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UNIVERSIDAD CENTROAMERICANA DE CIENCIAS

SOCIALES

Alumna: Adriana Acuña Flores

Profesora: Marcia Traube

Psicología Evolutiva I

Ficha 1: clase del 11/09/19

III Cuatrimestre del 2019

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René S. nos habla en el capítulo VIII sobre las consecuencias del establecimiento
del segundo organizador (angustia del octavo mes). En estas consecuencias nos
menciona R. Spitz (1965) “comienza la comprensión del gesto social en cuanto a
medio de comunicación recíproca” (p60). Esto quiere decir que el niño responde
directamente a algún gesto u orden, entre otros explicados más adelante.

R. Spitz (1965) también nos menciona que ya el niño puede distinguir a la madre de
un extraño y de las siguientes consecuencias de este segundo organizador:

“Se adquiere la orientación del espacio y la comprensión de un


espacio que rebasa los limites de la cuna aún antes del desarrollo de
la locomoción. Se evidencia un principio de comprensión de las
relaciones entre las cosas. Se manifiesta una diferenciación entre
estas de forma de preferencia por un juguete particular. Se advierte
una discriminación mayor entre los diversos alimentos. Se destacan
matices cada vez mas delicados en las actitudes afectivas, como p.
ej., los celos, la cólera, la rabia, la envidia, y la actitud posesiva; todo
ello se hace patente hacia el final del primer año.” (p. 60)

Todo esto nos habla de la imitación que realiza el niño de los gestos sociales y de
como se va integrando nuevos elementos e interacciones a su desarrollo. Spitz
también nos recalca que la influencia afectiva de la madre es clave para el desarrollo
de su imitación, dicho esto, en el capítulo número X sobre las deformaciones y
desviaciones objetales, se habla de como el afecto o seguridad que le brinda al niño
son vitales para su desarrollo psíquico. Por el lado de la madre, nos dice Spitz que
las señales afectivas sobre el niño son inconscientes y a veces cuando son
contradictorias o anormales, no le generan al niño la seguridad y por consiguiente
llega establecer relaciones objetales anormales o insuficientes y esto se considera
patológico. Recalca también sobre la importancia de no considerar los casos que
conllevan factores fisiológicos sino los que tienen algún tipo de alteración psíquica
y no se ve la causa congénita o biológica aparente. Para Spitz una relación normal
de madre e hijo es una relación que “debe satisfacer tanto a la madre como al niño”

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(p79). Claramente sabemos que las dos satisfacciones tanto de la madre como el
niño son diferentes ya que en el caso de la madre, es una satisfacción narcisista y
de libido objetal (p80) y dice R. Spitz que esto son componentes de su personalidad
y de la transformación de la misma hasta que el niño nació. Por otro lado, es también
considerada la forma en que el niño sea capaz de satisfacerse en base a la
asimilación de estos componentes de la personalidad de la madre. Estas
satisfacciones que el infante busque son más fisiológicas que psicológicas. Spitz,
R. dice “Serán satisfacciones que lleven seguridad al niño, que sacien sus tensiones
y sus necesidades y le libren de tensiones de desagrado” (p80).

Deformaciones de las relaciones objetales desde el punto de vista de


las influencias procedentes de la madre

Sobre estas deformaciones provenientes de la madre, es importante aclarar que la


madre es prominente hacia el hijo en el sentido que ella es la que brinda la mayor
influencia para que surjan esas relaciones objetales:

 Madre = receptor activo


 Hijo = receptor pasivo

René S. las divide en las siguientes dos:

1. Las relaciones madre-hijo impropias:


1.1. Repulsa primaria manifiesta(inaceptación):
a) Repulsa activa
b) Repulsa pasiva

1.2. Solicitud primaria exagerada ansiosamente


1.3. Hostilidad disfrazada de angustia
1.4. Oscilación rápida entre mimo hostilidad agresiva
1.5. Saltos de humor cíclicos de la madre a largo plazo
1.6. Hostilidad conscientemente compensada

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Ejemplos de las anteriores las podemos ver en el siguiente cuadro de R. Spitz
(1965):

(p83)

2. Las relaciones madre-hijo insuficientes

Esta es cuando se priva al niño de la relación con su figura materna y no se le


reemplaza. La carencia afectiva se puede ver en estos niños en:

2.1. Carencia total.


2.2. Carencia parcial.

El siguiente capítulo no estaba incluido en esta ficha y abarca los cuadros


patológicos de una manera mas detallada.

Para terminar, podemos ver como la afectividad de la madre hacia el niño es vital
para su desarrollo normal. También las condiciones en las cuales una madre tiene
a su hijo son también de gran relevancia ya que esto se suman a los componentes
de su personalidad porque se estos factores dependen la calidad de las relaciones
objetales del niño para con su desarrollo.

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Referencias bibliográficas

Spitz, René A. (1965). El primer año de vida del niño. España. Editorial Aguilar.

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