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CELIA FERNÁNDEZ PRIETO

HISTORIA Y NOVELA:
.1'

POETICA DE LA
NOVELA HISTÓRICA

Anejos de RILCE, N.o 23

€UNSA
EDICIONES UNIVERSIDAD DE NAVARRA, SA
PAMPLONA
HISTORIA Y NOVELA:
POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA

/
Consejo Editorial de la Colección ANEJOS DE RILCE
Director: Prof. Dr. Kurt Spang
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A Carlos

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ISBN: 84-313-1607-1
DepósitoLegal: NA 1.484-1998
Ilustraciónde cubiertacedida por Amabel Míguez de la Sierra
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íNDICE

NOTA PRELIMINAR 13

CAPÍTULO I. EL GÉNERO LITERARIO


1. Introducción.......................................................... 15
2. Los géneros discursivos 21
2.1. La competencia comunicativa. Géneros primarios y
secundarios 21
2.2. Género y dimensión cognoscitiva del discurso 24
3. Los géneros en la comunicación literaria ;. .. .. .. 27

CAPÍTULO n. HISTORIA y NOVELA. CONSTITUCIÓN Y DESARROLLO


DEL GÉNERO DE LA NOVELA HISTÓRICA
1. Introducción 35
2. Literatura e Historia 38
3. La historia y la ficción hasta el siglo XIX 42
3.1. La historiog.rafía en.los orígenes de la prosa de ficción.
La narrativa gnega 42
3.2. Historiografía y romance en la Edad Media y el Renaci
miento:la historia fingida , 47
3.3. Replanteamiento de la relación historia, verdad y ficción
en la segunda mitad del XVI. La verosimilitud 58
·3.4. Novela e historia en Europa durante los siglos XVII
y XVIII 66
4. La novela histórica romántica 74
4.1. Constitución del género. El papel de Walter Scott. .. 74
4.2. Novela histórica e historiografía romántica 86
I
4.3. La novela histórica en el sistema ideológico-cultural del 3.2. Novela histórica como novela realista 187
Romanticismo ,. .. .. 90
3.3. El anacronismo 191
404. La novela histórica en España 93
4. El pacto de lectura de la novela histórica ; 197
4.5. Marcas genéricas de la novela histórica romántica ¡'01
5. La estructura de la novela histórica 202
4.6. Cuestionamiento del género. Manzoni 103
5.1. Modalización ' 202
5. La novela histórica realista 109 5.1.1. Narraciones fenoménicas 203
5.1. La historia como representación objetiva de la realidad 109 5.1.2. Omnisciencia selectiva y multiselectiva 208
5.2. La novela realista. Balzac 111 5.1.3. La información histórica 209
5.3. Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós 114 5.104. Comentarios metanarrativos y retórico-ideológicos. 21 O
6. La novela histórica de final de siglo: Guerra y Paz de León 5.2. Ternporalización 211
Tolstoi '" 120
5.2.1. Tiempo de la historia 211
7. La novela histórica española de finales del XIX y principios
del XX 124 5.2.2. Relación temporal entre enunciación y enunciado .. 211
7.1. Cuestionamiento de la historia y transformación 5.2.3. Ritmo o duración 212
del modelo tradicional de la novela histórica. . . . . . . . . . . . . .. 124
5.204. Orden 213
7.2. Lo histórico en la diégesis ficciona1. 127
5.3. Espacialización 213
7.3. Innovaciones estructurales 129
8. La novela histórica modernista hispanoamericana: BIBLIOGRAFíA 219
La gloria de Don Ramiro de Enrique Larreta 136
9. La novela histórica en la segunda mitad del siglo XX 143
9.1. Nuevas tendencias en la historiografía 144
9.2. La nueva novela histórica 149

CAPíTULO III. LA POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA

1. El paratexto como marca genérica 169


1.1. Los títulos 170
1.2. Los prólogos y epílogos 171
1.3. Los epígrafes 174
lA. El epitexto 176
2. La poética de la novela histórica , . 177
3. Lo histórico en la novela .. 18)1
3.1. Las entidades históricas (acontecimiento)'y personajes). 181
NOTA PRELIMINAR

El propósito de este libro es la descripción y el análisis del género


literario de la novela histórica, con especial atención a la tradición narrativa
hispánica, y se inscribe dentro de una Poética de géneros de carácter
histórico-descriptivo en el ámbito de la Teoría de la Literatura.
El primer capítulo explica la base epistemológica de la investigación,
sustentada en una concepción pragmática de la literatura entendida como
sistema cultural y como práctica comunicativa que, a lo largo de su historia,
ha generado diversos tipos de discurso, los géneros, que han regulado los
procesos de producción y recepción de los textos calificados de literarios.
Al situar el género en una perspectiva comunicacional y pragmática, éste
deja de ser un mero marbete clasificatorio para convertirse en factor clave de
la comunicación literaria, que afecta a todos los que participan en ella: autor,
lectores, intermediarios y agentes de transformación. Por ello no se ha
pretendido conformar un modelo ideal o estático del género, sino respetar
su dinamismo y su evolución histórica y presentarlo en su funcionamiento
en los procesos de la comunicación literaría, es decir, en su engarce con el
sistema cultural y los códigos ideológicos del momento, en su transtextuali-
dad, y en su retórica discursiva, que no puede verse como una mera
reiteración de ciertas marcas textuales, sino como una elaboración perma-
nente en la que cada obra crea su género.
El segundo capítulo, el más amplio, aborda en primer lugar las rela-
ciones entre historia y novela hasta el siglo XIX para situar en esa tradición
la constitución del género de la novela histórica con Scott y sus imitadores
europeos, y valorar así su novedad. Luego se descríbe la evolución y
transformación del modelo genérico romántico a lo largo del XIX y del XX
(novela histórica realista, novela histórica modernista, novela histórica de
principios de siglo, la novela histórica postmodema).
Los textos analizados en las diferentes fases de desarrollo del género
(que forman el corpus básico de esta investigación y que se relacionan en la
bibliografía primaria), junto con la conciencia genérica que manifiestan sus
cultivadores y que se explicita en el paratexto, constituyen la base para la
propuesta teórica de una poética de la novela histórica que se expone en el
tercer y último capítulo.
I
14 CELIA FERNÁNDEZ

Intento con este trabajo subsanar en alguna medida un vacío bibliográ-


fico, pues, aunque la atención crítica hacia la novela histórica ha aumentado
considerablemente en los últimos veinte años al calor del éxito editorial
alc~?zado por el. ?énero, n~ existe un estudio de conjunto sobre su consti-
tucion y evolución, que atienda preferentemente a la tradición narrativa
hispánica.
Las referencias bibliográficas insertas en el texto indican el año de la
primera edición de la obra citada, y las páginas remiten a la edición utilizada
que no siempre coincide con la original, como queda aclarado en la biblio-
grafía final.
. El ?;-igen de este libro está en la tesis de doctorado que realicé bajo la CAPÍTULO I
dirección del profesor Dr. D. Daría Villanueva catedrático de Teoría de la
Lite.ratura en. la U~iversid~d ~e Santiago de Co~postela, y que fue leída en EL GÉNERO LITERAR.IO
la CItada UmvefSl~ad e~ J~mo de 19?5 ante un tribunal formado por los
doctores D. Claudio Guillén, D. Benito Varela Jácome, D. Carlos García
Gual, D. Francisco Abad Nebot y D. Fernando Cabo Aseguinolaza. A
todos agradezco sus valiosos comentarios y observaciones que he incorpo- 1. INTRODUCCIÓN
rado para esta edición.
Desde los inicios de la tradición del pensamiento literario occidental, las
9uiero, por último, dar las gracias a mi hermana M". Jesús por haberme poéticas han pretendido ordenar el campo de lo literario y para ello se han
enviado desde Manchester tantos artículos y libros que aquí eran difíciles de valido de categorías genéricas definidas en virtud de criterios dispares y
consegui.r, a Antonio Carreir~ por. su ayuda siempre diligente, y al profesor heterogéneos (temáticos, formales, modales, etc.). Los géneros, entonces,
D. IgnacI.o Arellano de.la Universidad de Navarra, que acogió con interés el aparecen como elaboraciones críticas y ello es natural si asumimos el hecho
manuscnto de este libro y que apoyó desde el primer momento su de que la literatura es una práctica que engendra su propia teorización:
publicación.
En ningún momento se considera que la existencia del fenómeno
En Castro del Río (Córdoba) 'literatura' sea un complejo que, como estructura verbal, depende (y se
Mayo de 1997 delimita) en relación a todas las conductas verbales de un mundo cul-
tural; ni tampoco se considera que el discurso literario/ poético sea un
tipo de discurso que se autoclasifica y que para hacerlo produce su
propio metalenguaje (Mignolo, 1978: 43-44).
Excede los objetivos de este capítulo atender a las sucesivas teorías (en
el sentido de "metalenguas") que se han ocupado de los géneros literarios.
Indicaré, no obstante, muy someramente, las corrientes más representativas
de la crítica sobre .los géneros con el fin de situar la posición que aquí se
adopta. De hecho, la conceptualización del género literario va de la mano
con un particular modo de concebir la literatura de forma que se hacen
inseparables la una de la otra. Como se sabe, en la tradición didáctico-
I preceptista de las poéticas clásicas (Huerta Calvo, 1984: 83), el género era
considerado como un conjunto de normas de muy variada índole, y no sólo
servía para clasificar y ordenar las obras, sino que poseía un valor
prescriptivo en la medida en que regulaba la producción de nuevos textos.
Esta consideración del género iba ligada a una concepción de la literatura de
carácter estático según la cual los arquetipos de los géneros habían sido
establecidos de una vez para siempre por los autores de la Antigüedad
16 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 17

clásica l. Tal concepción se agudiza en la poética clasicista de los siglos ció n literaria como un continuo proceso de creación y sustitución de unas
XVII y XVIII que formas por otras, como una «autocreación dialéctica .de nueva~ formas~) en
la cual los géneros dominantes en un penodo determinado denvan hacia el
son siglos que toman en serio los géneros; sus críticos son hombres esquematismo y la rigidez de los epígonos siendo sustituidos por nuevos
para los cuales los géneros existen, son reales. Que los géneros son modelos situados en la periferia del sistema oficial, los géneros populares
distintos -y también que deben mantenerse tales- es artículo de fe (Todorov, 1965: 70-71). Aunque hablaban de la relación entre la serie
neoclásica; pero si acudimos a la crítica neoclásica para definir el
género o establecer un método con que distinguir un género de otro, literaria y las demás series extraliterarias, lo cierto es que su interés se
encontramos falta de consecuencia o incluso menguada conciencia de centró en explicar el dinamismo de la serie literaria en sí misma, acentuando
la necesidad de fundamento racional (Wellek y Warren, 1949: 275). el carácter autónomo de ésta en detrimento de su valor comunicativo e insti-
tucional-.
Así pues, predomina en el pensamiento clasicista la idea del carácter Por su parte, Tomachevski (1928: 211-214) definió el género «como
sustancialista e intemporal de los géneros. Este planteamiento se quiebra en grupo, determinado genéticamente, de. o~ras literarias unida~ p.or una cierta
el Romanticismo, momento en el cual el género se concibe como un fenó- semejanza entre su sistema de procedimientos y los procedimientos carac-
meno histórico y cultural y por tanto relativo y cambiante, llegándose terísticos, dominantes y unificadores» (esto es, las características del
incluso a negar, en las propuestas más extremas, toda operatividad al con- género). Este planteamiento hizo fortuna en estudios ge~~ricos posteriores
cepto de género y proclamando la suprema libertad del artista (del "genio" de orientación estructuralista, basados en la construccion de un modelo
creador) para construir su obra a partir exclusivamente de los dictados de genérico a partir de la o de las obras iniciadoras de la serie y que se rel?etía
su imaginación. después en las obras de los imitadores; de es.ta forma el género se convierte
La reflexión actual sobre los géneros, que arranca de los formalistas en algo objetivo, en una especie de texto Ideal del que los textos reales
rusos, se distingue de la crítica anterior en que ya no posee (o no pretende resultan variaciones'.
poseer) un carácter normativo, sino descriptivo, y ello supone un cambio Los trabajos de los formalistas, que suponen una. aportación fundaJ?en-
radical no sólo en la concepción del fenómeno literario sino además en el tal para la teoría y la crítica de los géneros.. no.sons.Idera:on, en ca?1blO, el
papel de la misma poética, que trata de abandonar el estatuto de funcionamiento del género en la comurucacion literaria y redujeron su
"metalengua" para convertirse en una ciencia literaria, diferenciándose dinamismo a un proceso lineal en dos tiempos:
asimismo de la crítica. Los formalistas rusos, y en especial los trabajos de
Tinianov y de Tomachevski, entendieron el género como un concepto Primero el de la formación del modelo genérico a partir de la inno-
cambiante y abierto, vación ;upuesta por la obra u obras geniales. S~gundo, el d.e I.a a~tivi­
dad epigonal de las restantes obras ~e la sene, que se limitarían a
una especie de sistema flotante que en su debido curso abandona cier- reaccionar ante ese modelo ya establecido.
tos mecanismos y atrae otros. Y como sabemos por la historia literaria, (Cabo Aseguinolaza, 1992: 197)
aparece en ciertos momentos y puede desaparecer bajo diferentes
condiciones (Fokkema y E. Ibsch, 1984: 41). Han sido las más recientes tendencias de la teoría literaria las que han
adoptado una perspectiva pragmática en el análisis del fenómeno genérico y
Los géneros se transforman al evolucionar el sistema literario de manera han abierto nuevas vías para la valoración de la historicidad y del
que su estudio es imposible fuera del sistema en el cual y con el cual se dinamismo de los géneros, mucho más complejos de lo que los formalistas
correlacionan (Todorov, 1965: 128). Los formalistas concibieron la evolu- pretendían. Situados en su dimensión comunicacional, los géneros se

Precisan García Berrio y T. Hernández Fernández (l98~: 121) que «no es hasta la 2 Para una crítica ele estos planteamientos puede verse Claudia Guillén (1985) Y
Poética renacentista cuando pueden encontrarse muestras evidentes de una concep- Alastair Fowler (1982: 250-51).
ción sobre el esquema de géneros con una construcción coherente, que se base en 3 Es el método al que J. M. Schaeffer (1986: 190) denomina exterioridad genérica:
las relaciones entre ellos dentro de su propia realidad intrínseca. En etapas ante- «c'est la procédure qui corisiste a "produire" la notion de genre non a partir d'un
riores, la clasi ficación de los géneros había discurrido por un camino que pasaba a réseau de ressemblances existant entre un ensemble de textes, mais en postulant
veces por la división retórica de los estilos -alto, medio y bajo- y en otros por un texte ieléal dont le textes réels ne seraient que des dérivés plus o moins con-
la distinción de los modos verbales de imitación -exegemático, dramático y formes, de me me que selon Platon les objets empiriques no sont que des copies
mixto-». imparfaites des Ielées éternelles».
18 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POmCA DE LA NOVELA HISTÓRICA 19

proyectan hacia todos los integrantes del proceso comunicativo: el autor, el interior del sistema literario': cualquier género ya pretérito es susceptible
los lectores, los intermediarios y los agentes de transformación (críticos, de ser resucitado en el futuro, y los nuevos géneros se originan mediante
editores, antólogos, traductores, etc.)", y conectan la literatura con el con- combinaciones de los antiguos, o mediante la incorporación al terreno lite-
texto cultural (sistemas ideológicos, concepciones estéticas, otras prácticas rario de géneros discursivos de la comunicación cotidiana (cartas, por
comunicativas institucionalizadas, etc.) en que se desenvuelve. En concreto ejemplo).
el papel del género en los procesos de recepción de las obras literarias ha Este libro se plantea como una contribución a una poética de géneros
sido destacado por Hans Robert Jauss en un famoso artículo de 1970 histórico-descriptiva, integrada en el marco de la Teoría de la Literatura, en
titulado «Littérature médiévale et théorie des genres»: una línea similar a la emprendida -aún salvando las diferencias entre
ellos- en otros estudios sobre géneros concretos como la autobiografía
L'oeuvre d'art, rnérne en tant que pure expression de I'individuel (ce (Lejeune, 1975), la novela de tesis (Rubin-Suleiman, 1983) o la novela de
que Croce généralise a tort dans son esthétique du vécu et du génie), autoformación (Rodríguez Fontela, 1993). Se aborda aquí el análisis y la
est cependant conditionnée par !,"alterité", cest a dire par la relation
avec I'autre comme conscience comprehensive. Merne la oü, pure descripción teóricos de un género históricos, la novela histórica, que se
création de langage, elle nie ou dépasse toutes les attentes, elle suppose configura como tal en el Romanticismo y se continúa hasta la época
des informations préalables ou une orientation de l'attente, a laquelle se contemporánea. Tal objeto de investigación se presenta como un fenómeno
mesure I'originalité et la nouveauté -cet horizon de I'attente qui, pour
le lecteur, se constitue par une tradition ou une série d'oeuvres déja
connues et par l'état d'esprit spécifique suscité, avec I'apparition de 5 A este respecto resultanclarificadoras las palabras de PozueloYvancos (1988: 74):
loeuvre nouvelle, par son genre et ses régles de jeu (1970: 41-42). «El lugar del género es por ello el lugar de la Literatura como espejo de la
Literatura, donde ésta se mira en formación, se contempla creándose. El género
Jauss afirma el carácter transitorio y temporal de los géneros, cuyos como invitación a ese engaste incorpora pues en su propia definición los fenó-
caracteres generales no pueden ser definidos desde un punto de vista menos normativos de la tradición y lo curioso es que los imperativos de esta tradi-
normativo (ante rem) o clasificador (post rem) sino histórico (in re), es ción exceden el campo de las formas y el de los temas o tonos por separado y son
decir, en «une continuité oü tout ce qui est anterieur s'élargit et se complete abrazados o rechazados por el autor solamentecomo unidad superior donde con-
par ce qui suit» (43). La relación que une cada texto concreto a la serie fluyen, además de las formas y temas, dos nuevos parámetros: la jerarquía social
de los géneros y la dialéctica tradición-innovación que mueve cualquier sistema o
genérica hay que entenderla como un proceso de creación y de modifi-
codificación cultural».
cación continua del horizonte. 6 El género teórico, por oposición al género histórico, se ha hecho sinónimo de la
El género literario se revela como un concepto fundamental en la inves- noción de "tipo" (Ducrot-Todorov, 1972: 178-179): formas de discursos literarios
tigación contemporánea sobre los procesos de la producción y recepción de teóricas, universales, ahistóricas.La atención preferente que las Poéticas (a partir
las obras literarias, y en la renovación de la historia literaria que debería ser del Renacimiento y sobre todo desde el Romanticismo) han concedido a los tipos
en buena medida más una historia de los géneros que de las obras o de los frente a los géneros históricos ha producido un exceso de abstracción y de meta-
autores, porque los géneros testimonian el modo de existencia de la práctica teoría que ha desembocado en una grave escisión entre la teoría y la praxis
literaria en la historia, son, como quiere Bajtín (1979: 291), portadores de literarias, llegando incluso, como señala Pozuelo Yvancos (1988: 72), a la
las tendencias más estables y seculares del desarrollo literario. construcción de tratados sobre los géneros sin mencionar apenas obras literarias.
Lo cierto es que estas "teorías de géneros" han sido más bien teorías filosóficas,
Por otra parte, el género representa el engarce entre la literatura y lo estéticas, con aportaciones tal vez muy sugerentes pero de escasa aplicación al
extraliterario (los géneros constituyen sistemas de lectura y de escritura, estudio de los textos. Tales teorías se sustentaban en lo que Goethe llamó «las
aspecto sobre el que volveré), y refleja el dinamismo del sistema literario, formas naturales de la poesía» (Naturformen) que se corresponden con la famosa
puesto que la literatura se configura como una red de tradiciones textuales tríada de la lírica, la épica y la dramática. Es precisoseparar de una vez por todas
que tienen una manifestación histórica pero que actúan simultáneamente en estas categorías de los géneros históricos (Viétor, 1931; Claudia Guillen, 1971;
Genette, 1979; García Berrio, 1989), y no ver éstos como actualizaciones de
aquellos en diferentes niveles de abstracción. El modelo triádico tiene un origen
4 Estos participantes en la comunicación literaria han sido propuestos .por S. J. modal que fue transformadoen modelo genéricoen el Romanticismoy que con-
Schmidt (1980: 20): «La estructura del sistema LITERATURA está definida por viene resituar en el lugar teórico que le corresponde, que no es el de los géneros
cuatro papeles de actuación elementales -el de la producción, el de la mediación, sino el de la enunciación. Los modos o las formas de enunciación son piezas o
el de la recepción y el de la transformación de comunicados Iiterarios-e-, así corno elementos constructivos de los géneros y por tanto no cabe subordinar éstos a
por las relaciones existentes entre ellos», Véanse además las páginas 200-213. aquellos.
20 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 21

histórico, es decir, como una serie de textos a los que la tradición literaria cualquier hipótesi s que elijamos habrá sido precedida por observa-
ha englobado bajo una misma clase textual. La existencia histórica de un ciones; por ejemplo, las observaciones que trata de explicar. Pero estas
género literario queda atestiguada en el discurso crítico (Todorov, 1978: observaciones, a su vez, presuponen la adopción de un marco de refe-
49), en el .que generalmente ~e pr?ponen las denominaciones genéricas, rencia, un marco de expectativas, un marco de teoría.
pero ta~b!en ~? d¡ver,s?s testimonios de autores y lectores. Digamos que
en la calificación genenca de los textos literarios intervienen en diferente Al primar este enfoque, estableceré en primer lugar cuál es el marco
medida todos los participantes en el proceso de la comunicación literaria: teórico en el que me situo y qué entiendo por género y por género literario.
a~tores, intermediarios y agentes de transformación (críticos, editores, an-
tologos, traductores, etc.) y lectores". La relación que une un texto a su 2. LOS GÉNEROS DISCURSIVOS
clas~ textual queda generalmente implícita; sin embargo, tomando en
consideración el valor comunicativo de la práctica literaria así como el Los géneros literarios se inscriben como modalidades o manifestaciones
carácter institucional que la literatura posee en el sistema de nuestra cultura históricas del discurso literario. La definición del discurso literario debe
no ~~ de ex.t~añar qu~ los textos lleguen al público provistos de su califi~ hacerse en el marco de una tipología de los discursos en la que se consi-
cacion genenca. Precisamente esta es una de las funciones que desempeña deren tanto los discursos de la comunicación oral cotidiana, cuanto los
lo que G. Genette (1982) ha llamado el paratexto: desde los títulos de las tipos de discursos pertenecientes a los procesos de comunicación cultural
obras a otros tipos de informaciones contenidas en prólogos, epílogos, más complejos y elaborados, entre los que se incluyen preferentemente los
portadas, c.<:ntraportad~s,.etc, Ahora bie~, en este punto se abr~ una impor- discursos que una cultura fija en la escritura. En la medida en que un
tante cuestión m.etodo~ogI~~ que se relaciona con el estatuto epistemológico discurso literario es un tipo específico de discurso, se hace necesario
de esta clase de invesngacion y que se concreta en el conflicto entre natura- definir este término. Entiendo por discurso un proceso semiótico, esto es,
lidad y convencionalidad, como ha señalado Bernard E. Rollin (1981: 49): el lugar donde se produce el sentido. Discurso es, pues, cualquier práctica
significante: un cuento, una película, una conversación, o una sinfonía; sin
El error fundamental de la mayoría de los teóricos del género ha sido embargo aquí vaya definirlo, de modo más restringido, como proceso
el abordar las obras literarias mediante inducciones simples y ponerse a comunicativo de carácter verbal, dejando aparte aquellos discursos que uti-
la espera de los rasgos pertinentes como si ellos mismos fueran a mani- lizan códigos no verbales (las artes plásticas, la danza, el cine, etc.). Al ser
festarse por sí solos para ser captados por la mente. Nuestra conclusión el discurso la puesta en acción de la lengua, incluye tanto las circunstancias
es que la clasificación de los géneros sólo se da cuando viene guiada de la enunciación (interlocutores y situación comunicativa) como la confi-
por una teoría, teoría que quede por encima de la escisión natural- guración sintáctico-semántica y fónico-gráfica del enunciado. El discurso
convencional.
no es sólo el enunciado, sino el proceso comunicativo completo, y ello
. Suscribo esta opinión que sitúa en sus justos términos la doble implica que las circunstancias contextuales no pueden considerarse extra-
or~e~tación teórica y cr~tica que tiene este libro, puesto que la construcción
discursivas, sino que se proyectan en el discurso e intervienen decisiva-
teonca se elabora a parnr de las observaciones realizadas mediante la lectura mente en los procesos de producción y recepción.
de los textos que tradicionalmente (o no) vienen incluyéndose en el género
y que, forma~ el,c?rpus primario de esta investigación. Asumo, por tanto, 2.1. La competencia comunicativa. Géneros primarios y secundarios
un metodo hipotético-deducti va pues, como señala Popper (1963: 73),
Uno de los puntos de partida de la reflexión sobre el discurso fue la
constatación fenomenológica de que los hablantes no nos comunicamos
7 mediante frases, sino mediante discursos. Aprendemos a hablar en situa-
P,ara .Todorov (1978: 49), «l'étude des genres, qui a comme point de départ les ciones concretas de comunicación, interiorizamos no sólo las reglas
temOl~~ages sur l'existence des genres, doit avoir comme objetif dernier précisé-
lingüísticas que nos permiten usar del sistema de la lengua, sino también
ment.l etabltssement de ces propiétés». Cabe, pues, una doble orientación en el
estudio de un género literario: «Les genres sont done des unités qu'on peut décrire
todo un conjunto de normas y convenciones socio-culturales que regulan
~e deux points de vue différents, celui de I'observation empirique et celui de nuestras conductas verbales en los procesos de interacción comunicativa.
1analyse abstraite, Dans une societé, on institutionnalise la récurrence decertaines Como señala Searle (1969: 31), «hablar un lenguaje es participar en una
propietés discursives, et les textes individuels sont produits et percus par rapport ¡¡ forma de conducta gobernada por reglas». De aquí surge el concepto de
la norrne que constitue cette codification. Un genre, littéraire ou non, n'est ríen' competencia comunicativa propuesto desde la sociolingüística y que puede
d'autre que cette codification de proprietés díscursives». definirse como
22 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 23

los conocimientos y aptitudes necesarios a un individuo para que Los géneros secundarios ofrecen caracteres particulares que los diferen-
pueda utilizar todos los sistemas semióticos que están a su disposición cian de los primarios: están constituidos por discursos que una cultura
como miembro de una comunidad sociocultural dada. decide conservar (texto/ no texto, véase Mignolo, 1978; Yuri Lotrnan,
(J. Lozano, 1982: 73) 1970); son discursos a los que una comunidad cultural otorga una determi-
nada valencia mediante la cual los asume como mensajes "literales" (Lázaro
La competencia comunicativa incluiría la competencia lingüística y otros Carreter 1980: 162), destinados a permanecer, a ser reproducidos en sus
tipos de competencia textual que no sólo se refieren a la capacidad de los mismos términos y generalmente fijados por medio de la escritura. Estos
hablantes para producir e interpretar discursos, sino géneros se inscriben en un tipo de discurso que es conceptualizado por la
misma comunidad cultural que 10 usa: discurso literario, discurso histórico,
para articular en textos idealmente concebidos (en géneros discursivos:
relato, arenga, charla...) los enunciados particulares que los hablantes discurso filosófico, religión, folklore ... En palabras de Lotman, estamos
proponen. y estos últimos, correlativamente, producen sus enunciados ante sistemas de modelización secundarios, entendiendo por secundarios:
como elementos de un tipo textual presupuesto. estructuras de comunicación que se superponen sobre el nivel lingüístico
(J. Lozano, 1982: 212 y 219)
natural. A diferencia de los tipos de discursos construidos mediante el
sistema de comunicación primario (el sistema lingüístico), los tipos de
La realidad discursiva de los géneros no ha merecido la debida atención discursos que conforman los procesos de comunicación secundarios, se
en la investigación sobre el discurso y la comunicación. Como señala W. construyen mediante un doble código: el código lingüístico y otro código
Mignolo (1983a: 49), hasta ahora, tanto la lingüística frasal y textual como específico, fijado por la propia comunidad que crea e interpreta estos tipos
la semiótica, habían dado la primacía al estudio de la estructuración y la de discursos y que, por tanto, varía según las circunstancias históricas y el
referencia de los discursos, mientras que su enunciación y su clasificación contexto cultural al que pertenecen",
habían quedado relegadas. Como se ha dicho, discurso y contexto son Así pues, los universos secundarios de sentido agrupan a todos los
inseparables; utilizamos el lenguaje para participar en procesos comunica- discursos que cumplen una misma función socio-cultural (literatura, histo-
tivos que se desarrollan en situaciones de interacción social más o menos ria, religión, ciencia...), pero esa función cultural puede estar presente en
reguladas. Tales situaciones de comunicación van generando formas discursos de configuración textual muy diversa y de ahí la formación de los
discursivas específicas hasta que se produce una codificación mediante una géneros discursivos que codifican propiedades sintácticas, semánticas y
regla que asocia una forma a un contenido y a unas determinadas condi- pragmáticas. El universo secundario de sentido define una función cultural
ciones pragmáticas. En otras palabras, se codifican propiedades pragmáti- materializada en el concepto que los usuarios tienen de lo que es la
cas, formales y semánticas. Ahora bien, el proceso de codificación se Literatura, la Ciencia, la Historia. Los géneros son las diversas tradiciones
desarrolla de manera diferente según la situación comunicativa a la que los discursivas en que esa función socio-cultural se manifiesta, se actualiza y
discursos se vinculan y segun la función que una determinada comunidad se institucionaliza. Desde esta perspectiva, es pertinente la afirmación de
cultural les asigne dentro del conjunto de las prácticas discursivas vigentes. Van Dijk (1978b: 118) de que
W. Mignolo (1978: 160), refiriéndose a la competencia comunicativa,
señala la necesidad de distinguir en ella dos complejos pragmáticos: el del no se ha dicho claramente que la identificación de un discurso literario
sistema primario y el del sistema secundario. Al primero pertenecerían las ---como tipo- depende en última instancia de las funciones sociocul-
prácticas comunicativas que se producen en situaciones de comunicación turales de ese tipo de discurso. La literatura, entonces, se define
esencialmente en términos de lo que alguna clase social y algunas insti-
oral cotidiana, y al segundo las que se desarrollan en situaciones de comu- tuciones (las escuelas, las universidades, los libros de texto, los críticos,
nicación cultural más complejas y elaboradas'. etc.) llamen y decidan usar como literatura'",

8 La distinción entre géneros discursivos primarios y secundarios procede de Bajtín


(1979), quien detectó la relación existente entre las diversas esferas de la actividad
humana y las formas de uso de la lengua: «Una función determinada (científica, 9 «los USS (universos secundarios de sentido), contrario a los UPS (universos
técnica, periodística, oficial, cotidiana) y unas condiciones determinadas, específi- primarios de sentido), existen debido a un concepto básico (e.g. filosofía, lite-
cas para cada esfera de la comunicación discursiva, generan determinados géneroJ' ratura, historia, medicina, etc.) que los configura» (Mignolo, 1983: 14).
es decir, unos tipos temáticos, composicionales y estilísticos de enunciados 10 y más adelante añade: «La literatura no es un tipo de discurso estructuralmente
determinados y relativamente estables» (1979: 252). homogéneo. Es más bien una familia de tipos de discurso, en la que cada tipo
24 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 25

Desde el momento en que admitimos que los tipos de discursos son "plan global" o de "macroestructura"12 que responde a la intención comu-
resultado de la codificación que una comunidad cultural lleva a cabo dentro nicativa del hablante y que atiende a una doble orientación, temática y
de un proceso de regulación y de organización de las conductas verbales y pragmática, o sea, al tema del discurso y a las condiciones pragmáticas en
de las prácticas comunicativas de los sujetos 11, nuestro objetivo no es sentido amplio en que éste se va a desarrollar. El plan global del discurso
establecer tipos de discursos teóricos sino dar cuenta de los tipos de discur- puede entenderse como su estructura profunda (el proyecto semántico-
sos que funcionan en un ámbito cultural geográfica e históricamente delimi- pragmático del hablante) en la que se establece la coherencia del discurso,
tado. Cada uno de los sistemas de modalización secundarios se manifiesta la adecuación a la situación (esto es, a la imagen que el sujeto se hace de la
en un conjunto de géneros discursivos que constituyen a su vez sub códigos situación) para lograr un discurso eficaz que cumpla su objetivo: que el
o "modelos" (patrones) de lectura y de escritura que regulan los procesos receptor reconozca la intención que el emisor ha puesto en su discurso".
de producción y de recepción de las obras concretas. A diferencia de lo que Para llevar a cabo su proyecto semántico-pragmático, el emisor pone en
sucedía con los géneros discursivos primarios, la competencia genérica no juego su competencia comunicativa y echa mano de modalidades discursi-
se adquiere de manera espontánea, sino que exige un aprendizaje más o vas ya formadas en la lengua; el hablante no "improvisa" o no "inventa"
menos sistematizado de dichos códigos: «Si el saber qué en UPS es por lo completamente una estrategia comunicativa o un plan discursivo global. Se
general no reflexivo, el saber qué en USS es siempre reflexivo» (Mignolo, vale de su conocimiento cultural de textos que sirven para proyectos pare-
1983a: 57). Por todo ello, el lugar de la teoría en los universos secundarios cidos al suyo, opta por un tipo de texto, por un género, que, al tratarse de
de sentido reside en la necesidad de reconstrucciones racionales de las una estructura semiótica codificada, 10 supone conocido también por el
diferentes semiosis que tienen lugar en éstos. receptor. Estas reflexiones de Bajtín resultan muy ilustrativas:

Los géneros discursivos organizan nuestro discurso casi de la misma


2.2. Género y dimensión cognoscitiva del discurso manera como lo organizan las formas gramaticales (sintácticas).
Aprendemos a plasmar nuestro discurso en formas genéricas, y al oír el
No se pretende entrar en la compleja problemática del procesamiento de discurso ajeno, adivinamos su género desde las primeras palabras,
la información que subyace en todo intercambio comunicativo, pero sí calculamos su aproximado volumen (o la extensión aproximada de la
parece imprescindible poner de relieve la función que cumple la categoría totalidad discursiva), su determinada composición, prevemos su final, o
del género en los procesos de producción y recepción de discursos, para sea que desde el principio percibimos la totalidad discursiva que
luego examinar la especificidad de los géneros literarios y su función en los posteriormente se especifica en el proceso del discurso. Si no existieran
procesos de la comunicación literaria. los géneros discursivos y si no los domináramos, si tuvieramos que
Las prácticas comunicativas verbales actualizan códigos diversos, o, si irlos creando cada vez dentro del proceso discursivo, libremente y por
primera vez cada enunciado, la comunicación discursiva habría sido
se prefiere, ponen en juego muy diferentes capacidades de los organismos
casi imposible (1979: 268).
emisor y receptor. En realidad, hablar de comunicación es hablar de un
proceso psico-social en el que se transmiten e intercambian informaciones, En la planificación del discurso, influye la memoria de todos los discur-
se construye la significación y la referencia, y se establecen determinados sos de uso social, los estereotipos discursivos que facilitan el proceso de
tipos de relaciones interpersonales y sociales. Por todo ello, el análisis de producción y .de recepción del discurso. De esto se deduce que nuestra
los procesos comunicativos desborda los parámetros teóricos y
metodológicos de la lingüística (frasal y discursiva) para abarcar aspectos
que tienen que ver con disciplinas como la psicología (sobre todo la I2 Paraestos conceptos véase E. Bernardez 1982: 151-162.
psicología cognitiva), la sociolingüística y la semiótica de la cultura. Sobre la macroestructura véase también Dijk, 1978a: 204 y 341. Dijk habla de
En los modelos teóricos que se han elaborado para dar cuenta de los dos tipos de macroestructuras: semántica y pragmática.
13 Utilizo el término "intención" no en su sentido meramente psicológico, sino
procesos de producción del discurso, aparece con frecuencia el concepto de
como la intención de que el receptor reconozca esa intención en el discurso. C.
Kerbrat-Orecchioni (1980: 232) plantea el problema de la intencionalidad sobre
puede tener estructuras textuales muy distintas; la unidad es el resultado de dos proposiciones: «(1) la intención significante del emisor no existe, o, más
funciones socio-culturales similares» (1 978b: 119). bien, no es lingüísticamente pertinente, sinocuando el receptor la identifica como
I1 Proceso que, entre otras cosas, tiende a reducir la entropía de las interacciones tal. (2) Los mecanismos interpretativos integran generalmente una hipótesis,
comunicativas, a aumentar la previsibilidad de las conductas reduciendo alternati- formulada implícitamente por el receptor, concerniente al proyecto semántico-
vas, y a facilitar, por tanto, la producción y la recepción de los discursos. pragmático del emisor»,
26 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉfICA DE LA NOVELA HISTóRICA 27

comprensión de los discursos depende en gran medida de la cantidad de categorías histórico-culturales. Más ~xac.t~mente, se ~rata de cód!90S que
información que tenemos almacenada en la memoria a largo plazo: forman parte de un sistema de modalización secundario y su función debe
ser señalada en el marco de una teoría de la comunicación específica para
Los aspectos cognoscitivos incluyen qué conocimiento está disponible cada sistema (teoría de la comunicación literaria, por ejemplo). Por.ello. ~o
en cada momento durante el proceso de la comprensión del discurso y pueden ser identificados sin más con ~os género~ ,~e la com~mcaclOn
qué conocimiento está activamente en el foco de nuestra atención y primaria y su funcionamiento debe ser objeto de semióticas específicas,
disponible en cada momento de la memoria semántica activa.
(Van Dijk, 1978b: 37)
3. LOS GÉNEROS EN LA COMUNICACIÓN LITERARIA
La comprensión de un discurso está determinada por la información ya
La literatura es antes que nada un determinado modo de comunicación y
presente en la memoria, que, entre otros aspectos, incluye la información
de otros discursos semejantes que ya han sido procesados por el receptor. por tanto
Por ello, comprender un discurso supone inevitablemente ponerlo en con- lo literario no vendrá definido por la "literariedad" (conjunto de
tacto con otro u otros, activar no sólo la competencia lingüística sino la propiedades estructurales o rasgos verba~es inmanentes)~ ,sino sobre
competencia comunicativa (condiciones pragmáticas) y la competencia todo por el reconocimiento de una modalidad de producción y recep-
textual o discursiva que resulta del almacenamiento de información relativa ción comunicativa (Pozuelo Yvancos, 1988b: 64).
a las clases de discursos (géneros), del mismo modo que producirlo
supone recuperar y seleccionar información ya existente en la memoria de Tal «reconocimiento» implica una sanción social, la intervención de
acuerdo con el plan global que se haya establecido previamente al acto de la códigos culturales por medio de los cuales los p.articipan~es. en los procesos
emisión del discurso. Este plan determinará la estrategia a seguir desde la de la comunicación literaria (autores, lectores, intermediarios y agentes de
configuración de la macroestructura hasta la manifestación lineal del transformación) califican un determinado texto como texto literario. Y así
discurso. llegamos a la definición pragmática de la literatura tal y como la ofrece S. J.
El género, que codifica propiedades semánticas, sintácticas y pragmáti- Schmidt (1978: 202):
cas, se asocia además con determinadas variantes estilísticas, con determi- literario = lo que los participantes de la coml;micación implic.ados en
nado registro, etc. Así, el "plan global" recibe su primera especificación en procesos de comunicación a través de textos tienen por hterano sobre
la elección del género, que el hablante sitúa en un universo de discurso". la base de las normas poéticas válidas para ellos en una situación de
De este modo el género elegido determina las restricciones más importantes comunicación dada.
a la libertad del emisor, pero a la vez le facilita la tarea de construir y plani-
ficar su discurso, y constituye una marca de enorme valor para que el En consecuencia, la calificación de un texto como literario es siempre
destinatario reconozca su intención. una atribución histórica y social:
En cuanto a los géneros discursivos del sistema secundario, el proceso
el texto literario es un "acontecimiento" que cuando llega a las manos
es idéntico al que he descrito en relación a los géneros primarios, excepto
del lector ya ha sido designado: .es ?e u~ autor, se insc~i~e ~~ una
que para producir y comprender un discurso de un género secundario hay determinada colección de una editorial, viene con la calificación de
que poseer además una competencia cultural de los códigos que producen poema, novela, cuento, es enseñada como obra artística en la escuela,
las semiosis en los universos secundarios de sentido. Esto supone que los institutos, universidades, etc (Pozuelo Yvancos, 1988b: 65)15.
géneros discursivos secundarios, además de fenómenos discursivos, son

14 Walter Mignolo (1983a: 50) afirma que «el discurso asegura su ser discurso por 15 «Si un texto es "literario" sólo si existe y cuando existe un público dispuesto a
medio de un componente lingüístico, un componente pragmático (contexto de reconocerlo como tal y competente para ello, entonces la función poética no es
situación) y un componente cognoscitivo (universo de sentido). Podemos pensar, intrínseca al texto, sino que resulta exclusivamente, hay que repetirlo, de los
así, que todo acto enunciativo (para referirnos estrictamente a actos lingüísticos) o mecanismos de su funcionamiento social» (Girolamo 1978: 117). Vemos pues
que todo acto sémico (para referirnos a toda producción de signos) se realiza en un que la literariedad se ha desplazado del interio.r de la o?r~ lit~raria al exterior ~on lo
sistema de interconiprensián que supone el conocimiento de la lengua, del que se ha abierto una espita para una progresiva relativización de la categona que
contexto de situación y del universo de sentido en el cual se inscribe el discurso o) fue eje central de las fecundas investigaciones del Opojaz y más tarde de sus
el signo». derivaciones estructuralistas. Pero llegados a este punto cabe preguntarse, como
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 29
28 CELIA FERNÁNDEZ

Sin pode.r entrar aquí en mayores matizaciones, partimos del supuesto sólo lo que está en el texto, sino también y muy especialmente, la tradición
de que la literatura se constituye y se instituye en un sistema cultural textual en que ese texto se inserta, el género al que pertenece. La literatura
(sistema de modelización secundario) desde el momento en que ciertos crea su propio espacio semiótico y da lugar a tradiciones de textos, a redes
sectores de una comunidad cultural asumen como artísticas determinadas textuales que llegan a generarse unas a otras!",
prácticas comunicativas. Es decir, se configura un dominio semiótico (el de De acuerdo con estos planteamientos, este estudio del género de la
la literatura o comunicación estética verbal) al que se le atribuye una fun- novela histórica se apoya en los siguientes supuestos:
ción social que lo caracteriza frente al resto de los dominios semióticos que a) Un género literario no es una mera categoría taxonómica, una etiqueta
una cultura delimita y reconoce (véase Schmidt 1978, 1980)16. que se adjudica a una serie de textos y que sirve para ordenar el conjunto de
. Como tal sistema cultural y como práctica comunicativa, la literatura ha la literatura (véase Rollin, 1981: 149; Fowler, 1982: 37). Sobre esto ha
Id,o creando a lo largo de su historia determinados tipos de discursos, los insistido lean M. Schaeffer (1983: 199) quien propone que se distinga
genero?, qu~ han regulado los procesos de producción y recepción de las entre género y genericidad: el primero sería una categoría de clasificación
obr.as.l~~eranas,en cada etapa de su evolución histórica. Y aquí encaja la retrospectiva, el segun?o una función textual.. ~s fu~~amental diferenc,iar
definición de genero que propone F. Cabo Aseguinolaza (1992: 157): ambos términos. El genero es una construccion críuca y en esa medida
depende de los presupuestos teóricos adoptados por el investigador que
referente insti~u~ionalizado, cuyo lugar es la enunciación, y que, a selecciona un corpus, establece las fronteras del género y elige el modelo
través de los distintos agentes sostenedores de la interacción comunica- explicativo (estructuralista, histórico, et~.). Sobre l~s semejanzas .Y
tiva, fundamenta la posibilidad misma de la comunicación literaria.
recurrencias que presentan los textos seleccionados se ejerce la estrategia
Señala Lotman (1970: 346) que «para que el texto pueda funcionar de del teórico, esto es, la elaboración de una matriz de competencia que
un I?l?~o determinado, n,? ba~~a con, que ~sté organizado, es preciso que la permite generar las invariantes t~xtuales. S~haeff~r (1 ~8.3: ~99) ve aquí l~
pOSIbILIdad de esta orgaruzacion este prevista en la jerarquía de los códigos tendencia «a projeter le texte Ideal construir sur 1ernpincite textuelle et a
de la cultur~» . Los géneros constituyen "esas posibilidades" que permiten postuler que les textes ont é~é générés a partir de cet~e. m~~rice de
que determinados textos puedan funcionar como literarios. Toda obra lite- compétence», Y esta es la razon por la cual propone la distinción entre
raria debe haber sido estructurada de acuerdo con unos códigos que, al género y genericidad: el primero pertenecería al campo de las c.ate~?rías de
menos en parte, sean compartidos con los destinatarios. La función de esos la lectura y el segundo sería un elemento productor de la constitucion de la
~ódi&os es señal.ar al texto como ~exto literario y facilitar que el receptor lo
textualidad. No obstante, la genericidad como función textual, que supone
identifique y active su competencia cognoscitiva sobre el dominio semiótico la conformación del género en el interior de la obra (por lo que el género no
de la lit~ratura, su conocimiento de otros textos literarios, de ciertas es algo previo o exterior al texto, sino creado en él y prop~esto al lector),
convenciones de época, de escuela, de movimiento, y especialmente de la se ejerce a partir de ciertos elementos de forma y de contenido tomados de
poética particular del género. Así pues, el contexto del texto literario no es obras precedentes". Y en este sentido puede afirmarse que cada autor
maneja una matriz de rasgos que pone en juego al, ~ompone~ su obra,
rasgos que.si por una parte van conformando una 120etIca del genero, p,?r
finalmente lo hace el propio Girolamo, cómo y por qué una comunidad identifica
otra parte señalan la filiación del texto al lector y estimulan su competencia
y define como literario un determinado conjunto de textos (puesto que «el juicio
de literariedad es emitido normalmente acerca de un conjunto de textos y no sobre genérica.
cada uno en particular» 1978: 119). Tocamos aquí la cuestión del género literario No existe un modelo génerico a modo de patrón (un texto ideal, un
que, en nuestra opinión, constituye la categoría determinante para la definición architexto) al que' las obras de la serie se ajusten; todo texto modifica su
social de un texto como literario y también, creemos, para la recuperación del
concepto de literariedad como propiedades textuales intrínsecas.
¡6
Las actitudes frente a ese tipo de semiosis que es la semiosis artístico-literaria por
17 «Il testo, salvo casi eccezionali, non vive isolato nella letteratura, rna proprio per
parte del autor y de los receptores responden a determinadas convenciones socio-
la sua funzione segnica appartiene con altri segni a un insieme, cioe a un genere
culturales que evidentemente cambian en la medida en que cambia la sociedad y los
letterario, il quale perció si configura come il luogo dove un'opera entra in una
códigos culturales de ésta. Parece generalmente admitida como una constante del
modo de ser de la comunicación literaria el hecho de que tanto la producción de complessa rete di relazioni con altre opere» (Corti, 1976: 151).
una obra de arte literaria como su lectura e interpretación no obedecen a necesi- 18 «dan s la plupart des cas, la généricité ne résulte pas de I'application d'un algo-
dades o a razones prácticas inmediatas. Esto no debe entenderse, claro está, como) rithme métatextuel, mais d'une reprise plus o moins transformatrice de I'ossature
que la literatura es un discurso aséptico o neutral ideológicamente. d'un ou plusieurs hypotextes- (Schaeffer 1983: 200).
30 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 31

género. Los textos que se incluyen en la serie de textual sirven como el género no es algo dado o previo a la obra, sino más bien una
modelo o pauta genérica para la producción: construcción desarrollada a partir del propio texto y, en consecuencia,
sin manera de concebirla de no contar con éste último, aunque el
les textes fonctionant comme modele générique sont en quelque sorte material para semejante construcción sea fundamentalmente el de los
présents dans le texte par rapport auquel ils remplissent cette fonction, referentes institucionalizados que consideramos aquí como géneros
non pas bien entendu en tant que citation (done, intertextualité), mais críticos y de la recepción (F. Cabo, 1992: 241).
en tant qu'ossature formelle, narrative, thématique, ideologique, etc.
(Schaeffer, 1983: 202) La dimensión dinámica del género constituye uno de los ejes teóricos y
metodológicos básicos de este trabajo. Se parte del hecho de que el código
La genericidad como función textual, esto es, como uno de los meca- genérico va siendo reelaborado en cada nueva obra a partir de unos rasgos
nismos constitutivos de la textualidad, está presente y es susceptible de ser básicos mínimos que sirven como señales de reconocimiento para el lector.
estudiada en todos los textos. No hay textos sin componente genérico. De ahí que el género no suponga un corsé que impide la creatividad de los
Ahora bien, la genericidad posee dos regímenes: el regimen de la redupli- autores, sino, como dice C. Guillén, una «invitación a la forma».
cación y él de la transformación genérica Si se acepta que son las codificaciones genéricas las que sustentan la
estabilidad del sistema literario y, en consecuencia, la estabilidad'? de los
la composante générique d'un texte n'est jamais (sauf exceptions procesos de comunicación literaria, es lógico que el proceso de transfor-
rarissimes) la simple réduplication du modele générique constitué par mación de los géneros resulte un proceso lento, prolongándose incluso en
la c1asse de textes (supposés antérieurs) dans la lignée desquels il se
situe. Au contraire, pour tout texte en gestation le modele générique est los llamados "epígonos" en los que se atrofia la relación dinámica entre
un "matériel" parmi dautres sur lequel il "travaille". C'est ce que jai reduplicación y transformación en el interior de las obras de manera que la
appelé plus haut I'aspect dynamique de la généricité en tant que fonc- genericidad queda desvirtuada al convertirse en una función mecánica de
tion textuelle (1983: 197). aplicación de unos estereotipos formales, temáticos o estilísticos (como, en
efecto, ocurrió con la novela histórica en el Romanticismo y como ocurre
Sin embargo, considero que estos dos regímenes más que oponerse, actualmente en muchos casosv).
coexisten en cada obra que se adscribe a un género. La genericidad se d) Las marcas o señales genéricas que se manifiestan en el texto son
proyecta en las estructuras textuales en forma de relación dinámica entre los índices ilocucionarios de la intención del autorv; al mismo tiempo son ele-
elementos convencionales (rasgos, normas, reglas genéricas) y los elemen- mentos de configuración del lector implícito puesto que orientan hacia un
tos originales o innovadores, que no necesariamente hacen entrar en crisis a determinado pacto de lectura y desencadenan una interpretación de género
la codificación genérica, sino que pueden limitarse a modificarla en ciertos en el lector. Estos índices textuales no son elementos temáticos o formales
aspectos.
b) El género literario se inscribe dentro de lo que Genette (1982: 9-10)
llama la transtextualidad, es decir, puede entenderse como un tipo de rela- 19 Cuando hablamos de estabilidad del sistema literario, hay que entenderla comola
ciones que se establecen entre unos textos y otros en el marco del sistema organización sincrónica que en cadamomento histórico ofrece el sistema literario
literario. Genette distingue cinco tipos de relaciones distintas, una de las y, como se sabedesde las aportaciones de losformalistas rusos y especialmente de
cuales es la relación genérica a la que denomina architextualidad. Sin em- los estructuralistas checos como Jakobson y Mukarovski, la sincronía literaria
bargo, como bien matiza Schaeffer (1983: 195-97), las relaciones genéri- contiene en sí a su diacronía, es decir, que el sistema literario se halla siempre en
constante evolución, en un constante entrelazamiento de formas en diferentes
cas, a diferencia de las relaciones hipertextuales, intertextuales, o metatex- funciones, en una dialéctica incesante entretradición y novedad o, en palabras de
tuales, no se establecen entre una pareja de textos sino entre grupos de Claudio Guillén, «entre lo uno y lo diverso».
textos, y además no se producen de forma directa sino indirecta. 20 En una reciente reseña sobre novelas históricas (El País- Babelia del II de marzo
e) El género literario es una categoría pragmática, imprescindible en la de 1995) Carlos García Gual advierte sobre el riesgo del esquematismo y del
comunicación literaria, por tanto sólo puede ser abordado atendiendo a la «entrampamiento en los clichés del relato histórico» que corren las novelas
totalidad del proceso y de sus participantes. De ahí la pertinencia de la triple históricas actuales al socaire de la moda delgénero.
21 «La dimensión genérica inscrita en un texto determinado figura como intención
perspectiva de análisis que plantea Cabo Aseguinolaza (1992: 310): género
autorial, género crítico, género de la recepción. Desde el punto de vista enunciada: ésta es la plasmación del género autorial. La intención enunciada
construye, mediante unaserie de índices que señalan hacia los referentes institu-
autorial, cionales, un referente propio» (E Cabo, 1992: 217).
32 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 33

aislados, sino que forman un sistema en el que se jerarquizan pues todos riográfico es tan estrecha que no podría abordarse el análisis del género de
no poseen la misma virtualidad o potencialidad genérica. Por ello, no la novela histórica al margen de la evolución y de las transformaciones de la
interesa tanto detectar las recurrencias de determinados elementos sino narración histórica.
determinar su funcionalidad semiótica (F. Cabo 1992: 245) en el texto, es Por otra parte, los géneros literarios implican una conexión con la reali-
decir, verlos corno procedimientos de construcción del género autorial>, dad a través de los sistemas 'ideológicos tal como advierte Maria Corti
Estos rasgos afectan a diferentes niveles textuales: son rasgos formales (1976: 153):
y rasgos temáticos. Las codificaciones genéricas no poseen un rango
normativo fuerte, sino que se presentan como un «programao» construido la scelta di un genere da parte dello scrittore e giá scelta di un certo
sobre leyes muy generales que se refieren a. la relación dinámica entre modello interpretativo della realta, sul piano sia tematico sia formale;
ciertos planos temático-simbólicos y ciertos planos formales. Este carácter ogni genere porta le sue restrizioni nel cogliere il reale e il verosimile,
de «código débil» (en la acepción de U. Eco) es el que posibilita que los ha funzione selettiva e provocatoria, i suoi codici non sono mai neu-
géneros funcionen como "invitaciones a la forma", como trayectos que la trali, sono, per cosi dire, invenzioni umane di lunga durata che avviano
tradición literaria ofrece para ser usados tanto por los que se ajustan y aco- il messaggio, in quanto tale, in una certa direzione.
modan a ellos cuanto por los que los reforman o los destruyen. Este aspecto nos acerca al antiguo planteamiento de una jerarquía social
Generalmente ha sido a estas marcas a las que se les ha prestado mayor de los géneros, e incluso a los prejuicios existentes entre los autores hacia
atención en los estudios genéricos, sin embargo, el género no puede la "literatura de género". Esto no es ajeno a la novela histórica, género que
reducirse a una exclusiva consideración textual. Hacerlo así significa limitar siempre gozó de la estimación del público pero que contó a menudo con la
el alcance de la categoría a un "texto o modelo ideal" construido por el hostilidad de historiadores o de lectores cultos. Los viejos criterios román-
crítico y comprobar el ajuste o desajuste de los textos de la serie. Las ticos de la obra absolutamente original, individual, única siguen funcio-
marcas genéricas constituyen, sin duda, un elemento fundamental en esta nando implícitamente en la mentalidad literaria, y no hay más que advertir
investigación puesto que el género no puede existir sin el texto, sin su el énfasis que ponen tantos autores de novelas históricas en negar que. han
plasmación textual, y así se ha pretendido trazar la evolución de los rasgos escrito una novela histórica o en señalar que esa novela suya es radical-
gené~icos de la novela histórica desde el modelo fijado por la novela mente distinta de las novelas históricas tradicionales.
scottiana hasta la narrativa histórica contemporánea. En la medida en que
no se ha adoptado una visión estática ni rígida del género ha sido posible f) El género de la recepción. He dicho que las marcas de género paratex-
detectar el funcionamiento del género en su dinamismo y variabilidad y tuales y textuales orientan la interpretación del lector al activar .su compe-
explorar cómo los escritores se sirven de los referentes genéricos para tencia comunicativa, su conocimiento de otros textos de la misma clase
alimentar la tradición genérica con nuevas aportaciones. textual>. El género además suscita una forma de lectura, crea un lector
implícito capaz de cooperar con el texto al aceptar las reglas que ese tipo de
e) Relacionado con el dinamismo de los elementos genéricos está la ficción le propone>. Estamos en el ámbito del contrato o pacto de lectura
evolución y transformación histórica de los mismos en conexión con los
ca~bios en el sistema literario y en el sistema cultural más general de la
sociedad (Fowler, 1982: 45-48). La literatura, ya lo dijimos, posee una 24 S.1. Schmidt (1980), aunque no se refiere explícitamente al género -lo cual no
dimensión institucional; cada género funciona como una institución discur- deja de resultar sorprendente y paradójico en la perspectiva de una ciencia empírica
siva y por tanto entra en relación con las demás instituciones discursivas de la literatura-, menciona el sistema de presuposiciones comunicativas que
dentro del sistema literario, pero también dentro del sistema cultural. En manejan los participantes comunicativos, del que sin duda formaría parte el
nuestro caso, la conexión entre la novela histórica y el discurso histo- conocimiento de los referentes genéricos (véanse 60, 86, 207-210).
25 A este respecto es muy exacta la diferenciación que propone Umberto Eco (1979:
22 85) entre uso e interpretación de un texto: «debemos distinguir entre el uso libre
Por otra parte, estos elementos pueden variar de función de manera que los que en de un texto tomado como estímulo imaginativo y la interpretación de un texto
un momento eran rasgos menores o secundarios pueden alcanzar el carácter de abierto». Es cierto que el lector es muy libre de leer el texto como le plazca, al
rasgos primarios o constitutivos (véase Maria Corti: 1976).
23 margen de las indicaciones implícitas o explícitas del autor. "Pero aunque, como
«La natura di programma, ínsita nella codificazione di un genere, appartiene alla nos ha mostrado Peirce, la cadena de las interpretaciones puede ser infinita, el uni-
competenza degli emittenti, che individuano nel genere non solo iJ luogo dell~ verso de discurso introduce una limitación en el tamaño de la enciclopedia. Un
opere scriue, ma anche delle opere che essi possono scrivere, luogo dell'attesa, texto no es más que la estrategia que constituye el universo de sus interpreta-
strada che arende di essere percorsa» (Maria Corti 1976: 159) ciones, si no "legítimas", legitimabIes. Cualquier otra decisión de usar libremente
34 CELIA FERNÁNDEZ

genérico que, en algunos casos, puede equivaler a un macroacto de habla


(véase la novela de tesis, la autobiografía), pero que en otros casos como
el de la.n?~ela histórica, ~e sitúa en un~ buscada ambigüedad para e~plorar
l~s ~o~lbIhdades semanticas y. I?ragmaticas de la conjunción de una base
hIsto~lca documentada y verificable con una estructura ficcional, Las
reacciones d~ los lectores a.este c~ntrato híbrid? tienen que ver con lo que
se h~ denorrnnado un tanto imprecisamente horizonte de expectativas en el CAPíTULO 11
s~ntldo de que las formas de leer no son ajenas a los sistemas culturales
VIgentes ~n ,c~da peri~do hist?rico. Las actitudes y la recepción hacia la HISTORIA Y NOVELA.
~ovel.a hIs.tonca han Ido vanando en su devenir histórico por razones
CONSTITUCIÓN Y DESARROLLO DEL GÉNERO DE LA
intraliterarias y sobre todo extraliterarias, sociológicas y culturales como NOVELA HISTÓRICA
estudiaré en el capítulo siguiente. "

l. INTRODUCCIÓN
Todo género literario, como hemos visto, se constituye a partir de un
triple haz de relaciones: con la tradición y las formas literarias del pasado;
con otros géneros de su momento histórico marcando sus diferencias y
semejanzas, y con el contexto socio-político Y los sistemas culturales e
ideológicos vigentes en el horizonte de recepción. En el caso concreto de la
novela histórica estas relaciones revisten una gran complejidad que requiere
atender a los siguientes aspectos:
a) La novela o más exactamente la narrativa ficcional en prosa surge
como género tardío en las literaturas occidentales y se desarrolla al margen
de las poéticas y de las normas. Su modelo formal y pragmático le viene
precisamente del relato histórico, de modo que la conformación de la narra-
tiva ficcional y su evolución a lo largo de la historia literaria es inseparable
de la concepción y de los caracteres del discurso historiográfico. Esta
constante interacción de la narración histórica y la narración ficcional ha
dado lugar a través del tiempo a diferentes géneros como la leyenda o el
libro de caballerías, entre otros). Desde esta perspectiva, la novela histórica

La historia ha proporcionado también materia argumental para diversos géneros


teatrales desde la tragedia griega pasando por Shakespeare y nuestro teatro clásico
hasta el drama histórico del XIX. Excede los límites de este libro ocuparnos de las
relaciones entre historia y teatro, y del modo de transposición de los materiales
históricos a las exigencias de los géneros dramáticos. Los problemas formales,
estructurales y pragmáticos que derivan de esas relaciones son sustancialmente
diferentes a los suscitados entre historia y novela por la sencilla razón de que estas
un texto corresponde a la decisión de ampliar el universo del discurso. La dinámica dos últimas coinciden en ser ambas narraciones, y narraciones con intención
de la semiosis ilimitada no lo prohíbe, sino que lo fomenta. Pero hay que saber ii verosimilizadora para hacerse creíbles a los lectores. La confusión de lo real y lo
lo que se quiere es mantener activa la semiosis o interpretar un texto» (86). ficcional cobra por tanto aquí una relevancia en todos los niveles del texto que no
36 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 37

debe entenderse como una forma moderna de actualización de esa larga histórico-verdadero y lo inventado-falso, la legitimidad y la utilidad moral
tradición de intercambios entre la historia y la novelar, que se forjó en el de las ficciones, las diferencias con la epopeya, etc.
contexto del Romanticismo, en estrecho contacto con la historiografía de la e) La novela histórica conecta con la "realidad" en tanto que no puede
época y con los debates acerca de la narrativa ficcional. producirse al margen de la concepción de la historia y de las form~s de
b) El género se configura en un momento histórico decisivo en los escribirla, del conocimiento historiográfico que forma parte de la encielo-
destinos de la prosa de ficción occidental, en la confluencia entre la tradi- pedia cultural de sus lectores, y de los sistemas ideológicos según los que
ción del romance (libros de caballerías, novela gótica), y las nuevas se concibe la relación entre el pasado y el presente. Tengamos en cuenta
tendencias de la novela social y realista inglesa del XVIII, ligada a la que cada época reescribe el pasado, "elige" su pasado preferido 'j lo ;epre-
invención cervantina. La novela histórica, o mejor, el romance histórico sentade acuerdo con sus intereses y con sus modelos psicológico-
romántico se presenta como un romance de los tiempos modernos, que culturales. Si en todo género existe una dimensión ideológica, en la novela
conserva la estructura de la aventura como estrategia para interesar al lector, histórica se hace muy patente en la medida en que se presenta como una
pero la combina con un designio mimético-realista en la descripción de los reescritura de textos históricos previos. Si su objetivo es ~epresentar ~nos
escenarios históricos (referenciales) y en el tratamiento de los personajes. personajes y unos acontecimientos, un tiempo y un espacio, cuya real~dad
La novela histórica supone, por tanto, un avatar fundamental en la historia empírica está establecida en documentos, confirm~da y a~alada por histo-
de la novela occidental pues, desde la conciencia genérica que manifiestan riadores dignos de crédito, e incorporada a la. enc~clopedI~ cultural d~ los
sus autores y con el impulso de la favorable acogida que le dispensó el miembros de esa comunidad, puesto que la historia constituye matena de
público lector, suscitó un vivo debate teórico y crítico que replanteó con un enseñanza e instrumento de socialización de los individuos, entonces esa
talante más abierto las cuestiones básicas de la mímesis ficcional: el representación tendrá además el carácter de una nueva versió~ de los
problema de la verosimilitud y el uso de lo maravilloso, la mezcla de lo hechos respetuosa, irónica, desmitificadora, exaltadora, paródica, etc.
Georg Lukács (1937), como veremos, basó su análisis del géner? s?bre un
criterio fundamentalmente ideológico y críticos contemporáneos insisten en
se plantea en el caso del teatro cuyas marcas de ficcionalidad lo sitúan en un tal consideración>.
ámbito discursivo muy diferente al de la historia. d) La función de un género literario varía a medida que cambian el sis-
2 lean Molino (1975: 233) diferencia entre microgénero, conjunto de obras próxi- tema literario y cultural en que se inscribe y la situación de recepción. Así,
mas en el tiempo y en el espacio que pertenecen a un mismo sistema cultural y el papel que desempeñó la novela histórica. e~ .el sistema .cultural del
entre las que existen lazos de filiación, de influencia, etc., y macrogénero, con- Romanticismo no es extrapolable a la novela histórica del Realismo, a la de
junto de obras más o menos alejadas en el tiempo y en el espacio que poseen un los primeros años del XX, ni tampoco a la novela histórica contemporánea.
rasgo constitutivo común. Considera la novela histórica como un macrogénero y
Hay géneros de vida efímera cuyas fronteras temporales pueden trazarse
en este sentido «le terme désigne alors les récits qui, dan s quelque culture que ce
soit, utilisent I'histoire se Ion des procédés diverso Les nouvelles et mémoires
con bastante exactitud, y géneros, en cambio, que se mantienen en el favor
historiques des XVII et XVIII siecles francais, les romans antiques du XII siecle, de escritores y lectores durante periodos de tiempo muy prolong~dos,
lesjiang-che -"explications de I'histoire"- de I'époque Song ou I'Histoire des atravesando momentos de mayor o menor éxito, pero sin perder su vigen-
trois royaumes appartiennent au roman historique comme macrogenre». Creo que cia. Este es el caso de la novela histórica, que ha exhibido una admirable
semejante ampliación del concepto de novela histórica, que parece haber existido vitalidad desde el primer tercio del siglo pasado hasta la actualidad, y que
en todos los tiempos, invalida su uso, y además, como advierte E. Wesseling ha conocido un auge extraordinario en estas últimas décadas hasta el punto
(1991: 28), olvida que el público identifica propiedades textuales diferentes en
textos que contienen mezcla de historia y ficción: «It is the task of the literary
historien to choose which of these identifications to use ·for circumscribing the 3 Albert Dérozier (1977: 120) lo afirma en su análisis del fracaso de la novela
historical novel's existence in time». histórica española: «Quelle est la solution finale du roman historique en Espagne,
Cuando se habla aquí de la novela histórica como "actualización" de una antigua que ce soit en 1830, en 1840, en 1870 (Pérez Galdós) ou en 1897 (Unarnuno)?
tradición de intercambios entre la historia y la ficción narrativa se apunta precisa- Celle du vide historique. Elle traduit la crise profonde de la nation. 11 y a la une
mente al estudio de las estrategias narrativas específicas de este género y de la constante historique, done idéologique. Et ce n'est qU'unt;. preuve aposterio,~i, ,s'il
función que cumple lo histórico en la ficción tanto en el plano estructural y en fallait une, que le roman historique est un genre mu tout enner par I Ideo-
semántico cuanto en el pragmático. Estos elementos permitirán establecer lo q\ly logie». ' "
diferencia a la novela histórica de otros discursos que también contienen una También se ha destacado la dimensión político-ideológica de muchas novelas
mezcla de historia y ficción, y que sin embargo no pueden englobarse bajo la históricas postmodernas (véanse interpretaciones opuestas de F. Jameson, 1984 y
categoría de novela histórica. de E. Wesseling, 1991). Trataremos estas cuestiones más adelante.
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 39
38 CELIA FERNÁNDEZ

ambigüedad está en el origen de los debates acerca de la epistemología de la


de aparecer. como uno de los gén~ros novelescos más significativos de la
historia y sobre todo del papel de la narración como forma de repre-
postmod~rn~d~d. En 1!natrayectona tan amplia, la institución genérica de la
sentación de lo realmente sucedido, de lo verdadero. No obstante, las
novela histórica ha Ido transformando sus funciones dentro del sistema
cuestiones concernientes a la ontología historiográfica -la naturaleza de los
lite~ario, y en su interacción con la evolución de la historiografía y con el
honzonte de recepción de los lectores. hechos históricos- no se plantearon hasta la modernidad de modo que
puede decirse que desde la Antigüedad hasta finales del siglo XVIII la con-
El objetivo de este capítulo es, en primer lugar, trazar un breve cepción dominante (no exclusiva) era considerar la narración como copia de
p.anorama de las .rel~~iones entre historia y novela hasta el siglo XIX para los hechos históricos que el historiador se limitaba a "tomar" directamente
situar la novela hIs~onca co~o una actualización más de esa tradición, y, en de la realidad, mientras que para el pensamiento actual es la narración la
segundo lugar, delinear la dimensión histórica de este género literario con
que construye los hechos como históricos.
especial ~tención a la tradi~ión narrativa hispánica, con la pretensiÓn no
tanto de indagar o profundizar en los detalles de los sucesivos contextos El discurso literario se caracteriza frente al histórico porque cuenta
hechos inventados, y por ello su objetivo no es la verdad sino la verosimili-
históri~os'y c~,lturales, ~uant? de mostrar el funcionamiento del género
tud, no lo real sino lo posible. La comunicación literaria se articula
cOJ.l1o mstitucíon en el dinamismo de los procesos de comunicación lite-
mediante el pacto de ficcionalidad en virtud del cual queda en suspenso el
rarI.a. Y ello ~~rce~ a ,la. actividad cr~ti~a que explicita un modo de lectura y
d~ m~erpret~~IOn históricos, a la actividad reflexiva de los autores (la con-
pacto de veridicción que rige en los discursos referenciales; se produce por
CIenCIa ~enenca que manifiestan), a la industria editorial que crea y explota parte del lector una «voluntaria suspensión del descreimiento» que le lleva a
expectatIvas de lectura, y a la demanda y recepción del público. aceptar un hablar ficticio, esto es, un hablar que no es el del autor del texto
sino el de una fuente de lenguaje imaginaria (Martínez Bonati 1992: 66)
cuyos compromisos sólo tienen vigencia en el interior del mundo configu-
2. LITERATURA / HISTORIA (Realidad, Verdad) rado por el texto>.
Historia y Literatura son sistemas de modelización secundarios o en Ahora bien, los conceptos de realidad y de ficción, de verdad y de
expresión de Walter Mignolo (l983a: 14), «universos secundario; de verosimilitud no se entienden aquí en su dimensión ontológica sino prag-
s~ntid?» que ~x.isten debido a un concepto básico (e.g. filosofía, literatura,
mática; son conceptos construidos culturalmente de modo que, para
historia, medicina, etc.) que los configura. Es decir, se trata de modali- definirlos, resulta imprescindible atender a los contextos histórico-
dad.es de comunicación que se definen y se reconocen por su función culturales, y a los sistemas ideológicos que los conforman". La realidad es
socio-cultural, y que se construyen mediante un doble código: el código siempre lo que una cultura (o una comunidad socio-cultural) admite como
lingüístico comú~ y otro código específico fijado por la propia comunidad lo que es o puede ser, y tal concepción se apoya en una serie de leyes y
que crea, define, interpreta y usa esta clase de discursos. La función socio- criterios establecidos a partir de los distintos códigos y discursos que dan
cult~ral así como la codificación de sus propiedades discursivas varían
sentido (fragmentan, jerarquizan y estructuran) al continuum de lo "real".
segun ~e tra~sforman los contextos históricos y los presupuestos cultu-
ral~s, científicos, estéticos e ideológicos de esa comunidad. Por tanto, el propre le paradoxe --et quasi I'oxymoron- de la mise en relation de deux termes
atnbuto de "histórico" o "literario" aplicado a un texto es una sanción antinomiques: le réel et le discours. Elle a pour tache de les articuler et, la oü ce
pra.g~áti.ca, relativa al .contexto cultural en que se realiza. De ahí que las lien n'est pas pensable, de faire comme si elle les articulait», En ese "como si"
calIfIcacIOnes. de, l.os discursos se transformen y lo que en un tiempo se está el efecto en el lector, la ilusión de que discurso y realidad histórica son una y
acepta como histórico, en otro se catalogue como literario. la misma cosa.
Recuérdese que el inglés y el alemán cuentan con dos términos para romper esa
. De antiguo, el.di~curso histórico adopta la forma narrativa y se caracte- ambigüedad: "Story" y "History", "Geschichte" y "Historie".
nza porque su objetivo es dar cuenta de lo que real y efectivamente sucedió 5 Sin embargo, la narración ficcional va a moverse desde sus orígenes en un espacio
a .unos hombres d~terminados en un tiempo y un espacio precisos. Es un ambiguo, invadiendo los terrenos de la historia al adoptar la forma de narración en
discurso referencial basado en el pacto de veridicción. Pero el término prosa, adueñándose de sus tácticas persuasivas, imitando su estilo, y pretendiendo
historia p~anteó d.esde. el principio una ambigüedad significativa al asumir además ser verdadera. Esta naturaleza esencialmente híbrida de la novela se hace
dos acepcIOn~s, historiam re~um gestarum y res gestas: Designaba tanto los ostensible en el género de la novela histórica ya desde su misma denominación.
hechos efectIvamente ocurridos cuanto la escritura de esos hechos", Tal 6 Así lo declaraba José M" Pozuelo Yvancos en su Poética de la ficcián (\993: 19):
«Me asalta la convicción de que una teoría sincrónica de la ficción -y por tanto
4 al margen de las convencionalizaciones ideológico-culturales Y aún cognitivo-
Michel de Certeau (1975: 5) se refiere a la paradoja de la historiografía:
«L'historiographie (c'est-a-dire "histoire" et "écriture") porte inscrit dans son nom éticas de las culturas a lo largo de su historia- es virtualmente un imposible».
41
40 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA

~esde este plante~mie~to, el concepto de realidad es interdependiente del es eficaz.el efecto perlocutivo será que el destinatario crea verdad (en el
sistema de cree~clas vigente en un determinado momento histórico y se doble sentido de creer y crear). No obstante, ciertos géneros discursivos de
establece y funciona de forma intersubjetiva: carácter institucional han codificado determinadas estrategias retóricas que
culturalmente funcionan como marcas de veridicción. En tanto que miem-
la s?ciedad com? sistema de comunicación es, desde un punto de vista bros de una comunidad cultural, los destinatarios de esos discursos
!eÓ~lc.o, el espacio donde se nos dan las imágenes de la realidad de los aprenden procedimientos para la hermeneútica de los distintos tipos de
m~lvlduos y }os .gru~,os .(.,.) Los textos y sus constituyentes no se verdad que se establecen en los procesos de la comunicación social. Como
refieren, a la realidad", sino a modelos de realidad que se aceptan en ya se ha dicho, la realidad es un producto de la cultura y esta se estructura
una sociedad cornumcativa (S. 1. Schmidt 1973: 53)7. en códigos yen discursos que recortan (semiotizan) el continuum de lo real
y se legitiman socialmente como verdaderos, es decir, fiables para orientar
De esta form~,.l,a realidad ~o ,es un concepto estático sino dinámico, en las actuaciones de los individuos sobre la realidad. De aquí que la verdad
~e~~a.nente !eV1Sl0n, c~yos hm~tes se amplían o se reducen y cuya inte- (en este sentido débil, pero funcional y necesario al que nos referimos) sea
hglbll~~ad ~olo,s~ adquiere mediante el lenguaje (y su capacidad de repre- requisito culturalmente atribuido y, por tanto, exigido a determinadas
sentacion simbólica del mundo) y la comunicación. modalidades discursivas, y una de ellas es la Historia, En efecto, el
Por s':!puest?, n.o t,odo lo real es histórico, Ambos atributos no deben ser discurso histórico se propone como un discurso de verdad", o quizá mejor,
c,onfun~ldos ~I asimilados, aunque tradicionalmente sus relaciones hayan como un discurso que pretende ofrecer una versión lo más fidedigna
Sido y sigan siendo muy estrechas. La determinación de aquellos elementos posible de los procesos, acontecimientos o personajes del pasado histórico,
de lo re~l que va~ a,c.onsiderarse "históricos", es decir, que van a integrarse basándose en documentos, archivos, testimonios. El historiador compro-
en un dlsc~rso histórico, supone ;t?a ~pción c,ultural decisiva, que se apoya mete su crédito profesional en aquello que afirma como verdadero y su
en. una sene de pre~upuestos político-ideológicos y de teorías acerca de los enunciado queda sometido a las pruebas de verificación, contraste, o
sUJet~s de, la historia, de las leY,es d~ expli,cación, de la temporalidad, etc, refutación tanto de otros historiadores cuanto de los lectores". El discurso
La hl~~ona es, sobre todo, historiografía, escrituras, forma de. repre- histórico tiene que "validar" su verdad en el terreno de su disciplina y de la
sentacion de un modelo de realidad, el modelo de la realidad histórica. cultura.
En ~uanto a la verdad de la historia, cabe recordar que desde la episte- La función socio-cultural asignada a la Historia ha ido variando en el
mología contemporánea (T. Kuhn, K. Popper, W. Goodman, R. Rorty, desarrollo cultural de Occidente, y ello ha determinado la elección de
entre otros), ,el concepto de verdad ha perdido su valor ontológico y abso- determinadas estructuras textuales, y ha guiado sus estrategias de veridic-
luto y se entlend~ como u~a categoría pragmática y relativa a los marcos ción: desde la inicial consideración como magistra vitae, subrayando su
culturales, a los tipos de discursos y a los sistemas de creencias vigentes. valor ejemplificador y modelizante (R. Koselleck, 1979: 41-66), hasta la
Por tanto" hay q~e. hablar, en plural, de verdades parciales, sujetas a incredulidad y sospecha contemporáneas que recalca la imposibilidad de
co~trovers,I~, pro~lslOnal~s, verdades que se confirman o desconfirman en diferenciar la historia de la novela, tan inventadas y ficcionales resultan una
la mteracción s~clal, mediante acuerdos sociales, institucionales o interper- y la otra.
sonal~s. No existen las verdades a priori, sino siempre a posteriori: un
enunciador pretende convencer a sus destinatarios de que su enunciado es
verdad en el modelo de realidad que ambos comparten y, si la persuasión

7 In~eres~ menci~nar aquí el concepto de interpretante de Peirce en su aplicación a la


mlme,sls literaria, e~to es, a la relación entre literatura y realidad. Entre el referente
o deslgnatum} el signo o represell~amell se interpone siempre un tercer elemento
pues lo ~eal solo se apreh~nde en virtud de un filtro que puede identificarse con la
ideología, la cultura, los Intereses, etc, Entre el continuuum de la realidad y las
9 Jacques Ranciére (1992:21) ha aplicado a la historia una "poética del saber" que
representaciones tex,tu~les de la misma se interpone toda la red de códigos, esque-
tiene por objeto «l'ensernble des procédures littéraires par lesquelles un discours se
~as, creencias y OpInlOnt;S, expectativas, de manera que lo real nunca está dado
soustrait a la littérature, se donne un statut de science et le signifie».
SInO, que, es construido. Vease sobre esta cuestión Umberto Eco (1976: 133-140) y
Darío Villanueva (1992: 48-49). J 10 Para Milagros Ezquerro (1993) la diferencia fundamental entre el discurso histórico
8 y el discurso literario reside en el «semiotopo textual, y más precisamente en las
~o ob,stante, no se puede menospreciar el papel de la historia oral como recuerdan
historiadores como Gwyn Prins (1991: 144-176), relaciones que unen cada tipo de texto con sus textos-fuente» (45).
HISroRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA
43
42 CELIA FERNÁNDEZ

3. LA HISTORIA Y LA FICCIÓN HASTA EL SIGLO XIX parte, los escritores de historias ficticias buscaban Justamente lo contrari~:
hacer parecer históricos, verdad.ero.s, sus relatos I~~entados y conseguir
3.1. La historiografía en los orígenes de la prosa de ficción. La narrativa así mediante esa máscara, una dignidad que las poeticas les negaban. Los
griega. relatos de ficción en prosa, tanto las impropiamente llamadas «novelas
griegas», que surgen entre los siglos I al IV de, ~uest~a era, ~?mo los
Como punto de partida, podemos recordar el conocido fragmento de la romances medievales, van a mantener una estrechísima vinculación con la
Poética aristotélica que sienta las bases de la oposición entre historia y historiografía, cuyos temas, estilo y ~ecursos imitar~n. Del mismo m?do
poesía" : los relatos históricos admiten la inclusión de lo maravilloso, lo legendano y
lo sobrenatural":
y también resulta claro por lo expuesto que no corresponde al poeta
decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible La Historia, que surge oficialmente ~on H~rodoto, sigue admitiendo lo
según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el maravilloso y lo ingenuo. La autoexIgencIa de verdad a que se some-
poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (pues ten en sus obras los grandes historiadores ~recorromanos, ~Igunos
sería posible versificar las obras de Heródoto, y no serían menos histo- cronistas del medievo, ciertos autores renacentistas y los tra~adlstas ~e
ria en. verso que en prosa); la diferencia está en que uno dice lo que ha tiempos modernos van afirmando la historia. Nc: c.onstItuyen sm
sucedido y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es embargo la expresión de un fenómeno general. El pub.lIco bus~a ~~ la
más filosófica y elevada que la historia; pues la poesía dice más bien lo Historia, en la mayoría de los casos, matenal para su avidez de ficción.
general, y la historia, lo particular. Es general a qué tipo de hombres (C.M. Rama, 1970: 12)14
les ocurre decir o hacer tales o cuales cosas verosímil o necesariamente
que es a lo que tiende la poesía, aunque luego ponga nombres a los Todo cuanto vamos indicando revela el entrecruzamiento de temas,
personajes; y particular, qué hizo o qué le sucedió a Alcibíades. formas y estilo entre las narraciones históricas y las de ficci?~, hasta el
(1974: 157-58) punto de que se hace necesaria una revisión de la teoría tradicional, que
Sin embargo, esta oposición no resulta en absoluto tan nítida como
parece y ello se confirma cuando sabemos de los esfuerzos que los histo-
ri.adores han realizado por elaborar unas marcas de veracidad que diferen- ropeos y, pasando a airas continentes a par.lir del s.iglo XI.X y sobre lodo,en el
XX, se impone como el único modelo que nene ~alI?~z unIver~a¡'>. AdeI?as, las
CIasen claramente sus discursos de los Iiterarios". Claro que, por la otra marcas tipográficas, las fórmulas solemnes de principio o de final, las cI~as, las
referencias a fuentes, los mapas, entre otros procedimientostextuales, contribuyen
11 Hay que advertir que Aristóteles no se ocupó en ninguno de sus escritos de la a soslener el contrato de veridicción del discurso histórico,
historia, y aquí la referencia a ella sirve más bien de contraejemplo, para delinear 13 Desde la perspecliva pragmálica que aquí sostengo, I.a. v.erdad es un .efecto d.e
con mayor precisión el campo de la mímesis poética, y más concretamente, sentido, es el resultado de una estrategia comumcativadirigida a persuadir al desti-
trágica. Además, como aclara Paul Ricoeur (1983: 229), Aristóteles excluye la natario de que aquello que se cuenta es verdad, esto es, se corresponde con una
historia de su problemática del mythos: «Aristote ne se borne pas a constater que realidad de hecho. Ahora bien, la credibilidaddel texto histórico no depende solo de
I'histoire est trop "episodique" pour satisfaire aux exigences de la Poétique (apres la retórica textual sino que también tiene mucho que ver con los presupuestos
tout, ce jugement est aisément révocable, des I'oeuvre de Thucydide). Il dit aussi cognitivos, los sistemas de creencias, y los,"modelo.s de reali~ad" que constituyen
pourquoi I'histoire est épisodique: paree qu'elle rapporte ce qui est réellement a una comunidad hislorico-cultural. ASI, los gnegos creian en sus mitos y
arrivé; or le réel, a la différence du possible que le poete concoit, et qu'illustre la admitían la existencia real de esos seres eXlraordinarios que poblaban los relatos de
péripétéia, implique une contingencequi échappe a la rnaitrise du poete», los viajeros que contaban "lo que habían vislo". Por ello, suscribo la afirmació~
12 El afán de diferenciar el texto histórico del texto de ficción se manifiesta en la de Jean Molino (1975: 205): «Ce n'est pas le contenu littéral d'un texte qui
codificación de "marcas de historicidad". «Ya hemos referido '---diceJorge Lozano perrnet de le ranger plutót du cóte du réel ou plutót du colé de la ~ction: c'est
(1987: 128)-,- ... las de tipo "yo he visto" o "yo he oído de una persona creíble l'intention de l'auteur el de ses lecteurs ou auditeurs, ce qu'on pourrait appeler la
que ha visto lo que yo refiero", a las que, según Pomian (1983, apud Lozano typologie pragmatique du récit». .
1987: 154) pertenecerían, sin tener en cuenta otras diferencias, las antiguas histo- 14 Es necesario advertir, como precisa Fernando Cabo (1994: 215-219), que la hl~to.
riografías china, griega y romana, al igual que las historiografías medievales; riografía y la ficción literaria surgen «frente ~I m~lo y son las d?~, en esa rnedl.d,a,
china, árabe, turca, bizantina, eslava y occidental, sea en latín o en lenguas producto del logos, del cambio culiural que.ImplIca. la s~spenslO.n, de la adh~slOn
vernáculas. El otro tipo, resumido en la fórmula "he constatado estudiando las epistemológica al mito. Y durante mucho tiempo historia y ficcI?n I?antuvI~ron
fuentes", (...) es, según el mismo autor, el tipo de historia que comienza en Italia una diferenciación muy poco rígida, en cuanto que no ocupaban ámbitos estricta-
en el siglo XV, se propaga en los siglos siguientes en los diferentes países eu- mente delimitados».
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 45
44 CELIA fERNÁNDEZ

Se distingue de ella porque cuenta historias de amor y de aventuras, en


arranca de las t~si? ,hegel~anas y se consolida con G. Lukács (1920), de que
los relatos de ficción denvan de la decadencia de la epopeya. Parece claro la tradición de la Comedia Nueva.
que en los oríg.e~es de l.a nar:ativ~ ficcional intervinieron elementos proce- La citada conexión con la historiografía ha llevado a algunos estudiosos
de.ntes de tradiciones hteranas .dlversas I5, pero el modelo más próximo y como Tomas Hagg (1987) a situar en alguna de estas novelas, en concreto
eficaz pa.ra ~l. relato de hechos Inventados lo proporcionaban sin duda los en Quéreas y Calírroe de Caritón de Afrodisias y en los fragmentos de
relat~s históricos puesto que, como afirma Ricardo Senabre (1987: 103),
Metíoco y Parténope, los principios de la novela histórica. A pesar de que,
ofrecían como apunta García Gual (1993: 64), la novela de Caritón presenta rasgos
comunes a los que caracterizan a las novelas históricas!", ~o.s parec~ que
narración, descripciones, retratos, diálogos, arengas, mensajes, refle- verla como precursora del género supone caer en lo que Philippe Lejeune
xiones y en general todos los elementos que la novela incluirá entre sus (1975: 313) llamó «l'illusion de l'éternité» de los géneros. Esta ilusión es
componentes. Ni cronológica ni estructuralmente puede sostenerse que resultado de una actitud histórica que lleva a redistribuir sin cesar los ele-
la novela br<?te de la epopeya. Su punto de partida es la historia, y si a mentos del pasado en función de categorías actuales. El anacronismo
ve~e~ se advI~~ten en la novela rasgos épicos es porque ya en la historia consiste en pretender que ciertos rasgos pertinentes en el análisis moderno
existían también. de la novela histórica desde el Romanticismo tuvieron entonces la misma
pertinencia en la construcción del mundo ficcional y en el tipo de comuni-
?n e.\ mismo sentido se pronuncia Daría Villanueva en su artículo cación con el lector. El decorado más o menos histórico de algunas de estas
«Historia, realidad y ficción en el discurso narrativo» (1989b: 117):
novelas, y los personajes históricos que aparecen no son más que recursos
Todo parece avala~ co.mo ,u~a ley g~neral, válida para todas las litera- de verosimilización de las aventuras amorosas de la trama, y en absoluto
turas, una secuenc.la. diacrónica del tipo epopeya-historia-novela en lo están al servicio de la construcción de un mundo ficcional que quiere ser
referente a la aparición de los géneros narrativos. reconocido por sus lectores como la representación de su propio pasado
histórico": Como desarrollaré más ampliamente en el capítulo siguiente,
En efecto, tal proceso puede detectarse en la novelística griega: una novela histórica sólo llega a serlo cuando el lector identifica a algunos
tanto por su forma (larga narración en prosa de estructura abierta)
c~mo por sus decorados (1a acción se sitúa normalmente en un pasado nientes para los sacerdotes: «nos parecería apropiado que leyeran relatos históricos,
leJ~no y en un marco geográfico acreditado históricamente) la novela de los que están compuestos sobre hechos reales. Pero hay que rechazar todas las
esta emparentad~ con la historiografía helenística, que también gustaba ficciones propagadas por los de antaño en forma de relato histórico, argumentos
de efectos escénicos y de patetismos... (García Gual 1991: 218)16
amorosos y, en general, todos los por el estilo».
17 «la acción transcurre en una época distante, sus caracteres son ficticios, pero su
experiencia vital se ve conmovida por los sucesos colectivos de su tiempo y en la
trama parecen grandes personajes del mismo, siluetas históricas bien definidas. y
15 M. Bajtín entiende que la novela griega utiliza y refunde en su estructura casi también la creografía novelesca es importante en el relato, y queda bien encuadrada
tod?s I?s gé~eros de la literatura de la época: «On peut apprécier de facons diverses en ese deco~ado histórico. Incluso el mismo comienzo de la obra evoca el inicio de
la signification de I'élégie amoureuse, du roman géographique, de la rhétorique, du un texto historiográfico» (García Gual 1993: 64).
drame, du genre historiographique dans la genese du roman grec, mais on ne peut Massimo Fusillo (1989: 56-66) habla del «travestissement de I'histoire» que lleva
18
manquer d'y recormaitre un certain syncrétisme des éléments propres a tous les a cabo la novela griega. Explica que los elementos históricos sirven como una
ge~res» (197?: 241).. Todos estos elementos se actualizan y transforman sus
tela de fondo y su función es poner de relieve el tema principal que no es la
antiguas funciones al Incorporarse al cronotopo de la novela griega: «un monde reconstitución de una sociedad pasada, sino la intriga amorosa. Fusillo comenta la
étranger dans le temps des aventures». También Massimo Fusillo (1989: 19) utilización de este material más pseudo-histórico que histórico (como por ejemplo
dest.aca que ,I~ novela grie~a parece nacer de la «désagrégation de toutes les los episodios bélicos) en novelas como Quéreas y Calirroe de Caritón de Afro-
pratlques. poétiques et rhétoriques codifiées» y de ahí el que sea necesario enfocar disias..o Teágenes y Cariclea de Heliodoro. En general, la presencia de estos ele-
su estudio desde una perspectiva intertextual. Fusillo analiza cómo la novela mentos históricos sirve para dar ennoblecimiento a la intriga y autenticidad a la
reescribe los m~delo~ y g.éneros de la literatura anterior (epopeya, tragedia, ficción. En las novelas de Aquiles Tacio o de Longo, que prescinden del fondo
comedia, la elegía alejandrina, la historiografía, la oratoria, oO.) «dans le sens de
histórico, se encuentra no obstante un preámbulo que «remplit une fonction ana-
l'abaissernent "bourgeois?». logue a celle du travestissement pseudo-historique: le rornan grec donne a la
16 Para ,mostrar el solapamiento que se p.roduce entre la novela y la historia, cit; fiction sa place dans la Iittérature en prose, mais cherche parallelement a l'authen-
Garcfa Gual (1991 :228) la carta que Juliano escribe a Teodoro, el Gran Sacerdote
de Asia, en el año 363, en la que le aconseja acerca de las lecturas más con ve- tifier et a l'ennoblir» (66).
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 47
46 CELIA FERNÁNDEZ

de sus componentes básicos como "históricos". Para ello hace falta, entre honradamente que mis predecesores, pues al menos d.iré una v~r~ad al
confesar que miento. Y así, creo librarme de la acusación del público al
otra~ cosas, la adquisición. de ~na conciencia histórica tal y como se forja a reconocer yo mismo que no digo ni una verdad. Escribo, po.r tanto,
partir del XIXI9, una conciencia de la temporalidad y de la ruptura entre el sobre cosas que jamás vi, traté o aprend.í de otros, que. no existen en
pasado y el presente de la que carece la novelística griega. En mi opinión, absoluto ni por principio pueden existir. Por ello, mis lectores no
lo que evidencian estas novelas griegas es el hecho de que la narrativa deberán prestarles fe alguna (\ 981: 180-18\).
ficcional más temprana encuentra en los relatos históricos una estructura
imit~~l~ en sus formas y en algunos de sus contenidos para conferir Luciano se propone parodiar tanto a los escritores de ficción que hacen
credibilidad a las aventuras amorosas de los protagonistas. declaraciones de historicidad y solicitan el crédito de sus lectores, como a
Además, conviene recordar que la historiografía griega se basaba en la los historiadores, que se atreven a asegurar que han visto hechos totalmente
observación directa de los hechos; el "yo he visto" valía como una garantía fabulosos e imposibles. Así advierte a sus lectores que en su obra
de verdad y apuntalaba la fiabilidad del autor por su calidad de testigo de
los hechos que narraba. Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Polibio... dan no sólo les atraerá lo novedoso del argumento, ni lo gracioso de su
plan, ni el hecho de que ,c~nta~os men~iras de todos I?s c?lores de
preferencia a la historia del presente o del pasado inmediato puesto que la modo convincente y verosímil, sino ademas ~I que cada hlst?na ~punta,
verdad de lo que narran no necesita justificarse como tal verdad desde el no exenta de comicidad, a alguno de los antJgu~s 'poetas, hlstona~ores
momento en que es sostenida por un testigo de vista. Conocer es ver. El y filosófos, que escribieron muchos relatos prodigiosos y legendanos.
pasado (el tiempo antiguo) queda como territorio del mito, de la tradición (1981: 179)
legendaria. Por eso los historiadores insisten en que su labor se basa en la
"i~vestigación", en la razón y en la experiencia. Tucídides especialmente Novela e historia caminan, pues, muy próximas desde la Antigüedad sin
deja el pasado fuera de la historia y trabaja con los datos del pasado que sea factible establecer fronteras ní,tidas entre las dos formas de
próximo y del presente para elaborar un relato verídico. narración ni en los mecanismos formales ni en los efectos sobre el lector.
En él. culmina ese proceso de desconfianza y de acribía histórica, que
prescinde de las leyendas poéticas para afirmar la tarea seria del histo- 3.2. Conexión de la historiografía y el romance en la Edad Media y el
riador. Lo mítico, como la guerra de Troya, queda abandonado a los Renacimiento. La historia fingida
poetas?", «que mucho mienten» (decía Salón), y los sacerdotes.
(García Gual 1981: 15) La narrativa de ficción durante la Edad Media carece de una denomi-
nación concreta, y aparece bajo una terminología confusa t~! como "libro:',
Sin embargo, la posición de Tucídides no puede generalizarse y era "historia" "tratado", entre otras razones por la escasa atención que la teona
frecuente que los historiadores incorporasen a sus historias aventuras o literaria dedicó a estos géneros de ficción en prosa. La crítica española,
sucesos fabulosos ocurridos en lugares muy distantes y en tiempos sobre todo desde el XVIII, aplicó el término de "novela" a estas narra-
remotos. A ellos alude en tono irónico Luciano en el prólogo a sus Relatos ciones y así se hablaba de "novelas pastoriles", "novelas de caballerías", o
verídicos, en el que defiende el derecho a narrar historias ficticias (el dere- de "novela bizantina" con lo que no sólo se caía en un flagrante anacro-
nismo puesto que en s~ época ninguno de esos rela!os recib!ó tal n?mbre ,
21
cho a mentir) sin tener que hacerlas pasar por lo que no son, por verdades.
Así, deseoso de narrar historias, sino, lo que es más grave, se solapaban y o.scurecIa~ l.as dlferenCI.as,en.tre
La Diana, El Amadís de Gaula o El Lazarillo al calificarlos con idéntico
y como nada verídico podía referir, por no haber vivido hecho alguno marbete.
digno de mencionarse, me orienté a la ficción, pero mucho más

19 No pretendemos afirmar que antes del XIX no exista conciencia histórica. Lo que 21 Es interesante la precisión que hace Javier Blasco (1993: 22-33) ac~rca de que el
sucede es que en el XIX se desarrolla una nueva percepción del tiempo que término "novela" en la época de Cervantes aludía a formas narrativas breves, y
establece la discontinuidad entre el ayer y el hoy, una ruptura que es necesario sol- posee un significado muy preciso: «narración equívo~a de una acción c~ntra~~ en
ventar a través de la historiografía y de la novela histórica (véase Donald M. . un único suceso, próximo al tiempo de los lectores, SIn concesión a la dlgre~lO,n».
Lowe, 1982). Esta "novela" se oponía a "historia" o a "libro", términos con los que se definía a
20 Debe tenerse en cuenta que los mitos fueron la gran materia de la que se nutrió la' las narraciones extensas (o romances). Blasco advierte que Cervantes a~)fe el
literatura hasta la época helenística. Como ya señalé en otro lugar, la histo- camino a la novela moderna al establecer un diálogo entre el romance, la historia
riografía no se opone en principio a la ficción, sino al mito. y la "novela" tal y como sela entendía entonces.
48 CEUA FERNÁNDEZ HISlDRlA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 49

Como es sabido, la crítica anglosajona distinguió dos términos, el de Así pues, pertenecen a la categoría de romance> las narraciones de
romance para la narrativa de aventuras, idealizante y fantástica, y el de ficción predominantes en la Edad Media y en el Renacimiento hasta las
novel para los relatos centrados en asuntos realistas y cotidianos. El libro primeras décadas del XVII (con la excepción de las novelas picarescas y,
de Clara Reeve Progress ofRomance, publicado en 1785 22, constituye uno en parte, del Quijote). Ahora bien, la narrativa romance no se extingue en
de los estudios más perspicaces acerca de la diferencia entre ambos tipos de ese periodo cronológico, sinoque resucita con vigor en el Romanticismo y
narrativa ficcional, diferencia que no es sólo cuestión cronológica sino se continúa en la actualidad con la narrativa de aventuras, la de ciencia-
fundamentalmente tipológica. El libro, escrito en forma de diálogo entre ficción (E. C. Riley 1986: 23), la novela de terror, o la novela hispanoa-
tres interlocutores, dos mujeres y un hombre, pretende distinguir las dos mericana de lo real maravilloso (D. Villanueva y 1. M" Viña Liste 1991: 42-
especies de ficción que son el Romance y el Novel, y trazar la evolución 46).
del Romance desde sus orígenes hasta la actualidad. Aunque volveré a El romance y la novela no son tipos incompatibles y existe un margen de
hacer mención de esta obra más adelante, incluyo aquí la conocida distin- combinación y superposición de ambos. De hecho, veremos cómo la
ción puesta en boca de Euphrasiac:
novela histórica supone una forma de fusión entre los procedimientos del
T~e Romance is an heroic fable, which treats of fabulous persons and romance y las nuevas técnicas de la novela.
things. -The Novel is a picture of real life and manners, and of the
times. in which is written. The Romance in lofty and elevated language,
descnbes what never happened nor is likely to happen.- The Novel
gives a familiar relation of such things, as pass every day before our
eyes, such as may happen to our friend, or to ourselves; and the usos de "romance" en la Edad Media y el Prerrenacimiento, quien «demuestra que
perfection of it, is to represent every scene, in so easy and natural a romance significaba una composicion de considerable extensión, destinada a un
manner, and to make them appear so probable, as to deceive us into a público poco letrado, primero en verso con los escritores del mester de clerecía, y
persuasion (at least while we are reading) that a!l is real, until we are luegoen prosa hacia principios del XV, y que sus temas amorosos y aventuras
affected by the joys or distresses, of the persons in the story, as if they inverosímiles y fantásticas eran siempre en gran parte ficticios, aunque también se
were our own (Evening VII, 1930: JII). !legó a denominar con la misma palabra ciertas crónicas durante el
Prerrenacimiento» (141). Por ello, la voz romance aplicada a las narraciones de
Entre la crítica española se han alzado voces en defensa del uso del ficción no es un galicismo, como pretendía Hermosilla, sino una acepción
término romance en castellano (véase A. Deyermond 1975). Gonzalo castellana arcaica que se recupera en el XVIII por el interés que eruditos como
Sobejano (1978: 66) argumentaba que Martín Sarmiento, el marqués de Valdeflores y Tomás Antonio Sánchez sienten
hacia la literatura antigua de Castilla (140-141).
sería de desear que la crítica española cualquiera que fuere su esti- Así pues, romance y novela funcionaban de forma sinónima en los manuales de
mación por la narrativa heroica, se habituase a usar el término retórica y poética de fines del XVIII y principios del XIX (144-145), aunque
"romance" para designar toda narrativa de este tipo -medieval y Sebold (145-46) apunta el caso de José Luis Múnarriz quien, en su Compendio de
posterior- a distinción de "novela", que ya padece suficiente carga las lecciones' sobre la retórica y bellas letras de Hugo Blair (1798-1801), se sirve
semántica con representar la narrativa común, cotidiana, crítica, realista, de la voz romance «para aludir a las largas narraciones caballerescas compuestas
moderna o como prefiera calificársela>. «en los siglos bajos», o sea, <dos romances de caballería andantesca, que presenta-
ban una caballería ideal, aún más extravagante de la que hubo en realidad».
Véase además E.C.Riley (1986: 17-40) quien, siguiendo la propuesta de
22 Sobejano, distingue romance y novela, enumera los rasgos básicos del romance
El título completo del libro es The Progress of Romance, through Times, relevantes para Cervantes y su época, y señala como fuentes del antiguo romance
Countries, and Manners; with Remarks on the good and bad effects of it, 011 them <dos cultos religiosos, el drama, la épica y la historia» (29).
respective/y; in a course of evening conversations. Utilizo la edición de 1930, 25 Gillian Beer (1970) en su estudio acerca de la historia y evolución del romance
New York, The Facsimile Text Society.
23 señala como rasgos de este tipo de ficción los siguientes: «We can think rather of
Pocas líneas antes, la misma Euphrosia había anotado la confusión en el uso de a cluster of properties: thethemes of love and adventure, a certain withdrawal
los dos términos: «The word Novel in all languages signifies something new. It from their own societies on the part of both reader and romance hero, profuse sen-
was first used to distinguish these works from Romance, though they have lately suous detail, simplified characters (often with a suggestion of allegorical signi-
been confounded together and are frequently mistaken for each other» (11O). fiance), a serene intermingling of the unexpected and the everyday, a complex and
24
Russell P. Sebold (1983: 143) explica que «en la segunda mitad del siglo XVÜÍ, prolonged succesion of incidents usually without a single climax, a happy ending,
se restablece del todo el uso de romance = relato extenso en prosa de sucesos fuera amplitude of proportions, a strongiy enforced code of conduct to which all the
de lo común». Cita las investigaciones de Miguel Garci-Gómez (1974) sobre los characters must cornply» (1970: 10),
50 CELIA FERNÁNDFZ HISlDRlA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA SI

- Historiografía medieval y romance Al enfrentarse con la tarea monumental de establecer la continuidad


histórica entre el mundo medieval y el mundo antiguo, -explica
. En primer lugar es necesario insistir en que hasta el siglo XVI no hay Fogelquist (1982: 30)- los historiadores de los siglos XII y XIII se
preocupación por trazar las fronteras entre lo real y lo inventado, lo hallaron, con frecuencia, ante lagunas en sus fuentes escritas. Tal
verdadero y lo ficticio. Por lo mismo, tampoco cabe hablar de separación escasez de datos dio lugar a la extensa elaboración imaginativa, no sólo
entre narrativa histórica y narrativa romance, ni por los hechos que se de fuentes escritas, sino también de fuentes orales. De ese modo, sobre
narraban, pues ambas incluían elementos maravillosos e inverosímiles, ni, el abismo del olvido de los primeros siglos de la era cristiana, se
por supuesto, en el terreno teórico o normativo que no reconocía la tejieron extensas narraciones que se hacían cada vez más fantásticas
mientras más se extendía la elaboración. En realidad, la labor del
autonomía de la ficción narrativa e identificaba ficción con mentira>. James
historiador de los siglos XII y XIII, en ciertos momentos, no dista
D. Fogelquist (1982: 205) en su estudio sobre el Amadís y la historia mucho de la del novelista moderno al borrarse en sus obras, con
fingida subraya esos límites borrosos: frecuencia, las fronteras entre lo histórico ylo inventado.
En la narrativa peninsular de los siglos XIII a XVI, existe una compleja Un buen ejemplo de esta manera de componer historia lo tenemos en la
relación simbiótica entre el relato supuestamente verdadero y el pura-
famosa e influyente obra de Godofredo de Monmouth Historia Regum
mente ficticio. ¿Dónde termina lo verdadero y comienza lo ficticio en
el relato de las hazañas de Hércules en la conquista de España que se Britanniae (ca. 1137), que divulga en Europa, por vía culta, las leyendas y
halla en la Primera Crónica General? ¿Dónde está la frontera entre tradiciones orales celtas sobre la figura del rey Arturo. La obra conoce una
historia y ficción en la Gran Conquista de Ultramar? ¿Es fábula o es enorme difusión y desde mediados del XII son escasos los historiadores
historia la Crónica Sarracena de Pedro del Corral? que no la citan como una crónica veraz y auténtica, como una autoridad
sobre el pasado británico (véase E. Willianson, 1984: 33-34). Al mismo
La ~abal intelección de la narrativa medieval y renacentista requiere, por tiempo, esta obra es una de las fuentes fundamentales del desarrollo de los
tanto, insertarla en el marco genérico de la "historia", y no de la ficción, romances artúricos que avanzado el siglo XII, compondrá en Francia
categoría aún no operativa en la cultura de la época. Chrétien de Troyes.
La renovación de los estudios clásicos en Europa durante los siglos XII
y XIII impulsa el desarrollo del romance medieval que nace en estrecha
relación con las preocupaciones de la historiografía de la época, interesada entre Hispania y la mitología clásica heredada generalmente por los países
románicos. Corresponde esto a una época en que el reino de Castilla estaba intere-
en entroncar las dinastías europeas a la tradición histórica del mundo sado por su influencia política en Europa». Sigue diciendo Tate que tras Alfonso
clásico>.
X hasta finales del XV decae el interés del historiador por el mito clásico en la
medida que no se hace política europea a gran escala. Pero a finales del XV,
26 Castilla vuelve al escenario europeo y busca la estima internacional. Aparece
No debe olvidarse, en palabras de Mario Vargas Llosa, que lo que caracteriza el entonces en 1498 la obra de Annius Viterbo que incluía una sección titulada «De
mundo de los romances medievales es «una indivisible totalidad en la que con- primis temporibus et quatuor ac viginti regibus primis Hispaniae et ejus anti-
viven, sin discriminación y sin fronteras, hombres de carne y hueso y seres de la quítate» en la que sus «revelaciones» enlazan a Hércules con la mitología egipcia,
fantasía y del sueño, personajes históricos y criaturas del mito, la razón y la pues se convierte en hijo de Osiris que «al parecer, había hecho también una visita
sinrazón, lo posible y lo imposible. Es decir, la realidad que los hombres viven a España mucho antes que el héroe mismo». Advierte Tate que otros países como
~bjetivamente (sus actos, sus pensamientos, sus pasiones), y la que viven subje- Inglaterra y Francia también andaban rastreando sus antepasados en los mitos
nvamente, lo que existe con independencia de ellos y lo que es un exclusivo antiguos.
producto de sus creencias, sus pesadillas o su imaginación» (citado por Francisco La ascensión política de España suscita nuevos brotes de la historia mitológica
Rico, 1990: 58). Puede verse además Vargas Llosa (1991: 11-17) y Edwin que alcanza su punto culminante en Ocampo. «Ocampo fue más consciente que su
Williamson (1984). predecesor de la aureola que confiere la historia mítica. Creaba un pasado para
27 Robert B. Tate (1970: 13-32) estudia el papel de la mitología en la historiografía acomodarlo al ego hinchado del presente. Manejando tanta literatura histórica
española de la Edad Media y del Renacimiento y destaca cómo el uso de los mitos grecorromana como hoy disponemos, Ocampo no hace una obra a base de
clásicos (como el de Hércules, por ejemplo) venía justificado por el deseo de los selección y comparación del material, sino una creación literaria, un símbolo es-
historiadores de otorgar unos antepasados ilustres a la monarquía española, según piritual de la España del siglo dieciséis. Tal era la respuesta dada finalmente al
el modelo de Eneas y la fundación de Roma, y de suministrar una conciencia requerimiento de los miembros de las Cortes de componer una historia general de
étnica a los españoles. «El primer paso lo dio el Toledano; el segundo Annius d~ España mucho antes de que Ocampo fuese nombrado historiador oficial» (29-30).
Viterbo, o con referencia propiamentea España, Antonio de Nebrija. En el primer Es interesante constatar que la historia mitológica de España no cesa hasta el siglo
caso se elaboró la leyenda de Hércules para simbolizar una conexión respetable XVIII.
52 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELANOVELA l:n~TÓRlCA '53

La introducción en España de la materia de Bretaña y de la de la El romance de caballerías español se genera pues a partir de la con-
Antigüedad clásica se produce a finales del XIII y comienzos del XIV. fluencia de diversos modelos genéricos, entre los que destaca el modelo
Primero encontramos la composición de historias de tema clásico y más historiográfico. Señala Pedro Ruiz Pérez (1993: 47) que a esta vinculación
tarde la traducción de las narraciones de tema artúrico (Fogelquist, 1982: entre la historia y la novela contribuyeron otros procesos culturales como la
36-37). Esta actividad narradora está muy próxima en el tiempo con la evolución de la historiografía medieval a lo largo del XV31
labor historiográfica de Alfonso X, de modo que en ese período se dan tres
manifestaciones del género de la historia en castellano: las traducciones de desde los grandes cronicones o historias generales hasta las crónicas de
tema artúrico, las composiciones de historia clásica y la historia de Alfonso sucesos particulares, superando incluso las crónicas de reinados, para
X28. Las tres van a influir, aunque con diferente incidencia, en la constitu- diversificarse en fórmulas como las semblanzas históricas, las
ción del género de los romances de caballerías españoles del XVI. biografías, los relatos de hechos heroicos o caballerescos, las crónicas
de viajes, etc., preparando el advenimiento de las formas historiográfi-
La obra de Alfonso X, fundamental en la creación de la prosa cas humanistas, desarrolladas en el Quattrocento italiano y apuntadas
castellana>, no es en absoluto ajena a las ficciones caballerescas sino que ya por Nebrija.
les suministra recursos y técnicas fundamentales para la estructura de las
narraciones. Frida Weber de Kurlat (1967) ha cotejado el Amadís de Las formas narrativas en prosa comparten un mismo ámbito y se inter-
Montalvo con la Primera Crónica General de Alfonso X y ha advertido la cambian temas y procedimientos como había ocurrido en épocas anteriores.
presencia en el romance de fórmulas para la conexión de unos episodios Su diferencia reside en el nivel pragmático: unas dicen verdad, otras
con otros tomadas de la crónica: fórmulas de "nexo interno" que sirven "fingen" decir verdad pero mienten (véase Willian Nelson, 1973).
para resolver el problema de las acciones simultáneas de los distintos
personajes y marcan también el desplazamiento local: «Aquí el autor dexa -El prólogo al Amadis de Gaula: la "historiafengida"
de contar desto y torna a hablar...»; fórmulas de "nexo externo", que
conectan al autor con el lector: «Agora sabed», «como lo ya hauéys oydo», El prólogo de Garci Rodríguez de Montalvo al Amadís de Gaula (1508)
«lo que adelante oyréys», «como adelante la historia contará», etc. Tales es un texto básico para comprender cuál era la repartición del territorio de la
fórmulas de nexo externo proceden de la historiografía alfonsí y se hallan "historia". Distingue Montalvo tres tipos de historias:
ausentes de las traducciones castellanas medievales de las historias fingidas
artúricas y son escasas también en las crónicas del siglo XV30. a) las historias de griegos y troyanos, escritas para dejar memoria de los
grandes hechos de armas y de sus protagonistas y para provocar la
admiración de los lectores. Sus autores se basan en hechos reales pero los
28
Francisco Rico (1972) explica la conexión que se establece en la General Estoria
embellecen incorporando una gran dosis de invenciónv;
entre Júpiter y su linaje, y el rey Alfonso X, conexión mediante la cual <da
General Estoria, la historia universal, se convierte en cierta medida en historia
propia, en historia de familia» (114). «Por otra parte, el interés de Alfonso por la transición presentes casi exclusivamente en las crónicas alfonsíes (yen la de
antigüedad, la convicción de que podía tomarla como modelo y hasta superarla, la Pulgar), y ausentes casi por completo de las traducciones castellanas de las narra-
conciencia de continuidad respecto a ella (aunque a muchos propósitos la diera por ciones artúricas, es evidente el deseo de simular no sólo la estructura sino también
definitivamente conclusa) eran lo bastante intensos como para permitirnos conje- el estilo de las crónicas nacionales» (Fogelquist, 1982: 122).
turar que el parentesco con Júpiter y su linaje, que hoy nos hace sonreír, tenía para 31 Ya Robert B. Tate (1970) había llamado la atención acerca de la importancia que
el Rey un sentido valioso, efectivo, perfectamente inteligible» (115). adquirió la historiografía en la España del siglo XV, cuyo propósito era recuperar
29
Señala Cacho Blecua que la prosificación de los cantares de gesta que Alfonso X la tradición historiográfica rota por los godos. Muestras de esa importancia son la
incorpora como fuente para sus narraciones históricas provocó una evolución en la atención que la nobleza, el clero y los letrados le consagran, el incremento de las
historiografía: «La incorporación a la Estoria de España de los temas novelescos crónicas oficiales y la evolución de la figura del historiador que pasa de ser un
épicos y la libre manipulación de las fuentes a la que se acostumbraron los escribiente a convertirse en un erudito de formación universitaria (280-281).
cronistas post-alfonsíes facilitaron el desarrollo de un arte nuevo de historiar, más El prólogo de Fernán Pérez de Guzmán a sus Generaciones y semblanzas (: 1450)
rico en elementos retóricos y más dramático y vivo, y cuya importancia para la es muy expresivo del afán de los historiadores por devolver la credibilidad a la
formación de la prosa española no se ha tenido muy en cuenta» (1987: 36). historia depurándola tanto de los elementos maravillosos como de la servidumbre
30
El recurso del entrelazamiento se usaba en el momento de la creación del Amadis a los poderosos.
primitivo tanto en la historiografía como en las narraciones artúricas en prosa, y ·32 Montalvo cita como ejemplo de esta categoría de historia la Gran Conquista de
por tanto los autores del Amadis y su refundidor lo tomaron de ambas fuentes. Ultramar, traducción castellana de finales del XIII de la Estorie de Eracles
«Sin embargo, en el empleo directo de toda una serie de fórmulas narrativas de Enipereur et la conqueste de la terre d'Outremer, versión francesa de la Historia
54 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 55

b) las. historias verdaderas, cuyo ejemplo es Tito Livio, que se opone a de materia clásica, las crónicas alfonsinas, la Gran Conquista de
las antenores porque en su Ultramar, la Caída de Príncipes de Bocaccio y las crónicas reales de
Castilla del siglo XV (1982: 207).
grande histori~ no se hallará ninguno de aquellos golpes espantosos, ni
encuentros milagrosos que en las otras historias se hallan, como de
- El recurso al manuscrito
aqu~1 fuerte Héc~or se recuenta, y del famoso Achiles, del esforcado
Trollos. y del valiente Ajaz Thalamón, y de otros muchos de que gran
mernorra se haze, según el afición de aquellos que por escripto los A pesar de la declaración de Montalvo, el Amadís se va a presentar a los
dexaron (Edición de Cacho Blecua, 1987: 222). lectores siguiendo las convenciones propias de las historias verdaderas,
entre ellas la de atribuir el relato a una fuente manuscrita. Y así Montalvo
e) las "historias fengidas" que son aquellas compuestas sin el menor declara que ha introducido enmiendas y corregido los tres primeros libros,
rastro de verdad: que ha traducido y reformado el cuarto

Estos son los .que compusieron las historias fengidas en que se hallan con Las Sergas de Esplandián, su hijo, que hasta aquí no es en memoria
las cosas admirables fuera de la orden de natura, que más por nombre de ninguno ser visto, que por gran dicha paresció en una tumba de
de patrañas que de crónicas con mucha razón deven ser tenidas y piedra, que debaxo de la tierra en una herrnita, cerca de Constantinopla
llamadas (223). . fue hallada, y traído por un úngaro mercadero a estas partes de España,
en letra y pargamino tan antiguo, que con mucho trabajo se pudo leer
~ontalvo i.ncluye su obra dentro de esta última categoría, es decir, la por aquellos que la lengua sabían (224-225).
consl~era un tipo de "historia" y la justifica por su valor de ejemplo moral,
del mismo modo que desde la segunda mitad del XIII se venía subrayando Encontramos, pues, establecido el procedimiento de fingir que la histo-
el valor didáctico de la historia>. ria procede de un manuscrito escrito en una lengua sabia>, salido de la
pluma de algun testigo directo de los hechos, encontrado en circunstancias
. ~ar~ Fogelquist sería conveniente incorporar a nuestro léxico crítico las
azarosas, mandado traducir y finalmente ofrecido a los lectores por el
distinciones de Montalvo y abandonar la oposición entre novela y crónica:
autor-editor (véase D. Eisenberg, 1982: 119-129)35. Se aúnan en este
El al!1plio concepto genérico que expone Montalvo tiene la gran recurso convenciones o marcas de veracidad de larga y antigua tradición.
ventaja de destacar la relación de forma, estilo e ideología que existe en Por una parte, el valor del libro y de la escritura como garantes de la
gran parte de la narrativa peninsular de los siglos XIII al XVI, entre el verdad, creencia arraigada durante toda la Edad Media, y por otra parte, el
relato supuestamente verdadero y el de pura ficción. Cuando lo apli- testimonio de un testigo ocular y directo de los hechos. Es la adtestatio reí
camos al Amadís, por ejemplo, la gran obra de Montalvo se nos revela visae, que ya servía de criterio de veracidad en la historiografía griega, y
como una síntesis de elementos estructurales, didácticos y estilísticos que también se encuentra en los relatos de Dares y Dictis sobre la
que se derivan de diversas manifestaciones de la historia de los siglos
XIII a XV: las traducciones castellanas del ciclo artúrico, las historias

reruni in partibus transmarinis gestarum de Guillermo de Tiro. Se trata de una 34 «Hasta el Renacimiento no se impone en Europa la idea del vigor y dignidad de
crónica novelada de las cruzadas a Tierra Santa que incorporó leyendas e historias las lenguas romances, que se mantenían hasta entonces oprimidas por el testigo
fantásticas como la del Caballero del cisne, que venía a explicar los antecedentes' tradicional de las lenguas sabias como vehículos de cultura sacra o profana; este
de Godofredo de Bouillón. La Gran Conquista, no obstante sus episodios noveles- complejo de inferioridad lingüística fuerza al escritor a inventar un original en
cos, fue tenida por crónica verídica en los siglos XIV y XV. lengua sabia que le sirve de modelo y que él, sin mudar una letra, ha traducido a
33
James Fogelquist (1982) basa su estudio del género de la «historia fingida» en este una lengua romancepara que pueda ser leido o escuchadopor un número mayor de
prólogo de Montalvo. Considera que, siguiendo la tipología establecida por el personas» (A. Blecua «Prólogo» a su edición de Libros de caballerías, Barcelona
autor (que Fogelquist denomina «historia verdadera», «historia de afición», 1969:8; tomo la cita de Cacho Blecua 1987: 96).
«historia fingida», 13), el Amadis debe insertarse dentro del género de la historia. 35 «Closely related to theirpseudo-historicity is a second characteristic of all the
y para probarlo estudia los elementos temáticos, retóricos y estilísticos que Spanish romances of chivalry, their deliberate inconclusiveness». Este rasgo se
Montalvo to~a, de las crónicas verídica~. ~or otro lado, no debe olvidarse su carác- relaciona directamentecon la historiografíaa la cual se le permitía cierto grado de
ter de obra didáctica, aspecto en el que insiste Montalvo y que deriva directamente arbitrariedaden la conclusión de sus obras. Los autores de romances de caballerías
de las crónicas reales de los Reyes de Castilla, pues a partir de la segunda mitad simulándose historiadores acentuaron deliberadamente la artificialidad de los finales
del XIII, se subraya el valor didáctico de la historia. de sus obras (Daniel Eisenberg, 1982: 128).
56 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 57

destrucción de Troya>, o en la Crónica Sarracina (1434), que recrea la confirmar la semejanza entre las historias verdaderas y las historias fingi-
leyenda de Don Rodrigo (Cacho Blecua, 1987: 91-92). das, cuyos efectos resultaban idénticos entre los lectores".
La ficción, por lo tanto, se acoge al amplio y tolerante territorio de la Las críticas de Mexía no son algo aislado en la época. Como recuerda
narración histórica. Los autores de romances trataron de resolver el estatuto Nieves Baranda (1991: 230-231) por el lado moral se habían manifestado
de sus o~ras, abolie~do ? :ebajando el lado ficcional y acentuando las autores como Juan Luis Vives (1529), Antonio de Guevara (1539), Alejo
declaraciones de historicidad, Precisamente el que estos libros de Venegas (1546) o Alonso de Ulloa (1548), entre otros, y por el lado de la
caballerías se presentasen como historias verídicas es lo que provocaba la historia, podemos citar a Gonzalo Fernández de Oviedo en su Historia gen-
mayor censura de los moralistas que a lo largo del siglo XVI arremeten eral y natural de las Indias o Diego Gracián en el prólogo a su traducción de
contra ellos acusándolos de mentirosos' y sobre todo de sembrar el Jenofonte (1552).
descrédito de la verdadera historia. Así Pedro Mexía en su Historia imperial En el siglo XVI asistimos, pues, a una preocupación creciente entre los
y ces.área (1545) recomienda el destierro de esta clase de libros por ser humanistas por delimitar los terrenos de lo histórico y lo inventado, lo
mentirosos, dar malos ejemplos, e inducir a los lectores a creer en ellos. fingido. Tal afán prendió especialmente en los círculos de escritores próxi-
Para Mexía resulta «grande ignominia y afrenta a las corónicas y hystorias mos a la influencia de Erasmo, quienes trataron de limpiar la historia de los
verdade~as» el permitir que «anden cosas tan nefandas a la par con ellas» elementos fantásticos y propiciaron el abandono de la literatura imaginativa
(apud Nieves Baranda, 1991: 221)37. Sin duda la opinion de Mexía viene a en favor de modalidades más atentas a la realidad y más respetuosas con la
verdad histórica como libros de viaje, misceláneas, sátiras, diálogos, etc.
36 De hecho, Francisco Rico (1987: 48) destaca que entre 1545 y 1554, fecha
En la Edad Media nose conoció directamente la historia deTroya sinoa través de
los relatos de Dares el Frigio, De excidio Trojae historia (siglo VI) y de Dictis de de publicación del Lazarillo, salvo los libros de caballerías, la producción
Creta, Ephemeris bello Trojani (siglo IV), escritas en latín. En la introducción a de prosa de ficción es muy escasa.
la obra de Dares se nos dice que Camelia Nepote encontró en Atenas el Interesa referirnos brevemente a la novedad que supone la publicación
manuscrito de Dares y que luego se tradujo al latín. Para Gilbert Higuet, «tanto el de El Lazarillo de Tonnes. Entre los libros de caballerías y esta novelita
prefacio como el libro son supercherías. El libro es en realidad una traducción apenas se encuentra semejanza, ni siquiera oposición o parodia:
latina de algun original griego, ahora perdido, que probablemente estaba también
enprosa, y que pretendía seruna descripción cotidiana dela guerra deTroya escrita el Lazarillo y el Amadís no se veían como pertenecientes a un mismo
poruno de loscombatientes» (apud Cacho Blecua, 1987: 39). orden de cosas, a un mismo linaje de ficción y, por tanto, no se
37 pensaba en oponerlos entre sí: somos nosotros, los estudiosos moder-
A este respecto es interesante citarla Carta anónima al caballero Pedro Mexia en
defensa del Amadís que reproduce Nieves Baranda (1991: 221-236). Aquí el nos, quienes con razón percibimos que un~ y otra o.bra llevan
a.nónimo remitente defiende las «ficiones fabulosas» por su alto valor ejempla- direcciones contrarias en el modo de concebir las relaciones entre
nzante, frente a las historias verdaderas llenas de maldades: «No se hallará en narración y realidad (F. Rico, 1987: 49).
Amadís tanto exceso y grandeza de mal ni en ninguna que finja historia, porque él
solo no es bastante a imbentar tantas diversidades de males y peccados cuanto El Lazarillo se pretende cierto, verídico, pero no a la manera en que lo
aquellos q~e los inventan para executarlos teniendo poder, que es el que da sosiego pretenden las "historias fingidas". Los hechos que Lázaro cuenta no son
para yrnaginarlos. (...) Assí que cualquier ficion que tratare cosas onestas y buenas "historiables'', nada hay en ellos que merezca ser conservado en la memoria
será mejor que esta verdad, porlo qual se hade reprovar la opinión tan bulgar que y en la escritura, como sí, en cambio, merecían ser recordadas las hazañas
~or serfabuloso unlibro que debaxo defábulas persuade virtud lespongan a histo- de Amadís. El relato del pícaro resulta ser la justificación (y el intento de
nas llenas deabominables hazañas, qual es ésta. Perdone V. m, a quien engañó la exculpación) de un asunto privado, vulgar y escasamente edificante y que
verdad por amalla mucho, pues se contentó de hazañas muy malas por ser muy una vez aclarado a Vuestra Merced convendría más bien olvidar. La
verdaderas».
La novedad de esta argumentación estriba, como señala N.Baranda, en dosaspec- declaración inicial de Lázaro acerca del valor didáctico de su historia queda
tos. Porun lado, la crítica hacia el género de la historia, hasta aquíconsiderado de
alto valor didáctico, indicando que la verdad noimplica necesariamente el bien, y grandeza de la figura histórica, ni ennoblecerla o ensalzarla con actuaciones
porotro, «el que nodefiende la ficción por su similitud con la historia real, sino extraordinarias inventadas. La historia, luego, no puede ser ejemplarizante; la
que la contempla separada de aquella y válida por sí misma» (234). La ficción ficción, en cambio, sí.
queda pues colocada en un nivel superior a la historia por presentar un mundo 38 También Clara Reeve (1785: 102) en su estudio sobre el romance detecta la iden-
ejemplar y didácticamente más ú t i l . ) tidad de los efectos del romance y de la Historia: «The effects of Romance, and
En cierto modo, quedan así descalificadas las «historias de afición», pues si la true History are not very different. When the imagination is raised, men do not
historia debe contar la verdad no puede ocultar aquello que vaya en desdoro de la stand to enquire whether themotive be true or false».
58 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIAY NOVELA: POÉTICADE LA NOVELA HISTÓRJCA 59

desmentida a lo largo del relato merced a la actitud irónica del autor implí- en nuevos planteamientos acerca ~~ la verdad poética (l~ verosimilitud), la
cito que socava el discurso del personaje, introduciendo así esa dimensión legitimidad de las ficciones o la utll1d~d ~el ~e. Tal pole~ca, muy Impor-
dialógica que según Bajtín caracteriza el discurso novelesco. tante para la conformación de la teona literaria renacentls~a, se proyecta a
La ficción narrativa romance nace en los dominios discursivos de la finales de siglo en otros países europeos como Francia, Inglaterra y
historiografía, imitando sus estrategias de veridicción, sus recursos estilís- España. .
ticos, sus enlaces estructurales, y enarbolando su propósito de ejemplari- La teoría neoaristotélica penetra en España ya avanzado el siglo XVI a
dad moral. La ilusión de realidad que pretende provocar va ligada al efecto través de Cesare Scaligero en los comentarios poéticos de Fernando de
de historia. Es decir, los personajes y acontecimientos de los libros de Herrera, pero su principal propagador en español fue Alonso López
caballerías son reales porque son históricos, porque aparecen en una escri- Pinciano en su Filosofía antigua poética (1596).
tura (en el manuscrito) que certifica su existencia empírica, y no a la Uno de los pasajes más controvertid~s de la Poét!ca aristo~élic~, como
inversa. Su realidad les viene conferida por la escritura, por el libro. El no podía ser menos, fue el que dife!enctaba la poesia d~ ~a historia, !rag-
Lazarillo, en cambio, no recurre a la coartada de la historia, porque no es mento transcrito en páginas antenores. Para el Estagirita la poes.Ia se
válido ese modelo para el tipo de ficción que se está inventando. La astucia situaba por encima de la historia sobre la base de que la historia no
del anónimo autor le lleva a buscarse una forma o un tipo de discurso pertenecía a la mimesis": La historia era una copia transparente d~ lo que
caracterizado culturalmente como "real", pero también próximo, familiar a realmente le había ocurrido a unos seres humanos concretos y particulares
los lectores, la autobiografía en forma de carta: en un tiempo y un espacio precisos. La poesía, en tanto actividad mimética,
suponía elaboración o construcción de una trama (mythos) y a~canzaba un
El Lazarillo nace como carta messaggiera, en el punto exacto en que valor universal porque su terreno no era .10 .r~al, SInO «un p~sIble-general
la evolución del género facilitaba los designios del anónimo: la carta que abarca tan sólo la relación de verosimilitud o de .necesIdad entre un
del pregonero se pretendía real y resultaba ficticia, con la misma modelo de hombre (un "carácter") y los modelos de acciones verbales y no-
pirueta ensayada en las lettere vulgari (F. Rico, 1987: 69).
verbales que sele atribuyen» (S. Reisz de Rivarola, 1979: 114).
El romance, por tanto, asume inicialmente las estrategias retóricas del La verdad poética se lograba enton~es ~o ~n función d~ la fidelid~~ con
relato histórico, situando su historia en el pasado; la novela se constituye a que la obra literaria rep:~sentase el ~bJeto imitado, real, SInO e~ función de
partir de genéros de discurso ligados al presente, a la realidad contem- la coherencia y perfección constructiva del autor, de la maestna de la obra
poránea.
problemas que examinaban» (46). Cita Eisenberg fragmentos de Pigna y de
3.3. Replanteamiento de la relación historia, verdad y ficción en la segunda Giraldi Cinthio en apoyo de su argumentación. Añade además que los romanzi
mitad del XVI. La verosimilitud italianos y los libros de caballerías españoles .son obras muy diferentes. Aquel.los
son más literarios, de estructura más compleja, y conceden al amor una función
Los ataques a las ficciones caballerescas arrecian con la difusión de las predominante, mientras que «los libros españoles no sólo. pretend~n .ser historias
ideas contrarreformistas y el nuevo clima de rigor moral y seriedad reli- verdaderas, cosa que las obras italianas nu.nca hacen, SInO que ¡':lItan escritos
giosa que se instaura a partir de Trento. Pero tampoco son ajenos a los históricos y narran sus relatos de una forma Sincera, modesta y prosaica» (49).
debates que se suscitan en Italia en la segunda mitad del siglo a raíz de las El profesor Eisenberg trata de rebatir la supuesta influ~ncia dir~cta de Tasso en
traducciones y comentarios a la Poética de Aristóteles publicados por Cervantes sostenida por cervantistas como Alban Forcione o Williarn Entwistle,
autores como F. Robortello (In librum Aristotelis de arte poetica explica- y defiende que el hecho fundamental en la formación de las ideas literarias de
Cervantes radica en su lectura de la Philosophia antigua poetica (1596) de Alonso
tiones, 1548), G. Giraldi Cintio (Discorso intorno al comporre dei
López Pinciano, buen conocedor de Tasso y en concreto de los Discorsi del poema
romanri, 1554), G. Battista Pigna (I Romanzi, 1554), L. Castelvetro
(Poetica d'Aristotele vulgarirrata e sposta, 1570) o Alessandro Piccolomini eroico (38-39).
40 Entendemos este concepto aristotélico en la línea que propone Paul Ricoeur en el
(Annotarioni nellibro della poetica d'Aristotele, 1575), entre otros. Estos primer volumen de Temps et récit (1983: 55-84). En la Poétic~, los conceptos de
debates se conectan además con la polémica sobre el romanzo'? y derivaron mimesis y de mythos (trama, disposición de los hechos) son inseparables en la
medida en que la mímesis se concibe como una actividad cuyo producto es la
39 Daniel Eisenberg (1984: 37-56) matiza que el debate sobre el romanzo poco tenía trama. Por tanto, se excluye toda interpretación de mimesis en términos de
que ver con los libros de caballerías españoles:.-«Los italianos apenas estaban "copia", de "réplica" de algo previo: «L'irnitation ou la re.présen.tatio~ .es} une
dispuestos a hablar de algo despreciado en su país natal; apenas mencionan obras activité mimétique en tant qu'elle produit quelque chose, a savoir précisérnent
españolas, considerándolas de poco mérito o escasamente relacionadas con los I'agencement des faits par la mise en intrigue» (59).
60 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 61

para lograr la credibilidad del lector. Por eso, lo imposible en la realidad ciente para que lo verosímil genérico se imponga sobre el verosímil
fáctica podía ser, en cambio, verosímil en el texto poético, del mismo modo absoluto (S. Reisz de Rivarola, 1979: 117-118).
que lo posible (en la realidad), mal resuelto en la mímesis artística, podía Pero el concepto de la mímesis aristotélica y de la verosimilitud va a ser
resultar inverosímil, increíble. No en vano Aristóteles aconsejaba que debía interpretado de manera muy restringida por comentaristas tan influyentes
preferirse siempre lo imposible verosímil a lo posible increíble. como Robortello (1548), hasta el punto de que queda sin efecto la
Es interesante matizar aquí, siguiendo la lectura de Reisz de Ri varola verosimilitud genérica o poética, para imponerse la verosimilitud absoluta.
(1979), las diferentes acepciones de verosimilitud en Aristóteles que reve- Mimesis se interpreta como "imitación", copia de una realidad previa a la
lan la ambigüedad del concepto. El poeta y teórico alemán del XVIII Ch. escritura, que ya no se circunscribe sólo a las acciones humanas, como en
Gottsched ya advirtió dos sentidos del verosímil aristotélico: «la verosimili- Aristóteles, sino a cualquier otro elemento. Tal ampliación supone de hecho
tud absoluta» y la «verosimilitud hipotética» (apud Reisz de Rivarola, una restricción del alcance semántico del concepto e incluso su ubicación en
1979: 116). Ambos tipos de verosimilitud mantienen una cierta interdepen- un plano lógico diferente al aristotélico, más cercano al elaborado por
dencia. Aunque Aristóteles desvincula el concepto de mimesis de copia o Platón (véase Pozuelo Yvancos, 1993: 47-48). Mimesis va a entenderse
reproducción de una realidad previa al texto, no por ello lo considera ajeno como imitatio naturae y esta idea será la predominante a lo largo de los
a ésta. De ahí que el poeta deba respetar y ajustarse a lo que "la opinión siglos XVII Y XVIII. Desde este planteamiento, se invertía la jerarquía
común" o "los mejores" cataloguen como "real" o "posible" (verosímil aristotélica: la poesía era inferior y subsidiaria de la historia, pues. ésta
absoluto). Pero al no estar subordinada la obra a la realidad, el mundo narraba directamente lo real mientras que aquella resultaba una copla de
creado en el texto puede incorporar elementos imposibles siempre que éstos segunda mano. Así Lodovico Castelvetro (1570) entiende la historia como
resulten verosímiles de acuerdo con las reglas internas del género al que la «cosa rappresentata» y la poesía como «cosa rappresentante»:
obra pertenece, esto es, de acuerdo con el verosímil hipotético, que Susana
Reisz prefiere denominar el «verosímil genérico»!'. ...historia e narratione secondo la verita d'attioni humane memorevoli
. La verosimilitud genérica tiene que ver con la serie de reglas y conven- avenute & la poesia e narratione secondo la verisimilitudine d'attioni
cienes que constituyen la poética de cada género (de la tragedia, de la humane memorevoli possibili ad avenire, & appresso l'historia e cosa
epopeya o de la comedia) orientadas a producir el «efecto que le es rappresentata, & la poesía cosa rappresentante...
propio». Así pues, la verosimilitud genérica apunta al pacto con el lector o (apud A. Boileve-Guerlet, 1993: 30)
el destinatario, mediante el cual, y a través de una coherente construcción
formal, el lector acepta el mundo creado en la obra. De ahí el que cuando el La verosimilitud pasa a depender enteramente de la verdad histórica,
poeta trabaje con materiales históricos deba acomodarlos a la poética de puesto que ésta precede a aquella. De la historia saca la ~oesía su credib~li­
género que corresponda, someterlos a ella. Y, por otra parte, cuando intro- dad y su inteligibilidad y por eso los poeta~ deben servI.rs~ ~e personaJ~s
duzca elementos imposibles o absurdos, deba hacerlo con la maestría sufi- históricos. Esta consideración de lo verosírrul como subsidiario de la reali-
dad histórica es compartida con argumentos diferentes por autores como
Torquato Tasso, para quien la creación poética consiste en descubrir y
modificar la verdad de la historia; el arte del poeta radica en una buena
41
Refiriéndose a las censuras que pueden hacerse al arte, Aristóteles indica: «En elección y explotación de materiales históricos que son los que dan all~ctor
primer lugar, las que se refieren al arte mismo. Se han introducido en el poema la impresión de verdad que hace una obra creíble a la vez que ofrece ejern-
cosas imposibles: se ha cometido un error; peroestá bien si alcanza el fin propio plos de moral en la persona de los héroes.
del arte (pues el fin ya se ha indicado), si de este modo haceque impresione más Esta concepción restringida de la verdad poética, que lleva a someterla a
esto mismo u otra parte. Un ejemplo es la persecución de Héctor. Pero, si el fin
podía conseguirse también mejor o no peorde acuerdo con el arterelativo a estas la verdad histórica, y que, en consecuencia, coloca a la historia por encima
cosas, el error no es aceptable; pues, si es posible, no se debe errar en absoluto» de la rnímesis poética, va a ser la dominante en la crítica europea del XVII.
(Edición de Y..García Yebra 1974: 227)
«En suma -indica concluyendo este apartado., lo imposible debe explicarse o en - El Quijote de Cervantes
orden a la poesía, o a lo que es mejor, o a la opinión común. En orden a la poesía
es preferible lo imposible convincente a lo posible increible. Quizáes imposible En España, en la segunda mitad del XVI coexistían la antigua credulidad
que l?s hombres sean c~mo los pintaba Zeuxis, pero era mejor así, pues el) y la capacidad de admiración, estimulada en gran parte por los relatos de
paradigma debe ser superior. En orden a lo que se dice debe explicarse lo irra- los conquistadores de América, con un naciente empirismo, pero ya «la
cional; así, y porque alguna vez no es irracional; pues es verosímil que también necesidad de separar la realidad y la ficción se iba imponiendo en todas las
sucedan cosas al margen de lo verosímil» (233).
62 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 63

esferas y.también afectaba a la literatura imaginativa» (Riley, 1962: 257). respeto de Cervantes hacia la Historia, que se hace patente en declaraciones
En especial, se lamentaba la confusión a que eran conducidos los lectores diversas a lo largo de su obra", y en la conocida cita de Sansón Carrasco
por las J?entiras de los libros de caballerías presentados como histórica- que parafrasea el texto de Aristóteles (H, 3), le impulsa a denunciar la falta
mente CIertos. Poco a poco se abre paso un público más exigente, menos de fronteras entre la narración histórica como relato de lo realmente suce-
crédulo, que va perdiendo afición hacia los caballeros andantes. Vargas dido y la literaria, relato de hechos y personajes inventados. No habría más
Llosa (1991: 15) lo destaca para trazar el momento en el que escribe que advertir la ironía con que se manejan constantemente en el Quijote las
Cervantes: referencias a personajes históricos y a personajes imaginarios, y cómo los
relatos supuestamente históricos aparecen contaminados de elementos
Los lectores leían cada vez más con los ojos de la razón y cada vez maravillosos. Cervantes viene a reclamar un espacio propio para la ficción
':lenas con los de la fe: por tanto, se habían vuelto incrédulos para la novelesca, al mismo tiempo que exige el respeto a la verdad en la histo-
literatura caballeresca enraizada en creencias e ideales caídos en ban- riografía. Es cierto que la novela cervantina toma asiento en la complejidad
carrota. Las convenciones del romance épico tradicional resultaban y en una ambigüedad en la que la vida y la literatura, la ficción y la historia
artificiales, disparatadas, para un público que, a diferencia de su prede- se invaden mutuamente los territorios. Así lo declara B. Wardropper
cesor, buscaba que los libros le dieran claves e instrumentos para (1965): «El Quijote no desenmaraña la ficción de la historia, sino que, al
entender el mundo en que vivía en vez de apartarlo de él. Los hábitos
del lector habían cambiado. De los cuatro niveles en que leía el hombre contrario, enfoca su lente telescópica sobre esa imprecisa frontera», y es
m~dieval -el literal, el alegórico, el moral y el anagógico-, el
precisamente esa ambigüedad lo que confiere al Quijote el estatuto de
pnm~ro tomaría, a partir del racionalismo renacentista, una preemi- novela". Pero creo que, situada en su contexto, como concluye Fogelquist
nencia tal que la literatura narrativa debió, en consecuencia, mudar la
naturaleza. El resultado fue el nacimiento del "realismo" en la ficción.
42 Tras haber desmontado irónicamente la credibilidad de Cide Hamete,el narrador
~.s
en este nuevo contexto en el que adquiere especial relevancia el expone las cualidadesque debe tener el historiador: «habiendo y debiendo ser los
QUijote de Cervantes. Como ha estudiado Riley (1962: 15-34) Cervantes historiadores puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interésni el
está familiarizado con las teorías de los tratadistas italianos, tanto a través miedo, el rencor ni la afición, no les hagan torcer del camino de la verdad, cuya
del Pinciano como mediante lecturas directas, especialmente de Castelvetro madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo
por la importancia que,. co~o hemos visto, éste atribuye a la historia (Riley
pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir» (Edición de
1962: 26-27), de G. Cinthio y de Tasso, en concreto sus escritos sobre la Martín de Riquer, 1980, r, 9: 103).
43 Wardropper (1965: 248 y ss.) destaca que la preocupación de Cervantes por la
poesía heroica. Parece seguro que Cervantes conoce las poéticas de su verdad históricaestá en relación con la serie de falsificaciones históricasa las que
época en el periodo que va desde la publicación de La Galatea (1585) a la se entregaron muchos historiadores del XV. Como ejemplo de esta forma de
~e la primera parte del Quijote (1605), periodo que resulta ser el de mayor inventarse la historia, cita la Crónica Sarracina de Pedro del Corral, impresa en
I,mpacto en España de los tratadistas italianos (Riley, 1962: 32), y como 1499 y que tuvo muchas ediciones hasta la época de Cervantes -y a la que
estos se muestra especialmente interesado en dilucidar la naturaleza de la Menéndez Pidal considera «la primera novelahistórica española»-. Historiadores
verdad poética y en delimitar los territorios de la narración histórica y de la como Jerónimo de Zurita (1512-1580), y Ambrosio de Morales (1513-1591)
narración ficciona1. trataron de devolver a la historiografía su credibilidad depurando los métodos de
La aportación del Quijote en este proceso de discriminación de la historia investigación y preparando el caminoparala labor seria y fidedigna del PadreJuan
y la novela resulta decisiva. En primer lugar, porque la relación entre reali- de Mariana(1536-1624). Pero estos esfuerzos no lograron despejarel horizonte de
supercherías y -falsedades como fueron los llamados «libros plúmbeos» descu-
da~ y ficción no es un tema más dentro de la obra sino que «compromete la
biertos en el Sacro Monte de Granada entre 1588 y 1595, o los «falsos croni-
umdad y totalidad del diseño artístico de toda la novela» (Pozuelo Yvancos, cones», fragmentos de crónicas que circularon manuscritas desde 1594y en forma
1.99~,:27); por eso el Quijote es a la vez una novela y una poética de la impresa desde 1610, Y que «contenían afirmaciones importantes y novísimas
ficción. acerca de la primitiva historia civil y eclesiástica de España» (248-249). Tales
Pero el Quijote es también una 'novela escrita para intervenir en una falsificaciones circularon como verdadera historia a lo largo del XVII a pesar de
cuestión clave de su contexto histórico y cultural: el debate entre la historia que tanto para los libros plúmbeoscomo para las falsas crónicas se había descu-
verdader~ y la historia fingida, que se constituye en otro de sus ejes biertoel fraude. «Me inclino a creer-añade Wardropper- que en parteel Quijote
constructIvos en tanto que esta obra no es una parodia de los libros de se inspiró en otro ejemplo de falsa historia: la obra de Miguel de Luna, Historia
verdadera del Rey Don Rodrigo, compuesta por Albucácim Tárif. La Primera Parte
c~b~ll.erías, sino la historia de un hombre que enloquece al leer como) de esta «verdaderahistoria» aparecióen Granadaen 1592y la Segundaen 1600»
históricos, y por tanto, como verdaderos, unos li~ros que eran ficción. El
(véase 249 y sig.).
64 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 65

(1982: 218), la novela cervantina pone punto final al género medieval de la manuscrito original que sirve de fuente al relato y'que asegura su historici-
historia fingida en la Península Ibérica. La aportación de Cervantes radica dad es utilizado con tal ironía que acaba siendo desmontado en todos sus
en haber liberado a la ficción narrativa de la servidumbre a la retórica de la aspectos: el supuesto autor del manuscrito es un historiador árabe, Cide
historia. El ámbito de la narrativa literaria es el territorio de la verosimilitud Hamete Benengeli, cuya veracidad es puesta reiteradamente en cuestión por
en su acepción aristotélica, esto es, basada en la consonancia, en el logro el narrador; el manuscrito ya no se localiza en lugares exóticos y miste-
de una composición armónica y ordenada (frente a la escritura "desatada" riosos sino que aparece entre los cartapacios y papeles viejos que un joven
de los libros de caballerías), y en un pacto con el lector: vendía en el A1canáde Toledo y que el narrador-editordescubre por casua-
lidad (1, 9), lo traduce un morisco aljamiado, y, en fin, el narrador hace un
Hanse de casar las fábulas mentirosas con el entendimiento de los que amplio uso de su función metanarrativa para corregir, comentar, apostillar
las leyeren, escribiéndose de suerte que facilitando los imposibles, o Ironizar sobre lo narrado por Cide Hamete, consiguiendo así destruir el
allanando las grandezas, suspendiendo los ánimos, admiren, suspendan, monologismo de una sola fuente informativa y crear en cambio una
alborocen y entretengan, de modo que anden a un mismo paso la compleja red de voces enunciativas y de versiones de la historia narrada
admiración y la alegría juntas; y todas estas cosas no podrá hacer el
que huyere de la verisimilitud y de la imitación, en quien consiste la que obliga al lector a ir del enunciado a la enunciación, del plano diegético
perfeción de lo que se escribe (1, 47: 518-519)44. de la historia y los personajes al plano metadiegético de los "autores". La
novela (la ficción) crea su propio ámbito ironizando sobre sus pretensiones
Cervantes pone en evidencia al mismo tiempo el fraude de las historias históricas", convirtiéndolas en materia de su misma narración y soltándose
supuestamente legítimas, que incorporan elementos imaginarios, y el de las
historias fingidas que se declaran históricamente ciertas ---en este sentido
puede compararse su tarea con la realizada por Luciano como algunos 45 También al final del capítulo 52 de la Primera Parte, Cervantes vuelve a indicar
estudiosos ya advirtieron (véase Wardropper, 1965)-. El recurso del que de la tercera salida del hidalgo y de otros detalles de sus aventuras «ni de su fin
y acabamiento pudo alcanzar cosa alguna ni la alcanzara ni supiera si la buena
suerte no le deparara un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo,
44 En el Persiles encontramos otra declaración cervantina en este mismo sentido: que, según él dijo, se había hallado en los cimientos derribados de una antigua
«porque no todas las cosas que suceden son buenas para contadas, y podrían pasar ermita que se renovaba; en la cual caja se habían hallado unos pergaminos escritos
sin serlo y sin quedar menoscabada la historia: acciones hay que, por grandes, con letras góticas, pero en versos castellanos, que contenían muchas de sus haza-
deben de callarse, y otras que, por bajas, no deben decirse; puesto que es excelencia ñas y deban noticia de la hermosura de Dulcinea del Toboso...» (558).
de la historia, que qualquiera cosa que en ella se escribía puede pasar al sabor de la Sin duda en esta actitud burlesca de Cervantes hacia las circunstancias extraor-
verdad que trae consigo; lo que no tiene la fábula, a quien conviene guisar sus dinarias en que se encontraban los manuscritos hay también un eco del compor-
acciones con tanta puntualidad y gusto, y con tanta verisimilitud, que a despecho tamiento de ciertos historiadores españoles. Julio Caro Baroja en su interesante
y pesar de la mentira, que hace disonancia en el entendimiento, forme una libro Las falsificaciones de la historia (1992: 97) explica que «de fines del siglo
verdadera armonía» (Edición de Avalle-Arce, libro m, 10,343, Madrid, Castalia, XVI a mediados del XVII, se da en España una peculiar efervescencia en lo de
1984 ). inventar textos históricos. Los falsarios ... se hallaban dominados por intereses
Recuérdese además que Cervantes en el famoso escrutinio de la biblioteca del religiosos en esencia, de suerte que puede decirse, sin miedo a cometer error, que
hidalgo hace que el cura indulte de la quema a La Diana de Jorge de Monternayor sobre todo procuraron probar con sus invenciones la verdad de ciertos hechos de la
argumentando que esa clase de ficciones no hacen el daño que han hecho los de historia de España en relación con los primeros tiempos del Cristianismo».
caballerías porque «son libros de entendimiento, sin perjuicio de tercero» O, 6). Y Leyendo a Caro Baraja se puede calibrar la imposibilidad de trazar límites entre la
por boca del canónigo acusa a los libros de caballerías de «falsos y embusteros, y historia y la ficción, entre la «historia fingida» que es el Amadis , y las que
fuera del trato que pide la común naturaleza», y de que dan ocasión de «que el escriben Annio de Viterbo (que introduce, entre otras cosas, al patriarca Túbal
vulgo ignorante venga a creer y a tener por verdaderas tantas necedades como como primer rey de España), Florián de Ocampo, Don Lorenzo de Padilla
contienen». Y no sólo desconciertan al vulgo, sino además turban «los ingenios (cronista de Carlos V, que publica en 1538 Los reyes verdaderos de España), los
de los discretos y bien nacidos hidalgos, como se echa bien de ver por lo que con cronicones atribuidos a autores fingidos como el cronicón de Hauberto, un
vuestra merced han hecho ...» (1, 47). supuesto mozárabe de Sevilla, que vivió hacia fines del IX y que en realidad era un
Los argumentos con que Don Quijote defiende la verdad de los libros de caballerías invento de don Antonio Nobis, clérigo en Ibiza y más conocido como don
se basan en que han sido impresos con licencia de los reyes y con aprobación de Antonio de Lupián Zapata o Lupián de Zapata (99) ... «Sólo a lo largo del siglo
aquellos a quiene~ se. remitieron, y además «¿habían de ser mentira, y más) XVIII se va creando un sentido crítico general que, por otra parte, ha hecho que
llevando tanta apanencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre, la patria, nuestra idea de algunas obras antiguas quede algo alterada: porque al considerarlas
los parientes, la edad, el lugar y las hazañas, punto por punto y día por día, que el como ficciones podemos incluirlas en un género novelesco que no era el que se les
tal caballero hizo, o caballeros hicieron?» (1, 50). atribuía en su época, en la que se proponían como verdades históricas» (104).
¡ •

66 CELIA FERNÁNDEZ HISroRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 67

así de ellas, reconociéndose como ficción pero consciente de su capacidad como en los prólogos de las mismas obras (véanse novelistas ingleses
para generar efectos de realidad, espejismos de historia-e. como Fielding). Ante las críticas constantes de los neoclásicos y de los
No es necesario insistir en la trascendencia del Quijote para el futuro de ilustrados más ortodoxos, los escritores tienen que justificar sus obras y
la ficción narrativa occidental (Milan Kundera 1983). Tan sólo recordar que defenderse de las acusaciones. Ello estimula la reflexión y la sistemati-
esta novela inaugura una nueva forma de leer ficciones al construir un zación teórica sobre el género:
lector implícito en complicidad tanto con el narrador irónico como con los En general la teoría clásica de la inferioridad de la novela en relación a la
personajes de la historia: un lector irónico e ingenuo a la vez, muy distante historia domina hasta bien avanzado el siglo XVIII, junto a la idea de que la
del lector crédulo de la historia y de los romances de caballerías. verosimilitud se mide según el grado de respeto a la verdad (verdad
En este sentido, el Quijote no sigue el modelo narrativo inaugurado por histórica, si la novela trata asuntos o personajes históricos, o verdad
el Lazarillo de Tormes. Este, como bien matiza F. Rico, se presenta no fáctica, si se ocupa de asuntos sobre la sociedad del presente). No
como ficción, ni como ficción verosímil, sino como la declaración real y obstante, la reflexión sobre la novela implica la reflexión sobre la historia,
verídica de un Lázaro real y auténtico. Es verdad que el anónimo autor y ello es así tanto en críticos de la literatura cuanto en historiadores".
siembra la sospecha en los lectores acerca de la supuesta autenticidad del El dilema que se plantea en estos siglos y más abiertamente en el XVIII
relato, pero mantiene la falsificación hasta el final. Por ello es exacta la es el conjugar el respeto a la verdad (la verosimilitud histórica) con la exi-
consideración de F. Rico de esta novela no como anónima sino como gencia de moralidad y defensa del decoro. La cuestión se resuelve en varias
apócrifa. direcciones. En Francia va a imponerse a lo largo del XVII una verosimili-
Tras el Quijote, la situación de la narrativa de ficción en España entra en tud de carácter idealizante que pretende mejorar moralmente a la verdad-
un período de decadencia que no remonta hasta la segunda mitad del siglo realidad, despojarla de sus elementos más desagradables y nocivos. La
XVIII. Las propuestas narrativas de Cervantes, que van a fertilizar la verosimilitud viene dictada ahora por un criterio ideológico: es verosímil
narrativa dieciochesca europea (especialmente en Inglaterra), no van a ser aquello que la "opinión común" considera que es bueno y decoroso, y la
aprovechadas en nuestro país que va a interpretar el Quijote no como novela se impregna de una intención moral y didáctica.
novela sino como sátira, y aunque no hay que olvidar el papel fundamental
de la sátira en la construcción del género novelesco durante el XVIII
(Alvarez Barrientos 1991: 130), no obstante tal lectura impidió sacar
partido al potencial de recursos y sugerencias que para el arte de la ficción Trévoux, que volvieron a atacarlo con más dureza cuando publicó, con el seudó-
encerraba la obra cervantina. nimo de Gordon de Percel, De l'sage des romans (1734). Lenglet reinvierte aquí la
tradicional oposición entre la historia y la novela, y «dénonce dan s le récit
historique un propos incertain, partiel, fort peu explicatif, et réclamant de surcroír
3.4, Novela e Historia en Europa durante los siglos XVII y XVIII d'étre cru sur parole l'usage», En regard, le roman dit souvent le vrai sans préten-
dre en avoir le rnonopole» (Pierre Chartier, 1990: 62).
A lo largo de los siglos XVII y XVIII la narrativa de ficción sigue Pero ante la intensidad de las críticas, Lenglet publicó al año siguiente, bajo su
buscando su lugar frente a la epopeya (al poema épico) y a la historia, los propio nombre, un nuevo libro que venía a ser una desautorización del anterior,
dos géneros consagrados en la tradicion clásica. Son siglos en los que L'Histoire justifiée contre les romans, en el que se hace eco de las opiniones de
vamos a asistir en Europa, y especialmente en Francia e Inglaterra, a un Sorel: «le roman ... n'est recevable qu'autant qu'il imite I'histoire, c'est de la
lento, pero progresivo afianzamiento teórico del nuevo género narrativo, vraisemblance et du rapport qu'il peut avoir avec les vérités historiques qu'il tire
expresado tanto en libros especialmente dedicados a la historia o a la teoría son mérite principal» (Apud Réne Demoris, 1975: 269).
de las novelas (Pierre-Daniel Huet, Lenglet-Dufresnoy", Clara Reeve), 48 Véase el caso comentado por Álvarez Barrientos (1991: 54-58) de Francisco
Botelho de Moraes, un portugués afincado en Salamanca, autor de Historia de las
cuevas de Salamanca (se ignora la fecha de la primera edicion; la segunda es de
46 «En El Quijote queda resuelto prácticamente el problema que abrumaba a los 1734). El interés de esta obra radica en que contiene una reflexión sobre el
teóricos italianos de la Contrarreforma: cómo armonizar lo universal con lo concepto de verdad y sobre la conexión entre la Historia verdadera y la historia
particular. Por primera vez, en esta obra, la novela ostenta. triunfalmente su fingida. Admite Botelho que las composiciones "novelescas" se construyen
propio ámbito. No es historia ni tampoco es poesía. Su centro está entre ambas y siguiendo una estructura típica del género de la Historia y sólo se distinguen de
al mismo tiempo las incluye» (RileS-' 1962: 276). . .)
ésta por el criterio de la verdad. De aquí el que él se declare «historiador; histo-
47 Lenglet-Dufresnoy había publicado en 1713 un Méthode pour étudier l'histoire, en riador como Esopo», «un historiador al revés». Se reivindica la libertad imagina-
el que, como seguidor de Bayle, planteaba las bases de una crítica histórica tiva del novelista frente a las obligaciones del historiador serio, verídico, pero se
moderna. Este libro sufrió duros ataques por parte de los jesuitas del Journal de ataca a los falsos historiadores, a quienes mienten (los falsos cronicones).
68 CELIA FERNÁNDEZ HIS1DRIA y NOVELA: POÉrICA DE LA NOVELA HISTóRICA 69

Otra solución consiste en guarecerse bajo el paraguas de la historia. Los La definición de Huet asienta algunos de los rasgos fundamentales del
novelistas acuden a la historia antigua en busca de argumentos; la carencia género: a) historia fingida escrita en prosa, b) siguiendo determinadas
de documentación sobre ese pasado les permite fabular a sus anchas sin reglas de composición (en otro lugar indicará que son las reglas del «poema
temor a verse acusados de adulterar la verdad históricaw. René Demoris heroico»), e) de tema amoroso ---es decir, relacionado con lo sentimental y
(1975) atribuye a la fuerte presión moralizante la permanencia y el lo privado- d) para el placer y la instrucción de los lectores. Huet excluye
resurgimiento del género pseudo-histórico en el XVIII50. de la categoría de «romans» algunos tipos de narraciones supuestamente
Por otra parte, los defensores de la novela van a insistir en su caracter de históricas, pero en realidad llenas de falsedades. Cita como ejemplo las
invención, de ficción, como pretende Pierre-Daniel Huet en su Lettre-Traité historias de Heródoto y Ctésias, la Vida de Apolonio de Philostrato o las
sur l'origine des romans (1669), que es sobre todo una historia del Vidas de santos de Simeón el Metafrasto. Huet las opone a las novelas
desarrollo del género desde sus orígenes hasta la novela francesa del XVII según el grado de verdad y falsedad que contienen: «ces ouvrages sont
a la que rinde un explícito elogio. La definición de novela de Huet puede véritables en gros, et faux seulement dans quelques parties; les romans au
servirnos como una pauta del estado de la cuestión: contraire sont véritables dans quelques parties, et faux dans le gros» (48).
Incluso las novelas pueden ser enteramente falsas (esto es, inventadas),
Ce que I'on appelle proprement romans sont des histoires feintes aunque la ficción total del argumento es más apta para las novelas cuyos
d'aventures amoureuses, écrites en prose avec art, pour le plaisir et personajes son gente común, como en las novelas cómicas, que para
I'instruction des lecteurs. Je dis des histoires feintes, pour les distinguer aquellas que relatan grandes aventuras de príncipes y héroes, pues, dice
des histoires véritables. J'ajoute d'aventures amoureuses, paree que Huet, no sería verosímil que tales acontecimientos hubieran permanecido
I'a~our doit étre le principal sujet du romano II faut qu'elles soient
écntes en prose, pour étre conformes a I'usage de ce siecle: il faut ocultos al mundo y silenciados por la historia. Y la verosimilitud «qui ne se
qu'elles soient écrites avec art et sous de certaines regles, autrement ce trouve pas toujours dans l'Histoire est essentielle au roman» (49).
sera un amas confus, sans ordre et sans beauté, Tampoco pueden considerarse como novelas las historias falsas tales
(édition de Fabienne Gégou, 1971: 46-47) como las relaciones sobre los orígenes imaginarios de las naciones o «ces
histoires si grossierement supposées par le maine Annius de Viterbe».
Huet distingue con agudeza el ámbito de la ficción del de la falsificación
con estas palabras: <de mets la mérne différence entre les romans et ces
49 sortes d'ouvrages qu'entre ceux qui, par un artifice innocent, se traves-
Como explica Annik Boileve-Guerlet (1993: 177-180), la novela heroica que se
desarrolla en Francia en el XVII sitúa su acción en la Antigüedad, pero no pretende tissent et se masquent pour se divertir en divertissant les autres, et ces
reconstruir el contexto social de la época, sino valerse de las connotaciones de scélérats qui, prenant le nom et l'habit de gens morts ou absents, usurpent
exotismo y extrañeza que posee uri escenario situado en Babilonia iCassandre de leur bien ala faveur de quelque ressemblance» (49-50).
La Calprenede), o en Tebas (Antiope de Guérin de Bouscal), o en Turquía (lbrahini Huet está en contra de los romances medievales por no ser narraciones
de Mlle. de Scudéry), La adaptación de la Antigüedad a los gustos del XVII es
«regulares», es decir, porque no respetan ninguna clase de reglas e intro-
confesada sin rubor por los novelistas como Mareschal quien en su novela La
Chrysolite ou le secret des romans confiesa que: «je ne me suis servi de l'Anti-
ducen episodios fabulosos e increíbles, y porque se presentan como si
quité, que pour donner une couleur estrangere au bien ou au mal de nostre ternps». fueran historia, como si fueran verdaderas (el mismo argumento que
Sorel, en La Biblioteque francoise y en De la Connoissance des bon livres, critica veíamos en el XVI en España: son mentirosas y además «desatadas»).
este abuso de la Antigüedad, los anacronismos y los absurdos de estas novelas que Esta progresiva defensa de la ficción que se presenta como tal ficción,
son la mejor manera, según él, de desaprender la historia. sin disfrazarse de lo que no es, y sobre todo sin pretender abusar o mal
Por su parte, Georges May (1963: 50) considera el siglo XVIII como «un vérita- usar de la historia se encuentra incluso entre algunos enemigos encarniza-
ble entracte dans le développement du roman historique». dos del género como l'abbé Jaquin quien en sus Entretiens sur le roman
50 Según argumenta René Demoris (1975: 281), la rehabilitación del novelista y de (1755) dice lo siguiente:
la invención novelesca en el XVIII va acompañada de una intensa moralización del
género, y es justamente esta presión moralizante la que puede explicar en parte el C'est precisérnent la lecture des fictions historiques qui répand le plus
resur~ir del g~nero p~eudo-histórico en .I~s finales 4el siglo: «L'usage de l'histoire de ténebres sur l'esprit de ses amateurs, & qui déshonore davantage
devrait alors etre envisagé comme un biais permettant de tourner la tres forte cen- I'Histoire. Personne ne confondra avec I'Histoire les aventures sur-
sure intérieure qui regne sur la fiction 'rnoderne'». Tal hipótesis, añade.Demoris, prenantes de Robinson Crusoé; mais cambien de gens ne connaissent
basada en el examen de textos del género pseudo-histórico, tiene además el interés les héros de l'Antiquité que dans les Romans?
de precisar una función específica de la historia en la ficción en relación con la (apud René Demoris, 1975: 270)
dominio de la ficción no-histórica.
70 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 71

Para concluir este apartado mencionaré que los avances científicos de los el objeto principal de ella. Si tomo un libro de Historia en la mano, no
siglos XVI y XVII inciden en la concepción de la historia y de la historio- tropiezo con otra cosa sino con un tejido continuo de guerras, con una
grafía-' que iniciará un cambio decisivo desde finales del XVII y a lo largo fastidiosa repetición de oraciones que jamás han dicho los capitanes, y
del XVIII. En primer lugar, se desvincula la conexión entre conocimiento y cuando más, con tal o cual nacimiento, casamiento y muerte de
percepción, dominante a lo largo de la Edad Media, y se admite la posibili- príncipes, como si sólo las acciones de éstos fueran el único objeto de
la Historia. Esta debe instruir a los hombres, preséntandoles los sucesos
dad de un conocimiento mediato. Este cambio va a abrir una vía para hacer memorables, no sólo los belicosos, sino también físicos, cosmográficos,
historia seria del pasado, merced a la elaboración de técnicas y métodos políticos, morales, teológicos y literarios.
capaces de hacer viable la aprehensión fidedigna del ayer (análisis de (apud Jorge Lozano, 1987: 143)
documentos y de fuentes, la publicación de obras como el Dictionnaire
historique et critique de Pierre Bayle, etc.). Al mismo tiempo, se va cues- Se asiste, en efecto, a un desplazamiento de una historia de protagonista
tionando el hecho de que la sola palabra del historiador baste para garanti- individual a una historia de protagonista colectivo, que amplía su campo de
zar la veracidad de lo narrado; hacen falta pruebas, argumentos, datos que estudio hacia las costumbres, las artes, las tradiciones. Pero además se
demuestren que tales afirmaciones son verdaderas. Se desplaza pues el plantea de un modo más riguroso el uso de la ficción en la historiografía.
foco de atención del historiador a la investigación (Jorge Lozano, 1987: 40- Mientras que la historiografía clásica usaba de la ficción para completar las
41). La búsqueda de la verdad mediante el uso de la razón revela el lagunas de la historia y admitía la inclusión de arengas o discursos puestos
despego de las interpretaciones dogmáticas y providencialistas del devenir en boca de los protagonistasv, o la omnisciencia del historiador sobre los
humano, y el afán por dignificar y recuperar el crédito de la historiografíav deseos o pensamientos de las figuras históricas, el recurso a la verosimili-
estimula el rigor en la detección de errores, la crítica al documento, el tud en el XVIII, como explica René Demoris (1975: 273),
análisis de las fuentes. Además es también en el XVIII cuando se advierte
la insatisfacción ante una historia centrada exclusivamente en acontecimien-
53
tos de caracter bélico y político, protagonizados por reyes, príncipes, o Sobre este punto es ilustrativa la obra de Gabriel Bonnot de Mably (I'abbé de
nobles. Así el padre Martín Sarmiento escribía en las Memorias para la Mably) De la maniere d'écrlre l'histoire (\783), escrita en forma de diálogo entre
historia de la poesía y poetas españoles (1775): Cidamon, el maestro, y su discípulo Théodon. Algunos fragmentos de esta obra
han sido publicados en la revista Poétique (49, 1982: 5-12) con el título de
No hallaré dificultad en proferir que la mayor parte de los libros que «L'historien, le romancier, le poete», y en ellos asistimos a la discusión entre los
se han escrito de Historia lo que menos contienen es lo que debiera ser dos interlocutores acerca de la con veniencia de poner arengas y discursos en boca
de los personajes. Cidamon es decidido partidario de este recurso tal como lo
habían practicado, con excelentes resultados, historiadores antiguos como
51 La crítica histórica tiene sus inicios en Florencia entre los siglos XIV y XV. Heródoto, Tucídides, Jenofonte, Tito Livio o Salustio (no así Polibio, y por ello
Entre las figuras destacadas podemos citar a Leonardo Bruni y a Lorenzo Valla, a su lectura resulta tediosa), porque confiere interés y animación al relato. A la
quien se considera el fundador del método filológico moderno (Jorge Lozano, objeción de su discípulo de que al hacer eso se introduce la novela en la historia
1987: 69). Pero es especialmente interesante advertir que la historiografía del con el consiguiente riesgo de pérdida de credibilidad ante el lector, el maestro
Humanismo italiano inaugura un nuevo tipo de discurso histórico orientado hacia responde con un impecable argumento pragmático: «Les lecteurs qui ne songent
la imitación de los modelos clásicos greco-romanos, con un elevado componente qu'á s'amuser, ne chicaneront point un historien qui leur plait; et ceux qui, ayant
de retórica y elocuencia (E. Pupo- Walker, 1982: 80-81), Ycon una fuerte dosis de plus d'esprit, cherchent a s'instruire, savent bien que ces harangues n'ont pas été
erudición en la recogida de materiales de la Antigüedad y en la investigación de prononcées; mais ils veulent connaitre les motifs, les pensées, les intéréts des
temas tradicionalmente ajenos a los historiadores: costumbres, religión, arte, personn¡¡ges qui agissent; on exige que l'historien, qui doit les avoir étudiés,
numismática, etc. Por ello, Jorge Lozano (\987: 71-74) indica que más que histo- éclaire tt guide notre jugement, et on lui sait gré de prendre un tour qui frappe
riadores, se trata de «antiquarii», esto es, humanistas interesados en la Antigüedad. vivement notre imagination et rend la vérité plus agréable a notre raison» (5).
52 Recuérdese que Descartes en su Discurso del método (1637) se mostró muy crítico Desde luego, hay unas reglas para valerse de este procedimiento: que se use sólo
hacia el escaso rigor de la historiografía de su época: «y aun las más fieles histo- en situaciones muy importantes, y que se respete la coherencia entre el carácter del
rias, si no cambian ni aumentan el valor de las cosas para hacerlas más dignas de personaje, su estilo de habla y su época.
ser leídas, al menos omiten casi siempre las circunstan~as más bajas y menos Otro de los temas del diálogo concierne al orden de la historia. Censuran la acu-
ilustres, por lo cual sucede que lo restante no aparece tal como es y que los que mulación de datos y la disposición en serie de los hechos pues es necesario
toman por regla de sus costumbres los ejemplos que sacan de las historias 5Je seleccionar y jerarquizarlos, de modo que los principales ocupen «le centre du
exponen a caer en las extravagancias de los paladines de nuestras novelas y a tableau» y los demás se sitúen en la periferia. Precisamente porque falta este orden
concebir intentos superiores a sus fuerzas» (Citamos por la traducción de Risieri el maestro emite un juicio negativo sobre la obra de Hume, traducida por el abbé
Frondizi, Madrid, Alianza 1979: 73). Prevost en 1760, Histoire de la maison de Stuart sur le frone d'Angleterre (8).
72 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICADELA NOVELA HISTÓRICA 73

est un moyen de mieux comprendre ce qui s'est passé, non de mieux le times and places of their actions, details which ar~ presented t~rough a
représenter. Par ce développement de la fonction explicative, I'histoire more largely referential use of language than IS common In other
tend a échapper au modele pictural, lié lui-rnérne a une théorie de literary forms.
I'imitation. Ce qui implique un usage provisoire de la vraisemblance,
orienté par la perspective d'une histoire scientifique, non par celle, La consolidación de este .tipo de narrativa va a constituir uno de los
décourageante, d'un incompréhensible vouloir divino referentes genéricos decisivos en la cc:nstitución.de l~ nov~la histórica
romántica en la medida en que aportara a esta el mteres hacia el mundo
En conexión con todo lo anterior, se detecta desde finales del XVII un individual de los personajes, hacia l~ interacción de lo públ~co y .10 privado
progresivo decaimiento de la narrativa romance que y la tendencia a la descripción detallada de lugares, escenanos, ciudades...
de manera general se identificaban con las formas antiguas de narra-
ciones medievales y maravillosas, en las que había magos, encantamien- -The gothic novel
tos y demás habitantes del mundo onírico.
En la segunda mitad del siglo XVIII se produce en Inglaterra una intere-
(Álvarez Barrientos, 1991: 361) sante actualización de la narrativa romance, el "gothic novel", cuyo apogeo
puede situarse entre 1764, fecha de la publicación de The Castle of Otranto
El proceso ha sido analizado con enorme perspicacia por la escritora in- de Horace Walpole, y 1820, cuando aparece Melmoth the W,a!1derer ~e
glesa Clara Reeve (1785) en una obra a la que ya he hecho mención. Charles Robert Maturin. La novedad del género de la novela gótica (o mas
La renovación de la narrativa ficcional viene de la mano de un grupo de exactamente del romance gótico) radica en que es el primer proyecto narra-
novelistas ingleses tales como Defoe, Richardson, Fielding, Sterne, y tivo que intenta explícitamente combinar pr~cedimientos que r~miten a dos
Smollet que publican sus obras en torno a 1740 y que son rápidamente tra- modelos genéricos contrapuestos: el d~l antiguo romanc~ .medle:ral y el de
ducidos. Estos novelistas recogen la herencia cervantina, captan sus la novela moderna de tendencia realista, La novela gótica quiere ser el
sugerencias e inician un nuevo tipo de narrativa ficcional que no busca sus romance de los tiempos modernos. Así lo destacaba Walter Scott en su
temas en la historia, la leyenda, la mitología o la literatura previa, sino en la prólogo de 1811 a la novela de Walpole:
realidad cotidiana:
it was his object to unite the marvellous tum of incide~t, and imposing
The novel, -señala G. Beer (1970: 52-53)-aspires to be a kind of tone of chivalry, exhibited in the ancient romance, .wlth that accl;lrate
history and a kind of conduct book. (oo.) Fielding in Tom iones speaks exhibition of human character, and contrast of feelings and passions,
quizzically of novelists as 'historical writers who do not draw their which is, or ought to be, delineated in the modem novel (1966: 6).
material from records'(book IX, ch. 1). The romance had earlier drawn
much of its energy from history: it concentrated on heroic exploits; the Walter Scott añade que su autor ha contribuido a rescatar el «Gothic
novel concentrates on 'social' history. style» de la mala fama en que había caíd05~, pues se había venid0.u~~ndo el
término para aludir a aquello que estaba diametralmente en oposición a las
Se trata de la implantación del "realismo" en la narrativa de ficción, que reglas del buen gusto; elogia la ex~c!itud y e.l,cuidado con el que yY' alpole
no es ajeno a las corrientes filosóficas del racionalismo, del sensualismo y ha reconstruido la época en la que sitúa la accion y destaca que ~racIas a ~~a
del empirismo de Descartes, Locke y Berkeley (lan Watt, 1957: 15-21), fidelidad al contexto histórico consigue que el lector acepte la intervencion
con su rechazo a los universales y su énfasis en los particulares. Ahora de lo maravilloso. Esta será la coartada que permite configurar una
bien, "realismo" debe entenderse en el sentido del "formal realism" del que verosimilitud genérica.
habla Jan Watt (1957:32) para indicar que se trata de la puesta en práctica
de una serie de procedimientos narrativos (unas convenciones) que van a
producir la imagen de la realidad.
Formal realism, in fact, is the narrative embodiment of a premise that
Defoe and Richardson accepted very literally, but which is implicit in
the novel form in general: the premise, or primary convention, that the 54 Recuerda Guillermo Carnero (1983: 105-108) queel Neoclasicismo, que nosentía
novel is a full and authentic report of human experience, and is there- la menor afinidad con los tiempos medievales, usaba el adjelivo "gótico" en
fore under an obligation to satisfy its reader with such details of thé sentido peyorativo. Sinembargo en Inglaterra nunca dejó de,va~orarse la. arquitec-
story as the individuality of the actors concemed, the particulars of the tura gólica y en la segunda mitad del siglo se produce un autentico entusiasmo por
el gótico y unarehabilitación delespíritu medieval.
74 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 75

La novela gótica» supone una revitalización del romance antiguo del que La novela histórica como tal género histórico se configura en el
recupera muchos de sus procedimientos (el manuscrito encontrado y la Romanticismo; su primera y básica acuñación se produce en Inglaterra de la
trama de aventuras y misterio), pero inaugura un nuevo cronotopo: un mano del novelista escocés Walter Scott. El éxito que obtuvieron sus nove-
tiempo pasado, medieval, asociado ahora con el misterio, la superstición, las en el resto de los países de Europa y la adopción por parte de otros
lo irracional, y un espacio simbólico: los castillos y las fortalezas me- novelistas del modelo scottiano para crear nuevos textos de la serie fueron
dievales. Se trata de un género muy convencionalizado en la forma y en los los factores que terminaron de consolidar a la novela histórica como un
temas, que busca impresionar emocionalmente al lector (de ahí el gusto por género de rasgos formales, semánticos y pragmáticos bien definidos.
los efectismos y golpes teatrales) y que utiliza el pasado medieval más Ahora bien, la novela histórica no puede analizarse aislada de los
como escenario simbólico de misterio y terror qlle con intención de destinos de la prosa de ficción occidental (Avrom Fleishman, 1971: 16-17;
reconstruirlo con fidelidad histórica (véase Román Alvarez, 1983: 20-22; Claude Duchet, 1975: 247-249), pues aunque no constituye un género
Guillermo Carnero 1983: 108-109). rupturista ni ofrece propuestas de renovación de largo alcance, significa un
avance decisivo en la consolidación de la narrativa de ficción (en sus
4. LA NOVELA HISTÓRICA ROMÁNTICA modalidades de romance y novela) y una puesta a punto de todas las
antiguas cuestiones en torno a la legitimidad y utilidad de las ficciones, a la
4.1. Constitución del género. El papel de Walter Scott verosimilitud, a las relaciones entre novela e historia. Tanto por la con-
ciencia genérica de que dan muestras sus cultivadores en prólogos y epílo-
El panorama que hemos trazado no debe entenderse como los gos, cuanto por la favorable acogida de público y de crítica, la novela
"antecedentes" de la novela histórica, sino como el contexto que justifica histórica da lugar a una nutrida producción de textos críticos, de reflexiones
nuestra tesis de considerar la novela histórica como una actualización más y de análisis teóricos sobre la novela, un género todavía en busca de su
en esa larga tradición de intercambios entre las dos modalidades básicas de lugar bajo el sol de la poética oficial.
la narración: la histórica y la ficcional, una tradición enormemente fecunda
de la que han ido brotando diferentes géneros a lo largo de la historia. Esta La novela histórica romántica se configura integrando elementos que
consideración me parece mucho más acorde con el dinamismo de los proceden de diversos modelos genéricos: .
sistemas literarios, con ese flujo de permanencia y renovación, de rela- a) asume la tradición del romance antiguo (especialmente los libros de
ciones de intertextualidad y de hipertextualidad entre las obras que genera caballerías) en la composición de la trama, en la articulación de las
permanentemente nuevas formas, nuevos géneros, que el ir espigando acciones, usando sus tácticas narrativas para crear suspense y sorprender al
anuncios de la novela histórica en la narrativa anterior o descubriendo lector (supuestos muertos que reviven, disfraces que ocultan la verdadera
antecedentes aquí y allí. identidad de los personajes, episodios fantásticos, etc.). Se aleja de la
poética del romance por el tratamiento que da a los elementos maravillosos,
como luego comentaré.
b) asimila también recursos de la novela gótica tales como la utilización
55 Otros títulos interesantes del género fueron The Old Englisñ Baron (1778) de de escenarios nocturnos y lóbregos, castillos solitarios, mazmorras, pasa-
Clara Reeve (que en su primera edición de 1777 se titulaba The Champion of dizos ocultos, laberintos, etc., aunque con una diferente función (véase J.
Virtue); The Mysteries of Udolpho (1794) de Anne Radcliffe; The Monk (1796) Kerr, 1989). Como advierte Román Álvarez (1983: 69), los escenarios de
de Matthew G. Lewis; Frankenstein; 01' The Modern Prometheus (1818) de Mary
Shelley; y Melmoth the Wanderer (1820) de Charles Robert Maturin. El género
la novela gótica pierden su carácter maravilloso para ganar en realismo y
tarda en llegar a España y no parece haber tenido mucha aceptación según se evi- verosimilitud al ser integrados en un marco histórico localizado:
dencia en el catálogo de traducciones de novelas europeas de Montesinos (1954).
Existe una conexión lógica, fruto de un proceso de desarrollo que
La primera edición española de Mrs Radcliffe, Julia o los subterráneos del castillo
parte del género de terror, pero este proceso evolutivo, que en princi-
de Mazzini (A.Sicilian Romance, 1790), traducida del francés por J. M. P., no se
produce hasta 1819 en Valencia por el editor Cabrerizo (Montesinos, 1954: 72-
pio se podría calificar de cuantitativo (...) supuso un cambio de índole
cualitativa, que se percibe con nitidez en Scott. Mas, con todo, no hay
73). Y Los misterios de Udolfo no llega hasta 1832. Su difusión fue .relativa-
mente escasa. Ni Walpole ni Beckford son traducidos y Lewis lo será en Paris en
ruptura, sino continuidad; estamos ante un fenómeno de corte más
sincretista que innovador. El escapismo de la novela gótica y la
1821 (J. 1. Ferreras, 1973: 246-247).
búsqueda de un pasado imaginario desembocaron en la recreación de
El más conocido cultivador del género en España fue Agustín Pérez ·Zaragoia
Godínez con su Galería Fúnebre de Historias Trágicas, Espectros y Sombras
lo histórico en tanto en cuanto sirviera para explicar el presente.
ensan rentadas de 1831 (Ferreras, 1973: 249-263).
76 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 77

c) incorpora técnicas de la novela social-realista en el análisis del mundo Tal diversidad de referentes que confluyen en la novela histórica se
privado de los personajes, de sus sentimientos y deseos, que se ve afectado unifica por su tema, o, si se prefiere, por su proyecto semántico: represen-
por los acontecimientos públicos; tar de forma verosímil una época del pasado histórico nacional, preferente-
mente la Edad Media, y por su función didáctica y socio-ideológíca,
d) toma del costumbrismo un tipo de descripción minuciosa, atenta a los directamente ligada a la situación política'" y a la historiografía romántica,
detalles cotidianos y típicos para dar ese "color local" tan del gusto de los como tendremos ocasión de analizar.
románticos, al que contribuyen en ocasiones elementos procedentes de
Ahora bien, la novela histórica se presenta desde el primer momento
l~yenda~, cuentos tradicionales, baladas o canciones populares, etc. A
como un género nuevo, como una propuesta original tanto en su forma
diferencia de las novelas del XVII y del XVIII que localizaban la acción en
como en su temátíca, y ello queda muy patente en los prefacios que Walter
un pasado remoto y exótico sin preocuparse por las costumbres o las
Scott pone a las ediciones de Waverley (1814), de Ivanhoe (1819), y el que
formas de vida en aquellas sociedades, la novela histórica scottiana se
incorpora a la reedición de sus novelas en su Magnum Opus (1829-1833).
m~estra atenta a captar las peculiaridades del pasado que se manifiestan en
Todos ellos constituyen una fuente inexcusable de noticias para compren-
la mdume!1~ar~a, los objetos de uso cotidiano, las formas de la arquitectura
der el proceso de gestación del nuevo género. Apoyándome en la lectura
o del mobiliario, las costumbres y modos de relacíón entre las gentes.
y e) aprovecha en alguna medida las sugerencias del arte cervantino en la
configuración de la instancia enunciativa. El caracter "fáctico" de la historia 57 Para Lukács (1937: 19) la novela histórica nace en el momento de la caída de
narrada se confirma mediante el viejo procedimiento de fingir que los Napoleón, debido sobre todo a que los acontecimientos de la Revolución Francesa
hechos están documentados en un manuscrito o en una crónica redactada y la ascensión y caída de Napoleón «han convertido finalmente la historia en una
por un. testigo presencial. El autor se presenta entonces co~o editor o vivencia de masas a escala europea. Durante los decenios que van de 1789 a 1814
transcnptor de esa fuente histórica original, garante de la exactitud de lo cada pueblo europeo ha experimentado más transformaciones que en los siglos
relatado, como ya ocurría en los libros de caballerías españoles. anteriores. Y el rápido cambio da a estas transformaciones un particular carácter
cualitativo, borra para las masas el carácter de "fenómeno natural" que antes tenían
La nove.la his~ó~i~a sigue este recurso, pero incorporando la proyección los cambios, y hace que el carácter histórico de las transformaciones resulte
metanar~atlva e iroruca ---como es evidente, por ejemplo, en la novela de mucho más visible que en casos sueltos aislados».
Manzo~l- que ~l ~utor del Quijote le confirió. En efecto, para Scott como Lukács alude concretamente a las guerras, antes asunto de ejércitos profesionales y
para q~l.enes le mutaron, el ~ecurso al manuscrito además de servir para ahora de ejércitos de masas; antes limitadas a territorios limitados, ahora extendi-
aute~tlflcar el relato, permitía al autor intervenir en él corrigiendo, das por toda Europa.
ampliando, cuestionando o matizando los contenidos del relato primero o «Así surgen las posibilidades concretas de que los hombres entiendan su propia
de la fuente original-e, y comparando los sucesos del pasado con la existencia como algo históricamente condicionado, la posibilidad concreta de que
vean en la historia algo que penetra profundamente en su existencia cotidiana, algo
situación contemporánea. El autor-narrador se dirige directamente al lector,
que les afecta inmediatamente» (21).
y se p~esenta como .la instancia enunciativa intermedia que enlaza el pasado Sin embargo este planteamiento ha sido cuestionado, entre otros, por Jean Molino
del pnmer manuscnto con el presente del momento de la recepción. (1975) quien argumenta en contra de la idea de que la Revolución Francesa
suponga una ruptura total en la concepción de la historia y del tiempo. Molino
56 Valga este ejemplo de lvanhoe (1819): «And here we cannot but think it necessary recuerda que las culturas se presentan en forma de «sistemas de creencias» que en
to offer sorne better proof than the incidents of an idle tale to vindicate the melan- todos los niveles de la existencia proporcionan el marco global para interpretar el
choly representation of manners which has been just laid before the reader (...). mundo, y por tanto la Revolución es acogida, interpretada y explicada a través de
The description given by the author of the Saxon Chronicle of the cruelties exer- los filtros cognitivos y afectivos que permiten integrarla en las representaciones
cised in the reign of King Stephen by the great barons and lords of castles, who del individuo y del grupo. Frente a las tesis de Maigron (1898) o de Lukács
were all Normans, affords a strong proof of the exceses of which they were capa- (1937), sostiene que los temas básicos de Scott y de sus imitadores franceses
ble when their passions were inflarned» (Citamos por la edición de A. N. Wilson tienen poco que ver con la Revolución Francesa y participan de sistemas de inter-
1986: 242). Sigue una cita directa de la Crónica que describe las crueldades de los pretación de la historia en gran medida independientes de los acontecimientos
normandos y que el autor interrumpe para ahorrarle al lector esos detalles. contemporáneos. Así la novela histórica vuelve el pasado presente, insiste en la
El capítulo termina con la intervención del narrador autorial: «Such and so licen- continuidad entre el ayer y el hoy y esta concepción es inseparable, en sus princi-
tious were the times, as announced by the public declaration of the assembled pios, de una filosofía tradicionalista de la historia (217-218).
clergy, recorded by Eadmer; and we need add nothing more to vindicare the proba- En realidad, como veremos, la novela histórica es una respuesta artística a diversas
bility of the scenes which we have detailed, and are about to detail, upon the more circunstancias políticas, sociales y culturales del contexto, no reductibles a una
apocryphal authority of the Wardour MS» (243). sola causa. .
78 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 79

crítica de esos textos, voy a analizar aquellos aspectos que revelen con century, the brocaded coat of the eighteenth, or the blue frock and
mayor nitidez la conciencia genérica de Scott y que van a ser asumidos e white dimity waistcoat of the present day (5).60
imitados por los novelistas europeos llegando así a conformar una poética
La novedad primera reside, por tanto, en la re~evancia que. a~quiere en el
del género.
texto la vida privada, particular, de los personajes, sus sentínuentos y sus
La conciencia de estar elaborando una nueva propuesta narrativa, dife- proyectos. Dado que la acción se sitúa en períodos alejados del presente, se
rente a los patrones al uso, lleva a Scott a publicar sus obras de forma parte del supuesto de que los sentimientos humanos son los mismos para
anónima, como lo explica posteriormente en el «Preface General» a su los hombres de ayer y de hoy. A pesar de las diferencias entre las épocas,
Magnum Opus de 1829: de esa aparente ruptura entre el pasado y el presente, Scott resalta la pe~a­
My original motive for publishing the work anonymously, was the nencia de las mismas pasiones y los mismos anhelos, y por ello es posible
consciousness that it was an experiment on the public taste which might trazar una conexión entre ellos y los lectores contemporáneos".
very probably fail, and therefore there was no occasion to take on
myself the personal risk of discomfiture. For this purpose considerable - El uso de lo maravilloso en la novela histórica
precautions were used to preserve secrecy (1986: 355)58.
El Romanticismo supuso una revitalización del romance. Buena prueba
Scott escribe pensando en crear un público para sus narraciones, en de ello la tenemos en la publicación de libros tan importantes para la teoría
suscitar una nueva forma de lectura, y por ello es muy consciente del valor del género como el ya mencionado de Clara ~~eve The Prof?ress 01
pragmático que poseen determinados elementos del paratexto como los títu- Romance (1785) o en el éxito de la novela gótica. La capacidad del
los Y subtítulos de las novelas, y la introducción o el epílogo. También romance para sumergir al lector en un mundo ajeno a lo cotidiano,. para
sabe sacar partido al primer capítulo, clave para configurar las coordenadas entretenerlo con una trama de acción, suspense y aventuras, y admirarlo
de su lector implícito. Así, en el primer capítulo de Waverley; or, "Tis con sucesos maravillosos es ahora utilizada con diversas finalidades: bien
Sixty Years Since" (1814), que funciona de hecho como una introducción, para escapar de la ramplona y vulgar realidad circundante (una huida en el
un narrador autorial en primera persona'" explica al lector las razones del tiempo o en el espacio), bien par~ indagar ~n las zon~s oscura~ del yo, en
título y del subtítulo de la novela. Confiesa que eligió el nombre de los territorios del sueño, las pesadillas, el rruedo (recuerdense títulos como
Waverley por tratarse de «an uncontaminated name, bearing with its sound Frankenstein de Mary Shelley o Dr. Jekyll and Mr. Hyde de R. L.
little of good or evil, excepting what the reader shall be hereafter pleased to Stevenson).
affix to it» (1986:3). Y comenta luego con cierta ironía que rechazó subtítu- La revaloración del romance se acompaña en las décadas finales del
los como «a Tale of other Days», «a Romance from the Gerrnan», «a siglo XVIII y los primeros años. del X~X de ~n res~rgimi~nto del interés
Sentimental Tale» o «A tale of the Times» por su fuerte marca genérica que por la Edad Media y sus manifestaciones literarias. ASI en Inglaterra
orientaría de antemano las expectativas del lector hacia un determinado tipo
de ficción ya conocida. La elección de «Tis Sixty Years Since» obedece
precisamente al deseo de proponer una forma narrativa nueva, basada en 60 Argumentos similares explican la elección de Ivanhoe: «The narne of Ivanhoe was
suggested by an old rhyrne» (...) «The word suited the author's purpose in two
the characters and passions of the actors; -those passions common to material respects; for, first, it had an ancient English sound, and, secondly, it
men in all stages of society, and which have alike agitated the human conveyed no indication whatever of thenature of the story», Estas not.as pr?ceden
heart, whether it throbbed under the steel corslet of the fifteenth del prefacio a-la reedición de la novela en la Magnum Opus de 1830, incluido por
A.N.Wilson en la edición de Ivanhoe que aquí manejamos (London, Penguin,
1986: 534-545). Lacitaaparece concretamente en la página 543.
6I Avrom Fleishman (1971: 25) valora el papel de Scott en estos términos: «Scott
is the first historical novelist because he is the first to create a fictional world
58 G. Genette (1987: 4]-42) indica que tras el éxito de su primera novela, el anoni- according to these c1ear historical principIes, drawn partly from Enlightenment
mato sólosejustifica por razones comerciales. La ocultación del nombre incitaba uniformitarianism and partly frorn Romantic historicism. He emerges precisely at
lacuriosidad de los lectores y favorecía el éxito del libro. the time of transition between these ways of looking backward, and gains the
59 La primera edición de Waverley aparece el7 dejulio de 1814. El éxito fue inrne-, power 10 go beyond both the thin costumery of previous historical romances,
diato y enseguida se hicieron nuevas ediciones. La tercera de ellas, de octubre de which dress up present-day characters in the trappings of the past, and the local-
1814, incorpora este primer capítulo introductorio al que me refiero. Las citas color and Gothic types, which detail or embellish the past for its own sake and
proceden delaedición hecha por Claire Larnont, Oxford University Press, 1986. without reference to the present».
80 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉT1CA DELA NOVELA HISTóRICA 81

Thomas Percy publica en 1765 su influyente libro Reliques of Ancient En este ensayo, Scott matiza las definiciones que Dr. Johnson había
English Poetry. Percy fue además un gran conocedor de los romances de propuesto para los conceptos de Romance y Novel. Para el escocés, el
caballerías españoles y de Don Quijote, al que consideraba su libro criterio fundamental de diferenciación reside en la intervención o no de
favorito'<. elementos maravillosos: Romance es «a fictitious narrative in prose or
Este ambiente explica la conexión que se va a realizar entre el romance verse; the interest of which turns upon marvellous and uncommon inci-
de caballerías español y el tipo de narrativa que surge de la mano de Walter dents», y Novel «a fictitious narrative, differing from the Romance,
Scottw. El novelista escocés conoce muy bien la tradición del romance because the events are accomomodated to the ordinary train of human
europeo, como lo demuestra su Essay on Romance (publicado en el events, and the modern state of society» (554).
Suplemento de la Enciclopedia Británica de .1824)64, cuyo propósito es Scott indica a continuación que existen composiciones híbridas o
analizar la historia y el origen de esta clase de narraciones, «and particularly mixtas, que comparten rasgos de los dos tipos ficcionales. Y más adelante,
of Romances relating to European Chivalry». De hecho la segunda parte tras explicar el origen y evolución de la palabra Romance, y corregir a
del trabajo pasa revista a la historia de los romances de caballerías en los estudiosos como Hurd o Percy quienes, en su investigación sobre el origen
distintos países de Europav'. de la ficción romántica, centraron su atención en los romances de
caballería, olvidando que se trata de una especie dentro de un género
mucho más extenso, Scott destaca agudamente el origen común del
62 Para los detalles sobre la relación entre Don Quijote y el Romanticismo con Romance y la Historia:
amplia bibliografía puede verse Daniel Eisenberg (1987: 206-223). Entre los datos
que aporta Eisenberg destaca el interés que por los libros de caballerías españoles The progress of Romance, in fact, keeps pace with that of society,
demuestran Percy o Southey, el cual, ante la baja calidad de las traducciones ingle- which cannot long exist, even in the simplest state, without exhíbiting
sas de estos libros, decidió publicar él mismo las versiones inglesas del Amadís sorne specimens of this attractive style of composition. It is not meant
(1803) Ydel Palmerin de Inglaterra (l807). . by this assertion, that in earIy ages such narratives were invented, as in
63 Aunque no pretendo espigar las referencias que aparecen en las obras de Scott a modern times, in the character of mere fictions, devísed to beguile the
obras clave de la tradición del romance europeo, son significativas las siguientes leisure of those who have time enough to read and attend to them. On
alusiones. La primera corresponde al narrador autorial de lvanhoe que interviene en the contrary, Romance and real history have the same common origino
el relato para introducir una analepsis que explique la interrupción de la conver- It is the aim of the former to maintain as long as possible the mask of
sación entre el ermitaño de Copmanhurst y el «Caballero negro»: «The occasion veracity; and indeed [he traditional memorials of all earlier ages
of this interruption we can only explain by resuming the adventures of another set partake in such a varied and doubtful degree of the qualities essential
of our characters; for, like old Ariosto, we do not pique ourselves upon con ti- to those opposite lines of cornposition, that they form a mixed c1ass
nuing uniforrnly to keep company with any one personage of our drama» (1986: between them; and may be termed either romantic histories, 01' histori-
189. Subrayado nuestro). cal romances, according to the proportion in whích their truth is
y la segunda es una referencia directa a los libros de caballerías: debased by fiction, 01' their fiction mingled with truth (555).
«The place where the traveller found himself seerned unpropitius for obtaining
either shelter 01' refreshment, and he was likely to be reduced ro the usual Por otra parte, la narrativa scottiana, como se ha dicho, mantiene
expedient of knights errant, who, on such occasions, turned their horses to graze, también una estrecha conexión con el romance moderno, esto es, con la
and laid themselves down to meditate on their lady-rnistress, with an oak-tree for a novela gótica. Scott gustaba de este género e incluso en su prefacio general
canopy» Uvanhoe 1986: 171-72). Lo que sucede es que el Caballero negro no de 1829 declara que en los inicios de su vocación literaria había pensado en
parece estar dispuesto a pasar la noche en tales condiciones y decide abandonarse a escribir «a tale of chivalry, which was to be in the style of the Castle of
la sagacidad de su caballo (otro motivo romancesco) que ya en anteriores ocasiones Otranto, with plenty of Border characters, and supernatural incident»
le había demostrado su talento para resolver felizmente situaciones de emergencia
o de desconcierto (172).
(1986: 351). En efecto, el romance se caracteriza especialmente porque en
64 él acontecen fenómenos extraordinarios, sobrenaturales, que suspenden y
He leído este ensayo en Scott's Miscellaneous Prose Works. vol. Il, London
1882, 554-575. asombran a los lectores. Pero el uso de lo maravilloso se vuelve ahora
65 Scott dedica unos párrafos a comentar el origen y el desarrollo del Romance en
objeto de discusión y análisis.
España, la última de las naciones de Europa en la que llegó a ser popular. Elogia
el Amadís de Gaula, cuya autoría atribuye al portugués Vasco de Lobeira en e) como el Esplandián, Florintarte de Grecia, Polmerin de Inglaterra, y recomienda al
siglo XV, por su originalidad temática, por la unidad de su composición, por la lector que acuda a los trabajos de Mr. Southey «who has abridged both Amadís
incorporación del contraste entre caracteres (Amadísl Don Galaor), por la elegancia and Palme rin with the most accurate attention to the style and manners of the
de su lenguaje. Nombra además otros libros que continuan la estirpe del Amadís original» (571).
82 CELIA FERNÁNDEZ HISroRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 83

Scott sostiene que lo maravilloso romancesco debe someterse a ciertas Estas reflexiones a propósito de lo sobrenatural en la novela gótica
reglas que lo hagan verosímil para los lectores. Así, en el prólogo a The pueden hacerse extensivas a la novela histórica. Scott preferirá siempre
Castle of Otranto (1811) elogia la maestría con que Walpole consigue explotar los recursos, fantásticos basados en tradiciones o supersticiones
engarzar los elementos "reales" con los elementos maravillosos, y hacer populares (Roman Alvarez 1983: 69-70) de forma que los elementos
éstos aceptables para el lector al adaptarlos a las creencias de la época en maravillosos se vuelvan verosímiles. Lo que para el lector actual es in-
que se sitúa la acción narrada. Precisamente la exactitud con que se creíble de acuerdo con su sistema de creencias, podía ser perfectamente
describe y se construye el universo espacio-temporal del relato predispone natural para un hombre medieval. De ahí que la verosimilitud quede a salvo
al lector para admitir la intervención de lo sobrenatural. Según estos aunque intervengan elementos tales como magos, hechizos, embrujos... Lo
criterios, hay dos tipos de narrativa romántica: maravilloso es pues una categoría cultural, depende de la forma de interpre-
tar determinados fenómenos y en este sentido en la Edad Media lo mara-
Romantic narrative is of two kinds, that which, being in itself possible, villoso formaba parte de la realidad.
may be matter of belief at any period; and that which, though held im-
possible by more enlightened ages, was yet consonant with the faith of
earlier times. The subject of The Castle of Otranto is of the latter class. - El anacronismo
(1811: 10)
Enla obra de Scott hay que diferenciar dos grupos de novelas: aquellas
De este modo lo maravilloso se vuelve normal, cotidiano, porque es más próximas a su tiempo como Waverley (1814), cuya acción se localiza
coherente con la mentalidad de la época en que transcurre la acción. Por en Escocia, y aquellas otras cuya acción se desarrolla en escenarios
ello critica el método de Mrs. Radcliffe que anula lo maravilloso al medievales como Ivanhoe (1819). Esta novela supone un importante
atribuirlo en los capítulos finales a causas naturales y racionales. Tal cambio en relación a la primera pues se centra en el pasado de Inglaterra y
procedimiento es censurable por dos razones: primera, porque el lector se constituye el texto clave para la conformación del género al convertirse en
molesta al comprobar que se ha dejado impresionar o amedrentar por suce- el punto de referencia de los imitadores europeos de Scott.
sos que, al final, resultar ser efectos de causas vulgares y naturales; El cambio que significa Ivanhoe lo justificó su autor en el prefacio auto-
segunda porque tales explicaciones suelen ser tan improbables como la rial ficticio (G. Genette 1987:175) «Dedicatory Epistle to the Rev. Dr.
maquinaria sobrenatural a la que pretenden explicar. Scott alude al pacto Dryasdust, F.A.S.», aparecido en la edición de 1819 y firmado por
genérico de lo maravilloso: «Laurence Ternpletonsw. Aquí, mediante el artificio de responder a
supuestas objeciones de su destinatario que afectan a las cuestiones de la
The reader, who is required to admit the belief of supernatural interfe- verosimilitud, la mezcla de historia y ficción y el riesgo de los anacronis-
rence, understands precisely what is demanded of him; and, if he be a mos, Templeton-Scott justifica sus opciones narrativas.
gentle reader, throws his mind into the attitude best adapted to humour La primera objeción que le plantea apunta a la escasez de información
the deceit which is presented for his entertainment, and grants, for the que existe acerca de la vida privada de las gentes de un pasado tan lejano.
time of perusal, the premises on which the fable depends. Esta carencia atenta contra la verosimilitud de la historia (véase que se
(1811: 11) maneja el criterio de verosimilitud como correspondencia de lo afirmado en
el texto con un estado de cosas del mundo real). Scott responde que, si
En resumidas cuentas, es más eficaz - y para el lector más verosímil-, la
bien situar la acción en una época distante acarrea dificultades para hallar
presencia de fantasmas y apariciones puesto que tal presencia armoniza con información, no obstante indicios o detalles de la vida privada de nuestros
las costumbres y las creencias de los antiguos tiempos, que cualquier antepasados se descubren diseminados en las páginas de historiadores
intento de reconciliar la supersticiosa credulidad medieval con el escepti- como Dr. Henry, Mr. Strutt y Mr. Sharon Turner, y son suficientes para
cismo filosófico contemporáneo. No obstante, Scott sabe que los hábitos iluminar la existencia cotidiana del pasado si se saben recoger y combinar
de vida y de educación de los lectores contemporáneos obligan a ser cautos
con habilidad, como ya han hecho autores como Walpole o George Ellis.
en el uso de lo maravilloso. Yen esto cabe una crítica a Walpole, pues al
haber recurrido en exceso a las intervenciones maravillosas corre el riesgo
de despertar «la raison froide, that cold common sen se, whichhe justly
deemed the greatest enemy of the effect which he hoped to produce» (181 J: 66 Este supuesto autor «Laurence Ternpletor» es un elemento más del juego de
12). pseudónimos que se superpone al· anonimato de las primeras Waver/ey Nove/s.
Véase G. Genette 1987: 125 y 175; Y el "Prefacio General» del propio Scott de
1830 (1986: 537).
84 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA:POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 85

La otra objeción, de mayor alcance y propia de un «severer antiquary», Scott traza, pues, los pilares básicos del género y señala implícitamente
censura la mezcla de historia y ficción y le acusa de divulgar ideas falsas cuál es el pacto narrativo que se propone al lector: son composiciones de
sobre el pasado. Scott admite en parte esta acusación, pero reclama el dere- ficción cuya acción se localiza en un período concreto del pasado nacional,
cho al anacronismo tanto por la libertad que posee el novelista (o escritor de en las que acontecimientos y personajes cuya existencia está documentada
ficciones) cuanto por mantener el interés de los lectores eliminando la históricamente se mezclan con personajes y acontecimientos inventados.
sequedad de lo antiguo: Pero no debe esperarse una fidelidad histórica rigurosa pues el escritor de
ficciones goza de ciertas licencias que le permiten actualizar el pasado para
It is necessary, for exciting interest of any kind, that the subject hacerlo inteligible a los lectores contemporáneos y para despertar así el
assumed should be, as it were, translated into the rnanners, as well as the interés de éstos hacia la historia.
language, of the age we live in (1986: 526).

Scott no comparte los planteamientos de escritores como Mr Strutt que He valorado hasta aquí la figura de Walter Scott como el creador del
diferencia en sus obras lo antiguo de lo moderno, olvidando género de la novela histórica, sin embargo esta cuestión requiere una mati-
zación. En el origen de todo género hay siempre un escritor que produce
that extensive neutral ground, the large proportion that is, of manners una combinación de rasgos textuales susceptible de ser imitada por otros
and sentiments which are commom to us and to our ancestors, having escritores. En nuestro caso, es sabido que las novelas de Scott fueron de
been handed down unaltered from them to us, or which, arising out of inmediato traducidas y obtuvieron una gran acogida en las diversas
the principies of our common nature, must have existed alike in either naciones de Europa (Francia, Italia, España, Alemania... ). Las propuestas
state of society (1986: 527). narrativas del escocés estimularon a otros escritores a intentar realizar en
relación a la historia de su nación lo mismo que él había hecho en relación a
Encontramos aquí formulado uno de los argumentos fundamentales que Escocia o a Inglaterra. Pero conviene aclarar que no debe considerarse a
sostienen la viabilidad del género de la novela histórica y al que ya aludi- Scott el arquetipo del género-t. En realidad sería más exacto decir,
mos: la idea de que las pasiones, los sentimientos, e incluso formas de .parafraseando a Lázaro Carreter, que el género de la novela histórica no se
pensar y de actuar de otros tiempos resultan en gran medida asimilables a crea con Walter Scott sino cuando otros escritores descubren en sus nove-
las contemporáneas: las posibilidades narrativas iterables. Así pues, un género se constituye
It follows, therefore, that of the materials which an author has to use in
históricamente mediante un proceso de "imitación" entendida al modo de
a romance, or fictitious composition such as I have ventured to attempt, Genette como abstracción o elaboración de una matriz genérica, que se
he will find a great proportion, both language and manners, is a proper actualiza en cada una de las obras que pertenecen a la misma serie genérica.
to the present time as to those in which he has laid his time of action. Philippe Lejeune (1975: 318) admite que si se relativiza la idea del "origen"
(1986: 529) del género, tal consideración resulta pertinente entre otras razones porque
«il est exact que les textes qui constituent le corpus d'un genre tel qu'il
No obstante el autor no debe introducir ningun elemento «inconsistent» a
fonctionne une époque donnée se sont engendrées les uns aux autres et
con las costumbres de la época (indumentaria, paisaje, objetos, arquitec- peuvent, d'un certain point de vue, étre envisagés comme la transformation
tura... ), y aunque su lenguaje no debe ser obsoleto ni ininteligible, deben d'un méme texte».
evitarse en lo posible palabras o giros que tengan un carácter absolutamente Téngase en cuenta a este respecto la conciencia genérica de que hacen
moderno (1986: 529-530). gala los autores de novelas históricas y cuya mejor prueba son los prefa-
Por último, Scott alude a las diferentes situaciones de recepción de los cios, prólogos y epílogos (véase Claude Duchet, 1975).
lectores. Sabe que sus obras les parecerán llenas de errores y de anacro-
nismos a los lectores que las examinen «rigidly» con el fin de comprobar
su exactitud histórica. Pero

It is my comfort that errors of this kind will escape the general c1ass of
readers, and that I may share in the ill-deserved applause of those 67 Philippe Lejeune (1975: 317) llamó la atención sobre los inconvenientes que
architects who, in their modern Gothic, do not hesitate to introduce supone encontrar un "origen" del género porque «dans la mesure oü l'origine est
without rule or method, ornaments proper to different styles and t~ en mérne temps un modele, elle disqualifie le passé et ferme l'avenir. On est done
different periods of the art (531). amené a sous-estirner les facteurs de continuité avec le passé, et a surestimer la
coherence du développement moderne du genre»,
86 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTóRICA 87

4.2. Novela histórica e historiografía romántica interieur, de l'áme nationale. Surtout peu curieuse du menu détail
érudit, ou le meilleur, peut-étre, restait enfoui aux sources inédites.
Según lo que he venido exponiendo, hasta finales del siglo XVIII (Apud Jorge Lozano 1987: 144)
continuó vigente la concepción de la historiografía que provenía del periodo
clásico (L. Gossman, 1990: 228). La historia era un género literario ... Michelet concebía la historia como resurrección del pasado, y la tarea del
En el siglo XIX se produce una decisiva transformación en la concep- historiador consistía en escuchar las voces ocultas de la historia, hacer
ción y en la epistemología de la historias" que lleva consigo su consoli- hablar los silencios de la historiaw. El historiador se revela como el custo-
dación como una disciplina rigurosa. La separación entre literatura e histo- dio o el guardián de la memoria de la nación, la memoria de los muertos.
riografía se institucionalizó. La historia pasó de ser un área general de Desde esta perspectiva, la proximidad entre la historia y la novela se acre-
estudio cultivada por amateurs, diletantes y anticuarios a convertirse en una centaba y no en vano Michelet fue un gran admirador del arte narrativo de
disciplina de profesionales, académicos y profesores universitarios: la Scott:
cátedra de historia en Berlín se creo en 1810 y en la Sorbona en 1812
(Hayden White, 1973: 136). Dans les galeries solitaires des Archives oü j'errais vingt années, dans ce
profond silence, des murmurescependant venaient a mon oreille. Les
La historiografía romántica recoge planteamientos sugeridos por histo- souffrances lointaines de tant d'ámes étouffées dans ces vieux áges se
riadores y filósofos del XVIII como Voltaire que reclamaba una apertura en plaignaient a voix basse. L'austere réalité réclamait contre I'art, et lui
el campo de la investigación histórica más allá de los grandes personajes disait parfois des choses ameres: «A quoi t'amuses tu? Es-tu un Walter
(reyes, príncipes) y de los sucesos de carácter bélico. En el XIX este Scott pour con ter longuement le détail pittoresque, les grasses tables de
desplazamiento de la historia política hacia una historia más global se Philippe le Bon, le vain voeu de Faisan? Sais-tu que nos martyrs depuis
confirma y se consolida y en este proceso ocupa un lugar privilegiado la quatre cents ans l'attendent? Sais-tu que les vaillants de Courtray, de
figura de Jules Michelet (1798-1874). En el prólogo de 1869 a su Histoire Rosebecque, n'ont pas le monument que leur devait I'histoire? Les
de France escribe: chroniqueurs gagés, le chapelain Froissart, le bavard Monstrelet ne leur
suffisent paso C'est dans la ferme foi, I'espoir en la justice qu'ils ont
I'histoire, telle que je la voyais (oo.) me paraissait encore faible en ses donné leur vie. Ils auraient droit de dire: "Histoire! compte avec nous.
deux méthods: Trop peu materielle, tenant compte des races, non du Tes créanciers te somment! Nous avons accepté la mort pour une ligne
sol, du climat, des aliments, de tant de circonstances physiques et de toi?» (Prefacio de 1869. Apud J. Lozano 1987: 180).
phisiologiques. Trop peu spirituelle, parlant des lois, des actes poli-
tiques, non des idées, des moeurs, non du grand mouvement progressif, Se propugna, pues, una historia total, que no se limite a reseñar los
grandes acontecimientos militares o políticos sino que atienda a la vida
cotidiana de las gentes burguesas, del pueblo anónimo cuya voz permanece
68 Hayden White (1973) dedica un importante estudio a la imaginación histórica en silenciada.
el siglo XIX en Europa, centrándose en los cuatro tipos de "realismo" básicos en Las relaciones entre estas orientaciones de la historiografía y la novela
la escritura histórica decimonónica: Michelet, Ranke, Tocqueville y Burckhardt.
White define la historia como «a verbal structure in the form of a narrative prose histórica romántica se proyectan en dos direcciones fundamentales, una que
discourse. Histories (and philosophies of history as well) combine a certain afecta a la función de los personajes históricos en el mundo(diegético;y la
amount of "data", theoreticalconcepts for "explaining" these data, and a narrative otra que alcanza el debate teórico secular de la supeditación de'la novela a la
structure for their representation as an icon of sets of events presumed to have historia.
occurred in times past. In addition, I maintain, they contain a deep structural
content which is generally poetic, and specifically linguistic, in nature, and which - Los sujetos de la historia y el papel de los personajes históricos en la
serves as the precritically accepted paradigm of what a distinctively "historical" novela
explanation should be. This paradigm functions as the "rnetahistorical" element in
all historical works that are more comprehensive in scope than the monograph or El paso de la historia política a la historia social va acompañado de un
archival report» (1973: ix). replanteamiento acerca de los "sujetos" de la historia. Si la "verdadera"
White sostiene que el historiador elige estrategias conceptuales para explicar o
representar sus datos, y siguiendo una línea de interpretación que se remonta a
Aristóteles y que más recientementefue desarrollada por Vico y otros lingüistas ~ 69 «The Romantics repudiated all formal systems of explanationand tried to gain an
teóricos modernos, denomina a esos tipos de prefiguración como Metáfora, explanatory effect by utilizing the Metaphorical mode to describe the historical
Metonimia, Sinécdoquee Ironía (véanse las páginas x-xi). field and the mythos of Romance to represent its processes» (Hayden White 1973:
Véase un inteligente comentario a la metahistoriade White en S. Sevilla (1994). 143).
88 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 89

historia no está en los acontecimientos de la política, tampoco sus protago- La séparation du grand nom et du grand role tend néanmoins a
nistas serán las grandes figuras públicas (reyes, príncipes, generales... ), devenir la norme sur quoi s'esquisse mérne une théorie du roman
sino los grupos, los pueblos, las gentes burguesas, que encarnan las historique qui revendique a ce propos l'autonomie de son domaine
fuerzas o las ideas que mueven la historia. Sin duda, como la crítica ha (...). Le roman aura donc pour sa part ce que I'histoire néglige de fait,
reconocido, Scott logra dar expresión artística a esta nueva concepción, a tort ou a raison (1975: 256).
abre los espacios diegéticos a las gentes comunes y construye un tipo de
protagonistas que Román Alvarez (1983: 85-86) califica de «inclusivos», No obstante, la novela histórica romántica no es una novela de perso-
respaldados por las fuerzas de un sector social que varían con el contexto naje, sino de escenario, de acción y. de multitudes. El protagonista; a
novelesco. El héroe aparece como miembro de la comunidad y en tanto que menudo implicado en una t~ama s~~tlmental que da entrada a la ~er?l?a
tal se define por sus relaciones sociales. romántica, aparece caracterizado física y I?oralm~~te desde el pnnclp~o,
apenas evoluciona a lo largo del relato y su interacción con el mundo. S?~lal
Como se sabe, Lukács (1937: 35) analizó con detalle la función del
e histórico configurado diegéticamente resulta bastante forzada y artificial.
héroe scottiano, un «héroe medio» cuya «tarea consiste en mediar entre los Precisamente los detractores del género le achacarán como un grave defecto
extremos cuya lucha llena la novela y por cuyo choque se lleva a expresión
esta pobreza en la creación de personajes (véase más adelante la crítica de
poética una gran crisis de la sociedad» 70. Se trata de figuras como Stendhal). En tomo a los personajes principales se mueve un gran número
Waverley, Ivanhoe, Quentin Durward o Rob Roy. Los grandes personajes
de personajes menores (servidores, c~iados, campesinos, sold~?os, ... )
históricos, aunque inciden en la acción, no desempeñan un papel protago-
que intervienen en mayor o menor medida en la marcha de l~ accion y que
nista. Su presencia sirve para afianzar la historicidad del argumento, para sirven para crear atmósfera histórica, para dar sabor local y pintoresco a las
suscitar en el lector un efecto de historia.
escenas y a los acontecimientos.
Claude Duchet (1975) en un estudio realizado sobre los prefacios?' de
novelas históricas publicadas en Francia entre 1815 y 1832, muestra cómo
- La novela más verdadera que la historia
el problema de los personajes históricos aparece reiteradamente. Se admite
la necesidad de su presencia pero se discute acerca del papel que hay que En su proyecto de recrear el pasado, de reconstruirlo y resucitarlo
asignarles y se tiende hacia un héroe "normal", bien histórico pero de imaginativamente, la novela histórica romántica declara su soporte docu-
segundo orden, bien ficticio y más o menos implicado en los grandes mental y su intención de hacer conocer a los lectores de una forma amena
acontecimientos.
aspectos del pasado histórico nacional. La novel~ ~l?arece ahora como un
buen auxiliar de la historiografía, como la posibilidad de completar. la
historia llegando hasta donde ella no puede llegar: los detalles de la VIda
privada, los acontecimientos menudos, las costumbres, etc.
70 Para Lukács, Scott ve la historia como una lucha de fuerzas sociales que tienden a
destruirse mutuamente: «En este punto entra en acción la importancia composi-
De la a promovoir le roman ~ux dépens de l'histoi.re, classique ou non,
a le hausser au rang d'un mstrument de connaissance ou de com-
tiva del héroe mediocre. Scott elige siempre protagonistas que, a consecuencia de
su carácter y de su destino, se encuentran en relación humana con ambos campos.
préhension privilégiée, a faire de l'irnagination, I'apanage ~u romancier,
El destino adecuado para un héroe así, de "término medio", que no se suma apa-
une faculté historienne, il y a peu de distance et plusieurs la fran-
sionadamente a ninguno de los campos que luchan en la gran crisis de su época,
chissent avec enthousiasme (Claude Duchet 1975: 257).
puede proporcionar sin ninguna violencia el miembro compositivo de la
mediación- (1937: 35). Así pues, el héroe "medio" hay que entenderlo tanto en su
Se invierte, pues, la tradicional jerarquizac.ión q.ue colocaba ~ la hist?ria
significación social (héroe burgués, héroe común) cuanto en su significación por encima de la novela. Son muc~o~ ~os testimonios que'pod~Ian adu~lfSe
estructural: mediar entre las fuerzas enfrentadas en la novela. Véase también Jan para demostrar cómo la novela (histórica) suplanta a la historia. Por ejem-
Juaristí (1987: 63-64). plo puede recordarse la admiración que despierta Scott en h!s~o~iadores
71 como Thyerry, Michelet o el mismo Leopold Von Ranke, y el inicial entu-
Aclara C. Duchet que los prefacios juegan un decisivo papel en la conformación
del género de la novela histórica pero siempre que se consideren menos para identi- siasmo de Stendhal con las obras de Walter Scott que le lleva a exclamar en
ficar un género que para poner al día elementos de un debate decisivo sobre la 1820:
novela, su evolución, su estatuto socio-cultural, sus técnicas y las representa-
ciones ideológicas ligadas a tal concepción de la Historia y de la novela (1975: Ne trouvez-vous pas Scott bien supérieur a B~~on? ~n 1~90 l'on
249). No obstante, «l'appareil préfaciel '" est absolument d'usage pour le roman enseignera l'histoire dans les colleges avec les preces historiques de
historique et s'y rencontre plus constamment qu'ailleurs» (250).
o'·

90 CEUA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 91

Shakespeare, les romans de Scott et ceux des cent ou deux cents mou- mismo modo que la historiografía, debe desvelar esas fuerzas ocultas tras
tons qui vont I'imiter (apud H. R. Jauss 1970a: 122). el envoltorio superficial de los acontecimientos para restablecer la
continuidad entre el pasado y el presente de la nación:
La rehabilitación y dignificación de la prosa de ficción están servidas.
Scott consigue alzar la novela al rango de la historia, combinar la Par un renversement qui n'est paradoxal qu'au prime abord, l'histoire et
verosimilitud con el entretenimiento y la aventura, la justeza en la le roman historique romantiques rendent le passé présent paree qu'ils
construcción del escenario histórico del pasado con la recreación imaginaria voient le présent traversé de part en part par les forces du passé.
de las vidas de unos personajes comunes que sienten en su existencia el L'histoire des siecles classiques nous offre une distance sans pro-
impacto de los acontecimientos públicos. No en vano Balzac proclamaba en fondeur, car elle ne pose pas de centre de perspectives; (...) Le XIX
el prefacio a su Comédie Humaine que Scott elevaba la novela al valor siecle, et l'historisme qui apparaí't avec lui, commencent par voir partout
filosófico de la historia y se declaraba continuador del arte narrativo del les traces du passé, par se rendre compte qu'il nous entoure, Le roman
escocés. historique romantique se plait a souligner cette continuité qui existe
entre passé et présent (216-217).
Por otra parte, la novela histórica viene a satisfacer una demanda social,
un deseo de conocer el pasado de la nación, que la historiografía no estaba Las naciones buscan las raíces de su identidad cultural en el pasado, en
aún en condiciones de cumplir. La novela histórica ocupó ese vacío y en un pasado ya no clásico, sino medieval, y por ello la novela histórica de
ella el público lector encontró respuesta a su sed de conocimientos de mayor impacto y repercusión será aquella que localiza su acción en la Edad
historia. De ahí el éxito fulgurante que alcanzaron las obras de Scott y la Media, ese período en que se forjaron las diferentes naciones de Europa,
proliferación de seguidores en las diversas naciones de Europa. sus tradiciones y su idiosincrasia". Las actitudes hacia la Edad Media no
fueron unánimes en los novelistas históricos románticos. De hecho se
4.3. La novela histórica en el sistema ideológico y cultural del reparten en una línea cuyos extremos corresponden a un medievalismo
Romanticismo (nacionalismos, medievalismo y nostalgia) positivo (Patricia Ward 1982:35) que se concreta en una perspectiva ideali-
zadora que opone el orden social y religioso medieval al desorden social
Jean Molino (1975: 217-220) sostiene convincentemente que la novela contemporáneo; y a un medievalismo crítico o negativo, que juzga como
histórica del XIX acompañó al desarrollo de los nacionalismos en la opresivas las instituciones religiosas y sociales de la Edad Media, aunque
medida en que en ella la historia no es resultado de los enfrentamientos o de admira aquellos aspectos del arte y de la cultura coincidentes con los
las luchas entre los individuos, como se había concebido en el XVII y en el valores estéticos del XIX74. Estas novelas eligen periodos en crisis, sobre
XVIII, sino de la tensión y el conflicto entre fuerzas abstractas, fuerzas todo el siglo XV. El grado de idealización o de crítica depende de una serie
colectivas que subyacen y explican los hechos". La novela histórica, del de factores tales como las creencias religiosas del autor, sus planteamientos
políticos, conservadores o liberales, su conocimiento de las fuentes y de la
documentación medievales y la relevancia que conceda a otras manifesta-
72
ExplicaJean Molino (1975: 218-220) que mientras la historia clásicaescrutaba la ciones del arte, la pintura, la arquitectura, etc. En todo caso, la novela
opacidad de los acontecimientos paradescubrir el entrelazamiento de intenciones e histórica romántica ha servido para conformar una imagen de la Edad
intereses humanos, el historiador romántico busca las fuerzas que están detrás de Media europea que logró imponerse en la mentalidad colectiva hasta el
las decisiones y los intereses de los hombres. El individuo se explicapor el grupo punto de que podemos hablar de la creación de un imaginario medieval. ~a
o el pueblo o la raza a los que pertenece. «Ivanhoe est le symbole de I'histoire et imagen, legada fundamentalmente por Scott, construye una Edad Media
du roman historique romantiques: nous y voyons aux prises, non des hommes, escenográfica, de castillos y monasterios; de torneos entre caballeros; de
maisles représentants de deuxraces, Saxons et Normands, dont la grandeur repose
sur la fidelité avec laquelle ils conservent les traditions. L'esprit des peuples,
faconné par le sol et par I'histoire, donne un sens aux destinées individuelles. Il 73 La fascinaci6n porlo medieval quese desencaden6 en el Romanticismo europeo es
suffit que cette spécificité soit interpretée en termes biologiques, sous I'influence un fen6meno cultural que se debe a una diversidad de variables, políticas pero
des progres des sciences naturelles, et cette conception de l'histoire donnera también psico-sociol6gicas tal como las apunta Patricia A. Ward (1982: 35): «a
naissance a un nationalisme plus ou moins teinté de racisme. De toutes facons, sense of a disjuncture between the present and the past and an accompanying
c'est la nation qui apparait comme la force principale de I'histoire et le alienation of the ich within time».
développement du roman historique au XIXsiecle accompagnera réguliérement les 74 PatriciaA. Ward (1982: 36-39) ponecomoejemplo de diferentes actitudes ante lo
nationalismes (220). ) medieval a Heinricn von Ofterdingen, Quentin Durward y Notre-Dame de Paris
El estudiode Jon Juaristi (1987) sobrela literatura hist6rico-legendaria vascapro- que ilustran la evolución desde unaperspectiva idealizadora a unaactitud compleja
ducidaentre 1839 y 1893 se apoya en similares planteamientos. y ambivalente en Scotl, y a unacríticaen Hugo.
92 CELIA ffiRNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 93

intrigas y suspense; una edad media hecha a la medida de la imaginación pios de los personajes del pasado con actitudes modernas, opinando sobre
romántica, basada en una documentación precaria y filtrada a menudo por ambos, y establecer un contacto directo con los lectores a los que se dirige
una actitud nostálgica. frecuentemente para ampliarles información histórica o para orientar la
En su interesante trabajo sobre la historia de la percepción burguesa, interpretación. La presencia y el dominio autorial en la novela histórica son
Donald M. Lowe (1982: 79-81) plantea que los habitantes de la sociedad totales de manera que es el presente el que está leyendo el pasado,
burguesa en el XIX experimentaron por una parte una vivencia de un creándolo para el lector y acercándolo a través precisamente de su palabra.
presente fragmentado, inestable, y por otra, la discontinuidad entre el El pasado recreado en las novelas históricas románticas acentúa el color
~res~~te y el pasado; .de aquí procede lo que Lowe denomina «la tempora- local, el pintoresquismo, el cuidado por el detalle de época, inclinándose
lización de la nostalgias.". Walter Scott supo captar esta nueva experiencia hacia lo arqueológico. El pasado es reconstruido porque se confía en la
del t!empo y po~ eso situó su primera novela Waverley en un periodo viabilidad de tal reconstrucción. Se trata de hacerlo vivir de nuevo, de
suficientemente distante del presente como par~ suscitar la nostalgia: resucitarlo ficcionalrnente a imagen y semejanza de como se desearía que
ese pasado hubiera sido.
La novela histórica integraba el tiempo externo de un medio histórico Pero además la novela histórica pone en juego la idea de progreso, la
cC!n el t}empo interno de las emociones de sus protagonistas. Los con- concepción del devenir histórico. Este factor es esencial y repercute consi-
flictos internos de los personajes quedaban subrayados por el medio
histórico de la trama. Por otra parte, la nostalgia en la sociedad derablemente en la estructuración de las novelas y en los efectos de sentido
burguesa era provocada por la dislocación espacio-temporal, cuando el de las mismas. Ello puede advertirse, como ha estudiado Nieves Muñiz
burgués se encontraba ante una falta de coherencia entre la sensibili- (1980), comparando la diferente estructuración de Ivanhoe y de 1 promessi
dad interna y el medio externo. Así se abrió una nueva reserva de sposí de A. Manzoni. Mientras que en la primera los procedimientos narra-
sentimientos no estructurados que potencialmente podían movilizarse tivos subrayan el efecto de sucesión progresiva hacia el resultado final, los
en muchas direc.ci~nes. La novela histórica se popularizó, porque en artificios técnicos usados por Manzoni persiguen el efecto opuesto: crear
este caso el senurmento del lector iba dirigido hacia otro tiempo, otro una temporalidad abstracta, no a partir de, sino por encima de los hechos y
lugar, donde podía disfrutar estéticamente -es decir, vicariamente- de los proyectos".
del resultado significativo de pasiones y aspiraciones humanas. El
La novela histórica es un género narrativo en el que la configuración
pasado fue aprovechado en la novela histórica para restaurar la
coherencia temporal que faltaba en el presente del lector. temporal se conecta estrechamente con la visión de la historia o del devenir
humano del autor, es decir, posee una dimensión semántico-ideológica
(1982: 84) determinante.
La búsqueda del pasado parece responder, culturalmente, a un afán por
enc~:>ntrar unaestabilidad, una coherencia temporal en un mundo o en una 4.4. La novela histórica en España
SOCIedad en constante movimiento, transformación y dinamismo.
Los acontecimientos bélicos y políticos que vivió España durante el
. La novel~ h!stórica textualiza la relación pasado-presente a través de la
primer tercio del siglo XIX afectaron de forma considerable al desarrollo de
figura enunciativa del autor que se finge transcriptor o editor del manuscrito
la literatura y determinaron el retraso del Romanticismo español en relación
original o de la crónica que da cuenta de los sucesos. La voz del «primer
al de otros países como Francia, Alemania o Inglaterra. Aunque no es
autor», del fingido autor del manuscrito, es filtrada por la voz del narrador
objeto de este libro ahondar en las circunstancias particulares del
autorial que se sitúa en el presente contemporáneo del lector y ello le
permite, entre otras funciones, contrastar escenas, conductas, modos pro-
76 "En Scott la relación individuo-colectividad teníalugara partir de un presupuesto
75 «"Nostalgia" fue una palabra acuñada en la mitad del siglo XVII para denotar una según el cual la historia es humana en cuanto repercute desde dentro y práctica-
forma de melancolía producida por la prolongada ausencia de la patria o el lugar, menteen lo privado: es decirque, cuanto más se acerca al hombre, más restringe
por ejemplo, la nostalgia del hogar, el anhelo de un espacio familiar. Aún no era su significado pasando de lo universal a lo particular. Por el contrario, en 1
el anhelode un tiempo familiar, pues la continuidad del pasadoal presenteseguía promessi sposi, a medida queel desenlace se aproxima, la trama va perdiendo sus
siendo una red inconsútil. En cambioen la sociedad burguesa, con el rompimiento características cotidianas y personales para cobrar una dimensión abstracta. La
entre pasado y presente, la nostalgia fue temporalizada como el anhelo de una historia en Manzoni se juzga desde fuera, desde criterios absolutos tales como el
época anteriory másfamiliar. Y esta nostalgia del pasado fue prontoun fenómen¿ de la injusticia. Sóloa partirde valores atemporales su esfera se conecta, más por
difundido» (D. M. Lowe 1982: 82). De aquíderivan la imitación o recuperación de analogía que por efectivas consecuencias operativas con el conflicto novelesco»
estilosantiguos, la creación de museos, la veneración por las antigüedades, etc. (Nieves Muñiz 1980: 131-32).
94 CELIA FERNÁNDEZ HISroRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 95

Romanticismo en nuestro país, resulta imprescindible aludir a algunas de - Penetración y repercusiones de Scott en España
ellas para comprender el papel de la novela histórica en el contexto
hispáni~~. Según _Rome.ro Tobar (1994: 74), la peculiaridad del Durante la primera mitad del XIX y especialmente a partir de 1830 asis-
~0J.TI~ntIcIsm~ espanol reside e.n q~e «~l conflicto de identidad vivido por timos a un continuo disertar sobre la novela en la prensa literaria (El
individuos seneros ~ grupos rmnontanos penetrados por el romanticismo Europeo, El Semanario Pintoresco, El Eco de Comercio, El Espectador)
europeo se proyecto sobre una cultura arraigada en la visión mítica del que revela la preocupación de los críticos por ese género que aún no había
pasado».P~rec~ claro 9ue el fenómeno romántico adquirió en nuestro país encontrado su lugar en la retórica (véase Loretta Rovatti 1977). La pene-
una especial fisonomía puesto que si, por un lado, aceptó los estímulos tración de traducciones de narrativa europea, el éxito de público y la
europeos del historic~smo, la idea de la imaginación como fuerza creadora, demanda de los lectores, junto a la relativa falta de producción nacional
el gusto por lo medieval o los nuevos mitos románticos (Don Juan, los provocaron la reflexión y el análisis de críticos y escritores. Aunque
bandoleros),. por otro exaltó los valores tradicionales de una sociedad ape- todavía predominaba la concepción neoclásica de la narrativa de ficción,
nas ~odernI~ada, y recuperó la mentalidad mágica y supersticiosa que tales debates propiciaron un afianzamiento del género en el sistema lite-
todavía gravitaba en la vida ~spañola antes y"" dJ;i,Spués del regreso del rey rario, es decir, su progresiva institucionalización. Sin duda Walter Scott y
(Rom~ro Tobar 1994: 87; Javier Herrero 19~. La sociedad española de el género de la novela histórica por él estimulado contribuyeron decisiva-
las pnrneras décadas del XIX iba transformándose lentamente hacia la mente a consolidar el género y a reconciliar a la crítica con él.
modernidad, en un proceso contradictorio que Mesonero Romanos y sobre
En estas circunstancias se presentó Walter Scott y dijo: «Tengo recogi-
todo Larra lograron captar en muchos de sus artículos de costumbres". Sin
das observaciones exactas y numerosas sobre las costumbres de la
embargo, hay 9ue convenir en q~e la debilidad de la Ilustración española en Edad Media. Os las daré en novelas. ¿Queréis?». Sí, respondió la
s~ calado social (Albert Derozier 1980: 359-360), determinó las limita- sociedad fastidiada de inmoralidad y de exageración de sentimientos:
ciones d~ la ruptura romántica en España, menos radical y profunda que en «A lo menos sabremos algo de nuestros antepasados». Y, en efecto, eso
otros paises de Europa (Alemania, Inglaterra). es lo que constituye el mérito de las obras de este escritor, pues ni es
. Los románticos españoles, al hilo de las mismas inquietudes espirituales muy feliz en los desenlaces, ni es grande el interés de sus fábulas. Pero
~ intelectuales que.1~s europeos, van a potenciar la investigación de nuestra sus escenas y diálogos son magníficos; y después de Cervantes, es el
literatura oral, tradicional, a revalorar el arte gótico en arquitectura y a recu- primero de los escritores novelescos.
perar los episodios de nuestro pasado medieval. Prueba de ese talante son
Las Memori~s del castillo de Bellver de Jovellanos, y El Romancero Quien así se expresa es Alberto Lista en un artículo titulado «De la
general (publicado entre 1828-1832) de Agustín Duran?'. novela» publicado en El Tiempo en 184080 (ahora recogido en Navas-Ruiz
1971: 267-271). Esta opinión es un revelador testimonio de la favorable
acogida que se dispensó en España a la obra del escocés, al que se le com-
77 para repetidas veces con Cervantes. Milá y Fontanals, admirador entusiasta
«En resumen, sostener un entendimiento del romanticismo español como una
réplica del europeo para los fenómenos de "larga duración" y admitir los raszos
diferenciales que delimitan lo específicamente nacional» (Romero Tobar 1994:
89).
78
«la ~spaña está hace algunos años en un momento de transición; influida ya por unos temas medievales en la literatura popular? No sólo eso. Es el entronque de la
el ejemplo extranjero, que ha rechazado por largo tiempo, empieza a admitir en literatura popular con la novela histórica romántica, también popular. Nos encon-
toda su organización social notables variaciones; pero ni ha dejado enteramente de tramos por ejemplo con la historia de Partinoples en un pliego de 1856. A fuerza
ser la España ~e Moratín, ni es todavía la España inglesa y francesa que la fuerza de mirar hacia atrás, la literatura popular, moviéndose en otras coordenadas y con
de. I~~ cosas tiende a formar» «<Panorama matritense», Artículos completos, otras finalidades y presupuestos que la romántica culta, llegó a coincidir con ella»
edición de Melchor Almagro San Martín, Madrid, Aguilar 1961: 992""993). ( 1977:269).
79 80
~o h~?' que olvidar, además, el papel que los pliegos de cordel ejercieron en la y Lista continúa: «Antes de Walter Scott se escribió la historia en novelas,
difusión de novelas durante los Siglos XVIII y XIX. Como señala Joaquín Marco desfigurándola como madama Scudery, o embelleciéndola como nuestro
(1977), la mayoría de estos pliegos en prosa del XVIII son prosificaciones de Montegón, a quién sólo faltó escribir mejor el castellano para ser un novelista
romances, pero hay también otros «que contienen novelas disimuladas bajo el estimable. Pero el autor escocés tiene un mérito que sobrevivirá a sus novelas, y
oropel de la historia y aun .d~ la historia crítica». Las novelas de caballerías y eJ es la descripción de costumbres históricas. El género que ha descubierto es muy
Romancero siguen transmitiéndose hasta entrado el siglo XX. Señala J. Marco difícil, porque exige de los que hayan de cultivarle, además de las dotes de imagi-
que en 1877 todavía encontramos un pliego titulado Historia de los valientes nación, un estudio muy profundo de las antigüedades de su patria y del espíritu y
caballeros Tablante de Ricamonte y Jofre Donasen. «¿Significa la pervivencia de de las costumbres de la Edad Media» (apud Navas Ruiz 1971: 271).
96 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRlCA 97

de Scott, llega a valorarlo en su Compendio del arte poética (1844) como verdad histórica y señalando la descripción como principal procedimiento
«el inventor de la novela» (apud Allison Peers 1926: 122). para construir un escenario de época que genere un efecto realista en los
Las primeras traducciones de Scott al español proceden de los emigra- lectores:
dos en Londres. José Joaquín de Mora tradujo en 1825, desde el exilio,
Walter Scott ha impuesto una obligación muy dura a todos los que
lvanhoe y El talismán (Londres, Ackerman), aunque no parece que estos pretendan imitarle. Es imposible ser novelista en su género sin llenar
libros circularan aquí en su edición original (J. F. Montesinos 1954: 59- las condiciones siguientes: la un profundo conocimiento de la historia
60). El deseo de traducir a Scott debió prender pronto entre los editores del periodo que se describe; 2a una veracidad indeclinable en cuanto a
españoles, pero la censura se encargó de hacer fracasar todos los proyectos los caracteres de los personajes históricos; 3a igual escrupulosidad en la
editoriales, dejando en manos de las prensas francesas la versión al español descripción de los usos, costumbres, ideas, sentimientos, y hasta en las
de Scottv. Salvo ediciones aisladas posteriores habrá que esperar hasta armaduras, trajes y estilo y giro de las cantigas. Es necesario colocar al
1830 para que las obras de Scott sean traducidas y publicadas por los lector en medio de la sociedad que se pinta; es necesario que la vea,
editores españoles. La Nueva colección de novelas de Sir Walter Scott del que la oiga, que la ame o la tema, como ella fue con todas sus virtudes
editor madrileño Moreno se inicia en 1830, al que le sigue Jordán con su y defectos. Los sucesos y aventuras pueden ser fingidos, pero el
Nueva colección de diversos autores, traducidos: al castellano por una espíritu de la época y sus formas exteriores deben describirse con suma
Sociedad de literatos (1831-32). En Cataluña" donde la penetración de exactitud. En este sentido no hay autor más clásico que Walter Scott...
Scott fue muy relevante, Bergnes de las Casas desde 1833 lo incluye en la (Apud Allison Peers 1926: 155)
colección Biblioteca de Damas. Cabrerizo en Valencia y Repullés y Mellado
en Madrid, entre los más destacados, ponen las obras del escocés en las Sin duda, lo que se valora más en Scott es la "verdad" que hay en sus
manos de todoss-. descripciones de los usos y costumbres de la época evocada, el correcto
equilibrio entre el respeto a la historia y la invención novelesca y, también,
En el arte narrativo de Scott, cuya originalidad y novedad es reconocida el carácter moral y la moderación en los contenidos, que lo alejan de los
de manera unánimes' (Loreta Rovatti 1977: 259), los novelistas y los
excesos románticos".
críticos españoles descubren y seleccionan determinados rasgos temáticos y
formales que son los que van a ser imitados en la producción de novelas
históricas nacionales. Alberto Lista (1840) los sintetiza con perspicacia y - Novelas históricas originales o nacionales
los enumera, destacando sobre todos la obligación de guardar fidelidad a la
Casi simultáneamente a la difusión de las obras de Scott se inicia la
producción de novelas históricas nacionales. La primera de ellas, de escasa
81 Para la redacción de este apartado me he basado en los estudios fundamentales que repercusión precisamente por lo temprano de su aparición, es de 1823,
sobre la penetración de Scott en España, su recepción, sus ediciones y sus Ramiro, conde de Lucena, de Rafael Húmara y Salamanca (Madrid, por
influencias han elaborado P. H. Churchman y E. Allison Peers (1922); M. Núñez
Arenas (1925); E. Allison Peers (1926); V. González Palencia (1927); Guillermo
G. Zellers (1931). Sobre la novela en la primera mitad del XIX, con especial aten- 84 Allison Peers (1922: 149-50) transcribe un artículo de gran interés publicado en el
ción a la novela histórica, véanse R. F. Brown (1953), J.F. Montesinos (1954), n° 25 de la revista Estrella del 3 de diciembre de 1833, en el que, tras destacar la
Iris Zavala (1971), J. 1. Ferreras (1976, 1979), Y el volumen coordinado por K. «acogida tan gloriosa» que se dispensó a Scott en toda Europa, añade: «el género
Spang, 1. Arellano y C. Mata (1995). que él inventó es el complemento indispensable de la historia en cuanto retrata
82 Amado Alonso (1942: 36-37) recuerda que la difusión de Scott en América se con la mayor exactitud las costumbres de cada siglo. No es tan fiel en trasladar los
produjo en las mismas fechas que en España. Las traducciones de los emigrados caracteres de algunos personajes y en esta parte sacrifica a veces la verdad al deseo
españoles aparecieron a la vez en Londres y en Méjico, y la admiración por Scott de producir efecto; pero esto se le debe perdonar por la novedad e interés de sus
fue tan vibrante como en España. cuadros y combinaciones, y por la perfección de las caracteres supuestos, inventa-
Concha Meléndez (1934) advierte, no obstante, que los autores americanos de dos por él. Lo uno es quizá la compensación de lo otro, y el sacrificio necesario
novelas históricas se inclinaron más hacia los autores folletinescos, sobre todo para conseguirlo, por lo demás basta con que las novelas retraten fielmente las
Dumas, Sue y Fernández y González (Apud Amado Alonso 1942: 36). costumbres, en lo que no puede entretenerse mucho la historia; el que quiere cono-
83 Son muy abundantes los testimonios de críticos que reconocen a Scott como el cer los caracteres acuda a ésta.
«creador» o el «inventor>. del género de la novela histórica, desde un temprano Otra de las prendas que recomiendan a Walter Scott, es su buen juicio, aunque
artículo de Aribau aparecido en El Europeo en 1823 a otro de Eugenio de Ocho~ esencialmente romántico en cuanto a las épocas que pinta; huye como el clásico
en 1848 en la Revista hispano-americana (véase Churchman y Allison Peers más timorato de todo lo que huele a extravagancia. Sus héroes no son energú-
1922: 235 y 263 respectivamente). menos, ni sus heroinas adolecen de furor uterino».
98 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 99

D.M. de Burgos)". En 1830 se publica la que se considera verdadera ini- clase social en plena ascensión; colocar, en fin, a España al mismo nivel
ciadora de la novela histórica nacional, Los bandos de Castilla o El ca- que las demás naciones europeas, sobre todo Inglaterra y Francia.
ballero del cisne (Valencia, Cabrerizo) de Ramón López Soler, con un
prólogo en el que declara que sus objetivos son No obstante, las peculiaridades socio-políticas y culturales del contexto
histórico español que marcan -el desarrollo de nuestro Romanticismo reper-
dar a conocer el estilo de Walter Scott, y manifestar que la historia de cuten de forma relevante en la configuración del género en la tradición
España ofrece pasajes tan bellos y propios para despertar la atención hispánica. En concreto la dimensión ideológica, fundamental en la forma-
de los lectores, como las de Escocia e Inglaterra. A fin de conseguir ción y estructuración del romance histórico romántico europeo, se muestra
uno y otro intento hemos traducido al novelista escocés en algunos inconsistente y desarticulada en nuestra narrativas (forzada relación entre
pasajes e imitándole en otros muchos, procurando dar a su narración y pasado y presente, acentuación de lo folletinesco en detrimento de lo
a su diálogo aquella vehemencia de que comúnmente carece, por histórico). Con todo, desde el punto de vista literario, este tipo de novela,
acomodarse al carácter grave y flemático de los pueblos para quienes al menos la que corresponde a la primera etapa de su desarrollo (1830-
escribe (F. Buendía 1963: 44). 1850)87, cumple un destacado papel en el sistema cultural y literario del
El prólogo interesa por lo que revela acerca de la c~stitución del género Romanticismo español si se entiende como respuesta a un haz de demandas
en la literatura española. Reparemos en que el autor fiJr en Scott el modelo literarias y culturales:
genérico (temático y formal) que ahorma su escritura, y es consciente de a) intenta llenar el vacío historiográfico existente sobre el pasado de
estar inaugurando una nueva forma de novela. A López Soler le seguirán España para contribuir a conformar una idea de nación, una identidad
otros novelistas, muchos de ellos estimulados por proyectos editoriales nacional, con predominio de actitudes nostálgicas y conservadoras (véase
como el de la Colección de novelas históricas originales españolas del J on J uaristi 1987).
editor Manuel Delgado, que pretendía contar con «las personas de pluma b) sirve a una industria editorial en proceso de consolidación y creci-
más ejercitada e imaginación más fecunda». La colección, que consta de
miento que quiere crear un gusto y satisfacer/ provocar la demanda de los
diez títulos, se inicia en 1833 con El primogénito de Albuquerque del
lectores y de las lectoras.
mismo López Soler, y le siguen El doncel de Don Enrique el Doliente
(1834) de Larra, Sancho Saldaña o El castellano de Cuéllar (1834) de e) entronca con la narrativa medieval de los libros de caballerías
Espronceda, Ni rey ni roque de Patricio de la Escosura (1835) o El golpe españoles y trata de asimilar, aunque sea torpemente, las enseñanzas de
en vago (1835) de García de Villalta, entre otras. Cervantes" (véase A. L. Baquero 1986). Esta filiación de la narrativa
Tales iniciativas editoriales tenían mucho que ver con intereses históri- histórica romántica con nuestra tradición anterior fue objeto de un intere-
cos y nacionales. Como explica Albert Dérozier (1980: 427), sante debate en el Ateneo de Madrid en enero de 1839, sintetizado más

el propósito de la Colección Delgado en Madrid, así como otras en


Cataluña, Levante, etc., es múltiple: poner al lector contemporáneo en 86 Albert Dérozier (1977: 86) achaca precisamente los defectos de la novela histórica
contacto con la historia nacional de otros tiempos para que tome española «des longueurs, les redites, le souci de tout expliquer, le schématisme et
conciencia de los orígenes de su país; difundir el respeto y el entu- l'ennui») a la falta de un propósito ideológico coherente: <de genre nait difficile-
siasmo por el rey y la religión; evidenciar los verdaderos valores de la ment. A proprement parler, il ne peut pas naitre. II n'en a pas les bases socio-
historiques, et par conséquent il n'en a pas non plus la dynamique idéologique».
87 Juan Ignacio Ferreras (1976: 99-103) propone una división de la novela histórica
en tres períodos: <da novela histórica de origen romántico», hasta la década de
85 Existen además las novelas publicadas en inglés por Telesforo Trueba y Cossío, 1840-50; <da novela histórica de aventuras», desde ahí hasta 1860; y <da novela de
Gómez Arias or The Moors of the Alpujarras. A Spanisli hlstorical romance aventuras históricas», que se inicia al mismo tiempo que la anterior pero que a
(Londres, 1828) y The Castilian (Londres, 1829), que no se traducen al español partir de de 1860 acaba dominando todas las tendencias. Estas fechas son siempre
hasta 1831 y 1845, respectivamente. Estas novelas debieron ser conocidas por los aproximadas.
emigrados españoles. Menéndez Pelayo lo consideraba como «padre de la novela El criterio que sigue Ferreras para esta clasificación se basa en la progresiva
histórica (española)» (A. Peers 1940: 184-85). pérdida primero del héroe romántico y luego también del universo histórico en las
Interesa también mencionar la primera novela histórica hispanoamericana, novelas del tercer tipo.
Jicotencal, publicada de forma anónima en Filadelfia en 1826 y que no detie 88 Las huellas de Cervantes en la novela de Larra El doncel de Don Enrique el
confundirse con Xicotencal, príncipe americano de Salvador García Bahamonde y Doliente han sido destacadas por José Luis Varela (1982: 33-37) y por E. Penas
publicada en Valencia en 1831 (véase Baquero Arribas, 1990). Varela (1992: 147-214).
100 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 101

tarde en las páginas del Semanario Pintoresco Español: «Paralelo entre las sintió atraida por acontecimientos de la historia reciente, especialmente
modernas novelas históricas y las antiguas historias caballerescas». aquellos relacionados con la guerra de la Independencia. En general el
d) conecta con las líneas narrativas de mayor éxito en Europa, no sólo componente de novela de tesis se acentúa en estas novelas, que constituyen
Scott, sino que la influencia de Cooper, Chateaubriand, Manzoni o Victor los claros antecedentes de los episodios galdosianos (véanse M" I.
Hugo se hará sentir en los novelistas españoles. Montesinos, 1977 y A. Ferraz, 1990).
Todas estas circunstancias contribuyen a que la novela histórica 4.5. Marcas genéricas de la novela histórica romántica
española, aún sabiéndose deudora del modelo scottiano,~ se esfuerce en
nacionalizarlo, es decir, en modificarlo y adaptarlo a una telTIática histórica El sistema genérico de la novela histórica romántica puede concretarse
propia, al gusto de los lectores, y al estilo y a las particulares intenciones de en las siguientes marcas:
los autores. Por eso el adjetivo "nacional", u "original" se inscribe en lugar
destacado en el paratexto de las obras: los editores lo incluyen en los títulos a) Un proyecto semántico-pragmático de reconstruir -de que el lector
de las colecciones de novelas históricas, como lo hemos visto en el caso de reconstruya imaginariamente- una época del pasado histórico, preferen-
Manuel Delgado, y también aparece a menudo como subtítulo en la cubierta temente la Edad Media.
de los librosw. Por ejemplo Ni Rey ni Roque, «episodio histórico del Los textos de la serie ofrecen desde el título o en las primeras líneas del
reinado de Felipe 11, año de 1595. Novela original escrita por Patricio de la texto indicaciones cronológicas y topográficas precisas para situar los
Escosura, autor del Conde de Candespina» (Madrid, Repullés 1835); La hechos que se van a narrar. Con ello subrayan la distancia temporal entre el
heredera de Sangumi, «Romance original del siglo XII» de Juan Cortada y pasado del mundo narrado y el presente del mundo real del lector'",
Sala (Barcelona, Herederos de Roca 1835), o El Señor de Bembibre b) La diégesis se constituye con elementos históricos (espacios, aconte-
«novela original» (Madrid, Imprenta de F. Mellado, 1844) de E. Gil Y cimientos, personajes) y elementos inventados.
Carrasco. -En general los personajes históricos intervienen en la acción pero el
La reivindicación de originalidad se realiza a veces en los prólogos como protagonismo lo asumen personajes inventados que a menudo son repre-
ocurre en La conquista de Valencia por el Cid, «novela histórica original» sentativos de un grupo social.
(Valencia, Impr. Mompié 1831) de Estanislao de Cosca Bayo quien, tras -PredOllÚnan los procedimientos descriptivos al servicio de una diége-
aludir a las dificultades que plantea escribir una novela reducida al sitio de sis costumbrista y arqueológica
una ciudad, advierte que
cualquiera que sea la opinión que la indulgencia del público imparcial 90 Jean Molino (1975: 215-216) destaca también que la novela histórica en Francia
forme de este escrito, no deberá echar en olvido el lector que esta
en 1830 se presenta como una novela del pasado que desde el primer momento nos
novela es original española, y que en toda ella no hay ni un pasaje ni
una palabra copiada de los novelistas extranjeros. proporciona el marco cronológico de la acción. Hay incluso novelistas que para
marcar mejor la distancia temporal entre el pasado que evocan y su presente, aso-
(F. Buendía 1963: 225) cian el día en que empieza la acción de la novela con el día en que escriben (véase
el principio de Notre Dame de París de Victor Hugo).
No obstante estas declaraciones, la narrativa histórica española va a «Cette précision extreme, aussi bien topographique que chronologique, donne
mostrarse en general apegada a las propuestas narrativas del escocés -tan naissance aux deux éléments de récit constitutifs de l'overture du roman historique:
próximas a la tradición cervantina- aunque, naturalmente, los temas le topos de la date et le topos du lieu. La signification fonctionelle de ces élé-
proceden de la historia nacional. ments est double; il s'agit en mérne temps de situer et d'éloigner. La date, quant a
Por último hay que destacar que la novela histórica romántica española elle, évoque d'une part, gráce aux associations plus ou moins vagues qui se trou-
no sólo se ocupó de asuntos del pasado medieval sino que muy pronto se vent liées dans la conscience du lecteur, des noms, des faits, des images qui
constituent ainsi l'aura historique sur le fond de laquelle se détachera le récit. Il ne
s'agit pas du tout d'une science historique présente dan s le lecteur, et qui
89 Allison Peers (1973: 175-76) evoca las malas traducciones o adaptaciones de correspondrait a I'effort d'information fourni par l'auteur; il s'agit d'un fond de
Scott, tan denostadas por la crítica. "No es, pues, de extrañar que cuando el nivel complicité commun existant rnérne pour un roman historique qui décrit une
de la novela empezó a mejorar lentamente, concedieran los autores gran importan] époque pour laquelle nous n'avons pas d'information explicite, et qui fonctionne
cia en las portadas de sus obras a la frase «novela original», y que los editores comme arriere-fond de perspective. Mais, en mérne temps qu'elle situe, la date
comenzaran a hacer hincapié en el hecho de que la colección de novelas que edita- éloigne et, dans sa précision, joue le role des trois coups sur lesquels, au théátre,
ban no comprendía traducción alguna». le rideau s'ouvre sur la scéne».
102 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 103

e) La historia se configura en una trama de romance basada en la histórica y la descripción minuciosa de objetos, indumentaria, usos,
peripecia y en la intriga, con reiterados motivos genéricos, para mantener el costumbres, arquitectura... en detrimento de los demás factores. Como
interés de los lectores (desafíos, raptos, asaltos a castillos, duelos, muertos ejemplo puede citarse la novela en tres tomos de Martínez de la Rosa Doña
que reviven, intervención de magos, etc.)?'. Isabel de Solís, reina de Granada (1837, 1839, 1846); la novela histórica
d) La modalización dominante es la de un narr~ omnisciente folletinesca (véanse Tierno Galván 1977; E. Rubio 1982) al estilo de
extradiegético caracterizado por: Dumas, cuyo máximo exponente en España fue Fernández y González, y
que se caracteriza por adelgazar el peso d~ l~ histórico en favor de las
. -fingirse transcriptor o editor del manuscrito original que contiene el estrategias romancescas y de los elementos ficcionales; o, en fin, la novela
relato verídico de los sucesos (narraciones fenoménicas). histórica de tesis que refuerza la autoridad del narrador omnisciente y
-presentarse como figura de saber (histor 92) que transmite al lector las potencia su función interpretativa ideológica para imponer una determinada
informaciones históricas extradiegéticas necesarias para el seguimiento y la lectura de la novela.
cabal comprensión de lo narrado.
-desarrollar sus funciones metanarrativa e ideológica (comentarios 4.6. Cuestionamiento del género. Manzoni
sobre la fiabilidad el manuscrito que le sirve de fuente, contraste entre el
pasado y el presente, comentarios o digresiones morales, filosóficas, etc.). El desarrollo de la novela histórica romántica tiende a desequilibrar los
-situarse en el mismo plano temporal del lector, el presente, en relación elementos de su sistema genérico para escorarse bien hacia el exceso de
al pasado de la historia. documentación histórica (Flaubert), bien hacia la abundancia de aventuras y
folletín (Dumas); ello revela el temprano desgaste de una fórmula narrativa
En este sentido, no cabe posible diferenciación entre este narrador y la
que por su carácter híbrido y por su estrecha vinculación con los
figura del autor implícito.
planteamientos de la historiografía romántica descubrió muy pronto sus
Todos los rasgos señalados apuntan a los objetivos básicos de la novela fisuras.
histórica romántica, la verosimilitud y el didactismo, sustentados ante todo Amado Alonso (1942) ha enjuiciado este proceso de decadencia
en el respeto a los datos y a las versiones de la historiografía sobre perso- atribuyéndolo a un defecto sustancial o intrínseco del género. Para Amado
najes y acontecimientos narrados. Alonso los autores de novelas históricas pretendieron aunar el goce estético
En la evolución del género puede observarse cómo cambian las con el informativo, pero esa síntesis nunca la lograron porque tomaron de
funciones de los elementos y su jerarquización en el sistema genérico, de lo la historia sobre todo la parte arqueológica y «aplicando su esfuerzo a la
que resultan variantes como la llamada novela histórica arqueológica representación artística y vivaz de estados culturales pretéritos, no crearon
(Amado Alonso 1942) que privilegia la información y la documentación dentro de esos estados vidas individuales en auténtico crecimiento» (28).
Pero, añade Alonso, tampoco fueron capaces de acertar en la repre-
sentación histórico-arqueológica. Todas las novelas presentan graves fallos
91 Véase un estudio de la presencia de estos motivos en la novela hist6rica romántica históricos" y muy pronto los lectores se sintieron defraudados ante las
española en C. Mata Indurain (1995: 175-183). expectativas suscitadas de verdad histórica (A. Alonso 1942: 48-49).
92 R. Scholes y R. Kellogg (1966: 266) definen este tipo de narrador: «The histor is
the narrator as inquirer, constructing a narrative on the basis of such evidence as
La valoración de Amado Alonso va más allá del análisis del fenómeno
he has been able to accumulate. The histor is not a character in narrative, but he concreto de la novela histórica romántica, pues llega a afirmar la inviabili-
is not exactly the author himself, either. He is a persona, a projection of the dad estética del género al que considera prácticamente agotado desde
author's empirical virtues, Since Herodotus and Thucydides the histor has been Salarnrnb8 de Flaubert'", novela que lleva a su límite los rasgos de la
con cerned to establish himself with the reader as a repository of fact, a tireless
investigator and sorter, a sober and impartial judge -aman, in short, of
authority, who is entitle not only to present the facts as he has established them 93 Amado Alonso emite un juicio negativo acerca de la viabilidad estética del género
but to comment on them, to draw parallels, to moralize, to generalize, to tel1 the de la novela hist6rica, y ello por la actitud peculiar de sus autores: «el que
reader what to think and even to suggest what he should do. History from its releguen en su intenci6n 'a segundo término lo que es propiamente creaci6n
beginning was closely al1ied with rhetoric, and the ancient histor knew that one of , poética y que se apliquen cada vez más a la elaboración y presentaci6n artística de
the first tasks of a speaker was to convince the audience of his authority and com-) un material intelectualmente sabido» (1942: 8).
petende to deal with the subject at hand. The narrator as histor is a primary narra- Para la distinci6n entre historia y arqueología veáse la página 9.
tive ingredient of such novel s as Tom iones, The Red and the Black, Vanity Fair, 94 Amado Alonso (\942) no incluye en su estudio las novelas históricas del pasado
War and Peace, and Nostromo», pr6ximo como los Episodios de Gald6s o El Ruedo Ibérico de Valle porque en
HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELANOVELA HISTÓRICA 105
104 CELIA FERNÁNDEZ

novela histórica .tradicional: aumenta el rigor documental y la e;;rrción y finalmente ponen en entredicho la verdad del couleur locale, y por
subraya el e~~tIsmo y la fas~inación de un pasado al que sólo se lo consiguiente, el principio mimético de la novela histórica misma.
contempla estetIcamente, despojado de cualquier relación con el presente. (apud H .R. Jauss 1970a: 122)
Recuérdese que parecido argumento ya había sido utilizado por G. La Chartreuse de Parme (1839) puede considerarse como una novela
Luk~cs (1937: 194-1,95) en su crítica a la novela histórica que se escribe a
histórica que rompe con el modelo scottiano al presentar los hechos históri-
partir d~ Ja revol~cIÓ~ de 1848, episodio que conlleva cambios en la cos desde la perspectiva personal de los protagonistas, a cuyas reflexiones
c0folcepclOn de la historia y despoja la idea del progreso de toda contradic- y sentimientos se le concede mucho mayor peso en la trama que a las
tonedad, como aparecía en el Romanticismo. La historia es considerada en circunstancias externas. Resulta así una representación subjetiva de sucesos
una ev?lución lisa y rectilínea en el marco de un pensamiento evolucionista históricos tan importantes como la batalla de Waterloo, que se convierte
(Darwin). desde la perspectiva de Fabrizio del Dongo en una serie de imágenes
. Hacia ~inales de s~glo las. c?~cep'c,iones de Taine, Burckhardt y deslabazadas y confusas: cañonazos, soldados que galopaban o que corrían
NIetzsche, Impulsan hacI~ la subjetivización y modernización de la historia. huyendo, disparos, cadáveres en los campos, heridos ...
Par,a ~ukacs esta se convierte en una colección de anécdotas curiosas; nada Aparte del rechazo que provocó en Francia el libro de Scott sobre
esta ligado con el presente y Napoleón (1827), lo cierto es que tal reacción revelaba también el ago-
la escisión entre ~I presente y la historia produce una novela histórica tamiento de una forma literaria que sin duda había impulsado el interés por
en la cual el exotismo huecamente vacío o aventurero tenso o mítico la historia del pasado e incluso había incidido en la historiografía (A.
d~ una temática arbitraria y sin relaciones con nada, s~ hunde hasta eÍ Thierry, C. J. de Barante...), pero que fracasaba ante la historia contem-
nivel de la mera lectura de distracción (1937:205)95. poránea.
Esta misma actitud era mantenida casi simultáneamente por H. Heine en
~l
cuestionamiento de la novela histórica romántica se produce en el Alemania, quien ve en Scott la última expresión de la nostalgia por el
per~odo que v~ entre. 1830 Y. 1850, Yen él confluyen diferentes razones de tiempo pasado, la recuperación de las antiguas imágenes de los recuerdos
caracter literario, socio-político, e historiográfico. nacionales que habían fascinado a la burguesía y a la nobleza. Pero ahora,
~ans Robert Jauss (1970a: 113 y 121-23) considera que Le Rouge et le tras la tarea de Napoleón, lo que importa es la época actual, es el presente
NOlr (1830) d~ Stendhal «presupone la crítica de un género predominante deslumbrante (apud Jauss 1970a: 125-26).
y de una autondad hasta ~ntonces indiscutida, de la novela histórica y sir En el ámbito hispánico ha sido destacada la crítica expuesta por José
Walter. ~cott». Stendhal Ilustra con sus actitudes las variaciones en la María Heredia en 1832, el mismo año de la muerte del novelista escocés,
recepcion de la novela scottiana: al entusiasmo inicial suscitado por que denuncia los defectos del arte narrativo de Scott: incapacidad para crear
Waverley (1818) le sigue un cierto desencanto (1822-23) que termina en el vidas, desorden estructural y mezcolanza de elementos varios, y sobre todo
rechazo que e~I?one en su ensayo «Walter Scott et la princesse de eleves» errores y falsedades históricas:
(1830). Sus críucas se basan en razones literarias y novelescas:
Sus novelas son de nueva especie, y se ha creído definirlas bien con
P~rten de ~n descontento de la .p~esentación puritana del amor y de la llamarlas históricas: definición falsa, como casi todas las voces nuevas
v~da emocional ~n ~eneral, se dirigen luego más y más a la despropor- con que se quiere suplir la pobreza de las lenguas. La novela es una
ción en la descripción de estados externos frente a procesos internos y ficción y toda ficción es mentira. ¿Llamaremos mentiras históricas las
obras de Walter Scott? Haríaseles una injuria que no merecen, y sí
nuestros elogios por más de un motivo; pero su autor no debe colo-
carse entre los Tácitos, Maquiavelos, Hume y Gibbon, y el último
estas, según él, no se plantea el conflicto entre información histórica e invención compilador de anécdotas tiene más derecho al título de historiador.
«los autores pueden ajustarse en lo propiamente histórico al clásico jaman; (apud Allison Peers 1926: 147 y sig.)96
seque re, y en lo arqueológico o ambiental, cuando más, a unos cuantos toques
costumbristas- (80). "
95 «Si para Scott y ~ucesores la historia se contempla como prehistoria del presente
y por tanto nada tiene de Incomprensible, para los escritores modernos el atractivo 96 Amado Alonso (1942: 45-49) recoge testimonios de críticos y novelistas ale-
de la historia es justamente su extrañeza, su exotismo. Parten de una actitud dé manes corno WiIlibald Alexis, Hermann Kurz o Viktor Scheffel que consideran a
rechazo y de desprecio hacia su presente burgués capitalista y ansían alejarse» la novela histórica como género dependiente o de segundo rango y le censuran el
(Luckács 1937: 264). falseamiento de la historia.
106 CELIA FERNÁNDEZ H1SlDRIA y NOVELA: POÉllCA DE LA NOVELA HISTÓRICA lO:?

Así pues, la decadencia de la novela histórica romántica responde a un Per indicarvi in breve la mia idea fondamentale circa i romanzi storici,
cambio en el horizonte de expectativas de los lectores. En ese cambio e mettervi cosl sulla via per rettificaria, vi diro che concepisco tali
influye la transformación y evolución de la investigación histórica propi- romanzi come la rappresentazione di una data condizione della societa
fatta attraverso vicende e caratteri cosl simili alla realta che essa possa
ciada por la escuela de Leopold Von Ranke, también admirador inicial de apparire una storia vera appena appena scoperta. Quando sono ad essa
Scott y duro crítico posterior al descubrir sus falsedades históricas. Al ser mescolati avvenimenti e personaggi storici, credo che si debba rappre-
cuestionada su fiabilidad histórica, saltan a la luz sus defectos narrativos: la sentarii nel modo piü rigorosamente storico; percio, ad esempio, in
falta de profundidad psicológica de los personajes y el exceso de informa- lvanhoe, Riccardo Cuor di Leone mi sembra figura difettosa.
ción y erudición. No obstante, como hemos visto, la clave del fracaso se (Manzoni, 1981: 298)
centra en la mezcla entre lo histórico y lo ficciona1. .
Esta dependencia de la novela histórica de la realidad histórica que toma
- Del Romanzo storico e, in genere, de'componimenti misti di storia e como asunto es donde radica la insoluble contradicción del género. Más
d'invenzione (1850)97 de Alessandro Manzoni que una crítica, lo que Manzoni lleva a cabo es un tratado de teoría literaria
sobre la imposibilidad del género de la novela histórica y su punto de
No podemos terminar este apartado dedicado a glosar la decadencia y el partida argumentativo es de índole pragmática pues M~z<;Jni ~e ~ace eco de
cuestionamiento de la novela histórica romántica sin incorporar el tratado las críticas de los lectores. Unos lamentan la mezcla indiscriminada de lo
crítico escrito por quien fue uno de sus más conspicuos cultivadores, histórico y lo inventado de manera que uno de los objetivos fundamentales
Alessandro Manzoni. Este texto debe ser situado en el contexto del del género (cdare una rappresentazione vera della storia») queda sin
Romanticismo italiano, que colocó en el eje de los debates literarios el cumplir; otros, por el contrario, se quejan de los a.utores que separan lo
problema de la relación entre literatura y realidad, entre novela e historia, y histórico de lo inventado, atentando así contra la unidad de la obra. Todos
que, a causa de sus peculiares circunstancias históricas, defendió la utilidad tienen razón, concede Manzoni, pero todos se equivocan al exigirle o al
civil del arte y acogió con entusiasmo la narrativa histórica scottiana (M" esperar del género lo que éste no puede dar. En e~ecto,.la ';10ve1a hi~tórica
Nieves Muñiz 1980: 53- 69). Sin embargo, la mezcla de historia y ficción requiere dos tipos de respuesta lector~ (de «assentirnenti») lllc~mp~tlbles o
desencadenó una intensa polémica que se prolongó a lo largo de la primera radicalmente diferentes: «Prendendo III mano un romanzo stonco il lettore
mitad del siglo. El propio Manzoni, admirador del arte de Scott, advierte sa benissimo che ci trovera facta atque infecta, e cose avvenute e cose
durante el proceso de escritura de 1promesi sposi las dificultades de conju- inventate, cioe due oggetti diversi dei due diversi, anzi opposti
gar los elementos históricos con los elementos inventados para lograr la assentimenti» (206).
unidad de la obra. Los presupuestos estéticos de Manzoni, indisociables de Lo que cuestiona Manzoni es precisamente la ambigüed~d ~e~ contrato
su fe religiosa y de su sentido reverencial de la historia, se anclan en la de lectura del género. ¿Cómo debe leerse una novela hlstonca~ P~ra
tradición del pensamiento neoaristotélico en sus líneas más afines a la moral Manzoni el género confunde, desconcierta y se opone a las tendencias Hl-'
contrarreformista (A. Alonso 1942: 50-70). Para Manzoni la verdad terpretativas naturales de los lectores:
histórica no admite ningun grado de manipulación o distorsión, y la poesía
(la tragedia, la novela) está subordinada a aquella de manera que la verdad Assentire, assentir rapidamente, facilmente, pienamente, e il desiderio
poética (lo verosímil) viene a ser un reflejo (imperfecto) de la verdad d'ogni lettore, men.o ~hi legga per criticare: ~ si asse~te con piacer~,
histórica. Y así se entiende su concepción de la novela histórica que expone tanto al puro verosimile, quanto al vera positivo: ma, l avete detto VOl,
en una carta a Claude Fauriel del 3 de noviembre de 1821: con assentimenti diversi, anzi opposti: e, aggiungo io, con una con-
dizione uguale in tutt'e due i casi; cioe che la mente riconosca
nell'oggetto che contempla, o I'una o l'altra essenza, per poter prestare
No obstante esta actitud crítica no es generalizable en el ambiente literario o l'uno o l'altro assentimento (208).
español. La admiración por Scott se prolonga en nuestro país hastabien avanzado
el siglo de lo,que es buena muestra la publicación en torno a 1870 de novelas Esta es la tesis definitiva de Manzoni: la novela histórica yerra tanto en el
importantes como la tan elogiada porMenéndez Pelayo Ave Maris Stella, historia plano estético, al no poder lograr una coherencia, una ~nida.d entre sus
montañesa aparecida en 1877 de Amós deEscalante. diversos componentes, cuanto en el plano moral, pues distorsiona la ver-
97 Aunque esteensayo se publicó por primera vezen la primera edición de las Opere
varie (Milano, Redaelli, 1845-55), Manzoni lo había redactado en torno a 1831,
en fecha por tanto temprana y pocos años después de haber publicado su gran
novela histórica 1 promessi sposi (1927). Este textoaparece recogido en Manzoni
1981: 193-282.
108 • CELIA FERNÁNDFZ HISlDRlA y NOVELA: POÉTICA DELANOVELA HISTÓRICA 109

dad histórica'" y siembra la confusión e Zsus lectores que nunca saben a en la que lo ficcional acaba imponiéndose sobre los elementos históricos y
qué atenerse. la otra, en la que se encuadran las mejores novelas de Scott, la novela de
La novela histórica carece de un proyecto propio; su propósito de Manzoni y la propia de Escalante, que por el rigor de la documentación y la
«rappresentare, per mezzo d'un'azione inventata, lo stato dell'urnanita in maestría artística puede completar la historia 100.
un'epoca passata e storica» (216) es una frase cuya lógica es sólo aparente, Menéndez Pelayo considera la crítica manzoniana solo aplicable al
pues no hay correspondencia entre el fin y el medio. El único medio para primer tipo de narraciones «histórico-anoveladas» y no al segundo. No .
representar el estado de la humanidad en una época del pasado histórico, comparte la restricción que Manzoni realiza a los derechos de la fantasía y
con los diversos grados de certeza o de probabilidad que se puedan man- califica de rígida la doctrina última que le condujo a condenar «como
tener, es la narración histórica. género contradictorio en sí mismo, toda mezcla de historia y ficción»
Manzoni sale al paso, por último, de quienes le refuten su teoría sobre la (1956: 163-64). «La humanidad sigue recreándose con este género
ba~e del éxito de público que ha tenido el género. Segun él, una cosa es el híbrido» afirma Menéndez Pelayo.
éxito de algunas novelas históricas y otra muy distinta es el género de la
novela histórica. Manzoni detecta cómo aumenta la demanda de historicidad 5. LA NOVELA HISTÓRICA REALISTA. LOS EPISODIOS NACIONALES DE
en el público, cómo es menor la tolerancia con la ficción y cómo surgen GALDÓS
síntomas evidentes del cansancio y del descontento hacia este género,
descontento del que es buena prueba la publicación de su ensayo'", 5.1. La historia como representación objetiva de la realidad
Menéndez Pelayo (1956) se hace eco del trabajo de Manzoni en un
artíc~lo en qu~ glosa ~a figura del novelista Amós de Escalante, y en el que La cultura europea, sobre todo a partir del primer tercio del siglo XIX,
empieza por diferenciar dos formas principales de la novela histórica: una, se decanta hacia el realismo"?'. Los movimientos y corrientes estéticos e
ideológicos que se sucedieron durante este siglo se presentaban como más
aptos que sus competidores para proporcionar una exacta aprehensión de la
98
Manzoni reconoce que también en los textos históricos puede haber mentiras o
realidad social.
puede hacerse uso de lo verosímil e incluso difícilmente se puede llegar a saber El "método histórico", tal como los historiadores del siglo XIX lo
toda la verdad. Pero nada de esto sirve para justificar el proyecto de la novela comprendieron, consistía en acudir a los archivos sin ningún tipo de ideas
histórica. La mentira es una cuestión que concierne al historiador pero que no es preconcebidas, estudiar los documentos y luego escribir una narración
connatural a la historia; lo verosímil es usado a modo de conjeIura, distinguién- sobre los acontecimientos constatados documentalmente. La idea básica era
dolo de lo verdadero; y aunque a veces la historia no nos pueda ofrecer toda la dejar que la explicación brotara naturalmente de los propios documentos, y
verdad, ello se debe a la falta de documentos, de lo que la historia no es respon- entonces representar su significado en forma narrativa. Como señala
sable. Puede observarse que Manzoni concibe la historia como el discurso de la Hayden White (1973: 142), los cuatro grandes historiadores del XIX
verdad. La historia transparenta la realidad y de ese objetivo central le viene su
unidad (21 1-214).
99
«Ce la stessa voglia di far romanzi storici, e la stessa voglia di leggere quelli che 100 «Para los 'grandes hechos históricos no hay como la historia; la fábula sirve sólo
son o gia fatti? Non so; ma non posso lasciar d'immaginarmi che, se questo scritto para oscurecer su grandeza. El único medio artístico de celebrarlos con dignidad es
fosse venuto fuori un trent'anni fa, quando il mondo aspettava ansiosamente, e la efusión lírica. Pero ni la historia se compone tan sólo de peregrinos y encum-
divorava avidamente i romanzi di Walter Scott, sarebbe parso stravagante e teme- brados acontecimientos, ni sabe ni dice todo lo que puede decirse y saberse de
rario, anche riguardo al romanzo storico; e che ora, se qualcheduno avrá la bonta ciertos períodos, hombres y razas, que por no haber influido eficazmente en el
d'occuparsene abbastanza per dargli questi titoli, sara per tutt'altro. E trent'anni mundo, o porque de sus hechos no queda bastante memoria en papeles y libros,
dovrebbero essere un niente per una forma dell'arte, che fosse destinata a vivere» permanecen olvidados y silenciosos aguardando el son de la trompeta que los
(282). levante del sepulcro. Y entonces llega el arte, que entre sus excelencias tiene la de
Manzoni alude precisamente al retraso en la publicación de su ensayo escrito en suplir con intuición potente las ignorancias de la ciencia, los olvidos y desdenes
1830-31 pero publicado quince años después cuando en efecto la moda de las nove- de la historia; y resucita hombres y épocas, nos hace penetrar hasta lo íntino de la
las históricas declinaba espectacularmente. Obsérvese además que esta crítica ha organización social, y nos da a conocer, no sólo la vida pública y ruidosa, sino la
sido redactada entre la primera y la segunda edicion de l promessi sposi (19271 familiar y doméstica de nuestros progenitores» (1956: 164-65).
1942), lo que la convierte en una especie de autocrítica a su propia obra, a 5\1 101 «To be a "realist" meant both to see things clearly, as they really were, and to
proyecto novelesco. La primera redacción de Renzo y Lucia se despega del modelo draw appropriate conclusions from this clear apprehension of reality for the living
scottiano (al que no obstante incorpora como referente genérico) a partir sobre of a possible life on its basis. As thus envisaged, claims to an essential realisrn
todo de una diferente concepción de la historia. were al once epistemological and ethical» (Hayden White 1973: 46).
HISIDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA III
110 CELIA FERNÁNDEZ

---:-Mi~helet, Ranke, Tocqueville y B~hardt-, coinciden en que una de la historia medieval, los documentos y datos de la vida en aquella época.
Así descubrió no sólo que las representaciones de Scott eran casi en su
hlsto~la v~rdadera debe ser escrita sin preconcepciones, objetivamente, sin
?tro l~t~res e~l?s.hecho~ del pasado que los hechos mismos y sin ninguna totalidad productos de la imaginación, sino que la vida real de la Edad
intencion apriorística de insertar los hechos en un sistema formal. Media resultaba mucho más fascinante que su réplica imaginaria. Decidió
entonces suprimir todo impulso "romántico" y limitarse a dar cuenta exclu-
La. ~arración .histórica tr~nsparenta la realidad del pasado tal como
sivamente de -aquellos hechos que estuvieran certificados o avalados por
sucedió, se convierte en el discurso de las cosas mismas. Roland Barthes
una evidencia documental, sólo lo que realmente había ocurrido en el
(1967) en un pionero trabajo sobre el discurso histórico analizó los meca-
pasado. Este rechazo del Romanticismo es un elemento básico en la histo-
nismos semióticos de producción de realidad puestos en práctica por la
riografía realista de Ranke que se llegó a convertir en el paradigma de la
historiografía decimonónica:
historiografía tradicional (véase Hayden White 1973: 163-64).
Le discours historique suppose, si l'on peut dire, une double opération, La idea del progreso en el desarrollo histórico de la humanidad, la
~o~t retorse. Dans un p~emier temps (cette décomposition n'est creencia en la inteligibilidad del mundo y de los fenómenos sociales e histó-
évidernrnent que métaphorique), le référent est détaché du discours il ricos, la instauración de la linealidad temporal y la conexión lógica y causal
lui devient extérieur, fondateur, il est censé le régler: c'est le temps des entre los acontecimientos, y la objetividad del discurso histórico, consoli-
res gestae, e~ le discours se donne simplement pour historia rerum dado como discurso verdadero, son los pilares sobre los que se asienta la
gestarum; mais dans un second temps, c'est le signifié lui-rnérne qui est
mentalidad "realista" decimonónica.
repoussé,. co~~ondu dans ~e référent; le référent entre en rapport direct
ave.c le. slg~!flant, ~t le dISCOurS, chargé seulement d'exprimer le réel,
croit faire 1econorme du terme fondamental des structures imaginaires 5.2. La novela realista. Balzac
qui est le signifié. (...) ,
La novela de la segunda mitad del XIX no es ajena a esta obsesión rea-
Se refusant a assumer le réel comme signifié (ou encore: a détacher le lista que caracteriza la atmósfera cultural. Ya no interesa la evocación
référent de sa simple assertion), on comprend que l'histoire en soit nostálgica y romántica de un pasado lejano, sino el retrato de la sociedad
venue, au moment privilégié oü elle a tenté de se constituer en genre presente. La obra de Balzac supone el paso «desde la configuración de la
c'~st-a-dire .au XIX siecle, a voir dans la relation "pure et simple" de~ historia pasada hasta la del presente como historia» (G. Lukács 1937: 88).
faits, la meilleure preuve des ces faits, et a instituer la narration comme
signifiant privilégié du rée!. Augustin Thierry s'est fait le théoricien de En el «Avant-Propos» de 1842 a La Comédie Humaine Balzac expresa su
cette histoire narrative, qui puise sa "verité" dans le soin meme de la admiración por Scott, pero siente que ha llegado el momento de ir más allá,
narration, I'architecture de ses articulations et l'abondance de ces de abrir nuevas vías para la novela. Se propone presentar en un ciclo de
expansions (appelées en l'occurrence "détails concrets"). novelas la historia total de la sociedad francesa -Scott «n'avait pas songé
(1967: 20-21)102 a relier ses compositions l'une a l'autre de maniere de coordonner une
histoire complete, dont chaque chapitre eüt été un roman, et chaque roman
Así pues, la realidad histórica del pasado puede conocerse mediante el une époque» (1965: 52)-, y abandona el pasado para hacerse cronista del
uso ~rítico del material de los archivos y puede representarse fielmente vivir cotidiano y privado, para contar la «historia olvidada por los histo-
mediante la narración. riadores», la historia de las costumbres!". La narrativa histórica engarza
Leopold van Ranke caracterizó el método histórico del que era fundador
en términos opuestos a los principios de representación utilizados en las
obra.s de Walter Scott. En un primer momento, Ranke se había sentido
fas.cmado por las descripciones y reconstrucciones scottianas; ellas le
estimularon a conocer la Edad Media más de cerca y a investigar las fuentes 103 «La société francaise allait étre I'historien, je ne devais étre que le secrétaire. En
dressant l'inventaire des vices et des vertus, en rassemblant les principaux faits des
102 Añade finalmente Barthes que desde esta perspectiva el debilitamiento o la casi passions, en peignant les caracteres, en choisissant les événements principaux de
desaparición de la narración en la ciencia histórica actual, más interesada en las la société, en composant des types par la réunion des traits de plusieurs caracteres
estructuras que en las cronologías, no supone solo un cambio de escuela histo- hornogenes, peul-etre pouvais-je arriver 11 écrire I'histoire oubliée par tant d'histo-
riográfica sino una auténtica transformación ideológica: «la narration historique riens, celle des rnoeurs» (La Comédie Humaine, 1, Présentation et Notes de Pierre
meurt paree que le signe de I'Histoire est désormais moins le réel que l'intelli- Citron, Paris, Seuil 1965, 52. «L'Avant-Propos» de 1842 se recoge en las
gible» (1967: 21). páginas 51-56.
112 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRJCA 113

así, a través de Balzac, con la novela de costumbres, con la novela En realidad, el problema que aquí se dirime es "la oposición entre novela
realista'>. realista! novela idealista -romance-o La reivindicación de la novela por la
La instauración del modelo cultural realista está también directamente Musa de la Historia -apoyada por Clarín- viene de hecho a promulgar la
ligada a factores socio-políticos y económicos que se concretan en la referencialidad mimética como principio estético del género y por tanto la
consolidación del poder de la burguesía que asume su papel como sujeto supremacía de la novela realista'<.
activo en el proceso histórico y en el desarrollo del modo de producción La novela realista decimonónica va a elaborar una retórica del efecto de
capitalista. El realismo, como señala Juan Oleza (1984: 6), realidad, es decir, pone en práctica una serie de procedimientos y técnicas
discursivas cuya finalidad es hacer creer al lector que el mundo ficcional de
es a la vez la respuesta a la demanda de información de la nueva clase la novela es una "copia" del mundo real (véase la cita de Barthes sobre el
en el poder, anhelante de conocer la realidad sobre la que se instala discurso histórico). El realismo consiste en generar en el lector la ilusión de
para mejor instrumental izarla.
realidad, el espejismo de la con-fusión entre el mundo intensional y el
Así pues, la novela se constituye en un modo de historia de la realidad mundo referencia!. Philippe Hamon (1971: 119-181) ha explicitado
presente. Resulta muy ilustrativo de cuanto decimos el tercero de los algunos de esos procedimientos de productividad realista: la lisibilité
Folletos literarios publicados en 1887 (Librería Fernando Fe, Madrid) por (escritura "transparente", redundancia, previsibilidad, sobrecodificación...)
Clarín, titulado Apolo en Pajos, en el que Calíope, musa de la épica, y y la descripción. Pero además, como ha estudiado Darío Villanueva (1992:
Clío, musa de la Historia, discuten acaloradamente sobre a cuál de las dos 175-179), el efecto de realidad requiere una instancia enunciativa dotada de
pertenece la novela. Clío recaba su jurisdicción sobre la novela con los autoridad que se gane el crédito de los lectores, y esa autoridad deriva tanto
siguientes argumentos: de la estructura formal cuanto de la coherencia en el plano semántico-
ideológico del texto (no hay fisuras entre las instancias de narrador y autor
yo creo que la novela es la historia completa de cada actualidad, no implícito). En este contexto se comprende la transformación de la novela
habiendo en rigor, entre la historia y la novela, más diferencia que la histórica romántica, basada en una estructura de romance y centrada en un
del propósito al escribir, no en el objeto que es para ambas la verdad pasado lejano apenas conocido, hacia la novela histórica del pasado
en los hechos. Regiones hay del arte en que novela e historia casi casi
se confunden, y es allí donde el historiador y el novelista se pro-
inmediato al presente. La magnitud y la impronta de los acontecimientos
pusieron fines poco menos que semejantes.
(recogido en S. Beser 1972: 32-33)105 el máximo acercamiento de ambos discursos: «La historia, según la entienden y.
escriben algunos grandes historiadores modernos que tienen facultades de filosófos
y artistas, V.gr. Renan; y la novela, según la escribe Flaubert, y en cierto modo
segun la escribe Freitag; en la Vida de Jesús, en Los apóstoles el arte de resucitar
104 Louis Maigron (1898: 423) entiende que la novela histórica prepara el camino a la la vida de nombres y tiempos remotos se vale de medios y tiene propósitos análo-
aparición de la novela realista a través sobre todo del papel otorgado a la descrip- gos a los que emplea en sus obras arqueológicas el autor de Salammbó y
ción y a lo pintoresco: «La description une fois passée dans les habitudes des Herodías; y es de esperar que cuando el novelista se haya llegado a penetrar más
écrivains, ils devaient bientót la transporter des spectacles pittoresques du moyen todavía del fin educador de su arte, y el historiador comprenda mejor todavía los
áge aux choses ordinaires de la vie moderne, qui a aussi son charme et sa poésie. misteriosos infalibles recursos de la visión poética, para evocar la más aproximada
Ce fut I'oeuvre de Balzac». Según el crítico francés, la novela de Balzac es la de imagen de la realidad pasada; es de esperar, digo, que entonces sean mayores las
Scott vaciada de su sustancia arcaica y llena de materiales modernos (429). semejanzas ele novela y de historia, y ha de estar a veces en muy poco, muy poco,
Cabe citar que Zola no lograba entender la admiraci6n de Balzac por Scott y la diferencia».
expresa su perplejidad en Les Romanciers naturalistes (1881: 61): «Le roman 106 A la defensa del arte realista responde Febo, aceptándola salvo en su pretensión
historique parait l'avoir fort préoccupé. N'est-ce pas étonnant? Voilá un écrivain exclusivista: «hay y habrá siempre novela puramente fantástica, aspiración de la
qui va créer le roman naturaliste moderne, et il ne parait s'inquiéter que des gue- idealidad, ret1ejo del puro anhelo, que será tan legítima como la más instructiva,
nilles de ces romans prétendus historiques si faux, d'une lecture si indigeste a cette profunda e histórica creación del novelista más concienzudamente enamorado de la
heure. le lui passe encore son admiration pour Walter Scott, bien qu'elle dépasse realidad y su belleza. Por eso hubo, hay y seguirá habiendo novelas que, más que
toute mesure et qu'elle le montre radicalement inconscient de son propre génie; car a Clío, se acerquen a Calíope, al poema épico. Pero así como digo esto y
je ne vois pas comment I'auteur de La Cousine Bette peut adrnettre l'auteur sostengo la legitimidad de aquellas fábulas que poco o nada se cuidan de respetar la
d'lvanhoe, jusqu'a le proclamer le grand homme du siecle» (apud Maigron 1898: verdad, o solo respetan la verdad de un orden y olvidan la de otros, también ase-
426-27). " .) guro que el gran interés que en los tiempos presentes alcanza la literatura nove-
105 y tras señalar, como ejemplo de la gran distancia entre historia y novela, un lesca, más se debe a las obras de los que en general llamaré realistas, que a las de
cronicón medieval y el Antadis, indica luego Clarín el ejemplo inverso, es decir, sus contrarios, algunos ilustres» (JI).
114 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA lIS

históricos, políticos y sociales vividos en Europa desde la Revolución española a lo largo del siglo XIX: invasión napoleónica y guerra de la
Francesa germinaron en un presente complejo y tenso cuyas causas no Independencia, revolución del 68 y destronamiento de Isabel 11, la
había que buscarlas en el pasado remoto, sino en los cuarenta o cincuenta Restauración de Alfonso XIII, acrecentaron la conciencia histórica del país
años de historia reciente. Aparece así, ya en época romántica, la novela y formaron un espléndido material para la recreación novelesca. El episodio
histórica que recrea acontecimientos del pasado próximo, tendencia que se nacional significa una renovación de la novela histórica'w que opta por
convertirá en dominante durante la etapa realista. El fenómeno es general y situar su diégesis en un periodo de la historia nacional próximo al presente
puede seguirse en los diferentes países de Europa (véase H. Hinterhauser de autor y lectores. Para M. de Gogorza Fletcher (1974: 2) la novela
1961: 39-46). histórica tradicional y el episodio nacional sólo divergen en el contenido,
no en las formas:
5.3. Los Episodios Nacionales de Galdós
Recent national history (the province of the episodio nacional) exerts a
stronger emotional pul1 on the author than remoter history does and
En España el género de la novela histórica se renueva en los Episodios
makes the author reveal his political beliefs and his expectations for the
Nacionales de Benito Pérez Galdós'v' y se desarrolla en el último tercio del future of his country 110.
siglo ,o8. Los acontecimientos excepcionales que jalonaron la vida social

107 Existen muchas novelas que preparan el terreno para la conformación del modelo los Episodios como un grupo aparte y diferente de las novelas contemporáneas,
del episodio galdosiano. M' Isabel Montesinos (1977) llevó a cabo un análisis de sin negar, clara está, sus interrelaciones.
siete novelas pregaldosianas sobre la guerra de la Independencia anteriores a 1870 109 La conexión de los Episodios con la tradición genérica de la novela histórica
y encuentra entre ellas y los Episodios de la primera serie ciertos elementos romántica es detectada por críticos y lectores. Prueba de ello la tenemos en el
comunes: la visión del pueblo como protagonista, la pertenencia del héroe a la discurso de Menéndez Pelayo en contestación al de Galdós con motivo de la toma
clase media, la articulación de la movilidad espacial por los diferentes escenarios de posesión de éste de su asiento en la Academia en 1894: «Estas novelas del
históricos a partir de la peripecia amorosa del protagonista, la caracterización de señor Galdós son históricas, ciertamente, y aún algunas pueden calificarse de
los personajes históricos sobre los tópicos de la historiografía contemporánea y el historias anoveladas, por ser muy exigua la parte de ficción que en ellas inter-
uso de recursos típicos del folletín (46-48).Véase también la tesis de Antonio viene; pero por las condiciones especiales de su argumento, difieren en gran
Ferraz (1990). manera de las demás obras de su género, publicadas hasta entonces en España».
108 La publicación de los Episodios se inicia el año 1873 y hasta 1879 salen los Menéndez Pelayo elogia el rigor histórico de Galdós frente a las libertades que se
veinte libros que componen las dos primeras series y que reconstruyen los acon- tomaban los novelistas históricos en la estela de Scott o de DUmas, y el haber
tecimientos históricos vividos en España desde 1805 a 1834. El ciclo se cierra en aplicado a los asuntos de la vida privada y familiar, «los procedimientos analíticos
la última página del Episodio XX, Un faccioso más... y algunos frailes menos, y minuciosos de la novela de costumbres» (véase Douglas M. Rogers, 1973: 62).
con el argumento de que a partir de 1834, el pasado está demasiado cerca del 110 M.de Gogorza Fletcher (1974: 4) habla del episodio nacional como género y
presente de la escritura y esta proximidad se traduce en una implicación emocional distingue dos tipos en función de si el autor ha participado o no en los hechos que
que le impide "disecarlo". Galdós se centra, entonces, en la sociedad presente evoca: a) la novela que recrea un periodo histórico anterior a la experiencia del
representada en una clase media a cuyas inquietudes y formas de vida dará expre- escritor, tipo al que pertenecen las series 1, II Y parte de la III de Galdós y en el que
sión artística en las novelas contemporáneas que escribe durante los diecinueve además incluye Las memorias de un hombre de acción de Baraja, Paz en la guerra
años siguientes. En 1898 Galdós reemprende el género histórico de los Episodios de Unamuno, Mista Witt en el cantón de Sender y Sellas de identidad de Juan
y en el prólogo de Zunialacárregui explica que lo hace porque amigos, público, Goytisolo; y b) las novelas que se refieren a acontecimientos históricos contem-
lectores así se lo han pedido insistentemente. De 1898 a 1912 aparecen la tercera, poráneos al escritor y en los que éste pudo incluso participar. Pertenecen a este
la cuarta y parte de la quinta series (26 novelas en total), en las que se evocan los tipo las últimas series de los episodios galdosianos (parte de la III, la IV y la V),
sucesos ocurridos en España entre 1834 y 1880. además de las novelas escritas sobre la Guerra Civil por aquellos que tomaron
Frente a la opinión de críticos como Casalduera (1951) y Amado Alonso (1955), parte en ella: Sender, Gironella, Max Aub, Cela, etc.
que niegan las diferencias genéricas entre los Episodios y las Novelas contem- Los criterios de diferenciación de Gogorza Fletcher se basan casi exclusivamente
poráneas, conviene tener en cuenta que el propio Galdós inscribió sus Episodios en aspectos del contenido. 'Creo, sin embargo, que para hacer un estudio de la
en lo que él llamaba género histórico, y que la recepción de crítica y lectores los trayectoria del episodio nacional como género hay que empezar por construir teóri-
percibió como continuadores y a la vez revitalizadores de la tradición genérica camente el concepto genérico, no sólo en sus aspectos temáticos sino también
anterior. En este punto, comparto la opinión de críticos como G. Gómez de la formales y pragmáticos, aspectos prácticamente desatendidos en el trabajo aquí
Serna (1954), H. Hinterhauser (1961), M. de Gogorza Fletcher (1974) y G. citado. De ahí que resulte chocante incluir una novela como Señas de identidad
Ribbans (1988) que defienden, aunque con distintos criterios, la consideración de bajo el marbete de "episodio nacional".
116 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 117

No comparto esta opinión sino qtíeCOnsidero que la reducción de la historia social como con las tendencias historiográficas que siguen otor-
distancia temporal repercute sensiblemente en la estructura y en la pro- gando a las personalidades históricas un papel decisivo en los destinos de
yección semántica de las novelas provocando diferencias formales que se una nación"!'. Buena prueba de esa importancia son los mismos títulos de
convierten en las marcas de identificación de la renovación genérica, tal y los episodios: Juan Martín "El Empecinado", Zumalacárregui, Narváez;
como se detallan a continuación: Prim, Amadeo 1, Cánovas, entre otros.
a) Al reducir la distancia temporal entre el pasado diegético y el presente e) Intencionalidad didáctica: H. Hinterhauser (1961: 132-222) habla de
de la instancia de enunciación, el episodio nacional se aleja de la estructura los Episodios como «medio de educación política». En efecto, la selección,
del romance propia de la novela histórica romántica para conformarse a los presentación e interpretación de los acontecimientos sociales y políticos del
procedimientos de la poética realista mencionados en líneas precedentes. El siglo XIX español se realiza desde una concepción liberal-progresista, de
pasado distante siempre adquiere una carga de exotismo y de misterio que modo que la narración avanza intimamente ligada a la interpretación de lo
empuja la novela histórica hacia el ámbito del romance; el pasado cercano, narrado. El episodio pone en juego ciertas técnicas retórico-narrativas para
en cambio, se impone en su realidad pues el lector proyecta de inmediato persuadir al lector de la plausibilidad de la interpretación propuesta!" y que
sobre el referente intensional sus referentes extensionales. se concretan en las siguientes:
b) Los resúmenes y las pausas digresivas e informativas, tan abundantes -reforzamiento de la autoridad y la credibilidad de la instancia enuncia-
en la novela histórica tradicional, se reducen considerablemente puesto que tiva, ya sea intradiegética o extradiegética
el novelista supone a sus lectores dotados de un conocimiento suficiente -construcción de personajes que funcionan como intérpretes autoriza-
acerca de los personajes y de los sucesos históricos novelados. En todo dos de los acontecimientos diegéticos en la medida en que son portavoces
caso, la información histórica aparece narrativizada, se introduce mediante del sistema de valores preconizado en el texto'!'.
los diálogos entre los personajes, no como mera información al lector, sino -presencia de comentarios explícitos en el discurso del narrador o en
como historia vivida, esto es, los personajes hablan de 10 que les está los diálogos de los personajes sobre las ideas o los planteamientos centrales
pasando, dramatizan ante el lector los procesos de la historia. Por otra del texto.
parte, ese mayor nivel de conocimientos históricos del lector exige del autor
un uso más riguroso de la documentación en que se apoya para configurar Estos procedimientos no pretenden imponer al lector una visión unívoca
la novela. de los acontecimientos diegéticos, como es el caso de la novela de tesis (S.
Rubin Suleiman, 1983), sino incitarle a enjuiciar ética y socialmente la
c) Los acontecimientos de la Historia se imponen y determinan la trama
ficcional (Gómez de la Serna, 1954: 39; Hans Hinterhauser, 1961: 233).
11 I Aunque la propuesta de la historiografía romántica de buscar los sujetos de la
d) El protagonismo se reparte entre personajes inventados y personajes historia no en las grandes personalidades sino en los individuos del pueblo
históricos de primer plano. La historia anónima y privada coexiste con la continuó vigente, no obstante se seguía admitiendo el peso de las grandes figuras.
pública, de modo que el episodio se hace crónica del vivir cotidiano y Prueba de ello son estas palabras de Galdós: «El nombre de O'Donnell al frente de
muestra la repercusión de los grandes acontecimientos en las existencias este libro significa el coto de tiempo que corresponde a los hechos y personas aquí
particulares de los individuos. En este sentido, Galdós conecta tanto con la representados. Solemos designar las cosas históricas, o con el mote de su propia
síntesis psicológica, o con la divisa de su abolengo, esto es, el nombre de quien
trajo el estado social y político que a tales personas y cosas dio fisonomía y color.
También Gómez de la Serna (1954) había considerado el episodio como un género Fue ü'Donnell una época. como lo fueron antes y después Espartero y Prim, y
creado por Galdós, cuyo rasgo específico es su tema definido como «la Historia como estos, sus ideas crearon diversos hechos públicos, y sus actos engendraron
como suceso», y en el que incluye obras como la trilogía del Ruedo Ibérico de infinidad de manifestaciones particulares, que amasadas y conglomeradas adquieren
Valle-Inclán, y novelas que reconstruyen episodios de la guerra civil como Madrid en la sucesión de los días carácter de unidad histórica» (1979: 7)
112 Albert Halsall (1984: 95) remite tales técnicas a los dominios discursivos deno-
de Corte a Cheka (1938) de Agustín de Foxá, La fiel infantería (1943) de García
Serrano o Los cipreses creen en Dios (\ 953) de Gironella. minados por Aristóteles el Patlios, el Logos y el Ethos que pueden traducirse en
Entiendo el episodio nacional como un microgenéro (Jean Molino 1975) que términos semióticos, respectivamente, como la semántica, la sintaxis y la
forma parte de la tradición de la novela histórica, que presenta un sistema de pragmática comunicacionales, y en términos narratológicos como <de récit syntag-
índices formales, semánticos y pragmáticos que funciona como un referente para) matique des événements, le choix paradigmatique des personnages, et la focali-
escritores posteriores como Unamuno o Baraja (aunque éstos lo utilicen para sation de l'instance narrative».
113 Un buen ejemplo lo proporciona Pepe Fajardo, el Marqués de Beramendi en el
deconstruirlo), y que se continúa en la obra de autores como Max Aub y en la
serie de novelas históricas sobre acontecimientos de la guerra civil española. episodio La de los tristes destinos (1907).
118 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 119

conducta de los personajes históricos y ficcionales, y a aplicar esas valo- La estructura y configuración del episodio nacional responde a la con-
raciones a situaciones de st.\mundo referencial. El sistema axiológico que cepción de la historia de Galdós, basada en la creencia en el progreso, en la
late bajo la superficie narrati~a de los Episodios no permanece inalterable a inteligibilidad del proceso histórico, y en la articulación lógico-cronológica
lo largo de las diferentes series. De hecho, las diferencias formales y del acontecer humano. No obstante, las series de los episodios acusan la
semánticas entre las dos primeras series y las tres últimas pueden ponerse evolución ideológica y la crisis política de Galdós de manera que los libros
en relación con un debilitamiento de la intencionalidad didáctica y con el correspondientes a las series cuarta y quinta se inclinan hacia actitudes
resquebrajamiento de la poética realista y la búsqueda de nuevas opciones cercanas a las visiones espiritualistas del 98.
narrativas para dar expresión a lo que Juan Oleza (1984: 135) describió Los episodios prescinden del artificio del manuscrito encontrado y del
como «el descrédito de la realidad», un fenómeno característico de finales autor transcriptor. El efecto de verdad se consigue, por una parte, a través
del XIX. del conocimiento que el lector tiene de los hechos, conocimiento que el
Informar acerca de los sucesos históricos, proponer una interpretación episodio explota para incitar a una constante proyección del mundo inten-
de las motivaciones y las causas de los acontecimientos desde los sional del texto sobre el referencial del lector, y, de otra parte, en la acen-
presupuestos del liberalismo burgués, suscitar una reflexión sobre el tuación de la función testimonial y autentificadora de los personajes, a
presente a la vista del inmediato pasado con propósito reformador, y dar veces personajes-narradores como es el caso de Gabriel Araceli en la
forma artística, representación novelesca a la conciencia nacional primera serie, o bien de personajes que asisten o participan en los sucesos
español al 14 forjada a raíz de los sucesos de la Guerra de la Independencia, y cuya presencia equivale a un certificado de autenticidad de lo narrado
son algunos de los ejes en los que se mueve el episodio nacional como ocurre con Santiago Ibero. No creo, en cambio, que tal técnica pueda
galdosiano. Para algunos críticos como Albert Dérozier (1977), la auténtica ser interpretada como una subjetivización de la historia frente a la omnis-
novela histórica española empieza con Galdós porque sólo ahora se repre- ciencia del narrador autorial romántico. Es cierto que los sucesos históricos
senta ideológicamente la interrelación de pasado y presente, de lo público y se transmiten a través de la perspectiva cognitiva y emocional del
lo privado, mientras que en la novela histórica romántica española esa personaje, pero la novela dota a esos personajes de una absoluta fiabilidad
conexión era siempre anecdótica, forzada y superficial. Galdós acude al puesto que asumen los puntos de vista del autor implícito. El proceso de
pasado histórico no con afán nostálgico y conservador, sino con un relativización del discurso histórico vendrá no tanto del personaje cuanto
propósito explicativo y clarificador del presente. Para Galdós, la sociedad del narrador, que en sus digresiones y en los comentarios metanarrativos
actual hunde sus raíces en el pasado y el conocimiento de ese pasado le destaca las limitaciones de la historia oficial y admite la existencia de dife-
hará posible afrontar más lúcida y responsablemente el futuro. Así pues, rentes tipos de historia que anulan la posibilidad de que exista una única
los Episodios Nacionales cumplen una importante función en el sistema versión de los hechos. No obstante, Galdós no llega a cuestionar la validez
cultural de la época pues funcionan como un medio de educación política y de la Historia aunque los últimos episodios, como ha estudiado Ricardo
vienen a llenar el vacío historiográfico existente.' 15. Gullón (1973) respecto de Cánovas, se deslizan hacia una desintegración
de la Historia al incorporar elementos de la comedia de magia.
114 Por último, el referente cervantino, y más concretamente, el del Quijote,
Señala el historiador británico Raymond Carr el papel que cumplió Galdós en la
sigue actuando en la escritura galdosiana y se plasma en los títulos de los
forja de un mito nacional: «Modern Spanish nationalism of a type comparable to
nascent nationalism in other European countries was created by the fact of resis-
capítulos, en las múltiples citas y alusiones a personajes o situaciones de la
tance to Napoleon. It gave to the administrative unity of Bourbon Spain, "the novela cervantina, en los procedimientos de enlace de unos capítulos con
supreme creation of the eighteenth century", an emotional content. For a genera- otros y, en fin, en el nivel enunciativo, por la ironía cervantina de que hace
tion of European Romantics it created the image of a nation su; generis, a natural gala el narrador autorial de los episodios; en el nivel semántico, por los
force uncontaminated by Europe, an image consecrated by the greatest writer of rasgos de algunos de los protagonistas (por ejemplo, Santiago Ibero) que
nineteenth-century Spain, the novelist Galdós. A myth of enormous potency, se construyen siguiendo un proceso similar al de Don Quijote; y en el nivel
available to radicals and traditionalists alike, grew out of Spain's unique and proud simbólico: si la novela histórica modeliza de una forma u otra los grandes
resistance. Nevertheless, given the strength of local ties, the patriotism that was mitos de la identidad nacional, no podía dejar de incorporar el mito de Don
to mark the great crises remained an abstract emotion, imperfectly felt at the most Quijote como la cristalizacióri más lograda de la identidad hispánica.
intimate levels. Tha patriotism evoked in the Episodios Nacionales of Galdós is
less deeply felt than that of Hardy's Dynasts» tSpain 1808-1939, London 1966,
105.). Tomo la cita de M. de Gogorza Fletcher 1974: 19-20. .)
115 Así lo afirma Vicente LLorens (1981 :155): «entre 1898 y 1930 el vacío historio- cual debieron con seguridad no pocos españoles de la primera mitad de nuestro
gráfico sobre el siglo XIX vino a llenarlo literariamente la novela histórica. A la siglo casi todo lo que pudieron saber del anterior».
120 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉflCA DE LA NOVELA HISTóRICA 121

El episodio nacional supone el 0:Pducto hispánico de la evolución de la La relevancia de la obra de Tolstói en la trayectoria europea del género
novela histórica romántica hacia-hfhistoria previa al presente. Este modelo de la novela histórica estriba en que por primera vez la narración de los
funciona como referente genérico fundamental en novelistas posteriores sucesos históricos, especialmente de las batallas del ejército ruso contra las
como Unamuno, Pío Baroja y Valle-Inclán, aunque sea para cuestionarlo e tropas de Napoleón, aparte de su función diegética, cumple además o~ra
incluso para destruirlo (véase C. Fernández Prieto 1997)116. función metanarrativa e ideológica, pues da pie para que el narrador autonal
desautorice y desacredite las versiones que los historiadores han. dado
6. LA NOVELA HISTÓRICA DE FINAL DE SIGLO. GUERRA Y PAZ DE LEON sobre tales sucesos, a la vez que genera las reflexiones sobre el se~tldo de
TOLSTÓI la historia. La diegésis narrativa, configurada siguiendo los códigos del
realismo, por una parte se opone a las mentiras de los historiadores Y p~r
A finales del XIX, «filósofos, sociólogos y también historiadores otra parte ilustra la imposibilidad de comprender el sentido del de~emr
comenzaron a demostrar que la objetividad, los hechos dados de una vez humano. Guerra y paz es, como dirá Valle-Inclán, una no~ela «úm~a y
por todas, las leyes del desarrollo, el progreso, todas ellas nociones que grande» en la que se sintetizan problemas narrativos, ontológicos y epls.t~­
habían sido consideradas hasta entonces como evidentes y que fundaban mológicos sobre la realidad, la historia y la novela. Todos los ejes teman-
las pretensiones científicas de la historia no eran sino equivocaciones. Lo cos de la novela histórica se configuran aquí:
mismo sucedió con la física» (Jorge Lozano 1987: 146). En efecto, los a) La historia narrada se asienta en documentos y textos históricos.
métodos y sistemas de pensamiento positivistas son cuestionados por b) Los grandes personajes históricos, aunque no desempeñ.an papeles
autores que asumen una línea de pensamiento de carácter espiritualista e protagonistas, conviven en la diegésis con los personajes ñccionales.
irracionalista (Schopenhauer y Nietzsche entre otros).
quienes comentan y enjuician sus decisiones.
Los parámetros de la historiografía decimonónica entran en crisis: desde
e) Se representa la repercusión de los acontecimientos públicos e~ la
los sujetos de la historia (individuos/ colectividad) a la concepción del
existencia del pueblo y en los asuntos privados de los individuos particu-
tiempo (tiempo lineal y hacia el futuro/ tiempo circular, tiempo inmóvil,
tiempo eterno); desde la supuesta objetividad de lo real hasta la imposibili- lares como le sucede a la familia de los Rostov.
dad de determinar las causas de las conductas humanas y de los aconte- d) Se recrea con meticulosidad realista la diégesis espacio-temporal en
cimientos históricos, fundamentalmente de las guerras. Este tambalearse de que transcurren los sucesos y la estructuración de la trama pretende ofrecer
los pilares de la razón ilustrada, de la historiografía al uso, se va a manifes- una imagen de lo real en toda su diversidad, multiplicidad y fragrnen-
tar de modo relevante en el género de la novela histórica, una vez más agu- tarismo.
damente sensible a las relaciones entre realidad y escritura de esa realidad, Pero cada uno de esos ejes se amplifica con continuas incursiones ~~I
entre pasado y presente, entre lo privado de los seres anónimos y lo narrador autorial omnisciente para quien la función narrativa y la funclOn
público de los sucesos de la historia externa. Un ejemplo paradigmático y ideológica van estrechamente unidas. El interés de Tolstói hacia I~ verdad
excepcional de este estado de cosas nos lo proporciona la novela Guerra y histórica fue constante, casi obsesivo, antes y durante la escntura de
Paz de León Tolstói publicada entre 1865 y 1869 117. En ella se recrean los Guerra y Paz. Según explica Isahiah Berlin (1953: 17), en torno a 1850 el
episodios históricos sucedidos en Rusia en el periodo de tiempo que se escritor ruso estaba obsesionado con escribir una novela histórica
extiende entre 1805 y 1820; quince años decisivos en la historia de Europa
en los que tiene lugar la invasión de Rusia por el ejército napoleónifo y su one of his principal aims being to contrast the 'real' texture of life, both
derrota final. of individuals and communities, with the 'unreal' picture presented by
historians. Again and again in the pages of War and Peace w~ get a
sharp juxtaposition of 'reality' -what 'really' occurred- wl~h the
116 distorting medium through which it will later be presented m the
Queda fuera de los límites de este libro hacer el seguimiento de la evolución y
official accounts offered to the public, and indeed be recollected by
transformación del episodio nacional en la narrativa española de nuestro siglo. Sin
the actors themselves- the original memories having now been touche.d
duda esta tradición se continúa en la serie narrativa de los Campos de Max Aub
up by their own treacherous (inevitably treacherous because automatl-
(Garzón Pérez, 1996), ya ella pertenecerían también las novelas que reconstruyen
episodios de la guerra civil española. Véanse sobre esto los tres volúmenes
cally rationalising and formalising) minds.
fundamentales de M. Bertrand de Muñoz (1982).
117 . y así lo encontramos en numerosos momentos de la novela como por
Su primera traducción al español no llega hasta 1889 aunque era asequible eh
traducción francesa desde 1877. Cito por la traducción española de Francisco José
ejemplo la batalla de Borodinó en la que el narrador (~uto~ implícito)
Alcántara y José Laín Entralgo (Madrid, Planeta: 1988). descalifica explícita y contundentemente la versión de los histonadores:
122 CELIA FERNÁNDEZ HlSlDRlA y NOVELA: POÉTICADE LA NOVELA HlSTÓRJCA 123

Dando. y aceptando la batalla de Borodinó, Napoleón y Kutúzov tendimiento» (1470), Y ello es así no desde un razonamiento místico o
procedieron contra sus propias voluntades y sin razón alguna' y los intuitivo de la vida sino porque el número de causas de los acontecimientos
histori.adores, b~dose en hechos consumados, han acu~ulado es siempre infinitamente grande y cada causa es a su vez infinitamente
com~hcadas pruebas para demostrar la previsión y el genio de los pequeña (1. Berlin 1953: 32)120. Los historiadores seleccionan una ínfima
caudillos que,. entre todos los factores espontáneos de los aconteci- parte de ellas, las reducen bajo una única etiqueta que se inventan, y fingen
mrentos mundiales, eran los más ciegos y menos conscientes. un orden y una claridad inexistentes. Este método se pone de manifiesto en
(1988: 909)118 el relato de una batalla, que los historiadores hacen a partir de los info~es
de los jefes y generales. Indica Tolstói que tales informes son necesana-
Tolstói rechaza categóricamente los dos principios "viejos e inevitables" mente inciertos tanto porque cada uno de los contendientes la describen de
en que descansan las obras de los recientes historiadores desde Gibbon forma muy diferente, cuanto porque tienen que resumir en pocas líneas la
hasta Bu~k.I~: a) e~ historiador describe la actividad de los individuos que, acción de miles de hombres desperdigados por los terrenos y dominados
en ~u opmion, guían a la humanidad, y b) el historiador conoce la meta por el miedo y la pasión. Los informes crean la falsa idea de que en una
hacia la cual avanza la humanidad (<<Epílogo», 1417):
batalla las multitudes funcionan disciplinadamente.
Para estudiar las leyes de la historia debemos cambiar del todo el Recorred todas las tropas inmediatamente después de una batalla, aún
objet<;> de estudio; dejar en paz a .Io~ :eyes, ministros y generales y al segundo o tercer día (hasta que se hayan escrito los informes), Y
estudiar los el~mentos com~nes e infinitamente pequeños que guían a preguntad a todos los soldados y oficiales, desde el más alto al más
la masa. Nadie pu~de decir hasta qué punto la historia conseguirá bajo, cómo se ha desarrollado la acción. Esos hombres os contarán lo
lIe~ar por este, camino a la comprensión de sus propias leyes, pero es
que han experimentado y visto, y en vuestra mente surgirá una impre-
eVI~ente que solo en este carmno se halla la posibilidad de captarlas. La
sión majestuosa, complicada, multiforme hasta el infinito, penosa Y
razon humana no ha hecho en este sentido ni la millonésima parte de confusa; pero de ninguno de ellos, ni siquiera del general en jefe,
los esfuerzos empleados por los historiadores para describir los actos podréis saber cómo se ha desarrollado la batalla. Al cabo de dos o tres
de los reyes, caudillos y ministros, y para exponer sus consideraciones días empiezan a llegar informes; los charlatanes comienzan a contar
a propósito de estos actos (1988: 993). cómo ha sucedido lo que ellos no han visto; por último, se forn~a .~n
relato común, y sobre los rasgos de ese informe, se traza la oplDlOn
Lo que determina la marcha de los acontecimientos es «la concordancia general del ejército ... (1988: 1467-1468)121.
de todas las voluntad~s ~e .Ios hombr~s que participan en ellos» (944) y no
el poder de talo cual individuo, Dorruna en Tolstói una visión fatalista que Con Tolstói, en fin, la novela histórica no sólo conforma una diégesis
expone a lo largo de la novela!'? y que sistematiza en el apéndice de 1888: que evoca imaginariamente un tiempo y un espacio históricos del pasado
«las causas de los hechos históricos son inaccesibles a nuestro en- según una retórica realista, sino que además incorpora una dimenslO n
metanarrativa e ideológica que avanza paralelamente al relato de los aconte-
118 Lo ~ismo puede verse con respecto al incendio de Moscú (1080-1081); al
movimiento d;l. ejército ruso del camino de Riazán al de Kaluga, y desde allí al
flanco de Tarútino, lo que se llamó la marcha del flanco de Krasnia Pajrá (1187- 120 «Our ignorance of how things happen is not due 10 sorne inherent inaccesibility
1189~; a las estrategias de Napoleón (1203-1205); o a la retirada del ejército of the first causes, only to their multiplicity, the smallness of the ultimate units,
frances. Tolstói desautoriza constantemente a los historiadores franceses pero tam- and our own inability to see and hear and remember and record and coordinate
poco ahorradescalificaciones para los historiadores rusos (1287-1291). enough of the available material. Omniscience is in principIe possible even to
119 «En la historia es inevitable el fatalismo para explicar los sucesos que no tienen empirical beings, but, of course, in practice unattainable» (l. Berlin 1953: 32-33).
sentido (es decir, aquelloscuyos motivos no comprendemos). Y cuanto más inten- Obsérvese cómo están en Tolstói enunciadas explícita o implícitamente algunas
tamos explicar racionalmente estos fenómenos históricos, tanto más faltos de de las preocupaciones narrativas y de los planteamientos de Valle-lnclán: el
r~zón e incomprensibles no.s ~arecen. Cada hombre vive para sí mismo, goza de la protagonismo múltiple, la posición narratorial capaz de ver desde lo alto los
libertad para lograr sus objetivos personales, y siente, en la intimidad de su ser, minúsculos movimientos de la multitud, la visión fragmentada, discontinua de la
que puede o no llevar a cabo una determinada acción. Pero en cuanto la ha realidad.
realizado, esta acción, ejecutada en un momento dado, no puede ser vuelta atrás. 12 J Recuérdese que Tolstói describe la batalla de Borodinó desde la perspectiva de
p.asa a ser patrimonio de la historia,en la que no tiene significación de acto libre, Pierre que contempla el espectáculode la batalla situado en una altura (1988: 950
smo pre~ete~mi,n~do. (...) El ho~bre vive conscientemente para sí mismo, pero y ss.). El fragmento citado nos evoca también la visiónconfusa y desordenadaque
sirve al fin histórico de la humanidadcomo un instrumento inconsciente» (1988: de la batalla de Waterloo nos había ofrecido el joven Fabrizio del Dongo en La
728). Chartreuse de Parme de Stendhal.
HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 125
124 CELIA FERNÁNDEZ

cimientos diegéticos. El narrador opone su versión de los sucesos a las de las masas y al papel del azar en el devenir humano, la de Schopenhauer
versiones supuestamente verdaderas de los historiadores para demostrar las y la de Nietzsche. El descrédito de la historia queda patente e.n un
distorsiones que éstos i~n a los hechos en función de sus intereses importante ensayo de este último, la segunda de las Consideraciones
políticos. Y no sólo eso: mientras la Historia tiende a la reducción de la plu- intempestivas, de 1874, titulado «De la utilidad y los inconvenientes de la
ralidad, a la interpretación causal de lo que no es más que yuxtaposición o historia para la vida» 123. Nietzsche combate el afán historicista de la ép~ca
sucesión casual, a atribuir el origen de los sucesos al poder de hombres y defiende que el conocimiento histórico sólo tiene sent~do si sirve a la VIda
excepcionales, la novela histórica restituye la fragmentariedad de los actual, a la acción presente; por ello no es conveniente el exceso de
hechos, el caos de los acontecimientos y de las conductas, la inescrutable conocimientos históricos pues al comprobar el destino inexorable de
aleación de libertad y de necesidad que rige la conducta de cada hombre en nacimiento y muerte que acompaña a todas las obras humanas, el h?~bre
la que se proyecta la relación entre lo privado y lo público!". europeo se vuelve escéptico y no impulsa su voluntad y su creatividad
hacia el futuro.
7. LA NOVELA HISTÓRICA ESPAÑOLA DE FINALES DEL XIX Y PRIMERAS Nietzsche diferencia tres clases de historia: la monumental, la de
DÉCADAS DEL XX anticuario y la crítica. La primera es una historia de los "efectos en sí", es
decir, una historia que tiende a la generalización, a ver en el pasad? mode-
7.1. Cuestionamiento de la historia y transformación del modelo clásico de los ejemplares e imitables. En esta historia el pasado se mejora, se
la novela histórica embellece y se aproxima a la libre invención (no en vano algunas épocas no
supieron discernir entre un pasado monumental y una ficción mítica). ~a
La novela histórica de los años finales del XIX y de las primeras segunda es la historia que se detiene en lo cotidiano, movida por un afán
décadas del siglo XX prefigura las grandes transformaciones estructurales coleccionista, y su peligro es preservar la vida en lugar de generarla. La
y semánticas que va a experimentar el género de la novela en nuestro siglo. tercera es la historia crítica, que investiga, juzga y condena el pasado
Se trata de una novela histórica que continúa la línea galdosiana pues recrea (1988: 70-71). Hay, por tanto, un ataque a la imagen idealizante y ~erolca
acontecimientos históricos cercanos en el tiempo, pero tanto la concepción del pasado, así como a la acumulación de detalles de antícuano que
de la historia como los objetivos y las estrategias de la escritura están muy convierten la historia en un inventario de antigüedades. Pero tampoco
lejos de los planteamientos de Galdós. Como se sabe, los años finales del pretende Nietzsche recomendar la historia crítica pu~s est~ desmitifica
siglo XIX fueron especialmente tensos en la historia de España en lo cualquier pasado, siempre cargado de dolor, crueldad, VIOlenCIa.
político, en lo socio-económico y en lo cultural. La crisis político-social de Se cuestiona radicalmente la supuesta objetividad del historiador!". la
la Restauración tocó fondo en este tramo último del siglo, agravada poda idea de progreso, el encadenamiento lógico de causa-efecto de los hechos
pérdida de las últimas colonias americanas. La corrupción y la incapacidad
de la clase política para afrontar los problemas de la nación provocaron.
diversas reacciones críticas de profesores y escritores especialmente 123 Citamos por Nietzsche, Antología, edición de Joan B. LJinares Chover, Barce-
~reocupados por «el problema de España». Pero lo que interesa a los obje- lona, Península, 1988. El ensayo filosófico citado se encuentra en las páginas 53-
tivos de este libro es destacar la incidencia en estos escritores (Unamuno, 113. La traducción es de Joan B. LJinares Chover y Germán Meléndez Acuña.
Azorín, Baroja...) de las nuevas corrientes del pensamiento y de la filosofía 124 A este respecto son contundentes las palabras de Nietzsche (1988: 84): «Esos his-
d~ la historia como la de.Joseph de Maistre, ya presente en Tolstói, la de toriadores ingenuos llaman "objetividad" a medir las opiniones y acciones del
Pierre-Joseph Proudhon, especialmente en lo que se refiere a la psicología pasado por las opiniones corrientes del momento; aquí encuentran el canon de
todas las verdades; su trabajo consiste en adaptar el pasado a la trivialidad de su
propia época (...) . .
122 En Tolstói se acusa ya la influencia de pensadores como Joseph de Maistre y ¿ y no comportará hasta la interpretación más elevada del término "objetiVIdad"
Schopenhauer en la vision trágica y pesimista de la existencia humana: «This, for una ilusión? Es decir, la objetividad entendida como un estado del historiador en
both Schopenhauer and Tolstoy, is the central tragedy of human Jife; if only men que considera éste un acontecimiento en todos sus motivos y consecuencias de u~
would learn how little the cJeverest and most gifted among them can control, how modo tan puro que no tiene ningún efecto sobre su yo: nos referimos a ~se fenó-
little they can know of all the multitude of factors the orderly movement of which meno estético, a ese desligainiento del interés personal característico del pintor .que
is the history of the world; above all, what presumptuous non sen se it is to cJaim en medio de la tormenta, entre rayos y truenos, o en pleno mar embravecido,
to perceive an order merely on the strength of believing desperately that an order contempla la imagen que tiene en su interior, nos referimos a estar completamente
must exist, when all one actually perceives is meaningless chaos -a chaos ~f sumerzido en las cosas: pero es una superstición eso de creer que la imagen que
which the heightened form, the microcosm in which the disorder of human Jife is presentan las cosas en un hombre así dispuesto reproduce la esencia empírica ~e
reflected in an intense degree, is war» (1. Berlin 1953: 48). las cosas. O si no, ¿es que en tales momentos las cosas, dijérase por su propia
126 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRlCA 127

históricos, el tiempo horizontal y cronológico, el papel de los grandes" Unamuno, Las Memorias de un hombre de acción (1912-1934) de Pío
hombres que quedan despojados de todo protagonismo para convertirse en Baraja, y el ciclo de El Ruedo Ibérico (1927, 1928) de Ramón del Valle-
instrumentos de la inercia de las multitudes. Se admite el peso del azar y de Inclán) configura un sistema narrativo que no sólo renueva los modelos
los elementos irracionales en el desarrollo de los asuntos humanos y tradicionales (romántico y realista) de la novela histórica, sino que además
sociales, y el devenir humano avanza de forma caótica y desordenada. coincide con las grandes transformaciones de la novela que se están
Por otra parte, como señala Biruté Ciplijauskaité (1981: 21-22), produciendo en Europa durante este mismo periodo. Una vez inás la inte-
racción entre los discursos culturales de la Historia y la ficción narrativa en
el énfasis en la subjetividad crece con Simmel, Dilthey, Croce. Simmel el marco genérico de la novela histórica resulta especialmente fecunda para
hace notar que los hechos históricos no son iguales a los hechos natu- ambas. En lo que sigue trataré de sistematizar las principales innovaciones
rales: no pueden ser percibidos inmediatamente; son más bien estruc- temáticas y estructurales de la novela histórica en los últimos años del XIX
turas mentales. Su afirmación de que el conocimiento histórico interesa y primeras décadas del XX126:
al hombre contemporáneo ante todo como revelación de "movimientos
del alma" no está lejos de las ideas de Dilthey, para quien la historia es
una vivencia (Erlebnis), y quien habla de la "búsqueda del alma", 7.2. Lo histórico en la diégesis ficcional
trasladando el énfasis al individuo como representante de la
humanidad. a) En general la diégesis se configura a partir de una documentación
abundante y rigurosa, y en este aspecto la novela histórica moderna
Las declaraciones y testimonios de los escritores españoles de este continúa la tradición genérica anterior que respetaba en sus líneas básicas
periodo (Unamuno, Baraja, Azorín, y posteriormente Valle Inclán) insisten los hechos históricos establecidos. Pero ahora el objetivo no es reconstruir
en el descrédito de la historia decimonónica cuyos pilares están siendo' los hechos sino ofrecer una interpretación moral, emocional, incluso espiri-
derribadosie y plantean la relación entre historia y novela de manera que tual de los mismos. Los materiales históricos (hechos, personajes, esce-
sólo ésta puede captar la verdad, las esencias de la historia como quiere narios ...) se someten a los proyectos estéticos del autor y no a la inversa.
Unamuno:
Cuando una historia, sin dejar de serlo en todo rigor, produzca el
efecto estético de una novela, será cuando a la realidad, que es algo 126 Estas innovaciones pueden relacionarse con las que E. Wesselling (1991: 75-90)
externo, se haya unido la verdad, que es interna, a lo pasajero lo per- detecta en novelas históricas europeas consideradas las renovadoras del género
manente (apud B. Ciplijauskaité 1981: 80). como The Sense ofthe past (1917) de H. James, Orlando (1928) de Virginia
Woolf, Absalom, Absalom! (1936) de William Faulkner, Joseph und seine Brüder
Así pues, la novela histórica española de finales del XIX y primeras (1933-43) de Thomas Mann, y Die Geschtiften des Herm Julius Caesar (1949) de
décadas del XX (pienso en Paz en la guerra (1897) de Miguel de Bertolt Brecht. En concreto, Wesseling destaca tres rasgos fundamentales de ale-
jamiento del modelo genérico clásico-scottiano: a) la subjetivización de la
historia, que se manifiesta en la sustitución del narrador omnisciente de la
actividad, se graban, se recortan y se retratan en un passivuni puro? Creer esto narrativa histórica clásica por un narrador en primera persona, y en la mayor
sería mitología, y mala mitología, por añadidura... ». importancia que adquiere la caracterización psicológica de los personajes sobre la
125 Sobre este tema remitimos al amplio estudio de Biruté Ciplijauskaité, Los noven- descripción de las circunstancias externas; b) la visión trascendente de la historia.
tayochistas y la historia (1981), en el que se recogen abundantes citas de estos que se refleja en la asociación de sucesos históricos concretos a motivos míticos
autores. La autora resume las diferencias entre Galdós y la novela histórica de fin atemporales; y e) la autorreflexividad y que entendida como una estrategia narrativa
de siglo en estas palabras: «en el primer Galdós encontramos sobre todo signifi- que rompe la supuestamente directa relación entre las res gestae y la historia rerum
cación horizontal, encadenamiento de sucesos. El enfoque se centra en el nivel gestarum: «Such strategies foreground the inaccesssibility of the past as it was
evenemencial, y el mensaje directo es dado en plano referencial objetivo. El actually lived by our ancestors, and thereby expose the autonomy of the historia
énfasis cae en el hacer pragmático en su función de "performance". En los noven- reruni gestarum with respect to the res gestae», se manifiesta en la inclusión de
tayochistas hay más énfasis en la significación vertical: muestran esencias profun- comentarios explícitos sobre la reconstrucción narrativa del pasado y en la foca-
das que varían menos; se preocupan por la dimensión cognitiva; quieren entender lización múltiple, que permite yuxtaponer perspectivas diferentes sobre el mismo
la finalidad de los hechos. Por consiguiente retratan el hacer interpretativo (el suceso sin jerarquizarlas ni someterlas a un punto de vista dominante. Lo meta-
mejor ejemplo serían Ignacio y Pachico en Paz en la guerra, el cura Santa Cruz .e,n histórico, así, deja de ser un mero comentario del narrador para integrarse en la
Gerifaltes), que provoca una actividad interpretativa también en el lector. Lo que trama. Por todo ello, estas novelas abren fecundas vías de renovación genérica que
hacen es historia en su tercera dimensión: reflexiva, presentada en su función de van a ser transitadas con éxito por la novela histórica que surge tras la segunda
"compétence"» (79-80). guerra mundial de la que me ocupo más adelante.
128 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 129

b) La trama tiende a fragmentarse, .a debilitar las conexiones causales fuerzas interiores, psicológicas, en Valle-Inclán de fuerzas esotéricas,
entre los hechos para ofrecer la imagen de que los hombres no controlan satánicas.
los acontecimientos y de que el azar o lo irracional son a veces los e) Los procedimientos para incorporar la información histórica a la dié-
verdaderos sujetos de la historia (especialmente en el caso de los episodios gesis siguen los caminos trazados por Galdós. Como ocurría en los
bélicos). Episodios, los lectores poseen un nivel suficiente de conocimientos sobre
e) Los personajes históricos relevantes ocupan un segundo plano en la los hechos históricos narrados de manera que estas novelas reducen con-
trama narrativa, son presentados de forma desmitificada, desheroizada o siderablemente los resúmenes y los excursos informativos del narrador
abiertamente satírica (como en El Ruedo Ibérico). Sin duda tal tratamiento (aumentando, en cambio, los comentarios y las valoraciones como luego
narrativo se conecta con la concepción de la historia y del papel que juegan veremos). La información histórica la proporcionan los mismos personajes
en ella los individuos sobresalientes que hemos visto explicitada en la sobre todo mediante la técnica de la tertulia: en Paz en la Guerra la tertulia
novela de Tolstói. A este respecto, el narrador de Paz en la guerra al de la tienda de Pedro Antonio en la que se pasa revista al pasado y al
describir los avatares de la guerra carlista deja muy clara esta inanidad de presente; en La Corte de los Milagros, las reuniones en el Palacio de los
los personajes históricos: marqueses Torre-Mellada, en el café Suizo, en los trenes, etc.
Era la masa la que tomaba las determinaciones, sin que sus miembros 7.3. Innovaciones estructurales
vieran claro el objeto de ellas; los oficiales ordenaban llevar a
cumplido remate los movimientos que se producían espontáneos en el a) En la modalización encontramos una tendencia al pluriperspectivismo,
cuerpo que mandaban, haciéndose, empero, la ilusión de provocarlos y
dirigirlos (1897: 186)127. a la incorporación de diversos puntos de vista sobre los hechos. Y ello es
así aunque se opte por narradores omniscientes y extradiegéticos, como es
d) El protagonismo lo detenta el pueblo anónimo, la colectividad: «Esto el caso de las novelas de Unamuno y de Valle Inclán. El hecho de construir
no es una novela; es un pueblo», decía Unamuno en el prólogo a la un protagonismo múltiple y de conceder la palabra a personajes, que
segunda edición de Paz en la guerra (1923); también Valle Inclán declaraba vehiculan actitudes y perspectivas diferentes sobre los sucesos relatados,
~n ~9.26 a propósito de La Corte de los Milagros que «no es la novela de un hace que cada acontecimiento suscite opiniones contrapuestas y genere una
individuo, es la novela de una colectividad, de un pueblo». red de rumores, matices, detalles, que lo van desrealizando, deshisto-
Señala 10n 1uaristi (1987: 218) que «el héroe mediocre de Scott y rizando para convertirlo en material de tertulia, de cotilleo.
Galdós se disuelve, en la novela del 98, en una colectividad movida por En las Memorias de un hom.bre de acción Baroja opta por subrayar el
fuerzas atávicas cuyo origen y destino desconoce». En efecto, la colectivi- carácter subjetivo de la narración al servirse del antiguo procedimiento del
dad que se mueve en las calles de Bilbao y que participa en las guerras manuscrito, aunque ahora ese uso viene revestido de una intencionalidad
carlistasw, los tipos que deambulan por las calles y barrios, por los cafés y irónica que desmonta la coartada de historicidad que tenía en el
los colmados del Madrid del Ruedo Ibérico, los nobles o los bandoleros del Romanticismo. Así, en el prólogo a El aprendiz de conspirador, el autor en
campo andaluz se mueven a impulsos de fuerzas desconocidas, de fuerzas primera persona cuenta cómo llegaron a sus manos los cuadernos de don
ocultas. En Unamuno se trata de fuerzas intrahistóricas, en Baroja de Pedro Leguía que contienen las memorias de Don Eugenio Aviraneta'w.
Tras leer los cuadernos y atraído por la personalidad de Avíraneta, se
decide a publicar estas Memorias, añadiendo detalles, ajustando la
cronología y cambiando el orden de los capítulos'w. El producto final es
127 y Aviraneta afirma con contundencia: «Difícilmente se puede dar un caso de inep-
titud mayor que el de la aristocracia española y el de todas las clases pudientes en
el reinado de Carlos IV y en la invasión francesa. Sin el arranque y la genialidad 129 Explica Carlos Longhurst (1974: 168-169) en su estudio sobre las novelas
del pueblo, la época de la guerra de la Independencia habría sido de las más históricas de Pío Baroja que el compilador ficticio de las memorias, Pedro Leguía,
bocharnosas (sic) de la historia de España. No se habría sabido qué despreciar más, ha obtenido sus informaciones de tres fuentes: <<1) lo que oyó contar al mismo
si al rey, a los aristócratas, a los políticos o a los generales. Las clases directoras Aviraneta; 11) lo que leyó en varios cuadernos manuscritos y folletos que
fueron de una esterilidad absoluta; no salió un hombre capaz de dirigir a los Aviraneta le prestó; 1Il) lo que oyó contar a personas que conocieron o tuvieron
demás» (El escuadrón del "Brigante'' (1913), Obras Completas, IlI, 1947: 123). contacto con Aviraneta. En cierto sentido, pues, Leguía representa en un plano
128 En general, todas estas novelas presentan una imagen desmitificadora de la guerra ficticio el trabajo de investigación hecho por Baroja en el plano real».
que se resuelve en dolor, miseria, desolación y destrucción. Coinciden, pues, con
Tolstói.
130 CELIA FERNÁNDEZ HISWRIA y NOVELA: POÉIlCA DE LA NOVELA HISTÓRICA 131

resultado de tres "autores" sin que sea posible discriminar lo que pertenece Además, en el relato se van incorporando nuevos narradores intra-
a cada uno: diegéticos que completan y añaden episodios más o menos relacionados
con Aviraneta de modo que las memorias resultan un trenzado de múltiples
Ahora ya casi no sé lo que dictó Aviraneta, lo que escribió Leguía y lo narraciones (véase Carlos Longhurst 1974: 169-175). El final de las
que he añadido yo; los tres formamos una pequeña trinidad, única e Memorias se titulado «El sueño de las calaveras» y va firmado por Pío
indivisible. Los tres hemos colaborado en este libro: Aviraneta, con- Baroja. El autor-narrador se despide aquí de su personaje y asocia su libro
tando su vida; don Pedro Leguía, escribiéndola, y yo, arreglando la
obra al gusto moderno, quizá estropeándola. . con el género de la novela histórica:
(Obras Completas, III, 1947: 12) Ya no sólo termino la obra, sino que liquido lo que tengo de género de
comercio que lleva por nombre novela histórica.
A lo largo de los distintos libros que componen las Memorias, se suce-
No pretende uno ser un Walter Scott, pero se liquida lo que hay,
den prólogos y advertencias al lector en los que el "tercer autor" o el compi- aunque sea poco. Pondré en mi establecimiento el aviso: «Se liquida
lador Eguía comentan detalles de esa compleja transmisión textual o justifi- todo lo existente» (1948: 1176-1177).
can la inclusión en la biografía de relatos novelescos'>'. Por último,
mencionaré la intervención en primera persona de Leguía en el fragmento 11 Por otra parte, los narradores de Unamuno, Baroja o Valle asumen la
de El amor, el dandismo y la intriga, en la que anuncia que «después de los perspectiva ideológica del autor implícito, una perspectiva irónica, desmiti-
doce tomos ya publicados de las MEMORIAS DEUNHOMBRE DEACCIÓN», ficadora que impregna todo el enunciado narrativo. Indicaba antes que
ahora le toca el turno a él, a su propia historia. Lo escrito es como el pierde peso la función informativa del narrador autorial, dominante en la
prólogo de su obra porque a partir de aquí va a hablar más de sí mismo que novela histórica romántica del pasado lejano, en favor de la función comen-
de Aviraneta. Y añade una justificación que incluye un juicio sobre la tadora e ideológica, que no siempre se manifiesta mediante comentarios
Historia 132: narratoriales explícitos, sino que se filtra en la misma narración, en la
caracterización y presentación de los personajes, en el uso de citas y refe-
Podría haber escrito una historia con pretensiones de seria de algunos rencias intertextuales, de marcas connotativas que imprimen un sesgo valo-
sucesos, porque muchos de mis datos son nuevos y desconocidos, pero
desconfío de la historia que se tiene por seria. rativo a los elementos propiamente diegéticos'>.
Estos comentarios tienen una función muy diferente a la que tenían en el
La historia es siempre una fantasía sin base científica, y cuando se episodio nacional galdosiano. Allí, como ya se ha dicho, estaban al servicio
pretende levantar un tinglado invulnerable y colocar sobre él una
consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y se venga de una intencionalidad didáctica, ligada a los presupuestos políticos del
abajo toda la armazón histórica. Creyéndolo así, casi vale más afirmar autor implícito, mientras que aquí aparecen despojados de esa finalidad'>.
las consecuencias sin los datos (1948: \3). El escepticismo hacia las soluciones políticas, la visión pesimista de la exis-
tencia humana, el distanciamiento irónico hacia cualquier credo y el
progresivo abandono de la poética realista hacia soluciones más intelec-
130 «Llené los huecos que había dejado Leguía en su relato, ajusté la narración a un tuales, estilizadas o líricas, no estimulan una lectura realista, sino que
orden cronológico más riguroso, cambié el orden de los capítulos e intenté acentúan la ambigüedad significativa, y no proponen ninguna respuesta.
explicar los pasajes oscuros». Estos comentarios subrayan, esto sí, su distanciamiento de las versiones
Cuando el narrador \leva las Memorias a casa del editor, éste no acepta publicarlas
con el nombre de Pedro Leguía porque le sonaba a «un poeta modernista».
«Entonces yo (oo.) decidí aparecer como autor, y para que no me remordiera del 133 El ejemplo más evidente lo tenemos en el ciclo del Ruedo Ibérico de Valle-Inclán.
todo la conciencia, añadí al texto algunas digresiones, que no llamo ligeras, 134 Para Jan Juaristi (1987: 214), «la novela histórica del 98 se desentiende de todo
porque es posible que al lector le parezcan pesadas, con el objeto de darrne cierto propósito pedagógico, centrándose en el análisis de las vidas de unos personajes
aire de hombre erudito y lucir la vastedad de mis conocimientos históricos, sometidos a unas determinadas constricciones históricas. Lo que les interesa a los
filológicos, antropológicos y políticos» (Obras Completas, tomo I1I, 1947: 12). escritores del 98 son las posibilidades existenciales de unos individuos que pugnan
131 Como ejemplo, puede verse El escuadrón del brigante (1947: liS), Los caminos por construir su propio destino contra las condiciones que les son impuestas por
del mundo (1947: 261), Los recursos de la astucia (1947: 525), La ruta.del aven- el medio geográfico y la circunstancia histórica».
turero (1947: 647-649), etc. y por su parte Biruté Ciplijauskaité (1981: 207-208) comenta que «de un modo
132 Carlos Longhurst (1974: 125-128) comenta la concepciónbarojiana de la histÓ- curioso estas novelas combinan la actitud existencialista (sobre todo Unamuno y
riografía y del proceso histórico así como la relación del novelista vasco con las Baraja), con énfasis en la responsabilidad del individuo amenazado por el absurdo,
ideas de Schopenhauer y de Tolstói. y una investigación concreta de la situación histórica y sus causas».
132 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 133

oficiales y pretenden configurar un lector implícito que no busque solu- contrario, constituye un intento deliberado de suprimir la temporali-
ciones definitivas. dad, una reacción antihistórica afín a la de los pensadores contrarre-
. Por último, se detecta en los escritores de estas novelas un afán por volucionarios que oponían Tradición a Historia.
lograr una visión total de lo narrado, una visión más cercana a la épica que
En efecto, según resume Laín Entralgo (1947), para Unamuno la histo-
a la novela, que supere las limitaciones del tiempo y del espacio y que logre
ria es lo consciente de la vida histórico-social y la intrahistoria lo irracional
captar el bullicio de la multitud, la simultaneidad de una batalla'>. e inconsciente. Tal planteamiento invierte la tesis de la antropología
b) Este último aspecto de la modalización nos coloca ante el eiemento de racionalista, segun la cual la razón es lo que unifica a los hombres, mien-
la arquitectura narrativa que presenta una más acusada renovación en la tras que lo irracional es lo que los separa. Para Unamuno, en cambio, sólo
trayectoria genérica de la novela histórica y que sin duda prefigura las a través de lo intrahistórico puede el hombre comunicarse con «la hu-
grandes renovaciones de la novela en nuestro siglo: la temporalización. manidad eterna»!». La historia queda, pues, reducida a los acontecimientos
Hasta aquí hemos visto que la temporalidad diegética se ajustaba o superficiales, a las «olas del mar» que ruedan sobre un mar continúo,
intentaba ajustarse a la temporalidad horizontal y cronológica del acontecer hondo, segun la conocida metáfora unamuniana, y así se articula la tempo-
histórico. El tiempo de la historia se proyectaba metonímicamente en el ralidad en la novela Paz en la guerra.
tiempo del discurso en la articulación lineal de los acontecimientos diegéti- El tiempo de los sucesos históricos es mencionado por el narrador, a
coso Pues bien, asistimos ahora a un cuestionamiento de la imagen de la menudo con elipsis temporales entre unos y otros; la historia avanza con
temporalidad construida por la historiografía del XIX, imagen sustentada sus fechas y sus acontecimientos: la entrada de las tropas libertadoras en
en gran medida en la concepción teleológica del devenir humano, esto es, Bilbao el2 de mayo de 1874 (lo que evoca el otro 2 de mayo de 1808); la
en el concepto de evolución y de progreso. Los autores de novelas históri- coronación como rey del pretendiente Carlos VII, la derrota final del
cas a los que me vengo refiriendo descreen del progreso y conceptualizan la carlismo, etc. Pero sobre este tiempo superficial, se impone la dimensión
relación entre pasado y presente no en la dimensión horizontal o sintag- atemporal de la existencia de los personajes:
mática, sino en una dimensión vertical o circular que conecta con diversas
filosofías de la historia y que produce las siguientes configuraciones El día de la Gloriosa había sido para ellos como los demás días, como
discursivas de la temporalidad: los demás sudaron sobre la tierra viva que engendra y devora hombres
y civilizaciones. Eran los silenciosos, la sal de la tierra, los que no
gritan en la historia. No se quejaban, como en la villa, del Gobierno, ni
-Temporalidad intrahistórica: le culpaban de sus males. La sequía o el pedrisco, el carbunclo o la
epizootia, no eran debidos al hombre, sino al cielo. Viviendo en trato
En una perspicaz síntesis del concepto de la intrahistoria, señala Jon íntimo y cotidiano con la Naturaleza, no comprendían la revolución
Juaristi (1987: 216) que ésta no debe verse sólo como ( ... ).
el desplazamiento de la atención o el interés del autor desde los Viven estancados por la resignación, inconcios del progreso, con
grandes acontecimientos y las biografías de los individuos histórico- marcha vital tan lenta como el crecimiento de un árbol, que se refleja
universales a la vida cotidiana de las masas. Indudablemente, las
visiones balzaquiana y galdosiana de la historia estaban más próximas
al tipo de historia social que propugnaba la gran historiografía francesa
del siglo XIX, desde Guizot a Michelet, que a la historia evenemencial
de los positivistas. Pero la intrahistoria no es historia social. Al 136 «Por debajo de las nacionalidades políticas ---comenta el narrador de Paz en la
guerra-, simbolizadas en banderas y glorificadas en triunfos militares, obra el
¡ 35 Tal objetivo ya lo había expresado Galdós en un artículo de 1865: impulso al disloque de ellas en razas y pueblos más de antiguo fundidos, ante-
«Qué magnífico sería abarcar en un solo momento toda la perspectiva de las calles históricos, encarnados en lenguajes diversos y vivificados en la íntima comunión
de Madrid; ver el que entra, el que sale, el que ronda, el que aguarda, el que acecha privativa de costumbres cotidianas peculiares a cada uno; impulso que la presión
(...) ¡Cuántas cosas veríamos de una vez, si el natural aplomo y la gravedad de de aquellas encauza y endereza. Es el inconsciente anhelo a la patria espiritual, la
nuestra humanidad nos permitieran ensartamos a manera de veleta en el campa- desligada del terruño; es la atracción que, sintiendo los pueblos hacia la vida silen-
nario de Santa Cruz! (...) ¡Qué magnífico punto de vista es una veleta para el qu)e ciosa de debajo del tumulto pasajero de la Historia, los empuja a su redistribución
tome la perspectiva de la capital de España!». Tomo la cita de Biruté natural, según originarias diferencias y analogías, a la redistribución que permita
Ciplijauskaité (1981: 56) que la remite a William H. Shoemaker, Los artículos de el futuro libre agrupamiento de todos ellos en la gran familia humana; es, a la
Galdós en "La Ilación" 1865-66,1868 (Madrid: Insula 1972, 189). vez, la vieja lucha de razas, fuente de la civilización» (239).
134 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTóRICA 135

inmóvil en aguas, que no siendo ni un momento las mismas, parecen - Temporalidad circular
muerto espejo sin embargo (64-65)137.
Va a ser representada narrativamente en las novelas de El Ruedo Ibérico
La oposición entre el pasado de los sucesos y la intemporalidad de la de Valle-Inclán, en las que el tiempo no avanza sino que gira envolviendo y
existencia intrahistórica se plasma textualmente en la alternancia del preté- arrastrando a los personajes condenados a repetir gestos, palabras, acti-
rito indefinido con el pretérito imperfecto que apunta a una temporalidad tudes, sin posibilidad de romper los círculos que los aprisionan en una
iterativa, a la repetición constante de las mismas actitudes: existencia caótica y absurda. Valle Inclán configura una estructura narrativa
orientada a inmovilizar el transcurso temporal, a espacializar el tiempo
En la monotonía de su vida gozaba Pedro Antonio de la novedad de mediante la reducción del tiempo de la historia y la fragmentación de la
cada minuto, del deleite de hacer todos los días las mismas cosas (...) acción narrativa al presentarla mediante escenas dialogadas que se suceden
Fluía su existencia como corriente de río manso, con rumor no oído y
de que no se daria cuenta hasta que se interrumpiera. en escenarios múltiples y sin precisar las conexiones lógico-cronológicas
entre unas y otras. La deliberada inconcreción de las fechas y los datos del
Todas las mañanas bajaba a abrir la tienda... (11) tiempo cronólogico de la historia, la abundancia de elipsis, el predominio
de la escena dialogada, la subordinación de la pausa descriptiva a la teatra-
O bien con el presente intemporal y eterno: Tras enviudar, Pedro
lización de las situaciones, y, especialmente, la ruptura de la linealidad
Antonio vive tranquilo,
temporal y de las conexiones entre pasado y presente para situar la acción y
Vive en lo profundo de la verdadera realidad de la vida, puro de toda los personajes en un presente inmóvil, más que eterno, ucrónico, son las
intencionalidad trascendente, sobre el tiempo, sintiendo en su concien- técnicas puestas en práctica para la representación narrativa de esta nueva
cia, serena como el cielo desnudo, la invasión lenta del sueño dulce del imagen de la temporalidad'>.
supremo descanso, la gran calma de las cosas eternas y lo infinito que Por su parte, Baroja disloca la cronología histórica en su serie de las
duerme en la estrechez de ella (242-43). Memorias desconcertando a menudo a los lectores de las sucesivas
entregas. Carlos Longhurst (1974: 161-167) atribuye estas dislocaciones
Y, en fin, el monólogo narrado de Pachico Zabalbide al final de la por una parte al propio proceso de composición de estas novelas, escritas a
novela, portavoz de las ideas del autor implícito, que sube a la cima de la medida que la investigación producía informaciones, y por otra -para
montaña y contempla el paisaje del mar y las montañas, y le parece que el nosotros más relevante- a que
tiempo se inmoviliza:
cuando Baroja escribía un nuevo volumen para la serie, le guiaba no el
Olvídase del curso fatal de las horas y, en un instante que no pasa, mero deseo de darnos el próximo capítulo de la historia de España,
eterno, inmóvil, siente en la contemplación del inmenso panorama la sino más bien el interés que sentía por uno o más personajes. A
hondura del mundo, la continuidad, la unidad, la resignación de sus algunos personajes históricos les dedica una atención fuera de toda
miembros todos, y oye la canción silenciosa del alma de las cosas proporción a su importancia en la historia de España, corno ocurre por
desarrollarse en el armónico espacio y el melódico tiempo (245)138. ejemplo con el conde de España, a quien le dedica dos tomos (166).

El tiempo de la historia sustentado en la cronología referencial es


manipulado y alterado en el discurso en favor de otras imágenes de la tem-
137 «De toda aquella guerra, ¿qué quedaría? -pensaba Pachico-. Secas noticias, poralidad, ligadas a los personajes ficcionales y también a planteamientos
cuatro líneas a lo más en las historias del porvenir, una pasajera mención de una filosóficos como la teoría cíclica de la historia (véase Carlos Longhurst
de tantas guerras civiles cuya substancia se llevarían al sepulcro consigo los 1974: 257).
actores de ella. No era la tal guerra más que uno de los eslabones de la vida del
puebloespañol, un eslabón cuya íntima transcendencia era, tal vez, tan sólo la de
mantener la continuidad de su historia» (205).
138 Tiene lugarfinalmente la fusión entre el personaje contemplador y la Naturaleza
en torno, y el acceso a la paz verdadera, una paz que brota de las luchas por la nas,ganando bríosparalanzarse luegoal torrente incoercible del progreso, en que
vida, «pazen la guerra misma y bajola guerra, inacabable, sustentándola y coro- rueda lo pasajero sobre lo permanente» (247).
nándola» (246). Ese contacto con lo eterno le da fuerzas para regresar a la vida 139 Sobre la temporalización en el ciclodel Ruedo Ibérico véase 1. Franco (\ 962), H.
cotidiana a luchar contra la ignorancia humana, buscando la paz en la guerra Boudreau (\ 967), P. Lynne Tucker (\ 980), y mi trabajo sobre La corte de los
misma: «Así es comoallí arriba, vencido el tiempo, toma gusto a las cosas eter- Milagros (1997).
136 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICADELA NOVELA HISTÓRICA 137

- De la temporalidad cronológica de la historia a la atemporalidad mítica más destacado en esta tendencia, según admite unánimemente la crítica, fue
de la novela el argentino Enrique Larreta con su novela publicada en Madrid en 1908 La
gloria de Don Ramiro!"; con el subtítulo «Una vida en tiempos de Felipe
Todas las técnicas narrativas que ponen en juego estas novelas históricas Il». Confluyen en esta novela, como destacó Amado Alonso (1942:87),
persiguen romper la temporalidad lineal de la historia para configurar la dos tendencias de la tradición de la novela histórica: por una parte, el
atemporalidad de lo simbólico y de lo mítico. No se trata de sustituir una modelo scottiano, especialmente en los procedimientos de la construcción
por la otra. La novela histórica mantiene el rasgo genérico de manejar unos de la trama siguiendo la poética del romance; por otra, la narrativa histórica
materiales tomados de otros discursos y documentos verificables, unos que inaugura Flaubert con Salammbó'" y que se proyecta en novelas como
materiales que el lector conoce con anterioridad a la lectura de la novela. Thais (1890) de Anatole France y Aphrodite, moeurs antiques (1896) de
Para ser reconocida por el lector como tal novela histórica debe mantener Pierre Louys. A ello hay que añadir el virtuosismo parnasiano en el refi-
esas referencias históricas y entre ellas son fundamentales las referencias namiento estilístico y en la demorada descripción de los objetos, detalles y
cronológicas. Ahora bien, estos novelistas pretenden desmontar esa tempo- figuras humanas.
ralidad, mostrar que esas fechas, esos datos, son meras convenciones, El esteticismo modernista finisecular favoreció el cultivo de la novela
marcas superficiales del calendario que nada dicen sobre la verdadera histórica cuya acción se situaba en la Antigüedad tardía y el cristianismo
temporalidad del hombre y de la sociedad. Las fechas ocultan otras dimen- primitivo, como por otra parte ya se había desarrollado en el
siones del tiempo que la novela quiere desvelar. Así, un procedimiento uti- Romanticismo, especialmente con Chateaubriand (véase Atala, o Les
lizado en estas novelas consiste en la eternización de lo fugaz, en captar lo martirs du Christianisme). En algunos casos, como el de Pierre Louys, la
eterno en lo momentáneo. Hay instantes preñados de eternidad, momentos evocación del mundo alejandrino le permitía el tratamiento de la volup-
en los que a los personajes les es dada la aprehensión de la totalidad de los tuosidad y la sexualidad de manera más directa, más atrevida, apoyándose
tiempos. De esta forma, los actos de los personajes revelan constantes en la coartada de la historia, esto es, en el hecho de que tales aspectos de la
antropológicas de la especie, remiten a esencias profundas, conectan con conducta humana tenían una valoración muy diferente en la Antigüedad'<.
tradiciones simbólicas o míticas de diversa índole. Véanse la escena final de
Paz en la guerra a la que hemos hecho mención o la visión del cautivo en
140 Utilizamos la edición publicada por la editorial Espasa Calpe en la colección
La corte de los Milagros.
Austral n° 74, Madrid, 1970. 13' ed. (la primera edición es de 1939).
e) Espacialización: El tratamiento de la temporalidad implica también 141 «No debe sorprendernos la preferencia del fin de siécle por SalammbO. Como las
diversas formas de representar el espacio. Por una parte, las novelas restantes obras mayores de Flaubert, este libro poseía la ventaja de no haber aso-
mantienen las referencias metonímicas al espacio referencial en que situan ciado su modernidad literaria y su perfección estilística con la teoría del roman
la acción (Bilbao, Madrid, Andalucía), aunque reducen considerablemente expérimental. De ese modo, quedaba libre de la elevada pretensión de Zola, consis-
las descripciones al tratarse de espacios familiares y reconocibles por el tente en ofrecer un diagnóstico científico más allá de la literatura. En la Cartago
histórica de refinamiento sensual y opulencia adormecedora que Flaubert evocaba y
lector, e intensifican en cambio los valores simbólicos. De este modo se
que se hallaba relacionada con la crueldad y el terror, los autores de fin de siglo y
produce una deshistorización del espacio que pasa a configurarse como un su público encontraban sobre todo aquellos rasgos de artificialidad que habían
ámbito mítico. Piénsese por ejemplo en el papel de la Naturaleza en Paz en aprendido a leer en Baudelaire. Además justo Salammbá ofrecía esa posibilidad de
la guerra o en la propia imagen de El Ruedo Ibérico como símbolo de entender el mundo interno de la novela como negación de la realidad que fascinaba
España. a Huysmans y a otros en la pintura de Gustave Moreau. También en la novela de
Flaubert se levantaba una realidad exótica que se oponía a la contemporánea y
8. LA NOVELA HISTÓRICA MODERNISTA HISPANOAMERICANA. donde la distancia frente al presente se relacionaba con las características del style
LA GLORIA DE DON RAMIRO DE ENRIQUE LARRETA de décadence. Las numerosas impresiones de Salammb6 durante los años ochenta
testimonian el interés que suscitó el libro en la francia de esa década» (K. Meyer-
La ruptura con la poética del realismo y del naturalismo que caracteriza Minnemann 1979: 217).
la narrativa del periodo al que nos venimos refiriendo se manifiesta también 142 Así Pierre Louys indica en el prólogo a su novela que su protagonista es una
en la recuperación de la novela histórica del pasado remoto tal como se cortesana antigua, pero que no se convertirá, lo que supone una originalidad pues
había fraguado en el Romanticismo. Desde luego, la novela histórica del hasta ahora los escritores modernos pintaban la voluptuosidad para exaltar la
virtud: «Para los griegos, el amor con todas sus consecuencias era el sentimiento
modernismo finisecular no responde a los presupuestos de la novela
más virtuoso y más fecundo en grandezas. Jamás le asociaron las ideas de indecen-
histórica scottiana, pero encuentra en esta tradición los elementos de exo- cia y deshonestidad que con la doctrina cristiana introdujo la tradición israelita
tismo y aventura que concuerdan con su sensibilidad novelesca. El autor entre nosotros» (\ 986: 14).
HISTORIA Y NOVELA:POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 139
138 CELIA FERNÁNDEZ

No se trataba de recuperar nostálgicamente el pasado ni de reconstruirlo L~ novela gozó de una magnífica recepción en España y en países como
con el afán romántico de buscar las raíces de las identidades nacionales; el Francia donde se tradujo en 1910.
pasado era ahora el ámbito de lo exótico, de lo distante.jíe lo incontami- La novela de Larreta ofrece una visión de la España de Felipe II acorde
nado con la fealdad y el prosaismo del industrialismo burgués. El con la construcción del pasado español que elaboraron los románticos
modernismo se dejó seducir por el misterio y la extrañeza de lo antiguo, y franceses'". El fondo histórico de la novela se centra en el enfrentamiento
recurrió al pasado con una perspectiva estética y cultural. Salammb8 de entre la población castellana, cristiana ~ieja, y los colec~ivos de mor.iscos y
Flaubert fue el primer paso hacia esta nueva escritura de la narrativa conversos, enfrentamiento que se agudiza durante el remado de Fehpe II a
histórica: la erudición, el acopio de datos sobre las costumbres, la indu- causa entre otras razones, del mayor celo religioso que se advierte en el
mentaria, la forma de vida y el espacio de Cartago -tan duramente país en el contexto de la Contrarre~orm~ a raíz del Concilio de ~rento.
criticado por Sainte-Beuve (y más tarde por Lukács y por Amado Alonso, Ahora bien, no se pretende recrear m analizar unos hec?os o unas CIrcuns-
entre otros)-, no eran algo menor o anécdotico en la construcción de la tancias históricas sino evocar una atmósfera, un ambiente en el que una
no,,:e!a. Lo ~queológico resultaba el efecto de la fascinación por lo remoto religiosidad morbosa y terrible, que se complace en lo s~cio,. ,en lo
casi inaccesible, Tal vez Flaubert tensó en exceso los límites del género sórdido!", en la condena de cualquier placer, en la anatemauzacion del
entre lo informativo y lo narrativo, pero lo cierto es que su novela estaba cuerpo y del sexo y que es representada por el preceptor Lorenzo Vargas
propm:lien.do una representación inmóvil, pictórica, de un pasado que por Orozco, se opone a la tolerancia, la sensualidad y el refina~iento ?el
su alejamiento del presente permite esa contemplación estética. Es aquí mundo oriental simbolizado en el cuerpo desnudo de la monsca Aixa
donde se puede hablar del escapismo de la novela histórica, que no es un cuando sale del baño (76-77).
rasgo del género como a menudo se repite, sino sólo de determinadas La España de Felipe n se representa v~stida de negro~ oscura~tista y
modalidades genéricas 143. fanática enemiga del placer y de los sentidos, una Espana ademas ago-
Pues bien, en Hispanoamérica se detectan a fines de siglo novelas nizante que apura los últimos momentos de su poderío internacional. Estos
históricas de talante similar como la inconclusa de Rubén Darío, El hombre motivos se reiteran en los resúmenes informativos del narrador, que
de oro (1896), Phinées. Tragedia de los tiempos de Cristo (1909) del subrayan la bancarrota del Estado l46 • Y junto a la miseria, el temor de ser
colombiano Emilio Cuervo Márquez o Dionysos. Costumbres de la antigua denunciado ante el Santo Oficio o de atraer el castigo «del poder sobrehu-
Grecia (1904) del venezolano P.e. Domínici, entre otras (A. Alonso 1942: mano del rey».
86; Meyer-Minnemann 1979: 222-227). Frente a todas estas novelas, La
glo,:ia de Don Ramiro de Enrique Larreta sitúa la acción en la España de
Fehpe Il, evoca en su estructura tradiciones de la narrativa hispánica como 144 Amado Alonso (1942: 91-95) cita a Prosper Mérimée, Théátre de Clara Gazul
(1825) o Carmen (1848), Alfred de Musset, Contes d'Espagne et d'Italie (1829),
la picaresca y el Quijote, y al final conecta los dos mundos al hacer que su
Théophile Gautier, Voyage en Espagne (1840), a los que hay que añadir el lib~o,
protagonista se embarque hacia Perú donde muere en el año 1605. La ya de 1894, Du sango de la volupté et de la mort (Voyage en Espagne) de Maurice
preferencia por un tema ligado a la historia española enmarca la novela de
Barres, buen amigo de Larreta.
L~rreta en una etapa avanzada del modernismo hispanoamericano cuya
145 «... Ramiro escuchó en su conciencia un grito de indignación ante aquella práctica
pnmera andadura se caracterizó por la actitud antihispanista. lasciva de los baños y aquel culto libidinoso de la propia carne. La sublime
castidad, el ascético abandono, el desprecio y la mortificación del harapo corrupto
La gloria de Don Ramiro -explica K. Meyer-Minnemann (1979: de nuestro cuerpo, la santa fetidez de los religiosos, los admirables anacoretas
229)'- apareció en un momento en que la nueva orientación hacia la dejándose podrir las ropas sobre la piel, como un anticipo de la sepultura; San
hispanidad latinoamericana ya había asumido la función de contrapeso Hospicio, comido por los piojos; San Macario, sumergido en el cieno; Santa
frente a las múltiples amenazas que el continente veía ceñirse sobre él. María Egipcíaca, resecada por el sol como un cuero; Santa Pelagia, habitando
El público latinoamericano podía leer la vida de don Ramiro situada en entre sus propios excrementos; Santa Isabel, bebiendo el agua de lavar tiñosos; en
el mundo del siglo XVI como algo que lo remontaba hasta sus propias fin, la sublime aspiración abriendo su corola de pureza sobre el estercolero corpo-
raíces históricas. ral; y luego la penitencia, la disciplina, el cilicio, todo pasó por su mente como a
la luz de un relámpago» (7ú-77).
143 El propio Flaubert lo declaraba en 1857 a Mademoiselle Leroyer de Chantepie: 146 «A partir del año 1590 el desbarajuste fue pavoroso par~ la hacienda ~el rey ... Y la
«le vais écrire un roman dont l'action se passera trois siecles avant Jésus-Christ pobreza y el hambre arreciaban como flagelos de DIOS. Un hechizo maléfico
car j'éprouve le besoin de sortir du monde moderne, oü ma plume s'est trop parecía esterilizar los terruños, parar los molinos, los tornos, los telares,
trernpée et qui d'ailleurs me fatigue autant 11 reproduire qu'il me dégoüte 11 voir» descoyuntar el brazo del menestral. Muchos no sabían ya cómo ganar el sustento
(apud Jacques Suffel 1964: 17). y salían a hurtarlo donde lo hallasen» (159).
140 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRlA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 141

Los personajes históricos son aludidos pero no intervienen directamente morisca, las conspiraciones y emboscadas, el duel~ nocturno ent~e Ramiro
en la acción, salvo una escena en la que aparece el rey Felipe 11 (180-81). y Gonzalo, la suplantación de la identidad, el asesinato d~ Beatnz, etc. El
También se mencionan y a veces se comentan muchos de los acontecimien- propio personaje siente que cuanto le ocurre ~e asemeja a una nov.ela:
tos históricos importantes del momento (la muerte de Santa Teresa, la cuando aparece la anciana y le conduce en una SIlla de manos con cortmas
decadencia y el mal gobierno del rey, las luchas en Flandes, las revueltas de cuero hasta el aposento de la morisca, Ramiro
en Aragón contra Felipe 11 y los ajusticiamientos de los promotores'<', la
sublevación de los moriscos, etc.), pero estas referencias sirven para crear recordó pasajes semejantes que él había I~íd? ~n las historias.de ~abal1ería,
ambiente, para configurar un tapiz histórico en cuyo centro se van colo- y pensó que todo aquello debía ser el p~IllClplO .de algun episodio memo-
cando los personajes imaginarios, que carecen de "vida", son figuras de rable, digno de ser recordado en los venideros tiempos (74).
cuadro (A. Alonso 1942: 97-100), al modo de los personajes que pintó El
El protagonista está conformado como un nuevo Don Quijote que
Greco en El entierro del conde de Orgar, El pasado deja de ser objeto de
distorsiona permanentemente la realidad para acomodarla a las aventuras de
narración para considerarse, desde la sensibilidad decadentista del
.los libros que ha leído. Ramiro, criado en una atmósfera rígida y claustral
modernismo, objeto de descripción y por ello, como dice A. Alonso (1942:
109), en Larreta «la narración funciona descriptivamente». El pasado es de silencio y religiosidad, construye su identidad,según los mod.el~s .de sus
ante todo escenario, decorado, ámbito abierto a la imaginación artística por lecturas -vidas de santos, novelas de caballenas y relatos históricos-e-
su lejanía del presente. De aquí lo que Amado Alonso (1942: 97) llamó la hasta convertirlos en referentes de su conducta'<.
«monumentalización del pasado», que se logra La historia está contada por un narrador extradiegético en tercera
persona, omnisciente, aunque a menudo se si~ve del indirecto lib;e para
por el halo de evocación que envuelve a las figuras humanas y a los describir las situaciones desde el punto de VIsta de sus personajes. La
objetos de industria coetáneos y, como estilo peculiar, gracias a la novela incorpora una amplia infor!Uación histórica bien a .tyavés de los
cuidada apariencia ornamental que las figuras guardan en toda su resúmenes del narrador, bien a traves de los parlamentos y diálogos de los
conducta. personajes. El narrador se sitúa en el presente del lector aunque en ningun
momento se mencione explícitamente en el texto esa posición temporal. La
A diferencia de la novela histórica romántica que trataba de acercar el situación del narrador se hace manifiesta tanto en su perspectiva estética, en
pasado al presente tanto a través del autor-editor y sus comentarios com- esa visión de la España del XVI basada e~ la invención de I~s romántic?s
parativos, cuanto a través de las pasiones de los personajes que conectaban franceses, como en el estilo, al que ha dedicado un pormenonzado estudio
con la sensibilidad de los lectores contemporáneos, la novela histórica Amado Alonso (1942) al que remitimos al lector. Me interesa destacar tan
modernista pretende alejar al máximo el mundo diegético del mundo del sólo aquí el intento de crear un lenguaje,de época, sobre tO?O e~, los diálo-
lector, subrayar esa distancia, pues lo que atrae del pasado es precisamente gos, mediante el uso de abundantes arcaísmos como la conjuncion copula-
su inactualidad, que sea pasado, que no esté contaminado por el presente. tiva e, aína (117), aquesto (60), lo mesmo (14, 56, 61), agora (14, 60,
Un pasado para contemplar estéticamente, como si se tratase de un museo o 109), a las vegadas (130), o la posposición del pro.nombre (hincóse,
de una exposición de antigüedades. Toda la construcción y el estilo de la callóse acaballe. vile, hícele, hachéle, empleallo, quitalles, mirallo...).
novela contribuyen a provocar una lectura literaria y deshistorizada. La Hay in~luso un parlamento en hab.la mori~ca (52 y 73) ..La estilización del
trama y los motivos romancescos, el protagonista, la configuración de los habla esta imitación del lenguaje del SIglo XVI, lejos de acentuar la
espacios remiten a códigos literarios y culturales perfectamente identifica- verosimilitud, surte el efecto contrario, la literaturización de la historia.
bles. La gloria de Don Ramiro no sólo reelabora documentos históricos,
He insistido en' la relevancia de lo descriptivo sobre lo narrativo y en
sino que está llena de referencias intertextuales que conectan personajes y
situaciones con otros textos del arte o de la literatura. efecto es el tratamiento de lo descriptivo lo que constituye la aportación de
Larreta a la tradición de la narrativa histórica hispánica. Porque no se trata
Así, la trama folletinesca sigue las huellas del romance y de la novela
scottiana: la creación del protagonista que ignora su origen y que en una
anagnórisis final lo descubre, la intervención de la anciana hechicera 148 «Alucinado por la lectura, llegaba a creerse él mismo héroe de la narración. Fue
sucesivamente Julio César, El Cid, el Gran Capitán, Hernán Cortés, don Juan de
Austria. Al tomar en sus manos los Comentarios, era él quien conducía las
147
Como se sabe, en esta revuelta interviene Antonio Pérez y Felipe II decide invadir cohortes a través de las galias; (...)EI resultado fue que llegó a creerse elegido por
Aragón en septiembre de 1591. En la novela de Larreta se alude a estos sucesos / Dios para continuar la tradición de las glorias inolvidables. Suprimió de su campo
se los relaciona con una conspiración de la nobleza abulense cuyos cabecillas, mental lo mediano, lo prolijo, lo paciente. Todo lo que no era súbito y heroico le
igual que los nobles aragoneses, fueron condenados a muerte. I
dejaba impasible... » (50).
r
142 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 143

de descripciones de lugares, paisajes, objetos, personajes, con un caracter mayor de la iglesia y a quién había conocido unos seis años antes. El
meramente arqueológico, erudito, ni siquiera para crear el "color local" que predominio de la descripción, a veces haciendo pausa, otras veces narra-
veíamos en los románticos. No interesan los objetos en tanto que objetos, tivizada al ser asumida desde la perspectiva del personaje, otorga un ritmo
sino en tanto que símbolos, en tanto que resortes sentimentales, emo- lento a la novela.
cionales. Cada escenario, cada objeto del pasado se describe filtrado por La gloria de Don Ramiro, en fin, explota las posibilidades de exotismo,
luces, sombras, sensaciones físicas y psíquicas, connotaciones artísticas: de atracción, de extrañeza que anidan en el pasado histórico y que estimu-
lan la imaginación de novelistas y del público. Pero aquí los materiales
Cada cosa parece pertenecer, más que a un orden natural, a un mundo históricos se incorporan a la diegésis en tanto que objetos culturales, por
de evocaciones artísticas, a una determinada región ultranatural sus valores estéticos o literarios. Los arrabales moriscos de Avila o de
formada por el uso que los artistas de todas clases hayan hecho de ella Toledo resultan elaboraciones de una imaginación que se nutre de arte y de
o por las matizadas connotaciones que lleve en el refinado mundillo de
las aristocracias sociales y artísticas (A. Alonso 1942: 115). literatura, no descripciones al servicio de una poética realista. Y lo mismo
puede decirse de los personajes y de los acontecimientos. La intertextuali-
y así ocurre, por ejemplo, con la descripción de las dos ciudades en las dad y la hipertextualidad dominan con sus procedimientos la construcción y
que transcurre la mayor parte de la trama: Avila y Toledo. Cada un~ de esas el sentido de la novela.
ciudades contiene dos mundos: el cristiano y el musulmán. Avila se
describe en sus dos vertientes de «Avila de los santos y Avila de los 9. LA NOVELA HISTÓRICA EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX
caballeros». Por un lado, las iglesias y la catedral; por otro, el caserón del
abuelo y la madre de Rodrigo (16-17), donde la incuria, el abandono, la En 1925 Ortega y Gasset, en su ensayo Ideas sobre la novela, diagnos-
decrepitud y hasta un hedor «hongoso y ratonil» dominaban, y, en ticaba el agotamiento de la estética mimético-representativa y, por tanto, el
contraste, el refinamiento y la elegancia del palacio de don Alonso Blázquez final de la novela realista y, en general, de toda novela que remitiera al
Serrano, hombre culto y exquisito, pero con la misma «alma recia» y lector a la realidad extranovelesca. En base a esos criterios, descalificaba a
«honra puntillosa» (29) de cualquier noble castellano. El mundo musulmán la novela histórica e incluso, como Manzoni, apuntaba su imposibilidad'w,
se localiza en los arrabales de Santiago y se concreta en la casa morisca de Se diría que la novela histórica se ha empeñado en sobrevivir y en desmen-
Aixa (75-76). tir todos los vaticinios de su desaparición, de su inviabilidad. Lo que
Toledo, en cuyas calles va a tener lugar el auto de fe de las moriscas, Manzoni, Ortega o después Amado Alonso, entre otros 150, juzgaban como
atrae al protagonistapor su complicado misterio, tan diferente a la nitidez
que encontraba en Avila, y sobre todo por su componente oriental (216-
149 «El novelista ha de intentar, por el contrario, anestesiamos para la realidad,
217).
dejando al lector recluso en la hipnosis de una existencia virtual. Yo encuentro
El tiempo de la historia abarca casi la totalidad de la existencia del aquí la causa, nunca bien declarada, de la enorme dificultad -tal vez
protagonista: desde 1582 (cuando tiene casi doce años) hasta su muerte en imposibilidad- aneja a la llamada "novela histórica". La pretensión de que el
1605. En el discurso, la linealidad temporal es quebrada con diversas cosmos imaginado posea a la vez autenticidad histórica, mantiene en aquélla una
analepsis cuya función es completiva: trazan la historia anterior de los permanente colisión entre dos horizontes. y como cada horizonte exige una aco-
personajes. modación distinta de nuestro aparato visual tenemos que cambiar constantemente
La primera parte abarca diez años, pero de ellos sólo se nos relatan de actitud; no se deja al lector soñar tranquilo la novela, ni pensar rigorosamente
la historia. En cada página vacila, no sabiendo si proyectar el hecho y la figura
algunos episodios fundamentales para la formación del personaje, sin
sobre el horizonte imaginario o sobre el histórico, con lo cual todo adquiere un
precisar fechas concretas (<<a los trece años», «un día de abril», «era uno de aire de falsedad y convención. El intento de hacer compenetrarse ambos mundos
esos días de invierno», «pasaron los días, largos días de prisión», etc.). La produce s610 la mutua negación de uno y otro: el autor-nos parece-falsifica la
segunda parte desarrolla los acontecimientos que tuvieron lugar de febrero historia aproximándola demasiado, y desvirtúa la novela, alejándola con exceso de
de 1592 a principios de mayo, cuando Ramiro parte hacia Toledo trasel nosotros hacia el plano abstracto de la verdad histórica» (1955: 411-12).
asesinato de su rival y de Beatriz. Y la tercera parte abarca también unos 150 Entre opiniones recientes tomadas al azar en entrevistas o reseñas periodísticas
meses, de mayo a diciembre, en que embarca hacia Perú. De este final al seleccionamos por ejemplo la declaración del novelista y profesor de literatura
epílogo hay una fuerte elipsis pues el epílogo se localiza en octubre de Juan José Saer, ganador del Premio Nadal de 1988 con su novela La ocasión.
1605, cuando un fraile dominico cuenta a Rosa de Lima lo que sabe de ese ambientada en la pampa argentina en el siglo XIX: «La novela histórica me parece
hombre cuyo cadáver yace solitario en una negra caja junto a la capilla inadmisible, es un híbrido, algo de lo que abomino profundamente» (El País, 8 de
enero de 1988,20) que contrasta con la realizada por Juan Eslava Galán, también
144 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 145

el mayor defecto de la novela histórica, su hibridismo, se convierte en las pasado. Ese debate se ha continuado y acrecentado en esta segunda mitad
últimas décadas de este siglo en su mayor atractivo. En efecto, la novela del siglo cuyos resultados se podrían sintetizar en los siguientes:
histórica resurge a partir de la 11 Guerra Mundial y desde entonces la
afición al género de autores y de lectores no ha hecho más que incremen- a) Descrédito de los paradigmas objetivistas. Nueva función del historiador
tarse hasta convertirse en un fenómeno cultural transnacional, que se mani-
fiesta no sólo en las sociedades occidentales sino también en otros ámbitos En los últimos treinta años hemos asistido al derrumbamiento de los
culturales como el de las naciones árabes. grandes paradigmas objetivistas que apuntalaban a las escuelas historiográ-
El vigor de la novela histórica puede ponerse en conexión con el auge de ficas dominantes: la famosa escuela francesa de los Annales, la historio-
otros géneros que también se sitúan en los límites entre la historia y la grafía marxista o la historiografía liberal británica. Simultáneamente a ese
ficción, géneros híbridos entre el documento verídico, referencialista, y la desplome, han proliferado como nunca antes todo tipo de estudios
elaboración literaria, ficcional, como son las autobiografías, las biografías, históricos y de líneas de investigación tales como la mícrohistoria'>'
los epistolarios, los diarios, la nonfiction novel o la roman-faction. (estudio de un hecho concreto y singular extrayendo de él toda la gama de
significados que iluminan la acción simbólica), la macrohistoria o historia
Como se explicaba al iniciar este capítulo, las categorías de lo real, lo comparada de grandes procesos sociales, la historia oral, la historia de la
histórico y lo ficcional, son categorías pragmáticas y relativas a los vida privada, la historia de las mentalidades, la historia de las mujeres'»,
planteamientos epistemológicos, cognitivos e ideológicos, en sentido etc. Esta multiplicidad de caminos y de orientaciones ha vuelto a poner
amplio, que articulan los sistemas culturales en cada etapa de su historia. sobre el tapete la cuestión central de si es posible lograr un conocimiento
Así, hemos visto reflejados en la trayectoria de nuestro género las fluctua- objetivo sobre el pasado, sobre la sociedad, sobre los procesos de cambio.
ciones en el orden jerárquico entre la historia y la novela, la elasticidad del En este contexto, .
concepto de realidad, el peso de lo ideológico (moral! inmoral) en la
conceptualización de lo verdadero, que afectó tanto a la historia como a la el historiador más que explicar el pasado, lo interpreta, consciente de
ficción, la confianza y la desconfianza epistemológicas en la capacidad del que su interpretación está afectada también de historicidad, lo que le
lenguaje para representar fidedignamente la realidad, las distintas formas de descarga de todos los malentendidos acerca de misiones trascenden-
construir las imágenes de la temporalidad y del progreso, etc. Pues bien, la tales, pues ninguna interpretación podrá aspirar jamás a la validez uni-
actualidad del género y sus configuraciones formales y temáticas en la versal, sino que, por referirse a acciones de sujeto construidas por otro
segunda mitad de nuestro siglo, no pueden analizarse cabalmente sin tomar sujeto, es siempre provisional, expuesta como está a la comprobación
en cuenta el desdibujamiento contemporáneo de todas las dicotomías del empírica y a la crítica de las nuevas generaciones listas para mirar con
pensamiento moderno: sujeto/ objeto, realidad/ ficción, novela! historia, otros ojos el pasado.
arrastradas fundamentalmente por las nuevas teorías acerca de la relación (Santos Juliá 1993: 2)
entre el lenguaje y el mundo que han llegado, en sus casos extremos (véase
Derrida), a borrar de nuestro horizonte toda posibilidad de referencia o de
contacto con lo real.

9.1. Nuevas tendencias en la historiografía

Ya hemos visto cómo las bases de la historiografía tradicional rankeana 151 La conexión entre la microhistoria y las novelas históricas es bastante estrecha
-la confianza en el conocimiento objetivo del pasado, la concepción de la pues ambas se apoyan en una técnica común: presentar las repercusiones de lo
historia como discurso de verdad, la visión lineal y teleológica del devenir ) público en la historia privada de personajes individuales. Unejemplo de rnicrohis-
humano y social-, fueron puestas en cuestión en los años finales del siglo toria lo tenemos en el libro de Natalie Davis, The Return oj Martin Guerre
(1973), que cuenta la historia de un soldado del siglo XVI que al regresara su
hogar en el sur de Francia se encontró conquesu lugar en la granja y en la familia
había sido ocupado por un intruso que se hacía pasar por él. El propósito de la
profesor, ganador del Premio Planeta de 1987 con una novela históricaZn busca autora era servirse del relato para comentar losvalores y hábitos de la viday leyes
del unicornio y que defiende el género: «Una novela no es historia, pero la rurales de la Francia del siglo XVI. Sobre estelibro se realizó unapelícula dirigida
intuición puede ser un mecanismo preciso de aproximación a la verdad» (El Pad, porDaniel Vigne en colaboración con la autora.
17-X-1987, 33). Como puede observarse, el debate sobre la legitimidad del género 152 Un buen resumen del estado de la cuestión lo tenemos en el volumen colectivo
aún no estázanjado. coordinado por Peter Burke y titulado Formas de hacer historia (1991).
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICADELA NOVELA HISTÓRICA 147
146 CELIA FERNÁNDEZ

b) Pérdida de las "fes unificantes". Nuevo concepto del progreso riedad, el recurso a documentos y fuentes de muy diversa índole. Y una
cuestión sobremanera importante para nosotros es la que afecta a la
. Por otra parte, la demolición de la teoría que planteaba la existencia de construcción de la enunciación histórica y a la relación entre el historiador y
un principio unificador'v de carácter universal que daba sentido al proceso el lector. Tradicionalmente la Voz de la Historia era una voz dotada de
evolutivo de las sociedades humanas, causó desconcierto entre los histo- autoridad para instaurar la verdad con su sola palabra, a menudo palabra
riadores. Había llegado el «fin del sentido emancipador de la historia» al casi de oráculo, porque el historiador borraba toda huella de la enunciación
que aludía en un breve pero inteligente artículo el filósofo G. Vattimo para obtener, como decía Barthes, una absoluta transparencia que condu-
(1986): la visión cristiana de la historia, la idealista, la positivista y la jera directamente de las palabras a la realidad, a los hechos. Las nuevas
marxista han perdido su fuerza como «fes unificantes»; esta pérdida ha tendencias del discurso historiográfico han invalidado este esquema Y
traído consigo una «secularización del progreso»: «si hemos de definir hoy tienden, como explica Giovanni Levi (1991: 136) sobre la microhistoria, a
el progreso, hemos de hacerlo como camino, como desarrollo hacia una
condición en la que será posible un progreso posterior. Desarrollo hacia incorporar al cuerpo principal del relato los procedimientos de la
otro desarrollo y nada más» (1986: 12). Este vaciamiento de la noción de misma investigación, las limitaciones documentales, las técnicas de
progreso es el resultado del progreso mismo en la medida en que esto ha convencimiento y las construcciones interpretativas. Este método
significado el desplegarse de una multiplicidad de culturas, de sistemas de rompe claramente con la forma tradicional, impositiva, autoritaria, del
valores que han hecho imposible identificar el progreso con el desarrollo de discurso adoptado por los historiadores, quienes presentan la realidad
un determinado ideal de hombre, el ideal europeo-occidental. Y concluye como objetiva. En microhistoria, en cambio, el punto de vista del
investigador se convierte en parte intrínseca del relato. El proceso de
Vattimo afirmando que investigación se describe de manera explícita y las limitaciones de la
nuestra relación como posmodernos con la modernidad no es la evidencia documental, la formulación de hipótesis y las líneas de
relación del distanciamiento más absoluto; como mucho, se trata de pensamiento seguidas no se ocultan ya a la vista de los no iniciados. El
una larga despedida, de un prolongado adiós que perdura y define lector entra en una especie de diálogo y participa en la totalidad del
nuestra condición. Y así, las grandes narraciones legitiman tes, la proceso de construcción del razonamiento histórico.
filosofía de la historia no han pasado y desaparecido del todo, como
querría Lyotard; se han vuelto problemáticas, pero, así y todo, consti- La voz monolítica y monológica de la Historia, que ocultaba sus depen-
tuyen todavía el único contenido de nuestro pensamiento y de nuestra dencias ideológicas, sus servidumbres hacia el Poder, bajo la coartada de la
cultura (13). objetividad de datos y documentos, ha sido sustituida por múltiples voces y
diversos enfoques.
y precisamente la idea de la disolución de las grandes meta-historias
«puede funcionar como hilo rojo, como ideal normativo». d) El problema de la narración
La narración ha generado en la actualidad un interesante debate
e) De la Voz de la Historia a las voces de la Historia semiótico y filosófico al ser valorada no sólo como tipo de discurso que
Mientras que en los años 50 y 60 los historiadores se sintieron atraídos presenta rasgos particulares (objeto de estudio de la narratología), sino
por modelos de explicación histórica más o menos deterministas, actual- fundamentalmente como forma de inteligibilidad, como una estructura sin
mente se prefieren modelos que atiendan a la libertad de elección de la la cual no es posible aprehender el carácter temporal de la existencia
gente, a su capacidad para sacar partido a las incoherencias de los sistemas humana -«le temps devient temps humain dans la mesure oü il est articulé
sociales y políticos (Peter Burke, 1991: 32). Se imponen la interdisciplina- de maniere narrative; en retour le récit est significatif dans la mesure oü il .
dessine les traits de l'expérience temporelle» (Ricoeur, 1983: 17)-, ni
comprender ·los sistemas de creencias que organizan una sociedad y
153 Este principio podía revestir diferentes formulaciones: la lucha de clases, la razón, orientan la acción de los individuos, configurados también bajo formas
la salvación, la libertad, etc. Pero si estos principios podían ser diferentes, su base narrativas.
era la misma: «una concepción unitaria de la humanidad, una ley metahistórica de Como se recordará, la llamada «nueva historia» que vamos a ejempli-
desarrollo, una visión suavemente evolucionista y eurocéntrica y el postulado de ficar con la escuela de los Annales, quiso prescindir de la narración en la
un fin de la historia como reino de la libertad, como fin de la explotación o comp .medida en que no aceptaba la visión de la historia basada en acontecimien-
triunfo de la razón. De ahí que el saber sobre el pasado tuviera un sentido y sus tos. Pretendían una historia de estructuras, de cantidades, en la que ya no
poseedores se creyeran investidos de una misión: indicar el camino para un futuro
había héroes sino entidades anónimas y abstractas; la temporalidad no era la
mejor. El historiador era un oráculo, un profeta» (Santos Juliá 1993: 2).
148 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIAY NOVEI..A: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 149

de la conciencia sino otra construida y jerarquizada y, en fin, frente al sos. La narración histórica queda sometida a la verificación, al contraste, a
carácter autoexplicativo de la narración oponían la capacidad explicativa de la refutación, y el historiador asume ante sus lectores una responsabilidad
un conocimiento verificable y seguro. Paul Ricoeur en su fundamental moral y epistemológica; en este sentido historiadores como Roger Chartier
estudio Temps et récit ha desmontado esos presupuestos subrayando que (1993) siguen defendiendo el compromiso del historiador con proporcionar
incluso esa historia estructural se apoya en las fórmulas que regulan la un conocimiento lo más riguroso y fidedigno posible del pasado y este
narración 154. El hecho de que la historia se configure en estructuras narrati- objetivo es el que determina las operaciones específicas de la disciplina 157
vas implica que los hechos realmente sucedidos han sido seleccionados por (ninguno de estos compromisos afectan a la narración literaria, ni siquiera a
el historiador e inscritos en una trama que los ordena, los jerarquiza y les la novela histórica).
confiere un sentido (ideológico, político, moral). La narración no copia la Peter Burke (1991: 293-297) recuerda que la cuestión no es sólo si se ha
realidad, sino que la vuelve inteligible. De este modo la narración histórica de utilizar o no la forma narrativa, sino en qué forma narrativa se ha de
y la narración ficcional obedecen a los mismos mecanismos estructurales'< escribir. Y considera que los historiadores deberían incorporar ciertas
y sólo se diferencian pragmáticamente. En los dos casos estamos ante técnicas narrativas creadas por los novelistas más renovadores de este siglo
construcciones de realidad'», elaboraciones discursivas, cuya definición como son a) el relato desde varios puntos de vista; b) el hacerse visibles en
no se plantea ya en el nivel ontológico sino pragmático, es decir, en el terri- su relato, no por complacencia consigo mismos sino a modo de advertencia
torio de los pactos y de las funciones atribuidas cultural mente a los discur- al lector de que no son omniscientes o imparciales y que también son
posibles otras interpretaciones. Además podrían estudiarse los finales de
los relatos históricos y tratar de ofrecer finales alternativos o finales más
154 Peter Burke (\ 991: 287-293) aboga por una conciliación de los dos métodos: el abiertos de modo que los lectores puedan llegar a sus propias conclusiones;
narrativo y el estructural. En primer lugar por la dificultad de distinguir entre c) el buscar formas que rescaten la temporalidad, el fluir del tiempo.
acontecimientos y estructuras y en segundo lugar porque es necesario plantearse la.
Se advierte por tanto un intento de rehabilitar la narración tanto en la
relación entre ambos.
155 historia como en otras disciplinas (la psicología, el derecho, etc), pero es
Gérard Genette (\ 991: 78) en un trabajo en el que trata de descubrir si existen
diferencias formales entre la narración ficcional y la narración historica, repasa el
una rehabilitación que no va en la línea de la función mítica de la narración
tratamiento que reciben en cada una los aspectos narrativos de orden, velocidad, (lo que Lyotard llama «métarécits de légitimation» sino en la de la función
frecuencia, modo y voz, y llega a la conclusión de que es en la categoría del modo cotidiana de la narración.
donde se concentran la mayoría de los indicios textuales de ficcionalidad, el más
relevante de todos es sin duda el acceso directo a la subjetividad de los personajes, 9.2. La nueva novela histórica
que se manifiesta en el recurso a técnicas como el monólogo interior, el estilo
indirecto libre, los verbos de sentimiento y pensamiento. Ya se ha aludido al resurgimiento de la novela histórica a partir de la 11
Otros indicios de ficcionalidad se hallan, como ya había señalado Kate Hamburger, Guerra mundial'v y al auge espectacular que cobra el género en Europa e
en el aspecto de velocidad (vitesse), puesto que las escenas detalladas, los diálogos . Hispanoamérica desde mediados de los años 70 hasta la actualidad.
presentados in extenso o las descripciones amplias y minuciosas son signos que
apuntan hacia la ficción. También la aparición de varios niveles narrativos se
puede considerar un indicio de ficcionalidad. No obstante, la conclusión final de 157 «Construcción y tratamiento de los datos, producción de hipótesis, crítica y verifi-
Genette es que el intercambio de procedimientos entre los regímenes ficcional y cación de los resultados, validación de la adecuación entre el discurso cognitivo y
factual de la narración es la norma y ello impide marcar diferencias radicales o su objeto» (Roger Chartier 1993: 3).
nítidas entre ambos. Las formas puras de ficción y de historia solo existen en el J 58 En Europa, podemos citar obras tan significativas como La muerte de Virgilio
laboratorio del analista; en la práctica real contamos siempre con formas híbridas (1945) de Hermann Broch, Artemisia (\947) de Anna Banti, Los idus de marzo
(92-93). Volveremos más adelante sobre la cuestión de la ficcionalidad en el (\948) de Thornton Wilder, Memorias de Adriano (\951) de Marguerite Your-
contrato genérico de la novela histórica. cenar, Juliano el Apóstata (1964) de Gore Vidal, entre tantas otras. Muchas de
156 Es este aspecto el que Linda Hutcheon (\ 988: 89) considera rasgo característico de estas novelas serán reeditadas en los años 80 y lograrán entonces el éxito y la
la narrativa histórica postmoderna: «What the postmodern writing of both history repercusión que en el momento de su publicación no tuvieron, como es el caso,
and literature has taught us is that both history and fiction are discourses, that por ejemplo, de Memorias de Adriano, auténtico best-seller europeo de los 80 (la
both constitue systems of signification by which we make sense of the past traducción española de Julio Cortázar es del año 1982).
("exertions of the shaping, ordering imagination"). In other words, the .meaning; En las décadas de los 50 y 60 apenas se escribe novela histórica en España, excep-
and shape are not in the events, but in the systems which make those past tuando las novelas sobre episodios de la guerra civil española que merecen un
"events" into present historical facts. This is not a "dishonest refuge fram truth", estudio particular pues no todas pueden ser calificadas como novelas históricas
but an acknowledgernent' of the meaning-making function of human constructs». (véase M. Bertrand de Muñoz, 1982). El predominio en el medio siglo de la
HIS1DRIAy NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓR1CA 151
150 CELIA FERNÁNDEZ

En estas dos últimas décadas del siglo la novela histórica se distribuye cada por primera vez en 1951 pero cuyo éxito lo obtendrá en su reedición
en dos líneas básicas-una que mantiene en sus rasgos esenciales el modelo en los 80. Memorias de Adriano se presenta como una carta que el empe-
génerico tradicional, y la otra que altera esos rasgos y a la que se denomina rador dirige al que será su sucesor, Marco Aurelio, para informarle acerca
nueva novela histórica o novela histórica postmoderna'í". de los avances irreversibles de su enfermedad. Pero la necesidad que siente
de comunicar sus pensamientos sobre sí mismo y sobre la realidad, le lleva
---: Las novelas históricas que continúan el trayecto iniciado por Scott a rebasar ese propósito inicial, y la carta se convierte en «la meditación de
mantienen el respeto a los datos de las versiones historiográficas en que se un enfermo que da audiencia a sus recuerdos». En este punto, Adriano
basan, la verosimilitud en la configuración de la ~~ y la intención de toma la decisión de contar su vida. Dos motivos le impulsan a ello: uno
enseñar historia al lector. Pero aportan interesantes innovaciones formales íntimo, el deseo de explicarse a sí mismo analizando su trayectoria humana;
y temáticas que las separan del modelo clásico y que se concretan en la el otro, relacionado con Marco, su narratario, a quien se lo ofrece como
subjetivización de la historia yen la disolución de las fronteras temporales correctivo de una educación aislada del mundo, demasiado severa e
entre el pasado de la historia y el presente de la enunciación'w, lo que inflexible. Las memorias reflejarán el predominio de uno u otro impulso en
otorga a lo narrado una trascendencia mítica. Todo ello se manifiesta en el
el ánimo del narrador.
~ba.n~ono .del narrador omnisciente en favor de perspectivas parciales,
Al tratarse de la reconstrucción de un mundo interior, el narrador
llldIVIduahz~das, sustentadas en la primera persona. La novela que ilustra
esta tendencia es Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar'<', publi- autodiegético selecciona aquellas experiencias que le han afectado más y
que le han ido formando como la persona que es. De ahí que dedique más
espacio a detallar sus relaciones personales y amorosas, a matizar su visión
de los diferentes aspectos de la vida, que a relatar sus grandes empresas de
tendencia del realismo social y el auge de los experimentalismos en la década de gobierno. Incluso en este último caso, lo decisivo para él no es lo que ha
los 60 no favorecieron el cultivo de este género que resurgirá a partir de 1975 en hecho, sino e] porqué ]0 ha hecho, y a descubrir esas motivaciones inter-
un contexto que revaloriza la narratividad y los procedimientos del romance (D. nas, confusas, contradictorias, se aplica con detenimiento, porque siente
Villanueva, 1987). No ocurre así en Hispanoamérica, donde asistimos a un impor- que en ellas radica la "verdad" de su existencia. De esta forma la Historia se
tante desarrollo del género con títulos tan relevantes como Bomarzo (1962) de
filtra a través de la voz del personaje, traspasada por sus sentimientos y
Manuel Mujica Lainez o El Siglo de las luces (1962) de Alejo Carpentier (véase
S. Menton, 1993: 15-27).
emociones; el pasado se vuelve cercano. El lector no percibe la distancia de
159 La novela histórica contemporánea es en gran medida deudora de las transforma-
siglos que le separa del narrador porque reconoce en él ideas, actitudes y
ciones genéricas iniciadas por los autores de las primeras décadas del siglo. Véase planteamientos contemporáneos'<.
a este respecto el apartado 7 de este mismo capítulo.
160 Por la originalidad de su arquitectura narrativa para conectar el pasado y el presente
en esa superación de las fronteras temporales que se constituye en rasgo dominante
de la novela histórica contemporanéa merece citarse la novela A rtemis ia por comodidad, puede denominarse así, debe desarrollarse en un tiempo recobrado,
Gentlleschi de la escritora italiana Anna Banti, seudónimo de Lucía Lopresti, animada por la presencia de un mundo interior.
publicada en 1947 pero que ha conseguido el reconocimiento del público lector en El tiempo no cuenta. Siempre me sorprende que mis contemporáneos, que creen
su reedición actual (1989). La construcción de la novela se debe a un hecho haber conquistado y transformado el espacio, ignoren que la distancia de los siglos
azaroso: la pérdida o la destrucción en un bombardeo durante la segunda guerra puede reducirse a nuestro antojo» (247-248).
mundial del manuscrito original en que Anna Banti contaba la vida de la pintora 162 Las novelas históricas que recrean episodios de la Antigüedad clásica griega y
del XVII. Finalizada la contienda, la novelista reescribe la obra desdoblando la romana constituyen un nutrido grupo dentro del género que ha merecido la
perspectiva: la Artemisia del primer manuscrito que emerge de la memoria de la atención de los especialistas. Enrique Montero Cartelle y M' Cruz Herrero
narradora y la propia narradora, alternando la primera y la tercera personas, dialo- Ingelmo (1994) analizan un amplio corpus de novelas históricas publicadas
gando a veces autora y protagonista, fundiéndose-confundiéndose en un único durante los últimos cincuenta años y centradas en el mundo latino hasta el siglo
tiempo común: «Bajo los cascotes de mi casa he perdido a Artemisia, mi com- VI d. C. -se incluyen algunas que recrean la latinidad medieval y renacentista
pañera de hace tres siglos, que respiraba tranquila, acostada por mí en cien páginas como El nombre de la rosa o Bomarzo-. Estos autores señalan como
de escrito. He reconocido su voz mientras, desde arcanas heridas de mi espíritu, antecedentes las novelas ,históricas latinas del XIX que oponían cristianismo y
tumultuosas imágenes salen a borbotones: que son, a un mismo tiempo, las de paganismo, optando por uno u otro polo. Aunque el estudio es fundamentalmente
Artemisia quemada, desesperada, convulsa, antes de morir, como un perro temático, se aportan datos sobre el uso de las fuentes históricas, y la función de
aplastado» (22). ' ) los prólogos, de las notas bibliográficas y de los anacronismos. Se detecta la
161 'En el «Cuaderno de notas» que se incluye al final del libro la autora explica su preferencia por recrear los momentos de enfrentamiento entre paganismo y cris-
concepción de la novela histórica: «En nuestra época, la novela histórica o laque tianismo, o la etapa crítica del paso de la República al Imperio que se prolonga a
152 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRJA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 153

En la narr~tiv.a hispánica podemos ejemplificar esta renovación genérica recordaba que el duque era yo. En fin, mi querida, es bastante sutil,
con.~na e~plendIda novela, Bomarzo (1962), del escritor argentino Manuel Déjalo así, el que quiera entender, entenderá.
~uJ~c~ Láinez. Boma.rzo se presenta como las memorias de un personaje
histórico, el duque Pier Francesco Orsini, noble italiano del siglo XVI, Bomarro es, en un primer nivel narrativo, las memorias del duque
creador del extraño bosque de los monstruos en Bomarzo. Pero este Orsini, pero en un nivel metaficcional, es la representación de los poderes
narrador protagonista escribe desde una situación contemporánea al lector, de la imaginación creadora y de la memoria literaria para romper las fron-
co~o.demuestran su len~uaje y las frecuentes referencias que hace a acon- teras convencionales del tiempo y los límites lógicos de la vida humana.
tecimientos y a per~onaJes ~e la cultura del siglo Xx. El narrador parece Esta novela actualiza con especial maestría el modelo tradicional del
gozar del don de la inmortalidad, tal como le vaticina en el momento de su género a través de las siguientes opciones temáticas y estructurales: a) el
nacimiento el astrólogo Sandro Benedetto, pero el lector comprueba cómo juego con el tiempo que conduce a una ruptura de las fronteras entre
en l~ última página de la novela el duque muere envenenado por su pasado, presente y futuro. Esta ornnitemporalidad se obtiene merced a una
sobnno. La clave de esta construcción enunciativa la encontramos en un original configuración enunciativa que funde en una conciencia evocadora
f~agmento que sigue a la muerte del personaje, en el que otro yo enun- las tres instancias del narrador autodiegético y del autor implícito contem-
ciador, el yo del autor del texto, confiesa haber gozado «siglos más tarde» poráneos del lector, y del personaje renacentista; b) el filtrado de lo
del privilegio de histórico a través de la interioridad del personaje que si en su conducta
refleja las pautas morales del Renacimiento, en su complejidad psicológica
recuperar la vida distante de Vicino Orsini, en mi memoria, cuando fui y emocional resulta un ser intemporal, contemporáneo; e) la utilización de
hace poco, hace tres años, a Bomarzo, con un poeta y un pintor, y el los procedimientos de la narrativa romance al modo de Ariosto y de
deslumbramiento me devolvió en tropel las imágenes y las emociones Cervantes -tematizados en el texto- para suscitar un efecto de lo real
perdidas (1975: 682).
maravilloso (véanse Villanueva, D. y Viña Liste, 1991) y para introducir la
Es decir,.el autor (Mujica Láinez) recuperó de pronto la memoria de su .dimensión metaficcional en la novela; y d) la visión irónica y desencantada
pasado. perdId~ y se reconoció en el casi desconocido duque de Bomarzo de la Historia, es decir, de lo que se nos ha contado con rasgos épicos y
cuya vida había quedado encerrada y simbolizada en el bosque. De este enaltecedores. La historia humana es sobre todo violencia, dolor, guerra,
modo, se anula la distancia de cuatro siglos que separa el pasado y el muerte. Bomarzo muestra que lo único que salva a los hombres en su
presente, y ~e favorece una visión sincrónica en la que todos los tiempos terrible y trágico devenir es la cultura, el arte, y, en última instancia, la
pueden ser SImultáneos. El anacronismo deja de tener efecto en el texto. El imaginación.
narr~dor moderno, al recordar su vida de hace cuatro siglos, puede En esta línea genérica podemos incluir gran parte de las novelas históri-
refenrse a sucesos y a personajes del mundo contemporáneo sin que ello cas publicadas en España en los últimos veinte años como por ejemplo
atente contra la verosimilitud de la historia. ¿Se trata de una reencarnación Extramuros (1978) y Cabrera (1981) de 1. Fernández Santos, El himno de
del noble renacentista en el escritor? Así parece afirmarlo el propio autor Riego (1984) de José Esteban, El insomnio de una noche de invierno
en unas declaraciones a M' Esther Vázquez (1983: 88): (1984) de Eduardo Alonso, El bobo ilustrado (1986) de Gabriel y Galán,
Los espejos paralelos (1991) de Néstor Luján, La ronda del pecado mortal
Mi duque tení.a que ser inmortal porque el duque era yo, que ahora (1992) de José M' García López, En el último azul (1994) de Carmen
contaba esa vida mía del siglo XVI y seguía siendo él mismo. Yo Riera, Las visiones de Lucrecia (1996) de José María Merino, y en
Hispanoamérica El laberinto (1974) de M. Mujica Láinez, Lope de Aguirre,
la dinastía Julio-Claudia hasta Nerón (68 d.c.), época de emperadores tan príncipe de la libertad (1979) de Miguel Otero Silva, El general en su
emblemáticos como César, Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón (21-37). laberinto (1989) de G. García Márquez o La visita en el tiempo (1990) de
Carlos García Gual en La Antigüedad novelada (1995) nospropone un recorrido a Uslar Pietri, entre otras (véase S. Menton, 1993).
través de una seriede novelas queconfiguran el desarrollo de la visión novelada de - La nueva novela histórica propone, en cambio, un modelo genérico
la Antigüedad a lo largo de varios siglos, desde Quéreas y Calirroe hasta Quo en abierta confrontación con los pilares básicos de la tradición y cuyas
vadis? El libroconcluye con una breve tipología temática de estas novelas en el claves constructivas son dos'<':
siglo XX clasificadas en cinco bloques: novelas de tema mítico (Final troyano de
Laura Riding), biografías novelescas (Yo, Claudio de RobertGraves), relatos de
granhorizonte histórico (Creación de GoreVidal), novelas de amory de aventuras 163 Seymour Menton (l993: 42-46) considera el año 1979 como la fecha clave del
(Laureles de ceniza de N. Rouland) y relatos de intriga (las novelas de Lindsey nacimiento de la nueva novela histórica en Hispanoamérica, iniciada por Alejo
Davis). Carpentier, con el apoyo de Borges, de Carlos Fuentes y de Roa Bastos, y a la que
154
CELIA FERNÁNDEZ HIS1DRlA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRJCA 155

A) La distor~ión de los. materiales históricos (acontecimientos, personajes y y Salman Rushdie responden a una serie de motivos recurrentes: por una
cronología establecidos en la historiografía oficial) al incorporarlos a la parte al sentimiento apocalíptico de que la historia de la civilización europea
diégesis ficcional
ha terminado porque se han desatado fuerzas que no es posible controlar;
Sin du?a, ~ste es ~l. rasgo que constituye la ruptura más radical con el por otra parte, al deseo de abordar el futuro desde la perspectiva de las
modelo g~?enco tradicional, basado en el respeto a los materiales históricos posibilidades no realizadas en el pasado. No se trata tanto de reescribir la
que se utilizaban para construir el universo diegético o.la trama narrativa. historia cuanto de abrir nuevos horizontes para la historia futura. De hecho
~os autores de novela histórica clásica (de Scott a Tolstoi) se permitían estas novelas presentan los hechos desde la perspectiva de los perdedores,
~,nventar"en ~quellas zonas que la hist?rio~rafía. había dejado vacías, de las minorías marginadas o excluidas de la Historia, mostrando así que
oscuras. (Br~an,1;fcHale, 19~7: 87):,I<:,s ámbitos pnvados e íntimos de los privilegiar una tradición textual implica aceptar una específica versión de la
personajes históricos, . la vI~a cotidiana de las gentes anónimas, las realidad histórica a expensas de otras versiones diferentes.
circunstancias secundarlas, y .SlI~ embargo muy, significativas, que preceden 2) La exhibición de los procedimientos de la hipertextualidad. La novela
o rodea~ los grandes acontecimientos, etc. ~a invención completaba, mati- histórica se podría considerar como un género hipertextual en la medida en
zaba, criticaba, pero no llegaba a contr~declr las versiones historiográficas que siempre se elabora sobre una historia ya contada en otros discursos
vigentes ~o~r~ el suceso o el personaje novelados. Pues bien, la nueva (crónicas, manuscritos, documentos, leyendas, relatos históricos ...), a los
nov~la histórica altera consciente, voluntaria y manifiestamente las
que remite de manera más o menos explícita. Este carácter hipertextual se
verslOn~s generalmente aceptadas de los hechos, las características de los incorporaba al texto bien en los prólogos o epílogos del narrador autorial,
personajes históricos, sus actitudes y motivaciones, el decurso o el resul- bien en forma de comentarios metanarrativos a través de los que se cues-
tado de los acontecimientos. Esta distorsión de la Historia se manifiesta en tionaba la fiabilidad de las fuentes, se matizaban o corregían los datos del
tres procedimientos narrativos básicos:
manuscrito del que se copiaba la historia, etc. La narrativa histórica tradi-
1) la propuesta de historias alternativas, apócrifas o contrafácticas sobre cional no iba más allá y mantenía lo metanarrativo al servicio del logro de
suces?s o, ~obre personajes de gran relevancia histórica (como ejemplo un efecto de verosimilitud de la historia narrada. Es decir, no sólo no la
paradigmático, la novela Terra Nostra de Carlos Fuentes)!«. cuestionaba sino que más bien la certificaba, la avalaba. En la novela
Para E. Wesselling (1991) las versiones contrafácticas de la historia al histórica de finales de este siglo la relación con esos otros discursos se
modo en que las desarrollan autores como Thomas Pynchon, Ishmael Reed vuelve más compleja y explícita y se expresa a través de la ironía, la paro-
dia, el travestimiento, o la sátira. No se pretende ya crear la ilusión de
de,fin,e con los siguientes seis rasgos: 1) la subordinación de la reproducción historicidad ni de verosimilitud en la recreación del pasado, sino más bien
rmrnenca del pasado a planteamientos filosóficos que subrayan la imposibilidad de evidenciar su caracter textual y narrativo. Umberto Eco (1983), al explicar
c?noc.er el pasado, o la verdad de lo que realmente sucedió; 2) la distorsión de la el valor de los procedimientos hipertextuales en la conformación formal y
historia mediante omisiones, exageraciones y anacronismos; 3) la ficcionalización temática de su novela El Nombre de la Rosa (1980), recuerda que las
de pers?najes históricos de primer plano (Colón, Felipe Il, Gaya, etc.); 4) el vanguardias destruyeron el pasado o lo desfiguraron hasta que se llegó a un
predominio de la.metaficción -<:omentarios del narrador sobre el proceso de su punto en que ya no era posible ir más allá; ahora,
creación-e: 5) la Jntertextualidad; 6) el dialogismo, lo carnavalesco, la parodia y la
heteroglosia. La mayoría de estos rasgos quedan subsumidos en los dos que a mí la respuesta posmoderna a lo moderno consiste en reconocer que,
me parecen ser los fundamentales y de los que derivan los demás. Por otra parte. puesto que el pasado no puede destruirse -su destrucción conduce al
no siempre aparecen Juntos: las novelas metaficcionales no necesariamente incor- silencio-, lo que hay que hacer es volver a visitarlo; con ironía, sin
poran además la distorsión de los hechos históricos. Veremos luego el ejemplo de ingenuidad (1983: 74).
Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez.
164 A. Kibédi Varga (1990: 16) llega a parecido diagnóstico al considerar
E. Wesselling (1991: 109) considera que esta innovación de la ficción histórica
postmoderna puede ser interpretada como uncruce de dos modelos genéricos: el de que lo que define a la literatura pos moderna es la renarrativización del
la novel.a histórica y el de la cienciaficción. Las novelas que presentan "historias texto, «l'effort de construire de nouveau des récits», Para Kibedi Varga la
alt:rnatlvas" -un desarrollo contrafáctico de los acontecimientos que puede ser postmodernidad se caracteriza no por una crítica del sujeto (como las
mas o menos deseable que la manera en que esos acontecimientos ocurrieron- vanguardias y la modernidad), sino por preparar las condiciones de «un
me~clan los elementos históricos con fantasías utópicas. Es decir, inventan alter- retour du sujet»:
na(¡va~. dentro de los. ?onfines de la historia documentada de manera que I~
captación y comprensión de estas novelas requiere un conocimiento previo de la Pour retrouver le sujet, pour lui rendre sa responsabilité rnorale et poli-
historia "real", tique -ce que des philosophes el des critiques aussi différents que
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 157
156 CELIA FERNÁNDEZ

Habermas, Lyotard, Rorty et Todorov réclament-, il faut donc lui planteamientos tradicionales sobre estos sucesos. Sin embargo, la novela
rendre ses récits, lui réinventer ses histoires (toujours au pluriel). A c~ tiene unas posibilidades que le están vedadas a la historia, a saber, la
dé.but de l'ére postmo~ern~, cet effort ne peut sans doute encore se capacidad de expresar el sentir de la memoria, de dar forma a un pasado
faire que sur le .mode rrornque, dans le sens large que le romantisme emocional en el que no interesa tanto reconstruir lo que ocurrió, cuanto
allemand donnait a ce terme. Dans la littérature, cette ironie adopte representarlo (reescribirlo) desde una perspectiva extrañadora y compro-
deux formes, celle de la réecriture et celle du déguisement (1990: 17). metida. Esta necesidad de desahogo verbal y pasional, esta mirada tan
impregnada de tragedia e incertidumbre, no cabe en el relato histórico. Es la
3) La multiplicación de los anacronismos cuyo objetivo es desmontar el novela la que ofrece el cauce idóneo para que esa visión del pasado se
orden "natural" de la historiografía. proyecte en toda su complejidad intelectual, ética y estética. Pero, y esto es
La nueva novela histórica se ha desarrollado brillantemente en importante, se trata de una visión mestiza y contemporánea (postes-
Hi~panoamérica desde finales de los 70; Seymour Menton (1993: 46-56) tructuralista), vehiculada por una lengua común, el español, conformada en
at:lbuye este auge a la aproximación del Quinto Centenario del descubri- . los moldes de una tradición y una retórica de género (moldes que intentan
~e~t? de América, que provoca «tanto una mayor conciencia de los lazos romper) y producida por la mezcla (no siempre armónica) de las raíces
hl?toncos compartIdos por los países latinoamericanos como un cuestiona- indígenas del escritor latinoamericano con la cultura occidental en general y
miento d~ la histori~ ofi~ial». En efecto, la historiografía sobre el proceso española en particular.
de conqU1st~ y colonización de América ha sido escrita y configurada desde
Para Norberto Flores (1994: 57), que ve en El reino de este mundo
la pe.rspectIva cult.ural.e ideológica del Occidente invasor'<. Quedaba
(1949) de Alejo Carpentier el origen de la renovación de la novela histórica
p~ndlente la otr~ historia de la conquista, con sus versiones e interpreta-
hispanoamericana, atribuye ésta al encuentro de dos variables: la eurocén-
ClOll(;S, con sus Imágenes y su ent.onación propia. Los escritores buscaron
trica duda postmoderna sobre la legitimidad de las metanarrativas (Lyotard)
l~s vias para .dar. ~o~ a esa memona viva de sus pueblos y para exponer no
y la hispanoamericana recusación del Poder, fruto de una larga secuela de
s?lo lo qu~ ,slglllfIco para ellos la llegada de los españoles y los europeos,
regímenes autoritarios en un continente históricamente asolado por la
SInO también lo que pensaban de aquella civilización que destruyó su
violencia y la expoliación. La desmitificación de la Historia y la recusación
ll!"u~d? y su cultura. Y una de esas vías la encontraron en la novela
histórica, del Poder son transmitidas mediante la distorsión del canon y el deve-
lamiento de la versión de los ignorados, en un estilo en el que la parodia
Es cierto que últimamente hemos asistido a una revisión de la histo-
juega un rol protagónico.
riog.rafía en Occiden~e y q.u; la polémica celebración del Quinto centenario Pertenecen a este grupo títulos como Terra Nostra (1975) de Carlos
ha Impulsado la discusión y el cuestionamiento de muchos de los
Fuentes, El arpa y la sombra (1979) de Alejo Carpentier, Crónica del
descubrimiento (1980) de Alejandro Paternain, Daimán (1978) y Los
165 En un interesante estudio sobre los discursos narrativos de la conquista Beatriz perros del paraíso (1983) de Abel Posse, Maluco. La novela de los
Pastor (1983) explica cómo se fue construyendo la imazen de la realidad americana descubridores (1990) de Napoleón Baccino Ponce de León, y Vigilia del
desde las narraciones de los conquistadores: el discursomitificador en las Cartas de Almirante (1992) de Augusto Roa Bastos, entre otras.
Colón, la construcción del modelo de conquistador con Hernán Cortés, el discurso
Especialmente significativas resultan las novelas que reescriben la histo-
d.el fracaso q.ue supone la adquisición de una primera conciencia de la realidad ame-
ricana y el discurso de la rebelión representado en las crónicas sobre la rebelión de
ria de Lope de Aguirre que de tirano loco, cruel y sanguinario en la crónica
los M.arañones y en los escritos de Lope de Aguirre. de Francisco Vázquez-Pedrarias de Almesto'v" pasa a convertirse en
Beat.rIz Pa~t,or ~abla de «ficcionalización» para describir el proceso de selección y
manipulación Interesada de los datos empíricos del nuevo mundo que llevaron a
166 Las crónicas sobre Lope de Aguirre (1559-1561) han sido publicadas por Elena
cabo Colón y Hernán Cortés. Sin embargo, no me parece que ese sea un término
Mampel González y Neus Escandell Tur (ediciones de la Universidad de Barcelona,
acert~do. En ~I caso de Colón, y en el de Cortés no hay ficción, hay fraude, hay
me.ntlra. ,PreCisamente .este uso fraudulento de los discursos de verdad pone de 1981).
Como se recordará, ya Ramón J. Sender había recreado la expedición de los
relieve como los conquitsdaores españoles contaban la historia de acuerdo con sus
marañones y la figura de Aguirre en su novela histórica La aventura equinoccial de
i~tereses políticos, silenciando cuanto podía acarrearles desprestigio ante sus supe-
Lope de Aguirre (1964), que ha estudiado detenidamente Gilberto Triviños (1991)
riores.
quien señala que Sender «es el primer novelista español del siglo XX que inter-
De estas crónicas. surge precisamente una visión del mundo americano construidji
preta explícitamente la historia de los marañones como antiepopeya con la misma
desde la perspectiva europea, desde sus presupuestos culturales y políticos, en los
grandeza o la misma miseria que la epopeya» (42). Rita Gnutzmann (1988) ha
que el nuevo continente era visto como un botín que saquear, un territorio en que
obtener fama v noder. comparado la recreación histórica de Sender y la de Miguel Otero Silva fijándose
158 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 159

«príncipe de la libertad» (1979) para Miguel Otero Silva o en el primer B) La metaficción-" se constituye en el eje formal y temático de la nueva
defensor de los indígenas en Daimán (1978) de Abel Posse. En esta última novela histórica
novela el n~rrador presenta a un Aguirre ya viejo, que camina errante por la
selva amencana, luchando no con soldados o indígenas, sino con sus Se ha mencionado en otro lugar que la novela histórica desde sus
muertos, con los fantasmas de todos cuantos había asesinado en vida orígenes con Scott ha tenido que justificar en prólogos o epílogos su
porque la historia se inicia once años después del ajusticiamiento del hibridismo, la mezcla de historia y ficción que ofrece. La narrativa histórica
Traido.r, .e~ decir en 1572. El autor ha trastocado el contexto temporal del tradicional (romántica y realista) reclamaba su derecho a completar la
relato inicial de manera que no sólo lo ha situado doce años después, sino historia, e incluso se atrevía a competir con ella dado que a la novela le está
que además (y esto es lo decisivo) la acción se ha trasladado del plano de la permitido reconstruir imaginariamente la v~d~ priva~a de la~ gentes del
realidad empírica, d~ lo posible fáctico, al plano de lo irreal, de lo imposi- pasado, describir costumbres y detalles cotidianos, inadvertidos por los
ble, ~reando en el umverso novelesco dos ámbitos: el fantástico que habitan historiadores, atentos casi en exclusiva a los grandes hechos. La mezcl~ de
~gum~ .Y los marañone~, y el "real" en el que América va siendo lenta y lo histórico y lo inventado se legitimaba bajo el pretexto de atraer hacia la
sIste1?atlcamente destruida y degradada a lo largo de cuatro siglos hasta historia a un público muy amplio y diverso: al insertar los datos, los
culrrunar en los golpes de estado militares. Para justificar y dar coherencia a sucesos, las circunstancias realmente sucedidas en una trama ficcional,
este amplio recorrido, el autor hace inmortal a Lope de Aguirre, condenado combinados con aventuras sentimentales, con episodios de intriga, la
a erra: para siempre «en estos bosques de mierda» (20). Así pues, esta historia adquiere un atractivo y una viveza capaces de interesar a un público
reescntura se basa en la transposición diegética del personaje, es decir, lo que quizá de otro modo jamás se habría acercado a un libro de historia.
t,raslada del contex~o espacio-temporal que le es propio a otros situados en Pero esta defensa del hibridismo del género, esta reivindicación del papel
epoca~ muy postenores. De este modo, el personaje se deshistoriza, queda de la ficción en el conocimiento del pasado, no llega a cuestionar ni los
despojado de sus atributos históricos, para ganar humanidad en su dig- fundamentos epistemológicos de la Historia ni su capacidad para transmitir
nidad y coherencia finales. una información objetivamente veraz del pasado.
A través del narrador omnisciente y contemporáneo del lector se filtra Pues bien, la nueva novela histórica se centra precisamente en el cues-
una visión emocional y reivindicadora del pasado indígena (<<El 12 de tionamiento de la historiografía y esto determina la estructura, la semántica
octubre de 1492 f~e descubierta Europa y los europeos por los animales y y la pragmática de los textos que se presentan como novelas de metaficcion
hombres de los remos selváticos» 26), a la vez que la ironía y la sátira se historiográfica 169.
hace.n presentes en los anacronismos, en las notas a pie de página, en las
alusiones a otros escritores, en las comparaciones hiperbólicas o
degradantes. Todos estos procedimientos van a desmontar el orden 168 Desearía diferenciar los términos de metanarración y de metaficción. El primero se
histórico-cultural en que habitamos para hacer emerger de su fondo la refiere a las técnicas narrativas a través de las cuales la novela pone al descubierto
corriente de violencia, destrucción, tortura y saqueo que, sin solución de los mecanismos de su propia narración, los artificios de su escritura y cuyo efecto
inmediato es recordarle al lector que está leyendo un libro, impidiéndole así que se
co~tinuidad, se ha abatido sobre el mundo selvático, sus gentes, los
abandone ilusoriamente en el mundo creado por la novela y lo viva como si fuera
ammales y las plantas'<'. realidad. La metanarración se emparenta estrechamente con los procedimientos de
la hipertextualidad (véase El Quijote, las referencias al lector que hacen los autores
de romances históricos románticos y que pretenden crear suspense o orientarles en
la interpretación de la trama, los comentarios del narrador de Bomarzo para justi-
ficar la escritura de sus memorias, etc.). La metaficcián constituye un nivel de
\ sentido global del texto que determina su estructura y sus opciones narrativas. Se
sirve de los procedimientos metanarrativos pero los dirige a cuestionar o borrar los
especialmente en el tratamiento de los personajes secundarios como Pedro de . límites entre la ficción y la realidad (en el caso concreto de la novela histórica, los
Ursúa, Fernando de Guzmán, o Pedrarias de Almesto y del propio Aguirre. 'límites entre la historia y la novela). Patricia Waugh (1984: 2) engloba bajo el
167 Véase mi trabajo sobre las novelas de Abel Pos se (1993). término de metaficción estos dos conceptos que, creo, deberían distinguirse pues
i se sitúan en diferentes planos discursivos: la metanarración no implica necesaria-

mente un nivel de sentido metaficcional; éste, en cambio, requiere la actuación de


')
las estrategias metanarrati vas.
169 La categoría de historiographic metafiction ha sido propuesta y desarrollada pOI
Linda Hutcheon (1988), Yen ella se incluyen una serie de novelas -algunas, no
160 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 161

Se discute o se niega la capacidad del discurso histórico para ofrecer una los propios hechos en la medida en que el pasado en sí mismo es
versión fidedigna de lo que realmente sucedió. La supuesta objetividad o el inaccesible y sólo nos llega a través de textos, textos que construyen los
valor de verdad del discurso histórico (<<el discurso de las cosas mismas») hechos como hechos históricos segun determinados presupuestos políticos
es radicalmente desmontada por varias razones: a) el discurso de la historia e ideológicos. Por lo tanto las fuentes no son fiables, hay que interpretarlas
es inseparable del historiador, de los planteamientos políticos, ideológicos críticamente, contrastarlas, y preguntarse además por los silencios de la
y culturales de éste; b) los hechos han sido seleccionados y jerarquizados historia.
en función de criterios subjetivos; c) los hechos y los personajes han sido Un excelente ejemplo de novela histórica metaficcionallo tenemos en
incorporados a una trama narrativa que les ha conferido enlaces de causa- Santa Evita (1995) de Tomás Eloy Martínez. La novela ofrece dos ejes
efecto, y que les ha dado un sentido en función del final establecido por el argumentales interrelacionados e interdependientes:
historiador (quien desecha otros posibles firiales u otras posibles inter-
pretaciones); y d) la historia que da cuenta del acontecer humano es insepa- a) La novela cuenta la historia de su propia escritura, para lo cual se opta
rable de quienes detentan el poder de manera que las narraciones históricas por una modalización en prímera persona y por identificar al narrador de la
funcionan como discursos de legitimación de poderes religiosos, políticos, historia con el autor que escribe y firma el libro. Es Tomás Eloy Martínez
ideológicos. quien les explica a los lectores cómo elaboró la novela, las circunstancias
Pero la nueva novela histórica no sólo ataca los fundamentos episte- azarosas que le movieron a escribirla, cómo se cruzan y confluyen en ella
mológicos de la historiografía sino que llega a cuestionar la ontología't" de otros proyectos literarios (una biografía de Eva Perón, una historia
ilustrada del cine argentino, un guión de cine, su libro anterior La novela de
Perón, y redacciones desechadas de la propia Santa Evita).
todas, novelas históricas- en las que se proyectan con nitidez los presupuestos Leemos no tanto una historia cuanto la forma de construirla en la
estéticos e ideológicos de la postmodemidad. La metaficción historiográfica asume escritura. Este primer eje de sentido de la novela determina la frag-
el valor histórico y por tanto relativo y cambiante de los conceptos de historia y mentación· de la trama narrativa y una dislocación temporal que busca
ficción, así como el que ambas formas de narración constituyen en nuestra cultura producir en el lector el mismo' efecto que en el autor durante el proceso de
sistemas de dar sentido a lo real, que sólo se diferencian por sus marcos (jrames), la escritura: ignorar en qué punto de la historia se está.
es decir, pragmáticamente. Pero lo que identifica a las novelas de esta categoría es
la intensa autoconciencia que exhiben acerca de la naturaleza discursiva e intertex- b) La novela reconstruye la historia de Eva Perón en una doble línea tempo-
tual del pasado, y su carácter paradójico, pues su estructura se establece sobre ral, hacia el pasado y hacia el futuro. Por una parte, se traza la biografía del
contenidos de imposible conciliación: «It is part of the postmodernism stand to personaje, su infancia y adolescencia, sus años en Buenos Aires hasta que
confront the paradoxes of ficti ve/ historical representation, the particularlthe conoce a Perón, su fulgurante ascensión hasta convertirse en líder de toda
general, and the present/the past. And this confrontation is itself contradictory, for la nación y su dramática enfermedad que la lleva a la muerte a los treinta y
it refuses to recuperate ordissolve either side of the dichotorny, yet it is more dos años. Para ello el autor-narrador-historiador investiga en archivos y
than willing to exploit both» (106). bibliotecas y recoge testimonios orales de personas que la conocieron (su
Algunos de los procedimientos utilizados por estas novelas coinciden con los que madre, su peluquero, su mayordomo, las modistas...)I7I.
aquí hemos indicado: la manipulación y distorsión de los materiales históricos, el
uso de datos y detalles históricos sin integrarlos en la trama «<More often, the
Por otra parte, se narran los avatares del traslado del cadaver de Eva
process of attempting to assimilate is what is foregrounded»), y el recurso a la Perón, su errar por camiones y ambulancias, y su fatal embrujo sobre
parodia intertextual. Entre las novelas citadas por Hutcheon están Cien años de cuantos la veían. En torno al cuerpo momificado de Evita se teje su mito de
soledad de García Márquez, JI Nome de la Rosa de Eco, Tite Tin Drum de Grass, A
Maggot de Fowles, Ragtinie y Loon Lake de Doctorow, Tite Terrible Twos de tendencias se dan en la narrativa postrnoderna, y que lo que la opone a la narrativa
Reed, Famous Last Words de Findley, Shame y Midnight's Children de Rushdie, histórica moderna no es epistemología! ontología, sino epistemología/política
Cassandra de Christa Wolf, etc. (Tengase en cuenta que estos estudiosos se refieren sobre todo a la tradición
170 Brian McHale (1987) y Linda Hutcheon (1988) interpretan de manera diversa la anglosajona y norteamericana).
novela histórica postmoderna: el primero considera que frente a la novela histórica 17 I «Hablé con las figuras marginales y no con los ministros ni aduladores de su corte
moderna centrada en los problemas epistemológicos, la postmoderna se interesa porque no eran como Ella: no podían verle el filo ni los bordes por los que Evita
por la cuestiones ontológicas manifiestas en la fusión de lo histórico y lo fantás- había siempre caminado. La narraban con frases demasiado bordadas. Lo que a mí
tico y en la proliferación de anacronismos que rompen las convenciones del me seducía, en cambio, eran sus márgenes, su oscuridad, lo que había en Evita de
tiempo; la segunda mantiene que son los problemas epistemológicos los qJe indecible. Pensé, siguiendo a Walter Benjamin, que cuando un ser histórico ha
definen a la narrativa histórica postmoderna, es decir, el modo en que podemos sido redimida se puede citar todo su pasado: tanto las apoteosis como lo secreto»
conocer ,,1 nasado. E. Wessellinz (J 99 1) tercia en el debate v entiende aue ambas (64).
162 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 163

modo que ella ingresa definitivamente en la ficción para vivir eternamente rasgos caracterizadores de estas novelas los siguientes: a) un rechazo a las
en la realidad, en la Historia. formas tradicionales de la historiografía al intensificar los elementos afec-
. La trama narrativa se interrumpe constantemente con reflexiones y tivos y líricos sobre los informativos o propiamente narrativos b) la
comentarios metahistóricos del autor sobre la mayor o menor fiabilidad de modalización autobiográfica para imponer el punto de vista de la mujer y
las testimonios que recoge y sobre la inevitable ficcionalidad que implica la para lograr la dimensión atemporal, esencial de la figura histórica femenina,
escritura y la narración: que conecta con la problemática eterna de la mujer; e) una rigurosa docu-
mentación que se incorpora al relato; d) estilísticamente predominan los
Todo relato es por definición infiel. La realidad, como ya dije, no se elementos líricos (cierta inconexión, escritura abierta que se autocorrige a
puede contar ni repetir. Lo único que se puede hacer con la realidad es medida que escribe...) e) «el enfoque irónico a través del desdoblamiento
inventarla de nuevo (97). que permite auto-observación crítica y posibilita el constante juego entre la
fachada oficial y el ser íntimo» (129).
La Historia aparece como un entramado múltiple y confuso de versiones
contradictorias, como una red de relatos en los que lo real y lo imaginario El ejemplo más representativo de esta tendencia entre nosotros es Urraca
se vuelven indistinguibles pues los informantes, que han vivido la historia (1982) de Lourdes Ortiz!". Aquí la propia reina, envejecida y encerrada en
como parte de su vida, no discriminan lo vivido de 10 imaginado, deseado un monasterio, decide hacerse cronista de sí misma, de su reinado, para
o conjeturado, lo que lleva al narrador a una conclusión metaficcional: dejar constancia de que su fracaso se debió a la traición de un obispo
ambicioso y a la incapacidad de los nobles para entender su proyecto de
¿Por qué la historia tiene que ser un relato hecho por personas sensatas Estado. Sabe que «ellos escribirán la historia a su modo» y por eso toma la
y no un desvarío de perdedores como el Coronel y Cifuentes? Si la palabra y narra «para que los juglares recojan la verdad y la transmitan de
historia es -como parece- otro de los géneros literarios ¿por qué aldea en aldea y de reino en reino» (10).
privarla de la imaginación, el desatino, la indelicadeza, la exageración y Desde el principio se instaura en el texto la existencia de diferentes
la derrota que son la materia prima sin la cual no se concibe la versiones sobre los acontecimientos y las vidas: la historiografía oficial,
literatura? (146). escrita, al servicio de los intereses del poder; las historias orales hechas y
El acierto de esta novela radica en presentarse como un trabajo de inves- rehechas a la medida de la imaginación y los deseos de las gentes, las
tigación seria sobre el personaje histórico de Eva Perón. El autor nos hace historias que cada uno cuenta de sí mismo o de los otros...La propia
narradora se multiplica en imágenes de sí misma (Urraca-reina, Urraca-
presenciar el proceso investigador mismo, la búsqueda de los testigos, las
entrevistas con ellos (todos personas concretas, con nombre y apellidos, cronista, Urraca-mujer) que dialogan entre sí, dando lugar a un yo enun-
cuya existencia empírica puede se~ confirmada), sus dudas acerca de la ciativo disperso, complejo, autorreflexivo que se transforma a medida que
veracidad de los informantes, y sus perplejidades a la hora de transcribir se autoescribe.
esos testimonios orales a la escritura (¿en qué persona transcribirlos? ¿con La escritura de la crónica es subsidiaria del diálogo con un monje, inter-
qué tono? ¿cómo filtrar o seleccionar la información obtenida?). Lo locutor que espolea su memoria de reina y provoca confidencias amorosas
metaficcional envuelve toda la novela hasta disolver los límites entre la
historia y la novela, lo real y lo ficcional.
misma realidad. Lo que se persigue conello no es esconderse de la realidad, sino,
La presencia de lo metaficcional es especialmente relevante en la narra- en cierto modo, distanciarse de ella para poder analizarla desde una perspectiva
~iva histórica escrit.a por mujeres que reivindican a personajes femeninos mejor. Con esta actitud no se corre el riesgo de caer en el naturalismo. Lo que
Ignorados o silenciados por la historiografía oficial: Tres sage Hélotse intento es extraer modelos (no en el sentido de prototipos) típicos de civiliza-
(1966) de Jeanne Bourin, Nefertiti et le réve d'Akhnaton (1974) de Andrée ciones anteriores a la nuestra y susceptibles de convertirse en referencias que me
sirvan para inrterpretarla actualidad» (El Paú, 27-XI-1986, 3).
Chedid, L'Allée du roi (1981) de Francoise Chandernagor, Casandra de Es casi una constante esta denegación por partede los novelistas de adscribir su
Christa Wolf172 , etc. Biruté Ciplijauskaité (1988: 123-129) señala como obra al género de la novela histórica, manejando un concepto absolutamente
restringido de éstaquela haceincapaz de admitir textos conectados conel presente,
o de incorporar personajes imaginarios.
172 Christa Wolf negaba en una entrevista en El País que sus novelas El! ningún 173 Novelistas extranjeras han escrito (de manera más tradicional) sobre figuras
lugar. El! parte alguna (situada en el XVIII) y Casandra pudieran calificarse de femeninas de la historia de España: Esa Dama (1946; traducida en 1986) de Kate
novelas históricas: «No, no se trata en absoluto de novelas históricas. Ambos O'Brien sobre la Duquesa de Eboli, o Loca de amor (1991, trad. 1992) de
libros surgen de la realidad del presente y pueden considerarse como partes de esa Catherine Hermary-Vieille, sobre la reina Juanala Loca.
164 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉrlCA DELA NOVELA HISTÓRlCA 165

impropias de una croruca. El hilo narrativo que va conformando su única interpretación de la función de la nueva novela histórica que ofrece,
biografía desde la niñez hasta su situación actual no sigue un orden en mi opinión, una enorme diversidad de objetivos, desde el juego
cronológico lineal; los recuerdos brotan por impulsos emocionales, surgen paródico irreverente y provocador con la Historia hasta la refutación políti-
incitados por las mismas palabras: camente comprometida de una determinada versión de hechos o personajes
y ahora sé que mi crónica es escritura y la escritura me devuelve cosas históricos, como ocurre con las novelas que reelaboran los episodios de la
nuevas, nunca dichas: concentra tu mente, mezcla las letras, trastócalas. Conquista de América.
Se combinan las letras, como se mezclan los recuerdos, como aparecen
los rostros, quebrando el orden del relato. Cada nombre trae aromas,
ruidos, conduce sensaciones... (155).

Los elementos históricos (Alfonso VI y su corte, el Cid Campeador, el


obispo Gelmirez...; el ambiente de Toledo a finales del siglo XI, las formas
de convivencia entre las tres razas y religiones, las intrigas y traiciones
entre los nobles, la atmósfera de supersticiones y brujería...) surgen de los
recuerdos de Urraca, en un acertado equilibrio entre el afán cronístico de la
reina y la perspectiva emocional y nostálgica de la mujer.

La distorsión y falsificación de los datos históricos y el cuestionamiento


de los límites entre la historia y la ficción que lleva a cabo la novela
histórica postmoderna han sido valorados de manera opuesta por diversos
analistas de la postmodernidad. Para F. Jameson (1984), la novela histó-
rica postmoderna (su ejemplo es Ragtime de E. L. Doctorow) ilustra la
pérdida de los referentes históricos de nuestra cultura, la desaparición de la
"historia real" y su sustitución por el historicismo en el que el pasado «se
ha convertido ya en una vasta colección de imágenes y en un simulacro
fotográfico multitudinario» (58). De esta manera, la novela histórica post-
moderna «es ya incapaz de representar el pasado histórico; lo único que
puede "representar" son nuestras ideas y estereotipos del pasado (que en
virtud de ello deviene en el mismo acto "historia pop")» (59). Para E.
Wesselling (1991), en cambio, las implicaciones políticas de buena parte de
la producción de narrativa histórica postmodema son innegables'>. La
invención de historias alternativas focalizadas en las minorías o en grupos
marginados de la historiografía apunta a desmontar la ilusión retrospectiva
de que el resultado de conflictos históricos determinados era inevitable y
por tanto legítimo (194). La novela histórica postmoderna denuncia la
manera en que las versiones históricas se usan como instrumentos de
poder. El debate, en fin, sigue abierto y quizá convendría renunciar a una

174 «The self-reflexi ve exposure of the devices for historical research and narration
mainly comment upon the intelligibílíty and the representation of the pas\,
whereas the overt contradiction of canonized history in postmodernist texts often
serves to foreground the ways in which versions of history function as instru-
ments of power in the present» (118).
CAPÍTULO m
LA POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA

En la amplia trayectoria del género que acabo de trazar y que se extiende


a lo largo de casi dos siglos, se ha podido advertir la vitalidad y la versatili-
dad de la novela histórica para transformarse e incorporarse a sistemas
culturales y a códigos literarios muy diversos. Por ello, desde una perspec-
tiva histórica, puede ser considerada como un macrogenéro (lean Molino,
1975) que en su evolución, desde la configuración romántica inicial hasta la
actualidad, ha dado lugar a microgéneros tales como el romance histórico
romántico o el episodio nacional, de rasgos formales, temáticos y prag-
máticos muy definidos y codificados. Y que, en nuestro siglo, se mani-
fiesta en dos tendencias fundamentales: una, en la línea del modelo
genérico tradicional, mantiene el respeto hacia la documentación histórica,
la verosimilitud en la configuración diegética y el didactismo, aunque con
innovaciones estructurales que tienden a difuminar las fronteras entre el
pasado de la historia y el presente de los lectores, y la otra, más reno-
vadora, profundiza las propuestas de los novelistas históricos de principios
de siglo, rompe con el modelo tradicional del género distorsionando los
datos históricos y acentuando los procedimientos intertextuales e hipertex-
tuales, y se transforma en metaficción historiográfica. Tal evolución no
puede ser entendida al margen de las tendencias de la filosofía de la historia
y del discurso historiográfico que se decantan en los sucesivos contextos
socio-históricos y culturales en que esta clase de novelas se produce y se
lee. A ello me he referido con detalle en el capítulo precedente; toca ahora
abordar el análisis del género como modo de escritura y como modo de
lectura, es decir, me propongo construir una poética' de la novela histórica,
sustentada en el análisis crítico del corpus de textos hispánicos y europeos

Utilizo el término "poética" en el sentido teórico reivindicado por Lázaro Carreter


(1976: 9-30) y que él mismo aplicó en su estudio sobre el género picaresco al que
entiende «como un proceso dinámico, con su dialéctica propia. en el que cada obra
supuso una toma de posición distinta ante una misma poética» (1972: 199). Otros
estudiosos como J. M" Pozuelo Yvancos en su libro Poética de la ficcián (1993)
se sirve del término con idéntica acepción.
168 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 169

seleccionado como base empírica de la investigación". Ahora bien, desde la Son los desencadenantes de la interpretación del género textual que lleva a
perspectiva comunicacional y pragmática adoptada en este libro, y teniendo cabo el lector, pero no debe entenderse "interpretación" como recuperación
en cuenta el carácter macrogenérico de nuestro objeto de estudio, carecería de algo dado (E. D. Hirsch 1967: 74), sino, más dinámicamente, como el
de sentido plantear un modelo del género cerrado, fijo y estático, una resultado de la interacción del lector y el texto.
especie de "patrón" al que las obras de la serie se ajustarían con mayor o
menor obediencia. Se ha procurado, por el contrario, elaborar un modelo 1. EL PARATEXTO COMO MARCA GENÉRICA
abierto, capaz de respetar y de integrar el dinamismo y la complejidad del
fenómeno genérico. En conexión directa con lo anterior, y antes de entrar en el análisis de los
El género se constituye en y por el texto (en y por cada texto), mediante rasgos propiamente textuales, es imprescindible prestar atención al para-
la aparición de unas marcas ilocucionarias o índices genéricos', que afectan texto que G. Genette (1982, 1987) describe metafóricamente como un
a los planos semántico y sintáctico del discurso, y que también poseen una umbral (seuil), una zona de transición y de transacciánr entre el dentro y el
dimensión pragmática en la medida en que todo género implica un pacto o fuera del texto. El paratexto abarca un conjunto amplio y diverso de tipos
contrato de lectura'. En este sentido, las marcas pueden ser entendidas de discurso (título, subtítulo, contraportada, prólogos, epílogos, notas a
como un sistema de convenciones 5 que funcionan no como meras señales pie de página, ilustraciones, epígrafes, etc.) que aportan informaciones al
clasificatorias de la pertenencia de la obra al género, sino como elementos lector para orientarle en la interpretación, y para, en definitiva, situarlo en
de referencia genérica que sirven para construir la dimensión genérica una determinada posición desde la que encarar su encuentro con la obra.
propia de cada texto particular (A. Fowler, 1982: 23). La presencia de los Entre esas informaciones se incluye la filiación genérica del texto.
índices genéricos provoca en los lectores la ilusión de correferencia entre Genette (1987: 10-11 y 316-363) diferencia dentro del paratexto dos
'las obras de la serie (a pesar de las diferencias entre ellas), al estimular el grandes grupos: el peritexto, que acoge todos los elementos paratextuales
reconocimiento de una retórica y de unas estrategias narrativas comunes. que aparecen insertos en el mismo volumen del libro (título, intertítulos,
prólogos, epígrafes...), y el epitexto, que contiene los mensajes emplaza-
2 Recuérdese no obstante lo dicho en el primer capítulo acerca del método dos fuera del texto, que circulan en un espacio físico y social virtualmente
hipotético-deductivo que seguimos aquí. Nuestra teoría se apoya en la crítica de ilimitado, desde los anuncios, la propaganda, y los boletines editoriales a
los textos, pero el acercamiento a éstos va guiado por una conjetura previa acerca los artículos de los propios autores, entrevistas, coloquios o conversa-
del funcionamiento de este tipo de discurso. Pi. este respecto, son pertinentes las ciones con ellos, los autocomentarios tardíos, así como epitextos privados
palabras de Karl Popper (\963: 73): «Es muy cierto que cualquier hipótesis que tipo cartas, diarios, cuadernos de notas, etc.
elijamos habrá sido precedida por observaciones; por ejemplo, las observaciones La novela histórica ha utilizado con profusión los elementos paratex-
que trata de explicar. Pero estas observaciones a su vez, presuponen la adopción de tuales para informar acerca de su proyecto semántico y pragmático, y para
un marco de referencia, un marco de expectativas, un marco de teoría». Véase aclarar los términos del contrato de lectura. Como se ha visto en el capítulo
también el artículo de Bernard E. Rollin (1981).
3 anterior, los autores de novelas históricas mostraron desde el principio una
Para Fernando Cabo (1992: 217) estas marcas genéricas son la manifestación de la
intención del autor: «La dimensión genérica inscrita en un texto determinado
clara conciencia genérica, que les llevaba a hacer explícitas sus intenciones,
figura como intención enunciada: esta es la plasmación del género autoria!. La a matizar su posición en la serie genérica y a conformar un lector implicito'
intención enunciada construye, mediante una serie de índices que señalan hacia los que guiase la conducta interpretativa del lector real.
referentes institucionales, un referente propio. Esa intención es, o puede serlo al
menos, compleja: se identifica'con una referencia activa, llena de modulaciones.
Los referentes, por su parte, son coherentes y completos, de manera que el utilizar 6 Así lo explica Genette (1987: 8): «lieu privilégié d'une pragmatique et d'une
alguno de sus componentes como índice implica en cierta manera la totalidad de stratégie, et d'une action sur le public au service, bien ou mal compris et accorn-
ese referente institucionalizado. Así puede hablarse de un concepto genérico auto- pli, d'un meilleur accueil du texte et d'une lecture plus pertinente -plus pertinente,
rial o de la producción que deja su huella en el texto al funcionar de manera refe- s'entend, aux yeux de I'auteur et de ses alliés».
rencial, y no como tipo clasificatorio, en la producción de la obra». 7 El concepto de lector implícito que pusó en circulación Wolfgang Iser (1972)
4 Para las referencias bibliográficas sobre la teoría de los géneros literarios así como -aunque ya anteriormente otros autores habían propuesto conceptos similares
sobre los conceptos que utilizo remito al lector a lo expuesto en el primer como el «rnock reader» de Walter Gibsont 1950) o el «inforrned reader» de Stanley
capítulo. E. Fish (1970)-, resulta teóricamente ambiguo pues se define tanto como una
5 Este «sistema de convenciones» admite ser interpretado como «factores gene- instancia de recepción inmanente al texto cuanto como la actualización de la
radares de productividad textual» (J. M' Schaeffer 1983: 199), o incluso como un misma por el lector rea!. En 1979 Umberto Eco elabora el concepto de «lector
«programa» en el sentido en que lo usa María Corti (1976: 159). modelo» al que define como «un conjunto de condiciones de felicidad, establecidas
..,...
~ '
170 CELIA fERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 17.1

1.1. Los títulos Episodio histórico del reinado de Felipe Il (1835) ~e Patricio de, la
Escosura, Doña Blanca de Navarra (1844) de Navarro Villoslada, los títu-
Charles Grivel (1973: 166 y sigs.) puso de relieve la importancia del los de los Episodios Nacionales de Galdós (Trafalgar, 0
Corte de Ca~los
título en la definición del tipo de obra y en la creación del lector implícito: IV, Mendizábal, Narváez: Prim, Cánovas, .i.), La Gloria de Don Ramiro.
«le titre affiche la nature du texte et done le genre de lecture qui lui Una vida en tiempos de Felipe Il (1908) de Enrique Larreta, El Siglo de las
convient». Posteriormente, su discípulo Leo H. Hoek (1981: 173) desta- Luces (1962) de Alejo Carpentier, Carolu.s Rex (1963) de R. !. Sender, o
caba que «les noms de lieux et ceux de personnages historiques carac- Crónica londinense del Rvdo. Blanco Whzte (1994) de Antonio Cascales,
térisent le roman historique». En efecto, la novela histórica revela su entre tantas otras", En ocasiones, en el título (o en el subtítulo) se hace
filiación genérica en la elección de títulos muy denotativoss: el nombre referencia a la Historia o a géneros emparentados con ella: Memorias de un
propio del personaje histórico protagonista, o la referencia directa a la hombre de acción de Pío Baroja, publicadas entre 1912 y 1934; Memo~ias
época o al acontecimiento histórico de que se va a tratar. A menudo los inéditas de José Antonio Primo de Rivera (1977) de Carlos ROJas,
títulos van acompañados de subtítulos o de títulos secundarios que explici- Memorial do convento (1982) o História do Cerco de Lisboa (1989) del
tan los datos cronológicos de los hechos narrados: Ni Rey ni Roque. portugués José Saramago.

textualmente, que deben satisfacerse para que el contenido potencial de un texto 1.2. Los prólogos y epílogos
quede plenamente actualizado» (89). De acuerdo con la teorización de Eco entiendo
el concepto de lector implícito como una estrategia textual, constitutiva de todo La mezcla entre lo histórico y lo ficcional genera una fuerte tensión en el
texto. El lector implícito se configura en toda la serie de lugares de indetermi- género que parece requerir ciertos comen~arios o justificaciones. El autor ~e
nación que contiene el texto, en el pacto genérico propuesto, en el nivel de com- vale entonces de los prólogos y de los ep~logo~ para de,f~nde~ la au.tonomIa
petencia (lingüística, literaria, narrativa, cultural) que el texto requiere para su y los derechos de la ficción, la intencionalidad est~tlco-h~er~na de su
lectura y en el conjunto de instrucciones textuales de todo tipo que guían la discurso, y a la vez para declarar sus fuentes historiográficas, indicar ~l uso
descodificación. que ha hecho de los datos históricos, exponer su concepto del genero,
El lector real está llamado a realizarse como lector imp1fcito, que es lo mismo que
decir que está llamado a cooperar con el texto en el proceso hermeneútico, aunque,
manifestar sus propósitos didácticos, etc. _ ... ,
evidentemente, esto no debe entenderse como un mero seguimiento por parte del
En el Romanticismo, los novelistas espanoles reivindican en los prologos
lector de un camino de lectura trazado y único. El lector implícito es una función la originalidad, la veracidad o la verosimilitud de la historia que cuentan,
textual, que facilita y orienta la interacción entre el lector (real) y el texto. En explicando las circunstancias de la redacción de la obra o los detalles del
cualquier caso, debe quedar clara la frontera entre el lector implícito (un constructo hallazgo del manuscrito cuya edición o transcri?ción presenta~. ~sí en El
teórico) y el lector real o empírico. Para disipar las ambigüedades entre las dife- doncel de Don Enrique el Doliente, Mariano Jose de Larra, tras invitar a los
rentes instancias de recepción, Daría Villanueva planteó en 1984 la distinción lectores a trasladarse con nosotros a épocas distantes y a siglos remotos'?
entre lector implícito, lector explícito representado y narratario. El primero
(edector implícito no representado») se correspondería con el concepto de Iser y de
Eco; el lector explícito representado es el lector inscrito en el texto, el 9 Otros títulos de novelas europeas: I promessi sposi subtitulada «Storia milanese
«desocupado lector», el «amable lector» al que se dirige explícitamente el narrador; del secolo XVII scoperta e rifatta da Alessandro Manzoni» (1840-42), Die Armada
y el narratario es el destinatario directo del relato del narrador. Pozuelo Yvancos (1936) de Franz Zelse, Artemisia Gentileschi (1947) de Anna Banti, The Ides .of
(1988: 240) lo define como «el receptor inmanente y simultáneo de la emisión del March (1948) de Thorton Wilder, Mémoires d'Hadrien (1951) de Marguerite
discurso y que asiste, dentro del relato, a su emisión en el instante mismo en que Yourcenar, Der Tod des Vergil (1945) de Hermann Broch, Julian (1964) de,Gore
esta se origina. No aparece como lector, sino como constructor de colaboración Vidal, Augustus (1986) de Allan Massie cuya versión español~ de 1990 incl~y~ el
comprometido con la emisión del narrador». siguiente subtítulo: «Las memorias presuntamente extraviadas del autentico
8 Leo H. Hoek (1981: 171) explica que el título denotativo «harma nise avec le co- fundador del Imperio Romano», Nefertiti et le réve d'Akhnaton, subtitulada «Les
texte; entre eux, il est question d'isotopie sérnantique (équivalence sémique); le mémoires d'un scribe» (1988) de Andrée Chedid, etc. Salvo esta última, todas las
titre annonce correctement ce qui se passe dans le co-texte: bref, pour le lecteur le demás están traducidas al español.
titre ne subit pas de changements notables par suite de la lecturedu co-texte; le 10 Esta invitación al lector a recuperar con la imaginación otros tiempos ya lejanos
titre n'est pas sujet 11 des transformations profondes; aussi recommande-t-on tradi- es un motivo genérico que se reitera en los prólogos de las novelas románticas.
tionnellement que le titre redouble le co-texte», Así aparece, por ejemplo, en Notre-Dame de Paris (1831) de Victor ~ugo: ,
Sobre este asunto de los títulos, puede recordarse la reflexión de Scott citada en él <Sil pouvait nous étre donné 11 nous, hommes de 1830, d~ n?u~ meler en pensee
capítulo anterior y los comentarios de Umberto Eco (1983: 12-13) al título de su 11 ces parisiens du quinziérne siecle et d'entrer avec eux, tiraillés, coudoyés, cul-
famosa novela El Nombre de la Rosa. butés, dans cette immense salle du Palais, si étroite le 6 janvier 1482, le spectacle
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 173
172 CELIA FERNÁNDEZ

no es una novela ni un poema y menos aún una croruca histórica.


concluye su primer capítulo introductorio!' con una importante clave para la Guerra y paz es lo que el autor ha querido y podido expresar en la
lectura: forma en que, a su entender, ha quedado expresado (1988: 1463).
Con respest~ a la. veracidad de. nuestro relato, debemos confesar que En realidad, Tolstói deseaba marcar distancias entre su trabajo como
no hay croruca m leyenda antigua de donde le hayamos trabajosa-
~ente desenterrado; así que el lector perdiera su tiempo si tratase de
novelista y la labor del historiador, y para ello analizó el diferente
irle a buscar c?mprobantes en ningun libro antiguo ni moderno: tratamiento que cada uno da a los personajes y los acontecimientos histó-
respondemos, SIn embargo, de que si no hubiese sucedido, pudo ricos, pero acaba reconociendo el carácter híbrido de su mundo narrativo:
suceder cuanto vamos a contar... (1982: 57).
Siempre que en mi novela hablan y actúan personajes históricos, no he
Miguel de Unamuno declaraba en un prefacio a la segunda edición de inventado, sino que me he servido de materiales históricos, que han
formado, durante mi trabajo, una verdadera biblioteca integrada por
p'az :n la g~e~ro: (1923) el modelo genérico en el que insertaba su obra, la libros cuyos títulos no creo necesario citar aquí y a los que puedo
fidelidad histórica de su relato y el protagonismo del pueblo (no de los siempre remitir al lector (1988: 1469-1470).
grandes hombres) en él:
Otro ejemplo significativo de esta actitud de rechazo hacia el género lo
Esta obra es tanto como una novela histórica, una historia anovelada. proporciona el «Preámbulo» a la novela Esa Dama de Kate O'Brien, publi-
Apenas hay en ella detalle que haya inventado yo. Podría documentar
sus. más menu~os episo?ios. (...) .AI entregar de nuevo al público, o cada en 1946 y traducida al español en 1986:
meJ?r ~ .Ia nación, este libro de mi mocedad, aparecido el año anterior Lo que sigue no es una novela histórica. Es una invención sobre la
al histórico de 1898 -de cuya generación me dicen- este relato del curiosa historia entre Ana de Mendoza y Felipe II de España. Los
más gra~de y más fecundo episodio nacional, lo hago con el profundo historiadores no pueden dar una explicación al episodio, y la obra de
convencmuento de que si algo dejo en la literatura a mi patria, no será ficción no pretende hacerlo. Todos los personajes del libro son reales y
esta novela lo ?e men?s valor en ello. Permitidme, españoles, que así me he ajustado a las líneas maestras históricas de los acontecimientos
com.o Walt Whitrnan dIJO en una colección de sus poemas: «¡Esto no es en que intervinieron, pero todo lo que dicen o escriben en mis páginas
un libro; es un hornbre!», diga yo de este libro que os entrego otra vez: es inventado, al igual -naturalmente- que sus pensamientos y emo-
«Esto no es una novela, es un pueblo» (1976: 7-8). ciones. Con el fin de mantener la invención como fuente única, me he
abstenido de injertar en la ficción ningún fragmento de sus cartas u
Pero también ~ncon!r~mo~ con frecuencia prefacios que Genette
(1987:210) denomina «dénégatives», esto es, que tratan de desmarcarse del observaciones (7).
géner? o, más precisamente, de determinadas concepciones de éste. Ya La rotunda negación inicial de la autora parece referirse a un tipo con-
Tolstói en su artículo de 1888, publicado en la revista Antigüedades Rusas creto de novela histórica en.la que lo histórico domina y se impone a lo
y desde entonces incluido como apéndice en las ediciones de la novela ficciona1. Sin embargo, en una concepción del género más dinámica y
afirmaba que Guerra y paz ' flexible como la que aquí se sostiene, los argumentos de Kate O'Brien
serían las mejores razones para situar su obra dentro de la tradición
genérica de la que pretende alejarse.
En la novela histórica de las últimas décadas aparecen prólogos y epílo-
gos cuya función es informar al lector de las fuentes historiográficas
ne serai~ s~n.s intér~t ni sans charme, et nous n'aurions autour de nous que des utilizadas para la elaboración de la obra. Es el caso de El general en su
choses SI vieilles qu elles nous sembleraient toutes neuves. laberinto (1989) de García Márquez que incluye un epílogo con el título de
Si ,~e I~ct:ur y consent, nous essaierons de retrouver par la pensée l'irnpression «Gratitudes» en el que cita a los historiadores que le guiaron en la consulta
qu JI eut éprouvée avec nous en franchissant le seuil de cene grand'saIle au milieu de los materiales históricos, seguido de una «Sucinta cronología de Simón
de cene cohue en surcot,en hoqueton et en cotte-hardie» (1988: 39-40). .
Bolívar» elaborada por Vinicio Romero Martínez.
Claude Duchet (1975) ha realizado un interesante estudio sobre los prefacios de
novelas históricas publicadas en Francia de 1815 a 1832 al que me he referido en En la nueva novela histórica que altera los hechos establecidos en las
el capítulo anterior. . versiones historiográficas oficiales, la función metanarrativa de los prólo-
1I A menudo el prefacio se incorporaba como primer capítulo de la novela, asumici~ gos y epílogos se desplaza al interior de la trama, asumida por el narrador o
por el narradorautorial omnisciente, modalización dominante en la novela los personajes, quienes cuestionan la frontera entre la historia y la ficción y
histórica romántica.
174 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HJSTÓRICA 175

subrayan el carácter narrativo, y por tanto constructivo, de la historia. No siglo y no pasa a la novela realista!'. Pío Baraja ironiza sobre el uso del
se trata ya de justificar las fuentes de las que se han tomado los sucesos que epígrafe en el prólogo a su novela El sabor de la venganza, incluida en
se narran, sirio de cuestionar la fiabilidad de las mismas (véase L. Memorias de un hombre de acción. El prólogo está escrito por el supuesto
Hutcheon, 1988). compilador de las memorias, Pedro de Leguía, quien al final anota esta
Los ejemplos podrían multiplicarse con los matices y variaciones advertencia al lector:
propios de cada caso'>, pero todos incidirían sobre el problema básico del
Como los chicos cuando terminan un castillo de arena le adornan con
género que es justamente hacer aceptable para el lector la reescritura de la unas banderolas vistosas para que tenga más apariencia, así he hecho
historia desde la ficción, desde la novela. yo poniendo después de acabada mi obra frases literarias de escritores
célebres al frente de los capítulos.
1.3. Los epígrafes
Así he pretendido dar a éstos cierto aire de pompa y de solemnidad
. El epígrafe es una breve cita que se coloca bien al principio de la obra, que, naturalmente, no tienen, porque yo nunca he sido ni pomposo ni
bien enc~bezando cada capítulo. El epígrafe, frecuente en obras ensayísti- solemne. De esta manera, al que no le guste el texto se puede en-
cas del siglo XVIII (Genette 1987: 134-136), entra en la narrativa literaria tretener con las banderolas.
de la mano de la novela gótica inglesa, en títulos como The Mysteries of (Obras completas, Tomo III, 1947: 1116)15
Udolpho (1794) de Ann Radcliffe o The Monk (1819) de Matthew G.
No obstante, no es infrecuente encontrar en novelas históricas contem-
!--e~is (no, en cambio, en The Castle ofOtranto de Walpole). Walter Scott
muta esta costumbre y utiliza epígrafes en algunas de sus novelas de mayor poráneas epígrafes que anuncian aspectos temáticos o señalan algun~s
re12ercysión como Ivanhoe (1819) 13. Son fragmentos en prosa o en verso claves de lectura. Por ejemplo en El siglo de las luces (1962) de Alejo
atr~bU1dos a autores conocidos (Homero, Chaucer, Shakespeare, Warton,
Carpentier algunas partes de cada capítulo van precedidas de citas de Gaya
Shiller, Crabbe, entre otros), aunque no está claro que se trate de citas tomadas de la serie Los desastres de la guerra, y el capítulo séptimo lleva
auténti.cas ni fieles al texto original. Se colocan al comienzo de cada capí- una cita inicial del Libro de Job. Al principio de El bobo ilustrado (1986)
tulo, sin que su contenido guarde relación con la materia argumental o de José Antonio Gabriel y Galán se recogen textos de Gaya, Leandro
temática de éste. Fernández de Moratín, Jovellanos, Blanco White y Nicasio Alvarez
Cienfuegos que contienen reflexiones pesimistas acerca de la circunstancia
Ge~ette (1987: 148) ha explicado las diversas funciones que pueden
histórica de España en los años iniciales del siglo XIX, y El himno de
cumplir los epígrafes: «La présence ou l'absence d'épigraphe signe a elle Riego (1984) de José Esteban se abre con una cita de Tácito sobre las
seule, a9uelques fractions d'erreur prés, l'époque, le genre ou la tendance tergiversaciones y las incertidumbres de la historia".
d'un écrit». En el caso de la novela histórica, los epígrafes pretendían
marcar sus lazos con la tradición de la narrativa épica antigua y de los
romances de caballerías, con las leyendas y los cuentos de transmisión 14 A este respecto Genette (1987: 138) recuerda el cambio de actitud de Balzac en
oral, y con las preferencias narrativas románticas. relación a los epígrafes. Mientras que abundan en sus obras de juventud yen sus
El uso del epígrafe por los seguidores de Scott y los cultivadores novelas de tipo histórico como Les Chouans o fantástico-"filosóficas" como
europeos del género es muy desigual y no llega a generalizarse ni siquiera Sarrasine, escasean en sus novelas de costumbres. «Cornrne pour la dédicace,
durante el periodo romántico. Ni Manzoni, ni Victor Hugo los utilizan. En -concluye Genetle-, et san s doute davantage, cette réserve de l'épigraphe
España los encontramos en El Doncel de Don Enrique el Doliente (1834), marquera la grande tradition réaliste modeme».
en Sancho Saldaña (1834), en Ni Rey ni Roque (1835), pero no en El 15 Los epígrafes pertenecen a autores de lo más diverso: Lord Byron, Carlyle,
Alberto Lista, Victor Hugo, Quevedo, Séneca, Arcipreste de Hita, Eurípides, los
Señor de Bembibre (1844) ni en Doña Blanca de Navarra (1844). El
Salmos de David, el Eclesiastés y hasta una Carcelera. Esta novela se compone de
epígrafe va desapareciendo paulatinamente durante la primera mitad del un primer relato, <da Cárcel de Corte» seguido de dos «historias sangrientas»
contadas por Aviraneta: «La muerte de Chico, o La venganza de un jugador» y
12 Este apartado de los prólogos puede completarse con lo expuesto en el capítulo «La casa de la calle de la Misericordia». Sin duda Baroja está burlándose del uso
anterior sobre Scott y otros novelistas españoles, hispanoamericanos y europeos del epígrafe en los romances históricos y en los relatos folletinescos.
del XIX y del XX. 16 «... Una historia que fue sometida a toda clase de tergiversaciones, no sólo por
13 También hay epígrafes en Rob Roy de 1817, o en El Monasterio de 1820, peroés parte de quienes entonces vivían, sino también en tiempos posteriores; porque es
interesante anotar que no aparecen en Waverley, probablemente por el distinto tipo lo cierto que toda transición de prominente importancia está envuelta en la duda y
de narración de que se trata: más realista ésta, más romancescas aquellas. la oscuridad. Mientras unos tienen por hechos ciertos los rumores más precarios,
176 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 177

lA. El epi texto subtitulada «Una novela de la España musulmana», cuya ilustración de
sobrecubierta es un grabado de 1839, «The Bazaar» de David Roberts.
El largo trayecto de la novela histórica se dibuja jalonado de cuestio- Además, como sucedía en el XIX con las colecciones de novelas históri-
namientos casi permanentes no sólo por parte de los lectores y los críticos, cas, también en la actualidad importantes editoriales han creado sus
sino también por parte de los propios autores (véanse Manzoni, Tolstói, colecciones especializadas en el género (véase Romera Castillo 1996: 11).
Galdós, o Valle-Inclán'"). Un reciente ejemplo de esta práctica epitextuallo La novela histórica es, pues, un género editorial y rentable que cuenta con
tenemos en las conocidas Postille a "/l nome della rosa" (1983) de Umberto un público fiel que conoce (y disfruta) sus claves. No en vano los editores
Eco, en las que el semiólogo italiano intenta resolver dudas y contestar resaltan las marcas de identificación genérica de cada novela de la serie.
preguntas de sus curiosos lectores acerca del proceso de composición de su
novela. No estamos aquí ante comentarios que se limitan a la propia obra, 2. LA POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA
sino que abordan cuestiones generales vinculadas a la problemática del
género: mezcla de historia y ficción, papel de los personajes históricos, La poética de la novela histórica se sustenta en tres rasgos constitutivos,
verosimilitud, relación entre el presente "postmoderno" y el pasado, etc. los dos primeros de caracter semántico y el último pragmatico!s. El
Por último, debe apreciarse la creciente relevancia que ha ido primero, el más evidente y característico, es la coexistencia en su mundo
adquiriendo el paratexto en los procesos de la comunicación literaria en ficcional de personajes, acontecimientos, y lugares inventados con perso-
nuestro siglo, debido al desarrollo de la industria editorial y de la comercia- najes, acontecimientos, y lugares procedentes de la historiog~afía, esto es,
lización del libro. El papel de los editores (con sus estrategias de promo- materiales que han sido codificados y documentados previamente a la
ción y venta: diseño de colecciones, lanzamiento de novedades, ferias del escritura de la novela en otros discursos culturales a los que se reputa de
libro, presentaciones y firmas) es determinante en la manera en que los históricos. Elfacta atque infecta que decía Manzoni!".
textos llegan y se presentan a los lectores. Esa manera busca, en primer El segundo es la localización de la diégesis (del universo espacio-tempo-
lugar, atraer al lector para que compre el libro, pero también influye en el ral en que se desarrolla la acción) en un pasado histórico concretow,
modo de leer, puesto que esos recursos publicitarios suscitan expectativas datado, y reconocible por los lectores merced a la representación (Martínez
que el lector espera ver satisfechas en la lectura. En las novelas históricas la Bonati, 1981: 92-100) de los espacios, del ambiente cultural y del estilo de
contracubierta resume lo más sustancial (y atrayente) del argumento y vida característicos de la época (ciudades, edificios, costumbres, actitudes,
nunca deja de mencionar la época o los sucesos históricos novelados. En la creencias, objetos, indumentaria).
sobrecubierta es frecuente encontrar el retrato del personaje protagonista de El tercer rasgo genérico, índice fundamental para la configuración del
la novela, retrato que o bieri refuerza el nombre propio del título o lo aclara lector implícito, y para la propuesta del pacto narrativo propio del género,
si éste no es suficientemente denotativo, como sucede, por ejemplo, en la
ya citada novela de Kate O'Brien, Esa Dama (1946), cuya sobrecubierta
(en la traducción castellana) reproduce el retrato de La Duquesa de Eboli 18 La separación entre lo semántico y lo pragmático se vuelve aquí, de tan forzada,
pintado por Sánchez Coello, o en La visita en el tiempo (1990) de A. Uslar casi insostenible, desde el momento en que el atributo de "histórico" es una cate-
Pietri que presenta en primer plano el retrato de su protagonista, Don Juan goría no ontológica, sino pragmática, cultural y social. Confio en que se entienda
que sólo por razones de análisis y de exposición aparecen desligados los dos aspec-
de Austria. Otras veces, son dibujos, fotografías, grabados que evocan
tos del discurso, que actúan de modo inseparable tanto en la producción como en
imágenes del pasado, aunque existan desfases cronológicos entre éstas y la la recepción de las obras del género.
época novelada. Es el caso de A la sombra del granado (1992) de Tariq Alí, 19 Este rasgo ha sido señalado por Albert W. Halsall (1984: 81) en un artículo sobre
la novela histórico-didáctica: «Un roman historique-didactique est un genre narratif
otros convierten los hechos en falsedades. Y unos y otros son exagerados por la qui affirme la coexistence, dans un me me univers diégétique, d'événements et de
posteridad». personnages historiques et d'événements et de personnages inventés; de plus, un
A este epígrafe que apunta directamente al tema de la novela, le sigue una tel roman prétend offrir une interprétation persuasive des élérnents historiq ues
cronología de los acontecimientos protagonizados por el coronel Rafael de Riego traités».
de 1820 a 1823, un mapa con el itinerario del pronunciamiento y la expedición, y 20 Este rasgo excluiría del género las novelas que sitúan su diégesis en un pasado
la partitura del famoso himno. legendario o mítico (véase la narrativa de Alvaro Cunqueiro). Aunque la novela
17 Ya se ha hecho referencia a los artículos de Manzoni y de Tolstói. En cuanto ,a histórica de este siglo ha desarrollado interesantes formas de combinación de los
Valle-Inclán puede consultarse el libro de entrevistas de Dru Dougherty (1983) en procedimientos realistas con la intervención de sucesos fantásticos véase Bomarzo
el que se recogen importantes declaraciones del autor gallego sobre la serie de de Mujica Láinez, Daimán de Abel Posse), no obstante sigue incorporando datos
novelas de El Ruedo Ibérico. y personajes reconocibles por el lector como históricos.
178 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA:POÉTICA DELA NOVELA HISTóRlCA 179

consiste en la distancia temporal abierta entre el pasado en que se de- La novela histórica documentada es la única que plantea explícitamente
sarrollan los sucesos narrados y en que actúan los personajes, y el presente su conexión con los materiales históricos y que presenta rasgos formales,
dei Iector implícito (y de los lectores reales)", La novela histórica no se temáticos y pragmáticos específicos que hacen posible distinguirla tanto de
refiere a situaciones o personajes de la actualidad, sino que lleva a sus las narraciones históricas como de otras clases de ficción, La denominada
lectores hacia el pasado, hacia realidades más o menos distantes y docu- «disguised historical novel» no incluye ninguna marca temática ni formal
mentadas históricamente. que la conecte con la historia, y sus convenciones son las de la novela
De los rasgos señalados se deduce el decisivo papel' que en la realista. Su carácter de histórica viene de que lo representado en el texto es
producción y en la recepción de este tipo de discurso narrativo juega la un disfraz bajo el que se habla de referentes históricos concretos que el
enciclopedia histórica y cultural de los lectores, La novela histórica se lector es llamado a identificar. Se pretende suscitar una doble descodifi-
construye orientada hacia unos destinatarios a los que supone dotados de cación de modo que el lector interprete el componente referencial del texto
un determinado saber sobre el asunto histórico elegido. El discurso se forja retrospectivamente, al final de la lectura-'. La «invented historical novel»
desde y sobre esa competencia o ese saber supuestamente compartido: por tampoco presenta personajes ni acontecimientos históricos, su única
un lado, lo confirma, lo corrobora y lo respeta al menos en el grado sufi- diferencia con la novela realista es que sitúa la acción en un pasado
ciente para hacerlo activo en el texto (el lector reconoce lo que ya conoce, lejano>. Esta clasificación de Turner, aún siendo de interés, no convence
encuentra lo que espera); por otro lado, lo amplia, lo matiza, lo completa, puesto que el género no es solamente un asunto de lectura, sino también de
incorporando aquella información que es más improbable que la generali- escritura. De hecho, sólo las novelas históricas documentadas presentan
dad de los lectores posea y que sin embargo es necesaria para la conforma- rasgos de contenido y de forma específicos genéricos> y ponen en juego la
ción de la diegésis, o para la comprensión de la acción y de las conductas enciclopedia histórica de los lectores. La novela que inventa la historia no
de los personajes (que dependen en mayor o menor medida del extratexto
historiográfico del que proceden); y, en fin, lo reelabora utilizando los pro- 23 Estos paralelismos, añade Turner, pueden ser muy claros o muy oscuros, en cuyo
cedimientos de la ficción y las reglas genéricas, e incluso puede cues- caso el lector no podrá reconocer el disfraz, el otro sentido oculto. «But between
tionarlo, desmontarlo o subvertirlo". Pero siempre, haga el uso que haga these two extremes, there is a good deal of historical fiction that operates in the
de esa competencia, se alimenta de ella, la necesita para funcionar como tal manner of A/l the King's Men, simultaneously striking the reader as being
novela histórica. completely new creation and disguised re-creation» (339). El problema para
Ya Joseph W. Turner en un trabajo titulado «The Kinds of Historical analizar este tipo de ficción no reside pues en definir esas convenciones cuanto en
Fiction: An Essay in Definition and Methodology» (1979), tomaba como explicar la doble articulación del texto (su autonomía y sus referentes históricos) y
criterio para diferenciar tres tipos de novela histórica -la novela histórica el doble papel del lector.
24 «Only bay placing the action far enough into the past as to claim for themselves
que inventa el pasado, la que disfraza un pasado documentado y la que lo
recrea-, la estrategia interpretativa que cada uno propone al lector the status of a historical reconstruction» (el ejemplo que usa es la novela de
Faulkner Absalom, Absalom) (340 y 345). No obstante, Turner parece indicar que
implícito, y que se basa en la confrontación entre la concepción de la histo-
una característica de estas novelas es que a menudo se ocupan de los problemas de
ria del lector y la que el texto manifiesta. Y así, es claro que la escritura y la interpretación histórica (habría que decir que este rasgo temático
está presente también en muchas novelas históricas documentadas).
the number and kinds of historical expectations increase as we move 25
along the theoretical continuum frorn invented, through disguiséd, to Hablando de la novela histórica documentada, Turner considera, como también
documented historical novels (345). nosotros, que sus convenciones genéricas están orientadas a preservar la
autonomía de la ficción, y muchas de sus estrategias se dirigen a solventar el
problema del diferente estatuto ontológico de los acontecimientos y personajes
21 La mayor o menor distancia temporal existente entre la época en que se localiza el reales y ficcionales. Pero, más que las convenciones, lo que para Turner consti-
universo diegético y el presente del lector genera diferencias semánticas, formales tuye el principio básico de este tipo genérico «is c1ear: if his fiction is to carry the
y pragmáticas entre la novela histórica tradicional del pasado lejano y la novela weight of history, the novelist does well to distract any attention from himself or
histórica del pasado próximo. Desarrollaré con mayor detalle este importante the artifice he has created, to gesture through his text 10 the past he seeks to
asunto. recapture» (350). No me parece que esto sea en modo alguno generalizable. Y así
22 La competencia de los lectores no sólo importa en relación al argumento histórico parece admitirlo el mismo Turner en las líneas finales de su artículo al reconocer
concreto recreado en la diégesis narrativa, sino también en relación al conceptode la presencia relevante de lo metaliterario en la narrativa histórica contemporánea (a
Historia, y de la narrativa historiográfica con sus pilares: la sucesión lineal, la la que llama «cornic historical fiction») y que también estaba presente, aunque con
cronología, la causalidad como principio explicativo y ordenador, la fidelidad a los otra funcionalidad, en la novela histórica romántica (que no tiene en cuenta Turner
hechos, la verdad. al haberse centrado en ejemplos de ficción histórica contemporánea).
180 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTÓRICA 181

queda bien definida pues a menudo estas novelas inventan a partir de un 3. LO HISTÓRICO EN LA NOVELA
pasado documentado, es decir, proponen un desarrollo diferente de los
sucesos (véase el capítulo anterior sobre historia apócrifa) que supone el 3.1. Las entidades históricas (personajes y acontecimientos)
conocimiento previo de éstos.
Siguiendo a Albert W. Halsall (1984: 82), entiendo por acontecimientos
Volviendo a los rasgos antes señalados, abordaré el análisis teórico del históricos aquellos cuya naturaleza ontológica no ha sido refutada por los
género en tres niveles: en primer lugar, los aspectos relacionados con el especialistas y en los que han intervenido personas cuya existencia histórica
contenido (aunque con una marcada proyección pragmática), especialmente queda atestiguada por una documentación rigurosa o al menos reconocida
los que conciernen a la presencia de entidades históricas en el mundo como tal por una mayoría de los historiadores, y por acontecimientos
ficcionalw; en segundo lugar explicaré el carácter híbrido del pacto narra- inventados los sucesos contados en una narración que, ontológicamente
tivo o contrato genérico; en tercer y último lugar describiré los procedi- hablando, no dependen de una supuesta referencialidad histórica, y en los
mientos formales o estructurales de los que se sirve con preferencia la que intervienen personajes no históricos, según la definición arriba indi-
novela histórica en sus tres categorías: modalización, espacialización y cada, pero cuya existencia no deja de ser afirmada por el texto. Por
temporalización. supuesto en una novela histórica los personajes históricos también pueden
intervenir en los acontecimientos inventados y, a la inversa, los personajes
ficcionales participar en los sucesos históricos. La diferencia ontológica
entre los dos tipos de entidades no impide su coexistencia en el universo
ficcional, pero, como veremos, impone ciertas limitaciones a su cons-
trucción.
Hay que destacar en primer lugar que la calificación de un personaje o
26 Albert W. Halsall (1984: 82) considera que en las novelas históricas «historicité un acontecimiento como histórico no depende tanto de su realidad o de su
et invention créent une coherence diégétique dont la diversité et l'arnbigüité récla- existencia empírica, cuanto de su inclusión en un discurso histórico
ment l'emploi du carré sémiotique, si I'on veut étre sür d'en couvrir économique- (elaborado según los criterios culturales, ideológicos y epistemológicos del
ment toutes les combinaisons possibles». Halsall (basándose en Greimas) traza un historiador). Esto significa que los personajes y los acontecimientos
esquema de cinco categorías de textos en los que figuran elementos diegéticos históricos son construidos como personajes y como acontecimientos en y
históricos e inventados. Los dos polos extremos son «historicité» y «fictivité», por la hístoriograffa>. No la preceden sino que resultan de ella y, en este
que incluyen, el primero, los géneros historiográficos serios y el segundo los sentido, se equiparan a los personajes y a los acontecimientos inventados.
relatos de ficción tales como las novelas de aventuras, de ciencia ficción, o fantás-
ticas. Entre ellos se intercalan tres categorías más: la categoría C, más próxima al
lado de la historicidad, formada por las narraciones «oü continue a dominer un 27 Ya he aludido a estas cuestiones en el capítulo anterior al explicar los conceptos
certain respect pour l'historicité», respeto que se concreta en el hecho de que las de «histórico», «real», «ficcional». Añado ahora algunas conclusiones derivadas de
palabras y los actos de los personajes no entran en conflicto con las versiones la teoría de la narración de Paul Ricoeur (1983, 1984, 1985). Para Ricoeur la
históricas establecidas, bien por los historiadores, bien por las doxa culturales noción de personaje es una noción perteneciente a la operación configuradora que
vigentes. La categoría D, más cerca de la ficcionalidad, en la que caben relatos en él llama Mimesis Il, Esta configuración narrativa se enraiza en la comprensión
los que el contenido semántico se manipula para dar una explicación más o menos práctica del mundo de la acción (Mimesis n, y su primer anclaje radica en nuestra
convincente, según la competencia del lector, de un enigma histórico, o aquellos competencia para utilizar la red conceptual del hacer humano (se habla de red para
en los que los personajes históricos se relacionan muy estrechamente, hacen indicar que el concepto de la acción -lo que alguien hace- sólo alcanza su
comentarios y valoraciones sobre personajes inventados. Por último, la categoría significación asociado a los demás elementos de la red: fines, motivos, agentes,
E, la "faction", cuyo carácter antiaristotélico deriva de que cada texto de este tipo circunstancias, resultados) y para hacerlo legible mediante formas simbólicas. La
(In Cold Blood de Truman Capote, por ejemplo) se construye «sur deux affirrna- Mimesis /1 establece un corte entre individuo, o agente (conceptos del campo
tions génériques contraires et disjonctives qu'il présente néanrnoins comme práctico) y personaje, elemento integrante del orden sintagmático que la narración
également valables; c'est-a-dire, «ce texte est un roman» (et) «ce texte est une introduce en el campo práctico (de orden paradigmático). Desde estos plantea-
histoire scrupuleuse» (88). Halsall comenta algunas de las estrategias de esta clase mientos se entienden estas palabras de Ricoeur sobre la extensión analógica del
de novelas, entre las que destaca «la réduction de la portée d'anachronie qui sépare papel de personajes a las entidades de primer orden de la historiografía:
personnages et événements de l'instance narrative et des lecteurs implicitess (89). «c'est paree que ehaque société est eomposée d'individus qu'elle se comporte sur la
Pero lo cierto es que «la prétendue historicité du "roman-factuel" risque done de n~ scene de l'histoire comme un grand individu et que I'historien peut attribuer a ces
lui paraitre qu'un des procédés employés par n'irnporte quel romancier "réaliste" entités singulieres I'initiative de certains cours d'actions et la responsabilité
dans son effort vraisemblabilisant» (92). historique -au sens de Raymond Aron- de certains résultats, mérne non inten-
182 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELANOVELA HISTÓRICA 183

Seymour Chatman (1978: 135) define al personaje literario como «un personaje imaginario, cuya existencia comienza en el instante en que es
paradigma de rasgos», entendiendo por rasgo «una cualidad personal rela- nombrado en el texto por el narrador o por otro personaje". El nombre
tivamente estable y duradera». Los rasgos están codificados culturalmente propio pulsa resortes de la memoria, activa redes connotativas que integran
de modo que el lector los infiere del texto, los asocia y los interpreta la competencia cultural de los lectores, y plantea determinadas restricciones
merced a su competencia como lector de historias y merced a la informa- al escritor como vamos a ver: Ahora bien, el personaje sólo funciona como
ción psicológica que ha ido adquiriendo en la vida cotidiana. Los perso- histórico en tanto que es reconocido como tal por los lectores, es decir,
najes son, por definición, como explica S. Rimmon-Kenan (1983: 33), siempre que exista un código histórico común al escritor y a su público.
Como bien advierte Carlos Reis (1992: 145), desde una perspectiva
non (or pre-) verbal abstractions, constructs. Although these constructs pragmática,
are by no means human beings in the literal sense of the word, they are
partly modelled on the reader 's conception of people and in this they le fonctionnement du roman historique en tant que tel est possible dans
are person-like. la mesure OU le public auquel il s'adresse (un public qui, bien sur, n'est
pas formé exclusivement par des historiens) est capable d'identifier
También los personajes históricos se fijan en la memoria colectiva certaines situations et entités historiques, mais probablement pas n'im-
mediante una serie de rasgos que se vuelven signos de su identidad y que porte quelles situations et entités historiques.
nos permiten reconocerlos. Uno de estos rasgos es el nombre propio.
Roland Barthes (1970: 161) llamó la atención sobre esa propiedad del Sin duda, con el paso del tiempo, al cambiar los contextos culturales,
nombre propio que puede ocurrir que los lectores ya no estén en condiciones de reconocer a
esas entidades como pertenecientes a la historiografía, y por tanto las
permite a la persona existir fuera de los semas, aunque la suma de ellos entiendan como ficcionales, dejando sin activar su dimensión histórica. No
la constituya por entero. Desde el momento en que existe un Nombre obstante, habría que decir que la forma de lectura de estos textos se trans-
(aunque sea un pronombre) hacia el que afluir y en el que fijarse, los forma no sólo porque los lectores empíricos ya no compartan la misma
semas se convierten en predicados, inductores de verdad, y el Nombre enciclopedia histórica de los lectores implícitos previstos por el texto, sino
se convierte en sujeto.
porque posean un concepto diferente de la historiografía. De hecho, nove-
Umberto Eco (1976: 162) asoció el problema de la denotación de los las de Scott o de Fenimore Cooper se leen hoy como libros de aventuras
nombres propios con el concepto de semema como enciclopedia: para jóvenes. y ello no tanto porque los lectores actuales no reconozcan
como históricos el escenario, ciertos personajes y acontecimientos de estas
Si la representación del semema asigna a una unidad cultural todas novelas, cuanto porque lo que ha cambiado es la forma de representar el
aquellas propiedades que, de forma concordante, se le atribuyen en acontecer histórico, las formas de contar el pasado. La trama de amor y de
una cultura determinada, nada está mejor descrito en todos sus particu- aventuras y la imagen exótica o misteriosa de la Edad Media creada en la
lares que la unidad correspondiente a un nombre propio. Eso ocurre novela romántica disuelven, para los receptores contemporáneos, su
ante todo en el caso de los nombres de personajes históricos: cualquier pretendida historicidade.
enciclopedia nos dice todo lo que es esencial saber para identificar la
unidad cultural /Robespierre/, unidad situada en un campo semántico
muy preciso y compartido por culturas diferentes (al menos por lo que
se refiere a las denotaciones; pueden variar las connotaciones, como
ocurre con /Atila! que recibe connotaciones positivas sólo en Hungría). 28 Ann Rigney (1988: 269) ha tratado de demostrar ciertas peculiaridades de la
narración histórica frente a la narración ficcional, oponiéndose a las teorías de
El nombre del personaje histórico incorporado al mundo ficcional genera Hayden White para quien los relatos históricos y las novelas, en tanto que artifi-
unas expectativas en el lector diferentes a las que puede generar un cios verbales, no se distinguen. Rigney explica que el carácter histórico de los
acontecimientos narrados por el historiador no sólo reside en el hecho de que son
reales, sino en que ya han ocurrido, en que han pasado. Si los acontecimientos
tionnellement visés. Mais e' est paree que la technique du récit nous a appris ii ficcionales empiezan a existir en el momento de ser contados, los acontecimientos
déeroeher le personnage de l'individu, que le discours historique peutopérer ce históricos tienen, por definición, una existencia anterior al relato en el que son
transfert sur le plan syntaxique. (...) Les entités de premier ordre de J'historien ne representados. Y, por tanto, se suponen conocidos por el público.
visent les entités de la sphere de l'action, celles dont nous avons parlé dans lit 29 Esta diferente actitud de recepción puede relacionarse con un cambio de repertorio
prerniere partie sous le signe de mimesis 1, qu'a travers la categorie narrative de (W. Iser 1979: 282 y sig.) de las formas que producen realismo (D. Villanueva
personnage, qui releve du registre de mimesis II» (1983: 278). 1992: 159-191).
184 CEUA fERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVElA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 185

La utilización en el mundo ficcional de entidades históricas destacadas y Es decir, no basta con que sean copias, sino que deben representar a la
presentes en la enciclopedia de los lectores, plantea ciertas restricciones al cosa copiada tan perfectamente que se olvide su carácter de copia y lleguen
novelistas', que aumentan proporcionalmente al grado de protagonismo que a «incarner», a «rendre présents» en sí mismos lo que es copiado".
les confiera". El desarrollo y desenlace de un acontecimiento histórico así Por tanto, el mundo ficcional de la novela histórica queda sometido a
como la trayectoria biográfica fundamental de un personaje están trazados una serie de restricciones de carácter semántico-pragmático desde el
de antemano, y los lectores esperan verlos confirmados en la novela. momento en que se elabora con entidades (personajes, acontecimientos,
Joseph W. Turner (1979: 344) comenta a este respecto que ante un perso- espacios) públicas y conocidas en la enciclopedia de los l~ctores33. Si.n
naje histórico «the reader expects certain things to happen, and will no embargo la novela histórica, como novela que es, no ~stá oblIg~da a seguir
doubt be surprised -perhaps even disappointed- if they do not». El con exactitud los datos históricos ni a respetar las versiones oficiales que se
novelista deberá respetar los rasgos esenciales del personaje o del aconte- hayan dado de personajes o acontecimientos. El género requiere u~a base
cimiento histórico que hagan posible su identificación por el lector. Según histórica documentada, pero admite diferentes grados de comprormso con
Roman Ingarden (1931: 207) si buscamos un caso en el que los «objetos» ella, desde las novelas que ostentan sus fuentes de información y se ajustan
figurados en una obra literaria puedan ser considerados como una con rigor a los datos históricos subordinando a ellos .los ~emás compo-
«representación de algo», nos saldrían al paso las llamadas novelas históri- nentes del mundo ficcional (lo que se ha llamado «historia novelada»),
cas. En ellas se habla de personajes y acontecimientos que el lector sabe hasta las que alteran conscientemente su base histórica rompiendo las
que han efectivamente existido, y a pesar de la diferencia de principio que expectativas del lector en función de proyectos semánticos y designios
separa a los Julio Cesar, o Napoleón, o Felipe II reales de los que aparecen
en una novela, estos últimos
32 Roman Ingarden diferencialas obrashistóricas literarias de la obra histórica cientí-
doivent -selon leur teneur- étre suffisamment déterminés pour pou- fica en estos términos: «tandis que dans cette derniere les "objets" purement inten-
voir "tenir le role", si I'on peut s'exprimer ainsi, des vraies personnes, tionnels sont, selon leur teneur, adaptés aux objets réels correspondants et leur
"imiter" leur caractere, leurs actions, leur situation existentielle et se sont identifiés, devenant de ce fait ---comme nous nous sornmes exprimés-
comporter "tout a fait comme eux". lIs doivent done avant tout étre des parfaitement "transparents" au point que les intentions de signification touchent le
"copies" des personnes (eh oses, événements) qui ont existé et agi; mais réel directement en lui-rnérne et que I'intentionnel pUl' disparait du champ de
en mérne temps ils doivent réprésenter (reprasentieren) ce qu'ils vision, ici au contraire I'objet purement intentionnel ---comme prétendu réel-
copient. apparaít au premier plan et cherche, pour ainsi dire, a recouvrir I'objet réel
représentécorrespondant, en se faisant passer pour lui» (1931: 208).
33 Kate Hamburger (1957: 109-110) se opone a estas consideraciones. Desde su
planteamiento de hallar una "lógica" de los géneros literarios, entiende que el
30 S. Rubin Suleiman (1983: 149) comenta lo siguiente: «La différence la plus évi- personaje histórico, en el momento en que es introducido en una novela, pasa a
dente, mais pour mes besoins la plus pertinente, entre personnages fictifs et ser un personaje ficticio: «Dans une ouvrage d'histoire dont iI est le therne,
personnages historiques dans un roman, c'est que ces derniers imposent plus de Napoléon est décrit comme un objet, a propos duquel sont énoncées certames
contraintes a un romancier qui se veut "peintre de son temps" ou mérne peintre de propositions. Dans un roman historique, au contraire, Napoléon lui-mérne est un
temps révolus. II ne pourra pas faire mourir Napoleon a Waterloo, ni I'en sortir Napoléon fictif, et cela ne tient pas au fait que dans tel ou tel roman on s'écarte de
vainqueur; il ne pourra pas faire de Victor Hugo le poete de cour de Napoleon Ill, la vérité historique, Mérne les romans historiques qui s'en tie~nen~ autant qu'un
de Zola un antidreyfusard ou de Trotsky le confident de Staline. Et si, en plus, le document acette vérité historique transforment le personnage historique en figure
romancier choisit de raconter en premier plan des événements aussi "publics" que fictive, non historique; ils font basculer d'un systeme de réalité possible dans un
I'affaire Boulangerou le scandale Panama des contraintes semblables s'imposeront systerne de fiction. Un tel systeme se définit en effet uniquement par le fait que le
a lui mérne au niveau de ses personnages fictifs -de sorte qu'il lui restera finale- personnage n'est pas présenté en tant qu'objet, mais en tant que sujet, que le Je-
ment tres peu de place pour manoeuvrer et le cadre finira par envahir tout son Origine fictif (ou encore en tant qu'objet de I'experience d'un autre personnage
tableau». romanesque)». Sin duda, desde el punto de vista ~e la lógica.dela ficción, es cierto
31 Como se desarrolló en el capítulo anterior, el papel que se confiere a los que el personaje histórico que se incorpora al universo ficcional se transforma en
personajes históricosestá directamenterelacionado con el concepto de la historia y un personaje de ficción en el mismo nivel que los demás personajes de la diégesis.
del sujeto de la historia que tenga el novelista, conectado a su vez con los Sin embargo al introducir una perspectivapragmática, considero que las entidades
sistemas ideológicos de la época en que escribe. Remitimos al lector a lo dicho históricas conservan las marcas connotativasque las mantienen ligadas al discurso
allí acerca de la evolucióndesde una historia centrada en las grandes figuras políti- histórico del que proceden y es así cómo están inscritas en la encicl?pedia cultural
cas (reyes, príncipes, generales...) a los héroes "medianos" de Scott, al pueblo de los lectores. En este sentido, el lector no adopta ante ellos las rmsmas expecta-
anónimo y eterno de Unamuno, a las masas populares, etc. tivas que ante los personajespuramenteficcionales.
HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HlSTÓRICA 187.
186 CELIA FERNÁNDEZ

estéticos diversos>. Entre estos extremos cabe una extensa gama de" consiste en integrar lo histórico y lo fantástico (The Public Burning de
combinaciones y posibilidades de juegos ficcionales, que requieren matizar Coover, The Flounder de Grass)".
los contratos genéricos en cada caso>.
Brian McHale (1987) ha señalado las reglas para la inserción de reale- 3.2. Novela histórica como novela realista
mas históricos (personas, acontecimientos, datos cronológicos, objetos...)
que parecen dominar en la narrativa histórica clásica (de Scott a Tolstoi): a) La novela histórica se aproxima a la novela realista .en la medida en ql.l;e
l\ls realemas históri~os sólo pueden aparecer si las propiedades y condi- los dos géneros pretenden provocar un efecto de realidad, un~ d~SCO~If1­
ciones que se les atnbuyen en el texto no contradicen la versión histórica cación o actualización realista por parte del lector, aunque de distinto tipo.
oficial. La libertad del novelista para inventar acciones o cualidades de las En la novela realista, el lector es llamado a proyectar su visión del mundo y
figuras históricas queda limitada a las áreas oscuras de la historia, es decir, de la realidad sobre el mundo intencional creado en el texto". En la novela
a aquello que la historia no ha recogido. Estas áreas oscuras se sitúan en la histórica, en cambio, el lector proyecta y confronta la imagen del pasado
esfera privada o íntima de los personajes históricos y en los momentos en que posee con la que le ofrece el discurso narrativo.
que interactúan con los personajes inventados; b) esta norma se extiende al El pasado evocado en la novela histórica se representa, en general, no
sistema entero de realemas que constituye una cultura histórica y de ahí las como pasado, sino como "presente del pasado". La diégesis de. la nov~l.a
restricciones al anacronismo; e) la lógica y la física del mundo ficcional histórica obedece al proyecto semántico-pragmático de. reco~strUlr o ~evIsI­
deben ~er compatibles con las del mundo real para que sea posible la trans- tar una época pretérita", y, en este sentido, la intenclOn.alIdad realista se
ferencia de realemas de un mundo al otro (<<historical fictions must be refleja en la conformación de un lector implícito 9u~ 1?~UZCa a~ le~,tor
realistic fictions»). empírico a dar crédito y a descodificar de manera hIston~o-re~lIs~a el
Estas constricciones que se han mantenido en toda la tradición de la mundo creado en el texto. Para ello el discurso se orgamza siguiendo
narrativa histórica han sido vulneradas por la novela histórica "revisionista" estrategias de productividad realista, entre las que se destacan el recurs? a
postrlO~erna medi.ante tres estrategias básicas: la historia apócrifa, el
una instancia enunciativa fidedigna y competente, y el valor de la descrip-
ana~r,omsmo creatrvo y la fantasía histórica. La primera contradice la ción (Philippe Hamon 1973; 1985).
ver!.ión historiográfica oficial (la del poder, la de los vencedores) presen-
tando otra versió~ completamente distinta (Yerra nostra de Carlos Fuentes).
Lá segunda consiste en superponer las referencias culturales del siglo XX
)1 pasado evocado para subrayar la imposibilidad de escapar a la perspec- 36 «In postmodernist revisionist historical fiction, history and fi.ction exchange
places, history becoming fictional and fiction becoming "true". history --:-and the
." trva del presente (La mujer del teniente francés de Fowles). La tercera real world seems 10 get lost in the shuffle. But of course thís IS precisely the
question postmodernist fiction is designed to raise: real, compared to .w~a~?» (96).
Linda Hutcheon (1989: 59) interpreta estos cambios en la novela histórica post-
moderna como una desnaturalización de las convenciones de representación del
34 pasado en la narrativa, tanto histórica como ficcional, que se hac~ de tal manera
La alteración de los datos históricos requiere, para producir sentido, ser captada por
que el componente político del acto de representación quede de manifiesto, De todo
el lector. Si no es así, tal distorsión resultaría inadvertida y el efecto de sentido
fracasado. ello se ha tratado en el capítulo anterior.
35 37 Sobre el concepto de realismo sigo las propuestas teóricas de Darío Villan,u~va
lean Molino (1975: 205) en su análisis sobre la novela histórica hace una intere-
(1992: 119): «el realismo literario es un fenómeno fundamentalmente pragmanco,
sante precisión: «Chaque oeuvre, inscrite dans une tradition et prise dans un cadre
que resulta de la proyección de una visión del mundo externo que el lector --cada
de coutumes, est produite et recue avec une attitude spécifique, dans laquelle se
lector- aporta sobre un mundo intensional que el texto sugiere»: P~eden verse
mélent selon des proportions variables croyance et non-croyance, qu'il importe de
además los trabajos de Philippe Hamon (1973, 1981, 1985), BenJamm Harshaw
bien distinguer de I'adhésion: j'adhere aussi bien 11 Love Story qu'a L'Orchestre
(Hrushovski) (1984), Francoise Gaillard (1984), y Wolfgang Iser (1975).
rouge, 11 Guerre et Paix qu'á L'Histoire de la révolution russe de Trotsky. le sais
que Koutouzov a existé, alors que Pierre Bezoukhov est une fiction, et que la 38 Es cierto que el proyecto de reconstrucción de una época ~el pasado ha ido
momie de Lénine est encore exposée dan s le mausolée de Moscou. Mais c'est perdiendo peso en la poética de la novela histórica de nuestro slg.lo, fundam~ntal­
paree que j'integre les éléments narratifs ou explicatifs que me présentent ces oeu- mente porque se parte de que no se recrea el pasado, sino la narración o narra~lO?~S
vres 11 un systerne de références complexe gráce auquel je leur donne une place sur que se han hecho de él. Lo que encontramos, entonces, en m~chas novelas históri-
une échelle d'historicité relative. Typologie des discours et systernes de références cas contemporáneas es la evocación "realista" del pasado un~da o yuxtapuesta a la
organisent beaucoup plus profondément la croyance qu'une hypothétique "vérité" reflexión del narrador o del personaje que cuestiona la exactitud o la fiabilidad de
du fait», esa misma evocación.
188 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA I-nSTÓRICA 189

No hay que olvidar, sin embargo, que el efecto de realidad de la novela tuyen el soporte fundamental de la diégesis. Esa «desrealización» a la que
histórica no depende tanto de la exactitud histórica de los contenidos cuanto alude Barthes no tiene lugar en la novela histórica, precisamente porque el
de las formas en que esos contenidos se transmiten, es decir, de los proce- lector acepta el anacronismo, la impostura y la "contingencia".
dimientos narrativos de modalización, temporalización y espacialización Tampoco es equiparable ni el tipo de Historia que manejan: historia
que transforman la historia en discurso". Lo real, en este caso lo real de un como realidad social contemporánea! historia como narración de realidades
mundo pretérito, no es una cuestión de mímesis, sino de semiosis, es pretéritas, ni la función que cada género le asigna en su sistema narrativo.
decir, de producción de sentido. Es un resultado de la interacción entre el Philippe Hamon (1973: 136) indica que el texto realista, para asegurar su
lector configurado en el texto (lector implícito o lector modelo) y la activi- legibilidad y coherencia,
dad hermenéutica del lector real. De hecho, cuanto más se aleja la novela
histórica de las convenciones del texto legible, que diría Barthes (1970: 2), est embrayé sur une méga (extra) histoire qui, en fili~rane, le double,
o de las de la «lisibilité» de que habla Philippe Hamon (1973: 133), menos I'éclaire, le prédétermine, et crée chez le lecteur des lignes de frayage
"histórica" (menos real, menos creíble) resulta a los ojos del lector, aunque de moindre résistence, de prévisibilités, un systerne d'attentes, en
sus contenidos sean escrupulosamente fieles a las fuentes históricas. El renvoyant implicitement ou explicitement (par la citation, par le nom
caso de la trilogía de El Ruedo Ibérico de Valle Inclán es un ejemplo propre, par I'allusion, etc.) a un texte déja écrit qu'il connait,
paradigmático de lo que decimos. Sigue diciendo Hamon que el texto que va a privilegiar el discurso
Las diferencias entre la novela histórica y la novela realista residen en la realista es la Historia, que situará lo más cerca posible de su lector". La
diferente función que cumplen las entidades históricas en la poética novela realista utiliza las referencias a la historia (a la historia contem-
ficcional de cada una, y en que la novela realista sitúa su diegésis en el aquí poránea) como estrategias de verosimilitud, como mecanismos .de,Produc-
y ahora del lector mientras que la novela histórica la aleja hacia el pasado tividad realista (D. Villanueva 1992: 159-190). El mundo ficcional se
histórico, aunque se trate de un pasado muy próximo al presente. Roland construye sobre las bases del mundo histórico contemporáneo, y para
Barthes (1970: 85) comentó la escasa importancia que los personajes constatarlo elementos de ese mundo externo (nombres de personajes públi-
históricos tienen en la novela realista: se introducen en la ficción oblicua- cos, lugares geográficos reconocibles) se incorporan al mundo ficcional a
, mente, de pasada, no se destacan sobre la escena sino que se pintan sobre modo de las citas del discurso pedagógico (Hamon 1973: 137):
"~ el decorado, y es esa escasez precisamente lo que les confiere su peso
~~to de realidad, la medida de la autenticidad, ils assurent des points d'ancrage, rétablissent la performation (garants-
auctores) de I'énoncé référentiel en embrayant le texte sur un extra-
porque si el personaje histórico adquiriera su importancia real, el texte valorisé, permettent I'économie d'un énoncé descriptif, et ass~rent
discurso se vería obligado a dotarlo de una contingencia que, paradóji- un effet du réel global qui transeende mérne tout décodage de détail,
camente, lo desrealizaría (como los personajes de Catherine de Médicis,
de Balzac o de las novelas de Alexandre Dumas ...): habría que hacer- La novela histórica, por su parte, sitúa su diégesis en un periodo del
los hablar y se desenmascararían como impostores. Por el contrario, si pasado, más o menos lejano, pero en cualquier caso reconocible como
sólo aparecen mezclados con sus vecinos ficticios, citados como invita- histórico por los lectores. Esta separación temporal entre el mundo ev?cado
dos a una simple reunión mundana, su modestia (oo.) pone en pie de en el texto y el mundo real de los receptores p~od~:e dos c?nseCUencIas: a)
igualdad a la novela y a la historia (...): son efectos superlativos de pone en juego un elemento clave en la orgaruzacion del SIstema narrativo
realidad.
genérico de la novela histórica, el anacronismo, sin función en la novela
En la novela histórica, en cambio, las entidades históricas (personajes, realista que localiza su diegésis en el presente (volveré más adela~te. sobre
acontecimientos, espacios) no tienen una presencia escasa, sino que consti- este punto); y b) la relación con el presente se prod,uce de manera m~Irecta,
a través de la elección de la época, de los personajes y de los conflictos, y
de la conexión que se establezca entre ese pasado y el presente. A veces los
39 Utilizo estos términos de historia y discurso en un sentido equivalente a la oposi-
novelistas llevan al pasado conflictos políticos de su realidad contem-
ción entre enunciado/enunciación de E. Benveniste (1966), fabulalsjuzet del poránea, proponiendo una especie de lectura alegórica o en clave.
formalismo ruso, story/plot de la crítica anglosajona, y que están ya perfectamente
consolidados en la Narratología. Véanse. G. Genette (1966, 1972, 1983), Mieke
Bal (1977), S. Chatmam (1978), S. Rimmon-Kenan (1983), C. Boves Nave's . 40 «Les références 11 un ailleurs (exotisme) seront done réduites, et le héros réaliste
(1985), Darío Villanueva 1977, 1988, 1989), Cesare Segre (1974,1985), entre voyagera sans doute fort peu loin de son milieu: I'Histoire viendra 11 lui plutót que
otros. luí n'ira au loin chercher l'Histoire» (\37).
190 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTóRICA 191

Por último, la novela realista clásica, en aras de favorecer la transitividad propio autor (periodista, novelista) quien cuenta las razones que le
del texto, reduce o elimina los componentes metanarrativos. La novela condujeron a escribir una biografía de Eva Perón y a reconstruir las vicisi-
histórica, en cambio, al construir su diégesis ficcional a partir de materiales tudes de su cadaver embalsamado. Las dos novelas, salvando las diferen-
ya codificados, de versiones históricas anteriores ya conocidas, afronta cias que hay entre ellas, coinciden en presentar el propio proceso de
toda una serie de problemas compositivos que, desde sus textos iniciales, construcción de la historia (novelas metaficcionales) y en alternar voces y
tematizó e integró en el discurso, a menudo a través de la instancia enun- perspectivas diversas a lo largo del relato, abriendo así un haz de versiones
ciativa que explica, justifica o cuestiona el intento de reconstruir el pasado, sobre el personaje o los sucesos históricos que constituyen el eje de la
comenta la crónica que le suministra la información o reflexiona sobre la trama. La investigación se realiza desde el presente actual en que coinciden
relación entre escritura y realidad, entre la historia oficial y otras historias. el narrador y el lector. Ello da lugar, en el caso de la novela de V ázquez
El carácter hipertextual de la novela histórica ha ido acentuándose a lo largo Montalbán, a que la narradora (en segunda persona) incorpore juicios
de su desarrollo hasta requerir en nuestro siglo un lector implícito que no críticos sobre la situación política de España gobernada por los socialistas y
sólo reconozca los materiales históricos y capte su manipulación ficcional, se establezcan así conexiones entre el inmediato pasado y el presente.
sino que atienda al propio hecho de la escritura de la historia y a sus rela- Las marcas genéricas de la novela histórica que hemos señalado se
ciones con la verdad, la mentira o el poder. detectan con nitidez cuando la diegésis se localiza en un pasado que no ha
Antes de terminar este apartado querría referirme brevemente a la novela sido vivido ni por el autor ni por los lectores, un pasado convertido en
histórica que evoca el pasado reciente y que presenta los siguientes rasgos escritura, en documentos; pero cuando el pasado se integra o se funde con
particulares en relación a la novela histórica tradicional del pasado lejano, el presente de los lectores, las fronteras entre novela histórica y novela
rasgos que determinan opciones estructurales y semánticas diferentes y realista se vuelven más porosasv. No obstante, la novela histórica que
generan nuevas estrategias de lectura: a) la cantidad de información que el recrea acontecimientos muy cercanos al presente (temporalmente o emo-
texto comparte con los lectores es mucho mayor; b) los acontecimientos del cionalmente: la guerra civil española o la figura de Franco siguen desper-
pasado cercano ejercen un mayor impacto emocional sobre autores y tando ecos pasionales en nuestro presente político) se distingue de la novela
"'" lectores o son objeto de polémicas o de enfrentamientos ideológicos muy realista en el predominio de los elementos históricos sobre los inventados,
"~ crispados. La implicación emocional e ideológica del autor implícito en el y por una mayor incidencia de los procedimientos retóricos dirigidos a
~--universo diegético y sobre el lector implícito alcanza su grado más intenso persuadir al lector de la exactitud de la interpretación de los sucesos
en la novela histórica que recrea episodios no sólo recogidos en documen- diegéticos propuesta por el autor implícito (Albert W. Halsall 1984: 95-
tos historiográficos, sino vividos o presenciados directamente por el autor 104).
o que otros le han contado. Muchos lectores han compartido también esas
experiencias; e) la ausencia de anacronismos o, en todo caso, su desfun- 3.3. El anacronismo
cionalización y d) la historia reciente está todavía haciéndose, y ello permite
al novelista mostrar en vivo el proceso de construcción de la historia, la El alejamiento temporal de la época en que transcurre la acción narrada
circulación de versiones diferentes, a veces contrapuestas, de los mismos con respecto a la actualidad del autor y del lector pone en funcionamiento el
sucesos o del mismo personaje, la interacción de las versiones históricas recurso narrativo y lingüístico del anacronismo. Siempre que se evoca el
con los códigos ideológicos y con el poder político. Novelas como pasado se proyectan en él juicios, valoraciones, interpretaciones propias del
Galíndez (1990) de Manuel V ázquez Montalbán o Santa Evita (1995) de momento presente. El anacronismo de la novela histórica consiste en que el
Tomás Eloy Martínez sirven como excelentes ejemplos de este tipo de pasado se revisita y se reescribe con mirada de hoy, de modo que la imagen
narrativa histórica. Estas dos novelas articulan los elementos históricos que se posee en la actualidad sobre aquella época es la que determina su
dentro de una trama estructurada como una investigación realizada por un
personaje-narrador: en Galinde: se trata de una investigadora norteameri-
cana que hace su tesis doctoral sobre la figura del exiliado vasco Jesús de
Galíndez e indaga acerca de las circunstancias de su secuestro en Nueva quienes aún ahora, en el presente contemporáneo, tratan de impedir su aclaración
York el 12 de marzo de 1956 y de su muerte", y en Santa Evita es el final.
42 Recordemos que G. Lukács consideraba que Balzac, en relación a Scott, había dado
el paso «desde la configuración de la historia pasada hasta la del presente como
41 En Galtndez se investigan y se reconstruyen acontecimientos ocurridos ha~e historia» (1937: 88), y que importantes críticos como Amado Alonso (1955)
treinta años y que ya han ingresado en lo histórico (168). Pero se trata de unos negaron a los Episodios Nacionales de Galdós el valor de novela histórica y Jos
sucesos oscuros en los que aparecen implicados los servicios secretos americanos incluyeron dentro del grupo de sus novelas contemporáneas.
192 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 193

configuración artística. Hablar del pasado, elegirlo, recrearlo, es una forma dos posibilidades de anacronismo voluntario y estilístico: la arcaización del
indirecta de hablar sobre el presente. lenguaje o su modernización", ambas utilizadas por la novela histórica.
La arcaización del habla de los personajes y/ o del narrador produce
a) Anacronismo verbal: El lenguaje del narrador y de los personajes inevitablemente un efecto de pastiche que rebaja la historicidad del relato al
aumentar su grado de estilización, G. Lukács (1937) se refirió a este pro-
El primer problema que surge al presentar un mundo pretérito es el blema y, desde su concepción en defensa de la «novela histórica clásica»,
lenguaje de los personajes y/ o del narrador o del supuesto autor (en las censuró la tendencia naturalista a la arcaización del lenguaje en la novela
novelas fenoménicas de autor transcriptor o editor). Scott fue el primero en histórica:
reclamar el derecho al anacronismo verbal de sus personajes con argumen-
tos expuestos en la dedicatoria-epístola al Rev. Dr. Dryasdust que he Es, ciertamente, propio de la esencia de la épica -particularmente de
analizado con detalle en el capítulo anterior. El novelista escocés justificaba la histórica- el autentificar lo más posible la realidad del hecho
además mediante comentarios autoriales el registro de sus personajes. Así narrado. Pero es un error naturalista creer que esa autenticidad se
puede producir por imitación del lenguaje antiguo. Ese expediente es
ocurre en el primer capítulo de Ivanhoe para explicar el diálogo que tan poco útil como la autenticidad arqueológica de las cosas externas,
mantienen Wamba y Gurth, los dos criados de Cedric: salvo que se presenten realmente al lector las condiciones esenciales
sociales y humanas de lo narrado (220).
The dialogue which they maintained between them was carried on in
Anglo-Saxon, which, as we said before, was universal1y spoken by the Esta opción lingüística provoca el distanciamiento entre el lector y el
inferior classes, excepting the Norman soldiers and the immediate mundo textual, y dificulta la descodificación al atraer al lector no hacia las
personal dependants of the great feudal nobles. But to give their
conversation in the original would convey but little information to the objetividades representadas sino hacia el estrato verbal, obligándole a un
modern reader, for whose benefit we beg to offer the following esfuerzo hermenéutico suplementario. El efecto pastiche acentúa la hiper-
translation (1819: 13). textualidad de la novela histórica, el juego intelectual y estilístico con el
pasado, y por ello, los novelistas lo graduan para evitar un exceso de arti-
La actualidad del habla de los personajes es un anacronismo necesario ficiosidad. Como ejemplo, podemos citar Extramuros (1978) de Jesús
que entra en el pacto genérico de la novela histórica" y, en general, de toda Fernández Santos, novela narrada en primera persona por una monja de un
literatura cuya acción se desarrolla en el pasado. Los lectores aceptan que convento de clausura en la España del siglo XVI, cuyo estilo evoca el de la
los personajes utilicen un lenguaje que sólo se diferencia del suyo en la mística renacentista".
aparición aislada de arcaísmos o en el uso de determinadas frases que con-
notan modos y costumbres de la época recreada. Frente a este anacronismo La «antítesis antinómica» del arcaísmo, en expresión de G. Lukács, es
necesario, que casi no es sentido como anacronismo por el lector, aparecen la modernización lingüística, que consiste en hacer hablar al narrador o a
los personajes con vocablos o con giros muy modernos que chocan abier-

44 Estos dos tipos de anacronismo funcionan en diferentes relaciones textuales: el


43 La primera página de I promessi sposi de Manzoni está escrita en un estilo arcaísmo marca la distancia entre el lenguaje actual de loslectores y el antiguo de
barroco propio de la lengua literaria del siglo XVII. Se trata de la introducción del los personajes delpasado; la modernización indica la incongruencia temporal entre
supuesto manuscrito anónimo que seconstituye en fuente del relato. Bruscamente, el habla moderna de lospersonajes y el mundo diegético pasado al que pertenecen.
este estilo se interrumpe por la intervención del autor, que se pregunta, en un La arcaización apunta, pues, al nivel pragmático, mientras quela modernización
registro coloquial y moderno, si merece la pena tomarse el trabajo de transcribir lo hace al nivel diegético.
estahistoria para queal final muy pocos aguanten el esfuerzo de leerla. Sigue un 45 «y fuea la noche hallándome en micelda a solas con Nuestro Señor, cuando vino
largo comentario acerca de las virtudes y sobre todo losdefectos de la lengua en mi hermana a visitarme con gran preocupación, como quien trae consigo un
que está escrito el manuscrito. Porello, decide rehacer el estilo: «Perche non si recado importante. Yoa tal hora dejaba descansar el alma sin ocuparla en otra cosa
potrebbe, pensai, prender la serie dei fatti da questo manoscrito, e rifarne la dici- queen la oración, gran consuelo en la soledad del amor y en las grandes miserias
tura? Non essendosi presentato alcuna obiezion ragionevole, il partito fu subito que de su falta nacen. A tales horas ningun remedio satisface, pues quien mucho
abbracciato. Ed ecco I'origine del presente libro, esposta con un'ingenuitá pari ama, no admite consejo ni lección de losdemás, sino porotro amor porel que su
all'irnportanza del libro medesimo- (1981: 6). Puede verse cómo el recurso a Jn pena quede remediada. Asíagradecí en gran manera suvisita con grandes muestras
manuscrito proporciona una buena coartada para la modernización del habla de 105 deafecto, esperando que al menos esanoche, mis penas y olvido tuviesen remedio
personajes. Volveré sobre esto alestudiar laestructura del género. que aplacase tan penosa ocasión con supresencia» (31).
194 CELIA FERNÁNDEZ HISTORlA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA I-USTÓRICA 195

tarnente con los usos de la época histórica evocada, o en un registro colo- escenario, una e.specie de museo arqueológico, en el que hablan, sienten y
quial o familiar impropio de su categoría histórica. Este procedimiento -act1!ª-r:Lm~rsonajes
elaborados según esquemas ideológicos, psicológicos y
implica una ruptura de las expectativas del lector y obedece a una inten- culturales del presente del autor. Algunos críticos como Lukács-e y también
cionalidad paródica, irónica o satírica. El anacronismo, que, como quiere Amado Alonso (1942: 13-23) censuraron la novela histórica arqueológica,
Genette (1982: 395), funciona siempre como un proconismo (puesto que es decir, aquella que reconstruía con un detallismo extremo la arquitectura,
se insertan en el pasado elementos del futuro), se pone aquí al servicio de los lugares, los objetos, la indumentaria, el mobiliario, las costumbres, el
otra práctica hipertextual, la del travestimiento. arte, la gastronomía, los gustos de época, que exhibía una considerable
La modernización lingüística va unida al uso de anacronismos intertex- erudición, pero en la que no se planteaba la interacción de los personajes
tuales: citas de otros textos literarios, históricos, científicos, alusiones a con su contexto. Lo opuesto a esta tendencia arqueológica, es, según
otros autores, referencias a obras de arte, de música, etc., que pertenecen a Lukács (1937), el anacronismo necesario de Walter Scott pues consistía
contextos posteriores al de la época evocada. Este tipo de anacronismos
sólo en que da a sus seres humanos una expresión clara de los
suelen aparecer en el lenguaje del narrador y están siendo muy utilizados en sentimientos y las ideas acerca de conexiones históricas reales que los
la tendencia más crítica de la novela histórica contemporánea como instru- hombres de la época representada no pueden haber poseído con seme-
mentos de destemporalización y deshistorización de la novela. La multipli- jantes claridad y precisión. Pero el contenido de los sentimientos y de
cación y acumulación de anacronismos intertextuales, con citas de textos las ideas, la relación de los sentimientos y de las ideas con su objeto
que pertenecen a diferentes épocas de la historia, en una buscada mezcla de real es siempre en Scott histórica y socialmente acertada (65).
tiempos y contextos, provoca un efecto de desorden, de confusión. La
temporalidad se vuelve así irrelevante. Pasado, presente y futuro son meras Umberto Eco en las Apostillas (1983) que escribió tras la publicación y
convenciones, productos del ficticio orden historiográfico. El anacronismo el éxito de su novela histórica El nombre de la rosa, toma este factor estruc-
deja incluso de funcionar como tal anacronismo puesto que no hay turante del anacronismo como criterio para diferenciar tres maneras de
fronteras entre los tiempos. Como ejemplo de este tipo de narración está la contar sobre el pasado:
novela Los perros del paraíso (1983) de Abel Pos se en la que vemos a
Isabel la Católica «depilándose las cejas» (63) y su carcajada parece la de Una es el romance, desde el ciclo bretón hasta las historias de Tolkien,
un «campesino baturro» (120); de Fernando el Católico se dice que era incluida la "gothic novel", que no es novel sino precisamente romance.
El pasado como escenografía, pretexto, construcción fabulosa, para dar
«re tacón, robusto, abaturrado y negado a l'imaginaire» (91) ; los marinos rienda suelta a la imaginación (78).
de Colón comentan que allí puede armarse «la de San Quintín», y es
posible ver aparecer en pleno siglo XV a personajes como Queipo de Llano Luego está la novela de capa y espada, cuyo paradigma es Dutnas, que
(17). escoge un pasado "real" y para hacerlo reconocible lo puebla de personajes
El anacronismo produce sentido en la medida en que es reconocido y ya registrados en la enciclopedia (Richelieu, Mazarino), a quienes hace
vale como una señal de complicidad entre el autor implícito y el lector. realizar algunos actos que «por consenso de la historiografía» han hecho y
b) Anacronismo diegético, semántico-sintáctico. Relación entre los perso- otros que la enciclopedia no registra, pero que no la contradicen. «En este
najes (sus conductas verbales y no verbales, sus motivaciones, sus refle- cuadro ("verdadero") se insertan los personajes de fantasía, quienes sin
xiones y comentarios) y el universo diegético al que pertenecen. embargo expresan sentimientos que podrían atribuirse también a personajes
de otras épocas». Frente a estos dos tipos, el primero totalmente imaginario
El anacronismo tiene además su función en la construcción de la y fantástico, el segundo sin relación entre el pasado del escenario y la
diegésis. En la novela histórica es fundamental configurar una diegésis que modernidad de los personajes, se opone la novela histórica propiamente
haga evocar al lector el ambiente y la viveza del pasado. La descripción dicha, en la que «no es necesario que entren en escena personajes recono-
asume un papel decisivo en este proyecto de refiguración de una realidad cibles desde el punto de vista de la enciclopedia» (80), pero sí que esos
pretérita, como habrá oportunidad de comentar más adelante. Pero la
consistencia del mundo ficcional, la verosimilitud diegética no se logra 46 Para G. Lukács este desfase entre época histórica y personajes era revelador de la
solamente con una representación convincente del contexto histórico; hace falta de relación interna entre pasado y presente en la que habían caído los culti-
falta además que los personajes históricos o ficcionales encajen en ese vadores posteriores de novela histórica. Sin duda, cuanto más alejado del presente
marco diegético. El anacronismo surge cuando entre el contexto y sus sea el período histórico evocado, más riesgo de anacronismo se corre. La novela de
. habitantes no existe congruencia. El pasado es entonces reducido a un mero Flaubert Salammbo puede considerarse un ejemplo idóneo de este décalage entre
ambiente y personajes.
196 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIAY NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTóRICA 197

pe~s~majes se ajusten en sus comportamientos, en su psicología y en sus En mi opinión, el desajuste entre escenario histórico y pensamientos,
opmiones a la época en que habitan". actitudes, sentimientos de los personajes históricos o inventados es en la
. Para Umbert? Ec? ~ólo es novela histórica aquella que recrea el pasado práctica inevitable y de aquí deriva la imposibilidad de recuperar o
respetando su historicidad, apoyada en un conocimiento cabal del periodo reconstruir el pasado tal cual era. Los autores de novelas históricas se
~vocado, y preservando una lógica verosímil entre los personajes y la plantearon este problema y aportaron diferentes soluciones. En la novela
epoca. y es esta clase de novela la que él pretendía escribir, porque «todo histórica romántica dominaba la concepción de Scott (ya comentada en el
lo que dicen los personajes ficticios como Guillermo es lo que habrían capítulo anterior) de que entre el pasado y el presente sólo había una
tenido que decir si realmente hubieran vivido en aquella época» (81) ruptura en lo aparente, en lo superficial, mientras que en las pasiones y los
S~n duda, Umberto Eco. sufre de parecida ilusión de historicidad que sus
sentimientos los hombres del pasado se hermanaban con los del presente.
fascmados lectores. Es CIerto que enseguida el perspicaz semiólogo se La naturaleza humana es esencialmente idéntica a sí misma, aunque los
cubre las espal.das (<<n.o .sé hasta qué punto he sido fiel a ese propósito») y cambios históricos la moldeen y la hagan mostrarse bajo formas diferentes.
tras confesar CIertos dISI~ulos de citas moder~as con el ropaje medieval y La novela histórica de este siglo ha encarado sin ingenuidad, con ironía,
algunas dudas, asume fmalmente el anacromsmo necesario al que aludí esta incongruencia entre personajes modernos y diegésis histórica,
antes: ensayando técnicas o recursos para, al mismo tiempo, subrayarla y conju-
rarlav. Un buen ejemplo de estos nuevos caminos de la novela histórica lo
una novela histórica no sólo debe localizar en el pasado las causas de constituye la narrativa del argentino Manuel Mujica Láinez, especialmente
lo que sucedió despué~, sino también delinear el proceso por el que Bomarzo (1962).
estas causas se encaminaron lentamente hacia la producción de sus
efectos (81).
4. EL PACTO DELECTURA DELANOVELA HISTÓRICA
Eco acaba reconociendo .qu.e el pasado se escribe desde la perspectiva
Desde sus orígenes la novela histórica, precisamente por la doble natu-
d~l presente, y qu~ el conoclIruent? .del ~uturo en relación a la historia que
raleza de sus componentes diegéticos, históricos (documentados, verifica-
~Iven los perso.naJ~s provoca casi inevitablemente que se les atribuya a
bles) e imaginarios, y por su proyecto semántico de reescribir la historia
estos una perspicacia o una clarividencia que difícilmente poseyeron. Así
Eco se pregunta desde la ficción, propone un contrato de lectura híbrido, ambiguo, en tanto
que se presenta como ficción y como historia. Me detendré a considerar
si a ve~es no habré a~r!buido a mis personajes ficticios una capacidad estos dos elementos.
de fabricar con Jos dlSl~cta membra de pensamientos perfectamente La ficcionalidad es una categoría pragmática, establecida en el proceso
medievales, algunos hircocervos conceptuales que el Medioevo no comunicativo por quienes participan en él, y que caracteriza convencional-
habría reconocido entre su fauna (81)48.
49 El prólogo de Roa Bastos a su novela Vigilia del Almirante (1992) ilustra tam-
bién significativamente esta línea de la narrativa histórica contemporánea: «Quiere
47
«Piensen en ~os novios: el personaje más conocido es el cardenal Federico, que este texto recuperar la carnadura del hombre común, oscuramente genial, que
pocos conocian antes de Manzoni (mucho más conocido era el otro Borrorneo produjo sin saberlo, sin proponérselo, sin presentirlo siquiera, el mayor aconte-
San Carlos). Sin embargo, todo lo que hacen Renzo, Lucia o Fra Cristoforo sólo cimiento cosmográfico y cultural registrado en dos milenios de historia de la
podía hacerse en la Lombardía del siglo XVII. Lo que hacen los personajes sirve humanidad. Este hombre enigmático, tozudo, desmemoriado para todo lo que no
para comprender mejor la historia, lo que sucedió. Aunque los acontecimientos y fuera su obsesión, nos dejó su ausencia, su olvido. La historia le robó su nombre.
los personajes sean inventados nos dicen cosas sobre la Italia de la época que Necesitó quinientos años para nacer como mito.
nunca se nos habían dicho con tanta claridad» (l9S3: SO-SI). Podemos contar en lengua de hoy su historia adivinada; una de las tantas de
48 posible invención sobre el puñado de sombra vagamente humana que quedó del
Urnberto Ecocomenta a continuación cómo los lectores calificaron de anacróni-
cas, pormodernas, citas textuales del siglo XIV, o, porel contrario, degustaron lo Almirante; imaginar su presencia en presente; o mejor aún, en el no tiempo,
medieval en momentos o actitudes en las queél percibía «ilícitas connotaciones libremente, con amor-odio filial, con humor, con ironía, con el desenfado
modernas»'.Laclave de.es.tas divergencias está, como el mismo Ecoindica, enque cimarrón del criollo cuyo estigma virtual sonla huella del parricidio y del incesto,
«cada uno tlen~ s~ ~ropla Idea, generalmente corrupta, del Medioevo», y concluye su idolatría del poder, su heredada vocación etnocida y colonial, sualma dúplice.
de esa manera iroruca tan frecuente en el estilo del semióloso italiano: «Sólo los Tanto lascoincidencias como lasdiscordancias, los anacronismos, inexactitudes y
monjes delaépoca conocemos la verdad, pero a veces decirlasignifica acabar en la transgresiones con relación a los textos canónicos, son deliberados pero no arbi-
hoguera» (S2). trarios ni caprichosos. Para la ficción nohay textos establecidos» (11-12).
198 CELIA FERNÁNDEZ HISTORJA y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HlSTÓRJCA 199

mente determinadas prácticas comunicativas como las que se inscriben en el Ahora bien, la ficcionalidad tiene además una dimensión semántica»,
ámbito de la literatura. El contrato de ficcionalidad que funciona en la pues las novelas crean mundos ficcionales, en los que actúan personajes y
comunicación literaria significa fundamentalmente que queda en suspenso suceden acontecimientos, de acuerdo con las convenciones de la poética de
el pacto de veridicción que rige en los discursos referencialesv, El autor no la ficción que corresponda. Desde esta perspectiva, la novela histórica
se compromete a respetar ni la verdad moral de la sinceridad ni la verdad ofrece una diegésis cuya consistencia está basada en la representación de
lógica de la referencia. Por lo mismo, no requiere de su receptor credibili- hechos, situaciones, personajes, que ya han sido narrados en textos de
dad en su palabra ni en su relato. Y ello porque la regla fundamental de la historia y cuya existencia empírica queda atestiguada en esos mismos
ficción novelística textos, de manera que el receptor los reconoce porque forman parte de su
enciclopedia cultural y los remite a un marco referencial extensional.
no es el aceptar una imagen ficticia del mundo, sino, previo a eso, el El presupuesto de ficción no impide que el texto incorpore elementos
aceptar un hablar ficticio. Nótese bien: no un hablar fingido y no que puedan ser referidos por el receptor a un marco referencial extratextual,
pleno del autor, sino un hablar pleno y auténtico, pero ficticio, de otro,
lo que sí excluye dicho presupuesto:
de una fuente de lenguaje (lo que Bühler llamó "origo" del discurso)
que no es el autor, y que, pues es fuente propia de un hablar ficticio, es es la posibilidad de que el lector considere como escala para la deter-
también ficticia o meramente imaginaria. minación de la relevancia del comunicado su "reproducción de la
(Martínez Bonati 1992: 66)51 realidad" ( ...). Este tipo de referencialidad, tal es mi presupuesto, es
relevante para la literariedad de un comunicado literario si y sólo si
En la novela histórica el pacto de ficcionalidad se asegura en el plano juega un papel constitutivo para la organización de los elementos
pragmático en cuanto que la fuente de lenguaje de la novela histórica es una lingüísticos presentados en el texto en forma de un comunicado cohe-
fuente ficticia, un narrador que no es el autor, y que pertenece al mundo rente para el productor o para el receptor. Dicho de otro modo, este
imaginario creado por el texto". tipo de referencialidad, como corrección verificable histórico-científi-
camente de las declaraciones, no es importante en sí mismo; lo impor-
tante es la función de esa referencialidad para la construcción de un
comunicado específicamente literario (Schmidt 1990: 214-215).

50 Sin duda, éste es el caso de la novela histórica, género en el que la refe-


Siegfried 1. Schmidt (1990: 145 y sig.), en el marco de su teoría empírica de la
literatura, relaciona la ficcionalidad con la convención dominante en las acciones rencialidad histórica funciona como soporte para la coherencia del mundo
comunicativas literarias, la convención estética, en virtud de la cual los partici- narrativo, así como para la configuración de las estrategias de lectura. Es
pantes en la comunicación literaria dejan en suspenso la convención de veridicción decir, funciona en los niveles semántico y pragmático, determinando desde
de las acciones comunicativas generales y su valor pragmático inmediato. Schmidt ellos la estructura sintáctico-semántica del texto. El mismo Smichdt se
precisa, no obstante. que «el cumplimiento de la convención Á (la convención refiere concretamente al género en otro lugar, cuando comenta las actitudes
estética) en la recepción y valoración de comunicados estéticos no puede ser
confundido con la constataciónde una "falta de funcionalidad social" en los comu-
nicados estéticos» (145). Lo único que se implica con esta tesis es que el receptor 53 La ficcionalidad constituye una de las cuestiones más debatidasy analizadas en los
muestra ante esta clase de comunicados una actitud específicamente diferente a la últimos años desde diferentes perspectivas teóricas. Puede verse una muy buena
que muestra frente a textos documentales,jurídicos, científicos, etc. síntesis del estado de la cuestión en Pozuelo Yvancos (1983: 63-150). A los efec-
51 Gerard Genette (1991), en un trabajo en el que trata de determinar si existen tos de este libro, interesa destacar que la ficcionalidad pone en juego tres dimen-
diferencias entre la narración ficcional y la no ficcional, ratifica en sus conclu- siones del discurso: la dimensión pragmática, que, como se ha dicho, radica en la
siones que la clave diferenciadora está en la no correferenciaentre autor y narrador: ficcionalidad de la instancia enunciativa así como en las convenciones del sistema
«A=N ---récit factuel, N N--- récit fictionnel, et ce, quelle que soit la teneur cultural relacionadas con la institucionalización de la comunicación literaria; la
(véridique ou non) du récit, ou, si I'on préfere, quel que soit le caractere, fictif ou dimensión semántica, en tanto que la ficción no afecta sólo a la enunciación, sino
non, de l'histoire» (82). La exactitud o la veracidad de los hechos narrados no también al enunciado, al mundo construido en el texto, que plantea relaciones y
impide el diagnóstico de ficcionalidad dado que «dans un roman ou dans un conte, contactos con los mundos "reales" de referencia de los lectores. Y la dimensión
c'est l'acte de rapporter des événements, I'acte de décrire des personnes et de se genérica, pues cada género desarrolla un tipo de ficción y para ello elabora una
référer ades lieux, qui est fictif» (81). Esta matización es decisiva para determinar poética con normas estilísticas, estrategias retóricas y convenciones temáticas y
que la ficcionalidad es más una categoría pragmáticaque semántica. . ) formales. Esta poética regula los procesos comunicativos de producción y recep-
52 En el apartado siguiente analizaré las diferentes opciones de modalización de la ción de las obras y sirve para establecer los contratosde ficcionalidad mediante los
novela histórica. cuales se precisan las líneas o básicas de interacciónentre el texto y el lector.
200 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIAY NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA I-DSl"ÓRlCA 201

de los receptores ante la presencia de «citas de realidad» en un comunicado y sobre el que no tenemos mayor conocimiento, como es el nacimiento
presentado y valorado como literario. Si éstas no constituyen elementos de la República, yeso nos incumbe a todOS. 55
aislados sino que suscitan en el receptor la impresión de que es caracterís- Esta anécdota en la historia de la recepción de la novela de Márquez,
tica del ':estilo" de este comunicado el intento por parte de su autor de
sirve para ilustrar el territorio resbaladizo en el que se mueve el contrato de
reproducir de manera adecuada a los hechos determinadas «citas de reali-
lectura de la novela histórica. Desde luego, los términos de este pacto
dad» -por ejemplo, la descripción de ciertos lugares en una ciudad-,
narrativo varían según el compromiso de historicidad contraído por la
entonces los lectores valorarán como defectos de reproducción los
novela. Ya se ha indicado que el novelista puede acercarse al polo de la
"errores" evidentes en aquellas citas a las que no es posible asignar ninguna
historicidad o bien al polo de la invención, lo cual evidentemente dará lugar
función razonable para el significado del comunicado».
a la construcción de lectores implícitos distintos. La novela histórica que se
Hay pues en el género de la novela histórica un cierto desajuste entre apoya en una investigación rigurosa y que trata de respetar la verdad
una .ficcíonalida~ asegurada pragmáticamente y un contenido narrativo que sustancial de la época, del personaje, de los acontecimientos históricos
rerrute a otros dISCurSOS, que está cargado de instrucciones referenciales novelados es la que sustenta con mayor intensidad ese caracter híbrido del
(nombres propios registrados en la enciclopedia histórica o cultural, datos pacto narrativo, en la medida en que se presenta como una versión de los
cro~ológicos precisos, descripciones de lugar muy detalladas, exhibición sucesos que compite con las versiones históricas (las corrobora, las amplia,
de lllfo.f1!1aciones o de conocimientos históricos ... ), y que incluso puede las contradice, las refuta, las matiza, etc.).
ser verificado por los lectores, o al menos contrastado con las versiones
Por otra parte, no todos los asuntos históricos generan la misma expec-
historiográficas más o menos oficiales. De hecho, la ambigüedad del pacto'
tativa ni son susceptibles de provocar polémicas. Como se apuntó en otro
se pone de manifiesto en situaciones concretas como la polémica que se
lugar, todo depende del impacto que todavía ejerza el personaje o el acon-
desató a r~íz de la publicación de la novela de García Márquez El general en
tecimiento histórico del pasado en el presente de los lectores.
su laberinto, que narra los últimos días de la vida del general Simón
Bolívar. Según dió cuenta el diario El País en su edición del 4 de abril de La teoría de Darío Villanueva (1992: 119) sobre el realismo intencional y
1989, los miembros de la Academia de la Historia de Colombia se habían sobre la lectura realista, puede ser aplicada en parte a nuestro género en la
sentido «ofendidos por el retrato que del general Santander hace García medida en que, como ya se dijo, la lectura de una novela histórica es un
Márquez en su novela». Germán Arciniegas, presidente de la Academia de tipo de lectura realista. Actualizar una novela histórica requiere del lector
la Historia, lo considera «una provocación», y Fabio Zambrano, histo- una confrontación entre el mundo referencial interno construido por el
riador y catedrático de la Universidad Nacional de Bogotá, discute la califi- texto, lo que Benjamín Harshaw (1984) denomina Internal Field of
cación de ese texto como novela: . Reference, y sus propios referentes historiográficos extratextuales
(External Field of Reference). Esta proyección de un mundo en el otro es
Los agradecimientos, el mapa y la cronología que aparecen al final del inevitable, aunque admite variaciones según la preferencia que el lector
libro insinúan que se trata de una novela realmente histórica y muy conceda a uno u otro campo referencialv.
apega?a a los documentos originales. A pesar de esto García Márquez
desc.U1da el.contexto histórico. No podemos desconocer que él es el
escntor nacional y que la mayoría de los colombianos se identifican 55 Al día siguiente, el mismo periódico publica una selección de las respuestas de
con sus escritos. Entonces no podemos decir: es una novela los García Márquez en una amplia entrevista concedida al semanario mexicano
histor.iadores no tenemos nada que ver con ella. El general e'n su Proceso. El famoso novelista rechaza las críticas históricas a su obra, afirma que
laberinto va a provocar ideas sobre un hecho histórico transcendental, «los juicios sobre Santander que se me pueden atribuir a mí son casi todos posi-
tivos y, en todo caso, fundados en documentos irrebatibles». Los otros juicios son
de Bolívar: «Lo digo de una vez por todas: la mayoría de las frases dichas por
Bolívar en los diálogos de mi novela son literales de sus cartas, así como muchas
otras que andan sin comillas a lo largo del texto» (33). Además, García Márquez
54 «En el marco de la historia de la literatura, la novela histórica del siglo XIX enumera en la entrevista los libros que tuvo que leer para escribir su novela, fruto
interesa sobre todo desde este punto de vista, dado que aquí --como resulta de los de un trabajo de investigaciónque le ocupó tres años más dos de escritura, aseso-
testimonios de su recepción-las expectativas de la "verdad del hecho" se exage- rado por historiadores, políticos, lingüistas, etc.
raban a veces tanto que llegaban inclusoa desaparecersus diferenciasen relación a 56 Leda Schiavo (1980: 14-15) explica que caben tres lecturas posibles para una
las exposiciones histórico-científicas. Incluso en tales casos -según la afírrná- novela histórica: primero,la que ignoralas referencias históricas, desentendiéndose
ción aquí establecida- es problemático suponer que tales receptores no hayan completamente «de ese otro relato subyacente que la novela recrea, desfigura o
actuado en el ámbito de la comunicación literaria» (216). transfigura, y desentrañando su significadosin acudir a más datos que los que nos
202 CEUA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 203

5. LA ESTRUCTURA DE LA NOVELA HISTÓRICA 5.1.1. Narraciones fenoménicas


La novela histórica puede adoptar estructuras narrativas muy diversas La novela histórica, en la medida en que pretende un efecto de autentici-
según el contexto histórico-literario en que se produzca, la relación que dad histórica, tiende a basar 10 narrado en una fuente de origen competente
mantenga con otros referentes genéricos y los designios semántico- y fidedigna que merezca el crédito y la confianza del lector empírico. Tanto
ideológicos de su autor. No obstante, las dominantes semántica y Martínez Bonati (1992) como L. Dolezel (1988) han destacado la función
pragmática que se han indicado guían la preferencia por ciertas estrategias de autentificación del mundo ficcional que posee el hablar del narradorv.
narrativas que comentaré atendiendo a las tres operaciones narratológicas Es la palabra mimético-representativa del narrador la que crea el mundo y a
básicas en el proceso de transformar la historia en discurso narrativo: ella se le atribuye valor de verdad. Ahora bien, en la novela histórica esta
modalización, espacialización y temporalización (D. Villanueva, 1988; función de autentificación de los personajes y hechos narrados no basta; al
1989). modo del historiador, el narrador tiene que justificar su saber acerca de

5.1. Modalización
La modalización integra los aspectos que se refieren a la enunciación
narrativa: quién habla en el texto (la voz) y a quién (narratario o lectores ambigüedad similar a la del lector implícito: es "la imagen del autor" que el lector
representados); y quién ve o quién conoce la historia narrada: la perspectiva deduce a partir de su lectura yes una instancia inmanente de enunciación, organi-
o focalización. Además, entraría aquí la dimensión retórica e ideológica del zador del sistema ideológico, del sistema de "normas" de la obra. No es momento
discurso del narrador que filtra a través de su voz el sistema de valores del de comentar el estado actual de la cuestión, repartido, en general, entre quienes
autor implícitov. consideran el autor implícito como una construcción del lector, sin voz en el
discurso (Seymour Chatman 1978: 159; Jaap Linvelt 1981: 17 y sig.; S.
Rimmon-Kenan 1983: 87) y los que lo consideran una instancia narrativa con voz
proporciona la novela»; una segunda lectura consistiría en otorgar valor de verdad propia en el texto (véase Darío Villanueva 1983: 134). Creo que la voz del
a la reconstrucción histórica en su conjunto y a la interpretación que conlleva. narrador novelesco es siempre una voz dual (Bajtín), una voz en la que se filtran y
«Provocar esta lectura es el propósito de muchas novelas históricas escritas con se refractan el sistema de valores, las actitudes emocionales, las perspectivas
fines de combate o propaganda»; y la tercera lectura sería aquella que asume la ideológicas del autor implícito. En este sentido, el discurso del narrador no sólo
parte histórica de la novela. «El lector utilizará por lo tanto, junto con su narra, sino que al mismo tiempo que narra, valora, comenta, interpreta, de modo
conocimiento de la lengua y de las convenciones de la lectura, la información que es imposible aislar lo que es sólo narración, de lo que es valoración e inter-
-poca o mucha- que posee sobre la época a la que la novela se refiere, además pretación. Es cierto que el narrador puede hacer uso de digresiones, comentarios
de su información sobre las novelas mismas, si ha leído o escuchado críticas, metanarrativos, reflexiones generales, que interrumpen el discurso narrativo
juicios o explicaciones». Leda Schiavo considera que esta última es la lectura propiamente dicho, pero, salvo en los casos en que haya un conflicto entre los
apropiada, capaz de realizar el máximo de inferencias. No obstante, una de sus valores del narrador y los del autor implícito (casos en los que el discurso del
afirmaciones resulta discutible: «Es obvio que cuanta más información posea el narrador es socavado desde dentro por la intención irónica del autor implícito),
lector, más disfrutará y mejor comprenderá el significado de una obra». No es tan narrador y autor implícito se expresan en una sola voz narrativa, la voz dual del
obvio, desde luego, y menos en la novela histórica como ya hemos tenido opor- narrador. Es el caso de la novela histórica, en la que el juego enunciativo procede
tunidad de señalar. Los historiadores y los lectores bien informados de la realidad más bien de la presencia en el texto de varios supuestos "autores", de las rela-
histórica suelen ser los más críticos hacia este género novelesco. ciones entre narrador y narratario en las novelas fenoménicas y del desdoblamiento
Estos tres tipos de lectura vendrían a ejemplificar o ilustrar formas de actual- entre el yo narrante, que escribe y recuerda, y el yo actor de la historia narrada.
ización del lector, según ponga énfasis en uno u otro campo de referencia, el 58 Por convención narrativa la palabra del narrador es la que crea el mundo ficcional y
interno de la obra, o el externo de la referencia historiográfica. requiere credibilidad absoluta como explica Martínez Bonati (1992: 37): «Es una
57 La categoría del autor implícito sigue siendo una de las más resistentes a la clari- norma constitutiva del leer literario que las frases narrativas y descriptivas del
ficación teórica. WayneC. Booth en 1961 explicaba: «Nuestro sentido del autor narrador son irrestrictamente verdaderas, que el mundo de la obra es necesariamente
implícito incluye no solamente los significados obtenibles sino también el tal como el narrador dice que es. Dicho en lenguaje kantiano, se trata de una
contenido moral y emocional de cada fragmento de la acción y del sufrimiento de condición de la posibilidad de la experiencia poético-narrativa».
todos los personajes. Resumiendo, incluye la aprehensión de un todo artística- Lubomir Dolezel (1988: 490), aplicando la teoría de los actos de habla a la
mente completo cuyo principal valor al que este autor implícito está' compro¿ narración señala que «the force of authentication is assigned to the speech acts
metido, prescindiendo del partido a que pertenece su creador en la vida real, es el originating with the so-called narrator. The narrator's authority to issue authenti-
que queda expresado por la forma total» (69). El autor implícito plantea pues una cating speech acts is given by the conventions of the narrative genre»,
204 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 205

esos sucesos que han tenido lugar en el pasado. Por eso las novelas d) Justifica el anacronismo. El narrador autorial, editor o transcriptor del
históricas se presentan a menudo como narraciones fenornénicasw, es decir manuscrito, se ve en la necesidad de modernizar el estilo de éste para
la existencia de su texto se justifica como un fenómeno resultante de hacerlo más legible o inteligible al lector contemporáneo.
un proceso de producción cuyas determinantes y circunstancias adi- Pero su uso reiterado y mecánico acabó por esclerotizarlo (Isabel
cionales no se nos hurta. Tal sucede en aquellas obras novelísticas Román, 1988), haciéndole perder su virtualidad realista.
configuradas como cartas, informes, crónicas, confesiones, conversa- En el desarrollo diacrónico del género, la fenomenicidad de la narración
ciones, declaraciones o, en general, manuscritos, lo que da lugar a la
frecuente aparición de una instancia intermedia entre el autor implícito se despega de la modalización de omnisciencia autorial, y se utiliza en
y/ o narrador y nosotros, los lectores. relatos modalizados en primera persona en los que el narrador es a la vez
protagonista de lo narrado.
(D. Villanueva 1989: 32)
La narración homodiegética, a menudo también autodiegética, se consti-
Esta estrategia narrativa es un mecanismo productor de historicidad y tuye, pues, como la opción predominante en la novela histórica de nuestro
podría incorporarse a un posible repertorio de procedimientos de produc- siglo, que se presenta en forma de memorias (Memorias de un hombre de
tividad referencial realista. acción de Pío Baroja, El Laberinto de M. Mujica Láinez), diarios en forma
En la novela histórica romántica, el narrador autorial se presentaba como epistolar (El Himno de Riego de José Esteban), autobiografías (Bomarzo
editor o transcriptor (O. Tacca 1973: 37-63) de un manuscrito o de una de M. Mujica Láinez), crónicas (Urraca de Lourdes Ortíz, La campaña de
crónica antiguos que daban cuenta de los sucesos ocurridos en aquel Carlos Fuentes) o manuscritos (El último manuscrito de Hemando Colón
tiempo. La fiabilidad y veracidad de esta fuente suministradora de infor- (1992) de Vicente Muñoz Puelles).
mación era motivo de argumentación y comentario del narrador, interesado Estas narraciones fenoménicas requieren a menudo la presencia de un
en apuntalar la historicidad (la realidad) de su relato. Este procedimiento, destinatario interno, de un narratario, al que se dirige directamente el
de larga tradición en la narrativa occidental, unido a una perspectiva de narrador, y que condiciona en grados diversos su relato. Las funciones de
omnisciencia autorial, se constituyó en rasgo dominante de la novela los narratarios pueden ser muy varias y hay que valorarlas en el sistema de
histórica romántica -aparece en Ivanhoe de W. Scott, en 1promessi sposi cada texto. Así por ejemplo en El Himno de Riego, el narrador-protago-
de Manzoni, en El doncel de Don Enrique el Doliente de M. J. de Larra, en nista, Rafael de Riego, desde su situación presente, encarcelado y en los
Sancho Saldaña de Espronceda entre tantas otras-, en la que poseía una días previos a su ajusticiamiento, decide escribir su versión de los aconte-
alta rentabilidad funcional: cimientos que tuvieron lugar durante los años 1820-1823. Sus cuartillas
a) Otorga verosimilitud a la omnisciencia del narrador en relación a la van dirigidas a Teresa, su narrataria, aunque de hecho su destinatario es el
historia y subraya el valor histórico del relato al hacerlo provenir de una pueblo español, y más concretamente, los «españoles del futuro». Teresa
fuente contemporánea a los sucesos. es el instrumento mediante el cual sus memorias pueden ser guardadas y
. algun día ser conocidas por los españoles.
b) Marca el desfase temporal entre el pasado del enunciado y el presente
Para ilustrar esta opción comentaré la novela de Napoleón Baccino
de la enunciación.
Ponce de León, Maluco. La novela de los descubridores (1990). Se trata
e) Hace posible la intervención comentadora (metanarrativa y hermenéu- del relato del viaje de Hernando de Magallanes alrededor del mundo con-
tica) del narrador autorial. tado en primera persona por uno de sus participantes, el bufón Juanillo
Ponce, y dirigido al Rey Carlos l. Las razones de la escritura son diversas
y las explica el propio narrador:
59 Osear Tacca (1973: 113-130) ya había hablado de «numenicidad y fenomenicidad» ahora en la vejez, perdidas ya mis artes para mover a risa (...)
de la narración literaria: «la verosimilitud narrativa se ha internado curiosamente determiné, antes de morir, dar cuenta a Vuestra Alteza de los muchos
por dos vías diferentes: por un lado, hacia lo narrativo en sí, hacia la acentuación prodigios y privaciones que en aquel viaje vimos y pasamos, y el
del carácter verbalista y referencial del enunciado; por otro, hacia la narración visi- mucho dolor y la gran hambre que sufrimos, jurito a las muchas
ble y aparente, hacia la acentuación de la implicación transcendente de la enun- maravillas y placeres que tuvimos (...).
ciación. En un caso, la escritura es numénica, aparece como un conjunto de y si el relato puntual y verdadero de nuestras miserias, relato que en un
signos de origen misterioso, y toda atribución resulta herética. En el otro, el libro todo falseó vuestro cronista Pedro Mártyr de Anglería para mayor
está ceñido a su "fisiología escritural", es el resultado de un acto consciente y gloria de su Alteza Imperial, así como de las muchas cosas que aquel
ostensible» (130). sagaz caballero vicentino don Antonio de Pigaffeta calló y enmendó
206 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HJSTÓRICA 207

por la misma razón, llegare al corazón de Vuestra Merced, tenga él en aunque bien pudo inventar todo basándos~ ~n alguna de .esas crónicas
cuenta que en Bustillo del Páramo, mi pueblo natal, sufre gran.de o en el testimonio directo de algun sobreviviente que pudIera conocer.
pobreza este Juanillo, bufón de la armada, que hIZO con sus gracl~s En cualquier caso debo admitir, Majestad, ~u.e el aU,to!, quie~quiera
tanto por la empresa como el mismo Capitán General con su obsti- que sea, ha pasado grandes trabajos para escribir su crornca y, SI se me
nación. permite una opinión. personal, ~~ande placer me ha causado con ella y
Quizás ello os determine a interceder ante vuestro hijo, nuestro amado bien merece la pension que solicita.
Felipe, para que se me restituya la pensión que, por ~ndar por pueblos En Sevilla, a 21 de septiembre de 1558.... (316)
y plazas indagando nada más que la verdad, se me quitó (8).
Otra forma de actualización de la fenomenicidad la encontramos en
Juanillo es, pues, quien escribe una larga crónica recor~ando los Volaverunt (1980) de Antonio Larreta, en la qu~ este recurs?, utiliza~o con
avatares de la expedición. La elección de un narrador buf?n perrrnte al aut?r ironía y cierta desmesura, da lugar a una complicada madeja de versIOne?:
ofrecer una visión no oficial y antiheroica de los acontecirruentos. El bufon el autor cuenta en la «Primera advertencia» su hallazgo de la «Memona
observa, curiosea, espía las conversaciones privadas, sabe de todos los
Breve» de Godoy en una antigua casa de París, propiedad del Marqués. de
secretos y descree de las grandes palabras como honor, gloria o grandeza
Peñadolida, tercer marido de su madre. La «Segunda adverte.ncIa»
(112-113). Su afán es sobrevivir y ello le dota de una perspectiva lúcida ya
pertenece al Marqués, que había descub~ert? ya en .1937 esta Memona que
veces sarcástica. Poco a poco, a medida que avanza en su relato, aumenta
le llegó escrita en francés y con un estilo impropio de s.u .autor. P~r ello
su familiaridad con su ausente interlocutor, el rey Carlos 1, al que imagina supuso que se trataba de una. traducción ~echa sobre un original espanol. El
en Yuste, anciano y solo, y al que dirige duros reproches por haber igno- Marqués la retraduce y confirma la autona de Godoy. Y, en tercer lugar, se
rado el hambre de su pueblo (218), y al que trata de obligar a oír un relato
inicia la
diferente al que le tienen acostumbrado sus cronistas oficiales. Juanillo de
Ponce reflexiona sobre la propia escritura, denuncia la falsedad de la MEMORIA BREVE Y secreta de Don Manuel de ,Godoy,. Duque de
continuidad de la crónica cuando la escritura ha sido tal vez interrumpida Alcudia, escrita en 1848, sobre la muerte de Mana del PIlar Ter~sa
por las desdichas, el cansancio, el frío o el hambre del cronista, y, desle~i­ Cayetana de Silva y Alvarez de Toled?, Duques.a de Alba, acaecida
tima las versiones oficiales que pasan por alto sucesos a los que el dedica cuarenta y seis años antes, las extrañas cI~cuns~ancIas que la rod~aron y
páginas y páginas (203-204). su más veraz interpretación, con el testimoruo de Don Francisco de
La primera persona, el relato retrospectivo, los com.entarios meta- Gaya y la carta póstuma de otro alto personaje indirectamente involu-
narrativos del bufón, su trato desenfadado con el narratano Carlos 1, sus crado en los sucesos, que arroja nueva luz sobre ellos.
vibrantes y líricas descripciones de la travesía, de l~s pe~es, la naturalez~, Sigue una nueva «Advertencia al Lector», esta vez escrita por el propio
el viento, el silencio, la soledad, la muerte, su lucha intenor contra la faSCI- Manuel Godoy en 1848, ya anciano de ochenta a~os, en la que explica por
nación que aún ejercen sobre él los locos sueños de los conquist~dores, y qué se ha decidido a escribir est?s recuerdos y pide .que ~o se den ~ cono-
su rabia y rencor hacia los poderosos encarnados aquí en la figura del cer públicamente hasta transcurndos por lo menos CIen anos despues de su
Monarca, configuran una lograda voz narrativa, dotada además de un estilo muerte. .
vivaz, directo, heterodoxo, con mucho sabor de época, en el que caben el
humor, el lirismo y la reflexión. Por último se incluyen unas notas del primer editor, que acla~an I?~ntos
del texto anterior de Godoy y que justifican el retraso de la pU?lICacI~n.de
La verosimilitud histórica del personaje se justifica con ironía en un la Memoria hasta 1951. Y aquí se abre una llamada de nota a pIe de pagma
apéndice final, que consiste en una carta que Ginés de Sepúlveda dirige al del autor (y segundo y definitivo editor) quien explica que la muerte del
Emperador en respuesta a otra de éste en la que le pedía d~talles sobre .los Marqués impidió que estos papeles vieran la luz «hasta q~e yo los e.ncon-
pormenores de la expedición al Maluco y sobre la personalidad de Jua~Illo trara por la renovada fuerza del destino» (2~). La sene de versiones,
de Ponce. Sepúlveda, tras citar a historiadores y otros docul1!entos hIs.t?- traducciones, manipulaciones, notas, comentanos que unos textos h~cen
riográficos, confiesa ignorar quién es ese bufón del que no existe men~IOn sobre otros viene a ser una metáfora de cómo se construye la realidad
alguna. No obstante, no puede «afirmar ni negar con c~rteza queel,dIcho histórica yde la imposibilidad de llegar a tocar directamente lo real.
Juanillo haya servido en la Armada al Maluco en calidad de bufon o a
cualquier otro título». Admite también Sepúlveda que los datos deja Así pues, la perspectiva omniscie~te, dot~d~ además .de I~ autoridad
relación de Juanillo se corresponden con los de las versiones conocidas, cognitiva del historiador, de la narratI~a r<;>I?antIca y realista tiende ~ s~r
reemplazada por otras formas de modalización que muestran un sab~r Ill;U-
tado, a veces inseguro, vacilante, fragmentario, y en consecuencia solo
208 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DE LA NOVELA HISTóRICA 209

relativamente digno de crédito. Pero, paradójicamente, estas opciones carácter lírico al conectarse con la historia de amor frustrado hacia Lisi
modalizadoras personalizadas y emocionales resultan a la postre más (Doña Inés de Zúñiga). Esta historia privada e íntima se inserta en otra que
verídicas, más creíbles, porque asumen la parcialidad de su versión de los traza los hilos de la estrategia conspirativa de los nobles conjurados contra
hechos. La elección de este tipo de narradores se relaciona, como ya hemos Olivares (Luis de Haro, Juan de Alcete, el conde de Illescas, Mejuto). El
apuntado en su lugar, con la crisis de la historiografía, el replanteamiento episodio histórico del encarcelamiento de Quevedo queda así perfectamente
del concepto de "verdad" en la epistemología contemporánea, y la imposi- integrado y articulado en la intriga palaciega, y la alternancia de voz y de
bilidad de separar el relato histórico de los presupuestos ideológicos y punto de vista se justifica porque Quevedo ignora la razón de su prisión y
culturales del historiador. de su destierro lo que confiere a sus meditaciones un tono más angustiado
y dramático".
5.1.2. Omnisciencia selectiva y multiselectiva Estos sucesos se enmarcan en una diégesis hábilmente construida del
Madrid del XVII, en el que desfilan toda clase de tipos sociales y urbanos:
Aunque el predominio de la modalización homodiegética es evidente, rentistas, pícaros, escribanos, multitud de monjas y clérigos, arbitristas,
hay muchos autores que optan por una modalización en omnisciencia copleros... También asistimos a las veladas chabacanas y vulgares del rey
selectiva y multiselectiva. Son novelas que manteniendo la voz del narrador en el Pardo con su cortejo de músicos, enanos, cómicos (como su amante
omnisciente en tercera persona, asumen los puntos de vista de uno o de la Calderona), y aduladores. Y el estilo, en fin, busca efectos de pastiche
varios personajes, de manera que la historia llega a los lectores desde de época, de los registros clásicos.
diferentes perspectivasw. Como ejemplo, he elegido El insomnio de una
noche de invierno (1984) de Eduardo Alonso, que narra la detención y 5.1.3. La información histórica
encarcelamiento de Francisco de Quevedo en el marco de una conjura
palaciega contra el conde-duque de Olivares. Se proporciona así una expli- La principal e inexcusable función que corresponde a la instancia enun-
cación (ficticia, novelesca) al todavía inaclarado episodio histórico de la ciativa es la de narrar la historia, configurar sus coordenadas espacio-
prisión del famoso escritor barroco. Se trata de una novela de reducción temporales, y distribuir las voces de los personajes que se oyen en el
temporal -los sucesos de la historia abarcan una noche y la mañana del día discurso narrativo. Pero, además, en el género de la novela histórica el
siguiente- en la que se alternan la narración en primera persona asumida narrador, sea cual sea la modalización adoptada, debe incorporar a su dis-
por Quevedo (capítulos 1, 10, 14 Y 18), con la narración en tercera persona curso un considerable volumen de informaciones y referencias históricas y
que adopta a veces la perspectiva omnisciente y otras veces, mediante un culturales que son necesarias no sólo para que los lectores puedan seguir la
uso abundante del indirecto libre, se identifica con la visión de algunos acción y comprender las situaciones y los conflictos, sino para cumplir el
personajes como el embajador francés, doña Inés de Zúñiga (Lisi), el ! contrato genérico: enseñar/ aprender historia. La novela histórica negocia
propio Conde-Duque, o el rey Felipe IV. Hay en esta novela varias con la enciclopedia de los lectores, con lo que éstos (se supone que) saben
historias simultáneas, de tono y función muy diferente, que se entrecruzan sobre el tema y lo que (supone que) ignoran y que les gustaría saber. Y por
en algunos momentos. Una protagonizada por Quevedo, cuyos monólogos eso hace gala y exhibe un saber sobre el pasado histórico que se manifiesta
(citados) nos descubren sus pensamientos y sentimientos, dan pie para' en forma de digresiones narratoriales, comentarios, explicaciones, pausas
insertar alusiones, frases, citas, ecos intertextuales, y tienen a menudo 'descriptivas. Tanto si se trata de un narrador omnisciente heterodiegético
como de un narrador homodiegético, aparece dotado de una competencia
60 Algunos historiadores contemporáneos como Peter Burke (1991: 295-296) defien- histórica y cultural superior a la del lector, y de ahí la dimensión didáctica
den la conveniencia de incorporar al relato histórico voces y perspectivas diversas que posee este género.
siguiendo el camino abierto por las técnicas novelísticas de nuestro siglo. P. Ya comentamos que la presencia en el discurso narrativo de amplios
Burke pone como ejemplo de este tipo de historia a Richard Price (Alabi's World, tramos de discurso descriptivo y expositivo, que interrumpe el desarrollo
1990) que «presenta su estudio de Surinam en el siglo XVIII en forma de un relato
con cuatro "voces" (simbolizadas en cuatro familias tipográficas): la de los
esclavos negros (transmitida por sus descendientes, los samaraka), la de los admi- 61 Quevedo, en sus monólogos, parece a veces dirigirse a Lisi como una interlocu-
nistradores holandeses, la de los misioneros moravos y, finalmente, la del histo- tora imaginaria y deseada, y los ecos intertextuales se hacen evidentes: «... mi
riador mismo. El objeto de este ejercicio es precisamente mostrar y,al mismo pena va como a mar sordo, Lisi, ahora que el amor es ceniza amante y el recuerdo
tiempo, establecer las diferencias de perspectiva entre el pasado y el presente, la luz muerta en humo, y el corazón reino del espanto» (122).
Iglesia y el Estado, los negros y los blancos, las incomprensiones y la lucha por Las reflexiones de Quevedo introducen además el tema (de ayer y de hoy) de las
imponer definiciones individuales de la situación». relaciones entre los intelectuales y artistas y el poder político.
210 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA 211

de la acción (salvo en los casos en que esa descripción o información de la época es ya un signo ideológico 64, y sobre todo lo son el discurso
aparezca narratívizadaj-', provocó las mayores censuras por parte de los valorativo y el discurso abstracto'< del narrador, es decir, sus comentarios
oríticos desde Manzoni a Ortega y Gasset. Sin duda, el mayor reto del sobre los personajes o sobre los sucesos de la historia y sus reflexiones
novelista histórico es conformar un lector implfcitov capaz de valorar y de generales, más allá de toda referencia espacio-temporal concreta, en las que
disfrutar de los códigos culturales (Barthes 1970) que se acumulan en la se proyecta una visión del mundo que busca incidir en el sistema de creen-
digresión y la descripción narratoriales. cias del lector implícito (recuérdese a este respecto lo que comentamos en el
capítulo anterior sobre la dimensión ideológica del género en el contexto
5.1.4. Comentarios metanarrativos y retórico-ideológicos socio-político de su producción y recepción).

El predominio de la narración fenoménica en el género de la novela 5.2. Temporalización


histórica da lugar a que los narradores introduzcan en su discurso comen-
tarios metanarrativos sobre los textos que les sirven de base para su escri- 5.2.1. Tiempo de la historia
tura (al modo en que el narrador cervantino cuestionaba el relato del primer
autor Cide Hamete Benengeli), y polemicen con las versiones que han dado Constituye un rasgo dominante del género situar la diégesis en un
los historiadores sobre talo cual acontecimiento o personaje. tiempo pasado en relación al presente del lector. Importa además marcar de
La novela histórica contemporánea, como ya se dijo, lleva mucho más inmediato esa distancia temporal y por eso en la primera página, a veces ya
lejos la reflexión sobre los límites entre la historia y la novela hasta el punto en la primera línea o en el título, se proporcionan los datos y las referencias
de convertirse en una novela metaficcional que cuestiona la epistemología cronológicas concretas en que se va a desarrollar la acción: el siglo, el año,
de la historia, la ontología de los sucesos históricos pasados, y el propio incluso el mes o el día de los sucesos. El tiempo de la historia se confirma
modelo génericotradicional. La metaficción se manifiesta de formas distin- además mediante alusiones a acontecimientos o personajes de la política, de
tas y cumple diferentes funciones según la modalización elegida, y según la la cultura, de la ciencia, del arte ... que forman parte del mismo contexto
relación del texto con la historiografía (remitimos de nuevo a lo expuesto histórico.
sobre este asunto en el capítulo anterior). . En general, el tiempo de la historia suele ser dilatado y a menudo viene
Para terminar con este apartado dedicado a los problemas de la instancia forzado por una cronología ya determinada en la historiografía, sobre todo
enunciativa de la novela histórica querríamos comentar que la perspectiva si la novela evoca la vida de algun personaje público o hechos históricos
narratorial asume, en el plano semántico, un punto de vista ideológico en muy conocidos.
un sentido amplio. La elección de los personajes, de los acontecimientos o
5.2.2. Relación temporal entre la enunciación y el enunciado
62 Desde luego, parte de ese saber se narrativiza, es decir, es asumido por otros La situación de enunciación del discurso siempre se sitúa en el presente
personajes e incorporado a la diégesis. Lo mismo sucede con la descripción, de la en relación al pasado del enunciado. Ahora bien, caben diversas opciones
que nos ocuparemos al estudiar el espacio. La novela histórica que evoca aconte-
cimientos muy cercanos al presente es la que tiende a narrativizar al máximo la
información histórica. .
63 Umberto Eco (1983: 43 y 47) justificaba la incorporación de pasajes didácticos en 64 Signo ideológico es «tout élément qui, se soumettant a une formulation textuelle
su novela El Nombre de la rosa porque «si en una historia contemporánea un d'incidence esthético-littéraire et a une certaine pratique combinatoire (dimension
personaje dice que el Vaticano no aprobaría su divorcio, no es necesario explicar syntactico-signifiante), renvoie a des signifiés d'ordre axiologique (dimension
qué es el Vaticano y por qué no aprueba el divorcio. En una novela histórica, en sémantique) qui visent de facón plus o moins explicite la situation historique et
cambio, hay que proceder de otro modo, porque también se narra para que los les coordonnées politiques et sociales de ses interpretes (dimension pragmatique)»
contemporáneos comprendamos mejor lo que sucedió y en qué sentido lo que (Apud Carlos Reís, 1987: 53).
sucedió también nos atañe a nosotros». Pero hay otra razón que se relaciona con el 65 Como señala Carlos Reis (1987: 57), «el dominio en el que más visiblemente
modelo de lector que el texto quiere construir. Cuenta Eco que se negó a las aparecen las líneas de fuerza del código ideológico es el de la expresión de la subje-
demandas de la editorial para que redujera las cien primeras páginas de la novela tividad». Por ello se consideran signos ideológicos "aquellas formulaciones
porque exigían demasiado esfuerzo al lector. Esas cien primeras páginas tenían [a genéricamente encaradas como registros de la subjetividad: discurso valorativo,
función «de penitencia, de iniciación»: «si alguien quería entrar en la abadía y discurso figurado, discurso connotativo y discurso abstracto constituyen otras
vivir en ella siete días, tenía que aceptar su ritmo. Si no lo lograba, nunca lograría tantas modalidades de insinuación de aspectos particulares de un sistema
leer todo el libro». ideológico».
212 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉfICA DELA NOVELA HISTÓRICA 213

estructurales para articular esta distancia entre enunciación y enunciado. La 5.2.4. Orden
novela histórica ha explorado sobre todo las siguientes:
Como se sabe, el discurso manipula y altera el orden necesariamente
. a) El presente del narrador heterodiegético coincide con el presente de sucesivo de los acontecimientos de la historia para crear diversos efectos de
los lectores frente al pasado de la, historia, como ocurre en la novela sentido. En el análisis de las novelas de nuestro corpus, se encuentran usos
histórica romántica (véase el procedimiento del "autor-transcriptor"). Por diversos de las dos formas básicas de la anacronía: las analepsis y las
supuesto, en la novela histórica del pasado próximo, narrador hete- prolepsis (Genette 1972: 77-121), cuya función estructural y semántica hay
rodiegético y lectores implícitos comparten el mismo marco espacio tem- que valorar en conexión con los demás elementos del sistema semiótico que
poral del presente e incluso de ese pasado de la historia representada. conforma cada texto concreto. Ahora bien, en mi opinión, la configuración
b) El narrador homodiegético se sitúa en un presente temporalmente del orden temporal en el discurso de la novela histórica viene determinada
limitado desde el que evoca episodios de su biografía. La temporalidad por el nivel semántico-ideológico, en conexión directa con los
histórica se transforma en vivencia personal; la enunciación se impone planteamientos del autor implícito sobre la evolución del hombre, el
sobre el enunciado pues la línea sucesiva cronológica se quiebra para ajus- concepto de progreso y de cambio, la interacción del tiempo externo,
tarse al ritmo de la evocación. Son novelas de «reducción temporal retro- superficial, histórico, con el tiempo interno, profundo, tradicional, y la
spectiva o rememorativa» (D. Villanueva 1977: 67) en forma de memorias, actitud ante el orden convencional establecido por la historiografía. Esto
confesiones, autobiografías, cartas, etc. Se crean así dos niveles narrativos: explica la diversidad de estructuras de temporalización que aparecen en las
un "relato primero" limitado temporalmente (horas, días) a partir del cual, novelas de la serie: la narración básicamente lineal de la novela histórica
mediante frecuentes analepsis, se alarga la línea temporal diegética hacia el romántica, que sigue el modelo tradicional de los romances de caballerías y
pasado. Como ejemplos valen algunas novelas ya citadas como El Himno en la que las anacronías están sobre todo al servicio de la intriga y la
de Riego o Bomarzo. En estos casos, el presente de la instancia enunciativa creación de efectos de sorpresa en los lectores; la historia "evenemencial"
puede o no coincidir con el presente del lector implícito. de los episodios galdosianos en los que los acontecimientos se suceden y
Como puede observarse, la novela histórica tiende a hacer funcional en se encadenan en el discurso por medio de fuertes lazos de causa-efecto, la
el plano sintáctico, semántico y pragmático la relación entre el pasado y el anulación del tiempo histórico en favor de una temporalidad intrahistórica
presente, individual, colectivo, histórico (véase C. Fernández Prieto, en Paz en la guerra de Unamuno, la circularidad del tiempo en las novelas
1996). del Ruedo Ibérico de Valle-Inclán, la subjetivización del tiempo histórico al
presentarlo como recuerdo y evocación de un narrador protagonista como
5.2.3. Ritmo o duración en Urraca de Lourdes Ortiz, la ruptura fantástica de la dimensión temporal
finita del hombre porque el pasado vive o se revive en la eternidad del arte
El tiempo amplio y dilatado de la historia suele resolverse en el discurso y de la literatura como en Bomarzo de M. Mujica Láinez, hasta llegar a la
mediante el uso de resúmenes y de elipsis que permiten al discurso recorrer disolución de la gran ficción del orden histórico para mostrar la simultanei-
en pocas líneas o saltar grandes tramos del tiempo de la historia, para dad de todas las épocas, el desorden y el caos del devenir humano como en
centrarse en situaciones o en períodos que se describen más detalladamente Los perros del paraíso de Abel Posse.
o que se representan en escenas y en diálogos. Estos procedimientos de
manipulación discursiva del tiempo de la historia hacen posible además 5.3. Espacialización
imponer el tiempo novelesco a la cronología histórica. Por otra parte, la
intención didáctico-informativa de la novela histórica provoca el uso abun- El espacio es, en palabras de Roman Ingarden, una de las «formaciones
dante de pausas descriptivas y digresivas que detienen el tiempo de la esquemáticas» de la obra literaria, en la que se requiere y se configura un
historia en favor del discurso. De ahí el ritmo generalmente alternante de las lector implícito dotado de las suficientes competencias cultural y literaria
novelas históricas, en las que se construye un receptor inmanente al que se como para, desde la superficie verbal del texto, proyectar mentalmente,
pretende interesar en el desarrollo de la acción, en el dinamismo diegético, imaginariamente, los espacios de la historia. El espacio del discurso es un
pero al que además se le dispone para que acepte el caudal descriptivo y espacio verbal, metafórico:
digresivo que envuelve y da consistencia a las partes narrativas.
Lo que no está en el texto es la realidad, lo irreductible a la escritura.
Una de las funciones del yo narrador consiste en producir ese espacio
214 CELIA FERNÁNDEZ HISlDRIA y NOVELA: POÉIlCA DELA NOVELA HISTÓRICA

verbal, un contexto para los movimientos en que la novela se resuelve; memoria, como metáforas o metonimias. La descripción pone ante
espacio que no es reflejo de nada, sino invención de la invención que del lector (recuérdese la importante figura retórica de la evideni
es el narrador, cuyas percepciones (trasladadas a la imagen) le producir el efecto de realidad) el inventario de un tiempo ya caduc
engendran. ahí que el novelista tenga que informarse y documentarse sobre 1
(Ricardo Gullón 1980: 2) que va a recrear y de ahí también que la novela histórica difícilment
El espacio se constituye en el discurso mediante la serie de elementos evitar escorarse hacia la arqueología, porque el pasado revive
deícticos que señalan la posición de unos personajes respecto de los otros, fundamentalmente a la recreación del escenario. El espacio diegéti
o la posicion de éstos respecto de la enunciación, pero sobre todo corres- novela histórica tiene siempre en mayor o menor medida un aire de
ponde a la instancia enunciativa la representación de ese espacio verbal Objetos, armas, vestidos, adornos, muebles, cuadros, joyas, e
sirviéndose para ello de la descripción en todas sus modalidades. bebidas, bailes, .... se describen con minuciosidad, y en ocasiones
invadiendo el terreno de los personajes y de la narración: el ejel
El narrador de la novela histórica debe crear un mundo ficcional y debe Salammb8 de Flaubert ha sido reiteradamente citado.
amueblarlo de manera que provoque el efecto de un mundo (un espacio)
histórico. La descripción es, sin duda, uno de los procedimientos más Philippe Hamon (1981) ha realizado un pormenorizado estudio.
eficaces para la «figurativización» del discurso'», para «ilusionar» al lector de la descripción cuanto de lo descriptivo, entendiendo por esto u
al hacerle creer que lo que es un producto del discurso (F. Gaillard 1984), tipo de dominante que ciertos textos imponen a la panoplia
parezca la copia de una realidad que existe o existió antes de la narración. funciones y de sus posibilidades semiológicas. Los ra~gos de lo I
La importancia de este procedimiento en la novela histórica se debe a que el tivo tienen una manifestación formal sintáctico-semántica que se (
pasado sólo permanece en los objetos, en las cosas, en los monumentos y en la hipertrofia de ciertas operaciones generales como lo anafe
documentos, mientras que las personas, el movimiento desaparecen. No paradigmático, la redundancia, el archivo de lo ya visto y ya I
puede recuperarse el tiempo, o más exactamente la temporalidad del vivir equivalencia, la jerarquía..., una manifestación estilística y una de
pasado, pero sí puede imaginarse aquel vivir a través de los ~spacios pragmática-t. Sin duda, lo primero que hay que desmontar es
(ciudades, pueblos, lugares geográficamente reconocibles; palacios, cas- Hamon llama «le piége de I'approche référentielle» (94), que cor
tillos, cárceles, posadas... ), de los objetos, de los ambientes, de los de- asimilar lo descriptivo al referente descrito y no a un tipo particulai
talless", elementos que funcionan como mecanismos de activación de la cionamiento y dominante en la organización textual de un enunciad

66 Greimas y Courtés (1982) entienden que los discursos literarios e históricos entrañable que me atreveré a decir que depende de los objetos y a J
pertenecen a la clase de los discursos figurativos (distinción "ideal" en la medida conforma. Son los objetos... los que fijan la atmósfera».
en que los discursos-ocurrencias no presentan nunca una forma en "estado puro"). 68 P. Hamon define el enunciado descriptivo «comme se caractérisant 11 la
«Lo que realmente interesa a la semiótica es comprender en qué consiste ese sub- convocation dans le texte d'un certain statut de lecteur (de descri
componente de la semántica discursiva constituido por la figurativización de los d'émetteur (done un certain "pacte" de communication), et par la
discursos y de los textos, y cuáles son los procedimientos empleados por el enun- "dominante" de certains opérations ou constructions sémiologiquestres ¡
ciador para figurativizar su enunciado» (176). Más adelante añaden que en los (95). A los efectos de aclarar la función de la descripción en la novela h
procedimientos de figurativizacion deben distinguirse al menos dos planos: «el pertinente la caracterizaciónde que <de descripteurse pose souvent comr
primero es el de la figuración, esto es, la instalación de las figuras semióticas savant sur les choses (la descripcionréaliste, encyclopedique) etJ ou sava
(especie de nivel fonológico); el segundo sería el de la iconización, tendente a texte (la description prospective ou récapitulatrice, introductrice d'ind
revestir de manera exhaustiva las figuras a fin de producir la ilusión referencial que phoriques ou de signaux anaphoriques) etJ ou savant sur les textes d
las transformaríaen imágenesdel mundo» (177). description ironique, qui pastiche ou réécrit d'autres textes), savant sur
Aunque desde otros planteamientos teóricos, autores como Philippe Hamon ciation comme sur son énoncé et sur le monde, comme commentateur
(1973, 1981, 1985), YDaría Villanueva (1992) han tratado de precisar cuáles son plutót que comme un raconteur du monde» (42).
los procedimientos mediante los cuales los textos consiguen hacer creer a los Lo descriptivo también crea un estatuto de lector particular, apela a la mr
lectores que copian o reproducen la realidad. Hamon lo hace desde la perspectiva lector, reconocer (lo "que ya conocía) y aprender (un saber nuevo) S(
autorial, mientras que Villanueva lo plantea desde la perspectiva del lector. actividades del "descriptaire" (45).
67 Ricardo Gullón (1980: 8), en un libro fundamental sobre el tema, recordaba que Es importante también la conexión de lo descriptivo con lo didá:
«percibir el espacio es percibir sus rumores, sus movimientos, su vida: reconó- pedagógico: <da description est souvent texte persuasif, conatif, argum
cerio impregnado de temporalidad», y líneas más adelante añade: «Su consistencia du moins moment .... d'une suite dialectique oü quelqu'un, le descripteu
es posible palparla en su atmósfera, cuya relación con los objetos es tan 11 prouver, ou 11 transmettre,quelque chose 11 quelqu'un d'autre- (53).
216 CELIA FERNÁNDEZ HISTORIA Y NOVELA: POÉTICA DELA NOVELA HISTÓRICA

efectos de sentido estarán en función del género literario y del sistema Sólo cuando el fragmento descriptivo es asumido por el ru
concreto de la obra en que aparece: . heterodiegético, que interrumpe el curso de la historia para descril
con la única intención de informar al lector, estamos ante una
Chaque systerne, chaque genre litteraire institutionnalisé définit sans descriptiva. La novela histórica abunda en este tipo de pausas descr
doute sa propre norme deseriptive au sein de laquelle l'auteur peut aunque desde el realismo ha procurado motivar y justificar la prese
eonstruire ou déeonstruire alternativement, seIon les impératifs de sa la descripción en la diégesis siguiendo las pautas de la poética reali
prapre stylistique, des éearts ou des eonformités, la thématisation de ha especificado el propio Philippe Hamon (1981: 186): la mirada,
l'objet déerit étant sans doute prédéterminée, fortement, a la fois par la
thématisation globale du genre et par le traitement des autres eom- curso y el hacer de los personajes.
posants de l'oeuvre (1981: 94). ' .

La descripción en la novela histórica se subordina a la construcción de


una diégesis que evoque una imagen del pasado histórico. A través de los
pasajes descriptivos se inscribe en el texto la competencia del narrador (y
del autor implícito), su saber de palabras y de cosas, un saber onomástico-
enciclopédico que produce en ocasiones un efecto de saturación, de exceso
informativo, que coloca al lector en situación de inferioridad: el saber se
transmite del descriptor a un destinatario que se supone menos informado,
y de aquí la dimensión didáctica del género a la que ya hemos aludido.
Hamon insiste en la relación de lo descriptivo con los textos del saber,
pero
un savoir (de mots, de ehoses) est non seulement un texte déja appris,
mais aussi un texte déja éerit ailleurs, et la deseription peut done étre
eonsiderée toujours, peu ou prou, eomme le lieu d'une rééeriture,
eomme un opérateur d'intertextualité; de-seribere, rappelons-le,
étymologiquement, c'est éerire d'apres un modele (51).
Esta anotación es especialmente pertinente en el género de la novela
histórica, en el que hay un fuerte componente de intertextualidad, de
reescritura: citas, alusiones, guiños al lector cuya competencia cultural se
pone a prueba. Así pues, la funcionalidad de lo descriptivo en el sistema
genérico de la novela histórica se proyecta en el plano semántico: temati-
zación del género y operador de la intertextualidad; en el sintáctico-
semántico: representación del espacio diegético (histórico-realista); y en el
pragmático: configuración de la autoridad cognitiva del enunciador (el
descriptor) frente al «descriptaire» (el lector implícito).
No existen unas marcas específicas de inserción o de demarcación de los
enunciados descriptivos en la novela histórica, aunque una de las formas
más frecuentemente utilizadas como señal introductora es la preterición
(Hamon 1981: 127-130; y U. Eco 1983: 43-44).
Conviene advertir finalmente que no toda descripción equivale a una
pausa en la narración. Como explica Genette (1972: 128-129),
les deseriptions en revanehe sont diégétiques, puisque eonstitutives de
l'univers spatio-temporel de l'histoire, et e'est done bien avee elles le
diseours narratif qui est en cause.
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