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La innovación en los helados le genera clientela

El helado es el producto que se destaca en Incanto Gelato Artesanal. La iniciativa, dirigida por
Santiago Baquero, ha logrado, en su primer año y medio, captar la atención de vecinos y turistas
que arriban a Cotacachi, en Imbabura. Este ingeniero en Empresas Gastronómicas busca
siempre sorprender a sus clientes con novedosas fórmulas de mantecados. Hay para todos los
gustos. Incluso tiene opciones para veganos. Entre las más recientes recetas de este alimento
congelado están mixturas de guanábana con piña, frutilla y cedrón y mango elaborado con yogur
natural. Baquero nació hace 43 años en la capital imbabureña. Como buen ibarreño creció
degustando los helados de paila, cuya tradición tiene más de un siglo en la urbe. Por eso, en el
2017 cuando tuvo oportunidad de viajar a la Argentina aprovechó para visitar algunas gelaterías.
Así nació la idea de abrir su negocio. Este gastrónomo ha impulsado otros cuatro
emprendimientos que han estado vinculados al área gastronómica. Anteriormente probó suerte
en la ciudad de Ibarra y en las islas Galápagos. Antes de abrir Incanto Gelato Artesanal hizo un
estudio de mercado para obtener datos e información acerca de los clientes, especialmente
extranjeros. También la oferta de los competidores. La idea era aprovechar la presencia de los
aproximadamente 1 200 extranjeros que se han radicado en Cotacachi. En noviembre pasado la
urbe recibió la designación de Pueblo Mágico del país. El intercambiar información con los
‘gringos’ es otro de sus ganchos. Baquero domina el inglés porque vivió nueve años en Estados
Unidos. No obstante, durante este tiempo la mayoría de sus visitantes han sido turistas
nacionales que llegan atraídos por los refrescantes postres de textura delicada. “Son una
excelente opción para disfrutar de las novedosas variedades de helado”, comenta un cliente.
Como este criterio hay 135 opiniones en la página web Tripadvisor, en la que los clientes opinan
sobre el servicio de establecimientos. Esta firma incluso entregó este año un certificado a la
calidad a Incanto Gelato Artesanal. Para Baquero la cocina de su establecimiento es
prácticamente su laboratorio, en el que siempre prepara sabores para sorprender. De esta forma
la oferta del local creció de 5 a 30 variedades. Uno de los más llamativos es el mantecado de
leche de cabra. Su elaboración es un proceso laborioso: primero se prepara el dulce y el yogur.
Este último reemplaza a la crema de leche. Otro gancho son los pasteles y sánduches con pan
que son elaborados por Baquero. Resalta que todo es producido de manera artesanal, pero con
calidad. En la decoración de las tortas de fondant le ayuda su esposa, Ana Arévalo. El mes
anterior, Baquero compartió su experiencia exitosa con 200 estudiantes de la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador, sede Ibarra. Otros datos El local está ubicado en las calles
Imbabura 8-35 y Tarqui, junto al parque San Francisco. Para instalar el negocio hizo varios
cursos de heladería en Quito y Guayaquil. Los helados se ofrecen en copa o en conos de galleta
que se elaboran en el local. La decoración del establecimiento es simple, pero sobria. El
emprendedor ha recibido propuestas para que abras sucursales en otras ciudades del país.
Los turistas prefieren el arte ancestral

La artesanía popular ha sido la ocupación de Marcos Castro desde muy joven. Él es un


emprendedor boliviano que se radicó en Ecuador hace más de 20 años. Cerca de 1995, Galería
Latina descubrió en el emprendedor la habilidad de fabricar artesanías; estas mantenían la
esencia tradicional y por esta razón dicha institución decidió traerlo a Ecuador. Colaboraron en
conjunto por cuatro años. El objetivo era expandir y mantener las costumbres andinas, como la
elaboración de vestimenta, alfombras y tapices de manera artesanal. Castro cuenta que el trabajo
que realizó en la galería llevó a que sus artesanías tuvieran mucho éxito. La galería fue la que
apoyó en la difusión y distribución de estas. En 1999, el emprendedor decidió independizarse y
buscar una forma de obtener más ingresos; aprovechó su habilidad para confeccionar prendas
artesanales y fue allí cuando surgió el negocio. Invirtió cerca de USD 5 000, monto que utilizó
para importar la materia prima y establecer su planta de producción ubicada en el valle de Los
Chillos. Al inicio le puso el nombre de Taller Alpaca, pero hace poco tiempo le dio un giro a su
marca, innovando en el nombre. Actualmente se denomina Jiwaki, que significa bonito en idioma
aimara. El emprendimiento se dedica a la confección de artesanías hechas a base de lanas e
hilos naturales. En el sitio se sigue un proceso minucioso para elaborarlas. En el taller ayudan
en la confección de las prendas cuatro empleados, quienes colocan todas las lanas en el telar,
de acuerdo con el orden en que va plasmado el diseño. Esto hace que el producto tenga un valor
más fuerte, dado que va ligado a la tradición.
La materia prima con la que se elabora cada uno de los productos se importa de Perú debido a
que la calidad de las lanas y del algodón que encuentra en el país vecino es mucho más natural.
Estos insumos permiten que las prendas y tejidos se vean mejor que cualquier otra artesanía
parecida. Uno de los artículos con los que se dio a conocer el emprendimiento fueron los tapices
colgantes con paisajes andinos; Castro comenta que hasta ahora nadie ha podido igualar ese
diseño, ya que las formas, colores y figuras hacen de este producto algo que no se puede
encontrar fácilmente en el mercado ecuatoriano. Para el próximo año, el emprendedor planea
añadir a su oferta de artículos productos como zapatos de cuero, camisetas y cojines que
mantengan los diseños artesanales con los que inició. Actualmente, posee el apoyo de empresas
que se han convertido en socias. Estas instituciones permiten la distribución de sus productos a
escala local. La ciudad donde tiene más puntos de venta es Cuenca; le sigue Quito y Guayaquil.
Otros datos El emprendedor legó las técnicas de fabricación a uno de sus hijos: Inkil. Él apoya
con la elaboración de distintos diseños de tapices colgantes. Recibió un reconocimiento en Chile
por mantener la técnica de manufactura de artesanías populares. Sus productos se distribuyen
en la Esquina de las Artes de Cuenca, en el Hotel Oro Verde de Guayaquil y en varios puntos
del Centro de Quito. La mayoría de compradores que visitan su local son turistas, quienes
adquieren desde bufandas, guantes, chales hasta tapices bordados a mano.

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