta es, ¿a qué demonios estoy apuntando cuando se trata de Harlow
Nicks?

25
Seis
Harlow

—D
ebes ir, mija. Necesitas vivir en el ahora.
—Mamá. —Suspiro su nombre con exasperación y
miro en su dirección. Vivir en el ahora. ¿Cuántas veces en
mi vida la he escuchado decir eso? La tenacidad de una
madre, quien nunca retrocede, nunca me deja conformarme, y que haría cualquier
cosa en su poder para ayudarme a tener éxito—. Ir a algún evento de caridad no
ayudará a pagar las cuentas.
—Te dije que lo tengo cubierto este mes—. Levanta su cabello color marrón en
un broche, hundiéndose en su silla y señala mi computadora portátil—. Míralo.
—Lo vi, mamá—. Montones de fotos de Zane, más de las que debería admitir.

26
En eventos de caridad. En reuniones de negocios. En fiestas con celebridades que
son tan conocidas, que generalmente solo se hace referencia a ellas por sus nombres
de pila.
Los titulares y subtítulos desordenan mi mente. Presidente del prometedor
sitio de citas en línea SoulM8.com. Nativo de Brisbane, Australia, se mudó aquí
cuando tenía veinte años para perseguir sus objetivos empresariales. El hombre que
comenzó su fortuna haciendo algunos afortunados intercambios de acciones, luego
comprando negocios fallidos y vendiéndolos después para obtener una ridícula
ganancia después de renovarlos.
Debe ser bueno tener el toque de Midas, como lo llamaba un artículo, a la vez
que se es un idiota
—Es alto. Hermoso. Exitoso.
—Y un imbécil —me quejo.
—Un idiota con conexiones. —Levanta las cejas de esa manera que me dice que
me lleva años de experiencia y sabe más que yo.
—Un idiota presuntuoso —murmuro.
—¿Todavía estás enojada por los zapatos? ¿Qué mujer se enoja cuando un
hombre le trae un par de tacones nuevos, caros, para reemplazar los que rompió? Yo
no. Mmmm, nop.
—Sí, todavía estoy enojada por los zapatos. —Y por la nota sobre los Jimmy
Choos rosa pálido que decía:
“Te veo a las ocho, Cenicienta. Aparecerás”.
—No soy una princesa —afirmo.
—Mija, si fuera yo dejaría que me llamara Cenicienta toda la noche. —Levanta
las cejas dos veces para enfatizar y esa fracción de segundo refuerza mi firme
determinación de no asistir a la fiesta. O de pensar en él. O cualquier cosa sobre él.
Solo la romántica sin remedio de mi madre vería en esta situación algún tipo
de cuento de hadas de Disney. La misma mujer que se ha enamorado una y otra vez
simplemente porque cree en el amor, porque le encanta estar enamorada, solo para
que su corazón sea roto al final. E incluso a través de las lágrimas y la cuchara
clavada en el recipiente de helado del que está comiendo directamente para lidiar
con su miseria, sonreirá y me dirá que no se arrepiente porque ¿no es algo
maravilloso el amor?
Demasiado dramatismo. Demasiado sentimiento. Demasiada fantasía.
Y se pregunta por qué soy inquieta cuando se trata de las relaciones.
—¿Mija? —Me saca de mis pensamientos y vuelvo a la situación actual: Zane,

27
mis zapatos, la nota—. Vamos, tal vez es el príncipe que estabas esperando.
—He tenido el corazón roto muchas veces por hombres que has llamado
príncipes. —Suspiro—. No, gracias.
—Tienes que besar muchos sapos para…
—Necesitas ayuda, madre.
—Al menos soy honesta a diferencia de algunas personas —me señala—, que
siguen fingiendo que su gesto no fue un poco romántico.
Resoplo.
—Por alguna razón, no creo que Zane Phillips y la palabra romántico
pertenezcan a la misma oración.
—Ni siquiera lo conoces.
—Lo escuché hablar suficiente como para saber el tipo de persona que es,
mamá.
—Y yo te digo que trató de compensarlo.
—¿Por qué estás presionando tanto? —Levanto las manos y solo sacude la
cabeza.
—Porque… —Se encoge de hombros y tiene una mirada soñadora en los ojos
que me dice que ya está escribiendo el feliz para siempre a mi historia con Zane
cuando ni siquiera hay una historia para empezar.
Era lindo cuando tenía ocho años. Me hizo creer que mi primer amor en la
secundaria era el indicado, hasta que mi corazón se aplastó cuando lo atrapé besando
a Shelly Dodson detrás de las gradas después de la práctica de fútbol. Y ahora que
estoy en mis veintes con muchas relaciones fallidas en mi haber, su mirada soñadora
y su trama de cuento de hadas solo me hacen poner los ojos en blanco cuando
comienza. Porque si piensa que él es el indicado, su historial parece demostrar que
definitivamente no lo es.
Además, comer kilos de helado y modelar no van exactamente de la mano.
—Déjalo, mamá.
—Pero, ¿y si esta es la forma en que el destino los une? Puede ser un hombre
muy amable. Puede ser digno de desmayos cuando no esté siendo el imbécil alfa
que, seamos sinceras, ambas sabemos que es atractivo y sexy y que te hace vibrar la
sangre.
Me levanto del sofá y camino alrededor de mi pequeña sala de estar deseando

28
que se vaya a casa y me deje en paz.
—Mamá, me encanta que vivamos una al lado de la otra. Me encanta que
seamos cercanas y compartamos casi todo, pero eso no significa que quiera tu
opinión veinticuatro/siete. Soy una chica grande que puede tomar sus propias
decisiones. ¿Puedes respetar eso?
Si no hubiera abierto la caja de zapatos delante de ella, nunca habría sabido
nada de esto.
Cuando me giro para enfrentarla, tiene esa mirada molesta en el rostro, con las
cejas alzadas, con los labios en línea recta, como si acabara de herir sus sentimientos.
Asiente y tuerce los labios, pero no se levanta del sofá y hace lo que le pido.
Todo lo que puedo hacer es suspirar y esperar a que diga lo que tenga qué
decir. Sé que esa es la única forma de terminar esta conversación.
—Por supuesto que te respeto. Lo que no puedo entender es que estás enojada
con alguien por comprarte un bonito regalo, o si es porque asumió que vas a ir a la
fiesta.
Retiro la sarcástica respuesta que quiero darle y decido decir la verdad.
Además, verá mi mentira de todos modos.
—¿Qué tal todo lo anterior? Quiero decir, ¿qué hombre compra zapatos de
mujer que cuestan veinte veces más que los que rompió si no espera algo que no le
voy a dar a cambio?
—Sin embargo, te gusta, ¿no?
—Madre —advierto cuando la mirada de ojos soñadores regresa.
—Cuando te clavas en algo, significa que estás luchando contra eso… y chica,
estás clavando esos nuevos tacones rosas solo por tus principios.
—Mamá. —Suspiro y me desplomo en mi asiento sintiéndome a la defensiva
y, al mismo tiempo, confundida por estos pensamientos que está provocando sobre
Zane—. Yo solo… simplemente no lo sé.
—A veces las personas que te hacen sentir furiosa por dentro terminan
encendiendo un fuego en tu corazón.
—Mamá…
—Es verdad, mija.
Me río. ¿Qué más puedo hacer sabiendo que ya está fabricando nuestra
primera cita, primer beso… primer todo?

29
—Puede ser cierto, pero con mi suerte actual, me aparecería con mis zapatos
nuevos, atoraría un tacón en una grieta y de alguna manera derribaría toda la mesa
o algo así.
—O tal vez caigas en tu príncipe y te atrape, Cenicienta.
Y ahí está. El cuento de hadas.
—Te quiero, pero los príncipes no existen y no necesito que ningún hombre me
atrape. Puedo manejar perfectamente todo por mi cuenta.
—Mija —chasquea la lengua—. Solo porque tu padre no fue el mejor de los
hombres, no significa que todos los hombres sean así.
Alejo los pensamientos del hombre que nos dejó solas y en quiebra cuando era
pequeña. El hombre que me enseñó que el amor es fugaz, se mete con tu autoestima
y siempre tiene sus condiciones.
—Me parece que lo son.
—¿Cuántas veces te he advertido que no dejes que todo con tu padre
distorsione tus puntos de vista sobre el amor? Tienes que seguir. Tienes que creer
que la persona adecuada está ahí para ti.
—Y crees que esa persona es Zane. —Levanto las cejas en pregunta.
—Podría serlo. Nunca sabes. ¿Qué hay en él que…?
—Veamos. Es egoísta. Piensa que el mundo gira a su alrededor. Piensa que
puede chasquear los dedos y que saltaré. Puede que no sea exactamente como papá,
mamá, pero seguro suena como un hombre del que debería alejarme. Los imbéciles
vienen en todas formas y tamaños.
—También el amor.
—Creo que me dijiste palabras similares después que Jamie me explicara
después de cinco meses que las mujeres son como la leche: tienen fechas de
vencimiento. Y luego otra vez cuando encontré a Finn en la cama con otra persona.
O qué tal…
—Creo que dije, cuando encuentres la correcta, el amor tomará la forma que
sea necesaria para que una relación funcione. Deja de poner palabras en mi boca,
mija, porque suena muchísimo como que esos tacones tuyos están cavando más
fuerte.
Me doy vuelta y miro por la ventana a la calle más allá, mi suspiro llena la
pequeña sala de estar.
—Es solo una fiesta, Low. ¿Por qué estás haciendo de esto algo tan grande?
Porque tienes razón. Porque podía ver que me gustaba este chico a pesar que lo

30
odio. Porque es todas esas cosas que dijiste y más a pesar que no quiero admitirlo.
Cuando me vuelvo para mirarla, una suave sonrisa aparece en sus labios y la
resignación me invade.
—Ni siquiera sé nada sobre la fiesta, solo dijo que es gente de la industria. ¿Qué
significa eso exactamente? Todo el asunto parece demasiado sospechoso —le
explico.
—¿Y? ¿Por qué no vas y si no te gusta, te vas? Si no apareces, nunca lo sabrás.
—Entonces, ¿a qué iría? Por lo que sé, podría ser una fiesta de swingers.
Mi mamá se ríe y es bueno ver una sonrisa en su rostro. Ha estado haciendo
demasiado tiempo extra y se ve cansada.
—Tú y tu imaginación. Siempre te ha metido en problemas. —Acaricia el lugar
a su lado para que me siente—. Estoy segura que no es una fiesta de swingers. Es un
coctel. La gente se mezcla. Se interrelacionan. Intercambian tarjetas de visita. Llevan
tacones sexys. —Me guiña un ojo—. No es gran cosa, de verdad.
—Entonces, ¿por qué estás dándole tanta importancia? —pregunto con
exasperación mientras me siento.
—Porque mi hermosa mija trabaja muy duro para ser independiente, y eso me
encanta. Pero a veces, cuando un hombre exitoso y guapo te invita a una fiesta,
necesitas relajarte un poco y divertirte un poco.
—No soy su cita, mamá.
—Pero podrías serlo… —Deja que las palabras cuelguen mientras pongo los
ojos en blanco. No lo entiende. No conoció a Zane y sus frustrantes formas. Solo lo
ve como una posibilidad, mientras que yo lo veo como alguien que siente pena por
mí e intenta calmar su culpa por pensar que era su humilde paseadora de perros.
No importa lo que diga, la mujer es una romántica empedernida y no
escuchará.
—Como dije, mamá. De alguna manera terminaría con un cuello roto.
¿Por qué me estoy convenciendo de no ir cuando no tengo intención de hacerlo?
—Bah. Eres hermosa. Una mirada a ti y… —Mueve las cejas.
—¿Y qué? ¿Me agregará a su aplicación de citas para asegurarse de incluirme
en su lista de posibles? No, gracias.
—Vas a ir y…

31
—No, no lo haré…
—Y te daré una aspirina para que la sostengas entre tus rodillas para
asegurarte que no caigas en su lado malo.
Mi risa hace eco en la sala de estar.
—Mamá, podría llenar una botella completa con la cantidad de aspirinas que
he dejado caer. —Me agacho cuando me da un manotazo y caigo sobre los cojines
riendo.
—¡Harlow! —Golpe—. No digas eso. —Golpe. Nuestra risa resuena en las
paredes de la habitación y continúa hasta que levanto las manos en señal de
rendición.
—Bromeo. Lo juro. Estoy bromeando. —Se detiene y me da un fuerte beso en
la frente.
—Más te vale.
—Lo hago. Quise decir dos botellas. —La mirada que me da es una que me
encanta y odio. Dice que sabe que estoy bromeando, pero que su pequeña creció y
es capaz de tomar decisiones, buenas y malas, sola.
Vuelve a su asiento en el sofá.
—Ve, Low. ¿En qué te lastimará? Podríamos pedir prestado un vestido si no
tienes uno. Arreglarte. Tal vez incluso te encuentre un nuevo trabajo. Quién sabe, tal
vez este sea el evento que necesitas para encontrar ese trabajo que inicie la carrera
por la que has estado trabajando tan duro. Solo tienes que seguir intentándolo.
—Lo he estado intentando. —Me río, pero la frustración está cargada en el
tono—. Simplemente no estoy obteniendo grandes trabajos.
—Lo de Victoria’s Secrete fue…
—Hice una sesión de catálogo. Igual que muchas otras. Demonios, si las visitas
se pagaran, entonces no tendría problemas para pagar las facturas. Voy a todas, solo
que no consigo ningún trabajo. Parece que las curvas están pasadas de moda y las
flacuchas están regresando.
Tiembla y sacude la cabeza. Ya puedo verla tratando de descubrir cómo
soportar la carga de nuestras cuentas.
—Sé que tu independencia es importante para ti, pero siempre podríamos
regresar a vivir juntas hasta que las cosas mejoren. Entre el pago global de tu
préstamo estudiantil vencido y la transmisión de tu automóvil arruinada, has sido
golpeada fuertemente. Podría ayudarte. Podría trabajar turnos adicionales. Yo…

32
—Gracias mamá, pero…
—No dejes que tu orgullo se interponga, mija. Me encantaría tenerte de vuelta
bajo mi techo.
Me río y se siente bien.
—Técnicamente hablando, estamos bajo el mismo techo.
Me aprieta la mano.
—Sabes a lo que me refiero. Solo di la palabra.
—Gracias. Sé que lo harías… pero lo resolveré todo. Algo se dará pronto.
Espero.
—¿Qué pasa con buscar ser modelo y portavoz cómo solías decir que serías
cuando te graduaras? Con tu título de comunicación, tu inteligencia y tu capacidad
para hablar de cualquier cosa, estoy segura que…
—Los trabajos como modelo portavoz son cada vez menos y más difíciles de
encontrar entre los trabajos de modelaje. —La frustración resuena en mi tono cuando
pienso en otra semana de ramen para cenar.
—Eres más bonita y más talentosa que todas esas otras chicas que intentan ser
notadas… la persona adecuada solo tiene que verlo.
Hablando como una verdadera madre.
—Gracias por creer en mí… pero ya te lo dije, tal vez no estoy hecha para
modelar o para el mundo del espectáculo. Tal vez debería abandonar el juego.
—Tonterías. —Coloca su mano sobre la mía—. A veces, las mejores cosas de la
vida son el resultado de lo inesperado. Zane haciendo lo que hizo… tal vez fue lo
inesperado. Una señal, y deberías ver a dónde conduce.
—Una señal, ¿eh? Parece más como una advertencia.

33
Siete
Zane

—R
obert, amigo. Qué bueno verte de nuevo.
—Igualmente. —Robert se acerca y me da la mano.
Ha envejecido bien durante sus ochenta años. Su cabello
es canoso con más blanco que cualquier otra cosa, y sus
entrenamientos diarios que siempre aparecen en cada una de nuestras
conversaciones han mantenido su agarre firme y su cuerpo en forma.
Cuando un hombre considera invertir millones de dólares en tu empresa, te
comprometes en hablar con él sobre lo que sea que quiera hablar. Sus
entrenamientos diarios es uno de esos temas.
Su esposa es otro.

34
—Tremenda fiesta de inauguración la que organizaste —dice y toma un sorbo
de su gin tonic.
—¿No es a eso a lo que apuntamos? ¿Suficiente zumbido para que la gente
pregunte al respecto… pero no lo suficiente como para que la gente quiera saber más
hasta que estemos listos para el lanzamiento oficial?
—Escuchaste. —Asiente y mira alrededor del patio de la azotea.
—Siempre escucho, Robert. —Tomo un sorbo de mi Bundaberg y Coca-Cola y
apunto a la escena frente a nosotros.
Se ve exactamente como lo hablamos en nuestras conversaciones. El patio de
la terraza está lleno de luces. Hay aperitivos siendo pasados alrededor. Se están
vertiendo bebidas en las dos barras en rincones opuestos. Pedí algunos favores y ya
llegaron las personas que necesitan estar aquí, las que le dicen a Robert que estoy en
contacto con esta multimillonaria industria.
Sí, estoy siguiendo el juego. Estoy haciendo todo para ganarme su favor y
esperando que me envíe su cheque para el fin de semana.
Pero más importante para mí que su dinero son sus conexiones. Su experiencia
inigualable en la consultoría de otras plataformas de citas después de su retiro y su
prolífica experiencia en relaciones públicas podrían ayudarme a obtener la
visibilidad que necesito para lanzar esta plataforma con fuerza.
El hombre es una potencial mina de oro caminante para SoulM8 y no tiene
nada que ver con la profundidad de sus bolsillos.
—¿Y tienes el programa en funcionamiento? ¿Se solucionaron los problemas
técnicos que encontraste en la última ejecución?
Mi risa baja es una advertencia: manos arriba.
—Ya te lo dije, amigo, déjame el software, la IA y la implementación a mí. Todo
lo que necesito es tu ayuda con la visibilidad. Tus contactos con los medios. Estás
coqueteando con la prensa para ponernos al aire y en forma impresa.
Me mira, la advertencia de no sobrepasarse se escuchó fuerte y clara. Levanto
las cejas y toma un sorbo de su gin-tonic.
—¿Qué tal un portavoz?
Me río, contento de que escuchó y dio un paso atrás con los dedos de los pies
en su lado de la línea.
—Ha sido un trabajo difícil tener que ver a una mujer hermosa tras otra, pero
alguien tenía que hacerlo.
—Debe haber sido agotador. —Señala a la gente que se pasea por la terraza—.
¿Tienes es una favorita?

35
—Sí. —Me imagino a Simone. La preciosa Simone con su figura hermosa y con
la voz sexy que atraerá a los hombres, la demográfica más difícil de involucrar, a la
plataforma—. Esta noche hice arreglos para que conozcas a las cinco mujeres en
consideración final, hablaré con ellas y luego veremos si acordamos quién debe ser
nuestra portavoz. Pero creo que estaremos de acuerdo.
—Me parece bien —dice y asiente—. ¿Y todavía piensas que el arrastre del
grupo beta se mantendrá?
—Así es. Ya hemos excedido nuestro objetivo de preinscripción en un veinte
por ciento y eso es antes de comenzar la gira promocional la próxima semana. Una
vez que eso comience y hagamos la campaña de prensa, estoy más que seguro que
dispararemos nuestras proyecciones por las nubes.
Robert no me mira. Un hábito que noté que tiene cuando está tratando de
encontrar la manera de expresar algo.
—Cuéntame sobre tu experiencia.
Cristo. Ahí está. No es suficiente que esté saltando a través de cada aro
imaginable que ha lanzado, ¿sino que ahora me va a atar a esta mierda? Una única
promesa que hice para tratar de conseguir su inversión y que esperaba que olvidara.
—Fue una buena. —Asiento y vacío mi bebida de un trago.
Puedo hablar tonterías con los mejores. Puedo beber, cenar y persuadir, pero
joder si soy bueno mintiéndole a un hombre que me ayudará a ganar este maldito
concurso.
—¿Bien? —Su risa resuena a nuestro alrededor y varias personas miran en
nuestra dirección—. Entonces, ¿encontraste a alguien?
—A alguien… sí. —Me iré al infierno.
—¿Y crees que tienen la oportunidad de un futuro juntos?
Asiento y no confío en mí mismo para hablar.
—Ajá.
Me da una palmada en la espalda y sonríe.
—¡Eso es fantástico! El amor es increíble, ¿no?
—De hecho lo es. —Definitivamente me iré al infierno.
—Qué gran manera de ayudar a vender la plataforma a las masas. El
presidente de la compañía encontró el amor en ella, y tú también puedes hacerlo. —
Levanta las manos mientras dice las palabras, como si estuviera leyendo una
cartelera.

36
Jodidamente genial. Hasta aquí llegó la oportunidad de usar la vieja carta de
“no funcionó” en unos días.
Le doy una sonrisa tensa y saludo a un conocido en el camino.
—Estaba igual de sorprendido.
—No puedo esperar a conocerla. ¿Cuál es su nombre?
—¡Robert! ¡Zane! ¡Qué bueno verlos!
Gracias a Dios por ti, Jacko.
Miro hacia donde uno de mis amigos más cercanos cruza el espacio, una
muchedumbre de mujeres casi se rompen el cuello para ver quién es.
—¡Jack! —Robert tira de Jack para darle una palmada rápida y luego retrocede.
Por suerte para mí, los dos tienen algún tipo de historia familiar. Amigo de un tío o
algo así. Me facilitó mucho la presentación de Robert—. No esperaba verte aquí.
—Siempre me gusta ayudar a Zane con las tartas en las que tiene los dedos
porque sé que serán un éxito.
Parece que alguien más sacó su juego de encanto esta noche.
—Es bueno escucharlo, muy bien —dice Robert.
—Parece que todo se juntó. Mujeres, whisky y ballenas —dice con una sonrisa
torcida, siendo las ballenas la gran cantidad de inversores de alto riesgo que se
juntan con nosotros. Los que Jack insinúa sutilmente podrían comprar las acciones
disponibles de SoulM8 si Robert no lo hace.
—Es una casa llena de hecho —dice Robert y sonríe—. Zane me estaba
contando acerca de su nueva…
—¿Robert Waze? ¿Eres tú? —grita una voz a nuestra izquierda.
—Disculpen, caballeros —dice Robert, su rostro se ilumina en una sonrisa
mientras levanta el dedo hacia su amigo antes de volverse hacia mí—. Zane, me
reuniré contigo más tarde para conocer a las candidatas.
—Por supuesto, amigo.
Tanto Jack como yo lo vemos alejarse, y luego dejo escapar un exagerado
suspiro.
—El jodido tipo preguntó.
Jack echa la cabeza hacia atrás y se ríe, sabiendo de Robert y eso de “debes ser
producto de tu propia plataforma”.

37
—¿Y?
—Le dije que no necesitaba un jodido sitio de citas para conocer mujeres. —
Dejé que la mentira se asentara por un segundo y vi cómo la conmoción se reflejaba
en la cara de Jack.
—Estás jodiendo conmigo, ¿verdad? —pregunta finalmente.
—Claro que lo hago. Le dije que había encontrado a alguien. ¿Cómo podría
decir algo diferente? Quiero que piense que SoulM8 funciona.
—Estás tan jodido.
—Desearía que ese fuera el caso. —Me río—. Mi noche sería mucho mejor.
—Oh, pobre bebé. ¿Estamos pasando por un pequeño período de sequía?
—De eso puedo ocuparme con una simple llamada telefónica. Robert
pensando que tengo novia es un asunto completamente diferente.
—Es una solución fácil encontrar a alguien que llene la posición
temporalmente.
—¿Quién? ¿Dime quién conseguiría aprobación? —le pregunto mientras la
linda camarera se acerca y me da una bebida fría—. Gracias.
—De nada —dice, su voz gutural, sus ojos sugestivos.
—Y mi punto está probado sin siquiera tener que intentarlo —dice Jack entre
risas cuando ella se aleja, balanceando las caderas y haciendo resonar sus tacones.
—Definitivamente es atractiva pero de una manera más informal. No es
material que apruebe Robert.
—De acuerdo. —Señala a todas las personas que nos rodean—. Estoy seguro
que hay más de unas pocas candidatas dispuestas aquí esta noche que fingirían ser
tu verdadero amor durante algunas noches para apaciguar al anciano.
—Cierto. —Tomo un trago y miro alrededor. Piernas largas, vestidos elegantes
y muchas oportunidades para retozar.
—Obtener su inversión es el juego final. Estoy seguro que puedes sacrificarte
un poco por el equipo.
—No me llaman un mujeriego por nada.
—Eres un imbécil.
—Así me lo han dicho —le digo mientras veo a la última mujer que me llamó
así caminando por la terraza. Hola, Harlow Nicks.
Vino. Y no solo apareció, sino que lo hizo con un vestido que no revela nada,
pero aun así hace que quieras quitárselo para ver lo que se esconde debajo. Es negro

38
y simple con un toque de escote y un destello de pierna, pero maldita sea cómo
abraza sus curvas.
Y los tacones.
Los usó y sí que se veían sexys como el pecado en ella. Su color rosa pálido
combina con los acentos del vestido y su cabello está en suaves rizos alrededor de
sus hombros.
Mis dedos pican por tocarlo. Y por hacer otras cosas.
—¿Ves algo que te guste? —dice Jack con un golpe en el hombro—. Maldita
sea. Eso es definitivamente algo.
—No, no lo es. Es una sabelotodo y tiene mal genio. —Pero mis ojos no la dejan.
—Oh, pero eso lo hace mucho más divertido. Las peleadoras son algo bueno.
Especialmente cuando están debajo de las sábanas y lucen como ella.
—Necesito otro trago —le digo a pesar del vaso medio lleno en mi mano, pero
Jack necesita dejar de mirar a Harlow. Ella no es para él.
—Así es. Necesitas uno fuerte para poder descifrar quién será tu novia de
mentiras. —Me da una palmada en la espalda mientras nos volvemos hacia el bar
después que le echo un último vistazo.
—Teniendo en cuenta que pagaré la cuenta de esta noche, creo que haré lo que
dices.
—Es cierto, amigo —dice Jack, intentando su mejor acento australiano.
—Todavía eres un asco —digo de la manera habitual.
—Y todavía me amas.

39
Ocho
Harlow

—N
o, gracias —le digo con una tensa sonrisa al hombre a mi
lado que ahora hace su cuarta oferta de comprarme una
bebida.
—Vamos, me encantaría comprarte una.
—Lo sé y lo aprecio, pero estoy manejando.
—Siempre podría llevarte a casa. —Coloca una mano en la parte baja de mi
espalda, y doy un paso adelante y fuera de su alcance.
—Veo a la amiga que me está esperando —miento y le sonrío a una persona
invisible en la dirección opuesta—. Fue un placer conocerlo. —No, no lo fue.
—Tal vez podamos ponernos al día más tarde.

40
—Tal vez —le digo por encima del hombro mientras me dirijo a través de la
terraza tenuemente iluminada. La música suena suavemente bajo el murmullo de la
charla. Hay una gran variedad de personas aquí por lo que puedo decir, pero el
hombre de la bebida ocupó la mayor parte de mi tiempo desde que he estado aquí.
Con un suspiro de alivio, me meto en un pasillo oscuro que bordea el exterior
del patio. Solo me quedaré aquí unos minutos hasta que vuelva su atención a otra
parte y luego volveré a salir, al extremo opuesto del espacio.
Mientras estoy aquí, podría aprovechar al máximo el tiempo e intentar conocer
a la mayor cantidad de personas posible.
—Vamos, no hay excusa para que no puedas salir esta noche con una —dice
una voz masculina seguida de una risa.
—Hay muchas excusas, amigo. —Mis oídos se agudizan con el sonido del tono
australiano, Zane, y silenciosamente me hundo de alivio al sentir que conozco a
alguien aquí.
Por lo general, soy bastante extrovertida, pero llegar aquí sola y no conocer a
nadie ha sido más intimidante de lo que esperaba. Tal vez sea porque imaginé que
el evento era algo más grande de lo que realmente es. O tal vez es porque estaba un
poco emocionada de ver a Zane de nuevo, independientemente de cuánto me vuelve
loca.
Y ahora estoy empezando a sonar como mi madre.
—A la mierda tus excusas. ¿No fuiste quien me dijo que necesitaba ayudarte a
hacerle creer esto? Bueno, eso es lo que estoy tratando de hacer. No me culpes de tu
mentira al decirle que encontraste el amor. Ambos sabemos que esa mierda no
funciona.
—¿Te puedes callar?
—Si no quieres que Robert sepa lo contrario, entonces será mejor que
comiences a descifrar cómo vas a solucionar esto
—Cristo —murmura Zane.
—No te ayudará en este momento —bromea el otro hombre, pero Zane no se
ríe—. Pero sé quién puede hacerte cariñitos y hacerte sentir mejor… —Jack hace un
gesto a las personas que se mezclan en el espacio a su alrededor—. Quiero decir,
mira a todas estas hermosas mujeres. Están maduras para la cosecha. Ahora todo lo
que tienes que hacer es encontrar a la correcta.
¿Maduras para la cosecha? ¿En serio? Espero que no diga lo que creo que está
diciendo.
Miro a mi derecha y en una de las áreas iluminadas veo a Zane… vestido con

41
mi kriptonita: un chaleco abotonado, pantalones y una camisa de vestir con las
mangas enrolladas. Profesional, pero informal y mucho más sexy de lo que quiero
admitir. El hombre a su derecha y frente a mí tiene cabello oscuro, ojos claros y piel
morena clara. Es sorprendentemente guapo también. Juntos parecen un anuncio de
Ralph Lauren.
—Ya déjalo, Jack.
Ah, ese es Jack. Debería haberlo asumido.
—¿Qué hay de esa?
—¿De cuál?
—Vestido crema. Tacones de ven-fóllame.
—No es mi tipo —dice Zane contra su vaso mientras toma un sorbo. Odio
querer ver qué aspecto tiene para tratar de averiguar qué tipo es el suyo.
—Sin embargo, podría ser el mío —dice Jack entre risas—. ¿Simone, entonces?
—No puedo. Una vez que finalice la promoción, estoy dispuesto… ¿pero
antes? —dice Zane y se ríe—, eso sería poco profesional de mi parte.
—Y si las cosas salieran mal…
—Exactamente. Sería un desastre por todas partes.
—¿Qué tal ella?
—¿Piernas largas? —Zane levanta la barbilla hacia alguien.
—Sí, ella.
Ambos inclinan su cabeza hacia la izquierda y miran a alguien por un segundo.
—Nah. No está mal… simplemente no es…
—Bien. —Jack termina por él—. Eres un cabrón exigente. Entonces, ¿qué tal la
Chrissy Teigen de por allí?
—Vino con una cita.
—¿Y? ¿Cuándo te ha detenido eso?
Zane dice algo que no puedo escuchar y ambos se ríen.
¿Realmente están haciendo esto ahora? ¿Está realmente tan desesperado por
encontrar… una cita? Estoy segura que tiene mujeres más que dispuestas a estar de
su brazo.
Y luego caigo en cuenta. ¿Es una cita la que está buscando o simplemente
alguien con quien acostarse?
Doy un paso atrás, incómoda al escuchar lo que obviamente es un juego para

42
ellos, y luego mis pies vacilan cuando Jack habla.
—¿Qué pasa con la de antes? ¿Vestido negro, cuerpo increíble, ojos asesinos,
tacones rosados?
Se me corta la respiración a pesar que no quiero preocuparme de que estén
hablando de mí.
Zane se ríe de una manera que me hace sentir como si supiera que estoy parada
aquí escuchando.
—No hay posibilidad en el infierno —murmura con voz ronca.
—¿Por qué no? La miraste muy fijamente.
—Tres palabras: una maldita pesadilla.
Jack echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
—¿No lo son todas? —Chocan los vasos mientras me quedo allí y los miro
como una niña pequeña de la que se burlaron delante de toda la escuela.
Me toma un segundo encontrar mi equilibrio y luego estoy enojada conmigo
misma por preocuparme incluso por lo que piensa cuando ya demostró lo idiota que
puede ser.
Pero creí su acto cuando vino a la casa. Caí en su red. Dejé que mi madre y su
romanticismo me afectaran tanto que vine aquí esta noche pensando que podría
haberme formado una primera impresión equivocada de él. Que el hombre que
apareció en mi casa era el verdadero él, el sincero, y no el imbécil que conocí en el
edificio de oficinas el otro día.
Un poco de arrogancia es sexy. Tanta, no lo es.
Debería haberlo sabido mejor.
¿Una maldita pesadilla? ¿Por qué? ¿Porque no hablé con él como si fuera un dios
debido a su buena apariencia y cuenta bancaria?
Se necesita mucho más que eso para impresionarme.
Aturdida y ahora queriendo esa copa de vino, camino por el lado opuesto de
Zane y Jack y paso al pasillo cubierto para encontrarla.
Y chocó justo detrás de un hombre que dobla la esquina al mismo tiempo que
yo.
—¡Oh, lo siento! —Ambos decimos de una forma u otra cuando sus manos se
acercan a mis bíceps para estabilizarme.
—Perdón —dice mientras doy un paso atrás y miro los amables ojos azules—.

43
¿Está bien, señorita?
Asiento, mis mejillas están calientes de vergüenza por haberme topado con este
anciano por mi descuido.
—Sí. Lo siento. No estaba mirando a dónde iba. ¿Está bien?
—Lo estoy. —Se ríe—. Se necesita mucho más que una mujer bonita para
derribarme. —Su anillo de bodas destella a la suave luz mientras toma un sorbo de
su bebida.
—Su esposa es una mujer con suerte.
Su expresión se suaviza y su sonrisa se atenúa.
—La perdí el año pasado.
—Lo siento mucho. —Me siento como una idiota, pero al mismo tiempo cada
parte de mí se derrite por el amor que obviamente todavía siente por su esposa.
—No lo sienta. Tengo la suerte de haber podido experimentar el amor
verdadero. —Sonríe y luego se sobresalta—. Perdone mis modales, Robert Waze.
Encantado de conocerla.
¿Robert? ¿El Robert del que he oído hablar a Jack y a Zane dos veces?
—Igualmente. Harlow Nicks. —Nos damos la mano y luego, sin pensarlo, nos
volvemos para enfrentar la fiesta que tiene lugar frente a nosotros. Curiosamente,
por primera vez en toda la noche, me siento a gusto.
—Es un placer, señorita Nicks.
—Harlow, por favor.
—Harlow, entonces —dice con un movimiento de cabeza definitivo antes de
tomar una copa de vino de un mesero que pasa y ofrecérmela.
—Sí, por favor. Gracias. —Tomo un sorbo y, aunque no sé mucho sobre vino,
sé que es caro cuando lo pruebo—. ¿Cuánto tiempo estuvo casado? —le pregunto,
tanto por curiosidad como por la pura necesidad de hablar un poco para evitar la
incomodidad que conlleva estar parada en un evento lleno de gente y no conocer a
nadie.
—Sesenta años. —Las líneas alrededor de sus ojos se arrugan con su sonrisa, y
dudo que se dé cuenta que automáticamente gira su anillo de bodas alrededor de su
dedo cuando dice las palabras.
—Es increíble. —Mira mamá, los cuentos de hadas de la vida real existen.
Asiente.

44
—La cortejé durante cinco años antes de eso.
Hago los cálculos. Incluso si tenía dieciocho años cuando se casaron, eso lo
hace tener casi ochenta años ahora. Nunca hubiera adivinado eso por lo en forma y
juvenil que es en apariencia.
—¿Le importa que le pregunte cómo la perdió?
—Cáncer. —Asiente y luego aparta la vista por un momento para reunir sus
emociones antes de mirarme—. Luchó como una campeona, pero al final estaba
demasiado cansada.
—Tuvo suerte de tenerlo a su lado.
—Yo fui el afortunado.
Suspiro. Un gran suspiro. Si no sale nada esta noche, al menos puedo alejarme
habiendo conocido a Robert y saber que el verdadero amor realmente existe.
—Por eso estoy aquí —continúa sin que se lo pregunte—. Uno de sus últimos
deseos fue que volviera a encontrar la felicidad. Pero estaba loca al pensar eso. Ella
era mi felicidad.
—Quizás una amiga entonces. Alguien que pueda hacerle compañía.
—Quizás, pero lo dudo. Ella era mi vida. —Toma un sorbo de su bebida y
sacude la cabeza como si estuviera recordando. Y lo dejé sin interrumpirlo porque
obviamente está solo. ¿Qué hay de malo en escucharlo por unos momentos para que
no se sienta tan solo por un rato?—. Tuvimos una buena vida, ¿sabes? Comenzamos
una compañía juntos, criamos juntos a tres hijas increíbles, y luego cuando salieron
de casa, vivimos nuestra vida como si cada día fuera una lista de deseos.
—Eso es increíble. —Ambos nos volvemos para seguir la risa a través de la
terraza. Zane es el centro de atención en medio de un pequeño grupo de hombres y
mujeres, que parecen haber salido de una pasarela. Está animado y es dueño de la
audiencia, por el aspecto de sus expresiones faciales. Inesperadamente, algo que
Robert me dijo hace clic en mi mente—. Espero que no le moleste que pregunte, pero
dijo que está aquí por el deseo de su esposa de que usted…
—Sí. —Esa amable sonrisa está de vuelta en sus labios mientras asiente—. Esa
empresa que comenzamos… bueno, la vendimos en un momento y pudimos
guardar ese dinero, invertirlo y sacarle provecho. Su otro deseo, además de que
encontrara la felicidad nuevamente, era que tomara parte de ese dinero que
habíamos ganado y ayudara a otros a encontrar el tipo de amor que tuvimos.
—Siento que sigo diciéndolo, pero eso es increíble, Robert.

45
—Es por eso que estoy aquí. Para ver si quiero respaldar esta aventura.
SoulM8.com tiene una gran premisa. Su uso de la tecnología de inteligencia artificial
para ayudar en el proceso de emparejamiento no tiene precedentes en comparación
con las otras plataformas disponibles. Los resultados después de su prueba beta
fueron fenomenales. Creo que será un gran éxito.
—Entonces, ¿por qué parece que está dudando? —pregunto, tratando de hacer
la conexión.
—No lo sé —dice y mira en su vaso vacío antes de ver hacia arriba y
encontrarse con mis ojos—. Si Sylvie estuviera aquí, me diría que escogiera la
portavoz, que firmara el cheque y que viera cómo se desarrolla.
—¿Portavoz?
—Sí. —Mira a su alrededor a las personas en la terraza y luego mueve la mano
por el lugar—. Supuestamente, tengo la última palabra sobre quién representará a
la compañía. Estoy seguro que Zane allí ya eligió a su favorita, pero, francamente,
no siento que pueda relacionarme con ninguna de las mujeres que he conocido aquí
esta noche que no seas tú.
Asiento y sonrío suavemente mientras su cumplido golpea mi corazón. Mis
propios ojos parpadean sobre las damas aquí y me pregunto cuáles estarán en la
carrera. Ninguna tiene cosas que yo no tenga.
—¿Por qué las dudas de respaldar a la empresa? —pregunto.
—Por él. —Robert levanta la barbilla hacia donde estaba parado Zane, pero no
lo menciona por su nombre. No digo nada porque de repente me siento incómoda—
. Me dice que cree en el poder de la plataforma SoulM8 y que ha funcionado para él.
Me dice que cree que el amor es más importante en la vida de alguien que el dinero…
pero también es un vendedor. Y se presenta como un jugador. ¿Cómo puedo confiar
en que no solo me está diciendo lo que quiero escuchar para que le firme un cheque?
—Robert…
—Sylvie podía ver a través de la mierda a un kilómetro de distancia. ¿Yo? Soy
más confiado y…
Las palabras de Zane resuenan en mis oídos. El amor es una estúpida emoción
fabricada para definir relaciones.
Todo lo que Robert dice es correcto y, sin embargo, no puedo decirle lo
contrario.
Y entonces una idea me golpea. ¿Qué pasaría si pudiera proteger a Robert,
poner al arrogante australiano en su lugar y hacer algo por mí misma?
Tienes que aprovechar las oportunidades cuando se presentan.

46
Creo que te arrepentirás de darme ese consejo, Zane.
—¡Robert! ¿Cómo vas? —La voz de Zane resuena detrás de mí cuando su mano
se estira y lo golpea en la espalda.
—Genial, gracias.
—Harlow —dice Zane, pero no paso por alto la forma en que su mirada recorre
mi cuerpo de arriba a abajo antes de caer sobre mis ojos.
—Zane —le digo asintiendo y con una sonrisa excesivamente sacarina mientras
me preparo para hacer mi movimiento—. Estaba hablando con Robert aquí y estaba
a punto de contarle las buenas noticias.
—¿Buenas noticias? —La advertencia parpadea en sus ojos esmeraldas e
ignoro todo al respecto.
—Sí. Sobre cómo me contrataste para ser la cara de la campaña publicitaria de
SoulM8. Seré la portavoz.
Mientras que todo el rostro de Robert se ilumina, cada parte de Zane se queda
quieta y rechaza mi revelación sin expresarlo.
—¿Qué? —dice finalmente después de tomar un largo trago de la bebida en su
mano.
—¡Le dije las buenas noticias! —Zane se pone rígido cuando extiendo la mano
para apretarle el brazo para mostrarle a Robert cierta familiaridad entre nosotros
dos—. Estaba tan sorprendida y emocionada cuando me dijiste antes que me habías
seleccionado que todavía lo estaba procesando todo. Y luego, por supuesto, conocí
a Robert y estábamos hablando de cómo, de todas las finalistas aquí, sintió que
podría relacionarse conmigo mejor, así que pensé que era el momento perfecto para
contárselo. ¿Qué mejor manera de utilizar mi título en comunicaciones y mi
experiencia en modelaje?
—Qué mejor manera de hecho… —dice Zane con la mandíbula apretada, con
los ojos clavados en los míos mientras pone una sonrisa en su rostro.

47
Nueve
Zane

¿M
e está jodiendo, ahora mismo?
Todas esas visiones que tuve de esos tacones clavados en mi
trasero mientras teníamos sexo fueron arrojadas por la ventana.
—¿Robert? —Harlow dice que mientras mira a Robert con
esos ojos soñadores y los labios abiertos—. No estás diciendo nada. ¿Debería
preocuparme que…?
—Para nada. —Robert mira a Harlow y luego sonríe—. Estas son algunas de
las mejores noticias que he oído en mucho tiempo.
Espera. ¿Qué? ¿Está de acuerdo con esto?
Pero Simone. Le dije a Simone que casi tenía el trabajo.

48
—Serás la cara perfecta de SoulM8, Harlow —dice Robert, haciéndome mover
la cabeza como si estuviera en conmoción.
Sigue la corriente, Z. Joder, sigue la corriente.
Pero algo está mal. Puedo verlo en su cara. En el modo en que sigue mirando
a Harlow como si hubiera algo más que decir, y odio ser el que está en el maldito
exterior mirando hacia adentro.
—Entonces supongo que deberíamos contarle las otras noticias también. —
¿Qué estoy diciendo?
—¿Las otras noticias? —Ambos dicen al unísono y se giran para mirarme.
Encuentro la más mínima satisfacción en el hecho que Harlow parece preocupada.
Debería estarlo porque estoy a punto de sacarla de esta campaña tan rápido
como saltó sobre ella… todo mientras solucionaba el problema que yo creé.
Le doy una leve sonrisa antes de acercarme a ella, mis ojos de vuelta a los de
Robert.
—Teníamos miedo de mencionarlo —digo—. Ella tiene razón. Originalmente
escogí a Harlow como mi portavoz hace meses, y luego he aquí que cuando me
conecté y usé SoulM8 como me sugeriste, fuimos emparejados.
Los ojos de Harlow se salen de su hermosa cara. Dos pueden jugar este juego,
encanto.
—¿Es eso cierto? —pregunta Robert, con la cabeza girando de mi hacia ella y
luego de regreso, con escepticismo en sus ojos que no quiero ver.
—Sé que es difícil de creer… pero hablamos en línea durante un tiempo
durante la fase de prueba beta, ambos usando avatares, y así que puedes imaginarte
nuestra sorpresa cuando descubrimos quiénes éramos cuando nos conocimos cara a
cara. —Me acerco, tiro a Harlow hacia mí y le doy un beso en la sien.
—Fue una gran sorpresa —dice, jugando a la perfección con la mano que no
tiene ni idea de que será repartida—. Pensé en inscribirme para echar un vistazo al
sitio y ver de qué se trataba todo esto. Nunca en mis sueños más salvajes imaginé
que esto pasaría. —Desliza su brazo alrededor de mí se gira y me sonríe suavemente.
—Cuando me lo dijiste antes, Zane… estaba escéptico de que estuvieras
diciendo la verdad. Yo… Harlow, me disculpo por las cosas…
—No te disculpes por tu honestidad —dice Harlow—. Cuando supe quién era
el hombre con el que había estado hablando, tuve muchas de las mismas
preocupaciones que tú. —Me mira y aunque su sonrisa es dulce, sus ojos me lanzan

49
una advertencia que es tan confusa como el intercambio entre los dos. Ella mira hacia
Robert—. Pero tengo que decirte que cuanto más lo conozco, más se han disipado
esas preocupaciones.
—¿Es eso cierto? —pregunta Robert, claramente más a gusto que cuando
hablamos esta tarde.
—Lo es —dice Harlow.
—Me siento como un extraño aquí —bromeo, odio estar en las sombras.
—No es nada que te concierna —dice Harlow con una tranquilizadora
inclinación de cabeza a Robert, lo que me da más curiosidad, pero me permite tomar
la iniciativa en esto.
Tu carrera fue buena, Harlow… ahora es el momento de acabar con ella.
—Lo que me preocupa, sin embargo, es la impresión de impropiedad, Robert,
y eso es lo último que quiero justo antes de un gran lanzamiento promocional para
la plataforma. Harlow y yo hemos hablado aquí —digo—, y decidí que es mejor si
uso a alguien más para el puesto de portavoz.
El cuerpo de Harlow se pone rígido a mi lado y sus dedos se clavan en mi
costado.
¿Qué se siente ser tomada con la guardia baja?
—Zane…
—Espera, querida. —Presiono un casto beso en sus labios para callarla y odio
notar lo suaves que son—. Es importante para mí que Robert sepa que no tratamos
de engañarlo. Los primeros meses de una relación son importantes, o eso he oído, y
no quisiera poner en peligro lo que tenemos al aportar trabajo a la mezcla. Tampoco
quiero que haya una impresión impropia en ninguno de nuestros patrocinadores.
Con eso en mente, hice que mi abogado preparara un nuevo contrato para que
Simone acepte el trabajo y con tu bendición, compañero, se lo haré saber esta noche.
Harlow se tensa de nuevo. No hay nada que pueda decir, en realidad. Discutir
conmigo y Robert sabrá que mintió al principio o quedarse callada y sonreír para
que parezca que está de acuerdo y evitar la vergüenza.
Puede que tenga agallas, pero algo me dice que no me va a delatar en esto.
Robert frunce los labios y nos mira a los dos por encima del borde de su bebida
mientras toma un sorbo. Alguien se ríe a nuestra izquierda. Capto fugazmente la
mirada curiosa de Simone sobre su hombro, pero sé que no puedo hacer nada para
responder a la pregunta en sus ojos.
—Aquí es donde tengo que estar en desacuerdo contigo, Zane —dice Robert.

50
Oh. Mierda—. Creo que tener una pareja en la vida real, el presidente y su novia nada
menos, sería mucho más genuino que una cara bonita y una cabeza parlante en las
reuniones de la prensa.
Harlow se pone de pie más alta y se ríe mientras extiende la mano y vuelve a
tocar el brazo de Robert.
—Espero no ofenderme por eso, Robert.
—Mi querida Harlow, nadie negaría lo hermosa que eres. Perdóname si te hice
sentir de otra manera. —Robert me mira a los ojos—. La experiencia se vende bien
siempre y cuando sea creíble. —Levanta una ceja desafiándome y no puedo decir si
es sincero o si sabe que estoy mintiendo.
De cualquier manera, estoy jodido.
Y no es el tipo bueno de jodido tampoco.
—Todos dicen que la fase de luna de miel de una relación es la más importante.
No quiero arriesgar la nuestra porque…
—Oh Zane, no seas tonto. —Harlow va más allá y se inclina para besarme la
mejilla. La ira me hace querer alejarme de ella, mi inminente muerte, y mi polla, me
ha hecho notar demasiado sobre ella: su perfume, la forma en que su cabello me hace
cosquillas en la mejilla, la sensación de sus tetas rozando contra mi pecho—. Estoy
más que segura que lo que tenemos entre nosotros es más que suficiente para
sobrevivir a un pequeño ascenso. Trabajar juntos nos hará más fuertes, ¿no crees?
¿Qué está pasando ahora mismo? ¿Y cómo puedo deshacerme de ella y traer a Simone
de vuelta? La obediente y agradable Simone.
Y sin embargo, fui yo quien le pidió a Harlow que viniera esta noche. Yo soy
el que empezó todo esto.
—Mi Sylvie siempre decía que un poco de conflicto solo hace que todo lo
demás sea mucho más dulce —dice Robert.
—Y nos encantan las partes dulces, ¿no es así, Zane? —dice Harlow con un
batido de sus pestañas mientras su mano se desliza hacia mi culo y me da palmaditas
para enfatizarlo.
—Sí —digo a través de una tos, necesitando una razón para alejarme de
Harlow y de su cuerpo demasiado caliente.
—Bien ahí, entonces —dice Robert con una gran sonrisa, sin dejar de lado su
constante necesidad de tratar de imitar mi acento—. ¿No es así como lo dices, amigo?
—Lo es, sí. —Estoy distraído. Sé que sueno así, pero al carajo si no puedo seguir
pensando en otras formas de salir de esto.

51
Zane Phillips no es alguien a quien se le pueda acorralar, engatusar o
jodidamente forzar a hacer algo… nunca. Ni siquiera puedo concentrarme en lo que
los dos están diciendo, planificando, jodiendo y maquinando, porque con cada
segundo que pasa, mi ira sube al siguiente nivel.
¿Será una dificultad trabajar con Harlow? Diablos, no.
¿Le guardaré rencor cada minuto por ser más lista que yo? Maldita sea, claro
que sí.
Lo que comenzó como un juego de uno sobre el otro, un concurso, me jodió,
¿no es así? Me jodí a mí mismo y no obtuve ni una pizca de placer de ello.
—¡Robert Waze! ¿Eres tú? —dice una voz desde nuestra izquierda, dándome
una oportunidad.
—Tenemos que hablar con algunos conocidos —le digo mientras mis dedos
agarran el codo de Harlow, y nos dirijo fuera del alcance de todos los que nos
rodean.
Diez
Harlow

—¿E stás fuera loca? —masculla Zane mientras arranco mi brazo


de su mano una vez que nos encontramos de nuevo donde lo
vi por primera vez, en el corredor.
—No. En realidad, creo que fui muy inteligente. Vine a una fiesta y conseguí
un nuevo trabajo. ¿No es eso lo que me dijiste? ¿Que habría oportunidades aquí de
las que quizás podría aprovecharme?
—Sí, las hay. ¡Pero no conmigo! No para mí.
—¿Qué pasa? ¿Acabas de ser engañado por tu propio juego, amigo? ¿Eso es lo
que acabo de ver? Tratas de hacernos una pareja para que me echen y luego… ¿se
refuerza aún más el trato? —Me encojo de hombros inocentemente en contradicción

52
con el sarcasmo que se apodera de mi voz. Me encanta que con cada segundo que
pasa, puedo ver crecer la frustración en su expresión: el fruncimiento de sus cejas, el
tic del músculo en su mandíbula, la tensión en sus labios.
—¿Tienes idea de lo que acabas de hacer? —Mira por encima de su hombro
para asegurarse que nuestra conversación no pueda ser escuchada y nos mueve de
nuevo, así que estamos bajo el cobijo de las sombras de la noche.
—Sí, te estaba salvando el trasero. —Resoplo. No es propio de una dama. No
va con el vestido caro que llevo puesto. Pero no podría importarme menos.
—¿Mi trasero? —Su risa podría congelar el agua, es tan burlona—. Puedo
manejar mi trasero perfectamente bien, gracias.
—En realidad, no puedes —le digo cuando me acerco a él—. Lo que sabrías si
hubieras oído a Robert confesar que no confía en que estés comprometido con este
proyecto. Estaba preocupado por tu motivación y tu creencia en esta compañía como
algo más que una empresa monetaria.
La mirada en su rostro me dice que lo cree y que tenía dudas similares.
—Lo último que necesito es que interfieras en mis negocios. —Ahí va otra vez
esa máscara de arrogancia. Se desliza sobre su cara como un escudo de protección,
uno que esconde cada rastro de emoción de ser visto.
—¿Por qué es eso? ¿Tienes miedo de que tal vez Robert te oyera tratando de
tomar una decisión sobre qué mujer de aquí podría ser tu novia de mentira para que
pudieras engañarlo? —Mi voz es dulce como el azúcar, mientras que mis ojos se
nivelan con su mirada—. Quiero decir… qué maldita pesadilla.
Llamé su atención con eso. Sus hermosos ojos verdes se elevan para
encontrarse con los míos y sus dedos se tensan sobre el vaso de su mano.
—Harlow…
Yo muevo mi cabeza a un lado.
—Así que, tal y como yo lo veo, me lo debes.
Su sonrisa es fría en el mejor de los casos.
—Estás jugando con fuego.
—No, más bien manejando la quemadura controlada que empezaste. —Sé que
estoy siendo infantil, pero se siente tan bien ver la boca de Zane abrirse laxa, ni una
sola palabra suave cayendo de sus labios—. También te estoy salvando de cometer
un gran error y de follarte a Simone, alejando a tu portavoz y siendo al final atrapado
por Robert.

53
—Soy un hombre adulto, puedo dormir con quien quiera.
Mi risa es plena, gutural y burlona.
—No cuando has encontrado el amor de tu vida, no puedes. ¿Qué pensaría el
pobre Robert si se enterara que te acuestas con otra persona mientras supuestamente
sales conmigo? No creo que eso salga muy bien. —Sacudo la cabeza lentamente,
disfrutando de verlo retorcerse—. No odias que tu propio plan te haya jugado en
contra. Que trataras de hacerme…
—Si tratara de hacértelo, tendría más que éxito, y tú estarías de mejor humor.
—No seas un cretino.
—Por eso es por lo que soy conocido, cariño.
Nos enfrentamos a una guerra visual, en la que ambos nos miramos fijamente
el uno al otro mientras intentamos navegar por nuestra nueva situación.
—Es una solución simple —dice, voz baja, cuerpo a la defensiva—. Dile a
Robert que ya no puedes hacerlo. Tu madre está enferma. Tu perro murió. Tienes
un trabajo más grande en otra parte. Lo que sea.
—¿Para qué? ¿Para que puedas darle el trabajo a Simone? —Miro por encima
de su hombro a la gente más allá y encuentro a la mujer que había oído alardear
antes. Es increíblemente hermosa en todos los sentidos imaginables: cabello, cuerpo,
labios, estilo—. ¿No es ella la que le estaba contando a todo el mundo todo el trabajo
que tiene y cómo apenas puede incluirlo en su agenda si consigue el trabajo? ¿Esa
Simone? Vivirá, Zane. Y le ahorraré la angustia de que la engañen y piense que hay
algo entre ustedes dos.
—Eres un verdadero pedazo de…
—Cuidado con lo que dices de tu novia, Zane. —Rechina los dientes y yo
pongo los ojos en blanco—. Oh, por favor…
—¿Quieres callarte? —masculla.
—No. Es una sesión de fotos. Gran cosa. Es lo menos que puedes hacer…
Antes que pueda terminar las palabras, los labios de Zane están en los míos. Su
ardor y fuego y chispas de ira están en su lengua. Me aturden momentáneamente
mientras trato de mantenerme firme… pero al diablo, el hombre sabe besar.
Estoy atrapada en ese estado suspendido de querer tomar una posición y
empujarlo lejos de mí, todo el tiempo queriendo besarlo de vuelta y tomar lo que él
está ofreciendo.
Y justo cuando tomo la decisión, justo cuando su mano libre se desliza por el
plano desnudo de mi espalda y el calor de su cuerpo se filtra a través de mi vestido
en la parte delantera, me sorprende al separarse de mí.

54
Me toma un segundo recuperar el aliento. Para orientarme. Para recordar mis
pensamientos.
—Robert estaba mirando —murmura mientras sus ojos se clavan en los míos.
Tan indiferente como suenan sus palabras, su cuerpo, sus labios, sus dedos
moviéndose como si tuvieran ganas de tocar, todos dicen algo completamente
diferente—. Solo mantengo las apariencias.
Nerviosa cuando no me pongo nerviosa, necesito hacer algo para corregir la
confusión que siento y ponernos de nuevo en el mismo nivel. Sin pensarlo, pongo
mis manos en su chaleco y me pongo de puntillas, y presiono mis labios contra los
suyos. Devuelvo su beso con un beso igual: en calor, en la ira, en la confusión, en la
curiosidad.
Cuando me separo de sus labios y respiro con un aliento tembloroso, me
encanta la mirada desconcertada de su rostro.
—Solo manteniendo las apariencias —repito sus palabras con un inocente
batido de pestañas y un indiferente encogimiento de hombros. Cualquier cosa para
ocultar el rápido latido de mi corazón y el hecho que puedo ser valiente y atrevida,
pero besar a Zane Phillips de esa manera me puso súper nerviosa.
—Sí. Por supuesto.
Asiente como si no confiara en sí mismo para decir nada más. Toma un sorbo
de su bebida y se da la vuelta para enfrentarse a la fiesta que tiene a su espalda. Nos
quedamos en silencio durante unos cuantos segundos, casi como si no supiéramos
qué decir o adónde ir después de ese beso… y tal vez debería tomar eso como una
advertencia para dar un paso atrás, tomar su consejo, y fingir un problema para no
tener que tomar este trabajo.
Tal vez eso es lo que él quería.
—Bien. Tú ganas. Tienes el trabajo, Harlow. Es lo menos que puedo hacer por
ayudarme a mantener feliz a Robert.
—Oh… —Su repentina conformidad me asusta. Y me hace dudar.
—Además, te irás el lunes a una gira promocional de varias semanas. —Su
sonrisa se amplía y se vuelve para que yo la vea—. Solo tendremos que vernos una
o dos veces antes que te vayas para que pueda ponerte al día y después que
vuelvas… la distancia habrá sido demasiado para nosotros, siendo una nueva
relación y todo eso.
Muerdo el interior de mi mejilla mientras nuestros ojos se mantienen.
—¿Y estás seguro que Robert va a estar bien con esto?

55
—No. —Sacude la cabeza como si no le importara nada en el mundo—. Pero
considerando que estás a punto de conseguir un contrato por ciento cincuenta mil
dólares por lucir guapa y hablar bien para promocionar SoulM8… creo que estarás
bien defraudando a Robert.
Se necesita todo lo que tengo para que mi mandíbula no se caiga.
Ciento cincuenta mil dólares. ¿Acaba de decir eso?
Y aquí estaba yo quejándome de cuánto dinero se gastaba en zapatos.
Lo miro fijamente, con los ojos parpadeando, los pies moviéndose, tratando de
mantener la calma. Pero esa sonrisa arrogante en la comisura de su boca y sabe que
entraré al juego por él.
—Eso es lo que pensaba —dice, sus ojos vagando por mi cuerpo y de regreso—
. Bonitos zapatos. —Y con eso, se va sin decir nada más.
Me quedo mirándolo fijamente. Lo observo. La forma en que sus pantalones
perfectamente ajustados resaltan su trasero. La forma en que su chaleco abraza sus
anchos hombros y torso. La forma en que su camisa abraza sus bíceps. Y recuerdo el
sabor de su beso.
Qué no vayamos a estar juntos es algo bueno.
Todo sobre Zane Phillips me molesta de la manera equivocada.
Incluso cuando pienso en lo bien que me puede irritar de la manera correcta.
Me recuesto contra la pared de ladrillo detrás de mí y respiro hondo. Entonces
me doy cuenta: conseguí un trabajo. Un trabajo real, legítimo y remunerado como
portavoz. Uno que me dará más que suficiente espacio para respirar por un tiempo
cuando se trata de cuentas, préstamos y gastos de manutención.
Estoy consiguiendo lo que quiero… así que ¿por qué mi conciencia odia que le
mienta a Robert?
¿Y por qué me decepciona que esta gira de promoción no involucre a Zane?

56
Once
Zane

—T
engo ideas, Zane.
—¿Ideas? —Cristo. Las ideas nunca son buenas
cuando son de Robert. La última idea que tuvo fue que me
inscribiera y probara SoulM8 durante la prueba beta, y
mira dónde me llevó.
Cuando levanto la vista de mi escritorio para verlo parado en la puerta de mi
oficina, una sonrisa está en mis labios. Pero en mi cabeza, estoy maldiciendo a mi
recepcionista por dejarlo pasar sin avisarme.
Él escribió el cheque, Zane, me recuerdo.
—Sí. Grandes ideas —dice.

57
Sus conexiones ya están dando sus frutos. Hemos recogido cinco medios más
para ayudar a resaltar el lanzamiento de la plataforma, hemos traído a quince
nuevos anunciantes patrocinados, y hemos difundido en People Magazine para el
próximo mes etiquetados como la tendencia más reciente en el mundo de las citas.
—Buen día, Robert —le digo para frenarlo y establecer el ritmo. Mi oficina. Mi
plataforma. Mi empresa—. Ahora, ¿qué quieres decir con que tienes ideas?
Se mueve en mi oficina con facilidad; su camisa roja da un toque de color contra
la madera de caoba oscura y las paredes de color gris claro; y se sienta frente a mí.
—¿Cómo está Harlow?
Su pregunta me desconcierta momentáneamente, pero respondo sin perder el
ritmo.
—Ella está bien.
—¿Y la sesión de fotos?
—Estuve fuera de la ciudad por el día, pero creo que también salió bien. —Me
recuesto en la silla y doblo las manos detrás de la cabeza.
—¿Qué dijo Harlow al respecto?
—Todavía no he hablado con ella —le digo con cautela, caminando por la
delgada línea que siento que está dibujando para atraparme en mi mentira.
—¿No?
—No, los dos hemos estado bastante ocupados, pero es Harlow… ¿cómo
pueden las fotos ser algo más que hermosas? —Añado para darle un toque—.
Debería tener maquetas de los gráficos en breve. Podemos revisarlos y decidir qué
camino tomar con la campaña publicitaria.
—Tendrá que hacer una declaración. Hemos provocado lo suficiente con los
anuncios que hemos usado hasta ahora.
—Así es. —Me imagino el fondo negro sólido. La palabra “SoulM8” salpicada
sobre ella en una fuente única y reconocible con su ortografía inteligente: S-O-U-L-
M seguida del número ocho. En nuestro logotipo, el ocho se vuelve horizontal para
que parezca un símbolo de infinito.
—Lo suficientemente sexy como para atraer a las mujeres, lo suficientemente
masculino como para mantener a los hombres interesados.
Asiento y miro las pilas de cosas que hacer en mi escritorio. No hay tiempo
como el presente para arrancar la curita y saltar directamente al dolor de lo que sea
que Robert quiera hacer.
—Ahora, cuéntame sobre esas ideas tuyas.

58
—Quiero cambiar el enfoque de nuestro marketing. —Su voz es uniforme, sus
ojos me estudian por una reacción.
—Pensé que de eso era de lo que estábamos hablando. Agregar a Harlow como
la cara de SoulM8, tanto visualmente en la campaña como en persona en las fiestas
de lanzamiento, ayudará con eso.
—De acuerdo, pero después de pensarlo en mi carrera esta mañana, creo que
nuestra visión es miope.
—¿De verdad?
—Sí. Necesitamos vender el resultado, el felices para siempre, no la conexión
inicial.
—Está bien. —Mastico las palabras mientras espero ver qué más va a decir.
Joder si esto no es difícil para mí. Escuchar y tener que tomar dirección. Vuelo solo.
Trabajo como quiero, cuando quiero, así que todo esto de los socios es una mierda…
pero fuerzo una sonrisa y me recuerdo que el premio de cuatro millones de dólares
y los derechos de fanfarronear valdrán la pena—. ¿Y cómo piensas que hagamos
eso?
—Destacamos a una pareja que ha encontrado el amor a través del sitio y los
usamos como nuestros modelos: nuestra promesa de lo que es posible.
—Robert. —Es una advertencia. Un ¿estás hablando en serio? Un cañonazo sobre
la proa para que no se acerqué.
La plataforma todavía está en modo beta. La única persona que conoce que ha
encontrado el amor a través del sitio soy yo.
—Escúchame.
—No quiero.
—Sí, lo quieres. —Su sonrisa es su propia advertencia para mí—. Harlow es
hermosa e inteligente. Eres guapo y exitoso. Los dos juntos encarnan el modelo
exacto de clientela al que nos dirigimos: jóvenes profesionales urbanos que no tienen
tiempo que perder en bares y esperar a que llegue el indicado. Tienen demasiada
hambre en todos los aspectos de la vida para sentarse y esperar. Ustedes son
buscadores. Son proactivos. Son dos personas que se conocieron en el sitio y
encontraron el amor. ¿Qué mejor manera de vender tu propia plataforma que
demostrar que funciona?
Es jodidamente brillante, y lo odio por eso. Puedo ver la campaña publicitaria.
Los gráficos en línea. Los anuncios en revistas. El encanto de una pareja atractiva
que ha encontrado una relación soñada. Todo hasta la parte de que es mi cara la que

59
está ahí
—Ya lo organicé para que te unas a la gira promocional.
—Jesucristo, Robert. —Tose las palabras mientras me levanto de mi escritorio
y doy la espalda para mirar por la pared de vidrio donde la ciudad de los Ángeles
está ocupada en el trabajo—. No puedo dejar todo y…
—Sí, en realidad puedes. —Cuando me giro para mirarlo, me encuentro con la
mirada fija. Nadie dijo que Robert Waze hizo fortuna dejándose mandar—. Tu
asistente me dijo que tu calendario está bastante despejado y que las pocas cosas que
hay allí, estoy seguro que puede moverlas.
—Esta no es mi única empresa para cuidar.
—Lo es por el momento —afirma.
—Pero mi trabajo es dirigir la empresa, no ser la cara de ella.
—Ya no.
Me pellizco el puente de la nariz y puedo escuchar las burlas en nuestra
teleconferencia mensual que tuvimos esta mañana.
—Vamos Phillips. ¿Nada que informar todavía? Ya estoy obteniendo ganancias
mientras permaneces allí con tu polla en la mano esperando apostar por el amor mientras
estamos aprovechando la tecnología.
—Calma, Kostas. Me gusta tomarme mi tiempo, agradable y lento. Justo como les gusta
a las damas.

La voz de Robert me trae de vuelta al presente.


—Ya he alineado los tres grandes para nuestra salida. Estaban más que a bordo
con la mención de tu nombre.
The Today Show. Good Morning USA. CBS This Morning.
Incluso estoy impresionado con la alineación que Robert trajo a la mesa a través
de sus conexiones.
—Pensé que estábamos haciendo pequeños eventos. Fiestas. Conferencias. —
Intento actuar normal.
—Lo estamos —dice Robert asintiendo—, pero con este nuevo ángulo de
comercialización, pude vender el lanzamiento como una historia de interés público.
El hombre rico e inalcanzable finalmente es domesticado por el amor.

60
—¿Domesticado? Estamos hablando de mi dignidad aquí.
—Todo es justo en el amor. —Me guiña un ojo y mis manos se empuñan—.
Todo este concepto me permitió conseguir más visibilidad. Las mujeres quieren
esperanza. Te ven, ven que es posible atrapar a un hombre como tú… y lo compran
Cuando haces que las mujeres se desmayen, hablan. Si hablan, tenemos clientes.
Clientes significa suscripciones. Suscripciones significa…
—Dinero.
—Exactamente. —Asiente—. Y no solo eso, sino que haremos dinero uniendo
a las personas, brindando amor a las masas. Ahora, estoy seguro que podemos usar
la sesión de Harlow a partir de hoy, pero también quiero organizar otra con ustedes
dos juntos.
—Bueno. Genial —digo en un tono plano, incapaz de fingir entusiasmo—.
Estoy siendo sarcástico en caso que no estés seguro.
A él no parece importarle.
—Me diste el control creativo, Zane.
—Sí, amigo, eso fue antes que me incluyeras en parte de tu campaña
publicitaria —bromeo a medias, mitad quejándome y queriendo estrangularme por
estar de acuerdo en primer lugar—. No soy modelo. Pertenezco a la sala de juntas,
no al otro extremo de una lente.
—Esto es lo que hago. Necesitas confiar en mí.
Poco sabe él que no confío en nadie. Ahora no. Jamás.
—No estoy contento con esto.
—Soy consciente de eso. —Robert se posa en el brazo de la silla y cruza los
brazos casualmente sobre el pecho—. Pero aquí está la cosa… sé muy bien que no
necesitas mi dinero, Zane. Tus cuentas bancarias son más que saludables. Son mis
conexiones las que necesitas.
—De acuerdo —le digo, curioso de a dónde va esto.
—Y las obtendrás, pero ten en cuenta que no me darán la espalda. Puede que
sea un viejo zopilote, pero soy muy difícil, así que si crees que iba a firmar mi cheque
y marcharme en silencio, te equivocas. Creo en este proyecto, creo en ti… y más que
nada, creo en la promesa que le hice a Sylvie. Para eso estoy haciendo esto. Por eso
quiero que esto tenga éxito. Así que me guste o lo odie, estoy listo para el viaje.
Hola, bala. Conoce el arma. Conoce mi sien.

61
—No esperaría nada más. —Cuanto menos digo, mejor, en este momento.
—Bien —dice con un gesto definitivo—. Ahora déjame decirte cuán extasiado
estoy de que hayas encontrado a Harlow. Es una mujer encantadora con tanta
dimensión. Puedo ver por qué estás enamorado de ella.
—Ella es toda una fuerza a tener en cuenta.
Lástima que parezca que soy yo quien tendrá que enfrentarla.
Y, por supuesto, una vez que sale de mi oficina, el resto de mi día es una mierda
para acompañar mi mañana.
Una llamada telefónica de mis padres. Mi madre se pone en la línea para
quejarse de mi padre. Mi papá luego se puso en línea para quejarse de mi madre.
Luego cuelgan sin decir mucho más para tomar otro trago y sin duda pelear un poco
más. Otro agradable recordatorio de por qué me fui a la primera oportunidad que
tuve.
Luego apareció una falla frustrante en el programa SoulM8, y no pude
contactar al ingeniero de software para solucionarlo. Además de un problema con
una de mis otras compañías: una fusión que iba mal y que tenía que intentar salvar.
Sin mencionar que lidié con una decepcionada Simone preguntando qué demonios
sucedió cuando le dije verbalmente que tenía el trabajo.
Agrega eso que Smudge vomitó la alfombra.
Pero es más que solo eso lo que contribuye a mi mal humor.
Debería estar feliz. Puedo dormir con Simone libre y limpio ahora sin cruzar
los límites que no debería porque soy su jefe. Bueno, después que ella me perdoné
por todo. Nuestro encuentro de las ocho en punto para cócteles me dará la
oportunidad de explicarle.
Pero todavía estoy de mal humor. ¿Es porque no quiero estar atrapado con
Harlow?
Cristo, ni siquiera es eso.
El problema es que en realidad me gusta. Su iniciativa, su habilidad para jugar
conmigo cuando nadie lo hace. Su maldito cuerpo.
Esa es la razón por la que odio esta idea. Si nuestras primeras reuniones son
un indicio de cómo será este viaje promocional, va a decir lo que piensa y afirmarse
cada vez que tenga la oportunidad.
Joder si eso no es sexy. Y confuso. Y todo por lo que nunca voy. Todo lo que
deletrea es complicación. Problema. Y maldita sea, si no va a ser difícil fingir que
estoy enamorado de ella, todo mientras quiero callarla.
—¿Estás bien, amigo? —le pregunto a Smudge mientras se pasea al lado de mi

62
escritorio, gruñendo un poco con cada respiración que toma, cuando suena el
teléfono—. Cristo —gimo cuando miro el nombre en el identificador de llamadas.
Cenicienta.
¿No es suficientemente malo que ella sea todo lo que he estado pensando? ¿Y
mirando fijamente? Echo un vistazo a las imágenes en la pantalla de mi
computadora, la sesión de fotos que me enviaron hace poco más de una hora. El
tiempo que pasé contemplando de qué manera podría divertirme con ese cuerpo
suyo todo el tiempo sabiendo el caos y la irritación que me está causando en todos
los demás aspectos de mi vida.
Es una jodida maldición ser hombre a veces. Lo que daría por pensar con mi
cerebro sin que mi polla interfiera y arruine las cosas. Literalmente.
—¿No has causado suficientes problemas? —digo cuando levanto el teléfono.
—Veo que tus modales todavía necesitan algunas afinaciones.
—No soy un piano, Harlow. No necesito que me afinen.
Su risa es profunda y gutural, y el simple sonido me hace pensar en sus labios
la otra noche. El desafío en su lengua. La rendición en su cuerpo contra la que luchó.
Eso es justo hasta que habla.
—Oh, pero qué divertido eres de molestar.
Joder si ni siquiera estamos un minuto en esta conversación, y ya estoy enojado.
—¿Qué necesitas?
—Buenas tardes, Zane. Espero que estés teniendo un buen día.
—Apenas. —Eso es todo lo que voy a darle. Me niego a darle la satisfacción de
saber que ella es la razón por la que mi estado de ánimo actual es una mierda. El
silencio se extiende a medida que me desplazo por el resto de las fotos que el
fotógrafo me envió de Harlow.
La cámara la ama. Cada ángulo de cada curva de todo sobre ella. En formas
que me han hecho pasar demasiado tiempo mirándolos hoy en lugar de abordar la
mierda que tengo que hacer.
Es su culpa. Todo. ¿No es esa la forma más fácil de entenderlo todo?
—¿Qué necesitas?
—Necesito acceso a SoulM8.
—¿Por qué? ¿Para qué puedas arruinar eso por mí también?
—Mis necesidades son dobles. En primer lugar, si voy a promocionarlo,
necesito entenderlo. Y en segundo lugar, si voy a vender la mentira de conocernos

63
en línea, ¿no crees que sería prudente para mí tener un perfil y estar más que
familiarizada con el tuyo?
Tiene un punto. Mierda. Mi suspiro llena la línea.
—¿No puedes quedarte ahí de pie y sonreír? —Es un comentario tonto, pero
tengo ganas de meterme debajo de su piel en este momento.
No muerde el anzuelo.
—Almorcé con Robert esta tarde —dice con indiferencia, lo que me hace
ahogarme con el agua y desear que sea algo más fuerte.
—¿Por qué irías y harías algo así?
—Porque él me lo pidió. Porque quería hablar de marketing. Porque está solo
y yo estaba tratando de ser amable. No tengo que tener una razón y estoy segura
que no tengo que obtener tu aprobación si quiero ir a almorzar con alguien.
Suspiro, ya agotado por ella.
—¿Debería suponer que te contó la noticia?
—¿Noticia?
—Sí… que tú y yo promocionaremos juntos.
—Ah, esa noticia. Sí, Robert lo mencionó.
—¿Y…?
—Y estoy tratando de imaginar cómo manejaremos esto, ya que su actitud tiene
una forma de estar en el medio de todo.
—Dios, eres irritante.
—Entonces prepárate para irritarte porque vamos a pasar mucho tiempo juntos
las próximas semanas.
Mierda. Está en lo correcto.
—Estará bien, Harlow. Me mantendré fuera de tu camino mientras tú te
mantengas fuera del mío.
Su risa raspa la línea y me hace preguntarme cómo sonará cuando se venga.
Totalmente inapropiado, pero entre las fotos frente a mí y su desafío en todas partes,
la idea estaba allí.
—Entiendes que tendremos que trabajar juntos, ¿verdad? —pregunta—. Eso
hace que permanecer fuera del camino del otro sea bastante difícil.
—Sí y no. Cuando tengamos que estar juntos, seguiremos adelante. Nosotros
interpretaremos el papel. Y cuando estemos lejos de la atención pública, nos
mantendremos alejados el uno del otro.

64
—Está bien. —Extiende las palabras y se queda en silencio—. ¿Puedo
preguntarte qué te hice que te tiene tan enojado?
Es mi turno de reír.
—Me ataste de manos. —Serio. Inafectado. Honesto.
—Ah, lo entiendo. A los hombres machos no les gusta que les digan qué hacer,
pero está bien que esos hombres machos asuman que cualquier mujer que pase es la
simple paseadora de perros. Una persona contratada para hacer su trabajo sucio.
—¿Estamos de vuelta en esto? —Las mujeres y su habilidad para hacer un lio
de todo. Por eso no me gustan las relaciones. O mujeres a largo plazo para el caso.
—No. No lo estamos. Estamos simplemente… —Suspira y suena tan frustrada
como yo me siento—. Volviendo a la idea de marketing de Robert. Creo que es
inteligente por parte de la compañía, pero también podría ser desastroso.
—Dime cómo te sientes realmente —le digo siendo sorprendido. No debería
sorprenderme que diga lo que piensa: la mayoría de las personas no se andan con
rodeos cuando se trata de asuntos comerciales. Solo me besan el culo y hacen lo que
les digo. Pero con Harlow, como todo lo demás con ella, es diferente a la norma.
—Ya deberías saber que lo haré. Vender la idea de pareja, que la plataforma
funciona, es una idea brillante.
—Entonces, ¿cuál parece ser el problema? —pregunto.
—No creo que puedas lograrlo.
—Justo cuando pensaba que estabas tratando de hacer las paces conmigo…
—Mira, Zane, te estás acercando a todo esto mal y se nota.
—Eres otra cosa, ¿lo sabes?
—Estás viendo esto como un negocio para ganar dinero —dice, ignorándome
por completo—, no como algo que pueda cambiar la vida de las personas.
—Ni siquiera me conoces. Solo nos hemos visto tres veces.
—He visto lo suficiente como para saber que esta es una entidad informal para
ti. No puedo decir qué, pero algo está mal y es más que el hecho que esto está fuera
de tu zona. Inviertes en tecnología. En los negocios. Nunca has incursionado en algo
como esto.
—Alguien ha estado haciendo su tarea. —Odio y amo el hecho de que tiene
todo al mismo tiempo.
—Así es. Necesito entender a la persona para la que estoy trabajando.
Cualquier empresario inteligente haría lo mismo.

65
Mucho más que una cara bonita…
—Y no crees que pueda lograr promocionarlo… ¿por qué?
—Porque esto parece ser un juego para ti. Has invertido todo este tiempo y
dinero en algo que, según Robert, el grupo de prueba beta ha ensalzado y ha tenido
éxito… y, sin embargo, pareces tan clínico y arrogante al respecto.
—Las empresas a menudo son clínicas.
—Y esa actitud brillará a través del consumidor. Podríamos fingir una relación
hasta que las vacas lleguen a casa, pero si no crees en nosotros o en el producto, lo
verán.
—Entonces eres psíquica ahora, ¿verdad? ¿Capaz de ver qué desastre seré
antes de comenzar?
—Puede ser que esté equivocada… pero odiaría tener razón. —Se queda en
silencio, y solo miro su foto en mi pantalla y odio que cada parte de mí sepa que
tiene razón. No es que lo vaya a admitir alguna vez.
—Eso es una locura —le digo.
—Ya lo veremos. ¿Sabes lo que dicen sobre el orgullo masculino, Zane?
—¿Qué?
—Viene antes de cada gran caída. —Su risa llena la línea, y es todo lo que
escucho antes que termine la conexión sin decir una palabra más. Pero demonios, si
no acababa de presentar un desafío que tengo toda la intención de demostrar que
está equivocado.
Haré la maldita gira promocional.
Haré que cada mujer soltera quiera estar en la plataforma para que se
enamoren. Incluso las casadas.
Entonces le diré que estaba equivocada.
Completamente equivocada.
Desafíos de mierda.
Me atrapan todo el tiempo.

66
Doce
Harlow

—M
etí algunos condones en tu maleta, mija.
—Jesús, madre. ¿Qué pasó con mantener una
aspirina entre mis rodillas? —pregunté.
—¡A veces tienes que darte gusto!
—Algo está muy mal contigo —dije entre risas.
—Quizás, pero al igual que el escondite secreto de dulces que cargué en tu
mochila, necesitaba asegurarme que estuvieras preparada.
—Habrá comida en el autobús, ya sabes.
—Lo sé. —Se encogió de hombros—. Pero también sé que te voy a extrañar y

67
esta es mi pequeña forma de hacértelo saber.
Odiaba que las lágrimas me quemaran los ojos, pero sabía que si las dejaba
aparecer, estaría más preocupada por mí de lo que ya estaba fingiendo no estarlo.
—Voy a estar perfectamente bien.
—Por supuesto que sí. Tú eres mi chica.
—Y te voy a extrañar más de lo que crees.
—Disparates. Te divertirás mucho. —Cuando esa sonrisa soñadora suya
apareció en sus labios, la fulminé con la mirada.
—Para. Nada va a suceder. Él es mi jefe. Sigue siendo un imbécil…
—Un imbécil que te dio un trabajo increíble —corrigió—. Algo así como un
príncipe que se precipita para salvar el día.
—Ahora lo he escuchado todo —dije con un giro de mis ojos—. Esperemos que
mientras estoy fuera, encuentres un hombre tú misma para que puedas dejar de
soñar cuentos de hadas sobre mi vida y hacerlos sobre la tuya en su lugar. —Envolví
mis brazos alrededor de ella y la abracé con fuerza. Ambas sollozamos, pero
fingimos que no lo hicimos—. Es solo trabajo. Eso es todo.
—Será trabajo, pero será divertido.
Será trabajo, pero será divertido.
Las palabras de mi madre de nuestra conversación de hoy se repiten en mi
cabeza mientras respiro profundamente para controlar los nervios que zumban a
través de mí.
Puedo exhibir mi cuerpo en lencería. Caminar por una pasarela sin pestañear
ni mirar a los ojos de una sola persona. Pero hay algo en las personas que me miran
fijamente, no a la ropa que tengo la tarea de mostrar, que hace que parezca que están
más cerca, más reales.
Es solo el nerviosismo del primer evento. La noche uno y cincuenta y cinco más
para terminar. Al menos todavía estamos en Los Ángeles. Mi tierra natal donde hay
algunas caras familiares en la multitud, todos sin duda preguntándose cuando
exactamente me enredé y me convertí en la novia de Zane Phillips.
Porque con el lanzamiento de la campaña publicitaria surgió la curiosidad del
público junto con la atención escrutadora de los medios. ¿Cómo fue que el
empresario y cuasi-playboy conocido por pasar el rato con la multitud de
Hollywood pasó de soltero y listo para mezclarse a estar enamorado y ser
monógamo?
El público se ríe y me trae de vuelta, calmando mis nervios.

68
Es hora de ganar mi dinero y convencer a quienes me conocen mejor de que
realmente estoy enamorada de él. Si puedo lograr esto, entonces el resto del viaje
será muy fácil.
—¿Por qué es diferente SoulM8? —pregunta Zane a la audiencia antes de
deslizar una mano alrededor de mi cintura, tirando de mí contra él, y plantando un
casto beso a un lado de mi cabeza como si fuera la acción más natural del mundo—
. Porque funciona.
Una risa apagada atraviesa la audiencia y lucho contra mi propio instinto de
endurecerme cuando me toca.
Sigue el juego, Low.
—Es una cosa tan masculina para decir —digo entre risas y acaricio su mejilla
antes de volverme hacia la audiencia. El teatro es de buen tamaño, pero el ambiente
es íntimo. Puedo ver los rostros de las personas presentes. Tanto hombres como
mujeres vestidos con atuendos de negocios, expresiones intrigadas, lenguaje
corporal comprometido, esperanza de encontrar a su alma gemela en este mundo
agitado que brilla en sus ojos.
—¿Me querrías de otra manera? —Nuestros ojos se encuentran y por un breve
momento, me reconozco a mí misma que estaba equivocada.
El hombre definitivamente puede vender.
Incluso me está vendiendo la idea.
—Por supuesto que no, pero debemos explicar a estas personas por qué
funcionó. Por qué es diferente a las otras plataformas que prometen encontrarles
amor. Cómo pudo hacer que un soltero inalcanzable como tú decidiera probarlo en
primer lugar.
—¿Inalcanzable? —Juega conmigo y lo hace perfectamente.
—Mantén el ego bajo control, Phillips. Necesitamos espacio para el resto de las
personas en la sala.
El público se ríe.
—Ella me ama. ¿No se nota? —Un juguetón golpecito en mi trasero para
continuar la treta.
—La mayoría de los días. —Asiento con una sonrisa—. Ahora, ¿por qué no les
explicas el porqué de tus decisiones?
—¿No se aburrirán? Quiero decir, ¿no puedo mostrarles el sitio?
—Pueden hacer eso en casa, cariño. Salieron a escuchar de nosotros.
—¿Pueden decir cuál de nosotros dirige el espectáculo? —dice con una sonrisa

69
tímida que por unos segundos me hace olvidar que esto es un acto. Estamos en una
habitación llena de gente, pero parece que somos solo nosotros dos—. ¿Qué puedo
decir? A ella le gusta hacer las reglas, y estoy de acuerdo con eso.
—Y a él le gusta seguir a su instinto.
—Pero mira, sabíamos esto antes de conocernos cara a cara. Con la innovadora
tecnología de inteligencia artificial que utiliza SoulM8, nuestras fortalezas y
debilidades, gustos y disgustos… se combinaron para darnos una relación de
compatibilidad que estaba por las nubes.
—Si eso no fue una transición suave, no sé lo que es —digo con una sonrisa.
—¿Te diste cuenta? —dice.
—Lo hice. —Se inclina para un beso y cuando presiona sus labios contra los
míos, empujo contra su pecho—. No, no, no.
—¿Ven? —dice y me da una sacudida de cabeza antes de volverse hacia la
audiencia—. Ya somos como un viejo matrimonio.
Eso genera otra risa.
—¿Por qué renuncié a ser soltero otra vez? —pregunta.
—Ah, porque la recompensa, yo, vale la pena —digo con una juguetona
reverencia.
Toma una respiración profunda dramática para enfatizar.
—Mi reina ha hablado. Los detalles.
—Sí, quieren detalles sobre por qué crees que esto funciona.
—Bueno, voy a mencionar el término que acabo de mencionar hace unos
momentos. IA o tecnología de inteligencia artificial. El uso de IA en nuestro
emparejamiento es lo que diferencia a SoulM8 de otros sitios. Podría entrar en esta
larga explicación donde explico cálculos matemáticos que incluso yo no entiendo —
dice mientras camina hacia el otro lado del escenario y toma un sorbo de agua antes
de continuar—, pero voy a ahorrarles el aburrimiento y solo diré esto: nuestros
casamenteros de IA están programados para recopilar sus datos y sus interacciones
en el sitio para que puedan conocerlos y, a su vez, emparejarlos con quién esperamos
que sea su alma gemela.
—Sé que suena raro, pero se los prometo, funciona.
—Lo hace. —Me ofrece una sonrisa suave—. Y no solo funciona, sino que…
Lo veo trabajar con la multitud. Poseerlos realmente. Capto la atención de
Robert varias veces durante la presentación, puedo decir que está contento, pero me
ruega preguntar lo mismo que me he preguntado varias veces. ¿Por qué la inversión

70
de Robert en SoulM8 es tan importante para Zane?
¿Y por qué, un hombre cuya cartera de inversiones parece abarcar solo activos
tangibles, apostaría por una cosa que no puede tocar, por asuntos del corazón?
Trece
Harlow

—M
e duele admitir esto… pero estaba equivocada.
La bebida de Zane se tambalea a medio camino de
sus labios antes de tomar un sorbo y mirarme.
—Te dije que podía venderlo.
Dejo que el sonido de mis tacones repicando en el asfalto llene el silencio
mientras pienso en nuestro increíble entendimiento de antes.
—Lo hiciste.
—Quizás la próxima vez lo pienses dos veces antes de dudar de mí.
Mis pies vacilan. Hay algo en la forma en que dice la declaración, el sutil toque

71
de sarcasmo, que me molesta. Algo como, ¿cómo me atrevo a cuestionarlo cuando
no tengo derecho a hacerlo?
Tal vez solo estoy cansada. Tal vez estoy siendo perra. Por otra parte, tal vez
sus verdaderos colores brillan.
Déjalo ir, Low.
—¿Entonces esto es todo? —digo más a mí misma que a cualquier otra persona
cuando caminamos por la entrada trasera del teatro para encontrar un gran bus de
gira estacionado. El autobús es largo, negro y elegante con la palabra SoulM8 más
grande que la vida y estampada en su costado. El autobús se ve fuera de lugar en el
estacionamiento, y me tomo un momento para mirarlo casi como si estuviera
esperando que algún dios del rock saliera a pasearse en cualquier momento.
—Sí —dice Zane, seguido de un suspiro y un movimiento con la bebida en la
mano—. Esto, desafortunadamente, es todo.
No me molesto en mirarlo. No quiero que mi emoción después de la exitosa
noche se arruine por la repentina aparición de su mal humor. Los cumplidos de
Robert todavía resuenan en mis oídos junto con su incredulidad expresada sobre
cómo no puede creer que otra compañía no me haya arrebatado previamente como
su portavoz, nunca queriendo dejarme ir. Después de luchar por ser notada en esta
carrera durante tanto tiempo, su elogio me llena de la esperanza de que este trabajo
podría ser mi boleto para más oportunidades como esa. Añade a eso… ¡mira este
bus!
Mis ojos están muy abiertos y estoy mostrando mi falta de experiencia con este
tipo de cosas cuando me subo a bordo y lo observo todo. Donde parece elegante y
frío en el exterior, el interior es rico en colores oscuros y se siente hogareño. Está
cargado de comodidades que son más bonitas que las de mi casa. Paso una mano
sobre el brazo del sofá de cuero extra grande y contemplo el centro de
entretenimiento con todos los dispositivos electrónicos que se me ocurren. El área
de cocina tiene una mini versión de básicamente todo, excepto el refrigerador de
tamaño completo. Al otro lado, hay una barra surtida en lo que supongo que
llamarías la despensa de un mayordomo.
Más allá de eso está lo que parece ser un vestidor en un pseudo-pasillo. Me
sobresalto cuando veo mi ropa colgada allí, al lado de las camisas de vestir
almidonadas de Zane y los pantalones ajustados. Algo en cuanto a verlos me hace
estirar la mano para tocarlos, pasar los dedos sobre la tela, casi como para decirme
a mí misma que esto es real. Que voy a estar en este autobús viajando con Zane
durante casi dos meses completos.
Me dirijo a la parte trasera del autobús, donde encuentro una especie de suite

72
principal. Un baño con ducha de tamaño completo, un espacio de trabajo donde se
encuentra una computadora portátil y luego una cama king size.
Puede sonar estúpido, pero me siento como un adolescente, ansiosa por que
este será mi hogar lejos de casa. Es lujoso y confortable y…
Y luego me golpea.
Mis ojos se alzan para encontrarse con los de Zane cuando ni siquiera me di
cuenta que estaba allí mirándome en primer lugar. Su hombro está apoyado contra
la pared, los dos botones superiores de su camisa de vestir están desabrochados, y
su corbata cuelga suelta y envuelta alrededor de su cuello. Pero son sus ojos los que
me miran y esperan que todo se registre.
—Sí. —Es todo lo que dice con un ligero movimiento de su barbilla antes de
llevar el vaso de líquido ámbar a sus labios y mirarme por encima del borde.
—Solo hay una cama —afirmo lo obvio.
—Solo una.
—Y hay dos de nosotros.
—Observación brillante.
Lo nivelo con una mirada, ya que cada parte de mi cuerpo reacciona de manera
diferente a esta declaración de. ¿Mi cerebro? Me dice que esto se puede manejar de
manera racional. Podemos dividir el tiempo en el sofá y la cama y lidiar con eso. ¿Mi
cuerpo? Mi cuerpo recuerda la sensación de él contra mí durante la presentación de
esta noche y dice que este será un viaje súper largo.
Ocho semanas
Es mucho tiempo para estar atrapado en un autobús con un hombre que no
estoy segura si me gusta o no.
Mi suspiro es tan pesado como la tensión entre nosotros.
—Estará bien —le digo para tratar de aliviar la situación.
—¿Bien? ¿Así es como llamas a esto? —Exasperación e irritación afilan su voz.
—Estará bien —repito, tratando de salvar el buen humor en el que estaba
durante los eventos de esta noche.
—Bien, si hubieran dos autobuses.
—Pero tener dos no diría nada positivo sobre el estado de nuestra relación,
¿verdad? Una pareja amorosa duerme junta.
—Ding. Ding. Ding. Tenemos una ganadora —dice, con condescendencia
entrelazando su tono. Sacude la cabeza antes de pasar a mi lado, su cuerpo roza

73
ligeramente el mío y se sienta al borde de la cama. Nuestra cama.
—Fingir que estamos juntos no puede ser tan difícil.
Resopla burlonamente en respuesta.
—Hace quince minutos, eras perfectamente encantador frente a todas esas
personas. Respondiendo preguntas. Siendo cordial. Fuiste así durante tres horas
completas para ser exactos, y que se yo, debe haber dado la medianoche porque
acabas de convertirte en un imbécil.
—Nadie dijo que tenía que portarme bien cuando no estábamos en público.
—Eres exasperante.
—Gracias. Es algo que trato de perfeccionar.
Aprieto los dientes y respiro hondo. Técnicamente, todo esto es culpa suya. Es
quien mintió acerca de estar en una relación. Es quien puso esta bola en movimiento.
Pero no digo la verdad. De hecho, tengo que vivir con el hombre y, por mucho
que quisiera ponerlo en su lugar, no lo hago porque estoy francamente exhausta.
Puedo pelear esta batalla en la mañana si es necesario, demonios, tengo semanas y
semanas para hacerlo, pero en este momento, ha estado bebiendo y está de mal
humor… y solo quiero salir de estos tacones y cambiarme de ropa.
—Robert va a ser la muerte para mí —se queja y luego se ríe cuando levanta su
vaso y lo encuentra vacío.
—Puedo dormir en el sofá —le ofrezco.
—Excelente. Perfecto. Y estoy seguro que Mick no se preguntará por qué esta
pareja nueva y locamente enamorada nunca parece dormir en el mismo lugar.
—¿Mick?
—Nuestro conductor.
Miro por encima del hombro al asiento vacío del conductor y me doy cuenta
que no había pensado en que hubiera alguien presente en todas nuestras
conversaciones. Cada pelea. Nuestro todo, todo.
—Pero trabaja para ti. ¿No puedes hacer que firme lo que sea que esas cosas
digan que no puede hablar?
—¿Un acuerdo de confidencialidad? —La ira bordea cada palabra que
pronuncia.
—Claro. —Apoyo mi espalda contra la pared—. De esa manera Robert nunca
se entera.

74
—Veamos… trabajas para mí, has firmado un acuerdo de confidencialidad y,
sin embargo, tú y Robert aún conversan sobre todo.
—Eso es diferente.
—No es como yo lo veo.
—¿Vas a dejar de ser tan difícil? —Levanto mis manos—. Tampoco estoy muy
contenta con este acuerdo. Tenía planes. Yo tenía…
—¿Planes? ¿Qué planeabas hacer? ¿Tejer un suéter entre las apariciones? —Se
pone de pie en toda su altura y en este momento odio todo sobre él. El hecho que
estoy aquí. La forma en que se ve en su camisa de vestir con las mangas enrolladas
en los puños. El peligro en guerra en sus ojos.
—¿Tejer un suéter?
—Eres tan tensa, creo que tienes que hacer algo para relajarte.
—¿Tensa? —Me río, pero luego se desvanece lentamente mientras mi sinapsis
se dispara y la cama detrás de él se enfoca claramente—. ¿De eso se trata todo esto?
—grito y levanto mis manos en el aire—. Debería haberlo sabido. Estás enojado
porque conmigo aquí, y con una cama, no podrás tener aventuras por todas las
ciudades.
Su risa no tiene una pizca de humor.
—Seguro. Sí. De eso se trata exactamente.
—Excelente. Me mantendré alejada de ti para que puedas hacer lo que sea que
hagas.
—Asegúrate de hacer eso.
—Lo haré…
El pisoteo de los escalones del autobús me impide terminar mi comentario.
—¿Estamos listos para salir a la carretera?
Me giro para ver al dueño del suave acento sureño. Es bajo y ancho y tiene una
barba blanca que podría rivalizar con Santa Claus. Su sonrisa es amplia y su mano
sostiene una humeante taza de café.
—¿Debes ser Mick? —digo mientras doy un paso adelante y le doy la mano
libre.
—Y tú debes ser Harlow. Mucho gusto.
—Lo mismo digo —le digo.
—Compañero. —Zane lo saluda desde detrás de mí con un leve movimiento
de cabeza.

75
Mick le sonríe y luego me mira.
—Cargué las alacenas con comida y guardé todas sus pertenencias también. El
tanque de gasolina está lleno y estoy con cafeína. ¿Están listos para salir a la carretera
y dirigirse a Arizona?
Ambos murmuramos alguna forma de consentimiento mientras Mick
deambula hacia el asiento del conductor, su zumbido y espíritu jovial no se acerca
al reflejo de la hora de la medianoche reflejada en el reloj. En unos instantes, el motor
retumba y el autobús vibra por su fuerza.
Me quedo allí por unos momentos. Ver a Mick pasar por una especie de lista
mental de cosas que necesita hacer en el tablero me tranquiliza un poco.
Zane sigue siendo un imbécil, pero estamos unidos. Van a ser unas largas ocho
semanas caminando sobre cáscaras de huevo, pero puedo hacerlo por ciento
cincuenta mil dólares.
Obligándome a dejarlo ir por el momento, entro en la habitación sin reconocer
a Zane en absoluto. Está sentado en el escritorio con el brillo azul de la computadora
portátil creando un halo alrededor de su cabeza. Empiezo a abrir y cerrar los cajones
de los mini vestidores para tratar de encontrar mi pijama. Me lleva un segundo, pero
las encuentro y luego me dirijo al baño y cierro la puerta detrás de mí.
Me tomo mi tiempo para quitarme el maquillaje, lavarme la cara y ponerme el
pijama con el lento balanceo del autobús mientras baja por la carretera. Cuando
salgo del baño, Zane está de pie allí, a medio camino sacando los brazos de su camisa
de vestir.
Los dos nos congelamos. Nuestros ojos se encuentran. Su mirada vacila sobre
mí temporalmente antes de volver a su mirada sospechosa habitual. Congelados en
la indecisión, nuestros ojos se sostienen cuando se quita la camisa y la deja sobre la
cama. Hay el fantasma de una sonrisa.
—Se te cayó algo —dice las palabras sin ninguna emoción y luego me arroja
algo que estaba en la cama.
Por reflejo, trato de atrapar lo que sea y en el proceso dejo caer todo en mis
manos: ropa sucia, zapatos, teléfono celular, incluida la caja que arrojó. Cuando me
agacho para ver qué es, cada parte de mí se sonroja.
Y quiero matar a mi madre cuando miro la etiqueta de “Troyanos” en la caja
de condones mirándome.
Aturdida y más que avergonzada, reúno todo en el suelo con frenesí y trato de
enterrar la caja de condones en el desorden de la ropa. Cuando me pongo de pie,

76
Zane se ha movido frente a mí, con el pecho desnudo con abdominales y piel
bronceada y bíceps en exhibición, y una sonrisa jugando en las comisuras de sus
labios.
—Aquí estaba pensando que tus grandes planes entre apariciones eran tejer
suéteres… supongo que nunca conoces a alguien hasta que vives con ellos.
—No es lo que… eso no es lo que son… son de mi madre.
Oh. Mi. Dios. ¿Realmente acabo de decir eso?
La risa de Zane retumbando en el pequeño espacio me dice que, de hecho, lo
acabo de hacer. Bajo los ojos y miro hacia atrás a la pila de ropa, y condones; y
controlo mi mortificación.
Como si pudiera empeorar…
—¿Te falta algo? —Un levantamiento de sus cejas. Una burla en su sonrisa.
Levanto la cabeza para encontrar el pecho desnudo a la altura de mis ojos,
demasiado cerca, y la tanga negra y de encaje que me había quitado en el baño, que
actualmente cuelga de la punta de su dedo índice.
Estaba equivocada. Puede empeorar mucho.
¿Cómo le quitas tus bragas usadas a un hombre y conservas tu dignidad? Es
bastante imposible. Pero mantengo mi barbilla en alto ya que mi cara probablemente
se vuelve un millón de tonos de rojo, y tomo el trozo de encaje de él y lo agrego a mi
pila.
Más que harta con esta conversación que solo servía para avergonzarme aún
más, trato de escabullirme sin más interacción con él.
Pero no se mueve. Solo se queda parado allí con la cabeza inclinada hacia un
lado, esos ojos verdes buscando los míos. Todo sobre él está nublando mi espacio
personal de una manera que hace que cada parte de mí debajo de mis pantalones
cortos y camiseta sin mangas se vuelva más que consciente de todo sobre él.
—¿Te importa?
—Para una mujer que no tiene problemas para decir lo que piensa, ¿por qué
una pequeña cosa como una caja de condones y unas bragas sexys te tuercen la
lengua?
—Te lo dije, no son míos.
—¿Las bragas o los condones?
Ama cada segundo de esto. Lo veo en la forma en que tuerce los labios. El brillo
en sus ojos. La expresión engreída en su rostro.

77
—Las bragas son mías.
—Ah, ¿y los condones son de tu madre?
—Sí. No. —Resoplo exasperada, odiando que el simple vistazo de su pecho
desnudo me ponga nerviosa cuando no me ponga nerviosa. Raramente me
avergüenzo… y estoy segura que nunca me faltan las palabras—. Solo… no importa.
—Entonces, ¿quién es el tipo afortunado? —El solo levantamiento de una ceja
pregunta mucho más que esas seis palabras.
—¿Quieres callarte? —susurro en parte, en parte advierto mientras miro por
encima del hombro hacia la parte delantera del autobús. Claro que la puerta está
cerrada impidiéndonos ver a Mick, pero el solo hecho de saber que está allí en
lugares tan cercanos me pone nerviosa.
—¿Pregunté quién es el tipo?
—Ninguno.
—Oh, ¿entonces planeabas quedar con alguien durante este viaje? —Empiezo a
refutarlo y habla sobre mí—. ¿Cómo exactamente estabas pensando en hacer eso
cuando se supone que debes estar conmigo?
El rechazo está en mi lengua pero ¿sabes qué? Al diablo con él. Tenía toda la
intención de jugar el mismo juego durante este viaje… ¿por qué está bien para él y
no para mí?
Juego limpio.
—Tal vez de la misma manera en que estoy más que segura que planeabas
hacerlo.
—¿Y cómo es eso? —Está disfrutando demasiado de esto.
—En cualquier lugar menos este autobús. ¿Qué hay sobre eso? ¿Podemos al
menos estar de acuerdo en que el autobús seguirá siendo una zona libre de zorras?
—¿Libre de zorras? ¿Debería ofenderme el hecho que asumes que cualquier
mujer que llevaría a mi cama es una ramera?
—Lo llamo como lo veo —desafío.
Da un paso más cerca para que su estómago golpee contra mis manos y solo
deja la bola de ropa en mis brazos entre nosotros.
—En primer lugar, Harlow… las zorras no son mi estilo. Me gusta trabajar por
lo que obtengo. Fácil no es divertido en absoluto. No para un tipo como yo. —Sus
ojos bajan a mis labios y luego vuelven a subir y odio cómo esa simple mirada hace
cosas en mi interior que no quiero que haga—. Y segundo, pareces ser la que sostiene
una caja de condones… entonces, o te gusta estar preparada… o eres la fácil aquí.

78
—Jódete. —Las palabras salen antes de pensar bien y mi cuerpo vibra de ira.
Se inclina y mi respiración se acelera cuando, por el más mínimo de segundos,
creo que me va a besar. Puedo oler el whisky en su aliento, sentir el calor en mi rostro
y recordar muy vívidamente la habilidad de su beso la otra noche. Me digo a mí
misma que lo alejaré si incluso lo intenta… y luego me pregunto si realmente lo
haría.
—No te preocupes —susurra—. Eso no es parte de este acuerdo.
—Bueno.
—¿Bueno? —murmura.
—Sí. Bueno.
—Entonces no debería ser un problema para ti quedarte en tu lado de la cama
y yo me quedaré en el mío.
—Bien. —No sé por qué mis sentimientos están heridos cuando obtengo
exactamente lo que quiero de él. Espacio. Pero… ¿cuál es exactamente su lado y cuál
es mi lado?
Permanece a centímetros de mi rostro. Mi cuerpo reacciona irracionalmente
ante ese tono de deseo que cualquier mujer normal sentiría al ser mirada por un par
de ojos esmeralda y un cuerpo de perfección tonificada.
—Y aun así sigues parada aquí.
—También es mi espacio, ¿no?
—Ponte cómoda —dice encogiéndose de hombros antes de retroceder, con los
ojos fijos en los míos y desabrochándose el cinturón de sus pantalones.
Aléjate, Low.
Y antes que intente moverme, sus pantalones caen al suelo. Está parado allí con
un par de calzoncillos bóxer negros ajustados en todos los lugares correctos,
enmarcados por un par de muslos fuertes, y mis ojos se sumergen
momentáneamente en el leve rastro feliz que se sumerge debajo de su cintura.
¿Quién no miraría?
Cuando alzo la mirada, la arrogancia está grabada en su hermoso rostro, casi
como si preguntara si me gusta lo que veo, y una sonrisa se despliega en sus labios.
—Si hablar de condones te pone las mejillas sonrojadas, Harlow… entonces
serán ocho largas semanas para ti.
—Para tu información, se necesitan mucho más que condones para que mis
mejillas se pongan rojas.

79
—¿Qué te hace sonrojar, entonces?
—¿No te gustaría saberlo? —digo y hago un alarde de mirarlo de arriba abajo.
De hacerle saber que lo estoy mirando bien, antes de sacudir la cabeza sutilmente
como si no me importara nada cuando santa mierda el hombre tiene un buen cuerpo.
Tonificado, bronceado y tentador.
Sin decir una palabra, me doy vuelta y me dirijo hacia la parte delantera del
autobús y el sofá que se encuentra directamente detrás de Mick. Tengo la ropa sucia
en mis manos junto con la caja de condones por la que podría matar a mi madre y
todo tipo de confusión en mi cabeza.
Como por ejemplo, cómo me puede disgustar tanto Zane y aun así encontrarlo
encantador y atractivo al mismo tiempo que irritante y frustrante.
—¿Está todo bien? —pegunta Mick mientras dejo caer mi ropa en el suelo al
lado del sofá en una pila lo más ordenada posible.
—Sí. Bien —murmuro mientras me hundo en el cuero rico y siento la necesidad
de explicar por qué estoy aquí y no allí—. No quiero que la luz de mi Kindle lo
moleste.
Mi explicación suena tan ridícula. Solo otra cosa que no tiene ningún sentido.
Pero eso parece ser normal para el curso de hoy.
Catorce
Harlow

H
ay numerosos artículos en línea. Uno tras otro acompañado con fotos
de Zane y yo en el escenario de anoche. Uno donde presionó un beso
en mi sien. Otro donde me estaba mirando con adoración en su rostro
que es tan creíble que si no supiera diferente, me lo creería yo misma.
Hay artículos sobre el inminente lanzamiento de SoulM8. Un buen comienzo
para la lenta aceleración que Robert planeó antes que asistiéramos a los programas
matutinos a mitad de la gira. Otros artículos mencionan rápidamente cómo el
famoso soltero Zane Phillips finalmente fue atrapado. Hay algunas de mis fotos del
catálogo de Victoria’s Secret. Algunos comentarios sobre mí, pero ninguno que
realmente me importe ya que mi pasado está lejos de ser noticia o escandaloso.
La visibilidad es un beneficio secundario inesperado de abrirse camino en este

80
trabajo. Sabía que recibiría un cheque de pago, sabía que habría una visibilidad
adicional con la campaña que podría ayudarme a conseguir futuros trabajos. Lo que
no esperaba era que la gente tuviera interés en con quién estaba saliendo Zane
Phillips.
Eso fue ingenuo de mi parte. Lo busqué y leí sobre sus intereses amorosos, ¿no?
Sigo desplazándome y leyendo. Hay listas de otras compañías que Zane ha
comprado, hecho exitosas y luego vendido. Una compañía de software de Silicon
Valley que se ocupaba de la programación de los hospitales. Una compañía de
aparatos que hizo algún tipo de auto. Una empresa de hardware informático que
fabricaba artículos periféricos. Cada compañía se compró cuando estaba a punto de
quebrar y luego se vendían unos años más tarde con una ganancia astronómica.
Pero no se menciona por qué Zane decidió venir a los Estados Unidos a la edad
de dieciocho años en primer lugar. No hace referencia a la familia que dejó atrás ni
a un hogar que eche de menos.
Hago clic en el botón atrás del navegador y mis ojos escanean las diversas
imágenes de nosotros en la pantalla.
Definitivamente nos vemos muy bien juntos, así que estamos haciendo un
buen espectáculo. Al menos hay eso. Porque todo lo demás es falso y confuso.
Especialmente después de cómo me desperté esta mañana.
El sonido de pasos aleja mi atención de los artículos y del hombre con el que
ahora estoy asociada para siempre. La cabeza de Zane está baja mientras se mueve,
un par de pantalones cortos de gimnasia azul oscuro le cuelgan hasta la cintura y
hay un lío de marcas de almohada en sus mejillas.
El magnate de los negocios parece un niño inofensivo al que quieres abrazar.
No te dejes engañar, Low. Él volverá a ser maleducado pronto.
—Buenos días.
Zane gruñe algo incoherente y me lanza una mirada fulminante mientras se
arrastra desde la parte trasera del autobús hacia la zona delantera donde estoy
sentada disfrutando de mi taza de café.
—Estamos en Arizona. —Miro por la ventana el verde del campo de golf y el
bronceado del desierto que nos rodea en el estacionamiento del resort en el que
estamos estacionados actualmente. No puedo ver una señal, pero hay una
abundancia de carros de golf en el campo, incluso a esta hora temprana.
Otro gruñido y el sonido de la cafetera mientras la enciende.
—¿Tú juegas?

81
Esos ojos verdes ven hacia mí.
—¿Siempre hablas tanto en la mañana?
Miro mi teléfono buscando la hora.
—Son las nueve en punto.
—Correcto. La mañana. —Se levanta con impaciencia mientras espera a que se
prepare su café—. Es temprano.
—¿Entonces juegas? Siempre quise aprender, pero nunca me tomé el tiempo
para hacerlo. Se ve bastante fácil. Quiero decir…
—No soy una persona madrugadora. —Me mira desde debajo de un mechón
de cabello que le cae sobre la frente.
—Bueno, yo sí. —Sonrío alegremente, más que feliz de haber encontrado algo
que lo molestará.
Saca su taza del dispositivo y no puedo evitar notar la flexión de su bíceps
cuando se lo lleva inmediatamente a la boca. Su siseo llena la habitación cuando se
quema la lengua, pero la forma en que cierra los ojos y saborea el primer sorbo me
deja imaginando cómo se vería saboreando otras cosas.
Detente. Eso fue solo un sueño.
Un sueño en el que imaginaba cosas sobre él que no debería imaginar. La
sensación de su peso encima de mí. El rasguño del rastrojo en su barbilla mientras
roza entre mis muslos. El calor de sus manos mientras me aprietan los pezones. El
sonido que hace cuando se viene.
—¿Qué tal si nos mantenemos alejados el uno del otro hasta que haya tomado
una taza o tres de café? —dice su voz grave, interrumpiendo mis pensamientos sobre
él.
—Sí. Seguro. Está bien. —Tropiezo con las palabras mientras trato de despejar
el sueño de mi mente que es mucho más vívido ahora que está parado frente a mí—
. ¿Cuánto es eso?
Otro sorbo. Otro suspiro de satisfacción.
—Eres perpetuamente alegre, ¿verdad?
—Gracias.
—Eso no fue un cumplido. —Me mira desde arriba del borde, una advertencia
para atenuar la felicidad de la mañana.
—¿Y así es como siempre estás en la mañana? ¿Gruñón?
Él asiente y ajusta la cintura de sus pantalones cortos que han caído

82
peligrosamente bajos.
—Ajá.
—Así que sin hablar, sin alegría, sin contacto visual… ¿no es así?
Una esquina de su labio se levanta ligeramente.
—Ese es un buen comienzo.
Hago un sonido restando importancia mientras me giro para mirar por la
ventana. Hay algunas personas en la distancia en el campo. Carritos de golf por aquí
y por allá.
—Tal vez tome una lección hoy. Puedo ir al campo de prácticas. No es como si
no tuviéramos tiempo para matar.
—Ve a por ello.
Respiro hondo y me doy cuenta que estoy divagando porque no quiero
preguntar la única cosa que quería saber desde que me desperté esta mañana.
—¿Cómo me metí en la cama?
Pienso en esa sensación de sorpresa que tuve cuando desperté en una cama
extraña, en un lugar nuevo. Entonces esa repentina conciencia de la respiración
uniforme a mi lado. El aroma del champú, el jabón y de hombre. Y luego, cuando
tuve el coraje de dar la vuelta muy lentamente, encontrándolo acostado de espaldas,
con el brazo sobre la cara y las sábanas tiradas hasta la cintura.
—Trabajé hasta tarde. Mick se detuvo para buscar combustible —dice con
brusquedad.
—¿Qué tiene eso que ver…?
—Cuando Mick se detuvo por gasolina, estabas aquí afuera. Yo fui quien te
llevó a la parte de atrás. —Saca los ojos del campo más allá de las ventanas tintadas—
. Así que… Mulligan.
—¿Mulligan? —pregunto mientras mi mente vacila ante la idea de que me
llevó a la cama. No, no solo me llevó… sino que me cargó.
—Sí, es un término de golf. Puedes resolverlo desde allí.
—¿Entonces juegas?
—Juego muchas cosas. —Una lenta sonrisa se desliza en sus labios antes de
darse la vuelta hacia la parte trasera.
Lo miro fijamente. Observo la curva de su trasero mientras se mueve, sin saber
cómo me siento por el hecho que me cargó y me llevó a la cama.

83
¿Detecto una grieta en esa gruñona armadura suya?
El lavamos corre en la parte trasera del autobús, se escucha el sonido de
cepillarse los dientes, lo que me lleva a levantar mi teléfono para ver qué significa
mulligan: Cuando un jugador tiene una segunda oportunidad de realizar un segundo
movimiento o acción.
Miro la definición. Una segunda oportunidad.
¿Es esta la forma de Zane de decirme que se equivocó anoche? ¿Que estaba
siendo un imbécil y lo sabe así que me trajo a la cama para hacer una tregua?
Hablando sobre pensar demasiado, Harlow.
Y aun así… él lo dijo. Lo dejó abierto a la interpretación.
Definitivamente una grieta en esa armadura gruñona.
¿No es una sorpresa inesperada?
Quince
Zane

L
a observo.
No debería porque con cada segundo que pasa me pongo más
furioso. Más irritado. Más de todo cuando pone sus manos en sus
caderas para mostrarle cómo necesita moverlas para transferir su peso
cuando balancea el palo.
Golfista profesional mi maldito culo. Más como un imbécil profesional que juega
a agarrarle el culo con todas las mujeres miembros del club. Las esposas solitarias
que frecuentan el club de campo para obtener un poco más de atención mientras sus
esposos pasan horas ocupados en reuniones.
Pero Harlow no está casada y no está sufriendo por atención. Docenas de pares

84
de ojos la miran, empujando los codos de un hombre a otro.
Ella está parada allí con sus pantalones cortos blancos prístinos que muestran
esas piernas de un kilómetro de largo y una camiseta amarilla que abraza a cualquier
otra parte de ella. Es impresionante en todos los sentidos. Pero es su sonrisa, su risa,
su despreocupación, es todo lo que hace que la gente mire.
Como yo estoy haciendo.
Lo que no puedo entender es si toda esta inocencia es genuina o solo un acto
para hacer que hombres como yo piensen en ella y saquen ese lado que nos hace
querer ser los primeros en conquistar y reclamar.
—Lo que no daría por tenerla jugando con mi palo —dice el hombre que está
a mi lado con un codazo.
Mis puños se aprietan, pero no respondo.
¿Cómo puedo hacerlo cuando mi mente ha estado exactamente en el mismo
lugar más veces de las que me gustaría contar?
Las manos del profesional están sobre ella otra vez. Su pecho está en su espalda
cuando la rodea y la flanquea para que pueda ayudarla a balancear el palo.
Balancean sus cuerpos hacia atrás, luego hacia adelante. Cuando se conectan con la
pelota, sale disparada.
Harlow suelta un grito de emoción y baila un poco para celebrarlo. Sus caderas
se balancean y sus brazos van por encima de su cabeza. Su risa se extiende para que
incluso más personas se detengan a apreciar la vista frente a ellos.
Lo único que odio más que las manos del profesional sobre ella es cómo cada
hombre de pie aquí la está mirando.
Cristo, si supieran que podrían buscar fotos en línea de ella usando lencería.
El profesional, bastante estirado con su camisa blanca tipo polo, su cabello
perfecto y su sonrisa tonta; hace un incómodo intento de darle los cinco y luego la
acerca en un abrazo de celebración.
A la mierda esto. Eso es suficiente.
—¿Harlow? Cariño… —La llamo por su nombre y camino desde la barra hacia
el campo.
La cabeza de Harlow se levanta de golpe y cuando me ve, su sonrisa se extiende
ampliamente.
—¡Zane! ¿Viste mi movimiento?
Así es, hijos de puta. Ella está conmigo.

85
Me detengo justo dentro de la plataforma.
—Gran disparo. —Miro al profesional y le disparo una mirada de advertencia
fulminante antes de volverme hacia ella—. ¿Estás lista para repasar todo?
—¿Todo?
¿De qué demonios estoy hablando?
—Sí. Esta noche.
—Oh. Está bien. —La confusión llena sus ojos antes de mirar el reloj en la pared
y luego levanta la ceja—. ¿Quieres tomar los últimos tiros que quedan en mi hora?
—No, gracias. Tengo un asiento para nosotros en el bar.
Asiente y sonríe. Satisfecho de que todos los imbéciles que miran saben que
está conmigo, me dirijo hacia el bar. Toma unos momentos antes que ella me alcance,
y me levanto y presiono un casto beso en sus labios.
Eso fue para cualquiera que dudara que estaba conmigo.
Se pone rígida cuando nuestros labios se tocan, pero luego parece darse cuenta
que esta es la ubicación de nuestro evento de esta noche, y cualquiera de estas
personas podría estar asistiendo.
Nos toma unos minutos pedir lo que queremos y una vez que lo hacemos,
vuelve su atención hacia mí.
—¿Entonces?
—Entonces… ¿qué?
—Dijiste que necesitabas hablar sobre esta noche. ¿Debo asumir que hacemos
lo mismo que anoche? Hablar. Coquetear. Informar. Mezclarnos.
—Correcto.
—Actuar como si estuviéramos locamente enamorados.
Resoplo y miro hacia otro lado, hacia donde el chico profesional de golf se
trasladó a la siguiente esposa perfecta.
—Me confundes —dice, lo que me lleva a mirarla—. Diriges una empresa de
citas, pero todo lo que dices al respecto en privado es una contradicción total.
—Esa es mi prerrogativa. Y tengo muchos negocios. Simplemente es mi
enfoque actual.
—¿Y cuándo no es tu enfoque? ¿Qué significa eso para las miles de personas
que se están registrando y que creen que funcionará porque decimos que
funcionará?
—No es mi problema.

86
—Eso es una mierda.
—Quizás, pero así es la vida. Las cosas en esta vida solo duran lo que tienen
que durar. Las disfrutas, las aprovechas mientras puedes, y luego te lavas las manos
y toman caminos separados.
Sus ojos se estrechan, el color avellana en ellos se oscurece.
—¿Eso es lo que realmente crees?
Me encojo de hombros. Lo que dije tenía sus méritos, pero a la mierda si voy a
dejar que juegue a la loquera para ver cómo me siento acerca de las mujeres y las
citas. Soy un hombre de treinta y tres años. Muy ocupado. No tengo tiempo para
comprometerme. No tengo tiempo para dedicar a una persona de la forma en que
necesitaría para hacer que una relación funcione… y francamente, realmente no
quiero hacerlo.
Crecer con mi mamá y mi papá no pintó exactamente la imagen más atractiva
de lo que debería ser una buena relación. Beber, todo el día, todos los días, solo para
poder soportar que tu cónyuge me ha enseñado a nunca querer a alguien.
—¿Tierra a Zane? ¿Es eso lo que realmente crees?
Me saca de mis pensamientos y por un momento la miro y trato de encontrar
mi respuesta.
—Mi teoría evoluciona a diario —digo finalmente.
—No lo pienses. Solo responde. —Apoya los codos sobre la mesa y me mira
con una mirada—. ¿Crees en el amor, Zane?
—El amor es una emoción de mierda.
Harlow inclina la cabeza y me mira como si tratara de creer que acabo de decir
eso. Lo dije. Y es verdad.
—No le digas eso a Robert.
—No lo planeé.
Toma un sorbo de su bebida y luego observa los cubitos de hielo mientras agita
la pajilla.
—No lo entiendo.
—Deja de intentarlo, te hará la vida mucho más fácil. —Suficiente platica.
Estamos platicando demasiado por acá.
—No entiendo. Eres un hombre rico…
—Ahh, el poder omnisciente de Google. ¿Buscaste mi sórdido pasado mientras
estabas allí?

87
¿Y por qué me molesta si lo ha hecho? ¿Qué hay de mi pasado que quiero
ocultar de ella cuando nunca antes me importó lo que la gente pensara de las muchas
mujeres con las que he salido? Demonios, la busqué. Incluso busqué a todos los
hombres cuyos brazos estuvieron en ella.
O tal vez no sea mi pasado de citas lo que no quiero que ella sepa, sino más
bien la vida que dejé atrás que preferiría mantener fuera de la discusión.
—Tu pasado no fue nada que no esperaba. —Se encoge de hombros—.
Entonces, ¿dónde entra Robert en juego en todo esto?
—Su contribución monetaria ayuda, pero su valor para SoulM8 está en su
experiencia en la industria y en su vasta red de conexiones con los medios.
—Entonces, es su influencia lo que buscas.
Tomo un sorbo de mi bebida, me recuesto en mi silla y la miro fijamente.
¿Cómo llegamos aquí? ¿Cómo diablos estoy sentado aquí, fingiendo ser una pareja,
promocionando un sitio web de citas?
Maldito Kostas y su concurso.
—¿Su influencia? Sí. ¿Has oído hablar de IMM?
Puedo ver la confusión parpadear en su rostro. La misma confusión que sentí
por primera vez cuando lo conocí mientras trataba de racionalizar que este hombre
modesto era el empresario escrupuloso que fundó y construyó International Market
Media para ser una de las principales firmas publicitarias del país.
Me mira como si todavía estuviera tratando de entenderlo.
—¿Te refieres…?
—Sí, como en International Market Media —digo—. Fue fundada, poseída y
vendida por bastante dinero y varias acciones en el mercado por Robert y Sylvie
Waze hace unos quince años.
La sorpresa se refleja en su rostro, sus labios conmocionados en una O, esos
ojos suyos ricos en colores destellan de fascinación.
—Me dijo que tenía una compañía, pero nunca hubiera sabido que era eso.
—No todos son lo que parecen, Harlow.

88
Dieciséis
Harlow

—H
ola, tú. —La voz murmurada de Zane rompe mi niebla de
sueño y por un breve momento, creo que me está hablando.
Mi cuerpo se queda quieto, el afecto en su tono me
suena demasiado familiar.
Se ríe suavemente, el sonido resonando a través de la oscuridad de la
habitación, incitándome a abrir los ojos. Miro el reloj de la mesita de noche para
encontrar que son las tres de la mañana.
¿Qué demonios? ¿Con quién está hablando?
—¿Te gusta? ¿No es así?
Me congelo, la alegría en su voz y mi repentina conciencia de la luz azul de la

89
pantalla de su computadora me deja completamente despierta.
—¿Has estado jugando a solas? ¿Me extrañas para hacerlo? ¿Eh? ¿Parece que
puedes hacerlo todo por tu cuenta?
Por favor. No.
—¿Estás bromeando? —pregunto más fuerte de lo que debería mientras me
siento en la cama, tirando de las mantas a mí alrededor—. ¿No puedes tener la más
mínima cortesía y no hacer eso cuando estoy acostada aquí?
—¿Hacer qué? —pregunta mientras se gira bruscamente para mirarme, sin
camisa, con la cara resaltada por la pantalla.
—¡Eso! —digo empujando un dedo hacia la pantalla de la computadora que
estoy petrificada para mirar.
—¿Esto? —Se ríe de la manera más incrédula, atrayendo mis ojos hacia lo que
está señalando.
Y luego me muero.
De vergüenza. De sobrecarga de dulzura. De mi propia idiotez.
En la pantalla de la computadora de Zane hay una habitación con una cama
muy grande. Parado en dicha cama inclinando la cabeza de un lado a otro no está
otro que Smudge.
Síp. El perro.
Está hablando con Smudge.
El gran macho Zane Phillips está vigilando a su perro en la perrera y hablando
con él a las tres de la madrugada.
Debo cambiar a diez tonos de rojo diferentes mientras muevo mis ojos de la
expresión confundida de Zane a Smudge sentado ahora esperando escuchar la voz
de su dueño nuevamente.
—Lo siento. Pensé… debería… —Me detengo a mitad de la frase cuando veo
la comprensión, clara como el día, en su rostro.
—¡Oh, Dios mío! —Zane echa la cabeza hacia atrás y se ríe, con la mano sobre
el estómago—. Pensaste que estaba… joder, eso es gracioso.
—Voy a cerrar la boca ahora —digo, me dejo caer en la cama y me cubro la cara
con el edredón.
—Quiero decir, me gusta mucho el estilo perrito, Cenicienta, pero eso es
llevarlo a un nivel completamente nuevo al que nunca voy.
—¿Te callarías, por favor? —le pido, mi mortificación aumentando con cada
carcajada.

90
—Jodidamente clásico —murmura entre risas—. Lo siento Smudge, te amo y
todo…
Y los comentarios inteligentes continúan, uno tras otro, mientras sostengo mis
manos sobre mis oídos y lucho contra mi propia sonrisa.
Soy una idiota.
Zane habla con su perro a través de la cámara web.
Supongo que necesito reevaluar mi opinión inicial sobre él.
Cualquier persona que haga eso obtiene una calificación alta en mi libro.
Diecisiete
Harlow

—V
amos, déjame invitarte a una copa.
Miro al muy guapo hombre a mi derecha. Pelo
oscuro, ojos claros y un aire arrogante que dice que lo sabe
todo. El que me ha estado haciendo ojitos toda la noche, a
pesar que he estado en el escenario con mi supuesto novio hablando del amor que
hemos encontrado en SoulM8.
—No, gracias. —Ofrezco una sonrisa tensa y doy un paso atrás.
—Ese es Zane Phillips, sabes —dice, y da un paso hacia mí.
—Soy plenamente consciente de quién es. Gracias.
—Nos movemos en los mismos círculos. Sé cómo es.

91
—Yo también sé cómo es.
La risa del hombre es condescendiente.
—¿Así que estás preparada para que te rompa el corazón?
—Mi corazón. Mi problema —digo con la mayor amabilidad posible, más que
consciente que estoy aquí representando a una marca y, por lo tanto, decirle que se
vaya al infierno como normalmente lo haría no es exactamente profesional.
—Yo no te haría eso. —Me baja un dedo por el brazo desnudo, e
inmediatamente me alejo de él.
—Si me disculpa, necesito usar el baño de mujeres.
Salgo del salón de baile del club de campo y voy por el pasillo. Necesitando un
mejor escape del señor Atrevido que el baño, atravieso el primer conjunto de puertas
sin llave y me encuentro en una especie de patio abierto. Hay bancos y celosías de
hormigón por las que las viñas se han arrastrado por las paredes de piedra hasta la
celosía de madera. Las luces brillan a mi alrededor, y es todo lo que necesito ahora
mismo para darme un respiro.
Me tenso cuando oigo pasos y luego me siento aliviada cuando veo a Zane.
Nuestros ojos se encuentran a través del espacio tenuemente iluminado y examino
la tensión grabada en las líneas de su cara.
—¿Vas a coquetear con toda la habitación, Harlow? Creo que te han faltado
unos cuantos.
—¿Perdona? —El alivio que sentí hace unos momentos da paso a una ira
confusa.
—Se supone que debes estar conmigo, ¿recuerdas? No ese imbécil de Miles
Finlay.
—¿Miles Finlay?
—El imbécil con el que estabas más que conversando.
¿El señor Atrevido?
—No es asunto tuyo con quien estoy hablando…
—Y una mierda que no es…
—Y soy muy consciente de lo que se supone que debo hacer. —Me muevo para
calmar mi repentino desasosiego—. Y, desde donde yo estaba, parecías estar
haciendo un muy buen trabajo con la habitación, ejem, mujeres, tú mismo. Ya sabes,
las mujeres con vestidos cortos y ajustados que estoy segura que estarían más que
felices de joder a tu “novia” si las hubieras invitado a volver a tu casa. Lástima que
tu casa sea nuestra y sea una zona libre de zorras. —Tengo las manos en las caderas,

92
y las cejas arqueadas en desafío.
—Como si eso fuera a detenerme.
No estoy segura de por qué su comentario me sorprende como una bofetada
mental, pero lo hace. No puedo entender a ese hombre, y tengo que dejar de
intentarlo, por mi propio bien.
—¿Sabes qué? Esto no funciona para mí.
—¿Qué? —pregunta y le resta importancia con una sonrisa.
—Tu mierda de Jekyll y Hyde. Todo agradable en público y luego un idiota en
privado. Es una mierda total de tu parte, así que decide quién vas a ser para que
pueda averiguar cómo tratar contigo.
La lenta sonrisa que levanta una comisura de sus labios dice que está
disfrutando de esto y que me jodan si no odio a un hombre que juega. He estado con
suficientes para saber qué te dejan el corazón roto, el orgullo herido, y que
constantemente te cuestionas a ti misma.
—¿Quién preferirías que fuera?
Da un paso hacia mí.
—Tú mismo. Quienquiera que seas.
Otro paso más.
No me moveré. No me intimidará. No me echaré atrás.
—Ten cuidado con lo que deseas, Harlow.
—¿Qué se supone que significa eso?
Nos encontramos de pie en el jardín con la noche a nuestro alrededor, nuestras
mentes tratando de entenderse, y nuestros cuerpos a centímetros de distancia.
—Nada —susurra con una risita, y ladea la cabeza mientras me mira fijamente.
El verde de sus ojos dice cosas que no puedo entender y no estoy segura de querer
hacerlo todavía—. Solo asegúrate de no confundir nuestra actuación con la realidad,
eso es todo.
—¿Nuestro acto?
—Qué somos una pareja.
—No lo confundo.
—Ya puedo verlo en tu cara.
—¿Ver qué?
—Y tu cuerpo.

93
—¿De qué demonios estás hablando?
Su lengua sale disparada para lamerse los labios y se queda en silencio un
momento antes de hablar.
—Las mujeres se enamoran de las palabras, Harlow. Los hombres se enamoran
de los cuerpos.
—Te importaría decirme de qué demonios estás hablando, porque estoy
confundida y tú te estás excediendo.
Mueve la cabeza sutilmente, como lo harías con un niño que no entiende lo que
estás explicando.
—Tu cara esta noche durante nuestra presentación. La que decía que te
preguntas cómo sería esto entre nosotros si fuera real. No confundas nuestra
actuación con la realidad.
Sus palabras me despiertan de una manera que nunca admitiría, porque tiene
razón. Estaba pensando eso esta noche. Mientras decía dulces palabras sobre mí y
comentaba sobre relaciones y encontrar a alguien nuevo que sabía que alguien había
escrito para él, aun así me lo pregunté.
Para un hombre que dice que no presta atención, está claro que notó ese desliz
de mi tapadera.
No dejaré que vuelva a pasar.
—Al igual que tú, puedo interpretar este papel perfectamente —le digo.
—Ajá. Quizá puedas engañarlos a ellos, pero a mí no.
—No te des tanto crédito. —Doy un paso atrás, necesito espacio, odio que
pueda ver a través de mi fachada tan claramente.
—¿Por qué no?
—¿Sabes qué? Déjate de tonterías, Zane. Quieres ser un gran hombre en el
campus, entonces sé él. Quieres ser el gran dueño de la compañía. Bien para follarte,
pero los odio a los dos. ¿No puedes ser el tipo que se paró en el autobús de la gira
esta mañana y me ofreció una segunda oportunidad? El que me pidió una disculpa
por ser un imbécil porque fue lo suficientemente hombre como para darse cuenta
que había sido un imbécil y quería arreglarlo. ¿Por qué no puedes ser ese tipo todo
el tiempo? —Me quedo sin aliento y odio que haga más difícil tomar el siguiente
cuando se mueve de modo que su pecho roza ligeramente el mío.
—Dije que tengas cuidado con lo que deseas, Harlow.
—¿Por qué? —Levanto las manos ante la derrota y la frustración, al darme
cuenta que esta conversación no va a ninguna parte.

94
—Porque ese tipo… —dice mientras su mano se extiende, trazando con el dedo
la línea de mi mandíbula mientras mi aliento se entrecorta y me quema en los
pulmones—. Ese tipo se te acercaría y haría esto.
Y, antes que pueda pensar en respirar, se acerca mí y roza sus labios contra los
míos. Una vez. Dos veces. Abro los labios. Le doy acceso, así que la tercera vez se
desliza su lengua entre ellos y enciende cada parte de mí.
Lo dudo y cuestiono, pero antes que pueda siquiera hacer una pausa, cambia
el ángulo del beso y comienza todo de nuevo. Labios suaves. Barba áspera. Lengua
caliente. Gemidos restringidos.
Deseo.
Algo que no quiero sentir.
Miento.
Quiero sentirlo. Quiero ceder ante él.
Pero no con él. No así. No…
Dios mío, el hombre me pone debajo de sí. En este jardín lleno de luces y
sombras oscuras hay un indicio subyacente de moderación bajo su beso que
emociona y advierte e insinúa qué más quiere.
Cuando lo rompa…
Esto es solo una actuación.
Cuando da un paso atrás y me frota con un pulgar el labio inferior como para
hacerme saber que sí, eso fue real. Los labios que me acaban de drogar se convierten
en una sonrisa pícara, y el brillo maligno en sus ojos me asusta y me emociona.
—Y eso no es ni la mitad de lo que ese tipo que quieres haría contigo… —
susurra mientras retrocede, con las manos sobre mi cara, sosteniéndola, cuando mira
a la puerta a mi espalda y dice una sola palabra—. Finlay.
Todavía nerviosa por el beso, me toma un segundo registrar lo que acaba de
decir. El nombre del tipo que se me insinuó dentro. Pero, cuando miro por encima
de mi hombro, no hay nadie allí.
¿Estaba Finlay allí? ¿Mirando? ¿O era esta simplemente la forma en que Zane
me reclamaba en una artimaña que se está volviendo más confusa con cada segundo,
más imposible separar lo que es real de lo que es falso?
Se retira un paso más, todo toque desaparece.
—¿Finlay? —pregunto cuando mis pensamientos se recuperan, solo para
obtener una sutil sacudida de la cabeza de Zane en respuesta—. ¿De eso se trataba

95
todo esto? ¿Quieres asegurarte de entrar ahí y reclamar tu derecho antes que lo haga
un tipo al que obviamente odias? ¿No me quieres, pero eso significa que nadie más
puede tenerme? ¿Cómo te atreves?
Mi corazón se descontrola y esa pequeña parte de mí que pensó que el beso iba
en serio, el que sigo diciéndome que no quería porque no voy a ser su juego, se
desinfla un poco.
—Estás fuera de lugar, Harlow.
Mi risa resuena en las paredes de hormigón que nos rodean.
—¿Fuera de lugar? Primero que nada, no me dirás cómo sentirme, ¿y segundo?
No soy un trofeo, y estoy segura que no seré el tuyo.
—Por ahora lo eres, a los ojos del mundo, de todos modos. —Sus labios se
cierran, y sus ojos me inmovilizan.
—Es tu culpa.
—Los dos queríamos algo del otro. Lo estamos consiguiendo. Como dije, no
confundas la realidad con fingir… y por supuesto que no confundas al tipo que
quieres con el hombre que soy.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Ten cuidado con lo que deseas, Harlow.
Retrocede un paso más y nuestras miradas se mantienen firmes antes que
asienta y luego se aleje sin decir una palabra más.
Una cosa que estoy empezando a acostumbrarme a que haga.
Su forma de decir la última palabra.
Reina la confusión. ¿En qué demonios me metí?
Y mucho más tarde, tumbada sola en la cama mirando al techo con la mente
girando sin parar, oigo el ruido de pasos en los escalones. Siento el movimiento del
autobús mientras sube las escaleras. Unas palabras se intercambian con Mick, que
ha estado esperando el regreso de Zane para que podamos pasar a la siguiente
ciudad. El siguiente episodio de Cuánto Podemos Confundir a Harlow.
Con los ojos cerrados, sigo los movimientos de Zane por los sonidos que hace,
mi cuerpo nunca ha sido más consciente de él que ahora. El pitido de su teléfono al
ser conectado al cargador. El clic de la puerta del dormitorio. Su suspiro al pie de la
cama. No miro, pero sé que me está mirando.
Puedo sentirlo. En la pesadez de la energía que me rodea. En los escalofríos
que de repente corren sobre mi piel. En el lento y dulce dolor que arde entre mis
muslos.

96
Mi cuerpo me está traicionando. Es querer algo que no puedo tener. Algo que
solo serviría para complicar las cosas cuando ya parecen bastante complicadas.
Y aun así puedo sentir su mirada. Puedo saborear su beso. Puedo oír las
palabras que dijo repetirse en mi propia mente.
El problema es que, tiene razón.
Las mujeres se enamoran de las palabras.
En palabras estúpidas como segundas oportunidades. ¿Cómo pueden tener
esas palabras un rastro de romanticismo? No lo tienen, pero las dijo y me desmayé
parcialmente en el significado detrás de ellas, en lo que deduje de él y cómo…
mierda, estoy dándole la razón y ni siquiera está teniendo que defenderlo.
Se mueve. La puerta del baño se cierra. La ducha se abre.
Todo el tiempo que me quedo aquí recuerdo su beso. El que me robó el aliento
y es la fuente actual de mi confusión.
Le pedí que fuera real… y luego fue y me besó. Y se sintió muy real.
¿Está tratando a propósito de confundirme el cerebro y el cuerpo? Porque si
ese es el caso, ha tenido éxito.
¿Fue el beso una advertencia? ¿Una promesa oscura? ¿Su manera de estar en
control de una situación a la que lo forcé? ¿Una forma de reclamarme en una pelea
de machos y competencia de hombres exitosos con la que no quiero tener nada que
ver?
¿O se trataba de otro juego suyo, como parece que toda esta aventura de
SoulM8 lo es en cierto modo?
La puerta del baño se abre de nuevo, un rayo de luz sale de ella
momentáneamente antes que se apague y la habitación se hunda de nuevo en la
oscuridad.
La cama se hunde. Las sábanas se tensan contra mi cuerpo mientras él las
coloca a su alrededor.
Solo ignóralo, Harlow.
Mi sangre tararea por el calor de su cuerpo a mi lado.
Solo.
El olor de su ducha.
Ignóralo.
Su largo suspiro.
Harlow.

97
Su “Buenas noches, Harlow” se murmura tan suavemente que casi creo que lo he
imaginado.
Y mientras el autobús cobra vida y Mick nos lleva a la siguiente ciudad, por
mucho que lo intente, ya no estoy segura que sea posible ignorarlo.
Dieciocho
Zane

V
a a ser mi muerte.
Simple y llanamente.
El calor de Texas comienza a filtrarse en el aire de la madrugada
y sin embargo me fuerzo más. Más fuerte. Más rápido.
Justo como me desperté queriendo hacerle a Harlow, acostada en la cama a mi
lado. Tumbarla y follarla, fuerte y rápido.
Maldito Miles Finlay. El bastardo baboso que se esfuerza demasiado para ser
todo lo que no es. He tratado con él en los negocios. Lo he visto en la escena social.
El cretino es conocido por tratar de fingir el papel para que la gente piense que es el
papel. Y anoche tenía la mirada puesta en Harlow.

98
Solo de pensar en el bastardo hablando con ella hizo que me hirviera la sangre
y que cada parte de mí quisiera marcarla. Reclamarla. Hacerle saber que es a mí a
quien debería querer y no a él. Hacer que se dé cuenta que soy mucho mejor que él
cuando ella ni siquiera parecía interesada.
Incluso cuando sigo diciéndome a mí mismo que no la quiero en primer lugar.
Y, por supuesto, mordí el anzuelo y la besé.
¿Fue un movimiento imbécil de mi parte?
Demonios, sí.
¿Lo haría de nuevo?
Sin dudarlo.
Miro a ambos sentidos en la carretera, la cruzo y luego voy por el sendero recto
y llano paralelo a la carretera. Debería estar mirando los exuberantes árboles verdes
que me rodean. Debería detenerme y mirar al armadillo deambulando a unos metros
de distancia de mí. Debería usar el ejercicio para despejarme la maldita mente, pero
no importa cuánto lo intente, sigue volviendo a la única persona en la que no quiero
estar pensando.
La única persona que no debería querer, pero aun así lo hago. Quiero decir,
mírala. Es hermosa cuando va arreglada: con clase y un sutil atractivo sexual que es
como una maldita canción de sirena para un hombre como yo… pero es la mujer
cuando estamos solos en el autobús la que me mata.
Sin maquillaje. Pelo enredado. Su cuerpo bajo una simple camiseta sin mangas
y pantalones cortos. Simple, pero devastadora para mi libido.
No podía soportar otra mañana viéndola sentada en el sofá, con una taza de
café en la mano, los labios limpios, los ojos desnudos, el cuerpo aún caliente por
estar acurrucada en la cama a mi lado.
Estoy acostumbrado a fingir. No estoy cegado por lo exuberante, pero es
típicamente lo que tengo, día tras día. Una mujer que trata de complacerme en cada
oportunidad que tiene de ser vista conmigo. Mi reputación está ahí fuera. Tengo
citas en serie. No hay que avergonzarse por eso. Pero dame algo real y vulnerable
como lo es Harlow cuando me mira mientras estamos fuera del ojo público y que
me jodan si no quiero aprovecharme de ello y de ella de todas las maneras posibles.
Se suponía que esto no iba a pasar.
En absoluto.
No debería estar en esta gira. No debería estar atrapado con ella. No debería
desearla como lo hago.

99
Una cosa es tenerla en un vestido elegante mientras me muero por saber qué
hay debajo de él… pero saberlo de verdad es algo peor. Verla con esa camiseta y
pantalones cortos ajustados y querer saborear, lamer y follar.
Este es mi infierno. Mi tortura por ser un hombre. Por desear a una mujer. Mi
penitencia por mentirle a Robert, y mi castigo por ser quien soy.
Estoy jodido.
Jodido por todas partes sin un final o placer a la vista.
Debería haberme acostado con Simone antes de irnos. Debería haber aceptado
las indirectas que me estaba ofreciendo cuando nos reunimos para tomar algo la otra
noche. Tal vez eso habría ayudado.
Tal vez eso me habría satisfecho.
Qué montón de mierda, amigo. Eso no habría bastado. No cuando mirabas a
Simone y pensabas en Harlow.
La diferencia es que, si hubiera sido Simone, todo habría sido fácil. Demasiado
fácil, joder.
La forma en que se pasó la punta del dedo sobre la clavícula para dirigir mi
mirada a su escote como si pudiera perdérmelo. La forma en que deslizó la punta de
sus tacones altos por el frente de mi pantorrilla debajo de la mesa. La forma en que
bebió su bebida de un trago y explicó que no tenía reflejo de arcadas.
Eso fue todo lo que pude pensar todo el tiempo. Todo esto de ella era
demasiado fácil. Siempre diciendo lo correcto. Siempre perfecta en la posición, en la
forma en que hacía pucheros con los labios, en la sugerencia enlazando cada una de
las insinuaciones que me lanzaba.
Ni una sola vez se puso la mano a la cadera y me discutió. Ni una sola vez me
retó, desafió o me llamó la atención.
Maldita Harlow.
Todo es culpa de ella. Esto. La gira. Desearla. Todo ello.
Y es por eso por lo que estoy corriendo ahora mismo. Llevándome por las calles
de Austin a un paso al que no corro. Agotado para que, cuando vuelva al autobús,
no haga la única cosa en la que no pude dejar de pensar esta mañana.
Follarla. Llevarla a la cama y terminar lo que ese beso entre nosotros empezó
anoche.
Porque Harlow Nicks me trae problemas en todo el sentido de la palabra. Me

100
ha cruzado todos los cables. Y me ha hecho dudar en cruzar una línea que pensé que
no sería fácil cruzar: acostarme con ella.
Las mujeres como Simone quieren una cosa: sexo, el poder que viene con el
sexo, la visibilidad para su carrera que viene con ser asociada con mi nombre. Eso
es fácil para mí. Puedo dárselo a ella, o a cualquiera. Es seguro y claro y deja mi
libertad intacta. Y mi corazón.
No, prefiero un simple caso de ráscame y te rasco.
O lamer. Lamer es siempre una buena manera de devolver el favor.
Pero con Harlow es diferente. No está impresionada por nada de esto. Pensó
que el autobús era genial, es bastante genial, ¿pero yo? No le impresiona nada
cuando se trata de mí.
Eso es diferente para mí. No es el mundo que conozco. Y que me jodan si sé
qué hacer, aparte de quedarme lo más lejos posible de ello.
Porque si hay algo que los chicos hacen mejor que golpearse el pecho para
ganar un concurso, es mantenerse lo más lejos posible de algo que los asusta.
Y Harlow me asusta muchísimo.
Mis pies vacilan cuando corro hacia el estacionamiento en la parte trasera del
centro de convenciones. El autobús está allí, y la silueta de Harlow está enmarcada
en los cristales tintados del área de la cocina. Está en pie, llevándose una taza de café
a los labios, con el cabello apilado en la cima de su cabeza, llamándome como el
sonido de sus suaves ronquidos esta mañana.
Bienvenido al infierno, Phillips.
Mientras la tentación es sexy como un demonio, las consecuencias son
condenatorias, y tienes los pecados en la punta de los dedos, esperando quemarte.

101
Diecinueve
Harlow

—¿C
ómo vas, mija?
Escuchar la voz de mi madre trae una repentina
oleada de nostalgia que no esperaba y las lágrimas queman
el fondo de mis ojos a pesar de la sonrisa en mis labios.
—Ahí vamos. Es muy diferente de lo que esperaba y, al mismo tiempo, siento
que es lo que tengo que hacer.
—He estado viendo los anuncios. Ayer había uno en la revista People.
—¿Lo había? —pregunto, sintiéndome estúpidamente feliz por eso.
—Sí. Fue una gran foto tuya y de Zane. Sexy e impresionante e incluso me hizo

102
pensar que podría inscribirme en SoulM8 yo misma.
—No lo harías.
—¿Por qué no? Puede que sea mayor, pero todavía tengo partes que funcionan
y un príncipe esperando que me quede con una zapatilla de cristal.
—Madre. —Mi risa llena el autobús.
—Es verdad. No hay vergüenza en eso. —Puedo oír el papel arrugado en el
otro extremo de la línea. Casi como si estuviera abriendo la revista y mirando el
anuncio nuevamente—. También es un anuncio de página completa. Se lo mostré a
todos en la fila del supermercado.
—Oh Dios.
—Lo hice. También compré cada copia que tenían.
—No lo hiciste.
—También lo hice. No voy a dejar que la gran oportunidad de mi bebé pase
desapercibida.
—He tenido grandes oportunidades antes. —Esperemos que esta vez, la
visibilidad en realidad se reduzca y se generen más trabajos debido a esto.
—Tienes. Pero esta vez sé que será la mejor, Low. Lo puedo sentir en mis
huesos.
—Tienes que decir eso —le digo con una sonrisa—. Eres mi madre.
—Me conoces mejor que eso. Solo te digo verdades. Ese es mi trabajo.
—Verdades y cuentos de hadas —digo con una sonrisa.
—Nunca eres demasiado vieja para un cuento de hadas, mija.
—Oh, por favor.
Suelta una diatriba en español diciendo que estoy loca y eso me hace sonreír.
Y extrañarla.
—Es bueno escuchar tu voz —digo suavemente.
—¿Me extrañas, verdad? —pregunta en su tono de madre.
—Sí. Lo hago. Es… —Miro a mi alrededor en lo qué mi mundo consiste ahora
y anhelo decirle la verdad. Confinado. Surrealista. Confuso. —Es una experiencia —
digo.
—Dime que te está tratando bien. Que no te está presionando para que hagas
cosas que no quieres hacer.
—No. —Me río, pasando por alto el hecho que puede no estar presionándome,

103
pero tentándome es otra historia—. Es un caballero. —Excepto cuando me besa sin
sentido una noche y luego en los próximos días solo me gruñe palabras a menos que
estemos en modo de promoción—. Él es confuso.
—Los hombres siempre lo son, mija.
—Él es…
—Te gusta.
—¿Por qué dices eso?
—Porque soy tu madre y sé estas cosas.
—No me gusta —le digo, quizás solo para convencerme—. Quiero decir, solo
han pasado seis días. No es mucho tiempo para saber si me gusta alguien o no.
—¿Así que no estás segura si te gusta, entonces?
Suspiro.
—Trabajamos bien juntos. La gente cree la historia que estamos vendiendo.
—No le he dicho a nadie lo contrario —dice sin previo aviso y de inmediato
me preocupa que haya dicho la verdad a uno de los miembros de su grupo de baile
de salsa. Dejé que el silencio cayera en la línea como una sutil advertencia para ella—
. Lo prometo, mija. No me gustaría estropear esto para ti.
—Bien.
—Entonces, ¿qué es lo que te está molestando?
—No sé —reflexiono mientras me pongo de pie y miro por las ventanas al
mundo más allá. Exuberantes árboles me rodean, las ramas se mecen con la brisa
mientras las nubes de arriba se desaceleran moviéndose por el cielo—. No puedo
leerlo. No sé lo que realmente siente por mí… o lo que siento por él…
—Y cuando te besa…
—¿Qué quieres decir cuando me besa? ¿Cómo sabes que lo hace? —pregunté,
mi mente inmediatamente retrocedió a la otra noche en Austin y el jardín y el beso
que nunca está muy lejos de mi mente.
—Se han publicado fotos en línea. Parece que es cariñoso durante las
presentaciones. Siempre besando tu sien o tocando tu espalda… así que me
preguntaba cómo te hace sentir.
—Realmente no importa cómo me haga sentir, para ser honesta. Estoy
desconcertada porque estamos pasando mucho tiempo juntos. Estoy aquí para hacer
mi trabajo y cualquier cosa con él que no sea lo que tengo que hacer, no vale la pena
pensar en eso.
—Mija, acabas de hablar un montón de cosas a la vez para tratar de desviarme.

104
Te gusta. Soy tu madre. No puedo ser engañada.
Y tiene razón. Me gusta. De una manera enloquecedora, sexualmente
frustrante, que me hace preguntarme cómo es en la cama
—Mamá —le advierto, no queriendo que vaya ahí.
—¿Qué es lo que no te gusta de él entonces?
Mi risa resuena y está llena de sarcasmo.
—Tal vez porque él es como David y Linc antes que él y luego Rhett antes que
él y no puedo volver a hacerme eso a mí misma. —En algún momento tengo que
aprender que no voy a tomar el segundo lugar del ego de un hombre.
—Low… Todos los hombres son así de una forma u otra. Su ego es parte de la
razón por la que nos sentimos atraídas por ellos. La confianza es sexy. Estar seguro
de tu lugar en el mundo es algo que queremos saber de nuestra pareja. No es malo
encontrar eso atractivo. Nos gusta un hombre con un poco de ego. Eso es atractivo.
Lo que no nos gusta es un ego con un poco de hombre.
—Puedes dejar de tener sentido ahora.
—Ustedes son dos jóvenes solteros. Por supuesto que se sentirán atraídos el
uno por el otro. Eso es natural. Explóralo. No lo explores. Pero hagas lo que hagas,
sabes que es perfectamente posible perderse en un hombre sin perderte en el
proceso.
—Mamá. Cielos. No estoy buscando una relación —digo las palabras, pero la
romántica que se ha instalado en el fondo de mí se pregunta cómo es Zane Phillips
en ese sentido. Dice que el amor es una emoción de mierda… la pregunta es, ¿lo
cree?
—Entonces busca algo de diversión.
—No voy a dormir con él, mamá.
Su risa es rica cuando llena la línea.
—Bien entonces. Solo sigue diciéndote eso…
—Lo haré —digo a la defensiva.
—Y vive en el ahora.

105
—Muchas gracias… —¿Albuquerque? ¿Austin? Houston… las ciudades giran
juntas y se mezclan con las luces calientes del escenario, me toma un segundo
terminar—. Houston —digo.
Zane se ríe desde el otro lado del escenario.
—Houston, tenemos un problema. —El público se ríe de su juego en mi
evidente error.
—Nunca supe cómo los músicos podían arruinarlo dónde estaban, pero ahora
lo entiendo. Hemos estado haciendo esto sin parar durante una semana ahora…
—No revelemos todos los secretos de nuestra habitación, ahora.
—Oh, por favor. —Ruedo los ojos y me río.
—Resistencia, nena. —Me guiña un ojo mientras se dirige hacia mí.
—No hagamos publicidad falsa ahora —le digo, sorprendida cuando camina
detrás de mí y pone sus manos en mis caderas—. SoulM8 te ayudará a encontrar una
conexión, no te dará resistencia.
—Puedo ver eso como un nuevo eslogan ahora.
Otra risa de la audiencia.
Otra presión de su beso en mi sien.
—Te ves hermosa esta noche —murmura por lo bajo, el calor golpeando mi
oído.
Otro aleteo en mi barriga que no quiero por la simple, pero planeada muestra
de afecto.
¿Pero fue eso planeado? ¿Era ese un momento que quería que la audiencia
escuchara por el micrófono para que las mujeres pudieran desmayarse
colectivamente o fue sincero y solo para mí, así me desmayaría en silencio?
De repente, nerviosa y con la sensación de que toda la habitación me está
mirando mientras me tropiezo con pensamientos que no tienen lugar en mi cabeza,
me aclaro la garganta y me recupero.
—Vamos a abrir esto para las preguntas, Romeo, antes que prometas
demasiado y no cumplas.
Las preguntas generales vienen una por una: investigación de antecedentes de
los solicitantes, verificación de antecedentes, verificaciones de seguridad, más
explicaciones sobre qué hace exactamente nuestra tecnología de IA, garantías.
Espero que las preguntas entrometidas comiencen poco después. Por lo general,
comienza con los hombres haciéndole preguntas sinceras a Zane, las mujeres a mí.

106
Luego, en algún lugar a lo largo de la línea, el cambio demográfico, por lo general
una vez que el alcohol se ha absorbido, entonces estoy rodeada de hombres y Zane
de mujeres.
Pero algo es diferente sobre esta noche. Zane no se va de mi lado. Su mano
permanece en algún lugar de mi cuerpo en todo momento. Tocándome.
Reclamándome. Dejando que todos sepan que soy suya.
Es tan lindo como molesto, y no puedo evitar preguntarme si toda la situación
de Miles Finlay lo hizo pensar dos veces antes de dejar que las filas llenas de
testosterona y alcohol me acorralen a un lado de la habitación sola.
Te ves hermosa esta noche.
Pero es ese comentario allí mismo, el que me sacó de mi camino y todavía me
hace pensar en eso que me hace preguntarme si algo más está sucediendo aquí.
Se ríe con la mujer a nuestra derecha. Es voluptuosa, rubia y genuinamente
agradable. Bien o mal, la odio al instante.
Me lleva un segundo registrar que son celos. Deseo que Zane deje de prestarle
atención incluso cuando su atención es completamente benigna en primer lugar.
Espera un minuto. ¿Es así como se sintió Zane la otra noche cuando me vio con
Miles Finlay? ¿Es esta su forma sutil de mostrarme cómo es y frotármelo en la cara?
Lo miro y él me mira con una sonrisa suave antes de mirar hacia la rubia.
Jesús, Low, contrólate. Estás perdiendo la cabeza aquí. Esto no es quien eres. No
te importa si la encuentra atractiva mientras ella no termine en tu cama compartida.
Pero me importa.
Incluso cuando no quiero.
Te ves hermosa esta noche.
Esas palabras se repiten en mi cabeza y me dicen claro como el día que tenía
razón la otra noche. Estoy empezando a creer que esos pequeños toques suyos
significan algo. Estoy empezando a pensar demasiado en sus intenciones con todos
y cada uno. Estoy empezando a enamorarme de las palabras cuando no tengo razón
para hacerlo.
Solo ha pasado una semana y necesito un poco de espacio de él. Ese es mi único
pensamiento mientras recojo algunas cosas (ropa, cepillo de dientes, jabón para la
cara) del autobús turístico y las tiro en una bolsa. Esta noche es una de las pocas
noches repetidas que tenemos en una ciudad, así que voy a aprovechar la
oportunidad y conseguir una habitación en el hotel donde estamos estacionados.
Abro la puerta del autobús y estoy a punto de salir cuando me encuentro cara
a cara con Zane. Él mira la bolsa de gran tamaño en mis manos y luego me mira con

107
confusión grabada en su hermoso rostro.
—¿Qué estás haciendo?
—No me siento bien —miento—. Conseguí una habitación en el hotel para no
enfermarte.
Zane tuerce los labios y la pregunta en sus ojos es implacable.
—¿Estás enferma?
—Sí. Dolor de garganta. Fiebre leve. Dolor de cabeza. —Deja de hablar o no te
va a creer.
—Ajá. —Asiente, pero su tono sin compromiso me dice que no me cree. Se para
al pie de las escaleras para que no pueda irme.
—¿Te importa?
—¿Quién es el tipo?
—¿Qué? —Es lo último en mi mente y lo primero en la suya, así que me
sorprende cuando me lo pregunta.
—Estás dejando una cama perfectamente buena en el autobús por una en un
hotel, así que solo puedo suponer que has encontrado a alguien para pasar la noche.
Juro que debo parpadear cien veces mientras trato de procesar lo que está
diciendo. Una parte muy pequeña e infantil de mí quiere estar de acuerdo con él y
decirle que sí, que estoy encontrándome con otra persona. Algo, cualquier cosa para
liberar esta tensión repentina entre nosotros que es una constante cada vez que
estamos cerca el uno del otro.
Pero todo lo que puedo pensar es que si le digo que sí, ¿eso no abre la puerta
para que él haga lo mismo? La agitación en mi estómago ante la idea me hace cerrar
la boca.
Y confirma que realmente necesito un poco de espacio para aclarar mi mente.
—Lamento decepcionarte, Zane, pero no hay nadie más. —Trago el nudo en
mi garganta—. No me siento bien y hemos estado juntos durante los últimos seis
días… pensé que tal vez podríamos usar un poco de espacio, ya que es una de las
únicas oportunidades que tendremos. No lo sé, solo para no ponernos nerviosos el
uno al otro o algo así.
El verde de sus ojos arde en la noche tenuemente iluminada y puedo ver la
pelea en ellos para decidir si me cree o no.
Eso en sí mismo debería enojarme. El hecho que quiera que él me crea cuando

108
en realidad no es de su incumbencia lo que estoy haciendo con mi tiempo personal.
Y sin embargo, quiero que me crea.
No quiero que piense que estoy con otra persona.
—Déjame llevarte al hotel —dice suavemente mientras retrocede para que
pueda bajar del autobús.
—Estoy bien. No tienes que hacerlo. Estoy segura que estás cansado.
¿Por qué estoy tan nerviosa de repente?
—Te estoy acompañando.
Y lo hacemos Caminamos en silencio por el estacionamiento hasta el frente del
hotel. Me acompaña a la entrada iluminada.
—Déjame entrar y poner la habitación en nuestra factura por la noche.
—Eso no es necesario, pero gracias. —Extiendo la mano y la pongo sobre su
bíceps para detenerlo—. Ya la reservé.
—Entonces llamaré a mi contacto y que se encargue de eso. —Me da una
sonrisa tensa y por primera vez puedo ver lo cansado que está. Mi primer instinto
es estirarme y tocar su mejilla, luego me doy cuenta de lo estúpido que sería cuando
él es Zane, intocable, mi jefe, un jugador y yo soy yo, demasiado confiada,
desequilibrada, confundida.
Al menos sé que no duerme más que yo. Todo este sueño compartido en la
misma cama donde trato de no moverme durante toda la noche, así no termino
acurrucada accidentalmente junto a él mientras duermo, también tiene un efecto
similar en él.
—Gracias, Zane.
—¿Me dejas acompañarte a tu habitación?
—No, estoy bien. Esto fue lo suficientemente amable. —Miro mis dedos que
juegan con la correa de mi bolso y odio cómo su presencia está haciendo que mis
nervios se agiten.
—Espero que te sientas mejor.
—Estoy segura que no es nada.
Cuando miro hacia arriba, Zane está justo ahí, en mi cara, segundos antes que
sus labios presionen ligeramente mi mejilla y se queden allí.
—Duerme bien, Harlow —murmura en mi oído.
—Sí. —Mi voz está sin aliento. Mi corazón late con fuerza—. Igualmente.
Es solo cuando se aleja a unos tres metros que respiro nuevamente. Su fuerte

109
espalda es ancha contra la oscuridad de la noche. Las mangas de su camisa se
enrollaron hasta los codos, pantalones a medida abrazaban perfectamente su
trasero, la plata de su reloj se reflejaba en las luces del estacionamiento en lo alto. Lo
veo caminar hacia el autobús hasta que ya no puedo verlo.
Y luego lo miro un poco más.
Esto no está bien.
No las mariposas repentinas en mi vientre. No ese dolor ardiente entre mis
muslos. No el querer seguirlo.
No se supone que esto suceda. Qué me guste. Racionalizo para mí misma por
qué estaría bien dormir con él. Después de todo, estamos atrapados en el mismo
autobús durante semanas. Dos adultos solteros y atractivos. Sería simplemente la
progresión natural de las cosas.
Nunca es bueno cuando empiezo a justificar mis acciones antes de actuar en
consecuencia. O cuando olvido las razones por las cuales no se supone que me guste:
su ego, sus cambios de humor, sus privilegios.
Nunca.
Y aun así lo hago.
Entra en el hotel, Low. Busca tu espacio.
Aclara tu cabeza.

110
Veinte
Zane

N
o pude dormir.
No porque Harlow no estuviera aquí. No podía ser.
Y sin embargo, es en quien estoy pensando mientras me paro
en la ducha con mi polla en la mano. El agua caliente. El jabón resbaladizo. La idea
de ella deslizándose sobre mi polla con sus dedos presionados contra mi pecho, las
tetas rebotando mientras se cierne sobre mí, y ese suave y agudo sonido proveniente
de la parte posterior de su garganta como lo hizo cuando la besé la otra noche.
No es lo que quiero, mi mano, en lugar del calor de su coño, pero joder si lo
tomo porque dormir a su lado noche tras noche es suficiente para poner a prueba a

111
un hombre.
Peor aún, no dormir a su lado anoche me hizo pensar en ella sin parar.
¿Estaba realmente sola o estaba usando bien los condones que trajo?
Empujo el pensamiento de mi mente y me concentro en ella. Sus tetas. Su culo.
Su voz. Lo que solo puedo imaginar que sentiría ella.
Y cuando me vengo con un gemido que llena el pequeño baño, no es lo
suficientemente satisfactorio.
En. Lo. Absoluto.
Cristo. Esto apesta. La idea permanece mientras froto una toalla por mi cabello
y luego me la enrollo alrededor de la cintura para que pueda recostarme en mi cama
y mirar al techo… ¿para aclarar mi cabeza? ¿No pensar en ella? Pienso a través de la
niebla de mi resaca que perdura desde la noche anterior, cuando me senté en el bar
del hotel con la remota posibilidad de que tal vez Harlow me estuviera mintiendo.
Qué tal vez se estaba reuniendo con alguien y que habían venido al bar donde yo
estaba.
Sí, es así de malo.
Peor aún fue las mujeres se deslizaron a mi lado en el bar, buscando mucho
más que las bebidas que me insinuaban que les comprara. Normalmente las
invitaría, hablaríamos y partiríamos desde allí, pero por alguna razón realmente no
estaba interesado.
Harlow está jodiendo mi vibra y ni siquiera lo sabe.
Gimo de nuevo y definitivamente no es porque me venga otra vez pensando
en Harlow.
¿Cómo diablos llegué a esta situación en primer lugar? Todo es culpa del
jodido Kostas. ¿No es así como siempre ha sido?
Pienso en nuestro viaje. A las noches llenas de amigos, alcohol y quizás un poco
de problemas. A la apuesta que todos hicimos.

—Estoy aburrido.
Miro a Kostas. Está reclinado en su silla con el cabello hasta los hombros cayendo de
su cola de caballo y sobre su cara, un montón de botellas de cerveza vacías se sienta ante él

112
en la mesa. Tiene esa mirada en los ojos que me dice que está buscando comenzar problemas.
No será la primera vez que vea esa expresión. Estoy seguro que tampoco será la última.
—Sea lo que sea que buscas, estoy fuera amigo —murmuro, notando que mi comentario
aleja el enfoque de Enzo de la mujer de cabello negro al otro lado del patio al aire libre que ha
llamado su atención durante los últimos minutos.
—Ajá —dice Mateo, el roce de su silla en el hormigón debajo de nosotros—. La última
vez que te aburriste, terminé cargando con todo.
—Eso fue hace dos años —dice Kostas con un giro de sus ojos—. Munaki —murmura
llamándolo marica en su idioma materno.
—La cárcel es la cárcel —dice Mateo, pero su sonrisa desmiente su firme tono de voz.
—Vamos. Fue una confusión. No pasaste más de treinta minutos tras las rejas.
—¿En qué estás pensando? —Enzo corta la pelea a la que seguramente se dirigen
Kostas y Mateo.
—Estoy aburrido —repite Kostas—. Necesito ser desafiado. Voy a la oficina día tras
día y es la misma mierda. Quiero hacer algo. Quiero crear algo y hacerlo triunfar.
—Puedes hacer que todo tenga éxito cuando le arrojas dinero sin parar —responde
Mateo.
—Sé de lo que estás hablando —dice Enzo—. Extraño esa emoción de la persecución.
Cuando mi nonno me encomendó agregar un nuevo mercado al viñedo, sentí que podía
respirar nuevamente. Era nuevo. Era diferente. No era el mismo día anterior, la misma
mierda día tras día.
Odio que solo digan cómo me he estado sintiendo últimamente. Aburrido. El día a día
no tiene ningún tipo de desafío, como lo hizo al principio. Hemos tenido éxito en el mundo
de los negocios. El ajetreo había terminado.
La brisa del Mediterráneo se arremolina y huele a sal y mar y al aceite de coco que usan
muchos a nuestro alrededor.
—¿En qué estás pensando? —pregunté, despertó el interés, pero el plato estaba más
que lleno.
—Digo que hagamos un concurso —dice Kostas mientras toma una cerveza fresca—.
Uno donde encontremos esa emoción de nuevo.
—Lo puedes encontrar en la próxima mujer que entra por la puerta. ¿A quién engañas?
—bromea Mateo.

113
—Es cierto, pero no es lo mismo. —Mira hacia el bar, la gente, y se toma su tiempo
para encontrar las palabras que quiere usar tal como lo hizo cuando lo conocí en Princeton
hace más de una década.
—Eres demasiado joven para tener una crisis de mediana edad —agrega Enzo—. Más
coño arreglará eso para ti.
—Tengo todo el coño que quiero —responde.
—Sí, sí —le digo, sabiendo que esas palabras solo conducirán a una pelea entre los tres
para ver quién folló a quién últimamente—. Todos podemos… así que Kos, ¿cuál es el trato?
—Soy demasiado joven para acostarme y morir. —Kostas y su talento para lo
dramático—. Creo que deberíamos hacer una apuesta. Un concurso. Como sea que quieran
llamarlo.
—¿Un concurso? Ya no estamos en la universidad —dice Mateo. Recuerdos de los
cuatro. Las competiciones que terminarían en peleas de puños. Los egos que pelearían por el
dominio. La necesidad de estar en la cima siempre es primordial.
—Escúchenme —dice Kostas con un movimiento de su dedo—. Cada uno de nosotros
puede usar un millón de nuestro propio capital para invertir cómo queramos en una nueva
empresa.
Enzo hace sonar un silbido agudo cuando Dios sabe que tiene miles de millones en esa
cuenta bancaria familiar suya.
—¿Solo un millón?
—Solo un millón —dice Kostas, como podría hacerlo alguien que ha vivido una vida
de privilegios infinitos. Para la mayoría de las empresas nuevas, un millón sería una fortuna.
Para nosotros, es una simple gota en un cubo—. Tiene que ser algo en lo que nunca hayan
incursionado antes. Le ponemos un marco de tiempo. Una fecha de inicio. Una fecha de
finalización. Vemos quién puede tomar ese millón de dólares y aprovecharlo al máximo en ese
período de tiempo.
La idea hace que mi sangre zumbe.
Estudio las reacciones de quienes me rodean, hombres que son como hermanos para mí.
Nuestras vidas están tan ocupadas que solo podemos vernos cada año o dos y, sin embargo,
somos tan similares en unidad y ambición que da miedo.
—Está bien —dice Enzo—. ¿Cuáles son las apuestas?
—El orgullo. Recuperar nuestras bolas. —Kostas frunce los labios y nos mira a cada

114
uno de nosotros—. No estar en casi los treinta y sentir que no queda nada por lograr.
—Un buen polvo con dos o tres de mis le signore más cercanas podría hacer eso por
mí —dice Enzo con una risa que me dice que ya ha estado allí y ha hecho eso. Posiblemente
incluso pagó por ello. Jodido, Enzo—. Necesitamos más que eso.
—¿Qué tal tres millones? —habla Mateo y nos tiene a todos moviendo nuestras
cabezas en su dirección—. Un millón de cada uno de los perdedores. Establecemos una fecha
de inicio, todos ponemos el millón de dólares para nuestra empresa, todos acordamos un
contador neutral y después de un período de tiempo determinado, ese contador revisa las
finanzas de cada empresa. El que obtenga el mayor beneficio o tenga el mayor valor de reventa,
algo así, gana un millón de los otros hijos de puta.
—Y esto se queda entre nosotros. Nadie fuera de nosotros cuatro sabrá sobre esto —
dice Enzo y todos asentimos.
—Por supuesto.
—¿Inversores externos? —pregunto pensando en lo beneficioso que podría ser unir
fuerzas con alguien—. ¿Podemos tener ayuda?
—Mmm —murmura Kostas mientras pasa un dedo sobre su labio inferior con el
pensamiento—. Pueden agregar otro millón máximo, pero hay que retener la propiedad
mayoritaria. Pero, ¿por qué compartirías tus ganancias?
—Nunca se sabe qué oportunidades podrían presentarse —murmuro, encontrándolo
con la mirada fija.
—De acuerdo. —Una sonrisa maliciosa se desliza en los labios de Kostas. Es una
apuesta lo suficientemente alta para que vaya con todo—. ¿Importa en qué invertimos? —
pregunta.
—Debe ser legal —interrumpo, sabiendo que a veces sumergen sus dedos en pasteles
que no siempre son limpios y claros.
—Por supuesto —dice Mateo.
—No voy a joder con eso, amigo.
—Relájate, Zane. Estará limpio —agrega Enzo.
—¿Quién está adentro? —pregunta Kostas.
Miro alrededor de la mesa. Soy el único hombre hecho a sí mismo aquí.
El único que no comenzó con bolsillos forrados del conglomerado de transporte de un
padre (Kostas), los viñedos de la Toscana de un abuelo (Enzo) o las plantaciones de tabaco
familiares de otro… y posiblemente otros cultivos (Mateo).

115
Soy el hijo de puta solitario que se escapó de Brisbane para evitar los puños de su padre
y los regaños de su madre… e hizo algo de sí mismo.
Pero todos somos hombres ambiciosos.
La universidad tiene una forma divertida de juntarte con personas de ideas afines.
Si eso es lo que quieres llamarnos.
—Estoy dentro —dice Enzo con un movimiento de su muñeca antes de volverse hacia
la mujer frente a nosotros.
—Definitivamente —agrega Mateo.
—El cauteloso es el último —dice Kostas cuando nuestros ojos se encuentran.
—No cautela… simplemente no soy tonto.
—¿Estás dentro o no Phillips?
—Estoy adentro, amigo.

Puede que haya ido a Mykonos esas dos semanas para relajarme y ponerme al
día con mis amigos de la universidad, pero antes de irme de allí la semana siguiente,
ya estaba avanzando en el concurso. Encontré una pequeña empresa emergente que
estaba haciendo olas en el mundo de las citas cibernéticas en Australia; su premisa
era diferente y única, y la gente hablaba de eso y hablar siempre es algo bueno.
Estuve toda la noche investigando de inteligencia artificial y cómo podría integrarlo
con la plataforma, y sabía que esto realmente podría ser algo. Les llevó solo cuarenta
y ocho horas aceptar la oferta que hice a la mañana siguiente.
El zumbido había regresado así para mí. No podía esperar a llegar a casa para
poder revisar ciertos aspectos de la empresa: nombre, imagen, marca; y hacerla mía.
Demonios, puede que no crea en el amor ni apueste por él, pero hay un montón
de personas en el mundo que pagarían buen dinero para encontrarlo.
Me paso una mano por el cabello. Puede que no pague dinero para encontrarlo,
pero joder si no lo estoy pagando de otra manera en este momento.
Concursos de mierda.
Me atrapan todo el tiempo.

116
Veintiuno
Zane

—¿R
obert? ¿Qué estás haciendo aquí? Qué agradable sorpresa.
En realidad no.
Levanto la vista de la mesa en el autobús donde tengo
papeles esparcidos por todas partes, una taza de café rancio de un par de horas en
el mostrador… y todavía no está Harlow a la vista. Robert está de pie en la puerta
abierta, con los zapatos de golf puestos y el pelo debajo de una gorra plana.
—Tengo reuniones de negocios aquí durante los próximos días y luego algo de
tiempo libre, así que pensé en consultar la agenda y pasar para ver cómo iban las
cosas.

117
—Están yendo muy bien —le digo mientras cierro la puerta detrás de mí y bajo
las escaleras.
—¿Y Harlow?
—Está fuera —le digo, sabiendo muy bien que la hora de salida en el hotel se
está acercando, porque ya llamé para averiguarlo hace aproximadamente una hora,
mientras estaba sentado allí trabajando y preguntándome dónde estaba.
Robert asiente lentamente mientras comenzamos a caminar. ¿A dónde? No lo
sé.
—Tomemos un trago.
Miro mi reloj.
—Todavía es un poco temprano, pero claro, amigo.
—Son las cinco en algún lugar. —Se ríe entre dientes y luego se calla de una
manera que yo, alguien tan acostumbrado a mirar a la gente, lo note.
—Así es. —Nos dirigimos al lujoso hotel donde ocurrió el evento anoche.
Habrá otro esta noche seguido de lo que Robert consideró la fase dos mañana; una
reunión de prensa con estaciones de radio en la mañana.
—¿Todo va bien? Parece que sus multitudes están recibiendo bien la
plataforma.
—Sí. —Asiento hacia el conserje con el que hablé anoche sobre poner la
habitación de Harlow en mi tarjeta—. Te envié los números para la fase uno. Hemos
tenido un aumento del quince por ciento en las preinscripciones y un aumento del
veinte por ciento en el tráfico del sitio desde nuestro primer evento en Los Ángeles.
—Mañana comenzará la fase dos.
—Entrevistas con los medios y más presentaciones —le digo, repitiéndole su
propio plan publicitario como si ya no lo supiera, pero más aún para que sepa que
lo sé. Para que vea que me estoy tomando todo esto en serio. Cuando cruzamos el
vestíbulo, miro a mi alrededor como si fuera a ver a Harlow, pero ella no está a la
vista mientras nos dirigimos al bar del hotel.
—Eso ayudará a poner en marcha las cosas, luego nos trasladaremos al
torbellino de Nueva York y la televisión antes del lanzamiento oficial en línea.
—Suena como un plan.

118
—Las multitudes realmente parecen amar a Harlow —dice cuando entramos
en el bar, que ya está abarrotado de personas que parecen tomar una bebida antes
de salir a disfrutar de la extravagante área de la piscina del complejo.
—Así parece —murmuro, aun tratando de entender de qué se trata esta
conversación.
—¿Y cómo estás con eso?
—¿Con qué? ¿La gente que la ama?
—Ajá. Debe ser difícil para un hombre como tú compartir el centro de atención
cuando estás acostumbrado a ser el que brilla.
Inclino mi cabeza y considero su comentario.
—No es difícil, no. Ella brillará si está en el centro de atención o no. Ella es solo
ese tipo de persona.
—Mmm.
Robert se queda callado y joder si su silencio no es un indicador de que algo
está mal. Así que lo espero. Nunca muestras tus cartas a menos que tengas que
hacerlo.
Suspira. Tomamos nuestras bebidas y aún está en silencio. Luego me mira
larga y duramente.
—Sabes, a veces viajar juntos puede poner a prueba una relación.
Me tomo mi tiempo con mi asentimiento.
—Seguro.
—Te hace pelear cuando normalmente no lo harías. Te enseña cuáles son las
manías de los demás y cómo usarlas para irritar al otro. Te permite tener un
excelente sexo.
Sonrío fuertemente.
—¿A qué te refieres, amigo?
Se recuesta en su silla y frunce los labios.
—Solo estoy tratando de darle sentido a algo que vi hoy.
—Está bien…
—Estoy tratando de averiguar si me estás engañando, si eres quien pretendes
ser… o si solo eres un hijo de puta.
Con los ojos fijos el uno en el otro, me tomo mi tiempo para llevar mi botella

119
de cerveza a mis labios y luego la vuelvo a dejar antes de hablar. Necesito un minuto
para tratar de averiguar cuál es su ángulo.
—Supongo que me vas a contar de lo que estás hablando.
—Cuando me registré en el hotel antes de mi primera reunión, hubo una
confusión con mi reserva. Como estamos celebrando el evento aquí, utilicé la cuenta
comercial y he aquí que me dijeron que ya me había registrado en mi habitación.
Qué Harlow Nicks la había tomado la noche anterior.
—Eso es una confusión. Llamé esta mañana para dejar mi tarjeta y…
—¿Entonces ella se quedó en el hotel y tú te quedaste en el autobús? ¿El mismo
del que salí esta mañana para discutir algunas cosas contigo cuando una mujer muy
hermosa acababa de dejarlo? Una, debo agregar, que no era Harlow.
—Robert.
—No. —Levanta su mano para interrumpirme y evitar que explique—. No te
hundas más, Zane. Dame el respeto que merezco al no darme una excusa de mierda.
Mi temperamento se agita debajo de la superficie.
—No es lo que piensas —le digo, pensando en la invitada que recibí esta
mañana en la puerta, una de las mujeres del bar de anoche.
—¿Puedo ayudarte?
—¿Me recuerdas de anoche? ¿Del bar? Vaya, este es un autobús increíble. —No
respondí, pero observé el maquillaje y el cabello perfectamente hecho y ya sabía que estaba
mintiendo entre dientes—. Festejé toda la noche y ahora… ahora mi teléfono está muerto. Me
preguntaba si tal vez podría molestarte, ya sabes, para descansar por unos segundos y usar
tu celular para llamar a un taxi.
Bateó las pestañas, inclinó sus tetas lo más posible e intentó hacer la rutina de déjame-
tocar-tu-brazo-para-que-sepas-que-realmente-me-gustas. Lo he visto un millón de veces y es
viejo y desesperado.
—No estoy interesado, pero hay un hotel perfectamente bueno en el que te has arreglado
para verte bonita a tus espaldas. Deberías volver allí y pedirles usar su teléfono de cortesía.
—Vamos, solo estoy buscando pasar un buen rato. —Intentó subir al autobús, pero
solo me quedé allí, su cuerpo rozando el mío, el perfume en que se ahogó me llenó la nariz.
—Y yo no.

120
Solo mi jodida suerte que Robert llegó cuando ella se alejaba.
—Robert. Estás siendo ridículo. No era lo que creías que era.
—Todo lo que sé es que los dos tienen una imagen perfecta en el escenario.
Casi demasiado perfecto realmente. Están vendiendo la marca. Están interpretando
la canción y el baile… pero para una pareja de tan alto perfil, no hay nada más por
ahí. No hay cenas de medianoche. No hay fotos besándose en un bar en alguna parte.
Nada.
—No sabía que parte de tu plan de marketing era explotar mi relación fuera de
la promoción de SoulM8.
—Eso no es lo que implicaba.
—Como un diablo que no. —Ahora estoy enojado. Nadie me dice qué hacer, cómo
hacerlo, y menos aún, Robert. Joder, sí, necesito sus conexiones para ayudarme a ganar esta
maldita apuesta, pero no necesito que me mire por encima del hombro en cada paso del
camino—. Puedes ser un socio en esta empresa, Robert, pero no puedes decirme
cómo dirigir mi relación. Ya cambiaste la mierda una vez cuando no quería.
—Y mi cambio y tenerlos a ustedes dos como la cara de la campaña ha sido
exitoso.
—Pero ahí es donde trazo la línea. No tenemos que abrir cada parte de nuestra
vida para su aprobación. Harlow no se sintió bien anoche, así que sugirió que
durmiera en el hotel para no enfermarme y poder sumergirse en la bañera. Quizás
tener un poco de espacio. Vine y me senté aquí, tomé unos tragos, y esa mujer que
llamó al autobús esta mañana no era mi tipo, anoche cuando trató de coquetear
conmigo y estoy seguro que no lo era esta mañana… así que si has terminado de
tratar de decirme cómo vivir mi vida, volveré al autobús y las llamadas de
conferencia que he programado para las próximas horas.
El hielo en su vaso tintinea cuando lo deja sobre la mesa y sus ojos miden si me
cree o no.
—Lo que no puedo entender, Zane, es si estás a la defensiva para proteger a la
mujer que amas o para proteger una mentira que me has dicho.
—Y estoy tratando de entender por qué si no confías en mí, te metiste en
negocios conmigo.
Hay una sonrisa fría en su rostro. El cabrón es serio. Hablando de ser
sorprendido por una persona cuando nunca lo soy.

121
Se inclina y baja la voz.
—Me parece justo… pero recuerda esto, puedo ser viejo, puede que esté solo,
pero no engañarán. —Saca su silla y arroja unos cuantos billetes sobre la mesa para
la bebida—. Si me estás mintiendo, este trato ha terminado y tu reputación —se
encoge de hombros con indiferencia—, tu reputación se terminará en mis círculos.
No confío en mí mismo para decir una palabra. Los recuerdos vuelven a
inundarme. Las amenazas de lo que puedo y no puedo hacer se refuerzan con una
palma abierta en mi mejilla. El choque de la botella de vodka de sus manos la
primera vez que me defendí. La promesa que hice de no permitir que alguien me
amenace de nuevo.
De nunca vivir esa vida otra vez.
No he llegado tan lejos para que alguien me diga quién ser, a quién follar y
cómo dirigir mi negocio.
No es tu papá, Zane. Solo un inversor que quiere los mismos resultados que tú.
Éxito.
Veintidós
Harlow

L
a respiración caliente de Zane me golpea las orejas y me produce
escalofríos.
Cumplí mi promesa con éxito. La que hice cuando salí de la
habitación del hotel esta mañana para asegurarme de mantenerme
ocupada, mantener mi distancia física de él y mantener mi mente fuera de él.
La mantuve así, hasta ahora.
Por supuesto, participé en nuestra pantomima esta noche para nuestros
asistentes. Las dulces sonrisas en el escenario, las miradas persistentes, pero lo hice
desde lejos. Me propuse estar siempre en movimiento para poder evitar su toque.
Distancia significa una cabeza clara. El espacio significa que puedo evitar esa

122
caída libre sin peso de un enamoramiento que inevitablemente se convierte en un
aterrizaje doloroso una vez que caes en la tierra.
Porque eso es lo que es, ¿no? Un enamoramiento tonto por un hombre guapo
y exitoso que terminará en nada. No es que tampoco lo quiera… pero solo… el
aliento de Zane golpea mi cuello nuevamente y pierdo el hilo de mis pensamientos
cuando sus brazos se deslizan alrededor de mi cintura y me empujan contra él. Cada
centímetro largo y duro de él.
—Salgamos de aquí —murmura y cuando mis ojos se mueven hacia arriba, se
encuentran con los de Robert desde donde ha estado sentado en silencio,
observándonos al otro lado de la habitación y observando todo el evento.
—No podemos. —Cuando me doy la vuelta en señal de protesta, me encuentro
con Zane. Voy a dar un paso atrás, pero sus manos están en mi espalda baja
impidiéndome.
Su cabeza baja, sus labios encuentran mi oído nuevamente.
—Sí, podemos.
—Dónde estamos…
—En cualquier lugar menos aquí. —Une sus dedos con los míos y se vuelve
hacia los que están a nuestro alrededor—. Si nos disculpan por un minuto, Harlow
y yo somos necesarios para algunas entrevistas.
Y antes que mi mente pueda procesar el hecho de que estamos jugando a los
enamorados, Zane me está sacando del salón de baile sin decir una palabra más.
Despejamos la puerta, luego el pasillo, y salimos por la puerta lateral y nos
dirigimos hacia el autobús.
—Ve a cambiarte. Vamos a salir —murmura mientras abre la puerta del
autobús.
—Zane… ¿qué estamos…?
—¿Qué diablos pasa con la gente cuestionándome todo hoy? —Hay dureza en
su voz mientras trabaja los botones en la parte delantera de su camisa de vestir. Me
paro a un lado de él, observando cómo se quita la camisa, la levanta y luego la tira
al rincón.
—¿De qué estás hablando?
—Robert. —Me mira por encima del hombro y de inmediato saco mis ojos de
admirar el sutil movimiento de los músculos de su espalda—. ¿Estás usando eso o
te estás cambiando?
—¿Robert? —Doy un paso hacia él—. ¿A dónde vamos?

123
—Fuera. Estamos saliendo.
—¿Qué está pasando, Zane?
—Estoy asfixiado, eso es lo que está pasando. —Pasa a mi lado en el pequeño
espacio y saca una camiseta negra con cuello en v de una percha antes de ponérsela
sobre su cabeza—. Hemos hecho más que nuestro trabajo por la noche. Estoy
cansado de que me vigilen y me digan a dónde ir y qué hacer —continúa enfurecido
mientras se baja los pantalones y toma un par de jeans azul oscuro—. Se nos permite
ir a relajarnos. Se nos permite alejarnos de esta prisión sobre ruedas… además, soy
tu jefe, así que lo que digo se hace.
—Puedes ser mi jefe y definitivamente puedes decir lo que quieras, pero eso
no significa que tenga que aceptarlo.
Grito cuando gira y golpea la pared a cada lado de mi cabeza con sus puños
para que su cuerpo enmarque el mío. Hay ira en sus ojos esmeralda, frustración,
pero es el deseo lo que me hace abrir la boca y luego cerrarla con la misma rapidez.
—Quieres estar encerrada en este autobús de nuevo o prefieres alejarte de las
miradas indiscretas de todas estas personas… y Robert. Solo salir y divertirnos —
dice, su voz baja y ronca.
—¿Sabes cómo divertirte?
Por el menor de los segundos, creo que va a inclinarse hacia adelante y
besarme. Mis labios se separan solo una fracción y mis manos se empuñan en
anticipación.
Pero sus labios se deslizan en una sonrisa arrogante y sus ojos se oscurecen.
—Te estás volviendo descarada, Harlow. —Hay algo en la forma en que dice
mi nombre que pone los nervios de punta.
—Siempre soy descarada.
Nos miramos el uno al otro en ese estado suspendido de incertidumbre. Donde
quiero que me bese, pero no estoy segura si quiere lo mismo. Son segundos, pero
parece que durará para siempre.
—Cámbiate —dice antes de sumergirse aún más por un momento y luego
apartarse de la pared para agarrar el cinturón de la cama.
—¿A dónde vamos? —pregunto nuevamente.
—Necesitamos hacer cosas fuera de los eventos.
—Está bien. —Extiendo mis palabras mientras miro en el armario y agarro un
vestido corto y coqueto para combinar con las botas de vaquero que traje. Si estás en

124
Texas…
—Soy un tipo bastante público. La gente me ve. Comenzarán a reconocerte con
la campaña publicitaria. Quizás tomen fotos. Tal vez no lo harán. Entonces bam,
Robert tiene su prueba de que estamos bien.
—¿Me atrevo a preguntarte qué hiciste que te tiene preocupado de repente por
lo que piensa Robert? —le pregunto mientras me paso el vestido sobre la cabeza y
luego miro por encima del hombro cuando no responde. Estoy de pie en la
habitación con el sujetador y bóxer para chica, mucho más de lo que cualquier traje
de baño que me hubiera puesto cubriría, pero obviamente llamó su atención. Se
toma su tiempo: los ojos recorren mi espalda desnuda, mi trasero, mis piernas, antes
que se aclare la garganta y vuelva a mirarme a los ojos—. ¿Estás tratando de alejarte
de él o apaciguarlo?
—Ambos, la verdad. —Sus labios se vuelven hacia abajo—. Olvídate de Robert.
Él no significa nada. Todo está bien.
—¿Y se supone que debo creerte? —El vestido se desliza sobre mi cabeza y
cuando mi cara se asoma, su atención todavía está en mí.
—Créeme. No me creas. No es mi asunto.
—Ahí es donde te equivocas, Zane. —Y luego el pensamiento me golpea como
un ariete. La repentina atención de Robert. La inquietud inmediata de Zane. Mi
estómago se revuelve de repente cuando estoy mirando a un hombre que no tengo
derecho a reclamar—. Te acostaste con alguien más y te atraparon, ¿no?
—No.
Mi pecho se contrae al pensarlo y odio que el simple pensamiento me haga
mirar hacia la cama, mientras imagino la puerta que le abrí anoche cuando fui al
hotel. Abrí la puerta para poder ganar algo de espacio y distancia para no desearlo
y obviamente fracasé miserablemente.
Porque claro que lo quiero. ¿No lo he hecho de una forma u otra desde que me
trajo los zapatos?
Mierda.
¿Realmente acabo de admitir eso?
Mi revelación me golpea con toda su fuerza mientras lo miro fijamente.
Parpadeo. Rechazando la idea con un ligero movimiento de cabeza que sé que no va
a hacer una mierda para que estos sentimientos repentinos desaparezcan.
Es toda esta situación. Tiene que ser. El viaje por carretera. El dormir juntos en
el autobús. Estar discutiendo veinticuatro y siete.

125
Pero mi irritación ha dado paso al deseo, mi resistencia al deseo, lo cual me
resulta difícil comprender cuando en las últimas semanas todo lo que me he dicho
es que no puede haber nada entre nosotros.
Se para frente a mí con el pelo revuelto, los ojos intensos y la tensión en sus
hombros y todo en lo que puedo concentrarme es en lo que desencadenó toda esta
revelación. Porque más importante que darse cuenta que realmente me gusta Zane
Phillips, es el temor de que realmente se haya acostado con alguien anoche.
—Zane… —Su nombre es un suspiro en mis labios. Una advertencia. Una
súplica para que mi tren de pensamiento esté equivocado… pero cuando lo miro
fijamente, no retrocede en su resolución. Es un mentiroso de primera o dice la
verdad.
—Robert vio a una mujer alejándose del autobús esta mañana que
definitivamente estaba haciendo todo lo posible por ser tú.
—¿Yo? —Me río y él solo asiente.
—Él piensa que te engañé. Entre otras cosas. Le dije que estaba loco y que
nuestra vida fuera de esta promoción no es de su incumbencia. —Zane mete su
billetera en el bolsillo trasero como si la acusación no fuera gran cosa y sus ojos miran
hacia mis botas antes de volver a subir—. Entonces, ¿vamos o qué?
Lo miro fijamente, la mano que me ha tendido y la pregunta en sus ojos: sí o no.
Pero sé la respuesta. Especialmente cuando está parado allí luciendo oscuro y
peligroso a la tenue luz del autobús y con mi inesperada revelación corriendo un
bucle en mi mente al repetir.
Sí.
Definitivamente sí.
Nos dirigimos hacia el centro con las luces, los bares y las multitudes. Puede
ser una noche de semana, pero la ciudad está llena de gente que necesita una
liberación después de un día largo y duro.
—Elige. —Es lo único que me dice Zane cuando abre la puerta del auto y me
ayuda a salir del Uber.
Pasamos unos minutos caminando por la calle bordeada de bar tras bar. Más
allá de la gente que busca cambio y los vendedores ambulantes que venden artículos
inútiles que brillan en la oscuridad que atraen a los borrachos. El olor a comida frita
llena el aire y el destello de neón se refleja en las ventanas de vidrio.

126
—Dijiste que era mi elección —le digo y levanto las cejas, mirando hacia donde
él se sienta a mi lado en el taburete.
—Fue una buena elección. —Un movimiento de cabeza. Un sorbo de su
cerveza. Una mirada casual alrededor del bar lleno de gente.
—Eres un mentiroso. Esto es lo más alejado de tu estilo y lo sabes. Querías ese
antro elegante en la esquina. —Me río.
La música de arriba es ruidosa y llena de vibraciones, las hebillas de los
cinturones son grandes y brillantes, y el ambiente es más ruidoso e informal que la
sofisticada sensación de whisky bar que esperaba de él.
—Nah. Es perfecto. —Se recuesta en su taburete, su brazo sobre el mío juega
distraídamente con un mechón suelto de mi cabello. Es de naturaleza inocente, pero
me parece algo muy íntimo.
Jesús, Low. Deja de malinterpretar las cosas. Deja de querer cosas.
—Lo es —murmuro y sostengo su mirada. Él no encaja aquí en lo más mínimo.
Claro que tiene jeans y una camiseta y parece casual, pero Zane no tiene nada de
sencillo. Incluso vestido, atrapa los ojos de las mujeres que nos rodean. Y a pesar que
está claramente fuera de su elemento, el hecho que no le importe es sexy.
Nos sentamos allí por unos momentos mientras trato de averiguar de qué
hablar. Nunca tenemos incomodidad entre nosotros y, sin embargo, hay algo
subyacente en Zane en este momento, ha sido así toda la noche, de verdad, algo que
no puedo identificar.
—¿Qué quiso decir Robert antes cuando dijo que podría cambiar parte de
nuestro horario?
—Ni una puta pista. —Su suspiro es mucho más pesado de lo que refleja su
respuesta—. Este es su fuerte así que lo que él diga se supone que debe hacerse.
—¿Se supone?
—Sí, se supone que sí. Está en nuestro contrato.
—Me sorprende que hayas renunciado al control.
Me mira de reojo.
—A veces hay que ceder un poco de control para garantizar el éxito al final.
—Mmm —digo, sintiendo que hay más por debajo de lo que está diciendo que
no entiendo.
La música cambia y algunas personas abandonan la pista de baile,

127
descontentas con la selección de canciones, mientras que otras llegan a bailar con
entusiasmo.
—¿Dónde está tu novio? —pregunta y me desconcierta momentáneamente.
—Si tuviera uno, ¿realmente crees que estaría bien con que esté aquí ahora
fingiendo ser la tuya? —¿O con que te dejara besarme como lo has hecho? Pienso, pero
no hablo. Cuanta menos mención haga de besarlo, mejor.
Porque mencionarlo me hace pensar en hacerlo. Y pensar en eso me hace
querer que lo vuelva a hacer.
Sí, estoy en problemas. Grandes y gordos problemas.
—¿Tú? —pregunto—. ¿Cómo es que no tienes novia?
Frunce los labios y toma un trago de su cerveza.
—Yo solo incursiono.
—¿Incursionas? —Repito a través de una risa y Dios se siente bien reírse con
él. La tensión de estar en lugares cerrados se ha ido. La noción de estar bajo un
microscopio, cada movimiento monitoreado, desapareció.
—Sí, incursiono. Nada serio. Nada permanente No tengo tiempo suficiente
para dárselo a alguien. —Se encoge de hombros.
—Qué bueno que solo estoy aquí por el sexo —digo en broma, pero justo
cuando creo que mi broma es tonta, puedo ver que el verde de los ojos de Zane se
oscurece. Su columna vertebral se pone rígida y hay un tirón en el movimiento de la
cerveza que está llevando a sus labios.
—¿Es así? —dice después de un segundo, el tono y el estado de ánimo de la
conversación cambian instantáneamente. Un cambio por el que no me siento mal en
lo más mínimo.
Los dos sabemos por qué estamos aquí.
Ambos sabemos lo que va a pasar.
Ambos seguimos viniendo de todos modos.
Ha estado en los pequeños toques toda la noche. Las miradas sutiles. Las
palabras no dichas que puedo escuchar subyacen en cada una de nuestras
conversaciones.
Quererlo está bien, Low. Tener sentimientos por él por otro lado… no lo está.
El ritmo de la música cambia. El cantinero interrumpe la repentina tensión
sexual que rebota en el espacio entre nosotros. Cuando se va, Zane inclina la cabeza

128
y me mira.
—Eres hermosa.
Echo la cabeza hacia atrás y me río.
—No necesito que me hablen con dulzura, Phillips.
—Lo bueno es que no soy de los que hablan dulcemente. —Espera un
momento—. Te ves preciosa.
—Y debes estar borracho.
Frunce los labios y mira la etiqueta de su botella de cerveza.
—No me emborracho.
Al principio, creo que el comentario es su forma de tomarlo a la ligera, pero
cuando levanta la vista y me sonríe casi disculpándose, sé que está diciendo la
verdad. La diversión y el coqueteo de hace segundos abandonados a una
solemnidad tranquila que exuda.
—¿Nunca?
Sutilmente inclina su cabeza de lado a lado como si estuviera sopesando su
respuesta.
—Raramente. Más que nada lo suficiente para estar achispado, luego no más.
—Un fanático del control, ¿supongo?
Su risa sale sin humor.
—Cuando tus padres son alcohólicos de toda la vida, hace que el deseo de
embriagarse sea menos atractivo.
—Lo siento. Yo no…
—No lo sientas. —Se encoge de hombros y calla, haciéndome pensar que este
tema de conversación ha terminado. Estamos en silencio por un momento mientras
la canción cambia una vez más, así que me sorprende cuando habla sin preguntarle
nada—. Algunos de nosotros tenemos modelos a seguir como padres. Otros como
yo obtenemos la pajita más corta y aprendemos a valernos por nosotros mismos años
antes que tengamos que hacerlo.
—¿Se mudaron al país contigo cuando viniste aquí?
Su resoplido es automático, su desprecio estropea su hermoso rostro.
—No. No los he visto desde entonces y no me importa.
Debe haber sido malo. Es un hombre que podría volar a casa o traerlos a los
Estados Unidos sin preocuparse por la abolladura que pondría en su bolsillo como
muchos otros no pueden, y por eso el hecho que no los haya visto habla por sí

129
mismo.
—¿Entonces son la razón por la que dejaste Australia? —le pregunto, sumando
dos y dos de su comentario anterior.
—Sí y no.
—Puedo respetar eso —digo mientras veo cómo las filas de personas en la pista
de baile se mueven en sincronización con el baile en línea que todos conocen y me
pregunto cuánto de sus padres y su adicción forjaron el impulso temerario de Zane
para tener éxito—. Lo siento. Si lo hubiera sabido, nunca habría sugerido que
fuéramos a tomar algo…
—No seas ridícula, Cenicienta. Soy un niño grande. Bebo cuando quiero. Me
detengo cuando quiero. No es gran cosa. —Se inclina más cerca de mí—. Míralo de
esta manera, solo significa que puedes beber todo lo que quieras, y yo seré el que se
asegure de que estás bien.
—¿Estás tratando de ser mi caballero con armadura brillante, Zane?
—No me parece que seas el tipo de mujer que necesita ser rescatada. Parece
que lo manejas todo por tu cuenta.
La admiración en su tono me dice que es un cumplido. Pero una parte inactiva
de mí se levanta y quiere argumentar que está bien que los hombres cuiden de las
mujeres, independientemente de cuán fuertes sean. Quiere decirle que todas las
personas quieren ser amadas y apreciadas, y que la fuerza no tiene nada que ver con
eso.
Inmediatamente me siento tonta por siquiera pensar eso. Aparto la mirada y
sonrío al camarero que acaba de llamar mi atención. Es mucho más fácil mirarlo que
Zane, cuya honestidad me desconcierta cuando nunca estoy desconcertada.
—¿Quieres contarme sobre Robert? —Robert es seguro. Zane y su cuerpo cerca
de mí y su colonia a mi alrededor no lo son.
—No. No aquí, no ahora. Quiero sentarme aquí y no pensar en el trabajo.
La ironía es que esa es nuestra zona segura. Trabajo. Puede ser donde pretendemos
estar juntos, pero al menos sé qué esperar. Al menos sé cómo reaccionar. Pero esto: estar aquí
con él y saber lo que va a pasar entre nosotros después del último show definitivamente no es
seguro.
Es jugar con un fuego que sin duda me va a quemar y, sin embargo, por mi vida, todavía
quiero sentir el calor.
—¿Bailas conmigo? —pregunto mientras la música cambia a una canción
popular. Cualquier cosa para provocar la tensión sexual que reverbera entre
nosotros.

130
—Nah. No bailo. —Sacude la cabeza y toma un sorbo.
—Vamos, Phillips. Déjate llevar conmigo.
Algo pasa a través de sus ojos, deseo, intensidad; no lo sé, pero hace que mi
corazón lata un poco más rápido.
—Voy a mirar —murmura y levanta los dedos hacia el camarero para otra
ronda.
—Adelante, entonces. —Me deslizo fuera del taburete, deslizo la punta de un
dedo sobre la parte posterior de su cuello, y luego me dirijo hacia la concurrida pista
de baile sabiendo muy bien que está observando cada paso que doy.
Veintitrés
Zane

L
a forma en que se mueve en la pista de baile.
Cristo todopoderoso.
Qué bueno que estoy aquí solo por el sexo.
No puedo decir que nunca he tenido una línea introductoria como esa antes. Y
no solo las palabras, sino la forma en que las dijo. Estableciendo un hecho. Directo
al punto. Una ligera sonrisa diciendo que podría estar bromeando si la rechazaba.
La mujer es una fuerza por la cual ser atraído y maldita sea si no quiero ser
atraído por ella.
Definitivamente.

131
Sin lugar a duda.
Puede que sea un desastre con los pasos de baile, pero la forma en que echa su
cabeza hacia atrás y se ríe y cómo balancea sus caderas y se mueve tiene incluso a
los vaqueros alrededor de ella embelesados en lugar de molestos porque esté
ensuciando sus botas.
¿Embelesados?
Mierda. Tal vez también yo lo estoy.
Porque no puedo quitar mis ojos de ella. No cuando levanta la mirada y
encuentra mis ojos mientras brinca un paso hacia adelante. No cuando levanta su
mentón hacia la derecha para decirme que va a intentar montarse en el toro
mecánico. No cuando monta esa bestia y me hace pensar con cada movimiento de
su cuerpo girando si así luciría si estuviera montándome a mí.
Mi polla está dura mientras estoy aquí sentando, imaginando, deseando,
sabiendo. Mi libido está trabajando a marchas forzadas. Y he tenido suficiente de
beber para que todos mis pensamientos sobre estar asustado de una mujer como
Harlow puedan ser olvidados.
Después de todo las reglas se hicieron para ser rotas, ¿cierto?
Sus ojos encontraron los míos mientras se aleja de la colchoneta donde está el
toro y regresa hacia la pista de baile. Sonríe suavemente, sugestivamente.
A la mierda todo.
Me levantó del banco rápidamente y me tomo el resto de mi cerveza mientras
lo hago.
He intentado dejarlo ser. He intentado dejarla ser… pero demonios si puede
quedarme aquí sentado y ver a cada hombre en esta habitación contemplarla, querer
estar con ella, cuando sé que yo puedo estarlo.
Cuando sé que quiero estarlo.
Puede ser que me asuste enormemente, pero algunas veces el miedo puede ser
un motivador. También puede ser terriblemente caliente.
A la mierda las reglas. La deseo. En este momento. Lidiaré con las
consecuencias más tarde.
Está esperando por mí cuando atravieso la pista de baile, parada quieta en una
masa de cuerpos que se mueven. Pero es su cuerpo al que miro. Es su curiosidad la
que quiero despertar. Solo es a ella a quien veo.
—Pensé que no bailabas —dice cuando deslizo mis brazos alrededor de ella y
la jalo contra mí.

132
—No lo hago —murmuro y luego estrello mi boca contra la de ella. Escucho su
gritito de sorpresa, siento la repentina tensión de sus manos en mi pecho, la rápida
sacudida de su cuerpo mientras se presiona contra mí.
Y cuando reacciona, cuando desliza un mano por la parte posterior de mi cuello
y rasca con sus uñas en mi cabello, sé que ahora ya no hay vuelta atrás.
No que quisiera que lo hubiera.
Sabe a cerveza y deseo cuando nuestros labios se encuentran y nuestras
lenguas se tocan y nuestros cuerpos ruegan por mucho más que lo que podemos
darles en este momento en la pista de baile.
Necesito salir de aquí, sacarnos de aquí, pero cuando intento moverme, nos
encuentro en el centro de una pista completamente llena. Filas de gente se mueven
a nuestro alrededor, una tras otra, pero por suerte nos han dado un pequeño círculo
de espacio.
Ella también lo nota, se ríe y entonces presiona su mano en la parte trasera de
mi cuerpo para que pueda besarla de nuevo. Chica golosa.
Y gracias al cielo por eso porque olvidé cómo podía ser solamente besar a
alguien. Perderse en la sensación de su lengua, en los sonidos que hace en la parte
trasera de su garganta que apenas puedo escuchar por encima del ritmo de la
música, en el roce de sus pechos contra mi torso y en el frotar de mi erección contra
ella a través de los vaqueros.
Nos besamos en la pequeña isla de espacio en la que estamos solo nosotros dos
mientras el mundo se mueve alrededor de nosotros.
La canción cambia.
La multitud se mueve.
—Vámonos —murmuro contra sus labios, su mano en la mía, llevándola fuera
de la pista de baile antes que siquiera diga una palabra.
La solicitud de un Uber. Otro beso. Deslizarnos en el asiento trasero. Mis
manos subiendo por su muslo desnudo. Mis labios en la parte baja de su cuello. Sus
dedos hundiéndose en los músculos de mi espalda.
No hablamos durante la corta distancia de regreso al autobús, simplemente
nos besamos y tocamos, lo que sigue deshilachando la fina cuerda que sostiene mi
restricción con cada segundo que pasa. Tampoco hablamos cuando abro la puerta.
O cuando entramos y nos paramos a pocos centímetros de distancia, nuestro deseo
consumiendo todo el aire de la habitación.

133
—Esto es una mala idea —susurra aunque no hay nadie más en la habitación.
—Está bien. —Quito mi camiseta por encima de mi cabeza.
—Como que no creo que deberíamos hacer esto —desabrocho mi cinturón—,
eres mi jefe —me quito los zapatos—, tentemos que trabajar juntos —desabrocho
mis vaqueros—, dormir juntos podría complicar las cosas —los dejo caer al suelo.
—Tienes razón. —Doy un paso hacia ella, mi único pensamiento mientras
estoy ahí parado en ropa interior es ¿en dónde están esos malditos condones y por
qué todavía está vestida?—. Sobre todo lo que dijiste, tienes razón. —Me acerco otro
paso—. Pero algunas veces, Harlow, estar mal puede sentirse tan bien.
Me estiró y froto mi pulgar por encima de sus labios. Mi cuerpo me ruega que
tome, reclame y posea, pero sus ojos y palabras me detienen.
—Esto es un error. —Sus palabras son apenas audibles.
—Aprenderemos de él entonces. Podemos resolver esto si es algo que
queremos hacer de nuevo o cada uno marchará por su propio camino. —Podría
decirme que el cielo es verde en este momento y no lo discutiría.
Mis labios están en los suyos. Mis manos deslizándose por el borde de su
vestido para que su perfectamente redondo trasero esté en mis manos.
—Pero ese es el problema, no podemos ir cada uno por nuestro propio camino
—murmura contra mis labios.
—Te estás complicando, Harlow. —La jalo contra mí para que mi polla golpee
entre sus muslos y mostrarle de lo que se está perdiendo con toda esta charla.
Suspira mientras gruño y eso me permite hundir mi lengua entre sus labios y darle
la bienvenida de vuelta a mi lado de desesperación.
—Zane.
—Estamos aquí solo por el sexo. —Me río de nuevo contra sus labios, mientras
sus dedos en mis hombros se tensan, solo para relajarse cuando mi mano se escabulle
debajo de la banda elástica de sus bragas. La separo. Deslizó mi dedo en su coño y
no puedo evitar el gruñido que sale por mi boca cuando la encuentro húmeda y
resbaladiza para mí.
»Solo sexo —susurro por encima de su jadeo cuando mis dedos entran en ella.
La pulsación en mi polla mientras ruega por ser quien la folla. El rasguño de sus
uñas por mi espalda. Su gemido mientras la provoco.
Mis labios regresan a los suyos. Mi lengua exigiendo al igual que lo hacen mis
dedos.
—Me alegra que veas las cosas a mi manera.
Y con esas palabras, es como si un interruptor hubiera sido activado. Cada

134
gramo de vacilación de su parte se va. Levanta su vestido por encima de su cabeza.
Desabrocha su sostén y mi boca no puede esperar para chupar esos perfectos
pezones rosas.
Su piel, tonificada y flexible, huele a champú, perfume y sexo… Dios sí que
huele a sexo. Tomo su pezón en mi boca y ruedo mi lengua sobre él antes que mis
dientes raspen su pecho. Mi mano baja sus bragas y luego mi ropa interior, todo
mientras hago una dificultosa caminata hacia atrás hacia la cama.
Cuando se acuesta… cuando obtengo el efecto completo de Harlow Nicks
desnuda, me quita la respiración. Hay mujeres… y luego hay mujeres. Harlow es
larga con curvas en todos los lugares correctos y una franja de rizos marrones sobre
su coño, apuntando como una flecha al lugar exacto donde quiero estar. Sus muslos
brillan con lo que ya he provocado en ella y sus pechos son del tamaño perfecto para
mis manos.
Imágenes de lo que quiero hacerle a ella, con ella, pasan por mi mente mientras
me provoca con una seductora sonrisa que dice que está esperando. Está lista. Está
dispuesta.
Cada parte de mí duele por tocar, probar y follar su coño hasta el olvido.
Hemos tenido nuestros juegos previos de alguna manera, noches durmiendo junto
al otro, pero sin tocarnos, y mientras sería el primer tipo en ofrecerme como
voluntario cuando se trata de meter mi lengua en ella, en esto momento todo lo que
puedo pensar es en tenerla envuelta alrededor de mí.
Va a ser brutalmente doloroso tomarlo con calma cuando se trata de ella
considerando cuán atormentado estoy ya.
Pero estoy dispuesto a asumir el reto, en más formas que solo una.
Comienzo con su tobillo. Beso su espinilla hasta su rodilla. Trazo una línea con
mi lengua hasta su muslo interno. Se retuerce debajo de mí, sus piernas tensando y
sus manos aferrándose a las sábanas mientras mi nombre sale entrecortadamente
por sus labios.
Y si eso no es suficiente para ponerme más duro que una roca, su maldito
aroma lo hace. Es a sexo… puro y maldito sexo y cuando la inhalo mientras presiono
un beso en ese franja de rizos. El agarre que tengo en mi restricción, se rompe.
—Cristo, Harlow —gruño mientras me arrastro por su cuerpo, la cabeza de mi
polla frotándose contra su piel mientras lo hago, su propia forma sutil de tortura.
Sus dedos se deslizan por mi pecho cuando me acerco y capturo sus pezones
en mi boca. Primero el derecho. Luego el izquierdo. La palma de mis manos
haciéndose cargo mientras beso mi camino hasta su clavícula y luego debajo de su

135
cuello hasta su oreja.
—Estoy muriendo aquí, Harlow —murmuro contra su oreja y entonces gimo
cuando su mano se envuelve alrededor de mi polla y comienza a moverse—. Te
necesito. Estar dentro de ti. Llenarte. Follarte.
—¡Sí, por favor! —Su pulgar frota mi cabeza mientras sus dedos aprietan mi
polla y cuando se inclina y me besa, sé que está en el juego. Que nuestro juego previo
ha sido suficiente para ella.
Demonios si no soy un hombre que se jacta de asegurarse que una mujer se
corra al menos una vez antes de entrar en ella, pero esta vez, con su consentimiento,
definitivamente no voy a decir que no.
Nuestros labios se encuentran de nuevo.
—¿Condón?
—Cajón. Superior izquierdo —dice.
Tomo la caja y luego maldigo cuando veo que está sellada con plástico. Solo
una barrera más, un segundo añadido hasta que pueda tenerla.
Y una afirmación más de que realmente estaba enferma la otra noche y no con
su hombre del momento como miserablemente pensé que lo estaba.
La risa gutural de Harlow llena mis oídos cuando me inclino hacia atrás sobre
mis talones entre sus muslos y batallo con la caja.
—Ven —dice mientras se endereza, sus piernas entre las mías y me quita la
caja. Dentro de un segundo, su uña se desliza contra el sello para que se rompa. Sus
ojos sostienen los míos mientras toma el paquete de aluminio, lo rompe y saca el
anillo de goma.
—¿Podemos acelerar este proceso poco sexy así podemos llegar a la parte sexy
de ello?
—Por favor —dice cuando me lo entrega y luego se acuesta en la cama con las
almohadas en su espalda. Bajo la mirada para deslizar el condón por mi polla. Luego
mis manos se quedan quietas cuando noto a las suyas deslizándose entre sus muslos.
Su suspiro llena la habitación cuando se separa y lentamente frota su clítoris
de un lado al otro. Su espalda se arquea un poco. Sus piernas se tensan contra la
mías.
Observo la punta de su dedo deslizarse por su apertura, cubrirse de líquido y
luego moverse para frotarse un poco más. Otro gemido.
Mis ojos se mueven rápidamente hacia los suyo para encontrarlos fijos en los

136
míos. Invitándome. Preguntándome. Diciéndome que es mi turno. Y cuando sus
dientes muerden su labio inferior y sus ojos se cierran con placer, estoy acabado. Ido.
En un instante, sus caderas están en mis manos, mi polla se alinea con su
entrada y me empujo dentro de ella centímetro a centímetro.
Caliente. Apretado. Mojado. El cielo.
Esas palabras llenan mi mente antes que mis pensamientos se queden en
blanco y el deseo gané la guerra contra la restricción.
Le doy un segundo para ajustarse a mi tamaño, luego comienzo a moverme.
Lentamente al principio. Me retiro y me empujo de nuevo en su interior. Un
movimiento cuando estamos pelvis contra pelvis. Me inclino para capturar su pezón
entre mis dedos mientras sus dedos encuentran mi cabello y se cierran.
—Eso se siente bien —murmura mientras me muevo dentro y fuera de ella.
Encontramos un ritmo. Acelero el paso, entendiendo sus señales a medida que
avanzamos. Amando como toma sus pechos y aprieta sus propios pezones entre sus
dedos. Enloqueciendo cuando desliza una mano entre sus muslos, toca mi polla
mientras se desliza dentro y fuera de ella y luego añade fricción a su propio clítoris.
Su confianza es sexy. Sus ojos sosteniendo los míos, eróticos. Sus gentiles
órdenes diciéndome lo que le gusta y lo que necesita es sexy como el infierno.
Justo ahí, me dice su cuerpo. Más fuerte. Oh, Dios, justo ahí. Provócame con la
punta.
—Zane.
—Zane.
—¡Zane!
—Voy a venirme.
Su coño se aprieta a mi alrededor como una maldita tuerca apretando y sacado
cada última pizca de control que me queda. Le dejo que tenga un momento para
disfrutar su orgasmo, pero las pulsaciones de ella alrededor de mí me empujan por
encima del límite.
Mis dedos se aprietan en sus muslos mientras los separo más y acelero más el
ritmo. Movimiento tras movimiento. Empuje tras empuje. Mis bolas duelen con el
mejor tipo de placer mientras se construye y entonces es imposible detener el tren
descarrilado del maldito éxtasis que me recorre cuando me vengo.
Dios, mío.
La mujer acaba de usarme y abusar de mí y maldita sea si no me volvería a

137
formar en la línea para que lo haga de nuevo.
Veinticuatro
Harlow

A
quí huele a sexo.
Mick tenía que saber lo que estábamos haciendo antes de subir
a bordo del autobús a medianoche para llevarnos a nuestro próximo
destino.
Cierro los ojos y respiro. Definitivamente huele a sexo aquí, y me gusta. El
aroma de Zane en mi piel. El dulce aguijón de donde su rastrojo raspó entre mis
senos mientras me trabajaba al rojo vivo. El ligero dolor entre mis muslos, desde
donde su polla, Dios, esa polla celestial suya, tan gloriosamente gruesa y larga, hizo
su magia y me volvió loca de adentro hacia afuera.
El hombre tiene habilidades. Le daré eso. Dedos, lengua y polla. DLP. Sonrío y

138
sacudo la cabeza. Sé que DLP es una empresa de entrega de flores, pero de aquí en
adelante, cada vez que escuche ese acrónimo, pensaré en Zane y en cuán experto es
en usarlos.
El autobús se mueve a lo largo del camino mientras los faros parpadean a
través de la pequeña grieta en las persianas opacas. Puedo escuchar el profundo
retumbar de la voz de Zane mientras le dice algo a Mick.
Zane dijo que necesitaba tomar una copa.
Dijo que volvería enseguida.
Eso fue hace veinte minutos.
¿Ya piensa que esto fue un error? ¿Está haciendo la separación aquí y ahora
para que sepa que esto fue justo lo que dijimos que era, solo sexo, y nada más? ¿O
simplemente me está dando un poco de espacio para que ambos podamos digerir lo
que pasó entre nosotros?
Sexo alucinante, eso es lo que fue. Cómodo. Íntimo. Divertido.
Pero, ¿cómo se hace el sexo casual cuando se ven obligados a vivir juntos?
¿Cómo funciona eso exactamente? ¿Vuelves a ser como eras antes y actúas como si
nada hubiera pasado cuando, de hecho, cada vez que te miran todo lo que puedes
recordar es la sensación de sus dedos y el sabor de sus besos?
La puerta se abre. Se cierra. El suspiro de Zane llena el pequeño espacio
mientras la cama se hunde y toma su lugar a mi lado. Aguanto la respiración,
preguntándome qué será lo siguiente. ¿Digo buenas noches? ¿Finjo que estoy
dormida?
Me sobresalto cuando los labios de Zane se presionan contra mi hombro
desnudo.
—Definitivamente no es un error —murmura como si estuviera leyendo mi
mente antes de deslizar su mano hacia mi cintura y tirar de mí contra él, mi espalda
hacia su frente.
No estoy segura de cómo reaccionar o qué decir o si incluso debería respirar
en este punto, simplemente me quedo quieta mientras los mismos pensamientos
siguen corriendo por mi cabeza.
Hacer cucharita no es casual en mi mundo.
Pero no lo alejo.
Una vez estuvo bien… pero tenemos que parar en eso.
¿A quién estoy engañando?

139
Con su cuerpo contra el mío y el calor de su aliento contra mi hombro, revivo
cada maldito segundo de esta noche. Lo suave, lo dulce, lo duro, lo rápido, lo
juguetón, lo intenso, todo, y no puedo evitar preguntarme cómo ya lo quiero de
nuevo.
Veinticinco
Harlow

L
o sé, lo sé, lo sé.
Me miras y te preguntas “¿Qué le pasa a esa chica? ¿Por qué lo ha
estado evitando?”
Y estás mirando al otro lado del estacionamiento donde Zane está
haciendo flexiones y sentadillas con saltos y un montón de otras cosas para mostrar
ese magnífico cuerpo suyo, diciendo: “Es sexy, folla muy bien y tiene todas las líneas
correctas”.
Pero ese es el problema, ¿no es así?
Soy una mujer.

140
El sexo siempre viene con apegos, independientemente de cuántas veces te
digas a ti misma que no ates esas cuerdas en primer lugar. Significa que hay
sentimientos. ¿Y esos pequeños imbéciles? he sido quemada por ellos y hombres
como Zane más veces de las que me gustaría contar.
Pero maldición, ¿lo mirarás?
Quizás valga la pena cometer el error de anoche una o dos o diez veces más.
Y tal vez lo haga… me duelen los muslos solo de pensarlo, en él. Pero tal vez
también quiero hacerle saber que tiene que trabajar conmigo. Que mis piernas no
solo se separan cuando me mira con esa sonrisa sexy que dice que quiere comerme
viva.
Tal vez quiero que sepa que no soy como sus otras mujeres.
No me pueden engañar.
Que soy más que una cara bonita para que descarte cuando termine esta
promoción.
Pero, de nuevo, ¿eso no contradice todo el propósito del sexo casual?
¿Ves? Es mucho más fácil de lo que parece. Especialmente cuando él está allí
trabajando así.
Esto va a ser un problema grave.
Enorme.
Quédate, deberías porque él está allí quitándose la camisa, y las cosas están
empezando a ponerse buenas.

141
Veintiséis
Harlow

—¿E stamos en la fase de no hablarnos? —pregunta Zane mientras


me mira sentada en mi silla de maquillaje. Estoy arreglando mi
cabello en el camerino del estudio del programa matutino local
en Nueva Orleans.
—¿La fase de no hablar? —murmuro cuando se malditamente bien lo que
quiere decir: la parte donde me aseguro de no estar a solas con el todo el día así no
tenemos que enfrentar el incómodo silencio presionándonos a hablar de lo que paso
cuando ninguno de los dos quiere.
—Sí. Estás evitándome en cada oportunidad que tienes. —Está abotonando su
camisa y alejo los ojos. Ver piel es malo. Muy malo. Especialmente cuando dormí

142
muy poico pensando en esa piel y como se sintió deslizándose encima de la mía.
—No lo estoy —digo, muy consciente de que tenemos una audiencia de
maquilladores y peinadores a nuestro alrededor que ya piensan que hemos estado
durmiendo juntos.
Me mira y el fantasma de una sonrisa conocedora curva una esquina de su
boca. ¿Por qué de repente estoy nerviosa?
—Es bueno saberlo —dice—. ¿Cómo estás?
—Bien. —Mantengo mi mirada al frente en el espejo y me enfoco ahí.
—¿Bien?
—Sí, bien.
—Amo cuando me das respuestas de una palabra casi tanto como cuando usas
adverbios. Me dice que estás intentando no ignorarme, pero estás fallando
miserablemente. —Se ríe y se mueve detrás de mí. Su reflejo en el espejo es de sus
hombros hacia abajo así que no puedo ver sus ojos.
—¿Estás tratando de presionarme? —pregunto.
—Ambos sabemos que se cómo hacerlo exitosamente.
Ignoro su insinuación.
—Seguro que sí. Demasiado malo que presionarme te mande a dormir a la casa
del perro.
—Todos cometemos errores —murmura el pasa un dedo por mi hombro
desnudo—. Es solo que a veces me gusta cometer errores cuatro o cinco veces, ya
sabes, solo para asegurarme que valen la pena.
¿Cómo es que con unas cuantas palabras en esa sexy voz cada mililitro de
sangre en mi cuerpo se siente en la unión de mis muslos?
¿Y más importante? ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo? ¿Que también
quiere que volvamos a dormir juntos?
—¿Es así?
—Ajá —murmura—. Saltaste de la cama y te fuiste. Me sentí solo.
Mis mejillas queman.
—Tenía cosas que hacer.
Levanta una ceja mientras se agacha, encontrando mis ojos en el reflejo del
espejo, y planta el más suave de los besos en mi nuca. Deja sus labios ahí, el calor de
su aliento acariciando mi piel de tal forma que cada nervio de mi cuerpo se siente

143
conectado a ese lugar.
—Sí. A mí.
Sexo. Exuda de cada cosa de él. La gravedad de su voz. La mirada en sus ojos
mientras me mira. El roce de su mano por mi brazo desnudo.
Y no soy la única que lo nota. Hay algunas miradas intercambiadas entre las
chicas del cabello y maquillaje mientras abro la boca para hablar y la cierro.
—¿Damas? ¿Pueden disculparnos un momento? —les pregunta.
—Por supuesto —dice la cosmetóloga, repentinamente moviéndose de sus
estaciones mientras comienzo a sentir esa temblorosa sensación en la garganta,
preocupada por lo que va a hacer Zane cuando estemos solos.
Cuando la puerta se cierra, se mueve frente a mí, bloqueando el espejo que
estaba mirando, y espera hasta que levanto la mirada para encontrar diversión en la
suya.
—Puedes parar el espectáculo ahora, ya se fueron —le digo.
—No estaba montando un espectáculo. —Odio que esas simples cinco palabras
tengan mi pulso acelerándose a pesar que mi lado racional me está diciendo que solo
es hábil hablando—. ¿No merece cada mujer ser tratada como si importara después
que duerme con alguien? —pregunta.
Oh. Por Dios. ¿Quién es este tipo?
Trato de descifrar este hombre y el hecho que sonó como un mujeriego cuando
lo escuche hablando con su amigo Jack, y aun así esto, ese comentario, no es algo que
un mujeriego hubiera dicho… bueno, a menos que esté tratando de engañarme.
¿Lo está? ¿Soy solo una mujer más dispuesta para él? ¿O este es su verdadero yo
cuando nadie está alrededor?
Odiando no saber y confundida sobre por qué incluso me importa cuando le
dije anoche que era solo sexo, hago un muro a mi alrededor por si acaso.
—¿Qué está pasando Zane?
—¿Solo me estaba preguntando cómo vamos a hacer esto?
—¿Esto? —le pregunto. Dios, la intensidad en sus ojos es enervante.
—Sí, la realidad de que ambos somos adultos maduros que acordaron tener
sexo, pero repentinamente somos tímidos y no sabemos cómo enfrentar el hecho que
en realidad tuvimos sexo; sexo increíble, si puedo agregar; y llegar a un
entendimiento sobre lo que vamos a hacer al respecto. Ese es el esto al que me estoy
refiriendo.

144
—Oh, ese esto —digo suavemente.
—Sí, ese esto. —Cruza los brazos sobre su pecho—. ¿Te arrepientes? —Directo
al punto. Sin rodeos.
—Supongo que no.
—Bueno, esa entusiasta respuesta es un verdadero empujón para mi ego. —Se
ríe.
—No, no me arrepiento, pero se suponía que fuera solo sexo. Ahora es
obviamente más que eso porque tenemos que trabajar juntos, vivir juntos y…
Zane levanta la mano para detenerme.
—Y estás complicando las cosas cuando no necesitan ser complicadas. ¿Te
gusto, Harlow?
Me río ante su ridícula pregunta.
—Espero que sí, dormí contigo ¿no?
—No respondiste mi pregunta.
Ruedo los ojos y bufo.
—Sí, me gustas.
—¿Aun te gusto después de lo de anoche?
—Sí. —Mi voz es más suave esta vez.
—Entonces es todo lo que necesitamos saber en este punto.
—No es así de simple —digo cuando comienza a alejarse.
—¿No lo es?
Déjale a un hombre pensar que el sexo y lo que viene después es fácil.
—No, pero…
—¿Fue un error Harlow?
Abro la boca para hablar, mi cabeza ya moviéndose de lado a lado cuando se
estira y pone un dedo en mis labios.
—No respondas eso ahora. Tómate tu tiempo. Descúbrelo por ti misma.
Tenemos unas largas semanas frente a nosotros y lo último que quiero hacer es
hacerlo incómodo para nosotros, pero al mismo tiempo… si es solo sexo como dices,
entonces que me maldigan si voy a detenerte si quieres más.
Me río de forma nerviosa mientras proceso lo que está diciendo, ofreciendo,
preguntando…

145
—Sin importar nada, aún tenemos que mantener el pretexto de que…
—Tú y tus pretextos. —Sacude la cabeza—. Sí, incluso si dices que no, aún
tengo que besarte cuando estemos en público. Aun tendré que tocarte. Aun tendré
que hacer todo lo que una amorosa pareja hace… la única diferencia es que cada vez
que lo haga, recordaras lo de anoche. —Su sonrisa me provoca donde sus palabras
bromean.
—Lo mismo para ti —respondo, sabiendo condenadamente bien que no será
fácil.
—No soy perturbado fácilmente.
—¿Es así?
—Ajá.
—¿Ni por una mujer hermosa? —pregunto y me levanto de mi silla así estamos
pecho a pecho.
—Hay muchas.
—¿Ni siquiera cuando hago esto? —Me pongo de puntillas y dejo un beso en
sus labios, mi lengua pasando sobre ellos.
—He sido besado antes —dice en el mismo tono estable, a pesar del repentino
deseo oscureciendo sus ojos.
—Tus pezones son sensibles sin embargo, ¿Qué pasa cuando hago esto? —Paso
mis manos de sus hombros a su pecho, las yemas de mis dedos rodeando los
endurecidos discos debajo de su camisa.
—Puedo arreglármelas bien. —Una ceja elevada.
El bastardo. Quiere actuar frío, como si dormir conmigo de nuevo fuera algo
que rechazaría cuando la repentina dureza de su polla contra sus pantalones me dice
lo contrario.
Dos pueden jugar este juego.
—¿Y esto? —pregunto tímidamente mientras paso las uñas por la línea de su
abdomen. Los músculos se flexionan bajo mi toque, su única señal de que, de hecho,
esta perturbado. Bueno, eso y la cabeza de su polla actualmente endurecida bajo sus
pantalones. Su rápida inhalación de aire cuando paso las uñas por la punta.
Antes que pueda volver a rodearlo, la mano de Zane se lanza a mi muñeca.
—Con cuidado, Harlow.
Nuestros ojos se encuentran en desafío, esperando el movimiento del otro.
—¿Hay algún problema? —pregunto con dulzura—. ¿Va a ser duro no estar

146
afectado?
—No si me respondes mi pregunta original —murmura, una voz de sexo puro
que siento por todo mi cuerpo.
—¿Y caer en tus juegos?
—¿Y bien? —dice con una inclinación de su cabeza y bajando la mirada a
donde actualmente tiene mi muñeca atrapada, mi mano contra su polla.
—Estás acostumbrando a las mujeres saltando cuando dices que sí. No salto a
menos que quiera, y…
—No es mi culpa que las mujeres no puedan resistirse y aun así, yo pueda
resistirme.
Dios, quiero borrar esa sonrisa presumida de su rostro en este momento.
—Oh, puedo resistirme a ti muy bien.
—¿Estás segura? —Quita mi mano de su polla y la mueve así se frota contra mi
propio dolor—. Porque… podríamos solo terminar con ello ahora. Podrías decir que
me quieres de nuevo. Puedo decirte que me imagine que sería el caso. Y entonces
ambos sabremos donde estamos parados. Solo enfréntalo, Harlow… no puedes
resistirte a mí.
—¿Resistirme a ti? —Me río—. Apenas te soporto.
—¿Están listos chicos? —Un golpe en la puerta nos sorprende. Alejo mi mano
y me deja, pero no aleja su cuerpo del mío.
—Un segundo —dice antes de pararse tan cerca que su cuerpo roza el mío y su
aliento calienta la piel de mi oreja cuando se agacha—. Sigue diciéndote a ti misma
que no quieres otra ronda entre las sabanas conmigo, pero no te creo. Sigue tratando
de actuar como si no hubieras pensado en ello toda la mañana… pero solo te estás
engañando a ti misma.
—No estés tan seguro de ti mismo.
—Oh, soy seguro, es cierto. En este momento tus bragas están mojadas
pensando en lo genial que fue anoche. Tu coño esta adolorido queriendo que lo
vuelva a llenar. Tus pezones están tan duros que duelen sabiendo el placer que te
traje. Así que puedes fingir todo lo que quieras que ya no me deseas… pero está
escrito sobre tu cuerpo. —Sus dientes rozan mi lóbulo mientras inhalo con
dificultad—. Dirás que sí.
Arrogante hijo de perra.
—Adelante —dice antes que pueda responder. Sus labios rozan los míos
mientras la puerta se abre y el ruido de afuera se filtra—. ¿Pretextos, recuerdas?

147
Lo fulmino con la mirada mientras todo lo que mi cuerpo quiere es acercarse y
tomar otro roce de sus labios. Pero no lo hago. En lugar de eso hago lo único que
puedo para ponerlo de alguna forma en su lugar, y con esperanza hacerlo saber lo
que hay para desear.
—¿Quién dijo que estoy usando bragas? —Una elevación de mi ceja. Sonrisa
tímida en mis labios. Evito su mirada mientras me vuelvo a sentar en la silla para
permitir que la maquilladora y la estilista trabajen su magia en mí.
Se para ahí por un segundo más, el peso de su mirada palpable.
Cuando se aleja sin una palabra, me miro en el espejo y me hago la pregunta
que sigue girando en mi mente: ¿Por qué estoy dudando?
Apuesto. Confirmado.
Genial en la cama. Confirmado.
Está perfectamente bien con sexo y solo sexo. Confirmado.
Es lo suficientemente frustrante como para que la molestia no me permita
desarrollar sentimientos por él. Doblemente confirmado.
¿Es mi miedo de estar cayendo directamente en su juego lo que me tiene
retrocediendo? ¿Cómo le dije la primera vez que nos conocimos?
Su risa recorre el pasillo desde donde sea que este en el estudio de televisión y
simplemente no sé la respuesta.
Cada mujer merece ser tratada como si importara después de dormir con alguien.
Un lindo sentimiento, pero aun así es parte de este juego. Pero demonios si el
jugador no vale la pena algunas veces.

148
Veintisiete
Harlow

—A
hí está mi chica —dice Zane antes de tirar de mi cintura para
que caiga sobre su regazo sin previo aviso.
Grito sorprendida y luego me pongo rígida cuando
siento el calor de su cuerpo contra el mío.
—Qué estás…
—Solo mantengo la fachada —murmura en mi oído mientras sus brazos me
rodean.
Hijo de puta.
Sin embargo, tiene razón. Los doscientos asistentes que llegaron temprano a

149
nuestro evento y están ansiosos por ganar algunos de los premios gratuitos se lo
creerán todo cuando vean a la linda pareja en la silla. Comprarán la noción de que
el amor realmente existe.
¿Pero para mí? Todo lo que puedo sentir son sus brazos alrededor de mi
cintura y su aliento golpeando mi oreja, y sus labios presionando un suave beso en
mis labios.
—No estás jugando limpio, Phillips.
—Tal vez no, pero te sugiero que no te retuerzas en este momento como lo estás
haciendo o de lo contrario va a dificultar que ambos nos pongamos de pie…
teniendo en cuenta tu hábito de no usar bragas y todo eso.
—Eso fue hace dos días —le digo.
—Cuarenta y ocho horas y muchas fantasías sobre lo que encontraría si
levantara esa falda tuya.
—Sigue soñando, cariño —le digo y le paso una uña sobre el muslo mientras
sonrío suavemente a los que pasan, que parecen reconocernos como las personas en
la campaña publicitaria—. De todos modos, pensé que nada te inquietaba.
—Solo mantengo la fachada —murmura entre risas.
Y tiene razón. Toda su interacción conmigo, los toques extra, las miradas, los
roces accidentales contra mis senos, se han producido cuando estamos en público y
hacemos nuestro trabajo.
En el momento en que volvemos al autobús o estamos solos, no toca ni mira en
mi dirección, incluso cuando le he dado más que suficientes oportunidades para
hacerlo. Es como si hubiera una línea imaginaria en el medio de la cama. Se asegura
de no estar cerca de la habitación cuando me cambio, me ducho o incluso me voy a
la cama. Está despierto antes que yo a pesar de ser una persona autoproclamada
como no madrugadora. Es casi como si ni siquiera estuviera allí.
No puedo entender si todo este giro de los acontecimientos me alivia porque
la presión ha disminuido o me pone en conflicto porque parece que no le interesa.
¿Quiero dormir con él otra vez? Sí. Sí. Oh y sí. ¿Pero a costa de probar que él
tiene razón? Esa es una pregunta difícil.
Pero… pero si hago que él ceda primero… ¿no obtendría ambos, una victoria
al demostrar que está equivocado y un sexo increíble para celebrarlo?
¿Entonces qué hago? Muevo mi trasero lo más discretamente posible y me
gano un gemido.

150
También sufro en el proceso, sintiendo su polla endurecerse debajo de mí y
golpear justo en el lugar donde bajaría yo misma.
—Oops. No quise hacer eso —le digo con voz burlona.
—Zane Phillips. —Ambos levantamos los ojos como niños pequeños atrapados
haciendo algo que no debían hacer. La repentina tensión de nuestros cuerpos solo
me sirve para sentir lo duro que está.
—¿Kostas? ¿Qué demonios estás haciendo aquí? —pregunta Zane, con la
conmoción completa llenando su tono.
Cuando miro hacia arriba, hay un hombre dirigiéndose a nosotros. Su cabello
es largo, pero recogido en un moño elegante. Su color es fascinante: piel oliva, los
ojos grises más claros que se ven casi translúcidos, cabello oscuro. Su ropa es cara y
su arrogancia es prominente cuando nos alcanza.
Es guapo en un estilo europeo y sofisticado. No puedo señalar cómo lo sé, pero
proviene del dinero. Y privilegio. Puedes verlo a un kilómetro de distancia.
Cuando los dos hombres se dan la mano, me pongo de pie, pero Zane me
abraza con su mano libre para que el único lugar donde pueda moverme sea de
costado sobre su regazo.
—He estado viajando por algunas reuniones y he estado siguiendo tu nueva…
eh, aventura —dice con voz acentuada con humor en los ojos.
—Si lo has estado siguiendo, eso significa que está recibiendo la publicidad que
merece. Celoso Kos… —Zane se detiene abruptamente cuando Kostas vuelve su
mirada hacia mí. En solo un segundo midiéndome, evaluándome y
deshumanizándome. Para una mujer acostumbrada a usar su cuerpo para vender
productos, hay algo en la mirada de Kostas que me inquieta.
Es casi como si quisiera comerme viva.
—¿Y tú quién eres?
—Harlow Nicks —dice Zane antes que yo.
—Ella puede hablar por sí misma —dice Kostas levantando una ceja hacia
Zane—. ¿No es ese su trabajo?
Y en ese intercambio, mi enojo porque Zane se meta en mis asuntos se convierte
en apreciación. Me está protegiendo. Simplemente no estoy segura de qué.
—Harlow Nicks —digo y esta vez cuando me pongo de pie, Zane me libera. Él
también se pone de pie, así que todos estamos a la misma altura.
—Es un placer —dice y luego levanta mi mano hacia sus labios.
Incómoda con el ambiente plagado de testosterona, retiro mi mano y me acerco

151
a Zane.
—¿Y cómo se conocen ustedes dos? —pregunto.
—Somos viejos amigos —dice Zane y Kostas sonríe—. Fuimos juntos a la
universidad y Kostas está aquí para intentar meter sus dedos en mi pastel. Lo amo
hasta la muerte, pero también sé que no puede soportar cuando alguien más lo está
haciendo mejor que él en ciertas cosas.
Una mirada intercambiada entre los dos me dice que obviamente hay más
cosas aquí de lo que parece.
—Todavía queda mucho tiempo. Deja ese ego en la puerta, amigo —dice Kostas
con una sonrisa, pero puedo notar que lo que fuera que estuviera mencionando
Zane, lo molesta. Kostas vuelve su atención hacia mí—. Lo que realmente le
preocupa a Zane es que me eches un vistazo y te des cuenta lo que estás perdiéndote
mientras estás con él.
Una sonrisa se extiende en mis labios y solo sacudo la cabeza, sin saber si
Kostas habla en serio o bromeando.
—Estoy perfectamente feliz con cómo están las cosas.
—Entonces supongo que invitarte a cenar estaría fuera de discusión.
—Asumes bien —le digo, más que feliz de defender mi posición.
Kostas nos mira a los dos antes de volver su mirada hacia Zane.
—¿Entonces eres un hombre de una sola mujer ahora? —Zane se tensa a mi
lado—. ¿Cuándo sucedió este sorprendente desarrollo? La última vez que hablamos,
estabas…
—Kostas. —Todo sobre el tono de Zane es una advertencia.
—Quiero decir, si no lo viera con mis propios ojos, habría estado seguro que
esto era una especie de juego de mierda.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta Zane, dando un paso adelante hacia él, su
cuerpo tenso. Ambos somos más que conscientes que la gente está escuchando—.
¿Te está molestando tanto que el mercado de tus inversiones cayó y tienes que
empezar de nuevo?
—Estaré bien —murmura Kostas.
—Si me disculpan, caballeros, necesito usar el servicio de damas.
Zane me da un beso en la mejilla, por si acaso, antes que me dirija al otro lado,
preguntándome de qué demonios se trató todo eso.

152
Veintiocho
Zane

—¿T e importa decirme de qué demonios se trató todo eso, Kos? —


pregunto en el minuto en que la mesera sirve nuestras bebidas.
—¿A qué te refieres? —Su risa resuena en el club
alrededor de nosotros. Es oscuro y ostentoso con asientos de terciopelo, música baja
tipo blues y las mujeres están deambulando por la sección VIP donde estamos
sentados esperando una invitación—. No seas tan estirado. Vive un poco. Estás
atrapado siendo una perra con ese inversionista tuyo, probablemente necesitas que
te la chupen de siete maneras diferentes para que te relajes un poco.
—Estoy bien, gracias —le digo a Kostas desde donde lo miro del otro lado de
la mesa, agradecido de tenerlo lejos del evento y de las orejas de Robert que todo lo

153
escuchan.
—Estoy seguro que lo estás. —Su risa es irritante, su voz condescendiente.
—¿Es así de difícil para ti entender el hecho que podrías no ganar esto? —
respondo, ignorando su indirecta sobre Harlow—. ¿Significa tanto para ti que has
venido hasta aquí para intentar sabotear mi participación en esto?
Maldito privilegiado niño rico. Quiero al idiota hasta la muerte, pero odio cuando
el lado desagradable sale de vez en cuando y los berrinches que hace cuando no
termina siendo el número uno o haciendo las cosas a su manera. Nunca me había
molestado antes… pero algo sobre la manera en que mira a Harlow, como si
estuviera disponible, me molesta enormemente.
Sé cómo opera. Cómo usa y después descarta sin pensarlo. Y sé que cuando vio
a Harlow, ya estaba intentado determinar cómo tenerla.
A la mierda con eso.
—Te lo dije, Zane. Estaré bien. El mercado está en alza. Recuperaré lo que perdí
y después un poco más. ¿Cuándo me has conocido por fracasar?
—¿Entonces por qué estás tratando de joder con lo mío?
—Quiero joder con ella… no hay duda ahí. ¿Harlow es tan buena que ahora
eres un hombre de un solo coño?
—No está disponible.
—Siempre están disponibles cuando se trata de mí. —Su risa de nuevo—. Mira
alrededor, Zane. Hay veinte mujeres aquí compitiendo por tu atención. Les
encantaría que metieras tu polla en ellas… ¿por qué estás desperdiciando tu tiempo
con una mujer cuando puedes tener una, dos, tres de ellas al mismo tiempo?
—Te quiero hasta la muerte, amigo. Eres como un hermano para mí. Pero esto,
SoulM8 y ella, Harlow, será mejor que permanezcan sin tener tus huellas. Nos hemos
conocido durante demasiado tiempo para que hagas mierdas así conmigo.
Kostas sostiene mi mirada y levanta su vaso hasta sus labios sin romper el
contacto visual. No está acostumbrado a esto, a ser retado. Y seguramente que no
está acostumbrado a que le digan que no.
Mira sobre su hombro para encontrar a la mesera, levanta su dedo para
indicarle que quiere otra ronda y luego como un hombre acostumbrado a siempre
lograr lo que quiere, apunta a tres mujeres en el exterior de las cuerdas y les hace
señas para que se sienten con nosotros.
Las mira caminar hacia nosotros, pero habla conmigo.
—¿Entonces esto es real? ¿Ella es real? ¿No es alguna táctica de negociación
para vender tu compañía?

154
—¿Por qué dirías eso?
Las mujeres están paradas a los pies del sofá en forma de U y esperando a que
Kostas les señale donde sentarse: una junto a él, una entre nosotros y una del otro
lado mío.
Pero no miro en su dirección. No encuentro sus ojos. Me niego a darles una
invitación abierta para algo que no quiero darles.
—Porque eres tú. Un perro cuando se trata de obtener lo que quieres. Además,
nunca te he visto así con una mujer.
—La gente cambia —murmuro y luego remuevo la mando con perfecta
manicura que está deslizándose lentamente por mi pierna y la regreso a su dueña
sin mirar.
—Solo cuando están motivados por algo. —Gira su rostro y besa a la mujer a
su izquierda—. Así que de alguna manera tiene que estar relacionada con esto. Con
tu triunfo. Eso lo sé. —Un beso en los labios de la mujer a su derecha—. Es eso o su
coño tiene que ser del tipo mágico y si ese es el caso, me estás privando de ello.
—No es asunto tuyo —digo, llevando mi vaso a mis labios y moviéndome
repentinamente cuando la mujer junto a mí se inclina e intenta colocar un beso en
mi mejilla. Gruñe a manera de protesta.
Kostas lo nota y levanta una ceja.
En el pasado hubiera dejado que moviera esos dedos justo hasta mi polla.
Hubiera dejado que me provocara con ellos. Dejado que me mostrara lo mucho que
me desea.
Pero a la mierda si estoy de humor en este momento. A la mierda si voy a
dejarla que me toque cuando mi mente sigue pensando en Harlow. En el maldito
juego previo que hemos estado teniendo para demostrarnos el uno al otro que no
estamos afectados.
Ella me afecta bastante. Me toma de las bolas y me hace querer cosas que nunca
he querido antes.
—Puedo follar con ella si necesitas que verifique que vale la pena la confusión
en tu rostro y justificar la total parodia de ti rechazando a nuestra amiga aquí —dice
Kostas con un levantamiento de su mentón hacia la mujer junto a mí.
Me muevo hacia adelante en mi asiento y pongo mis codos sobre mis rodillas.
—No es mi amiga. Es tuya. Y te quiero, Kos, pero es momento que me vaya y
tú también.
—¿Te preocupa que me elegirá a mí y no a ti?

155
—Eras un arrogante hijo de perra, ¿lo sabes?
—Igual que tú. —Sonríe y desliza una mano por el muslo de la mujer junto a
él sin romper contacto visual conmigo—. Nunca has sido capaz de permanecer
enojado conmigo durante mucho tiempo.
—Ajá —murmuró y me tomo el resto de mi bebida de un largo trago.
—Fue bueno verte, Zane.
No, no lo fue, pienso para mis adentros.
—Buena suerte con tus reuniones.
Asiente y justo así, se mueve hacia las mujeres a su alrededor sin importarle
las ondas que acaba de convertir en olas.
Tomo el Uber para regresar a la ciudad, donde las calles de Atlanta están llenas
y vivas, pero en todo en lo que sigo pensando es en Harlow.
¿Desde cuándo me puse tan a la defensiva cuando se trata de ella?
Estoy en el hotel en treinta minutos, entrando al vestíbulo a través del salón de
baile.
—Debe ser agradable levantarte e irte sin siquiera decir una palabra. —La voz
de Harlow es fría y su expresión no es mucho mejor cuando me giro para encontrarla
en un sillón a la izquierda. Sus brazos están doblados sobre su pecho y esas largas
piernas suyas cruzadas a la altura de las rodillas están rebotando de arriba abajo con
irritación.
—Le dije a Zoey que me iba. Se suponía que iba a…
—Sí me dijo, pero ¿qué demonios, Zane? Voy al baño y regreso para que me
digan que te has ido.
—Sabía que podrías manejarlo bien.
—Qué sea capaz de manejarlo no te da el derecho de irte así nada más.
—No tenía opción. Tenía que sacar a Kostas de ahí antes que causara una
escena.
—¿Causara una escena, te molestara o simplemente necesitabas de una noche
con los chicos para sentirte como un hombre de nuevo porque has estado atrapado
sentado en un autobús conmigo?
Meto mis manos en mis bolsillo y miro alrededor para ver quién más está cerca
para poder escuchar.
—Hubiera intentado coquetear contigo.
—Ahora controlando a quien veo, ¿cierto? —Frunce sus labios y sus ojos se

156
estrechan hacia algo antes de girarse de nuevo hacia mí—. Eso parece haber escalado
rápidamente. ¿De “no quiero tener nada que ver contigo” a que me digas a quién
puedo o no puedo hablarle? Hablando de ser un hipócrita.
—Estás siendo irracional, Harlow… —Mi suspiro llena la habitación porque en
el minutos que esas palabras salen por mi boca, sé que son un error. El vapor que
sale por sus oídos junto con su mandíbula apretada lo confirma.
—¿Ah sí?
Cualquier hombre que haya escuchado ese tono de voz antes sabe que están en
graves problemas.
—Mira, tienes derecho a estar enojada…
—Por supuesto que la tengo. Dijiste que tenías que lidiar con Kostas, te
levantaste y te fuiste. —Se levanta de su asiento y levanta sus manos con
frustración—. Te levantaste y te fuiste a hacer quién sabe qué.
¿Lágrimas? ¿Por qué hay lágrimas en sus ojos?
Mierda.
Suspiro porque no tengo idea de por qué está tan enojada.
—No conoces a Kostas como yo. Lo he conocido por años y estaba de humor
para provocar algunos problemas. Simplemente estaba intentando protegerte de
ello.
—¿Protegerme o protegerte? —Sus ojos se mueven hacia mi hombro de nuevo
y entonces sus dientes se aprieta cuando encuentra mi mirada de nuevo—. ¿Por qué
haría eso? He estado intentando encontrar por qué exactamente no querría que
tuvieras éxito si es tan buen amigo.
—Es complicado.
—Todo se vuelve mucho más fácil cuando dices eso porque entonces no tienes
que explicar nada, ¿cierto? ¿Fue porque Dios no quiera que me encuentre atractiva
y estabas intentando marcar algún tipo de reclamo en mí que no tienes? ¿Fue porque
hay algo más sucediendo aquí que…?
—Mira, lo siento. —Las palabras más importantes que necesito decir antes de
continuar porque uno: se merece escucharlas y dos, a la mierda si no me da unos
cuantos segundo más para ver cuán malditamente sexy se ve cuando se enoja.
—Y yo siento haberte esperado. Siento que hacer lo que quiera que estabas
haciendo con Kostas fuera más importante que lo que teníamos en ese momento.

157
Siento que tuve que quedarme aquí esta noche y decir todas esas cosas encantadoras
sobre ti mientras por dentro te maldecía en silencio por hacerme cubrirte las
espaldas. Oh, Harlow, estoy tan emocionada porque encontraras el amor en este
sitio. Señorita Nicks, ¿puedo hablar con Zane… oh, espera? ¿Dónde está? Bla. Bla.
Bla.
—No hubieras querido que Kostas estuviera aquí.
—No me podría haber importado menos si estaba aquí o no, pero fuiste tú
quien debió haber estado. Sabes que puedo manejar a los hombres egocéntricos y
egoístas que piensan que son un regalo de Dios para las mujeres. —Su sonrisa es
tensa—. Un buen ejemplo… tú.
Siseó ante su provocación y luego pierdo la batalla contra contener mi sonrisa.
—No me sonrías. —Apunta un dedo hacia mi pecho—. Esto no es divertido.
Nada de esto. Esto se trata de mí y mi trabajo y mi… —El dedo se transforma en una
mano presionada contra mi pecho apartándome—. A la mierda con esto. A la mierda
contigo. Me voy a la cama.
Pasa junto a mí, sus tacones repicando contra el suelo y esas caderas suyas
balanceándose tan fuerte que gruño.
Veintinueve
Harlow

C
ada paso en el pavimento, el sonido de mis tacones golpeándolo, solo
sirve para exacerbar mi furia.
Justo cuando empiezo a creer que Zane es el tipo que creo que es,
se levanta y me deja en medio de nuestro trabajo para pasar una noche de chicos.
Vuelve actuando como si nada hubiera pasado, excepto por la mancha rosada de
lápiz labial en su cuello que estoy segura que ni siquiera sabe que está allí. ¿Y se
supone que debo permanecer allí y no enojarme?
¿O sentirme herida?
Por eso necesitaba espacio. Distancia. Cualquier cosa para descubrir por qué
estoy más herida que enojada. Dolida por la visión del lápiz labial más que enojada

158
por él, dejándome para valerme por mí misma.
No importa, era solo sexo, así que no debería dolerme.
Pero las lágrimas aún pican. El rechazo aún permanece.
Ah. Odio ser mujer a veces. Odio que a pesar de decirme que esto no importa,
todavía me importa.
—Harlow.
Cierro los ojos cuando Zane grita detrás de mí.
—Por favor, solo déjame en paz. —Odio que la ruptura en mi voz me traicione.
—¿Puedes parar un segundo?
—No.
Me duelen los pies. Me duele la cabeza. Mi temperamento está ardiendo.
—Lamento no estar allí esta noche. Tomé la decisión que pensé que era la mejor
en ese momento.
—Lo que sea. —Pero no dejo de caminar.
—¿Lo que sea? —Su risa incrédula irrita mis nervios—. ¿Alguien te ha dicho
alguna vez que tu temperamento está fuera de control?
Me giro, fuego en mis venas y furia en mi voz.
—No, no lo han hecho —gruño mientras lo miro fijamente. La luz de la luna
está a su espalda, el blanco puro de su camisa de vestir resaltada junto con el lápiz
labial, y sus ojos verdes buscan los míos—. Fuera de control está un hombre que ha
pasado la mayor parte de los últimos dos días tratando de hacerme admitir que
quiero tener sexo con él. Me ha tomado el pelo. Me ha encendido una y otra vez. Me
ha frustrado y excitado. Y cuando no caigo, cuando no cedo y me acuesto con él de
inmediato porque Dios no quiera que deba entender que no soy otra de sus juguetes
con los que puede jugar… sale y encuentra a alguien más que lo hará.
Su expresión se transforma en una variedad de emociones: confusión, ira, falta
de comprensión.
—¿De qué mierda estás hablando, Harlow?
—Ese lápiz labial realmente no parece ser tu color. —Levanto las cejas, luego
me giro y avanzo hacia el autobús.
—¿Lápiz labial? —pregunta entre risas, lo que me hace apretar los puños
cuando llego a la puerta—. Cristo, Harlow.
—Déjame en paz. —Tanteo con mi llave la cerradura y grito cuando su mano
está en mi bíceps, dándome la vuelta.

159
—No hice una mierda. Kostas trató de distraerme para demostrar que debería
dejarte.
—Buen intento.
—Es la verdad.
—Lo dice cada hombre que es… —Gracias a Dios me detengo de decir la
palabra. Infiel. Me quedo en silencio mientras trato de controlar mi propio proceso
de pensamiento, mientras trato de darle sentido. Entonces lucho contra él. Por la
confusión. Por la frustración por mis propios sentimientos traicionándome. Por
odiar el hecho que estoy realmente enamorada de Zane y es más que solo el increíble
sexo—. Lo dice cada hombre que está tratando de conseguirse un polvo.
—¿Me puedes escuchar? —Su mano se aprieta en mi brazo—. Fuimos a un bar
de jazz. Kostas llevó a tres mujeres a la mesa y…
—Ahórratelo, Zane. —Nos miramos bajo la luz apagada de las luces del
estacionamiento. Las imágenes que pasan por mi mente hacen que mi estómago se
revuelva—. No necesito saber qué sucedió o que hay lápiz labial en otra parte tuya.
—La sonrisa que le doy es cualquier cosa menos amigable—. Eres exactamente quién
te dije que eras. Qué vergüenza por haber pensado lo contrario.
—Eres irritante.
—Bien. Va en ambos sentidos, entonces.
—¿Quieres saber la peor parte?
—Estoy bastante segura que no. —Intento sacar mi brazo de su agarre, pero se
acerca y mi espala queda contra el autobús y él esté frente a mí.
—Es que todo el tiempo que estuve con Kostas, cada vez que la chica intentaba
pasar su dedo por mi muslo o besar mi mejilla… —Hace una pausa y ese músculo
en su mandíbula se contrae mientras aprieta los dientes y me mira fijamente—. Todo
lo que podía pensar era en ti.
La mujer en mí que quiere creer, se hunde internamente en alivio. La mujer en
mí que ha sido lastimada por hombres de su tipo y que no quiere ser herida de nuevo
se endereza.
—Qué explicación más convincente.
—Cristo mujer, ¿puedes dejar de ser tan terca? —Se pasa la mano libre por el
cabello—. He intentado darte tu espacio. He intentado dejarte descubrir por ti
misma si vuelves a esto y quieres cometer otro error conmigo. Pero estoy harto de
esperar, Harlow.
Cuando sus labios chocan con los míos, mi espalda presionada contra el frío
acero del autobús, me resisto. Mis manos están sobre su pecho empujándolo y estoy

160
en combate con él en forma de besos enojados y labios suaves.
Su mano empuña mi cabello mientras toma el control completo a pesar de mi
resistencia.
Y justo cuando empiezo a ceder ante el calor de su boca y la frustración en su
toque y el deseo que reverbera entre nosotros como si fuera una tercera persona en
el espacio, separa sus labios de los míos. Pero no se mueve lejos. Su aliento se desliza
sobre mis labios, su respiración irregular, sus ojos penetrantes en los míos.
—No la besé porque todo lo que podía pensar era en besarte. ¿No entiendes
eso? Todo lo que quería era tenerte de nuevo.
Nos miramos el uno al otro mientras sus palabras se hunden.
Una.
Por.
Una.
Todo lo que quería era tenerte de nuevo.
Mi mano pasa de estar plana contra su pecho a empuñarse en su camisa y tirar
de él hacia mí.
—Esto es solo sexo —susurro como un recordatorio para mí y para él, para
mantener las emociones fuera. Las emociones que de mi parte se arrastran
lentamente cuando no tienen lugar aquí.
—Solo sexo —murmura, con diversión en su voz. Pero cuando sus labios se
encuentran con los míos y cada centímetro de su cuerpo roza los míos, todos los
pensamientos se pierden.
Deseo. Necesidad. Ahora. Por favor.
Esas son las cuatro palabras que siguen circulando por mi cabeza mientras
Zane trata mis labios con una dulce reverencia mezclada con un deseo desenfrenado.
—Adentro.
—Adentro —repito sus palabras cuando abre la puerta a nuestra derecha y
camino hacia atrás para no tener que romper el beso.
No tenemos más de un metro adentro con la puerta cerrada y nuestros cuerpos
flanqueados cuando me abraza y me lleva a la habitación.
Pensar es imposible cuando tira de mi falda hasta mi cintura sin pensar en el
ajuste apretado y me empuja hacia la cama.

161
—Abre tus piernas. He estado pensando en probarte durante días.
Antes que pueda decir una palabra, su rostro está entre mis muslos. Sus labios
se cierran alrededor de mi clítoris a través de mis bragas y chupa allí. El calor
húmedo, el rasguño del encaje, la sensación de sus dedos enganchando la tela a un
lado y empujándome sin ningún pretexto me hace sentir un instante de ansiedad.
—Zane. —Es una palabra sin aliento que se repite en mis labios mientras se
inclina hacia atrás y baja mis bragas por mis piernas. Apoya mis tacones sobre sus
hombros y luego me concede una sonrisa juguetona antes de enterrar su rostro entre
mis muslos. Hace alarde de respirar, olerme y luego gemir segundos antes que su
lengua me separe y profundice en mis lugares más íntimos.
Es una sobrecarga de sensaciones. Calor, ardor, presión y dicha mientras su
lengua se sumerge en mí, se mueve en círculo y luego me lame de un extremo de mi
sexo al otro. Su mano agarra mi muslo interno, sube lentamente por mi torso y toma
mi pecho. Su lengua se mueve para mover mi clítoris, burlándose de mí con éxtasis.
Los dedos de su mano libre se deslizan dentro de mí y comienzan a adorar todos
mis nervios por dentro.
Mi cuerpo está abrumado de sensaciones. Con el empuje y la atracción del
deseo en guerra dentro de mí para poder disfrutar del placer y contener el orgasmo
para que pueda crecer aún más.
Mis manos agarran su cabello. Mis caderas se doblan. Mis piernas se tensan.
Los tres intentan ayudar y obstaculizar, alentar y disuadir.
Un orgasmo significa que este placer ha terminado.
Un orgasmo significa que la construcción de combustión lenta dentro de mí va
a explotar en un infierno de deseo.
—Zane —gimo mientras duplica su asalto. Dedos y sacudidas y lengua y
succión.
—Vamos, cariño —murmura mientras trabaja fervientemente para llevarme al
límite.
—Dios, justo ahí. —Mis ojos se cierran. Mis manos se flexionan en la sábana
ahora. Mis tacones se clavan en sus hombros mientras los ecos atronadores de mi
clímax comienzan a atravesarme.
Sensación tras sensación sigue. Calor, escalofríos, temblor y tensión. Detrás de
mis párpados se vuelve blanco a medida que mi cabeza se marea y mi cuerpo
comienza a caer en esa neblina orgásmica líquida.
Y justo cuando creo que mi cuerpo ha terminado de palpitar y está en esa marea

162
post orgásmica, Zane me empuja más hacia las nubes. Pasa su lengua muy
suavemente sobre mis labios hinchados, usa la punta para rodear mi entrada; su
gruñido es suficiente para hacerme venir de nuevo, y luego presiona un beso en mi
clítoris antes de besar mi cuerpo.
Se posa sobre mí sobre sus codos, sus ojos oscuros y sus párpados pesados de
deseo.
—Dios, eres increíble —murmura antes de inclinarse y besarme tiernamente
en la boca.
—No me estoy quejando de tus habilidades, eso es seguro —le digo con una
sonrisa entre los labios.
—Lo bueno es que estoy tratando de ser paciente y dejar que tengas un
segundo… pero si no puedo follar tu coño pronto, voy a sentir un gran dolor.
Lo acerco y lo beso.
—Por favor, creo que ya te he torturado lo suficiente en los últimos dos días.
—Abro las piernas y lo provoco con una sonrisa tímida—. ¿Así está bien?
—Está más que bien. —Se ríe mientras comenzamos el baile una vez más.
Y justo cuando se desliza dentro de mí con un delgado velo de protección, nos
deslizamos dentro de lo que sea que esté pasando entre nosotros.
Sexo sin condiciones.
Privilegios con el jefe.
Amigos con beneficios.
Obteniendo las ventajas de interpretar el papel.
Cualquier forma en que quieras definirlo está bien para mí… excepto que no
es una relación.
En esas soy horrible.
Esas solo conducen al dolor.
Son algo que sé que Zane nunca aceptará.

163
Treinta
Zane

—¡R
obert!, ¿qué puedo hacer por ti?
—Solo estoy comprobando como van las cosas. Hoy
estuvieron en Nashville, ¿verdad?
—Sí. —Otro maldito día en el autobús. Otro día cerca de
regresar a mi vida. Otro día que consigo dormir con Harlow—. ¿Tienes la
información que te envié por correo electrónico? Las nuevas estadísticas y el
aumento en las subscripciones.
—Se ven bien. ¿Estás complacido con ello? —pregunta y puedo oír bullicio en
el fondo, como si estuviera sentado en un restaurante.
—Lo estoy. Siempre podrían ser mejor, pero ese soy yo siendo perfeccionista.

164
—De acuerdo. Estoy investigando algunas ideas para ver qué más podemos
hacer para tener la base de suscripción a máxima capacidad antes del lanzamiento.
—Estoy deseando escucharlas. —Mi voz cae cuando Harlow camina a lo largo
del autobús. Sus pezones están duros debajo de su camiseta y su cabello es un
desastre. La vista de ella tira de todo lo que hay en mí para ir a sentir lo caliente que
está su cuerpo recién salido de las sábanas.
—¿Pero todo lo demás está bien? —pregunta Robert.
—Sí. Seguro. —El silencio llena la línea y me golpea con una punzada de pavor.
—¿Y las cosas con Harlow están bien?
Mierda. Aquí vamos de nuevo con lo del consejero matrimonial. Ya puedo
sentirlo.
—Sí, las cosas están bien, gracias.
—Oí que tuvieron una gran pelea en el vestíbulo del hotel la otra noche. —Su
voz es suave, interrogativa y molesta.
¿Cómo diablos sabe de nuestra pelea?
—Como dos personas terminan haciendo cuando están juntos veinticuatro
horas sin espacio. No necesito un puto controlador.
—Nadie dijo que lo hicieras. Zoey está ahí para facilitar todos tus eventos y
mencionó eso cuando salía del salón de baile y se dirigía…
—Aleja a tus perros de mí, Robert. —Me levanto de mi asiento y me como el
espacio que hay en el autobús de la gira—. ¿Cómo te sentirías si alguien hubiera
estado documentando todos tus movimientos y los de Sylvie?
—Habrían visto cómo funciona una relación real —dice en voz baja,
haciéndome sentir como un imbécil por preguntar, pero que se vaya al diablo, no
necesito una figura paterna—. Que hay peleas y te irritas. Que a veces no todo son
rosas, pero lo superas y todo lo que hay en el medio.
Si pudiera golpear mi cabeza contra una pared de ladrillos, lo haría porque no
me está escuchando.
—No me entiendes, amigo. Te advertí la última vez que metiste tus narices en
mis asuntos que no lo permitiré. Socios o no, solo tienes una pequeña parte de mí y
Harlow. El resto es asunto nuestro.
—Espera. Eso es brillante. ¿Por qué no pensé en eso?
—¿Qué dices?

165
—Las campañas publicitarias son buenas porque crean una imagen con la que
la gente se relaciona, pero es ver a la gente durante los altibajos lo que hace que la
gente regrese por más y presten más atención. Me acabas de dar una idea de cómo
mantener esta campaña fresca y viva para que cada vez que se informen los eventos,
cobren nueva vida.
Jesús. Solo esas palabras me asustan.
—¿Qué quieres decir?
—Nada más espera. Necesito hacer algunas llamadas y ver si puedo hacer algo
para mañana. Entonces necesito…
—¿Robert?
—¡Te va a encantar!
La llamada se desconecta.
Gruño.
El hombre realmente va a ser mi muerte.
—¿Robert? —pregunta Harlow y luego sisea cuando toma su primer sorbo de
café.
—¿Cómo lo adivinaste?
—El gruñido. La mirada en tu rostro. Las protestas. Todo ello podría haberme
dado una pista. —Se sienta en el brazo del sofá—. Pero es un encanto.
—¿Así es como lo llamas? —Me río con cierto desprecio.
—Lo es. Sé amable con él. Es inofensivo.
Solo una mujer podría caer en su rutina inofensiva cuando sé muy bien lo
calculador que puede ser.
—No lo llamarías así si te llamara cada dos días tratando de entrometerse.
—Lo que no entiendo es, si es tan molesto, ¿por qué lo dejaste invertir?
La miro fijamente por un rato, tentado a decirle que deje de hablar antes de
tomar una decisión estúpida y dejarle saber lo que está pasando.
—Es complicado —murmuro.
—La mayoría de las cosas buenas lo son.

166
Treinta y Uno
Zane

—V
oy a matarlo.
La risa de Jack suena por el teléfono y sé que mi
mejor amigo está obteniendo alguna clase de placer
enfermo en ver esto materializarse.
—Es solo como un pequeño trozo de un reality.
—¿Parece que quiero estar en un reality? —pregunto.
—No puedo verte por el teléfono, pero las damas te aman, así que si hay algo
así como una eliminación de la isla, probablemente estés a salvo.
—Esto no es gracioso. —Veo a la pantalla de nuevo, CURSO DE LAZOS DE

167
CONFIANZA donde Robert hizo una cita para esta tarde.
Cristo.
—De cierta forma lo es. ¿Cuál es ese dicho de las mentiras pasándote factura?
—Cuando las mentiras te pasen factura, golpeas a tu mejor amigo en el rostro.
¿Te refieres a ese? —pregunto más que frustrado por el mensaje con el que me
levanté hoy de parte de Robert. El que aún ni siquiera he tenido la oportunidad de
decirle a Harlow porque está fuera haciéndose uñas y no está respondiendo.
—Tal vez es divertido —dice Jack.
—¿Divertido? —Me río y me paso una mano por el cabello. El simple
pensamiento me tiene sudando en esta maldita camiseta—. Colgar de cuerdas en el
aire y confiar que Harlow va a atraparme si me caigo no es exactamente el más
reconfortante de los sentimientos.
—Espero que la hayas tratado bien o si no… oops, se olvidará de atraparte.
—No es jodidamente gracioso, Jacko.
—¿Es tan difícil para ti confiar en alguien o…?
—Tal vez sea la maldita caída al suelo y la parte de mi cuello rompiéndose —
espeto y luego pellizco el puente de mi nariz con frustración.
—Mira el lado bueno. Estarás fuera del autobús de la gira, harás algo de
ejercicio, y verás ese buen trasero de Harlow en un arnés donde estoy seguro que
cada curva está acentuada y algo más.
—Ya las he visto, muchas gracias.
Su risa resuena.
—¿No me digas? Eso no te llevó mucho tiempo. Por otra parte, eres tú. En
cualquier momento después del día uno es considerado un largo tiempo cuando se
trata de Zane Phillips.
—Bueno, si vas a interpretar el papel…
—Podrías disfrutar de los beneficios, ¿y cómo son esos beneficios?
—Ni una queja de mi parte —murmuro mientras miro mi trabajo esparcido a
mi alrededor en el escritorio del autobús.
—Un consejo, hermano.
—¿Cuál? —pregunto, medio atento, medio distraído por el olor del perfume
de Harlow que aún persiste.
—No dejes que se encariñe. Ustedes están jugando a la casita aquí, así que va

168
a ser súper fácil para ella pensar que en el momento en que vuelvas a casa, todo lo
que necesita hacer es ponerse un delantal y puede ser tu señora.
—Si es solo el delantal y los tacones y nada más, entonces comeré lo que esté
sirviendo. —Me río, lo visual más que agitando mi polla a la vida. Joder, parece que
el solo hecho de pensar en ella lo hace en estos días.
Pensarías que no tuvimos sexo anoche por la forma en que aún estoy caliente
por ella.
—Primero el delantal, y luego hoy tendrás las cuerdas. Suena como mi tipo de
fiesta.
—No estás invitado.
—Si Robert está tan entusiasmado con que los suscriptores vean cómo es el
amor en la vida real y promover una relación funcional, hagan una película casera
esta noche sobre cómo funcionas con ella… —se ríe—… eso podría hacerlo callar.
Me río y luego gruño.
—Solo piensa —dice Jack—. Zane Phillips. Un magnate de los negocios.
Emprendedor. Maestro casamentero. Y ahora… estrella de reality.
—No me lo recuerdes.
No es así como quiero pasar el día.
Lo he temido desde el minuto en que levanté mi teléfono a mitad de carrera
para encontrar a Robert en el otro extremo.
—Vender el hecho de que tú y Harlow se encontraron en el sitio ha sido genial, pero
creo que ahora tenemos que vender que hay más que la fase inicial de la lujuria. —Había
dicho—. Piensa en darle a la gente la sensación de que el amor vale la pena. La gente quiere
que le vendan el sueño del amor, así que vamos a mostrarles lo que se necesita. Y tengo la
idea perfecta de marketing…
Me explicó que rodaríamos pequeños episodios para la web. De cinco a diez
minutos cada uno. Serían de Harlow y yo trabajando juntos o averiguando cómo
navegar juntos por diferentes elementos. Algunos serían un reto y otros
probablemente más relajados. Solo una pequeña captura de la vida con nosotros dos.
—¿Y si nos metemos en una pelea? —pregunté.
—Entonces también lo mostraremos.
—No estoy de acuerdo con esto.
—No es gran cosa. Te enviaré por correo electrónico los detalles de lo que he preparado
para ustedes dos esta tarde.

169
—Estás muy cerca de cruzar la línea, amigo.
—Confía en mí.
—Las últimas palabras más famosas.
Miro hacia la pantalla de la computadora y gimoteo ante la declaración de la
misión de la compañía: La vida está llena de desafíos. Las relaciones también están llenas
de desafíos. Los desafíos pueden ser oportunidades para el crecimiento personal, para crear
confianza, para aprender cuándo liderar y cuándo seguir, y para darte cuenta que puedes
apoyarte en tu pareja cuando ésta es débil y viceversa. Nosotros, aquí en Prueba Tus Límites,
ofrecemos numerosas oportunidades para construir su confianza, mejorar su comunicación,
y empujarlos a probarse a sí mismos que sí, se puede, todo el tiempo enfocándonos en
construir su vínculo como pareja.
Qué montón de mierda.
Se necesita todo lo que tengo para no llamar a Robert y decirle que se vaya al
infierno. Que no hay forma de que haga esto.
Estoy acostumbrado a resistir el protocolo para mantener el control… pero que
le den por el trasero a Robert si no ha sido acertado en cada movimiento que ha
hecho. Este es su fuerte, no el mío. Ninguno de mis otros negocios; principalmente
compañías de inversión y fondos de cobertura, necesita un mercadeo a la escala que
esta empresa necesita… y estoy empeñado en ganar.
Especialmente después de la pequeña visita de Kostas el otro día.

170
Treinta y Dos
Harlow

—¿E
stás bien?
Echo un vistazo a Zane, donde está sentado a mi lado.
Sus mejillas están pálidas, su rodilla se mueve hacia arriba y
hacia abajo, y sus nudillos están blancos por la tensión
donde agarra el borde del banco en el que estamos sentados.
—Estoy jodidamente genial —espeta—. Esto es una mierda. Tal extralimitación
de todo lo que le dije a Robert que podía hacer.
—Creo que se ve divertido. —Alzo la vista hacia la vertiginosa variedad de
cuerdas en los árboles que hay en lo alto. Cada uno para ponernos a prueba de una
forma u otra.

171
—Esa es una forma de decirlo. —Levanta la vista y me mira—. ¿Recuérdame
por qué estamos haciendo esto de nuevo?
—Porque queremos poner a prueba ese vínculo suyo —explica nuestro
instructor Tucker, alto, moreno, robusto y guapo. Su sonrisa es tan brillante como el
sol y cuando sus ojos se encuentran con los míos, hay interés allí que no he hecho
nada para fomentar.
—Eso no es exactamente lo que quise decir —murmura Zane suavemente.
—La causa número uno de las peleas en una relación es el estrés. Nuestro
trabajo es estresarlos, ponerlos en situaciones desconocidas y luego ayudarlos a
manejar la comunicación y la ayuda entre ambos.
—Entonces, en otras palabras, ¿causar el rompimiento prematuramente para
que puedas entrar y robar a la chica? —murmura Zane por lo bajo con un toque de
sarcasmo.
Si Tucker lo escuchó, no lo muestra con la gran sonrisa cursi que nos da. Mira
hacia su extremo izquierdo, donde otro empleado está hablando con la persona con
la cámara y les da un pulgar hacia arriba.
—¿Empezamos? Parece que todos están listos.
Esta vez, Zane se queja de algo que no entiendo.
Y continúa con la lección de seguridad, la clase rápida en la técnica adecuada
y la explicación de cada uno de los obstáculos que definitivamente parecen
desafiantes.
Ascendemos un conjunto de escalones a una especie de plataforma construida
alrededor del tronco de un árbol. Ahora estamos a unos nueve metros del suelo, si
no más. Por mucho que las alturas no me molesten, me siento un poco abrumada
cuando miro hacia abajo y me doy cuenta de lo pequeñas que se ven las personas
abajo, mirando hacia arriba.
—Mierda, eso está alto —murmuro, más que agradecida porque hayan
decidido no conectarnos con micrófonos y, en su lugar, añadir el sonido más tarde.
—Esto se llama “El espejo” —dice Tucker, mirando a Zane y luego a mí—. El
propósito es que aprendan a confiar el uno en el otro.
—Jodidamente perfecto —se queja Zane y lo ignoro. Entiendo que está enojado
con Robert, demonios, incluso yo estuve sorprendida por esta nueva táctica de
marketing, pero cuando das un paso atrás y miras el plano general, es inteligente.
Además, hemos estado tan ocupados viajando por todo el país, la mayoría de
los lugares que dudo vuelva a visitar; por lo que sería bueno para mí hacer algún

172
tipo de recuerdo además de lo bonitos que son los vestíbulos de los hoteles o clubes
de campo.
—Estas dos cuerdas aquí —dice Tucker, señalando un conjunto de cuerdas que
están a un metro de distancia. Hay otro conjunto de cuerdas paralelas y
aproximadamente dos metros directamente sobre ellas, por lo que si dibujas una
línea imaginaria, podría formar un rectángulo. Las cuerdas se extienden desde el
árbol en el que nos encontramos actualmente, por el aire libre hasta otro árbol y
plataforma a unos quince metros de distancia—. Los engancharemos a la cuerda
superior para que tengan una cuerda de seguridad para atraparlos cuando caigan…
—¿Cuándo? —Resopla Zane como un imbécil arrogante.
—Los dos se pararán en cuerdas opuestas y se enfrentarán —continúa Tucker
sin siquiera estremecerse—. Se usarán mutuamente para mantener el equilibrio y
ayudarse mutuamente a cruzar la distancia.
—¿Qué quieres decir con que nos usaremos para mantener el equilibrio? —
pregunta Zane.
—Eso es para que lo descubran.
—¿En serio? ¿Eso es todo lo que me vas a dar? —Zane otra vez, y estoy irritada
por cómo está tratando a Tucker por simplemente hacer su trabajo.
Si así es como actúan los privilegiados, desquitando sus frustraciones con una
persona sobre otra, entonces no me cuenten ahí. Prefiero ser pobre y tener
amabilidad.
Aparentemente no afectado, Tucker sigue sonriendo, silbando una alegre
melodía mientras engancha el brocho de nuestro arnés a la cuerda de seguridad
sobre nosotros.
—Lo siento por él —murmuro cuando Tucker interviene para asegurar el mío.
—Siempre son los tipos duros los que tienen un problema con esto —dice en
voz baja y luego retrocede con un movimiento de cabeza—. Aquí es donde me retiro.
Voy a bajar la escalera para que puedan resolver esto por ustedes mismos. Los veré
en la parte inferior.
—Jodidamente ridículo —se queja Zane por lo que se siente como la décima
vez en tantos minutos. Por lo general, soy bastante tolerante, pero en este momento,
me está irritando.
—¿Estás listo? —le pregunto con frialdad en mi voz.
—Emocionado. —Da un paso hacia el borde de la plataforma, su rostro es una
máscara de furia que no entiendo del todo.

173
—Si nos ponemos cara a cara, tal vez podamos presionar nuestras manos juntas
o apretar las muñecas o algo así para que usemos nuestro peso para equilibrarnos.
—Excelente.
Coloco un pie en la cuerda inferior y uso mi mano en la cuerda sobre mí para
estabilizarme mientras espero que haga lo mismo. Simplemente me mira con una
mirada de completo aborrecimiento en su rostro que no puedo entender.
—Extiende tu mano —le digo y extiendo mi mano libre, pero él solo me mira
y aprieta los dientes—. ¿Cuál es tu problema? Estás siendo un completo imbécil y,
francamente, tampoco estoy demasiado emocionada de estar atrapada aquí contigo.
Así que aguántate. ¿Olvidaste que hay cámaras allá abajo documentando cada uno
de tus movimientos? Tal vez deberías tener eso en cuenta la próxima vez que decidas
ser grosero con Tucker.
—¿Qué pasa contigo defendiendo a cada hombre que se cruza en nuestro
camino, excepto a mí?
—¿Defendiendo a cada hombre? Es algo más como educación. Levanta tu
maldita mano, Zane, porque quiero salir de esto tanto como tú.
Su suspiro se estrangula y hay algo en la tensión repentina de todo su cuerpo
cuando pone todo su peso en la cuerda que hace que todo haga clic para mí.
No está siendo un arrogante, imbécil. De ninguna manera.
Está petrificado y enmascarándolo con una actitud arrogante.
Creo que Zane Phillips le tiene miedo a las alturas.
—Dame tu mano —le digo sin dar paso—. Si tenemos una mano dándonos
apoyo, entonces el siguiente paso será mucho más fácil
Cierra sus ojos por unos breves segundos y se dice algo a sí mismo suavemente
antes de extender la mano y apretar su mano alrededor de mi muñeca y viceversa.
—¿Zane?
—Estoy bien. Estoy bien —dice, pero su apretón mortal sobre mí dice lo
contrario. Su cara es de un tono gris claro y una línea de sudor baja por su mejilla
desde debajo de su casco.
—¿Zane? —le pregunto de nuevo, rogándole que me mire.
—Déjalo, Harlow.
—Dame tu otra mano. Paremos solo en la cuerda.
Otro grito estrangulado de resistencia a pesar que sus pies hicieron lo que le

174
pedí y su mano se extendió hacia mi mano libre como un salvavidas.
—Tranquilo —murmuro, el temblor de sus manos más que notable.
—¿Puedes dejar de hablar por un segundo? —espeta bruscamente, cerrando
sus ojos nuevamente mientras suelta un aliento fortificante de su boca.
—Zane.
—Deja de decir mi maldito nombre. Dios. —Pero sus ojos se abren y hay un
poco más de color en sus mejillas ahora.
—¿Le tienes miedo a las alturas?
—¿Qué te hace decir eso? —Su tono es frío, pero los nervios hacen temblar su
risa—. Estoy bien.
—No te ves bien.
—¿Cómo les va, chicos? —grita Tuck desde el suelo. Suena muy lejos.
—Jesucristo. Quiere que nos movamos —gruñe Zane.
Da un pequeño paso más y lo sigo.
—Bueno, ese es el punto. Movernos a través de la cuerda.
Su ceño fruncido es merecido, pero no creo que encuentre ninguna diversión
en mi humor.
—Todo es culpa tuya, sabes. —Sintiéndose valiente con su acusación, Zane da
otro paso y luego comete el error de mirar hacia abajo—. Cristo.
Juro por Dios que su palidez acaba de cambiar de gris a verde.
—¿Mi culpa?
—Si no hubieras mentido sobre darte el trabajo, no tendría que estar aquí ahora
mismo y luego…
—¿Vas a echarme la culpa? ¿No empezaste esto cuando le mentiste a Robert y
le dijiste que encontraste el amor? No…
—¿Quieres callarte?
Nada me enerva más que decirme eso y justo cuando estoy a punto de
descargarme con él, en medio del aire, retenidos por cuerdas, lo veo claro como el
día. Su necesidad de discutir es distraerlo de su miedo. Con un comentario sarcástico
tras otro.
Entonces, por primera vez, cumplo con la solicitud. Contengo la lengua y doy
otro paso tembloroso para tratar de alentarlo a que haga lo mismo. Una rápida
mirada hacia abajo muestra el reflejo de la cámara siguiendo cada uno de nuestros

175
movimientos, y me doy cuenta que esto es parte de la personalidad de macho de
Zane. Su necesidad de actuar varonilmente porque está frente a la cámara.
—¿Esto no te aterroriza? —pregunta mientras doy otro paso y permanece en el
lugar mientras las cuerdas se tambalean cuando una pequeña brisa azota el espacio
en el que estamos—. Mierda. —Cierra sus ojos de nuevo para esperar a que las
cuerdas se estabilicen.
—¿Oye?
—Ahora no, Cenicienta.
—Mírame. Vamos, puedes… necesitas, confiar en mí.
—¿Por qué? —Se ríe—. No es como si pudieras atraparme si me caigo.
—Tienes razón. Las cuerdas te atraparán, pero todavía estoy aquí. Soy yo quien
puede trabajar contigo para que puedas cruzar esta cuerda.
Sacude su cabeza con rechazo, pero no habla. Otro cierre de sus ojos. Otro
deslizamiento de sus pies a lo largo de la cuerda. Otro grito de desesperación por lo
bajo.
—¿Recuerdas la otra noche?
—Joder —murmura mientras la cuerda se tambalea de nuevo.
—¿Cuando me inclinaste sobre el borde de la cama?
Se queda quieto, estabiliza su cuerpo con la ayuda del mío.
—Ajá.
—Sigo pensando en lo que hiciste.
Distraer. Desviar.
Un paso.
—¿Qué cosa?
—Los golpecitos. Tus dedos. Tú golpeando tu polla contra mi coño —le digo
en términos que escuchará, y por el destello de sus ojos verde esmeralda hacia los
míos, diría que funcionó.
—¿De verdad?
—Ajá. —Casi gimo y luego doy un paso más grande. Cuando se le corta la
respiración y comienza a mirar hacia abajo, sacudo la cabeza—. No. Mírame. Solo a
mí.
Sacude la cabeza, pero la ansiedad aún posee todo su cuerpo.
—¿Cuál es tu posición favorita?

176
—Soy un chico. Mientras esté dentro eso es todo lo…
—Esa no es una respuesta. ¿Perrito? —Paso—. ¿Vaquera inversa? —Paso—.
¿Sesenta y nueve?
—Si intentas distraerme, no va a funcionar. Estamos a un kilómetro del suelo
y…
—Y si te dijera que mis bragas están empapadas solo por hablar de tener sexo
contigo otra vez… ¿eso te distraería?
El músculo de su mandíbula se contrae mientras me mira.
—Nada me afecta, ¿recuerdas? —Pero cuando lo dice, hay una sonrisa tímida
que reemplaza la tensión de sus labios de hace unos segundos.
—No mires ahora, Zane, pero solo un par de metros más y lo hemos logrado.
Y, por supuesto, mira y luego jadea cuando su falta de concentración nos
desequilibra a los dos.
—¿Ves? Lo hiciste. —Pero puedo ver regresar el pánico ahora que ha vuelto a
darse cuenta de dónde estamos—. No te asustes. Vamos. Lo has hecho muy bien
hasta ahora.
—¿Esto terminará alguna vez? —gime.
—Simplemente elige algo para concentrarte.
Resopla, sus ojos mirando hacia la V de mis muslos.
—¿Estás usando bragas hoy?
—¿No te gustaría descubrirlo?
Y eso es todo lo que necesito para ayudarlo a llegar los últimos metros y subir
a la plataforma. Sus brazos me rodean en el momento en que nuestros pies están
planos sobre las tablas de madera y esperamos que Tucker suba las escaleras y nos
desenganche.
—Gracias —murmura contra mi oído mientras me presiona contra él. Huele a
sudor, a colonia y a miedo, y al infierno si hay algo en la combinación que impulsa
mis endorfinas a toda velocidad.
—¿Por qué?
—Por no gritarme.
Sonrío.
—Solo ayudé a distraerte.
—Gracias. —Se inclina hacia atrás y me mira un momento antes de inclinarse
y presionar el más suave de los besos en mis labios. La mezcla de adrenalina y

177
ternura inesperada hace que cada parte de mí quiera fundirse con él.
—Entonces, ¿qué les pareció? —dice Tucker, el zapateo sus pasos llegando
nuestros oídos solo unos segundos antes de llegar a la plataforma. Nos
sobresaltamos ante su risa—. No se preocupen. Sucede mucho. Luchando en ese
extremo, reconciliados en este.
Zane se aleja de mí pero me toma por sorpresa cuando une su dedo meñique
con el mío a nuestros costados.
—Lo hicieron genial. —Tucker aplaude—. El camarógrafo también consiguió
algunas buenas tomas. Ahora, pasemos al siguiente tramo. ¿Qué elegirán?
Me río cuando Zane gime, pero hay mucho más orgullo que hace quince
minutos.
Treinta y Tres
Harlow

—O
ye. —Una mano en mi espalda. Una sacudida me movió de
lado a lado—. Levántate, dormilona.
—¿Qué hora es? —gimo, tirando de la almohada sobre
mi cabeza.
Un cálido beso se presiona contra mi hombro. La boca de Zane se queda allí
cuando habla y mi cuerpo somnoliento se calienta.
—Temprano.
—Vete.
—Pensé que eras madrugadora —dice con una sonrisa.

178
—¿Por qué suenas tan alegre? ¿Qué es esta hechicería?
—Vamos. Quiero llevarte a algún lado.
—¿Ahora mismo?
—Ajá.
—¿Una cafetería? —pregunto, esperando que a esta hora impía, al menos me
conceda esto.
Otra risa en ese suave ronquido matutino que saca todo tipo de sentimientos
de pareja que se supone que no debo sentir.
—Ahora mismo. —Una mano se desliza suavemente por mi espalda—. Sin
maquillaje. Sin peinarse. Y si te mueves lo suficientemente rápido, te puedo
garantizar un poco de café.
Cuando me levanto y me giro para mirarlo, se ve somnoliento como yo… y
muy sexy. Por mucho que ame al hombre con sus camisas de vestir, chalecos y
corbatas, cuando está así; camiseta con cuello en V, jeans, cabello desordenado, es
irresistible. El poder del ejecutivo se reduce a chico universitario de fraternidad.
—Vamos, vamos a perdérnoslo. —Sus palabras son enfatizadas por una
palmada en mi trasero.
Hago lo que dice, pero me quejo todo el tiempo. Cuando me da una taza de
café. Cuando el aire frío de la mañana me golpea cuando salgo del autobús. Cuando
me dice que tenemos que subir una ladera de la montaña antes del amanecer con el
cielo volviéndose azul. Cuando revisa su reloj cada pocos minutos para asegurarse
que estamos donde necesitamos llegar a tiempo.
—¿Te importaría decirme a dónde vamos o qué estamos haciendo? —le
pregunto desde dónde estamos sentados, un parche de hierba al lado de una
pendiente.
—Solo tienes que esperar y ver.
—Últimas palabras más famosas —resoplo ante el mensaje críptico, pero
secretamente me gusta este lado tranquilo y sin pretensiones de él—. Si estamos aquí
para ver el amanecer, podrías decir eso y estaría bien con eso.
No responde, solo mantiene sus ojos mirando al frente, cuando una gran
sonrisa ilumina su rostro.
—Mira.
Cuando me giro para mirar hacia el este, me encuentro con la lenta salida del
sol sobre la cresta más allá. El cielo está lleno de rosas y naranjas. Las nubes en la

179
distancia son una variedad de colores. Pero antes que pueda juntar palabras, algo
más comienza a asomarse por el borde de las colinas y unirse al sol. Enormes globos
de color.
—¡Vaya! —Ni siquiera me doy cuenta de que lo digo ya que el cielo de repente
se llena con un globo de aire caliente tras otro. Ascienden rápida y silenciosamente.
Sus marquesinas; rayas, zig zags, lunares y colores sólidos, iluminan el cielo con su
color y presencia.
—Muy genial, ¿eh? —murmura Zane a mi lado.
—¿Dónde…?
—Shhh —murmura sin mirarme y señala la escena salida de una postal que
tenemos delante.
—¿Alguna vez has estado en uno?
—No.
—Tú has…
—Shhh. Solamente disfrútalo.
Y entonces nos sentamos temprano en la mañana con nuestro café frío ahora y
vemos cómo el cielo cobra vida. Pero hay algo sobre el hombre a mi lado que llama
mi atención igualmente.
Por lo general, soy buena leyendo a una persona, sabiendo quiénes son
después de solo un encuentro… y, sin embargo, Zane me prueba continuamente que
podría estar equivocada. Este tipo, el que habla con su perro por cámara web y me
despierta para sorprenderme con esto, no se parece en nada al hombre que conocí
por primera vez cuando me confundió con su paseadora de perros.
Y creo que saber eso podría ser perjudicial para mi corazón.
—Lamento haber sido un imbécil ayer. —Sus palabras son suaves y su tono es
uniforme mientras se reclina sobre sus manos detrás de él, pero mantiene sus ojos al
frente.
—Tenías miedo.
—Siempre me han aterrorizado las alturas.
—Todo lo que tenías que hacer era decirme algo. Cualquier cosa que me haga
saber para poder ayudarte.
¿Es por eso que me trajo aquí? ¿Disculparse con una hermosa vista y una
conmovedora disculpa?
—No es así de fácil.

180
—No es como si me hubiera burlado de ti.
Se ríe suavemente.
—¿Tienes idea de lo difícil que fue ser el chico y querer protegerte si algo salía
mal? ¿Ser el fuerte que te alcanzará y te agarrará si te resbalas de la cuerda y caes
solo para saber que nunca podré hacerlo porque estoy petrificado de caerme?
—Hubieras reaccionado.
—¿Cómo puedes decir eso?
—Porque lo sé. Te arriesgas y lo haces sin pensar.
Me mira, sostiene mis ojos por un momento, un grupo de emociones nadando
a través de sus ojos esmeraldas que no puedo descifrar.
—Gracias por ayudarme a cruzar… y distraerme. —Una sonrisa tímida adorna
esos labios, haciendo que mi estómago se mueva antes que vuelva a mirar los globos.
Pasamos los siguientes momentos señalando los diseños. Escogiendo uno
favorito. Fingiendo que hay una carrera entre todos y que ambos elegimos el que
creemos que ganaría. Nuestra risa hace eco a nuestro alrededor, y en algún
momento, me muevo para estudiarlo. Las líneas de su perfil. El poco vello cubriendo
su mandíbula. La gorra de béisbol sobre la frente.
—¿Qué estás mirando? —pregunta Zane, sus labios extendiéndose en una
sonrisa, pero no me mira.
—Solo estoy tratando de descifrarte, eso es todo.
—Muchas personas lo han intentado. Pocos han tenido éxito.
—Dudo que pocos hayan vivido contigo durante casi un mes tampoco.
—Cierto. —Asiente lentamente y se lleva la taza de café a los labios—. Nadie
lo ha hecho.
—¿No?
—No.
—Gracias por elaborar —le digo a través de una risa.
Se encoge de hombros.
—¿Qué quieres que te diga? Podría darte la respuesta que la gente espera. Aún
no he encontrado a la mujer adecuada. Trabajo demasiado y eso no es justo para la
otra persona… pero nada es cierto.
—Está bien —mascullo las palabras, sin entender completamente lo que quiere

181
decir.
—Tal vez no sé lo que quiero. Tal vez trabajo demasiado y vivir con alguien
significa que les estoy dando falsas esperanzas sobre el hombre que podría ser algún
día cuando aún no estoy listo. Tal vez no estoy destinado al matrimonio; Dios sabe
que tuve un mal ejemplo de lo que uno era creciendo; y, por lo tanto, no quiero darle
falsas esperanzas a nadie.
—Y tal vez solo disfrutas a las mujeres —le digo levantando las cejas mientras
trato de procesar toda esta honestidad de él.
—Eso es cierto. Sí. —Me mira con la cabeza inclinada hacia un lado y una
sonrisa suave en los labios—. ¿Es tan malo que no sepa qué quiero ser cuando sea
grande?
Su pregunta me detiene por un momento para asegurarme que sea sincero.
Hay una sinceridad en sus ojos que me asusta.
—No. De ningún modo. Pero me sorprende que digas eso. Obviamente tienes
éxito. Parece que tienes un millón de cosas por hacer.
—¿Qué pasa contigo? ¿Por qué no tienes novio o esposo? ¿Qué quieres ser
cuando seas grande? —Extiende la mano y mete un mechón de cabello suelto que se
cayó de mi cola de caballo detrás de mi oreja. Por un breve momento, su pulgar
descansa en el costado de mi mejilla cuando lo hace.
Lucho contra el impulso de poner mi mejilla en su mano, niña tonta, y en
cambio, me concentro en responder a su pregunta.
—Cuando crecí, quería ser veterinaria. O mejor dicho, creo que mi línea de
sucesión cuando era niña era una princesa: se requería un vestido rosa con volantes
y una tiara de diamantes…
—¿No es así siempre?
—Y luego un astronauta solo porque pensé que los extraterrestres tendrían piel
púrpura y me encantaba el color.
—¿Qué pasó con el rosa?
—Para cuando me gustaba el púrpura, ya había dejado el rosa. —Me río—.
Entonces creo que quería ser mamá.
—Todavía es muy plausible.
—A su tiempo. —Asiento y sonrío—. Y lo siguiente era querer ser la próxima
Jane Goodall. La señora que estudia chimpancés en los bosques de África.
—Ama a los animales y los viajes. Anotado.
—Entonces decidí que quería ser rey. Estaba harta de que me mandaran.

182
Olvídate de la princesa indefensa.
—Déjame adivinar, ¿estabas harta de esperar a que viniera tu príncipe?
Resoplo.
—Más bien estaba harta de que me dijeran que necesitaba un príncipe. Mi
mamá… es una romántica desesperada.
—Y tienes algo en contra del romance, ¿lo entiendo?
—No. Sí. —Me encojo de hombros y me río suavemente—. No lo sé.
—¿Qué? ¿Dime?
—Incluso después que mi papá se fue cuando yo era pequeña, ella todavía creía
en el cuento de hadas. En la noción de que hay un príncipe para todas. En la idea
que el amor lo conquista todo. Siempre me confundió ya que la había visto
lastimarse una y otra vez. ¿Por qué creer tanto en algo cuando continuamente te trae
miseria?
—Supongo que es diferente para todos.
—Sí, bueno, después de verlo un par de veces decidí que iba a controlar mi
propio cuento de hadas.
—¿Siendo el rey?
—Sí. Quería ser quien pudiera tomar todas las decisiones cuando se tratara de
mi vida, no dejar mi felicidad a otra persona.
—Por lo tanto, de ahí es donde sacas decir las cosas tal y como son. —Palmea
su mano sobre su corazón y esta vez cuando la deja, la sonrisa amplia en su rostro,
la coloca casualmente sobre mi rodilla.
—Qué les corten la cabeza —digo con mi mejor acento británico.
—Cuidado, Cenicienta… vengo de un lugar que alguna vez fue una colonia de
tu reino, mi señor. —Aprieta mi pierna—. ¿Qué más quería ser esa mente creativa
tuya?
Me callo y miro hacia el horizonte.
—Un explorador de modelos se me acercó en un centro comercial. Me dijo que
debería modelar mi rostro. Mi madre pensó que era una estafa, pero le rogué que
me dejara hacerlo. Obtuve mi primer trabajo unas semanas después. Era un
espectáculo de pasarela, cosas de poco tiempo, pero había algo en la sensación de
eso… no lo sé… —Me encojo de hombros, sintiéndome tonta y extrañamente
vulnerable.
—¿No sabes qué?

183
—Realmente es una tontería.
Golpea su rodilla contra la mía.
—Dime.
—Me hizo sentir amada. —Me aclaro la garganta, odiando que de repente me
sienta expuesta—. Sé que fue la ropa que llevaba puesta lo que la gente aplaudía,
pero para esta chica de la que nadie se daba cuenta… cuyo padre no creía que ella
fuera lo suficientemente importante como para quedarse y verla crecer…
simplemente, me hizo sentir que valía algo. Y sí —levanto mi mano para evitar que
diga algo—, antes que digas que no debería encontrar mi autoestima en las
opiniones de los demás sobre mí, lo sé. En aquel entonces, sin embargo, ese trabajo
de modelaje fue el comienzo de poner mis pies en tierra. Fue el momento en que
podría haberme quedado donde estaba, quién era, o podría ser la persona que quería
ser.
—Todo lo que iba a decir es que lo entiendo —murmura—. Entiendo. Mi
familia… Cristo, mi familia era un desastre. Claro que mis padres estuvieron juntos
para siempre, pero cuando vives bajo la neblina borracha del alcohol, hace que todo
sea más tolerable… para todos, excepto las personas que viven contigo.
—Lo siento.
—No lo hagas. Preferían su vodka sobre su hijo y Dios no lo quiera si se
interponía entre los dos. —Mi corazón se sacude en mi pecho por el niño que creció
en esa situación.
—¿Es por eso que viniste a América?
—Una noche… mierda, una noche, cuando tenía quince años, mi papá levantó
su mano habitual hacia mí y, por primera vez, me defendí. Las cosas cambiaron
después de eso. Su lucha empeoró, su consumo de alcohol se hizo más pesado… y
ya no podía hacer nada bien.
—Zane…
Mece la cabeza de un lado a otro como si estuviera recordando y midiendo
cuánto decirme.
—El día después de mi decimoctavo cumpleaños, me mudé. Le robé un collar
a mi madre y lo vendí para pagar la tarifa de mi avión aquí. No estoy orgulloso de
eso, pero a veces haces lo que tienes que hacer. —Frunce los labios por un momento,
casi como si estuviera sopesando qué decir a continuación—. Cuando hice mi primer
gran intercambio en el mercado de valores, cuando tuve la misma sensación de valor
de la que estabas hablando en tu primer trabajo de modelaje, le envié un cheque por

184
el collar y luego unos cincuenta más. Ese fue mi agradecimiento por traerme a este
mundo… y luego mi afirmación de que nunca quería ser como ninguno de ellos.
—¿Crees que lo has logrado? —Me mira a los ojos, sorprendido por mi
pregunta—. Quiero decir, ¿has hecho esa distinción en tu cabeza de que eres
diferente a ellos?
—Creo que siempre perseguiré esa distinción —murmura y luego se aclara la
garganta, la mirada reflectante en sus ojos desapareció. Un tema demasiado cercano
para un hombre que solía estar alejado del mundo.
Y antes de darme cuenta, nos ha desplazado sin esfuerzo a la hierba detrás de
nosotros, donde sus labios encuentran los míos.
El beso me desconcierta por un segundo.
No estamos en público. No hay nadie para documentar la relación entre el
propietario de SoulM8 y su pareja.
No estamos en el autobús. No hay, “esto es solo sexo casual con nada más”.
Somos Zane y yo en una colina con globos de aire caliente encima de nosotros
y nadie por kilómetros.
Me hundo en el beso. En la falta de pretensiones con él. A disfrutar el calor y
la suavidad de su lengua y la fuerza en su mano que me acuna la cabeza.
—¿Qué estamos…?
—Shh. Estamos viendo globos. —Se ríe, evitando que sea estúpida y evite que
me bese.
Porque esto se siente tan bien. Se siente muy bien. Tan increíble que necesito
callar mi mente y dejar que sus labios y lengua y el calor que está extendiendo por
todo mi cuerpo sean lo único en lo que estoy pensando.
—¿Qué otras cosas soñaste ser? —murmura contra mis labios cuando termina
el beso.
—Todavía estoy soñando —digo cuando abro los ojos para encontrarlo sobre
su codo mirándome y su mano descansando sobre mi estómago.
—¿Y los hombres? ¿Los hombres entran en este sueño?
Me río.
—Esa es una declaración bastante amplia.
—¿Lo hacen?
Trago sobre el nudo alojado en mi garganta e intento ignorar la aceleración
repentina de mi pulso. A Zane no le gustan las citas ni el largo plazo… acaba de

185
decir todo eso en muchos términos, entonces, ¿por qué mi corazón late como si
quisiera que él me quisiera?
Mantenlo ligero, Low.
—Tengo un gusto horrible en los hombres.
—¿Debería estar ofendido? —Se ríe.
—Eso no es lo que quiero decir —digo y luego me doy cuenta que sí es lo que
quiero decir—. Permíteme iniciar diciendo que es lo que quiero decir. —Una risa
nerviosa de mi parte. Un giro de mis ojos hacia los globos que todavía salpican el
cielo.
—¿Entonces supongo que todavía no has encontrado a tu Príncipe Azul? —Su
sonrisa se curva en una esquina de sus labios.
—Mi madre piensa que cada hombre tiene un poco de ambos.
—¿Y tú? ¿Qué piensas?
—Creo que elijo a los hombres que se ven bien, que tienen un poco de
arrogancia, pero al final se aman más de lo que nunca se permitirán amar a alguien
más. Incluso con los errores de mi madre para mirar, todavía me enamoro de ellos.
Con fuerza. Y cuando me doy cuenta que es demasiado tarde para que mi corazón
vuelva ileso, se van y está roto.
—Jodido amor —dice y se ríe.
—¿No vuelve todo a eso en un momento u otro? —pregunto.
—No sabes la mitad de eso. —Se ríe a medias, suspira a medias.
—¿Qué se supone que significa eso?
Zane me mira por un momento, sus ojos se entrecerraron y sus labios se
torcieron como si quisiera decir más, pero luego sacudió la cabeza.
—Solo un comentario de chico. —Se encoge de hombros y luego presiona un
casto beso en mis labios—. ¿Deberíamos regresar?
—¿Tenemos que hacerlo? —Me río—. Es muy tranquilo aquí arriba. No hay
celulares. No hay autobús. No…
—No está Robert.
—No está Robert. —Me reí entre dientes—. Tengo miedo de ver lo que nos
espera en nuestro próximo destino.
—No me lo recuerdes —gime, poniéndose de pie y tirándome de mis manos.
—Siempre una aventura.

186
Une sus dedos con los míos y los balancea.
—Siempre.
Caminamos de regreso por el sendero, hablando todo el tiempo sobre esto o
aquello, cosas simples que nunca hemos discutido realmente a pesar del hecho que
estamos viviendo juntos. Sin embargo, todo el tiempo, sigo pensando cómo he
tenido una sonrisa en mi rostro todo este tiempo. Cómo esta pequeña excursión
inesperada me hizo darme cuenta que a veces las primeras impresiones merecen una
segunda mirada.
Especialmente cuando se trata de Zane.
Treinta y Cuatro
Harlow

—E
so no fue tan malo.
Zane levanta la mirada hacia mí desde donde está de
pie. Tiene harina en una mejilla, las mangas de su camisa
enrolladas hasta los codos, y está lamiendo glaseado de un
tazón.
—Para nada malo. Hornear juntos no es nada malo.
—Solo te gusta comer lo que queda.
—¿A quién no? —Se ríe y da otra lamida—. Además, tú en tacones y un
delantal, luciendo toda domestica fue…

187
—El equivalente a ti luciendo todo doméstico. —Elevo una ceja.
Se ríe.
—Juré que iba a haber una trampa aquí. Como ingredientes raros o ninguna
receta, o algo para retarnos.
—Cocinar con los ojos tapados.
Se ríe.
—O cocinar desnudos. —Levanta una ceja y esa lenta sonrisa en sus labios y la
caída de sus ojos por mi cuerpo y de regreso dice exactamente en que está pensando.
—Siempre está eso, pero entonces pienso en quemaduras accidentales en
lugares que no tienen que quemarse.
Zane sisea y se hecha a reír.
—Suena más sexy de lo que sería. Vamos a agradecer que no fuera nuestro reto
de hoy.
—Gracias a Dios no. —Pero hubo cálidas respiraciones en mi nuca. Suaves
besos en mi hombro desnudo. Gruñidos bajos cuando me agachaba a revisar los
cupcakes en el horno.
Todas las cosas que había estado tratando de recordarme diariamente, más
bien cada hora; que eran parte del acto. Actuar como una pareja cuando no lo
éramos. Y aun así, no podía prevenir a mi mente de ir ahí. De preguntarse cómo
sería si Zane decidía alguna vez que podía haber más después que la gira hubiera
terminado.
¿Más?
Oh, Low. ¿Estás perdiendo la batalla, no?
Esto no debería de estar pasando.
—Puede haber sido un día fácil, pero combinado con las otras siete aventuras
que hemos tenido esta semana, estoy jodidamente exhausto. —Recarga la cadera en
el mostrador, y me encanta que sostiene el tazón contra su estómago mientras toma
otra lamida como haría un niño pequeño.
Hay algo extremadamente sexy en la visión así que miro fijamente más tiempo
del que haría normalmente.
—¿En serio han sido siete? —Me acomodo en mi silla y bostezo mientras
deslizo los pies fuera de los tacones y los pongo en la mesa frente a mí. Sí, es una
cocina y mis zapatos deberían estar en el piso, pero al demonio, mis dedos están
gritando por algo de alivio.

188
—Vamos a ver, estuvo el curso en las cuerdas.
—Quien podría olvidarse del buen “Tucker” —murmuro y sé que el botón que
presiono es el correcto cuando sus ojos se endurecen y sus cejas se elevan.
—El buen Tucker que me estaba haciendo atravesar aros así terminaríamos
nuestra relación falsa y podría lanzarse sobre ti.
—Como sea. —Me río, pero me encanta que estuviera celoso y lo admita.
—Luego pescamos en el lago.
—Ugh. Gusanos.
Se ríe y sé que está pensando en mi gritito cuando me hizo poner uno en el
anzuelo por mi cuenta.
—Pero atrapaste un pez.
—Lo hice.
—Y luego la carrera de sacos a tres piernas en la ciudad.
—La más larga en todo Estados Unidos. —Le disparo una sonrisa brillante
pensando en el calor, la incomodidad de nuestras piernas amarradas juntas, y la
frustración de cada vez que nos caímos.
—Tengo la más larga justo aquí.
Ruedo los ojos y sacudo la cabeza en negación.
—Como sea.
—¿Te estás quejando?
—No, en absoluto —digo mientras toma otra probada de glaseado.
—Luego el desafío con los ojos vendados.
—No me importa lo que digas, pero hacerme probar Vegemite2 sin darme una
advertencia de su sabor… no se a lo que sabe, pero me aseguraré de no volverlo a
comer. —Me estremezco ante el pensamiento de estar con los ojos vendados
teniendo que probar las cosas que me daba.
—No insultes uno de mis favoritos.
—Créeme, si decido visitar el continente de abajo, definitivamente no voy a
comer esa mierda. —Pero hay algo acerca de mi comentario que lo tiene inclinando
la cabeza hacia un costado y solo mirándome.
—Puedo pensar en muchos otros beneficios del continente de abajo. —Su voz
es tímida, lamiendo sus labios sugestivamente. Mi cuerpo reacciona
inmediatamente cuando baja el tazón junto a él y camina a unos centímetros de
donde estoy sentada.

189
Sus ojos se oscurecen y sostienen los míos mientras levanta mis adoloridos pies
y comienza a mover su pulgar en el arco. Soy más que consiente que solo recite
cuatro de las cosas que hicimos, pero en este momento en todo lo que puedo
enfocarme es en sus manos mágicas—. Oh, eso se siente bien.
—¿Sí?
—Justo ahí.
Él sigue frotando. Yo sigo haciendo sonidos de apreciación muy similares a
gemir y quejarme.
—No es que me queje en absoluto, Cenicienta, pero, ¿por qué siempre insistes
en usar tacones?
—¿Por qué no? —Una suave sonrisa adorna mis labios—. Puedo ser alguien de
tacones en la vida o alguien de sandalias. Escojo tacones. Sofisticados y elegantes.
¿Lastiman? sí, ¿luzco como quiero lucir? Siempre. —Sonríe y sacude la cabeza
mientras dejo la mía caer en el respaldo de la silla mientras sigue frotando—. No.
Te. Detengas. Nunca.
—Te recordaré esas palabras más tarde.

2Vegemite es la marca registrada para una pasta de untar de carácter alimenticio, de color marrón
oscuro y sabor salado
—Mmm —murmuro mientras el dulce entumecimiento se extiende por mi
cuerpo ante la promesa de sus palabras.
—Tengo champaña si quieres un poco.
—¿Champaña? —le pregunto.
—Para celebrar.
Ahora tiene mi atención. Levanto la cara para encontrar sus ojos.
—¿Celebrar qué?
—Bueno, ya estamos a más de la mitad de esta gira en autobús que jure
terminaría siendo mi final si Robert obtenía lo que quería…
—Dios lo cuide. —Me río, pero Zane me da una mirada que dice que es serio.
—Y porque el número de suscriptores ahora ha superado todas las
predicciones. Odio admitirlo y nunca lo diré en su cara, pero Robert estaba en lo
cierto con esta mierda de mostrar la vida real. Esta sección de los videos está
teniendo tanto tráfico que es ridículo.
—¡Felicitaciones! —le digo—. Eso es increíble y asombroso y oh por Dios, ¿eso
significa que va a ponernos a hacer más tonterías verdad?

190
—Eso me temo. —La risa de Zane retumba en la cocina de acero inoxidable y
hace eco de nuevo hacia mí—. Solo piénsalo, también significa que estás a medio
camino de terminar de lidiar conmigo. Conseguirás ir a casa a tu propia cama, con
Lula y de regreso a tu vida.
—Yay —le digo, mi voz llena de entusiasmo para enmascarar la repentina
llamarada de pánico que sus palabras me han traído.
Más de la mitad hecho.
Me golpea justo aquí en medio de una cocina de una escuela con Zane frotando
mis pies, cupcakes en el mostrador listos para comer y mis propias dudas girando
en un círculo constante en mi cabeza, pero nada de eso parece importar.
Me estoy enamorando de Zane Phillips.
Estoy enamorándome de él y el tiempo que nos queda es limitado.
La cuenta regresiva ha comenzado.
Treinta y Cinco
Harlow

E
l autobús se detiene, luego se enciende.
El sonido de un frenazo por el camino.
Las luces iluminan las ventanas a ratos. Y otros, el mundo parece
una negra masa de nada que se extiende infinitamente.
Es lo más que he viajado en mi vida y desafortunadamente todo lo que estoy
viendo son salones de baile y hoteles, e interminables tramos de carretera por la
noche.
Zane juega ausentemente con mi cabello mientras nos relajamos en el sillón.
Está sentado, viendo las noticias, y estoy acostada con la cabeza en su muslo, ojos
cerrados, tratando de procesar cómo es que esta es mi vida actualmente.

191
—No puedo creer cuantas personas se presentaron hoy —le digo.
—Estaba sorprendido, pero no debería estarlo. El número de suscriptores
reflejan un aumento desde la primera ola de personas que permitimos comenzar a
usar la plataforma esta semana. La sugerencia de Robert de permitirlo para que lo
publicaran en sus redes sociales fue la correcta.
—Te escuché al teléfono con él más temprano. Todo sonaba como buenas
noticias por lo que pude entender.
—Muy buenas noticias.
Su mano en mi cabello es relajante, tanto que me congelé cuando comenzó a
hacerlo porque es un gesto tan íntimo.
—Esa mujer de esta noche… la de la fila de enfrente con la camiseta de
lunares…
—¿La que monopolizó tu tiempo? Me sentí mal por ti, pero no podía
exactamente sacarte sin parecer un idiota.
—Estuvo bien —murmuro mientras sus dedos comienzan a masajear mi cuero
cabelludo—. Parecía tan pérdida, tan desesperada por encontrar a quien amar… me
rompió el corazón.
Y aquí estábamos nosotros pretendiendo tener el perfecto… bueno, no tan
perfecto amor si veías los videos que hizo Robert mostrándonos discutiendo en el
curso de confianza con las cuerdas, lanzándonos harina al cocinar, y posiblemente
maldiciéndonos el uno al otro mientras caíamos con nuestras piernas atadas.
—No puedes salvar a todos, Cenicienta.
—Lo sé. —Suspiro—. Solo espero que encuentre lo que está buscando en
SoulM8, ya sea compañía… un novio. Su príncipe.
—La vida no es un cuento de hadas.
—Para algunas personas como mi madre lo es. Para otras… tienen que
escribirlo ellas mismas. —Cuando abro los ojos, su atención se ha desviado de las
noticias y está mirándome. Ojos verdes y sonrisa suave. Y odio que cada parte de mi
suspire sabiendo lo normal que se siente. Cuando esto se siente como novio y novia
en una tarde de jueves mientras pasan el rato.
Cuanto tengo que recordarme que no lo es.
—Pareces cansada —dice suavemente y trae su pulgar suavemente bajo mis
ojos.

192
No seas dulce, Zane. Por favor no seas dulce porque eso solo es dañino para mi corazón.
—Estoy bien. —Estoy exhausta, cansada más allá de las palabras, pero este raro
momento con Zane no es trabajo y voy a disfrutarlo mientras pueda.
—Mmm. —Recarga la cabeza contra el respaldo del sofá y se queda en
silencio—. Si pudieras tener algo en este momento, ¿qué seria?
Giro mi rostro hacia su mano acunando el costado de mi mejilla y solo cierro
mis ojos por un segundo y lo pienso.
—Una noche libre.
—¿Una noche libre? —Sus ojos están de nuevo en mí, su pulgar frotando mi
mejilla—. Conozco a tu jefe, sabes.
—Muy divertido.
—Es en serio. Si necesitas una noche libre, deberías habérmelo dicho. Le diré a
Robert que pare y cancele lo que sea.
—¿Nunca necesitas una noche libre? —pregunto.
Mueve la cabeza de lado a lado como si estuviera pensando cómo responder.
—Típicamente Smudge es el único que se preocupa de dónde estoy, o más bien
debería decir que es el único que me importa que le importe donde estoy… así que
no, trabajar no me cansa. Me mantiene cuerdo.
—Todos necesitan tiempo de descanso.
Una hebra de cabello es apartada de mi rostro. Acomodada detrás de mi oreja.
—Tal vez no he encontrado a la persona correcta que haga que me importe.
El silencio cae entre nosotros porque sé malditamente bien que dijo que no era
algo que sintiera o creyera.
¿Entonces por qué lo está diciendo ahora?
Odio esa chispa de esperanza que se enciende antes que tenga oportunidad de
apagarla. Una pequeña chispa por la que la señorita de esta noche estaba
desesperada.
—¿Entonces una noche libre? —insiste.
Me toma un minuto encontrar mis pensamientos de nuevo, alejarlos de él y
volver a lo que estábamos hablando antes que hiciera esa declaración.
—No lo sé. No es que necesite una noche libre… tal vez es más querer hacer
algo sin ser observada constantemente. Cuando hacemos las presentaciones
tenemos audiencia. Tenemos entrevistas y somos escrutados por los que hacen las
preguntan y los que nos miran. Ahora tenemos aventuras que son filmadas y hay

193
otra audiencia. —Niego mientras trato de poner mis pensamientos en palabras—.
Solo quiero ir a algún lado, salir, ir donde pueda ser yo misma sin importarme quien
esté viendo si sorbo a través de mi pajilla…
—¿Sorbes a través de tu pajilla? —pregunta con una risa—. No puedo imaginar
a la siempre bien educada Harlow Nicks sorbiendo nada.
—¡Exactamente! —digo y levanto las manos para enfatizar mi punto—. Tú no
sabes si lo hago o no porque siempre estoy en mi mejor comportamiento, estoy
siendo observada.
—Ohh, ahora quiero saber qué haces cuando nadie te ve —bromea.
—Como sea. —Ruedo los ojos y hago lo mejor que puedo para empujar su
pecho desde mi posición—. Sabes lo que quiero decir.
—¿Te hurgas la nariz? Ugh. ¿También sorbes la pasta? Tal vez tu…
—Detente. —Me río mientras vuelvo a empujar su pecho y el envuelve los
dedos en mi muñeca manteniéndolas quietas. Luchamos juguetonamente por un
minuto, hasta que me rindo y dejo caer la cabeza de nuevo en su regazo—. ¡Hago
todo eso! —bromeo.
—¡Lo sabía! —La sonrisa de Zane es amplia. Sus ojos vivos—. Tengo una idea.
—¿Qué? —pregunto, sentándome y mirándolo.
—Solo dame un segundo. —Levanta un dedo y alcanza su teléfono. Me siento
mientras escribe algo y entonces se desplaza por la pantalla—. ¿Oye, Mick? —dice
levantándose del sofá.
—¿Sí, Zane? —dice Mick desde el asiento del conductor.
—Tomaremos un pequeño desvió.
—Amo los desvíos —dice con una risita—. ¿A dónde?
Zane le extiende su teléfono a Mick para que vea lo que está en la pantalla.
—Justo mi tipo de desvío —dice Mick.
—¿Zane? —le pregunto—. ¿Qué estás haciendo?
—Te estoy dando lo que pediste.

194
Treinta y Seis
Harlow

—¿Q
ué hiciste? ¿Llamar con antelación y alquilar este lugar?
Está vacío.
—Tengo mis contactos —bromea.
Miro alrededor de la sala de juegos en Main Street en
lo que literalmente podría ser cualquier ciudad pequeña en América. Hay dos
trabajadores adolescentes limpiando las máquinas y coqueteando entre sí y un
caballero mayor en el frente que parece que está revisando los recibos. Aparte de
esos tres y las toneladas de luces parpadeantes en las numerosas máquinas de juegos
y de pinball que hay aquí, solo somos nosotros.
—¿Qué queda por jugar? —pregunto.

195
—Bueno, dijimos que teníamos que jugar con todas las máquinas de aquí al
menos una vez antes de irnos, así que —mueve la mano a todas las máquinas a mi
izquierda que aún tengo que probar—, elige.
—Dijiste que Galaga era tu juego, ¿verdad? —Asiente—. Apuesto a que puedo
ganarte.
—¿De verdad? —Me levanta una ceja y ya puedo decir que está listo para el
juego.
—Tendrás que jugar y averiguarlo.
—¿Y qué se lleva el ganador?
—Mmmm… lo que el ganador quiera.
Su sonrisa es rápida como el rayo y también lo son sus manos mientras da
vueltas y tiene sus caderas atrapando las mías contra una máquina. Igual de rápido,
sus labios se cierran sobre los míos en uno de esos besos que son rápidos, violentos
con el deseo, y dejan tus labios separados y con el aliento entrecortado cuando
retrocede.
—Tengo muchos deseos —murmura antes de dar un paso atrás, reírse y
golpear el costado de mi cadera—. Prepárate para perder.
Me doy un segundo para recuperarme de ese beso inesperado antes de
seguirlo.
—Las damas primero —dice antes de deslizar una ficha en la ranura de la
máquina.
—¿Y hasta pagas por mi juego? —digo y sostengo una mano contra mi pecho.
—Qué puedo decir —dice, soplando sus nudillos y frotándolos contra su
camisa—. Soy un gran derrochador.
Y así empezamos una pequeña guerra de videojuegos. Un duelo de dos juegos
se convierte en una ronda de cinco cuando no mostró un dominio total en la
puntuación, luego se convirtió en una ronda de once juegos cuando me adelanté por
uno, y luego pasó a una de quince juegos.
—Mira y aprende, Nicks.
—He aprendido mucho —digo con una sonrisa engreída cuando mira hacia
mí—. Te llevo una victoria. Esto es un “matar o morir”.
—Lo sé, pero después de este juego, seré el campeón oficial de Galaga de la
sala de juegos de Main Street. —Levanta los brazos en señal de victoria y silba como

196
si hubiera una multitud animando a su ganador.
—No tan rápido, Phillips. Ya tengo algunas cartas bajo la manga.
—¿Cómo es eso? —pregunta mientras deja caer una moneda—. Estoy a punto
de ganar en este momento.
Se vuelve hacia el juego. Hacia la pequeña nave espacial y los bichos
alienígenas voladores que tienes que atacar. Sus manos golpean frenéticamente el
botón y sus pies se mueven mientras anticipa qué hacer a continuación.
Cuando sé que claramente va a batir mi marcador, decido que es hora de sacar
la artillería pesada.
—¿Cómo estás? —pregunto mientras me pongo detrás de él y me aseguro que
mi pelvis se roce contra él. Se congela momentáneamente y luego una risa sale de su
boca y hace eco alrededor del lugar vacío.
—Buen intento, pero no va a funcionar.
—Parece que tu puntuación está subiendo. —Esta vez le levanto la camisa y le
raspo las uñas sobre el abdomen justo encima de la parte superior del botón. Sus
músculos se tensan bajo mis dedos.
—Harlow —advierte.
—¿Qué? —Mi voz es una máscara de inocencia mientras que mis manos hacen
un descenso pecador bajo su cintura. Mis uñas juegan con el vello áspero y luego
lentamente bajan hasta donde su polla ya se está tensando contra la tela de sus
vaqueros.
Sus dedos comienzan a ralentizar el golpeteo del botón. Mi mano se agarra a
su polla lo mejor que puede con mi cuerpo flanqueando el suyo desde atrás, y hago
lo mejor que puedo dentro de los confines del espacio para acariciarlo.
Su cuerpo quieto, con las manos en el botón, las caderas inmóviles y la cabeza
colgando hacia abajo, mientras mi mano sigue provocándolo y el juego emite el
sonido de una explosión que me dice que acaba de perder. Sí. Técnica de distracción
exitosa.
—Oops —digo y se necesita todo lo que tengo para deslizar mi mano fuera de
sus vaqueros y lejos de su muy tentadora y hábil polla.
—Harlow. —Es un bajo gruñido de una maldición.
Doy un paso atrás y luego grito cuando se abalanza sobre mí, con una sonrisa
adolorida en la cara y comienza a perseguirme por la sala de juegos. La persecución
solo dura unos pocos minutos, ya que el espacio es limitado, pero cuando me atrapa,
cuando me abraza y me jala de espaldas contra su polla todavía endurecida, me
siento tan torturada como él.

197
Sus dientes rozan suavemente la piel donde mi hombro se encuentra con mi
cuello, su aliento laborioso en mi oído.
—Eso fue sucio.
—Sí… bueno… funcionó. —Mi sonrisa es automática. Cerrando los ojos, me
sumerjo en el maravilloso calor y la sensación de él detrás de mí.
—Me encanta que no te disculpes. —Se ríe, sus labios aún contra mi piel—.
Ganaste, Cenicienta. Di tu premio.
Me giro en sus brazos y lo miro fijamente. Lo observo. El cabello revuelto. Los
ojos verdes. La sonrisa torcida. La sensualidad que emana de todo lo que le rodea.
Estoy tan jodida.
Distancia. Espacio. Tiempo.
Esas son las tres cosas que necesito ahora mismo porque si volvemos al
autobús, vamos a terminar teniendo sexo… pero en este momento con nuestro
humor, con esta vibración entre nosotros, con mis verdaderas emociones a flor de
piel ahora mismo, no solo voy a abrirle las piernas. También abriré mi corazón.
—Mmm —digo, sabiendo que necesito enfriar mis pensamientos para al menos
fingir que todavía podemos hacer lo del sexo casual—. Quiero jugar otro juego.
—¿Qué? —Se ríe, pensando claramente que nos dirigimos de vuelta al autobús
y a nuestra cama, tal como mi cuerpo quiere estar haciendo.
—Otro juego. Un par de momentos más en los que no somos la cara de SoulM8.
Muerde el interior de su mejilla mientras me mira con confusión, parpadeando
a través de su expresión.
—De acuerdo. Lo que tú quieras.
—Gracias. —Mi voz es suave. Mi corazón se contrae en el pecho.
—¿Qué tal si cierras los ojos, giras en círculo y el juego al que apuntes cuando
te detengas es el que jugamos?
—¿Quieres jugar a girar la botella con juegos de video?
—Solo si obtengo los otros beneficios de girar la botella cuando volvamos a la
carretera —dice con un guiño.
Solo sacudo la cabeza y me paro en medio de la habitación. Con el dedo
apuntando y los ojos cerrados, al principio giro lentamente y luego un poco más
rápido hasta que me desoriento. Cuando me detengo, los brazos de Zane están ahí
para evitar que me caiga por los mareos y mi dedo apunta a la máquina de pinball

198
de Lover's Lane.
—¿Qué diablos es eso? —pregunto y luego me río cuando me doy cuenta que
hay dos máquinas de pinball idénticas una al lado de la otra para que una pareja
juegue.
—Todo vuelve al amor —dice y se ríe incrédulo.
Pero mientras deslizamos nuestras fichas en las máquinas y esperamos a que
los juegos nos envíen sus pelotas, algo sobre su comentario me molesta. Me recuerda
a la primera vez que nos vimos. Un tiempo que ahora se siente como hace una
eternidad, cuando solo han pasado unas semanas.
—El amor es una emoción de mierda —murmuro suavemente y odio saber que
ha dicho eso cada vez que estoy con él últimamente, mis entrañas se sienten como si
estuvieran dando vueltas.
—¿Qué? —Zane me mira brevemente mientras tira del émbolo hacia atrás y lo
deja volar contra la pelota.
—Si realmente te sientes así, ¿por qué compraste y renovaste SoulM8 en primer
lugar?
—Es una larga historia. —Presiona los botones de las aletas repetidamente
mientras la máquina le responde con cada pulsación.
—Quiero saber.
Su bola se desliza a través de las aletas y pierde su primer asalto con un suspiro.
—Era una apuesta —dice de forma muy informal, mientras que mi cabeza
parece que acaba de quebrarse una vértebra.
—¿Qué quieres decir con que fue una apuesta? —Mi máquina de pinball
parpadea para que juegue, pero de repente no me interesa.
—Una apuesta. Algunos de mis amigos y yo hicimos una apuesta muy alta.
Tomar un millón de dólares, empezar una compañía, y al cabo de dos años, el que
tenga el mayor beneficio gana un bote en el que todos contribuimos.
Me quedo ahí, parpadeo y trato de comprender lo que me está diciendo. Una
apuesta. Un fondo de dinero.
—¿Pero por qué razón?
—Porque somos hombres —dice y se ríe, y odio que por mucho que no sea una
respuesta, sea perfecta. No es como si muchos hombres se echaran atrás en un
desafío—. Todos tenemos éxito, y necesitábamos algo para volver a poner la
emoción en el negocio.
Así que no es solo una cosa del ego… en realidad lo es, sino que al menos es

199
algo que… Dios, ¿por qué lo estoy justificando? ¿Por qué me importa?
Entonces algo hace clic.
—¿Kostas? —pregunto sabiendo ya la respuesta.
—Sí. —Asiente y luego gime cuando pierde la pelota por la aleta—. Hijo de
puta.
—Pero, ¿por qué?
Su risa me molesta. Es el primer indicio de condescendencia que he recibido
de él en semanas y ahora de repente, cuando el mundo exterior se filtra de nuevo en
nuestra pequeña burbuja, soy muy consciente de lo diferentes que son nuestras
vidas. Con el lujoso autobús y el elegante vestuario y todo de primera clase, ha sido
fácil olvidar que esto no es tiempo de juego en un mundo de ensueño para él como
lo es en cierto modo para mí.
La punzada en el pecho es muy diferente a la que sentí hace unos minutos.
¿Por qué me siento herida de no saber esto?
¿Es porque no me lo dijo? ¿Es porque siento que estamos lo suficientemente
cerca como para que lo haya hecho antes?
—Parte de las reglas del concurso es que se supone que nadie debe saberlo —
dice antes que haga la pregunta en mi mente—. Ya sabes, la primera regla sobre el
club de la pelea y todo eso.
—Podrías habérmelo dicho.
Me mira, en medio de su jugada.
—Volveré a referirme a lo del club de la pelea —dice con una risa juguetona.
—Lo sé, pero yo soy la que está aquí tratando de ayudarte a vender todo esto
y… —Mis palabras se apagan. No me debe ninguna explicación, ni nada, y aun así
me duele que no lo supiera. ¿No podría haberme dicho después de la visita de
Kostas lo que estaba pasando?—. No importa.
—¿Realmente importa por qué empecé la compañía? —Otra mirada en mi
dirección. Otra declaración distante que no debería importarme, pero lo hace.
—No… pero quiero decir… si no importa por qué lo empezaste, entonces ¿por
qué es un secreto? —No responde y sé por qué—. ¿Lo sabe Robert?
—No y no lo sabrá.
Lo miro fijamente, la autoridad en su postura, y veo a la persona que conocí el
primer día. Se ha ido el chico juguetón y dulce de antes. En el presente está el hombre
que conocí por error que me ordenó pasear a su perro.
La yuxtaposición confunde mi cabeza. Y corazón.

200
—Por eso sacaste a Kostas esa noche. Estaba diciendo cosas que ahora tienen
sentido, pero…
—Lo quería lejos de todos porque por mucho que lo quiera como a un
hermano, es un niño rico mimado que no soporta la idea de perder. —Golpea una
mano en la tapa de cristal cuando pierde su bola y pone otra ficha sin mirarme—.
Eso y te quería a ti.
—Oh. —Debe haber algo en el sonido simple que hago porque por primera vez
desde que empezamos esta conversación, Zane se detiene y me mira.
—¿Tanto te importa la razón por la que fundé la empresa? Solo importa que
esté en marcha, que le dé trabajo a la gente y que tenga éxito en su propósito.
—Su propósito es ayudar a la gente a encontrar el amor.
—Exactamente. —Asiente y luego, como si la conversación hubiera terminado,
retira el émbolo y comienza a jugar de nuevo.
Pongo mis manos en mi propia máquina de pinball y hago los movimientos
como si fuera a jugar, pero luego me detengo.
—Espera, ¿vendes amor, pero no crees en él? ¿Por qué elegirías esto como tu
negocio para desafiar a tus amigos?
Zane no responde. Solo hace una mueca y sacude su cuerpo de un lado a otro
como si sus movimientos fueran a influenciar donde rueda la pelota. Cuando la
pelota finalmente se desliza a través de sus aletas y el turno termina, echa su cabeza
hacia atrás y emite un gran suspiro de frustración porque no voy a dejar pasar esto.
—Porque es diferente de la inversión que ellos están haciendo.
Y el premio a las respuestas vagas es para Zane Phillips.
—¿En qué están invirtiendo?
—Acciones. Contratos futuros. Medicina.
—Y optaste por SoulM8.
Me mira de reojo y me dice que está más que harto de esta conversación.
—Sí, elegí SoulM8.
—¿Pero por qué?
—Porque el dinero va y viene, Harlow. Las acciones caen. Se levantan. Caen a
favor y en contra… como la mayoría de los productos. Al final del día, sin embargo,
es al amor por lo que la vuelve una y otra vez. —Mira hacia abajo a la máquina y
lanza otra pelota en el campo de juego—. Es lo único en lo que puedo pensar que

201
lastima a la gente una y otra vez, que los pone de rodillas, y sin embargo, al igual
que tu mamá, es algo a lo que todavía volverán, en lo que creerán y por lo que se
arriesgarán.
—Todos, excepto tú.
Zane no responde. Mantiene su enfoque en la máquina y su batalla para salir
vencedor. Odio que su falta de respuesta me moleste.
Desprecio que me dé un poco de esperanza de que tal vez lo que de repente y
sin querer estoy sintiendo por él, también lo sienta por mí a su vez.
Odio que eso pruebe que su teoría es correcta al cien por ciento.
Más tarde esa noche, no puedo dormir. Me permití perderme en el aspecto
físico de Zane cuando volvimos al autobús. En las sensaciones que evocaba dentro
de mí. En los sentimientos por él que traté de reprimir.
Seguro que estaba tan atento a mis necesidades como siempre. Siempre la
cantidad correcta de demanda cruda versus finura sensual, siempre los gemidos
correctos de alabanza y gemidos de necesidad.
Pero no oigo ninguna de las palabras que me digo a mí misma que no necesito,
pero que de todos modos quiero.
Este es el problema con el sexo sin ataduras. Cuando lo haces con alguien,
haces el acto y luego te vas. No se puede saber cómo son sin café por las mañanas o
que en realidad programan un temporizador para cepillarse los dientes durante
exactamente un minuto por la noche antes de irse a la cama. No puedes compartir
esas miradas de conocimiento a través de una habitación llena de gente que habla
cientos de palabras en cuestión de segundos. No se les conoce fuera del dormitorio,
saber que les encantan las salas de juegos y los globos aerostáticos y que tienen
miedo a las alturas.
No llegas a saber que realmente tienen un lado romántico a pesar que
constantemente te dicen que son unos idiotas que no están interesados en el amor.
Desde donde me siento en el sofá, las luces de los faros bailan a través del techo.
Las observo y me prometo a mí misma que intentaré disfrutar de las próximas dos
semanas.
Para eso estoy aquí: para trabajar, para adquirir experiencia, para hacer
conexiones, para ganar visibilidad; hacer lo que sea que Zane y yo hagamos aquí fue
solo una ventaja adicional.
Solo vive el ahora, Low. Disfruta de todo esto.

202
Y una vez que llegues a casa, una vez que te alejes, verás que estos sentimientos
se deben únicamente a la proximidad.
Eso es todo.
Treinta y Siete
Zane

E
s preciosa.
Ese es mi primer pensamiento cuando giro en la silla del escritorio
y la miro fijamente durmiendo en la cama. Su cabello, su cuerpo, sus
labios. Me llaman. Me provocan. Me tientan.
Estoy tan jodido.
Ese es mi segundo pensamiento. Y uno que es una constante cada vez que la
miro.
Necesito trabajar.
Siempre necesito trabajar.

203
Pero no me muevo. No vuelvo a los hechos y las cifras que llenan la hoja de
cálculo de mi computadora diciéndome que este lanzamiento que se producirá la
semana que viene, justo antes que lleguemos al circuito de prensa de Nueva York,
va a romper los récords de empresas similares.
En su lugar, la observo porque que me maldigan si todo en ella no me distrae,
y no es solo ahora mismo. No es solo porque sé que está desnuda bajo esas sábanas
y que su coño se siente como el cielo. Parece que todo lo que pasa hoy en día gira
entorno a Harlow.
Han pasado casi seis semanas y todavía me asusta mucho. La forma en que me
desafía, me hace sentir, me hace querer alejarme de la computadora sin más razón
que para sentarme en el sofá con ella y hablar de cosas triviales o, mejor aún, no
decir nada en absoluto.
Mierda.
Me paso una mano por el cabello y sé que es mejor que todo esto termine
pronto. Mierda, he visto esa mirada en sus ojos. La que dice que se está preguntando
qué pasaría. He visto las pocas veces que se obliga a dar un paso a un lado y calmarse.
Sé que esto es mucho más que un trabajo para ella en este momento… y que me
jodan si eso no apesta, ya que eso es todo lo que es para mí.
Sigue diciéndote eso y quizá empieces a creerlo.
Quedan dos semanas. El lanzamiento. Nueva York por unos días. Luego nos
vamos a casa.
Esto terminará pronto, y ambos regresaremos a nuestros diferentes rincones de
la misma ciudad. Seremos cordiales el uno con el otro cuando haya material
promocional futuro necesario para SoulM8, pero aparte de eso, nuestro “solo
estamos aquí por sexo” habrá terminado.
Seguiremos adelante.
Y estaré bien con eso.
Tiende la mentira encima de no querer enfrentar la verdad.
Justo como la que me digo a mí mismo, que querer pasar tiempo con alguien
tanto como deseo a Harlow, dentro y fuera del dormitorio, es algo completamente
normal.
Trabaja, Zane.
El pensamiento se repite en mi cabeza, pero me levanto y me arrastro a la cama
a su lado y la estudio.
Todo esto; el pensar constantemente en ella, la necesidad interminable de ella,

204
el saber que cuando la busque a mi lado, estará allí; es el resultado directo de estar
atrapado en este autobús, en este viaje, y de hacer todas las estúpidas excursiones
que Robert nos hizo hacer.
Las excursiones contra las que luché, pero que de alguna manera guardan
algunos de mis mejores recuerdos de todo este viaje. Harlow en lo salvaje, me gusta
llamarlo así. Sonrío ante el pensamiento, pero todo lo que puedo imaginar es que
está de pie encima de ese tramo de cuerdas con su amplia sonrisa y confianza
envuelta alrededor de ella como un maldito escudo de armadura.
Me acerco para tocarla. No puedo resistirme. Alrededor del mismo tiempo que
lo hago, sus ojos color avellana se abren y miran fijamente a los míos. Su rostro, sin
saberlo gira en mi mano a su mejilla.
Son esas mierdas las que me afectan.
—Buenos días —murmura, su voz suena a puro sexo mientras me agarra de
las pelotas y no me suelta.
Sí, definitivamente jodido.
Treinta y Ocho
Harlow

—¿H
arlow?
—Hola, mamá.
—Ahhh. —Eso es todo. Solo suelta el sonido y nada
más.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Sucedió, ¿no es así, mija?
—¿De qué estás hablando? —Me río, pero las lágrimas me pican detrás de los
ojos porque se siente tan bien oír su voz. Y se siente aún mejor tener a alguien que
me entienda, aunque realmente no haya dicho ni una palabra.

205
—Fuiste y te enamoraste de él.
—Madre. —Severa. Reprendiendo. Desesperada porque no crea mi tono y me
pida más.
—Las madres saben estas cosas. —Abro la boca para hablar y luego la cierro,
optando por no decir una palabra y esperando que lo haga—. ¿Y?
—No lo sé.
—Eso es un sí, entonces.
—No. Fue un no lo sé. —Me río, ya frustrada y exasperada y esta conversación
solo ha durado unos minutos.
—Si lo repites significa que fue un doble sí.
Me retuerzo el labio y camino unos metros más cerca del árbol sombreado bajo
el que estoy de pie. Observo el verde a mi alrededor, la pequeña pareja de ancianos
a lo lejos sosteniéndose mientras cojean, y el gran autobús negro y brillante al otro
lado del parque donde Zane está trabajando.
Si hay alguien de quien puedo hablar con mis sentimientos, es de mi madre,
así que ¿por qué estoy dudando?
Porque si las digo en voz alta, significa que son reales.
Mi voz apenas se oye cuando finalmente hablo.
—Solo trato de ser cautelosa.
—¿Por qué, mija?
—Por… —Me río—. Por obvias razones.
—¿Te refieres a todas esas razones por las que no te gustaba en primer lugar?
Qué es apuesto, tiene éxito, te desafía… ¿te refieres a todas esas razones?
Odio cuando hace que las cosas suenen tan simples cuando en realidad se
sienten como si estuvieras tratando de armar un rompecabezas de mil piezas
mientras te vendan los ojos.
—Quiero decir, la razón “por la que no cree en el amor”.
Chasquea la lengua.
—Eso es una tontería. Todos creen en el amor, incluso cuando dicen que no lo
hacen. Todos quieren el cuento de hadas, aunque lo escondan.
—¿Todavía lo haces, mamá? ¿En serio? después de lo que hizo papá, ¿de
verdad?
—Oh, cariño. —Su voz se llena de emoción—… por supuesto que sí. El amor
es… amor es la única cosa en la vida que no necesita ser enseñada. Simplemente es.

206
No puedes evitarlo cuando lo sientes. Puedes combatirlo, Dios sabe que lo he hecho
en el pasado, pero combatirlo no te hace ningún bien. Lo vas a sentir incluso cuando
se acabe la pelea. —Me siento en el césped y juego con las margaritas salvajes—.
Supongo que eso significa que no se lo has dicho.
—Ese es un gran y gordo no.
—¿Por qué no?
—Porque no es tan simple.
—Sí, lo es. No tienes problemas para hablar en otro momento, así que ¿por qué
el gato te comió la lengua ahora?
—Porque esto casi ha terminado. Quiero decir, vamos a volver a nuestra vida
cotidiana donde no estamos obligados a vivir juntos y a jugar a los intereses
amorosos cada segundo que estemos en público…
—Pero por lo que me has escrito, parece que están jugando a los intereses
amorosos incluso cuando no están delante de la gente.
—Cierto —murmuro y pienso en la noche en la sala de juegos de la semana
pasada. La diversión. El coqueteo. La conversación sobre la máquina de pinball. Mi
promesa a mí misma de disfrutar de todo esto… y sin embargo aquí todavía estoy
pensando en ello.
—Están viviendo juntos. Están durmiendo juntos…
—¡Mamá!
—Mija —dice, y me imagino la expresión de su rostro cuando lo hace—. Por
favor, no insultes mi inteligencia y pretendas que no es así. —Se detiene para
dejarme protestar, pero es mejor que mantenga la boca cerrada—. Has estado en una
especie de tramo acelerado de citas en cierto sentido. Es natural que surjan
sentimientos. No veo cuál es el problema de que hayan evolucionado para ti, ¿cómo
sabes que no lo han hecho para él?
—Porque lo conozco —murmuro mientras mi mente contradice mis palabras
y analiza todo lo que ha hecho lejos del ojo público que dice lo contrario.
—Díselo.
—Odio abrirme al dolor. Hacerme vulnerable.
—¿No lo odiamos todos? —pregunta—. Mira, siempre has sido dura. Siempre
te has mantenido firme y has hablado por ti misma, pero eres así por mi culpa.
Porque viste cómo dejé que tu padre me presionara. Así no es como siempre es, Low.
Está bien ser vulnerable a veces.

207
—Mamá. —La sola palabra transmite tantas cosas. Qué tengo miedo de que
tenga razón. Qué me temo que está equivocada. Qué estoy tan confundida y temo
que estoy haciendo mucho más de esto de lo que realmente es.
—No digo que no seas fuerte. Los hombres aman a las mujeres fuertes. Pero lo
que intento decirte es que no tengas miedo de ser débil.
—Porque eso no es confuso —digo con una carcajada y trato de combatir las
lágrimas que de repente amenazan con caer.
—Un buen hombre sabrá cómo tratar a una mujer en su momento de debilidad,
mija. La escuchará y tratará de entenderla. Luego, cuando el momento haya pasado,
fingirá que nunca vio ese momento roto para que pueda dejarla conservar su
dignidad incluso cuando sienta que la ha perdido. Esa es la clase de hombre que
estás buscando. La clase de hombre que secretamente tengo la sensación que es Zane
Phillips.
—El príncipe que lo has conjurado para que sea.
—No, el hombre que, sin saberlo, sigues diciéndome que es.
—Tal vez —murmuro, amando sus palabras de sabiduría, pero sin ver cómo
se aplica a mí decirle a Zane que cada vez que me besa, me toca, me da esa sonrisa
tímida al otro lado de la habitación en un evento, siento cada cosa en mis huesos.
—Admitir que sientes algo por alguien no te hace débil, mija. Te hace fuerte.
Treinta y Nueve
Harlow

E
l golpe en la puerta me asusta, pero honestamente estoy tan distraída
que no sé si dije adelante o no.
Creo que lo hice.
—¿Harlow? —Preocupación. Inquietud—. Zoey dijo que no te sentías bien. —
Pasos en el piso de madera—. No te ves nada bien. —Una mano fría en mi frente—.
Estás ardiendo.
—Estoy bien. Solo… solo cansada.
—Cariño, no estás bien. —Manos quitándome los tacones—. ¡Zoey! —Yemas
de dedos quitándome el cabello de la cara. Un beso presionando mi frente.

208
—¿Sí, Zane? —La voz de Zoey. Voces susurradas.
—¿Zane? —lo llamo.
—Estoy aquí. —Sus dedos se unen con los míos—. Solo espera, Zoey nos
conseguirá una habitación para que pueda llevarte allí.
—Nada de sexo —murmuro y su risa llena la habitación.
—No. Nada de sexo. Pero una cama grande donde puedas dormir y tomar un
medicamento para aliviar esta fiebre. —Un apretón de nuestras manos—. ¿Qué más
te duele?
—La cabeza. Resfriado. Mareada. Caliente. —Parece que es un trabajo decir
cada palabra.
—Está bien. Shh.
Más pasos. Tacones repicando en la madera.
—Por aquí, Zane.
—Oye, Cenicienta. Voy a cargarte ahora y llevarte a la habitación. ¿Estás de
acuerdo con eso?
Sus brazos se deslizan a mi alrededor. Un suave “Aquí vamos”, antes de ser
levantada.
No recuerdo mucho más que el aroma de la colonia en su cuello donde
descansa mi frente. La sensación de que estoy bien ahora. Su murmullo repetido de
“Te tengo”.
Ahí está el ruido de los ascensores. Zane murmurando:
—Gracias, me encargo desde aquí.
—¿Pero qué pasa con el evento? —pregunta Zoey.
—Te llamaré en un rato.
El clic de la puerta cerrándose y luego, unos segundos después, la total y
absoluta suavidad de la cama debajo de mí.
—Agárrate fuerte. Voy a sentarte un segundo y quitarte el vestido. ¿Estás de
acuerdo con eso?
—Ajá.
Una cremallera, un tirón de tela con los brazos en alto, la libertad cuando mi
sujetador es desabrochado, luego dos manos me acuestan lentamente sobre sábanas
frías y frescas.
Pasos. El grifo abriéndose. Más pasos. El frío de una toallita ubicándose en mi

209
frente.
Entonces oscuridad.

Sonidos apagados de televisión.


Eso es lo primero que escucho mientras lucho contra el aturdimiento que me
mantiene bajo su manto de confort.
Indicios de recuerdos flotan. Zane. Un médico. Zane. Medicina. Zane. Dormir.
—Hola, estás viva. —El suave murmullo de la voz de Zane contra la coronilla
de mi cabeza y su brazo apretado alrededor de mi costado es suficiente para
despertarme.
Cuando mis ojos se abren, tardo un segundo en asimilarlo todo: el lujo de la
habitación del hotel, el horizonte nocturno centelleando en las ventanas más allá y
la sensación del cuerpo de Zane contra el mío.
—Hola —murmuro y empiezo a sentarme, pero me sostiene en mi lugar.
—Siéntate un momento. Seguro que estás mareada —dice y me da un beso en
la parte superior de la cabeza—. Me asustaste un poco.
—¿Qué…? —pregunto, sabiendo que estaba enferma, el dolor sordo en mi
cabeza y la extraña sensación en mi cuerpo me dicen eso, pero todavía quiero
respuestas.
—Ven, déjame ayudarte a sentarte.
Zane me ayuda a levantarme para sentarme contra las almohadas apiladas a lo
largo de la cabecera como él.
—¿Te sientes mejor?
Asiento.
—Sí… simplemente desorientada.
—El médico dijo que este virus en particular va por ahí haciendo eso. Dijo que
golpea rápido y fuerte, luego desaparece en cuarenta y ocho horas… entonces eso
significa —dice y mira su reloj—, que te quedan unas doce horas más.
—¿Doce?
—Sí. Definitivamente has recuperado tu sueño. Debería haberte apodado Bella

210
Durmiente y no Cenicienta.
Cierro los ojos y recuesto la cabeza sobre la almohada por un momento para
que mi cabeza deje de dar vueltas.
—Gracias —susurro.
—No tienes que agradecerme.
—Sí tengo. —Giro la cabeza sobre la almohada para poder mirarlo—. Me
trajiste aquí, me pusiste en pijama, llamaste a un médico, me cuidaste.
—No es gran cosa, habrías hecho lo mismo por mí.
Pero eres un chico, quiero decir. Los chicos no hacen cosas como estas.
—¿Qué pasa con los eventos? —pregunto, de repente en pánico.
—Hice que Zoey viniera y se sentara aquí contigo mientras dormías para poder
hacerlo, y luego pospusimos el de hoy hasta mañana para que pudieras descansar.
—Eso debe haberte costado dinero. Lo siento. Yo no…
—Shh. —Otro beso suave en la parte superior de mi cabeza—. Hemos estado
viendo a muchas personas, apretando manos, abrazando, entrando y saliendo de
cuartos con aire acondicionado, de ciudad en ciudad. Enfermarse tenía que pasarle
a uno de nosotros. Solo lamento que fueras tú.
Las lágrimas llenan mis ojos y no estoy segura si es porque estoy enferma o
porque está siendo tan amable, pero no tengo el esfuerzo de luchar contra ellas y
una se desliza por mi mejilla.
—¿Por qué lloras? —pregunta con una suave sonrisa en su rostro y me empuja
contra su pecho desnudo mientras trato de controlar mi repentino huracán de
emoción.
—No deberías haberte quedado. Te vas a enfermar —digo contra su pecho.
—Lo que sea que tengas, ya he estado perfectamente expuesto a eso. —El rastro
de su dedo me recorre la espalda—. ¿Puedo traerte algo? Tengo un poco de sopa
lista para ti. Puedo hacerte un baño si quieres. Incluso tengo algunos libros para
colorear.
—¿Libros para colorear? —Me río y me recuesto para poder ver. La mesa de
noche a la que señala está cubierta por cuatro o cinco libros para colorear y crayones.
Se encoge de hombros.
—Le prometí al médico que te haría descansar por cuarenta y ocho horas
completas, así que estaba decidido a mantenerte aquí y bien… puedes colorear en la
cama.

211
Hay algo en él diciendo esa frase simple sin ninguna insinuación sexual que
me llama la atención. Y significa el mundo para mí.
—El baño —le digo después de un minuto de escuchar sus latidos debajo de
mi oído.
—Permíteme…
—Yo me encargo —digo, empujándolo hacia atrás mientras me tomo un
minuto para ponerme de pie, estabilizándome con la mano en el marco de la
cabecera. Luego camino hacia la puerta abierta donde encuentro mi cepillo de
dientes y el resto de mis artículos de tocador alineados en el mostrador y un nuevo
cambio de pijama doblado cuidadosamente a su lado.
Y esta vez cuando llegan las lágrimas, las dejo caer.
Me tomo mi tiempo para ducharme y limpiarme, sintiéndome marginalmente
humana cuando abro la puerta y encuentro a Zane sentado con las piernas cruzadas
en la cama con un libro para colorear abierto y coloreando una página.
Hay algo en verlo, este poderoso hombre de negocios, reducido a pantalones
de gimnasia y coloreando una imagen de Scooby Doo que derrite mi corazón.
—¿Zane?
—¿Te sientes mejor?
—Mucho. Has traído todas mis cosas aquí.
—Era lo menos que podía hacer.
Solo me paro en la puerta y lo miro, incapaz de moverme, incapaz de evitar
que mi corazón se salga del pecho y caiga al suelo.
Levanta la vista de su proyecto y cuando me ve allí parada se detiene.
—¿Qué ocurre? —pregunta.
—Yo… yo… —Me estoy enamorando de ti, quiero decir. Es absolutamente ridículo
en este corto período de tiempo, pero creo que estoy enamorada de ti. Pero en lugar de eso
le digo—: Solo quería agradecerle por cuidarme.
Gallina.
—¿Qué pensaste que iba a hacer? ¿Dejarte aquí para valerte por ti misma?
Dios, esa sonrisa me atrapa cada vez.
—No pero… sé que estás demasiado ocupado con el trabajo y esto…
—¿Qué quieres decir con esto? ¿Compasión? ¿Domesticidad? ¿Jugar al
enfermero para ti?

212
—Todo lo anterior —sonrío suavemente—, no está en tu repertorio típico.
—Por ti, lo está —dice, sostiene mi mirada por un momento, y luego vuelve a
mirar su imagen y comienza a colorear.
Incapaz de hablar, lo miro por un momento antes de subirme a la cama a su
lado y verlo colorear. Y más tarde, cuando empiezo dormirme; mi brazo sobre su
abdomen, mi mejilla apoyada en su pecho y sus labios presionando un beso en la
parte superior de mi cabeza otra vez; sé que estoy perdida.
Cuarenta
Zane

—¡R obert! Qué bueno verte. —Y lo es, por una vez en la vida,
porque no hay nada más que pueda lanzarnos o hacernos dado
que estamos a poco días de que esta gira promocional se
termine.
Robert atraviesa el vestíbulo y se estira para estrechar mi mano.
—Te ves bien —dice con un firme agarre y una amplia sonrisa.
—Estoy bien —digo con un asentimiento definitivo mientras nos sentamos en
mi mesa del bar. Es moderno y elegante y representativo de todo acerca de Nueva
York: estilo, con un toque de historia de la ciudad por donde pases y un montón de
personas hablando apasionadamente sobre cualquier que sea su tema de

213
conversación—. He sobrevivido a una gira en autobús por casi todo el país sin
volverme completamente loco. Estoy en Nueva York. Y SoulM8 parece que va a
despegar hasta números que solo podríamos habernos imaginado.
—Los números son increíbles. Estoy emocionado por el lanzamiento oficial
para ver qué números logramos. —Robert levanta su dedo hacia el barman y
después de hacer nuestra orden para las bebidas se gira de nuevo hacia mí—. Me
refiero a que la cantidad de atención que hemos conseguido en este mercado superó
mis proyecciones más allá de lo esperado. Los números que me has enviado,
simplemente son increíbles y el lanzamiento oficial va a ser hasta mañana.
Pienso en el número de suscripciones pendientes que tenemos por aceptar una
vez hagamos el lanzamiento y toda la retroalimentación positiva que hemos recibido
de la nueva ronda de pruebas beta y el chico apasionado de los números en mí se
emociona.
Levanto mi vaso para chocarlo con el suyo.
—Salud, compañero. Mucho de todo esto ha sido gracias a ti. Tus ideas. Tus
conexiones. Incluso las cosas contra las que me he opuesto. Gracias por todo ello. Ha
sido una verdadera experiencia.
—Una experiencia que no querías vivir.
Asiento lentamente y tomó un sorbo de mi bebida.
—Cierto… pero al final, tenías razón. Promocionarnos como una pareja. Hacer
las grabaciones para el reality. Conectaron a la gente con nosotros y a cambio los
hizo que se interesaran en la plataforma.
—Estoy seguro que me maldijiste una o dos veces.
—Tal vez.
Robert se ríe.
—¿Y cómo se siente Harlow con todo esto?
—No puedo hablar por ella, pero creo que está complacida con la experiencia.
—Es una pregunta extraña y hay algo en su tono que no puedo descifrar.
—¿Está aquí?
—No de momento. Sé que tiene un agente, pero los busqué y vi que son una
compañía pequeña. Me imaginé que dado que estamos en Nueva York, podría
enviarla con una amiga mía en IMG Models para ver si podía darle algo de asesoría.
—Dices eso como si no fueras a verla de nuevo. Tengo entendido que IMG
también tiene una oficina en Los Ángeles.
Realmente lo capta todo, ¿verdad?

214
—Sí, así es, pero esta es una amiga personal. Se ofreció a darle algo de asesoría
y en esa industria, asesoría de una persona con experiencia que no está buscando
explotarte, es oro.
—Así como en cualquier negocio.
—Cierto.
—Harlow es buena en lo que hace.
—Lo es —digo con un asentimiento.
—Enviarla con IMG es una manera infalible de perderla.
—¿Qué se supone que significa eso? —pregunto, odiando la repentina tensión
en mi pecho que traen esas palabras. El saber que toda esta gira básicamente ya se
termina. Despertar con ella cada mañana y acostarme junto a ella cada noche se
termina. Ver las cosas a través de un par de ojos diferentes, unos que ven todo con
una visión fresca, nueva y emocionante, se termina.
Esta normalidad, extraña y nueva a la que nos hemos acostumbrado, se
terminará.
—Es buena en lo que hace. En ser quien es. —Robert mira hacia el fondo de su
bebida durante un momento antes de volver a levantar la mirada—. Sabes también
como yo que va a ser contratada más rápido de lo que crees. ¿Cómo vas a manejar
estar separado de ella?
Aprieto mis dientes porque eso es todo en lo que he estado pensando durante
los últimos días… estar separado de ella.
Le juro a Dios que es como si supiera que todo esto ha sido una farsa y me está
golpeando con cada una de sus preguntas.
Me tomo mi tiempo y miro alrededor del bar antes de responder.
—Me tomó todo este tiempo encontrarla… si está destinado a ser, amigo,
entonces podremos superar cualquier cosa.
—Cierto, pero déjame darte un pequeño consejo —se inclina un poco más
cerca—, si no quieres verla partir y estás considerando conservarla, sugiero que
tengas un contrato redactado para que lo firme lo más pronto posible.
—¿Si planeo conservarla? —pregunto mientras me río.
—Para SoulM8, por supuesto. —Se ríe.
—Todos la aman, ¿por qué no querría conservarla?
—Porque su contrato era por la gira y eso era todo. ¿Recuerdas cuán inflexible

215
fuiste sobre que solo la contratáramos para la gira y nada más allá solo en caso que
no funcionara?
Asiento pensativamente.
—¿Todo esto de trabajar juntos al mismo tiempo que salen, ha sido tan difícil
que estás considerando no contratarla de nuevo? —pregunta cuando paso mi mano
por mi mandíbula y miro hacia mi bebida en lugar de responder.
¿Cómo le explico que estos dos últimos meses han sido mucho más que solo
eso, salir y trabajar? He sido obligado a ver las cosas a través de un par de ojos
completamente diferentes. Unos que no están cansados y están dispuestos a ver el
bien en todos, incluso en los idiotas como yo.
—No… yo… definitivamente ha sido una experiencia de aprendizaje.
Su sonrisa es lenta y uniforme.
—¿No es de eso de lo que se trata la vida?
Nos separamos un poco más tarde, él va a entrometerse en otros negocios que
tiene y yo voy a trabajar. Pero no importa cuán fuerte lo intente. No puedo
concentrarme ni una mierda.
Mi mente sigue regresando a donde ha estado pasando demasiado tiempo
durante esta última semana: Harlow.
Levanto el teléfono y marco.
—¡Hola!
Cristo, simplemente su voz me hace cosas.
Todas.
Y.
Cada.
Una.
De.
Las.
Veces.
—¿Cómo va todo? —pregunto.
—Ha sido… ni siquiera puedo poner en palabras lo que pasó hoy.
—Así de bien, ¿eh?
—Sí. Simplemente estoy… esto es… gracias. Hoy sucedió gracias a ti. Todos los

216
consejos, todas las opiniones, todas las recomendaciones, todo fue gracias a ti.
—No puedo esperar a escuchar todo al respecto.
Y verte y besarte, añado mentalmente.
—Nunca vas a ser capaz de callarme. —Se ríe y el sonido de la ciudad: un
claxon sonando, alguien maldiciendo, una sirena pasando, se filtra desde el fondo.
—Puedo que tenga algunas maneras para conseguirlo —murmuró y me reclino
en mi taburete en el bar. Una mujer del otro lado, capta mi atención y me sonríe.
Asiento y giro mi silla un poco, no estando interesado.
—¿De verdad?
—¿Cenas conmigo esta noche?
—Me encantaría.

Mi penthouse está en silencio cuando entro. Pongo mis llaves sobre la mesa en
el vestíbulo y estoy a punto de gritar a manera de chiste: “Cariño, ya llegué”, cuando
la veo.
Las palabras mueren en mis labios.
Está de pie frente a la pared de ventanas con una impresionante vista de la
ciudad de noche en el fondo, pero todo lo que veo es a ella.
La curva de su cuello. La pendiente de sus hombros. La forma de sus caderas.
Cada parte de mí duele por tocarla y aun así, siento que no puedo moverme.
Como si no pudiera respirar. Verla aquí en mi apartamento, en mi hogar, me hace
sentir cosas que siempre he jurado que no son reales.
Cosas que no estoy seguro de confiar en mi para creerlas.

217
Cuarenta y Uno
Harlow

M
anhattan se extiende por kilómetros delante de mí. La silueta de la
Estatua de la Libertad está a la derecha, el Empire State Building a
la izquierda, y debajo está el ajetreo y el bullicio de una ciudad que
nunca parece disminuir la velocidad.
Como una niña pequeña, presiono mi rostro contra la ventana y lo asimilo
todo. El constante empuje de los taxis por las calles. Las luces de los vendedores de
comida en las esquinas. El sonido de bocinas que se filtran de vez en cuando para
recordarme que esto es real. Qué estoy aquí y que hoy realmente sucedió.
Oigo a Zane cuando entra: el lanzamiento de las llaves, su suspiro de alivio
después de un largo día, el sonido de sus zapatos que comienzan y luego se detienen

218
en el piso de madera, pero no me doy la vuelta. Todavía estoy negando lo que
sucederá dentro de tres días.
El peso de su mirada solo aumenta mi anticipación de volver a verlo, pero hay
algo sobre el momento, sobre la oleada de emociones que me inunda, que me hace
esperar que haga el primer movimiento. Eso me hace querer que él establezca el
ritmo para esta noche.
Negocios o placer.
Estamos en su casa ¿Cómo va a desarrollarse esto?
Se me corta la respiración cuando sus labios presionan muy suavemente la
pendiente de mi hombro y se quedan allí. El simple toque es tan íntimo, pero
excitante que cierro los ojos y solo memorizo la sensación.
Placer.
—¿Qué tal tu día?
—Mmm. —Sus manos se deslizan alrededor de mi cintura.
—¿Mmm? —El sonido vibra contra mi piel y envía ondas de choque a través
de mí.
—Estuvo bien. Maravilloso. Largo. Podría seguir.
—Veo que recibiste mi mensaje.
—Y tu regalo. —Paso una mano por mi abdomen para alisar el vestido y mi
mano golpea la suya y se queda allí—. Gracias. Fue innecesario.
—Muchas cosas lo son… eso no significa que todavía no las mereces.
—Tu apartamento es hermoso —digo mirándolo a través del reflejo frente a
mí. Azules oscuros, verdes suaves. Masculino, pero acogedor.
—No estoy tan cerca de aquí como solía estar, pero es bueno tenerlo cuando
estoy.
—Gracias por dejarme quedarme aquí. —Me siento tonta por decirlo, pero es
verdad. Esperaba el autobús o un hotel… no su apartamento. No con él.
—¿Después de todo lo que hemos pasado? —Se ríe y mueve sus labios a un
lado de mi cuello—. Supuse que al menos necesitábamos salir con estilo.
Sus palabras hacen que mi estómago se tambalee hacia mi garganta. Estoy
segura que no quiso decirlas cómo las interpreté, una última cita antes de
separarnos, pero es donde mi mente fue con eso y demonios si no es difícil
recordarme separar mis sentimientos de todo.
Disfruta el momento, me recuerdo. Respira. Vive en el ahora.

219
—Te digo que elijas cualquier restaurante de la ciudad, el dinero no es ningún
problema —se ríe y me señala con su palito de pan—, y pides comida para llevar y
comer en la azotea.
Levanto la vista de mi pizza a medio comer, sonrío suavemente y deseo poder
tomarle una foto así en este momento. Sentado con las piernas cruzadas en el suelo,
las mangas de la camisa enrolladas hasta los codos, los pies descalzos sobresaliendo
debajo de sus pantalones, el cabello despeinado, los ojos en llamas, y esa sonrisa
tímida que amo dirigida directamente a mí.
—A veces lo simple es mejor. Sin lujos. Sin pretensiones. —Me encojo de
hombros y me siento ridícula mientras señalo el paisaje que nos rodea desde el patio
de la azotea que supongo que es muy codiciado en esta jungla de concreto. Hay un
enrejado cubierto en lo alto que nos brinda privacidad, un amplio patio en el que
descansamos nuestras espaldas, una alfombra suave debajo de nosotros y la ciudad
que nos rodea con destellos y luz de luna.
—Esa es una de las cosas que me gustan de ti.
—Me sorprende que te guste algo de mí después de estar atrapado en un
autobús conmigo durante dos meses.
—Tú y tus sorbidos en las pajitas —bromea.
Le saco la lengua y doy otro mordisco, dándome cuenta que no importa
cuántas veces aparte la vista de él, cuando miro hacia atrás, sus ojos siempre están
sobre mí. Siempre mirando más de cerca de lo que quiero que lo hagan. La pregunta
es, ¿qué es exactamente lo que espera encontrar?
—¿Qué tal tu día?
—Bien. Ocupado. Algunas reuniones en la mañana para algunos de mis otros
negocios. Un trago rápido con Robert para repasar algunos detalles de última hora.
Pasé algún tiempo poniéndome al día. —Extiende la mano y llena mi copa de vino
sin preguntar—. ¿Qué hay de ti? Quiero saber todo sobre tu reunión con Essie.
—Por dónde empiezo, aparte de decir que fue increíble. Es absolutamente
maravillosa y encantadora y nada de lo que imaginé que sería.
Se ríe entre dientes.
—Eso es solo porque ella ve un tremendo potencial en ti. Si no lo hubiera hecho,

220
la habrías encontrado cortante, maliciosa y distante sin mucho que decir, así que es
una buena señal de que le gustas.
—Era una fuente de conocimiento. Creo que mi cabeza todavía está girando.
Tendencias, mercados y exposición y, ¡ah! Todavía estoy tratando de procesarlo
todo. —Pero incluso la mención de hoy, de la oportunidad única que creó para mí
con una de las agencias de modelos más grandes del mundo, me hace sentir que
estoy flotando en el aire.
—¿Cómo quedaste con ella?
—Quiere que le envíe mi contrato con mi agente actual cuando llegue a casa
para que pueda ver los términos. Cree que es posible que me libere de él para que
pueda firmar con ella.
Todavía estoy conmocionada por eso. Los jodidos de IMG Models quieren
representarme.
—No esperaba menos —dice, el orgullo llenando su voz—. Hazme un favor y
deja que un abogado lo vea antes de enviárselo. Incluso puedo hacer que el mío lo
mire por ti para que tengas una opinión neutral. Si Essie te quiere tanto, su prejuicio
será un poco sesgado, y solo quiero asegurarme que estés protegida.
Quiero protestar y decir que puedo contratar a mi propio abogado y, sin
embargo, no sabría el primer lugar para comenzar.
—Gracias. No espero que lo hagas gratis… simplemente no sabría por dónde
empezar.
—No es un problema. Cualquier cosa que pueda hacer para ayudarte,
Harlow… por favor, siéntete libre de preguntar.
—Una vez más, gracias. —Es todo lo que digo, los nervios saltan fuera de
control por alguna razón ante el simple cumplido exacerbado por la mirada
cautelosa en sus ojos.
Díselo, Low.
Me paro sin hablar y recorro el pequeño espacio.
No seas una cobarde. Dile cómo te sientes. Qué tienes miedo de dejar esta burbuja que
ustedes dos han creado. Qué tienes sentimientos por él y no estás segura de qué hacer con
ellos o si él siente lo mismo.
Las yemas de los dedos arrastrándose sobre las almohadas y las manos tocando
la tosquedad de la pared de ladrillo del patio.
—¿Harlow? —me llama, sintiendo que hay algo en mi mente.
Cierro los ojos por un segundo, tratando de animarme para decirle, pero me

221
doy cuenta que estoy petrificada de arruinar la noche, el estado de ánimo, el
ambiente entre nosotros. Si esta es una de nuestras últimas noches juntos en nuestro
capullo, ¿realmente quiero hacer esto? Si se preocupa por mí, ¿no me lo dirá con el
tiempo?
Pero, ¿y si se siente como yo? ¿Y si también tiene miedo de decir algo?
—¿Har?
El amor es una emoción de mierda. La frase recorre mi mente. Entonces, las otras
cien cosas que ha hecho que podría decir contradicen esa frase.
—Es hermoso aquí arriba. —Mi voz se rompe cuando hablo, mi corazón se
hincha de emoción. Lo miro por encima del hombro desde donde estoy cerca del
borde y amo la forma en que me mira en este momento, como si fuera apreciada,
querida, deseada—. Me recuerda a ese primer evento.
—Ahh… la noche que comenzó todo esto. —Se ríe en voz baja.
—¿Por qué me invitaste a la fiesta? —Hago la pregunta que siempre me he
hecho.
—No lo sé. —Se encoge de hombros, una sonrisa tímida se desliza en sus
labios—. Tal vez porque una vez que me dijiste que habías perdido la entrevista de
trabajo me sentí como un idiota.
—Ten cuidado allí, Zane. Estás mostrando que tienes corazón —bromeo, y se
ríe.
—Por otra parte, tal vez fue por razones puramente egoístas porque solo quería
verte de nuevo. —Se pasa la mano por la barbilla—. Sabía que irías.
—Oh, por favor.
—Lo hiciste y cambiaste todo lo que había planeado. Dios, estaba tan enojado
contigo. Se necesita mucho para tomarme por sorpresa como lo hiciste, y Cristo,
mujer, me hiciste farfullar durante unos segundos para resolver cómo responder.
—Asumí que ibas a exponer mis tonterías y eso sería todo… pero Dios, fuiste
tan idiota con tu comentario de “ella es una maldita pesadilla” que supuse que te lo
merecías.
—Dije eso, ¿no?
Asiento.
—Seguro que lo hiciste.
—Lo siento, pero nunca antes había conocido a una mujer como tú. —Sonríe y
sacude la cabeza mientras piensa—. No creo que nunca más lo haga, Cenicienta.

222
—Sabes que la única razón por la que fui esa noche fue para poder agradecerte
los zapatos.
Sus ojos vuelven a mirar a los míos.
—Gracias a Dios que los envié, entonces.
Thump. Ahí va mi corazón con su comentario críptico que parece decir más.
—Gracias a Dios —susurro y de repente me siento tan vulnerable cuando nada
ha cambiado realmente. Me vuelvo a la ciudad y me pregunto cuántas otras mujeres
están ahí afuera sintiéndose como yo en este momento. Demasiado asustadas para
admitir sus sentimientos y demasiado esperanzadas para que él admita los suyos
sin preguntar.
La mayoría de los hombres saldrían por la puerta sabiendo que el final está
cerca y, sin embargo, aquí estoy, dentro de su casa, en su vida. ¿Qué dice
exactamente eso?
No pienses ahora, Low. Simplemente actúa. Disfruta. Vive el presente.
Ansiosa, de repente, paso la mano por el costado de mi vestido, siento su
costosa tela y me doy cuenta que compró esto para una noche elegante, pero no
protestó cuando elegí lo contrario.
—Lo siento, Zane —le digo, volviéndome para mirarlo y viendo que se ha
movido, así que está posado en el borde de la silla, pero sus ojos permanecen fijos
en mí—. No lo pensé… fue un desperdicio de vestido para hacer solo esto.
—Bueno, eso depende de cuál sea tu definición de desperdicio. —Su sonrisa se
vuelve diabólica cuando se pone de pie.
—¿Cómo es eso?
—Quizás cuando escogí esto estaba pensando en quitártelo. Si ese es el caso,
me ahorraste tiempo, en el restaurante —camina hacia mí—, el taxi —otro paso—,
el ascensor, esos son preciosos segundos que no hubiera querido perder.
—¿Y qué fue exactamente lo que habías planeado hacer conmigo una vez que
me quitaras el vestido? —le pregunto cuando se detiene justo en frente de mí.
Sus ojos lo dicen todo, pero es el silencio que se instala en las grietas de la
tensión sexual a punto de estallar entre nosotros.
El tiempo se está agotando.
Cada segundo.
Cada minuto

223
Es uno menos que tengo con él.
Doy un paso adelante y presiono mis labios contra los suyos. Él reacciona de
inmediato, me invita a disfrutar todo sobre él.
El gemido gutural en el fondo de su garganta. La suavidad de sus labios. Las
chispas de calor en su lengua. El sabor de todo lo que me resulta familiar y
emocionante.
Estoy perdida al instante.
Tal vez lo he estado por algún tiempo, pero solo ahora me doy cuenta.
Nuestras manos vagan. Sobre carne expuesta. Sobre tela que no puede
desprenderse lo suficientemente rápido. Cada centímetro que sentimos solo nos
hace ansiosos por más.
Me guía debajo del enrejado de privacidad. Luego, sus dedos sienten el borde
de mi dobladillo y luego se deslizan por mis costados hacia la parte inferior de mis
brazos, ordenándoles que vayan sobre mi cabeza. Se inclina para otro beso antes de
pasar el vestido sobre mi cabeza.
Da un paso atrás y me mira mientras yo estoy allí para exhibirme, con las
manos sobre mi cabeza y usando nada más que medias, ligueros y tacones.
Emite un silbido bajo cuando sus ojos se oscurecen con deseo, vagando por
cada puntada de encaje y extensión de piel desnuda.
—Ahora definitivamente vale la pena el tiempo extra que me ahorraste.
—Zane…
—Shh —susurra mientras da un paso adelante y va detrás de mí. Su respiración
está sobre mi hombro cuando el traqueteo de su cinturón seguido por el tirón de una
cremallera se une al sonido de mi respiración irregular—. Eres increíblemente sexy
—me susurra al oído—. Pero eso ya lo sabes. —Desliza la punta de su dedo por la
línea de mi columna—. Me excitas de una manera que continúa sorprendiéndome.
—Mi respiración se acelera cuando sus labios presionan la curva justo por encima
del oleaje de mi trasero—. Como aquí. Es increíblemente sexy en ti. —Saca su lengua
y arrastra una línea por mi espalda hasta la nuca—. O justo aquí —raspa sus dientes
sobre mi piel y los escalofríos se arrastran por todo mi cuerpo—. Contigo, es
jodidamente todo. —Sus manos se deslizan sobre mi piel—. Solo quiero tocarte en
todas partes.
Seducción al tacto. Primero a mi trasero donde palmea y luego lo aprieta.
Luego, por mi torso, ahueca mis pechos mientras extiende una fila de besos por la

224
línea de mi hombro antes de pellizcarme los pezones con tanta suavidad entre el
pulgar y el índice. Un grito de asombro cae de mis labios mientras mi cuerpo se
sacude con absoluta consciencia.
Sus manos continúan bajando por la parte delantera de mi abdomen,
directamente entre mis muslos. Amplio mi postura cuando su dedo tira de mis
bragas a un lado y profundiza debajo de ellas.
—¿Estás mojada para mí, Harlow? ¿Te excito? ¿Me quieres tanto como te
quiero ahora mismo?
—¿Qué sientes? —murmuro cuando su mano me separa y con la otra, sus
dedos se deslizan hacia adentro para encontrarme resbaladiza por él. El sonido que
emite solo cuando me siente mojada es suficiente para hacerme venir.
Juega conmigo. Se burla de mí. Me provoca. Me tiene retorciéndome en su
mano y rogando por más, pero no me lo dará.
Solo pequeñas piezas a la vez. Un beso de boca abierta justo debajo de mi oreja.
Un roce de un dedo sobre mi clítoris. Un mordisco en mi hombro. Un movimiento
de sus dedos dentro de mí. El roce de su barbilla a lo largo de mi espalda.
—Zane. —Una petición y un gemido que lo hace reír mientras sus dedos se
sumergen en mí otra vez. Mis uñas se clavan en su antebrazo para pedirle que se
detenga y rogarle por más.
Aprieto mis dedos sobre su muñeca y dirijo su brazo hacia arriba y debajo de
mi brazo para poder deslizar sus dedos en mi boca. Los chupo, excitada por el sabor
de mí misma, deseándolo y entre su gemido: “Dios mío, mujer", y su polla, gruesa y
dura contra mi trasero.
—Te deseo —digo en voz alta, mientras que sus acciones dicen lo mismo.
Me giro para besarlo. Decirle de la única manera que sé, cómo me he
enamorado de él. En caras enmarcadas y lenguas danzantes y tirones en el cabello y
los dedos que se cierran alrededor de su polla.
—Déjame —murmuro mientras lo empujo hacia abajo en el diván y trepo sobre
él. Con mis piernas a horcajadas sobre las suyas, lo alineo en mi entrada y justo antes
de deslizarme sobre él, sus manos salen y agarran mis caderas.
—Oye —dice, provocando que mis ojos se iluminen para encontrarse con los
suyos, pero no dice nada. Simplemente me mira con una intensidad que no puedo
descifrar, pero que quiero. Es a partes iguales deseo, lujuria y miedo y algo más que
no puedo identificar, pero eso hace que mi corazón salga repentinamente de mi
pecho.
—¿Qué?

225
El fantasma de una sonrisa juega en sus labios y sutilmente sacude la cabeza.
—Solo quería mirarte así —murmura.
La emoción lucha con el deseo en mí. Queriendo saber por qué de todas las
veces que hemos tenido relaciones sexuales, esta es la primera vez que dice algo que
choca con el dolor que quema todo mi cuerpo por tenerlo.
Vive en el ahora, Low.
Y así, con los ojos fijos en los suyos, me hundo centímetro a centímetro
gloriosamente tortuoso sobre él. Hago nuestros cuerpos uno hasta que el placer
inicial de sentirnos es tan fuerte, que ambos cerramos los ojos para simplemente
disfrutar de la sensación.
—Joder, eso se siente bien —gime cuando sus dedos se tensan sobre la carne
de mis caderas y comienzo a balancearlas sobre él. Poco a poco. Luego un poco más
rápido. Y luego con un poco más de mando.
Un movimiento de mis caderas sobre las suyas para que toque fondo dentro
de mí. Dios sí. Una subida de nuevo, así que solo estoy provocando su punta y
golpeando todos los puntos que necesito. Eso se siente bien. Un golpe hacia abajo sin
previo aviso. De nuevo. Sus manos palmeando mis senos. Más rápido. Sus labios se
cierran sobre los míos mientras lo monto. Más fuerte.
Hay una tranquila desesperación entre nosotros. En nuestros toques. En la
pausa tácita cuando nuestros ojos se encuentran y me tranquiliza con una sonrisa
suave, en la pasión de nuestros besos, en la súplica en nuestras voces.
Estoy tan ocupada tratando de complacerlo que me toma desprevenida cuando
el tren de carga de mi orgasmo me golpea. Mis caderas se sacuden cuando mi cuerpo
se tensa y mis dedos se clavan en sus bíceps mientras la euforia me inunda en
oleadas de sensaciones.
El maldito hombre es un santo, tratando de resistir, de mantener todo tal como
está para poder disfrutar de mi clímax, pero puedo sentir el momento en que pierde
el control. Sus dedos se aprietan en mis caderas y me mantiene quieta mientras
empuja hacia arriba lo más rápido y fuerte que puede. En cuestión de segundos,
gime mi nombre y aprieta cada músculo de su cuerpo mientras persigue su propia
felicidad en la mía.
Es magnífico observarlo: su expresión, cómo se flexionan sus músculos, cómo
todo su cuerpo se convierte en esclavo de esos pocos segundos de placer. Saber que
le hice eso a él.
Sus manos me empujan hacia abajo para que me recueste sobre su pecho, los

226
cuerpos aún unidos. Sus brazos se deslizan a mi alrededor y solo me sostienen allí,
piel contra piel, sus labios presionados contra la coronilla de mi cabeza mientras
nuestros corazones y respiraciones se desaceleran.
—¿Podemos quedarnos aquí para siempre? —murmura, el calor de su aliento
golpea mi cuero cabelludo mientras su pulgar roza mi espalda de un lado a otro.
Comodidad. Adoración. Desesperación. Miedo. Amor.
Siento cada uno de esos de él, pero es el que más quiero, el que me temo que
nunca expresará.
Cuarenta y Dos
Harlow

L
a maquilladora empolva mi nariz mientras las luces brillantes caen
sobre mí. Los nervios me sacuden por alguna razón cuando no deberían.
Zane está a mi lado. Igual que anoche.
Esta mañana tomamos un café mientras nos sentamos en un cómodo silencio
y revisamos nuestras redes sociales y correos electrónicos.
Y ahora nos preparamos para nuestra primera de tres apariciones en televisión
hoy.
Pero este es el grande.
Claro que he modelado para Victoria's Secret, he hecho folletos de lencería en

227
catálogos, he caminado por las pasarelas, pero esta será la mayor audiencia que
habré tenido en un lugar, en un momento dado, por mucho tiempo.
Zane desliza su mano sobre mi rodilla y me aprieta.
—Lo harás bien —murmura.
Deslizo mis dedos sobre su mano y enlazo la mía con la suya mientras asiento.
—Y saldremos en vivo en cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno —dice un hombre al
otro lado del escenario.
—Buenos días USA. Soy Fran Harrison y estamos a punto de hablar con la
pareja de la vida real detrás del sitio de citas que parece estar en boca de todos en
este momento. Estamos hablando de SoulM8. El sitio de citas más reciente que se
pondrá en funcionamiento esta noche a la medianoche y parece causar un gran
revuelo al respecto. Estamos aquí con el fundador de la compañía, Zane Phillips, y
la mujer que conoció y de la que se enamoró en su propio sitio, Harlow Nicks, la
pareja de la que todos hablan. Bienvenidos.
—Gracias por recibirnos —digo con una sonrisa.
—Buenos días, Fran —dice Zane.
—Así que explíquennos a todos, si el sitio se lanza esta noche, ¿cómo conociste
a Harlow en él?
—Hemos invertido una cantidad significativa de tiempo en probar el sitio y
afinar nuestra tecnología de IA única en su tipo para crear la combinación perfecta.
Hemos tenido numerosos grupos de prueba que lo han probado, entre ellos yo
mismo… y Harlow estaba en uno de esos grupos beta.
—Lo estaba —digo con una sonrisa y un asentimiento.
—¿Y por qué te inscribiste? No creo que nadie discuta cuando digo que eres
una mujer hermosa que es más que capaz de encontrar citas.
—He tenido mi parte justa, sí —digo mientras mis mejillas se calientan y las
mentiras que hemos estado contando durante los últimos dos meses me fluyen con
facilidad—. Pero no eran personas que buscaban esa conexión más profunda. Eran
hombres que veían el exterior, pero que no estaban tan interesados en lo que había
dentro. Estaba teniendo muchas primeras citas, muchos hombres que solo querían
una cosa, y luego me encontré con un anuncio para ser usuario beta para el sitio, así
que me arriesgué y encontré a Zane. —Lo miro y le sonrío, la emoción en mi cara
completamente sincera.
—¿Y cómo fue la primera vez que se conocieron?
—Fue eléctrico —dice Zane sin perder el ritmo—. Sabía que era efusiva y

228
apasionada y que no tenía miedo de decir lo que pensaba. Me encantó eso de ella.
Qué aunque estaba buscando a alguien, seguía siendo ella misma. Muchas personas
tratan de ser quienes creen que la persona con la que están hablando quiere que
sean… y con Harlow, aquí, no tuvo ningún problema en decirme que estaba
equivocado o desafiar mi opinión sobre las cosas. Fue refrescante. —Zane levanta
nuestras manos unidas y besa las mías como si fuera algo que hace todos los días—
. La primera vez que nos vimos fue una comedia de errores, y la segunda vez hubo
un gran malentendido, pero aun así quería verla. Así es como lo supe.
Pero aun así quería verla.
—¿Fue amor a primera vista para ti también, Harlow?
—Definitivamente teníamos algunas cosas que nos hacían cuestionar si
debíamos seguir adelante con esto, pero sí, me sentí atraída hacia él de una manera
que no había estado con nadie antes.
—Tendremos un poco más de eso después de los comerciales, pero antes del
receso, Zane, ¿qué es lo que hace a SoulM8 tan diferente a todas los demás
aplicaciones?
—Como mencioné, somos el primer sitio en usar tecnología AI.
—¿AI como en inteligencia artificial?
—Sí. Hemos invertido mucho tiempo e investigado sobre la mejor manera de
utilizar la IA en beneficio de nuestros suscriptores. Nuestro perfil inicial es un poco
más largo que el de otros sitios, pero es porque queremos asegurarnos que tenemos
toda la información que podamos sobre su personalidad y sus rasgos, y sobre lo que
les gusta y lo que no les gusta. Luego usamos toda esa información, la combinamos
con el mismo algoritmo y pruebas de personalidad que usan otras plataformas de
búsqueda de pareja, pero luego SoulM8 la lleva un paso más allá. Tomamos todos
estos resultados y permitimos que la IA los tome desde allí. El programa examina
cada faceta y encuentra lo que esperamos sea la pareja perfecta.
—¿Y cuántas parejas has tenido hasta ahora con tus grupos beta? —pregunta
Fran.
—Las estadísticas siempre se pueden manipular, así que no voy a mentir y
decir que hemos tenido un éxito del cien por cien. Por supuesto, ha habido personas
que se han conocido y su personalidad en línea no coincidió con lo que eran frente
a frente o así ha sido la retroalimentación, pero en este momento estamos mostrando
la más alta calificación de satisfacción de cualquiera de los sitios de citas
comparables por ahí.
—¡Y todavía no lo han lanzado oficialmente! Asombroso. —Fran se vuelve

229
hacia la cámara—. Quédense con nosotros porque después de la pausa publicitaria,
vamos a echar un vistazo a estos dos y por qué todo el mundo está entusiasmado
con ellos, y vamos a poner a prueba ese entusiasmo.
El equipo de producción nos dice cuando estamos fuera del aire, el equipo de
maquillaje sube al escenario para empolvarnos la nariz, y yo me quedo sentada
mientras Zane y la anfitriona hablan de un conocido mutuo. El mundo sigue
adelante mientras yo estoy aquí sentada repitiendo en mi cabeza todo lo que Zane
acaba de decir.
—En vivo en cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno.
—Estamos de vuelta aquí continuando nuestra conversación con Zane Phillips
y Harlow Nicks. Así que Harlow y Zane, han estado promocionando el sitio. Lo que
significa que han estado juntos durante dos meses en un autobús de gira.
—Sí —decimos al unísono.
—Mostrémosle al público cómo ha sido para ustedes —dice Fran y señala el
monitor en el que las imágenes de Zane y yo cobran vida. Pequeños fragmentos de
las citas a las que Robert nos envió llenan la pantalla. Nosotros discutiendo en el
curso de confianza. Luego chocando las manos. Y luego besándonos. Lanzándonos
harina mientras horneábamos, Zane llevándome contra su costado para que
pudiéramos terminar la carrera a tres patas. Los dos riendo tan fuerte que no
podíamos hablar. Un momento tranquilo con mi cabeza en su hombro, los ojos
cerrados, y él mirándome.
—Parece que ha sido toda una aventura.
—Se puede decir que sí. —Sonrío.
—Definitivamente hemos aprendido mucho el uno del otro —dice Zane,
colocando su mano posesivamente sobre mi muslo.
—Es bueno saberlo porque hay algo que hacemos aquí en Good Morning USA.
Es un pequeño juego para los recién casados —sostiene las manos delante de ella—
, y antes que cunda el pánico y piensen que nos estamos precipitando, lo ajustamos
para ustedes. Todo es por diversión.
Zane y yo nos reímos nerviosamente, sin saber qué está pasando.
—Les pedimos que llenaran un cuestionario en los camerinos esta mañana. Era
una lista de treinta preguntas. Típicamente cuando hacemos esto con una pareja,
terminamos obteniendo algunos resultados realmente divertidos. Preguntas en las
que se equivocan y en las que no deberían. Respuestas que están tan fuera de lugar
que te hace rascarte la cabeza y preguntarte cómo es que no saben eso del otro…
pero miremos Zane y Harlow. ¿Podemos ponerlos en la pantalla? —pregunta

230
mientras pienso en las treinta preguntas que contestamos antes, sin saber para qué
eran.
El monitor de enfrente muestra nuestras pruebas una al lado de la otra. La mía
está a la derecha con mi cursiva fluida y la de Zane está a la izquierda con su estilo
de escritura en mayúsculas. La caligrafía puede ser diferente, pero a medida que
examino cada pregunta, nuestras respuestas son exactamente las mismas.
En cada una de ellas. Desde cómo nos gusta nuestro café hasta quién toma las
duchas más largas y las pequeñas manías del otro, y así sucesivamente…
—No estoy segura si el público en casa puede ver esto o no —dice Fran—, pero
no hay una sola respuesta que ninguno de los dos se haya equivocado.
—Vaya —dice Zane mientras se inclina en su asiento para mirar la pantalla.
No puedo quitarles los ojos de encima.
—Hemos estado haciendo esto por más de diez años y nunca ha sucedido,
nuestra pareja ha dado el cien por ciento de las respuestas correctas —dice Fran y
levanta las manos—. Supongo que SoulM8 es confiable.
—Vamos a tratar de serlo —dice Zane con una sonrisa suave.
—Y se lanza esta noche, ¿correcto?
—Sí —le digo.
—Tenemos la información del sitio en la parte inferior de la pantalla para
ustedes si quieren echarle un vistazo, y Zane —dice con un pequeño levantamiento
de cejas y un encogimiento de hombros—, ya has tomado la prueba del recién casado
y la has superado con creces… así que, eh…
La mano de Zane se tensa en mi pierna justo cuando uno del equipo de
producción dice: “Fuera del aire”. Miro a mi lado para ver la mirada de pánico en el
rostro de Zane antes que se recupere, pero la sonrisa tensa permanece.
Y lo sé.
Una relación exclusiva es algo que Zane nunca consideraría, mucho menos el
matrimonio y los hijos.
Nos llevan a la siguiente ubicación, al siguiente camerino, al siguiente show, y
todo el tiempo pienso en sus comentarios en Good Morning USA. En los toques
personales que Zane añadió para un mayor efecto con Fran.
Me recuerdo una y otra vez que todo esto es una actuación. Todo. Anoche en la
azotea fue maravilloso. Romántico. Simple. Esperaba que fuera una indicación de
más entre nosotros, pero después de hoy, lo sé.
Todo es una actuación, Low. Ni una sola vez te ha dicho esas cosas en la cara y

231
aun así las dice en la televisión.
Ahí está tu respuesta.
Si sintiera algo de lo que dijo, sería mucho más fácil decírmelo en privado en
lugar de hacerlo con cinco millones de personas mirando.
Cuarenta y Tres
Harlow

R
ecibo el abrazo cálido de Robert y su sonrisa sincera.
—Solo quedan dos eventos más esta noche, niña, y luego habrás
terminado conmigo.
—No digas eso —digo y retrocedo—. Te voy a extrañar. Y a esto.
Más o menos. —Me río y me imita.
—No podría estar más satisfecho con el trabajo que hiciste. Sé que ha sido
largo, pero…
—No hay otro lugar en el que hubiera preferido estar que dándoles a todas
estas personas la esperanza de que encontrarán su felicidad para siempre con
alguien.

232
—Sylvie te hubiera amado, Harlow. Habría tenido tanto placer al verte
encontrar tu propia felicidad. Quiero decir, hoy en Good Morning USA, te veías tan
enamorada. Fue… fue el mejor anuncio que pudimos haber hecho para SoulM8.
—Vaya. No sé qué decir. —Me ahogo con las palabras, con la amenaza de las
lágrimas que me queman los ojos.
—¿Está todo bien? —pregunta. Por supuesto que lo notaría.
—Estoy bien. Solo un poco emocional con todo esto llegando a su fin. Fue una
experiencia de aprendizaje en todos los frentes y… —Me encojo de hombros,
incapaz de terminar mi pensamiento.
—Gracias por aceptar abrir su relación al mundo. Sé que no fue fácil, pero
marcó la diferencia.
Las palabras de Robert resuenan en mi mente el resto de la tarde. Mientras
estoy en la silla de maquillaje preparándome para nuestro penúltimo evento de la
noche. Mientras estoy hablando en el escenario sobre SoulM8 y cantando sus
alabanzas. Y luego, después del discurso, mientras nos mezclamos con la multitud.
Su comentario me carcome, poco a poco, pedazo a pedazo.
Justo cuando siento que he trabajado en la sala el tiempo suficiente y puedo
salir para un respiro tranquilo antes que comience la fiesta oficial de lanzamiento,
me detengo justo antes de salir del salón de baile.
—Lamento molestarte, pero solo tenía que decir lo increíble que ha sido verlos
a ustedes dos.
—Gracias. Molly, ¿verdad? —le pregunto recordándola por sus preguntas
antes en la sesión de preguntas y respuestas.
—¡Sí! —dice, sorprendida—. No puedo creer que lo hayas recordado.
—Por supuesto lo hice.
—Yo solo… te he estado siguiendo a ti y a Zane y sus aventuras en el sitio
mientras esperaba el lanzamiento de esta noche y tengo que decir que me ha dado
muchas esperanzas. Los dos se divierten, se gritan el uno al otro cuando están
estresados, hacen las paces, se presionan para correr riesgos… quiero decir, cuánto
se preocupan por el otro, simplemente se nota. Su relación es lo que aspiro a tener y
no puedo esperar para encontrarla en SoulM8 como tú lo hiciste.
Le sonrío suavemente a la mujer que tengo delante. Es hermosa a su manera,
pero las lágrimas que nadan en sus ojos y la esperanza tejida a través de su tono me

233
destripan por alguna razón.
—Estoy segura que tu príncipe está ahí fuera para ti, Molly. —La atraigo hacia
mí para darle un abrazo.
—Lo sé. —Su labio inferior tiembla y me mata—. Mírate. Encontraste el tuyo.
—Lo hice —murmuro suavemente con una sonrisa pegada a mi cara que
simplemente no siento.
Camino hacia el extremo de la habitación para tomar un respiro e intentar
descifrar qué es lo que me pasa. ¿Por qué este evento parece tan difícil cuando
llevamos fingiendo cuarenta y algo, y es más difícil que el primero?
El pasillo está libre de asistentes, así que aprovecho la oportunidad para
dirigirme hacia nuestro vestidor privado para tener un momento para mí. Espero
poder salir de este bajón en el que estoy y estar lista para mi deber final para SoulM8;
la fiesta de lanzamiento. Una vez dentro, me quito los tacones y me siento en el sofá.
No sé cuánto tiempo me siento allí, pérdida en mis pensamientos. Pero me
sobresalto cuando la puerta se abre y Zane entra, con el teléfono cerca de la oreja,
levantando el dedo para indicar que solo será un minuto.
—No, amigo. Ahora estoy en nuestro camerino para poder hablar. —Se acerca
a la mesa donde nos sirven los bocadillos y agarra un puñado de almendras—.
Deberías estar aquí, Jack. Incluso es posible que consigas a alguien en esta multitud.
—Se ríe y se echa unas nueces a la boca—. No, lo único que te garantizo es que se te
cobrará una tarifa mensual… no me digas… tengo que dejarte, Harlow está aquí. Sí.
Hablamos después.
»Hola —me dice levantando la barbilla y luego se congela cuando no
respondo—. ¿Qué pasa?
—Hay mucha gente aquí esta noche.
—La hay. —Asiente, y puedo decir que está tratando de averiguar a dónde voy
con esto cuando ni siquiera sé a dónde voy—. ¿Qué está pasando, Harlow? —Se da
vuelta y apoya la cadera contra la mesa detrás de él, cruzando los brazos sobre el
pecho.
—Cuando termine la apuesta, el concurso, como se llame, ¿qué vas a hacer con
SoulM8?
Por la forma en que se sorprende, puedo decir que mi pregunta lo toma
desprevenido, pero su respuesta es lo más tranquila posible.
—Ni idea.
—¿Qué? —Me río, pero suena forzado e incrédulo, como me siento.

234
—Es un negocio. Si funciona, me lo quedo. Si no alcanza su potencial, entonces
lo vendo y encuentro algo más.
—Así de fácil.
—Sí, así de fácil.
—Pero, ¿qué pasa con todo esto? —Lanzo mis manos—. ¿Todo el trabajo duro
que hiciste para llevar a SoulM8 a dónde está y todo el tiempo y el esfuerzo que
estamos haciendo ahora para que despegue con fuerza? ¿Vas a tirarlo todo por la
borda?
—A veces las empresas fracasan por causas ajenas o por falta de esfuerzo. No
puedes detenerte en eso. Solo tienes que desempolvarte las manos y pasar a la
próxima oportunidad.
¿Eso es lo que vas a hacer conmigo? Me pregunto.
Estoy segura que mis ojos hacen la pregunta, pero mis labios permanecen en
una línea delgada e inmóvil mientras un único pensamiento se apodera de mi mente.
—Pero…
—¿Pero qué? Eso es lo que haces cuando manejas un negocio. Las decisiones
no siempre son fáciles y, a veces, apestan, pero no siempre se puede tirar el dinero
bueno después del malo. A veces cortas tus pérdidas. A veces tomas riesgos. Y de
vez en cuando, todos dan sus frutos y tienes éxito.
Nuestros ojos se miran en el espacio y su expresión me dice que está tratando
de entender lo que está mal cuando ni siquiera sé nada más que estoy muerta de
miedo porque todo esto termine. Eso y estoy harta y cansada de fingir que somos
una pareja cuando realmente quiero ser una.
Mi boca se abre y luego se cierra.
Mi pecho se contrae y mi garganta arde.
—¿Qué está pasando aquí, Har? ¿Qué me estoy perdiendo? —pregunta
mientras da unos pasos hacia mí y se sienta en el brazo del sofá donde estoy sentada.
—Todo esto, siendo todos amorosos y perfectos para que la gente aspire a ser
como nosotros, se está volviendo difícil para mí.
—Lo bueno es que casi hemos terminado entonces. Cinco horas y contando,
¿sí?
Respiro hondo, ignorando el cuchillo en mi corazón.
—Es solo que…
—Ahora no es el momento de tener un ataque de conciencia.
—Jódete, Zane. Me senté con una mujer llamada Molly que me dijo que todo

235
lo que quería era encontrar el amor. Tuve que mirarla a los ojos y mentir cuando me
dijo que deseaba poder encontrar uno como el nuestro. Me dices que eso no es
engañoso.
—Mira, los dos estamos cansados. Ha sido un largo recorrido en el camino y
ambos estamos exhaustos. Todo lo que necesitamos es hacer esto y luego podemos
pasar desapercibidos mientras comenzamos a publicar más y más historias de éxito
en el sitio. Los usaremos para promoción y ya no será necesario que simulemos más.
Entonces te sentirás mejor al respecto.
—¿Alguna vez te han roto el corazón antes? —Mi pregunta sale de la nada,
pero sigo pensando en todas estas personas que creen en nuestra mentira y están
dispuestos a pagar dinero para tratar de alcanzarla.
Zane no responde la pregunta, en lugar de eso, lleva su bebida a sus labios y
mantiene sus ojos en los míos sobre el borde del vaso.
—Siempre es un juego para ti, ¿no?
—¿Qué cosa?
—Siempre está en juego el corazón de otra persona, el corazón de otra persona
con el que quieres jugar, siempre y cuando ella moje tu polla cuando quieras que
esté mojada. —Las palabras salen y estoy de pie mientras la furia continúa
construyéndose dentro de mí.
—Ten cuidado, Harlow.
—¿Por qué? ¿Qué vas a hacer? ¿Despedirme? ¿Ya no acostarte conmigo?
¿Decirle a Robert la verdad para que sepa que realmente no te importa? ¿Que su
inversión en memoria de su esposa se desperdició en un tipo que no cree en lo que
está vendiendo? —Paso de un extremo a otro de la habitación a medida que aumenta
la tensión en este pequeño espacio.
—No soy el único hombre de negocios que no cree en lo que vende y si lo hago
o no, francamente, no es asunto tuyo —gruñe.
—¿No? Sé que estoy mirando a un hombre que me dice que no tiene problemas
para asumir riesgos y asumir pérdidas profesionalmente, pero que no puede hacerlo
personalmente.
—¿De qué diablos estás hablando? Estás por todo el maldito lugar y no puedo
entender a dónde vas ahora, así que, qué tal si me lo explicas, porque estoy perdido.
—¿Qué tal esto? Me he enamorado de ti, Zane. Sí, solo una mujer estúpida y
crédula más para que puedas engañar con tu campaña publicitaria perfectamente
enfocada y tus estadísticas difundidas. Sin embargo, no pagué una tarifa de
suscripción, así que lamento que no te hayas beneficiado de mi desesperación.

236
Podría haberle dicho a Zane que tenía tres cabezas y no se vería más
sorprendido. Tiene los ojos muy abiertos y los labios flojos, y solo sacude la cabeza
como si tratara de comprender lo que acabo de decir.
—Harlow… —Me extiende una mano y luego la deja caer mientras las palabras
se le escapan, pero esa simple acción me grita muy fuerte.
—Eso es lo que pensé. —Me ahogo con las palabras mientras lo miro fijamente.
Hay tantas disculpas en sus ojos que no estoy segura de cómo decirle que está bien,
que estoy tan ciega como él.
—No sé qué decir.
Un golpe llega dos segundos antes que Zoey empuje la puerta para abrirla.
—¿Están listos? —Mira a Zane y luego a mí y de regreso a Zane—. ¿Está todo
bien?
—Claro.
—Bien.
Ambos respondemos en una avalancha de palabras.
—Yo solo… solo necesito un minuto para arreglarme —le digo mientras
contengo la emoción en mi voz que amenaza con aparecer y derramar lágrimas—.
¿Pueden disculparme los dos? —Dándoles la espalda, me dirijo hacia el vestido que
cuelga en el gabinete del extremo izquierdo. Cierro los ojos y parece una eternidad
antes que sus pasos se dirijan hacia la puerta.
—Har…
—Por favor no.
Hay silencio mientras me mira y luego el sonido de la puerta cerrándose.
Finalmente le dije, mamá.
Sin embargo, esta vez tengo la sensación que no me traerá más zapatos.

237
Cuarenta y Cuatro
Harlow

M
is mejillas duelen por sonreír.
Y no del tipo sincero donde todo va bien, sino más porque me
da miedo que, si me detengo, si dejo que haya una grieta simple en
mi fachada, no podré contener todo lo que siento de aparecer en
mi cara.
Gente, fotos y proclamas de cómo no pueden esperar hasta la medianoche
cuando el sitio se pondrá en funcionamiento. Están en una rotación constante
durante la noche. Todos ellos, por supuesto, excepto Zane.
Se ha mantenido alejado de mí. Las pocas veces que sus ojos han encontrado
los míos, nos miramos el uno al otro demasiado brevemente antes que alguien

238
aparezca queriendo nuestra atención.
Sin embargo, su risa atraviesa la habitación, y cada vez que lo hace, mi corazón
duele un poco más.
—Damas y caballeros. —La voz de Zane retumba a través del micrófono y la
multitud dirige su atención hacia el escenario mientras lentamente me dirijo hacia el
fondo de la sala—. Solo quería tomarme un momento para agradecerles por venir y
celebrar el lanzamiento de SoulM8 con nosotros esta noche. De todos los negocios
que he comenzado o que poseo, este tiene un lugar especial para mí porque se trata
de algo a lo que no se le puede poner precio, asuntos del corazón. Para muchas
personas, incluido yo mismo, el amor siempre ha sido esta cosa elusiva que no
puedes tocar exactamente, así que no estaba muy seguro de creer en él o pensar que
existía. SoulM8 me ayudó a encontrar las respuestas a eso. Me ayudó a darme cuenta
que había alguien ahí fuera para mí. —Mira hacia abajo por un momento dramático
y por mucho que quiera creerle, tanto como quiero desmayarme por sus palabras y
pensar que está hablando de mí, hemos fingido tanto en los últimos dos meses que,
de repente, no estoy segura de qué es real y qué es falso—. Miren, no estoy diciendo
que van a encontrar al amor de su vida de inmediato. Puede tomar algunos intentos,
pero lo que estoy diciendo es que podría restaurar su fe en el proceso. Podría
mostrarles que otras buenas personas como ustedes están por ahí queriendo lo
mismo… y con el tiempo, encontrarán el camino el uno hacia el otro.
La sala estalla en una ronda de aplausos al mismo tiempo que me escabullo
por la puerta de atrás, incapaz de escuchar su voz y sus palabras confusas un
segundo más.
Salgo del vestíbulo y, en el momento en que mis tacones tocan la acera, siento
que puedo respirar por primera vez en toda la noche. Y luego me muevo. Lejos del
lugar, lejos de los ojos de las personas que podrían reconocerme desde adentro, lejos
de las personas a las que les importará que me caigan lágrimas por las mejillas.
El tiempo pasa mientras camino por las calles frías y desconocidas hasta que
termino en el penthouse de Zane. Es justo cuando termino de empacar que escucho
que la puerta principal se abre y se cierra. El lanzamiento de llaves sobre la mesa. El
sonido de pasos que se detienen justo detrás de mí.
Sé fuerte, Low.
—Apenas podías mirarme allí afuera esta noche. —Mi voz es tranquila
mientras cierro mi bolso, pero mantengo mi rostro hacia la pared y lejos de él.
—¿Qué estás haciendo, Harlow?
—Empacar. Voy a casa. —Me giro para mirarlo y veo que el pánico llena sus
ojos. Mi pecho se siente como si se incendiara al verlo. Desaliñado y apuesto.

239
Asustado y desafiante. Perdido e inseguro.
—No puedes simplemente golpearme con palabras como esa, y esperar que
tenga una respuesta sobre la marcha —dice, tropezando con las palabras cuando no
lo hace.
—Si te lo dijera en un mensaje de texto y tuvieras tiempo para pensarlo…
¿habría hecho alguna diferencia? —pregunto, mi propia voz tranquila y calmada
cuando él abre la boca y la cierra sin responder.
Se pasa una mano por el cabello y suspira mientras da unos pasos hacia mí.
—Soy un hombre, Harlow. No soy bueno con este tipo de cosas.
—Aparentemente, tampoco soy buena para esto —digo con una risa incrédula
y sacudiendo la cabeza—. Traté de luchar contra esto, Zane. Realmente lo hice…
pero sucedió y yo… —Levanto mis manos mientras las lágrimas llenan mis ojos.
—Me preocupo por ti. —Da un paso adelante, y llevo mis manos a su pecho
para que mantenga su distancia.
—Sé que lo haces —le digo mientras me mira con los ojos llenos de tanta
emoción y dolor que simplemente enfatiza la decisión que tomé antes—. No puedo
cambiar las cosas que están profundamente arraigadas en tu naturaleza, las cosas
que siempre has creído, y no voy a tratar de hacerlo.
—Si me dejas procesar todo esto —dice, su voz se tensa por el estrés, pero sé
que procesarlo no va a cambiar nada.
O me quiere o no.
Está dispuesto a arriesgarse o no lo está.
—Todo esto es mi culpa —digo y cambio de táctica.
—¿Qué quieres decir con eso? —Frunce el ceño y sus hombros se tensan.
—Empecé esto. Quiero decir, no estoy segura de quién comenzó esto entre
nosotros, pero lo dejé ir a donde juré que no iría. Bromeé diciendo que solo estaba
aquí por el sexo, y al principio, lo estaba. Pensé que no era una mala forma de pasar
los dos meses desde que estábamos atrapados juntos. Entonces las cosas
comenzaron a cambiar y entre fingir ser una pareja y el increíble sexo por la noche,
creo que empecé a creerlo. Para entonces ya era demasiado tarde para dar un paso
atrás.
¡Dime que tú también lo creíste! ¡Por favor! Dime que no fui la única.
Dame algo para seguir. Cualquier cosa que me diga que no estoy loca por lo
que vi de ti, por lo que sentí de ti.

240
—Joder, Har… estoy luchando aquí ¿Por qué algo tiene que cambiar? ¿Por
qué…?
—Salí de la fiesta esta noche diciéndome que estaba loca. Que debería haber
cerrado la boca y dejar que las cosas siguieran su curso. Quizás cuando volviéramos
a Los Ángeles las cosas podrían ser como eran al principio: divertidas y coquetas.
Estaba dispuesta a conformarme con eso, Zane. Estaba dispuesta a dejar a un lado
mis sentimientos y salir casualmente y ver a dónde iban las cosas contigo. Pero en el
fondo, sabía que nunca habría sido feliz con eso. Y luego deambulé por las calles
pensando, y seguía viendo a todas estas parejas caminando de la mano, riendo
juntas, disfrutando del otro. Me di cuenta que me lo merezco. Merezco más que esto
—le digo señalando entre él y yo—. Dios, sí, te has ganado mi corazón, Zane. En
realidad lo has tenido por algún tiempo. Eres un hombre increíble… pero merezco
todo eso.
—Cenicienta —dice en ese bajo murmullo suyo y el maldito apodo tiene
lágrimas brotando de mis ojos. Me digo que retroceda cuando se acerca para tocar
mi rostro. Me grito que me retire cuando enmarca mis mejillas en sus manos.
—Está bien —le digo, no estoy segura si eso es más para él o para mí.
Nos miramos el uno al otro por el momento más largo. Sus ojos nadan con la
emoción que necesito escuchar en sus labios, pero no he escuchado.
—¿A dónde vas?
—Reservé un vuelo…
—¿Por qué…?
—Todavía tienes reuniones aquí por unos días. No me necesitas aquí para eso
y seguro que no necesitas arruinando tu rutina. Es para mejor.
—Déjame preparar el jet…
—Está bien. No necesito eso. Nunca voy a necesitar eso. —Cierro los ojos por
un momento y cuando los abro, he encontrado la resolución que me faltaba—.
Gracias por todo, Zane.
Frota su pulgar sobre mi labio inferior mientras asiente ligeramente antes que
nuestros labios se encuentren. Es el beso más tierno. El único en mi vida que puedo
decir, realmente, que he sentido profundamente en mis huesos. Y el único que puedo
decir sin duda que nunca quería que terminara.
Doy un paso atrás e intento sonreír entre lágrimas antes de agarrar mi bolso y
salir por la puerta. Mis tacones hacen eco, uno tras otro, un testimonio audible del
hecho que me voy.
Cuando mi mano agarra la manija y tira, Zane pone su mano en la puerta y la

241
cierra.
—Quédate, Harlow. Solo quédate y podemos hablar y resolver las cosas. No
puedo hacerte promesas pero…
Lo miro y veo todo lo que quiero, pero hay una parte de él que sé que aún está
cerrada.
Esa es la parte que quiero.
Esa es la parte que merezco.
Agacho la cabeza un momento y miro hacia atrás para encontrarme con esos
hermosos ojos color esmeralda que amo.
—No preguntes por reflejo. Piénsalo. Descifrarlo. La primera vez que me
perseguiste fue con un par de zapatos. Si quieres perseguirme de nuevo, necesito un
poco más del cuento de hadas o de lo contrario no lo quiero en absoluto. —Extiendo
la mano y aprieto la suya y me doy cuenta de lo desalentador que debe sonar para
un hombre que jura que el amor es un emoción fabricada—. No estoy pidiendo todo,
solo necesito saber que te abrirás a la oportunidad del amor. Amar a alguien y saber
que nunca sentirá lo mismo a cambio es una forma miserable de vivir.
—Podemos hablar…
—Shh. —Pongo un dedo en sus labios y necesito todo lo que tengo para no
caminar entre sus brazos y quedarme allí. Dejar que me convenza de lo que quiera,
porque este dolor en mi pecho es suficiente para tragarme por completo—. Zane
Phillips, te mereces el tipo de amor que te haga creer en el amor.
Y sin otra palabra y con mi resolución colgando de un hilo, camino por el
pasillo con la cabeza en alto y el corazón roto en dos en el suelo a sus pies.

242
Cuarenta y Cinco
Zane

—¿M
ás de dos esta noche? —pregunta el cantinero.
—Esta noche requiere mucho más que dos, Barney
—digo asintiendo con la cabeza mientras un avión ruge
por encima en el despegue.
—¿Problemas de mujeres?
—Algo así. —Bajo la bebida en mi mano y miro al otro lado del camino hacia
la puerta cuarenta y nueve donde se sienta Harlow—. Solo sigue sirviendo.
Está acurrucada en una bola en la silla con las rodillas dobladas hasta la barbilla
y los brazos envueltos alrededor de ellas.

243
—¿Tu avión no está listo? —pregunta Barney. Es mi cantinero habitual cuando
paso por el aeropuerto JFK y conoce mi rutina.
—El avión está listo, pero no voy a volar por un día o dos. —Me doy cuenta de
lo extraño que suena, pero no explico sobre el boleto que tuve que comprar solo para
pasar las puertas de seguridad y él no pregunta.
En cambio, solo la miro, mi propia forma de tortura personal por no lograr que
se quedara.
Por no poder darle lo que necesita.
Mi pecho se vuelve a apretar. De la misma maldita manera que lo ha hecho
desde que no pude encontrarla en la fiesta de lanzamiento. Y luego otra vez cuando
la vi alejarse.
Corrección. Cuando la dejé alejarse.
Así que ahora me siento y me torturo con algo que no puedo tener para
asegurarme que suba a bordo a salvo. Solo para saber que está bien.
Porque estoy seguro como la mierda que no está bien.
Ni por asomo.
¿La amas, amigo? ¿Puedes decir realmente que la amas?
El amor es una emoción de mierda.
Mi respuesta de siempre pasa por mi mente y, por primera vez desde que tengo
memoria, no creo mi propia mierda.
¿Porque este sentimiento que estoy sintiendo? Este malestar en mi estómago
porque ella está allí y yo estoy aquí y ella quiere todo y no estoy seguro si puedo
dárselo, esto no es algo que haya sentido antes.
Te mereces el tipo de amor que te haga sentir enamorado.
Cristo.
¿Es eso lo que es esto? ¿Amor? Porque si es así, se siente como una maldita
miseria.
Solo porque estás aquí y ella está allí, amigo.
¿Qué es lo que quieres de ella entonces? ¿Sexo de vez en cuando? ¿Acostarse
en la cama por la noche y te haga reír hasta que te duela el estómago por sus tontas
payasadas? ¿Cerrar una sala de juegos para jugar pinball y Galaga porque es muy
divertido sentirse como un niño otra vez y que alguien te deje ser así? ¿Estar muerto
de miedo, enfrentar uno de tus mayores miedos, pero tener sus ojos para mirar y sus
manos para sostener? ¿Hablar sobre el trabajo mientras tomas tu café de la mañana
y que alguien realmente te escuche? ¿Tirar de todo tipo de hilos, hilos que ni siquiera

244
tienes, para tratar de ayudarla en su carrera porque se lo merece?
Maldito infierno. ¿Qué quieres Phillips? Porque de todas esas cosas, solo una
de ellas tiene que ver con el sexo.
Deslizo el vaso vacío y agarro el nuevo que Barney coloca frente a mí.
El viejo yo sabe lo que hubiera querido. Caminar hacia allí y decirle que no irá
a ningún lado y traerla de regreso a mi casa. Nos divertiríamos mucho viviendo en
la ciudad durante los próximos días. Luego nos iríamos a casa, nos separaríamos
una vez que llegáramos allí, y nos alejaríamos libres, despejados y cansados como la
mierda.
El nuevo yo… Cristo. Me paso una mano por el cabello y exhalo un suspiro
frustrado. El nuevo yo regresó justo a donde estaba cuando todo comenzó,
queriendo estar lo más lejos posible de Harlow porque me asusta a la vez que no
puedo dejar de pensar en ella. O de quererla. O de necesitarla.
Pero no puedo darle lo que quiere… lo que merece. No puedo ser su caballero
de brillante armadura.
No puedo cambiar quién soy.
Te mereces el tipo de amor que te haga creer en el amor
¿O puedo?
Cuarenta y Seis
Harlow

—E
stás cometiendo un error al enviar ese mensaje, mija.
Miro por encima del hombro a mi madre. Detrás de
ella está la cocina y el patio de correos, todo lo mismo pero
se siente muy diferentes.
Han pasado dos meses, en el camino, explorando, experimentando, creciendo,
y solo me ha dado ganas de querer más. Fuera de mi carrera. Fuera de mi vida. Fuera
de todo.
También ha sido una muy buena lección sobre cómo no puedes controlar de
quién se enamora tu corazón.
Lula se acurruca a mi lado, y yo paso una mano distraídamente sobre su pelaje.

245
No se ha apartado de mi lado en los dos días desde que regresé y no puedo entender
si es porque me extrañó o porque sabe que estoy triste y su radar de perro lo ha
captado.
—Está de nuevo en las noticias, Low —llama desde donde está mirando la
televisión. Tal como lo ha hecho cada vez que nos ha visto a Zane o a los dos desde
que regresé. Con el lanzamiento siendo un éxito tan enorme, parece que lo dice cada
dos minutos.
O tal vez es solo porque todavía duele pensar en él.
Espero que esto sea más fácil.
Por alguna razón, no estoy segura de que lo sea.
Sin embargo, lo que sí sé ahora es que estar alejada de la situación, de la
constante unión en la que nos vimos obligados a ser el entretenimiento del otro, en
el que nos libraríamos de nuestra frustración y nos consolábamos cuando lo
necesitábamos, ha hecho que las cosas se sientan menos… intensas. Como si cuando
estás en la situación no pudieras dejar de pensar en ella, pero una vez que eres capaz
de salir de ella, la emoción no parece tan poderosa.
Eso es una mierda, Low.
Aliméntalo con esa línea, alimenta a tu madre con esa línea, pero sé honesta
contigo misma y admite que lo extrañas más de lo que jamás creías posible. Qué te
estás cuestionando a ti misma si deberías haber aceptado su oferta de dejar las cosas
como estaban porque quizás, con el tiempo, podrían haberse convertido en algo más.
—Robert dijo que podría extender tu contrato, mija. Qué necesita tu ayuda un
poco más ya que la campaña fue tan exitosa. Si envías ese mensaje, es posible que
no lo consigas.
—Por el contrario. —Suspiro—. Necesito enviarlo para demostrarle a Zane que
puedo ser profesional. Qué todo fue un error y qué no será difícil trabajar con él.
Y tal vez solo quiero enviarlo para ver si responde.
O tal vez ha reducido sus pérdidas y se supuso que Simone recibirá su
oportunidad.
Me odio por mantener la esperanza de que tal vez cambiaría de opinión. Qué
llamaría o iría al aeropuerto para rogarme que me quedara o que estuviera
esperando en mi porche.
Oh Dios mío. ¿Cuándo me convertí en mi madre? ¿Cuándo ese romanticismo
desesperado se apoderó de mis pensamientos y sesgó mis opiniones?
Es esa maldita palabra con A. Amor y todo lo que viene con él.

246
Pero si realmente hemos terminado, ¿qué le dijo a Robert sobre nosotros?
¿Cómo está explicando por qué me fui cuando todavía está allí?
—De todos modos, no lo necesitas —dice con un movimiento de mano—. Tu
correo electrónico está colmando de gente que quiere hablar contigo sobre trabajos.
Ha cumplido su propósito.
—Ajá.
—Vas a responder a esos correos electrónicos, ¿no?
Cierro mis ojos.
—Por supuesto, mamá. Solo… necesito unos días, ¿de acuerdo? —Mi voz se
quiebra y demonios si eso no fue un faro llamándola a sentarse en el sofá y
consolarme.
Se acurruca a mi lado y alisa la parte de atrás de mi cabello.
—Mija…
—Estoy bien. —Limpio la lágrima solitaria que dejo escapar.
—Es mi culpa que estés sufriendo. Te presioné para que se lo dijeras. Fomenté
esto con mis nociones tontas. Debería haber mantenido la boca cerrada.
—No es tu culpa. Sabía al entrar en ello cómo se sentía él, fui solo una niña
estúpida y dejé que mis emociones se apoderaran de mí.
—Entrará en razón, mija. La forma en que te miraba en los videos de la fiesta…
entrará en razón. —Le sonrío, pero no lo creo—. Solo recuerda esto, si tu partida no
le afecta, entonces, en verdad, tu tiempo con él nunca importó en primer lugar.
—Sí. Todavía apesta.
—Lo hace. —Me acaricia la cabeza y luego besa la parte superior de la misma
antes de regresar a su lugar y dejarme en silencio.
Con un profundo suspiro y un agotamiento tan profundo que solo quiero
dormir durante días, pero sé que cuando cierre los ojos veré la expresión de su rostro
cuando me alejé, estudio el mensaje en mi teléfono:

Felicidades por el exitoso lanzamiento. Lo he estado siguiendo desde casa y


no podría estar más orgullosa de haber sido parte de esto contigo. Gracias por la
experiencia, por los recuerdos que me brindó y mis disculpas por cómo dejé las
cosas. Estaba atrapada en el momento, atrapada en el pequeño mundo en el que
habíamos vivido juntos, y ahora que he salido de él, sé que nunca hubiera
funcionado entre nosotros.

247
El cursor parpadeante al final me provoca para que presione enviar.
Para acumular otra mentira sobre una relación que se basó en ellas.
Respiro hondo.
Suspiro.
Y presiono enviar.
Cuarenta y Siete
Zane

—L
a he jodido, Smudge.
Vuelvo a mirar el mensaje por lo que parece ser la
centésima vez. ¿Me ha descartado así como así?
Smudge me mira mientras la baba cuelga de su boca
como diciendo: “Ha pasado una semana y el mensaje no ha cambiado, así que ¿por
qué demonios sigues mirándolo?”
Buena pregunta.
Me inclino hacia atrás en mi silla, dejo caer mi teléfono sobre la mesa y recojo
mi taza de café. La cafetería está llena. La gente que entra y sale corriendo, ya llega
tarde a sus reuniones. En una mesa del rincón hay un hombre con su portátil e,

248
irónicamente, tiene a SoulM8 en su pantalla. Nadie más lo sabría por la discreta
disposición que hemos establecido, pero lo noto. La niña que está en una mesa a mi
derecha está bebiendo su chocolate caliente mientras su madre se acurruca con su
padre, y yo estoy a punto de mirar hacia otro lado cuando sorbe el extremo del
contenido con su pajita.
Sorbe con su pajita.
Harlow está en todas partes, incluso cuando no quiero que lo esté.
—El amor es bastante fantástico, ¿no? —dice Robert que cuando se sienta frente
a mí, con su taza recién rellenada en la mano, levanta la barbilla en dirección a la
familia que estaba mirando.
—Lo es —murmuro en respuesta.
—¿Eso es todo? ¿Lo es? ¿Nada más que añadir que eso?
—¿Qué se supone que significa eso, amigo?
—La extrañas, ¿verdad?
Me toma un segundo darme cuenta de lo que acaba de decir y retener mi
respuesta honesta; demonios sí, lo hago, para reagruparme lo suficiente para mirarlo
a los ojos sin revelar mi sorpresa.
—¿Qué es eso? —pregunto para cubrir.
—La echas de menos. Estuvieron juntos y ahora se ha ido y te das cuenta de la
mierda que es no estar más con ella.
—¿De qué estás hablando? —Me río suavemente mientras trato de entenderlo.
—Vamos, Zane. Hicieron un gran trabajo manteniendo las pretensiones y
actuando el papel para que nadie tuviera una pista, pero sabía que no estaban juntos
desde el principio. Te lo dije, soy un hombre inteligente. Demonios, era hostil y dijo
lo que pensaba y tú eras engreído y pensabas que lo sabías todo. —Se encoge de
hombros con una sonrisa engreída mientras se inclina hacia atrás en su silla y toma
un lento sorbo de su café antes de mirarme—. Eran perfectos el uno para el otro.
—¿Me estás diciendo que tú orquestaste todo esto? ¿Nos orquestaste? —
Apenas puedo sacar las palabras mientras trato de procesar lo que estoy escuchando.
—Invertí el dinero en SoulM8 para Sylvie. Para darle un legado duradero. Pero
había algo en ti, Zane, que me recordaba a mí cuando era joven. Una arrogancia bien
ganada. Un aire de que no necesitas a nadie ni nada. Una actitud de que tienes todo
resuelto cuando de lo que más necesitas en la vida no tienes ni una maldita pista. —
Robert saluda a la niña con el chocolate caliente y sonríe antes de girar hacia mí—.
Yo era tú. Contrariamente a lo que le digo a todo el mundo, pensé en salir con Sylvie

249
una o dos veces y luego seguir adelante. ¿Quién necesitaba una mujer? ¿Quién
necesitaba esa mierda llamada amor? —Se ríe cuando piensa en el pasado y cuando
trato de levantar mi mandíbula del suelo—. Me equivoqué. Tan equivocado y
arrogante también. Pensé que lo sabía todo y casi dejo pasar lo mejor que me ha
pasado en la vida por ello. Tal vez vi algo de mí en ti y algo de Sylvie en Harlow y
tal vez… solo tal vez, quería darte el mejor regalo que nunca supiste que existía.
—¿Me estás jodiendo?
—Nop.
—Así que todo el curso de confianza y el reality, oh Dios mío. Todo fue un
montaje.
—Necesitabas un pequeño empujón —dice sin disculparse—, y era genial para
la publicidad.
—Vendimos tu mentira —murmuro.
—No, tú vendiste el cuento de hadas.
Parpadeo varias veces mientras lo miro fijamente, escuchando esa palabra de
nuevo, y tratando de darle sentido a todo.
—Ni siquiera sé qué decir.
—Di que la extrañas. Admite que la amas. Sé que te asusta mucho, pero ¿ese
revuelo en tus entrañas y esa tensión en tu pecho cada vez que piensas en ella? Esa
es tu respuesta. Así es como te vas a sentir cuando no estés con ella. —Toma un
sorbo más de café mientras se levanta de su asiento y deja caer un sobre de manila
sobre la mesa—. Ahí está su contrato para más trabajo si quieres usarla. Depende de
ti averiguar lo que quieres de aquí en adelante.
—Robert…
—Qué tengas un buen resto de tarde, Zane. Hasta pronto, Smudge.
Y se va sin decir una palabra más y me deja completamente aturdido.
He sido engañado. Jodidamente engañado en un juego en el que no tenía ni
idea que estaba, pero que me jodan si me voy a quedar al margen ahora.

250
Cuarenta y Ocho
Harlow

M
e sobresalto cuando miro mi celular y veo el nombre de Zane. Lo he
estado mirando así cada vez que ha sonado en los últimos diez días
y ni una sola vez me ha dado el nombre que quería… y ahora que lo
hace, tengo miedo de contestarlo.
—¿Hola?
Tranquilízate, Low.
—¿Cenicienta?
Su voz. Ese apodo. Cada parte de mí vibra al oírlo y odia que mi reacción siga
siendo tan fuerte considerando lo miserable que he sido.

251
—Hola.
—¿Cómo estás? —pregunta, hay una preocupación en su voz que no quiero
oír.
—Bien. Genial —digo sin pensarlo e inmediatamente me trae de vuelta a esa
primera semana juntos en el autobús. La frustración, la tensión sexual, el desafío.
—¿Te importaría explicarte? —Puedo oír la sonrisa en su voz.
—Estoy revisando algunas ofertas que han llegado desde el lanzamiento.
—¿Alguna buena?
—Algunas.
—Bueno, tengo otra, en forma de un contrato para ti en mis manos.
Mi corazón cae en mi estómago al escuchar esas palabras. Trabajo. No yo. Es
por eso que está llamando.
—¿De verdad? —me obligo a decir.
—Ajá. Robert pasó por aquí hoy temprano después que le pedí que redactara
uno para que te quedaras con SoulM8 como la portavoz oficial. —No respondo, no
puedo, ya que pienso en lo difícil que sería trabajar con él día tras día y seguir
sintiéndome así con él.
—¿Sabe que ya no estamos juntos? —pregunto.
El suspiro de Zane llena la línea y luego el silencio se asienta mientras espero
que responda.
—Hemos hablado, sí.
—Oh. —Mi pecho se contrae porque eso significa que ya no tengo que actuar.
—¿El contrato, Harlow?
—Sí. Claro. ¿Qué pasa con eso? —pregunto tratando de volver a equilibrarme.
—Te permite tomar otros trabajos mientras trabajas para nosotros y…
—Gracias por la consideración, pero creo que pasaré.
¿Qué es lo que haces? Un trabajo constante. Un sueldo fijo. Un trabajo de ensueño.
Pero significaría verlo regularmente. Significaría que me recordaría lo que no puedo
tener, lo que no puedo querer.
—¿Qué quieres decir con que pasas? —Su risa incrédula suena exactamente
como me siento ahora mismo.
—No creo que sea una buena idea, Zane.
—Qué pena. Nuestra reunión está fijada para mañana a las nueve en punto.

252
—Te lo dije, no creo que… necesitas hablar con mi agente. —Uff. Cuando
tengas dudas, siempre culpa al agente.
Su risa llena la línea.
—No hablo con agentes.
—Esta vez tendrás que hacerlo. —Cualquier cosa para no tener que verte cuando
todo lo que quiero es verte.
—Vas a ir —dice, y por unos breves segundos, me recuerda a cuando vino a la
casa a traer los zapatos. Su oferta de asistir a la fiesta. El comienzo de todo esto.
Una pequeña parte de mí se aferra a este pequeño haz de algo que hay entre
nosotros y quiere ver si me está dando una oportunidad como creo que podría ser.
O eso o sin duda me he vuelto loca.
—No, no lo haré —respondo.
—Sí, lo harás.
—Veo que sigues siendo arrogante y exigente.
—¿Pensaste que había cambiado?
—Sí. —Mi voz es el más silencioso de los susurros cuando hablo, mi pequeño
asentimiento a él de que estaba manteniendo la esperanza.
—Vas a ir, Harlow. Lo harás por mujeres como Molly, que conocimos en Nueva
York.
Mis dedos se aprietan en mi celular.
—¿Recordaste su nombre?
—Vas a ir porque son esas mujeres las que necesitan la esperanza que les
proporcionarás al ser el rostro de esta empresa.
¿Qué hay de la esperanza que necesito?
—No iré —miento.
—Sí, lo harás.

253
Cuarenta y Nueve
Harlow

N
o lo pienses demasiado, Low.
Paso.
No entres en su oficina con grandes expectativas.
Paso.
No cruces el umbral esperando que cambie.
Paso.
No te aferres a ninguna esperanza de que vaya a hablar de ti y de él más allá del
contrato.
Paso.

254
Es como un puñetazo cuando lo veo. Suena dramático y ridículo, pero cuando
mira hacia arriba y sus ojos se encuentran con los míos y esa lenta sonrisa se extiende
a través de sus labios, se me corta el aliento.
—Hola, Harlow. —Se pone de pie—. Por favor, entra.
—Hola. —Cruzo el espacio, mi columna vertebral rígida, mis nervios
alborotados bajo la superficie. Mi corazón se contrae en mi pecho cuando coloca un
suave beso en mi mejilla como saludo antes de tirar de una silla hacia afuera para
mí.
Espero que vuelva a caminar alrededor de su escritorio para sentarse frente a
mí, pero en vez de eso, inclina sus caderas contra este justo frente a mí.
Por supuesto.
Demasiado lejos para tocar y demasiado cerca para que pueda oler su jabón y
colonia y recordar cómo se sentían esos músculos debajo de su camisa debajo de mis
palmas.
—¿Entonces? —dice y se queda en silencio hasta que mis ojos se encuentran
con los suyos.
—Entonces. —Hay tanto que decir y sin embargo este no es el momento ni el
lugar para decirlo. En mi mensaje le dije que podía dejar todo entre nosotros a un
lado para que pudiéramos trabajar juntos… y ahora lo estoy intentando y Dios, cómo
me equivoqué. No se puede olvidar a un hombre como Zane Phillips. No se puede
jugar con él y empujarlo bajo la alfombra.
—Tengo un contrato para ti.
—Sí. —Cuanto menos diga, mejor ahora mismo, hasta que pueda controlar mis
emociones fuera de control—. ¿Puedo verlo?
—Preferiría hablar de ello primero.
—Por supuesto que sí.
—Creo que los términos serán de su agrado. Te permitirá mantenerte en el
lugar con un ingreso mensual constante. Habrá viajes ocasionales, pero nada como
antes.
—¿Contigo? —Apenas puedo decir las palabras.
—¿Qué?
—¿Tendré que viajar contigo?
—Soy el presidente de la compañía. Sí, algunos de los viajes tendrán que ser
conmigo.

255
Nuestros ojos se encuentran, se sostienen, mientras la tensión sexual se
enciende entre nosotros de una manera que ni siquiera puedo describir. Mis manos
agarran los brazos de la silla en lugar de extender la mano para tocarlo como quiero.
Mi corazón late a un estrepitoso ritmo mientras trato de tragarme todo lo que
realmente quiero decir en lugar de las palabras que salen.
—Lo siento, no puedo hacer esto.
—¿Por qué no? —La sonrisa de Zane aparece en una esquina, y no puedo
imaginarme por qué esto le divierte.
—No creo que sea prudente.
—Vas a vivir conmigo, así que ¿por qué no podrías viajar conmigo también?
—Porque yo… ¿qué acabas de decir? —Lo miro fijamente, parpadeando varias
veces como si eso me hiciera creer lo que creo que acabo de oírle decir.
Lucho contra la esperanza que amenaza con crecer.
—Dije que lo que dices no tiene sentido. Ya que vamos a vivir juntos, ¿cuál es
el problema si viajamos juntos? —Cruza sus brazos sobre su pecho y se inclina.
—¿Quién dijo que me voy a mudar contigo?
—Yo lo hice.
—¿Y por qué haría eso?
—Porque han pasado casi dos malditas semanas desde que te fuiste, Harlow y
no puedo dormir una mierda.
—Estoy segura que muchas mujeres estarían dispuestas a despertarse a tu
lado.
—Porque cada vez que tomo mi café, espero que te burles de mí por hacerlo
demasiado suave.
—Suena como tu propio problema.
—Porque no puedo dejar de pensar en ti.
No tengo una respuesta para eso más que una sonrisa cautelosa que dice que
quiero creer, pero que estoy demasiado herida para tener esperanza.
—Eso es cosa tuya —susurro.
—Lo es. —Asiente—. He sido miserable sin ti, Harlow.
No confío en mí misma para hablar porque por muy bien que me sienta el saber
que ha estado sufriendo como yo lo he hecho, eso no cambia sus puntos de vista
sobre el amor.

256
—Bien.
—¿Bien? —Se ríe, y asiento con lágrimas que no quiero mostrar en mis ojos—.
Te extrañé. Todo sobre ti. No he dormido, he sido un imbécil con todo el mundo, he
sido un idiota, he… Cristo, —se frota la mano sobre su mandíbula—, SoulM8 está
despegando por las nubes, debería ser el tipo más feliz del planeta y, sin embargo,
lo único en lo que puedo pensar es en ti y en lo mucho que metí la pata.
—De acuerdo —digo la palabra porque estoy tratando de mantenerme fiel a
mi promesa de que merezco más y con cada palabra que él dice, hace que sea mucho
más difícil no levantarse de la silla y besarlo hasta dejarlo sin sentido.
—Estoy arruinando esto, ¿no? Se ríe y respira mientras sacudo la cabeza y seco
la primera lágrima que se me escapa—. Por favor, no llores.
—Zane…
—Te dije que el amor era una mierda, pero ¿sabes qué? Ahora mismo creo que
se siente como una completa miseria. Como si tuviera un virus y estuviera teniendo
un ataque al corazón al mismo tiempo porque así es como me siento sin ti. Ya lo ves,
te necesito de vuelta. Necesito que me ames para que puedas mostrarme lo que es.
Así puedes probarme que es esa cosa maravillosa que todo el mundo dice que es
porque ahora mismo se siente como una mierda.
—Eso es porque tienes el corazón roto —murmuro.
—¿Es eso lo que es esto?
Me levanto de mi silla y asiento.
—Apesta, ¿verdad?
—Dios, sí. —Sonríe y se estira para enmarcar mi cara en sus manos, y su tacto…
oh, cómo extrañé su toque. Y su sonrisa. Y su risa. Y todo sobre él.
—Se siente como si hubiera un cuchillo en tu corazón que se retuerce
constantemente.
—Sí —murmura.
—Y todo lo que quieres hacer es comer tres galones de helado incluso cuando
te duele el estómago todo el tiempo.
—Algo así. —Cuando sonríe esta vez, llega a sus ojos por primera vez—.
¿Puedes ayudarme a arreglarlo, Harlow?
Se inclina y roza sus labios contra los míos mientras otra lágrima cae.
Aquí es donde pertenezco.
Aquí.

257
Con él.
Dios, cómo lo extrañé.
—Se necesitan muchas suplicas para arreglar un corazón roto.
—Lo he arruinado, Harlow.
—Lo hiciste.
—Te dejé marchar sin pelear.
—Lo hiciste.
—No lo volveré a hacer.
—¿Por qué debería creerte? —pregunto, necesito oír la respuesta.
—Porque estar contigo me cambió —dice, y mi corazón se hincha en mi
pecho—. Porque todo lo que he conocido, todo lo que me he permitido ver es el lado
negativo de las relaciones. Luego entraste, te pusiste guantes, levantaste los puños y
te metiste en mi corazón. Ni siquiera sabía que había pasado y lo siguiente que supe
es que te habías ido, y me quedé entendiendo esos estúpidos cuentos de hadas que
dices que tu mamá defiende por primera vez en mi vida. No soy un caballero de
brillante armadura, Harlow, ni mucho menos, pero sé que puedo ser el hombre que
mereces. Sé que trabajaré duro para hacerte feliz para no tener que volver a sentir
esta miseria.
—No eres el único que era miserable.
—¿No? —pregunta.
—No.
—¿Debería besarte para hacerte sentir mejor? —Se acerca y me besa con tanta
ternura que quiero fundirme en él. Cuando se echa hacia atrás, levanta las cejas—.
¿Mejor?
—Eso es un comienzo.
Se ríe contra mis labios.
—¿Tendrás paciencia conmigo? Todo esto es nuevo para mí. Es un territorio
inexplorado que me asusta mucho, pero estar sin ti me asusta diez veces más. Así
que cometeré errores. Lo voy a arruinar… pero seguiré tratando de abrirme camino
a través de esto siempre y cuando sepa que puedo tenerte como recompensa al otro
lado.
Es mi turno de besarlo. Le pongo las manos en la parte delantera del pecho, le
paso los dedos por el cabello, y vierto toda la emoción que he acumulado en el beso.
Para mostrarle lo que se siente amar y ser amado.

258
Cuando el beso termina, apoya su frente contra la mía y nosotros nos
quedamos así por unos instantes absorbiendo el momento, el uno al otro, y la
posibilidad que hay ahora entre nosotros.
—¿Puedo decirlo ahora? —pregunto, necesitando sacármelo del pecho y
ponerlo en el aire.
—¿Qué?
—Me he enamorado de ti, Zane Phillips.
Puedo sentir su cuerpo agarrarse a las palabras, su respiración y luego sus
labios se encuentran con los míos mientras acepta las palabras que sé que lo asustan.
—Harlow, te prometo que…
—Sin promesas, Zane. Solo te quiero a ti. Cómo eres. Quién eres. Errores y todo
porque Dios sabe qué cometeré muchos de ellos también. No tenemos que
prometernos nada más que intentarlo. Es todo lo que puedo pedirte.
—Entonces, ¿eso es un sí?
—Esa es una declaración bastante amplia para que yo esté de acuerdo. —Me
río.
—¿Te mudarás conmigo? —Se echa hacia atrás, sus ojos preguntan, su sonrisa
se intensifica.
—Eso depende.
—¿De qué?
—Si a Lula le va a gustar Smudge.
—Estoy seguro que si los ponemos juntos en la misma perrera, aprenderán a
amarse.
—¿Es eso cierto?
—Sí, míranos a los dos —dice mientras me abraza y se aferra.
—No creo en forzar una relación.
Zane echa la cabeza hacia atrás y se ríe.
—Oh, tengo una historia para ti, entonces.
—¿Es así?
—Sí, pero eso es para otro momento.
—¿Qué hay para ahora, entonces?
—Hacer las paces por todo el tiempo que he echado de menos besarte,
Cenicienta.

259
Nuestros ojos se encuentran, se sostienen, coquetean.
—Un suplicio, pero supongo que estoy preparada para el desafío.
—Más vale que así sea —murmura mientras sus labios se encuentran con los
míos y nuestros mundos chocan una vez más.
La única diferencia es que esta vez la colisión es bienvenida.
Sin pretensiones.
Sin público.
Solo nosotros dos y un mundo lleno de posibilidades
Epílogo
Harlow

U
n año después

La costa de Cerdeña es impresionante. Las playas, el agua, la


gente.
El hombre que camina hacia mí con pantalones cortos holgados sobre sus
caderas y ojos que son solo para mí, aún más.
¿Cómo es que esta es mi vida?
No quiero irme nunca.
—Hola —dice, y me empuja hacia él para que le dé un beso. El whisky y la

260
menta están en sus labios y el olor del sol en su piel.
—¿Entonces? —pregunto.
—Entonces… —murmura contra mis labios cuando se inclina hacia atrás y me
mira—. ¿Cómo he tenido tanta suerte?
—¿Me lo vas a decir?
—¿Decirte qué?
—¿El resultado? —Le golpeo el pecho juguetonamente mientras me atrae para
que le dé otro beso y tratar de distraerme.
—No lo sé.
—¿Qué quieres decir con que no lo sabes?
¿Está hablando en serio?
—Salí de la apuesta. Dejé que el dinero se perdiera.
—Muy gracioso. Nunca harías eso y dejarías que Kostas ganara sin pelear. Te
conozco mejor que eso. —Pero hay algo en la forma en que lo dice que me dice que
no está bromeando. No lo haría, ¿verdad?—. ¿Zane?
—No se puede sacar provecho del amor. No tiene precio.
—Oh, Dios, eso fue cursi. —Me río.
—Oye, no odies al jugador.
—Bueno, entonces el jugador necesita un juego más difícil —digo, pero hay
algo en la forma en que me mira que me hace pensar que realmente no está
bromeando—. ¿Zane? —Me mira fijamente y levanta las cejas—. ¡Zane!
—¿Mmm? —Se lleva la botella de cerveza a los labios.
—No estás bromeando, ¿verdad?
—¿Sobre qué?
—¿Dejaste la apuesta?
Se encoge de hombros como un hombre que puede alejarse de esa cantidad de
dinero sin preocuparse.
—Acepté la apuesta en primer lugar porque quería esa emoción. Faltaba esa
sensación. Pero me di cuenta que no era el negocio que necesitaba, sino algo más…
o debería decir alguien más.
—Ohhhh, un juego mucho más difícil. Definitivamente una mejora.
—¿Ves? Puedo aprender.

261
—Puedes. —Me inclino y presiono mis labios contra los de él—. Y lo has hecho.
—Y luego una vez más—. ¿Ahora me vas a contar lo que pasó en tu reunión?
Se encoge de hombros como un hombre acostumbrado a ganar y perder
millones, con total indiferencia.
La última semana ha sido… Dios, ha sido fabulosa. Nos obligamos a apagar
nuestros teléfonos, desconectarnos y solo estar presentes. Días perezosos en la playa.
Picnics espontáneos en el parque. Hacer el amor durante horas.
Sin interrupciones. Sin estrés. Solo nosotros.
Entonces, por supuesto, la compañía llegó hoy. Kostas, Mateo y Enzo llegaron
para su reunión anual cada dos años. Y abrir el sobre que contiene los resultados de
su apuesta de alto nivel.
Miro a Zane. Tiene color en la piel y hay una soltura en él que es nueva para
mí. Casi como si finalmente se sintiera cómodo en su propia piel. Siempre pensé que
lo era antes, pero ahora puedo verlo.
—¿Qué? —dice que cuando se da cuenta que lo estoy observando ver a los
yates balanceándose en el azul cristalino del océano.
—Hablas en serio, ¿verdad?
—¿Alguna vez bromeo sobre el dinero?
—¡Pero Zane! —espeto las palabras—. ¡Eso es mucho dinero! —Como más de
lo que me siento cómoda diciendo. Un millón de dólares que perderá de su bolsillo
y un millón de dólares que usó para SoulM8—. Pusiste todo ese dinero en SoulM8 y
luego el premio y…
—Y SoulM8 me está haciendo ganar mucho más dinero que esa inversión
inicial… y te encontré. —Se acerca y me toma el costado del rostro, me roza con el
pulgar el labio inferior, tratando de distraerme—. Creo que mi dinero fue bien
usado.
—Tu juego sigue mejorando a cada minuto.
—Por suerte para mí, tenemos todo el tiempo del mundo.
Me sonríe y hace que todo dentro de mí se caliente.
—Entonces, ¿quién ganó?
Se encoge de hombros.
—No lo sé. Me fui antes que abrieran los resultados del contador. Estoy seguro
que nos enteraremos de todo más tarde, pero ahora mismo, solo quería estar contigo.
—Nunca me canso de oírle decir cosas así.

262
—¿Así que ni siquiera sabes si ganaste?
Sonríe de una manera que me dice que tal vez sí o tal vez no, y su ambigüedad
me vuelve loca.
—Lo olvidé. Quería mostrarte algo. Siéntate.
Me doy la vuelta y veo a Zane entrar en nuestra villa detrás de nosotros y
regresar pronto con lo que parece ser un maletín para un portátil.
—¿Qué estás haciendo con eso? —pregunto.
—Rompiendo las reglas. —Su sonrisa es rápida como el rayo.
—Dijimos que nada de internet…
—Puedes castigarme más tarde. —Me guiña el ojo y me da un beso a un lado
de la cabeza mientras coloca la computadora en la mesa frente a nosotros.
—¿Qué es esto?
—Yo… eh… me enteré de un video que se estaba volviendo viral y quería que
lo vieras.
Una cosa tan extraña viniendo de él, pero bien.
—¿De qué?
—De una de las mejores declaraciones que he visto surgir de un
emparejamiento con SoulM8.
—¿Sí?
—Sí.
—¿Y elegiste volver aquí y mostrarme esto en vez de ver quién ganó y salir con
los chicos? Me siento halagada.
—Te lo dije, soy bueno en esto.
Empiezo a reírme cuando la pantalla de la computadora cobra vida. Zane pulsa
unos pocos botones y luego jura cuando nuestra propia imagen aparece en la
pantalla.
—Maldita sea, se queja—. Eso es lo que me pasa por tomar prestada la
computadora de Kostas.
—¿Qué pasa?
—Es como si la cámara estuviera trabada.
Empiezo a reírme.

263
—¿Puedo decir que no quiero saber lo que está haciendo o grabando para que
su cámara se quede trabada en su pantalla? —Imágenes de mujeres y más mujeres
y todo lo que hay entre ellas me llena la mente. Zane refunfuña unas cuantas veces
más—. No es gran cosa. Podemos verlo más tarde.
—No, es realmente genial… valida todas las razones que tenía para abandonar
la contienda con los chicos. Mierda. Solo dame un segundo, dice Zane y veo su muy
buen trasero retirarse a la villa en la pantalla frente a mí. Debe ser muy genial para
él para hacer tanto esfuerzo.
Cuando tarda más de un segundo, apoyo la cabeza en la silla y cierro los ojos.
—Creo que ya lo tengo.
—Ajá. Solo dime cuándo y abriré los ojos porque este sol se siente demasiado
bien.
—Creo que está listo —dice una voz desde la otra habitación.
Cuando abro los ojos, lo que veo tarda un segundo en aparecer en la pantalla
frente a mí.
—¿Qué estás…?
Y luego se registra.
Zane está detrás de mí vestido con un esmoquin. Un esmoquin completo. Su
sonrisa está llena de nerviosismo y sus ojos están fijos en los míos.
—¿Zane? —Me vuelvo para enfrentarme a él mientras camina hacia mí.
—Este video puede no ser para consumo público, pero es algo que quiero que
se grabe.
Cada parte de mí tiembla y se estremece y no sé si sentarme o pararme o
caminar hacia él o quedarme donde estoy. Lo único que sé es que si se arrodilla, o
no lo hace, y me pide que me case con él o no, no importa lo que me diga, la respuesta
es sí, siempre y cuando eso signifique que podré estar con él.
Eso es todo lo que importa.
—¿Oye? —Me mira, me enfoca, me presta toda su atención—. ¿Estás bien?
Asiento frenéticamente.
—No estoy segura de qué hacer ahora mismo.
—No hagas nada, Cenicienta, pero quédate cómo estás.
Cruza la distancia hacia mí, él con esmoquin y yo con bikini; y me inclino y
presiono mis labios hacia los suyos. No puedo resistirme.
—He ensayado lo que quiero decir de un millón de maneras diferentes. Tengo
notas escondidas por todo este maldito lugar de cosas que quiero decir, no, que

264
necesito decir, pero hay una que importa más que ninguna de ellas. Te amo, Harlow
Nicks. Tú y tu temperamento luchador y tu actitud. Tú y tu corazón blando y tu
espíritu generoso. Tú y tus sorbos en las pajillas y tu loca habilidad para jugar
Galaga. Claro, me engañaste en mi propio juego para empezar todo esto… pero he
sido yo el que ha estado participando feliz desde entonces.
Se inclina y presiona el más tierno de los besos en mis labios.
—Te amo y voy a seguir amándote y diciéndote que te amo hasta que te canses
de mí… y luego voy a decirte que te amo un poco más.
—Nunca —murmuro y me derrito porque cuando pone su mano en la mía, la
suya tiembla.
Sé que se acerca, pero jadeo cuando se arrodilla.
—Una vez me dijiste que querías el cuento de hadas, Cenicienta. Qué te
merecías el cuento de hadas. Y no podría estar más de acuerdo. Quiero dártelo.
Quiero ser eso para ti. ¿Te casarías conmigo, Harlow?
—Sí. Sí. Oh, y sí.
Algunos dirán que es una tontería que ni siquiera haya mirado el anillo cuando
me lo puso en el dedo, pero no lo hice. Estaba demasiado ocupada mirando a este
hombre. Mi verdadero diamante en bruto. El hombre con el que no podía esperar
para pasar el resto de mi vida.
—¿Eso es un sí? —pregunta.
Y cuando salto a sus brazos y lo derribo sobre su espalda en el suelo y lo asfixio
con besos, creo que tiene su respuesta.
¿Quién iba a decir que el amor podía sentirse tan bien?
—Oye, Cenicienta.
—¿Mmm?
—Si tus labios siguen haciendo lo que están haciendo, vamos a tener que
apagar esa cámara.

FIN

265
Sobre la Autora
La autora de bestselling del New York Times, K.
Bromberg, escribe novelas contemporáneas que contienen
una mezcla de dulzura, emoción, mucha sensualidad y un
poco de realidad. Le gusta escribir heroínas fuertes y
héroes dañados que amamos odiar, pero que no podemos
evitar amar.
Esta madre de tres hijos, planea sus novelas entre
carreras a la escuela y prácticas de fútbol, la mayoría de
las veces con su computadora portátil a cuestas.

266
Desde que publicó su primer libro por un capricho
en 2013, Kristy ha vendido más de un millón y medio de
copias de sus libros en dieciséis países diferentes y ha aterrizado en las listas de los
más vendidos del New York Times, USA Today y Wall Street Journal más de treinta
veces. Su trilogía Driven (Driven, Fueled, and Crashed) se está adaptando para
película en Passionflix con la primera película programada para estrenarse en 2018.
Con su imaginación siempre a toda marcha, actualmente está maquinando,
tramando y desmayándose sobre su último héroe. Puedes averiguar más sobre este
o chatear con Kristy en cualquiera de sus cuentas de redes sociales.
267

S-ar putea să vă placă și