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Es de parecer de esta Corte que la irresistibilidad del hecho de la naturaleza debe apreciarse al
tenor de lo que es razonable o racional como limite al actuar de los agentes del Estado y lo que les
es exigible, conforme a la normalidad de aquélla.
La prueba rendida también convence que las víctimas descartaron la idea de abandonar la zona,
pese a que ya se habían advertido los efectos del terremoto y se había producido al menos la
primera ola, omisión con la que se expusieron a un peligro del cual cabe presumir tenían
conocimiento, desde que en la ciudad se habían efectuado ejercicios de alerta y prevención
respecto de tsunamis. Así las cosas, cabe enfatizar en la imposibilidad en que se encontró el
Estado para prestar atención y cuidado a un grupo de personas que voluntariamente se
expusieron a una situación de riesgo, que no procuraron resguardar su integridad lejos del agua,
sufriendo los efectos de un hecho imprevisible e irresistible de la naturaleza. No se advierte, frente
a hechos de la magnitud conocida, qué es lo que dejó de hacer el Estado, teniendo en cuenta las
circunstancias del caso, que efectuado, pudiera haber evitado el resultado lesivo.
CASO FORTUITO - TSUNAMI
Caso fortuito o fuerza mayor – Corte Suprema – 17-01-2018. Sentencia de la Corte Suprema, de
fecha 17 de enero de 2018, pronunciada en los autos caratulados "PINTO FLORES, RENÉ Y OTROS
contra FISCO DE CHILE", rol ingreso corte Nº 5.094-2017.
Los jueces deben ponderar toda la prueba rendida en autos, tanto aquella en que se sustenta la
decisión como la descartada o aquella que no logra producir la convicción del sentenciador en el
establecimiento de los hechos, lo cual no se logra con la simple enunciación de tales elementos,
sino que con una valoración racional y pormenorizada de los mismos. En este caso, los jueces de la
segunda instancia no han dado cumplimiento a los requisitos legales y la sentencia impugnada
carece de las consideraciones que le han de servir de fundamento. En la especie, la sentencia
impugnada confirmó el fallo de primer grado pese a no efectuar un análisis de toda la prueba. Así,
pese a que los sentenciadores desechan la demanda, basados en que no se verificó en la especie la
falta de servicio alegada por los actores, no elaboran razonamiento alguno en torno a un proceder
negligente o desidioso de parte de la autoridad. La circunstancia antedicha configura el vicio de
casación formal contemplado en el N° 5 del artículo 768 del Código de Procedimiento Civil en
relación con el artículo 170 N° 4 del mismo texto legal, por lo que, se procederá a casar de oficio la
sentencia impugnada.
Caso fortuito o fuerza mayor - Corte Suprema -19-11-2013. Sentencia dictada por la Corte
Suprema el 19 de noviembre de 2013 en causa caratulada “”Yusseff Durán Juan Antonio con Fisco
“(Rol 2296-2013). La sentencia rechaza los recursos de casación interpuestos por la parte
demandante , en contra de la sentencia de la I. Corte de Apelaciones de Santiago, que rechazó su
demanda de indemnización de perjuicios, señalando que la circunstancia que el guardia armado
de la Embajada de Chile en Costa Rica procediera a disparar en contra de los funcionarios de la
misma, causando la muerte de varios de ellos- entre los cuales se encontraba el hijo del
demandante, quien se desempeñaba como cónsul de Chile en Costa Rica- constituye un hecho
imprevisible, pues no es normal ni esperable que los custodios encargados de la seguridad actúen
de la manera en que lo hizo el guardia de la Embajada. Estimar lo contrario, agrega el fallo,
implicaría exigir un deber de vigilancia más allá de lo racional, que implicaría imponer la
obligación de responder de todo atentado pues sería casi imposible la configuración de un caso
fortuito o fuerza mayor.
II.- DAÑO
Dado que el daño moral al deducirse la demanda se centró en el dolor o sufrimiento que la
destrucción del predio produjo a la demandante, no se divisa yerro jurídico alguno en el rechazo
de este rubro indemnizatorio, por cuanto la doctrina se encuentra conteste en que el daño moral,
en la dimensión de pretium doloris, que es la que ha sido demandada, sólo puede darse respecto
de persona naturales, pues dice relación con sentimientos de afección que no son posibles de
concebir en una persona jurídica.
En este sentido se ha dicho que "(...) esta categoría del daño moral y su propia existencia a nuestro
entender solo tiene sentido en el ser humano, no en las personas jurídicas, ontológica mente
ajenas a la dimensión espiritual propia del ser humano. Solo las personas naturales poseen
dignidad" (Marcelo Barrientos Zamorano en Revista Chilena de Derecho, año 2007, vol. 34 W 1,
pp. 135 - 138). En igual dirección el profesor Ramón Domínguez Águila sostiene, refiriéndose al
daño moral causado a una persona jurídica, que: "Evidentemente habrá de distinguirse entre las
diversas especies del daño moral. En efecto, algunas, por referirse a atributos que sólo son propios
del ser humano, no podrán jamás darse respecto de una persona moral. El pretium doloris es el
ejemplo más evidente, desde que dice relación con sentimientos de afección, como lo es también
el perjuicio estético. Tampoco es concebible que una persona jurídica pueda sufrir el perjuicio de
alteraciones de las condiciones de vida" (En Comentario de Jurisprudencia, Revista de Derecho de
la Universidad de Concepción, N° 190, año LIX, julio-dic 1991, p. 150).
Que cabe precisar, asimismo, que en cuanto al daño moral demandado, aun cuando las personas
jurídicas pueden ser indemnizada por tal concepto, no basta con invocar la afectación a su
reputación o imagen, sino que ello debe tener transcendencia en su situación económica; y por
otro lado, para que prospere la demanda indemnizatoria por este concepto, se debe tener por
probado el daño -lo que no aconteció en la especie-, y además es menester que se justifique la
respectiva relación de causalidad, la que no fue acreditada en el proceso, tal como razona la juez a
quo.
DAÑO MORAL Y LUCRO CESANTE, PRUEBA
El actor en su libelo sostuvo que resulta evidente que la destrucción injusta y arbitraria del
proyecto de vida de las víctimas, que culminó con el asesinato de cada uno de ellos a manos de
agentes del Estado, acarreó para sus familiares, un término definitivo de los ingresos, salarios o
retribuciones que percibían legalmente las víctimas a las fechas de sus decesos, lo que genera la
pretensión de reparación del lucro cesante, considerándose como indicadores la edad de los
afectados, su expectativa de vida laboral, su nivel educacional y su cualificación técnica o
profesional.
El lucro cesante es una manifestación concreta del daño patrimonial, es un tipo de daño
patrimonial de perjuicio económico. Se configura como la ganancia dejada de obtener o la pérdida
de ingresos, como consecuencia directa e inmediata de un de un hecho lesivo y tiene un sentido
económico ya que trata de obtener la reparación de la pérdida de las ganancias dejadas de
percibir, concepto por lo tanto distinto de los daños materiales.
Los siguientes son los principales requisitos que hacen procedente la reparación del daño, los que
no fueron desarrollados y explicitados por el demandante: a) Certeza o certidumbre. Se ha
entendido como la existencia real del daño, lo que hace forzosa la necesidad de acreditar su
ocurrencia en el juicio, por el demandante. b) Interés afectado sea lícito. El daño debe afectar un
interés legítimo, lo cual no se limita únicamente a derechos o situaciones legales, sino a los
intereses derivados de situaciones de hecho, tales como la convivencia. c) Daño sea directo, es
decir sea próximo a hecho que lo genera y sin hechos que lo desvíen o alteren. d) Daño debe ser
significativo o relevante. e) El daño se encuentra sin reparación. En general, si la víctima ha
recibido cobertura de mecanismos previsionales o de seguros privados por el mismo hecho
generador del daño, hay que definir si dicha cobertura tiene o no una naturaleza indemnizatoria,
para luego establecer si hay cúmulo de indemnizaciones y, finalmente de estimarse a los
beneficios previsionales o seguros individuales como no indemnizatorios, sería procedente el
cúmulo o concurrencia, pudiendo luego, el afectado accionar judicialmente.
Los criterios doctrinarios para la cuantificación del lucro cesante a tener en consideración: - La
base de cálculo o "la historia de los ingresos pasados", esto es, la acreditación por el demandante
de la certeza razonable del lucro cesante; y - La proyección futura o elemento temporal del
beneficio que se pierde.
El demandante tiene la carga procesal de la prueba del daño, ya que éste no se presume,
siguiendo la regla general de la prueba de las obligaciones consagrada en el artículo 1698 del
Código Civil, por lo que en el caso del lucro cesante, será imperativo probar la certeza razonable de
su ocurrencia, requisito clave que de acreditarse, da lugar a su reparación, previa cuantificación
prudencial. Al respecto, el lucro cesante resulta ser más bien un juicio de probabilidad, cuyo
resultado no puede ser exacto, ni matemático, pero sí ha de sostenerse en consideraciones
fundadas y razonables, dentro de un contexto de normalidad y atendidas las circunstancias del
caso, presupuestos que no han acontecido en el caso sometido a nuestra decisión. En efecto, en
cuanto al lucro cesante lo que se intentó obtener como indemnización fue que el Fisco de Chile
substituyera económicamente a las víctimas en su capacidad de ganancia -pérdida de la vida
laboral futura de las víctimas-, en condiciones totalmente hipotéticas y eventuales, que
constituyen proyecciones futuras cuya incertidumbre impide todo cálculo jurídicamente aceptable
respecto de esta clase de perjuicios.
En conclusión, se acreditó mediante la prueba testimonial y documental las secuelas sufridas por
cada uno de los demandantes. Al respecto es dable considerar que en la especie el daño se ha
prolongado en el tiempo y permanecido durante 44 años, atendida la escasa edad de la mayoría
de los actores al momento de sufrir las consecuencias del hecho ilícito, razones todas por las
cuales se aumentarán las sumas concedidas en la sentencia recurrida por concepto de
indemnización de perjuicios, en la forma que se indicará:
a) A don Domingo Armando Fierro Fierro y a doña Rosa del Carmen Fierro Fierro, en su condición
de hermanos del ejecutado don José Armando Fierro Fierro, de $15.000.000 (quince millones de
pesos) a la suma de $30.000.000 (treinta millones de pesos) a cada uno de ellos.
b) A doña María Verónica Pizarro Pérez, en su condición de hija del ejecutado don Artemio Pizarro
Aranda, de $45.000.000 (cuarenta y cinco millones de pesos) a la suma de $90.000.000 (noventa
millones de pesos)
c) A don Mario Segundo Alvarado Osorio, en su condición de hijo del ejecutado don Mario
Alvarado Araya, de $45.000.000 (cuarenta y cinco millones de pesos) a la suma de $90.000.000
(noventa millones de pesos)
d) A doña Herminda Magali Briceño Valero, en su calidad de cónyuge sobreviviente del ejecutado
don Pedro Abel Araya Araya, de $60.000.000 (sesenta millones de pesos) a la suma de
$120.000.000 (ciento veinte millones de pesos)
e) Don Pedro Wladimir Araya Briceño, doña Gloriet Carol Araya Briceño y doña Maritza Magali
Araya Briceño, en su calidad de hijos del ejecutado don Pedro Abel Araya Araya, de $45.000.000
(cuarenta y cinco millones de pesos) a la suma de $90.000.000 (noventa millones de pesos) para
cada uno de ellos.
Conforme lo viene señalando tanto la doctrina como la jurisprudencia, la reparación del daño
fundado en la responsabilidad extracontractual del que lo causó, exige para su procedencia la
concurrencia de determinados requisitos, que, en síntesis, se pueden reconducir a lo siguiente:
que se acredite la existencia de un daño o perjuicio que sea consecuencia directa e inmediata de la
comisión de un ilícito civil, a su vez, ejecutado por un sujeto jurídicamente capaz de responder por
ello.
El artículo 2.314 del Código Civil, al iniciar el Título XXXV del Libro IV acerca de los delitos y
cuasidelitos, fija la regla general en esta materia, al establecer la obligación genérica de
indemnizar que le corresponde al autor de un ilícito por el daño causado, responsabilidad que,
conforme lo dispone el artículo 2.329 del mismo cuerpo legal, está regida por el denominado
principio de reparación integral del daño, que en su aspecto más amplio, significa que su ámbito se
extiende no solamente al resarcimiento entero del perjuicio patrimonial, sino también a la
obligación de responder de aquel de naturaleza extra patrimonial, pues "basta la lesión de un
interés legítimo y relevante de la víctima para que se entienda que ha sufrido un daño reparable"
(Enrique Barros).
Si bien no hay dudas de que el daño moral, para efectos determinar su responsabilidad civil, debe
ser probado por quien lo reclama, es pacífico, tanto en la doctrina como jurisprudencia, que
cuando se trata del derivado por las lesiones físicas sufridas por la víctima, se trata de una
circunstancia evidentemente normal y esperable, susceptible de acreditarse mediante
presunciones. De esta manera, resulta coherente con la lógica, e incluso configura una máxima de
experiencia, entender que un daño corporal concreto ocasiona un daño de naturaleza no
patrimonial que debe ser reparado. En consecuencia, si bien el daño moral debe ser acreditado
para que proceda su indemnización, su demostración depende del caso concreto en que se
reclama, y si su contexto se vincula con la existencia de lesiones corporales acreditadas, es
menester tener en consideración que ordinariamente producen dolor físico, noción que
claramente integra el concepto de daño moral, y al que, además, deben añadirse las molestias
propias derivadas del tratamiento médico necesario para su recuperación.
Cuando los sentenciadores del grado reprochan la falta de determinación de la identidad del
responsable de la muerte de la víctima, a pesar de haberse establecido en el fallo la comisión de
un ilícito en que intervino un agente estatal, sin perjuicio de la calificación jurídica que
corresponda asignar a esos hechos, se incurrió en el vicio de casación en la forma contemplado en
el artículo 541 inciso final del Código de Procedimiento Penal, en relación con lo dispuesto en los
artículos 768 N° 5 y 170 del Código de Procedimiento Civil, que tornan procedente la invalidación
de la sentencia.
La Corte Suprema, al referirse a la reparación del daño moral, señala que cabe tener en cuenta
que el daño moral que se pretende sea indemnizado ha de estar suficientemente demostrado, en
particular si se trata de familiares cuya existencia legal es muy posterior a la fecha de los hechos
delictuosos establecidos, caso en el cual el estándar probatorio exigido para justificar el
padecimiento que pretenden sea reparado por el Estado debe ser mayor, y ya que los lazos y
dependencia afectiva que invocan respecto de la persona de la víctima no fue demostrado, la
acción ejercida carece de sustento fáctico para concederles una reparación (Observación: El
rechazo de las demandas civiles es parcial y solamente se refiere a las intentadas por las
demandantes, nietas de la víctima, nacidas con posterioridad a los hechos).
La doctrina nacional ha señalado que en caso de pluralidad de damnificados por daño moral por
repercusión, la legitimación para demandar la tienen "en principio, todas aquellas personas que
por la muerte o lesión de la víctima directa sufran un perjuicio moral estarán habilitadas para
solicitar su reparación que en cuanto a si en la sede de la responsabilidad civil extracontractual
existe un orden de prelación para reclamar el daño moral en dicho caso, se ha indicado que "esta
prelación no parece condecirse con la autonomía del daño que se pretende indemnizar ¿Por qué
el daño del hijo necesariamente es mayor que el del padre?..., concluyendo que "la acción de la
víctima por repercusión es autónoma e independiente de la acción de la víctima principal, así
como de otros ofendidos indirectos" (Hernán Corral Talciani). Por su parte, en la doctrina
extranjera se ha señalado que tratándose de los damnificados indirectos, en los casos de muerte
de la víctima del hecho o acto ilícito, se reconoce daño moral resarcible, con distintos alcances,
según cada legislación. De esta forma, no se divisa en la especie infracción a las normas de los
artículos 2314 y 2319 del Código Civil, en relación al artículo 988 del mismo Código, toda vez que,
a diferencia de otras legislaciones, en nuestro país, no existe una norma civil de aplicación general
que consagre la responsabilidad extracontractual para las víctimas por repercusión en el caso de
fallecimiento en que se establezca un orden de prelación para reclamar los daños experimentados,
sin que resulte, por disposición del artículo 22 inciso 2º del Código Civil, extrapolable las normas
establecidas sobre prelación para otras materias. Como consecuencia de lo anterior deberá, en
cada caso particular, acreditarse el cumplimiento de todos los elementos de la responsabilidad
civil extracontractual tratándose de las víctimas por repercusión, sin que pueda a priori excluirse
unas de otras, siendo la acción de cada uno de ellos autónoma o independiente, debiendo además
puntualizarse que, tal como lo señala Enrique Barros B, "todo indica que a medida que el
parentesco se distancia del primer grado, la prueba de la relación afectiva y existencial del
demandante con la víctima directa deberá sostenerse en los hechos y no en presunciones que se
siguen de la mera relación de parentesco".
La regla general en materia de responsabilidad es que las obligaciones son simplemente conjuntas.
Sin embargo, el artículo 2317 del Código Civil, consagra la responsabilidad solidaria de los autores
de un hecho ilícito, estableciendo en su inciso 1°: "Si un delito o cuasidelito ha sido cometido por
dos o más personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio
procedente del mismo delito o cuasidelito, salvas las excepciones de los artículos 2323 y 2328".
Del texto transcrito se infiere que el legislador ha estimado como necesaria para calificar de
solidaria la responsabilidad de los culpables que se haya cometido un solo delito o cuasidelito.
Expresamente el legislador establece la procedencia de la solidaridad en el caso de los
cuasidelitos, cuestión que debe ser interpretada a la luz de la normativa civil, quedando
comprendidas las hipótesis omisivas, toda vez que la interpretación armónica de las normas
permite aseverar que en la configuración de hecho ilícito civil se contemplan aquellos casos de
configuración compleja, en que no es el solo nudo fáctico el que determina la existencia del hecho
ilícito.
La unidad de hecho es una cuestión que no se encuentra ligada ni condicionada por el factor
normativo de atribución de responsabilidad, razón por la cual, con independencia que algunos
sujetos respondan en virtud de lo establecido en el artículo 2314 del Código Civil o 42 de la Ley N°
18.575 o 174 de la Ley N° 18.290 u otro texto legal especial, puede existir unidad de hecho si la
acción u omisión que causa el daño es la misma. En el caso concreto no existe duda que el
supuesto fáctico que origina el daño, es el accidente acaecido. Sin embargo, no es este siniestro
por sí sólo el que genera la responsabilidad. En el caso concreto el hecho ilícito es complejo, pues
no existe una sola acción u omisión que determine su configuración, toda vez que la producción
del daño se debe a la participación simultánea de varias culpas, esto es la negligencia culpable del
chofer que fue condenado como autor del cuasidelito de homicidio y la omisión culpable que
determina la responsabilidad de la sociedad concesionaria y la falta de servicio del Servicio
Nacional de Aduanas, toda vez que el atropello es consecuencia no solo del manejo descuidado,
sino que de la omisión de las medidas de seguridad cuya falta reprocha el fallo. Se trata de un caso
en que los agentes han participado de la acción dañosa, pues no sólo han contribuido a la
producción del daño, sino que, atendida la complejidad del hecho ilícito, han participado en su
producción. Justamente, atendidas las circunstancias que originan la responsabilidad de los
demandados, es factible establecer la unidad de hecho que origina la solidaridad, siendo del caso
destacar que es aquello lo que permitió accionar en contra de los demandados en la forma como
se dedujo la pretensión, a la luz de lo dispuesto en el artículo 18 del Código Procedimiento Civil.
En nuestro ordenamiento jurídico se contempla la posibilidad de que un hecho ilícito dañe no sólo
a la víctima directa, personalmente afectada, sino que además a otras personas que experimentan
un perjuicio a raíz del daño que le es inferido a la víctima inmediata, estas son las denominadas
víctimas por repercusión o rebote. Se ha señalado "Estos terceros, respecto de quienes también se
produce perjuicio injusto, son igualmente víctimas y tienen el mismo título de quien ha sufrido el
daño personal, y por eso disponen de una acción autónoma para la reparación a su propio daño
independientemente del resarcimiento del causado al accidentado o fallecido. La condición de
damnificado indirecto o por repercusión surge no de un daño directo a su persona o bienes sino
como consecuencia de un daño causado a otro con quien guarda alguna relación (...)" -Fabián
Elorriaga De Bonis-.
La doctrina reconoce que en ausencia de norma limitativa o que establezca prelación, revisten
carácter de víctimas indirectas quienes demuestran perjuicio a raíz del fallecimiento de la víctima.
Para pretender el resarcimiento del daño basta que éste consista en el menoscabo de un interés
legítimo, en el sentido de ser digno de protección, esto es, el que se encuentra en la esfera propia
de las personas aunque carezca de un medio de protección legal que autorice su obtención
compulsiva a través del derecho. Al respecto el profesor Corral señala "una prelación entre los
posibles afectados por rebote llamando preferentemente al cónyuge e hijos no parece condecirse
con la autonomía del daño que se pretende indemnizar: ¿por qué el daño del hijo necesariamente
es mayor que el del padre?". En consecuencia, solo cabe concluir que efectivamente los jueces del
grado han incurrido en una errónea interpretación de los artículos 2315 y 2317 del Código Civil, al
privar de legitimidad activa a los hermanos de la víctima, por estimar que son excluidos por la
indemnización que se otorga a la madre de aquella, aplicando normas que no están previstas para
regular la materia en que incide el recurso, pues los órdenes de sucesión abintestato previstos en
los artículos 989 y 990 del Código Civil, no son aplicables en materia de responsabilidad
extracontractual, toda vez que no hay norma que así lo disponga, debiendo señalar, en relación a
la aplicación del artículo 108 del Código Procesal Penal, que efectivamente esta es una norma de
carácter procesal que rige sólo en el proceso penal, razón por la que se produce su vulneración al
utilizarla para decidir una controversia sustantiva de índole civil.
Bajo un concepto de transmisibilidad limitada del derecho a indemnización del daño moral
acreditado, que habría nacido para la víctima por haberlo verdaderamente experimentado, la
sentencia recurrida, revocando la de primer grado, accedió a indemnización -a la heredera
demandante- del daño moral establecido. Los causahabientes, al accionar en tal calidad, no
pueden comprender como daño moral trasmisible la muerte de la causante conforme al principio
que la muerte no es un daño para quien lo sufre, aunque pueda serlo -en carácter de daño
personal- para otras personas ligadas patrimonial o afectivamente al fallecido. Por otra parte, el
examen de lo resuelto demuestra que los sentenciadores, adhiriendo al criterio de transmisibilidad
del daño moral en caso de muerte subsecuente de la víctima directa, aplicaron correctamente el
objeto de esa trasmisión, refiriéndolo sólo a la indemnización del daño o quebranto moral que
alcanzó a experimentar o sufrir la víctima directa antes de su fallecimiento y con algún grado de
conciencia de ese detrimento, lo que probablemente aconteció al experimentar la impotencia y
angustia de hundirse en la piscina y percibir el inicio de un proceso de asfixia hasta perder la
conciencia. Y, posteriormente quizás, durante los procedimientos y tratamientos, inevitablemente
invasivos, para reanimarla.
El sistema sucesorio que dispone el Código Civil, establece que el proceso adquisitivo por parte de
los herederos se produce con la apertura de la sucesión que la doctrina conceptúa como "el hecho
jurídico que habilita a los herederos para tomar posesión de los bienes hereditarios y se los
trasmite en propiedad" (Manuel Somarriva Undurraga). Este hecho jurídico -apertura de la
sucesión- da lugar a la adquisición por el modo sucesión por causa de muerte y ella se produce,
conforme al artículo 955, en el momento de su muerte. La determinación de ese momento es
relevante porque, a partir de él, se habilita a los herederos para tomar posesión de los bienes
hereditarios y se los trasmite en propiedad. El mero ejercicio de la acción judicial de cobro de
valores indemnizatorios que se debían al difunto a quien se sucede, no implica un acto dispositivo
sino de mero ejercicio de derechos del causante, esto es, de acto meramente conservativo de
derechos.
La determinación del daño moral corresponde a una cuestión de apreciación prudencial entregada
a los jueces de la instancia, siendo éstos soberanos para regular el monto de la indemnización,
acudiendo a los factores de hecho que consideren relevantes para la avaluación judicial llamados a
efectuar, puesto que la ley no ha señalado normas que deben observarse para estos efectos. De
este modo, quedando entregada la determinación del quantum del resarcimiento del daño moral
a la prudencia del juzgador, la decisión que en el ejercicio de la referida facultad éstos adopten, no
es susceptible de revisión por la vía intentada, pues se trata de una labor privativa de los jueces
del fondo propia de su ámbito de competencia y, que, por ende, excede al control de casación.
La determinación de la expresión económica del daño moral, en su dimensión del dolor o aflicción
que deriva de una conducta contraria a derecho, queda entregado a la "prudencia" de los jueces.
Empero, si toda decisión debe ser siempre motivada, porque la exteriorización de las razones es la
verdadera fuente de legitimidad del actuar del juzgador, ese deber de fundamentación adquiere
todavía mayor intensidad cuando se ejerce un poder discrecional, dado que ésa es la manera
idónea para disipar cualquier duda o sospecha de arbitrariedad. En la especie, no existe ninguna
razón que permita entender o considerar como justificada la decisión de regular en $500.000 la
indemnización por daño moral. En efecto, se vierte únicamente la mera afirmación de que la
extensión del daño moral causado será apreciado "prudencialmente", arrojándose enseguida el
monto señalado, sin más explicación. Así las cosas, esa cuantificación deviene arbitraria. Por lo
tanto, y con arreglo a lo que dispone el artículo 479 inciso 1° del Código del Trabajo, procede
invalidar la sentencia por la causal del artículo 478 letra e), en relación con el artículo 459 Nºs. 4 y
5.
Caso Antuco – Corte Suprema – 02-05-2016 Sentencia pronunciada por la Corte Suprema
de fecha 2 de mayo de 2016 en autos caratulados Erick León Valdebenito y otros con Fisco
de Chile, rol Nº16.269-2016. 1 - A la noción de falta de servicio, aplicable a las Fuerzas
Armadas y Carabineros a través del artículo 2314 del Código Civil, se le debe
complementar la noción de falta personal, ya que la distinción capital en materia de
responsabilidad extracontractual del Estado es precisamente entre falta de servicio y falta
personal, la que, por lo demás, recogen los artículos 42 de la LOC de Bases de la
Administración y 141 de la LOC de Municipalidades. Dicha falta personal compromete la
responsabilidad del Estado cuando no se encuentra desprovista de vínculo con la función,
lo que ocurre cuando ella se ha cometido en ejercicio de la función o con ocasión de la
misma. Ahora bien, la noción de falta personal aplicable a las Fuerzas Armadas y
Carabineros se debe hacer a partir del artículo 2320 o 2322 del Código Civil,
entendiéndose que la contemplan, para que, de este modo, permita uniformar el sistema
de responsabilidad extracontractual para todos los entes de la Administración. Por otra
parte, respecto de las causales de exoneración previstas en los referidos artículos 2320 y
2322, cabe señalar que ellas, cuando están referidas al concepto de falta personal, sólo
operan cuando ésta se encuentra desprovista de todo vínculo con el servicio
(considerandos 8º y 9º de la sentencia de la Corte Suprema)
2 - La jurisprudencia del Máximo Tribunal ha dicho que la condena penal de los exfuncionarios del
Ejército como autores de cuasidelito de homicidio simple, implica admitir que aquellos incurrieron
en lo que el derecho administrativo denomina una falta personal que ocasionó la muerte de
algunos conscriptos que se encontraban a su cargo, así como el daño psíquico y psicológico
respecto de otros conscriptos que sobrevivieron a los hechos. Sin embargo, atendido el contexto
en el que se desarrollan los acontecimientos de autos, tal falta personal no se encuentra
desvinculada del servicio, sino se ha cometido en el ejercicio del mismo. En la especie, el hecho
ocurrió en circunstancias que los demandantes se encontraban realizando el servicio militar, razón
por la que debían cumplir las órdenes emanadas del personal superior jerárquico en cuanto a
ejecutar una marcha de repliegue hacia un recinto empleado como refugio, provistos para ello de
ropa, equipo y alimentación entregada por el Ejército y capacitados e instruidos para realizar este
tipo de ejercicios por la misma institución, por lo que claramente existe un entorno que está
vinculado al servicio del que formaban parte los soldados intervinientes en estos hechos
(considerando 7º de la sentencia de la Corte Suprema)En consecuencia, el Estado no puede
desvincularse de la falta personal en que han incurrido sus agentes, por cuanto ha sido éste quien
ha instalado a los conscriptos afectados en una determinada misión militar y les ha impuesto
además la obligación de cumplir con los ejercicios o actividades de instrucción, de modo que la
acción desplegada por los funcionarios condenados penalmente no se encuentra desprovista de
vínculo con el servicio, sino, por el contrario, se ha cometido en el ejercicio de la función, la que se
ha ejecutado indebidamente, comprometiendo por lo tanto la responsabilidad estatal
(considerando 7º de la sentencia de la Corte Suprema)
RESPONSABILIDAD FF AA
La norma del inciso segundo del artículo 21 de la Ley N° 18.575 no excluye la aplicación del
concepto de falta de servicio y el consecuente régimen de responsabilidad de Derecho Público a
las Fuerzas Armadas, toda vez que tal norma no afecta a la disposición del artículo 4°, piedra
angular de la responsabilidad de los órganos del Estado, por lo que a su respecto debe atenderse a
la concepción de la Administración que expresa el inciso segundo del artículo 1° del mencionado
cuerpo de leyes, de forma tal que, sin duda alguna, este régimen de responsabilidad se aplica a las
Fuerzas Armadas, como a las de Orden y Seguridad Pública.
En el caso concreto, no se establecieron hechos, que permitan establecer que el actor desarrollara
actividades excepcionales que permitieran establecer, con cierto grado de certeza, que en el
futuro él recibiría ingresos superiores a los determinados en la pensión de retiro de la que es
acreedor. En razón de aquello, no existe exceso de lucro cesante cuya indemnización se deba
ordenar, puesto que Marco Jaramillo Amoyao recibió sus remuneraciones hasta la fecha en que se
puso término al nombramiento en el Ejército de Chile.
3. Prevención. Los Abogados Integrantes señores Prado y Matus no comparten los motivos
undécimo y duodécimo, estimando que, en la especie los jueces del grado, acertadamente, han
reconducido la responsabilidad del Ejército de Chile a las normas que regulan la responsabilidad
extracontractual en el Código Sustancial.
Como se resolviera en los autos Rol N° 371- 2008 caratulados "Seguel Cares Pablo Andrés con
Fisco de Chile", hasta antes de la dictación de la Ley Nº 18.575 la responsabilidad del Estado se
determinaba a través de la aplicación del artículo 2320 del Código Civil, sin embargo la situación
varió con la promulgación de la Ley de Bases de la Administración del Estado de 5 de diciembre de
1986, que incorporó al Derecho Público chileno el sistema de responsabilidad extracontractual del
Estado elaborado por el derecho administrativo francés (…). Sin embargo, se excluyó de la
aplicación del Título II sobre normas especiales, donde había quedado ubicado el artículo 44, a la
Contraloría General de la República, al Banco Central, a las Fuerzas Armadas y de Orden y
Seguridad, a las Municipalidades, al Consejo Nacional de Televisión y a las empresas públicas
creadas por ley. Todo ello en el inciso segundo de su artículo 18 –actual 21–. Entonces cabe
dilucidar qué sistema resulta aplicable a las instituciones excluidas, y en el caso particular a las
Fuerzas Armadas. Para ello ha de recurrirse al derecho común.
A su vez, como se decidiera en los autos rol 7919-2008 caratulados "Morales Gamboa Edith del
Carmen con Fisco" el 14 de enero de 2011, a la noción de falta de servicio, aplicable a las Fuerzas
Armadas y Carabineros a través del artículo 2314 del Código Civil, se le debe complementar la
noción de falta personal, ya que la distinción capital en materia de responsabilidad
extracontractual del Estado es precisamente entre falta de servicio y falta personal, la que por lo
demás recoge el artículo 42 de la Ley de Bases de la Administración del Estado y el artículo 141 de
la Ley Orgánica Constitucional de Municipalidades (…). Ahora bien, la noción de falta personal
aplicable a las Fuerzas Armadas y Carabineros se debe hacer a partir del artículo 2320 ó 2322 del
Código Civil.
La jurisprudencia expuesta, concordante con la exclusión del régimen de responsabilidad por falta
de servicio respecto de las Fuerzas Armadas y de Orden y Seguridad, prevista en el artículo 21 de
la Ley Nº 18.575 en relación al artículo 42 del referido texto legal, ha sido acertada al sustentar la
responsabilidad de tal órgano en las normas del Código Civil, específicamente aquellas previstas
en el Título XXXV del Libro IV del Código Civil, toda vez que estas normas, que tienen el carácter
supletorio en virtud de lo dispuesto en el artículo 4 del mismo código, resultan plenamente
aplicables en la especie, pues permiten salvar la laguna normativa relacionada con la
responsabilidad de los órganos excluidos en el inciso segundo del artículo 21 de la Ley N° 18.575
de la aplicación de la responsabilidad por falta de servicio.
Responsabilidad del Estado por accidentes y daños en carreteras y vías públicas - Corte
Suprema – 7-01-2014. Sentencia pronunciada por la Corte Suprema, con fecha 7 de enero
de 2014, en los autos caratulados “SOLÍS Y OTROS con DIRECCIÓN DE VIALIDAD”, rol
ingreso Corte Nro. 9.580-2013. En la especie, los demandantes (cónyuge e hijos de un
hombre fallecido por asfixia por sumersión al caer el vehículo que conducía desde un
puente que estaba cortado producto del aumento del caudal debido a la gran cantidad de
precipitaciones) accionan de indemnización de perjuicios en contra del Estado, invocando
su responsabilidad por falta de servicio. Los jueces del fondo acogen la demanda, decisión
que es impugnada por las partes mediante sendos recursos de casación, los que
finalmente son rechazados por el Máximo Tribunal, el cual considera, en su decisión los
siguientes puntos: En la especie existió falta de servicio por parte del órgano demandado -
la Dirección de Vialidad- toda vez que a consecuencia de las intensas precipitaciones la
autoridad competente decretó alerta amarilla en la ruta, lo que demuestra que la
situación de emergencia climatológica fue advertida oportunamente, correspondiendo a la
Dirección de Vialidad maximizar las medidas de prevención y seguridad para minimizar los
riesgos de quienes transitaban por dicha zona, lo que no ocurrió, pues la caída del puente
costó la vida del cónyuge y padre de los actores, sin que existan antecedentes de haberse
tomado medidas de prevención y resguardo en el puente desde el cual cayó el automóvil
conducido por la víctima fatal. En efecto, el puente no debió encontrarse al tránsito
público sin señalización de peligro el día en que acaeció el accidente, existiendo una
actividad tardía para advertir a los habitantes del peligro que corrían, omitiendo el servicio
demandado cerrar el acceso al puente, cuestión que se imponía no sólo por las
condiciones climáticas imperantes y por el extraordinario aumento del caudal del río, sino
también porque la autoridad no conocía el estado de la estructura ni el caudal exacto cuyo
embate soportaba, por lo que no tenía manera de garantizar a la población un uso seguro
del mismo. El Estado tiene una obligación de construir, reparar, reforzar e inspeccionar
periódicamente los puentes para asegurar que su uso sea efectivamente seguro,
obligación que en la especie no había sido cumplida en veinte años, época de la última
mantención.
En nuestra legislación la indemnización no tiene un carácter punitivo propio del Common Law,
puesto que a través de ella se busca compensar a la víctima y no castigar a quien comete el hecho
ilícito o la falta de servicio. Es así como la indemnización de carácter punitivo se caracteriza porque
en ella no se atiende al daño, por lo que se pueden establecer indemnizaciones que superen con
creces el perjuicio causado; en cambio, en la indemnización compensatoria, lo que se busca es
resarcir sólo el daño causado, el que se constituye en la medida de la indemnización.
Responsabilidad del Estado por accidentes y daños en carreteras y vías públicas - Corte Suprema -
5-11-2013. Sentencia dictada por la Corte Suprema el 5 de noviembre de 2013 en la causa
caratulada “Ayala Álvarez Nelly con Sociedad Concesionaria Autopista Vespucio Sur y Fisco” (Rol
Nº 9.163-2012). La sentencia acoge el recurso de casación en el fondo interpuesto por la
demandante y condena empresa contratista y a concesionaria -por infracción al deber de cuidado
y falta de supervisión- a pagar a la demandante el daño moral sufrido a raíz de la muerte sufrida
por un trabajador en un accidente ocurrido en una vía concesionada , pero desecha -con el voto
en contra de ministro Muñoz y abogado integrante Baraona- la demanda indemnizatoria por falta
de servicio dirigida en contra del Fisco señalando que la parte demandante no ha proporcionado
antecedentes que apunten a que la Administración haya incurrido en culpa o falta de servicio que
la haga responsable de los daños alegados, sino, por el contrario, constan en la causa
antecedentes que dan cuenta que el Inspector Fiscal respectivo inspeccionó regularmente el
cumplimiento de las obligaciones que emanan del contrato de concesión, no pudiendo
pretenderse una suerte de responsabilidad objetiva de los órganos estatales en los hechos materia
de esta litis. Los disidentes, en cambio, estimaron que se había infringido la normativa que
reglamenta la responsabilidad del Estado por falta de servicio, en virtud de, entre otras
consideraciones, que el Estado al delegar en privados la prestación de un servicio que por ley le
corresponde desarrollar, es responsable de los accidentes que se deban a las condiciones de
inseguridad de una obra pública, como sucedió en la especie
MAL ESTADO CAMINOS
Caso fortuito o fuerza mayor – Corte Suprema – 12-06-2013. Sentencia dictada por la Corte
Suprema el 12 de junio de 2013 en causa caratulada “Danke De la Harpe Enzo Osvaldo con Fisco
de Chile” (Rol 2448-2010). El fallo, por mayoría de votos, rechaza el recurso de casación en el
fondo de los demandantes, confirmando el rechazo de la demanda de indemnización de perjuicios
intentada a raíz del fallecimiento de los pasajeros de un vehículo que fue aplastado por un árbol.
El fallo exime de responsabilidad a los demandados al considerar que el desprendimiento del árbol
no era previsible (Abogados: Sr. Christian Lobel E. y Sra. Diana Henríquez M.).
La Corte, al rechazar el recurso, señaló que el recurrente no podía soslayar los requisitos
especiales que exige la referida norma constitucional -solicitar la declaración de la Corte Suprema
de haber sido "injustificadamente errónea o arbitraria" la resolución que sometió a proceso al
actor Marcelo Alexis Acuña Velásquez, como autor del delito de violación previsto y sancionado en
el artículo 362 del Código Penal-, amparándose en el régimen aquiliano. En consecuencia, no
existe una extensión indebida del ámbito de aplicación del régimen especial ya señalado, ni
tampoco infracción a los artículos 2314 y siguientes del Código Civil, sino que una correcta
aplicación del régimen de responsabilidad aplicable en la especie. Entenderlo de otra manera
significaría reducir la disposición del artículo 19 Nº7 letra i) de la Constitución, la que establece un
régimen especial de responsabilidad, que establece condiciones más estrictas para que se
configure la responsabilidad del Estado-Juez por actos en el ejercicio de la jurisdicción.
Así, reiteradamente esta Corte ha sostenido que respecto de los daños causados por aquellos
órganos estatales que han sido expresamente excluidos del título segundo de la Ley de Bases de la
Administración del Estado que establece la falta de servicio, dicha situación ha de resolverse
acudiendo a las normas contempladas en los artículos 2314 y siguientes del Código Civil, para
hacer aplicable a dichos órganos las instituciones de la falta de servicio y de la falta personal, lo
que incluye a las actuaciones judiciales cuando se ha verificado un "funcionamiento anormal" de la
Administración de Justicia, desde que los agentes de ella actúan en ejercicio de una función
pública.
Sin perjuicio de lo anterior cabe consignar que no puede desconocerse la existencia de una
situación especialmente normada, referida a la indemnización por error judicial que prevé el
artículo 19 N° 7 letra i) de la Constitución Política de la República, que corresponde al caso de
actividad jurisdiccional propiamente tal, que se traduce en un sometimiento a proceso o en una
condena, respecto del cual para que proceda la indemnización es menester la declaración previa
de que tal sometimiento a proceso o que tal condena haya sido consecuencia de una sentencia
injustificadamente errónea o arbitraria y que ello así haya sido declarado por esta Corte. Por ende,
no será necesaria la declaración previa de existir tal actuación injustificadamente errónea o
arbitraria cuando la responsabilidad indemnizatoria se persiga respecto de actuaciones vinculadas
a la actividad judicial pero que no son constitutivas del obrar jurisdiccional propiamente tal. Sin
embargo, dicha declaración previa es insoslayable cuando la indemnización se basa en la
existencia de un sometimiento a proceso o en una condena.
Error judicial - Corte Suprema - 28.11.2017. Sentencia pronunciada en los autos caratulados
“GONZÁLEZ OPAZO, ÁLVARO contra CONSEJO DE DEFENSA DEL ESTADO”, rol ingreso corte N°
33.813-2017.
Ministros: Sr. Lamberto Cisternas R., Sr. Milton Juica A. y Sr. Manuel Antonio Valderrama R.;
Abogados Integrantes: Sr. Jorge Lagos G. y Sr. Jean Pierre Matus A.
El Máximo Tribunal ha dictaminado que el fundamento o ratio legis del derecho a ser indemnizado
que consagra el artículo 19 N° 7 letra i) de la Constitución, es la afectación de la libertad personal
del justiciable, pues el aludido derecho a indemnización forma parte del listado de
"consecuencias" que el citado precepto constitucional deriva del "derecho a la libertad personal y
a la seguridad individual" que asegura "a toda persona". Consecuencialmente, la alusión que el
artículo 19 N° 7 letra i) de la Constitución efectúa al sometimiento a proceso obedece
precisamente a las generalmente gravosas consecuencias que para la libertad personal del
procesado implica su dictación, ya que salvo los casos de excepción en que el juez, por mandato o
facultad legal, decrete su libertad provisional, el procesado quedará sujeto a prisión preventiva.
Por tanto, si bien no es discutido que el actual procedimiento penal no contempla una resolución
jurisdiccional que cumpla la función y conlleve los mismos efectos y cargas procesales para el
imputado, que el procesamiento tratado en el artículo 274 del Código de Procedimiento Penal, no
puede preterirse que la medida cautelar de prisión preventiva -así como las del artículo 155- en el
procedimiento regido por el Código Procesal Penal exige, mutatis mutandi, los mismos extremos
materiales del antiguo procesamiento, y afecta de la misma manera el derecho a la libertad
personal del imputado, con lo cual, una interpretación axiológica, garantista y sistemática debe
llevar a concluir que dentro de la expresión "someter a proceso" utilizada por el artículo 19 N° 7
letra i) de la Carta Fundamental, se comprende hoy también, a aquellas resoluciones de los
artículos 140 y 155 del Código Procesal Penal.
La resolución dictada por el magistrado de garantía -que decretó la prisión preventiva-, sin
perjuicio que está lejos de ser contundente, no puede en el otro extremo calificársele como
injustificadamente errónea o arbitraria, pues en relación al requisito discutido por el solicitante,
artículo 140 letra a) del Código Procesal Penal, la ley demanda únicamente que existan
antecedentes que justificaren la existencia del delito y, en la especie, dichos antecedentes se
presentaron, desde que se contaba con la declaración de la víctima, la que relató con detalle cómo
se produjo el encuentro y lo que vivió en las horas en que estuvo en el domicilio del imputado,
detallando la fuerza que habría utilizado éste para someterla a un acceso vaginal no consentido.
Además, el imputado reconoció la relación sexual -pero calificándola de voluntaria- y el informe de
sexología daba cuenta de equimosis por succión en las mamas de la menor, concordante con el
relato de ésta sobre la fuerza ejercida. Al respecto, esta Corte ha señalado que, “de acuerdo a lo
expresado por la Comisión Constituyente en la sesión 119, el error judicial debe ser manifiesto,
craso, que es el que no admite excusa ni razón para explicarlo y, por su parte, la arbitrariedad,
corresponde a un acto o proceder contrario a la justicia, la razón o las leyes y dictado por la sola
voluntad o el capricho, o que carezca de motivación o racionalidad”. Pues bien, la resolución en
análisis -la que ni siquiera fue apelada u objeto de otro recurso por el defensor del acusado- no
puede calificarse en ninguna de esas formas, desde que se adoptó en base a elementos objetivos,
principalmente fundándose en la declaración de una víctima que mantuvo invariablemente su
versión hasta el juicio oral, por lo que incluso de estimarse equivocada tal decisión, no se trata de
un error manifiesto o inaceptable, menos de una decisión antojadiza y carente de razón.
(Abogado: Sr. Rodrigo Álvarez A.).
ERROR MP
Responsabilidad del Ministerio Público (Ley Nº 19.640, artículo 5º) – Corte de Apelaciones
de Santiago – 31-05-2018. Sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago, de fecha 31
de mayo de 2018, pronunciada en los autos caratulados "URRUTIA SEPÚLVEDA contra
FISCO DE CHILE", rol ingreso corte Nº 3.834-2018. (Observaciones: 1. La doctrina
corresponde al fallo pronunciado por el 15° Juzgado Civil de Santiago en los autos rol C-
6143-2015, confirmado por la Corte de Apelaciones de Santiago en los autos rol ingreso
corte N° 3.834-2018; y 2. La presente sentencia está firme o ejecutoriada).
No podría calificarse de error injustificado o de arbitraria aquella actuación que resulta ser una
consecuencia lógica y natural del mérito de los antecedentes reunidos en la investigación, salvo
que ésta adolezca de manifiesta precariedad en el sentido de haberse omitido diligencias
evidentes para el esclarecimiento de los hechos y que, de acuerdo al estado de avance de la
ciencia criminalística y recursos disponibles, eran posibles de haber sido decretadas, y que de
haberse hecho habrían determinado un curso de acción distinto al de la acción objetada.
Por lo demás, el actor contó en el proceso penal con defensa letrada que resguardó sus derechos
en el mismo y que pudo deducir los recursos procesales para poner término a la prisión preventiva
o sustituirla por una cautelar de menor intensidad, apareciendo de los autos que solo después de
cuatro meses la defensa solicitó la revisión de la cautelar, sin que conste que haya impugnado la
resolución que decretó la prisión preventiva como aquella dictada al momento de revisar la
misma.
ERROR MP
Responsabilidad del Ministerio Público – Ley Nº19.640, artículo 5º – Corte Suprema – 12-
12-2017. Sentencia de la Corte Suprema, de fecha 12 de diciembre de 2017, pronunciada
en los autos caratulados "Bravo Inostroza Horacio con Fisco de Chile", rol ingreso corte N°
11.715-2017.
ERROR MP
Responsabilidad del Ministerio Público - Ley Nº19.640, artículo 5º – Corte Suprema – 06-
12-2017. Sentencia pronunciada por la Corte Suprema de fecha 6 de diciembre de 2017,
en los autos caratulados BUSTAMANTE CRUZ MARÍA ANGÉLICA CON FISCO DE CHILE, rol
ingreso Nº233-2017
Se informa Sentencia pronunciada por la Corte Suprema, de fecha 6 de diciembre de 2017, en los
autos caratulados BUSTAMANTE CRUZ MARÍA ANGÉLICA CON FISCO DE CHILE, rol ingreso Nº233-
2017 que rechaza la demanda de responsabilidad del Estado por actos injustificadamente
erróneos o arbitrarios del Ministerio Publico, reiterando la jurisprudencia establecida en las
sentencias dictadas en los autos rol N° 4739-2017; 52.932-2016; 30.956-2016; 16.978- 2016;
28.901-2015; 16.527-2015 y 8095-2015, en lo que dice relación con la calificación de
"injustificadamente errónea" requerida para acoger la demanda, que no basta con que el proceder
del ente persecutor sea meramente equivocado, inexacto o desacertado, sino que también debe
estar falto absolutamente de justificación, lo que, a su vez, supone que la conducta arbitraria del
Ministerio Público sea antojadiza o que esté dirigida por la irracionalidad. Se trata, señala la Corte
Suprema, de un título de imputación mucho más restrictivo que el de los supuestos generales de
la responsabilidad administrativa o de falta de servicio. Como ha manifestado el citado profesor
Barros, haciendo referencia al error judicial, este tipo de responsabilidad responde más bien a un
modelo de culpa o negligencia grave. Esto implica que debe excluirse de tal tipo de conductas
aquellos casos en que se proceda con un margen de error razonable. En otras palabras, el error o
arbitrariedad debe ser manifiesto en la conducta del Ministerio Público, contrario a la lógica, a los
dictados de la experiencia y a los conocimientos sobre la materia respecto de la cual versa o, bien,
ha de derivar de la sola voluntad o del capricho del órgano persecutor.
ERROR MP
Responsabilidad del Ministerio Público - Ley Nº 19.640, artículo 5º - Corte Suprema – 11-
08-2016 Sentencia de la Corte Suprema, de fecha 11 de agosto de 2016, pronunciada en
los autos caratulados "Lara Gómez, Gabriel contra Fisco del Chile, rol ingreso corte Nº
30.956-2016.
Corte Suprema - Responsabilidad por actos lícitos - 30.12.2013 - Rol 4043-2013, autos
caratulados "Ensquerré hermnaos imitada con Municipalidad de Concepción". La Corte
Suprema en sentencia de fecha 30.12.2013, acogió el recurso de casacion en el fondo y
dictó sentencia de reemplazo, señalando que:
Corte Suprema - Responsabilidad por actos lícitos del Estado - 8.04.2013 - Rol 8079-2010 autos
caratulados "Universidad de Magallanes con Servicio Agrícola y Ganadero". La Corte Suprema en
sentencia de fecha 8.04.2013, rechazó el recurso de casación en el fondo , y estableció que: La
circunstancia de que determinadas leyes especiales hayan consagrado excepcionalmente un
régimen especial indemnizatorio demuestra que el derecho a indemnización por actos lícitos a
favor de las personas afectadas sólo opera en virtud de un texto legal expreso y no porque la
Constitución Política establezca una regla especial de responsabilidad. Reafirma lo expuesto lo
preceptuado en la letra j) del artículo 7 de la Ley N° 18.755, que establece normas del Servicio
Agrícola y Ganadero. En efecto, la disposición citada faculta, de manera excepcional y previa
autorización por decreto supremo del Ministro de Agricultura y que además llevará la firma del
Ministro de Hacienda, al Director de dicho servicio para disponer el pago de indemnizaciones a
propietarios de bienes o productos no contaminados o sanos que haya sido necesario sacrificar,
beneficiar o destruir, como asimismo por las restricciones del uso de predio rústicos dispuestas
por el Servicio para prevenir, controlar o erradicar alguna enfermedad o plaga; limitándose en tal
caso las indemnizaciones al daño patrimonial efectivamente causado. Empero, como aparece de
los antecedentes del proceso y del propio tenor del recurso de nulidad, no se dan los presupuestos
de aplicación de dicha norma. Por consiguiente, no hay normativa que consagre la pretendida
obligación indemnizatoria por infracción a los artículos 19 N° 20 y N° 24 de la Constitución Política.
(Considerandos 14 a 16)
La jurisprudencia de los tribunales es uniforme en cuanto a que la acción indemnizatoria por falta
de servicio prescribe de acuerdo al artículo 2.332 del Código Civil, esto es, en el término de cuatro
años. Constituye principal argumento para ello lo dispuesto en el artículo 2.497 del mismo Código,
que preceptúa que las reglas sobre prescripción se aplican igualmente a favor y en contra del
Estado. Sin embargo, en la especie, dada la particularidad del caso, se debe determinar en el
presente desde cuándo se debe entender perpetrado el ilícito, prevaleciendo la opinión que ello
debe ser desde que las víctimas toman conocimiento del hecho. El hecho ilícito reclamado por los
actores no dice relación con la inhumación, pues nada controvierten respecto a ella y dónde fue
depositado el cuerpo del fallecido, sino sobre hechos anexos y posteriores a la inhumación
efectuados por la demandada y que no permiten determinar dónde están actualmente los restos,
circunstancias que no se relacionan con la inhumación sino con eventuales cambios efectuados
posteriormente y que sólo fueron advertidos por los recurrentes cuando se procedió a la
exhumación del cuerpo, actividad y ceremonia que no se pudieron concretar al no encontrarse,
donde correspondía, los restos del cuerpo cuya exhumación se autorizó. Entonces, el
conocimiento de los hechos ilícitos y el daño asociado a ese conocimiento, se produjeron para los
actores en ese momento, pues antes de esa fecha desconocían que los restos de su padre no
permanecían enterrados en el nicho familiar y que no existían antecedentes, por parte de la
demandada, para determinar su ubicación actual.
Para que se genere responsabilidad por falta de servicio es necesario que entre aquélla y el daño
producido exista una relación de causalidad, vínculo necesario y directo. En este orden de ideas se
sostiene que un hecho es condición necesaria de un cierto resultado cuando de no haber existido
ésta, el resultado tampoco se habría producido. Así, se ha sostenido que el requisito de causalidad
se refiere a la relación entre el hecho por el cual se responde y el daño provocado, que "la
causalidad expresa el más general fundamento de justicia de la responsabilidad civil, porque la
exigencia mínima para hacer a alguien responsable es que exista una conexión entre su hecho y el
daño" -Barros Bourie-. La doctrina reconoce dos elementos que integran la relación causal. Uno es
el denominado "elemento natural", que permite establecer que un hecho es condición necesaria
de un cierto resultado cuando, de no haber existido la condición, el resultado tampoco se habría
producido. El segundo, el "elemento objetivo", para cuya configuración es indispensable que el
daño producido pueda ser imputado normativamente al hecho ilícito. De este modo, una vez
determinada la causalidad natural, se debe verificar si el daño puede ser atribuido a la conducta
desplegada. Sobre el principio de la equivalencia de las condiciones o condictio sine qua non, la
doctrina -Barros Bourie- refiere que "La doctrina y jurisprudencia están de acuerdo en que para
dar por acreditada la causalidad debe mostrarse que el hecho por el cual se responde es una
condición necesaria del daño. Y un hecho es condición necesaria de un cierto resultado cuando de
no haber existido la condición, el resultado tampoco se habría producido".
Se destaca el voto de prevención del ministro Sr. Astudillo quien concurre a la decisión de
confirmar la decisión apelada con las siguientes salvedades:
3. Con todo, es conocida la dificultad que existe para determinar cuantitativa y económicamente la
compensación del daño moral. Empero, en la necesidad de efectuar su valoración y ante la falta de
baremos estadísticos o técnicos suficientemente afianzados, cabe acudir a parámetros que
puedan servir como criterios orientadores para esos efectos, inspirados en consideraciones de
prudencia, de equidad y de experiencia. De esa manera, en la medida de lo posible, ha de
propenderse a la consideración de los datos objetivos los hechos probados- la naturaleza del daño
y a la búsqueda de algún grado de proporcionalidad entre la entidad de ese daño y la suma a
indemnizar.
PRESCRIPCIÓN DD HH C AP CONCEPCIÓN
La prescripción constituye una institución destinada a garantizar la seguridad jurídica y, como tal,
opera en todo el ordenamiento jurídico, salvo que por norma expresa de la ley o en atención a la
naturaleza de la materia se determine lo contrario, esto es, la imprescriptibilidad de las acciones. A
ello cabe agregar que no existe norma alguna en que se establezca la imprescriptibilidad de las
acciones orientadas a obtener el reconocimiento de la responsabilidad extracontractual del Estado
o de sus órganos institucionales y, en ausencia de ellas, corresponde estarse a las reglas del
derecho común referidas específicamente a la materia.
PRESCRIPCIÓN DD HH D INTERNACIONAL
Excepción de la prescripción extintiva a causas de DDHH" – Corte Suprema – 22-05-2018.
Sentencia de la Corte Suprema, de fecha 22 de mayo de 2018, pronunciada en los autos
caratulados "BRAVO SALGADO, MANUEL Y OTROS contra SCNELLEMKAMP
NELAIMISCHKIES, KURT Y OTROS", rol ingreso corte Nº 21.614-2017.
La complicidad gira en torno al verbo rector "cooperar". Su marca radica en la actitud y disposición
cooperadora. Hay ajenidad material en la conducta del cooperador con respecto al cooperado.
Coopera el que ayuda, el que apoya, el que auxilia, el que socorre. Quien coopera contribuye a
favorecer una finalidad; se hace partícipe de la obtención de un logro. La posición del que coopera
con respecto al cooperado es en mayor o menor grado de externalidad o extranjería. En cambio,
es autor el inmediata y directamente involucrado.
El secuestro por el que se viene castigando se traduce, esencialmente, en encerrar, detener, privar
de libertad, sustraer a alguien del círculo que cotidianamente asume o frecuenta, sustraerlo de lo
suyo propio, desarraigarlo, anonadarlo, aniquilarlo, asolarlo, indudablemente participa directa e
inmediatamente en el delito del artículo 141, en los términos del consabido artículo 15 N° 1° del
Código Penal, como quiera que lo que hace no es otra cosa que privarlas de libertad, consciente y
determinadamente, durante un periodo.
La noción de daño moral en su concepción amplia, se relaciona con bienes o derechos inherentes
a su titular, por lo que éstos desaparecen con él. Al fallecimiento de una persona se fija el
patrimonio que ésta poseía y como una unidad pasa a sus herederos, comprendiendo los bienes,
derechos y deudas que gravan la herencia. La regla general es que todos los bienes y obligaciones
sean transmisibles, constituyendo la excepción aquellos que no lo son, como los "derechos cuyo
ejercicio es exclusivamente personal o que dependen de la vida de una persona y aquellos cuya
transmisión esté prohibida". En el análisis de la cuestión la doctrina hace una distinción previa, en
lo relativo a la acción por daño patrimonial y la por daño moral, para concluir que la primera es
transmisible. En cuanto a la transmisión de la acción por el daño moral sufrido por el causante, el
Máximo Tribunal ha sostenido que ella tiene un carácter personalísimo, toda vez que persigue
compensar el mal soportado por la víctima personalmente y que la circunstancia de existir un
vínculo entre la acción y el resarcimiento pretendido -que es de carácter pecuniario- no obsta a la
antedicha conclusión, por cuanto el resarcimiento se genera y justifica en la aflicción de la víctima,
lo que le confiere el carácter de personalísimo.
Enfrente de un delito de lesa humanidad -lo que ha sido declarado en este caso- cuya acción penal
persecutoria es imprescriptible, no resulta coherente entender que la correlativa acción civil
indemnizatoria esté sujeta a las normas sobre prescripción contempladas en la ley civil interna, ya
que ello contraría la voluntad expresa manifestada por el sistema internacional sobre Derechos
Humanos, integrante del ordenamiento jurídico nacional, en armonía con el inciso segundo del
artículo 5 de la Carta Fundamental. Pretender el empleo de las disposiciones del Código Civil en la
regulación de la responsabilidad derivada de crímenes de lesa humanidad como derecho común
supletorio a todo el régimen jurídico, hoy resulta improcedente. La reparación integral del
menoscabo no se discute en el plano internacional.
El Noveno Juzgado Civil de Santiago, por decisión de fecha 18 de abril de 2017, pronunciada en los
autos rol N° 15.330-2016, dio por acreditada la responsabilidad del Estado de Chile en la detención
ilegal, secuestro y apremios físicos y psicológicos infligidos al Sr. Arturo Díaz Jiménez Hernán y
acogió la correspondiente demanda de indemnización de perjuicios.
La Corte de Apelaciones de Santiago confirmó la sentencia apelada por el Fisco de Chile, con el
voto disidente del Ministro Sr. Gajardo, quien estuvo por revocar la referida sentencia y rechazar
la demanda intentada, para lo cual tuvo en consideración que la excepción de pago opuesta por el
Fisco de Chile se encuentra plenamente acreditada, por lo que resulta improcedente fijar una
nueva indemnización sobre la base de los mismos hechos.
Señala, al efecto, lo siguiente: "No existe controversia que el demandante en su calidad de víctima
de hechos que constituyen violación a los derechos humanos, en particular de torturas y de prisión
ilegal, es beneficiario de la pensión de reparación, de carácter permanente, y de los otros
beneficios que otorgó la ley 19.992 a quienes les fuera reconocida tal calidad en el listado
confeccionado al efecto. Es así que con el documento acompañado a fojas 148, se acreditó que ha
recibido la pensión establecida en dicho texto legal por un monto, que al 31 de agosto de 2016,
alcanza la suma de $3.158.132. Este documento no fue objetado, no obstante, la sentenciadora no
lo consideró de manera alguna al momento de hacerse cargo de las alegaciones formuladas por el
Fisco sobre el particular.
Resultando claro que se trata de beneficios que tienen un propósito reparatorio, como se dejó
establecido en el artículo 1° de la mencionada ley, entre ellos, ciertamente, el daño moral sufrido
por la víctima a consecuencia de tales hechos, no se divisa de qué manera pudiera demandarse
nuevamente al Fisco de Chile, para obligarlo al pago de una nueva indemnización, razón por la que
es necesario concluir que la demanda carece de fundamentos fácticos que permitiera
pronunciarse sobre los mismos hechos, que ya fueron objeto de una regulación legal".
En suma, corresponde desestimar la excepción de prescripción opuesta por el Fisco, así como su
alegación en orden a declarar improcedente la indemnización impetrada por los actores en razón
de que obtuvieron pensiones de reparación de conformidad a la Ley Nº 19.123 y sus sucesivas
modificaciones, pues esa pretensión contradice lo dispuesto en la normativa internacional y
porque el derecho común interno sólo es aplicable si no está en contradicción con esa preceptiva,
de modo que la responsabilidad del Estado por esta clase de ilícitos siempre queda sujeta a reglas
de Derecho Internacional, las que no pueden ser incumplidas en función de preceptos de derecho
patrio. La normativa invocada por el Fisco -que sólo establece un sistema de pensiones
asistenciales- no contempla incompatibilidad alguna con las indemnizaciones que aquí se
persiguen y no es procedente suponer que ella se dictó para reparar todo daño moral inferido
producto de atentados a los derechos humanos, ya que se trata de formas distintas de reparación,
y que las asuma el Estado voluntariamente, como es el caso de la legislación en que se asila el
demandado, no importa la renuncia de una de las partes o la prohibición para que el sistema
jurisdiccional declare su procedencia, por los medios que autoriza la ley. La única limitante que
tienen quienes reclaman un daño sufrido como consecuencia del actuar de agentes del Estado es
demostrar la existencia de dicho detrimento, de manera que formalmente basta con alegar la
existencia del hecho dañoso y la relación con la víctima para plantear la pretensión, lo que en este
caso no ha sido cuestionado. Cabe agregar, sobre la supuesta preterición legal, que cada vez que
se ha optado por establecer un orden legal respecto de beneficios o posibilidades de accionar,
existen disposiciones expresas que así lo resuelven, lo que en la especie no sucede.