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Puede decirse que la mayoría de los autores define a la psicología comunitaria como
aquella que trata de la comunidad y que es realizada con la comunidad. Lo comunitario
incluye el rol activo de la comunidad, su participación. Y no sólo como invitada, o como
espectadora aceptada o receptora de beneficios, sino como agente activo con voz, voto y
veto.
Rappaport menciona cómo, por haber estado presente en su origen la preocupación por
ampliar la perspectiva intrapsíquica que dominaba en la consideración de los aspectos
concernientes a la salud, y en particular a la salud mental, un cierto énfasis en los factores
ecológicos y culturales que inciden en esos problemas recibió particular atención en
muchos casos. Kelly (1966, 1986) también pone énfasis en la condición ecológica. De
hecho, estos autores forman parte de la corriente denominada "ecológico-cultural", que
ha hecho importantes aportes al desarrollo de este campo psicológico.
Otra característica sería el énfasis puesto en el desarrollo de las fortalezas y capacidades,
más que en las debilidades y carencias.
Los primeros psicólogos comunitarios propiamente dichos no estuvieron muy inclinados a
definir la psicología comunitaria. Un buen ejemplo de ello es el caso ya mencionado de
Rappaport, quien al preguntarse qué es la psicología comunitaria, señala el conflicto o la
compleja relación entre individuo y grupos sociales, resaltando asimismo el derecho a la
diversidad y a la igualdad, a la educación y a la información, y confiesa su insatisfacción
con las definiciones dadas en el ámbito estadounidense hasta ese momento.
Finalmente, termina por señalar los tres aspectos: relatividad cultural, diversidad y
ecología, entendiendo por ecología la adecuación entre las personas y el medio ambiente.
Newbrough (1973; 1974), más que definir el campo, señala su objeto o su ámbito de
trabajo: la interacción entre las personas y su ambiente, desde una perspectiva ecológica.
Newbrough y Rappaport figuran entre los pioneros en los Estados Unidos y entre quienes
más aportes han hecho a la subdisciplina, aparte de generar corrientes teórico-prácticas
impulsoras de muchos estudios.
Sarason (1974), define esta subdisciplina en función de un tema central de estudio: el
sentido de comunidad y su fortalecimiento y producción.
Esto significa que lo primero en estar claro fue el objeto y su fundamentación valorativa y
a partir de su definición y enriquecimiento en la práctica se fueron produciendo conceptos
y haciendo aportes al método, tomados en gran parte de la psicología social y de otras
ciencias sociales (antropología, etnología, sociología). Por tal razón, no se encuentran
definiciones propiamente dichas antes de los años ochenta.
Sin embargo, las anteriores a esa fecha, predominantemente descriptivas, anuncian el
camino a seguir, indican los valores que fundamentan la rama recién creada y presentan la
perspectiva desde la cual se estudiará la conducta social y la concepción de ser humano de
la cual se parte. Así, la definición de Rappaport (1977: 73) dice que la psicología
comunitaria es la disciplina que [...] acentúa la importancia de la perspectiva ecológica de
la interacción, sosteniendo la posibilidad de mejorar la adaptación entre las personas y su
ambiente mediante la creación de nuevas posibilidades sociales y a través del desarrollo
de recursos personales en vez de hacer hincapié exclusivamente en la supresión de las
deficiencias de los individuos o de sus comunidades. Esta definición, si bien no es muy
precisa, muestra el énfasis en la relación individuomedio ambiente (cultural, social, físico),
coloca su objetivo en la producción de una mejor relación entre ambos y sitúa la
posibilidad de lograrlo en ambos polos conjuntamente. Esto último ubica su definición en
el campo psicosocial, colocando implícitamente a su objeto en la interfase entre lo
individual y lo societal, entre el enfoque microsocial y el macrosocial.
En 1982 Maritza Montero define por primera vez la psicología comunitaria como la rama
de la psicología cuyo objeto es el estudio de los factores psicosociales que permiten
desarrollar, fomentar y mantener el control y poder que los individuos pueden ejercer
sobre su ambiente individual y social para solucionar problemas que los aquejan y lograr
cambios en esos ambientes y en la estructura social.