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Planificación Urbana
Profesor Integrantes:
Luís Chacon Rosnelys Malave
Leide Pizarro
Gilberto Febre
Dany Veliz
Luisbert Marques
Jesús Coronado
Raider Suárez
Carla Contreras
Alexis Álvarez
Esthefany Medrano
Reconceptualizar la planificación urbana, sus niveles, enfoques, y su relación con las variables
territoriales, sociales, económicas, definidas en un ámbito de participación, fortalece los planes,
la gestión, incorpora contenido estratégico y favorece planificación estratégica, para potenciarla.
1.- Planificación urbana
Dada la complejidad de este proceso, resulta muy útil incorporar los planteamientos aportados
por Jorge Ahumada (1966:2-3), quien consideraba a la planificación como una metodología para
escoger alternativas, que se caracteriza porque permite verificar la prioridad, factibilidad y
compatibilidad de los objetivos y seleccionar los instrumentos más eficientes... La planificación
no es el proceso de elaborar un documento que se denomina plan o programa, esto es sólo una
parte del proceso.
Sin embargo, las prioridades y los objetivos de la ciudad cambian en el tiempo, por lo que la
planeación urbana o planificación urbana igualmente evoluciona en su concepción, a partir de los
distintos momentos históricos de las ciudades, respondiendo a los procesos de industrialización,
densificación poblacional, expansión de las actividades e incompatibilidad con las
infraestructuras y servicios que las mismas registran.
En este recorrido merecen destacarse los argumentos de Manuel Castells (1974) durante la
segunda mitad del siglo XX, quien consideraba que "toda planificación puede analizarse como la
intervención del Estado sobre las dimensiones y relaciones entre lo social, económico, ideológico
y político de la ciudad o territorio, con la finalidad de maximizar la producción y riqueza de la
misma" y sus actores locales. Esta posición no parece ser extraña para otros autores del siglo
XXI, como Jan Bazant (2001), quien asegura que "la planeación urbana debe ser la expresión
espacial del proyecto nacional de desarrollo social y económico. Por ende, la planeación urbana
no es un mecanismo que funciona aislado, sino que está integrado y responde a un consenso
político entre gobierno y sociedad".
A partir de estos procesos, resulta claro que la ciudad debe ser analizada y evaluada de forma
integral e interrelacionada, reconociendo los intereses y poderes de los distintos actores que la
activan y hacen posible. Y basándose en las palabras de Vallmitjana (2002:121-122), la
planificación urbana pasa a ser "una actividad negociadora y mediadora del complejo sistema de
relaciones que se establecen entre la administración y la comunidad, que opera en un medio
social, económico y político variable a lo largo del tiempo", y requiere disponer de códigos y
parámetros claros (incluyendo los componentes sociales y económicos de la ciudad) (Borja y
Castells, 2006:235 y 247), para que se convierta en una herramienta efectiva para la gestión local
(Lope-Bello, 1994).
2. - La globalidad en la visión de la planificación urbana.
La planificación urbana contiene aspectos ideológicos, políticos y variables como las espaciales,
poblacionales, económicas, sociales, culturales, territoriales, y otras que los enfoques por su
interacción deberían integrar en su análisis, conducente a posibilitar visión y gestión,
constituyéndose en un instrumento conceptual ajustado a la realidad, capaz de orientar la toma de
decisión, encaminada a implantar los cambios posibles y necesarios para promover desarrollo y
legitimizar gestión.
La crisis del urbanismo tecnócrata, la falta de innovación, su visión sectorial son factores que han
invalidado la visión global de la problemática de las ciudades y han restado la posibilidad de
contribuir significativamente en el proceso de su desarrollo.
El urbanismo como base para una planificación estratégica, sería el plan al servicio del proyecto
de una ciudad deseable y acordada por los agentes económicos y sociales desde sus objetivos
hasta sus normas. Formulando o reformulando la estructura del territorio fijando usos y
clasificación del suelo, los sistemas generales de comunicación y las zonas de protección, los
equipamientos, el plan debe ser flexible, concertando con los actores privados, agentes
económicos y sociales. “El proceso urbanizador ha de tener en cuenta no solo el contenido social
de la propiedad sino también su sustentabilidad y daños que podría ocasionar este proceso al
agua, atmósfera, suelo etc”.(Victory, 1997), como un plan general basado en la participación y
concertación para la revisión de planes directores.
La gestión democrática, las técnicas reflexivas y estratégicas son argumentos que garantizan la
ejecución del planeamiento. “La gestión urbanística, para asegurar la ejecución del planeamiento
requiere para la gestión, planes concertados con la población como presupuesta básica de la
gestión democrática de la ciudad” (Victory, 1996). “La planificación, normativa y centralizada,
propia de los años sesenta y setenta, ha entrado en crisis debido al cuestionamiento de un
urbanismo tecnócrata, entendido como disciplina positiva, la tendencia actual se orienta hacia los
conceptos y las técnicas basadas en la reflexión y gestión estratégica”(Fernández, s/f).
“El plan debería asignar los objetivos comunes en el territorio a las instituciones públicas y
privadas y los agentes sociales que en él operan, objetivos que abarcan desde la educación, la
coordinación institucional, las infraestructuras, usos de suelo y otros” (Victory, 1997).
“Existe en la actualidad una fuerte revalidación de las relaciones Sociedad – Cultura – Economía
– Territorio, que fueron descuidadas por la ortodoxia de la planificación”(Bervejillo, 1996).
Un primer acercamiento a los objetivos de la planificación nos lleva a sostener que es prever y
tomar decisiones en el presente para conducirnos a un futuro deseable y posible, deseable en el
marco de las aspiraciones sociales y culturales, posible, ideológica y económicamente.
Como resultado de las dificultades inherentes de ciudades que crecen generalmente por presiones
sectoriales y niveles administrativos sin coordinación e inadecuada o ausente participación
ciudadana, nacen planes de bases físicas y gestiones desarticuladas, que no contienen la visión
global de un territorio o ciudad o jurisdicción que pueda ser comprendida por sus habitantes, que
no está integrada en la visión de territorio, no es sustentable en el tiempo y es incapaz de
promover desarrollo. Para fortalecer los objetivos de la planificación es importante clarificar
conceptos y establecer áreas comunes de acción, niveles de participación, para generar una visión
integral y una acción estructurada, ideológicamente coherente, social y económicamente posible,
en este marco los planes de ordenamiento territorial deben reconocer y contener los aspectos
relevantes que marcan la integralidad de los enfoques de la planificación.
Un plan para ordenar el territorio, que cumpla con los objetivos apuntados, requiere definiciones
respecto a:
Su estructura
Sistemas de comunicación
Su sustentabilidad
Su igualdad en el ordenamiento
Flexibilidad en su aplicación.
Identidad en su proyección.
Concertación y participación en su visión concreción y aplicación.
Conjuncionar diseño y gestión
Factibilidad en su gestión.
Formas de evaluación y redireccionamiento.
Conjunto de factores que conllevan a moldear objetivos de una gestión democrática del territorio,
genera toma de conciencia urbana y contribuye con planes estratégicos consecuente de este
proceso.
Para enmarcar este sector del análisis podríamos resumir los objetivos de la Planificación urbana
es concretar ciudad en los siguientes términos:
Desarrollo de la estructura urbana asegurando sanas condiciones de vida y de trabajo.
Mantener y mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales, densificando las zonas
residenciales y de trabajo.
Mejorar las condiciones residenciales y de trabajo, perfeccionando los servicios de tráfico y
suministro robusteciendo las zonas periféricas.
Mantenimiento y mejora de sanas condiciones de vida, de trabajo, de educación, salud y
esparcimiento en el área urbana y su equilibrada relación con las áreas intermedias y rurales.
Promover una sociedad basada en la justicia social, la equidad y la participación.
Promover oportunidades respecto a la vivienda, trabajo, educación y la cultura.
Basar el contenido del desarrollo en su carácter sustentable y equilibrado con su medio
ambiente.
GOBERNABILIDAD
Ciudadania
Instituciones civiles
intermedias
La planificación de los años cincuenta y sesenta podría decirse que funcionó durante esa década,
hoy las variables que se le contraponen, nos lleva a considerar otro reto, la incertidumbre, “El
futuro ha pasado de ser un objeto relativamente estable a convertirse en un objeto volátil. Por esta
razón, los planificadores contemporáneos se enfrentan a demasiadas fuerzas que obstaculizan la
posibilidad de alcanzar predicciones correctas. Ante esta situación, la postura más inteligente es
aceptar la incertidumbre, tratar de comprenderla y convertirla en parte de nuestro
razonamiento.”(Fernández. s/f).
La lucha por problemas de identidad en un mundo cada vez mas globalizado y cambiante, por
mejores condiciones de vida ciudadana, dignidad y justicia social. Así enmarcada la globalización
genera lógicas de gestión propias, en la medida que los procesos de descentralización y
concertación se inician, la descentralización posibilita la participación, la concertación como un
proceso de cohesión social, sustento del proceso democrático y fortalecimiento de la identidad
social.
La configuración del modelo de desarrollo, en los años 70 basado en la gran empresa y en
economías de aglomeración, encierra el origen del deterioro de los resultados económicos y de la
crisis que afectó la definición de los centros urbanos, y los criterios de la planificación, como
sustentan algunos autores.
La planificación urbana como sus herramientas y niveles, no solo esta exigida de integralidad
como otro reto, de planes ajustados a la realidad y sus proyecciones, fines y objetivos, también en
delinear proyectos políticos, que acompañen acciones territorializadas con menos contenido
partidario, y mayor participación de los actores; el gasto público en lo que se refiere a la
inversión y al nuevo factor que está tomando importancia determinante para el futuro, el gasto de
la deuda, que en el proceso descentralizador, los gobiernos locales vienen a contraer con
organismo financieros, los aspectos de gestión, ligado al carácter que los gobernantes decidan
darle a la planificación y a su ves el potenciar sus recursos humanos y técnicos disponibles en la
formulación globalizada y estratégica de los planes de gestión. Como el de observar, conducir e
incentivar la iniciativa privada como factor de desarrollo, sin caer en la inercia ideológica para
confiar ciegamente en las iniciativas privadas (Borja, Castells, 1997).
En el marco de los niveles de políticas respecto a la gestión territorial, vemos que las directrices
de ordenamiento, políticas sectoriales y grandes proyectos se integran para desarrollar gestión
estratégica del territorio, ver fig. 3.
POLITICA Y GESTION TERRITORIAL
Politicas y Estrategias
territoriales Grandes POLITICAS
programas proyectos
integradas OPERATIVAS
sectoriales
GESTION
Gobierno Convenios Gobiernos TERRITORIAL
Nacional agencias Departamentales
Ministerios y sociedades mixtas
publicas Locales
Organismos de O.T.
Igualmente, se considera importante reconocer que cada una de las decisiones políticas que se
tomen en cualquiera de los niveles de Gobierno, evidentemente van a tener implicaciones sobre
los deberes y derechos del propietario del suelo, por lo que la responsabilidad y seriedad de los
funcionarios es vital.
Sin embargo, dentro de este contexto, resulta importante llamar la atención acerca de la particular
condición del derecho urbanístico como rama del derecho administrativo, que le permite aplicar
sanciones sólo a nivel administrativo frente al incumplimiento de lo establecido en las distintas
leyes, decretos, ordenanzas y demás regulaciones locales, regionales o nacionales. Esta limitación
de origen permite que el sancionado pueda apelar a través de los correspondientes recursos de
amparo ante procedimientos administrativos, retardando la actuación del funcionario. De esta
forma, y como es común en la Administración pública local venezolana, el acto de la autoridad
pública local se reduce a resoluciones de advertencia y aplicación de multas que no cubren las
expectativas de los denunciantes, no solventan definitivamente la problemática señalada y
transforman este proceso en un plazo de gracia que el propietario infractor aprovecha para la
consecución de su obra o el proyecto mientras se dicta una respuesta definitiva. Evidentemente,
es un asunto por resolver.
Otra debilidad manifiesta para la aplicación de nuestro marco jurídico urbanístico es el frágil
acompañamiento que tienen los planes urbanos (Plan de Ordenación del Territorio, Plan de
Ordenación Urbanística, Plan Especial, Esquema Sumario) con respecto al financiamiento y
gestión de las intervenciones urbanas propuestas, manifestándose de la siguiente manera:
• En la planificación: El protagonista hasta ahora ha sido el profesional o técnico, el cual pocas
veces consulta la opinión de las comunidades para la toma de decisiones, dependiendo de la
apertura y voluntad política manifestada por las autoridades. No hay evidencias reconocidas y
contundentes que muestren el firme paso y evolución desde la tradicional planificación normativa
hacia una planificación participativa. Sólo esfuerzos aislados.
Ante esta realidad, el próximo paso de la planeación o planificación urbana es que los habitantes
de la ciudad se constituyan en el elemento transversal de la política pública urbana al nivel de
cada uno de estos componentes, formando parte de la toma de decisiones, de manera conjunta y
guiada con las instituciones gubernamentales, para efectivamente asegurar logros y avances en la
superación de los problemas.
Esta aclaratoria acerca de la efectiva conducción de las comunidades por parte del poder
constituido se hace por cuanto en la actualidad venezolana el marco jurídico vinculado con el
poder ciudadano y comunal parece estar desvirtuando seriamente las competencias institucionales
de los niveles de Gobierno existentes, en materia urbana. Se pretende, a través de la Ley de los
Consejos Comunales, asignar a las comunidades organizadas responsabilidades y competencias
de planificadores sin la necesaria capacitación y concepción de la ciudad como un sistema
integral. Existe el riesgo de que cada uno de los grupos comunitarios vele por la solución de sus
problemas locales inmediatos al disponer de recursos directos provenientes del Gobierno
nacional, sin que necesariamente esta actuación sea un legítimo ejemplo de planificación. A esta
condición además se le une la aparente disposición gubernamental que asegura que los recursos
asignados directamente a las comunidades no serán canalizados, controlados, ni supervisados por
el nivel local de Gobierno.
Dado el balance realizado anteriormente, se puede afirmar que el derecho urbanístico venezolano
no se abre a la incorporación dentro de su estructura jurídica de estrategias, instrumentos y
herramientas de gestión urbana que le permita a los tomadores de decisiones, propietarios y
comunidad en general, traducir fácilmente ese “deber ser” de la ley en acciones efectivas,
oportunas y asertivas, en la que todos los actores sean protagonistas y responsables de los
resultados esperados.
Mientras esta condición no se logre, a partir de una efectiva articulación entre política, línea
estratégica, programas y acciones, se seguirá sustentando la construcción de nuestras ciudades
sobre lineamientos generales aplicables a cualquier ciudad del mundo, la discrecionalidad de los
funcionarios públicos, la evasión del compromiso y responsabilidad del privado en la cuestión
urbana, la ignorancia ante las necesidades sentidas de los habitantes y el despilfarro del dinero
público.
• El derecho urbanístico venezolano hasta el momento está funcionando como un soporte pasivo
del ordenamiento territorial, pero debe ser alimentado por estrategias de gestión efectivas frente a
los propietarios privados, siendo garantes del respeto a la función social del aprovechamiento del
suelo urbano.
• El futuro de las ciudades debe decidirse desde lo local, por lo que el modelo venezolano debe
asumir este reto y responsabilidad, más allá de la disponibilidad de un modelo petrolero sin
límites y complaciente que no ha institucionalizado la necesidad de corresponsabilidad, de
transparencia y de una efectiva rendición de cuentas del dinero público.
• Se requiere apostar por normas más ágiles que permitan la activación de todos los actores
urbanos y planes urbanos que manejen, tanto el corto plazo como el mediano y largo plazo,
condición que pudiese demandar una revisión de la actual jerarquización de planes.
• Se debe luchar contra el vacío existente entre los tiempos institucionales y los tiempos del
colectivo, a los fines de planificar y lograr respuestas efectivas y oportunas, en el momento
requerido, para la ciudad y sus ciudadanos.