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Arequipa (1799-1866)
(1799-1866)
El poeta arequipeño, César Atahualpa Rodríguez, valorará con exactitud y belleza la obra
pedagógica de nuestro protagonista Calienes, en su Canto a Arequipa de 1918:
"Hoy se conserva el estudio por los esfuerzos que ha hecho como veinte
años el actual Regente Calienes, religioso de admirable constancia para
la educación".
"Juan, hijo de padres no conocidos. Año del Señor de 1799, a 24 de noviembre, yo Juan
José de Cáceres, Teniente de Cura, Rector de esta Santa Iglesia Catedral de Arequipa,
bauticé, puse óleo y crisma a una criatura del día a quien puse por nombre Juan, hijo de
padres no conocidos. Fueron sus padrinos el Subteniente de Milicias, D. Manuel Yyauri
y Doña Rosa Saconetta, a quien advertí su obligación y parentesco espiritual y lo
firmé".
En el margen izquierdo superior se incluye una nota por la que se nos informa del matrimonio de
sus padres, así como el reconocimiento legal de nuestro protagonista[2] En la misma hoja se
inserta la partida de su hermana Melchora:
Año del Señor de 1808, día 7 de enero, yo el presbítero don Mario Josef de Herrera,
Teniente de Cura Rector del Sagrario de esta Santa Iglesia Catedral de Arequipa, en esta
Auxiliar de Santiago bauticé solemnemente, puse óleo y chrisma a una niña de un día y
le puse por nombre MELCHORA, hija legítima de don Felipe Calienes y de Josefa
Olazáva.
Será, por tanto, nueve años después, una vez que sus padres regularizan su matrimonio, cuando
el niño fue reconocido legítimamente[3]. Conocemos algunos datos de su abuelo materno, el
capitán Francisco Olazábal Arancivia. Era hijo natural de José de Olazábal y María Arancivia. Su
profesión -heredada del padre- fue la de ensayador, fundidor y balanzario, especie de ingeniero
técnico y administrativo de los metales preciosos de las Reales Cajas de Arequipa. Se casó con
Isidora Cornejo, enviudando a los 12 años de su matrimonio. Tuvo tres hijos naturales (Josefa,
José y Diego), parece que de Inés Ramos[4] M. A. Cateriano, primer biógrafo de Calienes, nos
habla de que fue "educado bajo los principios de la más sana moral y muerto su padre cuando aún
se hallaba todavía en tierna edad, pasó el joven Calienes sus primeros días en el modesto hogar
materno, lejos de las comodidades y goces que proporciona la posesión de bienes de fortuna" (
Cateriano 1908: .244.).Habla también de su formación con el rígido profesor de lengua latina
Bartolomé Arana, el mismo que le tocó en los primeros años de Juan Gualberto Valdivia.
FRANCISCANO
El prestigio bien ganado de la Orden Franciscana por su sencillez, identificación con el pueblo,
su celo misionero -con altibajos ciertamente- permaneció a lo largo del tormentoso siglo XIX.
Julián Heras nos recuerda que fueron ocho los obispos franciscanos a lo largo del siglo XIX en el
Perú: Hipólito Sánchez Rangel (1805-24) en Maynas, Francisco de Sales Arrieta (1841-1843) de
Lima, Manuel Plaza (1848-53) de Cuenca (Ecuador), Juan Estévanez Seminario (1880) en Puno,
José Ma. Masiá, de Loja (Ecuador), Alfonso Ma. Sardinas (1890-1903) de Huánuco, Francisco
Solano Risco (1865-1903) (Heras 1996: 75-112). Junto a ellos están otros franciscanos que
salidos de los claustros franciscanos alcanzaron la mitra en los comienzos del S. XX: Santiago
Irala (1904-8) de Chachapoyas, Mariano Holguín (1904-45) de Huaraz y Arequipa; José Gregorio
Castro (1910-17) del Cuzco; Antonio Rafael Villanueva (1928-33) de Cajamarca y Francisco
Irazola (1925-40), primer vicario apostólico del Ucayali.
El 19 de abril de 1817 tomó el hábito en La Recoleta de san Francisco, de manos del Guardián P.
Felipe Vilar, y al cumplir el año de su noviciado, 20 de abril de 1817, emitió los votos de religioso
profeso en manos del P. Sebastián Belenguer. Fueron sus maestros de noviciado los PP. Pedro
Muñiz y José María de la Torre. Uno de los compañeros con los que convivió más tiempo y más
estrechamente fue Fr. Juan de Dios Begazo; tanto uno como otro, al preguntarles acerca de su
destino, contestaron que profesaban para la Observancia, por lo que a los pocos días pasó al
convento de la Recoleta de la ciudad de Arequipa(Arroyo 1951:.476).. En este tiempo se instruye en
las constituciones de la orden, en la liturgia, el canto llano y el salterio. Sus biógrafos enfatizan
los grandes valores de su personalidad, "entre los cuales descollaron la dulzura de carácter, la
humildad y la mansedumbre".
Conocemos el mundo recoletano en que Calienes vivió como novicio por una visita practicada
por el arcediano de la catedral de Arequipa, Francisco Xavier Echevarría, el 6 de mayo de 1822,
y en la que no salen muy bien parados los religiosos de la Recoleta por el abandono en que se
hallaba postrada la sacristía. Lo mismo sucede con la librería, viéndose obligado el visitador a
amonestar al guardián P. Fray Hipólito Quadros a que cuidase con esmero de la Biblioteca; al
efecto, le recuerda las penas máximas de excomunión del Papa Pío V para quien robase un libro,
se insta a clasificar los libros con mejor método y que, para evitar la pérdida, se anote siempre en
un recibo que se saca un libro; debido a la obscuridad de la sala, se ordena se abra una ventana en
la bóveda de la pieza y se le ponga una reja de hierro para mayor seguridad.
Tales observaciones coinciden sustancialmente con el escrutinio dado por los religiosos el 10 de
mayo de 1823. El P. Fr. Juan de Dios Gómez, vicario de casa, dijo que las celdas estaban ruinosas
y necesitaban componerse. "Que el Noviciado necesitaba de refacción y evitar la muchísima
humedad con que está inundado por la cercanía a la acequia". El P. Monfaraz dijo que en lo
material necesitaba mucha reforma por falta de celdas y aseo en las oficinas comunes; que la
sacristía estaba desmantelada en los altares y ornamentos, pues no se ha puesto ninguno en más
de once años desde que murió el P. Cáceres; los enfermos no tienen asistencia ni medicina;
propone como guardián al P. Guillén "por desinteresado y afecto a los pobres".
No fueron fáciles los tiempos del noviciado, por coincidir con los recios tiempos de la
emancipación política de Perú y disposiciones legales del Gobierno poco favorables al ejercicio
de la vida conventual[5]. En el escrutinio el P. Guardián revela los tiempos difíciles por los que
atraviesan: "por lo que mira a la limosna de obras pías, casi no se pueden recaudar en el día por
la penuria del tiempo...pues las limosnas en especies que solían recogerse en Camaná y Tambo
de aceite, miel, ají, están perdidas. Que en la ciudad todavía no se sabe lo que darán de la limosna
del maíz". Tan calamitosa ve la situación que piensa en "disminuir el número de conventuales".
Informan 36 frailes, todos los profesos. Calienes todavía estaba en el noviciado[6].
El género de vida de las casas "recoletas" obedece a los deseos de los primeros franciscanos de
consagrarse más intensamente a la oración y a la penitencia, en el marco de una vida de silencio
y soledad. Con el correr del tiempo la vida apostólica y contemplativa sufrió cierto menoscabo
por lo que se crearon los grupos Reformadores, Descalzos y Recoletos. En estos centros -como el
de La Recoleta de Arequipa "el rezo del Oficio Divino era muy pausado y devoto...Los maitines
los rezaban a media noche, y a continuación hacían oración mental, durando todo hasta las tres
de la madrugada. A continuación rezaban el Oficio de la Santísima Virgen". La pobreza era
extremada, tanto en la alimentación, sin apenas carne, como en el hábito de tosco sayal. Las celdas
estrechas, oscuras y bajas, sin ninguna comodidad, como se puede apreciar en la actualidad en el
Museo del convento. Conocemos su horario por el panegírico de san Jenaro, predicado en el
convento por Fray Fulgencio Maldonado, Chantre de la Catedral de Arequipa, y que pasaba
temporadas con los religiosos:
"Amanéceles (según las diferencias del año) una hora antes del día...Un vilísimo
sayal, ardiente en verano y en invierno helado) corren ellos a las consonancias
de su Prima, que atienden los Cielos, como si allá faltasen músicas o no sobrasen
Primas. Síguense las pocas horas que hay hasta las nueve; y en éstas (seguros
de sí, sí, que no hay más seguridad en el cielo y la tierra que las de las
conciencias aseadas, puras) seguros de sí, y solícitos de los bienes, que en todo
género os desean, ofrecen para alcanzároslos, sacrificio de alabanza en esos
altares. Ocupándose a este mismo tiempo los demás en mil religiosas tareas.
Vuelven luego a sus horas, y Misa mayor; y acabados los oficios, reciben los
mendigos de Dios un moderado sustento de la mano de su Providencia. Diré
también que de la vuestra, para ellos piadosísima; pero gobernada de la divina,
que os inspira y rige. Y después de la debida acción de gracias, se ocupan en
oficios humildísimos. Pasemos de las Vísperas, Completas, contemplación,
disciplina, y demás santos ejercicios de su costumbre, y vengamos a lo tremendo
de la noche. Recógense entre ocho y nueve a sus breves celditas, sin luz
ninguna... Cítalos indispensablemente la media noche a repetir su difícil carrera
en los Maitines. Dícenlos, no tanto leyendo, como contemplando sus salmos y
lecciones. Gastan en eso, y en el rato de oración mental, regularmente tres
horas; y en protestación de que no les cansa ese fatigoso correr, bajan al
Noviciado, donde de nuevo los ocupa el Oficio de la Virgen; y apenas, después
de esto, pudieron reclinar la cabeza, cuando vuelve a citarlos Prima. ¿Son
estrechuras, son aprietos estos de los que juzgábades imposibles al vigor
humano? Pues esos corren, esos vuelan, voluntariosos, no forzados, previniendo,
no impelidos, en el alcance de aquel Señor, a quien tanto saber hacen
obediencias anticipadas de los que así le siguen y celebran" (Cit. en Arroyo
1951: 65-67).
Por estos años Perú está librando el drama vivido con caracteres épicos de
la Independencia nacional. Calienes no pudo estar al margen de tan magno
acontecimiento. Instaurada la República hubo cierta inestabilidad y
desorden en los conventos, aumentada por la expulsión del arzobispo de
Lima, Bartolomé de las Heras en 1821. España vive el trienio liberal
anticlerical y el recién estrenado gobierno del Perú sigue el ejemplo; así,
el libertador Simón Bolívar cierra en 1824 los grandes centros misioneros
franciscanos de Ocopa y Moquegua. La puntilla vendrá a colocarla el
Decreto sobre Reforma de Regulares de 28 de septiembre de 1826 por el
General Andrés de Santa Cruz, presidente del Gobierno y representante de
Bolívar, quien arrebató a los regulares la administración de sus bienes,
despojó de su autoridad a los Provinciales y Visitadores, al tiempo que se
ordenaba que en ningún pueblo o ciudad de la República se mantuviesen
dos conventos de la misma Orden; tan sólo se salvaron de esta medida
sectaria los Descalzos de Lima y la Recoleta de Arequipa. Por estas
medidas los religiosos quedaban sujetos a los obispos, se suprimían las
provincias religiosas y los frailes que no aceptasen secularizarse debían
reubicarse en otras casas. Las Recoletas franciscanas, oasis de silencio y
fervor, símbolo de la más estricta observancia, no se libraron de las
vicisitudes y también vieron disminuir el número de sus miembros. Mons.
Odorico Sáiz concluye que "de las conmociones bélicas salió la jerarquía
eclesiástica convulsionada, disminuido el clero, los seminarios cerrados o
perturbados, las órdenes religiosas presa de la división o de relajación y el
pueblo manchado de miserias morales (Sáiz 1993: 57).
Una vez emitidos los votos de su profesión pasó al convento de san
Francisco. Allá principió sus estudios, siendo su lector de Filosofía Fray
José Salas y de Teología Bernardino Cabrera. El 26 de mayo de 1820 nos
lo encontramos como Maestro ayudante de Filosofía. felizmente se
conservan las actas de los capítulos celebrados durante los años en que
Calienes hace vida conventual en san Francisco. En 1823, 30 de abril,
figura como hermano de órdenes menores, enfermo. Fue elegido Guardián
el P. Isidro Rodríguez[7]. sabemos que los días 21 y 22 de febrero de 1823
fue ordenado por el obispo Goyeneche de primera tonsura y de ostiario y
lector, esto es, las antes denominadas "órdenes menores" hoy "primeros
ministerios", 5 subdiáconos de su Orden y el diácono Tomás Peralta; entre
los ocho presbíteros, figura el célebre Deán Valdivia. Terminado el estudio
de la Teología, recibió las órdenes sagradas en 1826. Año borrascoso, en
que el Gobierno Supremo de la República dicta leyes favorables a la
exclaustración de los religiosos, tendentes a socavar los cimientos de la
misma vida claustral. El citado Juan Gualberto Valdivia, a la sazón fraile
mercedario, aprovechó la medida laxa para dejar la orden redentora de
cautivos. Nuestro protagonista se ocupará prontamente de la enseñanza
como maestro de estudiantes del célebre Colegio de San Francisco. A
principios de 1830 obtuvo, mediante concurso, el título de lector de
Filosofía. Al año siguiente enseña matemáticas, disciplina en la que
descuella notablemente como veremos más adelante. Si nos fijamos en los
capítulos celebrados en su convento, el P. Calienes figura con los cargos
y títulos siguientes:[8]
Regente de estudios
En 1832 pronunció una alocución, con motivo de la conclusión del examen de Filosofía y
Matemáticas que presentaron sus alumnos, dedicado a la Junta Departamental y que le valió el
otorgamiento de Doctor en Teología, el 27 de agosto del mismo año[9].
Durante su regencia no descuidó las obras arquitectónicas del convento tal como nos lo manifiesta
la célebre escritora María Nieves y Bustamante:
"El Reverendo Padre Fray Juan Calienes la hermoseó (la iglesia de san Francisco)
con el elegante altar mayor que posee, cuya forma él solo imaginó, el tabernáculo
no tiene rival en Arequipa por su buen gusto, lo mismo que el camarín; las
pinturas aunque muy deterioradas revelan que fueron bastantes buenas"[10]
El célebre P. Manuel Jesús Castro, en su colaboración para la revista gráfica Mundial, tras una
rápida descripción de la historia y el arte del convento de San Francisco, se centra en nuestro
personaje:
"De grado personifico cual belleza (moral de este Monasterio) con el voto
plebiscitario de Arequipa, en la dulce y querida imagen de Fr. Juan Fernández
Calienes y Olazábal, ya borrosa para la generación actual. ¿Acaso a título de buen
religioso, mejor sacerdote y obispo dieciséis meses mártir? No, con ser valederos
los motivos. ¿Acaso por haber sido orador eminente, de insinuarte persuasiva,
filósofo práctico y teólogo profundo como sencillo? ¿Quizá por matemático
intuitivo, geómetra inventor coincidente con el sabio Juan de Dios Salazar del
gonómetro o verticalímetro? Tampoco, que a mayor altura frisan los méritos de
este amable franciscano y Padre de verdad. Hay personajes que llenan de suyo
una época, un siglo. La voz de dos generaciones ¡y qué voces! proclaman un
nombre y acreditan un título, símbolo de incomparable belleza espiritual: Fr. Juan
Calienes, Maestro amado de la juventud en el Colegio de San Francisco". (17 de
diciembre de 1928).
El colegio San Francisco, destinado a la enseñanza de religiosos, sólo contaba con las aulas de
latín, humanidades y teología, sin embargo el nuevo regente de 1833 amplió la currícula a las
cinco facultades, a saber: Derecho, en sus dos ramas Natural, de Gentes y Canónico; la de
matemáticas, filosofía y literatura. Sin olvidar los cursos que en la actualidad se dan en la
secundaria, dirigía personalmente toda la enseñanza durante el primer curso, encargando su
regencia en los años superiores a los alumnos más destacados. Tal sucedió con los doctores
Miguel Garaicochea, M. Lorenzo Bedoya y J.Manuel Maldonado. La redacción y corrección de
todos los textos de enseñanza corría a su cargo, cuidando la ortodoxia y la puesta al día en cuanto
a calidad científica se refiere.
En cuanto a la disciplina, eliminó los castigos físicos externos, implantando un sistema positivo
cimentado en la motivación interior, con el fin de excitar "el pundonor, la nobleza de sentimientos
y la elevación de miras. Corregía con suavidad y castigaba con moderación. En cada alumno veía
un verdadero hijo al que trataba con esa amabilidad y dulzura tan peculiares de su bello carácter...
Con prendas tan estimables, con un afecto tan paternal a la juventud estudiosa, cautivó las
voluntades de sus numerosos discípulos y se hizo amar entrañablemente de cuantos se le
acercaban. El afecto que llegó a conquistar fue de tal grado, que ningún director de colegio, en su
tiempo, ni en el nuestro, le ha merecido más entrañable ni con más justicia, pues el regente
Calienes no sólo tuvo admiradores fervientes sino devotos fanáticos[11]".
Las aulas estaban perfectamente provistas de todos los muebles, útiles e instrumentos necesarios.
Contaba con un ambiente general, para los exámenes; la secretaría, archivo, oficinas, imprenta,
en la que se estampaban los textos, los programas y varios folletos populares.
Así lo hace saber en un tratado de Teología sobre la Eucaristía, en 1848, donde incluye la siguiente
nota: "los demás tratados que forman el curso completo de Teología dogmática, escolástica y
moral, se publicarán sucesivamente en cuadernos separados y en tomos. Lo mismo se hará con
las demás materias: gramática, filosofía, matemáticas y Derecho".
Con el fin de hacer partícipe a su colegio de las concesiones otorgadas por la ley a los colegios
nacionales, obtuvo del gobierno por ley de 13 de enero de 1848 el título de colegio público y por
ley de 29 de noviembre de 1851 el de nacional, al tiempo que le concedió la posibilidad de usar
la opa celeste y la beca blanca. Con estos logros, el colegio estaba facultado ya para conferir
grados por los que podían optar directamente a la Universidad.
Su prestigio le llevó a que los profesores del colegio fueran indultados con las dispensas de dos
años de práctica, de los cuatro que exigía la ley para la recepción de abogado.
Con el fin de solemnizar el título de "nacional" del colegio, eligieron un día señalado para
celebrarlo, vistiendo la beca todo el claustro de profesores, los alumnos y él mismo, director; la
Universidad le confirió el grado de doctor en Teología.
Precisamente en estos lances es donde se revela su gran temple. Desde mayo de 1843 José
Gregorio Paz Soldán comenzó a atacar al Colegio negándole en sus vistas fiscales la facultad de
enseñar Derecho y las materias ajenas a las disciplinas eclesiásticas. Los alumnos y los padres de
familia en un escrito titulado ¡Al Público! refutaron las invectivas del intelectual arequipeño. El
25 de febrero de 1845 el Prefecto D. Pedro Cúneo le pidió que diera facilidades a la Sección
Económica del claustro universitario, integrada por Ezequiel Rey de Castro y Mateo Paz Soldán
en la visita que debían practicar en el colegio san Francisco. Calienes sostuvo que la Universidad
carecía de derecho para tal inspección: "Sin embargo, si a Uds. parece conveniente estoy pronto
a la visita indicada con tal que se haga por profesores imparciales o por la Academia Lauretana,
sin que por esto se dé opción a la Universidad para adquirir un derecho que no tiene...El Colegio
era el único que después de haber pasado al través de las revoluciones que han agitado en tiempos
de superación sin más apoyo que la constancia de un Pobre del Evangelio se había tomado el
trabajo de uniformar en lo posible las ciencias y aumentarlas con descubrimientos propios".
El 10 de enero de 1852, el Presidente General D. José Rufino Echenique dirigió la siguiente carta
al P. Calienes:"al poner el cúmplase a la resolución del Congreso por la que se declaraba la
nacionalidad del Colegio de san Francisco, no había hecho más que ejercer un acto de justicia y
satisfacer los deseos públicos que hacía tiempo reclamaban en favor de tal establecimiento ese
título más para su estabilidad y su buen crédito".
El colegio fue creciendo en fama y prestigio. Una de las asignaturas más destacadas fueron las
matemáticas. Sobresalieron en ellas el Dr. Juan de Dios Salazar, matemático y teniente de
cosmógrafo; el Dr. Miguel Wenceslao Garaicochea, autor del célebre Tratado sobre el cálculo
binomial se educó en el centro, enseñó y fue promovido a la cátedra universitaria bajo el
padrinazgo del Dr. Calienes.
Me parece de interés el dar cuenta en el anexo 3 los alumnos del Maestro ya que representa lo
más granado y selecto de la juventud arequipeña del momento, 1840 Pocos pedagogos habrán
visto tan entrañable y afectuosa correspondencia de sus alumnos como Calienes. Este amor,
inspirado en la gratitud granjeada por su alta calidad científica como catedrático, en su hábil
ejercicio como director y, sobre todo, en su dulce y paciente carácter, le valieron muestras de tan
alto aprecio como las manifestaciones populares para pedir al Gobierno que le propusiera como
obispo de Arequipa.
Lo encontramos, por tanto, como profesor de Teología de primer año; de Física a los de Primera
de Matemáticas; de Metafísica a los de Filosofía de primer año y Lógica a los de Filosofía 2?.
En Derecho, dirige la asignatura de Derecho Civil en primer año; Teología, los de 2?; Ética, 3?;
Metafísica, 4?; Lógica, 5?.
En 1844, por medio de la hoja de exámenes, sabemos que impartía las siguientes materias:
. Teología, Encarnación
Matemáticas:Aritmética
. Filosofía: Lógica.
"Fue un instrumento inventado o ideado por él para medir los ángulos rectilíneos, cuya
construcción, recordando la figura que existía traza en la forma o testero del antiguo
general del colegio de N.S.P. San Francisco, era de un semicírculo graduado y dos
anteojos, uno horizontal y otro vertical movible. Empeñado el R.Dr. Calienes en medir
los ángulos por líneas homólogas o rectas, esto es sin emplear los arcos del círculo,
afirmaba que con el verticalímetro, que a su concepto era de construcción demasiado
sencilla, se conseguía ese objeto"[12].
Otro instrumento parecido, el gonógrafo, también fue ideado por el Dr. Calienes. Era un
instrumento que describía ángulos y trazaba figuras sobre el terreno. A diferencia del
Metrógono, consistía en un semicírculo, cuyo diámetro se hallaba dividido en 100 partes
iguales, por perpendiculares que designaban en la circunferencia, igual número de divisiones.
De las extremidades del diámetro, partían cuerdas a cada una de las divisiones, que indicaban
las visuales con que en dichos extremos, se hacía la observación del ángulo. De tales divisiones,
que bajaban perpendiculares al diámetro, lo dividían en dos segmentos, uno de los cuales
designaba la medida del ángulo del otro lado. Con las mismas cuerdas y diámetros, se
presentaba un triángulo rectángulo, que tenía el ángulo recto en la circunferencia y su medida se
designaba por el diámetro
"Instrumento para describir ángulos y trazar figuras sobre el terreno. Difiere del Metrógono en no
tener uso para la medición de un ángulo dado, sino de la especie de aquellos que están alineados
sobre el instrumento. El que ha dado a conocer el filantrópico matemático Dr. Fray Juan Calienes,
es de este género, descubre una idea muy ingeniosa y es adecuado para las operaciones gráficas
de Geodesia. Es nuestro objeto rectificarle bajo de este principio, así para facilitar su manejo,
como para dar idea de los puntos de contacto que tiene con el nuestro.
En suma, todo el aparato de este instrumento consiste en un semicírculo, cuyo diámetro se halla
dividido en 100 partes iguales, por perpendiculares que designan en la circunferencia igual
número de divisiones. De las extremidades del diámetro parten cuerdas a cada una de estas últimas
divisiones, que indican las visuales con que en dichos extremos se hace la observación del ángulo.
Des estas mismas divisiones bajan perpendiculares al diámetro, que dividiéndolo en dos
segmentos, cada uno designa la medida del ángulo del otro lado. Con estas cuerdas y diámetro se
representa un triángulo rectángulo que tiene el ángulo recto en la circunferencia y su medida se
designa por el diámetro. Y como el diámetro y sus segmento representan los cuadrados de los
lados respectivos de este triángulo, es claro que con las raíces cuadradas de las cantidades que
designan los ángulos, serán designados los lados opuestos, y que por medio de sus valores
relativos, será fácil hallar los valores absolutos, dado uno de ellos.
Concluimos este artículo, previniendo que nuestro método en Geodesia es de un orden superior a
los que se emplean vulgarmente y que es sensible no se dediquen a un estudio tan ameno en sus
demostraciones, tan necesario en las actuaciones del foro y de tan felices aplicaciones al arte de
levantar planos, delinear caminos y medir terrenos ocupados de plantío. Basta decir, que tiene
grandes analogías con las operaciones gráficas de la navegación y con el orden de designar los
rumbos; sin perder de vista la posición paralela del instrumento como sucede con la dirección
Norte-Sur de la Brújula"[13].
En la Universidad desempeñó varias funciones. Una de ellas fue la de fungir como primer
consiliario, junto con Domingo Bustamante y Pedro Flor[14]. Otra de sus funciones será
administrativa y económica. Uno de los asuntos tratados por su Comisión Económica fue la de
las "propinas" recibidas por parte de los graduados. El 22 de octubre de 1838 se acuerda de que
"deben pagar los graduados, sean agraciados o no" [...] sin perjuicio de los colegios privilegiados
en razón de esta pobreza"[15]. Meses más tarde, nos ofrece la cantidad que debían abonar los
bachilleres, licenciados y doctores al graduarse. Era 40, 80 y 120 pesos respectivamente. El 9 de
abril de 1839 figura como padrino de Miguel W. Garaicochea (1815-1861), bachiller en los cuatro
derechos. Era alumno predilecto del Dr. Calienes en el Colegio "San Francisco", profesor del
mismo centro educativo y una de las lumbreras arequipeñas en matemáticas; alcanzó fama
extraordinaria como matemático por su tratado sobre el "Cálculo Binomial", aunque destacase en
la poesía y en la política. Fue magistrado (Juez de Chachapoyas, Vocal en Cajamarca); diputado
por Chachapoyas y senador por Amazonas. Calienes obtuvo para él el doctorado acogiéndose a
un título otorgado para el Colegio. Los miembros eran elegidos por dos años y debían reunirse
regularmente en comisión para ventilar todos los asuntos relativos a la organización de la vida
académica y administrativa de la Universidad. Desde la comisión económica debió velar por la
transparencia en la gestión de una Universidad naciente y débil de recursos[16].
Ese año 1839 debió pronunciar el sermón del santo patrono "Gran Padre San Agustín"[17]. En el
claustro de 1846 forma parte de la Junta de corrección, en unión de Gregorio Ballón y Baltasar
Dávila, siendo rector Pedro Gamio. Tanto en los claustros de 1848 como de 1850 y 1854 será
miembro de la Junta Económica.
Evaristo Vargas
Antonio Salas
Mateo Garzón
Mariano de Córdoba
J. Domingo Rosel
J. Domingo Bustamante
Diego Rodríguez
CONFESOR Y PREDICADOR
A pesar de su innegable vocación científica, descuella en él su gran religiosidad, dentro del más
genuino espíritu franciscano y que proyectará celosamente en el ejercicio de su apostolado,
particularmente en la confesión y en la predicación. El obispo le nombró examinador sinodal y
teólogo consultor. M.A. Cateriano destaca la imaginación viva y fecunda, cultivada
esmeradamente en su afición por la buena literatura. Entre sus sermones son dignos de mención
los panegíricos a los santos (santa Teresa) o en las exequias de algún personaje relevante.
"Trabajaba estos pequeños poemas religiosos con meditación y esmero, ajustando con tal ingenio
el discurso a la tesis, que parecía nacer de ella y sujetándose estrictamente a las prescripciones
oratorias. Sus sermones serían poemas en prosa para un poeta: alegatos de bien probado, para un
jurisconsulto y discursos académicos para un catedrático de literatura". Y continúa el insigne
biógrafo, eximio literato y mejor orador -no lo olvidemos- que tuvo ocasión de ver en vivo y
directo a Calienes, de quien nos ofrece un estudio estilístico admirable: "Formado ya le discurso,
no lo recomendaba a la memoria, sino que se contentaba con sujetarlo a los límites de la
comprensión. Llegado el momento, principiaba el sermón, y era entonces cuando le daba la última
mano de corrección, variando los giros y los tropos, embelleciéndolo de nuevo con las galas de
su rica fantasía y amplificando algunas ideas. Su voz, aunque poco vibrante, era armoniosa, suave
y se dejaba oír agradablemente. Su fisonomía, bañada siempre de una dulce sonrisa, reveladora
espontánea de su bello carácter, inspiraba afecto y simpatía. Su espaciosa y luciente calva, sus
ojos negros y centelleantes, aunque pequeños; y sus movimientos nobles y dignos, despertaban
interés".
Llevaba siempre apuntador aunque le ponía en apuros pues raramente se ceñía al texto.
"Su elocución, algo pausada y a veces un tanto tardía y lenta, no era del mejor efecto, por parecer
que en el acto estaba discurriendo o que escogía las palabras o que por haberse olvidado el texto
trabajaba su memoria para recordarlo; pero, a pesar de este pequeño inconveniente siempre era
escuchado con suma complacencia. Su mímica, natural, propia y expresiva, era complemento de
su dicción" (Cateriano 1908: 244-256).
Además del púlpito, no abandonó nunca el confesionario, desde el cual realizó una profunda labor
espiritual en el cultivo de personas selectas como Felipa Rivas, muerta en olor de santidad, y de
otras muchas, entre las que se encontraban profesores y alumnos del Colegio de San Francisco,
de la Academia y de la Universidad.
OBISPO DE AREQUIPA
A finales de siglo descuella singular y señera la figura de Pedro José Chaves de la Rosa, moderno
reorganizador del Seminario para el que donó los 1.498 libros de su biblioteca, fuente cultural de
los próceres de la naciente república, fundador del orfelinato para niños desvalidos. En este
tiempo, 1799, nace nuestro protagonista.Ya en el S. XIX, figura el canario Luis Gonzaga de la
Encina, que promovió la devoción a la Virgen de la Candelaria, instruyó celosamente al pueblo a
través de sus sermones y tuvo que apaciguar los ánimos en los tumultuosos años que precedieron
a la emancipación, particularmente ante el caudillo Pumacahua. Casi medio siglo lo llenará la
figura del gran prelado José Sebastián Goyeneche, culto, caritativo, pastor prudente, que prefirió
sufrir con los suyos en el doloroso nacimiento del nuevo Perú antes de irse a la tranquila sede
granadina que le ofrecieron para España. A él le tocará ordenar al entonces aplicado estudiante
franciscano. A su misma altura estuvo su sucesor Bartolomé Herrera, jurisconsulto, teólogo,
filósofo, publicista, escritor y orador sagrado, quien afirmará la independencia nacional no como
simple consecuencia de la mera determinación popular sino como resultado natural del desarrollo
de una nueva entidad nacional surgida como síntesis del encuentro mestizo de lo hispano con lo
indígena. Desde su puesto de Rector del Convictorio de san Carlos educó a generaciones de
ilustres peruanos; fue también defensor de los indígenas procurando nuevas leyes en su favor; se
volcó también en la formación integral de su clero; estuvo muy cercano a los Padres Franciscanos;
el él saldrá la iniciativa de nominar a Calienes como Guardián. A su muerte fue elegido el clérigo
José Manuel Vargas, inmediato antecesor de nuestro protagonista, y que ni siquiera tuvo tiempo
de tomar posesión de la sede.
El electo prelado, para no defraudar a sus entusiastas partidarios que habían luchado a
brazo partido por la elección de su maestro, frente al presbítero José Manuel Vargas, propuesto
por el gobierno el 2 de noviembre de 1864 y muerto a los dos meses, aceptó con resignación lo
que veía como todo un calvario. Y la primera estación de su vía crucis fue el viaje a Lima, debido
a su penosa enfermedad y al camino accidentado, que imponía una travesía de treinta leguas a
lomo de mulas, a los que había que sumar los tres días de navegación. Ello se agravaba si tenemos
en cuenta que Calienes no había salido de su Arequipa a otro sitio que al valle de Canaura, ubicado
a 8 leguas de distancia, en busca de descanso tras la intensa labor docente; también había viajado
al Valle de Majes por razones pastorales de su convento. El último tramo lo cubrió en ferrocarril.
En su estación de Lima le esperaba expectante el pueblo y la carroza del Presidente de la
República y del Arzobispo. Se alojó en el convento de santo Domingo. Su timidez natural, el
cambio de clima, las penalidades del viaje y la tensión provocada por el protocolo al que no estaba
acostumbrado agravaron su estado de enfermedad crónica.
Tras su entrada oficial como nuevo prelado de Arequipa, regresó a su convento de La Recoleta,
donde fue atormentado por crueles dolores, viéndose privado del movimiento. Tuvo tiempo para
publicar -como hemos visto- su primera y última pastoral, una tierna misiva a sus diocesanos. Se
ocupó también de la reforma del Seminario. El convento grande le llevaron -conforme deseaba-
a su querido colegio para exhalar el último suspiro en la misma celda en la que había vivido por
más de treinta años, y como bien retrata Cateriano "había sido testigo mudo de sus afanes,
sacrificios y desvelos por la instrucción del pueblo". Era la última estación de su Vía Crucis.
Desde entonces, sus últimos días no fueron más que una dolorosa agonía. Su lecho mortal aparecía
cubierto de flores que sus antiguos alumnos y el pueblo fiel le iba llevando como testigo de su
amor filial.
El día 26 de julio de 1866, a la 1 de la tarde, el Prelado hace testamento ante el notario Mariano
García Calderón. Además de las consabidas cláusulas declaratorias de ser cristiano y petición de
perdón, nos comunica con gran sencillez su deseo de ser enterrado en La Recoleta "como se
acostumbra a los religiosos franciscos" y que su cuerpo sea embalsamado; las exequias serán en
la Catedral "como lo prescribe el ceremonial de obispos". Cumple con el precepto de abonar su
donativo para la "manda forzosa", votos o promesas hechas a Dios o a un santo, de 4 pesos. En otro orden
de cosas, declara que en el corto tiempo de su obispado "no he adquirido bienes de ninguna clase"
y las "pequeñas cantidades ingresadas se han invertido en mis notorias enfermedades y en la
refacción de esta casa". Todos los muebles existentes se compraron con dinero de sus sobrinos
menores, adeudándosele "un pico de que ellos tienen conocimiento, por lo cual les pertenece y
nadie podrá tomar parte alguna de su valor". Recuerda que su albacea, el presbítero Dr. D.Baltasar
Rodríguez, se responsabilizará de satisfacer deudas pendientes y cobrar los sueldos que le debe
el Gobierno. A su apoderado, Dr. Faustino Carrión, encarga de poner al día el arrendamiento de
la chacra del Buen Retiro, de 9 topos y que conducía D. Manuel Velarde a razón de 6 pesos. Como
herederos universales instituye a sus tres sobrinos, Eugenio, María Santos e Isabel Calienes, para
que dividan los bienes en partes iguales. Debido a que ya estaba herido de muerte delega en su
apoderado Faustino Carrión la función de firmar el testamento. Como testigos figuran Tomás
Vera Rendón, Pedro Pablo Berueta y Melchor Ballón[21].
El paso de los años, que amenaza con cubrir de polvo y ceniza lo más fresco y lozano, hizo que
se perdiese la ubicación de sus restos mortales. Pero, 75 años después, un 4 de diciembre de 1941,
unos albañiles, afanados en la refacción y adorno de la sacristía, descubrieron un nicho con un
ataúd en la pared. Una vez que fue comunicado el hallazgo al Superior de la Recoleta, Fr. Antonio
Emparanza, procedió, en unión de los Hermanos Dionisio Ortiz, Fernando Domínguez y
Fernando Saiz, a la inspección ocular del nicho. Al descubrirlo contemplaron con sorpresa un
ataúd forrado de tela morada en cuya parte delantera estaban grabadas las insignias episcopales,
con birrete de doctor y bastón debajo del escudo. Cuando levantaron la tapa, vieron que el cuerpo
del finado permanecía íntegro y bien conservado; aunque, debido a la posición vertical en que fue
colocado, se encontraba bastante encogido hacia abajo, revestido de los ornamentos pontificales,
con anillo y mitra. La caja, de sauce, mide un metro noventa y siete centímetros de largo por
cincuenta y nueve de ancho en la parte superior. Dentro de la misma se vio en la parte posterior,
a lápiz y con letra descuidada la inscripción "Ec. Ilmo. Fr. Juan Calienes, Obispo". De todo ello
se levantó acta notarial conservada en el Archivo de La Recoleta con fecha de 11 de enero de
1942. La lápida, colocada anteriormente en el presbiterio de la antigua iglesia, se colocó en el
nicho descubierto, y es donde se ubica actualmente
Con motivo de la celebración de las bodas de plata del Colegio "Calienes", el Dr. Hélard Peraltilla
Apaza, director del centro educativo, se confidenció en el acto académico dedicado a Mons.
Calienes, el 30 de octubre de 1997, comunicándonos cómo fue la elección "causal" del nombre
Calienes para el Jardín Escolar Infantil y que se debió a estar ubicado en la plaza y cerca de la
calle que llevaban ese nombre. No tuvo reparos en afirmar que habían sentido muy profundamente
su protección espiritual a lo largo de estos 25 años primeros de andadura.
Juan Calienes fue mucho más que "un cerebro" excelentemente amueblado, convertido
en "Ateneo" como lo cantase el vate arequipeño. Hemos visto su docencia
multidisciplinar, que abarcaba desde el Derecho a la Física, de la Filosofía a las
Matemáticas, pasando por la Lógica y la Metafísica, sin dejar su puesto de Director de
un Colegio que él elevó a estudios superiores. Con su tosco pero elegante sayal
franciscano desempeñó puestos de responsabilidad en la Academia Lauretana y la
Universidad del Gran Padre San Agustín de Arequipa, tanto como profesor como en
diversas comisiones gestoras (económica, disciplina, secretaría), sin descuidar en
ningún momento su asesoría espiritual. Miembro destacado de la venerable orden
franciscana, llevará una vida ejemplar, tanto en lo académico como en lo espiritual; así
lo hemos visto en sus puestos de responsabilidad como regente y director de estudios o
como superior de sus conventos. Nominado por el sucesor de Pedro para regir la
diócesis de Arequipa, aceptó con filial sumisión sin hacer caso de sus achaques. A él
podía aplicársele el texto evangélico: "habiendo amado a los suyos" -y él lo hizo a
toneladas como lo demuestra el apasionado cariño de sus discípulos- "los amó hasta el
extremo", especialmente en la última etapa como prelado de Arequipa.
ANEXOS:
[1] Lista
completa de todos los religiosos (con su cargo) del Convento Observante de
Nuestro Padre San Francisco de Arequipa es la siguiente. Hoja suelta en el Archivo de la
Recoleta de Arequipa.:
Mariano Zegarra
Manuel Guillén
Isidro Rodríguez
Pedro López
Hipólito Quadros
Mariano Monjarás
Hipólito Polar
Fermín Ossuna
José Torres
José Rivera
Nicolás Arebalo
Julián Velasco
Buenaventura Rivera
Manuel Viscarra
Francisco Vegazo
Julián Hydalgo
Faustino Romero
Diego Rexas
Isidro Mariño
Antonio Dalgo
Julián Segarra
Pedro Galdos
Mariano González
El Dios excelso que habita en las alturas y desde allí atiende a las criaturas más pequeñas de acá abajo, que levanta de
la tierra al desvalido para colocarle con los príncipes de su pueblo, como dice el profeta David (Sal 112), se ha dignado
poner en nuestra bajeza los ojos de su Providencia, y sin mérito alguno de nuestra parte, nos ha alargado su diestra
poderosa para sacarnos, lo ha hecho, de la humilde condición de hijo del Patriarca de los pobres, colocándonos en
sublimidad del Episcopado y haciéndonos el Padre y Pastor de vuestras almas.
ADORAMOS sus decretos inescrutables y anonadados en su divina presencia, nos sometemos sumisos a empuñar el
báculo pastoral. Confiamos, no obstante, en que siendo él la fortaleza de los débiles, la luz y el director del apostolado,
nos asistirá con su gracia para que fiel y cumplidamente llenemos los sagrados deberes del ministerio episcopal.
CONSTITUIDOS por el Espíritu Santo, obispo de grey para gobernar la Iglesia de Dios, la cual él ganó con su sangre
(Act 20, 28), deseamos ardientemente, venerables hermanos y amados hijos estar adornados de aquellas ilustres virtudes
que caracterizan la misión del verdadero Apóstol y han resplandecido en nuestros esclarecidos predecesores para
corresponder así a la gracia de nuestra vocación. Para alcanzarlas, os rogamos por las entrañas de Jesucristo Nuestro
Señor, que oréis asiduamente al Padre de las misericordias y Dios de toda consolación, que compadecido de nuestra
indignidad y de las miserias de la humana naturaleza de que estamos cercados, nos conceda la gracia de ser, como
quiere el Apóstol (Hebreos 13, 20-21) "dechado de buenas obras en la doctrina, en la pureza de las costumbres, en la
gravedad, a fin de que, por nuestro ministerio sea glorificado su Santo Nombre, y alcancéis vosotros la eterna salud
para que habéis sido llamados. Porque yo no he creído saber algo entre vosotros, sino a Jesucristo y éste crucificado. Y
así estoy entre vosotros con pusilanimidad y temor y mucho temblor. Y mi conversación y mi predicación con vosotros
no serán en palabras persuasivas de humano saber, sino en demostración de espíritu y de virtud (1 Cor, 2, 23-
24).Nuestro primer cuidado será, venerables hermanos y amados hijos, mantener incólume el Sagrado depósito de la
fe que hemos recibido. Firmes en la Doctrina Católica la seguiremos invariablemente y seremos solícitos por que se
guarde siempre, sin alteración laguna, en toda la extensión de nuestra Diócesis. Y si, por desgracia, ha llegado aquel
tiempo que anunció san Pablo a Timoteo (1 Tim 4) "en que no se sufrirá la sana doctrina y se apartarán los oídos de la
verdad para aplicarlos a las fábulas", Nos , siguiendo la exhortación del Apóstol, e implorando el auxilio del Cielo,
velaremos y trabajaremos, cumpliendo nuestro ministerio, para que el error y toda creencia y toda opinión que no sea
conforme a la fe y a la enseñanza d la Iglesia Católica, Apostólica, Romana, queden confundidos y sean destruidos por
completo. Desde ahora, levantando muy alto nuestra voz y haciendo uso de nuestra autoridad, condenamos, rechazamos
y anatematizamos las falsas doctrinas a la Doctrina Católica, debiendo ser notorio a todos que sólo en el Episcopado
está la misión de enseñanza, porque el Divino Maestro a solo sus Apóstoles les dijo: "Id y enseñad a todas las gentes"
(Mt 28, 19).
Y para que esta fe y esta doctrina conserven en nuestra Diócesis el carácter de unidad que distingue a la verdadera
Iglesia de Jesucristo, de todas las sectas y falsas religiones, nos mantendremos fielmente unidos, con estrechísima
adhesión al Romano Pontífice que es la piedra angular que sirve de fundamento a esta misma Iglesia Católica como
Vicario de Jesucristo y sucesor de san Pedro y le prestaremos siempre aquella obediencia y sumisión que le debemos,
por ser el primado de la Iglesia Universal y Jefe Supremo del Catolicismo.
Vigilaremos también, con igual solicitud, porque los sagrados derechos de la Iglesia, sus inmunidades y prerrogativas
se guarden sin detrimento y sean respetados.
En el difícil desempeño de nuestro episcopado, esperamos tener un firme apoyo en vosotros venerables Deán y cabildo
Eclesiástico que sois nuestros muy amados hermanos en Jesucristo. Formáis el Senado respetable de nuestra Santa
Iglesia y nos ayudaréis con vuestros consejos y vuestra decidida y eficaz cooperación. Animados vosotros como lo
estáis del más vivo interés por las cosas sagradas que a Dios tocan, seguid trabajando solícitamente para todo aquello
que concierne al decoro y solemnidad del culto divino en nuestra santa Iglesia Católica y sirva d edificación al pueblo
cristiano, ya sea en los servicios del altar, ora sean los del coro. Esto y todo cuanto económicamente corresponde a
nuestra Catedral, continuará realizándose por vuestra ilustración y ardiente celo y por el cumplimiento que sabréis dar
en adelante como hasta aquí habéis dado a las disposiciones canónicas y "Regla Consueta" de nuestra Iglesia Catedral,
en que a todos y a cada uno toca en particular, según su oficio.
Y vosotros, venerables párrocos, que sois nuestros coadjutores, compartiendo con Nos
el Ministerio Pastoral, estad siempre solícitos por la salvación de vuestras ovejas. Que
ellas conozcan a su Pastor y que su Pastor las conozca y le sigan. Que la caridad y la
misericordia broten de vuestro corazón y por vuestras manos se derramen sobre vuestros
feligreses. Instruidlos por medio de la constante predicación evangélica y e la frecuente
lección del Catecismo, y santifcadlos por medio de los Sacramentos, cultivando con
esmero esa viña del Señor, para cosechar abundantes frutos de santificación. Felices
vosotros, venerables párrocos, si, imitando el ejemplo del Buen Pastor, mereciéramos
dar la vida por nuestras ovejas.
Y como uno de los principales deberes de un párroco es atender con exquisito cuidado a la prestación del culto,
esperamos de vuestro celo que los santos misterios serán celebrados en vuestras iglesias con la pureza, decencia y
majestad que exige el culto católico con que honramos a Dios Nuestro Señor, extirpando los abusos que pudiera haber
introducido la sencillez de los fieles o la falsa piedad de algunos devotos.
En todas las cosas mostraos como Ministros del Señor, procurando "ser dechado de los fieles en palabra, en buena vida,
en caridad, en fe, en pureza" (1 Tim 4). Sed exemplum esto fidelium in verbo, in conversatione, in charitate, in fide, in
castitate" como decía san Pablo a su coadjutor Timoteo.
Los presbíteros que fueron figurados por los setenta varones que eligió Moisés, para que le ayudasen en su ministerio,
con como, sabéis, los setenta y dos discípulos que señaló el Señor y los envió de dos en dos delante de sí, destinándolos
para ayudar a los obispos representados por Moisés y sucesores de los Apóstoles. Por tanto, vosotros sacerdotes del
Altísimo que formáis el venerables Clero de nuestra diócesis, sed en ayuda nuestra como lo habéis sido en la de nuestros
memorables predecesores para "ofrecer, bendecir, presidir, predicar y bautizar". Necesitamos de vuestra Santa
cooperación, que abundando en buenas obras nos haga menos grave el peso fuerte del Episcopado. Colocados en torno
de vuestro indigno Prelado trabajad con él. "Que vuestra enseñanza espiritual sea un remedio saludable al pueblo de
Dios. Que el olor de vuestra vida, haga el gozo de la Iglesia de Jesucristo" (Pontif. Rom.)
Las órdenes regulares, que tantos y tan importantes beneficios prestaron siempre a la Iglesia de Dios continuarán siendo
en nuestra diócesis, lo esperamos, un alivio de gran consuelo para nuestro paternal corazón por la oportunidad de sus
saludables servicios, haciéndonos sentir, siempre vivo, el espíritu religioso de sus santos fundadores.
Mas, como "la mies ciertamente es mucha y los trabajadores pocos" (Lc 10, 2) tenemos gran interés porque se aumente
nuestro clero con ministros de conocido provecho para la Grey. Para esto, vamos a contraer nuestra asidua atención a
nuestro Seminario conciliar, obrando decididamente porque no sea otra cosa que "un plantel perenne de ministros de
Dios" (Concil. de Trento Se. 23 de ref. cap. 18) y llene el objeto que se propuso el Santo Concilio de Trento al dar el
método de erigir Seminarios de clérigos y educarlos en él. Contamos para ello con los auxilios de la Providencia, y
tenemos la confianza de que así como nuestros ilustres predecesores de feliz memoria lograremos nosotros un clero
ilustrado y virtuoso que venga a ser nuestra honra y nuestra corona.
Y vosotros fieles que sois el rebaño que se nos ha confiado, os exhortamos a que seáis imitadores de Dios, como hijos
muy amados. "Y andéis en caridad, así como Cristo también nos amó y se entregó así mismo por nosotros como ofrenda
y hostia a Dios en olor de suavidad" (Ef 5)).
"Y el Dios de la paz, que por la sangre del testamento eterno resucitó de los muertos al gran Pastor de las ovejas,
Nuestro Señor Jesucristo, os haga idóneos en todo bien, para que hagáis su voluntad: haciendo él en vosotros lo que
sea agradable a sus ojos por Jesucristo, al cual es la gloria por los siglos de los siglos. Amén (Heb 13, 20, 21).
Dado en nuestro Palacio episcopal de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora de Arequipa, a 20 de marzo de
1866.
Fr. Juan de la Cruz, Obispo de Arequipa. Por mandado de SS Ilma. el Obispo mi Sr. Dr. Manuel Vargas Bustamante,
Secretario.
Anexo 3: Relaciónde los alumnos de las aulas que presenta examen. Los primeros de
lugares teológicos, los segundos de física general; los terceros de Metafísica y los
últimos de Lógica. Bajo la dirección del R.P.R.Fr. Juan Calienes, el día 15 y siguientes de
mayo de 1840. Archivo del Convento de La Recoleta, Arequipa.
TEOLOGÍA:
Justo Rivero
Jorge Clavijo
Bernardino Herrera
Juan Rosas
José M. Talavera
José M. Rodríguez
Mariano Orihuela
Bernabé Zabalaga
Pablo Zapater
Mariano Corejo
Mariano Rodríguez
Antonio Zenteno
MATEMÁTICAS
Fernando Ampuero
José M. Cano
Manuel R. Zegarra
Juan M. Chaves
Domingo Valdés
Mariano Taborga
Casimiro Pinto
Francisco Villanueva
Francisco Chaves
Mariano L. Salguero
Mariano Bedoya
Mariano Cornejo
Mariano Orihuela
Mariano Carrera
Domingo Núñez
Juan Gamero
Miguel Gómez
Mariano Ampuero
Gregorio Corrales
Narciso Arebalo
José Fernández
José M. Zegarra
Pablo Virreuta
Cayetano Núñez
FILOSOFÍA 1?
Juan Amesquita
Gregorio Fernández
Juan Rosas
Exequiel Vera
Antonio Zenteno
Antonio Vera
Dionisio Barrionuevo
Manuel Alemán
Lorenzo Herrera
Marcos Salas
José M. Zamudo
Valerio Cáseres
Mariano Zantayana
Miguel Melgar
FILOSOFÍA 2?
Juan Valdivia
Manuel Velarde
Mateo Ramíres
Mateo Ballón
Pedro Pino
Valerio Caseres
Narciso Barreda
Benigno Gamero
Clemente Alcalá
Vicente Paredes
Mariano Zantayana
Melchor Bedoya
Pablo Zeballos
Fernando González
Natos:
Jefes políticos
Obispo de la Diócesis
Jueces de Derecho
Provisor y Vicario
Abril, Miguel
Barriga, Pedro
Barriga, Rafael
Bejarano, José
Bellido, Mariano
Bustamante, Domingo
Caliennes, JJ
Castro, Leandro
Centeno, Manuel
Chaves, Tadeo
Cosío, Lucas
Dávalos, Manuel
Espinosa, Sebastián
Gallegos, Carlos
Gandarillas, Mariano
Gómez Sánchez, Luis
Leiva, Teodoro
López, Julián
Maldonado, José
Martínez, Andrés
Meléndez, Ildefonso
Nieto, Arsenio
Novoa, Ignacio
Ordóñez, Tadeo
Paredes, Mariano
Quiroz, Mariano
Recavarreen, J.M.
Rivera, Mariano
Rodríguez, Manuel
Rodríguez, Simón
Salas, Antonino
Toraille, Carlos
Torre, Antonio de la
Trujillo, Atanasio
Vargas, Evaristo
Vigil, Francisco
Zavala, IldefonsoActas. Archivo de la Nación, Chile, año 1840, folios 201, 203 (la clasificación alfabética ha sido
elaborada personalmente)
I. ARCHIVOS Y BIBLIOTECAS:
- Archivo Arzobispal
- Archivo Municipal
- Archivo Universitario
- Archivo Mostajo
- Biblioteca Municipal
II. BIBLIOGRAFÍA
1975 Historia de las misiones del convento de Santa Rosa de Ocopa. Ed. Milla, Lima.
ARMAS ASIN, F.
ARROYO, L.
1997 Vida de Monseñor Abad Illana de Juan Domingo Zamácola (Introducción y edición
crítica) UNSA-Centro de Estudios Arequipeños, Arequipa
1958 "Anales de la Catedral de Lima". Extracto de los libros de Actas del Cabildo Limense,
muchos escritos por el Chantre--. En "Biblioteca Histórica Peruana", T. VII, Lima,.
BORGES, P.:
1851 Metafísica. Parte segunda de la Filosofía Compuesta para el uso de la juventud del colegio
de S. Francisco de Arequipa, por el R.P. Regente del mismo colegio Dr. Fr. Juan Calienes.
Imprenta Pública en el mismo colegio, , pp.52
1866 Carta pastoral del Ilmo. Sr.Dr. D. Fr. Juan de la Cruz Calienes Imprenta de Valentín
Ibáñez,
1840 - Colegio de Nuestro Señor Padre San Francisco. Los alumnos de las aulas Presentan
ecsamen los primeros de lugares teológicos: los segundos de Física General; los terceros de
Metafísica y los últimos de Lógica. Bajo la dirección del R. P. Fr. Juan Calienes. El día 15 y
siguientes de mayo de 1840.
CATERIANO, Mariano Ambrosio - Memoria de los Imos. Señores Obispos de Arequipa desde
la erección de esta iglesia hasta nuestros días Tipografía Quiroz, Arequipa, 1908. pp.244-256.
EGAÑA,A.,LOPETEGUI Y ZUBILLAGA
1965-66 Historia de la Iglesia de España en la América Española BAC, Madrid,
GARCÍA JORDÁN, P.
GARCÍA Y SANZ, P.
GARZÓN HEREDIA, E.
1969. Nueva crónica y buen gobierno. Selección, versión paleográfica y prólogo de Franklin
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1994 Episcopologio español, 1500-1699: españoles obispos en España, América, Filipias y otros
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HERAS, Julián
1992 Aporte de los franciscanos a la evangelización del Perú Provincia Misionera de San
Francisco Solano, Lima
HERAS, Julián:
1996 "Los Franciscanos del Perú a partir del siglo XIX" Revista Peruana de Historia
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KLAIBER, J.
1892 Galería de retratos de los arzobispos de Lima (1541-1891). Edición de Domingo de Vivero.
Imprenta "Librería Clásica y Científica", Lima,. Láminas de D. Carlos Fabbri.
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1963 "La Iglesia Católica en el Perú durante el Siglo XX" Visión del Perú en el Siglo XX Coord.
José Pareja Paz-Soldán T.2, Lima
MARTIÍNEZ, Patricia:
1999 "Balance bibliográfico: Producción historiográfica desde 1872 hasta 1998" La construcción
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MARTÍNEZ Santiago
MARZAL, Manuel
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1984 "La Iglesia Católica en el Perú" Historia del Perú, XI, Juan Mejía Baca, Lima, , 5ª ed.
pp.457-48, reelaborado y actualizado en Editorial Brasa.
1971 «Notas sobre la actitud de los obispos frente a la independencia peruana (1820-1822)»,
en Boletín del Instituto Riva-Agüero (Lima), n. 8, 1969-1971, pp. 363-373. Lima. [También
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1945 Revista Calienes Edición extraordinaria por las Bodas de Plata, Arequipa, año X, nn.54-56
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TIBESAR, A.
TOVAR, M.
1793.Guía política, eclesiástica y militar del virreynato del Perú para el año, 1793-97. Sociedad
Académica de Amantes del País, Lima
1930 Episcopologio de las diócesis del virreinato del Perú, desde los orígenes hasta mediados
del S.XVII. T.XXVII Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas. Buenos Aires.
1966- Tres figuras señeras del episcopado americano. Lima, Editor Carlos Milla Batres, 229 p.
(Contiene las biografías de Gaspar de Villarroel, Benito María Moxó y Francolí y Baltasar
Jaime Martínez de Compañón
[1] Aunque habitualmente aparece con el solo nombre de Juan, en la única carta pastoral que escribió firma como Fr.
Juan de la Cruz
[2] "Por declaración jurada de los padres del niño que contiene la partida del presente no vale ésta sino la que corre a
f. 58 del Libro de Baptimos del año de 1807, n? 62".
[4] Archivo Regional de Arequipa, Testamento de la Notaría de P.J. Salazar, Protocolo 848, f.271
[5] Lector primero, Fr. Bernardo Cabrera. En distintos documentos, se indica el nombre de todos los religiosos
franciscanos que convivieron con Calienes, así como su cargo o función, y que son llamados a capítulo para la
elección de nuevo guardián. Él aparece como. Maestro de estudios de Filosofía
[6] Lector primero, Fr. Bernardo Cabrera. En distintos documentos, se indica el nombre de todos los religiosos
franciscanos que convivieron con Calienes, así como su cargo o función, y que son llamados a capítulo para la
elección de nuevo guardián. Él aparece como. Maestro de estudios de Filosofía
[8] En nuestro número anterior apuntamos muy de ligera el aparato de esa solemne función. Ahora añadimos que ese
día fue para Arequipa acaso el más clásico y grande desde que había llegado el ansiado momento de ver entrar al
Ilmo. Sr. Calienes, al Pastor querido, al prudente y manso Prelado, al virtuoso franciscano. Apenas se supo que su
entrada era el Domingo de Pascua, cuando sin tenerse nada dispuesto en la mañana de ese mismo día, se improvisaron
arcos, se embanderaron las calles y se adornó la plaza mayor con pabellones, estatuas y pirámides que los colegiales
de san Francisco habían trabajado con el más exquisito gusto para cuando llegase el día de la recepción. A las 11 de
la mañana un repique general anunció su entrada, acudiendo el pueblo en masa, sin excepción de persona, sexo ni
edad. La plaza y las demás calles de tránsito estaban tan llenas de gentes que hubiera sido imposible que una persona
más pudiese caber. En el semblante de cada persona se retrataba el júbilo, el entusiasmo y el más vivo deseo de ver al
obispo, besarle la Esposa y dirigirle una palabra de felicitación. En medio de esa compacta multitud llegó a la
catedral, precedido de las cruces de las parroquias y de las corporaciones eclesiásticas, civil y militar, donde fue
recibido con el aparato que ordena el ceremonial y postrados todos dieron gracias a Dios entonando las del coro el
sublime cántico de la Iglesia: Te Deum laudamus.
Concluida la ceremonia, el ilustre bienvenido echó a su pueblo la bendición papal que como ya se dijo tiene esa
gracia concedida para hacer uso de ella dos veces en el año. Por la noche la plaza era un vistoso jardín donde
concurrió la gente a gozar de la famosa iluminación y de las armonías que en honor de nuestro Prelado tocó la
banda de batallón Ayacucho. La noche fue completa La Bolsa Lunes, 9 de abril de 1866, n? 314. Arequipa, crónica
local. "Entrada del Obispo" Portada
[9] Recogida por S. Martínez, pp.253-256. Creemos de interés insertar su alocución "R. P. Guardián. Santa
y Venerable Comunidad. Cuando me ascendisteis a la tribuna, que desde los Buenaventuras, Bernardinos,
Escotos[9] y millares de otros; se han perpetuado con honor y brillo en nuestra numerosa familia, difundida
por más de seis centurias de años, en toda la extensión de la tierra; olvidáis sin duda que era el mínimo entre
mis hermanos y que tan grandiosa empresa no podría soportarse por mis débiles hombres. El campo inmenso
de las matemáticas jamás trillado en nuestro claustro: el complejo intrincado de ambas físicas (sic) a la vez
con inventos recientes desconocidos, o más bien, opuestos a las discusiones interminables que nos
precedieron: el océano insondable de una lógica metódica y concisa, de una metafísica depurada y luminosa;
eran otros tantos diques insuperables a mis débiles connatos? Todo debía allanarse para conducir a esta
preciosa juventud al alcázar de Minerva. Nada he omitido a su ejecución: pero ¡triste de mí! mis grandes
esfuerzos sólo alcanzaron a divisar desde lejos el primer escalón del alto Olimpo. Este es el ordinario
resultado de genios comunes, que imitarán jamás rápidos vuelos de talentos raros. Disimulad pues venerables
padres la negra mancha que infirió mi mano al decoroso sayal de vuestra librea. Atended sólo, a que tres años
de asidua labor he inmolado al deber que me impusisteis. Otro maestro provecto entresacado de vuestro
augusto cuerpo elevará el edificio Sacro que ni aún delinear pudo mi torpe brazo. Entonces habréis colmado
los designios que nuestro Serafín Padre[9] legó a sus pobres hijos, que la Iglesia y la sociedad demandan de
vosotros. Así mereceréis las bendiciones que las pasadas generaciones tributaron a nuestros padres y que las
actuales y venideras no se desdeñarán prodigaros.
Y vosotros venturosos padres de estos jóvenes escolares, que dividisteis conmigo el arduo empeño
de su educación, restituid ya a vuestros hogares esas tiernas porciones de mi corazón, de que os
visteis alejados. Si os deben el ser, socorros y afán, yo les consagré mis vigilias, mis insomnios y
mi reputación. Las noticias de que carecen tampoco pudo haberlas su imperito Mentor. Ellos son
brillantes gemmas[9] que deben lapidarse con esmero. Una mano experta hará productivo el germen
de su basta comprensión, de su adhesión a la sabiduría, única máxima que he sabido inspirarles.
Transportadlos a su plácida sombra para que impregnados de conocimientos útiles, y de providad
honren la nación de quien son parte, faciliten vuestros cansados días, conserven íntegra la religión
de sus abuelos y se preserven de la infecta luz, que sólo contamina a los incipientes.
Sí, amados hijos; sí, caros amigos: llevad a término la iniciada senda. Ella es escabrosa, pero a sus extremo posa la
felicidad. Hoy me separo de vuestro seno, de ese seno en que disfruté los goces más halagüeños de mi existencia. La
patria os llama: oíd su dulce voz. Ella exige en sus hijos nociones más sublimes que no poseo ni sabré prestaros. ¡Oh!
¡Quién pudiera vivir y morir al medio vuestro! Si ambiciono la penetración de los sabios, los adelantos de los siglos y
de las naciones, la promoción de los arcanos; sólo sería por permanecer allí revelándoos los secretos del saber, e
innovando cada instante aquellas complacencias, que entre vosotros colmaron agudas penas, compensaron enormes
pérdidas y enjugaron quizá lágrimas de mis privaciones. Más, ya que la aciaga suerte esto me niega, contad con que
el mejor amigo implorará al pie de los altares, en las aras mismas la prosperidad que siempre reclamo en favor
vuestro. Sólo exijo de vuestra amistad corráis un velo a las pésimas maneras con que alguna vez sorprendí vuestro
candor. Sed virtuosos, sed sabios y seréis hombres, seréis felices. No olvidéis que al principio de vuestra carrera
literaria os fui compañero el más pequeño entre los menores. Sí...A Dios, hijos...A Dios amigos
[12] Luis Zegarra "Fray Juan Calienes: Desde el claustro franciscano gran científico e inventor" Arequipa al día,
Arequipa, 21 de noviembre de 1996
[14]
Así aparece reflejado en los libros de actas de la Universidad del Gran Padre San Agustín, 22 de octubre de 1838. El
organigrama del equipo directivo es el siguiente:
Rector José Fernández Dávila
Pedro Flor
[15] En las actas de 12 de agosto de 1839 aparece como miembro de la sección económica.
Antonio Salas
Manuel Rodríguez
Fiscal Espinosa
Tesorero Manuel de la Cuba
[16] . Los 40 pesos que abonaba como propina el bachiller se distribuían del modo siguiente:
Replicantes 2 2
Regente 4 4
Portero 1
Bedeles 10 real 20
Sacristán 4 real
40 peso
[17] . Así lo refleja el acta de 28 de agosto: "Reunido el Claustro bajo la presidencia del Fernando Arce y Fierro, a
las 10 de la mañana de este día, con asistencia del Ilmo. Sr. Obispo de la diócesis, del Venerable Deán y Cabildo, el
Sr. Prefecto del Departamento, la Ilma. Corte Superior de Justicia con su Presidente, la Honorable Municipalidad,
Prelados de los conventos, colegios y demás corporaciones" [...] se cantó una misa solemne en solemnidad del Santo
Patrón para el Sr. Doctoral Dr. D. Eusebio Nieto. En ella pronunció un Sermón Panegírico el Dr. Fr. Juan Calienes en
el que desplegó sus conocimientos y elocuencia notorias. En seguida el Sr. Rector confirió el grado de Bachiller en
los cuatro derechos (natural, internacional, civil y canónico) a Hipólito Sánchez como agraciado según el artículo 101
de las constituciones con lo que se concluyó el acto".
[18] Acuerdos Capitulares 1855-1861 N? 22 Archivo del Cabildo de la Catedral de Lima."Certifico yo el infrascrito
secretario que el jueves 24 de agosto de 1865, el Sr. Arzobispo Goyeneche, en la iglesia parroquial del Sagrario
consagró por obispo de Arequipa a Fray Juan Calienes en virtud de las bulas apostólicas expedidas por el Papa Pío IX;
asisten el Sr. Pedro José Tordoya y el obispo de Tiberiópolis el Ilmo. Sr. Manuel Teodoro del Valle, obispo de Huánuco.
Fdo. José Cebrián p. 175.
[20] En nuestro número anterior apuntamos muy de ligera el aparato de esa solemne función. Ahora añadimos que
ese día fue para Arequipa acaso el más clásico y grande desde que había llegado el ansiado momento de ver entrar al
Ilmo. Sr. Calienes, al Pastor querido, al prudente y manso Prelado, al virtuoso franciscano. Apenas se supo que su
entrada era el Domingo de Pascua, cuando sin tenerse nada dispuesto en la mañana de ese mismo día, se improvisaron
arcos, se embanderaron las calles y se adornó la plaza mayor con pabellones, estatuas y pirámides que los colegiales
de san Francisco habían trabajado con el más exquisito gusto para cuando llegase el día de la recepción. A las 11 de
la mañana un repique general anunció su entrada, acudiendo el pueblo en masa, sin excepción de persona, sexo ni
edad. La plaza y las demás calles de tránsito estaban tan llenas de gentes que hubiera sido imposible que una persona
más pudiese caber. En el semblante de cada persona se retrataba el júbilo, el entusiasmo y el más vivo deseo de ver al
obispo, besarle la Esposa y dirigirle una palabra de felicitación. En medio de esa compacta multitud llegó a la
catedral, precedido de las cruces de las parroquias y de las corporaciones eclesiásticas, civil y militar, donde fue
recibido con el aparato que ordena el ceremonial y postrados todos dieron gracias a Dios entonando las del coro el
sublime cántico de la Iglesia: Te Deum laudamus.
Concluida la ceremonia, el ilustre bienvenido echó a su pueblo la bendición papal que como ya se dijo tiene esa
gracia concedida para hacer uso de ella dos veces en el año. Por la noche la plaza era un vistoso jardín donde
concurrió la gente a gozar de la famosa iluminación y de las armonías que en honor de nuestro Prelado tocó la
banda de batallón Ayacucho. La noche fue completa La Bolsa Lunes, 9 de abril de 1866, n? 314. Arequipa, crónica
local. "Entrada del Obispo" Portada
[22] AAA, Parroquia del Sagrario, Libro de difuntos 22, 1860-68, p.147v. Así se da cuenta en el Libro de Difuntos:
Al margen: "El Ilmo.Sr. Dr.D.Fr Juan Calienes, dignísimo obispo que fue de esta diócesis". "Año del Señor 1866, día
31 de julio: Yo, D.Manuel Bejarano, Cura Rector Propio de esta santa Iglesia catedral de Arequipa, certifico que a las
dos de la tarde del día 26 del corriente, murió el Ilmo. Sr. D. D. Fran Juan Calienes, Dignísimo Obispo que fue de
esta Diócesis a los 66 años de su edad; recibió el dicho día 26 solemnemente el Sagrado Viático que se lo administró
el Sr.Chantre de esta Santa Iglesia Catedral y yo el Cura Rector el Sacramento de la Extremaunción, en el mismo día
hizo testamento por ante el Escribano Público Don Mariano García Calderón, fue embalsamado y sepultado el
cadáver, el treinta, en el Panteón de la Recoleta, precedidas las solemnes exequias que se hicieron en la Iglesia
Catedral, después de haber conducido el cuerpo con su cruz capitular el Venerable Cabildo Eclesiástico, así mismo la
cruz parroquial y cruces de las religiones con sus comunidades; se hicieron cuatro posas en las esquinas de la Plaza
las que costearon los curas de la ciudad y el de la doctrina de Yanaguara. Y para su constancia, lo firmé, fecha ut
supra (Manuel Bejarano).