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VIAJE POR LA GEOGRAFÍA

Una geografía para el mundo


Una geografía para todo el mundo

antoine bailly
alejandro salazar
andrés núñez
Viaje por la geografía
Una geografía para el mundo
Una geografía para todo el mundo
Esta edición constituye una adaptación, actualiza-
ción y contextualización de la obra a nivel latinoa-
mericano de los textos de Antoine Bailly y Renato
Scariati, Voyage en Geógraphie (Anthropos, Ed.
Económica, París, 1999) y Antoine Bailly, Renato
Scariati y José Manuel Simoes, Viagem à Geografia
(Joao Azevedo Editor, Mirandela, Portugal, 2009).

Serie GEOlibros
Antoine Bailly
Alejandro Salazar
Andrés Núñez

Viaje por la geografía


Una geografía para el mundo

Una geografía
para todo el mundo
910 Bailly, Antoine
B Viaje por la geografía. Una geografía para
el mundo. Una geografía para todo el mundo
/ Antoine Bailly, Alejandro Salazar y Andrés
Núñez. – – Santiago : RIL editores, 2018.

156 p. ; 23 cm.
ISBN: 978-956-01-0465-6

  1 geografía.

Viaje por la geografía


Una geografía para el mundo
Una geografía para todo el mundo
Primera edición: mayo de 2018

© Antoine Bailly, Alejandro Salazar y Andrés Núñez, 2018


Registro de Propiedad Intelectual
Nº 286.090

© RIL® editores, 2018

Serie GEOlibros N° 27

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Composición e impresión: RIL® editores


Diseño de portada: Matías González Pereira

Impreso en Chile • Printed in Chile

ISBN 978-956-01-0465-6

Derechos reservados.
Índice

¿Por qué un «Viaje en geografía»?......................... 9

Introducción
¿Por qué hablar de geografía?.................................................. 11

Capítulo i
La identidad de la geografía..................................................... 15

Capítulo ii
La geografía en todo, la geografía para todos........................... 27

Capítulo iii
La expansión del espacio.......................................................... 39

Capítulo IV
Los desequilibrios del territorio................................................ 51

Capítulo v
Vivir la ciudad.......................................................................... 61
Capítulo vi
El poder de los mapas.............................................................. 73

Capítulo vii
Valores y naturalezas del lugar................................................. 99

Capítulo viii
Desarrollar y ordenar el territorio............................................ 115

Capítulo ix
Una geografía existencial y humanista...................................... 135

Para concluir: ¿Un viaje geográfico?....................... 149

Bibliografía........................................................................ 151
¿Por qué un «Viaje en geografía»?

¿Cuáles son las razones para escribir un libro titulado «Viaje


por la Geografía»? ¿No es cierto que la Geografía nació de los
viajes y de las representaciones que se hacían los Egipcios, los
Griegos, los Romanos, los Árabes… de la Tierra? La Geo-grafía
como tal, como descripción de la tierra, es un viaje en sí mismo,
ya sea para explicar, conocer o comprender los aspectos físicos o
humanos de nuestra tierra.
Un viaje que nos ha llevado por la memoria de conquistas
territoriales, por la organización espacial en Estados-Naciones, por
la representación de vastos territorios en imágenes cartográficas y,
en lógicas más actuales, por el uso de los sistemas de información
geográfica. Así, la Geo-grafía ha recorrido y recorre todo el mundo,
viaja por él, reconociéndolo e identificándolo a distintas escalas,
en viajes que en el último tiempo también es un viaje «virtual».
Más allá, el viaje geográfico también plantea nuevos itinerarios
y nuevas preguntas: la de las desigualdades de desarrollo territorial
que suscitan migraciones y conflictos, las de las consecuencias de
la globalización que genera flujos migratorios, pandemias, cambios
climáticos a escala global, las de los límites de la explotación de
la Tierra y el extractivismo que países llamados «desarrollados»
hacen de territorios marginales, las de la calidad de vida en nues-
tros nuevos territorios metropolitanos… por citar solamente unos.
Todos esos temas son también «Viajes por la Geografía».
Este libro no es un manual sino un «guiño» abierto hacia
varios aspectos de la «nueva geografía», aquella surgida al alero
de la Geografía Humanista y a la que emergió en el llamado Giro
Cultural de la Geografía. Nuestro objetivo es acercar a profesores,
estudiantes y, por cierto, al público en general, de modo sencillo e
ilustrado, a los estudios e intereses de la Geo-grafía, muchas veces
demasiado encerrada en el Aula. Así, presenta, mediante ejemplos y
encuadres, múltiples luces sobre corrientes de pensamientos de una
disciplina que se está permanentemente renovando para responder
a las preguntas de nuestras sociedades en el espacio.
Originalmente este libro fue publicado en Francia y luego en
Portugal, bajo la supervisión, edición y autoría de Antoine Bailly.
Hemos tomado su propuesta y hemos traducido y adaptado aque-
llas ediciones al mundo latinoamericano, incorporando algunos
aspectos que nos parecieron relevantes a nuestro lenguaje.
Se puede leer desde el principio hasta el fin, o recorrerlo por
capítulo, cada uno siendo independiente de los otros. El hilo con-
ductor es el «Viaje en Geo-grafía» con sus grandes visiones, sus
bifurcaciones para facilitar ideas a los docentes, a los estudiantes,
a los alumnos, a todos los que viven en la Tierra y se preocupan
por su preservación.
Una geografía abierta al mundo, y… ¡para todo el mundo!

Antoine Bailly, Alejandro Salazar y Andrés Núñez


Verano, 2018.
Introducción

¿Por qué hablar de geografía?

Vivir sobre la Tierra


Nadie puede prescindir de la geografía puesto que todos habitan
el planeta Tierra y deben encontrar allí un lugar donde vivir, traba-
jar y ocupar su tiempo libre. Conocerlo, para preservarlo mejor y
aprovechar de manera sostenible sus recursos, es uno de los grandes
objetivos de la geografía.
La ciencia geográfica ha fascinado a la imaginación desde la
más remota antigüedad. De hecho, el término, de origen griego,
significa Tierra (Geo) y descripción (graphia). Para conocer y com-
prender el funcionamiento de la Tierra, los hombres aprendieron
progresivamente a determinar su forma, su rotación, a describirla y
a cartografiarla, a confeccionar inventarios de sus recursos y de su
población. Después aprendieron a explicar las relaciones entre los
medios físicos y humanos.
Pero la geografía no es solo un catálogo o mera descripción, sino
también una disciplina científica abierta al análisis de las prácticas
espaciales, y a sus problemas sociales; si es importante saber la altura
del Aconcagua, 6.960 m, la montaña culminante de América Latina,
lo es aún más conocer el proceso de formación de la cordillera de los
Andes, su evolución, su rol en la alimentación de los cursos de agua
y en la creación de civilizaciones andinas; en geografía se hablará
de la importancia estratégica, de la utilidad hidrológica, agrícola
e industrial de los ríos, de la geopolítica de los Estados, etc. A los
Andes, por ser la más importante cadena de montañas de América

11
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

del Sur, se la considera como la fuente de vida de las civilizaciones


andinas; a sus extensos valles, como cuencas industriales, y a sus
valles interiores, como espacios agrícolas y turísticos.
Desde la geografía, los Andes también es observada como espa-
cio sociocultural, es decir, desde los múltiples procesos de articulación
que allí se han vivido. A su vez, interpretada desde la construcción de
imaginarios geográficos surgidos al alero de discursos que han ido
institucionalizando el espacio montañoso, tanto para una proyección
de área inhóspita, zona turística, espacio sagrado o un territorio
productivo. Muchos de estos imaginarios geográficos surgen desde
el poder y hacen que las sociedades se formen un sentido, un signi-
ficado de cada parte de los Andes.
Los Andes, por tanto, como ícono territorial, es reflejo de las
sociedades que la observan. En Chile, por ejemplo, el paisaje de la
cordillera será uno de los símbolos claves que permitirán constituir
nación en el siglo XIX. Así, los Andes se elevará como una muralla
que tendrá el destino de separar o definir las espacialidades de la
nación argentina y chilena. De hecho, hacia fines del siglo XIX, el
diplomático e ingeniero-geógrafo Eduardo de la Barra manifestaba
que «la naturaleza puso entre ambas naciones —Chile y Argenti-
na— la gran cordillera nevada de los Andes para dividir sus tierras
y sus aguas, por la raya imborrable de la cumbre». Con ello, aquella
geografía de montaña se transformaba en biombo luego de siglos de
articulaciones y contactos fluidos de un lado y otro. Por cierto, no
fue aquello una producción simbólica del espacio que solo se redujo
a Chile. Así como para Chile lo fue los Andes, para Argentina lo fue
la Pampa y para Brasil la Selva.
Preguntarse cómo se construye el paisaje de la nación será
también tarea de los estudios geográficos. Es decir, estudiaremos su
lado físico, su geomorfología, pero también la producción social y
cultural del espacio.

Pensar geográfico
La geografía tiene por objeto comprender la organización de
los seres humanos y de sus actividades en la superficie de la Tierra,
explicar las relaciones entre los medios y las sociedades, y aplicar
estos conocimientos para organizar de manera sostenible estos
lugares de vida, en el respeto al medio ambiente y a sus habitantes.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Este libro, que no es un manual, desea iniciar el pensamiento


geográfico desde el «pensar geográfico». Puesto que utilizamos co-
nocimientos espaciales tanto en la vida cotidiana —para el simple
hecho de desplazarnos— como en situaciones excepcionales —la
elección de un lugar para ir de vacaciones o de un departamento—,
debemos estar atentos a la geografía y sus explicaciones. El dominio
de la geografía permite captar el sentido de los territorios, los flujos
entre esos territorios, las divisiones del mundo, etc. y razonar de
manera espacial antes de juzgar o actuar.
El «pensar geográfico» se desarrolla en cinco etapas.

1. Saber plantear preguntas sobre el espacio y los medios de


vida: dónde, por qué, quién, hasta dónde, cómo, por citar
solo las más simples.
2. Saber dónde obtener información geográfica: obras de refe-
rencia, mapas, estadísticas, fotos; pero también observando
a nuestro alrededor.
3. Saber organizar y analizar esta información mediante clasifi-
caciones y síntesis, para expresar su pensamiento geográfico.
4. Responder a las cuestiones geográficas, es decir, explicar
procesos espaciales y desarrollar puntos de vista sobre las
prácticas espaciales, sus causas y consecuencias.
5. Responder de manera reflexiva, crítica y proactiva a las preo-
cupaciones de la sociedad actual, especialmente en lo que res-
pecta a la cohesión y la calificación de las regiones y ciudades,
la preservación de los valores ambientales y patrimoniales,
los peligros y los riesgos, minimización o, más generalmente,
el desarrollo económico, social, cultural de los territorios.

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Capítulo i

La identidad de la geografía

El rol del espacio


La geografía, disciplina consagrada a las prácticas humanas
sobre la Tierra, posee una larga experiencia teórica y aplicada en
tres ámbitos:
• Los efectos de distancia y de proximidad
• Los efectos en los medios locales
• Los efectos de escala y representación espacial

Gracias al análisis del rol de la distancia sobre las localizaciones


humanas, la geografía explica el porqué de los asentamientos hu-
manos. Aporta los nexos entre ambiente y territorio para explicar
cómo se crean medios de vida en la interfaz naturaleza-cultura.
El estudio de las concentraciones humanas, las densidades y los
desplazamientos le permite abordar las jerarquías y los efectos de
aglomeración ligados a la proximidad. En fin, por su interés en los
valores territoriales, en los espacios vividos, nos abre al sentido de
los lugares. Son muchos los campos en que la geografía ha desa-
rrollado su originalidad para intervenir en temas contemporáneos
como la exclusión espacial, la diseminación de las enfermedades, la
metropolización y el ordenamiento del territorio.
La geografía es la única disciplina que se consagra tanto al rol del
espacio terrestre como a su influencia en las sociedades. Ya se trate

15
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

de la geografía de la Antigua Roma, donde, por ejemplo, Estrabón1


relataba recorridos y paisajes mediterráneos, o de aquella de los gran-
des exploradores, como Cristóbal Colón o Américo Vespucio, que
describieron y bautizaron las tierras conquistadas, cada geógrafo ha
contribuido a poner orden en los conocimientos del espacio terrestre.
La geografía contemporánea prosigue este camino otorgándoles más
relevancia a sus fundamentos teóricos, a los modelos explicativos y
a las consecuencias de nuestras prácticas espaciales.

Pertenecer a un fragmento de tierra


Primera etapa de la geografía: comprender cómo las sociedades,
desde los tiempos más remotos, ocupan, se apropian y defienden su
espacio. «El individuo se comporta como si fuera amo y señor de
una pequeña fracción del medio ambiente», escribe un psicólogo.
Considerando este espacio como su medio de vida, su proveedor de
recursos, lo organiza conforme a sus necesidades. Cada lugar es un
espacio producido con sus características físicas, su medio social,
político, económico.
Todo espacio se convierte, entonces, en un espacio vivido por
hombres que van a desarrollar sus sentimientos de pertenencia y
compartir historia, cultura, lengua, religión… Los conceptos de
identidad y de patrimonio son fundamentales para la comprensión
de estos espacios vividos.
Esta identidad revela las conciencias colectivas de hombres y
mujeres que viven en un territorio y comparten solidaridades socia-
les. La geografía, «una cierta manera de leer el espectáculo mundo»,
como escribiese Paul Claval (1995), se encuentra así confrontada a un
mundo complejo que traduce las preocupaciones espaciales humanas:
estudia los modos de vida de los hombres, sus organizaciones, aborda
las capacidades de creación espacial y de recomposición del mundo,
e indaga en cada orden espacial para entenderlo más claramente.

1
Estrabón (63 a. de C. - 24 d. de C.), geógrafo, historiador y filósofo, nacido bajo
la dominación del Imperio Romano en el Ponto, la actual provincia turca de
Amasya. Él es el autor de la monumental Geographia, un tratado de 17 libros
que contienen la historia y las descripciones de personas y lugares de todo el
mundo que, en su momento, eran conocidos.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 1. Pertenecer a un fragmento de tierra

Fuente: Bailly, 2009.

El orden regional
Segunda etapa de la geografía: captar las lógicas de las divisio-
nes del espacio, fronteras físicas y sociales, institucionales e incluso
fronteras mentales que cada uno de nosotros alberga en sí. ¿Quién
no tiene una idea acerca de los límites de su barrio, de su región
o de América como continente? Jamás el mundo ha conocido tan
numerosos y rápidos cambios: regiones y países nacen y renacen,
ya sea en continuidad histórica o en ruptura con el pasado. Nue-
vos regionalismos, que a menudo no tienen nada que ver con los
viejos dominios de la pureza étnica, surgen sobre las cenizas de
naciones en decadencia, con sus aspiraciones culturales, económicas
y territoriales; e incluso en las naciones que se mantienen fuertes,
los movimientos de regionalización recomponen los territorios de
acuerdo a un nuevo orden administrativo o de ejercicio de poder.
El proceso de regionalización expresa un proceso de producción
social y de conciencia identitaria que permite el desarrollo de prácti-
cas espaciales en un marco definido. Toda dominación espacial posee
su dimensión cultural: la historia ilustra bien cómo la expansión de
regiones, países, luego de un período de uso de la fuerza, se efectúa
de manera sutil gracias a dominaciones culturales al interior de las
nuevas fronteras políticas.

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

La individualidad, la unidad y la diversidad son tres atributos


que cualquier proceso de regionalización de un país no puede dejar
de tener en cuenta.

Empatía y conocimiento de los lugares


La importancia del apego a las regiones se encuentra en otras
escalas espaciales. Cada persona teje lazos con uno o varios lugares
con los cuales desarrolla relaciones empáticas: el anciano, que no
quiere dejar su antigua vivienda por otra más moderna; el niño, que
encuentra en su patio un terreno de aventuras, y también el lugareño,
que participa de la vida comunitaria local con el afán de preservar
su idiosincrasia.
El geógrafo Yi-Fu Tuan, uno de los que más insistentemente
se dedicaron a la percepción, las actitudes y los valores del lugar
(se destaca desde luego su obra Topofilia, 1974), llamó la atención
sobre el hecho de que los mongoles consideren a Mongolia (que es
una meseta geográficamente extensa y suave, dividiendo los grandes
sistemas fluviales de Siberia y Asia oriental) un monte grande y el
centro del mundo, en lugar de una meseta rodeada de altas montañas;
ellos, los mongoles, vivirían en la colina central, mientras que otros
pueblos que viven por debajo de ellos, en las laderas. Otro tanto
nos dijo Gastón Bachelard en su hermosa obra Poética del Espacio
(1957) sobre la necesidad de no quedarnos en las meras descripciones
«objetivas», sino que profundizar e indagar en perspectivas íntimas
y/o sociales del espacio.
La geografía nos hace tener presentes la importancia de los luga-
res, la calidad de vida, la responsabilidad territorial y la solidaridad
espacial. El tema de la exclusión espacial, a menudo estudiado en
geografía, muestra, por ejemplo, los riesgos que corren las socieda-
des que no toman en cuenta estas solidaridades. Como resalta la
destacada geógrafa Doreen Massey2 (2009): «Lo que necesitamos
es un sentido global de lugar».
Esta geografía se interesa en desentramar los lazos entre espacio
geográfico, físico y humano, vida económica, cultural y social, pro-
poniendo modelos para sistematizar las explicaciones. Las escalas de
estudio se multiplican: locales, regionales, nacionales, internacionales.
Los temas abordados se enriquecen: efecto de la distancia sobre la

2
Premio Vautrin Lud, «Nobel» de la geografía (1998).

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

localización, de la centralidad sobre la organización espacial, de la


imperfecta representación que el hombre tiene del mundo sobre las
decisiones geográficas, del imaginario sobre la organización espacial…
La geografía reúne a las humanidades y a las ciencias. Su objeto es el
análisis, con diversos enfoques, de la manera en que las sociedades se
distribuyen, se representan y luchan por vivir en el espacio.
Esta geografía convoca a un conjunto de saberes organizados
en torno al estudio de los procesos espaciales más que a las nomen-
claturas. En efecto, ¿quién habría pensado, ciertamente, hablar de la
planta nuclear de Chernobyl antes de 1986?, o desde una mirada más
actual, ¿de los masivos derrames de petróleo ocurridos en el Golfo
de México? Y si lo hacemos hoy, es para explicar la difusión de la
contaminación, ya sea por vía aérea o marítima, y de sus impactos
sobre las actividades económicas y sociales.

Derrames de petróleo en el Golfo de México

El Golfo de México ha tenido dos masivos derrames de petróleo.


El primero de ellos fue el día 3 de junio de 1979, producto de una
perforación del pozo Ixtoc I de Petróleos Mexicanos, que ocasionó
el desbordamiento de 560 millones de litros de crudo de hidrocar-
buros al Golfo de México. Esta catástrofe se expandió en las zonas
costeras de Campeche, Tabasco, Veracruz, Tamaulipas y Texas.
Por otra parte, desde una perspectiva más actual, se encuentra el
accidente del 22 de abril de 2010, generado por la explosión de la
plataforma petrolífera Deepwater Horizon, que vertió entre 675
y 13.495 toneladas de petróleo cada día en el norte del Golfo de
México. Ambos eventos generaron importantes daños sociales y
ambientales hasta el día de hoy, tales como el impacto en las especies
de los ecosistemas marítimos, el impacto económico por los altos
costos de la descontaminación, y el prejuicio para las personas y
empresas dedicadas a actividades extractivas en esta zona.

Fuente: García-Cuellar, J. Ángel et al. (2004); Arcos, G. (2010).

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Del mismo modo, ¿quién hubiera previsto el terrible terremoto y


tsunami del 27 de febrero de 2010 en Chile de magnitud 8,8 Mw3 y
una duración de aproximadamente 3 minutos, que dejó un saldo de
512 fallecidos, y una alerta de tsunami que se extendió en el pacífico
por 53 países4? Y si hoy nos referimos a este tema, es sobre todo para
intentar explicar los procesos causa-efecto de la tectónica de placas,
de los terremotos y maremotos, siendo necesario combinar los meca-
nismos de formación y propagación de las grandes ondas y las pos-
teriores y sucesivas devastaciones sobre los asentamientos humanos
en las zonas costeras.
A partir de aquello, los geógrafos han impulsado nuevas formas
de comprender este fenómeno natural, especialmente en una amplia
región donde la actividad sísmica es recurrente. Nuevas formas de
ordenar el borde costero y una mayor visibilización del problema
han sido tareas que desde la geografía se han discutido y analizado.

3
La sigla Mw se refiere a la escala sismológica de magnitud de momento.
4
Organización Panamericana de la Salud (OPS), El terremoto y tsunami del 27
de febrero en Chile. Crónica y lecciones aprendidas en el sector salud (Santiago
de Chile, 2010).

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 2. Borde costero de Chile: antes y después de tsunami


del 27 de febrero de 2010

Fuente: SAF.

Gracias a esas explicaciones, cada uno puede seguir aquellos


grandes procesos espaciales, describirlos con palabras, figuras,
estadísticas, explicarlos de manera general y entender el rol de la

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

distancia en las consecuencias de la catástrofe, así como la influencia


de todo ello a nivel mundial.

Los riesgos naturales y la planificación territorial

Discutir acerca del tipo de amenazas naturales, de los factores de


la vulnerabilidad y del tipo de riesgo derivado, no es sino discutir
de los elementos de base de la planificación territorial. Los denomi-
nados riesgos de origen natural corresponden a la probabilidad de
ocurrencia de un proceso natural extremo, potencialmente peligro-
so para la comunidad y que puede causar daño tanto a las personas
como a sus bienes y obras (Burton, 1999), que se configuran por
una relación directamente proporcional e interdependiente entre
factores de amenaza y vulnerabilidad. En consecuencia, para pla-
nificar un territorio bajo una óptica riesgo-sustentable, se debe(n)
conocer la(s) amenaza(s) natural(es) del lugar y las condiciones de
vulnerabilidad de los asentamientos humanos e infraestructura,
existentes o potenciales, ejercicio que puede plasmarse mediante
zonificaciones expresadas en mapas y validadas por los distintos
actores que confluyen con sus intereses en lugares amenazados
por la dinámica propia del sistema natural. La amenaza o peligro,
que puede manifestarse en un lugar específico con una intensidad
y duración determinadas, se concibe como un factor externo de
riesgo, representado por la potencial ocurrencia de un suceso de
origen natural. Su conocimiento deriva de estudios que caracteri-
cen su comportamiento en términos de su magnitud, recurrencia
y posibles impactos, para lo cual la recopilación de antecedentes
de eventos pasados y las evidencias en terreno son claves. Un
principio que debería incorporarse en materia de planificación
territorial es que en aquellos lugares donde ya se ha manifestado
un tipo de peligro natural, es esperable que ello vuelva a suceder,
de no mediar medidas de mitigación.

Federico Arenas, Marcelo Lagos y Rodrigo Hidalgo,


Planificación territorial y riesgos de desastres:
lecciones del terremoto y tsunami de 2010.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Una cuestión de escala: de lo local a lo global


Recibimos cada día noticias sobre las dificultades de la vida en
la Tierra: los tornados en Norteamérica, las inundaciones en Brasil,
el hambre en África, los conflictos armados en Colombia, la crisis
económica y el desempleo en diversos países de América Latina, etc.
Sin embargo, muchas de aquellas noticias llegan como datos, como
hechos dados sin referencia del contexto u origen. Los medios de
comunicación, en general, nos muestran solo imágenes impactantes
de este tipo de desastres y problemas, sin profundizar. Explicaciones
y un análisis más completo es precisamente resorte de la ciencia y,
sin duda, de gran parte de la geografía.
En un tiempo donde la información se desarrolla, en muchos
casos, en tiempo real, donde la movilidad es extrema, donde el pla-
neta parece ser cada vez más conocido, donde las noticias del mundo
se mezclan con las noticias locales, es esencial tener en cuenta los
marcos sociales y científicos desde donde muchos acontecimientos
se producen: sus lugares de aparición, sus explicaciones y sus conse-
cuencias en la vida de otros y la nuestra. Estas consideraciones no son
ajenas a la geografía y forman parte de sus inquietudes e intereses.
Pero no solo lo global es indispensable. Es recomendable ob-
servar el fenómeno en relación con escalas menores. Es, por tanto,
necesario aplicar aquellos razonamientos a nivel local para mantener
informados a los ciudadanos de cada territorio, ya sea su barrio,
su ciudad o su región. En buena medida, ha sido la geografía la
que en las últimas décadas ha venido destacando la importancia de
considerar lo global en relación con lo local. El geógrafo brasileño
Milton Santos trabajó en forma extensa esta problemática. Así lo
deja expuesto en su obra La naturaleza del espacio (2000): «El terri-
torio termina siendo la gran mediación entre el mundo y la sociedad
nacional y local, ya que en su funcionalización, el mundo necesita
de la mediación de los lugares, según las potencialidades de estos
para usos específicos».

23
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 3. Mirando al mundo en diferentes escalas.

Fuente: Google Earth.

En la actualidad, en geografía no es posible observar la escala


como un asunto meramente jerárquico. Es decir, lo global es «natural-
mente» superior a lo local. Ambas perspectivas están relacionadas. En
ello, la geografía ha sido parte del giro cultural de las ciencias socia-
les. Es indispensable incorporar la noción de escala y comprenderla
desde la tensión que los diversos espacios en sus diferentes escalas
producen. Entonces, el geógrafo deberá interesarse en los procesos y

24
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

en los contextos donde se van definiendo las prácticas sociales desde,


precisamente, sus diversos niveles de análisis. Por ejemplo, el Estado
no es el único agente de evaluación espacial. Al formular propuestas
de ordenamiento territorial, al geógrafo le será necesario considerar
actores locales o regionales que también constituyen una manera de
ver y comprender el mundo. El asunto de escala en geografía nos
remite así a un diálogo de saberes, de perspectivas que habrá que
escuchar y observar para un adecuado análisis.

Las escalas en geografía

La fecunda reflexión llevada a cabo en el último decenio y medio


sobre el concepto de escala ejemplifica bien el estímulo que la
globalización ha tenido en los modos de percibir el espacio. La
máxima, desde hace tiempo asumida, de que «la región se lee
y vive a varios niveles» y el punto de vista geográfico que exige
«una aproximación interactiva o dialéctica entre macroescalas
y microescalas» (Nonn, 1985) parecen cobrar hoy más sentido
que nunca en el marco de la mundialización creciente. Más aún,
algunos autores han llegado a afirmar que, en el mundo de hoy, la
cuestión central para un proyecto de geografía moderna estriba en
explorar la dialéctica entre lo global y lo local; en explicar cómo
los procesos generales que operan a escala planetaria configuran
espacios particulares […]
En definitiva, el concepto de escala se ha ampliado y diversificado,
ganando más profundidad teórica. A la idea tradicional de escala,
en el sentido del tamaño u orden de magnitud, y a la idea de la
escala como nivel jerárquico, en el sentido de territorio provisto
de más o menos poder, se han añadido otras dos concepciones que
indagan, de manera distinta, en el entendimiento de la región como
construcción social: la escala como red y la escala como relación.

García Álvarez, Jacobo, «Geografía regional»,


en Tratado de geografía humana, 2006.

La cuestión de la escala es de hecho uno de los problemas cen-


trales de la geografía. Tenemos que estar preparados para entender lo
que sucede a nuestro alrededor, desde lo local a lo global, de nuestra
casa a la calle ¡o al planeta!

25
Capítulo ii

La geografía en todo,
la geografía para todos

Un viaje geográfico
Hacer geografía en lo cotidiano. He ahí pues el objetivo de este
viaje geográfico. Son innumerables las ocasiones en que hacemos
geografía sin saberlo. Nuestras prácticas cotidianas están inscritas en
nuestros espacios de vida. Aún con la reducción de los efectos de la
distancia gracias a los nuevos medios de transporte, igual recorremos
el espacio, desde la casa hacia los lugares de trabajo, de compras o por
esparcimiento,etc. Consumimos bienes que han sido transportados por
el mundo, desde las zonas de producción hacia aquellas de consumo,
y también servicios que recorren el globo a la velocidad digital. El
pasaje de avión comprado en Santiago de Chile es registrado a su
vez en Bogotá mientras que buena parte de aquella contabilidad va a
São Paulo, donde se encuentra la sede de la compañía de la aerolínea.
Un sistema-mundo nos permite acceder a informaciones, bienes
y lugares cada vez más variados y lejanos, aumentando las interre-
laciones entre las personas. Este sistema funciona muchas veces en
forma instantánea, con informaciones transmitidas a medida que se
producen —como fue el caso cuando se difundieron las imágenes de
los atentados a las Torres Gemelas en Estados Unidos—, y justo a
tiempo, para que los bienes sean transportados lo más rápido posible,
con el fin de eliminar costos de almacenamiento.
El interés de los ciudadanos por comprar un automóvil hace que
se activen numerosas tareas a escala planetaria que, en definitiva,

27
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

permite poner en marcha su producción. Los parachoques se fabri-


carán en algún lugar de Oriente y otras partes provendrán de Norte-
américa o Europa. Todas ellas estarán disponibles para el ensamblaje
del nuevo vehículo y una vez que aquella tarea haya finalizado,
se activará una red de distribución jerarquizada hacia la central
nacional y luego, hasta su concesionario. Así, se ha implementado
un proceso complejo que se desarrolla en el espacio y en el tiempo.
Por ejemplo, para inicios del año 2014, la capacidad de produc-
ción de Nissan alcanzó los dos millones de unidades en América,
en la medida que a sus plantas de ensamblaje de Estados Unidos
ha añadido las de Brasil y México. Si alguno de ustedes se imagina
que el ensamble de automóviles es inmediato y sencillo, pierde de
vista el increíble proceso que involucra diversos y distantes espacios.
Así, imagínese navegando una distancia de 8.608 millas náuticas
en un carguero, durante 35 días, a una velocidad promedio de 10
nudos, desde Shanghái hasta el puerto de Colón en Panamá, o una
distancia similar si se trata del recorrido desde Japón al puerto de
Buenaventura, Colombia, allí viene parte de las piezas del nuevo
automóvil. Ahora bien, si el Océano Pacífico le resulta un tanto es-
cabroso, también puede aventurarse por el Atlántico 12 días o más,
desde Rotterdam o cualquiera de los puertos europeos hasta los de
Barranquilla, Santa Marta o Cartagena, sin incluir en esta aventura
las 24 horas o más que implica la travesía por tierra en grandes
camiones que llevan los contenedores hasta las pocas fábricas en-
sambladoras instaladas en las periferias de las principales ciudades
de Colombia. De este modo, cuando uno observa un vehículo en
cualquier calle o carretera del país, nadie imaginaría el proceso lo-
gístico que demanda su ensamblaje. Es obligatorio pensar en Japón,
China, Francia, Alemania y Estados Unidos, por solo mencionar el
lugar de origen de las principales marcas que se procesan en el país,
para calcular integralmente las peripecias logísticas realizadas antes
de que el vehículo sea divisado por los clientes tras los ventanales
de los concesionarios.
Las rutas marítimas del Pacífico y del Atlántico tienen que ser
incluidas en este proceso logístico de ensamble, que en apariencia
solo requiere de unas cuantas horas en la fábrica, pero que realmente
demanda la concatenación de un amplio número de fases, especial-
mente cuando más del 80% de las piezas son producidas lejos del
punto de ensamblaje.

28
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El objetivo de este capítulo es presentar una geografía de lo


cotidiano, a partir de ejemplos concretos, para explicar los grandes
procesos geográficos, su complejidad y su fragilidad. Jugamos to-
dos con el tiempo y el espacio, nuestra calidad y modos de vida no
quedan libres de las consecuencias de ello.

El comienzo de una jornada geográfica


Una jornada habitual se despliega en espacios múltiples. Descri-
bamos su desarrollo geográfico temprano por la mañana:
Son las 7 a. m., el primer viaje geográfico comienza en el baño:
el agua brota de la ducha… ¿de dónde viene? ¿Vendrá sin gusto o
sin olor este verano? ¿Estará contaminada?
A nadie se le escapan estas reflexiones geográficas… y, en caso
de escasez de agua o dificultades de abastecimiento, cada uno ha-
llará al responsable: el gobierno local, las empresas de tratamiento
y distribución.
El desayuno refleja, más que otras comidas, la evolución de
nuestros modos de vida. Al café-té-pan de la tradición occidental se
agregan los jugos de naranjas, los cereales, la ensalada de frutas. La
mesa ha llegado a ser el cruce de múltiples redes de abastecimiento:
el sistema-mundo va cambiando nuestro consumo tal como lo hizo
la influencia cultural norteamericana en su momento o lo hace hoy
nuevamente en muchos lugares de América, como Chile por ejemplo.
Otro ejemplo, los lácteos, de producción local hace algunos años,
reflejan el lugar tomado por las empresas que hegemonizan el sector
agroalimentario. El desayuno ha cambiado de dimensión geográ-
fica: de una producción a escala local, hemos pasado al consumo
de productos del sistema-mundo, tanto por los propios productos
que consumimos, algunos provenientes del otro lado del mundo,
como las costumbres adquiridas en los estilos de vida importados y
canalizados por las agencias publicitarias.

29
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Un «desayuno geográfico» en algún café de Buenos Aires

En todo el mundo se habla hoy en día de la globalización económica,


cultural, política, ideológica. El fenómeno no es reciente, ya que el
comercio y su movilidad territorial han estado presentes desde siglos,
impactando en la vida cotidiana de las personas. Sin embargo, es
evidente que en la actualidad aquella movilidad es vertiginosa y es
factible tener muchos elementos del sistema-mundo en una sola
mesa. Tomemos el ejemplo de la «economía-mundo» a la hora del
desayuno, teniendo en cuenta el origen de las herramientas y los
productos utilizados en aquella actividad en un lugar indeterminado
de la gran ciudad argentina de Buenos Aires:
• Lista de productos: máquina o computador fabricado
en China.
• Mantel e «individual»: telas, fabricadas en la India.
• Utensilios: producidos en España.
• Cubiertos: hechos en China, comercializados por una
empresa chilena.
• Servilletas: Papel producido en Brasil y fabricadas a
gran volumen en China.
• Café: producido en Colombia, con grano local o pro-
cedente de Brasil.
• Leche: producción en Argentina por un grupo empre-
sarial chileno y español.
• Jugos: producidos en Argentina y Chile.
• Yogures: producidos en Argentina por un grupo
empresarial italiano.
• Pan y pasteles: producidos en Argentina, con el
cereal procedente desde el interior del país.
• Queso y jamón: producidos en España.
• Frutos: plátanos de Ecuador, kiwis de Nueva Ze-
landa y naranjas de España.
• Empleados: nacionalidad peruana y chilena.

En resumen, en Buenos Aires, América, Europa, Asia y el


sistema-mundo ¡están en la parte superior de la mesa!

30
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Vivir una geografía de lo cotidiano


Después de este desayuno, hay que emprender el primer cruce
del espacio fuera de la cáscara protectora de la casa. Un despla-
zamiento que puede tomar una hora o más en ciertas capitales, o
algunos minutos en ciudades pequeñas o en el campo. La elección
del itinerario constituye el primer ejercicio geográfico indispensable,
aunque ese desplazamiento sea una rutina. Cada uno de nosotros
elabora, sin saberlo, un mapa mental de su barrio, de su ciudad, y
selecciona cuáles ejes estructurantes utilizará para ir al lugar de tra-
bajo lo más fácilmente que pueda, pasando por rotondas, avenidas
y, eventualmente, por nudos de transporte. Puede haber, incluso,
discrepancias entre los miembros de la familia acerca de qué rutas
utilizar. Discusiones normales (hasta acaloradas) porque, a su vez,
las representaciones del espacio varían según la edad, el sexo, el
modo de transportarse, etc.

Figura 4. El espacio y tiempo en la vida cotidiana,


Mercado de Plantas, Ciudad de México

Fuente: fotografía de Alejandro Salazar.

31
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Aquel desplazamiento en el espacio y en el tiempo constituye el


objeto de una geografía que se vincula al análisis de nuestra movi-
lidad, explicando, analizando las causas de los llamados «atascos»
en las «horas punta» y propone soluciones para evitar que la movi-
lidad se concentre en los mismos horarios y en modos de transporte
similares. Todas las actividades se desarrollan en el espacio y en el
tiempo, de lo que resulta una multitud de flujos que recorren nuestras
ciudades, nuestras regiones y también el mundo.
La familia se dispersa durante esas jornadas; los niños en los
colegios o escuelas y la población activa en las empresas o lugares
de trabajo, extendiendo nuestros espacios vividos fuera del barrio.
En el momento de las actividades de esparcimiento, estos es-
pacios alcanzan hasta la residencia de amigos o amigas que viven
a distancias a veces considerables, o cuando nos desplazamos a los
lugares de descanso o vacaciones.
La geografía del turismo estudia estos recorridos, desde el nivel
local hasta el nivel mundial, siguiendo a las multitudes de veranean-
tes deseosos de abandonar las metrópolis contaminadas, a fin de
practicar actividades en boga o simplemente descansar. Cada uno
sabe que sus migraciones originan embotellamientos, saturación de
los transportes y son las condicionantes sociales, institucionales,
temporales y espaciales —las fechas de vacaciones escolares, por
ejemplo— las causas de ese fenómeno, al cual la geografía de los
transportes dedica numerosos estudios con el fin de ajustar tiempo
y espacio, y reducir la dimensión de los problemas.
Podríamos proseguir esta jornada geográfica hasta la hora del
almuerzo o cena, las actividades sociales o la jornada de trabajo
vespertina, o hasta la velada cultural. Cada práctica humana se de-
sarrolla en el tiempo y en el espacio siguiendo ritmos establecidos.
Se habla de geografía de los modos de vida, aquellos que varían de
una región o de un país al otro: horas de comida, tipos de comida,
productos que se consumen. Cada sociedad se caracteriza por prácti-
cas geográficas que constituyen su originalidad, y que son estudiadas
por la geografía cultural.

32
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

De la geografía regional
a la geografía de los riesgos
Todas aquellas especializaciones de geografía han aparecido
en el curso de la historia de la disciplina, que no contaremos aquí
porque es larga y compleja, y es materia de otros textos.
Recordemos simplemente que es la escuela francesa de geografía
regional la que ha profundizado en el estudio de los modos de vida
regionales a comienzos del siglo XX, después que diversas orienta-
ciones deterministas argumentarán que toda vida humana estaba
ligada e influida por el medio físico. Ya sea en los valles de la Sierra
del Perú o en el Amazonas, cada grupo humano se adapta al medio
en que está, utilizando las potencialidades de la montaña o del mar, y
las complementariedades entre espacios de características diferentes:
la planicie baja para los árboles frutales, las áreas elevadas para la
crianza de ganado, los vados de los ríos o lugares prominentes para
emplazar puestos defensivos.
Evidentemente, con la industrialización estas determinantes
se debilitaron, pero la historia y la geografía de las sociedades han
perdurado a través de esos asentamientos. Las ciudades raramente
cambian de emplazamiento, pero sí se extienden. Y aquel que era
su sitio primitivo se suele convertir en un pie forzado urbanístico:
entonces hay que construir puentes y abrir túneles. Pero, luego de
un período en que el hombre creyó poder dominar totalmente la
naturaleza, el resurgimiento de las preocupaciones por la ecología
viene a recordar la sempiterna presencia del medio ambiente. Las
ciudades deben adaptarse de modo de minimizar los riesgos naturales
(climas, terremotos, inundaciones), y las normas de construcción
deben tener en cuenta esos riesgos.
Además, deben encarar los riesgos tecnológicos, la contamina-
ción vehicular e industrial y el riesgo nuclear. Una geografía de los
riesgos se ha desarrollado para ayudar a las sociedades a preverlos.
Aunque el riesgo cero no existe, el principio de precaución, con-
cepto que considera las medidas a tomar ante eventuales desastres,
es la base de esta geografía cuyo campo de estudio son las catás-
trofes naturales (inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas,
tempestades) y las catástrofes tecnológicas (nucleares, químicas).

33
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 5. Inundaciones, Buenos Aires, Argentina

Fuente: atodomomento.com (dominio público internet).

Los medios de comunicación, que describen este tipo de eventos,


son testigos de la fuerte presencia de estos condicionantes en nuestros
medios de vida. Un día, un cultivo es destruido por la helada, otro,
el nivel de ozono atmosférico se halla excedido en una ciudad, sin
olvidar alguna avalancha, una erupción volcánica o una fuga nuclear.
Los medios hablan de las causas de la catástrofe, del lugar en que
ocurre, pero también de procesos geográficos conocidos, como la
difusión de los contaminantes en el tiempo y en el espacio.
En el libro Terremotos y tsunamis en Chile: para conocer y pre-
venir (2011), de las geógrafas chilenas Pilar Cereceda y Ana María
Errázuriz en conjunto con el geógrafo también chileno Marcelo
Lagos, surgido al alero del impacto del tsunami de Chile de 2010,
desarrollan las causas y efectos que los terremotos y tsunamis lle-
gan a tener sobre el territorio y las sociedades. De aquel modo, la
geografía de los riesgos explica y expone fenómenos naturales con
un lenguaje que también colabora en educar a la población. Como
bien expresan los autores: «Con el firme propósito de contribuir a
la educación de niños, jóvenes y adultos para prevenir los desastres
que puedan producirse con los terremotos y tsunamis, es que entre-
gamos esta obra. Para que cada persona se prepare adecuadamente,
es necesario poner a su disposición el conocimiento científico de
estos fenómenos naturales».

34
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Al observar los desastres naturales, los geógrafos colaboran en


exponer y contextualizar las razones de los movimientos telúricos.
El caso de Chile es particularmente atractivo porque el país forma
parte del Cinturón de Fuego del Pacífico (Placa de Nazca), y aque-
llo explica la gran cantidad de terremotos y tsunamis que desde el
siglo XVI allí han ocurrido. En efecto, en total se contabilizan 61,
un número realmente impresionante.
En las últimas décadas, la geografía también se ha interesado por
observar el fenómeno de los riesgos desde una perspectiva social, cul-
tural e histórica. Así, por ejemplo, el geógrafo chileno Enrique Aliste
se ha hecho las siguientes preguntas a partir de un estudio sobre los
terremotos y la reconstrucción en la ciudad de Concepción: ¿qué va
quedando en la memoria histórica y espacial de una ciudad sino sus
huellas territoriales?, ¿qué papel ha jugado en el devenir de la ciudad
la presencia de eventos catastróficos cuya frecuencia y presencia es
habitual en su geografía?, ¿las narrativas que acompañan estos sucesos
y la manera de reaccionar institucionalmente recogen aprendizajes en
términos territoriales? Interrogantes como estas han sido incorpora-
das cada vez con mayor frecuencia en los intereses de una geografía
abierta a las ciencias sociales.
La geografía del riesgo es, pues, un apasionante campo de la
geografía, lo que le permite integrar el estudio de los fenómenos
naturales y de la sociedad, así como anticipar las consecuencias dra-
máticas de estos procesos. Durante mucho tiempo las advertencias
de los geógrafos no fueron apoyadas por medidas suficientes para
prevenir, pero debido a la creciente frecuencia y magnitud de las
pérdidas por catástrofes, humanas y materiales, están comenzando a
ser tomadas seriamente en cuenta por los responsables políticos. En
un país como Chile, pero sin duda en otros a nivel latinoamericano,
esta tarea se torna tan necesaria como urgente.

35
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Riesgos naturales, riesgos sociales

Desde la geografía se ha podido identificar que los desastres llamados


«naturales» no son los que causan los estragos ni que ellos tampoco
son imprevistos. En efecto, numerosas investigaciones en el ámbito
de la geografía han llegado a definir que el riesgo natural es un
riesgo social. Así, por ejemplo, si en un país como Chile o México,
donde los terremotos son recurrentes, no se definen normativas
de ordenamiento del territorio a partir de determinada catástrofe,
simplemente las posibilidades de que vuelva a ocurrir un desastre
son altas. El geógrafo, desde este punto de vista, es un agente vital
para una adecuada convivencia entre sociedad y naturaleza. Una
investigación realizada en México da cuenta de aquello:
Las investigaciones en el tema del riesgo han progresado desde los
años sesenta en los países anglosajones, en general, aplicadas al
ordenamiento territorial en geografía, y en otras áreas del conoci-
miento como la ingeniería ambiental, la biología y la arquitectura.
Estas investigaciones analizan la amenaza de eventos naturales,
que indican el peligro como posible ocurrencia de un fenómeno. El
riesgo existe cuando está presente el hombre y modifica el espacio
geográfico; iniciativa y acción humana son componentes esenciales
del peligro. De esta forma, la estructura social queda desorganizada
y se limita el cumplimiento de todas o de algunas funciones esen-
ciales de la sociedad. La conceptualización de los desastres (debe
partir) de una base eminentemente antropocéntrica y considera
que «los desastres no son naturales, sino el resultado de fenómenos
naturales en áreas vulnerables». Un ejemplo de esta afirmación
es el siguiente: el terremoto ocurrido en la Ciudad México el 19
de septiembre de 1985 provocó daños que se concentraron en un
sector que cubre menos del 5% del área urbana ocupada. En ese
mismo sector se concentraron los daños en los sismos de 1957
y 1979, debido a las desfavorables condiciones del sitio, dadas
por el suelo fangoso que corresponde al fondo del antiguo lago
de Texcoco. No obstante, las personas volvieron a construir en
el mismo sitio. Calificar el desastre como evento conlleva a dos
errores fundamentales; el primero consiste en considerar que el
«fenómeno natural» es el que ocasiona el desastre; y el segundo,
presentar al «fenómeno natural» como algo imprevisto o contingen-
te. La segunda estimación supone que en la naturaleza se presentan
sucesos imprevistos, que esta puede tener un comportamiento
errático, en donde existe la posibilidad de que las cosas sucedan

36
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

o no; pero acercarnos a las definiciones nos permite comprender lo


errado del concepto «fenómeno natural», puesto que los eventos en
la naturaleza tienen un carácter cíclico o rítmico. La naturaleza es el
soporte básico y esencial del proceso social, en ella se llevan a cabo
acciones productivas por medio del trabajo, insertándose así a los
ámbitos de la producción, distribución, intercambio y consumo. Por
ello es importante mencionar un concepto antiguo: no hay desastre
si no hay sociedad.
La vulnerabilidad ante un desastre dado es la capacidad de respuesta
ante eventos naturales, es decir, que un objeto o una población sea
vulnerable a un evento determinado depende, en primera instancia, de
que sea susceptible de sufrir daños por la acción de este evento. Ello
no es una condición estática per se, sino un proceso que puede inten-
sificarse o minimizarse según acciones orientadas a este fin. Teórica y
prácticamente, al considerar la vulnerabilidad como las condiciones
que deciden hasta dónde un espacio poblacional puede responder
de forma satisfactoria a los impactos negativos de un peligro real,
debe valorarse desde su dimensión social o político-institucional. En
el primer caso, se trata de dimensiones desfavorables de condiciones
de vida, como las económicas, ecológicas y de conducta-comporta-
miento que incrementan la vulnerabilidad. En esta última dimensión
se reflejan los aspectos culturales relacionados con la forma en que
la población percibe, o se representa la amenaza de los fenómenos
naturales, en íntima asociación con el nivel educacional. El segun-
do, se trata del grado de organización y capacidad resolutiva de las
autoridades, incluyendo la coordinación entre los diferentes tipos y
niveles institucionales de la sociedad. Así, la dimensión social de la
vulnerabilidad está íntimamente relacionada con la pobreza. En el
análisis geográfico no se puede ignorar la percepción individual y
social del tiempo; la actividad solo puede comprenderse con arreglo a
los procesos sociales, esto es importante cuando se buscan explicacio-
nes a determinados sucesos geográficos. Por tanto, la vulnerabilidad
social implica una combinación de factores que determinan el nivel
hasta el cual la vida de alguien y el modo de vida de una sociedad
se ponen en riesgo como resultado de un acontecimiento discreto e
identificable, de naturaleza física o social[…]

Juárez, María del Carmen et al.,


«Niveles de riesgo social frente a desastres naturales
en la Riviera Mexicana», en Investigaciones Geográficas,
n° 61, agosto de 2006, pp. 75-88, México.

37
Capítulo iii

La expansión del espacio

Un espacio que se alarga, un mundo que se encoge


A comienzos de los años setenta, el geógrafo estadounidense
Ronald Abler reflexionó sobre los sucesivos impactos de la apropia-
ción del espacio global en la evolución tecnológica del transporte y
las comunicaciones, concluyendo que «el mundo se ha reducido».
En efecto, se han reducido los costos y el tiempo de desplazamiento,
contribuyendo a una mayor proximidad y relación entre continentes,
países y regiones, e incrementando exponencialmente los intercam-
bios comerciales, la información y también el flujo de personas.
La maduración de esta revolución tecnológica se ha materiali-
zado en la denominada «globalización», proceso tendiente a unifor-
mizar a escala planetaria diferentes componentes de las actividades
económicas y tecnológicas de varios países, regiones y ciudades:
algunos balones de fútbol, por ejemplo, son diseñados en Estados
Unidos, producidos en Pakistán, India o Tailandia, y distribuidos en
países de América Latina, tales como Argentina, Brasil y Chile. Desde
esta perspectiva, se evidencia una estrecha relación entre el espacio
geográfico y los sistemas-mundo, temática que ha sido abordada por
algunos estudiosos, entre ellos, el geógrafo brasileño Milton Santos,
que en su libro Metamorfosis del Espacio Habitado (1996) se refiere
a los procesos de internacionalización (incremento de intercambios
y/o comercio exterior) y mundialización (nuevo orden económico y
geopolítico del espacio a nivel mundial) para comprender el proceso
de globalización y el rol del espacio geográfico en él.

39
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Otros autores que han reflexionado acerca de la globalización se


refieren a la construcción de una «aldea global». Un mundo interco-
nectado en el que emergen estrechas relaciones económicas, políticas
y sociales, una poderosa red de dependencias mutuas y una creciente
conciencia global interplanetaria, resultado de la mitigación de los
efectos de la distancia y, a su vez, fruto de la evolución del transporte
y particularmente de las TIC (tecnologías de la información y de la
comunicación), destacándose dentro de estas la www (World Wide
Web), surgida en 1989. De acuerdo a esto, se ha revelado también
que en diversos niveles, ya sea desde el local hasta la gran multina-
cional, o desde la aldea a la gran metrópolis, la información es la
clave para todo el movimiento de personas y mercancías que operan
en la superficie de la Tierra.
En este contexto de evoluciones tecnológicas y cambios, es im-
portante destacar además que en lo urbano se ha generado un incre-
mento de la accesibilidad interna, promoviendo la concentración y la
formación de sistemas policéntricos en algunas ciudades del mundo
y América Latina. Esto ha originado, por un lado, oportunidades
y fortalezas, ya que es posible para la población acceder a diversos
servicios y bienes localizados en sectores no necesariamente citadinos,
lo que permite alcanzar una mayor cohesión territorial; pero, por
otro lado, si se analiza en términos relativos, continúan existiendo
déficits y desequilibrios territoriales que nos llevan a referirnos a
regiones «ganadoras y perdedoras».

40
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Desarrollos geográficos desiguales


y producción de espacios

El capital se esfuerza por producir un paisaje geográfico favorable


a su propia reproducción y subsiguiente evolución, cosa en la que
no hay nada extraño o antinatural: después de todo, también lo
hacen la hormigas, los castores y, por lo tanto ¿por qué no debería
hacerlo la capital? Sin embargo, el paisaje geográfico del capitalis-
mo resulta perpetuamente inestable, debido a diversas presiones
técnicas, económicas, sociales y políticas que operan en un mundo
de enormes cambios naturales continuos , por lo que el capital debe
adaptarse a ese mundo en perpetua evolución, en el que también
desempeña un papel clave su propia actividad.
El paisaje geográfico que el capital construye no es un mero pro-
ducto pasivo. Evoluciona de acuerdo con ciertas reglas genéricas
que tienen –como las que gobiernan la evolución combinatoria de
las tecnologías- su propia lógica autónoma peo contradictoria. La
forma independiente en que evoluciona el paisaje efecta a la acu-
mulación de capital y a la manifestación de sus contradicciones y
las del capitalismo en el espacio y en el tiempo, desempeñando un
papel clave en la gestación de crisis. Sin el desarrollo geográfico
desigual y sus contradicciones, el capital se habría osificado hace
tiempo y habría caído en el caos. Es un medio clave para la rein-
vención periódica del capital por sí mismo.

David Harvey
(ENK) Diecisiete contraindicaciones y el fin del capitalismo.
Traficantes de sueños editorial, 2014.

Territorios, flujos
y recomposiciones de centralidades
En geografía se habla de territorios y de flujos para referirse a
aquel proceso donde los territorios son espacios de pertenencia, y
los flujos permiten los desplazamientos al interior o hacia el exterior
de dichos territorios. De una buena relación entre flujos y territorios
resulta una vida espacial armoniosa. A la inversa, una obstrucción
en los flujos torna la vida más difícil.
Basta con tomar el ejemplo de la circulación urbana para
mostrar que, a partir de un determinado umbral de congestión, el

41
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

funcionamiento de la ciudad se vuelve caótico. Y en las fechas en


que se está de vacaciones, las disfunciones se extienden a la escala
de la nación, con las fronteras como trabas adicionales para aquellos
que deseen visitar otros países.
Con el incremento de la movilidad individual, este nexo
desplazamiento-territorio adquiere un peso mayor en nuestra vida
cotidiana. El desplazamiento, que antiguamente se hacía a pie y,
por el tiempo que tomaba, en áreas reducidas, ahora es a menudo
motorizado, de lo que resulta una expansión de nuestras áreas de
vida. Los comercios de barrio son sustituidos por los centros co-
merciales, muchas empresas del centro de la ciudad se establecen
en los suburbios, donde adquieren un arriendo más barato, etc. Un
aumento exponencial de la movilidad y los flujos de tráfico contri-
buye a que los barrios sean desestructurados por ejes de transporte
cada vez más numerosos. ¡Y todo para seguir ocupando tanto tiempo
trasladándonos día a día!

42
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Un día de la vida cotidiana en la ciudad de Santiago

Comuna de Puente Alto, a 26 kilómetros de Santiago. Son las 6:30


de la mañana, ¡suena el despertador! De inmediato toda la familia
se levanta, la madre, el padre y los dos hijos, uno de 2 años y el
otro de 8 años.
La madre, de 34 años, es una profesora que trabaja en un colegio
de Ñuñoa, donde entra a las 8:30 de la mañana. Pero por el hecho
de tener que ir a dejar a su hijo mayor a la escuela en La Florida
tendrá que tomar dos micros. Además de eso, en la tarde, a su
regreso, tendrá que pasar al supermercado.
El padre, de 36 años, es un gerente que trabaja en Santiago Centro,
y entra a las 9 de la mañana, después de dejar a su hijo pequeño
en casa de sus abuelos.
A las 7:15 de la mañana, la madre y su hijo más grande salen de
la casa. Instantáneamente alcanzan el bus en dirección a La Flori-
da. Pero el tránsito parece complicado. El congestionamiento de
tráfico surge en frente del hospital de La Florida. Para salir de allí,
para recorrer los 4 kilómetros que faltan para llegar al colegio, son
precisos 25 minutos. Después, la madre debe dirigirse a Ñuñoa, que
es el lugar donde ella enseña. Llega 5 minutos antes de que toquen
la campana. Felizmente, porque si hubiese habido un accidente
automovilístico, como le sucedió unos días atrás, que la obligó a
llegar después del segundo bloque, volvería a tener una falta.
Entretanto, el padre salió de la casa con su hijo menor a las 7:30 a.
m. De Plaza Puente Alto a Elisa Correa es rápido, y así, 15 minutos
después ya está en la casa de los abuelos. Lo peor va a ser tomar
la Avenida Vicuña Mackenna. Son las 8:03, y comparado con el
momento en que su esposa paso por esa vía en micro, aumentó
significativamente el flujo de autos. Lo habitual para salir de este
atasco, es tomar otras calles. Son las 8:28, tomó otra calle que como
siempre también está congestionada en sus dos sentidos. Tiene
mientras tanto su pensamiento habitual «los que viven en el sector
oriente trabajan en occidente y los que viven en occidente trabajan
en oriente», ¿pero por qué razón no negociamos un intercambio
de casa en este atasco de tráfico? Por fin, llegó a su empleo, son
9:15 minutos. Felizmente es el gerente.
Para la madre y para el padre, una primera parte de su desafío
diario está cumplido. Ahora en la tarde, será en sentido inverso, y
comenzará ¡el calvario de su segunda parte!

43
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

En geografía se habla de la teoría de los lugares centrales, de-


sarrollada por Walter Christaller, en 1993: cada territorio posee un
centro donde se hacen las compras; en los de nivel local, las compras
básicas y cotidianas, y en los centros cada vez mayores, las compras
especializadas. Con la actual movilidad, el número de centros dismi-
nuye puesto que es posible hacer todas las compras en los grandes
centros comerciales. Una nueva geografía de los comercios y de los
servicios se establece en las áreas metropolitanas y las regiones, y en
todos los ámbitos aparecen reorganizaciones espaciales.
También la recomposición territorial del transporte internacio-
nal, que está operando en las últimas décadas, ha sido traducida
en una nueva y mayor jerarquización de las redes de varias escalas
(mundial, regional y nacional), como una consolidación y generali-
zación del concepto de hub (plataformas giratorias de transporte),
como clave estructurante de todo el transporte, incluyendo el aéreo.

Santiago de Chile: Movilidad espacial


y reconfiguración metropolitana

Geógrafos y estudiosos de las ciencias sociales investigan sobre


la expansión del espacio. Carlos de Mattos y Rodrigo Hidalgo
exploran detalladamente en su libro Santiago de Chile: Movilidad
espacial y Reconfiguración Metropolitana de 2007, cómo durante
las últimas décadas la ciudad de Santiago ha experimentado una
importante expansión urbana, gatillada principalmente por el
proceso de globalización, que debido a su política liberalizadora
ha facilitado y potenciado la inversión privada y el desarrollo de
diversos proyectos. En este contexto, se generan numerosas aristas
que se evalúan a lo largo del texto, tales como el caso de los con-
dominios cerrados, la renovación urbana, la proliferación de au-
topistas urbanas, la periubanización y sus efectos ambientales, etc.
Los autores ponen énfasis en que las transformaciones urbanas de
Santiago responden a lógicas socioeconómicas que se manifiestan
a nivel territorial y que, a su vez, presentan diversas consecuencias,
tanto sociales, como económicas, medioambientales y culturales.
Finalmente, se pone de manifiesto en este libro la importancia de
la gestión y planificación urbana, como también de la participación
ciudadana para alcanzar el proyecto de una ciudad integral que
asegure una calidad de vida óptima para sus habitantes.

44
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 6. Periurbanización, Santiago de Chile

Fuente: fotografía de Alejandro Salazar.

Una difusión espacial


No hay geografía sin espacio, como tampoco es posible com-
prenderla sin tiempo. Todo proceso se desarrolla necesariamente en
el tiempo y el espacio, ya sea una epidemia, un viaje o el desarrollo
de las comunicaciones. Internet, por ejemplo, tiene su origen en la
década de 1960 y en poco más de 40 años su uso se ha masificado
a niveles no visualizados previamente (ver figura 7). Así se observa
en el mapa del mundo de internet, que, según la utilización de las
IPs, refleja el número de internautas que hay en cada continente.

Figura 7: Mapa del mundo de internet

Fuente: IPlingece, 2009.

45
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Con el desarrollo de los viajes aéreos, la difusión de las enfer-


medades se acelera y, en la actualidad, solo en algunas semanas
una epidemia podría pasar de Asia a Europa, de Europa a África o
de África a América. Del mismo modo, hoy resulta posible utilizar
modelos basados en las conexiones aéreas entre ciudades para ex-
plicar la difusión del sida en el mundo desde los años 80: los viajes
facilitan los contactos y permiten que la enfermedad alcance áreas
alejadas de los primeros focos de infección, y un proceso de contagio
por difusión opera, incluso, en regiones rurales.

Figura 8. Prevalencia del VIH en el mundo, 2008

Fuente: BBC.

Toda una geografía de las variaciones espaciales de la salud


ha sido desarrollada, la que se enfoca en el análisis de las prácticas
espaciales y las diferencias que presentan en múltiples territorios,
para establecer regularidades en los modos de difusión. Así se ve
cómo los modos de vida —alimentación, deporte…— y las relacio-
nes sociales influyen sobre las condiciones de la salud pública en
distintas regiones y países.

46
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La expansión del espacio


Como sabemos, la influencia del espacio también afecta nuestras
vidas cotidianas. En tanto, desde siempre toda la humanidad se ha
preocupado de minimizar las múltiples limitaciones del espacio, es-
perando incesantemente reducir los efectos de la fricción, buscando ir
cada vez en medios de transporte más rápidos: el TGV (tren de alta
velocidad) reemplaza al tren tradicional, que, a su vez, sustituyó a las
carretas. Nuevos sistemas de transporte, infraestructura y material
rodante se han ido creando en todas las épocas para franquear mejor
las distancias. Así, se proyecta y representa cada vez con más fuerza
un mundo unido, cuyas distancias y fronteras parecen anularse.

Figura 9. Visión de la imagen proyectada desde la globalización

Fuente: Internet / Página de Guille3691

47
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Espacio global

Hoy, en nuestro planeta, todos sin excepción dependemos de los


demás, y sin embargo no hay nadie que ostente la responsabili-
dad, nadie que ejerza el control sobre aquello que denominamos
«espacio global». Cuando pensamos en ese espacio, nos viene a la
mente la imagen de un wéstern hollywoodiense, de aquel salvaje
Oeste en que la gente se comporta de un modo inesperado, y en
el que los vencedores no son en realidad los que permanecen en el
campo de batalla, sino los que lo abandonan antes que los demás.
Se trata de un espacio salvaje, y ciertamente los ciudadanos —con
los medios de los que disponen— no pueden oponerse al espacio
global, que escapa a su control.

Zygmunt Bauman, (La Globalización.


Consecuencias humanas. FCE, 2004)

El espacio vive de relaciones y de proyecciones de aquellos vín-


culos entre espacio y lugar. Por ejemplo, en Sudamérica no es extraño
encontrar a abuelos que, nacidos a fines del siglo XIX, solamente
hayan conocido zonas interiores, espacios restringidos a sus familias
o núcleos más directos. Pero ya sus hijos e hijas fueron más movedi-
zos y salieron a estudiar al litoral, gracias, sin duda, a su esfuerzo o
interés, pero también a nuevas condiciones tecnológicas disponibles.
Incluso, ellos pudieron viajar esporádicamente al extranjero. Sus
hijos, sin embargo, han viajado mucho más, incluso han salido a
trabajar al extranjero, aprendiendo nuevos idiomas y adquiriendo
valores de otras culturas, de otros modos de ver el mundo.
Los desplazamientos en el sistema-mundo se han vuelto ruti-
narios para el hijo, quien se traslada regularmente de un continente
a otro.
La evolución de los medios de transporte, poder adquisitivo y
modos de vida ha favorecido este proceso, que hace que cada gene-
ración se desplace cada vez más lejos, emprendiendo migraciones
impensadas en el pasado, salvo para valerosos navegantes o audaces
viajeros en búsqueda de nuevas tierras. Lo que era excepcional puede
ser hoy algo cotidiano.

48
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El ciclo de las edades y la apropiación del espacio


Sin embargo, el ciclo etario nos recuerda la omnipresencia de
este espacio en nuestras vidas: el recién nacido esencialmente en el
espacio de la cama puede apropiarse progresivamente del espacio de
la casa. Ya criado, el niño, depende de la familia y de las rutinas de
la escuela, vive principalmente en su barrio. Llegada la adolescencia
es que va a poder recorrer otras áreas, ampliándose sus actividades
a la ciudad y a la región. Con la edad adulta, la vida profesional y
el tiempo libre, esta movilidad se extiende al país, al continente, a
veces al mundo. Después, con la edad madura, luego de los primeros
años de jubilación, en que puede permitirse nuevas movilidades, las
frecuentaciones espaciales se limitan progresivamente a la región,
a la ciudad, al barrio y a las áreas de residencia de los hijos. Hay
un regreso al pasado, a lo local, a la casa, a la vida familiar, que en
muchos casos en acentuada por la debilidad física, de nuevo a la casa.
Efectivamente, la influencia del ciclo vital se encuentra en to-
das las prácticas espaciales, como lo demuestran los modelos de la
«ecología urbana», desarrollados en los Estados Unidos a partir de
los años 20 y profundizados desde entonces en numerosas univer-
sidades del mundo.
Al comienzo de la edad adulta, los barrios centrales, aquellos
donde la vida social es intensa, son preferidos por jóvenes ejecutivos
solteros. Son ellos quienes arriendan pequeños departamentos en el
centro de la ciudad, próximos a los lugares culturales y de empleo
en el sector servicios. El comienzo de la vida en pareja y la llegada
de los hijos marcan un cambio en esas preferencias: las familias con
niños se instalan en casas de las periferias urbanas, para estar más
cerca de la naturaleza y tener viviendas más amplias. Con la partida
de los hijos del núcleo familiar y con la jubilación, algunos preferirán
volver a la vida de departamento, ya sea en ciudades, pero en zonas
tranquilas y cercanas a los servicios.
En síntesis, el ciclo de vida y las áreas de residencia en las
ciudades constituyen un sistema de interacción compleja que solo
será modificado por las influencias socioeconómicas y culturales. Y
entonces, a partir de estas investigaciones sobre las localizaciones y
la calidad de vida residencial, nace toda una geografía urbana, con-
sagrada en las relaciones ciudad-sociedad con el fin de comprender
mejor el apego de los habitantes a sus barrios, ciudades y regiones.

49
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Movilidad de la ciudad: el surgimiento del periurbano

La expansión de las urbes alcanzó a los espacios rurales donde his-


tóricamente se asentaron las comunidades campesinas con cultura
y procesos propios. Por otra parte, la globalización, mediante la ex-
presión territorial de las megaciudades, ha favorecido un proceso de
dispersión urbana expresado en el desarrollo de nuevas y diversas
actividades económicas, así como el desarrollo de infraestructura
urbana y del transporte. El concepto de periurbano se refiere a la
extensión continua de la ciudad y la absorción paulatina de los
espacios rurales que la rodean.

Héctor Ávila Sánchez (UNAM, México), 2009.


«Periurbanización y espacios rurales
en la periferia de las ciudades» en estudios agrarios.

Las recomposiciones de los espacios periurbanos metropolitanos,


bien que han sido estudiadas desde hace décadas, siguen estando
en el centro de las discusiones sobre el futuro de las aglomeraciones
urbanas (Pahl, 1965; Berry, 1970; Monclus, 1998; Ascher, 2001;
Arroyo, 2001; Donzelot, 2004; Bailly, 2009). Estos espacios se han
caracterizado por ser sensibles a las transformaciones sociales, eco-
nómicas y espaciales a lo largo de la evolución de las ciudades y en
particular en un nuevo contexto de globalización y de renovación
de las relaciones urbano-rurales, que en la interfaz urbano-rural se
expresan con mayor nitidez (Allen, 2003). En este contexto surgen
interrogantes relacionadas con los efectos de la periurbanización
sobre las formas de gestión de las ciudades y aglomeraciones ur-
banas en el futuro ¿Cómo se transforman las estructuras sociales,
espaciales y las funciones de los espacios rurales dentro del área
de influencia de ciudades cada vez más dispersas? ¿Cuáles son las
estrategias de adaptación y los proyectos de territorio de los actores
locales e institucionales para articular sus relaciones y conflictos en
estos espacios de nueva urbanidad y de nueva ruralidad?

Salazar, A. (2010). «Transformaciones socio-territoriales


en la periferia metropolitana: la ciudad periurbana,
estrategias locales y gobernanza en Santiago de Chile».

50
Capítulo IV

Los desequilibrios del territorio

Un mundo asimétrico
Basta con prestar atención a la distribución territorial del IDH
(Índice de Desarrollo Humano), elaborado por el Programa de Na-
ciones Unidas para el Desarrollo sobre la base de tres componentes:
la riqueza, la educación y la esperanza de vida, para verificar cuál
desigual y asimétrico es el mundo en que vivimos; a pesar del positivo
crecimiento económico y desarrollo social que se ha experimentado
en las últimas décadas. De hecho, de los 187 países que el informe de
la ONU del año 2013 toma en cuenta para la evaluación, se observa
que solo 47 tienen un desarrollo humano muy alto (entre 0,95 y
0,805, ocupando Noruega el primer lugar con un IDH de 0,955),
47 países se encuentran en la clasificación de desarrollo humano
alto, 47 tienen un nivel de desarrollo humano medio y 46 poseen
un desarrollo humano bajo (la República Democrática del Congo
y Níger ocupan el último lugar con un IDH de 0,304).

51
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 10. Índice de Desarrollo Humano (IDH), 2013

Fuente: www.hdr.undp.org

Chile es un país que en las últimas décadas ha experimentado


un crecimiento muy positivo de su IDH, evolucionando desde 0,640
en 1980 a 0,822 en 2013, posicionándose, en este último año, en el
puesto 40 del ranking mundial de países.
No obstante, a escala global, continúa la preocupación por no
vislumbrar un esfuerzo global para corregir los grandes desequilibrios
en el desarrollo. Diversos estudios argumentan, en este contexto, que las
desigualdades entre países ricos y pobres ¡se han reforzado! Mientras
que las grandes ciudades de países desarrollados continúan enrique-
ciéndose, concentrando las inversiones, sedes de empresas y servicios
bancarios de alto nivel, las regiones periféricas y ciudades de países
menos desarrollados se encuentran luchando en contra del aumento
de la pobreza, la escasez de inversiones productivas y sociales, y la falta
de colaboración en el desarrollo humano. En consecuencia, acentuar el
éxodo rural y la migración hacia los países desarrollados no siempre
consigue controlar e integrar económica y socialmente.
La migración, que de acuerdo a los modelos neoclásicos es un
proceso de ajuste que conduce a la desaparición de las desigualda-
des económicas y sociales, no siempre ha generado consecuencias
positivas, pues mientras las regiones receptoras pasan a beneficiar-
se de una mano de obra barata, las regiones de salida, después de
haber disminuido su fuerza de trabajo, obtienen un aumento en
los salarios. Las investigaciones al respecto demuestran claramente
la expansión geográfica del subproletariado, marginado en guetos
urbanos y suburbios, así como el crecimiento de la llamada «eco-
nomía sumergida». La crisis de las ciudades se refiere cada vez más

52
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

al resultado del crecimiento de la desigualdad económica y social,


y a la concentración de la riqueza.
El desarrollo desigual es un proceso estructural cuyas raíces se
encuentran en la historia y la geografía. Aunque se han implementa-
do políticas de intervención para luchar contra esas desigualdades,
la convergencia parcial de los niveles de desarrollo no cuestiona la
estructura centro-periferia. Las viejas regiones industriales, las pe-
riferias rurales y los suburbios siguen confrontados a una crisis de
largo plazo. El desempleo, en particular entre las mujeres, crece de
manera insidiosa, favoreciendo la emigración y el abandono pro-
gresivo de esas regiones. La geografía es una de las pocas disciplinas
que denuncian estos fenómenos y preconizan un ordenamiento
equilibrado de los territorios. Sin embargo, la tensión existente en-
tre lo mundial y lo local, entre las fuerzas económicas y las fuerzas
territoriales, aún no ha sido totalmente considerada, dado que los
mecanismos económicos continuan siendo el motor principal en
nuestras sociedades.
Según tal modelo crítico, las consecuencias del libre comercio, de
la libre competencia y de la regulación por el mercado, transforman
la geografía económica mundial. Las empresas buscan crecientemente
ganancias a corto plazo, economías externas, ventajas comparativas
y también mayor flexibilidad, reavivando el debate sobre la deca-
dencia de las antiguas regiones industriales en favor del proceso
de metropolización. En otras palabras, como ha expresado Benko
(1992), «las regiones pierden y las ciudades ganan».
¿Hay que conformarse con la concentración de actividades
y personas, la reducción de servicios públicos en las regiones que
pierden dinamismo, o más bien proceder a un ordenamiento del
territorio que desarrolle las potencialidades locales de las regiones
susceptibles de constituir medios innovadores?

Un crecimiento regional desigual


Diversos estudios se han referido a las consecuencias del creci-
miento de las ciudades en desmedro de otros espacios. Un ejemplo
de ello es la rápida urbanización de Chile, lo que se representa en el
Censo del año 2002, donde la ciudad de Concepción alcanzaba los
212 mil habitantes; Valparaíso, sobre los 263 mil, y el Gran Santiago
agrupaba más de 5 millones. Lo anterior se expresa de mejor manera
al aumentar la escala del territorio a nivel regional; según los datos

53
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

de las Estadísticas Vitales de 2011, la Región de Valparaíso sobre-


pasaría el millón de personas, la Región del Biobío alcanzaría los 2
millones de habitantes y la Región Metropolitana concentraría casi
el triple con alrededor de 7 millones de personas.

Cuadro 1: Población por ciudad y región en Chile


Población 2002 Población 2011

Ciudad de Valparaíso 263.499 Región de Valparaíso 1.777.470

Gran Santiago 5.822.316 Región Metropolitana 6.945.593

Ciudad de Concepción 212.003 Región del Biobío 2.048.993


Fuente: Censo 2011, Estadísticas Vitales, Informe Anual 2011, INE 2002.

Estas cifras evidencian un considerable desequilibrio en la or-


ganización territorial de Chile, con una concentración despropor-
cionada de la población y las actividades económicas en la ciudad
de Santiago y la Región Metropolitana en general. Fenómeno que
también es posible advertir en otras ciudades de América Latina y
El Caribe, tales como São Paulo, Buenos Aires, Ciudad de México,
etc. La advertencia sobre tales tendencias ha provocado a lo largo
del tiempo un gran impacto social y político y, en gran medida, ha
contribuido a la necesidad de practicar la planificación territorial
a nivel global.
Con el objetivo de potenciar las regiones de Chile y corregir los
desequilibrios territoriales de la población y las actividades econó-
micas, se han creado a lo largo del tiempo diversos mecanismos de
acción. Una primera aproximación al respecto se refiere al proceso de
regionalización, el que tiene como antecedente el desarrollo regional
impulsado por la Corfo (Corporación de Fomento de la Producción)
sustentado en comités provinciales de desarrollo. Desde esta pers-
pectiva, a partir de esta idea generada en la década de los sesenta,
y del discurso desarrollista llevado a cabo por la dictadura militar,
que adopta la doctrina neoliberal y pretende formular una nueva
política económica, es que se plantea el modelo de regionalización
que prevalece hasta el día de hoy. Este modelo se sustenta en aspectos
como esclarecer las funciones del Estado, ampliar las atribuciones
del mercado para su eficiente asignación de recursos, independencia
administrativa, desarrollo de organismos intermedios, efectiva parti-
cipación y simplificación de los sistemas legales y de control estatal.

54
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El proceso de regionalización fue formulado por Odeplan (Ofi-


cina de Planificación), pero llevado a cabo por un nuevo organismo
denominado Conara (Comisión Nacional de Reforma Adminis-
trativa), creada bajo las bases neoliberales de dicho gobierno. La
regionalización chilena va de la mano con diversos instrumentos
de carácter económico, social, de capital humano, de planificación,
participativos, organizacionales y financieros, que tienen como fin
último el desarrollo integral de las regiones mediante la creación de
fondos, subsidios, secretarías regionales ministeriales y subvenciones,
que pretenden fomentar las diversas actividades que realiza cada
región, buscando una mejor calidad de vida en cada una de estas
nuevas entidades administrativas (Boisier, 2000).
Por otra parte, desde una perspectiva regional, durante la década
de los sesenta se suscribieron diversos acuerdos de integración en
Latinoamérica, tales como: la Asociación Latinoamericana de Libre
Comercio (Alalc), el Mercado Común Centroamericano (MCCA)
y el Grupo Andino (Gran). A pesar de ello, el comercio interior
entre los países miembros creció a tasas moderadas en las décadas
siguientes. En los ochenta, la Alalc fue sustituida por la Asociación
Latinoamericana de Integración (Aladi), teniendo un enfoque más
flexible, lo que favoreció las políticas económicas adoptadas en los
años noventa, asociadas a un regionalismo abierto. Se crearon nuevos
acuerdos, vigentes en la actualidad, entre ellos el Mercado Común
del Sur (Mercosur), la Comunidad Andina (CA), el Mercado Común
Centroamericano (MCCA) y la Comunidad del Caribe (Caricom),
teniendo como objetivos el libre comercio y, en el caso del Mercosur,
una asociación política fundada en la unión aduanera1.
En América Latina no se observan políticas regionales comunes,
a diferencia de otras regiones como lo es la actual Unión Europea.
El desarrollo poco planificado y su consecuente polarización han
sido procesos responsables de cada uno de los países que forman el
continente, y del mismo modo, de sus propias políticas internas. Tal
como se mencionó anteriormente en torno a la regionalización en
Chile, existen numerosos otros casos en los países latinoamericanos,
1
Di Filippo, A., Integración regional latinoamericana, globalización y comercio
sur-sur. Cepal, 1998 (fecha de consulta: 7 de noviembre de 2013). Disponible
en: http://www.eclac.cl/cgi-bin/getProd.asp?xml=/publicaciones/xml/5/4235/
P4235.xml&xsl=/comercio/tpl/p9f.xsl&base=/comercio/tpl/top-bottom.xsl. Von
Haldenwang, C., «Integración regional en América Latina», en Nueva Sociedad,
n° 195, 2005 (fecha de consulta: 7 de noviembre de 2013). Disponible en: http://
www.nuso.org/upload/articulos/3237_1.pdf

55
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

que han logrado en mayor o menor medida paliar las desigualdades


generadas por parte de la atracción de determinadas ciudades, o la
propia polarización urbano-rural. Autores como Axel Borsdorf, Ser-
gio Boisier y Milton Santos —por citar algunos— han abordado el
problema de la polarización y las políticas que buscan un desarrollo
regional más equitativo.
En síntesis, a pesar de los mecanismos de acción tanto en Chile
como en otros países de América Latina, las antiguas desigualdades y
las diferencias entre los polos industriales urbanos y las áreas rurales
y metropolitanas marginales continúan existiendo. ¿Qué debemos
hacer entonces en el contexto de la globalización de las economías?
¿Aumentar la inversión pública para atraer la inversión privada
mediante la reducción de los costos de producción? ¿Fomentar el
desarrollo del capital humano y calificado mediante la educación?
¿Mejorar la infraestructura de atracción de las regiones? Son algunas
de las preguntas que continúan en la palestra actualmente.

La segregación espacial
y social de toda la ciudad
Históricamente, la segregación urbana es uno de los rostros
más representativos de la exclusión social, no es simplemente una
reflexión, sino también una fuerza de inducción de la desigualdad
en sí misma. Recordemos aquí la descripción que el historiador
Ferdinand Braudel (1996) realizó sobre las ciudades europeas en el
momento de formación de la economía mundial:

El centro, «el corazón», reúne todo lo que es más avan-


zado y más diversificado. El siguiente anillo tiene solo una
de estas ventajas, sin embargo, aunque se una a ellos: es el
área «secundariamente brillante». La gran periferia, con sus
pequeños pueblos, es en cambio arcaica y retrasada, de fácil
explotación por parte de otros. Esa geografía discriminatoria
aún hoy logra explicar la historia general del mundo, aunque
esta, ocasionalmente, también cree por sí misma el logro con
su convivencia.

En la primera mitad del siglo XX, la Escuela Ecológica de Chi-


cago se refirió a la organización social de la ciudad, dando cuenta de
la magnitud de la segregación en algunos países. Desde entonces, la

56
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

segregación social urbana llamó la atención de numerosos geógrafos,


especialmente en el ámbito de la «geografía crítica», donde David
Harvey, uno de sus principales exponentes, se ha referido a las dimen-
siones explicativas de dicho fenómeno y a la necesidad de creación
de una sociedad igualitaria. Por otra parte, tal como destacan otros
autores, la segregación social va más allá de las dimensiones de la
pobreza y la vivienda, también debe ser evaluada a través de medidas
tales como el empleo, la salud, la educación, el ocio, el transporte,
la calidad del medio ambiente, entre otras.
La segregación se ha constituido como uno de los principales pro-
blemas urbanos en la actualidad, no solo debido a sus consecuencias
negativas para la población, sino también porque su configuración y
características han mutado en las últimas décadas. En este contexto,
debido a los profundos cambios producidos por la organización
productiva del capitalismo, y la desintegración gradual del «estado
del bienestar», se han forjado nuevas formas de recomposición terri-
torial y estructura interna de las ciudades. Como resultado, la ciudad
está fragmentada, y el patrón clásico de la segregación urbana, que
se expresó en la oposición entre ricos en el centro y los pobres en la
periferia, ha ido cambiando, dando lugar a los «nuevos» lugares de
la pobreza urbana, tal como se observa en la siguiente figura Nº 11:

Figura 11. Segregación urbana, Buenos Aires, Argentina

Fuente: www.plataformaurbana.cl.

57
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Denunciando la segregación social en la ciudad:


raperos y grafiteros

El «rap» (ritmo o poesía) y los grafitis constituyen elementos


fundamentales en la estética del movimiento político-cultural
denominado «hip-hop», que surgió a finales de los años sesenta
en barrios pobres de las ciudades estadounidenses, especialmente
en Nueva York, por parte de minorías urbanas jóvenes de raza
negra e hispanos. Para estos jóvenes, el rap y el grafiti constituyó
un acto de rebeldía, de autoafirmación, reclamo y protesta ante
las instituciones de poder, así como también una oportunidad para
el desarrollo cultural y la construcción de una identidad propia.
El rap surge como un estilo musical, una forma de narración rítmica
con las raíces y las superposiciones del oeste de África y la música
jamaicana. En general, las letras presentan descripciones de la vida
cotidiana de los barrios pobres y marginados, manifestando una
denuncia ante la exclusión sociocultural, la violencia policial y la
discriminación racial. Los raperos se han convertido en los porta-
voces de un universo que a menudo es silenciado por los medios
de comunicación e ignorado por el público.
En este contexto, al igual que el rap, los grafitis surgen como una
manifestación gráfica y plástica, originada en el barrio Bronx, en
Nueva York, donde jóvenes escribieron con pintura aerosol sobre
diversas superficies, creando nuevas terminologías y lenguajes icó-
nicos y textuales para transmitir un mensaje crítico a la sociedad.
En los años noventa, la cultura hip-hop ganó expresión y madurez
en América Latina. Diversos países, entre ellos Brasil, Colombia,
Argentina y Chile se han destacado por la presencia de grafitis
en sus ciudades. El rap y el grafiti han aumentado la capacidad
de expresión no solo de los jóvenes (la mayoría de clases menos
favorecidas y las periferias urbanas), sino también del paisaje
cultural y social de nuestros días. Es importante tener en cuenta,
además, que desde un panorama nacional, Santiago de Chile se ha
caracterizado por concentrar estas expresiones artísticas en algunas
poblaciones o villas, tales como Villa Francia, La Legua, población
la Victoria, etc., Los grafitis se han configurado también como
protestas políticas, dando cuenta de temáticas tanto pasadas como
de contingencia actual, relacionadas con la segregación urbana, el
racismo, la pobreza, etc.

58
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 12. En Memoria a Carlos Fariña. Denuncia política dentro


de los espacios urbanos. Población La Pincoya, Santiago de Chile.
Artista: Colectivo Con Nuestra Manos.

Fuente: Guisela Latorre. The Ohio State University.


College of Arts and Sciences. Autora de: Walls of Empowerment:
Chicana/o Indigenist Murals of California. University of Texas Press.

59
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 13. Devuélvenos la Imaginación. Denuncia estudiantil por el


mejoramiento de la educación durante una «toma». Liceo Amunategui,
Santiago de Chile. Artista: Alterna.

Fuente: Guisela Latorre. The Ohio State University. College of Arts and Sciences.

60
Capítulo v

Vivir la ciudad

La tiranía urbana
¿Por qué vivir en la ciudad? Esta una pregunta, en medio de
tantas otras, que aborda la geografía. Después de un largo período
en el que se focalizó en el mundo rural y la naturaleza, la geografía
ha pasado a consagrarse cada vez más al mundo urbano. No para
aprender simplemente una lista de ciudades y su población, sino
porque el fenómeno urbano ha ganado una enorme expresión en las
últimas décadas, al punto de que, como lo confirmó la Organización
de las Naciones Unidades (ONU), «más de la mitad de la población
a nivel mundial vive en áreas urbanas», alcanzando para el año
2014 un 54%, y previéndose que para 2050 que esta cifra llegará
al 66%. Interesa comprender en este contexto, por ejemplo, ¿por
qué las personas de las zonas rurales migran hacia las ciudades?, o,
también, ¿por qué muchas pequeñas ciudades se estancan mientras
que las grandes metrópolis continúan expandiéndose?
¿Dónde vivían nuestros padres o nuestros abuelos? En un pueblo,
en una aldea o quizás ya en una gran ciudad, puesto que desde la
antigüedad ya existían grandes aglomeraciones urbanas como, por
ejemplo, Atenas, que entonces alcanzó cerca de 300 mil habitantes,
o Roma que en su periodo dorado alcanzó el millón de habitantes.

61
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

¿Donde vivían nuestros padres y nuestros abuelos?

La movilidad familiar no es fruto de una casualidad. Resulta


muchas veces de opciones profesionales, de matrimonios, de mi-
graciones involuntarias o voluntarias… ¿no hablamos de «viajes
de trabajo», en el caso de las personas designadas para ocupar
puestos en lugares que no escogieron para su vida profesional? ¿O
de «desplazamiento voluntario» para explicar los atractivos de la
naturaleza existente en el sur de Chile o de la fascinación por los
balnearios de Brasil?
Invitamos al lector a un ejercicio simple: diseñar itinerarios geográ-
ficos de la vida de sus padres y abuelos, cartografiarlos y estudiar
sus orígenes, para responder a la siguiente pregunta: ¿Se trata de
un movimiento natural del campo hacia un pueblo o la ciudad? ¿O
permanecieron enraizados en su lugar de nacimiento? ¿Por qué?
Un itinerario de vida de cada uno, de cada familia, revela las razo-
nes de importantes elecciones, bien como contextos o bien como
evoluciones de las sociedades.

Este ejercicio de memoria familiar revela cómo, hace un siglo o


menos, las ciudades industriales atrajeron gran cantidad de mano
de obra en búsqueda de empleo, dando cuenta, además, de que han
llegado a conformarse en la actualidad como importantes centros
de producción y consumo.
Si la ciudad crece es porque constituye un medio en el cual es
fácil para cada individuo relacionarse, intercambiar, encontrar em-
pleo y servicios. Se habla de economías de aglomeración, es decir,
de los beneficios económicos y sociales de vivir donde se ofrecen
bienes y servicios cercanos, tanto para las personas como para las
empresas. Los costos de transacción son menores en la ciudad que en
otros medios, debido a la proximidad entre los actores económicos
y sociales. A su vez, la densidad de los habitantes origina actividades
que no podrían desarrollarse en medios menos poblados.
Este fenómeno no se limita a las civilizaciones occidentales.
Todos los países son alcanzados por la metropolización, las concen-
traciones económicas y sociales, con sus consecuencias en la calidad
de vida de los citadinos. Desde la década del cincuenta, se agregó
un nuevo concepto al desarrollo urbano, la «metrópoli», entendida
como un crecimiento urbano fragmentado y caótico similar a la
metástasis de un cáncer. Otros autores se han referido también a

62
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

conceptos tales como la megapolización, metametropolización, ma-


crometrópolis… para explicar las diversas modalidades y fenómenos
de la expansión urbana.
En este contexto, se impone a nuestro pensamiento del desarrollo
urbano y la forma de la ciudad el cultivo de una nueva «urbanidad»:
una urbanidad es más que la forma de la ciudad… es un modo de
vivir, una actitud, una cultura cívica, que eventualmente podría ser
ejercida en otro lugar… No tiene sentido la reconstrucción de un
pasado mistificado o la «musealización» de las ciudades, más inte-
resante es comprender la esencia de lo urbano, ya que el proyecto
de una vida urbana se ha deslocalizado y la ciudad se ha convertido
cada vez más en un valor simbólico (Daniel Innerarity, 2006)2.
Desde hace ya unas décadas, mientras que los países desarro-
llados han tendido a una amortiguación relativa de sus tasas de
urbanización, en los países en desarrollo se ha asistido a procesos
de urbanización acelerados, sustentados en intensos movimientos
migratorios de áreas rurales a ciudades y una elevación de las tasas
de natalidad, acentuando los enormes y múltiples problemas que
estos países ya presentan: desempleo, alimentación, salud, polución,
inseguridad… ¿Cómo gestionar estas ciudades en ausencia de medios
financieros? Uno de los mayores desafíos en este siglo XXI será lograr
que las ciudades sean más habitables y sustentables, en un momento
en que el mundo está cada vez más urbanizado.

El derecho a la ciudad

La reivindicación de la naturaleza, el deseo de gozar de ella, des-


vían el derecho a la ciudad. Esta última reivindicación se enuncia
indirectamente como tendencia a huir de la ciudad deteriorada y
no renovada, porque la vida urbana alienada debe existir «real-
mente». [...]
El derecho a la ciudad no puede concebirse como un simple
derecho de visita o retorno hacia las ciudades tradicionales. Sólo
puede formularse como derecho a la vida urbana, transformada,
renovada.

Henri Lefebvre
El derecho a la ciudad

2
Innerarity, Daniel, El nuevo espacio público (Madrid, España, 2006).

63
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Repensar la ciudad:
La dimensión ontológica de lo urbano

Definir la ciudad, indagar en la esencia ontológica de la misma,


nos obliga a partir, en primera instancia, de una reflexión sobre
su definición tradicional. Para la mayor parte de los autores que
la han estudiado y pretendieron definirla, esta se caracteriza por
la concentración de una cierta cantidad de población, una cierta
densidad física, la presencia de actividades no directamente ligadas
a la producción del campo y un modo de vida distinto del que pre-
valece en las zonas que —en forma de antinomia— se calificaron
como «rurales».
Este tipo de definición, o más bien el conjunto de definiciones
emparentadas que suelen usarse en las ciencias sociales, remite
a cuatro campos disciplinarios: la demografía, el urbanismo, la
economía y la cultura. Muchos aspectos, sin embargo, fueron apar-
tados por este tipo de enfoque para poder llegar a una definición
relativamente sencilla, accesible a todos y, sobre todo, que permite
hacer mediciones que pueden ser comparadas internacionalmente.
Lo que definitivamente sobresale de todo ello es la ausencia de una
dimensión subjetiva en las definiciones tradicionales de la ciudad: se
centran en lo material o en lo visible, en lo supuestamente objetivo,
sometido a los criterios de la razón positiva. Así es entonces posi-
ble definir la ciudad a partir de su tamaño, criterio bien conocido
por los organismos que trabajan lo demográfico, o a partir de lo
económico, por ejemplo.
¿Es suficiente? No lo consideramos así. La complejidad de las ciu-
dades supera el marco estrecho de sus dimensiones demográficas,
morfológicas o económicas. Más aún, las fronteras entre lo urbano
y lo rural se antojan cada vez más endebles a la luz de la creciente
«urbanización del campo», que, singularmente, borra de manera
progresiva los límites entre modos de vida urbanos y rurales, por
lo menos según los criterios tradicionales de delimitación entre
ambos campos. La pregunta sería, entonces: ¿qué es lo que hace
que una ciudad sea una ciudad? O, en otros términos, ¿cuál es la
esencia misma del hecho urbano?

Hiernaux, Daniel, «Repensar la ciudad:


la dimensión ontológica de lo urbano», en LiminaR.
Estudios Sociales y Humanísticos, diciembre, pp. 7-17. (2006)

64
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Un mundo cada vez más urbanizado

A comienzos del siglo XX la población urbana no excedía los 220


millones de personas y apenas existían en el mundo 16 ciudades
con una población superior a 1 millón de habitantes (de estas,
solo dos, Pekín y Calcuta, pertenecían a países en desarrollo). En
1950 la población urbana rondaba los 740 millones de habitantes,
representando el 29,1% de la población mundial. Existían entonces
78 ciudades con más de un millón de habitantes y 20 ciudades con
más de 2,5 millones (6 de estas de países en desarrollo: Shanghái,
Buenos Aires, Calcuta, Bombay, Ciudad de México y Río de Ja-
neiro), siendo las 3 mayores Nueva York (12,3 millones), Tokio
(11,3 millones) y Londres (8,4 millones).
Actualmente, según la División de Población del Departamento
de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (DESA), el 54% de
la población mundial reside en ciudades, y se prevé que en el año
2050 esta cifra alcanzará el 66%. En este contexto, dentro de los
mayores incrementos, China, India y Nigeria crecerán en conjun-
to un 37% en el periodo comprendido entre 2014 y 2050. Este
crecimiento urbano cada vez más acelerado ha sido gatillado por
dos razones. La primera de ellas es la migración de zonas rurales a
urbanas, y la segunda es el crecimiento poblacional esperado para
los próximos 35 años, añadiendo aproximadamente un total de
2.500 millones de personas a la población urbana para el año 2050,
principalmente en países menos desarrollados de Asia y África.
DESA señala, además, que la cantidad de megaciudades ha au-
mentado de 10 en 1990 a 28 para el año 2014, con más de diez
millones de habitantes, siendo Tokio la mayor, con un total de 38
millones. Las megaciudades contienen 453 millones de personas,
equivalentes al 12% de la población urbana a nivel mundial, 16 de
ellas se encuentran en Asia, 4 en América Latina, 3 en África, 3 en
Europa y 2 en América del Norte. Para el año 2030 se calcula ade-
más que habrá 41 ciudades con más de diez millones de habitantes.
Por otra parte, es interesante destacar que América Latina ha sido
una región con altos índices de población urbana. En este contexto,
Chile no escapa de esta tendencia, ya que en el año 2002 el 86,6%
de la población habitaba en áreas urbanas, cifra que se mantiene
para el año 2020, con el 87, 2%.
«Informe World Urbanization Prospects», Naciones Unidas, Esta-
dos Unidos. División de Población del Departamento de Asuntos
Económicos y Sociales de la ONU (DESA) (2014).

65
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 12. Evolución de la población urbana por macrorregiones


del mundo, 1950-2030

Fuente: Naciones Unidas. 2006. World Urbanization Prospects.

No obstante, las soluciones a largo plazo solo pueden venir de


políticas de desaceleración demográfica y de minimización de mi-
graciones de poblaciones rurales a ciudades. Más allá de la cuestión
urbana, se trata de un problema global de la sociedad, al cual todos
debemos confrontar.

Salir de la ciudad, migración y exclusión social


La sociedad urbana acarrea múltiples contradicciones. Por un
lado, deseamos vivir en una ciudad para beneficiarnos de las ven-
tajas de la centralidad… pero, por otro lado, si tenemos los medios
para hacerlo, buscamos vivir en la periferia, de preferencia en una
casa aislada y con un gran jardín. Es por este motivo que en nuestro
tiempo libre, siempre que podemos, nos invade un deseo súbito que
nos impulsa a abandonar la ciudad, para migrar el fin de semana a
fuera de ella. ¡Es como si la sociedad urbana generara una civilización
del tiempo libre para paliar sus inconvenientes!

66
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La geografía urbana se dedica a estudiar este complejo fenómeno


social, desde las migraciones de fin de semana hacia balnearios, hasta
aquellas de los jubilados hacia regiones de mejor clima; mientras que
en la ciudad quedan aquellos excluidos de la sociedad de consumo,
aquellas personas que, por sus medios, no pueden salir de vacaciones.
En este sentido, si bien la ciudad es un lugar de concentración de
poderes y de riqueza, también es un lugar de desigualdades sociales
y económicas. Dos sociedades conviven, una que puede aprovechar
la ciudad y «salir» de ella cuando así lo desea (es la sociedad de los
barrios urbanos de la burguesía y la clase media elevada), y aquellos
que, por circunstancias no deseadas, están cautivos en la ciudad (en
las sociedades de barrios-dormitorios y guetos). De ahí es donde
se instalan las semillas de la explosión urbana… de las revueltas
en los guetos, en las poblaciones o en los conjuntos de viviendas
sociales de la periferia, cuando los jóvenes ya no encuentran en
la ciudad más que sus efectos negativos… La geografía «crítica»
denuncia claramente estos factores y evidencia cómo las domina-
ciones económicas camuflan ciudades fragmentadas en barrios de
estatus sociales diferentes, permitiendo la emergencia de múltiples
bolsones urbanos de exclusión.

La ciudad, «espacio en disputa»


La ciudad, más que cualquier otro espacio, se ha convertido en
un terreno de competencia: competencia por localizarse en los sitios
más accesibles, por acceder a los barrios más agradables, por encon-
trar empleo, por beneficiarse de mejores escuelas y servicios… Se
podrían multiplicar los ejemplos. De esto trata la geografía «crítica»,
aquella que no acepta la realidad social actual con sus exclusiones
y su carácter dual.
Para esta geografía, la ciudad es un producto social marcado por
la vida de las clases sociales, sus normas de consumo, su pertenencia
a un mercado laboral en el marco de la división internacional del
trabajo, sus adscripciones en el espacio urbano. Se deben entonces
estudiar las razones históricas de la aparición de estas clases y sus
condiciones de producción: ¿cómo están naciendo los guetos, cam-
pamentos o villas miseria en América Latina? Es la pregunta que
se plantean el sociólogo chileno Francisco Sabatini y el geógrafo
Rodrigo Hidalgo en algunas de sus investigaciones, para evaluar

67
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

la dimensión de la miseria urbana y sus consecuencias en diversas


materias, relacionadas principalmente con la segregación.
En esta misma línea, cabe preguntarse ¿cómo la renta territorial (el
valor del suelo en particular) determina la localización residencial de
los habitantes y genera segregación? El estudio de los mecanismos de
regulación urbanística permite analizar la distribución de la población
y las inversiones en el medio urbano, y abogar por una nueva gober-
nanza de las ciudades. El tema está muy presente en la agenda de los
organismos internacionales, pero las soluciones son todavía escasas,
aún sabiendo de la existencia de una gran cantidad de bolsones de
pobreza y asentamientos informales en diversos países de América
Latina. Tal es el caso de Argentina con las «villas miseria», Brasil con
las «favelas», «tugurio» en Colombia, «tomas» en Chile, entre otras.

Figura 14: Contrastes espaciales en São Paulo (Brasil)

Fuente: www.laciudadviva.org

Planificar la ciudad
Planificar y ordenar la ciudad para evitar las contradicciones ur-
banas es uno de los objetivos de los geógrafos «críticos». ¿Pero cómo
planificar las actividades y prácticas en el espacio y el tiempo, para
evitar la creación de guetos y la degradación del medio ambiente?
En la sociedades tradicionales imperaban antiguos y difundidos
«saber - hacer» a diferencia de los tiempos actuales donde el ordena-
miento urbano a caído en manos de administraciones especificas en

68
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

efecto, los gremios de artesanos, que construían los edificios según


normas heredadas, son sustituidos por los planificadores urbanos
encargados de regular el sistema de edificación. El ordenamiento
urbano se hace entonces «desde arriba», siguiendo un proceso de
toma de decisiones jerarquizado: un arquitecto o una autoridad ad-
ministrativa decide, arbitrariamente, por la colectividad. De manera
opuesta a esa concepción, la planificación «desde abajo» emana
de los actores (vecinos, grupos sociales) a nivel de las unidades de
base (los barrios), quienes se coordinan en vista de la realización de
operaciones de planificación.

69
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Las trampas urbanas de América Latina

Vivir en una ciudad en pleno siglo XXI es algo que en varios países
en todo el mundo supone cierta garantía de confort y seguridad. Pero
tal vez muchos latinoamericanos deberían pensar mejor esa idea.
Las ciudades de América Latina se han vuelto lugares expuestos
a una creciente lista de problemas y riesgos por la falta de planifi-
cación, su crecimiento caótico y el impacto del cambio climático,
advierten expertos.
El asunto suele saltar a la vista con emergencias como las inundacio-
nes en Argentina o deslaves en Brasil este año, pero los especialistas
dicen que casi todas las urbes de la región carecen de planes de
expansión y mitigación de desastres.
La ausencia de planes de ordenamiento territorial efectivos es
la causa principal de estos problemas. Tal como se destaca en la
noticia «Latinoamérica hace 100 años que no hace urbanismo,
que no piensa sus ciudades a futuro ni las planifica». Sumado a
esto, el acelerado proceso de urbanización que ha vivido América
Latina acrecienta la urgencia por comenzar a desarrollar planes
que desarrollen estrategias tendientes a escenarios futuros, y que
además difundan mayor información a todos los agentes (locales
y estatales) sobre el territorio en el que habitan.

BBC Mundo, «Las trampas de lo urbano» (2013). Recuperado


de: http://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/04/130426_ciuda-
des_america_latina_trampas_gl_n

70
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Para el geógrafo, las regularidades en la organización del espa-


cio hacen posible esta modelación urbana. Las relaciones entre las
estructuras y los procesos espaciales son estudiadas para extraer
modelos aplicables a numerosos casos.
En los últimos años la incipiente experiencia de la ecología
urbana en América Latina ha sido de utilidad para comprender las
problemáticas ambientales relacionadas con el desarrollo urbano.
En este sentido, la ecología urbana no solo es fundamental para en-
tender los sistemas urbanos desde un punto de vista ecológico, sino
también en la generación de información de relevancia para la toma
de decisiones y la aplicación de políticas de manejo. Esta reflexión se
torna crucial en la situación actual que se vive en algunos países de
América Latina, pues la seguidilla de catástrofes naturales tales como
inundaciones, deslaves, terremotos, riesgos volcánicos, etc., dejan de
manifiesto la ausencia de medidas efectivas de planificación urbana.

71
Capítulo vi

El poder de los mapas

Utilizar las representaciones gráficas


Desde su creación, la geografía ha permitido describir itinera-
rios y regiones recién descubiertas para facilitar el desplazamiento
de los hombres. En el Renacimiento, es precisamente gracias a la
utilización de los métodos de medición del planeta y de ubicación
en el espacio, perfeccionados por la escuela de Alejandría, que los
grandes descubrimientos pudieron ocurrir. Los navegantes, y también
los conquistadores, disponían de instrumentos y mapas para situarse
en el espacio continental y marítimo.
Aquellos mapas mostraban derroteros, huellas, porciones de
territorios que permitían orientar a otros navegantes que iban en
búsqueda de nuevos destinos. En la conquista de América, aquellas
representaciones, como lo muestran las Figuras n° 17 y 18, se iban
dibujando a medida que el hombre europeo lograba transmitir y
visualizar nuevas territorialidades.

73
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 15. Carta Universal Salviatti, confeccionada por Nuño García de


Tornero, en 1525.

Fuente: Biblioteca Laurenciana de Florencia

Figura 16. Mapamundi, Juan Vespucio, 1525. Grabado en madera sobre


papel iluminado en acuarela.

Fuente: Hispanic Society, Nueva York.

A su vez, en una fecha más reciente, 1962, en la llamada Gue-


rra de los Misiles o de Octubre entre EE. UU. y Cuba, las imágenes
fueron un factor relevante para identificar la ubicación de los misiles
soviéticos instalados en la isla caribeña durante plena Guerra Fría
(Figura 17).

74
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 17. El mapa como objeto estratégico

Fuente: USAF (1962)

De ahí a decir que «la geografía sirve para la guerra»3 no había


más que un paso. Pero no solo es útil a los militares, aun cuando
ellos hagan uso intensivo de mapas, fotografías aéreas o satelitales.
Entre los instrumentos geográficos de base está el mapa. ¿Quién
no ha utilizado un plano para ubicarse en una ciudad extranjera o
una carta para recorrer un sendero de montaña?
Es cosa sabida que, desde la Antigüedad, los militares educan a
las tropas en la lectura del mapa y el uso de la brújula. Fueron los
militares quienes elaboraron los primeros mapas y escogieron los
elementos a cartografiar: bosques, pantanos, iglesias, castillos, etc.
antes que se les diese más importancia a los caminos, con el auge
de la civilización del automóvil.
Pero el mapa no es el único medio de representación geográfica.
La fotografía aérea y, cada vez más, la imagen satelital, complemen-
tan el tradicional mapa, permitiendo observar procesos geográficos
mayores: crecimiento urbano, avance de la desertificación, evolución
3
Parafraseando el título del libro de Yves Lacoste (1976).

75
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

de la contaminación. La geomática, que se dedica al estudio de los


sistemas de información geográfica (SIG) —conjuntos de datos lo-
calizados en el espacio y almacenados en un soporte informático—,
ha llegado a ser un soporte mayor de la geografía.
Paralelamente, se desarrollan otros instrumentos ligados al
procesamiento y cartografía de series estadísticas, con los que se
elaboran mapas y atlas sobre temas tan variados como la calidad de
vida, la polución, los flujos de transporte y los resultados electorales.
Atlas regionales, atlas estratégicos, atlas urbanos se multiplican,
evidenciando el potencial gráfico de la geografía.
Agreguemos a estas representaciones gráficas el mapa mental,
desarrollado en geografía de la percepción, que pretende revelar el
imaginario geográfico. ¿Qué representación se hace cada uno de su
ciudad, de su región, de América? ¿Cómo elegir un itinerario cuando
se necesita desplazarse? A través del estudio de los mapas mentales se
revela la subjetividad del conocimiento espacial, como lo demuestran
los trabajos sobre las representaciones mentales.
Un buen ejemplo de la utilidad de un mapa mental es posible de
observar en localidades cuya particularidad requiere que determina-
das políticas públicas consideren la participación de la comunidad
para definir sus propios asuntos.
En este sentido, los mapas reconocen saberes empíricos. La
cartografía participativa, por ejemplo, constituye una herramienta
que permite discutir en la comunidad aquellas prácticas comunes
existentes dentro de un espacio habitado. Bajo esta premisa, el mapeo
comunitario sería elemento esencial para la planificación territorial,
al darles contenido espacial a los intereses de sus propios habitantes.
Una experiencia de mayor detalle en torno a la cartografía parti-
cipativa se dio en el archipiélago interior de la isla de Chiloé (Chile)
durante el año 2013, específicamente en la isla de Alao, comuna de
Quinchao, donde se llevó a cabo una actividad de mapeo comunitario
pensado para trabajar procesos relacionados con el ámbito cultural
y el desarrollo productivo de la isla.

76
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Cartografía participativa para la identificación


de potenciales recursos productivos en el territorio
de isla Alao, Comunidad Indígena Apao. Comuna
de Quinchao. X Región de los Lagos, Chile

Durante enero y febrero del año 2013, la Fundación Nacional para


la Superación de la Pobreza, a través del programa Servicio País,
se propuso desarrollar cartografía participativa en el territorio de
isla Alao, comuna de Quinchao, con el fin de generar un proceso
de vinculación de los habitantes con el territorio, con miras a
fortalecer aspectos de organización e identidad territorial durante
su realización.
En este contexto, a partir de la práctica profesional de la geógrafa
Antonia Zambra (Universidad Católica de Chile), fue posible la
construcción de un mapa de uso actual titulado «Nuestra isla hoy»,
el cual se levantó a partir de preguntas sencillas: ¿cuáles son los
lugares más importantes de la localidad?, ¿cómo se conectan esos
lugares?, ¿qué usos tienen esos lugares? En otras palabras, cons-
tituyó parte de una etapa de diagnóstico con miras a establecer
elementos prospectivos que se vean plasmados en el territorio y
que permitiesen mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Figuras 18. Talleres de cartografía participativa


junto con la comunidad de Apao, sector Apao.

Fuente: Antonia Zambra.

Los mapas mentales, como en este caso, permiten por tan-


to estrechar mucho más el vínculo y arraigo de la relación

77
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

comunidad-territorio y son una forma democrática de proyectar el


desarrollo del territorio donde vive la comunidad. El trabajo par-
ticipativo en isla Alao, es finalmente traspasado a formato digital
para su conservación y difusión.

El poder de los sistemas de información geográfica

El uso de los recursos computacionales de apoyo y manipula-


ción de la información del territorio se remonta a principios de los
sesenta, con la codificación de datos digitales que tradicionalmente
solo estaban representados en forma de mapas. Sin embargo, solo
los avances tecnológicos que se produjeron más tarde en el campo
de la informática, en especial los relacionados con la manipulación
directa de la información de los discos duros, permitieron obtener
resultados significativos y el desarrollo de diversos tipos de análisis
espacial. Pero esto solo era posible con la convergencia de diversas
disciplinas y técnicas tradicionales: geografía, cartografía, fotogra-
metría, teledetección, agrimensor, geodesia, ingeniería civil, matemá-
ticas, estadística, investigación operativa, entre otras.
Los sistemas de información geográfica (SIG) surgieron así como
una poderosa herramienta tecnológica integradora de la información
geográfica, lo que permite, a través de procedimientos de cálculo, crear
mapas, modelado del territorio, buscar y analizar grandes cantidades
de datos almacenados en una base de datos única, además de facilitar
el análisis, la gestión y la representación del espacio y los fenómenos
que se producen en ella. En la actualidad, son numerosas las insti-
tuciones y empresas relacionadas con la producción cartográfica, la
planificación, el urbanismo, la exploración de las redes de transporte
y telecomunicaciones, gestión y uso de los bosques, las que consideran
y utilizan esta innovación tecnológica.
En la práctica, los SIG se encuentran dispersos por todo el mun-
do, en un proceso de mucho desarrollo en sus mecanismos, así como
de nuevos softwares y de nuevos productos SIG. Tenga en cuenta
que en 1988 solo había 37 proveedores más conocidos de software
de GIS (GISWorld 88), pero solo siete años más tarde, en 1995, ese
número ya había aumentado a 539 organizaciones que participan en
actividades relacionadas con SIG, tanto en términos del suministro
de productos como de servicios.
En los últimos años, el desarrollo exponencial de las tecno-
logías de la información y comunicación (TICs) ha expandido el

78
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

almacenamiento, gestión y procesamiento de la información geo-


gráfica a un nuevo estadio. Existen cada vez más facilidades para
utilizar la información obtenida online, tanto mediante descarga
directa como mediante la utilización de los servicios que ofrecen los
estándares del Open Geospatial Consortium (OGC), como pueden
ser, por ejemplo, los servicios Web Map Service (WMS), para la ex-
clusiva visualización de los mapas, o el Web Feature Service (WFS),
que además de visualizar los datos, permite descargarlos y trabajar
con ellos en el disco duro de nuestro propio ordenador; los servicios
de catálogos de datos (Web Catalogue Service, CSW), que tienen un
interfaz común para la búsqueda, intercambio y publicación de los
metadatos, para poder trabajar con los datos de los pixeles de las
coberturas ráster; los servicios Web Coverage Service (WCS), etc.
Esto permite integrar la información procedente de distintos
servidores junto con la información que tengamos en nuestro propio
ordenador, lo que posibilita el trabajo de forma local, con la informa-
ción por un lado, y por otro lo que se denomina el almacenamiento
en «la nube». Este novedoso fenómeno permite que la información
sea accesible desde cualquier lugar en el que dispongamos de una
conexión a internet. Esto ha supuesto un crecimiento tan acelera-
do de la información geográfica, que se puede prever que en poco
tiempo su volumen se habrá duplicado. Se impulsan así no solo las
tecnologías de la información geográfica en general, sino también
los sistemas de información geográfica (SIG), que, mediante la ges-
tión de la información espacial, hacen posible el análisis territorial
(González, de Lázaro, 2011)4.

4
González González, Mª Jesús y María Luisa de Lázaro y Torres, «La geoinfor-
mación y su importancia para las tecnologías de la información geográfica», en
Revista electrónica de recursos en internet sobre geografía y ciencias sociales,
nº 148, 1 de junio de 2011. Universidad de Barcelona. ISSN 1578-0007.

79
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

El «mapa de rebanada»

El SIG supone la creación de un modelo de la realidad que comienza


por la definición del tratamiento de la información. La pregunta
esencial es cómo sintetizar los componentes de un dato geográfico.
Operativamente, un SIG separa la información en diferentes capas
temáticas («capas») y los almacena de forma independiente, lo que
permite que el operador o el usuario trabaje con ellos de modo
rápido, sencillo y comprensible, tanto de manera individual como
relacional, a través de la posición y topología de los objetos, con
el fin de generar nueva información. Los modelos más comunes
en los SIG son el «modelo de matriz» (o «ráster») y «modelo de
vector». El primero se centra en las propiedades del espacio, me-
diante la partición de que en las células normales (generalmente
cuadrados, pero puede ser rectangular, triangular o hexagonal),
representando cada una un valor único, cuanto mayor sea el ta-
maño de cada celda (resolución) menor es la precisión y detalle
en la representación del espacio geográfico. Luego, el modelo de
representación vectorial se centra en la exactitud de la ubicación
de los elementos en el espacio; digitalmente, en el modelado de las
entidades del mundo real se utilizan principalmente tres formas
espaciales: punto, línea y polígono.

Figura 19. Estructura de datos de un SIG: modelos ráster y vectorial

80
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La lógica social y política de los mapas


Al escoger el título de este capítulo, nos propusimos, como B.
Harley, no considerar el mapa solo como un simple instrumento
geográfico, sino como un revelador de símbolos y poderes.
En la actualidad existe un gran consenso entre geógrafos so-
bre que el mapa neutro no existe, aunque todavía son muchos los
cartógrafos que estiman que los mapas no distorsionan la realidad
que representan, asumiendo una mirada de poco sentido crítico en
lo que respecta a sus labores. Los mapas deforman necesariamente
la realidad que pretenden representar. Iniciarse en geografía es, en-
tonces, aprender a leer los mapas con sentido crítico.

Figura 20. Mapa que interpreta la realidad en función


de los grupos de poder

Fuente: Le Monde Diplomatique.

El mapa es la muestra patente de que el dibujo, la elección de


símbolos y el juicio son inseparables, incluso para cosas tan simples
como el suelo (de color marrón) o el mar (azul). Estas son convenciones
que pesan sobre la representación de otras zonas menos coloreadas,
que, por ende, pierden visibilidad: estepas en verde muy tenue, zo-
nas de altitud en gris claro. Pero, más allá del color, un mapa puede
privilegiar determinados asentamientos humanos y, por el contrario,

81
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

suprimir otros. Un estudio de la cartografía de Sudáfrica en la época


del apartheid nos muestra cómo numerosas zonas de población ne-
gra se hicieron invisibles mediante el uso de símbolos poco vistosos,
mientras que las ciudades de los blancos con sus edificios oficiales y
sus iglesias se hallaban sobrerrepresentadas. Del mismo modo, en la
Patagonia americana la imagen que se asentó en la cartografía oficial
fue la de una espacialidad vacía, desértica, invisivilizando a los grupos
aborígenes que por siglos se movilizaban por esas amplias tierras. En
la misma línea se reprodujeron imaginarios geográficos asociados a
figuras míticas, salvajes o extrañas a los ojos del sistema-mundo occi-
dental, donde lo que primaba en la memoria colectiva era lo racional,
lo civilizado, en definitiva, el progreso y la historia. La figura 22 da
cuenta de aquella proyección sociocultural.

Figura 21. Paisaje mitológico de la Patagonia del siglo XVI.

Fuente: Rojas, 1992.

82
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Distorsionar intencionalmente el mapa

A lo largo de la historia, uno puede encontrar distorsiones intencio-


nales de los contenidos de mapas para fines políticos, el cartógrafo
nunca ha sido un artista, un artesano o técnico independiente.
Detrás del creador de los mapas se encuentra un conjunto de rela-
ciones de poder, que crea sus propias especificaciones. Impuestas
por un individuo, la burocracia estatal o el mercado, estas reglas
a veces pueden ser reconstruidas a partir del contenido de los
mapas y la representación cartográfica de los modos. Adaptación
de las proyecciones individuales, la manipulación de las escalas,
aumentando excesivamente o moviendo signos o topografía, el
uso de colores con gran poder emotivo, los autores de los mapas
de propaganda eran partidarios de una sola dirección geopolítica.
Sus mapas fueron parte del arsenal de la guerra psicológica que
era la moneda mucho antes de su uso por el nazismo geopolítico.
Las guerras de religión en la Europa del siglo XVII y la Guerra
Fría del siglo XX se han realizado más sobre el contenido de los
mapas de propaganda que por otros medios.

(Brian Harley, 1995)

Explorar el discurso de los mapas lleva a comprender cómo


están socialmente construidos. El mapa rutero, que resalta los ejes
de transporte y ciertos puntos, difiere del mapa turístico, que enfa-
tiza en los lugares históricos e incluso agrega recuadros sobre sitios
de interés. Desde aquella perspectiva, el mapa rutero hará hincapié
en las rutas de transporte, sus lugares de referencias especialmente
relevantes en el contexto de los caminos, así como en información
de distancias; por su parte, el mapa turístico ofrece información de
alojamientos, museos o lugares para visitar. En ambos casos, se pro-
duce una dirección o interpretación intencionada de la información
y es, por tanto, dirigida a los ojos del lector-espectador.
Los mapas siempre han facilitado la expresión geográfica de
los sistemas sociales. No es casual que hoy día sea fácil —en la
época de la civilización del automóvil— encontrar cartas ruteras
o turísticas, ni que en el siglo XIX —en el período de surgimiento
de los Estados-naciones— los mapas nacionales con sus fronteras
fuesen predominantes. A lo largo de toda la historia, la confección

83
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

de mapas ha sido una de las armas intelectuales mayores para ad-


quirir legitimidad y codificarla. Un buen ejemplo, precisamente, son
las cartas surgidas en el contexto de la formación del Estado-nación
cuando en pleno siglo XIX el predominio era la incorporación y
racionalización de la mayor información de las nuevas naciones,
como sus fronteras, regiones, ciudades, caminos, etc., producción
que representaba el afán de control de las élites por territorializar su
poder. Los mapas de Claudio Gay en Chile son una buena muestra
de tal posicionamiento cartográfico.

Mapas y poder territorial


Tal como señaló Brian Harley (1955), la elaboración de mapas
siempre fue una herramienta de los especialistas de inteligencia
para administrar, codificar y legitimar los intereses surgidos desde el
poder. En otras palabras, relacionan conocimiento y poder, es decir,
los mapas «ayudan a prever imágenes cartográficas en términos de
su influencia política en la sociedad».
Efectivamente, los mapas han apoyado regularmente el ejerci-
cio del poder territorial. Que sea la posición de los continentes en
torno a un centro más relevante o a su ubicación en sentido norte
o sur o la utilización del sistema de coordenadas geométricas en
los Estados Unidos para estructurar el control europeo, el tipo de
grafismo empleado se orienta a una apropiación del espacio. En ese
proceso imperialista los pueblos indígenas desaparecen, tal como
sus nombres y su cultura. Los mapas impresos por los europeos se
convierten en pruebas de su victoria y su soberanía.

84
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Los mapas y el Estado-nación

La historia de los mapas se encuentra inexorablemente vinculada al


surgimiento del Estado-nación en el mundo moderno. Muchos de
los mapas impresos de Europa subrayan los Estados, las corrientes
de agua y las fronteras políticas que constituían las dimensiones
político-económicas de la geografía europea. Los primeros teóricos
políticos encargaban mapas a los hombres de Estado, quienes, a
su vez, estaban entre los primeros coleccionistas sistemáticos. En
muchos países, la actividad cartográfica estaba en gran medida
bajo el mando del Estado.
Harley, J. B., La nueva naturaleza de los mapas.
Ensayos sobre la historia de la cartografía
(México: Fondo de Cultura Económica, 2005), p. 87.

La confección de mapas y la cartografía han constituido elementos


fundamentales en la historia de la geografía. Los mapas han sido, y
siguen siendo, creados y usados en una gama extraordinariamente
amplia de ámbitos institucionales y disciplinarios y para diversos
fines… la preocupación por la precisión en la navegación y por la
definición de los derechos territoriales hizo que la confección de los
mapas y la investigación catastral se convirtieran en herramientas
básicas para conjugar el arte del geógrafo con el ejercicio del poder
político y económico. El ejercicio del poder militar y la confección
de mapas han ido de la mano… Las definiciones cartográficas de
soberanía (formación de los Estados) ayudaron a la formación de
Estados y al ejercicio de las competencias estatales.

Harvey, D., Los espacios del capital


(Madrid: Akal, 2007), p. 237.

También durante el período de la conquista de América, los


primeros mapas europeos de América eran claramente documentos
geopolíticos. Eran maniobras que iban definiendo y reafirmando el
poder colonial. Las líneas de demarcación trazadas en los mapas se
convierten en símbolos; y los registros de la división del mundo, en
las diferentes esferas de influencias nacionales.
El carácter muy marcado de la línea establecida por el Tratado
de Tordesillas de 1494 refleja la importancia que Portugal y España
dieron a estas cláusulas espaciales (la línea define la posesión de los

85
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

territorios descubiertos y por descubrir, que divide el mundo en dos


partes desde un meridiano a 370 leguas al oeste de Cabo Verde).
Algunos mapas de este periodo tienen las marcas de viajes e incluso
falsificaciones de límites para favorecer las pretensiones de cada país.
Comúnmente, los conquistadores utilizaban referentes que conocían
para apropiarse mejor de esos territorios.

Figura 22. La división del mundo entre Portugal y España,


por el Tratado de Tordesillas, 1494

Fuente: Bailly, 2009.

86
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Carta de Cristóbal Colón al rey de España, 1493

«A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador, en memoria


de Su Divina Majestad, que todo maravillosamente todo esto ha
dado; los indios lo llaman Guanahani; a la segunda la nombré Isla
de Santa María de Concepción; a la tercera Fernandina; a la cuarta
la Isabela; a la quinta isla Juana, y así a cada una un nuevo nombre.
El mensaje ideológico de esta primera carta de Cristóbal Colón a
los reyes (febrero-marzo 1493), el documento fundacional de la
colonización europea de América, es doble. Desde una perspectiva
europea, los nombres reproducen la jerarquía divina reproducida en
el nuevo mundo. El orden es importante: su Divina Majestad, Santa
María, Fernandina, Isabel y Juana. Fue una acción deliberada la de
Christopher Columbus honrar primero a Dios, luego a la Virgen
María y el rey de España, la reina y el príncipe heredero. También
podemos interpretar el único lugar de nombre indígena que aparece
en la carta de Colón: «Los indios la llaman Guanahani». Aquí la
perspectiva indígena es otro acto de posesión, pero con significa-
do diferente. Esta frase conserva un intercambio de idiomas, una
marca de diálogo que pasó entre un europeo y el grupo de origen.
Sin embargo, lo que está contenido en la carta es la memoria de un
diálogo desigual entre colonizador y colonizado. Es Christopher
Columbus el que determina la relación de intercambio. Así, la carta
nos muestra la relación entre conocimiento y poder, en tanto su
objetivo es confirmar la propiedad del territorio político y religioso
y para dar a la palabra «Guanahani» el estado de una cita. Por lo
tanto, el nombre se ha conservado fuera de contexto, un entorno
lingüístico que era totalmente ajeno a él, como un pájaro disecado
en una vitrina de un museo. No importa si el nombre nativo era
o no ‘real’»..

Se puede hablar de un verdadero «teatro cartográfico» utilizado


por la cultura dominante. La cartografía sirvió para despojar a los
indígenas de sus tierras engulléndolos en los espacios blancos.
Se comprende por qué J. Baudrillard plantea la idea de que
«el mapa precede al territorio». La geografía anticipa las futuras
dominaciones trazando límites y fronteras, bautizando los lugares
y dibujando redes. Hubo que «inventar» América y África para
integrarlas al imaginario europeo y luego colonizarlas con fines
políticos y mercantiles.

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

El mapa al servicio de la propaganda política y comercial

Los mapas han sido utilizados para representarnos un espacio


desde la posición ideológica que busca sustentarlo.

En las últimas décadas, a pesar de la diversidad de técnicas y


medios de promoción y comercialización que se han puesto
a disposición de los agentes económicos, los mapas siguen
siendo un instrumento de propaganda comercial recurrente.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

En Sudamérica, Joaquín Torres García, artista plástico y teórico del


arte uruguayo, buscó darle notoriedad al continente sudamericano,
allá por el año 1941, creando la Escuela del Sur, y dibujando como
símbolo un mapa sudamericano al inverso de lo que convencio-
nalmente conocemos.

Deconstruir los mapas


El mapa, como toda herramienta geográfica, refleja el mundo
social que lo produce. Debemos entonces aprender a interpretar los
procesos cartográficos y, para eso, aprender a deconstruir los ma-
pas, es decir, a leer «entre líneas» para descubrir valores, silencios
y contradicciones detrás de la aparente honestidad de la imagen.
En otros términos, ¿qué normas rigen la cartografía en una época
determinada? Mapas organizados en torno a la cruz y al océano, en
la Edad Media europea, para valorizar lo religioso; cartografía pseu-
docientífica en el siglo XVIII, cuando se busca una representación fiel
del terreno; cartas militares y coloniales del siglo XIX sudamericano,
mapas de los exploradores y agentes del Estado en la definición y
configuración de la nación… representación por supuesto imposible,
pues el mapa a escala real, el único exacto, ¡no puede existir!
Los mapas son textos culturales que revelan falsificaciones,
censuras y valorizaciones de nuestras sociedades. Ellas plasman el
modelo cultural sobre el papel y lo imponen.
El caso de la Patagonia en el sur de América es particularmente
ilustrativo. Numerosas expediciones dieron origen a una representa-
ción cartográfica que perduró durante muchas décadas: la Patagonia

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

como paisaje mítico e inconmensurable. En los inicios de la época de


la razón (siglos XVII y XVIII), lo inexplicable aún se volvía, junto
con ser una proyección e imagen mental del mundo conquistador, un
paisaje mítico. La Patagonia no estuvo exenta de aquella mirada y
mantuvo sus límites desbordados: naturaleza exuberante y presencia
de monstruos en zonas alejadas y más desconocidas. Numerosos
mapas y leyendas así lo refrendan. Una de ellas, tal vez la más co-
nocida, es la famosa Ciudad de Los Césares o Ciudad Encantada
de la Patagonia. En pleno siglo XVI se hizo leyenda la existencia de
un asentamiento paradisiaco que albergaba una ciudad de grandes
riquezas y de tierras fértiles. Muchas expediciones en los siglos si-
guientes se internaron en la cordillera de los Andes en su búsqueda,
y el paisaje mitológico retrató a la Patagonia.

Figura 23. Mapa del Estrecho de Magallanes

Fuente: de Levinius Hulsius, 1626.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Deconstruyendo el mapa

La deconstrucción no fija en el mapa la cosa real o el objeto en


sí mismo. Desea fijar en el mapa un texto surgido en un contexto
temporal de carácter finito y móvil o cambiante. En ese sentido,
identifica en el mapa una metáfora que se muestra frente al mundo
como verdadera y que como tal impone un enfoque social que
termina siendo normativo.

Norris, C., Derrida (Cambridge Ma.: Harvard Minority Press,


1987), en Gould, P. y Bailly A. (eds.), Le pouvoir des cartes: B.
Harley et la cartographie (París: Anthropos, 1995).

La desconstrucción nos insta a leer entre las líneas del mapa, en


los márgenes del texto, y a través de sus tropos, para descubrir sus
silencios y contradicciones que desafían la aparente honestidad de
la imagen. Comenzamos a saber que los hechos cartográficos son
solo hechos dentro de cierta perspectiva cultural. Empezamos a
comprender que los mapas, al igual que el arte, lejos de ser una
ventana abierta al mundo no son más que una forma humana
particular de ver el mundo…

Harley, J. B., La nueva naturaleza de los mapas.


Ensayos sobre la historia de la cartografía
(México: Fondo de Cultura Económica, 2005).

A pesar de los esfuerzos de los cartógrafos científicos para


«naturalizar» la geografía, esto es hacer del mapa algo definitivo
o esencial, sus discursos se han quedado, fundamentalmente, en lo
retórico, incluso cuando recurren a técnicas modernas como los
sistemas de información geográfica. Las etapas de la confección
del mapa: selección, simplificación, omisión, clasificación, jerar-
quización y simbolización, traducen objetivos humanos. Como en
cualquier tipo de producción escrita, la cartografía es un arte de la
comunicación que calibra un mensaje para un público determinado.
Al representar un tipo de mundo en imágenes de difusión masiva,
los mapas expresan una visión social: tomemos el ejemplo de las
cartas ruteras, que se cuentan entre los documentos más vendidos
en los países desarrollados, e intentemos evaluar su influencia en
la percepción del mundo. ¿Qué tipo de imágenes transmiten esas

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

cartas? Una simplicidad extrema, líneas de autopistas y otras vías


principales, un mundo de elementos físicos y humanos reducido a
lo básico. El lugar ya no tiene importancia, todo está centrado en el
desplazamiento. Habrá que consultar alguna guía turística especiali-
zada para penetrar el espacio-tiempo o el espacio historia-naturaleza.

Figura 24. Guías turísticas de Chile, divididas por zonas y con un


lenguaje orientado a resaltar la representación turística del territorio

Fuente: Chiletur, Copec, 2016.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El sueño de un cartógrafo

Narra la historia de fray Mauro, del siglo XVI, quien desde su


celda y con base en los relatos de los viajeros y exploradores, busca
crear un mapa exacto del mundo que contenga todo lo existente.
Al final, llega a la siguiente conclusión:
Para completar un mapa exacto del mundo debo aprender a con-
templar el problema desde otra perspectiva. En lugar de definir
cada continente de manera que fije su realidad para que todos
estén de acuerdo con mi interpretación, necesito ser más circuns-
pecto en mis afirmaciones. Cada uno de nosotros tiene derecho a
hablar del perfil de la costa, sus montañas, sus desiertos, ninguno
de los cuales concuerda con otros. En forma individual estamos
obligados a hacer un mapa de nuestra propia tierra natal, nuestro
prado o nuestra pradera. Llevamos grabado en el corazón el mapa
del mundo tal como lo conocemos. Comenzamos entonces a cubrir
el mundo con impresiones que hemos vivido. ¡Qué deslumbrante
esplendor! Estas impresiones son capaces de elevarse por encima
de todas las premisas de sensibilidad que suponemos nuestras.
Permanecen enteramente libres, ya que no podemos encerrar su
destino en el nuestro. El mapa que dibujamos es una representa-
ción de estas impresiones, cada una de las cuales contribuye a esa
sublime imagen que creemos existe pero que hasta ahora no ha
sido descubierta… me siento agradecido hacia aquellos que me
proporcionaron el beneficio de sus ilusiones. Viajaron a Venecia,
a este monasterio, desde tantos lugares distantes, para compartir
conmigo la más pura de todas las fantasías: la de su propia capa-
cidad de sentirse maravillados… Empiezo a preguntarme si toda
esta empresa valió la pena. Cuando comencé este mapa estaba
empeñado en cumplir una certeza, y ahora la verdad parece estar en
lo contrario. Ningún pueblo o continente ha resultado existir salvo
en relación consigo mismo. La ubicación geográfica ha demostrado
ser también engañosa. La conclusión inevitable es que la verdadera
locación del mundo, sus países, montañas, ríos y ciudades, está en
los ojos de quienes los miran…

El sueño de un cartógrafo.
Las meditaciones de Fray Mauro,
cartógrafo de la Corte de Venecia.
Jaimes Cowan

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Imágenes y «marketing» geográfico


Estos mapas, imágenes de nuestras sociedades, influyen en
nuestras representaciones. En esta lógica, toda expresión geográfica
(manual, atlas,etc.) puede servir para la construcción de imágenes y
para las valorizaciones sociales. Con el desarrollo del «marketing»
espacial (turístico, urbano, etc.) estas representaciones son adminis-
tradas como un producto: las imágenes de las regiones y las ciudades
se han vuelto fundamentales para atraer a las empresas y a los tu-
ristas. Toda política de promoción corresponde a una estrategia de
comunicación: se inventan acontecimientos y vocaciones, se exalta la
calidad de vida y el prestigio; todo para valorizar un lugar… sobre
fundamentos imaginarios.
Los planos educativos que promueven «un mayor y mejor»
conocimiento de la ciudad son una prueba de aquella relación entre
la imagen y la proyección de un conocimiento direccionado. Algunas
de ellas están realizadas para profesores, para que junto con sus
alumnos recorran la ciudad y puedan dar a conocer un patrimonio
cultural específico, generalmente asociado a la puesta en valor de una
memoria de tipo nacionalista, donde se resalta la historia a través
de sus monumentos de la época de la fundación del Estado-nación.
Allí, por tanto, son recurrentes las visitas a estatuas de héroes, ba-
rrios de la antigua aristocracia o numerosos edificios del siglo XIX
que representan aquella gesta de poder que fue la construcción de
los Estados nacionales. A través de estas guías, folletos, planos se va
fijando la memoria de una nación en nuevas generaciones que las
reciben como parte de la naturaleza de la ciudad sin cuestionar o pre-
guntarse por su origen o modo de producción material y simbólica.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Vender la ciudad como «producto»

Cualquier política de promoción es, ante todo, una estra-


tegia de comunicación, la expresión de nuestra «compa-
ñía de teatro», evocada por Jean Baudrillard. La produc-
ción de una imagen es una creación de sentido en tanto
«gestiona las palabras fijas y mecanismos sintácticos...».
Así que para vender la «ciudad-producto», es necesario reinven-
tar su imagen, embarcarse en estrategias para lograr múltiples
direcciones, utilizando una gran cantidad de medios técnicos:
artículos, carteles, anuncios... Cada ciudad se ajusta con los va-
lores de su historia y su patrimonio, su calidad de vida (medio
ambiente urbano), sus personajes ilustres (el apóstol Santiago el
Mayor, de Santiago de Compostela, del arquitecto Antoni Gaudí,
en Barcelona; Nuestra Señora, a Fátima, el zapatero y popular
poeta António Bandarra; Trancoso, infante D. Henrique de Sa-
gres...), su prestigio externo... para transformar el evento en el
surgimiento de una nueva verdad.
Para vender «la ciudad-producto», también es cada vez más ne-
cesario evocar los beneficios económicos potenciales de la zona:
la capacidad de atraer la inversión, el empleo y la cualificación de
la mano de obra, la cantidad y calidad de la infraestructura y los
servicios, condiciones generales de acogida... la revelación de la
especificidad y la vocación de los estímulos de la ciudad también
pueden desempeñar un papel de mayor importancia (por ejemplo,
la ciudad de Toulouse se asume como la capital europea de la
aviación y electrónica).

Extracto de Bailly, A., «Les représentations urbaines:


l’imaginaire au service du marketing urbain»,
en RERU, n° 5, 1993.

También puede suceder a la inversa. Ciertos lugares y sus habi-


tantes son afectados por imágenes negativas ligadas a catástrofes o
a la guerra; connotaciones a veces difundidas en el mundo entero a
través de verdaderas campañas mediáticas de «información». Cuál
más, cuál menos, por ejemplo, Brasil y Venezuela, y por ende muchas
de sus ciudades, se han visto afectadas por los niveles de violencia,
imagen país e imagen urbana que van definiendo el carácter de
aquellos espacios.

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Ficciones espaciales
Desde hace ya unos cuarenta años la geografía nos ha enseñado
a captar los componentes de la subjetividad de las representaciones
espaciales, verdaderas creaciones sociales. Un lugar no se define ni
por un contenido único ni por una sola forma de expresión. Los
mapas, así como las imágenes urbanas, asocian percepciones y sa-
beres. Las ciudades y las regiones representadas son, a la vez, reales
e imaginarias, objetos de conocimientos siempre renovados.
La novela, la poesía, la canción… nos llevan por esta vía. Por
ejemplo, García Márquez nos describe los espacios rurales y urbanos
de una América profunda, oculta en cierto sentido. Borges hace lo
suyo con la ciudad de Buenos Aires, y Lewis Carroll, ampliamente
conocido por su obra Alicia en el país de las maravillas, nos entrega
su visión del mapa, un mapa vacío.

Figura 25. El mapa vacío de Lewis Carroll

Había comprado un gran mapa


del mar, sin un solo vestigio de
tierra. Y toda la tripulación estaba
encantada, al ver que era un mapa
comprensible para ellos.
«¿Qué utilidad tienen el Ecuador,
el Polo Norte y las zonas de
Mercator, los trópicos y las
líneas de los meridianos?». Así
decía el capitán. Y la tripulación
contestaba: «¡Son solamente signos
convencionales!».
«Otros mapas tienen formas, con
las islas y los cabos, pero nosotros
debemos agradecer a nuestro
valiente capitán (así hablaba
la tripulación) que nos haya
comprado el mejor... ¡un perfecto y
absoluto mapa blanco!».

El poeta, marinero libre de las limitaciones de lo real, que está


dirigido hacia los límites desconocidos, nos muestra los límites de lo
posible: el desprecio de las convenciones en el mundo, las grandes

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

cadenas que mantienen a un hombre prisionero. Para él no hay


necesidad de orientación y representación materializada ante lo
conocido y lo banal, mientras que el vacío se asemeja a lo desco-
nocido y lo excepcional. Por lo tanto, este extraordinario mapa de
Lewis Carroll es en el fondo un símbolo de burla del conocimiento:
¡por fin tenemos un mapa sin signos convencionales que cualquiera
puede entender, un mapa vacío!
Otro ejemplo que nos evoca esta relación de geografía con los
imaginarios geográficos es el trabajo del artista y arquitecto chileno
Alfredo Jaar, quien expuso en la misma Time Square de Nueva York
una gigantesca obra digital donde criticaba la postura estadounidense
de llamarse a sí mismos «americanos», invisibilizando a numerosos
pueblos étnicos y poblaciones del Caribe y Sudamérica. En cierto
modo, en los habitantes estadounidenses su geografía es la ameri-
cana, fijando un espacio más allá de sus fronteras como un «otro»
extraño y diferente.

Figura 26. Alfredo Jaar y su obra «This is not América»

Fuente: La Tercera, 7-08-2014.

Por último, el notable escritor argentino Jorge Luis Borges


también colabora a comprender que el mapa es un acuerdo social,
subrayando los límites de la representación cartográfica. Cuenta en
su Historia universal de la infamia (1935) (El Hacedor?) la historia

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

de un grupo de cartógrafos que movidos por la sed de poder de un


imperio decidieron hacer un mapa perfecto de su país, un mapa que
diese cuenta cabalmente del territorio. Para ello se entregaron a la
tarea de elaborar aquel territorio en escalas cada vez más grandes,
hasta llegar a tener algún día un éxito total con una representación
perfecta, es decir, un mapa del territorio ¡en la escala de 1 a 1!

La utopía del mapa a escala 1/1

En aquel imperio, el arte de la cartografía logró tal perfección que


el mapa de una sola provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa
del imperio, toda una provincia. Con el tiempo, estos mapas des-
mesurados no satisficieron y los colegios de cartógrafos levantaron
un mapa del imperio que tenía el tamaño del imperio y coincidía
punto por punto con él. Menos adictas al estudio de la cartografía,
las generaciones siguientes entendieron que ese extenso mapa era
inútil y no sin impiedad lo entregaron a las inclemencias del sol y
de los inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas
las ruinas del mapa, habitado por animales y mendigos. En todo el
país no hay otra reliquia de las disciplinas geográficas.

Jorge Luis Borges (1935)

98
Capítulo vii

Valores y naturalezas del lugar

Las burbujas del hombre


«Mi casa», «mi oficina», «mi barrio», «mi ciudad», «mi país», he
aquí palabras pronunciadas con frecuencia. Cada uno de nosotros se
apropia de uno o varios espacios, desde la casa hasta el país, espacio
de ciudadanía,etc. Estas relaciones marcan nuestra vida cotidiana,
nuestra educación y nuestros comportamientos.
Algunos investigadores hablan de «burbujas» o de «caparazo-
nes» del hombre para evocar esos sucesivos envoltorios indispensa-
bles para nuestro funcionamiento en el espacio. De manera diferente
a los animales, pero según principios similares, marcamos nuestro
territorio. El espacio más íntimo, el del dormitorio, constituye el
refugio personal. El departamento está reservado a la vida familiar,
aunque abierto a las amistades. Nuestro barrio, nuestro pueblo re-
presentan otros territorios que tratamos de proteger para desarrollar
relaciones sociales. Nuestra ciudad, nuestra región son espacios más
extensos en los que vivimos, votamos, pagamos impuestos. Más
vasta aún es la nación de la que somos ciudadanos, aunque esta se
integre cada vez más a comunidades supranacionales o se fragmente
en subconjuntos regionales.
Espacios que surgen desde horizontes que nos parecen naturales
o que siempre hubiesen estado allí. Y, sin embargo, fueron fabricados
por el hombre. En ellos conviven lo evidente con espacios menos
visibles, con —como la ha llamado Joan Nogué (2007)— las «otras
geografías» o —Foucault— los «otros espacios». Unos nos permiten

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

mirar la ciudad, el campo sin diferencias, como diciendo en el día a


día que allí pertenecemos… otros se desenvuelven menos evidentes,
ocultos, y, sin embargo, conviven con los «espacios oficiales». Unos
valorados de modo masivo, otros solo perceptibles para minorías.
Son los valores que adquieren los lugares, móviles y distantes según
sea el ojo con que observa la sociedad.

Las heterotopías

No se vive en un espacio neutro y blanco; no se vive, no se muere,


no se ama en el rectángulo de una hoja de papel. Se vive, se muere,
se ama en un espacio cuadriculado, recortado, abigarrado, con zo-
nas claras y zonas oscuras, diferencias de niveles, escalones, huecos,
protuberancias, regiones duras y otras desmenuzables, penetrables,
porosas. Están las regiones de pasajes, las calles, los trenes, los metros;
están las regiones abiertas del alto transitorio, los cafés, los cines,
las playas, los hoteles, y después están las regiones del reposo y de
la propia casa […] el espacio en el que vivimos [...] es un espacio
heterogéneo. En otras palabras, no vivimos en una especie de vacío,
dentro del cual localizamos individuos y cosas [...] vivimos dentro
de una red de relaciones que delinean lugares que son irreducibles
unos a otros y absolutamente imposibles de superponer.

Foucault, Michel, 2010.


Las Heterotopias

En cada una de aquellas escalas geográficas se desarrollan


relaciones sociales que vinculan a los habitantes entre sí, protegién-
dolos del exterior. La multiplicación de asociaciones de defensa de
los barrios ilustra este fenómeno, que se expresa materialmente
en las fortificaciones de las ciudades medievales y, hoy en día, en
la proliferación de zonas cerradas, segregándose de otras áreas de
la ciudad. Somos los ciudadanos de todos estos territorios, de los
cuales esperamos protección, vida social y cultural. Para responder a
estas demandas, en cada región, en cada país, se legisla para el buen
funcionamiento territorial, cuya meta superior es permitir que sus
habitantes vivan y trabajen en su idioma, en su cultura.
Cada una de esas escalas, cada una de esas culturas implica
fronteras, pero como las propias culturas, las fronteras también se
movilizan y cambian con el tiempo. Surgen en ellas y desde ellas,
mitos, encuentros y desencuentros, todas partes del viaje geográfico.

100
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La frontera y el mito de la finisterra


En latín, el término finisterra significa el «límite de la tierra», por
lo que, en términos geográficos, implica un «corte», la existencia de
otra parte diferente o desconocida. Es, por tanto, una frontera. El
término, en una lógica más moderna, nos evoca que si hay territorios,
hay también fronteras para separarlos, algo que, sin duda, adquiere
mucho protagonismo con el surgimiento de los Estados nación en
los siglos XVIII y especialmente en el XIX. Se habla de interioridad
y exterioridad para remarcar que estamos al interior o al exterior de
uno. Además, en la jerga de los especialistas se alude a la alteridad, a
la relación con el otro. Somos del país o somos extranjeros, es decir,
de fuera del espacio de referencia.
Aunque algunas fronteras entre regiones se han suprimido, y
otras entre Estados se van borrando progresivamente, todo lo cual
nos ratifica la movilidad de los espacios, la noción de límite, de
frontera se mantiene siempre como algo esencial en el pensamiento
y en los ordenamientos humanos: límites de la comuna para la vida
municipal, división de los continentes por fronteras nacionales, lími-
tes mentales de nuestro barrio… Y, no obstante, perspectivas de un
mundo sin divisiones se desarrollan para enfrentar mejor los desafíos
mundiales, los cambios climáticos, los sistemas económicos globales.

Figura 27. La producción social de la frontera

Fuente: Libro Fronteras en movimiento e imaginarios geográficos...,


RIL editores, editado por Andrés Núñez et al.

101
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Las fronteras

Las fronteras: representaciones, poderes y divisiones territoriales


El concepto de frontera posee una larga historia. Desde el «limes»
romano (término que proviene de limen, umbral), que materializaba
los límites de la soberanía del imperio, hasta las fronteras de señoríos
y Estados del siglo XV, cada territorio posee sus «fines» y «confines».
El término frontera, derivado de la palabra «frente», en su acepción
militar, marca el límite de la dominación de un determinado poder
sobre un espacio […] La creciente preocupación por la definición de
fronteras y territorios encuentra su origen en el darwinismo. La idea
matriz es que todo ser vivo es producto del medio en que vive, y que
ateniéndose a una serie de indicadores físicos (clima, relieve, vegeta-
ción…) se pueden identificar los componentes del funcionamiento
social. Tal como en las ciencias físicas, por analogía a la ecología
vegetal, la organización (o la desorganización) social sería entendida
como un producto del medio ambiente. Este tipo de investigación
acerca de los «nichos ecológicos» ha encontrado su prolongación
en el posibilismo geográfico (no hay necesidades determinantes,
sino posibilidades que el hombre aprovechará o no), que flexibiliza
esa visión al darle al ser humano la opción de modelar el medio. El
hombre, mediante la implementación de sistemas de explotación, da
forma a dos mundos, uno a cada lado de la frontera, como se puede
constatar en numerosas zonas montañosas o desérticas. ¿Pero es esa
la verdadera explicación en una época donde lo económico se impone
sobre los valores físicos o culturales? […] A través de esta presenta-
ción del concepto de frontera y de su evolución, constatamos tanto
la multiplicidad de sus facetas como sus ambigüedades. Dividiendo
un mundo, según escalas geográficas diversas, la frontera sirve para
proteger identidades y poderes. Pero como esos poderes evolucionan,
algunas fronteras pierden su sentido, mientras que otras aparecen. En
la época del sistema mundo, los Estados se reorganizan en conjuntos
supranacionales, mientras que otros se despedazan bajo la presión de
viejos nacionalismos. Nuevas fronteras emergen, entonces, a escalas
continentales e intra-nacionales. Después de las divisiones resultan-
tes de las guerras y del colonialismo, una organización del mundo
se establece con su cortejo de conflictos, negociaciones y acuerdos.
Nuevos países y nuevos conjuntos supranacionales ven la luz (TL-
CAN, Mercosur). El fenómeno frontera permanecerá vigente, sobre
todo en las montañas, por largo tiempo, y los hombres imaginarán y

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

diseñarán nuevos conjuntos, reclamarán otros. Así marcha un


mundo hecho de territorios, límites, hitos y flujos, valorizados por
poderes que materializarán, de esta forma, sus identidades en el
espacio. Esta obra innovadora sobre los Andes pone de relieve los
procesos que dividen y unen en función de poderes políticos dife-
rentes y culturas cordilleranas comunes. Abre el camino hacia una
mejor comprensión de los espacios andinos, discontinuos a pesar
de esa comunidad de culturas. ¿Pero por cuánto tiempo más en
una época de rápida circulación de las personas, de los bienes, de
los servicios, de los capitales y, sobre todo, de las culturas?

Extracto de Bailly, A.,


Fronteras en movimiento e imaginarios geográficos (2013)

La división del mundo, por tanto, no es un fenómeno nuevo.


Dado que el hombre ocupaba un territorio, se ha sentido desde anta-
ño con la necesidad de ir definiendo marcas en el espacio, materiales
o simbólicas, organizando los extremos territoriales de la soberanía
de un grupo, fuese este imperial, étnico o estatal. Los límites se cons-
tituyeron así progresivamente en una expresión social del poder que,
paradójicamente, en la búsqueda por dominar el mundo, terminaron
dividiéndolo. Por una parte, con la intención de apropiarse y calificar
el espacio contenido dentro de este límite (regiones, países, naciones)
y, por otra parte, por lo que es posible mover la entrada y salida, la
apelación a la distante o cercano a sí mismo.
En efecto, el humano lleva deseos contradictorios. El primero es
ampliar el horizonte, la línea donde el cielo y la tierra se encuentran.
Los paisajes de llanuras, desiertos, el mar abierto, los cielos inmensos,
tierras sin límites... tienen que corresponder a esta escala, este deseo
de desafiar a lo lejos, más allá de la condición humana, para salir de
los confines de su propio cuerpo. La segunda muesca es en forma de
retracción. El lugar, la ubicación, la casa, hay muchos sitios en los
que buscamos refugio, para definir nuestra existencia en un mundo
demasiado amplio.

103
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 28. Cabo Forward. El lugar continental más austral del mundo.
Un finisterra.

Fuente: MBN, 2014.

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Caleidoscopios

El estudio de las fronteras en geografía es cada vez más recurrente.


Lejos ha quedado el tiempo en que los geógrafos solo se dedicaban a
estudiar los tratados y la formación de los límites del Estado-nación.
En la actualidad, con base en una amplia discusión a partir de la
década del 80 y en el marco de las ciencias sociales, ya no es posible
hablar de fronteras sin remitirnos a los contextos discursivos en que
ellas se van configurando. Al respecto, el antropólogo Alejandro
Grimson (2011) nos comenta:
Visualizar las fronteras del mundo —sus literaturas, sus películas,
sus vidas cotidianas— equivale a hacerse de un caleidoscopio. En
Colombia, hablar de fronteras es en buena medida aludir a territo-
rios en poder del Estado, de la guerrilla, de los paramilitares o del
narcotráfico. Territorios nacionales en disputa y fronteras en expan-
sión son dos conceptos que allí cobran una vigencia dramática. En
el caso de Bolivia, los conflictos por la producción de coca también
están presentes […] El concepto de frontera remite también acá a la
frustración que conlleva su condición mediterránea […] En Uruguay
puede aludir tanto a su constitución como país como a una de las
regiones en las que se divide el mapa nacional. En la Argentina, en
cambio, refiere históricamente a la «frontera con el indio», así como
a la expansión territorial contra las poblaciones indígenas […].

Grimson A., Los límites de la cultura.


Crítica de las teorías de la identidad. (2011)

La cuestión del patrimonio


y la memoria de las ciudades
El concepto de patrimonio retoma esa misma idea de solidaridad
intergeneracional, con una mirada puesta en el pasado. El patrimonio
hace intervenir el tiempo, la historia, todas las vivencias de aquellos
que nos han precedido, individualmente y colectivamente, en nuestra
sociedad. Pero también es un asunto de «paternidad», de herencia,
de transmisión en el tiempo de lo que debiera constituir un valor
y un lazo social, a la manera de un lazo familiar. El patrimonio es
considerado como un valor heredado de hombres y mujeres con los
cuales experimentamos un sentimiento de identidad, de pertenencia,

105
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

y que nosotros deseamos transmitir a nuestros sucesores. La palabra


está, pues, cargada de significaciones, más cargada de lo que parece
cuando es empleada en los informes oficiales o las declaraciones de
los políticos. Preguntarse qué vamos a dejarles a nuestros hijos, es
interrogarse sobre esos fragmentos del mundo que nosotros mismos
hemos heredado de las generaciones precedentes y por los cuales,
aunque no siempre, sentimos apego.
¿Qué se considera hoy «patrimonio»?, ¿un tipo de arquitectu-
ra?, ¿un monumento?, ¿obras de arte?, ¿actividades?, ¿una lengua?,
¿paisajes?, ¿un estilo de vida?, ¿relaciones de comunidades con su
medio? Cada uno responderá por lo que le corresponda, a nivel
individual. A nivel colectivo, el de una sociedad o de la humanidad
entera, estas preguntas congregan una vez más al historiador, al
sociólogo, al historiador del arte, al arquitecto, al geógrafo, para
proponer respuestas complejas. En efecto, la memoria colectiva,
que está en el corazón del concepto de patrimonio, no hace cortes
nítidos entre las partes de una misma representación mental, entre
los componentes de un único valor.
Y justamente en el universo de las representaciones hay que ir
a buscar los objetos que hemos elevado al rango de «patrimonio»,
porque ningún monumento, ningún sitio, ninguna práctica porta
intrínsecamente este calificativo. La opinión (la doxa) es la que decide
explícita o implícitamente lo que tiene valor patrimonial. Puede ser
un café, que para un extranjero de paso no tenga nada especial, pero
que haya cobrado importancia en la «leyenda urbana». Al revés, con
gran asombro del turista, barrios muy antiguos de ciertas ciudades
son a veces destruidos sin miramientos por la memoria colectiva de
sus habitantes, cuando estos lugares remiten a una etapa del pasado
con la cual ellos no se identifican, como es el caso de los barrios
turcos de Bucarest.

Patrimonio y territorio
Cada cultura busca resguardar una memoria, ya sea a través de
una historia o de monumentos patrimoniales. En el fondo ambos
actúan como «anclas», como monumentos que fijan los recuerdos
comunes de esa cultura. Sin embargo, esa memoria va cambiando y
lo que era «patrimonial» para unos no lo será para otros. El patri-
monio es así, móvil y cambiante.

106
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Patrimonio e invención de la memoria

Históricamente la producción de la memoria se debe a las élites,


aspecto que nos entrega una concepción limitada del patrimonio.
Es interesante ver cómo lo representamos de manera adecuada en
lo territorial. Si se pregunta a las personas qué entienden bajo ese
concepto, seguramente darán ejemplos de países, campo, ciudades,
entre otros. Esto es así porque suelen ser vehículos para entender
el patrimonio como una actividad humana. Cada persona tiene su
propio recuerdo significativo sobre un lugar en especial.

David Atkinson, geógrafo inglés.

En general, patrimonio y ciudad son elementos muchas veces


inseparables. La ciudad es, como todo lugar, «una amalgama de hor-
migón y ficción», es un compuesto de formas y vidas, de arquitectura
y sucesos vividos, personalmente o a través de testimonios, relatos,
mezclando indistintamente historia verdadera y mito, anécdotas y
crónica roja. Los acontecimientos históricos se viven por interme-
dio del recuerdo de los ancianos, a través de sus monumentos, y se
aprecia cómo la geografía es inseparable de los contextos sociales y
políticos dentro de los cuales la ciudad ha evolucionado.

Figura 29. Patrimonio, ciudad y memoria

Fuente: www.andina.com.pe

La mirada puesta en el pasado de una ciudad y en el futuro desea-


do para ella es también una mirada dirigida a nuestro propio pasado,

107
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

a nuestra biografía, nostalgia y deseo de cambio, amor y odio. Lo


que se desprende de obras de este tipo es la extrema complejidad
de nuestros vínculos con los lugares, al cruzarse con la cuestión de
la permanencia, de la marcha del tiempo y de nuestro propio paso.
El apego al pasado convive frecuentemente con el deseo de renova-
ción, el temor de ver desaparecer para siempre lugares queridos es
indisociable de las ganas de destruirlos para poder, en fin, vivir otra
cosa, algo nuevo, lugares nuevos.
Y así, de la misma manera que somos poseedores de un legado
de patrimonio y recuerdos atemporales, somos intérpretes de la
construcción del nuevo legado, de ¡la «nueva herencia»!

Figura 30. El «viejo patrimonio» (Torre Eiffel, Francia) y el «nuevo


patrimonio» (Costanera Center, Chile).

La extrema complejidad de nuestros vínculos con los lugares


moviliza todos nuestros sentidos: la vista, por supuesto, el oído, el
tacto, el gusto y el olfato. Esta concepción global de nuestra sen-
sibilidad da origen a una nueva forma de geografía, que puede a

108
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

priori sorprender, pero que revela los cambios y movilidades de la


memoria. El patrimonio se va reinventando y las nuevas generacio-
nes van adoptando nuevas morfologías urbanas que con el tiempo
y las nuevas perspectivas pueden llegar a ser aquel patrimonio de
la memoria.

Paisajes culturales
Comprender que el territorio es el resultado de un diálogo del
objeto material con una mirada social es una clave donde la geo-
grafía cultural ha puesto énfasis. Desde esta perspectiva, existe una
espacialidad que surge desde lo social, desde los contextos cultura-
les desde donde se define. Este aspecto es relevante para las nuevas
generaciones de geógrafos porque nos remite a comprender que el
espacio no es inocente o plano, ya que incluso los llamados «paisajes
naturales» son paisajes culturales. Lo que en un momento fue un
pantano ha derivado con el tiempo en humedal. ¿De dónde surge el
valor dado a esos espacios?
El estudio de los paisajes culturales, por tanto, impone al mundo
geográfico el desafío de interpretar el mundo, ver u observar de dón-
de o cómo se ha originado aquella mirada espacial específica. Más
allá, aquella mirada social del paisaje es el resultado de formas de
organizar el territorio, formas que reflejan estrategias, mecanismos
arraigados, la mayoría de las veces, en el poder. Un cierto paisaje
nacional, por ejemplo, colaborará, como ha expuesto el géografo
Joan Nogué, a naturalizar o normalizar las relaciones sociales y el
orden territorial establecido. Así, los habitantes de la nación chilena
naturalizarán o volverán los lagos del sur como un paisaje esencial
de la nación o el desierto de Atacama o los Andes. Aquella imagen
geográfica se transforma, en definitiva, en una forma de control de
la comunidad, un ancla que les dice a sus ciudadanos que existe un
«paisaje nacional».
El interés de la geografía por el estudio de los paisajes culturales
es creciente. En cierto modo, es una manera de reconocer el viaje
que somos, en el que estamos insertos, las representaciones que fijan
nuestra mirada.

109
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

La construcción social del paisaje

El paisaje puede interpretarse como un producto social, como el


resultado de una trasformación colectiva de la naturaleza y como
la proyección cultural de una sociedad en un espacio determinado.
Las sociedades humanas han transformado a lo largo de la historia
los originales paisajes naturales en paisajes culturales, caracterizados
no solo por una determinada materialidad (formas de construcción,
tipos de cultivos), sino por los valores y sentimientos plasmados
en el mismo. En este sentido, los paisajes están llenos de lugares
que encarnan la experiencia y las aspiraciones de los seres huma-
nos. Estos lugares se transforman en centros de significados y en
símbolos que expresan pensamientos, ideas y emociones de muy
diversos tipos. El paisaje, por tanto, no solo nos muestra cómo es
el mundo, sino que es también una construcción, una composición
de este mundo, una forma de verlo.

Joan Nogué, geógrafo catalán


(La construcción social del paisaje)

La invención de los lugares


Los lugares están en constante transformación. No se trata de
su evolución histórica (construcciones y destrucciones, nuevos mo-
dos de vida reflejados en el territorio), sino de otra modificación,
más sutil, pero a veces más radical: el cambio cultural. Una casa,
una fábrica, un teatro, todos ellos viven ciclos de creación, desuso
y hasta de abandono antes de un eventual renacer. Lo mismo pasa
con el medio ambiente, que se valoriza en función de las lógicas
culturales imperantes. Es lo que ilustran los numerosos ejemplos
que nos llevan a meditar sobre cómo nuestras «geografías» son el
resorte de diversas miradas culturales.
En Europa, por ejemplo, se produjo la «invención» del Mont-
Blanc, aquella montaña culminante de los Alpes, donde después de
un período en que la montaña se consideraba un sitio maldito, esta
se vuelve atractiva para los científicos, los montañistas, y luego para
los turistas en número cada vez mayor. Ya más cerca, en Latinoa-
mérica, los discursos territoriales son innumerables. Podemos partir
hablando de la invención del desierto en la Patagonia argentina. La

110
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

geógrafa argentina Carla Lois ha estudiado el tema y pone el énfasis


en cómo las prácticas discursivas organizan la experiencia social. De
este modo, la vasta Patagonia argentina en el siglo XIX se dibuja
como una metáfora que invoca un espacio vacío, basto y solitario,
imagen que termina por institucionalizarse, instalándose en la me-
moria colectiva. En el fondo, sin embargo, aquella construcción de
la imagen geográfica —el desierto patagónico— responde al interés
de apropiación y consolidación de los territorios nacionales, cuya
lógica colonial se encontraba instalada en Buenos Aires, es decir, en
el centro de la nación. Aquella interpretación de las tierras australes,
como ha explicado Lois, llevó a invisibilizar la antigua y constante
ocupación indígena en la zona.
Igualmente en Argentina, la arquitecta Graciela Silvestri ha tra-
bajado la invención del paisaje nacional, también desde la instalación
o imposición de determinadas metáforas que van configurando un
imaginario geográfico indisoluble con la idea de «paisaje nacional».
Paisaje y patria se entrelazan desde la edificación de palabras que
proyectan una utopía territorial: la «naturaleza pampeana», la «gran
Puna», «los Andes medocinos», «los lagos del sur», «las cataratas»,
entre otras, todas imágenes que van definiendo una «geografía ar-
gentina».
Los geógrafos pueden seguir aquellas producciones de los lu-
gares desde variadas posibilidades: la invención de los «paisajes del
progreso», para exponer la instalación de la metáfora de la moderni-
dad; «paisajes fujitivos», a fin de identificar espacios menos visibles,
ajenos a la homogenización de los territorios; «paisajes del silencio»,
con la idea de indagar en lugares de una ciudad menos centralizada.
La playa, el bosque, numerosos tipos de lugares siguen su propia
evolución en las representaciones culturales: lugares prohibidos, lu-
gares codiciados, lugares ignorados, según el dictado de una época,
de un grupo social, de una moda efímera. Así, según vimos, como
la Araucanía en Chile fue oscura e irracional para los relatos del
siglo XIX, luego lo fue espléndida y bella como Suiza para los de
la primera mitad del XX. A su vez, la araucaria, árbol milenario
asociado a la cultura mapuche, fue objeto de explotación en las
cordilleras del Bío Bío en el contexto del Estado desarrollista y en
la actualidad es sinónimo de protección y conservación, en el marco
de una revalorización de la naturaleza.

111
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Los lugares como metáfora


Los pintores anteriores a la «invención del paisaje»5 solían utili-
zar el segundo plano de sus cuadros para representar alegóricamente
temas relacionados con el motivo principal. Para eso recurrían a
lugares específicos (los Andes, Lima, Amazonas) o de un cierto tipo,
no por el lugar en sí mismo, sino por lo que pudiera significar para
con la temática de la obra; la palmera para el desierto, el mar para
la travesía, etc. De la misma manera, nuestras representaciones
mentales de los lugares se sirven del espacio para materializar una
idea o una historia, asociándola frecuentemente a un sentimiento:
deseo, esperanza, temor, etc. Utilizados como metáfora, los lugares
se convierten en símbolos para materializar arquetipos universales,
y esos mismos símbolos se encuentran en toda clase de sociedades
remotas. Por ejemplo, la verticalidad de un paisaje simboliza los
arquetipos de la ascensión o la caída, que es su equivalente negativo.
Subir, como bajar, son actos cargados de sentido a nivel existencial.
Se habla de ascensión para llegar a un apogeo (social, personal) y
de caída hacia la declinación y la muerte…
El cielo, asociado generalmente a lo divino, evoca la aspiración a
lo infinito, a la trascendencia, a la huida de la condición de hombre
hacia lo absoluto, lo eterno. Las cimas participan de esta metáfora,
sobre todo cuando son, a tal punto elevadas, que no hay huella de
presencia humana, que parecen «inmaculadas», y que están toda-
vía tal como en los orígenes… Más cerca de nosotros, el color del
cielo, el azul, el color del manto de la virgen, es también el color de
las puertas y ventanas de muchas moradas de pescadores, el de sus
embarcaciones para pedir protección contra el naufragio, el de la
paz (ONU) y el del amor (romántico)…
Una «geografía del color»6 ilustra este componente metafórico
particular de nuestro ambiente. Este tipo de enfoque nos parece
esencial, pues los vínculos que mantenemos con el espacio son re-
laciones de uso, concretas y funcionales, y, simultáneamente, nexos
icónicos, metafóricos. Estas imágenes y valores que proyectamos
de manera inconsciente sobre los lugares actúan aguas arriba de
nuestras prácticas y nuestras opiniones. Es por eso que nuestros
comportamientos, incluso los más pretendidamente racionales,

5
Cauquelin A., L’invention du paysage (París: Plon, 1989).
6
Sobre este tema, ver: Lenclos J.-P. y Lenclos D., Les couleurs de l’Europe, géo-
graphie de la couleur (París: Publications du Moniteur, 1995).

112
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

llevan su sello. Lo importante para el geógrafo será tener conciencia


de tal componente, analizarlo y explicitarlo antes de emprender sus
investigaciones y acciones territoriales.

113
Capítulo viii

Desarrollar y ordenar el territorio

Una geografía al servicio


del desarrollo sustentable
El entorno físico y humano, el ecosistema y los medios culturales,
ocupa un lugar central en las preocupaciones de los geógrafos. Una
de las especialidades de la geografía es abordar, al mismo tiempo,
los medios naturales y humanos, para entender, de manera global,
sus interacciones en el espacio y tiempo.
Sin someterse al determinismo físico, los geógrafos están cons-
cientes de la fragilidad de los ecosistemas y de las modificaciones en
curso. Constatan el consumo masivo de los recursos en las sociedades
industriales, las dificultades del abastecimiento de agua en las grandes
ciudades, la reducción de las capas freáticas en las zonas de regadío,
la contaminación relacionada a la producción de productos químicos
y al consumo de combustibles fósiles, los riesgos relacionados al
calentamiento global del planeta,etc. todos estos temas son objetos
de investigaciones y propuestas geográficas.
A nivel internacional, la toma de conciencia política siguió de
forma tardía al sistema de alerta operado por los científicos desde
hace casi medio siglo. Sin embargo, en la «Cumbre Mundial de la
Tierra», en Estocolmo (1972) y en Río de Janeiro (1992), se mues-
tran una serie de actores, los cuales, según parece, hoy estarían de
acuerdo y decididos a combatir estos problemas. Un nuevo consenso
surgió al ser aceptado que el «desarrollo», tal como aquí se conci-
be, no es viable. De ahí, la idea de «otro» desarrollo, generalmente

115
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

designado como «desarrollo sustentable», en el entrelazamiento de


tres ámbitos: económico, social y ambiental.

Figura 31. Las dimensiones del desarrollo sustentable

116
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La necesidad de una visión a largo plazo:


el «desarrollo sustentable» de las regiones y ciudades

Es relativamente frecuente que los conceptos adopten la forma de


eslóganes, los cuales pueden reagrupar varias ideas. Esto fue lo que
ocurrió en 1987, cuando el informe de la ONU «Nuestro futuro
común», más conocido bajo el nombre de «Rapport Brundtland»,
dio la siguiente definición: «El desarrollo sustentable es el desa-
rrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer
las posibilidades de las futuras generaciones para satisfacer sus
propias necesidades».
El Mercosur, ya desde el Tratado de Asunción de 1991, ha firmado
diversos programas en relación con el medio ambiente, adoptando
este concepto de desarrollo sustentable y destacando dentro de
sus lineamientos «promover la protección del medio ambiente
y la utilización racional de los recursos naturales a través de los
distintos ámbitos de cooperación intrarregional». Por otra parte,
destaca los tres ejes claves de este concepto, correspondientes a la
necesidad de una compatibilización de las dimensiones sociales,
económicas y ambientales para mejorar la calidad de vida de la
población tanto en el presente como en el futuro.
El concepto de desarrollo sustentable ha sido acuñado por diversos
campos. Uno de ellos corresponde al del desarrollo urbano, en
donde destaca, en 1992, la organización urbana sustentable, como
uno de los principales capítulos de la Agenda 21, adoptada en la
Cumbre Mundial de la Tierra, en Río de Janeiro. Cuatro años más
tarde, en la conferencia de la ONU «Hábitat II», el plan de acción
global amplía considerablemente el concepto de «sustentabilidad»
en la dirección de los asentamientos humanos. Con esta misma
preocupación, el proyecto Unesco/MOST, acerca del desarrollo
social urbano sustentable, tiene como objetivo alcanzar un desa-
rrollo similar en nuestras ciudades en el siglo XXI.

Uno de los aspectos destacados en el Infome Brundtland (1987)7


es la responsabilidad intergeneracional, retomada en otros escritos
por la idea de «herencia». ¿Qué Tierra dejaremos a nuestros hijos?
Esta pregunta filosófica no es reciente; los pueblos amerindios,

7
El Informe Brundtland, elaborado dentro de la Comisión Mundial sobre el
Medio Ambiente y el Desarrollo, fue publicado en el año 1987 bajo el nombre
de «Nuestro futuro común».

117
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

mucho antes de la llegada de los blancos a su territorio, a menudo


evocaban esta idea: «esta tierra que pedimos prestada a nuestros
hijos». Por lo tanto, tardíamente fue que llegamos a ser conscientes
de la necesidad de tener en cuenta el «tiempo» en nuestros análisis
y en la toma de decisiones, también en poner los problemas en
términos nuevos, de manera integral e interdisciplinaria.
La Tierra, en sus definiciones, ya no es solo un medio físico, sino
el lugar de la vida de la humanidad, en sus diversos componentes, al
mismo tiempo: naturales (calidad del aire, del agua, etc.) y sociales
(condiciones económicas, políticas y culturales). Así que, cuando se
trata de evaluar la calidad de vida de una población, aspectos tales
como la contaminación, la delincuencia, la pobreza, etc., deben ser
considerados a nivel mundial.
La declaración del secretario general en la Conferencia de las
Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, también
va en este sentido:

La tierra, lugar de vida

La Cumbre Mundial de la Tierra debe rechazar por completo las


bases de nuevas relaciones entre ricos y pobres, entre el Norte y el
Sur, y hacer que la lucha concertada contra la pobreza tome una
prioridad mayor para el siglo XXI. Esto es imprescindible, tanto para
preservar nuestra seguridad ecológica, como por razones humani-
tarias y morales. Esto se lo debemos a las futuras generaciones, de
las cuales tomamos prestado un planeta vulnerable llamado Tierra.

De este modo, la Agenda 218, uno de los principales documentos


provenientes de la Cumbre de Río, propone «la total integración de
los temas relacionados con el medio ambiente y el desarrollo para la
toma de decisiones de los gobiernos, sobre las políticas económicas,
sociales, fiscales, energéticas, agrícolas, de transportes, comerciales y
otras». Podemos, tal vez, poner en duda la sinceridad de los intereses
de tal declaración. Sin embargo, permanece el hecho de que en el
papel se han puesto en marcha las bases para el reconocimiento de
estos problemas.
8
El documento de la Agenda 21 estableció la importancia de que cada país se
comprometiera a reflexionar, tanto a nivel global como local, sobre la forma en
que los gobiernos, las empresas, las ONG y otros actores de la sociedad pudieran
cooperar en el estudio de soluciones para los problemas sociales-ambientales.

118
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El Planeta Azul

Todo el mundo tiene en la memoria los viajes espaciales del «Pro-


grama Apolo» a fines de los años sesenta. Un hombre finalmente
iba a posar el pie sobre la Luna, cuerpo celeste lleno de leyendas,
de mitos, desde siempre en nuestra imaginación. Cuarenta años
después, la aventura espacial sigue presente en nuestra vida coti-
diana, especialmente a través de la imagen de la Tierra tomada a
bordo de la nave espacial Apolo 17. Por primera vez, un hombre,
atestiguando directamente la escena, envió una fotografía de la
Tierra, en la que se muestra nuestro planeta tal como es en rea-
lidad: entero, sin sombras, como un disco luminoso flotando en
el espacio. Por sus colores: azul, blanco, ocre, la imagen evoca la
vida, en contraste con el fondo negro y estéril del universo. Para
los astronautas, esta Tierra representaba el regreso a casa, una casa
afeminada, amenazada, maltratada por los hombres y sus tecnolo-
gías, etc. Nos dimos cuenta de que la imagen ha servido en la causa
ecológica, siendo un verdadero «icono», el cual representa la finitud
de nuestro planeta, su fragilidad y su aspecto sublime. Desde su
emisión en el mundo, esta fotografía causó una fuerte impresión,
en contraste con las imágenes anteriores de nuestro planeta vistas
desde el espacio. Su diseño y su perfección visual contribuyeron
en su éxito, y actualmente no podemos enumerar los medios de
comunicación que han permitido su difusión. Folletos, carteles,
libros, ropa, etc. los medios de comunicación se apoderaron de
ella debido a los intereses comerciales, etc. ¡la Tierra se vende bien!
Sin embargo, permanece el carácter sagrado de la imagen, el poder
evocador de este «Planeta Azul» se mantiene intacto.

119
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Figura 32. El Planeta Azul.

Fuente: NASA.

En el año 2006, el ex candidato a la presidencia de los EE. UU.


Al Gore lanzó un documental titulado «An Incovenient Truth» («Una
verdad inconveniente») sobre el cambio climático y más concreta-
mente, acerca de la problemática del calentamiento global, el cual
produjo un gran impacto en la opinión pública mundial e incluso
en varios responsables políticos. Al Gore a través de el ha mostrado,
la destrucción sistemática del medio ambiente debido al dióxido de
carbono atrapado en la atmósfera terrestre. Utilizando gráficos y
estadísticas atmosféricas, además de fotografías de diferentes lugares
como Patagonia, Kilimanjaro, los Alpes y la Antártica, donde se mues-
tra el permanente e intenso impacto en el medio ambiente producido
por el hombre. Citando el ejemplo de la tragedia del huracán Katrina
(2005), Al Gore también muestra cómo los medios de comunicación
pueden ser influenciados por el lobby del poder de ciertos grupos.
Preguntándose a sí mismo sobre la posibilidad de evitar el colapso
global, el autor advierte: «Estamos en colisión con el sistema ecoló-
gico del planeta, lo que resulta en la destrucción de sus componentes
más vulnerables», sin embargo, añade: «Aún estamos a tiempo de
escoger un futuro por el cual nuestros hijos nos agradecerán... ¡solo
necesitamos voluntad política!».

120
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La comprobación de que el consumo excesivo de combustibles


fósiles, especialmente en los países con mayor dinamismo económico,
ha causado el calentamiento del clima a nivel planetario, llevó a la
firma del Protocolo de Kyoto (1998), un acuerdo internacional por
el cual los países que firmaron se comprometieronn a reducir, para el
año 2012, las emisiones de gases de efecto invernadero en un 5,2%
en comparación con los niveles del año 1990. El Protocolo alentó a
los países firmantes a cooperar entre sí y llevar a cabo una serie de
acciones fundamentales, en particular: i) la reestructuración de los
sectores de energía y transporte; ii) promover el uso de fuentes de ener-
gía renovables; iii) eliminar los mecanismos financieros y de mercado
inapropiados para los fines del Protocolo; iv) limitar las emisiones de
metano; v) proteger los bosques y otros sumideros de carbono.

Figura 33. Evolución del consumo energético mundial, 1980-2030

Fuente: World Energy Outlook 2009. Agencia Internacional de la Energía.

El cambio climático es un fenómeno de carácter global, que ha


tenido para América Latina y el Caribe importantes consecuencias
debido a sus características geográficas y topográficas. Se destaca
además que en esta región se emite cerca del 11,7% de las emisio-
nes mundiales de gases de efecto invernadero (2000), y un 70% de
ellos se concentra en 5 países: México, Brasil, Argentina, Venezuela
y Colombia9. En este sentido, las gestiones de adaptabilidad al

9
Samaniego, J., Cambio climático y desarrollo en América Latina y el Caribe:
una reseña. Cepal, 2009.

121
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

cambio climático por parte de estos países radican principalmente


en promover el uso de energías renovables.
La profundización de la utilización de las energías renovables
(solar, eólica, del oleaje, hidráulica, geotérmica, biológicos, etc. cobra
una enorme pertinencia, sobre todo porque, además del respeto por
el medio ambiente, tienen la capacidad de regenerarse y, como tal,
son prácticamente inagotables. En el año 2009, de acuerdo a datos
recientes de la Agencia Internacional de Energía (AIE), las energías
renovables en América Latina rondaban el 29% del suministro total
de energía primaria, destacándose la energía hidroeléctrica con un
36% y biocombustible con 62%. A pesar de ello, aún existe un im-
portante desafío para la región en establecer políticas de desarrollo
en esta materia debido a los altos costos que esta implica10.
Figura 34. El desarrollo sustentable es poder encontrar
¡un punto de equilibrio!

Fuente: Bailly, 2009.

10
Fuentes renovables de energía en América Latina y el Caribe: situación y pro-
puestas de políticas, Cepal, 2004.

122
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

La cohesión regional
Al igual que la Unión Europea (UE), que promueve el desarrollo
regional y la reducción de brechas de desarrollo para las regiones y
Estados miembros, se ha conformado para América Latina el Mer-
cosur (Mercado Común del Sur), que tiene como finalidad principal
alcanzar una mayor integración económica para aumentar el comer-
cio entre países y así mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
Este acuerdo nació el 26 de marzo de 1991 con la firma del «Tratado
de Asunción», por parte de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay;
contando además con Chile, Colombia, Ecuador, Perú, Guayana y
Surinam11 como Estados asociados.
Los objetivos del Mercosur firmados en el Tratado de Asunción
comprenden principalmente cuatro: i) la libre circulación de bienes,
servicios y factores productivos entre los países a través de la elimi-
nación de los derechos aduaneros y restricciones no arancelarias a
la circulación de mercaderías; ii) el establecimiento de un arancel
externo común y la adopción de una política comercial común con
relación con terceros Estados o agrupaciones de Estados y la coor-
dinación de posiciones en foros económico-comerciales regionales
e internacionales; iii) la coordinación de políticas macroeconómicas
y sectoriales entre los Estados partes: de comercio exterior, agrícola,
industrial, fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios,
aduanera, de transportes y comunicaciones, a fin de asegurar con-
diciones adecuadas de competencia entre los Estados partes; y iv)
el compromiso de los Estados partes de armonizar sus legislaciones
en las áreas pertinentes, para lograr el fortalecimiento del proceso
de integración. Para ello, cuenta a su vez, con el denominado Focem
(Fondo para la Convergencia Estructural del Mercosur), creado en
el año 2006 para ayudar a disminuir las asimetrías entre países,
desarrollar la competitividad, promover la cohesión social y apoyar
el funcionamiento estructural, sobre todo para las economías y re-
giones menos desarrolladas, como también para el fortalecimiento
del proceso de integración12.
Además de ello, si bien el Mercosur surgió por intereses econó-
micos y comerciales, también se ha encargado de desarrollar nuevas
formas de integración asociadas a áreas políticas, educacionales
y científicas, poniendo especial énfasis en los desafíos regionales

11
Web oficial de Mercosur: http://www.mercosur.int/.
12
Web oficial de Mercosur: http://www.mercosur.int/.

123
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

actuales, tales como el cambio climático y su mitigación, como


también en áreas relacionadas con el ámbito social. Esto último se
ha manifestado en el año 2007, con la creación del instituto social,
conformado para el desarrollo de políticas sociales, la cohesión re-
gional, la reducción de las asimetrías y la promoción del desarrollo
humano integral en los Estados miembros13.

El policentrismo urbano

Actualmente, el desarrollo urbano policéntrico es un concepto


importante en la planificación territorial, basándose en la idea de
valoración de la conexión en red entre las ciudades. El conjunto de
las ciudades puede alcanzar una nueva masa crítica, y de este modo,
sostener y desarrollar empresas, servicios y equipos. Cómo destaca
Teresa Sá Marques et al. (2006)14: El policentrismo urbano ofrece
la posibilidad de combinar la poderosa influencia de las ciudades
y las áreas urbanas para promover modelos más equilibrados de
crecimiento en cuanto a la competitividad, innovación y desarrollo
territorial. El policentrismo enfatiza en la cooperación, coordina-
ción y la complementariedad urbanas; por otro lado, puede generar
también sinergias, fomentando redes de cooperación y funciones
complementarias compartiendo incluso los niveles jerárquicos y el
espacio discontinuo.

13
Web oficial de Mercosur: http://www.mercosur.int/.
14
Marques, Teresa et al., «The Polycentric Model for the Development of Cities
as a New Quality of Functional Integration», The 10th UN European Economic
Commission’s Committee on Human Settlements Conference on Urban and
Regional Research (Bratislava, May 2006).

124
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El policentrismo utópico de Tomás Moro

En la isla hay cincuenta y cuatro grandes ciudades, o capitales


de provincia, con el mismo lenguaje, leyes e instituciones. Están
construidas y orientadas con base en el mismo plano y se asemejan
en todo, así como la ubicación y el entorno local lo permitan. Las
ciudades que se sitúan más próximas unas de otras se encuentran a
veinticuatro millas de distancia. Ninguna ciudad se encontraba más
distante que un día caminando a pie. Todos los años son enviados
tres viejos sabios y experimentados de cada ciudad a Amaurota,
para tratar y discutir los asuntos del país. Esta ciudad principal es
la capital de la isla, por su situación central, y se elige como punto
de reunión para los miembros de todas las otras ciudades del reino.

Moro, Tomás, Utopía (1516).

Desde el principio, el concepto de desarrollo urbano policéntrico


atrajo la atención de los geógrafos. Podemos citar al geógrafo fran-
cés Elisée Reclus, quien hace más de 120 años, en su obra Nouvelle
Géographie Universelle: La Terre et les Hommes (1876), se refirió a la

125
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

organización territorial y el funcionamiento de los sistemas urbanos,


enfatizando en las diversas virtudes del policentrismo. Más tarde, el
geógrafo alemán Walter Christaller, en su famosa obra Los lugares
centrales de Alemania Meridional (1933), desarrolló la «teoría de
los lugares centrales», tratando de abordar a los aglomerados como
centralidades proveedoras de bienes y servicios para la población
circundante, con una «área de influencia» propia y proporcional a
su importancia; tal enfoque es sostenido en un modelo explicativo
de número, tamaño, distribución y priorización de los «lugares
centrales». Esta teoría, desde finales de los años sesenta, fue una de
las principales palancas de la llamada Nueva Geografía, teniendo
gran difusión dentro de la comunidad geográfica.

La construcción de ciudades saludables

La vida en la ciudad está marcada por una amplia gama de


condiciones y peculiaridades locales que, naturalmente, repercuten
en el bienestar y en la salud de sus habitantes. De ahí la necesidad
de un desarrollo urbano respetuoso con el frágil equilibrio del medio
ambiente, que fomente un desarrollo económico y social más equili-
brado y justo, y crear mecanismos eficaces para la protección de sus
habitantes, que promuevan la inclusión y la participación colectiva.
Sin embargo, la relación salud/ciudad es de carácter bidireccio-
nal. Si, al mismo tiempo, la salud de las personas es influenciada
por el contexto urbano, esto, a su vez, es también el resultado de las
prácticas, de las experiencias de sus habitantes.
Aunque la relación entre el estado de salud de las personas y
las características de los lugares haya sido demostrado hace más de
2 mil años15, el concepto de ciudad saludable solo se consolidó en
las últimas dos décadas, en el marco de una nueva visión para la
promoción de la salud, cuyo éxito es particularmente dependiente
de la creación de entornos residenciales y de trabajos saludables y
prósperos. Hoy en día, esta preocupación está incluida en las agendas
políticas de un número significativo de gobernantes locales; de este
modo, cada vez es más dinámico y sustentable el llamado movimiento
de las «Ciudades Saludables», una red de intercambio de lecciones
de experiencia que progresivamente se amplió a escala mundo. En el

15
Recordar el trabajo del médico griego Hipócrates (460-370 a. de C.) Sobre los
aires, aguas y lugares.

126
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

año 2003, solo en Europa, el movimiento de «Ciudades Saludables»


involucraba la participación de 1.300 centros urbanos, cada uno de
ellos con proyectos específicos, donde se señalaban los objetivos, se
enumeraban las acciones y se identificaban los actores públicos y
privados que se movilizaron bajo el lema de «Salud para todos», y
en conformidad con cualquiera de las propuestas, en el City Health
Profiles, preparado por el Departamento de Ciudades Saludables de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), o así también con la
«Declaración de Atenas para las Ciudades Saludables» (firmada en
el año 1998, por más de 100 ciudades europeas).
En el caso de América Latina, este movimiento de ciudades
saludables se desarrolla a partir del año 1991, a través de la gestión
de la Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS), quie-
nes ejecutan e impulsan el proyecto «Municipios saludables»; sin
embargo, en cada país de la región se ha decidido nombrar a esta
iniciativa de acuerdo a las definiciones de los ministerios o secretarías
de salud; por ejemplo, en Costa Rica se denominan como «Cantones
ecológicos y saludables»; en El Salvador, «Espacios saludables»; en
Venezuela, «Municipios hacia la salud»; en Chile, «Comunas saluda-
bles» y así sucesivamente. La OPS/OMS, no obstante, considera de
modo genérico que un «municipio empieza a ser saludable cuando las
organizaciones locales y sus ciudadanos adquieren el compromiso e
inician el proceso de mejorar continuamente las condiciones de salud
y el bienestar de todos sus habitantes». Para ello, su plan concierne
en mejorar las condiciones de vida de la población, fortalecer los
sistemas locales de salud (Silos), promocionar la salud ambiental,
establecer redes y políticas públicas de salud, actuar sobre posibles
riesgos para la salud, etc.16.
Los geógrafos, que desde hace más de ocho décadas también
se interesaron por la relación salud/territorio17, pueden ser (y algu-
nos ya han sido) socios activos en este esfuerzo colectivo para la
implementación del concepto de «ciudad saludable», estudiando:
el estado de salud de poblaciones (niveles, patrones, causas y

16
Alessandro, L., Municipios saludables: Una opción de política pública. Avances
de un proceso en Argentina, 2002. Disponible en línea: http://publicaciones.
ops.org.ar/publicaciones/pubOPS_ARG/Pub55.pdf
17
Recordar que en el año 1925, Jean Brunhes, en su Geographie Hunaine, incluyó
un capítulo dedicado a la geographie des maladies. Desde entonces, muchos
otros geógrafos se han dedicado a esta problemática bajo diferentes perspec-
tivas, afirmando nuevos conceptos, metodologías y asignaciones en su área de
estudio: geografía médica, geografía de la salud, medicometría…

127
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

consecuencias), los efectos de los factores bioclimáticos en el bienes-


tar de las poblaciones (dejando, por ejemplo, buenos indicadores para
los planificadores, para que así los urbanistas mejoren la orientación
de las calles y edificios, y de este modo construyan ciudades más sus-
tentables y con mejores índices de confort humano), la optimización
de la ubicación de los centros de salud (contribuyendo, de este modo,
con la estructuración de redes más racional y con la construcción de
territorios más cohesionados y equitativos), los procesos de difusión
espacial de las enfermedad (dando pistas para un mejor control de
las enfermedades infecciosas), los efectos multiplicadores de la salud
a nivel regional y local (dando así contribuciones de apoyo para la
toma de la decisión política y técnica).
Sin embargo, hoy en día, la salud es solo una de las dimensiones
de la ciudad saludable. Construir una ciudad saludable es también
intervenir en la eco-eficiencia energética (y no solo hablamos de la
mayor utilización de energías renovables, sino que también del impacto
que puede tener en la movilidad y, en consecuencia, en la reducción del
consumo de energía. El diseño urbano es una política para el desarro-
llo de equipamientos y servicios de alcance). La construcción de una
ciudad saludable también es mejorar las condiciones de nuestras casas,
saber humanizar el espacio público, crear espacios y oportunidades de
recreación. Construir una ciudad saludable es también promover la
inclusión social y valorar la multiculturalidad. Construir una ciudad
saludable es, además, abordar el desafío de la construcción de una
slow city (ciudades lentas) en un fast world (mundo veloz).

128
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

El desafío de la construcción
de una slow city en un fast world

El movimiento «Slow City», que fue lanzado en el año 1999, en la Tos-


cana, por la iniciativa de Paolo Saturnini, alcalde de Greve-in-Chianti,
sin duda inspirado en el movimiento «Slow Food» (también surgido
en Italia, pero esta vez trece años antes, en el año 1986, en Barolo,
por iniciativa del escritor Carlo Petrini), parte de dos supuestos: i)
«el bienestar es mundial, pero cada pueblo y cada territorio tiene su
propia forma de alcanzarlo, de acuerdo con sus tradiciones e historia»;
ii) «llevar una vida tranquila y sentirse bien en el lugar donde se vive,
es un deseo de muchos, en un mundo cada vez más veloz y exigente»:
alimentación saludable, comer con el tiempo, de preferencia en un
restaurante tradicional, conversar y pasar el rato con los amigos, hacer
ejercicio físico, caminar, disfrutar y proteger el medio ambiente, respetar
la cultura y las tradiciones... son algunos de los objetivos a conseguir.
Lineamientos para construir una slow city: i) ciudades con menos de 50
mil habitantes; ii) protección y calidad del medio ambiente (calidad del
aire, tratamiento de las aguas y residuos, reciclaje, energías alternati-
vas...); iii) diseño y forma urbana (espacios públicos, paseos y ciclovías,
parques verdes...) ; iv) valorización del patrimonio y la calidad arqui-
tectónica; v) valorización de la identidad y de los productos locales;
hospitalidad (señalización, rutas turísticas e interpretación, marketing
territorial...); vi) conciencia pública sobre el movimiento «Slow City».
En el año 2009 en España ya se habían inscrito seis municipios a la
red de ciudades lentas; expandiéndose esta iniciativa a diversos países,
entre ellos, Alemania, Finlandia, Canadá, Estados Unidos, China, Gran
Bretaña, Finlandia, etc. Por otra parte, en el caso de América Latina,
este proyecto ya está comenzado a ser conocido, e incluso el pueblo
de Mar de las Pampas, en Argentina, y Pijao, en Colombia, podrían
convertirse eventualmente en los próximos años en las primeras slow
cities de la región.

129
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

La ciudad creativa
Las ciudades, como espacios donde hoy se concentra la mayor
parte de la población mundial, son elementos claves de las estrategias
de competitividad, promoción y marketing territorial. ¿Pero cómo
podemos hacer una ciudad atractiva para las personas, empresas y
negocios? ¿Qué rutas estratégicas debemos caminar para disfrutar y
visualizar las potencialidades y ventajas comparativas de una ciudad,
y así atraer a los visitantes y a la inversión?
En este contexto, surge el concepto de «ciudad creativa». Según
Charles Landry y Richard Florida18, a quienes se debe su populari-
zación, el éxito de las ciudades y de la economía urbana dependerá
en gran medida de su capacidad para atraer y retener a la «nueva
clase creativa», la que posee una gran movilidad, capacidad de desa-
rrollar investigación y productos tecnológicos potenciadores de las
perspectivas de negocio a nivel global. La valoración de la diversidad
social y cultural, sostenida en una actitud de tolerancia, determina la
capacidad de atracción del talento y la iniciativa emprendedora hacia
una ciudad creativa. La competitividad futura dependerá, entonces,
de lo que los autores denominan como las «3 T» del crecimiento
económico: tecnología, talento y tolerancia.

18
Acerca de Charles Landry, véase, en particular, The Creative City: A Toolkit for
Urban Innovators (2000) y The Art of City Making (2006). Acerca de Richard
Florida, se recomienda la lectura de The Rise of the Creative Class - And How
It’s Transforming Work, Leisure, Community and Everyday Life (2002), Cities
and the Creative Class (2004) y The Flight Of The Creative Class: The New
Global Competition for Talent (2005).

130
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Valdivia, Chile, primera «ciudad innovadora,


sustentable y creativa»

Valdivia, localizada en la Región de Los Ríos, Chile, fue nombrada


en el año 2014, la primera de las ocho ciudades nacionales que
formarán parte del plan «Ciudad Innovadora, Sustentable y Crea-
tiva», enmarcado dentro del Programa Estratégico de Desarrollo
de Ciudades Innovadoras de la Corporación de Fomento de la
Producción (Corfo) y el Consejo Nacional de las Culturas y las
Artes (CNCA).
Esa iniciativa tiene como finalidad la recuperación del patrimo-
nio de las ciudades, como también el apoyo al emprendimiento
por medio de programas, instrumentos y creación de espacios de
trabajo colaborativo, fomento de proyecto en grupos e impulso
de la industria local, entre otras iniciativas. En este contexto, la
idea fuerza de este programa es aumentar el nivel de la industria
creativa en Chile; para ello, en el caso de la ciudad de Valdivia,
que posee una amplia tradición artística y cultural en materia de
música, literatura, cine y artes visuales, se pretende realizar un
trabajo en conjunto con el ámbito privado y público para difundir
y distribuir las creaciones o eventos artísticos de la ciudad (tales
como el Festival Internacional de Cine en Valdivia) no solo a nivel
nacional, sino también internacional.
En el futuro, se pretende expandir este programa para la ciudad de
Valparaíso, Iquique, Antofagasta, Santiago, Coquimbo-La Serena,
Concepción y Punta Arenas, y de esta forma, promover el desarrollo
de ciudades creativas a lo largo del país.

Como destaca Carlos Martins (2008)19: «Es importante com-


prender e intervenir en la ciudad por medio de su característica
principal: los habitantes con sus cualidades y características. Es a
partir de la creatividad de cada uno y de la combinación múltiple
de creatividades que se puede transformar a la ciudad en un mejor
lugar, en un medio creativo. En este sentido, el espacio público y, más
concretamente, los centros de las ciudades se asumen como locus de
creatividad e innovación. Para él, es inherente a la idea de descubri-
miento, de ampliar los horizontes, la idea de lo desconocido, de la
sorpresa, la experimentación y la aventura. Por otra parte, también
19
Carlos Martins, economista, co-autor del estudio «Desarrollo de un cluster de
industrias creativas en las regiones del Norte» (2008).

131
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

las oportunidades existentes en estos contextos espaciales emergen


como estímulo para la creatividad [siendo en el último tiempo las
intervenciones urbanas un interesante medio de representación para
esta creatividad».
En varias ciudades del mundo con zonas marcadas por la
degradación física, social y económica (centros históricos, frentes
portuarios, zonas industriales obsoletas, etc.), las industrias creativas
se han convertido en un impulso importante para los procesos de re-
habilitación y revitalización urbana. Y en este proceso, la producción
de contenidos tiene su base en las nuevas tecnologías de información
y comunicación (de la música al cine, de los videos a la animación,
desde la fotografía a la moda, etc.), que tienden a ganar un espacio
cada vez más importante.

Intervención urbana en São Paulo:


«La ciudad es para jugar»

Desde el año 2001, un colectivo de investigación y gestión cultural


creado en Madrid y denominado Basurama se dedica a realizar
intervenciones urbanas y creativas en el espacio público a través
del uso de desperdicios en diversas ciudades del mundo. Uno de
sus últimos proyectos se realizó en São Paulo durante el festival
«Virada cultural 2013», y fue denominado «la ciudad es para
jugar». El objetivo de realizar estas intervenciones es dar cuenta
de que la ciudad es un espacio de encuentro e interacción entre las
personas que la habitan, y también reflexionar acerca del uso y vida
útil de los productos que utilizamos día a día. La ciudad es para
jugar consistió en colgar columpios elaborados con neumáticos
abandonados, cuerdas y banderas en el «Viaducto do Chá», para
que decenas de personas de cualquier edad pudiesen disfrutar y
disponer de ese espacio.

132
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Figura 35. Basurama, 2014

Fuente: http://basurama.org/pt-br/projetos/a-cidade-e-para-brincar-virada-cultu-
ral-2013-2/.

133
Capítulo ix

Una geografía existencial y humanista

Sobre el tema del viaje


Todos tenemos en nuestras biografías, en nuestras vidas, sucesos
en los cuales se funden experiencias de lugares, descubrimientos de
espacios, que también son descubrimientos de nosotros mismos. Los
viajes son momentos particulares de la existencia, que nos confrontan
de manera más explícita al espacio. Hurgando en nuestra memoria,
todos podemos redibujar las etapas de nuestra exploración del mun-
do, los primeros instantes, los primeros viajes que marcaron nuestra
vida. Yendo para Cusco en el profundo Perú, estamos siguiendo las
huellas de los antiguos habitantes, de los incas y de los grupos que
dejaron su marca en esas tierras de altura. En Buenos Aires, evoca-
remos a Cerati o a Sui Generis, o a Maradona si nos gusta el fútbol.
Para nosotros, la ubicación precisa de los lugares de Perú o Buenos
Aires no tenía importancia, solo contaba la búsqueda de valores que
flotaban en esa música o nuestro modo de ver los espacios de altura,
la Sierra peruana, lugar de los incas. Olores, colores y tejidos, en
fin, los ojos culturales de toda una generación. El viaje a Perú era
ineludible para poder pertenecer a otro grupo, un viaje para acceder
a otro mundo que queríamos hacer nuestro.
En Chiloé, la gran isla del sur de Chile, los pescadores y los ha-
bitantes locales se asombran de ver tantos jóvenes y familias venidas
de distintas partes del mundo. Para esos pescadores y esos habitantes,
ese espacio forma parte de un paisaje familiar, que representa límite
y frontera, con todo un territorio volcado hacia el interior, como la

135
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

casa y el pueblo al que vuelven después del trabajo. Nosotros, los


visitantes, en pocas horas o tal vez en un par de días hemos atrave-
sado el territorio de toda su vida sin prestar atención o detenernos
en su habitar. Sin embargo, esos instantes resultan ser una lección
de geografía de primera importancia, la revelación de que existe una
variedad infinita de formas de vivir los lugares.
Numerosas investigaciones quedan por emprender sobre el se-
dentarismo o el desplazamiento, sobre el vínculo del hombre con las
grandes extensiones en general. La geografía no hace más que rozar,
por ahora, un ámbito que linda con la filosofía, al interesarse en lu-
gares para los cuales estos temas son pertinentes: el mar, el desierto,
la montaña. De los elementos privilegiados para la representación
del viaje, el horizonte es aquel que mejor se ajusta a la idea de an-
danza. En huida perpetua a medida que se le acerca, el horizonte es
la imagen de la búsqueda imposible, «eso hacia lo que se tiende», el
lugar ficticio que, se sabe, nunca podrá ser alcanzado. La búsqueda,
como el viaje, está en el camino y no en el destino. Sin embargo, la
promesa está allá y a veces el nombre de una destinación soñada
puede dar la impresión de que esta realmente existe.

Figura 36. Los Andes como horizonte de un imaginario geográfico: una


frontera, una barrera que invisibiliza los lugares sociales
que antes y hoy conviven con la montaña.

Fuente: fotografía Alejandro Salazar.

Los Andes, por ejemplo, aquella magnífica cadena montañosa


de América del Sur, está llena de imágenes fugitivas, leyendas e

136
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

historias. Pero a veces nos enfrentamos a una decepción al recorrer


aquellos lejanos espacios, porque los lugares suelen no calzar a la
perfección con la proyección que nuestra imaginación les da. ¿Cuál
es la razón? Es inevitable la lejanía de la imagen en relación con
la realidad. Muchas veces, tal vez la mayoría, la noción de aque-
llos espacios es el resultado de una banalización de los lugares, de
producciones sociales o culturales surgidas en el contexto de una
civilización que otorga determinados sentidos a ciertos espacios. Así,
los Andes puede ser frontera, barrera, desierto, lugar inhóspito, pero
no mundo social, travesía, punto de encuentro. Y, sin embargo, allí,
en aquellos innumerables espacios montañosos, vive gente, circulan
personas, se articulan visiones de mundo.

La cultura de la globalización
El viaje verdadero, el que no se resume en el consumo de posta-
les y clichés, se vuelve cada día más difícil. Por una parte, los sitios
visitados tienen un gusto de déjà vu cada vez más pronunciado. Basta
con vivir la experiencia de algunas ciudades para no sorprenderse de
ver en las calles peatonales del centro aquel comercio de alto valor
agregado, en todas partes parecido, cuando no idéntico. El mismo
modelo urbano actual, surgido en buena parte del sistema econó-
mico liberal, impone su estructura en todos los países, cualquiera
que sea la historia o cultura de la ciudad: solo con leves matices, las
periferias de las grandes ciudades concentran las zonas industriales,
los grandes conjuntos habitacionales, los centros comerciales (los
malls) y las cadenas hoteleras. Los paisajes urbanos difieren solo en
la arquitectura de sus edificios: equipamiento urbano, tiendas y res-
taurantes hacen que las ciudades sean intercambiables. La cultura de
la globalización acentúa esa homogenización colocando las mismas
revistas en los kioscos, la misma música en los espacios públicos, la
misma comida en los fast-food.
Por otra parte, la manera misma de viajar tiende a alejarnos cada
vez más de la idea de descubrimiento. Tarjetas de crédito, generaliza-
ción del idioma inglés, cadenas hoteleras y restaurantes internacionales
nos permiten pasar de una ciudad a otra sin la mínima sensación de
haber cambiado de país, encontrando el mismo confort y funcionali-
dad. Los lugares, vividos en una burbuja protectora, se convierten en
un mero espectáculo, a consumir como cualquiera de los múltiples
documentales transmitidos por las grandes cadenas televisivas.

137
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Espacios olvidados, espacios vividos

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel


Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que
su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una
aldea de veinte casas de barro y cañabrava construida a la orilla
de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de
piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El
mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y
para mencionarlas había que señalarlas con el dedo…
José Arcadio Buendía, que era el hombre más emprendedor que se
vería jamás en la aldea, había dispuesto de tal modo la posición
de las casas, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de
agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido
que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del calor. En
pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa
que cualquiera de las conocidas hasta entonces por sus trescientos
habitantes…
En aquel Macondo olvidado hasta por los pájaros, donde el polvo
y el calor se habían hecho tan tenaces que costaba trabajo respirar,
recluidos por la soledad y el amor y por la soledad del amor en
una casa donde era casi imposible dormir por el estruendo de las
hormigas coloradas, Aureliano y Amaranta Úrsula eran los únicos
seres felices, y los más felices sobre la tierra.

García Márquez, Gabriel, Cien años de soledad.

¿Esperanza de encontrar un mundo nuevo?


El viaje verdadero estará reservado, quizás, a las pocas personas
que puedan aventurarse en espacios «extremos», en espacios olvi-
dados, aunque nuestros estilos de consumo (turismo, vestimenta,
comidas) ya hayan hecho suya aquella noción. Quedará entonces
el sueño puro, el viaje imaginario, espiritual, por intermedio de los
relatos o del arte en general. Quedará también el horizonte, ante el
cual será siempre posible alimentar la ilusión de lugares fabulosos20.
Quedará el mar, el cielo y sus nubes. Y, cuando hayamos señalizado

20
Collot M., L’horizon fabuleux (París: Corti, 1988).

138
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

y banalizado todos los rincones del planeta, el viaje ficticio será


quizás el viaje más real.

Los viajes y el mundo

Llegaré a Estambul a las ocho y media de la noche. El concierto de


Nathan Milstein comienza a las nueve, pero no será necesario que
asista a la primera parte; entraré al final del intervalo, después de
darme un baño y comer un bocado en el Hilton. Para ir matando
el tiempo me divierte recordar todo lo que hay detrás de este viaje,
detrás de todos los viajes de los dos últimos años. No es la primera
vez que pongo por escrito estos recuerdos, pero siempre tengo buen
cuidado de romper los papeles al llegar a destino. Me complace
releer una y otra vez mi maravillosa historia, aunque luego prefiera
borrar sus huellas. Hoy el viaje me parece interminable, las revistas
son aburridas, la hostess tiene cara de tonta, no se puede siquiera
invitar a otro pasajero a jugar a las cartas. Escribamos, entonces,
para aislarnos del rugido de las turbinas… Ya estamos llegando,
el avión inicia su descenso. Desde la cabina de comando debe ser
impresionante ver cómo la tierra parece enderezarse amenazado-
ramente. Me imagino que a pesar de su experiencia, el piloto debe
estar un poco crispado, con las manos aferradas al timón…

Cortázar, Julio, Los papeles inesperados.

Los lugares simbólicos


Bajo la uniformización, la homologación generalizada que ace-
cha a nuestro planeta, nuestro anhelo de lugares de excepción se
mantiene íntegro. ¿Tendrán la imaginación, el sueño, la necesidad
de anclarse geográficamente para continuar su camino? El éxito
creciente de revistas, programas televisivos, películas y, hoy día,
sitios de internet que se consagran a esos lugares da cuenta de una
fuerte necesidad en el público. Los medios entran en el terreno de
la geografía para difundir masivamente temas relativos al medio
ambiente e involucrarnos más en nuestra función de habitantes de
la Tierra. Una nueva responsabilidad parece así nacer en las nuevas
generaciones, que puede dar lugar a un «contrato geográfico» entre
el hombre y sus territorios.

139
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Mientras tanto, ya existen lugares que tienen un sello particular


en el imaginario, asociados a valores absolutos, no medibles. Estos
lugares especiales son como hitos en la superficie terrestre, puntos
focales de orientación en un espacio geométrico demasiado homo-
géneo. No hablamos simplemente de lugares representativos de una
actividad en particular (cumbre de la moda, de las finanzas), sino de
aquellos que en una civilización determinada encarnan valores exis-
tenciales ligados a los hechos determinantes de la vida: nacer, amar,
morir. La necesidad de sacralidad, propia de toda sociedad, incluso
de las más profanas, confiere a estos altos lugares una potencia evo-
cadora suplementaria, que remite a las grandes preguntas filosóficas:
la trascendencia, el sentido de la vida, la naturaleza del tiempo. Cada
cultura elige sus emplazamientos «sagrados», sus lugares mágicos
susceptibles de sustentar tales acontecimientos y creencias. Estos,
en los momentos de turbación, servirán de punto de referencia: la
seguridad de encontrar sobre la Tierra un símbolo concreto bajo
la forma de ciudad, sitio, paisaje, «genio del lugar». Esta última
expresión, definida como una especie de «polvo milagroso»21 en
un diccionario geográfico reciente, expresa bien, metafóricamente
hablando, ese aspecto mágico que el lugar puede tener en nuestras
representaciones individuales o colectivas.

21
N. del T.: en el texto original, «poudre de Perlimpinpin», expresión con la que
se denominaban mezclas que vendían antiguamente los charlatanes en Francia,
a las que se les atribuía virtudes milagrosas y sanadoras de todo tipo de males
(http://fr.wikipedia.org/wiki/Poudre_de_perlimpinpin)

140
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

¿Qué es la Patagonia?

«¿Dónde está la Patagonia?», se preguntaba el escritor Francisco


Coloane cuando tenía diecisiete años. La respuesta fue la siguiente:
«Por allá, con el gesto de uno de sus brazos que abrazó todo el
cielo del Este. Miré. Una franja azul celeste se abría bajo un techo
de nubes vaporosas… Desde entonces para mí ese pedazo de cielo
azul ha sido la Patagonia…».
Patagonia es, sin duda, un concepto difícil de asir, que evoca di-
versas imágenes. ¿Cuáles son sus límites? ¿Cuál su australidad?
¿Dónde queda su lluvia? ¿Dónde su sequedad pampeana? ¿Dón-
de comienza su lejanía? ¿Por qué en la Patagonia la lluvia habla
con silencios de gotas? ¿Dónde queda su arriba, dónde su abajo?
¿A qué se aferran sus temporales, a qué sus soledades? ¿Por qué
evoca ocaso?
¿Qué es la Patagonia?, una pregunta que requiere perspectiva. A
fines del siglo XIX proyectaba distancia, irracionalidad, riesgo,
destierro, crepúsculo, soledad e inseguridad. En la actualidad, es
cierto que aunque siga significando lejanía, representa a su vez
asombro, un espacio maravilloso, originalidad, sorpresa, misticis-
mo, fascinación y recogimiento. De este modo, frente a la desazón
de fines del siglo XIX, en el presente su proyección geográfica se
hace de modo más amigable.
¿Qué es, entonces, la Patagonia? Una respuesta a esta pregunta no es
única ni definitiva. Es, por el contrario, múltiple, móvil y posee una
fuerte carga de reminiscencia y memoria. Buscando una definición
lo invitamos a ampliar la mirada y considerar que la Patagonia
puede ser captada como un área de montaña, una pampa o una
zona de bosques milenarios, como tierra húmeda, fría y virgen o,
al mismo tiempo, como un espacio de silencios y recogimiento.
Patagonia, así vista, se moviliza, como un caleidoscopio, entre una
proyección de imágenes cargadas de valores y sentidos de acuerdo
a la época en que va siendo asimilada. En el presente, sin duda,
Patagonia-Mágica, Patagonia-Asombro. Pero también Patagonia-
Lluvia o Patagonia-Selva.
Patagonia es, por tanto, Patagonias, en plural.

Núñez, Andrés; Aliste, Enrique, Arenas, Federico.«Paisajes en


fuga. Imaginarios y arquitecturas geográficas de la Patagonia»,
Revista AUS, N° 22, 2017».

141
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

Una invitación al lector: un ejercicio de dibujo

Dibujo, pintura, fotografía son gestos primarios que expresan nues-


tra relación con el mundo y nos hacen ser conscientes de nuestra
propia valorización geográfica del territorio. Así, por un instante,
puede olvidar sus lecciones de geografía. Dibuje en la pizarra o en
una hoja blanca un mapa de su ciudad, representando, por ejemplo,
los lugares que resaltaría si su representación fuese para un amigo
o amiga… Entre los lugares que ha resaltado, ¿cuántos de ellos
evocan acontecimientos personales?

De los espacios vividos a los espacios virtuales


En todas las épocas el territorio ha sido un palimpsesto, en el
cual toda nueva inscripción viene a cubrir, y a veces destruir, una
imagen pasada. Lo que es realmente distinto hoy, y transforma
radicalmente toda nuestra vivencia territorial, es que esos cambios
se producen de manera rápida y alcanzan todos los niveles, el del
espacio en particular. A diferencia del tiempo, el espacio suele con-
siderarse un valor estable, «antídoto del tiempo que huye»�. No
hace mucho estábamos habituados a que los lugares cambiaran al
ritmo de las generaciones, de modo que los referentes de nuestra
existencia, aunque modificados, permanecían a lo largo de toda
una vida e incluso más allá. Esta calle o aquella plaza se mantenían

142
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

reconocibles, siendo fácil encontrar allí los referentes de hechos


pasados y revivir las emociones experimentadas, tanto las buenas
como las malas. Actualmente, los territorios en perpetuo cambio no
son ya las balizas ni los hitos que permiten anclar los sucesos de la
propia biografía e inscribirlos espacialmente.
Las relaciones que establecemos con el territorio se encuentran
profundamente conmocionadas por ese nuevo carácter cambiante,
variable, de los lugares de vida; y numerosos autores hablan de la
abstracción de dichos nuevos espacios. Esta abstracción, sin embargo,
no es atribuible a nuestras relaciones geográficas, sino a un fenómeno
generalizado de la cultura occidental contemporánea, en la que el
vínculo a la materia está más y más ausente, o «mediatizado» por
artefactos y técnicas de comunicación.

Figuras 37. La ciudad abstracta.

Fuente www.desktopwallpaperhd.net.

143
Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

El nuevo mundo del «ciberespacio»


Internet y los nuevos instrumentos de comunicación son el signo,
y también los agentes, de modificaciones esenciales en la manera en
que nos representamos y vivimos el espacio. Numerosos puntos de
vista se enfrentan sobre el alcance futuro del ciberespacio (espacio
abstracto constituido por la interconexión de todos los computadores
del planeta). No se trata aquí de tomar posición entre los que anun-
cian que una nueva revolución tecnológica, cultural y social llevará
al fin de la geografía, a un mundo plano, o aquellos que estiman
que la «supremacía del lugar», el poderío de los lazos materiales
resistirán a toda transformación. Nos interesa recordar solamente
uno de los principales problemas que, en nuestro tiempo, marcan
nuestros vínculos con el territorio.
La virtualidad de la imagen en la pantalla nos habitúa a con-
siderar como real aquello que es solo una imagen; por definición,
inmaterial, un efecto de luz. Los archivos en los que trabajamos,
los sitios internet que visitamos, existen solo de forma electrónica
y no son localizables físicamente. Acostumbrados a vivir rodeados
de objetos situados en el espacio concreto, tendremos que definir
nuestros límites, ubicarnos en un mundo donde las realidades abs-
tractas ocuparán una parte siempre más importante. ¿Cuál será el
efecto en el largo plazo para las generaciones futuras?
A nivel del espacio y de la representación del mundo, la cuestión
del ciberespacio, conjuntamente con el fenómeno de la globaliza-
ción, plantea una serie de problemas sobre el estatus de lo «local».
Reacciones de retroceso frente a esas tendencias toman ya la forma
de revalorizaciones, a veces obsesivas, de todo lo que se refiere al
lugar. La gente se interesa en su historia, su genealogía personal, se
resucitan las fiestas y las tradiciones populares, los dialectos, todo
rasgo que recuerde que nosotros sí tenemos raíces, y que ellas están
arraigadas en un suelo, en un «terruño» muy concreto.

144
Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

Espacio íntimo, espacio local


Existencia y realidad geográfica

La geografía no es, en su principio, un conocimiento; la realidad


geográfica no es, en primera instancia, un objeto; el espacio geográ-
fico no es un área en blanco que luego se va a colorear. La ciencia
geográfica presupone que el mundo se comprenda en términos
geográficos, que el hombre se sienta y se sepa vinculado a la Tie-
rra como un ser llamado a realizarse en su condición terrestre. La
geografía no implica una concepción indiferente ni desprendida;
tiene que ver con lo que me importa o me interesa en un grado
superior: con mi inquietud, con mi preocupación, con mis proyec-
tos, con mis apegos. En primer lugar, para el hombre, la realidad
geográfica se presenta en el lugar donde se encuentra, los lugares de
su infancia, el entorno que evoca su presencia. Las tierras sobre las
que camina o en las que trabaja, el horizonte de su valle o incluso
su calle, su barrio, sus recorridos cotidianos a través de su ciudad.
La realidad geográfica impone, a veces de manera ardua, el trabajo
y el sufrimiento de los hombres; ella lo delimita y lo encierra, lo
amarra «al terruño», horizonte estrecho que la vida o la sociedad
impone a sus gestos y sus pensamientos… su «objetividad» tiene
sus raíces en una subjetividad que no es pura fantasía.

Dardel, Eric. El hombre y la Tierra (1952).

Por otro lado, se asiste a una escalada de exhibición de imágenes


del globo, en la publicidad, la televisión, los diarios, acompañadas
del mensaje implícito de una globalización tranquilizadora: esta
Tierra es vuestra, es vuestro lugar, vuestra casa común.
«¡Sé global, sé uno!», nos dice la línea aérea Qantas, o «¡El
mundo está más cerca de lo que piensa!», la British Airway. Es con
este tipo de eslóganes que se forja una nueva imagen del mundo. La
televisión, desde el noticiario de CNN hasta los videoclips de MTV,
es el vehículo de tales mensajes a toda hora.
Sin embargo, esta nueva aldea global en construcción provoca,
a su vez, otras preguntas:

• ¿La uniformización cultural, que permite una nueva armo-


nía entre los pueblos, no es también pérdida de diversidad y
riqueza?

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

• ¿Podrá la aldea planetaria verdaderamente albergar a todos


los hombres, o acaso vamos hacia una nueva forma de ex-
clusión, hacia un nuevo Tercer Mundo?
• ¿Qué va a ser de la democracia y de las nuevas formas de
organización social?, ¿de las desigualdades?, ¿del poder?,
¿del derecho?

Figura 38: Qantas: Sé global, sé uno.

Fuente: www.desdescl.com.

Una geografía para el mundo


Los ejemplos precedentes muestran que los temas de actualidad
más corrientes, títulos de diarios o debates televisivos, giran siempre
alrededor de temas que pueden —aún más, que deben— ser analizados
bajo un ángulo geográfico. Es solo tomando en cuenta la dimensión
espacial y nuestras relaciones cada vez más complejas con el medio
ambiente, que podremos proponer respuestas pertinentes a los grandes
problemas de nuestro tiempo. Es por eso que el «fin de la geografía»22,
expresión muy corriente en estos tiempos de globalización, es una
ilusión: solamente debe abordar estas cuestiones con problemáticas
renovadas, colocando al hombre en el centro de sus preocupaciones.
La geografía deberá asumir aún más su rol de ciencia comprometida,
evaluando sin complacencia las condiciones de vida, el estado del

22
Expresión que O’Brien R. ha utilizado particularmente en su libro Global
financial integration: the end of geography (Londres: Instituto Real de Asuntos
Internacionales, Pinter, 1992).

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Viaje por la geografía. Una geografía para el mundo

planeta, los diversos disfuncionamientos con su creciente número de


víctimas, postergados y excluidos de nuestras sociedades. La geografía
debe proponer soluciones, aún a riesgo de invadir los dominios espe-
cíficos de la política, la economía, las finanzas, la ecología, etc. Con
una visión de largo plazo, tendrá como preocupación la existencia
armoniosa y sostenible de los hombres en la Tierra.

Figura 39. Una geografía para el mundo

Fuente: Bailly, 2009.

Este desafío, que vuelve todavía más apasionante la aventura


geográfica, es el que ha asumido con su enfoque particular la geo-
grafía «humanista», nacida en los Estados Unidos en los ochenta y
hoy en pleno desarrollo.

Por una geografía «humanista»


La geografía humanista propone un enfoque particular a las ma-
terias geográficas, cualquiera que sea su naturaleza (económica, social,
política, etc.), colocando al hombre en el centro, tomado en su entidad,
teniendo en cuenta sus cualidades racionales e irracionales, y tanto a
nivel individual como colectivo. Todo problema geográfico puede ser
examinado desde esta perspectiva. La geografía de los transportes, de
los servicios, el ordenamiento territorial… son algunos de los campos,
entre otros, donde se precisa entender las representaciones, las actitu-
des y los comportamientos de los individuos y de los grupos, incluso

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

a la luz de consideraciones psicológicas y filosóficas. Es solo con ese


nivel de pertinencia que se podrá llegar a una comprensión profunda de
nuestras relaciones con los lugares. La geografía humanista pretende,
de este modo, asumir el desafío de investigar en detalle y adentrarse
en los nexos que unen al hombre al espacio y a los lugares, nexos
concretos (hábitat, desplazamiento, trabajo) y también abstractos
(«topofilia»23 o amor por el lugar, desarraigo, exclusión, etc.).

Una visión transversal del mundo


Para lograrlo, el enfoque humanista se apoyará en los trabajos
de todos los estudiosos que han investigado directa o indirectamente
al tema de los vínculos del hombre con los lugares. Con el filósofo, se
asoma a la reflexión sobre la existencia humana, su mente, sus proyec-
tos de vida. Con el etnólogo y el antropólogo, se pregunta sobre los
ritos, la memoria colectiva, el imaginario espacial de las sociedades.
Con el psicólogo, se interroga acerca del inconsciente, lo simbólico,
las representaciones y los comportamientos individuales y colectivos.
Con el sociólogo, se interesa en las prácticas cotidianas, los trayectos
habituales, las relaciones entre los individuos de un grupo, o entre los
grupos mismos. Con el historiador del arte, intenta decodificar los men-
sajes simbólicos contenidos en las obras. La geografía «humanista» se
valdrá de encuestas cualitativas, utilizando una metodología específica,
pero también de fuentes que desbordan el terreno tradicional de la
geografía, como, por ejemplo, las obras de arte, preciadas reveladoras
de los diferentes tipos de relaciones que el artista, testigo de una cultura,
teje con el espacio: el cielo, la selva, el mar, la ciudad… Mediante el
análisis de las obras de arte, el geógrafo devela los significados ocultos
de determinados ambientes, las asociaciones mentales que el individuo
establece entre un elemento de su vivencia y un sitio determinado.
La geografía humanista no es, entonces, una nueva rama de la
geografía. Es un enfoque transversal que permite, utilizando el vector
de las preocupaciones «humanistas», abordar los temas y asuntos
más diversos con problemáticas, métodos y herramientas propias.
Es también una geografía seductora, que invita al investigador a
explicar sus propias actitudes, sus vivencias, sus sentimientos y a
involucrarse en su objeto de estudio.

23
Tuan Y.-F., Topophilia: a study of environmental perception, attitudes, and
values (Nueva York: Columbia University Press, 1990).

148
Para concluir

¿Un viaje geográfico?

Al terminar este viaje geográfico, que despliega el abanico de cues-


tionamientos de la disciplina, podemos reflexionar sobre una geografía
en plena evolución y con constantes cambios. De ciencia de los lugares
confinada a situar montañas, ríos, ciudades y continentes; de ciencia
de inventario, limitada a enumerar altitudes y cifras de producción,
se ha convertido en ciencia abocada a las prácticas espaciales de las
sociedades, sus causas y sus consecuencias en los modos de vida. De
ahí que se interesa tanto en las representaciones del mundo como en las
actividades humanas y su impacto sobre el ambiente físico y humano.
Ciencia de lo global, por su visión amplia de los sistemas hu-
manos, es también ciencia de lo local, por el interés que pone en los
territorios. Integra enfoques naturalistas, sociales y económicos, para
exponer la riqueza de las prácticas espaciales en la larga historia de
nuestras sociedades. El geógrafo se ha convertido en un especialista
de lo espacial, que aplica sus análisis tanto a nivel local como a
nivel mundial.
Estas nuevas orientaciones constituyen la fortaleza y la debili-
dad de la geografía: aunque dotada de la capacidad para explicar
sistemas globales y su impacto en el territorio, no tiene la calidad de
disciplina aplicada, como las ciencias de la ingeniería. La geografía
es, ante todo, reflexiva. Por lo tanto, su papel en la educación y en
los estudios previos al ordenamiento territorial es mayor. Desde
luego, se habla de geografía aplicada y de geografía activa, pero esos
calificativos solo son pertinentes a una parte restringida del campo
geográfico. La geografía explica y clarifica los problemas espaciales;
los poderes políticos e institucionales escogen entre las alternativas
propuestas y las implementan.

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Antoine Bailly • Alejandro Salazar • Andrés Núñez

La geografía nos enseña a reflexionar, a anticipar el desarrollo


de nuestras sociedades en el espacio. A estudiar y comprender los
recursos y la dinámica del cambio de los territorios, para propor-
cionar la vida y la sostenibilidad de nuestras sociedades. A todos
nos ayuda en la vida diaria, pero también cuando hay que tomar
decisiones en circunstancias extraordinarias. Integrarla de manera
explícita en nuestras formas de pensar resulta una necesidad, a
condición de utilizarla de manera agradable y eficaz. Hacia eso se
encamina la nueva geografía.

Un viaje al plano de la geografía


Viajar por la geografía es internarse y desplegar el horizonte de
la vida diaria y la del porvenir. Allí, como una puesta en escena, se
nos muestran las diversas actividades exploratorias que los geógrafos
van resolviendo y observando con ojo crítico. Nos levantamos y la
ciudad se desenvuelve con su sistema de transporte y de comunica-
ciones, todo lo cual permite que el hombre adquiera un sentido en el
espacio donde habita. Todo —tal vez no todo— funciona día a día
y nos parece ¡como si allí hubiese estado dispuesto desde siempre!
Han sido profesionales los que han pensado y proyectan la ciudad.
Fuera de ellos, en los espacios periurbanos o rurales, miramos te-
rritorios que producen.

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Santiago de Chile, mayo de 2018
Se utilizó tecnología de última generación que reduce
el impacto medioambiental, pues ocupa estrictamente el
papel necesario para su producción, y se aplicaron altos
estándares para la gestión y reciclaje de desechos en
toda la cadena de producción.
¿S erá cierto que la geografía nació de los viajes y de las repre-
sentaciones que se hacían los egipcios, los griegos, los roma-
nos, los árabes… de la Tierra? Como sea, la Geo-grafía como tal,
como descripción de la tierra, es un viaje en sí mismo. En efecto,
aquellas representaciones, como las actuales, movilizan nuestro
saber geográfico, conocimiento que se ha ido complementando
durante la historia con la conquista de nuevos territorios, con la
organización espacial del planeta en Estados-Naciones y con el uso
de los sistemas de información geográfica. Así, el viaje geográfico
se desplaza entre un mundo que parece homogéneo pero que, a la
vez, presenta múltiples espacios poco conocidos, invisibilizados,
especialmente en el ámbito de la experiencia existencial del ha-
bitar. Este libro no es un manual, sino un diálogo abierto sobre
varios aspectos de la «nueva geografía», presentados de manera
sencilla e ilustrada, abarcando desde la geografía cotidiana, la re-
lación del mapa con el poder, segregación urbana, el tema de los
paisajes culturales o la producción de mundos geográficos virtua-
les. Presenta, mediante ejemplos y encuadres, múltiples luces sobre
corrientes de pensamientos de una disciplina que se está perma-
nentemente renovando para responder a las preguntas de nuestras
sociedades en el espacio. Se puede leer desde el principio hasta el
fin o recorrerlo por capítulo, pues cada uno es independiente de los
otros. El hilo conductor es el «viaje por la geografía» con sus gran-
des visiones, sus bifurcaciones, para facilitar ideas a los docentes,
a los estudiantes, a los alumnos, a todos los que viven en la Tierra,
esta gran morada que es devenir y destino. Una geografía abierta
al mundo, y para todo el mundo!

Serie GEOlibros

ISBN 978-956-01-0465-6

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