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Introducción
Ruth Benedict fue quizá la principal alumna de Boas, en su libro “Patterns of culture”
editado en 1934, desarrolla una psicología de la cultura, así como critica los postulados
evolucionistas psicoanalíticos dice: “La civilización occidental, a causa de
circunstancias históricas fortuitas, se extendió más ampliamente que todo otro grupo
conocido. Se ha impuesto sobre la mayor parte del globo, y ello nos ha conducido a
aceptar la creencia en la uniformidad de la conducta humana, que bajo otras
circunstancias no habría surgido… …consideramos la conducta de niños pequeños tal
como está modelada en nuestra civilización e indicada en las clínicas infantiles, como
la psicología infantil o como el modo en que el pequeño animal humano está sujeto a
conducirse. Lo mismo ocurre cuando se trata de nuestra ética o de nuestra
organización de la familia. Sostenemos siempre que es inevitable una motivación
familiar; tratamos siempre de identificar nuestros propios procedimientos locales de
conducirnos con la conducta, o nuestros propios hábitos socializados, con la naturaleza
humana… …las fuentes de esa tesis se encuentran muy atrás, en lo que parece ser,
dada su manifestación universal entre los pueblos primitivos, una de las más remotas
características humanas: la diferencia específica entre “mi propio” grupo estrecho,
cerrado, y el extraño” (Benedict, 1989:17, 18-19).
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capítulo anterior que toda cultura emplea cierto equipo seleccionado de materias
técnicas o rasgos culturales. El gran arco a lo largo del cual todas las posibles
conductas humanas se distribuyen, es demasiado inmenso y está demasiado lleno de
contradicciones para que una cultura cualquiera utilice siquiera una considerable
porción de él. La selección es el primer requisito” (Benedict, 1989:243).
Los patrones culturales no son tipos, en el sentido de una constelación fija de rasgos.
Estudia como diferentes rasgos son seleccionados del gran arco de la experiencia
humana para integrarse y conformar una cultura específica, una configuración. Los
rasgos seleccionados son disposiciones innatas en el ser humano, y serán incluidos o no
en la estructura del carácter de los adultos.
Partiendo de esta idea de los patrones culturales es que Benedict realiza un análisis
etnográfico, tomando a su vez las nociones de lo apolíneo y lo dionisíaco de
concibiéndolos como dos tipos psicológicos. A través de estos así como de conceptos
psicológicos generales desarrolla una psico-etnología de tres culturas: los indios Pueblo
de Nuevo México, los Dobu de la Melanesia Occidental, y los Kwakiutl de la Costa
Noroeste de Norteamérica.
Los Zuñi
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Sin embargo dentro de los Zuñi encontramos conductas contrastantes con las
características Apolíneas. “Los dioses enmascarados punitivos, llegan antes de la
iniciación y fustigan a los niños con sus látigos de yuca” (Benedict, 1989:81). El
maltrato a los niños esta fuera totalmente de una configuraron apolínea, guiada por la
mesura, por la sobriedad, por la calma y control.
Aunque la violencia no esta bien vista entre los Zuñi, existe violencia que no esta
sancionada, “…Una esposa puede caer sobre su rival y morderla públicamente. Se
insultan y se golpean” (Benedict, 1989:118). Encontramos otra connotación violenta
que no encaja en la configuración Apolínea.
Los Dobu
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La práctica de la magia se realiza a través de brujos y hechiceros; y la injuria no se
realiza nunca abiertamente sino en secreto, traicioneramente. Cualquier enfermedad
puede ser obra de un hechicero, llevando la desconfianza a niveles altamente
paranoicos. “La hechicería y la brujería no son criminales. Un hombre meritorio no
podría existir sin ellas. Hombre malo, por otra parte, es aquel que ha sido injuriado en
la fortuna o en su cuerpo en los conflictos en que otros ganaron la supremacía. El
hombre deformado es siempre un hombre malo. Lleva en su cuerpo la derrota que todos
ven” (Benedict, 1989:178).
La ostentación es algo que se oculta, pues puede llevar a la envidia, y por lo tanto al
ataque de algún rival por medio de la hechicería. La risa está mal vista y el carácter duro
es una virtud. Existe una gran competencia por las conquistas sexuales, así como una
gran promiscuidad donde el adulterio no es mal visto.
Entonces “Las motivaciones que fluyen a través de toda la existencia dobuana son
singularmente limitadas. Son notables por la coherencia con que las instituciones de la
cultura las corporizan y el alcance que se les da. En sí mismas tienen la simplicidad de
la manía. Toda existencia es competencia degolladora, y toda ventaja es ganada a
expensas de un rival derrotado” ((Benedict, 1989: 151-152).
Sin embargo, la mayor parte del estudio a los Dobu, Benedict centra su atención en
magia y matrimonio. Dejando así fuera de comparación con los indios Pueblo al no
realizar comparaciones que resaltarán lo paranoico de unos y lo Apolíneo de otros.
Los Kwakiutl
Los Kwakiutl son dionisíacos. Sus ceremonias apuntan al éxtasis, a través de danzas y
cantos que llevan a un frenesí a veces incontrolable. “La inclinación dionisíaca de las
tribus de la costa del noroeste es tan violenta en su vida económica, en su vida militar y
en sus ceremonias de duelo como lo es en sus iniciaciones y bailes ceremoniales. Son el
polo opuesto de los pueblos apolíneos y en esto se asemejan a casi todos los otros
aborígenes de la América del Norte. Por otra parte, la pauta de cultura que les era
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peculiar estaba entretejida intrincadamente con sus ideas sobre la propiedad y la
manipulación de la riqueza” ((Benedict, 1989: 190-191).
Bajo esta configuración cultural, el matrimonio se regia por estas mismas leyes.
Mediante una lucha de prestigio con bienes materiales, el pretendiente debía llegar al
suficiente valor como para estar a la altura de las prerrogativas que se heredaban y
podían transmitir.
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Conclusiones
Vemos entonces como Benedict, a través de estos tres ejemplos etnográficos, expone su
teoría de los rasgos culturales: “Las tres culturas, Zuñi, Dobu y Kwakiutl, no son meros
agrupamientos heterogéneos de actos y creencias. Cada una de ellas tiene ciertos fines
a los que está dirigida su conducta y a los que tienden sus instituciones. Difieren entre
sí, no solamente porque cierto rasgo esté acá presente y ausente allá, y porque otro
rasgo se encuentre en formas diferentes en dos regiones. Difieren aun más porque,
como conjunto, están orientadas en direcciones diversas. Marchan a lo largo de
caminos distintos en persecución de fines distintos, y los fines y los medios de una
sociedad no pueden ser juzgados en términos de los de otra sociedad, porque son
esencialmente inconmensurables” ((Benedict, 1989: 229).
Ahora bien, dicha integración no es configurada de modo equilibrado por toda sociedad,
en otra palabras no existe una configuración total (más adelante se analizará ésta
afirmación), sino que se trata de una tendencia o una propensión que Benedict acomoda
en los tres casos analizados anteriormente.
Estos tres casos son extremos y aun estirando hasta sus últimas consecuencias los
términos Apolíneo, Dionisiaco y Paranoico, las excepciones que presentan los casos
anteriores muestran lo complejo de una sociedad y lo todavía mas complejo aun, el
encasillarla dentro de un tipo de configuración.
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Según Harris “La etnografía de la costa noroeste, formulada por Boas y presentada a
sus discípulos y así implantada en la antropología y difundida desde ella a las
disciplinas adyacentes, fue el arsenal de datos usado en el ataque contra el
materialismo cultural y contra el determinismo histórico” (Harris, 1997:262).
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magía. Etc. Se vio forzada a encazillar y reducir a los temrinos propuestos las
sociedades.
Hasta cierto punto pareciera que Benedict primero asigno el nombre de Apolíneo,
Dionisiaco o Paranoico a las sociedades estudiadas y después se dedico a analizarlas
para que fueran congruentes con su teoría de configuración. No es posible llamar
dionisiacos a un pueblo solo por les gusta el éxtasis, las danzas y cantos llevan a un
frenesí. Ni llamar apolíneos a los Pueblo solo por que la mesura es ampliamente
valorada.
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Notas y Bibliografía
1
Acerca de los términos Apolíneo y Dionisiaco, Benedict dice: “No todo lo descrito por Nietzsche
acerca del contraste entre lo apolíneo y lo dionisíaco se aplica al contraste entre los Pueblo y las gentes
circundantes… Al usar términos tomados de la cultura griega en la descripción de las configuraciones
culturales de los aborígenes de América, no pienso equiparar la civilización de estos últimos con la de
Grecia. Los empleo porque son categorías que ponen en claro las cualidades que en mayor grado
diferencian a la cultura Pueblo de las de otros indios americanos; no porque todas las actitudes que se
encuentran en Grecia se encuentren en la América aborigen” (Benedict, 1989:90-91)
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