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Juan Gamarra Nieto

Sociólogo

informalidad exige abordaje integral

“La problemática de los ambulantes es muy compleja, pues encierra una


dimensión social, económica, legal e incluso política, por lo cual amerita un
abordaje integral que hasta el momento no se ha dado por parte de nuestras
autoridades locales, que simplemente se limitan a organizar desalojos pero sin
la planificación adecuada que garantice resultados efectivos y a largo plazo.

Si bien es común ver los aspectos negativos que genera el comercio


ambulatorio, lo cierto es que junto con el caos y la inseguridad que se generan
alrededor de las zonas donde se concentran, tampoco podemos negar que se
trata de una actividad de subsistencia, que les permite a muchos jefes de
familia mantener sus hogares. No olvidemos que los ambulantes son
generadores de autoempleo; es decir, son una respuesta a una sociedad donde
persiste la desigualdad y la falta de oportunidades para un grueso sector de la
población que no se está beneficiando tanto del crecimiento económico que ha
experimentado la región en los últimos años”.

El 65% de todas las empresas en el Perú son informales

04.04.2014 / 11:14 am

El 65% de las empresas en las que trabajan los peruanos son informales y la
mayoría de ellas tiene menos de cinco trabajadores. El problema de la
informalidad en el Perú, aunque los últimos gobiernos han lanzado leyes y
programas que no han resultado atractivos, es hoy más agudo que en otros
países como Ecuador o República Dominicana que están en la cola de la
región.

Jamele Rigolini, gerente sectorial de Desarrollo Humano para los países


andinos del Banco Mundial y uno de los autores del reporte “El
emprendimiento en América Latina: muchas empresas y poca innovación”,
afirma que es un síntoma de desequilibrio que existan
tantas microempresas con poco potencial de crecimiento y que no generan
empleo de calidad. Uno de cada tres emprendedores no contrata
empleados y pueden pasar décadas sin crecer.
Por años los emprendimientos de subsistencia en el Perú, iniciados para cubrir
necesidades básicas ante la falta de empleo remunerado, hicieron que los
programas del gobierno tengan como fondo la solución de la pobreza con la
promoción de pequeños negocios, pero sin apuntar del todo a la
formalización.

Para Samuel Gleiser, presidente de la Cámara de Comercio de Lima, el alto


nivel de la informalidad no disminuye porque más allá de los discursos no
hay una política de Estado que haga atractiva la formalidad y que
simplifique toda la normativa. “Persisten las trabas burocráticas y un
sistema tributario y laboral que no apoya el crecimiento de la pequeña
empresa, sino que hace que esta se estanque”, sostiene.

CAMINO DE CAMBIO
En la región, según el reporte, no innovan las pequeñas empresas ni las
grandes. La viceministra de Industria y Pymes, Sandra Doig, dice que sobre
todo estas últimas deben incorporar la innovación en sus procesos.

Por parte de las políticas públicas que promuevan la formalidad y la


innovación, los investigadores del Banco Mundial proponen que los
programas patrocinados por el gobierno trasladen su foco a las empresas
jóvenes, aquellos nuevos emprendimientos, en lugar de las pequeñas. El
reporte sostiene que las empresas pequeñas no son las que generan más
empleo –una creencia popular–, sino que son las empresas jóvenes
independientemente de su tamaño.

Para Juana Kuramoto, de la Dirección de Prospectiva e Innovación


Tecnológica del Concytec, es necesario implementar sistemas para que las
empresas puedan absorber tecnología extranjera como parte de cadenas de
valor. Por ahora Concytec está elaborando una propuesta de reconocimiento
tributario para las empresas que gastan en innovación.

Claudio Herzka, socio fundador de la consultora Macroconsult, dice que es


necesario transformar en el país lo que se entiende por innovación y
comunicar que esta no solo depende de la gente con formación académica.
“Un emprendedor que quiere crecer debe tener disposición para el riesgo y eso
es lo que falta”, afirma.

Samuel Pienknagura, economista investigador del Banco Mundial, añade que


una de las trabas para innovar es que en el Perú, y en general en la región, se
penaliza socialmente el fracaso, cuando en realidad este es parte del
proceso de innovar. En los países de ingresos altos se entiende que es así, y
sus empresas exitosas e innovadoras son el resultado de fracasos previos. Es
un tema cultural. “Aquí la gente cuenta las cosas buenas, pero no suele hablar
de algo que le va mal”, dice Pienk nagura.
CAUSAS DEL COMERCIO INFORMAL

El comercio informal como nuevo suceso socioeconómico y manifestación social obedece a


tres aspectos: 1) El estructural: Aunque la economía informal inicio por la insuficiencia del
desarrollo industrial, se ha convertido en una situación permanente, como consecuencia de la
crisis del capitalismo.

2) El coyuntural: La economía formal y el aparato productivo de bienes y servicios han sido


incapaces de proporcionar empleo estable y bien remunerado a los trabajadores en general y a
los jóvenes y mujeres que se incorporan cada año al mercado de trabajo, lo cual se agudiza por
los programas de reajuste económico, las migraciones internas y externas, proveniente del
campo y otros estados vecinos, en busca de mejores oportunidades que no se dan en sus
lugares de origen, así como por la aplicación indiscriminada de las nuevas tecnologías del
aparato productivo.

3) Las políticas neoliberales: la economía informal se ha desarrollado y se consolida como


parte de la nueva economía globalizada con el máximo de descentralización operativa.

4) En cuanto a la responsabilidad del gobierno, ésta es, de hecho, múltiple. A partir de la


década de 1960, la construcción de mercados populares en las nuevas colonias que se creaban
dejó de realizarse, pensando que tal actividad NO era necesaria en virtud de las nuevas tiendas
de autoservicio. Por la misma razón, nadie se preocupó en ampliar los mercados existentes,
para responder al crecimiento de la población en los barrios y colonias donde ellos
funcionaban. La falta de previsión implícita en esta política se hizo patente alrededor de 1980,
cuando el gobierno se vio obligado a crear y permitir los “mercados rodantes”, con objeto de
facilitar la adquisición de alimentos a bajo precio, en las colonias populares y de clase media.
La medida permitió al mismo tiempo la generación de varios miles de empleos, que ya
entonces resultaban necesarios.

Posteriormente las crisis económicas de 1982 y 1995-96 y la aplicación de las políticas


neoliberales de De La Madrid, Salinas y Zedillo, con sus altas tasas de desempleo, sacaron del
sector laboral a miles de empleados, que no tuvieron otro camino, que incorporarse a las
actividades comerciales informales. Obteniendo en ella, la forma de sustento que no podían
encontrar ya en las actividades de la economía formal. La alternativa resultaba
particularmente atractiva, para quienes por su edad, consideraban imposible una nueva
contratación en el futuro, o estaban decididos a emplearse por cuenta propia Para los
trabajadores del comercio informal está actividad ha sido vía para satisfacer sus necesidades.
Entre las que se encuentran: o Los ingresos que perciben son superiores a los mínimos
establecidos que se pagan en el país.

o La continúa amenaza del desempleo y la inestabilidad en el trabajo asalariado.


o La idea de independencia frente al trato de los patrones.

o La ilusión de la mejoría por el esfuerzo propio.

5) Por otra parte, la condición extralegal del comercio informal lo hace una actividad de alto
riesgo, por lo que la creación de organizaciones de autodefensa, que tienden a transformarse
en estructuras jerárquicas fácilmente controlables a través de la captación de sus líderes y la
utilización de medios violentos, han constituido un atractivo para el gobierno. Durante los
últimos decenios estas estructuras fueron ampliamente utilizadas para fines políticos, dadas
las grandes reservas de votos que ellas representaban, generándose así mecanismos
corporativos capaces de superar a las caducas estructuras del sindicalismo oficial. Por ello, de
algún modo tienen razón quienes piensan que el gobierno ha fomentado el desarrollo del
comercio informal.

Centrum: “La informalidad en el Perú no se eliminará con medidas legales” Lunes, 02 de


septiembre del 2013 ECONOMÍA210:49 Los gobiernos persisten en crear leyes sin lograr
resultados: en los últimos trece años, la informalidad en el país solo se redujo 5% pasando del
80% al 75% de la PEA. ¿Cuánto más debemos esperar?, se preguntó el economista Mario Tello.
Planteó dos formas de resolver el problema.

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“El problema de la informalidad no es un tema legal, porque sino ‘ahorita’ sacamos un decreto
ley y les decimos a todos: ‘te bautizo como formal’”. Mario Tello -investigador de CENTRUM-
Católica- no cree en la fórmula que los gobiernos siempre repiten: esa de crear incentivos a
través de leyes, porque no han acabado con el problema. “Del 2001 al 2012, el sector informal
solamente se redujo en 5%. Era el 80% de la Población Económicamente Activa (PEA) y ahora
es el 75%. Si cada trece años baja solo 5 puntos, ¿cuánto tenemos que esperar para que baje a
cero con el modelo actual?”, cuestiona. Más aún, cuando los gobiernos siempre celebran la
reducción de la pobreza y no la de la informalidad. “Y allí está la gente pobre. Puedes
desaparecer la pobreza, pero seguir estando en el sector informal. Y la informalidad no ha
decrecido significativamente”, critica Tello. ¿Qué salidas hay para el problema? El economista
de CENTRUM-Católica plantea dos formas de abordar la informalidad: 1. El efecto goteo desde
el sector formal Tello explica que los teóricos del desarrollo sustentan que el crecimiento del
sector formal -llamado sector moderno- puede absorber la mano de obra del sector informal,
lo que se conoce como ‘el efecto goteo’. En el Perú -sostiene-, el crecimiento económico está
logrando esta dinámica, pero de manera débil como muestran los datos referidos al principio
de la nota. “Esto ocurre porque el sector moderno no tiene suficiente eslabonamiento
productivo y de generación de ingresos. En trece años, solo absorbió un 5% del sector
informal, porque nuestra estructura productiva está concentrada en productos que no
generan mucho empleo”. Para Tello, la solución está en un cambio estructural de la actividad
productiva del país, que se concentre en industrias intensivas en conocimientos y mano de
obra (Lea la nota sobre este tema). 2. Crecer desde el sector informal Esta alternativa técnica
no está escrita por ningún teórico -según Tello- y responde ante la falla de la primera
propuesta, como viene ocurriendo en Perú. “Si esta estructura (el sector moderno) no te
resuelve el problema por más que la haces crecer, ¿por qué no pensamos en hacer crecer el
sector informal por sí solo?”, se pregunta. El economista se refiere al surgimiento de los
nuevos empresarios en Perú, como las familia Añaños (Ajeper e ISM), Dyer (Copeinca),
Huancaruna (Café Altomayo), Acuña (Universidad César Vallejo), etc. “Estos emprendedores
comenzaron del sector informal y ahora son empresas multinacionales. Pero eso son los
outliers, los casos excepcionales”, anota. Y sobre este ejemplo basa su propuesta: “Una
recomendación simplista, sin nada de teoría ni tecnicismo. Agarras a estos diez nuevos
empresarios y les preguntas: ¿qué hiciste? Porque ellos no recibieron ninguna ayuda ni
incentivo, surgieron solos. Entonces, esas experiencias hay que tratar de volcarlas en algunos
empresarios en el sector informal que puedan tener ciertas características similares a las de
ellos”.

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uis Fernando Alegría luis.alegria@diariogestion.com.pe El Perú se caracteriza por lo ‘criollo’ de


su gente. Solemos pasar los semáforos en luz roja, no ceder asientos reservados en el
transporte público, tirar basura fuera de los tachos y un largo etcétera que nos hace ser
considerados “informales”. La informalidad es evidente en el día a día y, además, un problema
social con alcances sobre el bienestar. Hernando de Soto (1989) definió la informalidad como
el conjunto de empresas, trabajadores y actividades que operan fuera de los marcos legales y
normativos que rigen la actividad económica. Así, ser informal supone estar exento de las
cargas tributarias y normas legales, pero también implica no contar con la protección y
servicios que el Estado ofrece. Si los beneficios de operar al margen de la ley son mayores a los
costos, ahí nace la informalidad. El desempeño de la economía peruana en los últimos 25 años
ha sido muy positivo y, no obstante ello, la informalidad ha venido en aumento. Según datos
recopilados por Jaime Saavedra, en 1990 un 48% de la fuerza laboral de Lima trabajaba en las
sombras. Para 1996 había subido a 52%; con un crecimiento promedio anual de 4.8%. En el
mismo período, en el Perú urbano, la informalidad pasó de 49% a 55.4%; creciendo a un ritmo
de 5.9% cada año. A pesar del -mal llamado- milagro peruano visto desde el 2003 en adelante,
este sector de la economía que es tierra de nadie seguía creciendo. El INEI estima que, para el
año 2012, 74% de la población ocupada era informal. La informalidad es un flagelo, pues
puede restar entre uno y dos puntos porcentuales al crecimiento del PBI per cápita, según
estimó Norman Loayza (2008). Es, además, causa y consecuencia del quid del crecimiento
sostenible en el largo plazo: la productividad del país. Ambas variables son cuasi siamesas y,
según sostiene el especialista del Banco Mundial, la clave para ser más productivos y menos
informales es es apostar por la educación de calidad para la fuerza laboral. Tener un sector
informal muy grande puede poner en riesgo las perspectivas de crecimiento del país. ¿Cuál es
el problema de fondo para explicarla? William Lewis, director emérito de McKinsey Global
Institute, cree que la principal fuente de informalidad es que los países tienen gobiernos
demasiado grandes para el nivel de desarrollo en que se encuentran; según su experiencia tras
investigaciones en Rusia, India y Brasil. “Si miras el tamaño del gobierno como porcentaje del
PBI para Francia y EE.UU. cuando estaban al nivel de desarrollo de Brasil o Rusia, entonces sus
gobiernos eran menos que la mitad”, comentó. Para financiar un aparato estatal de tal
magnitud, entonces se requieren cantidades importantes de recursos que implican una carga
tributaria para los contribuyentes. El experto en productividad agrega que la carga que
enfrenta el sector formal impide que compitan fácilmente con sus pares informales y, a su vez,
limita la capacidad de ganar productividad. Pero, ¿solo la mala regulación y baja calidad
educativa propician la informalidad? En la óptica de Cass Sunstein, exasesor de Barack Obama,
cree que ello no es necesariamente así. El gurú que revolucionó la forma de hacer políticas
públicas en EE.UU. con enfoques conductuales enfatiza que “las tradiciones, la cultura y
prácticas para hacer cumplir leyes importan tanto como la regulación”. En ese sentido, cabe
preguntarse qué tan relevante es nuestra cultura de ‘criollismo’ o de ‘sacavueltero’ para
explicar el alto grado de informalidad que persiste en el país, pues, lamentablemente, todavía
se considera ‘bacán’ el saltearse las normas. Un informe del Banco Mundial resalta el rol de la
psicología y las ciencias conductuales para hacer políticas públicas más efectivas, que bien
podrían incorporar nuestra ‘cultura combi’. Si bien la informalidad genera pérdida de bienestar
y productividad en la sociedad, no todo es desfavorable. Una economía con alta informalidad
puede ser como una caña de bambú: cuando hay vientos huracanados en su contra (como
shocks económicos), se balancea gracias a su flexibilidad. La carga regulatoria impone rigideces
que podrían llevar a situaciones mucho peores que la informalidad -como el desempleo-,
según apunta Norman Loayza. Un beneficio adicional es que la economía en las sombras es
cuna de una gran dinámica de emprendimiento que, con esfuerzo de los emprendedores,
genera más actividad y más puestos de trabajo. El reto pendiente es que el Estado logre hacer
que estos emprendimientos dejen la tierra de nadie y se unan al sector formal, que los
ayudaría a mejorar su productividad de manera importante. La pregunta final es: ¿hay solución
a la informalidad? Norman Loayza cree que, en el corto plazo, hay que atacar la carga
regulatoria y a largo plazo apuntalar la productividad de los trabajadores a través de salud,
educación y buen entrenamiento. “Puede demorar una o dos generaciones, ahí estamos
hablando de 40 años”, apunta. Por otra parte, William Lewis recuerda dos experiencias de
éxito en atacar la raíz del problema. En Polonia, luego de independizarse de la Unión Soviética,
obligaron por decreto a los informales a formalizarse. Tomaron por asalto esa tierra de nadie,
pero funcionó gracias a una capacidad administrativa sofisticada. En tanto, Chile fue más
directo y recortó drásticamente el tamaño de su aparato estatal. La tarea de formalizar la
economía no debería ser solo del Gobierno. El sector privado debe apostar por sus
trabajadores y aumentar su productividad. Según la Encuesta de Empresas del Banco Mundial,
se considera que casi 40% de la fuerza laboral peruana está inadecuadamente capacitada.

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