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Miguel Á.

Gómez Reyes
Literatura Mexicana V
Tomochic y las narrativas de la violencia

En América Latina, la violencia 1 está presente en todos los ámbitos culturales. En este
sentido, si hay algo que hermane a los países latinoamericanos además de la
familiaridad del idioma es la tradición de la violencia que atraviesa los siglos y de la
cual aún somos herederos. Sin más, recordemos que las independencias y las
revoluciones armadas a principios del siglo XIX pueden interpretarse de modos
distintos. Por un lado, las independencias nos revelan el deseo de transformación social
que impera en gran parte de las capas sociales: después de siglos de colonialismo y, por
lo tanto, de dominación española, las distintas facciones aspiraban a gobernarse
independientemente. Por otra parte, tales conflictos armados también nos sugerirán otra
cosa: la preponderancia de la violencia en las distintas facciones para preservar y
alcanzar el poder independientemente de sus inclinaciones políticas.
No es gratuito, de este modo, que los temas preponderantes en las obras de los
grandes novelistas mexicanos del siglo XX como Rulfo, Fuentes, Ibargüengoitia y
Revueltas estén íntimamente relacionados con el fracaso de los conflictos armados y la
incapacidad del estado para poder resolver semejantes cuestiones. En la obra de Rulfo,
por ejemplo, se hacen visibles las contradicciones que siguen operando en cierta
población rural mexicana que no obtuvo los beneficios de la revolución pero sí todo su
peso destructor: grandes extensiones de tierra sin posibilidad de cultivo, formas de
organización que le dan beneficios a pocos y miseria a muchos, poblaciones arrasadas y
asediadas constantemente por el estado. Así, sería legítimo preguntarnos: ¿la literatura
latinoamericana, particularmente la mexicana, existiría sin el elemento de violencia?
En las obras narrativas que de alguna manera se apropian de material histórico
para transformarlo en material narrativo, Tomochic ocupa un lugar preponderante. La
novela que habría de catapultar a la fama al escritor además de señalarlo como uno de

1
Como hacen notar Francisco Fernández Martín y Carlos Feixa Pampols, los estudios antropológicos que
giran en torno al fenómeno de la violencia han tomado gran relevancia estos últimos años. Como los
mismos antropólogos reconocen, se corre un riesgo al tratar de delimitar lo que significa la violencia.
Ellos distinguen cuatro formas principales de la misma: violencia política, violencia estructural, violencia
simbólica y violencia cotidiana. La violencia política es ejercida por aquellos que, en nombre de una
ideología, torturan, desaparecen, y reprimen; la violencia estructural “se refiere a la organización
económico-política de la sociedad que impone condiciones de dolor físico y/o emocional, desde altos
índices de morbosidad y mortalidad hasta condiciones de trabajo abusivas y precarias”; la violencia
simbólica sería aquella que, consciente o inconscientemente, el individuo ha internalizado; la última de
estas se define como las prácticas y expresiones diarias de la violencia. Desde este punto de vista,
podemos afirmar que las cuatro formas de violencia están presentes en la llamada “guerra contra el
narco”. Cfr., Feixa Pampols, Carles, Ferrándiz Martín, Francisco, Una mirada antropológica sobre las
violencias. México: Alteridades [en linea]. 2004. Consultado en línea el 02/12/16. Disponible
en:<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=74702710> ISSN 0188-7017
Miguel Á. Gómez Reyes
Literatura Mexicana V
Tomochic y las narrativas de la violencia

los grandes críticos del régimen porfirista nos presenta una historia aparentemente
sencilla: el conflicto armado entre los tomoches y el gobierno. Sin embargo, gracias a la
habilidad extraordinaria del narrador para superponer tiempos distintos y diferentes
niveles de focalización, la narración se complejiza. Ya no se narra solamente la
sofocación de un movimiento disidente: se relatan, también, las contradicciones que
invaden a los individuos de uno y otro bando, la pobreza y el olvido que impera en la
población rural, así como la insatisfacción de gran parte de los mexicanos con el
gobierno en turno. Tomochic, como sugiere atinadamente Ignacio Padilla , “(…) es ante
todo una novela de la violencia, y en cuenta a tal trasciende hoy las limitaciones del
testimonio y aun de la novela histórica”2.
Como sujeto y testigo que presenció los últimos años del porfiriato, la visión que
Frías arroja sobre este periodo histórico es desalentadora. Ambientada en los márgenes
de la sociedad (todo es margen en una sociedad centralista como lo ha sido la mexicana
desde su gestación), Tomochic nos arroja pistas sobre las condiciones en las que vivía la
población mexicana. A pesar de que la bandera bajo la cual se cobijó el porfiriato fue la
de “orden y progreso”, la miseria siguió formando parte en la vida diaria de gran parte
de los mexicanos. Lo que el ferrocarril y la incipiente modernización del país cubrieron
fueron, finalmente, las grandes desigualdades que hasta el momento siguen estando
presentes en nuestro país. Esta novela, así también, nos señala las consecuencias de la
guerra fratricida: el desgarramiento total del tejido social. No hay que olvidar, así, que
las guerras más dolorosas siempre son las libradas entre hermanos.
A través de la experiencia de Miguel Mercado, protagonista de la obra, somos
capaces de acercarnos al desasosiego que cualquier conflicto armado genera en la
población. Similar a lo que pasa en la llamada “novela de aprendizaje”, como lectores
asistimos a la maduración de Mercado. El mundo en el que se va introduciendo
Mercado, sin embargo, no es muy alentador. Semejante realidad, en vez de mostrarse
comprensible, se muestra plagada de contradicciones. Ya no hay bueno ni malos, sino
solamente individuos que están inmersos en un campo donde se disputa la hegemonía
política; campo, no estará demás decirlo, donde son imaginables todos los tipos de
violencia para preservar el poder.
Quizá uno de los mayores aciertos de la novela es el de revelarnos la gran
riqueza de posibilidades que posee la literatura para restaurar el pasado y, también, a los
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Página web: http://www.jornada.unam.mx/2012/03/11/sem-ignacio.html. Consultada el 02/04/17.
Miguel Á. Gómez Reyes
Literatura Mexicana V
Tomochic y las narrativas de la violencia

individuos inmersos en ese pasado. La distinción que Aristóteles hace entre la historia y
la poesía en su Poética sigue imperando: mientras en la primera se señalan
acontecimientos particulares, la segunda tiene la oportunidad de revelarnos
acontecimientos universales, es decir, situaciones con las cuales todos nos sentimos
identificados. En este sentido, ¿qué nos revelaría Tomochic sino la violencia que impera
en América Latina desde tiempos inmemoriales?

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