Sunteți pe pagina 1din 16

Republica Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior


I.U.T. “Dr. Federico Rivero Palacio”
Aldea “Ildefonso Núñez Mares”
Maturín – Estado - Monagas

Planificación Urbana

Profesor Integrantes:
Luís Chacon Rosnelys Malave
Leide Pizarro
Gilberto Febre
Dany Veliz
Luisbert Marques
Jesús Coronado
Raider Suárez
Carla Contreras
Alexis Álvarez
Esthefany Medrano

Maturín, Enero 2.014


Introducción
La complejidad que presenta hoy la realidad urbana, sometida a procesos de cambios sociales,
políticos y fundamentalmente económicos, demandan revisión en la concepción de las
herramientas de la planificación; en este contexto la relevancia de aspectos comunes en su
estructura y metodología en la concepción de planes directores y planes estratégicos territoriales,
deben ser contempladas como base y directriz de la acción, visión y misión en la promoción del
desarrollo, objetivo de la planificación urbana, para integrarlos a través de estos mecanismos,
como estrategia para el cambio, en la toma de conciencia, cultura urbana, y de educación, para
profundizar y calificar el proceso político e ideológico, vía fundamental del desarrollo.

La falta de visión global en la planificación urbana tradicional, de integralidad en sus enfoques, y


ausencia de mecanismo de participación efectiva de la comunidad, en la concreción de sus
herramientas, genera en muchos casos, planes directores desconectados de su realidad, con pocas
probabilidades de incorporarse con cierto éxito en la gestión urbana, imposibilitada de observar
el fenómeno social cultural y económico que se lleva a cabo en el territorio durante el proceso de
ordenamiento.

Reconceptualizar la planificación urbana, sus niveles, enfoques, y su relación con las variables
territoriales, sociales, económicas, definidas en un ámbito de participación, fortalece los planes,
la gestión, incorpora contenido estratégico y favorece planificación estratégica, para potenciarla.
1.- Planificación urbana

Dentro de la complejidad del concepto de urbanismo en sí mismo, la planificación urbana surge


como ese proceso de descripción, análisis y evaluación de las condiciones de funcionamiento de
las ciudades para poder generar propuestas de diseño y formular proyectos que permitan regular
la dinámica urbana y ambiental de toda la ciudad (Real Academia Española, 2001) y atender las
anomalías existentes entre sus condiciones del desarrollo económico, social y espacial (Sánchez
de Madariaga, 2008), dentro de un plazo de tiempo que demanda una programación, seguimiento
y control bien definido (Osorio, 1974).

Dada la complejidad de este proceso, resulta muy útil incorporar los planteamientos aportados
por Jorge Ahumada (1966:2-3), quien consideraba a la planificación como una metodología para
escoger alternativas, que se caracteriza porque permite verificar la prioridad, factibilidad y
compatibilidad de los objetivos y seleccionar los instrumentos más eficientes... La planificación
no es el proceso de elaborar un documento que se denomina plan o programa, esto es sólo una
parte del proceso.

Sin embargo, las prioridades y los objetivos de la ciudad cambian en el tiempo, por lo que la
planeación urbana o planificación urbana igualmente evoluciona en su concepción, a partir de los
distintos momentos históricos de las ciudades, respondiendo a los procesos de industrialización,
densificación poblacional, expansión de las actividades e incompatibilidad con las
infraestructuras y servicios que las mismas registran.

Inicialmente fue considerada la planificación urbana como una plataforma de reglamentación y


restricción de las prácticas en infraestructura y equipamiento de la ciudad, respondiendo a un
entorno de insalubridad y aglomeración poblacional y funcional característico de las ciudades de
mediados del siglo XIX. Posteriormente, hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX, el
rol de la planificación urbana se centró en atención de la demanda de viviendas y en el logro de
un modelo más estructurado, que más allá de las intervenciones aisladas lograra planes urbanos
con una visión integral, como lo afirmaba John Nolen, planificador norteamericano (citado por
Sánchez de Madariaga, 2008). De esta forma, se transita hacia la delimitación de las funciones de
la ciudad y la atención de su condición estética, una apuesta por la renovación urbana que
armonice los espacios con las características de las actividades y los nuevos requerimientos de la
vida social. Evidentemente, esta condición demandaba la existencia de reglamentaciones y
legislaciones urbanísticas que facilitaran el proceso de ordenamiento, abriéndole las puertas a las
propuestas de arquitectos como Cerdá y Arturo Soria y Mata, en territorio europeo, y otros en el
resto del mundo.

En este recorrido merecen destacarse los argumentos de Manuel Castells (1974) durante la
segunda mitad del siglo XX, quien consideraba que "toda planificación puede analizarse como la
intervención del Estado sobre las dimensiones y relaciones entre lo social, económico, ideológico
y político de la ciudad o territorio, con la finalidad de maximizar la producción y riqueza de la
misma" y sus actores locales. Esta posición no parece ser extraña para otros autores del siglo
XXI, como Jan Bazant (2001), quien asegura que "la planeación urbana debe ser la expresión
espacial del proyecto nacional de desarrollo social y económico. Por ende, la planeación urbana
no es un mecanismo que funciona aislado, sino que está integrado y responde a un consenso
político entre gobierno y sociedad".

En consecuencia, y tomando los interesantes planteamientos de Friedman (citado en Gutiérrez,


2007: s/n), se puede concluir que "el dominio esencial de la planeación urbana se origina en la
intersección de procesos socio-espaciales que en conjunto producen el hábitat urbano".

A partir de estos procesos, resulta claro que la ciudad debe ser analizada y evaluada de forma
integral e interrelacionada, reconociendo los intereses y poderes de los distintos actores que la
activan y hacen posible. Y basándose en las palabras de Vallmitjana (2002:121-122), la
planificación urbana pasa a ser "una actividad negociadora y mediadora del complejo sistema de
relaciones que se establecen entre la administración y la comunidad, que opera en un medio
social, económico y político variable a lo largo del tiempo", y requiere disponer de códigos y
parámetros claros (incluyendo los componentes sociales y económicos de la ciudad) (Borja y
Castells, 2006:235 y 247), para que se convierta en una herramienta efectiva para la gestión local
(Lope-Bello, 1994).
2. - La globalidad en la visión de la planificación urbana.
La planificación urbana contiene aspectos ideológicos, políticos y variables como las espaciales,
poblacionales, económicas, sociales, culturales, territoriales, y otras que los enfoques por su
interacción deberían integrar en su análisis, conducente a posibilitar visión y gestión,
constituyéndose en un instrumento conceptual ajustado a la realidad, capaz de orientar la toma de
decisión, encaminada a implantar los cambios posibles y necesarios para promover desarrollo y
legitimizar gestión.

La discusión y el análisis de autores sobre este tema coinciden en concebir la planificación


urbana, como un instrumento capaz de establecer previsiones de futuro desde el presente, siempre
que se conozca integralmente la realidad, consciente de los nuevos paradigmas de la planificación
y el desarrollo, el marco ideológico del desenvolvimiento económico y social, las potencialidades
y debilidades del territorio, para obtener visión de futuro posible.

La globalización, en el marco de la economía neoliberal, ha iniciado un proceso de desregulación


del Estado a partir de procesos de privatización y descentralización, que han creado un marco de
oportunidades y desafíos para los gobiernos locales, en la medida que el Estado Nacional les a
entregado mayores responsabilidades y recursos; esta realidad parecería afectar la importancia
asignada a la relación o al carácter centralista de los niveles territoriales de la planificación
(nacional – regional – local), por lo que la planificación urbana actual, demanda un
fortalecimiento de sus enfoques en el ámbito local, como base para planificar estratégicamente el
territorio.

La crisis del urbanismo tecnócrata, la falta de innovación, su visión sectorial son factores que han
invalidado la visión global de la problemática de las ciudades y han restado la posibilidad de
contribuir significativamente en el proceso de su desarrollo.

El urbanismo como base para una planificación estratégica, sería el plan al servicio del proyecto
de una ciudad deseable y acordada por los agentes económicos y sociales desde sus objetivos
hasta sus normas. Formulando o reformulando la estructura del territorio fijando usos y
clasificación del suelo, los sistemas generales de comunicación y las zonas de protección, los
equipamientos, el plan debe ser flexible, concertando con los actores privados, agentes
económicos y sociales. “El proceso urbanizador ha de tener en cuenta no solo el contenido social
de la propiedad sino también su sustentabilidad y daños que podría ocasionar este proceso al
agua, atmósfera, suelo etc”.(Victory, 1997), como un plan general basado en la participación y
concertación para la revisión de planes directores.

La gestión democrática, las técnicas reflexivas y estratégicas son argumentos que garantizan la
ejecución del planeamiento. “La gestión urbanística, para asegurar la ejecución del planeamiento
requiere para la gestión, planes concertados con la población como presupuesta básica de la
gestión democrática de la ciudad” (Victory, 1996). “La planificación, normativa y centralizada,
propia de los años sesenta y setenta, ha entrado en crisis debido al cuestionamiento de un
urbanismo tecnócrata, entendido como disciplina positiva, la tendencia actual se orienta hacia los
conceptos y las técnicas basadas en la reflexión y gestión estratégica”(Fernández, s/f).

El proceso de globalización, sus nuevas relaciones entre el territorio y la industria de la


información, la ausencia de visión común de instituciones públicas y privadas en los planes de
desarrollo, sumados a débiles conexiones que se asignaron en el pasado a sociedad, cultura y
economía, nos deben motivar a la actualización de métodos y técnicas de análisis territorial, para
reenfocar la planificación.

“Las tendencias masivas de dispersión espacial de las actividades económicas en escala


territoriales, asociadas a la mundialización han contribuido a nuevas formas de centralización
territorial de las operaciones administrativas y de control, las industrias de la información
requieren vasta infraestructura física, proceso de trabajo que por lo menos en parte depende de su
localización debido a la combinación de recursos que necesitan incluso en los casos en que los
productos son hipermóviles” (Sassen, 1997).

“El plan debería asignar los objetivos comunes en el territorio a las instituciones públicas y
privadas y los agentes sociales que en él operan, objetivos que abarcan desde la educación, la
coordinación institucional, las infraestructuras, usos de suelo y otros” (Victory, 1997).
“Existe en la actualidad una fuerte revalidación de las relaciones Sociedad – Cultura – Economía
– Territorio, que fueron descuidadas por la ortodoxia de la planificación”(Bervejillo, 1996).

Podríamos resumir que:


La planificación urbana pasa por ser una práctica innovadora en función de la
reconceptualización del territorio de la revisión de sus métodos y sus herramientas, la
integralidad de sus niveles enfoques y carácter de gestión, para obtener:
 Visión global de la realidad.
 Conjuncionar diseño y gestión.
 Enfoques tendientes a contener acción comunicativa y participativa.
 Por ello la planificación debe concebirse en su integralidad, como principio rector del
desarrollo, bajo un proceso participativo y concertado de los agentes socio económico, como
un principio y un fin en sí mismos.

3. - Objetivos de la planificación urbana

Un primer acercamiento a los objetivos de la planificación nos lleva a sostener que es prever y
tomar decisiones en el presente para conducirnos a un futuro deseable y posible, deseable en el
marco de las aspiraciones sociales y culturales, posible, ideológica y económicamente.

La demanda de satisfacciones de las necesidades humanas como objetivo, responde al grado de


información cultural y posesión de economía que ostentan las personas o grupos sociales, lo que
exige de las políticas públicas, la compatibilización de necesidades y su satisfacción en función
de su diversidad y los recursos que el marco societario e institucional cuenta. Para cumplir con
objetivos sociales, se deben iniciar acciones sobre aquellos factores que representen situación de
cambio, remitidas a factores ideológicos. Así la planificación tiene como objetivo no solo la
proyección conducente de acciones tendientes al bien común, si no fundamentalmente a ser un
factor de cambio contribuyendo con la transformación de la comunidad, dirigida a realidades más
participativas y equitativas en un marco de justicia social, promoviendo competitividad
económica e integración social.
La crisis del territorio, la ciudad, se derivan de la imposibilidad interna de generar o promover
suficientes recursos, por políticas erráticas, falta de coordinación o ausencia de coordinación en
los niveles de la planificación, inadecuada relación en la administración pública entre los
responsables de la planificación y sus diversos enfoques, concepto en crisis agravada por
anteriores paradigmas y realidad actual socioeconómica, ideológica y política, derivada de
imposiciones externas insoslayable como la política neoliberal, expresión de la reestructuración
del capitalismo, como afirman algunos autores.

Como resultado de las dificultades inherentes de ciudades que crecen generalmente por presiones
sectoriales y niveles administrativos sin coordinación e inadecuada o ausente participación
ciudadana, nacen planes de bases físicas y gestiones desarticuladas, que no contienen la visión
global de un territorio o ciudad o jurisdicción que pueda ser comprendida por sus habitantes, que
no está integrada en la visión de territorio, no es sustentable en el tiempo y es incapaz de
promover desarrollo. Para fortalecer los objetivos de la planificación es importante clarificar
conceptos y establecer áreas comunes de acción, niveles de participación, para generar una visión
integral y una acción estructurada, ideológicamente coherente, social y económicamente posible,
en este marco los planes de ordenamiento territorial deben reconocer y contener los aspectos
relevantes que marcan la integralidad de los enfoques de la planificación.

Un plan para ordenar el territorio, que cumpla con los objetivos apuntados, requiere definiciones
respecto a:
 Su estructura
 Sistemas de comunicación
 Su sustentabilidad
 Su igualdad en el ordenamiento
 Flexibilidad en su aplicación.
 Identidad en su proyección.
 Concertación y participación en su visión concreción y aplicación.
 Conjuncionar diseño y gestión
 Factibilidad en su gestión.
 Formas de evaluación y redireccionamiento.

Conjunto de factores que conllevan a moldear objetivos de una gestión democrática del territorio,
genera toma de conciencia urbana y contribuye con planes estratégicos consecuente de este
proceso.
Para enmarcar este sector del análisis podríamos resumir los objetivos de la Planificación urbana
es concretar ciudad en los siguientes términos:
 Desarrollo de la estructura urbana asegurando sanas condiciones de vida y de trabajo.
 Mantener y mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales, densificando las zonas
residenciales y de trabajo.
 Mejorar las condiciones residenciales y de trabajo, perfeccionando los servicios de tráfico y
suministro robusteciendo las zonas periféricas.
 Mantenimiento y mejora de sanas condiciones de vida, de trabajo, de educación, salud y
esparcimiento en el área urbana y su equilibrada relación con las áreas intermedias y rurales.
 Promover una sociedad basada en la justicia social, la equidad y la participación.
 Promover oportunidades respecto a la vivienda, trabajo, educación y la cultura.
 Basar el contenido del desarrollo en su carácter sustentable y equilibrado con su medio
ambiente.

4. - Retos actuales de la planificación.


Reto como la capacidad de modelar la acción de los siguientes factores en el desarrollo:
El futuro no es más que la proyección del presente, decíamos que planificar es prever y decidir
en el presente las acciones que nos conduzcan a un futuro deseable y posible. ¿Cuáles acciones
en el presente?. Las que demandan satisfacción de las necesidades esenciales como, falta de agua
potable, de equipamientos sociales, infraestructura, servicios de salud, educación, transporte,
recreamiento, y otras más complejas como, la vivienda y el desafío económico que representa la
generación de empleo que controle la producción y la distribución de la riquezas, equilibrando
objetivos sociales.

Desafío de profundizar y perfeccionar, la participación como instrumento generador de acciones


conducentes al desarrollo equilibrado y equitativo, la democracia como espacio para el desarrollo
de ésta, la legitimación social de los representantes del pueblo por sus acciones, conducentes a la
gobernabilidad, como los mecanismos de coordinación y concertación de la ciudadanía a través
de sus instituciones intermedias, llegan a los niveles institucionales y temáticos.

GOBERNABILIDAD

Instituciones Nivel Institucional


medias Nivel tematico

Ciudadania

Instituciones civiles
intermedias

La planificación de los años cincuenta y sesenta podría decirse que funcionó durante esa década,
hoy las variables que se le contraponen, nos lleva a considerar otro reto, la incertidumbre, “El
futuro ha pasado de ser un objeto relativamente estable a convertirse en un objeto volátil. Por esta
razón, los planificadores contemporáneos se enfrentan a demasiadas fuerzas que obstaculizan la
posibilidad de alcanzar predicciones correctas. Ante esta situación, la postura más inteligente es
aceptar la incertidumbre, tratar de comprenderla y convertirla en parte de nuestro
razonamiento.”(Fernández. s/f).

La lucha por problemas de identidad en un mundo cada vez mas globalizado y cambiante, por
mejores condiciones de vida ciudadana, dignidad y justicia social. Así enmarcada la globalización
genera lógicas de gestión propias, en la medida que los procesos de descentralización y
concertación se inician, la descentralización posibilita la participación, la concertación como un
proceso de cohesión social, sustento del proceso democrático y fortalecimiento de la identidad
social.
La configuración del modelo de desarrollo, en los años 70 basado en la gran empresa y en
economías de aglomeración, encierra el origen del deterioro de los resultados económicos y de la
crisis que afectó la definición de los centros urbanos, y los criterios de la planificación, como
sustentan algunos autores.
La planificación urbana como sus herramientas y niveles, no solo esta exigida de integralidad
como otro reto, de planes ajustados a la realidad y sus proyecciones, fines y objetivos, también en
delinear proyectos políticos, que acompañen acciones territorializadas con menos contenido
partidario, y mayor participación de los actores; el gasto público en lo que se refiere a la
inversión y al nuevo factor que está tomando importancia determinante para el futuro, el gasto de
la deuda, que en el proceso descentralizador, los gobiernos locales vienen a contraer con
organismo financieros, los aspectos de gestión, ligado al carácter que los gobernantes decidan
darle a la planificación y a su ves el potenciar sus recursos humanos y técnicos disponibles en la
formulación globalizada y estratégica de los planes de gestión. Como el de observar, conducir e
incentivar la iniciativa privada como factor de desarrollo, sin caer en la inercia ideológica para
confiar ciegamente en las iniciativas privadas (Borja, Castells, 1997).

En el marco de los niveles de políticas respecto a la gestión territorial, vemos que las directrices
de ordenamiento, políticas sectoriales y grandes proyectos se integran para desarrollar gestión
estratégica del territorio, ver fig. 3.
POLITICA Y GESTION TERRITORIAL

Directrices territoriales de ordenamiento


y desarrollo, objetivos de largo plazo.
POLITICA DE
ESTADO

Politicas y Estrategias
territoriales Grandes POLITICAS
programas proyectos
integradas OPERATIVAS
sectoriales

GESTION
Gobierno Convenios Gobiernos TERRITORIAL
Nacional agencias Departamentales
Ministerios y sociedades mixtas
publicas Locales
Organismos de O.T.

PRINCIPALES PROBLEMAS Y OBSTÁCULOS PARA LA APLICACIÓN


DEL DERECHO URBANÍSTICO VENEZOLANO
En el orden jurídico venezolano, el derecho urbanístico nace a partir del reconocimiento de la
cuestión urbana como un asunto de orden constitucional, al afirmar que es justamente el Estado
(la nación) el responsable de establecer, coordinar y unificar normas, procedimientos y leyes
asociados a la ordenación urbanística. Igualmente, reconoce el derecho de propiedad y el derecho
del Estado de aplicar medidas, tales como las contribuciones, restricciones y obligaciones sobre
las mismas con fines de utilidad pública o de interés general.
Sin embargo, esta responsabilidad es compartida por los tres niveles de Gobierno existente en
Venezuela: el nacional, el regional y el municipal, y el grado de su intervención está íntimamente
relacionado con la jerarquía en sus competencias.
Dada la concurrencia de las competencias antes señaladas y la demanda de una efectiva
coordinación entre los entes públicos, el tema urbano se traduce en todo un reto no siempre bien
llevado por los gobiernos. Un reto por contar con mayores capacidades y mejores canales de
comunicación entre las instituciones, a fin de sistematizar las demandas o solicitudes, procesando
adecuadamente los problemas que confronta la población de la ciudad y evitar la duplicación de
esfuerzos profesionales y gastos de recursos públicos (Zambrano B., 2001).

Igualmente, se considera importante reconocer que cada una de las decisiones políticas que se
tomen en cualquiera de los niveles de Gobierno, evidentemente van a tener implicaciones sobre
los deberes y derechos del propietario del suelo, por lo que la responsabilidad y seriedad de los
funcionarios es vital.
Sin embargo, dentro de este contexto, resulta importante llamar la atención acerca de la particular
condición del derecho urbanístico como rama del derecho administrativo, que le permite aplicar
sanciones sólo a nivel administrativo frente al incumplimiento de lo establecido en las distintas
leyes, decretos, ordenanzas y demás regulaciones locales, regionales o nacionales. Esta limitación
de origen permite que el sancionado pueda apelar a través de los correspondientes recursos de
amparo ante procedimientos administrativos, retardando la actuación del funcionario. De esta
forma, y como es común en la Administración pública local venezolana, el acto de la autoridad
pública local se reduce a resoluciones de advertencia y aplicación de multas que no cubren las
expectativas de los denunciantes, no solventan definitivamente la problemática señalada y
transforman este proceso en un plazo de gracia que el propietario infractor aprovecha para la
consecución de su obra o el proyecto mientras se dicta una respuesta definitiva. Evidentemente,
es un asunto por resolver.

Otra debilidad manifiesta para la aplicación de nuestro marco jurídico urbanístico es el frágil
acompañamiento que tienen los planes urbanos (Plan de Ordenación del Territorio, Plan de
Ordenación Urbanística, Plan Especial, Esquema Sumario) con respecto al financiamiento y
gestión de las intervenciones urbanas propuestas, manifestándose de la siguiente manera:
• En la planificación: El protagonista hasta ahora ha sido el profesional o técnico, el cual pocas
veces consulta la opinión de las comunidades para la toma de decisiones, dependiendo de la
apertura y voluntad política manifestada por las autoridades. No hay evidencias reconocidas y
contundentes que muestren el firme paso y evolución desde la tradicional planificación normativa
hacia una planificación participativa. Sólo esfuerzos aislados.

• En la financiación: Está ampliamente establecido en el marco jurídico que las intervenciones


urbanas de interés colectivo pueden recibir recursos de los presupuestos públicos ordinarios
(nacional, regional y/o municipal), pero tradicionalmente los presupuestos públicos son
deficitarios. Por ello, se recurre en ocasiones a créditos adicionales, convenios internacionales,
etcétera, para la ejecución de las distintas obras, y sólo se involucra al sector privado
(propietarios) en la sesión obligatoria y proporcional de algunos terrenos integrantes de un lote
mayor sujeto a un proceso de urbanismo,5 para ser destinados a equipamientos públicos, no
suficientes para la construcción y sostenibilidad de toda la ciudad vista de manera integral.
• En la gestión: Involucra la recepción y la efectiva utilización de recursos públicos, bajo el
correspondiente proceso de seguimiento y control, así como la canalización y promoción de
inversiones privadas en beneficio de la ciudad. Sin embargo, las estructuras organizativas
gubernamentales parecen estar sustentadas sobre una red de procedimientos administrativos
complejos, que según Friedmann y Fernández (2008), puede dar como resultado una clara y
permanente “inconsistencia entre la decisión y la acción (hipocresía organizacional)”, condición
que no contribuye a la construcción de soluciones ni genera valor.

Ante esta realidad, el próximo paso de la planeación o planificación urbana es que los habitantes
de la ciudad se constituyan en el elemento transversal de la política pública urbana al nivel de
cada uno de estos componentes, formando parte de la toma de decisiones, de manera conjunta y
guiada con las instituciones gubernamentales, para efectivamente asegurar logros y avances en la
superación de los problemas.
Esta aclaratoria acerca de la efectiva conducción de las comunidades por parte del poder
constituido se hace por cuanto en la actualidad venezolana el marco jurídico vinculado con el
poder ciudadano y comunal parece estar desvirtuando seriamente las competencias institucionales
de los niveles de Gobierno existentes, en materia urbana. Se pretende, a través de la Ley de los
Consejos Comunales, asignar a las comunidades organizadas responsabilidades y competencias
de planificadores sin la necesaria capacitación y concepción de la ciudad como un sistema
integral. Existe el riesgo de que cada uno de los grupos comunitarios vele por la solución de sus
problemas locales inmediatos al disponer de recursos directos provenientes del Gobierno
nacional, sin que necesariamente esta actuación sea un legítimo ejemplo de planificación. A esta
condición además se le une la aparente disposición gubernamental que asegura que los recursos
asignados directamente a las comunidades no serán canalizados, controlados, ni supervisados por
el nivel local de Gobierno.
Dado el balance realizado anteriormente, se puede afirmar que el derecho urbanístico venezolano
no se abre a la incorporación dentro de su estructura jurídica de estrategias, instrumentos y
herramientas de gestión urbana que le permita a los tomadores de decisiones, propietarios y
comunidad en general, traducir fácilmente ese “deber ser” de la ley en acciones efectivas,
oportunas y asertivas, en la que todos los actores sean protagonistas y responsables de los
resultados esperados.
Mientras esta condición no se logre, a partir de una efectiva articulación entre política, línea
estratégica, programas y acciones, se seguirá sustentando la construcción de nuestras ciudades
sobre lineamientos generales aplicables a cualquier ciudad del mundo, la discrecionalidad de los
funcionarios públicos, la evasión del compromiso y responsabilidad del privado en la cuestión
urbana, la ignorancia ante las necesidades sentidas de los habitantes y el despilfarro del dinero
público.

Adicionalmente a lo anterior, las leyes venezolanas no cuentan con la definición de suficientes


instrumentos de financiación de la política urbana, en los cuales tenga un protagonismo y
compromiso fundamental el sector privado. Sólo existen algunos enunciados acerca de la
obligación del privado de donar algún porcentaje de su propiedad para equipamientos y servicios,
en caso de urbanismos completos, lo cual no siempre es provechoso para la ciudad, debido a sus
condicionantes y características naturales (terrenos residuo, en pendiente o complejos en su
forma).
Es decir, no se cuenta con criterios claros que permitan la implementación de los instrumentos de
gestión en pro del logro de recursos locales para la construcción de una mejor ciudad.
En consecuencia, es necesario que se logren nuevos modelos de planificación más ágiles y
efectivos, cercanos a la gente y sinceros con los tiempos de Gobierno municipal, que permitan
implantar una verdadera y continua gestión del territorio, facilitando la construcción de ciudades
más incluyentes, con una clara definición de los deberes y derechos.
Conclusión
• El marco jurídico venezolano en materia urbanística es rico y complejo, y demanda la necesaria
cooperación y trabajo colectivo de las instituciones públicas con competencia en la materia a los
distintos niveles de gobierno.

• El derecho urbanístico venezolano hasta el momento está funcionando como un soporte pasivo
del ordenamiento territorial, pero debe ser alimentado por estrategias de gestión efectivas frente a
los propietarios privados, siendo garantes del respeto a la función social del aprovechamiento del
suelo urbano.

• La descentralización debe ser fortalecida y defendida, así como el proceso de participación


ciudadana, a los fines de contribuir con la transparencia de la gestión pública y la necesaria
distribución de las cargas y beneficios entre los actores locales, en un libre ejercicio de
contraloría social.

• El futuro de las ciudades debe decidirse desde lo local, por lo que el modelo venezolano debe
asumir este reto y responsabilidad, más allá de la disponibilidad de un modelo petrolero sin
límites y complaciente que no ha institucionalizado la necesidad de corresponsabilidad, de
transparencia y de una efectiva rendición de cuentas del dinero público.

• Se requiere apostar por normas más ágiles que permitan la activación de todos los actores
urbanos y planes urbanos que manejen, tanto el corto plazo como el mediano y largo plazo,
condición que pudiese demandar una revisión de la actual jerarquización de planes.

• Se debe luchar contra el vacío existente entre los tiempos institucionales y los tiempos del
colectivo, a los fines de planificar y lograr respuestas efectivas y oportunas, en el momento
requerido, para la ciudad y sus ciudadanos.

S-ar putea să vă placă și