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I. Introducción
La terapia centrada en soluciones es uno de los enfoques más populares y ampliamente usados
en el mundo. Debido a que está basada en la resiliencia y en las propias soluciones y
excepciones de los clientes a sus propios problemas, es aplicable a la mayoría de las dificultades
que enfrentan los clientes, y como tal ha sido aplicada a casi todos los problemas vistos por los
clínicos.
Asimismo, la TCS es un tipo de terapia que busca que el/la paciente pueda identificar los
momentos en su vida actual que están más cerca del futuro deseado y, de esta forma, examinar
qué es diferente en tales ocasiones. Al tomar consciencia de estos pequeños logros y ayudarles
a repetir las cosas que pueden lograr cuando el problema no existe o cuando no es tan grave,
los terapeutas ayudan al paciente a dirigirse hacia el futuro preferido que han identificado.
Debemos tener en cuenta que cada caso es diferente, la duración total de la intervención en el
tiempo, el número de sesiones y el espacio entre sesiones dependen, entre otros factores, de las
preferencias teóricas de los terapeutas, de la naturaleza de los programas que apliquen, del tipo
de problemáticas que estén tratando y de las características y preferencias de los propios
consultantes.
La Terapia breve Centrada en las Soluciones tiene sus orígenes en el campo de la terapia
familiar (de Shazer, 1985, 1989), nació a comienzos de los años setenta en Milwaukee, Estados
Unidos, cuando un grupo de trabajadores sociales instaló un espejo unidireccional y empezó a
experimentar con las ideas del M.R.I. de Palo Alto. A este equipo inicial, que incluía a Insoo
Kim Berg, Jim Derks, Elam Nunnally, Marilyn LaCourt y Eve Lipchik, se unieron a Steve de
Shazer, quien por un tiempo había formado parte del equipo del MRI y volvió a Milwaukee
para casarse con Insoo Kim Berg. Estos profesionales iniciaron reuniones brindando terapia
gratuita con el afán de dar respuesta a la pregunta “¿Qué es lo que funciona en la terapia
breve?”, en este tiempo experimentaron nuevas ideas con el tiempo el modelo evoluciono y
funciona eficazmente en la terapia grupal o individual.
Para los autores de la TCS del MRI, como para los teóricos de la TBCS, “un problema es un
problema” y no el síntoma del conflicto familiar más profundos. Steve de Shazer sigue a
Wittgenstein cuando rechaza hacer interpretaciones esencialistas y aboga por renunciar a
“leer entre líneas”, para dedicarse a “leer las líneas”, haciendo el trabajo de comprender y
describir las interacciones humanas en vez de pretender interpretarlas (De Shazer, 1994).
La consecuencia más importante de esta posición es que se desestima el concepto
sistémico de “función del síntoma”, lo que marca una verdadera frontera conceptual
rechazar la noción de que los problemas humanos cumplen funciones sistémicas tiene
profundas implicaciones para la terapia, puesto que hace innecesario el concepto de
“resistencia familiar” y por tanto permite que la posición del terapeuta sea más
transparente y colaborativa con sus usuarios: la “muerte de la resistencia” que Steve de
Shazer postuló en un artículo (de Shazer, 1984).
En estudios sobre pragmática de la comunicación humana que el Grupo de Palo Alto había
investigado, una contribución importante se debe al hecho que dos de los componentes del
equipo, John Weakland y JayHaley, estudiaron durante años el trabajo del hipnoterapeuta
Milton Erickson. Este, desde los años treinta, resolvía, de forma muy personal, problemas de
todo tipo, usando técnicas no “ortodoxas. Esta terapia, dirige su atención a los significados y
atribuciones de la terapia cognitiva, además de obtener algunas metas del modelo conductista.
Así es que la TCS hace referencia a un grupo de técnicas prácticas y simples; este modelo
contiene también ideas y teorías que cuestionan diversos axiomas y creencias del pensamiento
terapéutico tradicional y de la psicología aplicada. Es importante mencionar que el modelo de
la TCS se puede aplicar en otros campos interaccionales como lo es la gestión, supervisión, y
la enseñanza. M. GARRIDO Y J. GARCÍA (1994)
El modelo evoluciono conceptualmente desde una óptica de causalidad lineal a una causalidad
circular, pasamos de los modelos tradicionales según los cuales el cambio es efecto de la
introspección (insight) a la idea de que la introspección sea efecto del cambio. “Si quieres
ver, aprende a actuar” (Von Foerster 1974)
El espíritu de curiosidad científica propuesta por los pioneros del modelo TCS, es propuesto
como parte integral del enfoque ya que requiere que constantemente se haga investigación sobre
los procesos y resultados del modelo en las diferentes realidades en las que se aplica, en la
actual década se tiene constancia de 43 estudios comparativos y de 21 estudios controlados y
aleatorizados sobre TBCS, además de medio centenar de estudios de seguimiento y varias
decenas de investigaciones de proceso y proceso-resultado, Considerando el conjunto de estas
investigaciones, podemos extraer las siguientes conclusiones (para una discusión más profunda,
véanse Beyebach, Estrada y Herrero, 2006; Corcoran, 2012; Gingerich & Eisengart, 2000;
Gingerich et al., 2012; Kim, 2012; McKeel, 2012):
Los datos confirman que el modelo de TCS, permite obtener resultados positivos en un
número reducido de sesiones, que en la mayoría de investigaciones publicadas se sitúa
entre las 3 y 6 sesiones. Este modelo se adapta bien a una gran variedad de contextos
clínicos y no-clínicos.
Los meta-análisis aseguran que la TCS tiene al menos un efecto entre pequeño (Kim, 2008)
y moderado (Stams et al., 2006), y existen estudios de calidad que puntualmente ofrecen
tamaños de efecto superiores.
Actualmente existe un gran número de estudios de proceso y proceso-resultado que apoyan
el efecto positivo de determinadas técnicas centradas en soluciones (como la negociación
de objetivos y la conversación sobre cambios pretratamiento, Rodríguez Morejón, 1993)
Algunos estudios refieren que el lenguaje tiene injerencia sobre la efectividad ya que al
emplear técnicas y sobre los riesgos que puede suponer abusar de algunas de ellas (por
ejemplo, del lenguaje presuposicional, MacMartin, 2008) o no adaptarlas a las
circunstancias de los consultantes (por ejemplo, las dificultades al emplear la pregunta
milagro con personas sordas, Estrada & Beyebach, 2007, o con madres de hijos con
discapacidad, Lloyd y Dallos, 2008).
Janet Bavelas y su equipo en la Universidad de Victoria, proporcionan un apoyo empírico
a una visión construccionista y colaborativa del diálogo terapéutico (Bavelas, Coates y
Johnson, 2000; McGee, Del Vento y Bavelas, 2005), y documentan el impacto directo que
a nivel tanto cognitivo como conductual pueden tener las preguntas que presuponen
agencia personal,
De otro lado podemos diferenciar dos categorías de supuestos básicos de los que la TCS
comparte con el resto de las terapias familiares sistémicas estas se caracterizan por asumir que
es útil analizar la realidad desde los postulados de la teoría general de los sistemas Bertalanffy
(1956), por lo tanto el contexto interaccional que hemos dicho es amplio y tiene como objeto el
análisis del terapeuta familiar quien va a entender como un sistema la repercusión fundamental
basado en el modelo teórico general de los sistemas.
Sobre los supuestos específicos de la TCS: El terapeuta centrado en soluciones confía en los
recursos del cliente y es no normativo; la TCS tiene como premisa partir de la confianza de los
recursos del cliente, es decir la persona es experta de sí misma y tiene capacidad de enfrentarse
a sus problemas exitosamente así mismo La orientación del terapeuta está marcada por ser no
normativa, dándole la posibilidad al cliente de establecer una interacción sana, en la cual no es
evaluado, ni comparado es visto como un ser único e individual aceptándolo tal y como es en
su mundo interaccional
EXCEPCIONES
Son las situaciones en las que se espera pero no se da el problema (en el caso del ejemplo,
el padre tiene todas las semanas algún día en el que no bebe), pero también aquellas en las
que el problema se da con menor intensidad, duración o frecuencia (hay días en los que bebe,
pero para antes; hay días en los que bebe menos; hay días en los que consume bebidas menos
fuertes). De nuevo, el punto clave es no sólo detectar posibles diferencias, sino lograr que el
cliente las concrete y asuma cierto grado de control sobre ellas. En este sentido, es
fundamental comenzar ampliando hasta conseguir una buena descripción de la excpeción,
en términos conductuales y concretos, para después empezar a atribuir control. De esta forma
conseguiremos co-construír “excepciones deliberadas”, es decir, no sólo situaciones en las
que el problema no se da, sino situaciones en las que los consultantes son capaces de
identificar que actuaron de determinada manera, repetible y replicable, de modo que podrán
hacerlo más en un futuro.
ESCALA DE AVANCE:
Es otra forma de buscar excepciones, al mismo tiempo que permite valorar cuantitativa y
cualitativamente las mejorías que se van dando entre sesión y sesión. No es la única forma
de escala aunque sí la más empleada. Existen otras modalidades que se pueden aplicar
dependiendo de lo que se desee valorar, por ejemplo: escala de confianza (“Del 0 a 10, donde
10 es que tienes toda la confianza del mundo en que vas a ser capaz de mantener estos
cambios positivos y 0 lo contrario, ¿dónde te situarías?”), escala de disposición para trabajar,
escala de utilidad de la terapia, etc.
La escala de avance se formula a través de la siguiente pregunta: ¿En una escala del 1 al 10,
donde 1 significa el momento en el que peor han estado las cosas que te han traído a terapia
y el 10 el momento en el que las cosas se han resuelto dónde ubicas las cosas ahora?
Las escalas pueden ser trabajadas en dos direcciones: “hacia atrás”, buscando todo lo que ya
ha mejorado y lo que le ha permitido llegar a esa puntuación; y “hacia adelante”, buscando
la señal de un pequeño avance y lo que necesita para llegar a ello.
EXTERNALIZACIÓN:
Es un proceso en el cual un atributo o cualidad se saca fuera de las personas y se convierte
en algo con identidad propia. En terapia una forma de externalizar consiste en utilizar el
lenguaje para convertir los problemas que afectan a las personas y a sus relaciones en
entidades separadas de estás, en enemigos externos contra los que es posible luchar.
El valor terapéutico de esta técnica reside en crear un espacio entre la persona y su problema
en donde la persona puede volver a asumir un papel activo (agentes de su propia conducta)
y enfrentarse al problema sin culpabilizarse por ello y busca modificar la forma como los
consultantes perciben su problema y su relación con él.
Esta técnica se utiliza para: aumentar la responsabilidad sobre el tratamiento evitando la
culpabilización, cuando el cliente está paralizado por los sentimientos de culpa, cuando se
busca que las familias desunidas en torno al problema consigan trabajar en equipo, cuando
los consultantes que acuden están comprometidos con una etiqueta diagnostica y cuando se
busca cuestionar creencias de los consultantes sin que estos se sientan atacados.
EMPLEO DE METÁFORAS:
Se emplea con distintas finalidades:
- Al utilizar y encauzar el lenguaje de los consultantes se busca aumentar la relación
terapéutica y colaborar mejor con ellos.
- Aumentar la eficacia de la comunicación terapéutica, transmitir de forma más rápido y con
mejores resultados un mensaje determinado.
- Promover la elaboración simbólica, por parte de los consultantes, de algunos elementos de
su experiencia vital, es decir dejar un espacio amplio a nuestros interlocutores para que ellos
lleguen a sus propias conclusiones.
Clasificación:
REDEFINICIÓN:
Son técnicas concretas que se utilizan en momentos puntuales de la terapia para modificar
significados. Estas se dirigen también a producir un cambio en la forma en que los
consultantes perciben su situación.
UTILIZACIÓN DE TAREAS
La tarea son propuestas concretas de que los clientes hagan, piensen u observen algo. No se
deben formar en negativo, “Debes tratar de NO sentirte atemorizado por esos compañeros”.
Sino expresarlas en positivo. Asimismo, es importante ajustarnos a la postura del
consultante, adaptarnos a su estilo y forma de cooperación. Al diseñar una tarea se debe
tomar en cuenta la relación terapeuta y interlocutores: Si la relación es de comprador, es
decir si el consultante considera que hay un problema quiere solucionarlo y se ve como parte
de la solución, tenemos una tarea que implique hacer o simular algo. Pero si el consultante
se posiciona como demandante, y no se ve como parte de la solución porque entiende que
compete al otro cambiar, tendremos que dar tarreas de observación de la conducta el otro. Y
si la posición es de rehén, no percibe un problema y no considera que hay nada que
solucionar, procuramos no dar tareas y limitarnos a dar elogios.
Proponer una o varias tareas al final de la entrevista propone los siguientes objetivos:
- La tarea de satisfacción
- La carta desde el futuro: se pide al consultante que se escriba una carta a sí mismo desde una
fecha en el futuro, en la que ya ha superado el problema que le trae a terapia, debe explicar
cómo consiguió superar el problema, de qué forma a cambiado su vida.
- Caja de recursos: Consultante prepare una caja donde irá guardando notas que le indiquen
qué hacer cuando tengan un día malo y objetos que le recuerden sus recursos, y porque quiere
seguir mejorando. Se puede pedir que ahí se guarde una lista de personas a las que se pueda
acudir en caso de necesidad.
- La tarea de “5,4,3,2,1”: Se trata de que la persona fije su atención, por un momento y uno
tras otro en 5 objetos, 5 sonidos y 5 sensaciones; después en 4 y así sucesivamente. Este
ejercicio sirve como técnica de relajación y meditación. Se debe enseñar en la misma sesión
y se sugiere que los clientes lo practiquen.
Ejemplo: T: ¿Qué sería para ti una buena señal de que esta sesión ha sido útil?, ¿Te ha sido
útil esta entrevista?,¿Es esto lo que querías hablar hoy?
Las preguntas de escala son una forma interesante de obtener un feedback del consultante y
además constituyen una herramienta terapéutica valiosa, para poder trabajar mejorías y
objetivos.
- Acceder por la ruta de las mejorías, se podrá aprovechar ampliando y anclando los cambios
antes de planificar los pasos siguientes.
- Transmitir a los consultantes una posición de esperanza, al manifestar nuestra expectativa
de que habrá mejorías.
Ejemplo: Pregunta de apertura, ¿Qué va mejorar?,¿Qué va mejor desde la última vez que
nos vimos?
Deconstruir por áreas: De modo en que en el colegio las cosas siguen igual, ¿Y en casa?
Un contacto telefónico bien llevado puede encauzar un caso de forma positiva, mientras que
un mal contacto telefónico puede condicionar un estancamiento posterior del caso o incluso
suponer que la persona que llame abandone la terapia antes de empezarla. Ayuda a crear
buena relación terapéutica.
Un contrato claro facilita la terapia: Negocia cuidadosamente el proyecto de trabajo
Posiblemente una de las claves para poder hacer breve una psicoterapia es partir de un buen
contrato de trabajo. Si la intervención se inicia sin saber qué desean los consultantes, sin un
acuerdo entre ellos sobre qué quieren conseguir, o sin que quede claro cuál es nuestro papel
dentro del entramado profesional que tal vez esté involucrado en el caso, estaremos sentando
las bases para una terapia ineficaz y potencialmente inacabable. De ahí la importancia de no
limitarnos a escuchar cuáles son las quejas de los clientes e ir más allá, averiguar cuál es su
demanda, renegociarla si fuera preciso, y establecer un acuerdo claro respecto de la
naturaleza y la meta de nuestra intervención.
No sólo es útil plantear en qué desean ayuda los consultantes, sino también tratar de entender
cómo quieren esa ayuda, haciendo un pequeño resumen que recoja lo fundamental de lo
tratado hasta ese momento y que incluya una propuesta de trabajo en común.
La estrategia básica de la terapeuta será seguir el flujo de información que proporcionen los
clientes, empleando la escucha activa para que se sientan entendidos y validados, pero
permitiéndose también preguntar (desde su posición de «no saber todavía») hasta entender
cabalmente cuál es la demanda de la familia. La estrategia básica del terapeuta será preservar
su margen de maniobra construyendo una demanda trabajable y que esté dentro de sus
capacidades.
Primera entrevista:
La sesión termina con una intervención en la que, antes de elogiar y sugerir alguna posible
tarea, la terapeuta propone un cierto proyecto de trabajo para el resto de la terapia. En todo
momento, el terapeuta trata de emplear el lenguaje y la postura de los propios clientes, Fisch;
Weakland & Segal, (como se citó en Navarro,J.; Fuertes, A. & Ugidos, T., 1999).
Sesiones Posteriores:
Las sesiones posteriores a la primera entrevista siguen el mismo patrón: una conversación
con los clientes, y un mensaje final antes de terminar la sesión. El tema de conversación lo
constituyen las mejorías que se han producido. Para ello, el terapeuta inicia las sesiones
preguntando qué cosas van mejor. A partir de aquí, su tarea será ampliar las excepciones y
construirlas como algo deliberado, sobre lo que los clientes tienen control. Esto no siempre
es fácil, ya que a veces es difícil localizar mejorías en algún aspecto de la situación. De
hecho, es preciso que, ante informes negativos (del tipo "no hay nada que vaya mejor, qué
va, las cosas están muy mal") por parte de los clientes, el terapeuta debe "buscar excepciones
desesperadamente”; Rodríguez Morejón & Beyebach, (como se citó en Navarro,J.; Fuertes,
A. & Ugidos, T., 1999).
Esta búsqueda de excepciones tiene diversas vertientes, desde la introducción de
perspectivas múltiples (si el padre y el hijo no perciben mejorías, es posible que sí las vea la
madre) hasta el rastreo de temas distintos (aunque las cosa hayan ido mal en casa, tal vez
hayan mejorado en el trabajo) o la redefinición de la situación ("¿Cómo es que las cosas no
han empeorado, teniendo en cuenta lo adversas que han sido las circunstancias?").
A veces no es posible construir excepciones durante la conversación con los clientes, ya que
estos vuelven una y otra vez a hablar de los aspectos problemáticos de su situación: cosas
que han empeorado, cosas que no van mejor, cosas que aún no han mejorado lo suficiente o
incluso aspectos que, aunque ya superados, siguen siendo dolorosos para ellos. El terapeuta
deberá mantener el foco sobre las excepciones, pero sino se consigue redirigir la sesión, que
se ha convertido en una letanía de quejas, o en una nueva narración de la historia de dolor y
sufrimientos. En este caso es importante escuchar a los clientes, pero también aprovechar el
"aluvión de quejas" para encauzarlo en una dirección terapéutica.
Estas son algunas de las posibilidades:
a. Lo más sencillo es simplemente estar atento a lo que cuentan los clientes, y marcar
cualquier excepción que pueda aparecer, por pequeña que parezca. No se trata de
convencer al cliente de que las cosas son mejores de lo que a él le parecen, sino de
hacer pequeños subrayados de elementos potencialmente útiles.
b. Otra opción es empatizar con los clientes y emplear "preguntas de afrontamiento”:
¿Cómo pudiste soportar eso?" "¿Cómo es que no te desmoronaste del todo?"
"Cualquiera en tu lugar hubiera tirado la toalla, ¿de dónde sacaste el coraje para, al
menos, seguirlo intentando?".
c. También puede ser útil de-construír la queja, es decir, introducir dudas en el marco
de referencia de los clientes y abrir posibilidades para nuevos cambios, De Shazer
& Berg, ( como se citó en Navarro,J.; Fuertes, A. & Ugidos, T., 1999).Se trata de
llevar a cabo una especie de cuestionamiento socrático, en el cual el terapeuta no se
opone a los clientes ni intenta convencerles de nada, sino que plantea interrogantes
desde dentro del propio encuadre de sus interlocutores.
d. Otra vía para conseguir un efecto parecido es utilizar la redefinición. Aquí el
terapeuta no se limita a poner en duda los significados que el cliente atribuye a una
determinada situación (de-construcción), sino que directamente propone otro
encuadre alternativo. Por ejemplo, pregunta por los beneficios que para la familia
suponen las obsesiones del padre, o define la aparente debilidad de la hija deprimida
como una forma sutil pero poderosa de provocación.
e. White; Beyebach y Rodríguez Morejón, (como se citó en Navarro,J.; Fuertes, A. &
Ugidos, T., 1999)., las prácticas de externalización ofrecen otra línea de trabajo. Se
trata aquí de convertir el problema en algo externo a los clientes, para posteriormente
movilizar a éstos contra ello: "¿Cómo reaccionan Uds. cuando la inseguridad
reclama su sitio y se entromete de nuevo entre Uds. dos?". Una vez externalizado el
problema, la terapeuta puede retomar el foco sobre las soluciones investigando en
qué ocasiones la familia ha derrotado a su enemigo: "¿Qué es lo que sucede cuando
Uds. son los que derrotan a la inseguridad? ¿Cuál es la última vez que lucharon,
unidos, contra ella?". En cualquier caso, la terapeuta retomará la línea de las
excepciones una vez que estas aparezcan con claridad.
Cuando en la terapia se hayan producido avances, el terapeuta se plantea si los cambios
que se han producido son o no suficientes. En caso afirmativo, la terapia puede darse
por concluida; en caso negativo, habrá que seguir trabajando. De acuerdo con la filosofía
no-normativista de la TCS, la decisión de si una mejoría es o no suficiente (e incluso la
decisión de qué es lo que se considera una mejoría) se deja en manos de los clientes,
bien preguntándoles directamente ("¿Es este el tipo de cambios que quería conseguir
viniendo aquí? ¿Considera que la situación ya ha mejorado lo bastante?"), bien
utilizando las escalas de avance como indicador de progreso.
Por otro lado, cuando se han alcanzado los objetivos no es necesaria una sesión "de
terminación" diferente de las demás: simplemente se sigue atribuyendo control a los
clientes y, eso sí, se les invita a situarse en la posición de coterapeutas: "¿Qué
recomendación darían Uds. a otras parejas que estén en la misma situación problemática
en la que Uds. estuvieron en su día y que han superado?" "¿Cuál es la receta para ganarle
a los miedos´? ¿Nos permites que se la expliquemos a otros niños para que aprendan
también a ganar a sus miedos?". Así también, se puede sugerir que los clientes contesten
a esta pregunta enviándonos una carta que podamos entregar a otros clientes. Si los
clientes lo consideran útil, concertamos también una entrevista de seguimiento, seis
meses o un año después de la última sesión. En caso contrario, hacemos el seguimiento
por teléfono o mediante un cuestionario.
3. Relación terapéutica: En este modelo el terapeuta cuida al máximo la relación con el cliente.
Entablar y mantener una buena relación empática es básico para mostrar el respeto hacia los
clientes además para conseguir una actitud colaboradora que facilita la recepción adecuada de
las semillas para el cambio sembradas en la terapia.
- Existe la posibilidad de perder la neutralidad en una entrevista conjunta porque quizá de forma
inadvertida estemos desatendiendo algunos de los presentes. A veces esto requiere hacer una
pausa para recuperar la perspectiva y pensar como reconectar con la persona desatendida. En
ocasiones esto se debe porque alguno de los consultantes está maniobrando una “coalición no
querida”, en contra de algún miembro.
- La coalición no querida se crea también si uno de los consultantes crea un secreto y ello afecta
el núcleo de la terapia. Por ello, ante este tipo de situaciones cabría anticiparse y anunciar a
los consultantes que cualquier información que den a solas, se debe dar a conocer a todos los
participantes. La mejor opción es trabajar con la persona que nos cuenta el secreto, tratando
de ayudarla a que lo pueda compartir con los demás.
- El manejo de la crítica, evitar ponerse a la defensiva, recoger la crítica, tratar de entender la
postura del consultante, validarla y solo en un segundo momento dar una respuesta. Por otro
lado, si la crítica se expresa en forma de descalificación personal, se deberá marcar límites
claros.
- Es importante también mantener la estructuración de la entrevista, cuando se le pregunte a un
miembro de la familia no se debe permitir que otros respondan o que unos hagan callar a los
otros, así como manejar las descalificaciones interpersonales que unos consultantes puedan
hacer a otros durante la entrevista. Asimismo, puede suceder que un consultante nos quiera
imponer algo respecto algún miembro de la familia, pero se debe deconstruir la petición.
Finalmente, nunca es conveniente decidir por los clientes, ellos toman sus propias decisiones.
5. PREVENCIÓN DE RECAIDAS:
La posibilidad de recaídas es una parte consustancial del territorio del cambio. Por eso, su
prevención constituye una estrategia recomendable, ya que las recaídas no solo exponen al
consultante a situaciones potencialmente peligrosas, sino que puede provocarles una
desmoralización considerable.
Efectos positivos:
- Inmunizar ante posibles recaídas, ayudar a los consultantes a identificar situaciones de
riesgo y explicitar sus recursos.
- Atribuir el control: Sobre sus mejorías
- Mantener el margen de maniobra: reforzar la credibilidad del terapeuta
Invitar a los clientes a reflexionar sobre qué circunstancias podría llevar a un resbalón. Y en
segundo explorar cómo se las arreglarán los consultantes en ese caso para evitar volver atrás
y recuperarse. Se puede procurar involucrar a la familia, pareja y/o familiares. Se debe
elaborar un plan de acción, en el que todas las personas dispuestas a aportar soluciones
tengan un papel definido.
Objetivos:
Contrarrestar la desmoralización transmitiendo el mensaje de que pueden aprender
de esta recaída y de que lo aprendido servirá para enfrentarse mejor al problema en
otras ocasiones.
Redefinir la recaída como algo que ha sido menos grave o menos duradero de lo que
ellos piensan inicialmente.
Identificar posibles situaciones de riesgo futuras y recursos con los que enfrentarse a
ellas, reduciendo el riesgo de muevas recaídas.
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