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Las estrategias frente a las crisis pueden ser muy diversas según cuáles
sean las características del entorno y del sistema de sustento: el hábitat
rural o urbano, el medio agroecológico, las actividades económicas que
se desempeñen, y las CAPACIDADES de la familia (recursos materiales,
técnicos, sociales, sicológicos, etc.). La mayoría de los estudios
realizados se han centrado en las estrategias en contextos agrícolas o
pastoriles ante las crisis alimentarias (ver CAMPESINOS; PASTORES). Sin
embargo, también cabría hablar de la existencia de estrategias
desplegadas por poblaciones urbanas sumidas en la pobreza, como por
ejemplo las ollas populares en Perú estructural (ver POBREZA URBANA Y
RURAL); así como de estrategias empleadas actualmente por los sectores
vulnerables en los países ex socialistas en transición a la economía de
mercado, afectados desde principios en los 90 por el aumento de
la POBREZA y el hundimiento de la protección de los servicios públicos
(Howell, 1994).
Por otro lado, hay que matizar que la secuencia cronológica implícita en
la clasificación anterior no es estricta, dado que las familias
generalmente combinan diversas estrategias de forma más o menos
simultánea. Por ejemplo, algunas pueden recurrir a los alimentos
silvestres antes de mermar mucho sus reservas de cereales. Ahora bien,
es importante subrayar que sí parece haber dos constantes: el intento
de evitar la dependencia de una única fuente de ingresos y el esfuerzo
por impedir todo el tiempo posible la pérdida de los bienes productivos.
Tanto es así que los propios afectados por los desastres suelen ser los
principales actores, los que más recursos movilizan, de cara al
afrontamiento del desastre y a la rehabilitación posterior. En otras
palabras, la autoayuda a escala local suele ser más importante que la
ayuda que llega del exterior. Según De Waal (1989:63-67), durante la
hambruna de Darfur (Sudán) de 1984-85, las estrategias familiares
permitieron satisfacer el 55% de las necesidades alimentarias de la
población, en tanto que las mermadas cosechas proporcionaron sólo el
35% y la AYUDA ALIMENTARIA de emergencia tan sólo el 10%, sin contar con
que llegó tarde y apenas a los pobres.
Bibliografía
Corbett, J. E. M. (1988), "Famine and Household Coping
Strategies", en World Development, vol. 16, nº 9, pp. 1099-1112.
De Waal, A. (1989), Famine that Kills. Darfur, Sudán, 1984-85,
Oxford University Press, Oxford.