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TEMA 1º
Orígenes del arte, de la historiografía y de la teoría artística.
Manuel D. Pérez Lozano
Bibliografía.-
Aristóteles: Poética. http://www.philosophia.cl/biblioteca/aristoteles/poetica.pdf
Barasch, Moshe: Teorías del arte. De Platón a Winckelmann, Alianza Forma, Madrid 1991.
Blunt, Anthony: La teoría de las artes en Italia (del 1450 a 1600), Cátedra, Madrid 1979.
Kultermann, Udo: Historia de la Historia del Arte, Akal, Madrid 1996.
Kris, E. y Kurt, O: La leyenda del artista, Cátedra, Madrid 1979.
Marty, Gisèle: Psicología del Arte, Pirámide, Madrid 1999.
Panofsky, Erwin: Idea. Contribución a la historia de la teoría del arte, Cátedra, Madrid 1977.
Panofsky, Erwin: Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Las Ediciones de La Piqueta, Madrid 1986.
Panofsky Erwin: El Abad Suger: sobre la Abadía de Saint-Denis y sus tesoros artísticos, Cátedra, Madrid 2004.
Platón: La República o El Estado.
Plotino: Eneadas.
Reale, Giovanni: Introducción a Aristóteles, Herder, Barcelona 1985.
Pero como indicamos antes, será en la difusión y desvirtuación del pensamiento platónico, el llamado
platonismo, cultivado especialmente en el ámbito romano, donde las artes y los artistas pasen a ser más
Manuel D. Pérez Lozano, Historiografía del arte, tema 1, pág. 4
estimados, y serán romanos los que legarán al pensamiento occidental las bases para las teorías
idealistas sobre el arte. Erwin Panofsky (1892-1968), al estudiar el pensamiento estético en la
Antigüedad, recoge un texto del tratado El orador, de M. Tulio Cicerón (106-43 a.d.C.), en el que
podemos apreciar cómo se ha ido desvirtuando el pensamiento de Platón, llegando a ser entendido
como una exaltación de la creación artística: «Creo que en ningún género existe nada tan bello que,
aquello de donde ha sido copiado -como el modelo respecto al retrato-, no sea aún más bello; pero este
modelo no lo podemos percibir ni con la vista ni con el oído ni con ningún otro sentido, sino sólo con
el espíritu y el pensamiento; por eso podemos imaginar algo que supere en belleza a las propias esculturas de
Fidias, que en su género son lo más perfecto, y también a las pinturas ya mencionadas; ya que, cuando este
artista creaba el Zeus y la Atenea, no contemplaba ningún hombre (real) al que pudiera retratar, sino que habitaba
en su espíritu una idea sublime de la Belleza; contemplándola, e inmerso en ella, dirigía su arte y su obra a la
representación de esta idea. Del mismo modo que en el campo de las artes figurativas existe algo perfecto y
superior, a cuya forma ideal se remiten, en su reproducción artística, todas las cosas que no caen bajo el control
sensorial (es decir, los entes divinos a representar), así vemos las formas de la perfecta oratoria sólo con el
espíritu, y lo que captamos a través del oído es su copia. A estas formas de las cosas llamaba Platón -ese sumo
escritor y maestro no sólo del pensamiento, sino también de la palabra- “Ideas”; él niega su temporalidad, afirma
su carácter eterno, y las considera ubicadas en la razón y en el pensamiento. Todo lo demás nace y muere, se
transforma y pasa, no permaneciendo jamás en un único y mismo estado» (Cicerón, Orator ad Brutum, II, 7 y
ss.).
“Resulta claro (...) que el oficio de poeta no consiste en escribir cosas que han sucedido realmente, sino
aquellas que han podido suceder en determinadas condiciones; es decir, cosas que son posibles según las leyes
de la verosimilitud o de la necesidad. En realidad el historiador y el poeta no difieren entre sí porque uno
escribe en verso y otro en prosa; la historia de Herodoto, por ejemplo, podría haberse escrito perfectamente en
verso, y aun así no sería menos historia de lo que es sin estar escrita de esta forma; la verdadera diferencia
consiste en que el historiador describe hechos realmente acaecidos, mientras que el poeta relata hechos que
pueden suceder. Por ello la poesía es algo más filosófico y más elevado que la historia; la poesía tiende más
bien a representar lo universal, la historia lo particular. De esta manera podemos ofrecer una idea de
lo universal; a un individuo de esta o aquella naturaleza le corresponde decir o hacer cosas de tal o cual
naturaleza de conformidad con las leyes de la verosimilitud o de la necesidad; y precisamente a esto responde
la poesía, aun cuando atribuya nombres propios a sus personajes. Se trata de algo particular cuando se dice,
por ejemplo, qué hizo Alcibíades o qué le sucedió” (Poética, 9 1451ª 36 – 1451b 11).
Aristóteles explica que la poesía no es poesía por utilizar versos (un historiador podría utilizar versos y,
sin embargo, no hacer poesía). Y, en general, se puede decir con toda exactitud que no son los medios
empleados por el arte los que hacen que éste sea arte.
Igualmente observa que la poesía (y el arte en general) no depende ni siquiera de su objeto, o,
mejor dicho, del contenido de verdad de su objeto. No es la verdad histórica de las personas, de los hechos y
de las circunstancias que representa la que le confiere valor de arte. Éste puede narrar también cosas
efectivamente sucedidas, pero sólo llega a ser arte si a estas cosas les añade un cierto quid del que carece la
narración puramente histórica (recuérdese que el Estagirita entiende la narración histórica ante todo como
El neoplatonismo. Plotino.
Plotino (aprox. 205-270 d. de C.) es el fundador del neoplatonismo, y en su obra Enneadas se mostrará
como el gran precursor, incluso como el fundamento de la estética. En sus escritos Plotino se refiere con claridad
a las artes visuales de las que parece conocer bien su historia y sus técnicas. Rechaza las apreciaciones platónicas
contra el arte: “Si se desprecian las artes porque son imitadoras de la naturaleza es necesario decir que también
imita la propia naturaleza; por tanto, hay que reconocer que éstas no sólo reflejan lo visible, sino que se
remontan a los principios en los que la naturaleza, a su vez, tiene su origen; y además, estas artes aportan y
añaden mucho allí donde falta algo (para la perfección), ya que ellas poseen la belleza.”
El artista se convierte en compañero de trabajo a la vez que en competidor de la propia naturaleza.
“Fidias no ha creado su Zeus según una realidad visible, sino tal y como el propio Zeus aparecería si quisiera
manifestarse ante nuestros ojos”. Las artes y los artistas son “poseedores de la belleza que complementan las
carencias de la naturaleza”.
Esta superioridad del arte sobre la naturaleza es totalmente novedosa y tendrá amplias consecuencias
doce siglos después. La idea artística está contemplada por el artista en su propio espíritu y es transformada por
este en una “visión viviente”, elevándose a la categoría de los valores metafísicos y objetivos. La belleza, tal
como la entiende Plotino (belleza es aquello que se puede amar), como una cualidad emocional, trasciende la
realización artística, pues no es totalmente transferible a la obra.
A la plasmación de la belleza se opone la materia, un principio negativo propio de su pensamiento
idealista. De modo que el principio creador está más valorado que el objeto creado, que es material. No obstante,
reconoce Plotino, que el poder creador de la naturaleza es superior al artístico: “¿Por qué es una cosa fea, pero
viva, más atractiva que una bella escultura?”. Porque tiene alma y “está más próxima a lo que buscamos”.
La filosofía del arte de Plotino no es una filosofía de la obra de arte, sino del artista. No obstante
reconoce a la obra de arte una función reveladora, teofánica: “Aquellos antiguos sabios que trataban de asegurar
la presencia de los seres divinos mediante la erección de santuarios y estatuas, demostraron poseer un
conocimiento profundo de la naturaleza del Todo; percibieron que, aunque el Alma se encuentra por todas partes,
será más segura aún su presencia si se elabora un receptáculo, un lugar especialmente capaz de albergar alguna
porción o fase de ella, algo que la reproduzca o represente, o sirva de espejo para captar su imagen”.
1
Giovanni Reale, “La filosofía del arte”, Introducción a Aristóteles, Herder, Barcelona 1985, pp. 125-133.
En definitiva, la Edad Media, que entendió las artes como mecánicas, manuales, no vio la necesidad de
desarrollar teorías al respecto. Menos aún sería esto posible cuando cada arte fue separada en una organización
gremial del trabajo. No tenía mucho sentido una explicación de conjunto.
Sólo a la música se le reconoció un cierto valor intelectual al quedar integrada dentro de las “artes
liberales”. Indirectamente también se reconoció cierto valor intelectual al arquitecto cuyos conocimientos se
basaban en la geometría.
Artes liberales:
Trivium: Gramática
Retórica
Dialéctica
Quadrivium: Aritmética
Geometría
Astronomía
Música
2
Véase, Edwin Panofsky, Arquitectura gótica y pensamiento escolástico, Madrid 1986. Moshe Barassch, Teorías del arte, Madrid
1991, pp. 92-94.
Manuel D. Pérez Lozano, Historiografía del arte, tema 1, pág. 9
modo que vuelve a la defensa del principio de la mimesis, entendido como que el artista ha de
observar la naturaleza para así alcanzar el verdadero arte. También contiene un rudimentario
comentario sobre perspectiva.
3
Las primeras ediciones impresas son: Basilea 1540 (en latín). Venecia 1547 (italiano)
4
Santiago López Moreda, “Sobre el significado de concinnitas”, Emérita. Revista de Lingüística y Filología Clásica, LXVIII 1, 2000
pp. 73-86.
Manuel D. Pérez Lozano, Historiografía del arte, tema 1, pág. 10