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Maracaibo, 29 de Octubre 2019.

Catedra: Filosofía de la Ciencia.

Participante: Paulino Montilla.

CI: 5108047

Informe de la Unidad I

1. La concepción de Physis en Tales de Mileto

Tales de Mileto (623-540a.C.) fué un filósofo y gran pensador


griego que además incursionó en las matemáticas, la geometría, la astronomía y
la física. ... Entre sus aportaciones más importantes destacan el nacimiento de la
filosofía como pensamiento racional o el principio de semejanza. Ha dado aportes
importantes a la filosofía de la ciencia.

Para Tales de Mileto, el agua es el principio de todas las cosas. El elemento


primero. Todo es agua. Esa era la base de las teorías de Tales de Mileto,
considerado como el primer filósofo de la Historia, puesto que introdujo la
investigación racional sobre el origen del universo y la naturaleza que hasta
entonces los griegos explicaban en un conjunto de mitos y leyendas.

Fue el primero en plantear la naturaleza última del mundo, concebida sobre la


base de un primer y último elemento: el agua. Para Tales de Mileto el agua era el
elemento primero de todas las cosas que existen, lo que dio comienzo al universo,
una idea que los griegos llamaban arjé (del griego ἀρχή, fuente, principio u origen).
Creando así, quizá, la primera teoría occidental sobre el mundo físico.

Tales, sostenía que la tierra sobre la que pisamos es una especie de isla que
flota sobre el agua de forma parecida a un leño y por ello la tierra a veces tiembla.
Al no estar sostenida sobre unas bases fijas si no que, como está flotando sobre el
agua, ésta la hace tambalearse. No han trascendido escritos de ninguna de las
teorías de Tales de Mileto, pero filósofos como Aristóteles o Séneca se
encargaron de promulgar sus teorías. En su Metafísica, Aristóteles describe así la
teoría de Mileto sobre el agua como principio de la Naturaleza:

“La mayoría de los primeros filósofos consideró que los principios de


todas las cosas eran sólo los que tienen aspecto material […] En
cuanto al número y a la forma de tal principio, no todos dicen lo mismo,
si no que Tales, el iniciador de este tipo de filosofía, afirma que es el
agua, por lo que también declaró que la tierra está sobre el agua.
Concibió tal vez esta suposición por ver que el alimento de todas las
cosas es húmedo y porque de lo húmedo nace del propio calor y por él
vive. Y es que aquello de lo que nacen es el principio de todas las
cosas. Por eso concibió tal suposición, además de porque las semillas
de todas las cosas tienen naturaleza húmeda y el agua es el principio
de la naturaleza para las cosas húmedas” (Aristóteles. Metafísica)

Aristóteles, reconoce la importancia de Tales de Mileto como el primer filósofo


griego que intentó dar una explicación física del Universo. Para Tales de Mileto, el
universo era un espacio racional pese a su aparente desorden. Sin embargo, no
buscó un Creador en dicha racionalidad, pues para él todo nacía del agua, la cual
era el elemento básico del que estaban hechas todas las cosas, pues se
constituye en vapor, que es aire, nubes y éter; del agua se forman los cuerpos
sólidos al condensarse, y la Tierra flota en ella.

Tales se planteó la siguiente cuestión: si una sustancia puede transformarse en


otra, como un trozo de mineral azulado lo hace en cobre rojo, ¿cuál es la
naturaleza de la sustancia, piedra, cobre, ambas? ¿Cualquier sustancia puede
transformarse en otra de forma que finalmente todas las sustancias sean aspectos
diversos de una misma materia? Tales, consideraba que esta última cuestión sería
afirmativa, puesto que de ser así podría introducirse en el Universo un orden
básico; quedaba determinar cuál era entonces esa materia o elemento básico.

Finalmente pensó que era el agua, pues es la que se encuentra en mayor


cantidad, rodea la Tierra, impregna la atmósfera en forma de vapor, corre a través
de los continentes y la vida no es posible sin ella. La Tierra, para él, era un disco
plano cubierto por la semiesfera celeste flotando en un océano infinito. Esta tesis
sobre la existencia de un elemento del cual estaban formadas todas las sustancias
cobró gran aceptación entre filósofos posteriores, a pesar de que no todos ellos
aceptaron que el agua fuera tal elemento. Lo importante de su tesis es la
consideración de que todo ser proviene de un principio originario, sea el agua, sea
cualquier otro. El hecho de buscarlo de una forma científica es lo que le hace ser
considerado como el "padre de la filosofía".

2. El número en Pitágoras.

De Pitágoras no se tiene fecha exacta de nacimiento, Aristoxeno declaró que


Pitágoras dejó Samos en el reinado de Polícrates, a la edad de 40 años, lo que
daría una fecha de nacimiento alrededor del 570 A.C. Pitágoras fue el primero en
utilizar el término Cosmos para describir el orden y la armonía inherentes a un
universo regido por unas leyes cognoscibles e inteligibles por el hombre a través
del número que es el principio elemental, «la esencia de todas las cosas»,
componente esencial de la armonía matemática que debe guiar, con finalidad
religiosa, toda investigación sobre el universo.
Pitágoras alcanzaría esta iluminación, tras sus viajes, a través de su propia
reflexión sobre la sabiduría milenaria de los pueblos de Oriente Próximo. De los
egipcios aprendería que las formas de las figuras geométricas se ajustan a
números y proporciones y de Mesopotamia que los movimientos de los astros
están regidos por leyes numéricas. De su propia experimentación, Pitágoras
deduce que la armonía musical también está regida por el número. De estos tres
hechos, tras una audaz extrapolación, Pitágoras estableció que «el número es la
esencia del universo» y que «el número es la raíz y fuente de la naturaleza
eterna».
Bajo estos presupuestos vitales e intelectuales, Pitágoras funda una comunidad
en la que los aspectos científicos y religiosos están íntimamente asociados de
forma mística. Se trata de una secta animada por el culto ritual que recuerda a los
adoradores de Orfeo, donde las armonías y misterios de la Matemática y de la
Filosofía eran partes esenciales y cuya influencia no tardó en hacerse sentir en
toda la Magna Grecia e incluso en Roma.
El principal objeto de las doctrinas pitagóricas era la purificación del alma
o catarsis mediante la permanente prosecución de estudios filosóficos,
matemáticos y cosmológicos, emprendidos como factores de sublimación
espiritual para la dirección de la existencia, merced a la identificación intelectual –
filosófica– con la gran idea divina ordenadora del universo: el número, que integra
y confiere unidad a todo un sistema de pensamiento filosófico, científico y
religioso.
Las propias palabras Filosofía y Matemática parece que fueron acuñadas por el
propio Pitágoras para describir sus actividades intelectuales, como elementos de
elevación moral hacia la salvación. Los pitagóricos perseguían penetrar en el
secreto de la armonía de los números, ya que desvelado éste creían poder
comprender la armonía del universo. Soñaban con poder captar la esencia del
universo bajo la forma de números enteros, imaginándose estar tras las huellas
del misterio último de las cosas.
Los pitagóricos vinculaban íntimamente Mística, Religión y Ciencia; Geometría,
Música, y Cosmología; Aritmología, Metafísica y Filosofía; cuerpo, alma y espíritu
en una armoniosa síntesis. Quizá resida en esa capacidad unificadora del
Pitagorismo entre lo científico-racional y lo místico-religioso su radicación profunda
en la matriz de la Cultura Griega y por ende en su heredera, nuestra llamada
Cultura Occidental.
Pero más allá de la Filosofía, la Mística y la Religión, Pitágoras y los pitagóricos
aportaron un ingente caudal de conocimientos matemáticos. Proclo escribe Sobre
Pitágoras en su célebre Comentario al Libro I de Los Elementos de Euclides:
“Pitágoras transformó la doctrina filosófica que trata de la geometría en
enseñanza liberal, examinó desde lo alto sus principios, investigó los
teoremas de un modo inmaterial e intelectual y descubrió la dificultad
de los números irracionales y la construcción de las figuras
cósmicas [poliedros].”
Según Proclo, Pitágoras marca un hito en la Historia de la Matemática, al
transformar la Geometría en saber puramente teórico e investigar los teoremas de
forma abstracta, es decir, de manera discursiva e intelectual, trascendiendo el
empirismo y situándose en el umbral de la Matemática racional como artífice
supremo del «milagro griego en Matemáticas», en cuyo ámbito la idea y la
necesidad de la demostración es uno de los componentes capitales del patrimonio
pitagórico, fundamento de la instrucción liberal que proclama Proclo respecto de
Pitágoras, al indicarnos que este sabio fue el primero en someter la Matemática a
la exigencia de la rigurosa deducción lógica, que generación tras generación, se
hizo cada vez más imperiosa.
La evidencia sensible reiterada por la empírica percepción sensorial que va
forjando prescripciones útiles se manifiesta, para Pitágoras, insuficiente en el
plano de las necesidades racionales, lo que obliga a trascender lo que hasta
entonces era la práctica empírica sobre los casos particulares desarrollando
métodos deductivos para demostrar de forma general. Cierto que en muchas
ocasiones una comprobación geométrico-empírica de carácter inductivo puede
satisfacer el espíritu y producir resultados visualmente palmarios, como ocurre en
la inmensa parafernalia de fórmulas aritméticas que los propios pitagóricos
obtienen con el atomismo numérico-geométrico de los números poligonales.
Fue Pitágoras quien presentó problemas transcendentales de la Matemática,
sobre todo aquellos en los que subyace la presencia del infinito, en los que sólo
una rigurosa demostración, como acto intelectual puro, más allá de la intuición
sensible, puede ser satisfactorio; por ejemplo, el estudio de la inconmensurabilidad
del lado y la diagonal de un cuadrado o un pentágono, que no es comprobable
empíricamente y que tal vez fue la primera demostración verdaderamente
matemática realizada por los pitagóricos.
He aquí pues, en la demostración, la contribución fundamental del Pitagorismo
a la Matemática, valorado siempre muy por encima de sus magníficas
contribuciones particulares en ámbitos concretos de esta ciencia, siendo
considerada, además, la demostración, como elemento esencial en el tránsito del
mito al logos que tiene lugar en la cultura griega. La demostración va mucho más
allá de la mera persuasión de la Retórica en la que los griegos eran grandes
maestros, pues, es posible con persuasión argüir lo falso contra lo verdadero (de
ahí los reproches de Sócrates hacia los sofistas). La demostración convence por la
ilación argumental incontrovertible que alcanza algo legítimo mientras no se
pongan en entredicho las leyes de la lógica. Por eso a partir de Pitágoras la
Matemática es universalmente considerada como un manantial primario de verdad
objetiva

3. La Teoría del Átomo en Demócrito. La concepción de la Ciencia-


Episteme en Platón

Demócrito de Abdera fue un matemático y filósofo griego presocrático que vivió


entre los años 460 y 370 a.C. en la ciudad de Abdera, en Tracia. Demócrito
planteó que la "teoría atómica" establece que la materia es tan sólo una mezcla de
átomos (que en griego significa "indivisible").

Así, la teoría atómica establece que la materia es tan sólo una mezcla de
átomos (que en griego significa "indivisible"). Estos son elementos que inmutables,
eternos e infinitamente pequeños y, por tanto, imperceptibles para los sentidos.

Esta teoría puede resumirse en los siguientes postulados:

 Los átomos son indivisibles, homogéneos y eternos.


 La diferencia entre los átomos estriba únicamente en forma y tamaño,
pero no en sus cualidades internas.
 Las propiedades de la materia cambian según la agrupación de los
átomos.

De esta forma, según esta teoría no puede existir una división ad infinitum de
las cosas, dada la naturaleza infinita de los átomos.

Por su parte Platón, quien nació en Atenas en el año 427 a.C., en el seno de
una familia de aristócratas atenienses y desde su juventud se sintió atraído por la
filosofía y la política. Con respecto a la ciencia, distingue dos géneros
fundamentales de conocimiento: la ciencia (episteme) y la Opinión. A su vez, el
tipo de conocimiento que denomina ciencia se divide en ciencia en sentido
estricto (o inteligencia (noûs) o dialéctica o filosofía) y pensamiento discursivo, y
la Opinión en creencia y conjetura.

La noción actual de ciencia no coincide totalmente con la platónica: para este


filósofo la ciencia era el conocimiento estricto (universal y necesario) de lo
absoluto, de lo eterno (que identificaba con las Ideas) y una tarea eminentemente
racional. Sólo la ciencia que llamamos matemática coincide casi totalmente con
esta forma de entender la ciencia, pero muchos conocimientos que ahora
llamamos científicos caerían en lo que Platón denomina mera opinión; por
ejemplo, los que apenas son algo más que meras especulaciones en un caso, o
generalizaciones empíricas en otro, como la sociología, la psicología, la
economía... Por el contrario, la física teórica estaría a medio camino entre la
opinión y la ciencia, dado su carácter eminentemente matemático y racional.

4. La ciencia primera en Aristóteles.

Aristóteles, nació en Estagira, en Tracia, el año 384-3 A.C., según Diógenes


Laercio, quien nos dice que era hijo de Nicómaco y Efestiada, y que su padre
ejercía la medicina en la corte del rey Amintas (II) de Macedonia
La filosofía primera o ciencia primera, luego llamada metafísica, es la ciencia
más general, por ser la ciencia del ser en cuanto ser (ontología). Aristóteles la
llama filosofía primera o la teología y es identificada por él con la sabiduría (sofía),
de la que habla también en el libro quinto de la Ética Nicomáquea.
El primer libro de la Metafísica está convencionalmente dividido en diez
capítulos. En líneas generales, este libro puede dividirse en dos partes principales.
La primera comprende los capítulos 1-2 y contiene una discusión sobre la
naturaleza de la sabiduría, que se define como conocimiento de las causas
primeras; la segunda parte estaría formada por los capítulos 3-10, y es una
verificación histórica de la validez de la doctrina de los cuatro géneros de causas
formulada en la Física.
En el primer capítulo, una vez que se ha puesto de manifiesto que el ejercicio
del conocimiento pertenece a la misma naturaleza del género humano (“todos los
hombres desean por naturaleza saber”), Aristóteles distingue varias formas de
conocimiento: la percepción (αἴσθησις), la imaginación (φάντασμα), el recuerdo
(μνήμη), la experiencia (ἐμπειρία), el arte (τέχνη), la ciencia (ἐπιστήμη) y la
sabiduría (σοφία).
Las características de cada uno de estos modos de conocimiento se hacen
explícitas a lo largo de todo el capítulo, discutiendo cuál es la naturaleza del saber
en general (τὸ εἰδέναι), y teniendo en cuenta que “la sabiduría acompaña a cada
uno en mayor grado según el nivel de su saber”. Estos modos de conocimiento
comprenden fundamentalmente tres grados del conocimiento, dispuestos en orden
progresivo. en primer lugar, percepción, imaginación y recuerdo son tres modos de
conocimiento que, en cuanto a su contenido, pueden ser asimilables entre ellos;
en segundo lugar, la experiencia; y finalmente, el arte o la ciencia que, de
momento, Aristóteles caracteriza del mismo modo y a cuya distinción nos remitirá
a la Ética.
De entre estas formas de conocimiento, Aristóteles identifica en un primer
momento el saber y el conocer con la experiencia, teniendo en cuenta que la
sabiduría pertenece a cada uno según el grado de saber, y que la percepción no
es sabiduría19. Pero a continuación, Aristóteles identifica el saber con el arte, en
virtud de aquello que le diferencia de la experiencia. La diferencia está en que la
experiencia es conocimiento de las cosas singulares (τῶν καθ᾽ ἕκαστόν), y el arte,
de las universales (τῶν καθόλου).
Esta distinción se especifica mediante el ejemplo que Aristóteles aduce: “en
efecto, el tener la idea de que a Calias tal cosa le vino bien cuando padecía tal
enfermedad, y a Sócrates, e igualmente a muchos individuos, es algo propio de la
experiencia; pero la idea de que a todos ellos, no delimitados como un caso
específicamente idéntico, les vino bien cuando padecían tal enfermedad (por
ejemplo a los flemáticos o biliosos o aquejados de ardores febriles), es algo propio
del arte”.
Aquí, la peculiaridad de la experiencia consiste en su referencia a un caso
singular, la enfermedad de Calias, la de Sócrates y la de otros, sin considerar si
todos estos casos son la única y misma enfermedad. en cambio, la característica
del arte consiste precisamente en considerar esta única enfermedad, presente en
todos los casos y, por consiguiente, universal. De este modo, Aristóteles asocia el
conocimiento de lo singular con la experiencia y el conocimiento de lo universal
con el arte.

Bibliografía consultada
Aristóteles (1988). Tratados de lógica (Órganon), vol II, Gredos, Madrid
Aristóteles (1966). Física. Madrid 1996.
Bunge, M (2006) La Ciencia, su método y filosofía. Editorial Siglo XXI, México.
Gadamer, H. (2002) Verdad y Método, Ediciones Sígueme, Salamanca, España.

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