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Y LA PADRECTOMIA POST-DIVORCIO
INTRODUCCIÓN
Sin lugar a dudas el divorcio es uno de los eventos de mayor impacto en la vida
de una persona. Si bien en ocasiones resulta la solución a una crisis, es
indispensable el buen manejo del mismo para no producir una situación más
lacerante y dañina para los implicados.
Este estudio se posesiona desde la visión del padre, desde las consecuencias
para este del proceso post-divorcio, respecto a sus derechos y la relación con
sus hijos ya que la tradición ha acuñado una serie de costumbres, conductas y
disposiciones ubicando al hombre en una posición desventajosa respecto a la
mujer en relación con los hijos.
DESARROLLO
Aún hoy, en el umbral del próximo siglo, no son tratadas con la misma equidad
las consecuencias que para el padre implica el proceso post-divorcio. Le
corresponde al padre, en la gran mayoría de los casos, el abandono del hogar
una vez ocurrido el divorcio. Esto implica, de forma obligada, un reajuste en el
desempeño del rol paterno que pasa, al menos, por dos condiciones:
EL DIVORCIO
Es un periodo que trae consigo la disolución de los vínculos emocionales, los
legales y sociales y que no sigue un cierto orden establecido, pues existen
parejas que disuelven el vínculo jurídico rápidamente y no así el emocional,
mientras en otras esto ocurre a la inversa. Lo cierto es que este suceso,
llamado separación o divorcio, resulta, sin lugar a dudas, un proceso largo y
complejo, al cual, no se le concede por parte de ambos miembros de la pareja
la debida atención desde el punto de vista de la preparación que deben tener
para emprenderlo sin dañarse ellos, los demás familiares y los hijos.
Periodo de preparación:
Periodo de Evolución:
El periodo anterior observado como el principio del fin termina en una toma de
conciencia (por uno o ambos cónyuges) de que el matrimonio no funciona y se
lleva a cabo el proceso específico del divorcio, separación, ruptura o disolución
del vínculo matrimonial. Aquellas parejas que han construido su mundo familiar
en base a desigualdades nocivas, suelen vivir rupturas muy desgarradoras y
fragmentadoras. El daño perdura en el tiempo y potencialmente afecta futuras
relaciones soliéndose “usar” al hijo como un instrumento de agresión contra el
otro, convirtiendo al niño en una de las víctimas de los acontecimientos (Pereira
de Castro, 1997), pero no al único dañado ya que en la privación del rol
paternal los hombres se ven fuertemente perjudicados.
Divorcio Conyugal:
Resulta especialmente doloroso cuando existen hijos, pues los niños se ven
involucrados en una dinámica polarizada y sin posibilidades de elección (Fay,
1989). En realidad no podría existir elección viable para el hijo que suele
concebir – cuando han sido figuras significativas y positivas – a los padres
como unión indisoluble. Para ellos papá y mamá son dos conceptos a menudo
inseparables, que encierran un sentido personal de elevada connotación
afectiva y de protección, incluso en aquellos casos en los cuales la separación
es vista por los niños como una salida necesaria a la crisis de la cotidianidad.
Divorcio Parental
Es la separación de hecho entre las figuras parentales y los hijos tanto física
como afectiva, con la particularidad de que habitualmente el polo hijos no
puede participar de la decisión, no se tienen en cuenta sus demandas y
necesidades. Alejamiento y o destrucción del vínculo y los roles parentales con
la descendencia, haya o no divorcio conyugal.
Por su parte varios autores (Arés, 1996; Fernández, 1994; Silveira, 1997; Fay,
1989) coinciden en describir la existencia de una serie de características
estereotipadas y asumidas por la media social como indicadores de la norma.
Tales características son:
Los mitos jamás se cuestionan, cuando algo falla, por ejemplo en el caso del
instinto maternal, el fracaso es atribuido a la persona, pero el mito jamás falla.
Y si acaso la experiencia funciona como previa en el mito, entonces este se
confirma nuevamente; o sea, de cualquier manera los mitos tienden a
reforzarse a sí mismos y reproducirse cada vez con más fuerza. Pero ¿esto los
hace veraces?.
Veamos entonces el instinto materno como uno de los mitos centrales a partir
del cual se desprenden otros mitos que tienden a anular todo acercamiento
paternal. Este instinto nos habla de ciertas particularidades que a menudo
escuchamos en nuestra práctica, a saber:
Las creencias tradicionales que atribuyen a los roles de género el que son
naturales, inherentes o biológicos hace tornarse en limitada la posibilidad de
que tal realidad cambie. En cambio, si tales roles de género fueran percibidos
como lo que son, depositaciones socio-históricas mediatizadas por las
construcciones personales, entonces esto significaría que también pueden ser
deconstruidas y vueltas a construir cuantas veces sea necesario, se propiciaría
el cambio, pero se sabe que los cambios son muy resistidos (Bleger, J. 1965).
Como hemos visto hasta aquí, tanto los asignados sociales depositados en el
rol de hombre, como la mítica creencia de que la mujer es la única capaz para
la mejor atención de los hijos, han reducido desde el punto de vista familiar,
social y hasta legal las funciones del padre al de contribuyente biológico, al de
progenitor, limitando las potencialidades de este de ejercer y disfrutar a plenitud
la dicha de ser padre. Esta realidad se hace extremadamente crítica en la
situación de divorcio.
Ante esta realidad cabe preguntarse si todos podrían guiarse cómodamente por
estas reglas ampliamente compartidas por la mayoría. ¿Cuántos asumen la
regla socio-cultural como imposición ineludible y de sabor agridulce?. ¿Para
cuántos el sabor es amargo?. ¿Cuántos rechazan esta norma de forma
silenciosa? Los pocos que abogan por otro modelo de paternidad suelen ser
censurados u objeto de burlas.
Se debe desvincular la figura del padre de la idea del progenitor, aunque tal
vínculo aparezca como lo deseado, y sin lugar a dudas para muchos, como lo
ideal. Nuestro concepto de padre se encuentra en otra dimensión, asociada a
un nuevo e incipiente movimiento masculino que pretende incluirse como
individuo y como sujeto emocional en la relación con sus hijos. Tal movimiento
parecería estar insertado en el contexto de grandes cambios de los paradigmas
existenciales a finales del siglo XX (Loewenstein, Barker, 1996).
PADRE
El rol paternal se define como funcional cuando, una vez establecidos los
derechos y deberes para la persona que lo asumirá, le permite garantizar su
ejecutabilidad y concreción práctica real, pero además, sólo es posible que sea
funcional cuando la situación – y las personas que en ella participan –
promueven y garantizan que así sea, trayendo como consecuencia la
sensación de bienestar y satisfacción en la labor desarrollada (desarrollo de
una relación de apego). En última instancia, también se produce el desarrollo
de un compromiso con el rol, o dicho de otra manera, produce responsabilidad
con el rol de la persona implicada.
Padrectomía
La experiencia clínica, recoge los efectos desbastadores que para el padre
tiene el divorcio por estar asociado a él la pérdida de los hijos; la ruptura del
vínculo relacional, la interrupción de una paternidad construida desde el
compromiso y la pérdida de espacios generadores de experiencias gratificantes
con los hijos. De esto han sido testigos psicólogos y especialistas afines, lo que
ha provocado que, aunque relativamente reciente, pero con fuerza cada vez
mayor, grupos de estudiosos aborden este fenómeno tratando de esclarecer
sus causas, condicionantes, manifestaciones y vías para su profilaxis y
tratamiento.
Esta privación paterna, esta padrectomía, parece tan nociva para los hijos
como la privación materna, aunque sus efectos sean diferentes. Es nociva en
tres direcciones:
Ámbito sociocultural:
Ámbito legal:
Así los códigos y las leyes describen qué es ser hombre y ser padre a partir de
un modelo de patriarcado. El patriarca proveedor es representado ahora como
el jefe de la familia (Linhares, 1997). Se institucionaliza legalmente la distancia
afectiva y el papel del poder arcaico como protector y autoridad indiscutible.
Más aún, en este ámbito el mito del instinto maternal y la reducción de lo
femenino a lo maternal conduce al supuesto – jamás cuestionado – de que sólo
la madre es imprescindible para la crianza de los niños. La norma “natural” es
que la madre consiga la custodia y al padre se le conceda la “visita” en la
amplia mayoría de los casos que llegan a los tribunales de los países de
Latinoamérica.
En muchos casos, la guarda del niño pasa a ser atribuida a la víctima como si
fuera un premio y como instrumento de reparación de los daños causados por
su pareja, mientras que el cónyuge culpado como responsable (aunque pueda
no serlo) de la ruptura del matrimonio, queda automáticamente inhabilitado
para el ejercicio de la guarda (Pereira de Castro, 1997).
A pesar del supuesto teórico de que la ley vela por la igualdad de derechos y
deberes de la unión conyugal existe la tendencia legal ya instituida como un
“saber” desde lo “natural”, de otorgar la guardia y custodia a la madre como
portadora indiscutible de las cualidades y capacidades para la crianza,
educación y afecto para sus hijos (en países como Chile, Uruguay, Argentina,
Brasil y Cuba).
Ámbito Familiar:
Ámbito Maternal:
MÉTODO
Se utilizó el método clínico, pues este permite utilizar diversos recursos para
obtener la información relevante sobre los sujetos investigados (aplicación de
técnicas) así como crear la comunicación empática entre el paciente y el
profesional como condición de implicación del sujeto en el proceso de su
conocimiento. Este método en combinación con el método fenomenográfico
está dirigido al conocimiento profundo y dinámico con una concepción
longitudinal del sujeto, en atención a su desarrollo y evolución (pasado,
presente y proyecciones futuras) en atención a las vivencias sentidas por el
paciente.
Como se señala en los estudios realizados, las características del proceso pre-
divorcio como el tipo de relación conyugal y la calidad de la relación padre –
hijo condicionará el desenlace de este proceso y las vivencias del padre ante la
separación de los hijos. En la tabla siguiente se expresa de forma resumida el
comportamiento de estos factores en los casos que estudiamos.
TABLA I
Características de la relación pre-divorcio
TABLA II
Limitación de los derechos del padre
TABLA III
1.- El proceso pre-divorcio está matizado por una relación de pareja más bien
rutinaria, donde de manera implícita había disolución de vínculos emocionales.
El patrón de interacción conyugal más común es el de una distribución de
funciones sin llegar a una relación de igual o total implicación de no en las
tareas del otro.
5.- En la mayoría de los casos la madre hace suya con satisfacción la decisión
legal y agrega obstáculos a la relación padre-hijo. Esto limita la participación
del padre en la formación integral del menor. De los reportes se desprende una
relación más bien desarticulada con los hijos, es decir, no existen actividades
familiares, los contactos tienen forma de visita, etc. Cuando se expresa por
parte de la madre la necesidad del contacto padre-hijo, es casi siempre para
reparar un síntoma aparecido en el hijo o evitarlo, pero nunca se trata de
ofrecer al padre el espacio y oportunidad de compartir la responsabilidad de la
tuición compartida. En la misma medida no se observa en estas madres (por lo
general) una búsqueda de consenso ni cuidado de la imagen paterna, sino una
conducta de indiferencia al respecto o acciones o expresiones que deterioran
dicha imagen con una evidente inculcación maliciosa.
6.- Aunque hay diferencia en el grado de limitación que sufre cada uno de los
padres, a todos los une el sentimiento de insatisfacción con la “cuota” de
contacto físico que le ha sido “permitida”. Todos manifiestan el sentimiento de
pérdida que puede estar expresando la disconformidad de que se paute su
relación de padre, se limite su espontaneidad y creatividad.
10.- La angustia manifestada por el padre debido a la pérdida del hijo suele
atribuirse socialmente a otras causas, como celos, añoranza por la relación de
pareja, o a dobles intenciones como venganza, represalia, etc. Esto expresa un
prejuicio con respecto a los sentimientos del padre o, en el mejor de los casos,
una incapacidad para comprender su sufrimiento o asociarlo a la interrupción
de su rol de padre.
CONCLUSIONES.
El hecho de que los casos estudiados sean tanto de Cuba como de Chile,
aumenta la trascendencia de las conclusiones aunque no es nuestro propósito
realizar generalizaciones.
RECOMENDACIONES.
BIBLIOGRAFIA
Arés, M.P. Mi familia es así. Investigación Psicosocial . Ed. Ciencias
Sociales. La Habana; Cuba; 1995.
Biblarz, T.J.; Raftery, A.E.; Bucur,A. Family structure and social mobility.
Social Forces, 75(4) Jun 1997, 1319-1341.
Cohen, S.G. La crisis de la autoridad paterna. Ed. Nova Terra; 2da edición;
Barcelona; España; 1968.
FNUP; Informe sobre la mujer por el Fondo de las Naciones Unidas para la
Población; FNUAP; 1996.
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