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La osteología y su importancia en la morfofisiología

La osteología es la ciencia que estudia los huesos. Pasando a un aspecto más específico el
sistema óseo (Figura 1), que sin el cual seríamos incapaces de realizar movimientos tales
como el caminar o sujetar objetos.

Figura 1. Sistema óseo

Al hablar de morfofisiología, nos referimos al estudio de las estructuras anatómicas y sus


respectivas funciones. Por tal motivo, si nos centramos en la osteología y su importancia en
la morfofisiología, podremos indicar que esta radica en varias funciones básicas que realiza
el sistema óseo. Entre las cuales están: soporte, protección, apoyo del movimiento,
almacenamiento de minerales, almacenamiento y producción de células sanguíneas,
almacenamiento de energía.

Soporte

El sistema óseo proporciona una estructura para el cuerpo y como tal, soporta a los tejidos
blandos y proporciona un punto de fijación para muchos músculos.

El sistema muscular es el conjunto de los más de 600 músculos del cuerpo, cuya función
primordial es generar movimiento, ya sea voluntario (músculos esqueléticos) o involuntario
(músculos viscerales). Algunos de los músculos pueden enervarse de ambas formas, por lo
que se los suele categorizar como mixtos.

El sistema muscular permite que el esqueleto se mueva, mantenga su estabilidad y la forma


del cuerpo. En los vertebrados se controla a través del sistema nervioso, aunque algunos
músculos (tales como el cardíaco) pueden funcionar en forma autónoma. Aproximadamente
el 40% del cuerpo humano está formado por músculos, vale decir que, por cada kilogramo
de peso total, 400 gramos corresponden a tejido muscular.

Origen del músculo: se llama origen a la unión del músculo en el punto óseo menos móvil;
es decir a la unión del músculo con el hueso que menos se mueve de los dos que une el
músculo.

Un músculo puede tener más de un origen, si está inserto en dos huesos poco móviles.

El origen representa aquella unión muscular que trabaja como un punto de apoyo inmóvil.
Básicamente el origen se caracteriza por estabilidad o poca movilidad. La unión más fija del
músculo (el punto de adherencia íntima de un tendón al hueso que permanece más estático
al tirar) que sirve como base de acción. En otras palabras, es el extremo de adherencia a un
hueso del músculo que presenta menor o ninguna movilidad al contraerse y estirar.

El origen también se caracteriza por la proximidad de las fibras musculares al hueso. Esta
unión es normalmente el punto de adherencia ó unión más íntima de un tendón muscular al
hueso (se observa particularmente en las extremidades inferiores y superiores).

Inserción del músculo: la inserción es la unión del extremo del músculo al hueso más móvil
de los dos que une dicho músculo.

La inserción representa la unión distal, especialmente en las extremidades inferiores y


superiores. Además, comúnmente es el extremo opuesto, donde el hueso en el cual el músculo
se inserta generalmente es aquel que produce los efectos del movimiento.

Las contracciones de los músculos esqueléticos producen movimientos o acciones del cuerpo
como una unidad global (locomoción), así como de sus partes.

Por último, es importante saber que los músculos son elásticos, esto quiere decir que tienen
la propiedad de expandirse y contraerse. Funcionan en pares o grupos de dos (agonistas y
antagonistas) de manera que en cada movimiento que realizamos utilizamos un par de
músculos, el agonista que es el músculo que se contrae para provocar el movimiento y el
antagonista que es el músculo que hace la función contraria y, por lo tanto, mantendrá una
posición de relajación relativa.
Acción del músculo: la acción es el tipo de movimiento que realiza el músculo y puede ser
flexión, extensión, aducción, abducción, pronación, supinación, rotación y anteversión.

ejemplo: el músculo temporal tiene uniones en el hueso temporal y en la mandíbula. el hueso


temporal que es el menos móvil será el origen y la mandíbula que es el hueso más móvil es
la inserción del músculo. su acción es la de elevador de la mandíbula y masticador. Véase
Figura 2.

Figura 2. Inserciones musculares. Sistema muscular

Protección

La mayoría de los órganos internos están protegidos de las lesiones por el esqueleto. Por
ejemplo, el cerebro está protegido por los huesos del cráneo; la médula espinal por las
vértebras, el corazón y los pulmones por la parrilla costa y los órganos reproductivos internos
por los huesos pélvicos.

El cuerpo humano se divide en dos regiones fundamentales axial y apendicular. La parte


axial, que conforma la mayor parte central de nuestro cuerpo, incluye la cabeza, el cuello, y
el tronco. La parte apendicular consiste en las extremidades que están unidas a la parte axial.
Dentro de la parte axial del cuerpo existen dos grandes cavidades llamadas cavidad corporal
dorsal y cavidad corporal ventral. Estas cavidades no están comunicadas con el exterior y
contienen órganos (Figura 3)

Cavidad corporal dorsal: protege los órganos del delicado sistema nervioso y se puede
subdividir en dos partes: la cavidad craneal y la cavidad vertebral o espinal.

La cavidad craneal envuelve el cerebro mientras que la cavidad espinal, que corre dentro de
la estructura ósea de las vértebras, encierra la frágil médula espinal. Como la médula espinal
es una continuación del cerebro las cavidades craneal y vertebral se continúan una a la otra.

Cavidad corporal ventral: la más grande y anterior de las cavidades cerradas del cuerpo es la
cavidad ventral y al igual que la cavidad dorsal se puede dividir en dos partes: la cavidad
torácica y la cavidad abdominopélvica. La cavidad corporal ventral alberga un grupo de
órganos internos que se conocen colectivamente como vísceras.

Figura 3. Cavidades corporales

La parte superior o torácica está rodeada por las costillas y los músculos del pecho y a su vez
se subdivide en cavidades pleurales (laterales) cada una de las cuales contiene un pulmón, y
la parte media o mediastino. En la parte inferior del mediastino está la cavidad pericardial
que contiene al corazón.

La cavidad torácica está separada de la otra cavidad inferior, la abdominopélvica por el


diafragma, un músculo en forma de domo que es decisivo en la respiración. Esta cavidad
abdominopélvica, como se desprende del nombre, tiene dos partes, pero en este caso no están
separadas físicamente por músculo o membrana alguna. Estas partes son: la cavidad
abdominal (superior) que contiene el estómago, los intestinos, el hígado, el bazo y otros
órganos; y la cavidad pélvica (inferior) que se encuentra dentro de la pelvis ósea y contiene
la vejiga, algunos de los órganos reproductivos y el recto.

Esqueleto axial: protección de los órganos internos y tejidos blandos. Está compuesto por el
raquis, huesos de la cabeza (cráneo y huesos de la cara), huesos del oído, hueso hioides y los
huesos del tórax.

Entre ellos el que muestra la función protectora con mayor claridad es el cráneo, que se
encarga de cubrir y guardar al encéfalo (cerebro, cerebelo y bulbo raquídeo) de traumatismos.
Esta protección es crucial en el caso del cerebro y el bulbo raquídeo, debido a que en ambas
estructuras se encuentran los centros reguladores de funciones críticas para la vida como la
respiración o la actividad cardíaca. Los ocho huesos que forman el cráneo son en realidad
varias placas unidas por suturas. En los primeros años de vida las fibras de estas uniones son
flexibles y permiten que el cerebelo se desarrolle con normalidad. Durante la adolescencia
se consolidan volviéndose más resistentes.

La caja torácica está constituida por las vértebras torácicas y los discos intervertebrales, doce
pares de costillas, cartílagos costales y el esternón. Forma una barrera que protege al corazón
y los pulmones. Entre los huesos que la forman el esternón es el hueso más resistente, situado
encima del corazón, le ofrece mayor protección.

La columna vertebral está formada por vértebras cervicales, torácicas, lumbares, el sacro, el
cóccix y por discos intervertebrales Las vértebras son huesos irregulares que proporcionan
protección y flexibilidad para el movimiento. Además, acoge la médula espinal ofreciéndole
protección. Los discos intervertebrales proporcionan la absorción de los golpes.

Esqueleto apendicular: Está formado por los huesos de: la cintura escapular, de las
extremidades superiores e inferiores y de la cintura pélvica.

Tiene como función principal el hacer la locomoción posible, pero también protege órganos
principales de la locomoción, digestión, excreción y reproducción. Así el ilion y la columna
vertebral protegen los sistemas digestivos y urogenitales además de la cadera. La rótula y el
cúbito protegen la rodilla. Los huesos del carpo protegen la muñeca y los tarsos el tobillo. O
como la clavícula y el omóplato que protegen el hombro. Véase figura 4.

Figura 4. Protección de órganos internos

Apoyo del movimiento

Los huesos están compuestos por un armazón proteico de colágeno, junto con un mineral
llamado fosfato cálcico, que confiere resistencia y dureza al armazón. Los huesos almacenan
calcio, un mineral que pueden liberar en el torrente sanguíneo cuando esta sustancia es
necesaria en otras partes del cuerpo. Las cantidades de ciertas vitaminas y minerales que
ingieres, sobre todo la vitamina D y el calcio, afectan directamente a la cantidad de calcio
que almacenas en los huesos.

Los huesos están compuestos por dos tipos de tejido óseo:

1. El hueso compacto (o hueso cortical) es la parte sólida, dura y más externa del hueso.
Tiene el aspecto del marfil y es sumamente resistente. Su interior está lleno de
orificios y canales, atravesados por vasos sanguíneos y nervios.
2. El hueso esponjoso, que se parece a una esponja, se encuentra dentro del hueso
compacto. Está formado por un entramado en forma una malla compuesto por
pequeños trozos de hueso llamados trabéculas óseas. Aquí es donde se encuentra la
médula ósea.

En este hueso blando, es donde se fabrican la mayoría de las células que componen la sangre.
La médula ósea contiene células madre, que fabrican los glóbulos rojos de la sangre y las
plaquetas, así como algunos tipos de glóbulos blancos. Los glóbulos rojos transportan
oxígeno a los tejidos corporales, y las plaquetas contribuyen al proceso de coagulación
cuando alguien se hace un corte u otro tipo de herida. Los glóbulos blancos ayudan al cuerpo
a luchar contra las infecciones.

Los huesos se mantienen unidos a otros huesos a través de unas largas tiras fibrosas llamadas
ligamentos: El cartílago, una sustancia flexible y elástica que contienen las articulaciones,
sujeta los huesos y los protege en los puntos donde varios huesos friccionan entre sí.

Las articulaciones (figura 5) son las uniones entre huesos. Hacen que el esqueleto sea
flexible; sin ellas, el movimiento sería imposible.

Las articulaciones permiten que nuestro cuerpo se mueva de muchas maneras. Algunas de
ellas se abren y se cierran como si fueran bisagras (por ejemplo, las rodillas y los codos),
mientras que otras permiten hacer movimientos más complejos. El hombro o la articulación
de la cadera, por ejemplo, nos permite hacer movimientos hacia adelante, hacia atrás,
laterales y de rotación.

Las articulaciones se clasifican según su amplitud de movimiento:

 Las articulaciones inmóviles o fibrosas no se mueven. La bóveda craneal, por


ejemplo, está formada por placas óseas; aunque se muevan ligeramente durante el
nacimiento para fusionarse más adelante cuando el cráneo deje de crecer, luego
permanecen inmóviles. Entre los bordes de estas placas, hay uniones, o
articulaciones, de tejido fibroso. Las articulaciones fibrosas también mantienen los
dientes fijos en la mandíbula.
 Las articulaciones semimóviles o cartilaginosas se mueven muy poco. Están unidas
por cartílago, como en la columna vertebral. Cada una de las vértebras de la columna
se mueve con respecto a la vértebra superior e inferior y, conjuntamente, estos
movimientos dan flexibilidad a la columna vertebral.
 Las articulaciones móviles o sinoviales se mueven en muchas direcciones. Las
principales articulaciones del cuerpo, como las de la cadera, los hombros, los codos,
las rodillas, las muñecas y los tobillos, son móviles. Están llenas de líquido sinovial,
que actúa a modo de lubricante para ayudar a las articulaciones a moverse con
facilidad.

Hay tres tipos de articulaciones móviles que desempeñan un papel importante en el


movimiento voluntario:

1. Las articulaciones en bisagra solo permiten el movimiento en una dirección, como


las rodillas y los codos.
2. Las articulaciones en pivote (o trocoides) permiten el movimiento giratorio o de
rotación, como cuando la cabeza gira de un lado a otro.
3. Las articulaciones esféricas son las que permiten la mayor libertad de movimiento.
Las caderas y los hombros tienen este tipo de articulación, donde el extremo redondo
de un hueso largo encaja en el hueco de otro hueso.

Figura 5. Articulaciones del cuerpo humano


Almacenamiento de minerales

Los huesos almacenan varios minerales que pueden distribuirse a otras partes del cuerpo
cuando hay demanda. Los principales minerales que están almacenados en el hueso son el
calcio y el fósforo.

El mineral calcio ayuda a los músculos, nervios y células a funcionar normalmente.

El cuerpo humano también necesita calcio (así como fósforo) para producir huesos
saludables. Los huesos son el sitio principal de almacenamiento de calcio en su cuerpo.

El organismo no puede producir calcio. El calcio que el cuerpo necesita se obtiene


únicamente a través de los alimentos que ingeridos o a través de suplementos. Si no hay una
ingesta suficiente calcio en la dieta o si el cuerpo no absorbe el calcio suficiente, los huesos
se pueden debilitar o no crecer apropiadamente.

El esqueleto (los huesos) es un órgano vivo. Los huesos están siendo remodelados
constantemente, el hueso antiguo se absorbe y nuevo hueso se forma. Renovar todos los
huesos del cuerpo toma aproximadamente 10 años. Por esa razón es importante poner
atención a la salud de los huesos en adultos y no solo en niños en crecimiento.

La densidad ósea se refiere a la cantidad de calcio y otros minerales presentes en una sección
del hueso. Es más alta entre los 25 y los 35 años de edad. La densidad ósea disminuye a
medida que usted envejece. Esto puede provocar huesos quebradizos y frágiles que son
propensos a fracturas, incluso sin caídas ni otras lesiones.

El sistema digestivo es generalmente deficiente absorbiendo el calcio. La mayoría de las


personas absorben solamente del 15% al 20% del calcio en la dieta. La vitamina D es la
hormona que ayuda a los intestinos a absorber el calcio.

Muchos adultos mayores tienen riesgos comunes que empeoran la salud de los huesos. El
consumo de calcio en su dieta (leche, queso, yogur) es bajo. Los niveles de vitamina D son
bajos y la absorción de calcio por los intestinos es baja. En muchos adultos, las hormonas
deben tomar algo de calcio de los huesos, cada día, para mantener normales los niveles de
calcio en la sangre. Esto contribuye a la pérdida de masa ósea.
Debido a esto, conforme se envejece, el cuerpo aún necesita calcio para mantener los huesos
densos y fuertes. La mayoría de los expertos recomienda consumir al menos 1,200
miligramos de calcio y entre 800 y 1,000 unidades internacionales de vitamina D por día. El
proveedor de atención médica puede recomendar un suplemento que aporte el calcio y la
vitamina D que se requiere.

Algunas recomendaciones indican dosis mucho más altas de vitamina D, pero muchos
expertos consideran que las dosis altas de vitamina D no son seguras para todas las personas.
Además, las dosis muy altas de calcio en su dieta pueden llevar a problemas de salud, tales
como estreñimiento, cálculos renales y daño renal.

Aunque sabemos que el calcio tiene rol relevante, no sólo se necesita este mineral para que
los huesos se conserven y crezcan sanos.

Aunque el calcio participa activamente en la formación y mantenimiento de los huesos, no


es el único nutriente (figura 6) necesario para una adecuada salud ósea, sino que todos los
nutrientes que nombramos a continuación son necesarios para que los huesos crezcan y se
conserven sanos:

 Fósforo: junto al calcio se complementan para formar, desarrolla y mantener huesos


y dientes. Un déficit o un exceso de este mineral puede condicionar la salud ósea, por
eso, debemos evitar un consumo en demasía, así como su carencia. La mayor parte
del fósforo se encuentran formando huesos. Podemos obtener este nutriente mediante
el consumo de carnes, quesos, pescados, huevos y en menor medida, legumbres y
frutos secos.
 Vitamina D: sabemos que es imprescindible para absorber correctamente el calcio y
equilibrar sus niveles junto al fósforo. Por ello, en nuestra dieta no puede faltar
vitamina D para que los huesos crezcan y se conserven sanos. Podemos obtener
vitamina D al exponernos al sol porque estimula la síntesis en nuestra piel, o bien, de
alimentos como pescados, lácteos y mantequilla.
 Magnesio: la mayor parte de este mineral se encuentra formando huesos y al
participar en la regulación de la absorción del calcio y de la vitamina D, cobra un rol
fundamental si queremos cuidar nuestros huesos. Encontramos este mineral en frutos
secos, cereales integrales, legumbres y vegetales de hojas verdes.
 Flúor: en cantidades adecuadas favorece el mantenimiento de huesos y dientes, ya
que en el organismo este elemento se almacena en huesos en forma de cristales.
Podemos obtener flúor de pescados y mariscos, té y agua.
 Proteínas: las proteínas son un macronutriente necesario para la formación de
estructuras, y por ello, también se necesitan en cantidades adecuadas para el
crecimiento óseo, aunque en exceso pueden favorecer la pérdida de calcio, por eso,
deben estar presentes en cantidades apropiadas en la dieta.

Figura 6. Nutrientes necesarios para los huesos

Almacenamiento y producción de células sanguíneas

La médula ósea roja es capaz de producir células sanguíneas, un proceso que se llama
hematopoyesis (figura 7) o hemopoyesis. La médula roja está formada por células sanguíneas
en etapas inmaduras, células grasas y macrófagos. La médula roja produce eritrocitos,
algunos leucocitos y plaquetas.

Los glóbulos rojos (eritrocitos), la mayor parte de los glóbulos blancos (leucocitos) y las
plaquetas se producen en la médula ósea, que es el tejido blanco graso que se encuentra en
las cavidades de los huesos. Dos tipos de glóbulos blancos, las células T y las células B (los
linfocitos T y los linfocitos B), también se producen en los ganglios linfáticos y en el bazo,
y las células T se producen y maduran en una glándula llamada timo. (Véase también
Introducción a la sangre.)
Figura 7. Hematopoyesis

Dentro de la médula ósea, todas las células sanguíneas (glóbulos sanguíneos) se originan a
partir de un mismo tipo de célula no especializada denominada célula madre (o célula
progenitora). Cuando la célula progenitora o célula madre se divide, inicialmente da origen
a glóbulos rojos inmaduros, a glóbulos blancos inmaduros o a células productoras de
plaquetas. Las células inmaduras se dividen, continúan madurando y se convierten
finalmente en glóbulos rojos (eritrocitos), glóbulos blancos (leucocitos) o plaquetas
(trombocitos) maduros.

La velocidad con que se producen las células sanguíneas se controla en función de las
necesidades del organismo. Las células sanguíneas normales duran un tiempo limitado (que
puede ir desde unas pocas horas hasta unos pocos días para los glóbulos blancos, hasta 10
días para las plaquetas y hasta 120 días para los glóbulos rojos) y deben ser reemplazadas
constantemente. Ciertos trastornos pueden desencadenar una producción adicional de células
sanguíneas. Cuando el contenido de oxígeno en los tejidos del organismo es bajo o cuando
el número de glóbulos rojos (eritrocitos) disminuye, los riñones producen y liberan
eritropoyetina, una hormona que estimula a la médula ósea para producir más glóbulos rojos.
En respuesta a las infecciones, la médula ósea produce y libera más glóbulos blancos
(leucocitos). También tiene la capacidad de producir y liberar más plaquetas como respuesta
a un sangrado
Efectos del envejecimiento en la sangre: el envejecimiento tiene ciertos efectos sobre la
médula ósea y las células sanguíneas y la consecuencia es una disminución de la producción
de células sanguíneas por parte de la médula ósea. Aunque esta disminución generalmente
no causa problemas, puede hacerlo si el organismo experimenta un aumento en la demanda
de células sanguíneas: la médula ósea de una persona mayor puede tener una menor
capacidad para satisfacer grandes demandas de células sanguíneas. En general, la anemia es
el resultado más frecuente. Véase figura 8.

Figura 8. Almacenamiento sanguíneo (médula ósea)

Almacenamiento de energía

Los lípidos almacenados en las células de la médula amarilla son una importante fuente de
energía química.

Una de las funciones que tienen los huesos es la de almacenar triglicéridos.

Los triglicéridos son el tipo más común de lípidos transportados en nuestra sangre,
depositados en nuestras células o presentes en los alimentos.

Se forman por la esterificación de los tres grupos OH del glicerol por diferentes o igual tipo
de ácidos grasos.
Si son sólidos a temperatura ambiente, comúnmente se les llama grasas, y si son líquidos
aceites. La temperatura tibia del cuerpo humano los mantiene un poco fluidos, lo que facilita
su transporte.

Los triglicéridos se almacenan en los adipocitos (células derivadas de los fibroblastos) del
tejido adiposo del cuerpo, para su posterior utilización, siendo un almacén de grasas
rápidamente utilizables. Su función es suministrar energía o ser almacenados por periodos
largos como grasa, siendo una fuente de energía a largo plazo más eficiente que los
carbohidratos.

En el caso de los huesos, estos adipocitos se encuentran en la médula ósea.

La médula ósea es un tejido que se encuentra en la cavidad medular de los huesos y puede
ser de dos clases: roja y amarilla.

Médula ósea roja (figura9): consta de células sanguíneas en desarrollo dentro de una red de
fibras reticulares. También contiene adipocitos, macrófagos y fibroblastos.

En ella se fabrican las células de la sangre en un proceso de fabricación denominado


hematopoyesis, ya que contiene las células madre que originan los tres tipos de células
sanguíneas (leucocitos, eritrocitos y plaquetas). Su color rojo se debe a la gran cantidad de
eritrocitos que posee.

La médula ósea roja es reemplazada paulatinamente en los adultos por la médula ósea
amarilla. En el feto toda la médula ósea es roja, en recién nacidos es mayoritaria, y a partir
de los cuatro años comienza su reemplazo por médula ósea amarilla. En un adulto joven la
relación médula ósea roja y amarilla es 50/50.

En los adultos la médula ósea roja ocupa el tejido esponjoso de los huesos planos, está
ubicada en las costillas, el esternón, la columna vertebral, el cráneo, la escápula y la pelvis.

Médula ósea amarilla (figura 9): se constituye principalmente de adipocitos, aunque


también contiene hematíes dispersos. Debe su color a la gran cantidad de tejido adiposo
(grasa) que contiene. No participa en la formación de la sangre y su función es la de
almacenar triglicéridos.
Los adipocitos son los encargados de almacenar estos triglicéridos, constituyendo así una
reserva potencial de energía química. Esta es la forma natural que tiene el cuerpo de
protegerse del hambre extrema, ya que, como último recurso, nuestro organismo podría
consumir esa grasa almacenada en los huesos.

Se encuentra en el adulto solo en las cavidades medulares de la diáfisis de los huesos largos.

La médula ósea amarilla puede volver a convertirse en roja si fuese necesario (pérdida severa
de sangre o anemia). Esta transformación es un mecanismo que utiliza el cuerpo contra la
pérdida de glóbulos rojos, evitando así los posibles daños orgánicos derivados de la falta de
oxígeno.

Figura 9. Médula roja y médula amarilla


Bibliografía
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 http://www.sabelotodo.org/anatomia/cavidades.html
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