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Emoción percibida
Cuanto más intenso y duradero sea un tono emocional, más sesga mi pensamiento. Es
importante darse cuenta, ya que por esta ley, es muy fácil entrar en un círculo vicioso.
Truco: hacer los pasos de regulación emocional que aprenderé y parar de pensar en mis
propias emociones cuando vea que estoy generando un sesgo cognitivo.
Pero a menudo las emociones son falsas alarmas. Del mismo modo que no todo el
pensamiento es necesariamente lógico, no todas las emociones son necesariamente
inteligentes. Por ejemplo, que yo tenga una emoción de culpa no significa que sea
culpable. La emoción simplemente me indica “mira a ver, porque a lo mejor…”, pero
no es una afirmación de que sea así. Son un mensaje conservador, que aparece siempre
“por si acaso”.
Si lo que me indica la emoción es verdadero, está cumpliendo su función, nos produce
un aprendizaje sobre esa situación y qué deberíamos cambiar en el futuro.
Si es una falsa alarma, es decir, que el mensaje que nos ha dado no es cierto, se canaliza
sabiendo que era así.
Las emociones no están sometidas a juicio ético. Lo sometido a juicio es la conducta
que yo lleve a cabo, no mis emociones o pensamientos. Es importante ser conscientes
de tener derecho a sentirnos como nuestras emociones aparezcan. Por ejemplo, sentir ira
hacia alguien es legítimo, siempre y cuando lo gestione de manera adecuada y no agreda
verbal o físicamente a esa persona; del mismo modo, tengo derecho a sentirme triste o
contento, aunque en algunas situaciones sociales no sea lo correcto y el comportamiento
sea el adecuado.
Todos sentimos las mismas emociones, y todos sentimos todas las emociones.
Las personas que los demás ven como estables emocionalmente no significa que no
vivan emociones negativas, la diferencia radica en su capacidad para gestionarlas
correctamente y con rapidez, permitiendo que sean suaves y cortas.
Dejar que pase una emoción sin poner resistencia es muy complicado. Sin embargo, hay
veces que simplemente ayuda decirnos a nosotros mismos “es normal que te sientas
así”.
¿Y ahora…?
A partir de estas leyes, ¿qué proceso hay que seguir para canalizar correctamente las
emociones?: