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Unidad 2 – Clase 5

Desarrollo de la primera clase

En esta clase vamos a presentar las definiciones antropológicas acerca de la cultura, y


también de los conceptos de cultura, ideología y hegemonía, y pienso que es necesario
ampliar lo manifestado en la primera clase de la Unidad 1 acerca de la orientación
teórica e ideológica que adoptamos quienes dictamos esta Diplomatura.
Desde nuestra perspectiva no existe la objetividad científica fundada en una valoración
neutral de los hechos sociales, ellos siempre son considerados desde una postura teórica
y política que no excluye, por el contrario demanda, la contrastación con la realidad (en
lenguaje científico: la empírea). Por tanto, los autores y las discusiones que se presentan
expresan posturas críticas acerca de las relaciones sociales desiguales que funda el
sistema capitalista, y de su reproducción a través de mecanismos simbólicos de
subordinación y aceptación del orden establecido. Esta es la perspectiva que asumimos
y desde ella comenzamos entonces a realizar un recorrido muy sintético desde los
inicios de la disciplina antropológica y el concepto de cultura, que comienza su
existencia formal en la segunda mitad del siglo XIX, hasta nuestros días.

La Ciencia Antropológica ostentó la paternidad del concepto de cultura desde la primera


definición producida por Edward Tylor (1871) hasta la década del 60 del siglo pasado, y
posteriormente comenzó a compartir definiciones y campos de investigación e
intervención, con los estudios culturales y los estudios pos-coloniales. La Antropología
se conformó como disciplina científica en la segunda mitad del siglo XIX; casi veinte
años antes Charles Darwin, en “El Origen de las Especies” publicado en 1859 brindaba
una explicación acerca de la evolución de los seres vivos demostrable a través del
conocimiento de las leyes universales de la evolución de los organismos: desde los más
simples a los más complejos, mediante los mecanismos de la selección natural.
Las premisas de la teoría evolucionista aceptada para el dominio natural pronto serían
trasladadas a las explicaciones acerca del origen y evolución de las sociedades humanas.
Al evolucionismo en Antropología Tylor aportó sus estudios sobre la religión, el mito,
el lenguaje y la cultura material y los juristas Henry Maine, Johann Bachoffen, John
McLennan y Lewis Morgan teorizaron acerca de la evolución de las formas de familia
y propiedad y de sus consecuencias para la organización social, es decir en torno “al
pasaje del status al contrato”.

El concepto de cultura acuñado por Tylor fue el siguiente: “La cultura o civilización, en
sentido etnográfico amplio, es aquel todo complejo que incluye el conocimiento, las
creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres, y cualesquiera otros hábitos y
capacidades adquiridos por el hombre. La situación de la cultura en las diversas
sociedades de la especie humana, en la medida en que puede ser investigada según
principios generales, es un objeto apto para el estudio de las leyes del pensamiento y la
acción del hombre. Por una parte, la uniformidad que en tan gran medida caracteriza a
la civilización debe atribuirse, en buena parte, a la acción uniforme de causas
uniformes; mientras que por otra parte sus distintos grados deben considerarse etapas
de desarrollo o evolución, siendo cada una el resultado de la historia anterior y

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colaborando con su aportación a la conformación de la historia del futuro” (Tylor,
1871 en Khan, J. 1975).

De acuerdo con esa definición la cultura fue el resultado de una evolución casi siempre
concebida como unilineal (toda la humanidad en su conjunto fue transitando por las
mismas etapas, y las distintas sociedades conocidas en el siglo XIX representaban
estadios ordenados de menor a mayor grado de desarrollo) donde la sociedad europea e
industrial ostentaba el grado más alto, igualando así los términos de cultura y
civilización; por esa razón es etnocéntrica ya que el hombre europeo convierte su propia
cultura en el modelo de acuerdo con el cual evalúa a las demás. Además de humanista
también se la designa como intelectualista porque para Tylor las instituciones humanas
eran producto de la creación consciente y racional de los hombres.

El pasaje definitivo hacia una noción plural y relativista, es decir a la definición


antropológica de cultura según la cual en cada pueblo se manifiesta una configuración
particular que modela las diferencias entre las distintas sociedades, y por tanto no
pueden juzgarse las instituciones de unas según los criterios de otras, se produjo entre
fines del siglo XIX y principios del XX y fue mérito de Franz Boas y de sus discípulos.
Boas, alemán de nacimiento se estableció en EEUU en el año 1887 y es considerado el
padre de la antropología norteamericana.

Su concepción de la cultura hundía sus raíces en el romanticismo alemán opuesto a los


preceptos racionalistas de la Ilustración y proponía que a través del lenguaje se les
transmitía a las nuevas generaciones los valores y costumbres de la cultura, que poseía
un alto componente tradicional y afectivo; normas y visiones del mundo arraigadas en
lo profundo de la consciencia y en todo caso, objeto de racionalizaciones a posteriori.
La búsqueda de leyes generales que explicaran el origen y diversidad de las culturas
sería una empresa pospuesta ante la necesidad de comprender/interpretar primero cada
configuración cultural particular.

En Norteamérica, según el antropólogo británico Adam Kuper (2001), el afianzamiento


de la cultura como objeto de estudio de los antropólogos se produjo en los años 50 y 60
del siglo pasado, de la mano del sociólogo Talcott Parsons dentro del marco de las
Ciencias Sociales. En el Departamento de Sociología de Harvard encontró su lugar
específico como un “objeto susceptible de ser estudiado científicamente” y se aceptó
que “los antropólogos eran sus especialistas”.

Para concluir este racconto les recomiendo este video sobre Edward Tylor y los inicios
de la Antropología, van a divertirse y a reforzar lo que acaban de leer.
https://www.youtube.com/watch?v=F6AL8HrX1ZM

Pero la antropología norteamericana no fue la única en ocuparse de la cultura, en las


primeras décadas del siglo XX también se produjeron otros desarrollos en torno del
concepto desde perspectivas marxistas, contrarias al enfoque idealista que fue tomando
parte de la antropología en Norteamérica, y por tanto al tratamiento de los fenómenos
simbólicos desgajados de sus condiciones materiales de producción.

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Me refiero por una parte, a las elaboraciones de Antonio Gramsci, teórico y
revolucionario italiano, a partir de las cuales antropólogos, historiadores e historiadores
del arte, entre otros académicos, produjeron un importante corpus de teoría sobre la
cultura, sus relaciones con la ideología y el concepto de hegemonía.

Por otra, la producción de algunos de los filósofos alemanes representantes de la teoría


crítica y nucleados alrededor de la llamada Escuela de Fráncfort, como Theodor
Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin. La identificación de lo que se ha dado en
llamar teoría crítica con la Escuela de Fráncfort es explicada por Rolf Wiggershaus
(2010) en función de que la producción teórica de izquierda en lengua alemana desde
los años 30, tuvo como epicentro el Instituto de Investigación Social que estaba en la
ciudad de Fráncfort del Meno en Alemania. A partir del nombramiento de Hitler en
1933 como canciller del Reich, sus colaboradores fueron perseguidos y el Instituto
cerrado y Horkheimer, Fromm, Marcuse, Pollock, Löwenthal, Wittfogel y otros llegaron
a EEUU en el año 1934 y Adorno en 1938.

La obra de Antonio Gramsci está compuesta de numerosos artículos escritos entre los
años 1910 y 1926 y de aquellos realizados durante su encarcelamiento que duró 10 años
-desde 1927 hasta su muerte ocurrida en 1937- reunidos y publicados como “Cuadernos
de la Cárcel”. Sus elaboraciones de los conceptos de cultura, ideología y hegemonía se
encuentran dispersas a lo largo de su obra y en relación con una gran variedad de temas.

En varios de sus textos, la cultura se encuentra equiparada con la filosofía, en tanto


producción intelectual de los individuos de los sectores dominantes de la sociedad, y en
esa condición, asimilada a lo que sería la alta cultura en su vertiente humanista, vocablo
que empleaba en más de una ocasión. Por otra parte lejos de todo idealismo, al referirse
a los intelectuales en cada uno de sus artículos subrayaba que éstos constituyen una
categoría específica de un grupo social, que emerge desde la estructura económica y que
tiene a su cargo la producción de las ideas. Por tanto esa producción que designaba
como ideología, estaba ligada a las condiciones de la producción material y la
reproducción de esas condiciones, en cada momento histórico.

Gramsci subrayaba que las diferencias no existen únicamente entre culturas sino
también al interior de las sociedades respecto de los sectores subalternos, lo que él
denominaba “la separación entre los intelectuales y el pueblo”. Y es en ese movimiento
donde operó un distanciamiento de la visión de la escuela de Franz Boas acerca de la
homogeneidad cultural: “un pueblo una cultura,” para dar paso a la consideración
de que la existencia de la desigualdad estructural se traduce también en la
dominación-subordinación cultural.

Para Gramsci entonces, la cultura en cada sociedad estaba dividida por una parte en alta
cultura y por otra en la cultura de los sectores subalternos, sinónimo ésta última de
folclore: compuesta por el conocimiento de la gente del pueblo que contiene
supersticiones; retazos de saberes técnicos o científicos; que está atravesada por la
tradición y por eso es conservadora, pero que también posee elementos innovadores que
posibilitan los cambios. Ese “folclore filosófico” escribía, contiene también un “núcleo
sano del sentido común, precisamente lo que se podría llamar buen sentido”.

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A lo largo de sus escritos al referirse a los intelectuales, indicaba que en cada momento
histórico éstos elaboran un corpus integrado de conocimientos y sentidos, transmitidos
principalmente a través de la educación. Ese corpus es la ideología, que como producto
de las clases dominantes, penetra a los sectores subalternos que no poseen una
concepción del mundo sistemática y organizada, capaz de confrontarla.

La hegemonía consistiría en la dirección política de la sociedad a través de la


producción de ideología, función desarrollada por los intelectuales de las clases
dominantes, y que es históricamente necesaria para la reproducción de la estructura
socio-económica de todas las sociedades.

En la medida en que esa imposición de la alta cultura, implica la reproducción de la


explotación de las clases subalternas, tal ideología devenida sentido común constituye
una buena porción de la cultura popular, del folclore. No obstante la cultura popular
contiene también, además de elementos reaccionarios y conservadores, un núcleo de
buen sentido a partir del cual las clases subalternas pueden conquistar estratos
superadores de cultura y de concientización.

Espero haber explicado de modo accesible el pensamiento gramsciano que desde mi


punto de vista contribuye a desentrañar el modo en que los hombres a través de la
producción de ideas, es decir de su producción cultural, entienden sus condiciones de
vida e intervienen políticamente en el mantenimiento o en el cambio de la estructura
social.

Es a partir de esta perspectiva teórica que en Inglaterra a través de los estudios


culturales, y en Italia y en América Latina, principalmente a través de la antropología
aunque no de manera excluyente, diversos autores reelaboraron los conceptos de
cultura, cultura popular, cultura de las clases subalternas, ideología y hegemonía. Esos
son conceptos fundamentales para quienes nos ocupamos de las políticas culturales.

Como siempre, ¡no duden en consultar si tienen alguna duda!


Saludos Liliana

Referencias bibliografícas
J.S.Khan, El concepto de cultura: textos fundamentales; Rolf Wiggershaus, La escuela
de Francfort; Adam Kuper, Cultura la versión de los antropólogos; Antonio Gramsci,
Cuadernos de la Cárcel;

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