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Ubmr’m S IG u T x x f
Ê& 12 fe. fr-23 . M . 41& 3* |
I , BOGOTA - Colombia.
Traducción castellana de
J ulio Irazusta
Impreso en la Argentina
Printed in Argentina
PREFACIO
La política natural
I . — EL HOMBRE
n . — PRINCIPIOS
La V e r d a d ..................................................................... 87
La Fuerza ...................................................................... 90
El Orden ........................................................................ 92
lo MIS IDEAS POLÍTICAS
i n . — LA CIVILIZACION
IV . — LA CIENCIA POLÍTICA
V. — LA DEM OCRACIA
Nacimiento de la Dem ocracia: E l Liberalismo . . . . 181
Consecuencias del liberalism o ................................ .. 182
l 9 El Espíritu revolucionario. La apelación al ex
tranjero
29 La Anarquía. La vanidad de la Anarquía
Reinado de la D em ocracia.......................................... 187
La Democracia no se puede organ izar...................... 189
En poder del Dinero
Lá E lección: m edio de gobierno dem ocrático . . . . . 193
D el sufragio universal
El sufragio universal es conservador
E l Estado Dem ocrático: La República Francesa . . . 197
La máquina de hacer mal
El gobierno de las cosas
La República es una oligarquía
El Parlamentarismo ........ .......................................... 201
La inestabilidad obligatoria
Ausencia de espíritu nacional
El Parlamentarismo puro o 'el reinado del dinero
La República democrática y parlamentaria “ es” la
centralización
Consecuencias directas de la Centralización:
I, El intermediario
II. La Burocracia: La proliferación de los fun
cionarios
III. El Estatismo
Límites de la Justicia en la República
12 MIS IDEAS POLÍTICAS
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P R E F A C I O
L A PO LÍTICA N ATURAL
I
LA DESIGUALDAD PROTECTORA
V
16 MIS IDEAS POLITICAS %··'
m
teS
CHARLES MAURRAS 17
II
LIBERTAD MAS NECESIDAD
Acabado el crecimiento, he aquí un nuevo nacimiento. D el niño
sale el adulto. La conciencia, la inteligencia, la voluntad aparecen;
al ejercerlas, él es dueño de sí. Le ha llegado sn turno de vivir,
su yo está en condiciones de devolver a otros y o todo o parte,
o más o menos de lo que le fue adjudicado sin ninguna subasta.
Su esfuerzo personal se asemeja al de sus padres, tiende a los
mismos fines de eterna melancolía y universal descontento que
impulsan a todo mortal al intento de cambiar la faz del mundo,
lo que no ocurre jamás sin vértigo ni embriaguez. Los aturdi
mientos de la acalorada juventud no pueden contribuir mucho
a abrirle los ojos sobre la verdad de la vida. Empecemos por
fingir que hacemos lo mismo, y sigamos a nuestro joven adulto
en el torbellino de esa actividad que el deseo, el ejem plo y sus
seducciones anudan, desatan, estimulan y estorban.
El eterno obrero se pone pues a la obra; hace y deshace, arranca
y agrega, derriba y reconstruye, a menos que, viajero y mediador,
trafique, compre y venda. Así puede entrar en todas las vueltas
y revueltas del mundo y la obediencia que lo llevan a experimen
tar y a veces a conocerse: constante o n o consigo mismo, fiel o
no hacia otro, no puede por menos de medir la altura de sus
hermanos, superiores o inferiores, sobrepasándolos, sobrepasado
por ellos, según su valor o su fortuna, pero hallando muy pocos
iguales aunque le sea usual, cóm odo y cortés hacer y decir com o
si todos lo fueran.
Aquello que puede reconocer como verdadera igualdad entre
los hombres que se le revelan, se asemejaría más bien a una
cosa que sería la misma en todos. ¡C óm o representarse esta
entidad?
Es un compuesto de ciencia y conciencia: algo que es lo mismo
que lleva a los unos y a los otros a ver, sentir y recordar en
todo objeto, lo que es lo mismo, invariable, fijo, sin variaciones;
una facultad de adherir espontáneamente a los axiomas univer
sales de los números y las figuras; a refugiarse y hallar reposo
en las percepciones o conquistas inmemoriales del huen sentido
m oral; la distinción del bien y del m al; la actitud de escoger o
rehusar el uno y el otro. En fin, para decirlo con una palabra,
aquello que con formas o intensidades diversas constituye, en su
esencia, lo personal.
Para hacer su idea más clara pensemos en el arquitecto de la
ciudad del alma o su geómetra o dibujante-agrimensor, ocupado
en delimitar con la pluma o el lápiz los vagos terrenos baldíos,
ocupados o disputados por los sentimientos, las pasiones, las
imágenes, los recuerdos, todos aquellos elementos, diversos de
energía com o de valor que le son naturales a cada hom bre: la
m
20 MIS IDEAS POLÍTICAS
del pacto nupcial que las junta y las sublimiza en un hogar que
quiere durar.
Anudada, seUada por el Contrato, la Asociación merece consi
derarse como la maravilla de las químicas sintéticas de la natura-
raleza humana. Esta maravilla, inhallable en el origen de las
relaciones sociales, nace en su centro floreciente, cuyo fru to' es.
La Asociación contractual fue precedida y fundada — y luego pue
de ser sostenida— por todo aquello que toma parte en la "cons
titución esencial de la humanidad” : hay que desearle posarse
con fuerza en los conglomerados preexistentes, seminaturales, co
m o semivoluntarios, que le ofrece la herencia gratuita de milenios
de historia feliz: los hogares, las ciudades, las provincias, las cor
poraciones, las naciones, la religión.
En suma, el Contrato, instrumento jurídico del progreso social
y político, traduce las iniciativas personales del hombre que quie
re a su vez crear agrupaciones nuevas, que agraden a su pensa-·
miento, que sean a la medida de sus deseos, para salvaguardar
sus intereses: el arte, el oficio, el juego, el estudio, la piedad, la
caridad; basta pensar en esas compañías, en esas confraternida
des, para sentir en qué medida la persona puede allí multiplicar
la persona, lo humano sobrepasar lo humano, fecundándose las
promesas y las esperanzas unas con otras. Una acción que sabe
hacer servir las construcciones de la Naturaleza para la voluntad
del Espíritu, confiere a sus obras una firmeza sobrehumana.
Aunque se lo haya dicho demasiado, no habrá que creer que la
Asociación voluntaria haya hecho especiales progresos en nues
tros días.
Su poder más bien se debilitó, y la causa de ello es clara. De
pende de la decadencia de la persona y de la razón.
La Edad Media vivió del contrato de asociación destinado al
entero edificio de la vida. La fe del juramento intercambiado de
hombre a hombre, presidió al encadenamiento de la multitud de
servicios bilaterales cuya vasta y profunda eficacia se dejó sentir
durante largos siglos. Amo estatutario de las voluntades, el com
promiso contractual nacía en la carreta, se imponía por la espada
y regulaba el cetro de los reyes. Pero esta noble mutualidad
jurídica, vivificada por la religión, estaba fuertemente arraigada
y por así decir injertada en el sólido tronco de las instituciones
naturales: autoridad, jerárquía, propiedad, comunidad, lazos per
sonales con el suelo, lazos hereditarios de la sangre. En lugar
de oponer la Asociación a la Sociedad, se las combinaba una con
otra. Sin lo cual el sistema habría rápidamente languidecido, en
el caso de que hubiese jamás comenzado.
Desde entonces, se trata penosamente de hacer creer al hombre
que no es en verdad tributario o beneficiario de compromisos
personales: así pretende regularlo todo con un quiero o no
quiero. Las creaciones impersonales de la Naturaleza y de la
Historia le son presentadas como muy inferiores a las suyas. Se
24 MIS IDEAS POLÍTICAS
III
HERENCIA Y VOLUNTAD
IV
DE LA VOLUNTAD POLITICA PU RA
Se está, pues, amenazado de no tener pronto ya nada en los
tristes países en que los fundamentos naturales de la política están
durablemente reemplazados por aquellas absurdas invenciones del
Estatismo igualitario y del supuesto Voluntarismo popular, que
con ser un poco menos alocados que en Rusia, no pueden resistir
mucho tiempo a la agravación natural del peso de su insania.
Ni siquiera los menos juiciosos de nuestros antepasados se ha
bían figurado nada semejante. Nuestros sobrinos, si la escapan,
no lo querrán creer. Era ya la opnión de Edgar Poe, hace cien
años, cuando escribía la admirable “ Parábola de los perros de
pradera” .
— ¡C óm o, hace decir a la posteridad pasmada, los antiguos
americanos se gobernaban a sí mismos! ¡N o es posible! “ Tenían
pues la idea, la más extraña del mundo, de que todos los hom
bres podían nacer libres e iguales.”
Pero eso no duró “ hasta el día que un individuo llamado mul
titud (o popu) estableció un despotismo que en comparación
con el de Heliogábalo era un paraíso. Este Popu (un extranjero
dicho sea de paso) era, según se dice, el más odioso de todos los
hombres que jamás hayan obstruido la tierra. Era insolente, rapaz,
corrompido. Tenía la estatura de un gigante, el pescuezo de un
ctímello con el corazón de una hiena y el cerebro de un pavo
real. Acabó por morir de un exceso de su propio furor, que lo
agotó”
Como se nos ha hecho contemporáneos de esas increíbles ton
terías, gobernados por esas insolencias, esas rapacidades, esta
corrupción, fuimos un poco atrapados por el animal gigante, esta
multitud o este Popu, sin corazón ni cerebro, destinado a reven
tar de sus cóleras de ganso . . . Pero estamos también algo com
pensados de aquella vergüenza por el espectáculo maravilloso,
elevado a la perfección.
Personas que suscribieron e hicieron suscribir un programa
cuyas profundas dificultades e inauditas complicaciones no pue
den negar, tienen la probabilidad de ponerse de acuerdo sobre
la manera de realizarlo.
—Millares y millares de votos, tendrán que decir: quiero. Y
lo que de ese modo habrán querido, se producirá. Bastará que
esas mayorías designen ejecutores : y el programa será ejecutado.
— '¿Aun lo im posible?
— Sobre todo lo imposible.
¡La Luna! No hay más que pedir la Luna. D óciles manos la
irán a coger en el cielo. Se la hará bajar, del mismo m odo que
a la Justicia y a la Igualdad caligrafiando sus nombres con tinta
roja en un papel de marbete dorado.
CHARLES MAURRAS 35
Apenas designados, los pobres ejecutores de esas miríficas vo
luntades sienten llover todo lo contrario de las promesas que
habían jurado. Sus mandantes apenas lo sospechaban. Mas poco
a poco las evidencias se ponen de manifiesto. Lo que no puede
ser se niega a ser. Lo que debe ser, lo que produce el antecedente
que se ha planteado, sigue el curso de su consecuencia. Se quería
la paz, pero con el desarme: por todas partes estallan las fatali
dades de la guerra, y se debe rearmar de nuevo. Los salarios
subieron, pero los precios también; es preciso que los salarios
suban más aún: ¡cóm o subirán si ya no se tiene dinero para
pagarlos!
Ahí, es verdad, el pensamiento de Popu es el de un humilde
salvaje: atribuyen las resistencias y las oposiciones que haya en
las cosas no al absurdo de sus “voluntades mayoritarias” , sino a
las fuerzas secretas de misteriosas almas ocultas bajo las cosas', y
que son animadas por voluntades hostiles. ¡Así vedlo! El oro
de Francia debía afluir al tesoro a las primeras encantaciones del
señor Auriol. ¡Imaginaos, ese perverso metal no lo hizo y tuvo
en cambio el estúpido temor de fundirse allí! Fue preciso ocu
parse de ofrecerle garantías. ¡Es eso natural? ¡Y la Luna! Este
satélite habría también debido dejarse caer, desnudito, en el le
cho del señor Paul Faure. ¡L o que no ocurrió! ¡Malevolencia!
¡Perversidad! El fascismo cuyo mal espíritu ronda en la noche.
Por desdicha para esos idiotas a quienes su desgracia puede v ol
ver malos, no se puede acusar aquí sino a una voluntad. La de
ellos. Se habría podido detener el alza de los precios evitando
la suba del costo de producción; no lo quisieron; quisieron todo
lo contrario. Se habría podido tener dinero; hicieron todo lo
necesario para no tenerlo y aun para destruir todo medio de
conseguirlo, disminuyendo el ritmo de la producción, aumentan
do el número de los brazos cruzados y suscitando todas las que
rellas posibles entre quienes necesitan estar en paz para trabajar
bien.
Su fracaso regular es, pues, previsible. N o es su animismo de
canacos lo que puede volver dudoso el resultado de la previsión.
Mas, tontería o duplicidad, a menudo las dos cosas, la previsión
es rech azada... ¡de o ficio! ¡P or dogma! ¡Y pasión! ¡E interés!
Un régimen que vive de las “ voluntades del pueblo” es el pa
raíso de los cretinos, pero también de aquella canalla.
El derecho legal de la Democracia, casi su deber, consiste en
prescindir de las buenas cabezas y de los buenos corazones: si
no se pasara sin ellos, ¡sería verdaderamente el soberano rey y
el soberano dios! Habría entonces algo por encima de esas reales,
imperiales y pontificales mayorías, que en verdad no pueden com
partir su corona ni con la virtud, ni con el saber ni con la razón.
Nuestras memorables elecciones del 3 de mayo de 1936 encara
maron en el ministerio de Justicia alguien que ni siquiera tenía
el diploma de doctor en derecho, que era simple idóneo, puesto
36 MIS IDEAS POLÍTICAS
V
L A CUESTION OBRERA Y L A DEM OCRACIA SOCIAJL
i René de Planhol.
38 MIS IDEAS POLITICAS
donde cada uno acomete y de donde nadie saca más que sobras.
El Estado del bien público puede concebir esta o aquella empresa
determinada, que el interés nacional justifica. Cuando Luis X IV
fundaba Los Gobelinos, ninguna máxima lo obligaba a generalizar
el sistema, ni a prolongarlo si hubiese resultado oneroso. En toda
tentativa por regular la cuestión social, la ablación previa de la
democracia se impone exactamente como las precauciones de la
asepsia en el tratamiento de una herida.
Con el morbus democráticas desaparece el escándalo del patro*
nado, y del estimulante regular que da el Estado a los menores
casos de antagonismo social, a los más superficiales, a los más
artificiales, que su ley quiere extender y envenenar por gusto.
Emancipadas de las ideas com o de los sentimientos y de las fac
ciones de la democracia, las buenas voluntades existentes recobran
su libertad de movimiento, los espíritus cesan de sufrir tensiones
sistemáticas, las animosidades artificiales, nacidas de la instigación
de los políticos pueden caer, atenuarse y arreglarse. Los arreglos
deseables hallaránse en libertad de elaborarse y concluirse. Lo
que no eB fatal, sino posible, el Bien, se intenta y se prosigue; a
veces, se hace.
Aquel bien renace a lo largo de las fronteras francesas. Los
políticos de las democracias vencidas debieron refugiar entre
nosotros su desesperación. ¡Se comprende el furor de los Sturao,
de los Nitti, de los Labriola! En efecto, ¿qué es el fascism o ?
Un Socialismo liberado de la democracia. Un Sindicalismo eman
cipado de las trabas a que la lucha de clases había sometido el
trabajo italiano. Una voluntad metódica y feliz de apretar en un
mismo “ haz” todos los factores humanos de la producción na
cional: patrones, empleados, técnicos, obreros. Una decisión do
encarar, tratar y resolver la cuestión obrera en si misma, ponien
do de lado toda quimera, y de unir los sindicatos en corporacio
nes, dé coordinarlos, de incorporar al proletario en las actividades
hereditarias y tradicionales del Estado histórico de la Patria, y
destruir de ese m odo el escándalo social del proletariado. Este
fascismo une a los hombres en el acuerdo: hace jugar las
fuerzas naturales juntas, asegura las funciones sociales más va
riadas con ayuda de los grandes y de los pequeños, siendo clasi
ficados todos los obreros de la misma producción con referencia
a su objeto común y no en relación con el Estado, en la condi
ción y lugar personal del sujeto , cualquiera que sea: vuélvese
posible el diálogo entre los ciudadanos, y en efecto, se hablan
en lugar de insultarse. El Estado nacional invita a la amistad y
a la unión, en lugar de incitar al odio y a la división com o lo
hace y debe hacerlo el Estado democrático electivo. Nada impide
esperar que se sigan buenos hábitos, y que la cordialidad vuelva
a deslizarse en las relaciones sociales hasta entonces dominadas
por un antagonismo envidioso. ¡Pues todo sale de ahí! O casi
todo. Uno de los iniciadores del sindicalismo agrícola en Francia,
CELARLES MAURRAS 49
VI
¿ADÓNDE V A N LOS FRANCESES? '
dos al gobierno. Tal se cree, hasta cierto ponto, pero por una
razón que hay que averiguar: nuestro diputado de la circunscrip
ción es el agente de una protección que se vuelve necesaria contra
la centralización administrativa y la uniformidad de aquellos re
glamentos napoleónicos de que Francia no ha cesado de sufrir;
un régimen absurdo requiere el absurdo remedio electoral, que
le hace fraude; Francia estallaría si el campesino, el comerciante,
el empresario, el pequeño rentista no tuviesen aquellas especies
de comisionistas parisienses que, nombrados en apariencia para
hacer leyes, tienen p or oficio recorrer por cuenta de su clientela
las antecámaras de los ministros y las oficinas de los grandes
servicios públicos: así es como respiran nuestros supuestos ciu
dadanos bajo el peso de una burocracia opresiva. Con todo, cuan
do en la misma ocasión el diputado ha hecho su ley, por lo ge
neral torcida, su elector comprende que debe obedecerla, exacta
mente como la ley de un rey o de un emperador: ésta no sería
más imperiosa que aquélla. La palabra de libertad escrita en* las
paredes de los edificios públicos de nada sirve. La palabra de
igualdad tampoco impide que el gran elector local sea un perso
naje superior y temible. Toda esta charla es impotente para en
mascarar la mala calidad del gobierno constituido por los inca
paces que en menos de setenta años produjeron más de cien
ministerios sucesivos, cada uno de los cuales comportaba una
veintena de hombres entre quienes la responsabilidad dividida al
infinito, quedaba prácticamente disuelta. Pero justamente esas
rápidas sucesiones, asociadas a dicha irresponsabilidad crearon el
hábito de falsas sanciones, preñadas de escepticismo y de indife
rencia. ¡La comedia de los cambios fue causa de que la gente
se resignara con un fácil fatalismo a la ilicitud! Se la siente. Se
la sufre. ¿Se la recuerda? ¿Se la relaciona con su causa? La
inteligencia puede habitar en los individuos, pero un pueblo ne
cesita hacer un gran esfuerzo de su cerebro colectivo, siempre
débil, para que si averiguó los orígenes de tal guerra larga y
sangrienta, o aun de tal enorme pérdida de dinero, aquella causa
le quede presente y lo vuelva enteramente contra un régimen
político determinado. Los politicastros no carecen ni de habilidad
ni de actividad para engañar al transeúnte.
¡Durante mucho tiempo lograron hacer oír bien alto la gloria
de pertenecer a un Estado sin jefe! ¡P ero se empieza también a
decir: sin jefe , no hay dirección; ¡qué lástima!
Un sentimiento de duda e insatisfacción acabó por nacer y
aumentar poco a poco. Un número creciente de franceses lo sin
tió. Mucha gente comprende que el pretexto de salvar las liber
tades públicas, establece el despotismo de un partido que asegura
la inmunidad de los camaradas prevaricadores y concusionarios.
Esta clarividencia ha aumentado acerca de ciertos puntos. Sobre
otros aún busca su expresión directa o su virtud disolvente. A
despecho del muelle optimismo predicado por los diarios del
54 MIS IDEAS POLITICAS
C O N C L U S I Ó N
L A N ATURALEZA Y EL HOMBRE
5 R e n é (Gilloiuin.
62 MIS IDEAS POLITICAS
Enero-Febrero de 1937.
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I
EL HOMBRE
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!
SI EL HOMBRE ES ENEMIGO DEL HOMBRE
O SU AMIGO
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* *
I
CHARLES MAURRAS 75
* *
PRINCIPIOS
LA V E R D A D
NATURALEZA DE LA AUTORIDAD
La idea de que la autoridad pudo construirse por
abajo no habría podido entrar en la cabeza de nuestros
abuelos, que eran juiciosos.
En verdad no fue fabricada ni por abajo ni por
arriba.
La autoridad nació. En los individuos, en las familias,
en los pueblos, es un don en que la voluntad de los
hombres tiene muy poco que ver.
La observación más vulgar está aquí enteramente de
acuerdo con el texto católico omnis potestas a Deo. En
una de la s. más viejas “ Cartas a Panchita” el señor
Marcelo Prévost recuerda a su sobrina cómo después
dé haber aprobado su bachillerato, ella supo obligar
al secretario de la Facultad a que le mostrará sus notas,
con desprecio de los reglamentos universitarios y de
las leyes del Estado. Tenéis el gran don, Panchita, de la
autoridad, observaba sentenciosamente el tío Marcelo.
¿Creía acertada su observación? ¿Llegaba al fin de lo
que observaba?
La autoridad, así tomada en su nacimiento, es algo
simple y puro. Ciertos tipos humanos la poseen, los
otros carecen de ella.
Haciendo a un lado a quienes no saben más que
obedecer, el hombre de libertad, reconocible en la alti
vez de un corazón que nada doma, difiere de aquel
que se caracteriza por la dignidad y que sobre todo
CHARLES MÀURRÀS 95
* *
i
CHARLES MAURRAS 97
EJERCICIO DE LA AUTORIDAD:
EL PODER
La propiedad del poder se asemeja a las otras pro
piedades, resulta del trabajo, del trabajo hecho, “ bien
hecho” . La fuerza desnuda puede aplicarse al bien
como al mal, a la construcción y a la destrucción. Cuan
do ha hecho el bien, cuando ha construido se le atribu
ye su mérito, su prestigio y su gloria, y ve también
nacer ese producto que se llama la autoridad.
■\
EL DERECHO Y LA LEY
- ·
! PRECISIONES ACERCA DE LA
NATURALEZA DE LA LEY
Según venerable máxima, la ley se forma por opera
ción del soberano (constitutione regís), por aceptación
del súbdito (consensu populi ) . Indudablemente nues
tros juristas traducen mal estas palabras. Se figuran
que consensu quiere decir consentimiento expreso, rati-
CHARLES MAURRAS 109
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i
III
LA CIVILIZACION
ψ
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I
¿QUÉ ES LA CIVILIZACIÓN?
EL HOMBRE ES UN HEREDERO
Pocas palabras se emplean más, pocas palabras se
definen menos que aquélla. Entiéndese a veces por
civilización un estado de costumbres dulcificado. Otras
veces se entiende la facilidad, la frecuencia de las re
laciones entre los hombres. Se imagina aún que ser
civilizado, es tener ferrocarriles y hablar por teléfono.
En otros casos, como mínimo, ello consiste en no devo
rar a sus semejantes. No hay que despreciar en absoluto
esas maneras un poco diversas de interpretar la misma
palabra, pues cada una de ella es preciosa; cada una
representa una acepción corriente, uno de los rostros
de uso, que es el amo del sentido de las palabras.
Hallar la verdadera definición de una palabra no es
contradecir el uso, sino, por el contrario, ordenarlo,
explicarlo, ponerlo de acuerdo consigo mismo. Experi
méntase una especie de placer sensual a] entrar en este
medio confuso y vago para poner en él la luz con la
unidad.
Los fabricantes de diccionarios tienen demasiado que
Jescribir para embarazarse seriamente con aquella pre
ocupación. El único pequeño léxico que tengo a mi
alcance en el momento de escribir sale del paso de
modo muy barato, y no creo que sus colegas hagan ma
yores gastos. Lo copio: “ Civilizar, hacer civil, cultivar
las costumbres, dar la civilización. — Civilización, ac
ción de civilizar, estado de lo que es civilizado. — Cíuí-
lizador, quien civiliza. — Civilizable, lo que puede ser
civilizado.” Y eso es todo. Ni una palabra más. El
único cabito de vela proporcionado por aquel ingenioso
12 0 MIS IDEAS POLÍTICAS
• *
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* #
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1
CHARLES MAURRAS 129
* #
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* *
* #
LA CIENCIA POLÍTICA
ANTE TODO, POLÍTICA
* *
4
EL EMPIRISMO ORGANIZADOR
» .
CONDICIONES DE VIDA
DE LA SOCIEDAD
Es muy cierto que un pequeñísimo número de indi
viduos excepcionalmente distinguidos y poderosos trans
forman una sociedad: no lo hacen sino transformando
las instituciones o la religión, pero jamás modificando
una a una cada cabeza del infinito rebaño de los
individuos.
“ El individuo” en cuanto tal, abstracto; el individuo
considerado como unidad indiferente que puede ser
Pedro o Pablo, igualmente el individuo parece com
poner la sociedad; en realidad, no la hace: es hecho y
deshecho por ella.
Los individuos que obran no son individuos. Son
personas. Arreglándoselas müy bien, siguiendo las re
glas de un arte delicado y profundo, aprovechando la
ocasión, beneficiando de las situaciones, en una palabra
colocadas en los puntos más propicios, sabiendo hacer
jugar las jutictura rerum, los lugares de conjunción de
las cosas, aquellas personas de elección modifican y
reforman el medio social, y de ahí pueden resultar pa
ra el “ individuo” progresos correspondientes, los que
lentamente adquiridos se incorporan en él de época
en época.
EL MITO IGUALDAD
La igualdad no puede reinar en ninguna parte; pero
su obsesión, su deseo, estableecn un espíritu político
CHARLES MAURRAS 155
LA ASOCIACIÓN: HECHO DE
NATURALEZA
¿Qué es la Asociación? ¿Hay un “ derecho” de aso
ciación para el individuo? ¿No sería más exacto afir
mar que hay para él un deber, una obligación y, di-
ciéndolo más claramente, una necesidad de asociación
para todos los casos en que puede vivir?
Vayamos más lejos. ¿Forma el individuo la sociedad?
¿Dónde? ¿N o es, por el contrario, la sociedad la que
forma al individuo? ¿No es él por todas partes su
producto?
Consideremos aun el mundo de los seres vivientes.
Hay especies (las muy inferiores) en que el individuo
determina una especie de sociedad; son aquellas en
que la reproducción se opera por vía de disparidad.
Un ser, cuyas partes todas parecen homogéneas y casi
idénticas, se divide en dos; he ahí dos seres enteramen
te semejantes. No es el caso del animal superior; aquí
156 MIS IDEAS POLÍTICAS
·■
f
•
'{
Basta una nada para destruir. Se necesitan años de
«fuerzo, labor y paciencia para crear. El sucio soplo
lo un retórico basta para arruinar. El crecimiento de
lo» sociedades es más lento que el del embrión, del lác
ente y del niño; su caída es relativamente más rápida
uín que la del ser viviente suprimido por una bala o
ma cuchillada.
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EL E S T A D O
. ·
LA RAZÓN DE ESTADO
La razón de Estado está en la naturaleza de las cosas.
Esa razón vale tanto cuanto vale el Estado.
La razón de un Estado que se halla por encima d»·
los partidos se inspira en las necesidades superiores
de la existencia de la nación.
Un Estado creado por los partidos no tiene otra razón
que la que puede tener: corta, estrecha, variable, con
tradictoria. Cubre los intereses particulares en vez de
defender los intereses generales.
DISTINCIONES ENTRE LA MORAL Y LA
POLÍTICA
ORGANIZAR
GENEROSIDAD DE LA POTENCIA
LA ACCIÓN
Se compone, se transige cuando por otro lado se tié-
nen garantías.
Se maniobra en torno a un pivote firme y fuerte.
Pero cuando todo está por conquistar en un medio
donde todo se desplaza, se transforma, se pierde con
inaudita rapidez, un solo método es recomendable por
que es el único fuerte, y consiste en ser uno mismo, con
plenitud, integralmente. En organizarse poderosamen
te, en atraer a sí todos los recursos y todos los medios
que se puede esperar con honradez; y así armado y
dotado, marchar, correr con la mayor rapidez posible,
derecho ante sí, con osadía, inflexiblemente: todo lo
que no muere, todo lo que no entra en disolución está
destinado por la misma ley de la naturaleza, a agregarse
tarde o temprano a dicho núcleo cuyo crecimiento es
regular y que progresa hacia un objetivo bien visto, con
movimiento rectilíneo y acelerado.
CONOCIMIENTO Y UTILIZACIÓN
DEL INTERÉS
En la inmensa mayoría de los seres el interés perso
nal es el nervio de la acción privada. Nadie produciría
ni se ingeniaría para variar los modos de la producción,
con la mira de obtener el mayor rendimiento con el
menor esfuerzo, si el aguijón del interés no lo obligara.
Dicho interés puede ser egoísta, como puede ser colec
tivo. Puede ejercerse en nombre de un hombre solo,
como puede obrar én nombre de una familia o de una
asociación: siempre se ejerce en las mismas condicio
nes, por intermedio de un cerebro o de un corazón de
hombre empeñado en la gestión de dicho interés, re
compensado por el éxito y castigado por el fracaso; en
pocas palabras: fuerte, profunda y personalmente res
ponsable.
170 MIS IDEAS POLÍTICAS
EL D I NE R O
La riqueza es un bien, su concentración es una fuer
za; pero esta fuerza se dispersa y se disuelve en manos
del individuo que se deja engañar por ella, con el enga
ño de las cosas materiales y el engaño de la idea de
provecho, si quiere transformarlo en supuestas satisfac
ciones personales, las que desde la primera a la última
no pueden sino engañar.
Cualquiera sea el disfraz que emplee, el Dinero tiene
demasiada pretensión, es demasiado vanidoso, dema
siado ambicioso por el hecho de ten erlo to d o , para que
sea posible desconocerlo.
Peor aún que el de la multitud y del Mundo (el cual
aunque inerte y absurdo puede tener cierta fibra hu
mana) el g ob iern o del Dinero crea la sinrazón y el
crimen.
El Dinero presta hermosos servicios, cuando está-
corno las otras fuerzas humanas, en su lugar de gran
servidor. Más allá y más arriba, no puede sino destruir.
SOBERANÍA
No aceptamos ni implícita ni explícitamente el prin
cipio de la soberanía nacional, puesto que opusimos por
el contrario a dicho principio el de la soberanía d e la
salvación pública, o d el bien p ú b lico , o d el b ien general.
•
LA OPINIÓN
Donde la opinión gobierna, nadie gobierna, la espon
taneidad gubernamental ya no tiene siquiera .un cen
tro, un órgano, ni un lugar: ateniense, polaco, francés,
el Estado ya no puede sino flotar como tapón de corcho
o rodar como bola de billar. Con todo si la indepen
dencia y la iniciativa caen de ese modo a cero, eso no
anuncia de ninguna manera el fin del movimiento ni
de las tribulaciones: ¡muy al contrario! La actividad
que nosotros ya no tenemos, se nos la da; si no marcha
mos, se nos hace marchar.
L
LA GUERRA Y LA PAZ
LA DEMOCRACIA
1
NACIMIENTO DE LA DEMOCRACIA:
EL LIBERALISMO
1? EL ESPÍRITU REVOLUCIONARIO
LA APELACIÓN AL EXTRANJERO
La Revolución procede en Francia de un esfuerzo
del Extranjero y de sus secuaces, con miras a desplazar
el indígena. Esta conquista pacífica no se podía reali
zar sin el concurso de íos peores. Cuando una potencia
extranjera se instala por la fuerza de las armas en un
país determinado, ella convoca a los. mejores, a los no
tables, a los príncipes, a los jefes, e imponiéndoles la
delegación de su fuerza, los hace responsables de la per
cepción del impuesto y de la seguridad de sus propios
agentes. Pero cuando en lugar de consolidar la ocupa
ción, se trata de abrir el camino al ejército de invasión,
es a la hez del pueblo a quien se dirige el Extranjero.
Soborna a los demagogos para que ellos subleven al
vagabundo sin ley ni rey contra la parte poseedora
y laboriosa del país. Se esfuerza por obtener que los
184 MIS IDEAS POLITICAS
2* LA ANARQUÍA
El anarquismo es la fórmula lógica de la democracia.
Pero es imposible detenerse en un anarquismo ideáL Es
un principio que enérgicamente reclama su realización
integral. E l espíritu de un anarquista, si es recto, bien
dotado y consecuente consigo mismo, llega con facili
dad a concebir y desear el estado de naturaleza. Su
pongo que entonces se trata para él y para su doctrina
de un momento bastante peligroso.
i
CHARLES MAURRAS 185
LA VANIDAD DE LA ANARQUÍA
La anarquía pretende sencillamente destruir, para
abolirlos definitivamente, los lazos que según ella,
esclavizan y deshonran a la humanidad: ahora bien, si
la vemos contribuir de buen grado a las destrucciones
que medita, la vemos rehacer en su propio seno, en su
pequeña ciudad de anarquía, todo lo que ha destruido
en el exterior.
Gran contradicción que quita a su programa anar
quista su explicación racional y su justificación moral,
pues no se tiene el derecho de destruir lo que se está
obligado a reconstruir de ese modo sin demora. Pero
eso no es todo: el sistema social así remendado tiene
numerosas probabilidades de resultar inferior al que
supuestamente debería reemplazar.
Admitiendo, para simplificarlo todo, que los materia
les recogidos en un día de improvisación valgan lo que
los que había reunido la prueba de los tiempos, y su
poniendo que una generación (la de hoy) pueda valer
por sí sola, lo que la innumerable serie de las prece
dentes, el nuevo edificio social no corresponderá sino
a necesidades efímeras y parciales; representará el fruto
de una corta experiencia, sugerida por un pequeño
número de necesidades muy limitadas. Necesitará repa
raciones constantes, perpetuas complementaciones. Ape
nas se podrá disfrutarlo. Será incesante la necesidad de
colmar en él lagunas y precipicios. Una policía rudi
mentaria, una justicia, un ejército, una marina, una
diplomacia rudimentarios, he ahí lo que nos ofrece para
suceder a la diplomacia, la marina, el ejército, la jus
ticia y la policía que había compuesto con tiempo dis
ponible la industria de treinta siglos de esfuerzo his
tórico, esclarecida por millones de hechos concretos.
* *
REINADO DE LA DEMOCRACIA
I
CHARLES MAURRAS 191
|iudadano no propiamente un rentista del Estado, sino
,m siervo y un pupilo del Estado.
EL SUFRAGIO UNIVERSAL ES
CONSERVADOR
Jamás pensamos suprimir el sufragio universal. Se
puede decir que el sufragio universal debe elegir una
representación y no un gobierno, sin querer suprimir
dicho sufragio, y queriendo todo lo contrario.
Pues dicho sufragio, entre muchas virtudes y muchos
vicios, posee una propiedad fundamental, inherente a
su mismo ser: el sufragio universal es conservador.
Los teorizadores plebiscitarios no se equivocan al com
parar el sufragio universal con la “ masa” de los físicos.
Es casi tan “ inerte” como ella. Su error está en aplicar
mal esa verdad, y en considerar un sufragio inerte,
sea como medio de crear el soberano, sea como un re
sorte de oposición y revolución. Su error sobre el pri
mer punto es evidente. Sobre el segundo, basta pensar
que se necesita un gran prestigio, una popularidad muy
poderosa para emocionar y conmover a un pesado ama
sijo de voluntades que no concuerdan sino en la idea de
un profundo reposo. La apelación al pueblo puede ser
una útil y poderosa palanca en los períodos de perturba
ción, cuando el gobierno vacila y se inclina de sí mismo
a la muerte. De poca cosa vale en los otros casos. Nada
vale contra un partido bien constituido, fuerte, unido,
resuelto a explotar a la nación hasta el tuétano.
Fuera de las horas críticas, y en tanto cuanto parezca
subsistir un orden material cualquiera, el sufragio uni
versal conserva todo lo que existe, todo lo que tienda a
existir. Es conservador de lo que dispone del poder, de
196 MIS IDEAS POLÍTICAS
| LA INESTABILIDAD OBLIGATORIA
EL PARLAMENTARISMO PURO O
EL REINADO DEL DINERO
Sabemos, no cabe duda, que el parlamentarismo ja
más fue “ el paladio de la libertad” .
Únicos entre todos los pueblos, nosotros hemos tenido
el parlamentarismo puro. Libre del arbitraje de la
monarquía, puesto que estábamos en república. Libre
de la dirección de la Iglesia, puesto que estábamos en
204 MIS IDEAS POLÍTICAS
LA REPÚBLICA DEMOCRATICA Y
PARLAM ENTARIA “ ES” LA CENTRALIZACIÓN
Parlamentaria o plebiscitaria, ninguna República po
dría descentralizar. Pongamos todos los puntos sobre
las íes. Yo no quiero decir que no haya república des
centralizada. Sé de la existencia de Suiza y de los
Estados Unidos. Digo que, del estado de centralización,
una república, sea parlamentaria o plebiscitaria, no
puede pesar al estado descentralizado. Y esto por una
razón muy fácil de comprender: porque los grandes
poderes públicos son en ella electivos . El gobierno,
cualquiera que sea, tiene, pues, interés para hacerse
reelegir, de conservar en su mano —en el mayor núme-
CHARLES MÁURRAS 205
! CONSECUENCIAS DIRECTAS DE LA
CENTRALIZACIÓN; / . EL INTERMEDIARIO
i En un sistema gubernamental en que treinta y nueve
|millones de hombres, fichados y clasificados en innume-
rables carpetas, están sujetos a reglamentos generales
uniformes y minuciosos para todo el detalle de su exis
tencia individual, social y cívica, la discusión es continua,
eterna e inextinguible sobre los modos de la aplicación:
;los casos dudosos son innumerables, y por grave que sea
el peligro de favoritismo que presente el debate de dichos
casos individuales, la aplicación automática de la regla
mentación comportaría dificultades morales, y hasta
materiales, e iniquidades más graves aún. Entre la ley
centralizadora y los súbditos de dicha ley, hace falta
un abogado permanente, poderoso con la administra
ción. Mientras la centralización lo esclavice y lo opri
ma, el elector tendrá necesidad de un portavoz bien
armado, situado en el centro de las cosas, y este elegido
deberá estar hecho de su mano, amasado con su arcilla,
’empavesado con los colores de su aldea.
La burocracia nacional es un abuso atemperado por
206 MIS IDEAS POLITICAS
III. EL ESTATISMO
Entre el estatismo social y el individualismo social no
hay una contradicción por resolver, sino una consecuen
i
CHARLES MAURRA5 209
LÍMITES DE LA JUSTICIA EN LA
REPÚBLICA
Nuestra justicia es importante en razón de un hecho
inicial, que domina la cuestión: se quiso darle dema
siado. Se quiso darle todo. Se quiso absorber en lo
justo lo político, y referir a la universalidad del orden
júdicial lo que es del dominio estricto del Estado. Y
es porque hay una razón de Estado que se debe consti
tuir el Estado con tanta precaución; que se debe con
centrar en él el máximo de la sensatez, de la conciencia,
de la prudencia, de la personalidad y de la justicia.
Únicamente un Estado muy personal, muy consciente
de sus responsabilidades personales puede ejercer con
utilidad las altas prerrogativas extrajudiciales, o si se
quiere, hiperjudiciales que le corresponden. Según val
ga dicho Estado, valdrán sus aplicaciones de la razón
de Estado. Si vuestro Estado está envilecido en los par
tidos, si es el esclavo de las Finanzas, o del Extranjero
del interior, aquéllas serán muy miserables; en vez de
servir y proteger la salvación nacional, su razón de
Estado servirá “ el interés superior de la República” ;
dicho de otro modo, los intereses sucesivos y cambiantes
de las facciones.
El recurso a la “ voluntad del príncipe” será tanto
más vil cuanto menos franco, y menos directamente in
vocado. La pretensión de tratarlo todo regular y judi
cialmente tendrá por efecto falsear hasta la forma mis
ma de la justicia y hacer recibir como expresión pura
de la ley lo que será su disfraz. Se querrá suprimir toda
intervención de lo “ arbitrario” para evitar algunos abu
sos; pero en cambio se habrá ganado la hipocresía judi
cial con sus continuas intervenciones, sus violaciones
crónicas, sus falsificaciones endémicas. Cuando la auto
ridad legítima no existe, su función, que es eterna y
necesaria, está usurpada por el primer esclavo recién
llegado. No existiendo ningún poder superior a la ley
escrita, no encarnándose la ley en ninguna soberanía
viviente y capaz de decir: “ la Ley soy yo” , veráse a
CHARLES MAURRAS 211
* *
El procedimiento no varía.
Ante todo el viejo partido republicano obra. Por
i medio de leyes o decretos, obra; en seguida les dice a
‘ los electores: — Elegid entre mí (es decir, entre las
i revoluciones que hice) y la revolución desconocida, la
misteriosa anarquía, la espantosa guerra civil que esta
llaría si yo, yo, gobierno revolucionario, revolucionario,
pero gobierno, no estuviese aquí para dosificarlo, rete
nerlo y medirlo todo.
* *
L.
218 MIS IDEAS POLÍTICAS
EL PARTIDO LIBERAL
El partido liberal se quedó en los viejos temas a la
moda en su juventud, según los cuales había antagonis
mo necesario entre una nación y su gobierno. La co
operación de la ciudad y sus magistrados con los ciuda
danos, la fraterna solidaridad de los Estados con sus
súbditos, la profunda reciprocidad de servicios basada
en la comunidad absoluta de sus intereses, estas fuertes
verdades hoy presentes en todo espíritu joven y vivien
te, perceptibles en el examen de todo gobierno nacional
quedaban recubiertas en los cerebros de hace medio siglo
por el problema metafísico-jurídico de la balanza y
división de los Poderes. Augusto Comte no trataba dicho
contrasentido político y moral sino con la mezcla de risa
y enojo que mostraba hacia todos los sucedáneos de la
anarquía revolucionaria, para condenar lo que llamaba
CHARLES MAURRAS 219
I
L
220 MIS IDEAS POLÍTICAS
EL PARTIDO RADICAL
Este partido se define suficientemente por su perso
nal: horda de destructores surtidos, que pueden estar
divididos por odios personales o competencias de apetito,
pero que están reunidos por un alimento colectivo en
torno al pensamiento que los disciplina.
¿Quién está primero, este alimento o aquel pensa
miento? ¿Es la religión del desorden, el gusto de las
desorganizaciones lo que los hace arrojarse de ese modo
sobre el capital moral y material de Francia? ¿O su
verba crítica está encendida por la perspectiva de un
saqueo y su provecho? La respuesta a dicha pregunta
debería por necesidad variar según las personas y las
épocas de su carrera. En todo caso los dos móviles se
llevan bastante bien.
Esas dos maneras de comprender la Revolución no se
estorban de ningún modo y hacen cooperar las fuerzas
del espíritu que tiende a destruir con las aspiraciones
de la bolsa que quiere llenarse. En esta asociación de
desintereses y concupiscencias, la doctrina confiere a
los intereses que la sirven autoridad, majestad, grandi
locuencia; los intereses procuran a la doctrina una fuer
za de propulsión de que carecería enteramente si que
dase librada a sus propios medios. La primera seduce
y, tranquiliza a los ingenuos, los segundos tientan y jun
tan a los canallas.
• *
EL PARTIDO SOCIALISTA
EL PARTIDO COMUNISTA
¿En qué difiere el comunismo del socialismo revolu
cionario? Por el método, en que acelera el desorden.
Por la doctrina, en que no perdona las componendas de
la democracia burguesa: es igualitario por lo que res
pecta a las destrucciones, es autoritario y hasta jerárquico
cuando pretende reconstruir conforme a los intereses y
las miras de un partido. El sistema de oligarquía, ma
sónica y judía, que la República francesa practica sin el
título, son instituidas y confesadas francamente por el
comunismo.
Pero no hay que perderse en esos matices. Tomado
desde un poco arriba, ¿qué es el socialismo o “ comunis
mo” más o menos “ científico” ?
Es el espíritu de la República democrática, y el mismo
que el del liberalismo, el cual, procedente de la política, s<*
introduce en la economía y el trabajo. Vosotros, decían
los avanzados a los doctrinarios del tiempo de Luis Fe
lipe, establecéis la monarquía constitucional en el Estado,
¿cóm o podríais conservar la monarquía absoluta en la
usina y en la manufactura? Por más respingos que se
den, por más que se chicanee, el problema está ahí. Si
todo el mundo es rey, todo el mundo debe ser patrón.
Si los asuntos comunes de la nación están bien dirigidos
por la voluntad de todos, ¿cómo la voluntad de todos no
gestionaría aun mejor los asuntos particulares de un
comercio y de una industria? Del punto de vista del
interés general, la pendiente es directa: si el bien común
político dice: República , el bien común económico y
social debe decir: Comunismo, con mucha mayor razón.
Pues quien puede lo más, puede lo menos. Si el poder
elegido es excelente para la Casa de Francia, debe ser
mejor aún para la Casa Dupont y Durand.
¡Podéis alegar el derecho: derecho de herencia, dere
cho de propiedad! Comprendo este legitimismo social.
Pero había un legitimismo político que alegaba el dere
cho hereditario de una familia real, su derecho, fruto
del más útil y poderoso trabajo secular en el mando del
CHARLES MAURRAS 225
* *
* *
RELACIONES DE LO ECONÓMICO Y LO
POLÍTICO
No es cierto decir que las crisis económicas siempre
son causas de las crisis políticas. Sin embargo, sería falso
decir que no lo son jamás. La verdad es que las unas
y las otras son por turno causa y efecto. Ciertas explosio
nes en 1789 resultaron de la miseria; pero sin el espíritu
que el filosofismo había determinado en gobernantes y
gobernados, ¿habrían los motines degenerado en revohi-
ciones? En 1848, sin el licénciamiento de los talleres
nacionales, no se habrían tenido las jornadas de junio,
pero dichos talleres jamás se habrían abierto sin las
CHARLES MAURRAS 233
• ·
LA CLASE Y EL INDIVIDUO
El que abandona su posición social, si lo hace sin
motivo y demasiado pronto, corre el riesgo de dañarse
a sí mismo y de dañar a los demás: mal doble y triple,
que se debería evitar en el interés de cada uno y
de todos.
J£1 espíritu revolucionario cree a la política llamada
a distribuir premios a los individuos; ignora que su
función es hacer prosperar la comunidad. Donde la
sabiduría universal piensa en la dicha colectiva, en el
bien público, en la unidad social, es decir, en la fami
lia, el Estado, la nación, el espíritu revolucionario pien
sa en la dicha y la satisfacción privadas. Naturalmente,
al primer rumor de esa noticia, el individuo acude tem
bloroso, pidiendo su parte. Pero se lo engaña, y dicha
parte es vana. Lo que hace la desgracia de los grupos
que lo engendran, rara vez constituye su felicidad; aque
llo que daría paz y orden a dichos grupos, con frecuen
cia se lo daría a él también. Se empobrece la sustancia
de un país, se vuelve anémico a un pueblo cuando se
sostiene que todo niño inteligente debe pasar, de la plebe
a la nobleza, del trabajo manual del campo al trabajo
manual de la pluma, cambiar su blusa por la levita o
el saco del empleadillo y del maestrito de escuela; el
238 MIS IDEAS POLÍTICAS
* »
* *
L
240 MIS IDEAS POLÍTICAS
* ■ ■ *
* «
* *
LA CORPORACIÓN
DEL SINDICALISMO
La concentración sindical responde a la concentración
capitalista, con armas similares, y su lucha cesa de ser
enteramente desigual; será necesario o contar con la
masa obrera organizada o resignarse a interrumpirlo to
do, a paralizar la industria, la nación, la civilización.
La última hipótesis es inaceptable. Es preciso que la
obra sea. Es preciso que el mundo moderno prosiga su
tarea propia, que consiste en ordenar nuestra Tierra.
Es preciso que intervenga un tratado entre los principios
en guerra y para provecho de todos. Las relaciones del
CHARLES MAURRAS 255
[·;
EL EGOÍSMO PATRIÓTICO
Sí, todos los socorros de los hombres, se deben al
hombre. Edipo y don Juan están de acuerdo. Con todo,
me parece recordar que está más recomendado socorrer
ante todo a nuestro prójim o, y como prójim o (en el
lenguaje sagrado, proximus), es un verdadero superla
tivo, de ahí resulta que nuestra primera caridad debe
enderezarse hacia los seres humanos menos alejados de
nosotros.
¿Es esto egoísmo? N o; salimos así de nosotros, de
nuestro verdadero nosotros, el que se llama yo. Ninguna
huella hay de egoísmo en tomar ante todo como objeto
de nuestros cuidados a gente a cuyo lado la suerte nos
puso en la vida. Es con móvil juego de metáforas cuando
se dice: egoísmo nacional o “ egoísmo sagrado” . Tales
egoísmos colectivos no tienen sujeto personal único que
sea su responsable. Las así llamadas críticas del egoísmo
nacional no tienen ningún objeto. Quien sirve a su
patria no se sirve a sí mismo. Se consagra a otra cosa,
distinta de él. Y es por otra parte a ese grupo muy
próxim o: casa, calle, aldea, a quien se aplica un amor
del prójim o real y fecundo.
CHARLES MAURRAS 265
LA NACIÓN
PATRIOTISMO Y NACIONALISMO:
DEFINICIONES
Por su pasado y su etimología, como por sus sentidos,
las dos palabras tienen dos acepciones completamente
listintas. Patriotismo se dijo siempre de la piedad hacia
íl suelo nacional, la tierra de los antepasados y, por ex
tensión natural, el territorio histórico de un pueblo: la
irirtud que designa se refiere, sobre todo, a la defensa
leí territorio contra el Extranjero. Como la palabra
presupone una frontera determinada y un estado polí
tico definido, tiene algo oficial e instalado. Los intri
gantes y los filibusteros, como decía Mistral, están bien
272 MIS IDEAS POLÍTICAS
i; ' -
M *
EL GOBIERNO DE FRANCIA
DE LA ARISTOCRACIA
Francia no está hecha para vivir en democracia. Ni
Francia, ni país alguno. La democracia es una “ mentira
universal” , el dicho no es mío, sino de Pío IX. La de
mocracia es una enfermedad política. Se sale de ella
o se muere. No se vive en democracia. Y quienes ha
blan de la “ democracy” de los países ingleses, no la co
nocen. La democracia inglesa es lo que llamamos en
buen griego y en buen fra.ncés, una aristocracia (repú
blica de tres cabezas, Corona, Lores, Comunes, conversa
ciones, parlamento entre esas tres cabezas). América es
una plutocracia. No hay democracia viviente sino en
los países desgarrados y heridos de muerte.
Pero la aristocracia no es el buen remedio para Francia.
* *
* *
* *
* *
* *
DE LA DICTADURA:
DICTADOR Y REY
Las grandes crisis no se desatan sin dictadura. Luego
el dictador es necesario. ¿Basta? La historia de las
grandes dictaduras muestra lo que ellas tienen de bueno
y de malo, la pendiente que las arrastra.
La dictadura necesita contrapesos. No en el orden
de la libertad, lo que sería contradictorio. Pero sí en el
orden del interés público. La dictadura corta y colecti
va, luego casi anónima, se atreve a todo, y para salvarlo
todo, lo compromete todo, todo lo extrema y abusa
de todo. Pronto vuélvese tan odiosa como la peor li
cencia en los regímenes de extrema anarquía. Las dic-
CHARLES MAURRAS 281
EL NACIONALISMO INTEGRAL
i °
Un nacionalista consciente de su papel admite como
regla de su método que un buen ciudadano subordine
sus sentimientos, sus intereses y sus sistemas al bien de
la Patria. Sabe que la Patria es la última condición de
284 MIS IDEAS POLÍTICAS
9
CHARLES MAURRAS 285
LA MONARQUÍA
En los comienzos de la reyecía nacional, por encima
el fenómeno de protección y patronazgo, hay que
bicar ante todo un hecho tan completo, tan primordial,
in digno de consideración como el que más, el hecho
e fuerza, que es también de amor; el hecho de natu-
ileza, que también es de voluntad: la paternidad.
Los reyes de Francia fueron los Padres de la Patria.
HERENCIA Y AUTORIDAD