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trad.

Manuel García Morente


Editorial El Ateneo FUNDAMENTACI6N DE LA METAFÍSICA
Buenos Aires, 1951
DE LAS COSTUMBRES
La antigua filosofía griega dividíase en tres ciencias: la fisica,
la ética y la lógica. Esta división es periectainente adecuada a
la naturaleza de la cosa y nada hay que corregir en ella: pero
convendrá quizá añadir e l p x b s i p i c m que se fnnda, para cer-
ciorarse así de que efectivainente es completa y poder determinar
exactamente las necesarias subdivisiones.
-
Todo conocimiento racional, o es viatcrial y considera algún
I, cil,jcto, o es joriunl y sc ~ c i i p atan s61o d~ I:i Eortii:~del ciitcndi-
niiento y (le 1:) ~ ; I ~ ' I I II I I ~ S I I I ~y, (lc I:IS IIY;!:ISi t t ~ i v c ~ ;di dl ~pen-
, sar cn ~ ; ( ~ t ~ c rsi11
a l , tlislit~(~iíit~ (l(. ol~,j~~los. I.:I 1'iIosol'í;t fornlal SC!
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1l;tina l(i+c,n; 1 : ~ I'ilosol'í;~ii~;il~~i~i:il. C . I I I I N . I . O , ~ I I I ( - t icnc i<:l'crciicin
a determinados ol),jcLos y ;i 1;)s I(y.s ;i ( I I I ( ' <:"(S :'"s~;'II!soiiiclidos,
se divide a su vcz cn do:;. l'orcliic 1:)s I<.y(.ssoti. o I<.ycs dc la
naturaleza, o leyes de la liúerlad. La ciciicia dc 1:ts ~~iiiiici;is 119-
mase fisica; la de las segundas, dtica; aquella ~aiiibiCiisncle Ila-
marse teoría de la naturaleza, y ésta, teoría de las costumbrcs.
La lógica no puede tener una parte empírica, es decir, una
parte en que las leyes universales y necesarias del pensar dcs-
cansen en fundamentos que hayan sido derivados de la expcrien-
cia; pues, de lo contrario, no sería lógica, es decir, un canon para
el entendimiento o para la razón, que vale para todo pensar y
debe ser deinostraclo. En cambio, tanto la filosofia natural, como
la filosofía moral, pueden tener cada una su parte empírica,
porque ;iqnélia dcbc detcrininar las leyes de la naturaleza como
u n objeto de la expcricncia, y Ata, las de la voluntad del hombre,
en cuanto el lioinl~rccs afccL;ido por la iiaturalcza; las primeras
considerándolas coiiio leyes por las cit:ilcs todo sucede, y las
segundas, como leyes según las cuales Loclo debe succder, aunque,
I . sin embargo, se examinen las condiciones por las cuales muclias
¡ veces ello no sucede.
Puede llamarse empirica toda filosofía que arraiga en funda-
I
I mentos de la experiencia; pero la que presenta ,sus teorías deriván-
1 dolas exclusivainente de principios a priori, se llama filosofía
pura. Esta última, cuando es meramente fornial, se llama lógica;
para valer moralinentc, esto es, como fundamento de una obli-
pero si se limita a determinados objetos del entendimiento, se gaci n, ticne qiie llcvar consigo J I I ~ ncw\i(l;id
J a l x o l u t a ~ ~ q nele
llama entonces melafísica. ,;~M&G siguiente: no debes nicntir. no tiene su validez limitadal
De csta manera se origina la idea de una doble metafísica, 4 ' a los hombres, como si otros seres racion:ilci piidicran desenten-';
nna metafisica de la naturaleza y una rnetaflsica de-las costum- derse de 61, y asimismo las demds lryei piopiamente morales; ,\
bres. La física, pues, tendrd su parte empírica, pero tainbi6n una que, por lo tanto, el funda-t~ dc 1.1 ol)lignridn no debe
parte racional; la ética igualmente, aun cuando aquí la parte buscarse en la n a t u r a ~ h o i n b r co e11 1 ; i i <iiciinstnncias del
empírica podría llamarse especialmente antropología práctica, ..-----".
universo en que el hombre cski piicslo, sino rt j n i o ~ icsclusiva-
y la parte racional, propiamente moral.
Todas las industrias, oficios y artes han ganado mucho con MCnte en conceptos de la r,~&i piir.i, y ~ I I C<11.11qiiicrotro
la división del trabajo; por lo cnal no lo hace todo una sola precepto que se fundc en principios tl(. I , i III(.I.I c-xprricncin, in-
persona, sino que cada sujeto se limita a cierto trabajo, que se cluso un precepto que. sictido iiriivcis:il < v i tivilo rcspccto, se
distingue notablemente de otros por su modo de verificarse pa- asiente en fundarncrilo\ einpíii<o~, ;iiiii(111rI I O f t i c w ii1.1~quc en
ra poderlo realizar con la mayor perfección y mucha m b facili- una mínima parte, ;icii\o I:III \tilo por 1111 motivo (le tl<~tcrmina-
dad. Donde las labores no cstán así diferenciadas y divididas, ción, podrh llatn~iircun;i icgl,r l>r.íctic,i, pero niinc,t una ley
donde cada hombre es un artífice universal, allí yacen los ofitiob moral.
Así, pues, Lis Icycs moralc$, con si13 principios, difer&ncianse,
aún cn la mayor barbarie.
NO sería cicilaincnte un ol)jrto intligiio ( 1 ~<oii\i(l~i,i~i(511
preguntalw \i 1*1 ji1owIí:i ~ ) I I I . I . 1 11 I ~ I I I , I ~ ,
para c d i iiii:~ 1111 i i i v i \li~;.iiloi i \ I N i i.11, y * I i i i i
I L I I i i \, 1111 t \ i1;i.
I i.1
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1 1 " 1111 .
cn el conocimiento priictico, de cualquier otro que contenga algo
empírico; y esa diferencia no sólo es esencial, sino que la filo- ,
sofía moral toda descansa enteramente sobre su parte pura, y,
1'
para cl coniiiii~ci (l(.l oii( io 1 i i ~ i i i i i i ~ i ~l . i I t i i ] : i i I .I i o ~ l q t , ~ Y I . cuando es aplicada al hombre, no aprovecha lo mis mínimo del ,
que, de c«rifoiiiiitl.~tl(oii i I gli\io ( 1 1 I ~ ~ i i l ~ l i i i ~I I .. I I I 1 , 1 4 1 . i i ~ j conocimiento del mismo -antropología-, sino que le da, como
tumbrando a vcn<lcilc i i i i . ~ iiic~i1.1 111. 10 i I I I I I I I 11 u11110 1 . I I 1'1
C B
a ser racional, leyes a priori. Estas leyes requieren ciertamente
nal, en proporciones de toda l.iya, tlc\<oiio(id.i> A I I I I I L I I .I 1 i l i ~ , un Juicio 1 bien templado y acerado por la experiencia para
mismos; a esos que se llamdn pensadores inclcpcntli~~iiii\. 1i i i i i i ~ saber distinguir en qué caos tiencn aplicación y en cuáles no.
asimismo a esos otros que se limitan a adcremr siinplciiicntc 1.1 y para prociirnrlcs ncogi(1n cn la voluntad del liomlxe y energia
parte racional y se llaman soiiadorcs; dirigirse a ellos, digo, y atl para su re;ili~.ici(>n;piics e1 Iioml,rc, aicctatlo por tantas incli-
vertirles que no deben despachar a la vez dos asuntos harto di- naciones, aunqne e5 (:ip;i! tlt* cori(el>ii1:i itlca <le una rarbn pura
ferentes en la manera de ser tratados, cada uno de los cuales práctica, no puede tan f6cilincn~1iaccrl.i rfic:i7 i n comrcto en
exige quiz.4 un talento peculiar y cuya reunión en una misma el curso de su vida.
persona sólo puede producir obras mediocres y sin valor. I'cro Una metafisica de las costumbres es, pucs, indispensable, nc-
he de limitarme a preguntar aquí si la naturaleza mibma <le 1,i cesaria, y lo es, no sólo por razones de orden especulativo para
ciencia no requiere que se sepaie siempre cuidadosaincnic 1,i descubrir el origcn de los principios priicticos que estin a priori
parte empírica de la parte racional y, antes de la física pro1)i.i- en nuestra razón, sino porque las costumbres mismas están ex-
mente dicha (la empírica), se exponga una metafisica de la na- puestas a toda suerte de corrupciones, mientras falte ese hilo
turaleza, como asimismo antes de la antropología práctica se conductor y norma suprema de su exacto enjuiciainiento. Porque ,
exponga una metafisica de las costumbres; ambas metafísicas dc- lo que debe ser moralmente bueno no basta que sea conforme
berán estar cuidadosamente purificadas de todo lo empírico, y a la ley moral, sino que ticne que suceder por la ley moral; de '
esa previa investigación nos daría a conocer lo que la razón pura lo contrario, esa conformidad será muy contingente e incierta,
en ambos casos puede por si sola construir y de que fuentes to- porque el fundamento inmoral producirá a veces acciones con-
ma esa enseñanza a priori. Este asunto, por lo demds, puede ser formes a la ley, aun cuando más a menudo las produzca con-
tratado por todos los moralistas -cuyo -~effibKes legidn- o trarias. Ahora bien; la ley moral, en su pureza y legítima esen-
s610 por algunos que sientan vocacidn para ello. 1 " 1 cia -que es lo que más importa en lo práctico-, no puede bus-
Como mi propósito aquí se endereza tan sólo a la fi1osofl.i carse más que en una filosofía pura; esta metafísica deberá, pucs,
moral, circunscribir6 la precitada pregunta a los terminos b i - preccder, y sin ella no podrá haber filosofía moral ninguna, y
guientes: ¿No se cree que es de la más urgente necesidad e1 i.1.1 s .-aquella filosofía que mczcla esos principios puros con los eriipiri-
borar por fin una filosofía moral pura, que este entCrailiciii<- cos no merece el nombre de filosofía -pues lo que precis,iiiicti-
limpia de todo cuanto pueda ser empírico y pertenecicnic* .I I,i tc distingue a esta del conocinliento vulgar de la razdn es qiic
antropologia? Que tiene qye haber una filosofía moral ~ i i i t ~ i . i i i
- te se advierte con evidencia por \la idea común dcl t 1 d ) i - i y c h . ' Entiendo por Juicio la facultad de juzgar, y por jrricro el a r t o aiiigiilrr
las leyes morales. Todo el mundo ha de confesar qiic I I ~ I . I ley, de esa facdtad. - (N. del T.)
478 FUNDAMENTACI~N DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES

la filosofía cxpone en ciencias separadas lo que el conocimiento exactitud y precisió que en el uso teórico, pero pu-
biilgar concil>esólo mezclado y confundido-, y mucho incnos aún ro, es enteraincnte Además, para la crítica de una
el clc filosofía moral, porque justamente con esa mezcla de los r a ~ ó npura prictiw cxigiría yo, si ha de ser completa, poder
principios menoscaba la pureza de las costumbres y labora en con- presentar su iirii<lad con la especulativa, en un principio común
tra de su propio fin. a ambas, ~ r q i i cal fin y al cabo no pueden ser inis que una
Y no se piense que lo que aqní pedimos sea algo de lo que )r la misma ra?On, que ticncn que distinguirse sólo en la aplica-
tenemos )a en la propedéutica, que el c~lcl>reIVolff antepuso ción. Pero no podría en esto llegar todavía a ser lo coinpleto que
a su filo~ofiainoral, a sabci: esa que el llamó JilosoJia )~cictica es preciso ser, sin entrar en consideraciones de muy distinta es-
uniueisal; el camino que hcnios de cinprender cs totalmente nue- pccic y confundir al lector. Por todo lo cual, en lugar de Critica
vo. Precisamente porque la de Wolif dcbia ser una filosofía piic- dc la razón pura prcíctica, empleo el nombre de ~nndainentaciólz
tica universal, no hubo de tomar en considcración tina volun- de la metafisica de las costumbres.
tad de especie particular, por cjcniplo, una voluntad que no se En tercer lugar, como una metafísica de las costumbres, a pe-
dctcrminase por ningi~n motivo crnpirico y sí sólo y cnteia- sar del títnlo atemorizador, es capaz de llegar a un grado no-
niente por piincipios a fitzori, una volnntad que pudiera llamar- table dc popularicl,icl y acomodamiento al entendimiento ~ u l g a r ,
se pura, sino que consideró el qnerer en gcncral, con tod:is lai me ha p.ireciclo útil separar de ella la presente elaboración de
acciones y condiciones que en tal signiiic.icibn nnivcisnl le LO- 10s fundamentos, para no tcner qne introducir mis tarde, en
rresponclcii, y cio d i i t i i i ~ u rsii lilo\ofi.i ~ ) i . i < l i c . i iinivcr~:il t l v teorías mis faciles de entender, las sutilezas que cn estos fun-
nna inctafiiic~illc 1.1\ ( O ~ I I I I I I I ) I I ~ \ . t i ( l I I I I \ I I N I I I I O ( I O (1111. 1.1 II'IK~I I damentos son inevitables.
univci\.il ~li\iiiigiii.( I r . 1.1 1 1 1 1 1 \ 1 ~ 1 1 . 1 I I . I \ I I i i i l i i i i . i l . I , \ I I I I I I I I 1 1 1 1 1 1
aquC11.i l.)\ :I((i i ~ i i ( . \ y I I } ; l . i i (11.1 1" I I \ , I I u v < 1 1 < I I I I , I I I I I i i i i . i \ 1 1 1 1 ,
Sin embargo, la presente fundamentación no es 1116s qiie la C/
investigación y asiento del p~incipio supremo de la ntoralidacl, Í'
ésta C\l>"lI" \hlO I.i\ \ l . l i t i < i t I , l l < ~ \ .1< 1 I I ~ I l l', ) 1 1 y,I l . ( 1 4 I 1" 11'. 11 que constituye un asunto aislado, completo en su prop6sito. y
puro, e\ dccii, del l>cii..ir 1x11 ' 1 ~ i i . i l V I I I I I I I I I I I I I ~ I I \I I ~ I ~ ~ I II PI I. I I que ha de separarse de cualquier otra investigación moral. Cicr- '
rnent a t i . e l. t i1 l 1 1 1 1I I I 1 1 1 1 III taniente qiie mis afirmaciones sobre esa cucsti6n principal ini-
vestignr la idca y los principios de u1p1 voluiit,i(l 1x11.il~)\il)lc,, ) poit.niti~iin:i, y Iiaita hoy no diluciclada, ni con inncIi«, \nii\f,ic-
no las accioncs 7 condiciones acl queicr hnmano en geiici.11, I,i\ toii;imciitc, g.iii.ii i.iii 1-11 1 I.II itl:itl :il>lic.intlo el iiii\iiio I ) I i i ~ i[)io t
m e s , en su mayor parte, se toman de la psicología. Y cl Iic- al sisteiiia lotlo y oI)i~ i i t l i i.111 iioi.il)l(. coiilii I I I . I I II'III I I . I I I ( iitlo v1.1
cho dc que en Ia filosofía prictica universal se hable -contra to- cómo en toelo\ loa, I I I I I I I I I \ \r I ( tl 1,111 \ I I I I I I C I I I i~ y ,111li1 . I I I I ( \: 1 ~ 1 o
da licitud- de leyes moiales y de deber, no constituye ol>jeci<jn tuve que renunciai a t.11 V L I I I , I I . I . I I I I ( . ( 1 1 ( 1 I O I I I I I I I / , I I I I , ~ \ 111.
contra niis afirniacioncs, pucs los autorcs dc cia ciencia peririanc amor piopio que de gcnci.11 i i i i l i t l . i t l , ~ K ~ ( ~ I1.1I VI.I( i l 1 1 l . 1 1 l I 11 ( I
ccn en eso ficlcs a la idca que ticnen de la misma; no distingiirn uso y la aparcnle suficiencia de un p i i i i ~ i l ~ iI IoO (1.111 i 1 1 i . 1 1 1 1 111 11.i
los moti~os que, como tales, son representados enteramcntc (1 enteramente segura de su exactitud; ni"s I~ic11, poi 1 I 1 0111 I J I 10.
piiori sólo por cl entendiniicnto, y que son los propiamente rno debpierta cieita sospecha de parcialidad cl no iiivc~\ii;;.iilo 1)oi \í
iales, de aquellos otros niotivos empíricos que el entendimiento, mismo sin atender a las consecuencias, y pcsailo con ,todo I igoi.
comparando las experiencias, eleva a conceptos universales; y h4e parcce haber elegido en este esciito el método luir : i k -
consideran unos y otros, sin atender a la diferencia de sus orí- cuado, que es el de pasar analíticamente del conocirnicnto vulgar
genes, solamente según su mayor o menor suma -cstimincloloi a la determinación del principio supremo del mismo, y luego
todos por igual-, y de esa suelte se hacen su concepto de obli- volver sintbticamente de la comprobación de csc piincipio y de
gación, que d e d e luego es todo lo que se quiera menos u n con- los orígenes del mismo hasta el conocimie~~to vulgar, en donde
cepto moral, y resulta con\tituido tal y como podía pedirsele a encuentra sil uio. La división es, pues, como sigue.
una filosofía que no ju7ga bobre el origen de todos los concep- 1. Primer capitulo. - Trdnsito del conocimiento moral vul-
tos prkticos posibles, tengan lngar a prioii o a posteriori. gar de la r a ~ ó nal conocimiento filoi6fico.
Mas, pioponiCiidoine yo dar al público muy pronto una me- 2. Seguido capitulo. - Trhnsito dc la filosofía moral popu-
tafisica de las costunhes, empiezo por publicar esta "Funda- lar a la metafísica de las costnmbres.
mentación". En verdxl, no hay para tGnetafisica otro fnnd;l- 3. Tercer cafiitulo. - Ultimo paso de la metafisica de las
mento, propianicntc que la critica de nna ~ a r ó npula prcícticu. ' costumbres a la critica de la razón pnia priictica.
del mismo modo que para la metafísica [dc la naturaLes.11 no
hay otro fundamento qnc la ya publicada crítica de la i.l/tiii
pura especulativa. l'cro :iqní.lla no es de tan cstrenia ne<c\itl.i~l
como esta, porque la ra76ii huinana, cn lo moral, aun en e1 in.ís
vulgar entendimiento, piicdc se1 ficilmente conducida a iiidyor
CAI'íTULO PRIMERO

TRÁNSITO D11. í O N O < IR1II.NIO h t O R A t VULGAR DE L A RAZON AL


<.ONOCIMILN 10 11~066~1~0

@
Ni en el mondo, ni, m general, tampoco fuera del mundo, es
posible pensar nada que pueda considerarse como bueno sin
res~riccidn,a no ser tan súlo una bueiaT v0mnn& El entendi-
miento, el gracejo, el Juicio, o comTquieran llamarse los talen-
tos dcl espíritu; el valor, la decisión, la perseverancia en los pro-
pdsitos, como cualidades dcl temperamento, son, sin duda, en
rnuchos reipcclos, buenos y deseables; pero t a m b i h pueden Ile-
~ ~ t í ~ y dafiinos, si la voluntad
gar a scr c x ~ r : : o r c l i i i a i i : i i i ~ í ~ m.ilos
que ha de 11;iccr IIW ti(. a t o \ ciones dc la natiir.ilc~a, y cuya
peculiar ~onstitucibnsc 11.111i~t !)o1 <'S»(ar(l(ter, no cs buena. Lo
mismo sucede con los done\ dc 1~ ~oiiiiiia.El poder, l a riqueza,
la honra, la salud misma y la coiiipl~l:~ s:iii\facciún y el contento
del propio estado, bajo el nombre de jrlicidad, d:in valor, y
tras él, a veces arrogancia, si no existe una bilcria voliintad que
rectifique y acomode a un fin universal el influjo de esa felici-
dad y con 61 el principio todo de l a accidn; sin contar con que
un espectador razonable e imparcial, al contemplar las ininte-
rrumpidas bienandanzas de un ser que no ostenta el menor ras-
I go de una voluntad pnra y buena, no podri nunca tener satis-
faccidn, y así parece conbtituir la biiena voluntad la indispensa-
ble concliciún qne nos hace dignos de ser felices. i
Algunas cualidades son inclusk? favorables a esa buena volun-
tad y pueden facilitar muy mucho su obra; pero, sin embargo,
1 no tienen un valor inteino absoluto, sino que siempre presupo-
1
nen una buena voluntad que restringe la alta apreciacidn que
I
solemos -con razbn, por lo demás- tributarles y no nos permite
considerarlas como absolutamente buenas. La mesura en las afec-
oiones y pasiones, el dominio de sí mismo, la reflexión sobria,
no son buenas solamente en muchos respectos, sino que hasta pa-
recen constituir una parte del valor interior de la persona; sin
embargo, están niuy lejos de poder ser definidas como buenas
sin restricción -aunqne los antiguo? las hayan apreciado así en
absoluto-. Pues sin los principios de una l~uenavoluntad, piict jarse por ella y dar las gracias a la causa bienhechora que así
den llegar a ser harto malas; y la sangre fria de un malv.~tlo, la hizo, mas no para winetcr so f:xultad de desear a esa débil y
no sólo lo hace mucho más peligroso, sino mucho más desprc- engañosa diic(<iOii, ccliaiido así por ticiia el propósito de la
ciable inmediatamente a nuestros ojos de lo que sin eso pudicra naturalera; cii u11.1 palabra, la natuialera habría impedido que
la razún se volvicsc liarid el ziso pr(ictico y tuviese el descome-
por lo que efectiie o realicc, dimimto de i i i i tlit,rr ella misma, con sus endebles conocimientos,
para alcanrar algiin fin qiie no, (' ' el bosqiicjo (Ic 1.1 felicidad y de los medios a ésta conducentes;
ayamos propuesto; es buena sólo por cl querer, es decir, es la naturalc/.i Ii,hria recobrado para si, no sólo la elección de
buena en sí misma. Consideiada 1101 sí mistiid, es, sin compara- los fines, riiio tmibikn de los medios mismos, y con sabia pre-
ción, miichísiino más valiosa que lodo lo que por medio de ella cauciciii Iiiil~i~i,rlos ambos cntregaclo al mero instinto.
pudiéramos verificar en provecho o gracia de alguna inclinacióri Fn ic.ili(lad, encontrainos que cuanto más se preocupa una
y, si se quiere, de la suma de todas las inclinaciones. Aun cuaii- r.i/cíii ( iiltivada del piopóaito de goiar de la vida y alcanrar la
do, por particulares enconos del azar o por la mezquindad de una iclititl.itl, ~.iiito1ii.í~cl 1ioinl)re sc aleja de la vcrdadera satisfac-
naturale~anladrdstia, le fallase por coml~letoa esa voluntad la ciúii; p01 lo c i i ~ liiiiiclios, y l>recisameiite los más experimenta-
facultad de sacar adelante su piopósito; si, a pesar de sus ma- do\ cii el iiso tlc 1.1 iarOii, acaban por sentir -sean lo bastante
yores esfuer7os, no pudiera llevar a cabo nada y sólo quedase la sine~io>l > i ~conCc~.111o-
~r~ cieito grado de yzi~daginu odio a la
buena volniitad -no desdc Iiicgo coiiio i i r i iiieio doco, sino co- I raróri, porqiie, coiiiputmdo todas las ventajas qiie sacan, no digo
, mo cl :i<opio dc totlos los iiictlios qiic (~si,íiirii iiii<~siiop ~ ( I < ~ i - , )a de la invenciún de las artes todas dcl lujo vulgar, sino inclu-
i scria cl.1 I)iicii.~voliiiii,i<I( < ~ i i i < ij i r i . i ( o ) . i 1 i i i I l . i i i i t ~ ~ ~ sir riiisrii.~, i so de las ciencias -que al fin y al cabo apaiécenles como un
coiiio algo <l"<'t i 1 1 l l 1 ~ 1 1 1 0 I""". V I ~ l l f i i < l\ . l I t l i 1 .i i i l i 1 i i 1 . i i 1 o lujo del entendimiento-, encuentran, sin embargo, que se han
la cstciili~l,itliio I J I I ~t l t i i i i i . i i i . i t l i i i i i ~ ~ I I I I . I II I . I I ~ . I ,I \,iIoi. echado encima más pcms y dolores quc felicidad hayan podido
Seiían, por clcciilo 'isi, toiiio I J I I I ~ I I I ~ I I I . ~1 ), t i . i 1101lt 11.1 1 t . 1 ~I ganar, y más bien envidian que desprecian al hombrc vulgar,
mis a 11 ' mano cti el coiricicio vrrlg.ci o 1l.iiri.ir 1.1 .i~<iititíii (lc los que está más propicio a la dirección del mero instinto natiiral
poco versados; qiic los pelitos no ncccsitan de talcb iccl.iiiio\ y no consiente a sil rarón qiie ejerza gran influencia en su hacer
para deteiminar su valor.
a
Sin embargo, en esta i a del valor absoluto de la mera VO-
limtad, sin que entre en consideración nrngíiri piovecho al apre- ''
y oniiiii. S li.isi:i :i(liií liny qric conirsar que el juicio de los que
icl).ij.iii iiiiiilio y 11.1sI.tt l ( t l . 1 1 . 1 1 1 ii~ltiiori\CI LCLO los rimbom-
O \ 10, g1~1it11.s
I ) m k \ ~ J I ~ O J I I ~ (11. ~ ) i ~ v t ~tliic
I i o1~
~ i,1/01i nos ha
ciaila, hay algo tan cxtrafio que, prescindiendo de la conformi- dc ~ ~ ~ O I C I O I 1L ~ I ~1 ( ,1 ~I I ( K O I I O (11' 1.1 I(lititllitl y b.~tisfa<ción
dad en que la radm vulgar misma estJ con ella, ticne que surgii en la vida, no c, un j~iiciode lioiiil~icsc ~ ~ l i i ~ ~ ktic dciagra- i~lo~
la sospecha de que acaso el fuiidaiiiciito dc todo csio sea mcra- clecidos a las bondades del gobicino d c l i i i i i \ < 1 5 0 ; cliic cii csos
mentc una sublime fantasía y qiic cjiii/.i Ii~yiiiroscntciidido M- tnlcs juicios esta implícita la idea de olio y iiiiiclio m.ir digno
samente el propósito de la ii.iiiii.i1i~~.i,:i1 t l . i i l t ~ 21 iiiicsti.i volun- piopósito y fin de la existencia, para el cual, no pala la fclici-
tad la rarón como diiccto~.~. 1'01 lo ( i i . 1 1 v.iiiioi .i caaniiiiar esa dad, está destinada propiamente la razón; y ante cse fin, como
idca deicle estc punto d r vi\i.i. suprema condición, deben inclinarse casi todos los peculiares fi-
Adriiitirnos coiiio 1'1 111( i1)ln t j i i t ' ( 11 1.1s di\l)osiciones naturales nes del hombre.
dc nn se1 oig~iiii/.i(Io,(\lo t \ , A I I ( ~ I , I ( I o con findidad para la 1 Pucs COJIIO la ia7ón no cs bastante apta para dirigir segura-
vida, no \c cii(iitiiii.i i i i i iiisiiiiiiiciiio, dispnecto para un fin, mente a la voluntad, en lo que se refiere a los objetos de ésta y
: qoc no sc.1 C I I I I ~1)101iioy . i ~ I c ~ u ~ ipala d o ese fin. Ahora bien; a la satisfacci0n de nuestras necesidades -que en parte la razón
si cii mi s i r qirt. 1 1 t r i c i.i/<iii y una voluntad, fuera el fin piopio misma ~iiiiliiplica-, a cuyo fin nos hubiera conducido mucho
Ij de la ~i.iliii.tl(~/.i > i i ~ o i r c c ~ ~ ~ a su ~ i OOicna~zdanza,
~z, en una pala- mejor un instinto n.itui.11 inghito; como, sin embargo, por otra
bra, sil It lit i(lo(l. 1.1 n,iliirale~ahabría muy mal tomado sus dis- pqrtc, no7 1i.i sido concedida la razón como facultad práctica, es
posicioiits a1 t * l t l ; i i 1.1 ia16n de la criatiira para encargarla dc decir, como una facultad que debe tener influjo sobre la volun-
realizar .ic[iit l \ i i 1)) op<isiio. Pues todas las accioncs que cn tal tad, resulta que cl destino vcrcladero de la razón tiene que ser
sentido ticnc (1111 1<..11w,irla criatura y la regla toda de su con- cl de producir una voluniad buena, no en tal o cual respecto,
ducta se 1'1s I i . i l ) i i . r ~ n t ~ c t i p tcon o mucha mayor exactitud ,el como medio, sino bzccna e n si misma, cosa para lo cual era la
instinto; y &ic l i i i l ) i t 1.1 ~mlitlocoiisegiiir aquel fin con mucha razón necesaria absolutamente, si es a 4 que la naturaleza en la
mayor seguritl.id (111t-1.1 i.i/<íii p~icdcniinca alcanrar. Y si Iiabía distribución dc las disposiciones lia procedido por doquiera con
que gratificar a 1.1 \ ( i i i iiios.~( i iatiira adciii6s con la razón, ést:~ un sentido de finalidad. Esta voluntad no ha de ser todo el
no tenía que 11;rl)ciIr wrvitlo sino para liatcr consideraciones so- bicn, ni el Único bien; pero ha de ser el bien supremo y la con-
I
brc la feliz disporiciim ilc sil iiatiiialeza, para admirarla, regoci- dición de cualquier otro, incluso del deseo de felicidad, en cuyo
484 F U N U A M E N T A C I ~ N DE LA ?~ETAFÍSICA DE LAS COSTUMBRXS TRANSITO DEL CONCCIIL.IIENT0 VULGAR A L FILOSÓFICO 485
caso se pucde muy bien hacer compatible con la sabiduria de la En cambio, conservar cada cual su vida es un deber, y ade-
naturaleza, si se advierte que el cultivo de la razón, necesarío mis todos tenemos una inmediata inclinación a hacerlo así. Mas,
para aquel fin primero e incondicionado, restringe en muchos por eso mismo, el cuidado angustioso que la mayor parte de los
modos, por lo menos en esta vida, la consecución del segundo fin, hombres ponc en ello no tiene un valor interior, y la máxima
siempre condicionado, a saber: la felicidad, sin que por ello la que rige ese cuidado carece de un contenido moral. Conservan
naturaleza se conduzca contrariamente a su sentido finalista, por- su vida confornzemente al deber, sí; pero no por deber. En cam-
que la razón, que..recokQce..au destino práctico supremo en la bio, cuando las adversidades y una pena sin consuelo han arre-
f u n d a ~ Z ñ a e Ü n avoluntad buena, no puede sentir'en el cumpli- batado a iin I.ombre todo el gusto por la vida, si este infeliz,
miento de tal pro$s'ito inás que una satisfacción dc cspecie con iinirrio entero y sintiendo más indignación que apocamien-
peculiar, a saber, la que nace de la realización de un fin que to o dcaaliciito, y aun deseando la muerte, conserva su vida, sin
sólo la razón determina, aunque ello tenga que ir unido a algún I amarla, sólo por deber y no por inclinación o miedo, entonces
quebranto para los fines de la inclinación. su m;lsima sí tiene un coiitenido moral.
Para desenvolver el concepto de una voluntad digna de ser Scr lxnéfico cn cuanto se puede es un deber; pero, además,
I.. =timada por si misma, de una voluntad buena sin ningún prb. hay nruclins aliii:rs ni llcnas de conmiseraci6n, que encuentran
pósito ulterior, tal como ya se encuentra en el sano entendimien- un placer íiiliiiio cii di\tribuir la alegría en torno suyo, sin que
to natural, sin que necesite ser enseñado, sino, más bien expli- a ello le\ itiinalsc ninrrún movimiento de vanidad o de provecho
cado, para desenvolver ese concepto que se halla siempre en la l1
y $e puedenregocijarse del contento de los d>rnhs, en
cúspidc de tod;~la cstiinación qiic Iincrinos dc niicstr;iis :iccioncs cuanto que es su obra. Pero yo sostengo que, en tal caso, seme-
le cs la co11cIici0n (Ic: todo lo (I(.III:~S,van~osa c ~ ) i i s i ( I r ~~1~ ; ~ r jantes actos, por muy conformes que sean al deber, por muy
dignos de amor que sean, no tienen, sin embargo, un valor
bajo c i a t i s rcsii.i(.c.ioiic~?; y i~l)ii:ii.iilo:; siil)i~~iivi~s. los i~ii:iI<~s. moral verdadero y corren parejas con otras inclinaciones; por
mbargo, lejos clc oc:uli;ii.lo y li;ic.c.i.lo iii<.ol;;io:x.il)l<., iii;i:; l i i < . i i ejemplo, con el afin de honras, el cual, cuando, por fortuna, se
por contraste lo liaccii rcs;iltar y ;ip:iir<:cr con 1ii:iyor. cl:iridatl. refiere a cosas que son en realidad de general provecho, con-
.S ,: - Prescindo aquí de todas aqucllas accioiica coriocitlas ya como
contwrias. al..de&, aunque en este o aquel sentido puedan ser
fornies al dcber y, por tanto, Iionro~as,mercce alabanzas y estí-
mulos, pelo no citiiii;i~iOn;piici Ic f,ilt.i a la rnhxima contenido
< i r < . útiles; en efecto, en ellas ni siquiera se plantea la cuestión de si
moral, cito c5, quc 1.1s t . ~ l <,ic<ioiici
\ w.iii licdias, no por incli-
pueden suceder por deber, puesto que ocurren en contra cle nación, sitio por debe?.
éste. Tambi6n dejaré a un lado las acciones que, siendo real- Pero supongamos que el "minio de cie filhtiopo rat.i.cnvue1to
mente co-nformes al deber, no son de aquellas hacia las cii;ilcs el cn las nubes de un propio dolor, que apaga en 61 io(1:i conmise-
hombre siente inclinación inmecliatamentc; pero, siii c~i~iI);ii~go, ración por la suerte del prójimo; supongamos, ademds, que le
las lleva a cabo porque otra inclinnci6ii I c i c.iiil)i~j;i:L c , I I i i . lriu queda todavía con qué hacer el bien a otros miserables, aunque
efecto; en estos casos puedc tlisliiigiiii.sc~ i i i i i y I':í~~iliiii~iiir si 1;1 la miseiia ajena no le conmueve, porque le basta la suya para
acción confornie al clebcr 1ia siiccvlitlo / ) o r <Ir.l)~,r o 1 ~ " . IIII:I ocuparle; si entonces, cuando ninguna inclinaciún le empuja a
intención egoísta. Miiilio m:ís (lil'íi.il cI(: iioi:ii. <.S i w dil'c:i.riicia ello, sabe desasirse de esa mortal insensibilidad y realiza la ac-
cuando In a c c i h cs ~:o~iI'oi~iii~~ : i I II(.I)(T y 1.1 siiivio. ;itlciii~s,ticnc ción ben6fica sin inclinación alguna, sólo por deber, entonces, y
una incliii;ic:icíii i?rttrr~li,rlri I i ; i ( . i ; i i.II;i. ltor Cjciiiplo: cs, desde sólo entouccs, posee esta acción su verdadero valor moral. Pero
luego, conioiinc : i I i I t . I ) i , r ( j i i ( . r.1 iiii~i.c.:itli:rno col~rcrn:is caro a iin hay más aún: un hombre a quien la naturaleza haya puesto en
comprador iiii.slicwo: y <.ti los siiios donde hay iii~icliocomercio, e! corazón poca simpatía; un hombre que, siendo, por lo demás,
el coiiirrci~iiiic::ivis:i(lo y 1)i.ii~leiileno lo hace, en efccto, sino honrado, fuese de temperamento frío e indifeiente a los dolores
qiic iiiaiiiic~iic:i i i i ~~i.c,cio I'ijo p;ir:i todos en gcneral, de suerte ajenos, acaso porque 61 mismo aceptJ lor suyos con el don pecu-
que iin iiiño 1 ) 1 i i , i I < . c'oiiilxir cn sil casa tan bien como otro cual- liar de la paciencia y fueria de iesistencia, y supone estas mis-
quiera. Así. 1 1 1 1 1 3 , u110 cmscivi(lo l i o ~ ~ r c ~ t l a ~ r ~ c ~ zesto
Mas t e . no cs mas cualidades, o hasta lac exige, igualmente en los demis; un
ni mucho iiic~iiossiili(.icmlc p : i ' . ; ~ r r c r ~ I I Cel mcrca&r haya hombre como &te -quc tio ~ e r i ade seguro el peor piocl~ictode
obrado así 1)~". (Icli(.r. 1 u ) i princil'ios (le Iionra~tcz:su provecho la naturaleza-, desprovisto de cuanto es ncccsario para ser un
lo exigía; m:is iio ~)cisililv:itlriiiiir :itlcin;ls cliic c.1 coiiicrciaiitc~ filríntropo, {no encontraría, sin embargo, en sí mi.;mo cierto
tenga una inc1iii:icihi iiiiii~~~li:ii:~ Ii:~ci;ilos c~oiii~~i.:itl~i.<.s. t l i * siirr-
germen capa7 de darlc un valor mucho más alto que el que pue-
te que por amor :i clli~s. <l~'<'irlo :\SI, no Ii:ig;i tliriwliic.i:is a da derivarse de un temperamento hiieiin? iFs rliro que sí1 Pieci-
ninguno en el pr(~:io.A i í , I ) I I I Y , I;I ;iwi('iii 1111 I I ; I : ; i i ~ ~ I i ( l i iii i por samente en ello esliii>a el valor dcl c i i h < i í ~irnial, del caikter
deber ni inclinación iiiiiii~~li:ii;i, ::iii<is i i i i l i l < ~ i ~ i ~ci~ii i : i iiiicn-
~ i i i i~i i ~
que, sin coinpniaricíil, es cl %iipimio en ltnrer rl bien, no por
ción egoísta. iucliuación, +io por delw.
--

486 P I J N I ) A M R N T A C I ~ N DE LA M E T A F ~ I C ADE LAS COSTUMBRES TRÁNSITO DEL C~OINOCIMIENTOVULGAR AL FILOSÓFICO 487


Ascgiirar la fclicidad propia es un deber -al menos indirecto-; 1,: la accidn; pues la voluntad, puesta entre su principio a priori,
pues e1 que no está contento con su estado, el que se ve apre- *que es formal, y su resorte a posteriori, qiie es material, se en-
iiiiado por muchos cuidados, sin tener satisfechas sus necesida- cuentra, por decirlo asi, en una encrucijada, y romo ha de ser
rlcs, piidicra ficilmente ser víctima de la tentacicin de infringir determinada por algo, tendri que ser determinada por cl prin-
SUS deberes. Pero, aun sin referirnos aqui al deber, ya tienen cipio formal del querer en general, ciiando tina acción succde
los hombres todos por si mismos una podcrosísima e íntima in- por deber, puesto que todo principio matcrial le ha sido sus-
clinación hacia la felicidad, porque justamente en esta idea se traído.
reúnen en suma total todas las inclinaciones. Pero el precepto La tercera proposición, consecuencia de las dos anteriores,
de la felicidad csti las más veces conrtitiiído de tal suerte que formularíala yo de esta manera: el deber es la nec~sidadde una
perjudica grandemente a algunas inclinaciones, y, sin embargo, accidn por respeto a la ley. Por i1 objeto, como cCecto da la ac-
el hombre no puede hacerse un concepto seguro y determinado ción que me propongo realizar, pucclo, sí, tener inrlinnrirh, mas
de esa suma de la satisfacción de todas ellas, bajo el nombre de nunca resfieto, justamente porqiic es un efccto y no nn:i xctivi-
felicidaci; por lo cual no es de admirar quc una inclinación úni- dad de una vol~intad.Dc iqiial modo, por iina in<linaci6n cn
ca, bien determinada en cuanto a lo que ordcna y al tiempo en general, ora wa niía, ora .;m ilc cnalqiiicr otro, no purdo tener
que cabe satisfacerla, pueda vencer una idca tan vacilante, y respcto: a lo sumo, piicdo, en el priincr caso, aprol~arlay, en
algunos hombres -por ejemplo, uno que sufra de la gota- pue- el segiiii<lo, a vcces incluso ainarla, es decir, considerarla como
dan preferir sal~orcarlo quc les agrada y sufrir lo que sea pre- favoral>le a mi propio provecho. Pcro objeto del resileto, y por
ciso, porque, hrgiín su :ipict i:i<i<in.iio v.in :i prrtlrr cl gocc del ende mandato, sólo p~iedeserlo aquello c ] G s c relacione con mi
monicnlo picwiilr 1)or ;ilt~t~cisr :I I,i\ C \ I N ~ I : I I I:ic.i\o / . I \ , inlinida- voluntad como simple fundamento y nunca como cfecto, aquello
clas, dc una f'clititl:itl tjiic t l r l ~ ,1 1 , 1 1 1 . 1 1 ~ it ~i i 1.1 \ . i l i i t l . I1c.io aiiii en que no esté al servicio de mi inclinación, sino que la domine, al
este L ~ Wannqiic
, 1.1 iiiiivri~,.il i c ~ i i t l ( i i t i . ~.i 1.1 Iclititl.itl no tlc- menos la descarte por completo en el cbmpiito de la elección,
termine su voluntad, aiinquc la i,iIiiil no ciiirc 1):ir.i í.1 t m ne- esto es, la simple ley en si misma. Una acción realizada por d-e
cesariasneiitc en los tbrminos de su apreciación, qneda, sin ein- ber tiene. empero, que excluir por rornplefo el influjo 'de la
bargo, aqui, como en todos los demis casos, una ley, a saber: la
de procurar cada cual su propia felicidad, no por inclinación,
[ .-
sino por dcbcr, y sólo entonces tiene su conducta un verdadero
inclinación, y con 6 s ~ atodo objrlo dc 1:i voliintad; no queda,
pues, otr:~coia qnc piict1.i tlclri iiiin:ir 1:) voliiiii.itl, si no es, obje-
tivanientc, 1.1 Icy y, ~i~l~~ctiv:iiiiiirii~,
c1 1 v 5 / 1 ( / 0 / ) 1 / 1 0 a c\a ley
,
f valor moral. prictica, y, por tanto, 1,i iii.i~iin.i1 tlc o l ~ ~ d v , r\iciiil)ic
r :t csa
Así hay que entender, sin duda alguna, los pasajcs de la Es- , ley, aun con perjuicio cle todas mis iii<liii;itionc~.
, - critura en donde se ordena que amemos al prójimo, incluso al Así, pues, el valor moral de la acciún no i c d c cn rl rfccio
enemigo. En efecto; el amor, como inclinación, no puedc ser man- que de ella se espera, ni tampoco, por consignicntc, cii ningíni
1 dado; pero hacer el bien por deber, aun cuando ninguna incli- principio de la acción que nece\ite tomar su fundamento deter-
nación empuje a ello y hasta se oponga iina aversidn natural e
i
'invencible, es amor pl-dctico y no patoldgico, amor qiie tienc su
minante en ese efecto esperado. Pues todos esos cfectos -cl agra-
do del estado propio, o incluso el fomento de la felicidad aje-
asiento en la voluntad y no en una tendcncia de la sensación, na- pudieron realizarse por medio de otras causas, y no hacía
, que se funda en principios de la acción y no cn tierna compasión, falta para ello la voluntad de un scr racional, que es lo único
éste es el iinico que puede ser ordenado. en donde puedc, sin embargo, encontrarse el bien supremo y
?La segunda proposición es ista: una acción hcdia por deber ahsolnto. Por tanto, no otra com, sino sdlo la representación de
tienc si: v d o ~ m ~no~ en l , e< proprisito qiie por medio de ella la ley en sí misma -la cual desde luego no se encuentra mil
se quiere alcanzar, sino en la máxima por la cual ha sido resuel- que en el ser racional-, en cuanto que ella y no el efecto espe-
ta; no depende, pties, de la realidad del objeto de la-acción, sino rado es el fundamento determinante de la voluntad, puede cons-
meramente del princifiio dcl que-1; segiin el cual ha sucedido tituir ese bien tan excelente que llamamos bien moral, el ciial
la accibn, prescindiendo de todos los objetos de la facultad dcl esti presente ya en la persona misma que obra según esa ley, y
desearJ~or lo anteriormente dicho se ve con claridad que los qne no es licito esperar de ningiin efecto de la acción 2.
propósitos quc podamos tener al realizar las accioiics, y los
efectos de kstas, consi<lcrados como fines y motore3 (le la vb- 1 Máxima es cl principio subjctivo del qucrer: el principio objctivo --csto
luntad, no pucden proporcionar a las acciones ningún valor ab- cs. el que serviría de principio práctico, aun subjctiv~mente, a todos los arrrr
soluto y moral. ¿Dónde, pues, pucde residir este valor, ya que rwionalcs. si la rizón tuviera pleno dominio sobro la facultad de dcscar---- c s
no debe residir en la voluntad, en la rclaci6n con los efcctoi , l a Icy prictica.
c\perados? No puede iesidir sino en el p?i?wipzo dr, la voluntad,
lxrwinrlirndo de los fines que pnedan rcalimrse por medio de
. "odria objotirscmc que. bajo el nombre de respeto, busco refugio en 1111
obscuro sentimiento, en lugar do dar una solución clara a la cuestión i>or m i 4 o
de un concepto de la razón. Pcro aunque cl respeto cs. efcctivamcntc. u n s i n -
-
488 FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA

LPero p i ; i l puede ser esa ley cuya representación, aun sin re-
D E LAS COSTUMBRES

máxima universal y adquirir la costumbre de no prometer nada


fcrirno~al efecto que se espera de ella, tiene que determinar la sino con el propósito de cumplirlo. Pero pronto veo claramente
voluntad, para que ésta pueda llamarse buena en absoluto y sin que una máxima como &a se funda sólo en las consecuencias
restricción alguna? Como he sustraido la voluntad a todos les inquietantes. Ahora bien; es cosa muy distinta ser veraz por de-
afanes que pudieran apartarla del cumplimiento de fina 1 ~ x 0 ber serlo o serlo por temor a las consecuencias perjudiciales;
queda nada más que la universal legalidad de 1%-acciones en ge- porque, en el primer caso, el concepto de la acción en sí mismo
neral -que debe ser el iinico principio de-la vol~ztad-; es-de- contiene ya una ley para mí, y en el segundo, tcngo que em-
cir, yo no debo obrar nunca míis que de modo que pueda querer pezar por ohervar alrededor cufiles efectos para mi pueden de-
que mi mcixima deba convertirse en ley rrnivcrsal. Aquí es rivarse de la acción. Si me aparto del principio del deber, de
mera legalidad en general -sin poner por fundamento ninguna seguro es ello malo; pero si soy infiel a mi máxima de la sa-
ley determinada a ciertas acciones- la que sirve d e p-cincipjg 1
gacidad, puede ello a veces serme provechoso, aun cuando desde
a la voluntad, y tiene que servirle de principio si el deber no Iitego es más seguro permanecer adicto a ella. En cambio, para
Iia de ser por doquiera una vana ilusión y un concepto quimé-
rico; y con todo esto concuerda perfectarncnte la razón vulgar
1 resolver de la manera míis Incvc, y sin engaño alguno, la pre-
gunta de si tina promrsa mentirosa es conforme al deber, me
de los hombres en sus juicios prácticos, y el principio citado no
se aparta nunca de sus ojos.
i hastaii preguntarme a mi ~iiisriio: ¿me daría yo por satisfecho
si mi induitna -salir dc apuros por medio de una promesa men-
Sea, por ejemplo, la pregunta siguiente: zme es licito, riiando tirosa- debiese valer como ley universal tanto para mí como
me Iiallo apiirxlo, Iincrr iiria pioni<'~:iron c1 ~)ropi)sito(le no para los demás? ¿Podría yo decirme a mí mismo: cada cual pue-
cumplirla? P;h ilnicwtt* Ii,i&:o :1t111í 1:' < l i l ; ~ i c ~ ii.1i < < I I I ~ ' ~ ) I I V I I I . (oiii- de hacer iina promesa falsa cuando se halla en un apuro del
port;ir 1.1 hi!;tiilic:icirí~i tic 1.1 l~it'~iiiiI.i. (11. \i c., 1 1 i 1 ~ i 1 1 ~ 1 1 1o< ~ tlc que no puede salir de otro modo? Y bien pronto me convenzo
hi es confornic .i1 tlt411.1 I i . i < i . i 1111.1 l.il\.i ~ I I ~ ~ I I I I . \ . I I. ii ~~iitiicio de que, si bien puedo querer la mentira, no puedo querer, em-
puede su(rclcr, h i i i tlu<l;i, iiiuc1i.i~vctc\. (;i(~ii;iii~i~iiii
bien que no es hastante el lilxarrne, por nicdio dc c,:, I ~ L I I I S O ,
. V I T I iniiy pero, una ley universal de mentir; pues, según esta ley, no ha-
bria propiamente ninguna promesa, porque sería vano fingir a
de una perplejidad presente, sino que hay que considcrai dctc- otros mi voluntad respecto de mis futiiras acciones, pues no
nidamente si no podri ocasionarme luego esa mentira muchos creerían ese mi fingimiento, o si, por precipitación lo Iiicieren,
míis graves contratiempos que éstos que ahora consigo eludir; y pagaríanme con la nii~niainoned:~; por tanto, mi máxima, tan
como las consecuencias, a pesar de cuanta astucia me precie de pronto como se tornase ley universal, destruiriasc a sí misma.
tener, no son tan ficilmente previsibles que no pueda suceder que Para saber lo que he de hacer para que mi querer sea moral-
la pérdida de la confianza en mí sea mucho mis desventajosa -mente bueno, no necesito ir a busrar muy lejos iina pcnetra-
para mí que el daño que pretendo ahora evitar, Iiahrk de consi- ciGn especial. Inexperto en lo que se refiere al curso del miindo;
derar si no sería más sagaz conducirme en este punto según una incapaz de estar preparado para los sucesos todos quc en él ocu-
1 rren, bástame preguntar: ¿puedes c m que tu míixima,se con-
timiento. n o es uno de los recibidos mediante un influjo, sino uno csponri- vierta en ley universal? Si no, es una máxima reprobable y no
neamente oriundo de nn concepto de la razón. y. por tanto. espccificamentc dis-
tinto de todos los sentimientos de la primera clase. que pucden reducirse a in-
I por algún perjuicio que pueda ocasionarte a ti o a algún otro,
clit~acióno miedo. L o que y o reconozco inmediatamente para m í como una ley, sino porque no puede convenir, como principio, en una legis-
\ tcconózcolo con respcto. y este respeto significa solamente la conciencia de la lación universal posible; la razón, empero, me impone respeto
subordinación de mi voluntad a una ley, sin la mediación de otros influjos en inmediato por esta univerGllegislaci6n, de la cual no conozco
mi sentir. La detcrminxión inmediata de la voluntad por la ley y la concicncii
de la misma se llama respeto: de suerte que éste es considerado como efecto de aún ciertamente el fundamento -que el filósofo habrá de inda-
la ley sobre el siijeto y no como causa. Propiamente cs respeto la representación gar-; pero al menos comprendo que es una estimación del va-
de un valor qoc menoscaba cl amor que me tcngo a mí mismo. Es. pues. algo lor, que excede en muclio a todo valor que se aprecie por75 in-
que no se considera ni como objeto do la inclinación n i como objeto del temor,
aun cuando ticne alao de análogo con ambos a un tiempo mismo. El objeto del
clinación, y que la necesidad de mis acciones por puro réspeto
respeto es. pues. r x ~ l ~ ~ i v a m e nlat e feq. esa ley que nos imponemos a nosotros a la ley práctica es lo que constituye el deber, ante el cual tiene
mismos, y. sin embargo, como necesaria en sí. Como ley que es. estamos some- que inclinarse cualquier otro fundamento determinante. porque
tidos a ella sin tcncr que interrogar al egoísmo: como impuesta por nosotros es la condición de una voluntad buena en sl, cuyo valor estfi
mismos, es. empero. un? r o n s c c ~ ~ e n cdc i ~ nuestra voluntad: en el primer sentido.
tiene analogía con el micdo: cn el scgunrio. con l a inclinación. T o d o respeto por encima de todo.
-. Así, pues, hemos llegado al principio del conocimiento moral ' '
una persona es propiirncntc sólo respeto a la ley -a la honradez. rtc
cual rsa persona nos da cl cjcmplo. Como la ampliación de nuestros talentos la
consideramos también como nn deber. resulta que ante nna persona dc talcnto
de la 11
I _ de la razón vulgar del hombre. La razón vulgar no ~ e c i s aeste
principio así abstractamente y en una forma universal:-pero,
'nos representamos. por decirlo así. el ejemplo de unn ley -la de asemeinrnos
a ella pot virtud del cicrririo-. y eqto constituye nncstro respeto. Todo ese sin embargo, lo tiene continuamente ante los ojos y lo usa como
Ilamado infcrés moral consistc c~cliisivamentc en el rcspeto a la ley. criterio en sus enjuiciamientos. Fuera muy fácil mostrar aquí
490 FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES

cómo, con cstc comprís en la mano, sabe distinguir perfectamen- ningún mandamiento consigue nunca anular-. De aquí se origi-
te en todos los casos que ocurren qué es bien, qué mal, qué con- na una dial~cticanatural, esto es, una tendencia a discutir esas
forme al dcber o contrario al deber, cuando, sin enseñarle nada estrechas leyes del dcber, a poner en duda su validez, o al menos
nuevo, se le hace atender tan sólo, como Sócrates hizo, a su pro- su pureza y sevcridad estricta, a acomodarlas en lo posible a nues-
pio principio, y que no hace falta ciencia ni filosofía alguna pa- tros deseos y a nuestras inclinaciones, es decir, en el fondo, a
pervertirlas y a privarlas de su dignidad, cosa que al fin y al ca-
bo la misma razóti práctica vulgar no puede aprobar.
De esta suerte, la razón humana vulgar se ve empujada, no
por necesidad alguna de especulación -cosa que no le ocurre
nunca mientras se contcnta con ser simplemente la sana razón-,
sino por motivos prrícticos, a salir de su círculo y dar un paso
en el campo de una filosofía prúctica, para recibir aqui ense-
ñanza y clara advertencia acerca del origen de su principio y
leyes de la expcriencia y dc las percepciones sensible's, cae en exakta determinación del niismo, en contraposición con las má-
meras incomprcnsibilidades y contradicciones consigo misma, al sima? quc radican cn las necesidades e inclinaciones; así podri
menos cn un caos de inccrtiduinbre, obscuridad y vacilaciones. salir dc su pcrplcjiclad sobre las pretensiones de ambas partes
En lo prktico, cn canibio, (:oinicnia la facultad de juzgar, mos- y no corre peligro de perder los verdaderos principios morales
trindosc antc lodo iiiiiy ~wovc<:lios:i, c:ii:iiitlo c1 ,cntcntliinicnto por la ambigüedad en que ficilinente cae. Se va tejiendo, pues,
vulgar exclayc tic I;is Icy(.s ~)r;í(.li(.;i"otlos los iiiotorcs s<~nsil>lrs. cn la razón práctica vulgar, cuando se cultiva, una dialéctica
Y luego llcga 1i:isl:i 1:i siiiilt~~:~.
y;i s t ~ i( ~ I I I . tl~iivw.t ' o i i sil ('mi- inadvertida, que le obliga a pedir ayuda a la filosofía, del mismo
ciencia u otras prctciisio~ics,tlisl)r~t:ircwi rc-sl~.c:lo:I lo ( I I W t l d ) ; i modo que sucede en el uso teórico, y ni la práctica ni la teo-
llamarse justo, ya sea quc quiera siri<:er;~iii<:iiLc, 1):ir;l su propi:~ rica encontrarán paz y sosiego a no ser en una crítica completa de
enseñanza, determinar el valor de las acciones; y, lo que cs más -nuestra razón-
frecuente, puede en cstc último caso abrigar la cspcranza de =1
acertar, ni más ni menos que un filósofo, y hasta casi con mAs

venturosa simplicidad, ni empujarle con la filosofía por un nue-


vo camino de la investigación y enseñanza?
1Qri6 magnífica es la inocencia! Pero ¡qué desgracia que no
se pueda conservar bien y se deje fácilmente seducir1 Por eso la
sabidnría misma -que consiste mis en el hacer y el omitir qiie
en el snbcr- nccesita de la ciencia, no para aprender de ella,
sino para Iwociirar a su precepto acceso y duración. El Iiomhre
siente en sí niisino una potlerosn fuerza contraria a todos los man-
damientos clcl tl<:l>ci,qiic In ra7tin Ic prcsenta tan dignos dc rcs-
peto; comiste esa fii(w;i roiiir;iria cn siis ncccsidadcs y sns incli*-
naciones, cuya satisf;ircih i11i;11 c~oiiil>rciitlcI):ijo (11 iio1111)rcde
felicidad. Ahora bien; 1;) r:id)ii oi~lcn;isiis ~>rcwpios, sin prome-
ter con ello nada a las iiit~liii;ic.ioiit~s,
sc~vrr;iiiii~nic y, por ende,
con desprecio, por decirlo así, y dcs;iiciiciOn hacia csas pretcn-
siones tan impetuosas y a la vcz tan aceptables al parecer -que
CAPfTULO SEGUNDO

TRANSITO DE LA FII.OCOF~A MORAL POITJLAR A LA


hlli.l'~E'i~1~A
DE LAS COSTUMBNiS

Si bicn he-l concepto del deber, que hasta ahora


tenemos, del(uso vulga de nuestra razón práctica, no debe infe-
rirse de ello, gñ-Tiiaiiéra alguna, que lo hayamos tratado como
concepto de experiencia. Es más: atendiendo a la experiencia en
el hacer y el omitir de los hombres, encontramos quejas numero-
sas y -hemos de confesarlo- justas, por no-ser p ~ ~ i adela-ntar
b ~ e
ejemplos seguros dc esa disposición de espíritu del que obra por
el debcr puro; que, aunqric ~niidiasaccioncs scicctlcn cn covjor-
m i d a d con lo que el drbcr ordciin, siempre c;il>c la duda de si
tienen un valor moral. Por cso ha Iialklo cn todos 105 liempos fi-
lósofos que han negado en absoluto la realitlad de csa disposición
de espíritu en las acciones humanas y lo han atribuido iodo al
egoísmo, más o menos refinado; mas no por eso han puesto en
duda la-exactitud del concepto de moralidad; más bicn han he-
cho mención, con intima pena, de la fragilidad e impureza de la
naturaleza humana, que, si bien es lo bastante noble para pro-
ponerse como precepto una idea tan digna de respeto, en cam-
bio es al mismo tiempo harto débil para poderlo cumplir, y em-
plea la razón, que debiera servirle de legisladora, para adminis-
trar el interés de las inclinaciones, ya sea aisladas, ya -en el caso
más elevado- en su máxima compatibilidad mutua.
Es, en realidad, absolutamente imposible determinar por ex-
y k n c i a y con absoliita certeza un solo caso en que la máxima
c e una acción, conforme por lo demás con el deber, haya tenido
su asiento exclusivamente en fundanientos niorales y en la repre-
sentación del deber. Pues es el caso, a veces, que, a pesar del m;ls
penetrante examen, no encontramos nada que haya podido scr
bastante poderoso, independientemente del fundamento moral
del deber, para mover a tal o cual buena acción o a este tan gran-
de sacrificio; pero no podemos concluir de ello con seguridad
que la verdadera causa determinante de la voluntad no haya
sido en realidad algún impulso secreto del egoísmo, ocullo tras
494 FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES DE LA FILOSOFÍA MORAL POPULAR A LA METAFISICA 495
el mero espcjismo de aquella idea; solemos preciarnos mucho jantes leyes apodícticad Pues <con que derecho podemos tributar
de algún fundamento determinante, lleno de nobleza, pero que un respeto ilimitado a lo que acaso no sea valedero mBs que en
nos atribuínios falsamente; mas, en realidad, no podemos nunca, las condiciones contingentes de la Humanidad, y considerarlo,
aun ejercitando el examcn m& riguroso, llegar por completo a
los mlis recónditos motores; porqiie cuando se trata de valor mo-
.ral no importan las acciones, que se ven, sino aquellos íntimos
como precepto universal para toda naturaleza racional? ¿Cómo
íbamos a considerar las leyes de dctern~inaciónde nuestra volun-
tad como leycs de determinacibn de la voluntad de un ser
1'
' nal en general y, sólo como tales, valederas para nosotros,
principios de las mismas, que no se ven.
- A esos que se burlan de la moralidad y la consideran como 3 , fucran iiierainente enipíiicas y no tuvieran su origen enteramen-
simple visibn soñada por la fantasía humana, que se excede a sí te a p~iopien la razón pura práctica?
misma, llevada de su vanidad, no se les puede hacer mis desea- E l ~ e o servicio
r que puede hacerse a la moralidad es quererla
do favor que concederles que los conceptos del deber -como mu- 1 deducir de ciertos ejemplos. Porque cualquier ejemplo que se
chos estlin persuadidos, por comodidad, que sucede igualmente nie presente de ella tiene que ser a su veL previaincnte jwgado
con todos los demis conceptos- tienen que derivarse excliisiva- según principios de la moialidad, para saber si es digno de ser-
mente de la experiencia; de ese modo, en efecto, se les prepara a vir de ejeiiiplo oligitiario, eslo es, de modelo; y el cjcmplo no
aquéllos un triunfo seguro. Voy a admitir, por amor a los hom- puecle en iiiaiici.~alguna bcr cl qiic nos piopoirione el concepto
bres, que la mayor parte & nuestras acciones son conformes al b de 1;i iiioi,ilitl;icL. 1:I inisiiio Smto del Lvangelio tiene que ser
deber; pero si se-miran de ccrca los pensamientos y los esfuir-
-- comparado ante todo con nuestro ideal de la perfeccibn moral,
zos, se tropicza por doqiiicr:~ron el aiiiatlo yo, quc de continuo antes de que le reconozcamos como lo que es. Y él dice de si \
se destaca, solne el <ii:iI sc iiiii~l.iiilos ~)iopii\iio\,y no \ol)re el mismo: "¿Por que me llainliis a mí -a quien estáis vicndo-
estrecho niandainic~ito (Ir1 ( 1 i l ) c i . < I I I < * I I I I N I I . I \ v<cc,r c\igiií.i 1.1 bueno? Nadie es bueno -prototipo del bien- sino sólo el Único ,
( renuncia y el sacrificio. No be IIV( e \ I I , I v.1 1111 (.i~(~iiiigo ( 1 ~ -I:i vil- Dios -a quien vosotros no veis-." Mas ¿de dónde tomamos el ,
, tud; basta con observar el niundo con s ~ i i g tI ~
1 seguida por realidades los vivísinios deseos cn pro del bien, para
i í ~ \in
, toiii.ir cn concepto de Dios como bien supremo? Exclusivamente de la
~'deÜ-~ue-¡i razón a prior; bosqueja de la perfección moral y:
1 diidar en ciertos momentos -sobre todo cuando el observador es enlam inseparablenicntc con el concepto dc una voluntad ii~>rcJ
l ya de edad avanzada y posee un Juicio que la experiencia ha La imit;icii>n no ticnc liigai ;ilgiino en lo iiioi;il, y los cjcinplos
1 afinado y agudizado para la obscrvaci6n- clc si realmente en el s610 sirvcii tlc :tliiiii«, c\lo e\, ])oiicm i i i c ~ a(le diida la po\il,ili-
dad dc 1i;iccr lo (liic 1.1 Ic'y I I I A I Niios
~ . ~~)~c\ciil;iii
, iiiiui~iv.~~iiciiic
- mundo se encuentra una virtud verdadera. Y en esta coyiintuia,
para impedir que caigamos de las alturas de nnestras ideas del
deber, para conservar en nxestra alma el fundado respeto a sil
lo que la regla piktica c\prcsa iiiiivct\.~liiictilc; pcio no piie<len
nunca autorirar a que sc clcje a un 1;itlo su vricl.iclcio oiigiii.il,
ley, nada como onviccjón cjara d e s e e n o iinporta q i i c no que' ieside en la razón, para regirse por cjciiiplos.
haya habido nunca acciones emanadas de esas puras fuentes, que Si, pues, no hay ningún verdadero piincipio biipicmo &: I;I
no se trata aquí de si sucede esto o aquello, sino-qué la r a h i , moralidad que no haya de descansar en la razbn piira, indc-
por sí misma e independientemente de todo fenbineiio, ordena pendientemcnte de toda experiencia, creo yo que no es necesario
lo que debe suceder y que algunas acciones, de las que el mundo ni siquiera preguntar si scri bueno alcanzar n priori csos concep-
quizB no ha dado todavía ningiin ejemplo y hasta de cuya reali. tos, con todos los principios a ellos pertinentes, exponerlos en
zabili+id puede dudar muy mucho quien todo lo funde en la general -in abstracto-, en cuanto que su conocimiento debe dis-
cxpericucia, son ineludiblemente mandadas por la razón; así, por tinguirse del vulgar y llamarse filosófico. Mas en esta nuestra
-- ejemplo, ser leal en las relaciones de amistad no podría dejar &poca pudiera ello acaso ser necesario. Pues si reuniéramos vo-
de ser cxigiblc a todo hombre, aunque hasta hoy no hubiese ha- tos sobre lo que deba preferirse, si un conocimiento racional pii-
bido niiigi~iianiigo leal, porque este deber reside, como deber en ro, separado de todo lo empírico, es decir, una metafísica de las

\
gencral, :iiiici qiic toda experiencia, en la idea de una razón que
deterinin.~la voliiiilad por fundamentos a priori.
Aíí:i<lasc ;i c\io ( I I I ( ~ ,:I n ~ c u ode~ querer negarle al concepto dc
-
costumbres, o una filosoiia prlictica popular, pronto se adivina
de qud lado se inclinaría la balanza.
Este descender a conceptos populares es ciertamente niiiy
plausible cuando previamente se ha realizado la ascensión a lo\
mordlidad to(l.i vci<l.itl y lo<larelación con un objeto po\il)lr. iio
puede poncrw i i i t l i i i l . ~ ( I I I Cs d 1 ' 3 y dc t:in c ~ I ( ~ 1 \igi~ifi<~i-
1~:~ principios de la razón pura y se ha llegado en esto a coiiipl(~i,i
ción que ticiir vi. i 1 t i . 1 , iio \Ola 1 ~ 1 i . i 10' l i i ~ ~ i i l ) i ( ~\iiio\, I).iia satisfacción. Esto quiere decir que conviene primerofumlnr 1.1
todos los-seres ?tic to11r11, 5, 11 !;PIL~I n l . iio \<)lo Ii.ijo c oiiiliciones teoría de las costumbres en la metafísica, y l u i g c cuando X-.i
contingentes y con <~\<<litioiii~\, \iiio 1"" iiio(Io cr1)colulantente firme, procurarle acceso por medio de la popular@d. 1'cio (.b
necesario; por lo cu.11 IC\IIII.I (1.ilo ( I I I ( . I I O l ~ i yi ~ p c ~ i ~ nque <ia 'completamente absurdo qucrer descender a lo popiil;ir c n i i 1.1
pueda dar ocasión a infeiii ni hiqiiiciii 1.1 1)o~il)ilid;iddc seme- primera investigación, de la que depende la exactiliitl iotl.~
496 FUNDAMENTACI~N DE LA M E T A F ~ I C A DE LAS COSTUMBRES DE LA FILOSOFÍAMORAL POPULAR A LA METAFÍSICA 4!f7
de los principios. Y no es sólo que un proceder semejante no
puede nunca tener la pretensión de alcanzar el mérito rarkiriio
de la verdadera popularidad filosdfica, pues no se necesita mii-
moral, sin niezcla alguna de ajcnns ndicioncs dc atractivos cm-
piricos. tiene solm el corazón humano, por el solo camino de
la razón -quc por inedio de ella se da cucnta por primera vez
\ l

cho arte para ser entendido de todos, si se empieza por reniin-


ciar a todo conocimiento sólido y fundado, sino que adcmis
de que puede ser por sí misma una raz6n tainl>i(.n prrictica-,
un influjo iaii siij~criora todos los demás resortes 1 que pudie-
9
da lugar a una pútrida mezcolanza de observaciones mal cosi- ran sacarse del c;impo cinpírico, que, consciente clc su dignidad,
das y de principios medio inventados, que embelesa a los iu- desprecia csios últinios y puede poco a poco transformarse
genios vulgares porque hallan en ella lo necesario para su en so dricñ;i; cn cainl>io, una teoría de la moralidad que csté
charla diaria, pero que produce en los conocedores confusión niczclaila y coiiipuesla de resortes sacados de los sentimientos y
y descontento, hasta el punto de hacerles apartar la vista; en de las iiicliiiacioiics, y al mismo tiempo de conceptos raciona-
cambio, los filósofos, que perciben muy bien todo ese andamiaje les, tic-iic qiic tlcjar c1 ;íiiir~ioosc.il;intc entre causas determinan- ':
seductor, encuentran poca atención, cuando, después de apar- tcs <livcrs:is, iirctlii(:Lil)li~s:i iiii ~ii.iiicipioy que pueden conclu- ':
tarse por un tiempo de la supuesta popularidad y habiendo cir al Iiiiw si'ilo 1)oi iiii~loc~oiiiiiigc~iiic y ;i veces cletcrniiiiar el
adquirido conocimientos determinados, podrían con justicia as- nin1.
pirar a ser populares. I'oi Ioilo 10 tli(lio 51 v(. tl.ii.iiiic.iil<~:que todos los conceptos
NO hay inás que mirar los ensayos sobre la moralidad qiic sc ,7 inoi,ilcs lii iicm s u .iw iiio y oi ~ g ~ <non~plctainenLc , a 117iofi, en
lian escrito en csc gusto ~)idciitlo,y s c v c d ~(m scgiiitl:i c.tSiiiii la r;iz6ii, y ello eii la razón Iiuinana más vulgar tanto como en
se mczc1;iii CII i~sii;ifio< x i i i s i i i . i ~ i ~y:i~ . 1:i ~iwiili;iri I i ~ i ~ ~ i ~ r ~ i i i i ; i i ~ i ~ ' i ~ ~ la mis altamcntc especulativa; que no ueden ser abstraídos dc
de la n;iiiii;ili*z;r l i i i i i i ; i i i ; i ~ I I I I I ~ I I I ~ I I I 1.11
~ ~ ~ ~i , I; l I; i i;iiiiI~iAi I;I ningiin conocimiento empírico, 'cl ctíaf por tanto, seiía con-
idea tlc i i i i : ~ ii:iiiii~:iIi~~;i i.;ii i ~ i i i . i l i.11 1:t.ii1.1.11 , y;i 1.1 lwiI'~.iii011, tingente; que-&-e~-~u?eza-de su origen reside su di n&d, la
ya la fc1icitl:rd. :ii1111 i.1 sc~iiiiiiii~~iii~i i i i ~ ~ i ; i l :ill.i
. i ~ i ..iiiro~t.111. dignidad de serYiFnos F r i n c W S pricticos siiprekos; que
Dios, un poqui~o(Ic (.sio, i i i i i i J I I M ' I I (11. :i(lii~.llii,:si11 ~ I I I I ' ; I I I ; I I ~ ~ I ' sicinp~eque &fiadirnos algo empírico smtraemos otro tanto de
se le ocurra preguntar si los pri:ic:ipios tli: 1:i iiior;ilitl:itl Ii:iy r l i i i ' su legítimo influjo y quitamos algo al valor iíimitado de las
buscarlos en el conocimiento de la naturalca;~Iirimana -que iio accicnci; que no ,610 1:i mayor iic<rsitl.id rxigc, cn sentido t&-
podemos obtener como no sea por la expericncia-; y cn el c:iso i x o , 1m1 lo ~ I I Ca 1.1 i.\1)c~ul:itihii iiiiciis.~.\ino quc 1
dc mA-
de que la respuesta viniere negativa, si esos principios nior;ilcs /
\ i u i ; i imptii I A I I ( 1.1, ( , I I ( 1 ~c.ilii(loIII"I( iico. ii .i I i i i \ < . i i c w \ ~011-
hubiese que encontrarlos por completo a priori, libres tlc toclo Lcpios y 1cyt\ CS1l 1'1 i ~ l l ~ i Jl )l l l l l . ~ ~ \ ~ ~ o l l c~ l) ll ol l\i h y \ill mc/c1n, 1
lo que sea empírico, absolutamente cn los couccpios ~)iii'os(11. I:i e incluso cleleini11i.ir 1.1 c~lciivriii t i ? iotlo t s ~ . coiioi~iiiii:~iil<~
razón, y no en otra partc, tomar I:I dccisiOii tl(: 1)011i'r:1[1:111(' piáctico pulo, es decir, toda 1.1 i.ic iill.itl <I<. 1.1 i.i,tin ~ I I .I I ~ ) L . L-( 1
esa investigación, como filosofía pr;l<:iic:i I H I I ' ; I o xi 1.5 l ~ ( . i i i i Lir'i; mas no haciendo clepcnder los p:iiicipio\ dc 1.1 c\l)~.ci;il
emplear un nombre tan dii;iiii:i(lo - i~ii~i;il'lsii~.i 1 I I ~ . 1.1s U I : . ~ I I I I I - naturaleza de la ra7ón huinana, como lo permite la lilowli,~
bres, llevarla por sí sola ;L sil tti;íuiiii;i \ i i , i i i i~ii'iii y i ~iiisol:ti.;il especiilaliva y hasta lo cxige a vctes, sino c!eiivAndolos dcl coii-
pi~blico,deseoso dc ~>oliiil;ii~i(l;iil. Ii:isi;i I;i i i ~ i i i i i i i : i ~ . i i i i i l ( . ;icliic- cepto univeisal de un ser racional en gencial, puesto que 1'1s
lla empresa. lejcs inoralcs deben valer para todo ser ra~ionalen general,
Pcro csla mc!i ;tl'ísi(.:i a l < . I:IS i i i s i iiiiiIii~cs,toL:ilinc~itc aislada y de esta rnnncra, la moral toda, que neceC,itade la antropología
sin inrzc1;i ;ilgiiri:~< I ( . :iiii~o~~ologí;i, ni de teología, ni de física ' ' para su aklicaci(ji~n 105 hoinl>rei, IiabrL dc exponerse por coin-
o liipcrlisic:;~,ni iiiciios :iiín de cualidades ocultas -que pudié- pleto primrio iiitlcpcii<licnieniciite de ésta, como filosofía pura,
ramos 1I;iin:ir Iiipol'ísicn-, no es sólo un indispensable substrato
de todo coiio<:iiiiientoteúrico y seguranicnte determinado de las ' Poseo un2 carta del difunto Sulzcr en la que este hombre excelente m <
pregunta cu.51 pueda scr h causa de que las teorías de la virtud. aunque niuy
dcbcrcs, siiio al niismo ticrnpo un desideratum de la mayor convincentes para 1.1 r.azÚn. sean. sin ernhargo. t3n poco eficaces. Mi contestación
importancia para la verdadera realización de sus preceptos. hubo de retrasarse por c.tusa de los preparativos que estaba haciendo para darla
Pues la representación pura del deber, y en general de la ley completa. Pero no cs otra sino ésta$ que los te6cicos de la virtud no han drpu-
rndo sus conceptos. y queriendo barerlo mejor, acopiando por doquiera causa*
I determinantes del bien moral. para hacer enérgica la tnedicina, 13 echan a pcr-
1 Así como se distingue la matemirica en pura y aplicada, y la lógica en der. Pues la más rulgar observación muestra que cuando se representa un acto
pura y aplicada, puede distinguirse, si se quiere, la filosofía pura -metafísica- d: honradez realizado con indepmdencia de toda intención de provecho en rstr
1 de las costumbres y la filosofía aplicada --a la naturaleza humana-. Esta de- o en otro mundo. llevado a cabo con 5nitno firme bajo las mayores tentaciones
noniinación nos recuerda a1 punto que los piincipios morales no deben fundarse de la miseria o de atractivos varios, d e j ~ .m u y por debsjo de sí a cualquier otro
en las propiedades de la naturaleza humana, sino que han de subsisrir por si acro semejante que csté afectado en lo m i s niínimo por un motor extraño, eleva
j mismos a p i o r i ; pero que de esos principios han de poderse derivar reglas prác- e l alma y despierta el deseo de poder hacer otro tanto. Aun niños de mediana
ticas para toda naturaleza racional y, pol tanto, tainbibn para la naturaleza hu- edq! sientzn esta impresión y no se les debiera prcsontar los deberes de otra
mana. ma11era.
498 F U ~ DDE LA~ METAFÍSICA
~ ~ DE ~LAS COSTUMBRES
~ ~ ~ ~ It ó ~ DE LA FILOSOFÍA MORAL POPULAR A LA METAFÍSICA 499
1

es decir, como metafísica -cosa que se puede hacer muy bien y muestran así la relación de una ley objetiva de la razón a una
en esta especie de conocimientos totalmente separados-, tenien-
I vohu_ntacJ que, por su con%tituciónsubjctiva, no es determináda
S

do plena conciencia de que, sin estar en posesión de tal meta-


Il
necesariamcntc por la1 ley (una conitricción). Dicen que fuera ,
fíbica, no ya sólo seria vano determinar exactamente lo moral bueno hacer u omitir algo; pero lo dicen a una voluntad que ,
del deber en todo lo que es conforme al deber, para el enjui- no siempre hace algo por sólo que se le represente que es bueno 1
ciamiento especulativo, sino que ni siquiera sería posible, en hacerlo. Es, ciiipcio, prácticamente bueno lo que determina la
el mero uso vulgar y práctico de la instrucción moral, asentar voluntacl l>or iiicdio de representaciones de la razón y, consi-
1las costumbies en sus verdaderos principios y fomentar así las guienleinciik, no por causas subjetivas, sino objetivas, esto es,
por iiii~~l:ii~icritoi que son v2ilidos para todo ser racional como
disposiciones morales puras del ánimo e inculcarlas en los espí-
1 ritus, para el mayor bien del mundo.
4;) '
14.l)i\iíiiguc\c de lo agradable, siendo esto último lo que ejer-
cc iiilliijo sobre la voluntatl por incdio solamente de la sensa-
11 naturales,
Mas para que en esta investigación vayamos por sus pasos
no sólo del enjuiciamiento moral vulgar -que es aqui ' ticín, por <.in\ns rnc*r.imcnlc sol>jctivns, que valen sólo para éste
inuy digno de atención- al filosófico, como ya hemos hecho, o ;iqiti.I, \ i t i bcr un piincipio (le 1,1 1;1/6n v9lido para cualquiera l.
sino de una filosofía popular, que no puede llegar más allá l l i i ; ~ volniil.itl pcil(tl;iiiiciilc I>iiciia li.~llririase, pues, igual-
de adonde la lleve su trampear por entre ejemplos, a la meta- incnte I>.ijo II*)(Y ol>icliv;is (del bien); pero no podría repre-
física -que no se deja detener por nada empírico y, teniendo ? scnt;ii\e coino coii\Liciiidd por ellas a las acciones conformes
que incdir el coniiinto total drl <onoriniicnlo r:icionnl (le chla a la ley, poiqiie por sí misma, según su constitución subjetiva,
clase, llcg:~cn to,lo c:i\o IIJ\I.I 1.1s i ~ l c , ~ I,I,o I I ( I ~ - lo\ C ~ V I I I ~ I O \ podría ser determinada por la sola iepresentacibn del bien.
mismos no, ; I ~ M I N ~ O I I . I I I , I I ( I I I O \ I I I I { . ] M I V ~ , I Iy¡ II . \ I N I I I ~I I J De aqui que para la voluntad divina y, en general, para una
ramcnlc 1.1 l.icult.i<L 11i.iriic.i (11' 1.1 I.III'III. i l ( \ ~ I v .,II\ I ~ J ; I . I \ i i i i i - voluntad santa, no valgan los imperativos: el "debe ser" no
versales (le ~ l c l c ~ j i ~ j ~ ~ Ii.i\i.i. c ~ j <. ii l~l i ~ <loiitl~.
, \III~;(' l C O ~ I I ' I ) ~ ~ tiene aqui lugar adecuado, porque el querer ya de suyo co-
del deber. incide necesariamente con la ley. Por eso son los imperativos
Cadacosa, en la naturaleza. actíin segíin lcycs. S610 un \cr solamente fórmulas para expresar la relación entre las leyes
racional posee la facultad de obrar por la representacz(in de 1.1s objetivas rlcl qncrrr en general y la imperfección subjetiva de
leyes, esto es, por principios; posee una voluntad. Como pam " la voliint:id de la1 o ciiol ser racional; v. g., de la voluntad
1 derivar las acciones de las leyes se exige razón, resulta quc la humana. -- .
voluntad no es otra cosa que la razón práctica. Si la ra7ón dc- Pues bien; todos los imperativos mandan, ya hipotética, ya
termina indefectiblemente la voluntad, cutonccs las nrcionci (Ic categdricamente. Aquellos representan la necesidad práctica de
este ser, que son conocidas como ol>jcliv.ii~iciilrt i c ~ c ~ \ . i t i ~ isoti \. It una acción posible, como medio de conseguir otra com que
también subjetivan~entenecesari.is, cs t l ( ~ i t ,I J I I C 1'1 V O I I I I I I ~ I I I ('S se quiere (o que es posible que se quieca). El imperativo ca-
una facultad de no elegir nada iii.ía (111clo ( I I I I * 1.1 I.I/I'III, i1iali.- tegórico sería el que representase una acción por sí m í s m a z n
pendientemente de la inclinaci011, coiio<<~ <oiiio ~~i.í<li<.iiiiciiLc referencia a ningún otro fin, como objZtivaEente-necesaria.
' necesario, es decir, bueno. Pero si 1.1 i.i/<',ii I X K \í \o1.1 no (Ic~cr- Toda ley práctica representa una acción posible coino bue-
,) mina suficientemente la vo1iint;id; si la volii~ii.iil se halla somc-
tida también a condiciones sul>jclivas ( ~ i e ~ t oresortes) s que no I
na y,, por tanto, como necesaria para un sujeto capaz de de-
terminarse pdcticamente por la razón. Resulta, pues, qne tc-
siempre coinciden con las objetivas; en una palabra, si la vo- dos los imperativos son fórmulas de la determinación dc la
luntad no es en si plenamente conforme con la razón (como real-
mente sucede en los hombres), entonces las acciones conocidas 1 La dependencia m que la facultad de desear está de las sensaciones Ilámase
ol~jctivainentecomo necesarias son subjetivamente contingentes, incTnación. la cual demuestra. pues, siempre una .exígrncia. Cuando una voluntad
determinada por contingencia depende de principios de la razón, Ilámase esto
y 1;i dcicrminación de tal voluntad, en conformidad con las
' leycs ol)ic~ivns,llcimase constriccidn; es decir, la relación de las
leyes ol)jctiv.i\ a nna voluntad no enteramente buena es repre-
j sentada LOIIIO 1:1 <Ictcrrninación de la voluntad de un ser ra- 1
interés, El inrerés se halla. pues, s ó l o en una voluntad dependiente. que no ea
por sí misma siempre conforme a la tazón: en la voliintad divina n o cabe pcn-
s x con intorér. Pero la voluntad humana puede también tomar interés en algo.
sin por ello obrar por interés. Lo primero sienifica el interés práctico en la
- cional por ~ I I I I ( ~ ~ I I I I deC ~ Ila~ Svoluntad, sí, pero por fundamentos 1
acción: l o aegundo. el interés patológico en el objeto de la acción. Lo primero
demuestra que depende la voluntad de principios de la razón en s í misma: l o
a los cuales ~ 5 1 . 1 volii~it;itlno es por su iiaLuraleza necesaria- sceundo. de los principios de la razón respecto de la inclinación, pues. en efecto.
mente obcdicnlc. I la tazón no hace más que d ~ r1. rep!a pr5ctica de có'mo podrd s~bvenirse a la
L; represeniaci0n tlr iin ~niii<il>io ol>jctivo, cii tanto que es ,, . exigencia de la inclinación. En el primer caso. me interesa la acción: en el se-
wndo. 'el objeto de la acción (cn cuanto que me es agradable). Ya hemos visto
constrictivo vara i i i i ; ~ vc~liitii:itl.Il:iii~;is<:in;intlalo (de la razón),
- ~ A
1 co el primer capitulo que cuando una acción se cuniple por deber no hay que

-- y la fórniula del rn:intl;~lo Il;í~ii;isc:iv~f)ercilivo. ~ n i w ral interés en el objeto. sino meramcnre en la acción misma y su principio
Todos los imperativos (:sl)i.6s;iiisepor iiicdio de un "Gel>e.ser" I r n la razón (la ley).
502 F U N D A M E N T A C I ~ N DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES
l
DE LA FILOSOFÍA MORAL POPULAR A LA METAFÍSICA 503
los terceros, morales (a la conducta libre en general, esto es, que le mostrará mris terribles aún los males que están ahora
a las costumbres).
ocultos para él y que no puede evitar, o impondrá a sus deseos,
Y aliora se plantea la cuestión: ¿cómo son posibles todos esos ! que ya bastante le dan que hacer, nuevas y más ardientes nece-
imperativos? Esta pregunta no desea saber cómo pueda pen-
sidades. ¿Quiere una larga vida? ¿Quien le asegura que no ha
sarse el cumplimiento de la acción que el imperativo ordena, de ser una larga miseria? ¿Quiere al menos tener salud? Pero,
sino cómo puede pensarse la constricción de la joluntad que ¿no ha sucedido muchas veces que la flaqueza del cuerpo le ha ,
el imperativo expresa en el problema. No hace falta explicar evitado caer en excesos que hubiera conietido de tener una salud
en especial cómo sea posible un imperativo de habilidad. E1 perfecta? Etc., etc. En suma: nadie es capaz de determinar, por
que quiere el fin, quiere tambitn (en tanto que la razón tiene un principio, con plena certeza, qué sea lo que le haría verdade- !
influjo decisivo sobre sus acciones) el medio indispensable- ramentc feliz, porque para tal determinación fuera indispensable
mente necesario para alcanzarlo, si está en su poder. &$l pro- tencr omnisuencia. Así, pues, para ser feliz, no cabe obrar por
posición es, en lo que respecta al querer, analítica; pues en el principios determ'inados, sino sólo por consejos empíricos: por
\ querer un objeto como efecto mío está pensada ya mi causa- ejemplo, de dieta, de ahorro, de cortesía, de comedimiento, etc.,
lid- como causa activa, es decir, el liso de los medios. y el la experiencia enseíía que estos consejoi son los que mejor fo-
imperativo saca ya el concepto de las acciones necesarias para mentan por término medio, el Iiicnestar. De donde resulta que
tal fin del concepto de un querer ese fin (para determinar los imperativos (le I:i sagxcidad Ii:il>lnndo exactamente, no pueden
los medios niiimos condiicentes a un propósito hacen falta, mandar, esto ci, exponer objctivntiiente ciertas acciones como 5 -
sin duda, proposiciones sintbticns, pcro q u e tocan, no al fun- ccrarias prácticarncnte; hay que considerarlos más bien como con-
damento para I i . i ( t r 1c:i1 r1 :irlo clc la voliinta<l, sino al funda- sejos (consilia) que como mandatos (firacepta) de la razón. Así,
mento pala l i . i < ( ~ ir.11 cl ol)ic.io). (?uc p:ir.i tlividir i i r i . ~ línea el problema: "determinar con seguridad y universalidad qué ac-
en dos p;u tci igu.llcs, ~ I ' I I I 1111 I ) I i i i c W ~ I I I tengo
O, que ción fomente la felicidad de un ser racional", es totalmente in-
trazar desde sui c\tr(iiios dos :irco\ tlc cí~<iilo,es cosa que la soluble. Por eso no es posible con rcspecto a ella un imperativo
matemática enselia, sin duda por proposi~iones sintbticas; pelo
iina vez qiie sé que sólo mediante esa acción puede producirse a
' qiie mande en sentido estricto realizar lo que nos haga felices;'
porque la felicidad no es un icieal de la rayón, sino de la imagi-
el citado efecto, si quiero íntegro el efecto, quiero también la
acción que es necesaria para él, y esto último si que es una
' nación, que clesraiis:~en nicros fiiiidiimciitos empíricos, de los
S cuales en v;ino se cspcrará qiic Ii:iy;in (le tlclcrinin:~r iina ;icciOn
proposición analítica, pues es lo mismo representarme algo por la cual se alcance 1.1 tol;di(l:itl (le iina xric, en rr:iliclail in-
como efecto posible de cierta manera por mí y representarme finita, de conseciiencias. E ~ t ciiiipc1,rtivo <Ir 1:1 s,ig:itid:~tl sería
a mí mismo como obrando de esa manera con respecto al además -admitiendo qrie los mcdioi para 1lrg:ir n 1.1 felicidad
tal efecto. pudieran indicarse con certeza- una proposición analíti<o-prácti-
* Los imperativos de la sagacidad coincidirían, .enteramente ca, pues sólo se distingue del imperativo de la lial~ili<laden qiie
con los de la habilidad y serían, como &tos, analiticos, si fuera en éste el fin es sólo posible y en aquél el fin está dado; pcro
igualmente fácil dar un concepto determinado de la felicidad. como ambos ordenan sólo los medios para aqueIIo que se supone
-Pues aquí como allí, diríase: el que quiere el fin, quiere tam- ser querido como fin, resulta que el imperativo que manda que-
bién (de conformidad con la razón, necesariamente) los Únicos rer los medios a quien quiere el fin es en ambos casos analítico.
medios aue están wara ello en su noder. Pero es una desdicha Así, pues, con respecto a la posibilidad de tal imperativo, no
que el c8ncepto de la felicidad seaLun concepto tan indetermi- hay dificultad alguna.
nado que, aun cuando todo hombre desea alcanzarla, nunca pue- En cambio, el único problema que necesita solución es, sin
de decir por modo fijo y acorde consigo mismo lo que propia- duda alguna, el de cómo sea posible el imperativo de la mora-
mente quiere y desea. Y la causa de ello es que todos los ele- lj&cl, porque éste no es hipotético y, por tanto, la-necesidad re-
mentos que pertenecen al concepto de la felicidad son e m $ í r i d ; p r e s t a d a objetivamente no puede asentarse en ninguna supo-
es decir, tienen que derivarse de la experiencia, y que, sin em-
bargo, para la idea de la felicidad se exige un todo absoluto,
,sición previa, como en los imperativos hipotéticos. S610 que no
debe perderse de vista que no existe ejemplo alguno y, por tanto,
un máximum de bicnestar en nii estado actual y en todo estado manera alguna de decidir empíricamente si hay semejante iinpc-
futuro. Aliorn I k n ; r s impoii1)le que iin ente, cl m:is perspicaz rativo; precisa recelar siempre que todos los que parecen cntc-
posible y al niiwio tirnipo c1 m.ís podrioso, si cs finito, se haga góricos puedan ser ocultamente hipotéticos. Así, por ejeiriplo,
un concepto detciiiiiii:itlo (lc lo qiic ~ ~ o p i ; i m < mquiere
ic en este cuando se dice: "no debes prometer falsamente", se admite qiic
punto. {Quiere ricluc~d~(:ii.íiiio>ciiiil,iiIoi, ~ii.íiit:~ cnvidia, cuán- la necesidad de tal omisión no es un mero consejo encaininatlo
tas asechanzas no poi1r.l :iti:ict\c con cl1:iI ¿í?iiicre conocimiento y a evitar un mal mayor, como sería si se dijese: "no delxs pronic.-
saber? Pero quizái esto no ii:ig:i sino ci:irle iina visión más aguda, ter falsamente, no vayas a perder tu crédito al ser dcscii1)ierto".
'
n
DE LA FILOSOFÍA
MORAL POPULAR A LA METAFÍSJCA 505
l
sino que sc alirnla que una acción de esta especie tiene que Cuando pienso cn general un imperativo IaipotLtico, no sé clc
considerarsc como mala en sí misma, entonces es categórico el 1 'J'' antemano lo que contendr&; no lo u? l i a ~ i qne i la condición me
impeiativo de la prohibición. Mas no se puede en ningún ejem- es dada. l'cio \i pienso un imperativo categórico, ya sé al punto
plo mostiar con seguridad que la voluntad aquí se determina lo que conLicnc. Pues como el imperativo, aparte de la ley, no
- sin ningún otro motor y sólo por la ley, aunque así lo parezca;
pucs siempre es posible que en secreto tenga influjo sobre la
contiene niár que la necesidad de !a máxima 1 de conformarse
con esa ley, y la ley, cmpero, no conticne ninguna condición a
voluntad el temor de la vergüenza, o acaso también el recelo que este liniitada, no queda, pues, nada más que la universalidad
obscuro de otros peligros. ¿Quien puede demostrar la no exis- de una ley en general, a la que ha clc conformarse la mixima
tencia de una causa, por la experiencia, ciiando ésta no nos de la accibn, y esa conformidad es lo único que el imperativo
enscfia nada más sino que no percibimos la tal causa? De esta reprcseritai propiamente como necesario.
j , manera, empero, el llamado imperativo moral, que aparece como - El iinperadvo categórico es, pucs, íinico, y es como siguc:

.
tal imperativo categórico e incondicionado, no seria en realidad
/ sino un precepto pragmhtico, que nos hace atender a nuestro , ( ;r't obra selo segdn una mcixitna tal que puedas querer al mismo
tiempo que se tome ley urii.ucr.ia1. -.
provecho y nos cnsefia solamente a tenerlo en cuenta. AIiora, si de cstc iiiiiro inipoi;~livo purtlen derivai-sc, como
Tendremos, pues, que inquirir enteramente a priori la posi- de su principio, fotlo:; los iiiil)crativos del delwr, poclreinos -aun
bilidad de un imperativo categórico; porque aquí no tenemos (! cii;iiiclo tlcjciiios sin clccidir si eso que 1lam;inios deber no será
la ventaja de qiie la realidad del mismo nos sea dada en la cx- acaso iin conccplo vacío- al mcnos mostrar lo que pensamos al
¡ periencia y, por tanto, clc que la posildidad 1103 Fea iicccsriiia pensarel deber y lo que cste concepto quiere decir.
shlo para expli(;i~loy iio piia :i\('~tI.iiIo.hí.iu ~~iovi\ioii,~liiirrite La universalidad de la ley por la cual suceden efectos cons-
liemos dc conipieiitl~~i 11) \igiiiciiic: <III<' ($1 i~iil)vi.~tivo (6~lcgO~i~o tituye lo que se llama naturaleza en su mAs amplio sentido (se-
es el Úiiico que \c C X I J I ( ~ \ . L L I I I I Y ~ > ~ ~ i <)l ilo\
~ . 11i11i.i\
t, jiiil)c~:i- ,! gíin la forma); esto es, la existencia de las cosas, en cuanto que
tivos pueden l l a u i c ~ i xfiri?~~i/)io$, pcio no Icycs tlc la voluntad; est6 determinada por leyes universales. Runlta de aquí q u e el
porque lo qne es necesario haccr s610 corno medio para con- imperativo universal del deber p u d e foiniiilarse: obra como :
seguir un piopúiito cualquiera, puede considerarse en si como si la mtisima de tic acciOn rlcbion I~mrorsr,i ~ o riu volt~i~iad, lcy
contingente, y en todo momento podemos quedar libres del prc- utaiuersal d e la wilwcrl<:zn.
cepto con renunciar al propósito, mientras que el mandato in-
condicionado no deja a l a voluntad ningún arbitrio con respecto
al objeto y, por tanto, lleva en sí aquella necesidad que exigimos
i, Vamos aliora a c.iiiiii11:r;ir ; I ~ J : I I I I I ~ : ; (I(.l)r.i.c:;,scy'~ii1:i tlivisicín co-
; rriente que se lracc (1. clln en (l~~l)t:~x~s
nios y para con los dcmás Iionil>rcs, dclxrcs pcrl'ictos e iiiipcr-
1);t1,;1 WII nosoin~swis-

siempre en la ley. fectos 2.


En segundo lugar, en este imperativo catcgóiico, o lcy de la IQ Uno que, por una serie de dcsgraciac 1inrl:iiitcs con la clcs-
inoralidad, es muy grande también el iiint1:irncnto (le la rlificul- esperación, siente despego de la vida, tiene ahn 1~ast;iuteraz611
tad -de penetrar y conocer la poiil)ili(l;itl (1~1iiii\iiio-. Es una i para preguntarse si no s e d contrario al deber consigo inisino el
proposición sintktico-práctica 1 n p i m t , y l)uc\io que e1 conoci-
miento de la poqibilidad de (>\t.i c\l>ccie de propoiiciones fuC
ya muy difícil cn Ia filobolia tccíii<:i, f.ici11nente se puede infe-
1J < - ,'
quitarse la vida. Pruebe a ver si la m;i-cima de su acción puedc
tornarse ley universal de la naturaleza. Su mixiina, empero, es:
Iihgorne por egoísmo un principio de ahreviar mi vida cuando
rir que no 10 1ial)r:i (Ir \( r iiiciio~cii la práctica. ésta, en su largo plazo, me ofrezca más males que agrado. TrA-
En este piol~lcinacii\.iy.iiciiioi primero a ver si el niero con- tase ahora de sabcr si tal principio del cgoisino puede ser una
cepto de i i r i iin]m.itivo c~~iegí~iico no nos proporcionari acaso ', ley universal de la naturaleza. Pero pronto se ve que una na-
turaleza cuya ley fuese destruir la vida misma, por la misma
también la 161inu1,i del iiiismo, qiie contenga la proposición
que pucila sci. un iinpeiativo categórico; pues aun cuando ya La m i x i m a es el principio subjetivo de obrar, y dchc d i s t i n ~ u i r s c del prin-
sepamos c<iiiio dice., toclavia necesitaremos un esfuerzo espe- cipio objctioo; esto CS. la Iry prictica. Aquél contiene la regla prictica que dctcr-
cial y dificil I).ir,L saber cómo sea posihle este manclato absoluto, mina la rezbn, de confosmidxi con las condiciones dcl sujeto (murhas vcccs la
y ello lo ilej;iictiio~I m a el iiltimo capitulo. ignorancia o tambiCn las inclinaciones dcl misma) : es, p!ios. el prinripio scgún el
cual obra cl sujeto. La ley. empero, es el principio objetivo, vMido para todo
sor raciontl: es cl principio scgún el c i d debe o 5 r a r . csto cs. un imperativo.
- 1 Enlazo con 1.i valiiii~ad, sin conilicibn prcsupueíta de ninguna inclinación. a H a y que advcrtir rn cste punto one m e r x e r v o 11 dinisián dc lo* <Icl*crrr
el acto a priori y . por t.?nLo. nrccsariamcnte ( a i ~ n < ~ usÚlo r o b ~ c t i v ~ m e n t ec. s t o P21.i una futura Metnfisica de lor rosturkhrcs: esta que sbora o s o es s 6 l o iina ili-
es. bajo l a idea de un2 razkn quc tciiiy plcno podcr sobre toilas las causas sub- visión cualqnicra para ordenar mis ejemplos. P o r l o d c m i s , rriticndo ar111í i m r #Ir
jctivas d e m o v i m i e n t o ) . Es & t r . piirs. iiii.i proposiciún pr5rtica. que n o dcriva bcr pcrfecto cl que n o adniire c r c ~ p c i 6 n en favor de 1-s i n c l i n ~ c i o ~ i c s cniriii<<.v
anaiíticamcilte el querer un.i .tcciÚii dc uii.i .intariormciitc prcsvplicsta (pues n o trnro drhrres pcrfettos, n o s ó l o c-;rorr!cr. si:o r?ln!-;Eri interno-. rnsx i l ~ i c i o n .
rencmos voluntad tan pcrfccta). sino q i i c l o enlaza con 1.1 conccpto de la v o - trx!icc c l u s o d e las p ~ l a h n srn l i s r s r r i c l i ~ :n r w :.iui no i n r r n l o in\rilir,it.lo.
lutitad de un sor raciond inmcdiai.iiiiciitr. conio ~ l g oque n o c s t i en ella contenido. c indifcrcnie para mi propósito que c!!o s i a i i a i t a o no.
, p c r q ~ ~ es
506 F U N D A M R N T A C I ~ NDE L A M E T A F Í S I C ADE LAS COSTUMBliRS DE L A F I L O S O F Í A MORAL POPULAR A L A M E T A B Í S I C A r)017
sensación cnya determinación es atizar el fomento de la vida, una ley univcrsal dc la natiiiiilua, podiia muy bien sul>si\~ii
sería contrndictoria y no podría subsistir como naturaleza; por la raza liiiinaii:~,y, bin duda, mejor aún que cliarlando todos tlc
tanto, aqnc!la máxima no puede realizarse como ley natnr;il compasión y I~cncvolcncia, ponderindola y aun ejerciéndola rii
univcrsal y, por consiguiente, contradice por completo al priti- ocasioncs; y en cainbio, cngaííando cuando pueden, traficando
cipio supremo cle todo deber. con el derrdio de los hombres, o lesionándolo en otras mane-
2 9 Otro se ve apremiado por la neccsidad a pedir dinero en ras varias. l'cro aun cuando es posible que aquella máxima se
prbstamo: Bien sabe quc no podrá pagar; pcro sabe tambibii 0. mantenga con10 ley natural universal, cs, sin embargo, imposi-
que nadie le prestar5 nada como no prometa formalmente dc- ble quwl'c que tal principio valga sienipre y por doquiera como
volvcrlo en determinado tiempo. Siente deseos de hacer tal pro- ley natural. Pues iina voluntad que así lo decidiera se contra-
mesa; pero aun le qneda conciencia bastantc para preguntarse: diría a si misma, pucs podrían suceder algunos casos en que
2110 está prohibido, no es contrario al deber salir de apuros de nccesitase del amor y compasión ajenos, y entoncei, por la
esta manera? Supongamos qiie decida, sin embargo, hacerlo. SLI misma ley natural oriunda de su propia voluntad, veríase pri-
máxima dc acción sería ésta: cuando me crea estar apurado de vado dc toda esperanza de la ayuda que desca.
dinero, tomaré a préstamo y prometeré cl pago, aun cuando ihtos son algunos de los inuclios debcrcs realei, o al menos
, , sb que no lo voy a verificar nunca. Este principio del egoísmo o considerados por nosotros como tales, ciiya derivación del prin-
de la propi:~utilidad es quizá muy compatible con todo mi fii- cipio único citado salta clnlanientc a la ~ i s t a .I'lay que poder
qucrer que i11i.i ináxiiiia de nuestra acción sea E Y Ü n i E E d :
..
tnro 1)icncsi:ir. I'rro la..cucstih aliorn
l i:insToriiit~.l)i~(.s.
hta: ¿es cllo Iícilo?
I:i riij;tmc.i;i tlvl r;;oisiiio rii I I I I : ~I v y iinivc~i:;:il tal es cl canon dcl jnicio moral de la nii~rria,-&-gGiefil.-~41-
y (lispongo ;isl I ; i ~ ) I . ~ ~ : I I ?I(I[ II :I I~ :S I I < ~ I V ~ ~si~ Ii ~i i i~ : iii:\uiiii:~I si: gimas acciones son de tal modo constitnídas, que su máxima
torti:is(: iiiiivt~i~s:iliI':II ::~i:iiiil;i v i , o ~ I I I ( ' I I I I ~ I I . ; ~~ I I I I Y I ( < V;III,I. no puede, sin contradicción, scr siquicra pensada como ley na-
coiiio ]('y J I : I ~ I I Ii i.i ;i iIv ~
t ~ i : ; ; i l . i i i toiiv(.i~ii.
~,iii::i~;i,
i i i i : , i i i ; ~ . !:itio I I U I ' tural universal, y muclio menos qiie se pueda querer qne deba
sicniprc l i ; ~tic: srsr t.oiiir;iclic:loi.i;i. I1ii(.s I:i iiiii~c~i~~;:ilitl:i~l (11. I I I I ; ~ serlo. En otras no se encuenLra, es cierto, esa imposibilidad in-
lcy q w diga que quicn crc:i csLar npu~irlol)uul<r proinr1cr lo tcina; pero es imposible p e r e r que su máxima se eleve a la
que se le ocurra proponibndose no ciimplirlo, liaría imposil)lc ntiivcisaliilatl dc nn:i lry n.il iiinl, porqne tal voluntad scría
la promesa misma y cl fin que con ella pueda obtenerse, pucs c < ) n t ~ ~ ~ i l i (<on\i:o
Io~i<~ IIs f.í~il\ r i qiic las piimeras con-
III~\III.I.
nadie creería que recibe una promesa y todos se reirían de tales Lindi(cn al tlrlic~c\iii(io - iiicludil)lt~-, y I,i\ ~ c ~ ~ ~ na1~dcberl:~s,
manifcstacioncs como de un vano engaño. ainplio - niciitoiio-. Y a\¡, todos los tlt-l~cirj,cn lo qne toca
39 Un tercero encnentra en si cierto talento que, con la ayn- al modo clc obligar -no al objeto de la acción-, qiicdan, por
da de alguna cultura, podría hacer de 61 un hombre iitil cn tli- - . medio de estos ejeniplos, considerados integramentc en su ile-
fcrentcs aspectos. Pero se encuentra cn circiinstünci:is chniod;is pendencia del principio único.
y prefiere ir a la caza de los placeres quc esforzarse por :inipli:ir Si ahora atendemos a nosotros mismos, en los casos en que
y mejorar sus felices disposicioiies nntnr;ilrs. l'<:ro sc prr!:nnta contravenimos a un deber, liallaremos quc realmente no que-
si su máxima de dejar sin cultivo sns dotcs n:itur;ilcs se coirip:i- remos que nuestra mixiina deba ser una ley universal, pues ello
dcce, no sólo con su tendencia a la pcreza, sino tainbi6n con eso es imposible; mis bien lo contrario cs lo que debe mantenerse
que se llama el deber. Y entonccs ve que bien puede siibsistir como ley univcrsal. Pero nos tomamos la libertad de hacer tina
nna natiiralcza que se rija por tal ley univcrsal, aunque el hom- e x c e p t i ú ~para
~ nosotros -o aun sólo para este caso-, cn pro-
bre -como hace el habitante del mar del Sur- deje que se en- vecho de nuestra inclinación. Por consiguiente, si lo considera-
mos todo desde uno y cl mismo punto de vista, a sabcr, el de la
niohcican sns talentos y entregue su vida a la ociosidad, al re-
gocijo y la reproducción; cn una palabra, al goce; pero no pue- razón, hallaremos una contradirción en nuestra propia voluntad, '
de quewr que ésta sca una ley natural univcrsal o que est6 a saber: que cierto piincipio es necesario objetivamente coino
imprcsa en nosotros como tal por el instinto natural. Pues como ley universal, y, sin embalgo, no vale snbjetivamente con uni-
ser racional neccsariamente quiere que se desenvuelvan todas veysalidad, sino que ha de admitir excepciones. Pero noiotios
las facultadrs cn 61, porque ellas le son dadas y le sirven ~):II':I consideramos una vez nuestra acción dcsde el punto de vista dc
toda suerte <Ir posibles propósitos. una voluntad conforme enteraniente con la razón; y la otra
//?.Una cuarL:i pcwonn. a quien le va bien, ve n otrns Iiicli:iiitlo vez consideramos la misma acción dcsde el punto de vista de
contra grandcs dil'iciilindes. Z1 podría aynclarlcs; ~ i r r oI ) ~ < ' I L S : I : una voluntad afectada por la inclinación; de donde resulta qiie
¿qué me importa? lQuc cada cual sea lo fcliz ( ~ I I C ' c.1 ciclo o i.1 no hay aqui realmente contradicción alguna, sino una resisten-
mismo quiera Iiaccil(~:n:itl;t voy a quitarle, ni sicliiirrii le tendré cia de la inclinación al precepto de la razón (antagonismo); por
envidia: no tengo ganas de contribuir a su 1)ic:iicsi:ir o a su ayu- donde la universalidad del principio tórnase en mcra validez
da en la necesidad1 Ciertamente, si tal motlo de pensar fuese comiin (generalidad), por la cual el principio práctico de la
508 F U N I > A ~ ~ ~ ~ ~ N TDE
A CL IA~ RSETAF~SJCA
N DE LAS COSTUMBRES

rwón d i l x coincidir con la mixima a mitad de camino. Aun al hombre a despreciarse a sí mismo y a eseciarse en sii interioi.
cuando eslo no puede justificarse en nuestro propio juicio, iiii- Todo aqnello, pues, que sea empírico es una adición al prin-
parcialmcrite dispuesto, ello demuestra, sin embargo, que icco- cipio de la ino~alidady, como t a L n a & l l - i n a f l i ~ i n o alta-
noceinos realmente la validez dcl imperativo categórico y sólo no\ mente+erjuúicial para la pureza de las costumbres mismas, en
peiiuitiinos -con todo respeto- algunas excepciones que nos 1 ~ - las cualcs cl valor piopio y superior a todo precio de una vo-
rccen insigniiicantes y forzadas. luntad alisolutainente pura consiste justamente en que cl prin-
1 Así, pues, heinos llcgado, por lo menos, a este resultado: quc , / l cipio de la acción esté libre de todos los influjos de motivos con-
si el deber es un conccpto que dcbc contener significación y le- tingentes, que sólo la experiencia pucde pioliorcionar. Contra
gislación real sobre nuestras acciones, no pncde expresarse miis esa negligencia y hasta bajeza del modo de pensar, que busca
que en iinperativos categóricos y de ningún modo en imperati- el principio en causas y leyes cnipíricas de movimiento, no seri
vos hipotéticos. También tcnemos -y no es poco- expuesto cla- nnnca demasiado frecuente e intcnsa la reconvención; porque la
ra y determinadamente, para c:ialcluier uso, el contenido $eJ razón humana, cuando se cansa, va gustosa a reposar en esa pol-
iinjerativo categórico que debiera enceirar el principio de todo trona, y en los ensueíios de dulces ilusiones -que le hacen abra-
deber--sí tal hubiere-. Pero no heiuos llegado aún al punto zar una nnbe en 111pr (Ir Jiino- ~nlntituyea la moralidad un
de podcr demostrar a priori que tal imperativo realmente exis- basLnitlo toiiipiic.\to tlc iiiiciiilnin piocrdcntcs dc dirtintos ori-
te, que hay una ley practica que manda por sí, absolutamente y gciics y rlw ~ I I C L Ca Lodo 1 0 ~ I I Csc quleia vcr cn él, sólo a
sin ningiiii resorte inipiilsivo, y qne la obediencia a esa ley es la viitiicl no, pala quien la haya visto una vez en su veidadera
deber. figura 1.
Tenicntlo VI 1>1op&ilot1c Iliy:.ir :i t.\io. ( Y t l t . 1.1 iii.iyor irn-

1
La cuestión es, pues, ésta: jes una ley necesaria $)ara todo
portancia cltai:~r \ ~ u t ~ t ( l1-1 . i .1(1vot1 I I ( I . I11\11.
. ,1 I I , I ~ ~ I ( , 11. O ~ I I ~ I L I
los seres racionales juzga- siempre sns acciones s c g h miixiinss
aeiivar la rc;ilitl,~ltlc VV. 1)iiiitil~io(1, / i r \ / ~ ~ o / ~ r t ~ / r li mt l / ~i <~ .u~- tales que puedan el!os qnerer que deban servir de leyes uni- 4
lares de la ? ~ n l l ~ i c tzcc
pr8ctico-i1~~oiidicio1lddn
l c /111mar1(1. 1 I _ ~ I c I K T I I J \q U I M n ~ c ~ ~ i ( h 1
(le la accicíii; lia de \,ilcr, pues, para
todos los-scrcs racionales -que son los únicos a quienes un im-
,
, versales? Siasí es, hab1:l clc estar -cnteiari~eng-E-priori- cnla-
7ada ya con el concepto de la voloiitad clc un sci rncionX-&
g n g ~ l Mas
. p n a tlescubiir tal mlnce lince f ~ l t a ,aiinclii~ se
perativo puede referirse-, y sólo por eso ha de ser ley para to- resida uno ;l t.110, tl.tr un l ~ i win"Is y ciiLs,,r (-11la m c l . ~ i í k a ,
das las voluntades humanas. En cambio, lo que se derive de la
ebpecial disposición natural de la Humanidad, lo que se derive
1, annquc m1 i i i i . i cs1~1.1<Lc 1:1 n ~ c ~ : ~ f i (IUC
~ s c ,c5
~ distinta de la de
la filosoJí,i csj>rxu1.1iiv.1, y ( 5 a s.ilici: 1:~ mctaCí~ic:~ de_!- cgp
de cicrtos sentimientos g tendencias y aun, si fuere posible, de ,$umbres. En una filosoii- l)l;íctic.~~ 12x1 (lonclc no se trata para
cierta especial dire~ciónque fucre propia de la razón humana nosotros de admitir-fiun~aii~eriloade lo quc surcdc, sino leycs d c , )
y no hubiere de valer necesariamente para la voluntad cle toc!o lo que debe suceder, aun cuando el!o 110 suceda iimca, ríto cG;,
scr racional, toclo eso podrá darno? una in8siina, pero no una leyes objetivas prácticas; en una filosofía pr"ictica, diso, no nc-
ley; podrá darnos un principio hnl)jciivo, scgíin t.1 cual tcndre- cesitainos instaurar investigaciones ncerca de lo? fiindanicntac de
lnos inclinación y tcndeiicia :i oi)i:ii, l m o no un piincipio obje- por qué unas cosas agradan o desagradan, de cómo el placer de
tivo que nos obligue a obi:ir, :iun cii:intlo nucstra tendencia, la mera sensación se distingue del gusto, y &ate de una satisfnc-
inclinación y disp~Gci6iiii:i(iii.iI hc.111 contiaiins. Y es más: t - ción general de la ra76n; no necesitamos investigar en qué des-
ta- mayor ser9 1.1~il)liiiiitl.111, 1.1 tligiiitlnd iiitcrior del g a n d a o
canse el sentimiento dc placer y dolor, y cbmo de aqui se origi-
en un dcl~cr,cm1110 nlt 1io1c\ S C las ~ cxusas subjetivas cn pro
nen deseos e inclinacioces y dc ellas m:i\i:nas, por la inteivenciiin
y-mayor& I;is, cii coiiti,~,411 por ello dcliilitar en miis iníni~ne de la razón; pues todo eso pertencce a una psicologia eii~pírir;~,
la constrhccióii por la ley ni disminuir en algo su v ~ d i d ~ z .
que constituiría la segunda p i t e cle la teoi!a de la naturalc~.~,
Vcmos aqui, cn realidad, a la filosofía en un punto de vista cuando se la consideia coino jzlo30fia de la natv~uleza,en cnnn.
desgraciado, que debe ser firme, sin que, sin embargo, se apoye to que esta fundada en leyes etizpiricas. Peio aquí se tiaia dv
en nada ni penda de nada en el ciclo ni sobre la tierra. Aquí leyci objetivas practicas y, por tanto, de la r5la5i611 de un:t \ o
ha de demostrar su pureza coino guardadora de sus leyes, no Iiintad consigo misma, en cuanto que se detcrinifia &lo 1)oi 1.1
como heraldo tlc las qiic le jniiníie algiui sentido impreso o no iazón, y todo lo quc tiene relaci61i con lo einpirico cac tlr \ I I ) O ;
sé qué natilr:iieza tutora; 10s CLI;I~CS, aunque son mejores que na-
da, no pueden iiiin~apropor~ioii.ir l)rincipios, porque éstos los Contemplar la virtud en su verdadera f&ra no significt otra cos.1 ( 1 ~ 1 . 1 ~ 1 l l ' -
dicta la razón y han tlc tri1t.r su oiiarn ioi:iliricntc a j~rioriy stntar la moralidad despojadi de todo lo sensible y de todo adorno. i i . ' i > i ! i ~ ~ , ~ ~ i ~ .
con ello su aritorid;icl iiitp<~i,i~iv:t: iio c\pcs.ir ri:itla de la incli- o egoísmo. Fácilmente puede cudquieia. por medio del mbsZíGiiio i.iiu.iyi> ilr & t i
nación liunian;~,sino :igii.iitl.iilo toclo clc la suprema autoridad razón -con tal de que no esté iiicapxita<!a para roda abrrr.icciGi> ~i~iivi,iiic.i.ic
d e cuánto obscurece la mo:alid~d todo l o que aparece a 12s i n < . l i t 1 8 i i w 1 ~ *, *i n t n t ~
ck la ley y dcl respeto a la i n i s ~ o, ~ , en otio caso, conc1eiiTi cscitante.
DE L A FILOSOFÍAM O R A L POPULAl3 A LA METAFISICA 51.1
porque si la ~rtzdnpor si sola determina la conducta -la posi- un objeto del respeto). astos no son, pues, meros fines subjeti-
bilidad de la cual vamos a inquirir justamente ahora-, Iia de vos, cuya existencia, como efecto <le nuestra accibn, tiene un
hacerlo nccesariamente a priori. valor para nosotros, sino que son fines obietiuos, es~oS~s,s,cosas
La voluntad es pensada como una facultad de__de>srgn=c
uno a sí mismo a obrar conforme a la representación de ciertas
, cuy_aexistcncia es en sí misma un fin, y un fin tal, que en su
lugar no puede ponerse ningún otro fin para cl cual debieran
leyes. Semejante facultad sólo en los seres racionales puede ha- @as s r v i r de medios, porque sin esto no hubiera posibilida3
llarse. Ahora bien; J i n es b q u e le sirve a la v-untad de funda- de hallar en parte al&ga nada c g n - v g l ~ absoluto; mas si todo
mento objetivo de su autodetermin~ci6n,y el tal fin, c u a n _ - valor fucre condicionado y, por tanto, contingente, no podría
puesto por la mera razbn, debe -valer_igualmente para todos los encontrarse para la razbn ningún principio práctico supremo.
seres raciona-s. En cambio, lo que constituye meramente d i g n Si, pues, ha de haber un principio práctico supremo y un
, damento de la posibilidad de la acción, cuyo efecto es el fin-
i i j i imperativo categórico con respecto a la voluntad humana, habrá
llama medio. El fiindamento subjetivo del deseo es el resorte; el de ser tal, que por la rcpresrntación de lo que es fin para todos
fundamento objetivo del querer es el motivo. Por eso se hace necesariamente, porque t-s fin en ~i ?nisino, constiLuya un prin-
distinción entre los fines objetivos, que van a parar a motivos cipio objeti7m clc la vo111ni:itl y, por tanto, pueda servir de ley
y que valen para todo scr racional. Los principios prácticos son p'liciica iiiiivcli.il. Y.1 íiincl.iiiicii~o rlc csie principio es: la na-
formales cuando hacen abstracción de todos los fines subjetivo?; turalczu ruri«~ud F X ~ \ ~ cCo ? ~ ~fiiL» cn .\i 1ni~111o.Así se representa
son nzaterialcs cuando consideran los fines subjetivos y, por tan- necesariamente el hombre su pio@a esisLcncia, y en ese respecto
to, cicrtos iccoilc\. 1 os fin(\ ijitr. L O I ~ O( > / u t o \(Ic S I I xcihn, I>e es ella un principio subjetivo de las acciones huinanas. Así se
propone a sil L : I ~ Ii( I I O 1111 s ~ I.I(
r io11.11(1 I I I C i i t . t t ~t.ilc\)
~ wu t ~ - representa, empero, también, todo scr racional su existencia,
dos cllos siiiipl(~111cii1c~ I < l.tiivo\; ~ ) I I ( Y sOlo &.ii t c l.it i011 ioii IIII.I
a consecuencia del mismo lundamcnto racional. que para mí
facultad de tlcscCii clcl ~ [ I ~ L L O . ~ \ ~ X I . I ~ I I I ~ I ICI (( *I I I \ I I I I1I( \ / ~(1.111
~~I, vale 1; es, pues, al mismo tiempo un principio objetivo, dcl
el valor, el cual, por tmLo, no ])ticde p i o ~ ~ o i ~ s oiii~igi~n u,~r pin- cual, como fundamento práctico supremo, han de poder de-._
cipio universal %álidoy nccesaiio para todo ser racional, ni tam- rivarse todas las .leyes de la voluntad. El imperativo prktico 1
poco para todo queier, esto es, leycs prdcticas. Por eso todos será, pues, como sigue: obra tlc tal tnotlo que uses la humanidad, ,
esos fines rclativoc no fundan más que -0tétios. tanto en t u {)r.i.~«?inromo en la f~crsona de citalquier otro, !
Pero suponiendo que haya algo c u ) a extstencia e n si misma
posca un valor absoluto, algo que, coino fin e n si misnzo, pueda
sienrprr t o u ~ oun lin al ntitrito tic.nil>o y ~ t ~ t n csolan~cnte
a colno t -
u n v~atlio.Vamos a vcr si c\io piiule 1icv:irsc a cabo.
, ser funcla~ncntode determinadas leycs, entonces en ello y sólo fl-mancciendo en los aiitciiorcs cjeniplos, Lcn<lreinos:
en ello estaría el fundamento cle un posible irnpcrativo catcgh Pximgro. Segiin el concepto del delxr nrccsaiio p:na con.;igo
rico, es decir, de la ley prklica. r
'i mismo, habrá de preguntarse qirien ande pciixndo en el sui-
Ahoia yo digo: el hom!m, -.en gcnci:il todo M T i.i(ioiia1, ci+, si su acciún puede compadecerse con la irlea cle la Ilunln-
existe como fin en si nzisnzo, >ioJArjlo roi>ni->iii:i7Xl)'i~.t u\o.; i t1.i- nidad corno fin en si. Si, para cscapar a una situación dolorosa,
lesquicrz de esta o aquella voliiii~t(l;t 1 1 . l ~( t i ~otI.i\ accioiici, se destruye él a sí mismo, hace uso de una pei-sona colno mero
no sólo las dirigidas :i sí niici:io, sitio 1.1.; ~li~ic;icl,isa los clcm:is tnedio para conservar una situación tolerable hasta el iin de la
seres racionales, w r coti~.idc~:iclo \ic,iiil)ic ctl_wz~nzo&-po como vida. Mas el lioml~reno cs una cosa; no es, pucs, algo qne piieck
f i n , Todos los of~j~io;'dc 1.1, iiicliii:~cionestienen sólo un valor usarse corno sitnple medio; debe ser cons-idcrado, en todas las
condiciona(10; l)ac\ si no Iiul>icr:i inclinaciones y necesidades fun- acciones, como fin g n A . No puedo, piies, disponer del hom!?re,
dadas sobre 1.1s iucli~lacioncs,su objeto carecería de valor. Pero en mi persona, para mntilarle, estropearle, matarle. (Prescindo
las inclinaciones iriisuias, como Cuentes de las neccsidades, csián aquí de una dctcrminacibn más precisa de este principio, par,)
tan lejos de tencr un valor absoluto pala desearlas, que más evitar toda mala inteligencia; por ejemplo, la amputación de
bien clcbc scr el dewo gcneial dc todo ser racional el librarse en- los miembros, para conscrrarmc, o el peligro a que expongo mi
teramenic dc ellas. Así, pues, el valor de todos los objetos que vida, para conservarla, ctc.. . . Todo esto pcrtcnece piopiaincri-
p @ m ~ 01)1-1(1 por incdio cle ñuestras acciones es s&mpre Le a la moral.)
condicionado. Los wb.s ciiy~ieuictcncia no clcscania en niiestla
volunlad, sino r n 1.1 ti.iliiinlc/,i, lirmcsi, rmpcro, si wn scim irra- Segundo. Por lo que se refiere al deber ncccsaio para con lou
cionalcs, un valor iii~~i.~iiic~iic itl.iiivo, ioiiio iii<tlio.;, y por eso demás, el que está meditando en hacer un:i pronicca falsa coiti-
jí prenderá al punto que quiere usar de otro Iiornbie como (lis I I I I
se llaman cosas; cn c.tiiil)io, loc. \U<.,~.\<ioii.ilcs 11:isnansc peiso-
nas porqne su riaLiir.ilc/a lo\ eli~tiiiy,iv~ 1.1 coino iincs e n - s í g i s - simple niedio, sin que este contenga al misn~oticmpo el l i i i 1.11
n~ cito e<,copo algo (1"' "0 iutcdc ser ii;.c(lo meramente como si. Pues el que yo quiero aprovechar para mis propósitos 1)ov (5.1
medio, y, por tanto, 1iniit.i ~ i csc l senLido iodo capricho (y es 1 Eiti proposición la presento ahora como un portrlado. En 11 último c a i i i i s l m
se,hallarln rus fundamentos.
promesa no puede convenir en el modo que tengo de trataile y ser una ley (siempre una ley natural) , según el primer print i
ser el fin de esa acción. Clarísimamente salta a la vista la con- pio; hillasc, cinpeio, subjctivamente en el fin. Mas el sujeto cI(.
tradicción, contra el principio de los otros hombres, cuando se todoSioS fines ci todo ser racional, como fin en si inismo, scgíni
cligcn ejemplos de ataques a la libertad y propiedad de los cle- el segundo piiiu ipio; de donde sigue el &~csr.-principiopráctico
más. Pues se ve al punto que el que lesiona los derechos de los d ~ ~ o l i n i t a ccomol, condición suprema de la concordancia dc
hombres esti decidido a usar la persona ajena como simple me- la ginia con la razón práctica universal) $-i¿lga-$e lg E-v
dio, sin tener en consideiación que los demás, como seres racio- d e , J c d o - e r rrtciolzal coino -una uolun tad u n i v e r s a l m ~ nl c~ p~-~ ~
nales que son, dcbcn ser estimados siempre al mismo tiempo LaUora.
como fincs, es decir, sólo como tales beres quc deben contener Según este principio, son rechazadas todas las nxkimas qne no
en si el fin de la misma acciónl. 1 ( z n compadecerse con Ir propia legislación universal dc la
Tercero. Con respecto al deber contingente (meiitorio) para voluntad. La voluntad, de esta suerte, no esta sometida exclusi-
consigo mismo, no basta que la acción no contradiga a la hu- 5 1 vamrnte a la ley, sino que lo est5 de manera que puede ser con-
manidad en nuestra persona, como fin en sí mismo; tiene que siderada como legislindose a si propia, y por eso mismo, y sólo
concordar con ella. Ahora bien; en la humanidad hay dispobicio- por eso, cometida :I 1.1 11 y (ilc 1.1 que ella misnia puede considc-
nes para mayor perfección, que pertenecen al fin de la naturaleza rarsc autora) .
en lo que se reiiere a la Iiumanidad en nuestro sujeto; descuidar Los i n i l ~ c * ~ , ~ ~\ i( v~ IoI \I ,I cl iriodo ;iniciioi de representarlos, a
esas clisposiciones piiccle muy Imn compadecerse con el man- sa1)ci: 1 : ~I<~g.ili(l.itldc LISaccnoncs scmejanlcs a un orden natura¿,
tenimiento de 1.1 Iiiiinaiii~l:i~lcoino iiil e11 sí, pero no coi1 el o 1,i p i c f c ~ e n c iuniversal
~ del fin en pro de los seres racionales
{ o n ~ c n l ode ld fin. e n sí inismos, excluía, sin duda, de su autoridad ordenativa to-
Circ1,lo. Con l<y)'.<lo'11 tic 111 1 J i l l l i l l l i i l ~ ( ) < I I < I <o11 10\ ~ I C I I I ~ S , da niezcla de algún intcrb como resorte, justamente porque eran
es cl fin iiatiii.11, (liic iotlo lo,, I I I I I I I ~ I I I . \ 1 1 1 I I ~ I I , \ I I 1,101)i:t lc*li- representados como categóricos. Pero fueron solamente admitidos
cidad. Cici tainciiii~,1)otli i,i i i i . i r i i c t i c i \ c 1.i Iiiiii~.~iiid.id, aunque na- como imperativos categóricos, pucs había que admitirlos así s i
die coiitribiiyci.i a Ja fclici:liil tic 105 tl<ni:ib, gcia1d:tildose I h i se quería explicar el concepto de dcber. Pero no podía dcinos-
de subtracile nada; mas es una <oncoidaiiiia meramente ncgati- trarse por si que hubiere proposicioiles prácticas que mandasen
va y no positiva, con la h:cninnzdad como fin en si, el que cada catcgórica~nente.como tampoco pucde dcino~trarseahora en este--
cudl no se eifucrce, cn lo que pueda, por fonicntar los fincs capítulo. Pcio n i u cosa liiil)icr,~podido suceder, y es que la
ajenos. Pues siendo el sujeto en sí inismo, los fines de &te de- lauiencia dc 10th 1ii~c1í.ben c1 qacrei por deber, como caracte-
ben ser tambih. en lo posible, mis fines, si aquella representa- rística espccilica qnc tli\iingiie cl iinpcrativo ratcgórico del lii-
r i h ha de tenci e?i mí t o d o su efecto. patético, fncse indicnda en el impciativo niisiiio por medio clc
Esle principio de la hiiinani<la<iy tlc toda iiatiiialc7.~i.icioii:il alguna dctcrminación contenida en 61, y esto jmtaiiiente es lo \
en Feneral c o ~ n ofin cvz si ~ n i ~ m 1)rintipio o. ILIW t.\ I 1 (oii(Iitiiiii . que ocuire en la tercera fórmula del principio que ahora damos;
siiprli¡% liinitativa &? la 1il1crI:itl tlt. 1.1. :ii t ioii~~*, tlc lo(- esto es, en la idea de la voluntad de todo ser racional como -
J

liornl~re,no se deriva dr 1.1 ( Y ~ Ki i t "( ¡,): 1>1 I I I M 10, ~ J I ~'11I iini- ~ o l u n t a dlegisladora universal.
tersalid@, puesto qur \r c \ L i c i a ~ l f . .i ioi!c)\ 10, ~ i c i?tioni,ileq \ v Pues si pensamos tal voluntad veremos que una voluntad su-
bordinada a leyes puede, sin duda, estar enlazada con esa lcy
por algún inlcrés; p y o - una voluntad- que e s -ella misma &I>-
, &d_ra.ep-~na no puccie, en cuanto q u e k e s , degendexAc
interés alguno; pucs tal voluntad dependiente necesitaría ell:~
mism:i de otra ley que limitase el ictcrés de su egoísmo-a
condición de valer por ley universal.
Así, pucs, el principio de toda voluntad humana como u1711
voluntad legislado7a $or medio de todas sus rnúximas univcs\cil-
mente 1, si, en efecto, es exacto, sería muy apto para impcraiivo
categórico, porque, en atención a la idea dz una legislación uni-
. N o se picnsc quc pueda srrvir en esto d c d i r c c ~ i v o~ prinripio rl trivial di- versal, no se funda en interés alguizo y es, de todos los iinpo.iii
cho: q x o d !iUi no,] o i ~ i v r i . . ( l o <luz -- .
t:ii;c~..:r q : ~ r r c i>.t::.!ii. . ) . Piics éstc
es derivado d.. aquEI. x r n i i i l c con d i f i r c n i c i liniiii<ioiirs:n o ~>iir.lc srr ley univer-
vos posibles, el único que puede ser incondicionado, o aun iiic.ioi.
:L
..
d. pues n o contiene el fuii<l.~inciitode l o s ilclicrrs p.ira mnsi!:o mirino, n i t x n p o -
_ co 4 d e los drbcirs de r a r i < l d p a t a ron 10s iIi.rn:is (pues .il!iriirii podrá decir qne l P u e d o diipsnsarmc de aducir aquí ejemplos para explicar este piinciliio, V r n
IDS denihs n o deben hacerle I~ri!;íi,ioi. r < m 1.11 dr qllrdnr í1 ilirp:ns,do <!e iinrfrselos todos los que sirvieron ya para explicar el imperativo categórico y S U S 161m111.11
.
a e l l o s ) . n i t m c > o c o ri <;: It.5 *'.l,-:c; 1. : i r - r ..i s iiiics ir:^ crrcs. pues ci criniinil pueden servir aquí para el mismo f i n .
po:iría Col1 t d í ~ l n < l a n l ~ n t.:r$iiiiieillar
o contrl el jvez que Ic rondenl, etc.
, invirliendo la oración: si hay un imperativo catgórico ( c w es,
una ley pira toda voluntad de un ser racional), sólo pocli'í inan-
& LL-~iianciofoima e11 61 conio l( gisl;klor iiniversal, pero tam-
bi6n coiiio ~ u j e t on c s ~ sIejcs. I>eitcnccc al reino conio jefe,
- ''
1 dar cpe sc llaga todo por la mlrima de una voluntad tal c~iic
' pueda tenerse a sí m i m a al mismo tiempo como univcrsalii~iiiic cuando coino legislador no está somelitlo a ninguna voluntad
de otro.
legisladora respecto del objeto; pues sólo entonces es incontli- -1 _ser racional debe considerapc .~ieinp- . c y i o legidador en
cionado el principio piictico y el imperativo a que obedece, poi- nn reino de lines posible por libei tad, de la voliint.id, ya sea como
que no puede tener ningún interts como fnndamcnto. m&iil~x,g n o m o jefe. Alas no puede ocupar cite iil~irnopnesto
Y no es de admirar, si consideramos todos los e\fuerzos cinprcii- pm "do I,i iri"taiiiia clc sir xoluntad, sino nada mí.; qiic ciiando
didos hasta ahora para descubrir cl principio de la moraliclail, S-a un ser totalniente indeyendientc, sin cxigciicia ni Jiiiiii;iciún
que todos hayan fallado necesariamente. Vciase al hombre -a! de una facultad adecuada a la voluntad.
do por su deber a leyes: mas nadie cayO cn pensar que estaba La iugl';Uad consiste, puc?, en l a relació& toc1.i ac<i<íiicon
sujeto a SIL fitopia leglslacicín, si bien b t a es miversa^, y-que
es~abaobligado solaniente a obrar de conformidad con su propia
l , ~ ~ i ~ l a c jpo&i-cgq~
ín~, es_posil~leiin reino de lgs_ilcs. Rfn.; cm
Icqis~ncióndcbe hallarse en todo ser racional y poder originaise ,
1
voluntad legisladora, si bien &a, según el fin natural, legisla dé sil voluiit,id, cuyo principio cs, pues, no l i a ~ e rninguna accibn
universalmente. l'ucs cuando se pensaba al Iioinbre sometido so- I por otia iii:i\inin qiic ¿\la, a s.ilicr: que pueda ser la tal misi-
lamente a una ley (sea la que fuere), cra preciso que csta ley iii,~i i i i , ~1c.v ii~iivci~,,tl y, 1x11 t ~ n t o qne
, la voluntad, por sii ini-
llevase coniigo algún interbs, atracción o coacción, porque no xiiii,~. puu1.1 coiisiclcr,iiw a sí nii>ma al misiim tiempo como ,
siirgia conio ley dc sri pollia voiiiilcad, +lo que cstn voluntad u n i Lr~c~lmcnte
~ lc oiiladora. Si las mkimas no ~ x ~ r i?JUJ~TO_~"_ p r
era jorzrrrla. coiiforiii~~ .I 1:i I t y. poi ~I/:III¡(L (ilirr cow :1 ol>i.ir ilc nat~iial~sa~necesa$arneiite aGidcs con ese pincipio objetivo de
cicito niotlo. I'c io c \ i . l ( I I I I \ I Y i i i 111 1.1 rii~c~wi 1.1 . I I i i i i i i . i l i . i iiizvo- 1% seres ixionales univeisal&cnte IcgislidoGs7 eñtokccs l5 lié-
cablcincntc toilo c\liic im (~i~t.ii~iiii.~ilo .i 111 . t i i I ) i 11 1111 Iii~itI.iiiic-n- c ~ i d a dde la accih, seg& ese principio, llLíni%se i%ñstriiZ16n
to supieirio <1<1tLcl>ci. I'iic, i i i i i i t .i hi 1 1 1 1 ( ( ~ i i í . i i l ( l)c i, wio iicccii- piáctica, esto es, debel. El clcber 116 se refiere al jefe en el re'ino
dad clc la a ~ i 6 i por
i c i ~ i i oiii~ciír,y.1 1uii.i c.ic iri~ciCspropio o de los f i n c s ; ~ ~ t o miembro d o y a todos en igual medida.
ajeno. Pero entonces el imperativo lial~íadc scr siempre condi- La ncccsiclad prJciicn dc obiar segíin cse principio, es decir,
cionado y no podía scrvir pala cl mandato moral. Llamaré a cste el ddiri, iio (Ic.v.i~i~,,i c i i ~~c~iiliniiciito\,
iinpulwi incIin:icionc<r,
principio el de la ,imoxonri~ de la voluntad, en oposición a uno &lo (,ir 1.i i i - I . i t t C i i (lo Joq,
\,-ig,\ i.i<i<in.ilci<.iitic si, en 1.1
cualquier otro que, por lo mismo, calificaré de heterono:nia. ril 11 1'1 ~oliiiii.itl ( I r * i i i i u I l.\( io1i.11t l c l ~coii,itlri.i~~c \iiwipc
E& concepto cic todo ser racional, que dcbe considerarse, por c + l I I ~ J I ~ti(
O I I I J M I co\iio l( ~~1\11r(/oru. puc\ \t no IIO l u ~ ( l ~1í ~~1i 1 -
las másiinas todas de $u voluntad, conio iani.ccrsa1incnLe lcgisls sasc coino [ ~ , i(VL S I rli:>:ilu. Ida i i / í ~ i n i < li: 11.. 11u1 s, io<l.i inbuiina
dor, para juzgarse a sí m i m o y a sus accioncs dc\tlr cw piinto de la .ccluntxl conio iiiiivcrínliiiciitc I ~ ~ g ~ \ l . ~.L# í(11.11qnicr ~)i.i otla
de vista, conduce a un concepto rc1:icioii~illo(ori 61 y i i i i i y i ~ u c - ~ o l u n t a dy también a c~ialcluicr :ILLI&II 1 1 . 1 1 ~ ton\i::o ini:>im, y
tífcro, el concepto d e u n wino tic lo! J i ~ t5(. eito no por virtud de niiigíin otro ~iic.tli.o~ ) ~ ~ í to~ en i t uvista
Qr-wjilio entiendo el eiil.irc \ i \ l < i i i . i i i c o 111. diiíiiiio~.w r \ 1s- dc algíiii piolwho fcturo, sino por la idca (11: 11 ' cl?!:i~iilntlde un
Lonales por le)es conii~~_c\. Rlas (oiiio I , i \ I I - ) ~ \ tlclc r~iiiiiarilos J i - ser iacionnl qiw no obedece a ningiiua otia ley que aquella qiie
nes, según su valide7 iiiiivi iwl, 11-iil~.ii.í<111c,\ i pes~indiiiiosde 61 se d : ~a bí mismo.
las difcicncias p c i ~ i i ~ itlc l c lo\
~ sc,ics i.icion;iles y asimismo de todo En el. rcino clc los fines todo tiene o un precio o una rltgi~idatl.\
contenido (le \ t i \ J inc \ 1 ) i i\ .ido\, p»tli,i pensarse un todo de todos Aq~?elloque tiene piccio pucde ser sustituido por algo equiua-
los fines (t.into ( 1 105~ m e s ~acionalescomo fines cn sí, como tam- lentd; en caiul~io,lo que ?e halla por encima de todo precio y,
bi6n clc los piol)io\ fines qiie cada cual puede pioponerse) cn por tanto, 110 admite nada equivalente, eso tiene una dignidad.
enlace íi\tcin,íiiro: e\ clccir, un rcino de los fines, que es posible Lo quc se iefiere a las inclinacionrs y necesidades del hombrc
scgiín lo\ )a citxlos piincipios. tiene I W jxccio ~onzcrcinl; lo que, sin suponer una necesidail,
'" Pues totlm Im seres racion:ilcs c ~ t á nsujetos a la ley de que se corxiolma a cieito gusto, cs decir, a una satisfacción prodiicn'd:~
cada iino tlr t llo\ debe tratarie a sí mismo y tratar a todos los p o u l sinlplc j~iego,sin fin alyvno, de nnestras facultades, ticnr
- delmis, 711171r (1 /amo sii~z~)le ~nrdio,sino sicmpe al miwin tiempo iin precio de nfc~to;limo ncluc'llo que comtiriiy? la coniliciihi
como fi~z(11 ~i 711ic11io. M;is de :iqiii nace un enlacc \i\tcui:itico p a que 2lco sea fin cii si iiiimio, eso no tienc i ~ i e r n G n t ¿v.iJir ~
de los seres i,i(ioir.:lc.\ por 1~):~s ohjctivas (eiiiinnr~,;cito cs, nn iclntivo o piccio, sino un talar interno, cito es, dignitl.i<l. ..
rcino quc, como < u \J < ) ( \ \c ~~iopoiicn
otios como fines y iiic~lio\,l)i:cxl<.JI.iiii,ii~inri) I I I , iin
rcicxi~<\o\ scies unos a La mar:i!iildd cs la condición hijo la cual un ser i;~cion:il~>iictle
S L ~iin en sí inis~im;porque s610 por ella cs posible ser iriicin-
:
lo\ fines (desd6 lnego que stilo nn idcal).
Un ser racional pciicii<cc .11 ieino dc lo, Eincs coino micmJio
~ icino de
[no 1egiJador en rl i ~ i i l odc los h e s . ~ l s í ,piic\, la inoralidatl
y I J hiinianitixl, eti cuanto que Gata es calw 11c ii~oiiilidail, es
.
lo iinico que posee dignidad. La habilidad y el afán en el traba-
jo Licncii un precio comercial; la gracia, la imaginación viva, el el ser racional clcl~rservir corno f i : ~ por su riatnr?lq,t- y, (,_l~i,i
ingenio, ticncn un precio de afecto; en cambio, la fidelidad cti tanto, conio liti cn sí misino; que toda ni.í-.iuia debc scrvii i I i .
las ~)w~ncsas, la benevolencia por principio (no por instinto), icondici6n limitativa dc todos los fines r n e ~ a r n ~ ~ ~ @ t j V y !i .i) s
ticncn un valor interior. La naturale~a,como el arte, no encic- prLchoso>.
rra nada que pueda sustituirlas, caso de faltar, p~iessu valor 39 U ~ i adeterltri~tacidni n t e ~ r a lde tqcl-" l;is _&ini,i.; por i~icclio \,
no consiste en los efectos que de ellas brotan, ni en el provecho de aquella Mrinula, a saber: que t o d a ll~.cmA~inias, JXU l ~ i v p i , ~
y utilidad qne proporcionan, sino en los sentimientos moralcs, legislación, deben concordar en -un reino posiblt, de lo5 I ~ i i ,*, i
esto es, en las mlixiinas de la voluntad, que a t á n prontas a ma- como un reino de la naturaleza 1.
nifestarse de esa sucrte en acciones, aun cuando el éxito no las La marcha sigue aqui, como por las categorias, de la t~~ritlrr<l <I(.
favorezca. Esas accioncs no necesitan que las recoiniende ninguna la forma de la voiuntad -1iniversa1idad dc la inis~iia-, de 1.1 Idir
disposicihn o gusto subjetivo para considerarlas con inmediato validad de la materia -los objctos, a t o es, los fineb- y dc 1.1 10
Favor y satisfaccibn; no necesitan de ninguna tendencia o sen- tnlidad del sistema. Pero es lo nwjor, en el juicio moral, proccih r
timiento inmediato; presentan la voluntad, que los realiza, como sieinprc por el initotlo m.i\ c\ti icto y b a w r s ~m la fhrrnul~i i i i i
objeto de un respeto inmediato, que no hace falta sino razón, vcisal del irr~l>ct.i(ivo c.I(( ;:<IIko: ~ I J ? ( w:;~in
I ln mcixiiita que ))irt.-
para atribuir a la voluntad, sin que ésta haya de obtenerla por dn 11(11(rwn t t r t i r t i / r n / ,h~o/,io/icrrr/)o Icy fmidemal. Peio \ i
halagos, lo cual fuera, cn los deberes, una contradicción. Esta sc (111iric(I:IL :I 1.1 1cy nimi11 (u<< > O . ~ c ~ u l utilisinio
ia conducir U I I A
aprcciación da, pues, a conocer el valor de dignidad que tiene y 1 , ~iiii.,iii.t i1cc16n por 10s tws citados conceptos y acercarla a,.(
tal modo dc p c n m y lo :ilcja iiiriiiii.~iiiciilc tlr todo pic<io, con a la intuición, en cuanto ello sea p-ible.
el cual no ])ilctlc IJonic~i~c el1 ]>,lt.lnp,'í¡~ ni ( o i ~ ~ l ) . l i . ~ iun,
t i i i poi Podcinos ahora terminar por donde iñisino hemos principi'ido,
dcciilo :t?i, I I I L I I O \ ( . I ~ > : I ~ 1:1 \ : i ~ i l i ( l , ~ i l ( 1 t 1 iiiiv~io a saber: por el concepto de un2 voluntad absolutamente biicn:~.
U 6cluL. es lo ( ~ i wiu'.L~lic.c1.tii . t l i . i \ \ J ~ ( ! I i~\iont\ lo\ wnii- Lz voliintad S ab~olutmnentebuena cuando no puede scr in.1-
rnieiiLos nioidcs huclios o tlc 1.1 \iitiiil? N.itl.~iiicnos cliic 1.1 LJJS- la y, por tanto, ciiando su mixima, al ser transformada en lcy
ticipaci6n que da al ser lacional (11 I n 1cg;tlnriOn unzue~sul, ha- universal, no puede nunca contradecirse. Este principio es, pucc,
ciCndok por ello apto para ser inicnlbro de un reino posible tambikn su ley bnprcni.i: obra sienipie por tal mixima, qnc
de los fincs, al cual, por su piopia naturaleza, estaba ya destina- pueda, qnricr ni iiiiwto ticiiipo qne su univcr~alidadsea ley;
do, como fin en sí mismo y, por tanto, como lcgislador cti el esta es la única coiicliciím bajo 1~ cual una voluntad no puedc
rcino de los fines, como libre respecto de todas las leyes na- c s t x niinc.~ cn c o i i ~ i a d i ~on.,ihd ~ ~ i ~ ~iL2~,u.r, y care iinpcrativo
tiirales y obedeciendo s61o a aquéllas que él mismo da y por es caterrhrico. Como la v~li<le/; de la voluntad, conio ley univvi-
las cnales sns máximas pueden pertcnccer a i n ~ lc~islncii>n i uni- sal pa; acciones posibles, tiene analogía@n el-enlace 'miversil
versal (a la quc él misnlo se somcre al iniwio lic~npo).J>IIC~:naila d e ~ a e s i s t e n c i ade las cosas scg* leyes i i n i v c r s a l ~ ~es~ en e
tiene otro valor que el qnc Ia lcy le t1t.1~1 tniiin. h i o 1.1 Ic+la- -_ng;iJ lofprxai-& la n-nralcza,' Gsrilta el i~nperat'lvo
ción misnia, que determina todo v.iloi. tltdic. poi i \o i i ~ ~ ~ ~ i i n c n t c categhrico piiede expresaise así: obra s e g h mci~imnsque *uedan")
tener una dignidad, es ilccir, i i i i v.iloi. iiicoiiclirioti;itl«, iiicoinpa- al mismo -tiempo tcncrse l>or objeto a si nzismns, como leyes
rablc, para el cia:il sólo 1.1 l ) c ~ l . i l ~ 1 ir. l~~ i I rt1.i
~ la cupicsiún con- natu?nler uwivcrsalrs. Así estA constituida l q r n f i t l a de una vo-
veniente dc la c \tini.ic i01i (111cI I J I 5cr i.icioiia1 debe tributarle. luntad ah<oliitainente buena. A- -
$La ~ L ~ O V O I Jc'r, ~ ~ 1)iicLi,
~ Z (1 11in<L~n11~1~to de la dignidad de la La riaturaleza racional sepárase cieA_lasdernAs p r q u e _ ~ pp'
naluialcm liiiiiim.~y (Ir 1 ~ 1 iiaturalcza .~ racional. a sí misma un fin. Éste seria la rnaiggsde toda b>enztxol-tiid.
La\ tic\ <il.icP.is iri~inciasde repiesentar el principio de la mo- Pero como en la idea de una voluntad absolutamente biieii:i,
r a l i d d 5011, cn rl fondo, otras tantas f6rxiulas de una Y la m&- sin condición limitativa -de alcan7ar este o aqucl fin-, hay ~ I N '
ma&y, tztla iina de las cuales contiene en sí a las ocras dos. hacer abstracción enteramente de todo fin n ?enlZíar -como (111~
Sin r~nTiai::o, l ~ cn y ellas una diferencia que, sin duda, es miis cada voluntad lo haría relativamente biieno-, resulta que 4
siibjcliv.i ( ~ u c01)jctivamentc prbctica, pues se trata de accrcar fin de11erA pcmarse aqui, no como-un fin a realizar, $ 0 coii?)
una idca dc 1.1 i.i:i>n a la intuicih (scgún cicrta analogía) y Lvn fin indepcndicnte y, por tmto, de modo negativo, esto < \ .
por ello 21 ~t~iiii~iiic~nto. 'Todas las m,isima tienen efec~ivamente: contra el cual no dcbe obrarse nunca, y que no debe, por coii
19 Una f o ~ i ~ icliico . coriii~~te cii I:I nnivcrwlicl:id, y cn c ~ t csentido signiente, apreciarse nunca coino mero medio, sino sicrnprc .tl
se expresa I,i ~ O ) I P I I I I ~ . dcl L iinp~lnlivo111oi~1,(Iititnclo: que las
niAximas ticncri qtic v i <.it.l:,iti.i\ (1i. t.11 tiiodo como si debieran ' La t e l c o l o ~ í a considera la naturaleza como un reino de los fincs: In ~ i i o t . ~ l
valer dc leyc.9 : ~ i i i v i i d i ~~~.iiiii.tlc\.
, considera un posible reino de los fines como un rcino dc 13 nateralrza. A l l i rr COI
reino d r las fines una idca teórica para c s p l i c i r l o que es. Aquí es una i i l w
Una mutcrirr, c\lu c.\, i i i i f i n , y ciitoncca dice la fórmula: que prjctica para rr.ili,:ar lo que n o ca, pero puede scr r e d por muchas m i n t i r r y
omisiones, y ello de conforniidnd con esa idea.
D E LA FILOSOFÍA MOEBI, POPULAR A LA METAFÍSICA 519
niisino tiempo c o ~ i o P ~ ~ - e ~ ~ ~ Yd 6s ~ te~ no u u pireilc r . wr Ic): "oI>r:1 por inii~iniasclc un niieinl>ro legislador universal en
otro que el sujeto de todos loi fines posibles, poiqiie &te cs al un p o d d c rcino de los fines", conscrva tocla su fuerza, porque
, mi51no tiempo el sujeto de una posible voluntad absolutanicr~-
, ( tc biicna; pues ksta no piiecle, sin contradicción, poq3oiiersc
manda ca:cgtiiiranienle. Y aquí justamente está la paradoja: que
solamente 1 : ~<ligniciaci dcl hombre, como naturale~a racional,
a ningún otro objeto. El principio, "obra con respecto a todo ser sin consiclcinr ningi~notro fin o provecho a conseguir por ella,
racional -a ti mismo y a los rle~nás- de tal rnodo que en tu csto es, sólo el iespcto por una mera idea, debc scrvir, sin em-
inásima valga al mismo tiempo como fin en sí", es, por tanto, bargo, de iinpresciridible prccepto de la voluntad, y prccisainen-
en el fondo, idéntico al principio: "obra según una máxima te en esta independencia, que desliga la máxima de todos re-
que contenga en si al mismo tiempo su validez universal para sortcs semejantes, consiste su sublimidad y hace n todo 5iijcto
todo ser racional". Pues si en el uso de los medios para todo fin racional digno de ser miembro legislador en el reino de las
< & ~ o q o l i - m i a .!ni..ndxj.ma-.
r a la condicien de sn validez uni- fines, pues de otro modo tendría que representarse so1:iriiciitc
versal como ley para todo sujeto, esto equivale a que el sujeto como sometido a la ley natural de sus necesidades: Aun cuaii-
de los fines, esto es, el ser racional mismo, no deba nunca po- do el reino de la nniar:rlcsa y el reino de los fines fuesen perisa-
nerse por fundamento de las acciones como simple medio, sino dos coiiio rciiiiitlo\ 1r.iio ~ i n-,o10 jcfc y, de esta siierte, el últinio
ccmo suprema condición limitativa cn el uso de todos los me- no iiicir y.1 I I I I ~ I ~ i(1k.1, I sitw (liic ~.ecihie~e realidad verdadera,
dios, esto es, siempre al mismo tiernpo conio h. ello, \ i i i i l i i i l . i , ~ ) I O ~ N ) H I I I ~ I :.11
I ~ ~piilncro
.~ c1 refuerzo de un po-
Ahora bien; de aquí sc siguc, sin dispura, que todo ser racio- ,, tlao\o r<-,o~icy iiiotor, pero iiuiica aumentaría su valor intér-
nal, coino fin cn si iiiisnio. t l d ~ c : ~)otlerseconsiderar, ron ics- ;y!, no; 1~uc~iiidel~c11clicilten1~11te (le ello debería ese mismo legisla-
pccto a tocl;is 1;is k y c s ;i (Iiic ~ I I < , ( I ; L c % i ; i i . s~>iitcii~lo. ; i l iiiisin<i dor hito y .ibsolnto ser representado siempre segiin 61 juzgase
tiempo coino Icgisl;itloi iiiiivt\i-s;il:~ N ) I . ~ I I I ,' i. i i a i ; i i i n c ~ i i i <t.s;í
~ ;il)iiiii(l el valor de los seres racionalcs sólo por su conducta desintere- , ,
de sus inixiirias p:ira 1 ; ~Icgi:;l:itii~iiiiiiivi,u.\:iP I ~ I ~lisiiiigiic<.<bl:iO sacia, que Ics prescribe solamente aquella idea. La esencia de I
fin en sí nlisino, c igit:ili~ií.ra~c. sii tli:;iii~i:itl - ~>i~<~i.rog;iliv;i---
bre todos los siniplcs seres: iiatul-a1c.s Ilcv;~co~isigt)el toin;ir sus
ináxiinas sicinpre dcsdc c! punto de vista (le 61 riiisino y :i1
mismo tiempo de todos los demás seres ~acionales,como Ierrisln-
dores -los cuales por ello se llainan pcrsonas-. Y de esta sierte
cz posible u n qmnclo &-seres racionales -,?zzcndu~~~)ellirribilis-
sa- las cosas no sc alt-cra por sus relaciones externas, y lo que, sin
pensar en estas últimas, conbtituye el valor absoluto del hombre,
1i;i dc ser lo quc aiiva paia ju~galle,ien por quien fuere, aun
por cl biilncino \vi.. 1 . : ~niordirlnrl es, pucs, la relación de las
accioirc, coi1 la ;~iii«iiorirí,i(Ir- LE volunt5d, csto cs,con l a posibG
lcgis,ia~iciii uiiivci\al, por mcdio clc las m5wiinas de la misma. La
1 -1
ccino rcino de 16s fines, ~ Z < t - p ~ ~ 1 i ~ ~ l c ~ i ; 1 a c i 6 ñ c ~ F x w i n "LLW p w d a coinp~clcct~iw con la autonomía de la volun-
pcrsonas -como
- - - J -- - miembro clc él. Por coir&i~ic~itc,todo s ~ 1.1- r tad es l>erirzitida; la que no concucrde con ella, es prohibida.
cional debe obrar como si Gcra nol 7115 in.i\iiii.i\ sicwii)i.~ I - .. irn
---- La voluntad cuyas inásimas concuerden nccesariamenle con las
miembro legislador cn el reino iitiivci.s:il t l t i los liaii.c. iil 1)iinici- l q e s clc la autonomía cs una anluntad sanla, absolutainente
pio formal de esas n16simas m, "oI>i.;ic . t r s i i i l si I i i iii;í.iiiii:i <I(.l~ic- l~uenn.La dependencia en que una voluntad no absolutaincnte
ra servir al mismo liciiil>o (le 1i.y i i i i i \~i.:;;i l tI(: i ~ ~ i l olos s :;crcs buena se halla respecto del principio de la autonomía -la cons-
racionales-". t J n reiiio tlt. los l iiits:; :;<'~li) (.:; psil,lc, pncs, por tricción moral- es obligación. i'.qta no puede, por tanto, refe-
analogía con i i i i ~.c.iiioi l i . I : i ii:iiiii.;iIi,i:i: :iiliii.l, sigúii m .ixiinas, ' .' rirse a un scr santo. La necesidad ol~jeiiva de una acci6n por
esto es, rcg1:is ( ~ t w:;(' ~ I I I I X ) I I ( : ;í ::i iiiisiiio; éste, segiin leyes de ol;ligaci<in llániase deber.
cüusas cficiciiic:; i,uli~i.i~~i.ii~c.iitc iorzadas. Yo obstai~tc,al conjiinto Por io qiic anteccdc resulta ya frícil explicarse cómo sucede
tlc la ii:ii.iii~iIi~~;i, ;ciiíiqiic ya es considerado coino miquina, se cinc, atm cumdo b2jo cl concepto de deber pensanios una
Ic da cl iioiril)i.c de reino de la naturaleza, en cuanto que tic- sumisión a Ia ley, sin embargo, no? representamos cierta sn-
iic rcfercncia a los seres racionales como fines suyos. T a l reino b!imicIad y digizirlutl en aquclla persona que cuinplc todos siii
dc los fines sería realmente realizado por ináxiiuas, cuya regla deberes. Tiies no hay en ella, sin duda, sublimidad alguna cii
prescribe el imperativo categórico a toclos los seres racionales, cuanto que esti so~rwtirln a la ley moral; pero sí la hay CII
si &tos universalmente sig:aie~anesas mcixi,nas. Pcro aunque el cuanto que cs ella al mismo tiempo legisladora y sólo por cito
ser racional no puede contar con que, porqne él mismo siguie- estd sometida a la ley. 7'ambii.n liemoi mostrado mhs :iriili:i
ra puntualmente esa mAxiina, por eso todos los dciixís habrían cómo ni el miedo ni la inclinación, sino solamente el riywlo
dc ser fieles a la misma; aunqne el ser racional no lxiede contar a la ley es el resorte que puede dar a la acción un valor i i i ( 1
con que el reino de la naturaleza y la orclenaci6n finalista del lal. Nueitra propia voluntad, en cuanto que obrasc s61o I).iio
mismo con rcspeeto a él, como rnieinbro apto, liabri de coinci- la condición de una legislación universal posible por sil.: i i i . i
dir con un posible rcino de los fincs, realizndo por él, esto es, ~ i i n a i , esa voluntad poqible para nosotros en la i(l(,.i, 1.4 1.1
Iiabrá cle colniar su esperanza clc felicidnd; sin eml~argo,aquella objeto piopio del respeto, y la dignidad de la 1 i i i i i i . i i i i t l . i i l I O I I
520 FUNDA~VIENSACIÓN DE LA METAFÍSICA DE L A S COSTIJMDItES

sistc prccisainentc en esa capacidad de ser legislador univcrsal, rativa como legislación suprema. Deberé, pues, por ejciri~)lo.
aun cnando con la condición de estar al mismo tiempo somcti- intentar iomcntar la felicidad ajena, no porque me importc
00 justamente a esa legislación. algo su existencia -ya sca por inmediata inclinacibn o por al-
guna satisfacción obtenida indirectamente por la razón-, sino
La autonomia de la voluntad coino principio suprenio de la
-fl,
íI! moralidad
solaniente porque la mixima que la excluyese no podría com-
prenderse en uno y el mismo querer como ley universal.
1.a autonomía de la voliititad es la constitiición de la volun- Divisidn de todos los principios posibles de la moralidad, s e g h
tad, por la cual es ella para sí misma una ley -independiente- el supuesto concepto frcndamental de la heterononaia--

''"
r
1
incnte dc como estCn roii\tituídoi los objetos del querer-. E1
~ ~ r i n c i p ide
o la autonomía es, pues, no elegir de otro modo
sino de Este: que las inriximas de la cleccibn, en el querer mismo,
sean al nlismo tiempo incluídas como ley universal. Que esta
regla práctica es un imperativo, es decir, que la voluntad de
1.a razbn humana, ea &te como en todos sus usos pu
cuando le falta la crítica, h a intentado primero todos los
sibles caminos ilícito,, antes de conscguir encontrar el ú
verdadero.
todo scr racional cstá atada a ella necesariamente como condi- Todos los piiricipios que pueden adoptarse desde este punto
ción, cs cosa que por mero an"disis de los conccptos presentes de vista wn, o enzpiiicos, o racionalei. Los primeros, derivados
en cata afirni:ición no pnc<lc t1riricxtiai':e. porqnc es una proposi- clcl principio de la felzcidad, se asientan cn el sentimiento físico
ción siritititn; Iinl>ii.l (111cwlir tlcl rotio~i~uiciito de los ohjct«s o en cl sentimiento moral; los segzcndos, derivados del principio
Ry paw1 a l I l l < l 0 í1k.l (l( 1 r l l ~ ~ ~( l> o( ,l < (i l , <l(. 1.1 l . l l í l l i ~ ) l l l : l ])l<í<
li-
ca; piics " ~ 1~ ) i o [ ~ o ~ i c~i iii~i ii<i ' i i ~ . i( {, I I ' ' III.III<I.L : ~ ~ ) o ( I i < ~ i < . i i i i ~ ~ t i t ~ ,
debe podriae cono<c.i ( i i i ( I . I I I I ~i i i ( . ir / I I I O I I . M.is ( r i ~.i\iiiiio no
de la perfección, se asientan, o en el conccpto racional de la
misma, como efecto posible, o cn el concepto de una perfeccibn
indcpendicnte -la voluntad de Dios- como causa determinante
pcrtenecc al capiliilo 1)r~wnlv.1 ' ( ~ o .por 111c(liode un simple de nuestra voluntad.
ariálisis de los concepto\ dc 1.1 nior,ili<l;id,sl pucdr muy hien nioi- Los $rincipior empíricos no sirvcn nunca para fundamento
trarse que el citado principio de la aiitonoinía es el ínlico principio dc leycs inor,~l~r. I'iics 1:i iiriivci r,ilitlad con que clebcn valer para
de la moral. Piies dc esa manera se halla que su principio debe todo\ lor i.v ioiiiil(\ \ i t i < I i 4 1 i ~ i 0 11:~~ncccsidad
, prbctica in-
ser un impeiativo categórico, el cual, empero, no manda ni mas ni condicioii.itl.i (111~p 1 <110 le\ ci .itiil)uídn desaparece cuando el
menos qiie esa autonomía juitamentc. furiclameiito tlc ella se deriva de la peculiar constitucidn de la
naturaleza humana o de las ciicunstancias contingentes en que
Lr: httcioizomia cle la voluntad corno origm de todos los se coloca. Sin embargo, el principio de la propia felicidad es el
I principios i1cgiti1no.s (le la ntordirlnd más rechazable, no sólo porque es falso y porque la experiencia
contradice el supuesto de que el bienestar se rige siempre por el
Cuando la voluntad busca 1.1 1c.y. ( ~ I I C ( I ( h - t l c i~*iiiiiii.iil.i,cn bien obrar; no sblo tampoco porque en nada contribuye a fun-
algzin otto J?lnlo que 1io cii 1:1 . 1 1 1 l i l 1 1 ( l I I V \ I I > iii.í~:i~~.is para si1 damentar la moralidad, ya que es muy distinto hacer un hom-
p o p i a lrgirl;i~i,iri iiiiivc~~\.il), I N ) I I J ~ I ~I U I I ,~ I ~ C sale
~ O de sí bre feliz que un hombre bueno, y uno entregado prudentemen-
misma a I>II\L<II ( w I t y ( 1 1 1 1 ( o ~ i \ l ~ l i ~ ( ide O nalguno de sus te a la biirca de sn provecho que uno dedicado a la prlictica de
objctos, ciiici~~ct r ~~io111'1((~\(~ i i i I I I ~ ) L ( ' fr~leronon~ia. No es enton- la virtnd, sino poique rcdiice la moralidad a resortes que mis
ces la voli~iil.~(l 1.1 ( I I I ~ . (1.1 .i \í iiiiwia la ley, sino el objeto, por bien la dcriiban y aniqnilan su elevación, juntando en una
su rclaci(íi1 (oii 1.1 \ < i l i i i i i . ~ t l , c.; el qiie le da a ésta la ley. Esta misma clase los motores que impulsan a la virtud con los que
relnciOii, y.i (I< r( , i i i < c < i i 1.1 n~diiiacii>n,ya en representaciones de impulsan al vicio, enseñando solamente a hacer bien lor cálculos,
la r:v<in. iio I i . i i ( ~~osil>lc*s in6s que imperativos hipotéticos: "de- borrando, en suma, por completo la diferencia eipecífica entre
bo hacer ~ I g oI ) O I O U ~ qiriero alguna otra cosa". En cambio, el virtud y vicio. En cambio, el sentimiento moral, ese supuesto
impeiativo I I I O I .I I y, por tanto, categórico, dice: "debo obrar sentido 1 especial -aunque es harto superficial la apelación a
de este o dc1 olio iiiorli?, aun cuando no quisiera otra cosa". Por este sentido, con la creencia de que quienes no puedan fiensar
ejemplo, :icliiOl r l i c c : "no debo mentir, si quiero conservar la habrán de dirigirse bien por medio del sentir, en aquello que
honra". Zstc, < . I I I I M 1 0 . (licc: "No debo mentir, aunque el mentir
no me acarrrct 1.1 1 1 ~ 1 i overgüenza". r Este Último, pues, debe l El principio del sentimiento moral lo coordino al de la fclicidad porque todo
hacer abstiaccihii (1i. iorlo ol~jeto,hasta el punto de que este interés empírico promete una contribución a la felicidad por medio del agrado
objeto no trnga \oI)ii* 1.1 voliiritad el menor influjo, para que qne sólo algo nos produce, ya se2 inmediat,mente y sin propósito de provccho.
la ra7bn prLctic;i (volr~ii~.itl)no sea una mera administradora ya con referencia a éste. D e igual manera hay que incluir el principio de la coni-
pasión en l a felicidad ajena, con Hurcheson, en el mismo sentido moral que nd-
de ajeno interC.4, sino ( 1 1 1 ~ dcmucstre su propia autoridad impe- mite este filórofo.
522 PUNDAMENTACIÓN Di-; L.4 METAF~SICA DE LAS COSTUMGIlES

sc reEiere a meras leyes universales, y aunque los sentimientos,


que por natiiraleza son infinitamente distintos unos de otros en a saber: si o i~orqirc.sc qnierc este objeto, hay que obrar dc l:11
o cual nio<lo; j)or tnnto, no p i d e nunca mandar inoralnlenk,
el gi.ado, no dan una pauta igual del bien y del mal, y no piicdc
uno por SLI propio sentimiento juzgar válidamente a los dcmás-, es decir, c:itc:;O~i<::~ii~cnte. Ya .Sra que el objeto determine la
sin embargo, está más cerca de la moralidad y su dignidad, por- ~oliint:rtl 11iii. inctlio de Ia inclinación, como sucede e n el priii-
que tributa a la virtud el honor de atribuirle inmediatamente cipio (le 1:) propia felicidad, ya sea que la rlctcrmine por la
la satisfacción y el aprecio y no le dice en la cara que no es sil r a ~ 6 i idiri!;icl:i a los objetos de nuestra voluntad posible en ge-
bclleza, sino el provecho, cl que nos ata a ella. ivral, en el principio de l a perfección, resulta q u e la voluntad
no sc tlttiimii~ranunca n sí misma i~znzediatnnzente por la re-
i
r Entre los principios racionclles de la moralidad hay que pre-
ferir el coricepto ontológico de la perfección. Por vacuo, incleter- prcscc:lacii>n de la acciim, sino s61o por los motores que actiiall
L.. :;ol)rc la voluntncl en vi212 del efecto previsto en la acción: debo
minado y, en consecuencia, inutilizable que sea para encontrar,
1;czcc~algo, porqz~equiero alguna otra cosa; y aquí hay que po-
en el inmensurable campo d e la realidad posiblc, la mayor suma
ner de fundainento en mi sujeto otra ley, segiin la cual necesa-
útil para nosotros, y aunque al distinguir cspecificainente de
riamente quiero rs:i otra cosa, y esa ley, a su vez, necesita un
cu.alquicr otra la rcalidad de que se trata aquí tenga una in- in:pcratiivo't~uc Iiniitc csn i n á ~ i n i a .P ~ e scomo el impulso que
clinación inevitable a dar vueltas cn círculo y no pueda por lia de ejcrccr so1)i.r 1:1 volunia(1 (lcl srijeto l a representación de
menos dc suponer tácitamente la moralidad que debe cxplicar, u11 ol)jc&. ~ ~ ) s i l )1mr t c n u c s ~ ~ a s f ~ i e r z según
as, la constituci6n
sin cinh:irgoSo, el couccpto onioltigico de la perfección cs mejor ii:~iiir:iitlcl si~icto,pcrtcncce a la naturaleza de éste, ya sca de
que el con(:<:ptv tcol'i~;itw. qm: dwiva la 1iior:iliilad de una vo-
1:1 :;cn~sil)ilicla(l--iiiclinaciún o gusto-, o del entendimiento y la
1unt:id tlivin:~ 1>(~1~f1~t.iísi111:1: iio s1BIo ~ I I I I ~ I I I~I O' ~ N M ~ ~ I I I iiiliiirOS
r:mhi, 1:s cualcs se ejercitan con satisiacción cn u n objeto, según
la pcrfc(.cihti (Iiviil:~,y s4'~Io 11otlt~111o~ III,IIII(~¡I~I;I 1 l t - I I I I ~ ~ S I I ~ (:011-
OS
1:i pcculiar disposición de su ~iaturaleza, resulta que quien
ccptos, c11t11: los (~iialt~s [>l l)ri~wil):~I1,:; 1.1 l;~ f ~ i o ~ ~ : ~ l isi110 ~I;itl, propixncnte daría la ley sería la naturaleza, y esa ley, como tal,
porque si no Iiacciiio:; <.slo .-y Ii;icx.i.lo si,i.í;i (.oii~i.ici.I I I I cfi.c,i!lo
110 solaiiiente ticm que ser conocida y demostrada por la expc-
grosero en la oq>lic;icióri-- no nos (~11cc1;iiii;is co11c:rptn dc la
'rieiici:l y, por tanto, en si misma contingente e iinpropia por
vo!iintad divina que el que se deriva de las prol)ieda<lcs (le la
rllo para rc$x prácticn apodíctica, coino clcbe serlo la ley nioral,
ainbiciún y el afán de dominio, unidas a las terribles represen- sino q u c cs sicn~prenzern h e t e ~ o n o m i ade la volii~itad; la vo-
taciones de la iuerza y la venganza, las cnales liabrían de formar lunlnil no sc tl;i n sí inisma la ley, sino que es u n impulso ex-
el fundamento de un sistcma de las costumbres, directamente iralio el que le da l a ley por medio de unn na~urrileza del su-
opuesto a la moralidad. jeto, acorde con 111 receptividad del mismo.

i
Pero si yo tuviera que elegir entre cl concepto d e sentido La voluntad absolutamente buena, cuyo principio tienc que
moral y el de la perfección en general -ningiin» de los dos le- scr i?n imperativo categórico, quedará, pucs, indeterminada res-
siona, al menos, la moralidad, a u n cnaiitlo no son ;ip~os( u n - pccio dc todos los objctoc y contendrá sálo la forme del querer
j
poco para servirle de fundamento-. nio dccidirí:~ cn I':ivor del
iíltimo, porque éste, al menos, alcjairdo tLc 1;1 sc:iisil)ilidatl y tias-
en gcncral, conio autono~nía;csto es, la aptitud de la máxima -
de toda buena voluntad para hacerse a sí misma ley universal-
ladando al tribunal de la razón p u r : ~1:i c2ccisióii de la cuestión, cs la íinica ley que se impone a sí misma la vo!untacl de todo ser
aun cuando nada decide &sic t:iinpocv, coirserva, sin embargo, racional, sin qiic intervenga como fundainento ningún impulso
sin i;ilscarla la idea indctcrniiiia<la -de una voluntad bueria , e interts.
en si- para más exacta y precisa determinación.
C r w , además, que puedo dispensarme de una minuciosa re-
t'. ~ ~ i <de
j ~ itodos estos conceptos. Es tan fácil; la ven, proba-
' :Cómo cs posible y por qu¿ cs necesaria semejante profiosiciÓn
púclica si?lt¿tica "a *~io?z"?Es tstc un problenia cuya solución
110 cabe en los límiks de la metafi5ica de las costuinbrcs. Tain-
w
~'I~CIIIVIILC, t;1n bien los ~nismosque, por su oficio, están obligados poco 11~1110~ alririnado a q ~ l bu
í verdad, y mucho menos presumido
a p n ~ ~ i i ~ i ~ t ~ i en
: i i . sfavor
e de alguna de esas teorias -pues los de tener cn nuestro poder una demostraei(in. Ncs hemos limita-
oyentcs iio ioltxin con facilidad la suspensión del juicio-, quc do a cyponrr, por el dciar~ollodel concepto de nioialidad, uti+
sería tr:il):iio :;iipi~Tli~o el Iiacer tal refutación. Pero lo qiic ni;is vez puesto eii'ñiurch,~, e n general, que una autonomía d e 1.1
~o:iiritaci inevitablcinente va inclum en 61 o, más bien, le siivr
cle txw. A c , í , pues, quien k n p a la n~ornlidad por algo y no
por 11na idc'i q ~ ~ i i u é i i tdeapioviata
a de vcrclad, habrá de ndnii-
ti, tauil~ién el citado principio de la misma. Este capitulo 1i:i
ido, pi~cs,coilio c1 primero, netainente analítico. Mas para t111t'
LL m o r d i d x l no sea iin fantasina vano -cosa que se dediic i1.í
dc buyo si cl irnpeiali~ocategórico y con C1 la autonomía tic 1.1
524 FUNDAMFNTACIÓN DE LA METAF~GICA DE LAS COSSUMBBES

, vol'intatl son verdaderos y absol~itamentenecesarios como prin-


cipio a ,hici~i-, hace falta un ~ l s osinte'tico posible d e la razdn
Il
.( / p z t m p h t i c a , cosa que no podemos arriesgar sin que le prece-
da una critica de esa facultad. En el último capítulo expondre-
/ mos los rasgos principales de ella, que son suficientes para nues-
tro propósito.

CAPíTULO TERCERO

E1 < onc r l ~ l odc la libci tul1 es la clade para cxplica? la autonoitrir~


de la voluntad
Voluntad es una espccie de causalidad de los scles-vivos, CII
cuanto que son rasion&s, y_Jibe!:Lad sería la propiedad de -1.1
c_awaIidad, por la cual puede ser eficiente, independientenicriir
dc estialias causas que la dctcwninen; así conio necesidad nrtlli-
val cs la propied.id tlc la caiisalicl~clde todos los seres irracio-
n;ilcs dc ser dctciriiiii,iclo~a 1.1 x ~ i v i d a dpor el influjo de caiiw
exlrañas.
La citnc1.i dclinicibri tic la libcrt;ld es ncgativa y, por t:iiiio.
infru~t~iosa para conocer su c~cncia.Pero de ella se cferivn 1111
concepto porttivo dc la misma que es t;into mis iico y fructíicit~.
El concepto cle una caiisalidad lleva consigo el concepto t l c
leyes segun las cuales, por mcdio de algo que llainanios caiiw.
ha de ser pucsto algo, a saber: la consecuencia. De donde rc\iili.i
que la-libertad, aunque no es una propiedad de la volutit.ctl,
segiin leyes naturales, no por eso carece de ley, sino que h:i (11.
ser mis bien una causalida_d, según.-leyes-inmutables, s i I > i ( , i i
de particular cspccig; de otro modo una voluntad libre srií,i
un absurdo. La nccesidad natural era una heteronomía de I:I\
causas eficientes; pucs todo efecto no era posible sino scgliii
13 ley de que alguna otia cosa determine a la causalidad la r;iiii.i
eficiente. &u6 puede scr, pues, la libertad de la voluntad si1111
autonomía, esto cs, propiedad de la voluntad de ser un:i 1i.y
para sí misma? Pero la proposicibn: "Ia voluntad es, en torl.it8
las acciones, una ley de si misma", caracteriza tan súlo cl I ) I ¡ I I
cipio de no obrar según iliriguna oiia miixima que la que p111tl.1
ser objeto de sí misma, como ley universal. esta es jii\taiiic.iili.
la fórmula del imperativo categórico y el principio de 1.1 I I I I ~
ralidad; así, pues, voluntad libre y voluntad sometida :i I t y t
morales son una y la misma cosa.
Si, pues, se supone libertad de la voluntad, sigiicsc 1.1 I I I I I I . I
lidad, con su principio, por mero anilisis de su concepto. Sin tengo que a todo se1 iacional qiic ticm uiin voluntad debemos
1 embargo, sigue siendo este ~ i n c i p i ouna _proposición sintética: atribuirle ncccs.iiiaiiiente tainbien la idca de la libertad, bajo ,
1 iina voluntad absoTutaiñcñie buena es aquella cuya mduim:i la cual o b ~ ; I'iics
~ . en tal ser pensamos uiia r a ~ ó nque es prlictica, l
"/ pucdc contenerse en sí m i m a a si misma siempre, considerada es dccir, ( ~ U Cticiii: causalidad rcslxcto de sns objetos. Mas cs im- 1
1 corno ley universal; / p e s por medio de un análisis del conccpto posihlc pcna;Lr una iazón que con su propia <oiiciencia reciba
, de una voluntad dbsolutamente buena no puede ser hallada rcspccLo di: sus juicios una dirección cuyo iiliprilso pioccda de
esa propiedad dc la máxima. Mas semejantes proposiciones sin-
teticas sólo san posibles porque los dos conociniicntos 5t+1 alguna otin paitc, pues entonces el sujelo atribuiria, no a sil
cnlazados uno con otro por su enlace con un lercero, en cl cu.il rasón, sinu a un impulso, la deteiininaci6n del Juicio. 'Tiene
por ambas partes se encuentren. El conccpto l~ositivode la li- quc (onsiderarse a si misma como autoia de sus principios, in-
bertad crea ese teiceio, que no puede ser, como cn las causas (Icl>enclieiiteniente de ajenos influjos; por consiguienlc, como
físicas, la naturaleza del mundo sensible (en ciiyo concepto vic- i a h i piiccica o conlo voluntad de un ser iacional, debe consi-
nen a juntarse los conceptos de algo, como causa, en rclaciíin deiarse a si misma como libre; csto es, su voluntad no puede
con o t t u cosa, como efecto). Pero aquí no puede m n n i f e ~ t a r ~ - 2 sei voluntad piopia sino bajo la idea de la libertad y, por
seguida qué sea ese tercero, al que la libeitad seriala y de! cjue tanto, ha de ;ii~il)iiiisc,en aciitido práctico, a todos los seies
tenemos a p i o r i una idea, y tampoco puede a611 liacerse coin- rat i o ~ ~ , i l ~ b .
prensiblc la deducción del concepto dc libertad sacánclolo dc
la razón piira pr.ícti~a,y (oii c11.1 1.1 po\il-iili(lnd tainl>ih de iitz
inipcrativo c ;itcgOiii o; I I ~ I L I (~110 11.11 < l.11t.1 10 l . i \ í:i :iI:;iiii,i j>i<.- Hemos ielerido el concepto determinado de la moralidad, en
paracieíp. íiliinio thmino, a la idca de lhertad; ésta, empero, no pudimos
demostrarla corno algo real ni siquicra en nosotros mismos y en
la naturaleza humana; vimos solamienle que tenemos que supo-
ncrla, si queremos pensar un ser como racional y con concicn-
ci3 d é Gi ~aiisaliiladrespecto de las acciones, es decir, como dota-
No basta que atribuyamos libertad a nuestra voluntnd, sea do de v«liiiii;d; y así hallanios que teiicnios que atribuir, por el
por el fundamento que fiierc, si no tenemos r a z h suficicntc mianio Eiiritl;itnciiio, a todo ser dotado de razón y voluntad esa
para atribuirla asimismo a todos los seres racionalcs. Pi~cscomo piopic<l;iil de i1ctcimiii;ir~c a obrar bajo la idea de su libertad.
la moralidad nos sirve de ley, cn cuanto qirc soinos se?-es r-acio- Dc la bupo\ición de c,i;is ideas be Iia derivado, empcro, también
nales, tienc que valer también para todos los seres r;icic~n;il::s, Id conciencia de iina ley pala obrar: que los principios subjeti-
y como no pucde derivarse sino dc la propict1;itl tlv 1:) l i l ~ r ~ ~ a t l , vos de las acciones, o sea las máximas, tiencn que ser tomadas
tiene-.qoc ser demostrada la lilxi.i:itl co~iiiilll.oliic.(l:!<l1 1 t s 1.1 VI)-- siempre de modo que valgan también objctivainente, esto es,
luiitad de todos los seres racioii;il(.s: I I I I 1 1 : ~ : i1~11,~:. . (.:,~X>\WY~;> universalmente, como principios y puedan servir, por tanto, a
en la naturaleza huinana IMII. ci~.i.i:~s::III~II"::<I:I:'
t , ~ l ~ ~ i c i ~ c(:tiiii
:i;is nuestra propia legislación universal. ¿Pero por qué debo somcter-
cuando esto es en ali::oliiir~ i~iil>o:;il~l(, y ::Ola [iiirtlc ser cicp~~cst:~ me a tal principio, y aun como ser racional en general, y con-
a p ~ i o r i ) sino
, ( E I I I ' 11:" 111u'. I I ~ ~ I I I o ~ :c.oiiio
I ~ : I Iptrteiiecien~<:
.I;~ a 1% migo todos los demis seres dotados de razón? Quiero admitir
actividad tlc M.I.(.:: i~:iciori;ilc~s ctii g c i ~ ~ . r y
a l dotados de libertad. que ningún interés me empuja a ello, pues esto no proporcionaría
Digo, piirx: iotlo SIT cluc iio puede obrar de otra suerte<iue ningíin imperativo categórico; pero, sin etnbargo, p g o que
bajo la itlt,n rlt. 1 : ~ lilwrkzd, es por eso mismo verdadcrani~en:.g tomar en ello algún interés y comprender cómo ello se verifica,
l & r c m sciititlo pi.:ir:tico, es decir, valen para val scr todas @S pues tal deber es propiamentc un querer que vale bajo la concli-
leyes qoi: cxthi inscparablemente unidas con la libertad, lo 'ci6n para todos los seres racionales, si la razón. en él fuera prác-
mismo quc si sil voliintad fuese dcfinida coino lil~reen sí rnismn tica sin obsticuculor. Para scies que, romo nosotros. son afectados
y por mo(l0 v:ílitlo cn la filosofía teórica l. Ahora bici]; yo sos- por sensibilidad con motores de otra especie; pala seres en que
no siempre ocurre lo que la r a ~ ó npor sí sola liaría, Ilámase #
Este camino. <:11: consiste cn admitir la libertad s ó l o como afirn~.i<lapor deber esa necesidad de la acción y se distingue la necesidad sub-
&' 80s seres raciotiales. al rcriliiar sus acciones, como fundamento de ellas nic.i:rncnte jetiva de la objetiva.
$ sa la idea, es basrmte para nuestro propósito y es preferible, arlcmir, p o r p i e n o Parece, pues, como si en la idea de la libertad supusi6ramos
"obliga a demostrar la libertad t a m b i k cn d sentido teúrico. Pues aiiii m m d o
este punto último quede indeciso, sin embargo. las mismas leycs c p c obligarían propiamente la ley moral, a saber, el principio mismo dc la
a un scr que fuera realmcntc libre valen rambién pzra u n scr q;ic no pucde obrar autonomia de la voluntad, sin podcr deniostrar por si inisma su
m i s que bajo la idea de so propia liberrai. Podciiios. pucs, 21": librarnos del peso realidad y objetiva necesidad, y entonces liabriainoi, sin duda,
qlie oprime la teoría.
ganado algo muy impoitante, por haber dctermiiiado al menos
el principio legítimo con más precisión de lo que suele acontcccr;
pero, en cairibio, por lo que toca a su validez y a la necesidad drío (conio ln:: <I(:los sciiiiclos) nos- _ ~ ~ ~ ~ & _ ~ ~ j no ,j-os-
pr6ctica de someterse a él, no habríamos adelantado un paso; de otro tiio(lo ( [ I I ~(.oiiio
: nosakctan, permaneciendofira~nosot~
pues110 podríanios dar respuesta satisfactoria a quien nos prc- clesconocitlo lo 111ic ~ 1 1 o s s e a nen sí mismos, y que, por tanto,
guntase por qué la validez universal d e nuestra máxima, consi- en lo ~ I I C:I t : ~ l csprcie dc representaciones se refiere, a u n con
dciada como ley, tiene que ser la condición limitativa dc nucs- la nihs c~sfoi.z:itl:r:iii.ncibii y claridad que puede aíisdir el enten-
tras acciones y e n qué fundamos cl valor que atribuimos a tal c!iiiiic,iiio, siílo podcinos llegar a conocer los f&tóme-.o>; pero
modo de obrar, valor qiie tan alto cs, que no puede haber en iiiiiic;~ I:is mv«s u i si mismas. T a n pronto ha SidFlheclia esta
ninguna parte un interés más alto, y cómo ocurre que el liom- (listiiicií~ii ((m Lodo caso por n ~ c d i ode la observada diferencia
bre cree sentir así su valor pcrsonal, frente al cual el de un (:ii~i.i.I:is icl,rcsrntacioncs qiie nos son dadas de otra parte, y en
estado agradable o desagradable nada signiiica. I;is i:ii:tlcs somos pasivos, y aquellas otras que sc producen exclu-
Ciertamente, hallanios quc podemos tomar interés en una cons- ::i\:ii!icni.e de nosotros misinos, y cn las cuales demostramos nues-
11.: :ictividad) , derivase cie s'yo que*g a s los fenómenos Iiav nue
titución personal, que no lleva consigo el interés del estado,
coando aquella constitución nos hace capaces de participar en ;ir!iiiiiir otra c o s ~ ~n ro ~es. u f~nó-meno,
~ ~ a .saber,. las cosas-cnlL
cste estado, en cl caso de que la razón haya de realizar la distri- aiin criricdo, piiesto ~ I I ' : nunca pnedcn sernos conociclas en sí,
bución del m i m o , esto es, que la mera dignidad d e ser-feliz, siiro siempre s610 como nos afcctan, nos conforniamos con no
a u n sin el motivo de participar e n eSa feTici¿Ea; p Ü X F p o r sí so- 1:oclcr acercarnos nunca a ellas y no saber nunca lo que son en
interesar. Pero csle juicio es, enrealidad, sólo el efecto de l a ya sí. Esto tiene que- p ~ ~ c i b ujng, g r aunqgt.,.gvsera, distinción
s u p e m i i n p I.IIICI.L (le I.I\ Icyc\ riior.ilci (cii;in(lo nosotios, por rnire el mu?ztlo sensible y - e l u , ~ ~ n 3 ~ i n t e l i , q i bpudiendo 1e, ser el
1; i c h tlc 1:) Iili~~ii.1~1, no\ \ < I ) J I . I I I I U \ tlr iotlo i~iic%ii:i ciiil~i~i~o). primero miiy distinto, según la diferencia de la sensibilidad de
Pero de la L I I . I I I J I ~ I ~ I I I ( . I . I110 jlo(l( ilio\ . I I I I I ( ~ I I I I ) I ~ * I I ( ~ (Oino <~I
los varios espcctadorcs, mientras qiie el s e g u . n d o , g ~ ~ e .sirve ~ e de
nos s e p . i ~ ; i ~ i cde) ~e\e i i i I ~ i í \ ,( \ 1111 11,I I O \ ~ ~ I I I \ I I ~ ( ~J III ,J IL IC I~CII IO~, f i i ~ a i ~ c n t permgxe22mp-re_entico..
o, E incluso n o le es lícito
el obrar, y, sin elllbilxgo, deI>r111«\I C I K I IIO\ 1 ~ \ 1~ I I I C L I ( ~ OL:S C W - iil l~ombrcpretcndcr conocersc a sí mismo, tal como es en sí, por
tas leyes, para hallar solaniente/en iiucstia pcibona un valor que el conocimiento qiie de sí tiene mcdiante la sensncihn interna.
pueda abonar la perdida de todo aquello que a nuestro estado Pues coino por decirlo así, 61 no sc crca a si iiiisino, y no tiene
un cc~ii(;(~l~io tr I~rio7-itle ::í iiiisino, sino qiic lo rccibe ernpírica-
proporriona valor; no podemos aún comprender cómo esto sea
posible, es decir, por qué la ley moral obliga. itientc. (.S ii;i:iii~:iI c ~ r no
i ~ ~11ucd:i toiii;ir conociniicnto de sí, 11 no
/ ser por c.1 s(mlitlo ititrrior y, ro~isi[;iii<:iil<:111(~11te, por cl fe-
MuésLrase aquí -hay que confesarlo francamente- una espc- núiiiciio tlr si! ii:iLiii~:ilcm). I n iii;iiic:i.;rcoiiio FII c o n ~ i ~ n ces i : ~afec-
cie dc círculo vicioso, del cual, al pareccr, no hay manera de ixla, .?ii:icl~~c l i i , i i c . ( ~ i i c . :~(liiiiiir
iic<:<::;;i~i:i!iii~~l(~ sol)ro cs:i constitii-
szlir. Nos consideiamos como libres e n el orden dc las caus'i:, ci6n dc su propio siijcio, coiiipiicsia tlc iiicros I'ciiOinrn»s, alguna
eficientes, para pcnsarnos sometidos a lcycs inor.ilc\ en cl orden otra COSI qnc esti' a SU base, esto es. suyo i;tl coino sca cii sí, y
de los fines, y luego nos pensamos conio wiiicritlo\ a c\t,is leyes
contarse entre el ~ n ~ i i z dsensible,
o con respecto :i la mcra pcrcep-
porquc nos hemos atribuído la lil>crt:itl d ( 1:i voliiiii.rt1. l'ues la ciih y receptiviclad de las sensaciones, y en el m ~ r n d ointelectlcal,
libertad y la propia legislación de la volitrir.id son ainkas auto- qnc, sin embargo, no conoce, con respecto a lo que en 61 sea pura
nomía; por tanto, conceptos ti.~iisiiiutddcs, y uno de ellos no actividad (lo qiie no llega a la conciencia por afección de los
pucde. por lo mismo, iisarsc paia explicar el otro y establecer seniitlos, sino iiiiii~t1i:rtniiiciite). \
su fundamento, sino a lo sunio para reducir a un concepto Único,
Esta coiiliisitiii i i r w : cluc li;iccrla el hombre reflexivo acerca
cn sentido lógico, representacioncs al parecer diferentes del mis-
de todas lus cosas cliic pucd;~iiprcsmtársele, y sin duda se en-
mo objeto (como se reducen diferentcs quebrados de igual con-
tenido a su expresihn minima) . cventra (ninl>i4n en (:1 ?nWntliiiiieiito coniíin, el cual, como es
Mas tina salida no3 queda aún, que es investigar si cuando nos sabido, sc inclina mucho a creer que detrás d e los objetos de los
pcrisaiiios, por la libcrtad, como causas eficientes a p i o r i , adop- sentidos Iiay algo invisible y por sí mismo activo; pero pronto
estropea tal ]->eiisainientoporque se apresura a sensibilizar ese
.
tarnos o no olio punto de vista que cuando nos represcntamos
a nosotios irii\irio~,según nuestras acciones, como efec~os qii2
algo invisible, esto es, quiere hacer de ello un objeto de la in-
tiiiciún, con lo rii:il no se torna ni n n plinto niás sensato.
vemos antc i i i i ~ ~ l iojns. o~ .
Hay un;^ oi)\~iv.iiII')II (111(' no nc<(~\il:i, 1).11.1 \<'l. i i t ~ 1 1 . 1 .I I I I I ~ I I I I ~
Ahora bien; el honil~reencuentra realmente en sí mismo una '
reflexión sii~ily I ) I I ( I I I . . ~ ( l i i i i i i i \ t ~( I I I ( . I l ~iiic~~itliiii~ciiio iii.í\ oi- facnltnd por la cual sc distingne de todas las demis cosas y aun
dinario piictle li~cci l . 1 . s i I i i ( 11 .I . I I I I I . I I I ~ 1 . 1 . 1)or iiitvlio de una de sí mismo, cn cuanto que es afectado por objetos; esa facultad
es la ~rizún.Bsta, como pura actividad propia, es incluso más
ol-scura di5iin<icíri t l i . 1 I i i i t io. . i l I I I N ' I I . I I I I . I ~ ~ i i ~ i i i i i c i iEs l o . ésta:
d t 3 que el riitc7nrlitniolio; porque aiinqiic &te es t a i n b i h acti-
que todas lar rcyrc.,( i i i . i t i o i i t \ 111t(.110'. \ 11 11, \¡ti nuestro albc-
vidad l>ropi;i y no contiene, como el scnticlo, meras representa-
530 FUNDAMENTACIÓN DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES

( ciones, que sólo se producen cuando sonlos afectados por cosas


(por tanto, pasivos), sin embargo, de su atividad no puede sa- !!l j iCd~,io cs fiosible u n inzfieralivo categórico?
l car otros conceptos que aquellos que sólo sirven para reducir
a reglas las representaciones sensibles y reunirlas así en una con- El ser r x i o m l sc considera, como inteligencia, perte3ecienfe
ciencia, y no puede pensar en absoluto sin ese uso de la sensibi- al inuiitlo inteligible, y si llama voluntad a su c a u s a l i d a d e ~
lidad. En cambio, la razón muestra, bajo el nombre de las ideas, porque la c o n d e r a sólo como una causa eficientc que pertene-
una espontaneidad tan pura, que por ella excede la razón con ce a ese mnndo inteligible. Pero, por otro lado, tiene conciencia
mucho todo lo que la sensibilidad pueda darle, y muestra su dc \ f . como parte también del mundo sensible, en que sus accio-
mis principal asunto en la tarea de distinguir cl mundo sensible r.rs S; encuentran como meros fenómenos de aquella causalidad;
y el mundo inteligible, sefialando así siis límites al entendimiento ixro 1:i posibilidad de tales acciones no puede ser comprendida
mismo. i>or esa Ausalidad, que no conocemos, sino que en su lugar tienen
Por todo lo cual, un ser racional debe considerarse a sí mismo aquellas acciones que ser conocidas como pertenecientes al mundo
como inteligencia (esto es, no por la parte de sus potencias in- scnsiblc, como determinadas por otros fenómenos, a saber: apc-
feriores) y como perteneciente, no al mundo sensible, sino al titos c inclinaciones. Como mcro miembro del mundo inteligible,
inteligible; por tanto, tiene dos puntos de vista desde los cuales serían tod.15 mis acrioncs pcrfcctamente conformes al principio
puede considerarse a sí mismo y conocer leyes dcl uso de sus de la nritoiiotiii;i (lc 1.1 voliiii~adp,ira; coi110 simple parte del mun-
> foerzas y, por consiguiente, de todas sus acciones: el primero, do scnsil)lc, tciidrían que ser toinadas enteramente de acuerdo
' en cuanto qiic pcrtcnccc al mundo scnsildc, bajo lcycs naturalcs con la ley natural de los apetitos e inclinaciones y, por tanto, de
(heteronomia), y cl s q i r t r c / o , mnio ~~c~ii(~iirticiiic al iiiiiiitlo iiitc- la Iieteronomia de la naturaleza. (Las primeras se asentarían
c ~ ~1.1i ~ii.iiiii.iI~~/.i,
ligible, bajo lcycs (liic, i i i t l t ~ l ~ r i i ~ l i tlr ~~\ iio son en el principio supremo de la moralidad; las segundas, en el de
~einpíricas,sino que sc hiu<l:ii~\ol.iiiiciiii. t.11 1.1 i.i/Oii. la felicidad.) Pero como el mundo inteligible contiene el fun-
Como ser racional y, por latilo, ~~ril(~iir(iciilc '11 iiiiiiitlo intcli- dúinento del mundo sensible, y por ende también de las leyes
gible, no puede el lioinbre pensar nunca la causalidad dc su del mismo -y así el mundo inteligible es, con respecto a mi VO-
propia voluntad sino bajo la idea de la libertad, pues la inde- luntad (quc pcrtenccc toda ella a e l ) , inmediatamente lcgisla-
pendencia de las causas dctcrminantes del mundo sensible (in- dor y clclx, piics, \c*r pcnsatlo como tal, resulta de aquí que,
dependencia que la razón tiene siempre que atribuirse) es li- aunque, por oiia p n t e , inc cono7ca tanil~iéncomo ser pertene-
bertad. Con la idea de la libertad hállase, empero, inseparable- ciente a1 mundo scud~le-, liabr(. ilc conocerme, como inteligen-
mente unido el concepto de autonomía, y con éste el principio cia, sometido a la ley dcl mundo inteligible, esto es, de la razón,
universal de la moralidad, que sirve de fundamento a la idea que en la idea de la libertad encierra la ley del mismo y, por
de todas las acciones de seres racionales, del rnisino iiio<lo qnc tanto, de la autonomía de la voluntad; por consiguiente, las
la ley natural sirve de fundamento a totlo.; lo\ T(*iiiíi~it*iio\. leyes del mundo inteligible habré de considerarlas para mí como
Ahora queda desechado el temor qiir ni.¡\ : i i i i l ) : i Ii~~iiios iiia- imperativos, y las acciones conformes a este principio, como de-
nifestado de que hubiese un círciilo vi( iov) (wo!iilitlo ( * i i iiiicsii:~ beres.
conclusión de la libertad ;i 1.1 :iiiioiiot~ii.iy ( I L ~ 6ji.i a la ley ino~al, Y así son posibles los imperativos categóricos, porque la idea
esto es, de que acaw Iiul~ii~i;iii~o~ (~\í:ii)l<~citlo la idea de la liber- de la libertad liacc de mí un miembro de un mundo inteligible;
tad sólo por la ley ni~n;iI,1>.ii.i Iiicfio coucluir bsta a su vez de la si yo no fuera parte más que de este mundo inteligible, todas
libertad, no pridicntlo, ])iics, tlai ningún fundamento de aquklla, mis acciones serian siempre conformes a la autonomía de la vo-
sino acliniti¿.nclol,id)lo coino una concesión de un principio, que luntad; pero como al mismo tiempo me intuyo como miembro
con gusto atlmi~iiiiosnosotros, almas bien dispuestas moralmente, dcl mundo sensible, esas mis acciones deben ser conformes a la
pero que no podcmos nunca establecer como proposición demos- dicha autonomía. Este deber categórico representa una proposi-
trable. Pues alioia ya vemos que, cuando nos pensamos como li- ción sintctica a priori, porque sobre mi voluntad afectada por
bres, nos incluirnos en el mundo inteligible, como miembros de él, apetitos sensibles sobreviene ademis la idea de esa misma volun-
y conocemos la autonomía de la voluntad con su consecuencia, que tad, pero perteneciente al mundo inteligible, pura, por sí misma
es la moralidad; pero si nos pensamos como obligados, nos con- piáctica, que contiene la condición suprema de la primera, sc-
sideramos como pertenecientes al mundo sensible y, sin cml~ar- gtín la razón; poco mis o menos como a las intuiciones del mun-
go, al mismo tiempo al mundo inteligible también. do sensible se añaden conceptos del entendimiento, los cuales por
sí mismos no significan mis que la forma de ley en general, y
así hacen posibles proposiciones sinteticas a priori, sobre las cua-
les descansa todo conocimiento de una naturaleza.
El uso práctico de la razón común humana confirma la exac-
titud de csta deducciún. No hay nadie, ni aun el peor Inil)bn, s;ir.i;iiii<~iiic tlcl~c dciiiostrar, su reali-ad-en ejempIos---<ela 55-
que, si está habituado a usar de su razón, n o sienta, al oír refc- l)!:rits~~ci:~.
rencias de ejemplos notables de rectitud en los fines, de firmeza I k ;icliii nacc, pues, una clialktica d e la razón, porque, con
en seguir buenas máximas, de compasibn y universal benevolen- ri~sl~ccio <Ic1 ; ~voluntad, la libertad que se le atribuye parece estar
cia (unidas estas virtudes a grandes sacrificios de provecho y (-11 contr;itliccibii con la necesidad natural; y e n tal encrucijada,
bienestar), no sienta, digo, el deseo de tener también él esos I;i ~1x611, desde el punto de vista especulativo, llalla el camino de
buenos sentimientos. Pero no puede conseguirlo, a causa de sus 1 : ~necesidad natural mucho más llano y practicable que el de la
inclinaciones y apetitos, y, sin embargo, desea verse libre de las IiLertad; pero desde el punto de vista practico es el sendero de
tales inclinaciones, que a L.1 mismo l e pesan. Demuestra, pues, la libertad el Único por el cual es posible hacer uso de la razón
con esto que por el pensamiento se incluye con una voluntad li- e n nuestras acciones y omisiones; por lo cual n i la filosofía más
bre de los acosos de la sensibilidad, en un orden de cosas muy siiiil n i la razón común del hombre pueden nunca excluir la
diferente del de sus apetitos e n el campo de la sensibilidad, pues lihcrrad. Hay, pues, que suponer que entre l a libertad y necesi-
de aquel deseo no puede esperar ningún placer de los apetitos cl;icl natural de unas y las mismas acciones humanas no existe
y: por tanto, ningún estado que satisfaga algiina de sus inclina- verdadera contradiccibn; porque no cabe suprimir ni el concepto
ciones, ya reales, ya iinaginables (pues ello inenoscabaria la ex- de naturaleza n i el concepto d e libertad.
celencia de la idea misma, que arrebata tras ella su deseo), sino Sin embargo, esta aparente contradicción debe al menos ser
sólo un mayor valor íntimo de su persona. Esta persona mejor, deshccliada por inodo convincente, aun cuando no pudiera nunca
cree él serlo cuando sí: siiíi;i cn c1 punLo dc vista dc n n micin- concebirse cdmo sea posible la libertad. Pues si incluso el pensa-
bro del niniido iiiicli~;il>l~~.;I qiic i ~ i v o l i i i ~ i ; ~ i i ; ~ i i Ic
i ~ ~<~iiil~iija
iil~~ la niieiito de la libertad se contradice a sí mismo o a la naturaleza,
idea de la lil)cri;i(l. (,sio (.S, I:i i i i t l r ~ ~ ~ c ~ i i ~ l(11.i ~ i iI:is
( ~ i :caiisas
~ que es ig~ialnicntenecesaria, tendría que ser abandonada por
detel-rninntilcs en el iiiiiiitlo sc~iisil~l(~. iiii (.si. iiiiiiitlo iiiic.li:;il)le conlpleto frente a la necesidad natural.
tiene conciencia (le poseer una l)i~<~ii;i voliinin(l, la (.ii;iI constitii- Pero es imposible cvitar esa contradicción si el sujeto que se
ye, según su propia conicsiún, 1:) ley p;ir;i su iiiala volirnlad, co- figiir:~libre se piensa e n el mismo sentido o en la misma relaciún
mo micmbro del inuntlo sensible, y reconoce su autoridad al cu:iiitlo se 11:uii;i liliie (111~ ci~andose sabe sometido a la ley ria-
transgredirla. El deber moral es, pues, u n propio querer necesa- ii!i.;iI, coi\ rcsl~'clo:i 1iii:t y I;i uiisiii;i :iccibii. l'or eso es u n pro-
rio, al ser miembro de un rnundo inteligible, y si es pensado por I)lciii;i i i i i ~ ~ i ~ i ~ s ~ ~ i i<I(.i t l i1;i
l ~ llilosol'i:~
t~ <~sl~c(:iil;~iiva
cl mostrar, al
él como un deber, es porque se considera al inisino tiempo como iiiciii~s,~ 1 1 1"1 ~ cufi;"io rcsl~<.t:to tlc I;r c«ntr;idiccihii reposa en que
miembro del inundo sensible. p c i ~ s ; ~ i u 1101nl~~e
o ~ ~ l en muy dilerente sentido y rclacibn cuando
Ic llanianios libre que cuando le consideramos como pedazo de la
naturaleza, soinctido a las leyes de &a, y que ambos, n o sólo
pueden muy bien compadecerse, sino que deben pensarse tam-
bién como necesariamente unidos en el mismo sujeto; porque,
Todos los Iiombres se pictis;iii lilii.cs V I I I I I ; I I I I O ;I I:I voliiiii;itl. si no, n o podría indicarse fundamento aiguno de por qué íbamos
Por eso los juicios todos rcc;~(.~i sol)i.(. l:~:;;ii.(ioiii.s ~~oiisiil~~i~;itl;is a cargar la razbn con una idea que, si bien se une sin contradic-
como h ~ ~ b i c i atlcbido
n ocicttir., ; i i i i i <~ii;iritloiio Irtqwi occcwiclo.
cidn a otra sulicienteinente establecida, sin embargo, nos enreda
Sin embargo, csia l i l ~ c . i i ; i i l Iio cs iin coiiceplo de expericnci;~,y en un asunto por el cual la razón se ve reducida a grande es-
no puede scrlo, porque ~ J < " ' I I I ; I I I ~ C Csicmpre, aun cuando la cspe- ti.echez en su uso tcbrico. Pero es ello un deber que se impone
riencia niucstrc Jo t:oiitr;irio tlc aquellas exigencias que, I~njola a la filosol'ía cspcculativa, para dejar campo libre a l a priktica.
suposiciún de la libertad, son representadas como necesarias. I'or Así, ~ L I C S 110, es potestativo para el filósofo levantar la aparente
otra parte, es igualmente necesario que todo cuanto ocurre esté contradiccitiii o dejarla intacta; pues en este último caso queda
determinado indefecliblemente por leyes naturales, y cst;i n ~ c c - la teoría sobre cste punto como un bonuoz vacans, en cuya po-
sidad natural no es tampoco u n concepto de experiencia. iusia- sesibn podría con razbn instalarse el fatalista y expulsar toda
mente porque en ella leside el conc&o dc nkesidad 'y: por moral de esa propiedad poseída sin título alguno.
tanto, de un conocimiento n priori. Pero cste concepto d c ti.itu- Sin e~iil~argo, no puede a ú n decirse que conlience aquí el lími-
raleza es confirmado por la experiencia y debe ber inevitable- te d e la filosofía práctica. Pues esa supresión de la contradicción
mente supuesto, si ha de ser posible la eipericiici.i, c\io es, el no le coinpctc a la filosofía prictica, sino que ésta exige de la
conocimiento de los objetos d e los sentidos, c»~npiic~to scgíin leyes razón espccul;iliva que ponga término al desconcierto en que
nniversales. Por eso la libertad es sólo nn.i id(a de la razón, sc enrecla ella iuisiua e n cuestiones teóricas, para que así la razún
cuya realidad objetiva es en sí niisma dudosa; la naturaleza, em- prricticü goce de paz y de seguridad frente a ataques exteriores
pero, es un concepto del entendimiento que demuestra, y nece- que p~idicr:ui disputarle el campo en que ella quiere edificar.
Pero la misma pretensión de derecho que tiene la razón co- tiv.1, va riiiitla ;i1 niimio tiempo con una (positiva) facultad y
mún hnmana a la libertad de la voluntad fúndase en la concien- aun (o11 I ~ I I .raiisalidad
~ de la razón, que llamamos voluntad y
cia y en la admitida suposición de ser independiente la razón de 1 tlnc w la iacullad de obrar de tal suerte que el piincipio de las
causas qiic la determinen sólo subjetivamente, las cuales todas acciones sea conforme a la esencial propiedad de una causa ra-
constituyen lo que pertenece solamente a la sensación y, por tan- cional, csto es, a la condición de la validez universal de la m h i -
to, se agrupan bajo la denominación de sensibilidad. El hombie ma, como una ley. Pero si ademis fucra en busca de un objeto
que de esta suerte se considera como inteligencia sitúase así en rlc la voluntad, esto es, de una causa niotora tomada del inundo
muy otro orden de cosas y en una relación con fundamentos inteligible, entonces traspasaría sus límites y pretendería conocer
determinantes de muy otra especie, cuando se piensa como inte- algo de que nada sabe. El concepto de un niundo inteligible es,
ligencia, dotado de una voluntad y, por consiguiente, de causa- pues, sólo un punto de vkta qiie la razón se ve obligada a tomar
lidad, que cuando se percibe como un fenómeno en el mundo 1 fiieia de los fenómenos, para pensarse a si misnta como prcictica;
sensible (cosa qiie realmente es) y somete su causalidad a de- csc punto de vista no seria posible si los influjos de la sensibi-
terminación externa segiin leyes naturales. Pero pronto se con- lidacl fueran determinantes para el Iiomhre; pcro es necesario,
vence de que ambas cosas pueden ser a la vez, y aun deben serlo. si no ha de qnit;íisele al ,pomlxe la conciencia de su yo como
Pues no hay la menor contradicción en que una cosa en el inteligencia y, por tanlo, coino canw iacional y activa por razón,
fenómeno (perteneciente al mundo sensible) esté sometida a csto cs, lil)rcin(ntr cfiticiitc. E\lc pcns,i~iiicnto produce, sin duda,
ciertas leyes, y que esa misma cosa, como cosa o ser en si mismo, In iclca dc otro oiclcn y l~gislacii>nque el del mecanismo natural
sea independiente de las tales leyes. Mas si él mismo debe repre- iekiido al inundo sensil~lc,y hace necesario el concepto de un
sentarse y pensarw dc c u (1ol)lc inanrta, rllo ol)rdcce, en lo que inundo inteligible (esto es, el conjunto de los seres racionales
a lo primero \c icfiric, :i 1.1 coii(ic~ii<i.~ qiw liuic tlr sí ini\mo cono cosas en sí mismas) ; pcro sin la menor pretensión de
como objeto afcct.rtlo por \(iitiilo\. y 1 11 lo (liic .I 10 ftgulitlo toca, pensarlo más que según sil condición io7nia1, esto es, segiin la
a la conciencia qnc ticiic tlc sí iiii\iiio ~ O I I I O inícl~g(mti.i,c\to CS. universalidad de la inixima de la voluntad, como ley, y, por
cGmo independiente de las iinprcsionci scniililes cn el tiso de la tanto, scgiin la aiitonomín dc la voliint-~d,qiie es la única que
ran5n (es decir, como perteneciente al mundo inteligible). p~icdccornpmlrtcrw ton 1.1 lil)c.ii:itl tlr la voliintad; en cambio,
De aquí viene que el hombre tenga la pretensión de poseer una trxki* las 1 ( v \ ( I I I C w ( l c f ( ~ ~ n i nwbrc
: ~ n iin objeto dan por re-
voluntad que nada admite de lo que pertenezca a sus apetitos sultado liric i~itioirií:i,1.1 (ii.\l no pricdr enconlraise mis que en
e inclinaciones y, en cambio, piense como posibles, y aun como ne- 1cyc.q nalu~alcsy se icticrc s6lo al inundo sensible.
cesarias, por medio de esa voluntad, acciones tales que sólo pue- Pcro si la razón emprendiera la tarea de exihkar cómo pueda
den suceder despreciando todos los apetitos y excitaciones scn- la razón pura ser prictica, lo cual seria lo mismo qiie explicar
sibles. La causalidad de estas acciones reside en 61 romo inteli- 4 ~67170la IiOe~tadsea ftoiible, entonces sí qne la razón traspasaria
gencia, y en las leyes de los efectos y acrionis scgiín principio^ todos sus limites.
dc un mundo inteligible, del cual nada>inAs \.ilii. hino I I I W <VI cse Pues no podenlos cvplicar nada sino rediiciéndolo a leyes,
mundo da leyes la razón y súlo 1.t 1.116ri piii.i, i~~(lq)rudicntc de cuyo objeto prieda darse en alguna eupericncin posible. M a s l a
la sensibilidad. Igualmente, como en <v.iiiiititlo cs 41, como mera lihcrtad.. cs una.meia-idca. cnya realidad objetiva no puede cx-
inteligencia, el propio yo (niicnti.ii ( J I I ( ~L ~ I I I OIio~ubreno es más poncrbc dc ninguna manera por leyes naturales y, por tanto, 9
que el fenómeno clc h í ~ n i w l o ) I,C J I ~ ~ V I I \ C esas leyes a t l inmedia- ningiin.~t~\priicnciciposible; por consiguiente, puesto que no
ta y categóricamciitc, (Ic siicitc que las excitaciones de sus apeti- pucdc darsc. tlr clla ntiiica iin eicwplo, por ninguna analogía, no
tos e impnlsos (y, por tanto, la naturaleza entera del mundo sen- cabe conccbiila ni aun sólo conocerla. Vale s610 como necesaria
sible) no piierlcn inenoscabar las leyes de su querer como inte- wpo~ici6nde la raz6n en un ser que crea tener conciencia de
ligencia, hasta el punto de que él no responde de esos apetitos e una voluntad, csto e?, de u n a facultad diferente de la mera fa-
impulsos y no los atribuye a su propio yo, csto es, a su voliintad, cultad dc desear (la facultad de determinarse a obrar como inte-
aunque sí es responsable de la complacencia que pueda mani- ligencia, según leyes de la razón, pues, independientemente de
festarles si les concede influjo sobre sus máximas, con perjuicio los instintoi naturales). Mas dondequiera quc cesa !a determina-
de las leyes racionales de la voluntad. ción por leyes ndturales, allí también cesa toda explicación y só-
La razón práctica no traspasa sus límites por pensarse cn un lo resta la defenta, esto es, rechazar los argumentos dc qiiienei.
mundo inteligible; los traspasa cuando quiere intuirse, sentirse pretendiendo haber intuído la esencia de las cosas, declaran sin
en ese mundo. Lo primero es solamente un pensamiento negativo ambages que la libertad es imposible. Sólo cabe mostrarles que
con respecto al mundo sensible, el cual no da ninguna ley a la la contradicción que suponen haber descnbierto aquí no consiste
razdn en determinación de la voluntad; sólo en un punto es 1 mis sino cn que cllos, para dar validez a la ley natural con res-
positivo, esto es, en que esa libertad, como determinación nega- pecto n ],?.;nrcionee humanai, tuvieron que considerar el hombre,
necesariamente, como fenbineno, y ahora, cuando se exige de ellos (pues csto iiiera Iictcronoinin y liaría depender la razOn pura <Ir
que lo piensen como inteligencia, también como cosa en si, si- la sensibilidad, a sal~er: de un sentimiento que estuviese a sn
guen, sin embargo, considerándolo como fenómeno, en cuya con- base, por lo cual nunca podría ser moralmente legisladora), sino
sideración resulta, sin duda, contradictorio separar su causalidad que interesa porque vale para nosotros, como hombres, puesto
(esto es, la de su voluntad) de todas las leyes naturales del mundo que ha nacido de nnestra voluntad, como inteligencia, y, por tan-
sensible, en uno y el mismo siijeto; pero esa contradicción des- to, de nuestro propio yo; pero lo que pertenece al mero fenó-
aparece si ieflexionan y, como es justo, quieren confesar que tras meno queda necesariamente~suhordinadopor la razón a la cons-
los fenómenos tienen que estar las cosas en si mismas (aunque titución de la cosa en si misma.
ocultas), a cuyas leyes no podemos pedirles que sean idénticas a
las leyes a que sus fenómenos están sometidos. posible-puede, Sin-duda, ser contestada c n el sen!ido_de-qn_e
La imposibilidad subjetiva de explicar la libertad de la volun- puede indicarse la única suposición bajo la cual es élposibJe, a
tad es idéntica a la impo&ilidad cie encontrar y hacer concebi- saber: la idea de la libertad, y asimismo en el sentido cle que
ble nn znte?¿s1 que el lionlbre pudiera tomar cn las leyes mo- puede conocerse J l necesidad de esta sq~o$ci&n,toilo l6-cizl es
rales, y, sin cmbargo, toma rcalniente un interks en ellas, cuyo wficiente aara el t~sohrcictico de la lazón, es dccir. para con-
fun¿íanieZo en noso= llamamos sentimiento moral, el cual vencer de ia validez de'tal imlrrativo, y, por endc, ta;nhién de
,, ha sido por algunos prcscntado falsanlcnte como el criterio de
nuestro juicio moral, debicndo consiclerirsele más bien como el
la ley moral: peio cómo sea posible csa auposicióii misma, es
cosa que ninguna r.;n'm linninna 1111cde nunca conocer. Ps?_$
electo ~iiújetitioque cjeicc 1;1 ley sobre la voluntad, cuyos fun- suponemos la libertad de la voluntad de una inteligencia, cs con-
damentos objclivos d o 1.1 i.i/cin propotciona. secuencia necc~ariala autonomía de la misma como condicih
c (11.i1 l,c ia& p t c x ~ i l >
Para c1iielc.r aqiicllo ~ ) l ) i lo CI~clcber formal bajo-la cual tan sdlo pnede ser determinada. Suponer esa
a: scr racional ~ifcclaclo110r lo> wiiiido\, I i . i < ~ * l.tli.i, bin <liid;i,nna libertad de la voluntad, no sólo es muy posible, como clemuestra
facultad de la r a ~ qiich iiispi)c un sciitiinicti~ode placcr o de la filosofía especulativa (sin caer en contradicci6n con el princi-
satisfacciún al cumpliiiiiento del deber, y, poi consiguiente, hace pio de la ncccsidad natural cn cl cnlncc de loi fen6menos clcl
falta una causalidacl de la razón que detcrrnine la sensibilidad mnndo sensil~lc),\inri quc i.iinl>iCri,par.1 I ~ scr I raciond qne
conformemente a sus piincipios. Pelo es imposible por completo por i,i/Oil y, por cntlc, dc una
ticnc coiicic.nci:~11c sil <,~~~\,ilitl:itl
conocer, esto es, hacer concebible a pliori, cómo un mero pen- vnliiniatl (q11c w 11iititi~;iic~tl(. loi ;ipclito\), cs nrcrrario, sin
samiento, que no ronticne en sí nada sensible, produzca una sen- más ~ondiciOii,rit:il>lccerla pi"Ictic~iinentc,csto cs. en la idea,
sación dc placer o dc dolor; pues es ésa una especie particular romo cnndiciún de toda.; sus acciones voluntarias. Pero la razOn
de caiisalidad, de la cual, como de toda causalidad, nada pode- humana es totalmcnte inipotente para explicar cómo ella, sin
mos determinar a prioii, sino que sobre ello tenemos que inte- otros resortes, vengan de donde vinicren, pueda ser por sí mh-
riogar la experiencia. hlas conio ésta no nos picscnta niinca una ma prríctica, esto es, cúmo el mero principio de la universal vali-
relación de cansa a efecto quc no sc.1 cniic~(lo\ ol>ictos de la dez de todas sus nicíximas conio Ieyei (qne sería clcsde luego la
experiencia, y aquí la mrOn pula, 1)o1 I I I C ~ ~(1c O I I I C I < I ~idcas (que forma de una racón pura prActica) , sin materia alguna (objeto)
no puedcn dar objeto algiino pn.1 1.1 c\pclil-ncia) , dcbe ser la di. la voluntad, a la cual pudiera de antemano tomarse algún
causa de un cfecto, qnc ir\itl(., h i i i clucl;~,en la expeiiencia, resul- interhs, pueda dar por si miiino un resorte y producir nn interé5
ta conipletamenLr iinpoiil)lc l m a iioiolros, hombres, la experien- que se llamaría moral, o, dicho de otro modo: cdmo la razón
cia de cóino y por q u e n o s i n ~ c ~ clni . rcriiuersalidad
~ de la máxima pura 1)ucrla .wr p,+tica. Todo esfuerm y tralmjo quc se emplee
como ley y, por tanlo, la molalidad. Peio una cosa es cierta, a en 1)uccar explicación cle esto scrá perdido.
sabcr: clac iio I m q u e nos interese tiene validez para nosotros EF 10 m i ~ m oque si yo quisiera descubrir cóino pea posible la
libcrtad misma, como causalidad de una voluntad. P L en~ este
Interés es aquello por lo que la razón se hace práctica, es decir, se torna rn punto absndono el fundamento filo-dfico clc euplicacidn y no
causa dctrrminante de la voluntad. Por eso. s ó l o de un ser racional se dice que
toma intcris en tal o cual cosa; las criaturas irraciondes sólo sienten impulsos tenso otro algnno. Sin dnda, podiín (lar vueltas fantrísticas por
scnsiblcs. La razón toma un intcrés inmediato en la acción sólo cuando la univer- el mundo intcliqible que aun nie rrita, por rl mnrldo de la? in-
s i l validez de 1.1 máxima es suficiente fundamento pata determinar la voluntad. te1ia;enciac; pues aiinqiic tengo 11na idra cle él, que ticn: iin buen
S ó l o este interés es puro. Pero cuando 1% razón no puede determinar la voluntad fiinrlamento, no tenxo, eilipeio, el 111~smínima cofzo+niento de
sino por medio de otro objeto de1 deseo o bajo la suposición de un particdar
sentimiento del sujeto. entonces h razón toma en la acción un interfs solamrnte 61 ni puedo llegar nimca a tenerlo, poi mAs qiic a ello se esfuer-
inedinto. y como la razón por sí sola. sin expcrieucia. no puede hallar ni objetos ce nii facultad natural de la ranín. Ese m!indo no significa otra
de la voluntad ni un sentimiento particular que le sirva de b m . resultaría este coia que un alqo qnc resta C I I - ~ P ~ Ohe excluido de los fundamen-
óltimo interés meramente empírico y no un intcrés puro d e 12 razón. El intcrés
Iónico de la razón (por aumentar sus ronocimientos~ no cs nunca inmediato, sino
tos nPlc clrtrrininm nii \oliintnd todo lo q u ? pcstenece al iniin(1o
que supone siempre propósitos de su uso. sensible, s¿lo para recluir cl principio de las cansas motoras nl
DE LA METAFÍSICA DE LAS COSTUMBRES A LA CRÍTICA 538
canipo dc la ~c~iiil>ilidad, liinitándolo y niostiando que no lo adiniiiilo, bin iiicdio alguno para hacérselo concebil>le: liartc
coinprciidc todo cii todo sino que fiicla dc 61 hay algo mis; este contcntn cuando puede hallar cl concepto que se compadece
algo n h , cinpcio, iio lo conorco. Si de la iaíón pura que piensa con csa siiposici6n. No es, pues, una rensura para nuestra de-
ese ideal separamos toda materia, crto es, todo conocimiento de ducci6n del principio supremo de la moralidad, sino u n repro
los objetos, no nos qiicdar,i más qiic la forma, a saber: la ley che qiie habría que hacer aLn-cazón Iinmana e n general el que nc
p i c t i c a dc la univcrsal valide^ de las misimas y, conforme a pucda hacer concebibk una ley p r z t j c a inconclicionada (como tie.
ésta, la razón, en relación con Ln mundo pulo inteligible, como ne que serlo el imperativo categórico), en- a',soluta necesidad;
posible causa eficiente, esto es, coino causa determinante de la pucs si no quiere hacerlo por medio de una condici6n, a saber
\oluntad; ticm que faltar aquí por completo el resorte, y halllía por medio de algiin ii~teréspuesto por fundamento, no hay que
de scr esa idea inisina de un mundo inteligibk cl resorte o aque- censiirarla por ello, yn que entonces no sería una ley moral,
llo a que la razdn originariamente toma u n inteibs; pero liacer esto es, suprema de la libertad. M , pucs, no concebimos, cierta-
esto conceld~lc es justan:ente un problcma que no podenos mente, la n e c c ~ i d a ~ i c t i cincondicionada
a del in~perativomo-
resolver. S: pero m c 7 2 " ~ b . ~ i h ~ ~ ~ ~ ~ c Z i b 1 l
H e aquí, pues, el límite supremo de toda investigación nio- es todo lo que, en equi&cl, puede exigirse de una filosofía que
ral. Pelo dc~eiminarloes de gran in~poitaiiciapara que la razón, aspira a los límites de la razón hiimana en principios.
por una parte, no vaya a buscar en el m m d o sensible, y por
modo perj~iclicial para las costumbres, cl motor supremo y un
interéq concchible, sí, pelo cinpíiico, y, por otra partc, para qiie
no desplicgiic i ~ i f ~ i i c t i ~ o ~ . i ! ~\ i ii \c i:tl.~s
i t ~ c i i cl cilm-io, p i l a ella
varío, dc lo\ ioncc l)io\ L I . I > U ii(:( i i l . i l < \, 1 i . i j r ) c1 i i o i i ~ l mtlc iiiun-
do inteligible, sin :iv.iii/.ii i ~ i i~).i'ov 1~ itli<'ntlo\c < i i i i e . Iant,is- FIN
ivas. Por lo (Iciri.i\, la i t l u tlc i i i i iiiitiiilo iiiíc li;:il)lc~ 1)11io,( O I I I O
iiii coniiinto de tod.is 1,iq inkligcnci~i\, .il qiic i i w ~ i o inisnios
~
pcrtcncccinos como sercs racionale5 ( d ~ ~ n q u cpo1 , otra p i t e , al
m i m o ticnipo wmo, inirmbros dcl mundo senail)1e) sipm sien-
dp iina idea ntilimt>le y peimiticla para el fin de una fe ra-
cional, a n n cuando todo saber ha112 q i i t é ~ i ~ i nCII o los limites
de clla; ) cl niagnífico ideal de un reino universal d e los finei
c7i si ( m e s r.icionalei), al cual sólo podci~iospertenrccr coino
tiiicmbros cuando nos conciuciiuos ciiidadoaamrntc segíin m$%-
mai de In libcitad, cual si ellas fiici,in leyc.; d r la n:ituralc7a,
pioducc en noiotros u n vivo ititcl&a por la lcy iiioinl.

E1 uso cap:ciil.iti\o dc 1.1 i,i/Oii, col1 ~ r ~ s $ x tao la ~zatu~alczn,


<onduce n l,i ncc<~~itl.cd .11)di:ta de alguna cansa suprema del
t o In iarón, rota ~es$ccto n la libertad,
univeiso; cl iiw ~ ~ r k l i de
conduce t.iinbi6ii n una necesidad absoluta, pero sólo de las leyes
de n n ser racional como tal. Ahora bicn; es p i n -
d e las accio7~e~
cipio esencial de todo uso dc nuestra iaíón el llevar su cono-
cimiento hasta la conclcncia de su ~zeccsidarl (que sin clla n o
fuera nunca ~onociinientode la razón). Pelo ta:ol>i&n es iina
limilacirín igualmente esencial de la misma rarón cl no poder
conocer la necesidcd, ni de lo que rxisLc o lo qnc sucede, ni
de lo que debe suceder, sin poner una conrlicidn bajo la cual
ello existe o sucede o debe suceder. Dc csta siirrtc, cinpcro, por
la constante prcgunta o inquisición de la condicibn, queda
constantemente aplazada la satisfacción de la inzGn. Por eso ésta
bnsca sin descanso lo incondirional-nrcernrio y se vc obligada a
--
78. De la reunión del mecanismo universal de la materia
con el teleol6gico en la técnica de la naturaleza 402 .
Trinsito de la filosofía moral popular a la metafísica (le
A~NDIC-
E . Metodologia del juicio teleol0gico las costumbres' . . . . . . . . . . . 493
La antonomía de la voluntad como principio supieino de
la moralidad . . . . . . . . . . . . .
79. Si la teleología deb.e ser tratada como perteneciente a
La Iieteronomía de la voluntad como origen dc todos los
la tcoría de la naturaleza . . . . . . . . piincipios ilegítimos de la moralidad . . . .
SO. De la subordinación necesaria del principio necánico
División de todos los piincipios posibles de la inoialidad,
bajo el teleológico, en la explicación de una cosa como
según el supuesto concepto fundamental de la hete-
fin de la naturaleza . . . . . . . . . . ronomía . . . . . . . . . . . . . . .
81. De la adjunción del mecanismo al principio telco-
lógico en la explicación de un fin de la naturaleza
como producto natural . . . . . . . . .
82. Del sisteiki teleológico en las relaciones externas de
seres organizados . . . . . . . . . . . filliino $oso de In u~etnfísicadc las costutnb~es
83. Del iiltimo fin tlc Ir1 nalnr;ilcza coiiio sistciii;~~<:lwlbgic.) a la critica de la m z d n pura practica
84. Del fin final dc la ,esistcnci:i tic I I I I nin~itlo.c.s tlcc.ii,
de la creación misma . . . . . . . . . . L1 concepto de la libertad es la clave para explicai la auto-
85. De la teología física . . . . . . . . . . nomía de la voluntacl . . . . . . . . . .
8G . De la teología ética . . . . . . . . . . La libcrtad como propiedad de la voluntad debe presupo-
NOTA . . . . . . . . . . . . . . . . . neise en todos los seres racionales . . . . . .
87. De la prueba moral de la esistcncia de Dio5 . . . Del interés que reside en las ideas de la moialidad . .
88. Limitación dc la validez de la prueba moral . . . ¿C6nio es posil>le un impeiativo categhico? . . . .
NOTA . . . . . . . . . . . . . . . . . De los extrenios líinitcs de iorla filosofía prActica . . .
89. De la utilidad del argumento moral . . . . . . Observación final . . . . . . . . . . . . .
90. De la clase de aquiescencia que se da a i i r i r i ~)rciel);i
teleológica de la existencia de Dios . . . . .
91. De la clase de aqniescencia pmliit.itl;i po1 uiia fe
prrictica . . . . . . . . . . . . . .
Nota general a la t<*lrologi;i . . . . . . .

FUNDAMENTACI6N DE LA METAFÍSICA
DE LAS COSTUMBRES

Transito del conociniiento nioral vulgar de la ra7ón al


conocimiento filosGEico . . . . . . . . . . 481

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