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Primera edición: Diciembre 2019


Edición original en inglés: 2016

© Edición:
JAS Arqueología S.L.U.
Plaza de Mondariz 6
28029 Madrid (España)
www.jasarqueologia.es
Edición: Jaime Almansa Sánchez
Corrección: Daniel García Raso

© Textos e imágenes:
De los autores según se menciona en el texto

ISBN: 978-84-944368-6-4

Distribuido en Acceso Abierto en tienda.jasarqueologia.es


Es la versión en castellano de Archaeology and Neoliberalism

Hecho en España - Made in Spain


ARQUEOLOGÍA
Y
NEOLIBERALISMO

Pablo Aparicio Resco (Ed.)

JAS Arqueología Editorial


ÍNDICE

1. Prefacio. Pablo Aparicio Resco. 1


2. Del Pay-per-view al Pay-per-publish, o de la
mercantilización de la publicación científica. 7
Jaime Almansa Sánchez.
3. Arqueología y Capitalismo. Juan Manuel
Vicent García. 17

4. La arqueología profesional en España: un ensayo


de síntesis cualitativa. Rafael Soler Rocha. 29

5. Juntos de la mano hacia la extinción: la tutela


patrimonial (neoliberal) de las comunidades
rurales. Xurxo M. Ayán Vila y José Mª. Señorán 45
Martín.
6. Consumir pasado, digerir identidad. Cuando el
pasado se convierte en producto de consumo. 59
Tono Vizcaíno Estevan.
7. Ni ética ni excelencia. El naufragio de la
arqueología neoliberal en España. Alicia Torija 71
López.
8. Algunas divagaciones sobre persuasión
económica, ceremonias institucionales y
manipulación simbólica a través del cataclismo 85
de la arqueología comercial española. Eva
Parga-Dans.
9. ¿Alguien necesita una transfusión?
Humanidades y sociedad y viceversa. Beatriz 97
Comendador.
10. Arqueologías del presente y museos del
futuro, o de cómo abrir la relación entre
patrimonio y procomún. Antonio Lafuente y Paz 111
Sastre.
11. Del cuidado del hogar al cartel publicitario.
Algunos planteamientos sobre el pensamiento
neoliberal y la arqueología de género. Alfonso 125
Monsalve Romera.
12. Arqueólogos migrantes ante el neoliberalismo
del siglo XXI. Pedro A. Carretero Poblete. 137

13. El lugar de la arqueología en el capitalismo


tardío: estructura de la violencia en las fases
disciplinaria y posdisciplinaria de la arqueología. 151
Alejandro Haber.
14. Arqueología y Neoliberalismo en el Perú: una
aproximación. Henry Tantaleán. 171

15. La Revolución suburbana. Apuntes de


arqueología y capitalismo neoliberal en la
megalópolis mexicana. Juan Reynol Bibiano 191
Tonchez y Juan José Guerrero García.
16. La arqueología y el multiculturalismo
207
neoliberal en Chile. Patricia Ayala Rocabado.
17. Bienvenidos al desierto de lo real: industria y
capital en atacama (1880-2015). Flora Vilches. 221

18. La arqueología y la explotación de la


riqueza de la tierra en Uruguay en el marco
del desarrollismo y la globalización neoliberal. 233
Gustavo Verdesio.
19. Cómo aprendí la ley del mercado. Laurent
Olivier. 243

20. Arqueología sin sentidos. Anestesia y


capitalismo. José Roberto Pellini. 259

21. El fin de la historia y la arqueología polaca


después de la caída del comunismo. Dawid 271
Kobialka.
22. Bajo el paraguas del neoliberalismo:
el papel de la arqueología iraní en la reducción
287
de la diversidad cultural. Leila Papoli-Yazdi y
Omran Garazhian.
23. Atrapados en un escenario empresarial:
implicaciones del neoliberalismo en la gestión
del patrimonio arqueológico en los Países Bajos. 305
Monique H. van den Dries.
24. Nuevas estrategias de gestión en la
arqueología comercial británica. Nicolas Zorzin. 325

25. Neoliberalismo y arqueología en Alemania.


Ulrike Sommer y Martin Schmidt. 359

26. El desafío del neoliberalismo y el patrimonio


arqueológico en Turquía: ¿protección o 375
destrucción? Veysel Apaydin.
27. Epílogo: Arqueología como acción política.
Randall H. McGuire. 389

Bibliografía 405
Sobre los autores 461
1.
PREFACIO

Pablo Aparicio Resco

El neoliberalismo es tan ubicuo que ni siquiera lo


reconocemos como ideología. Aparentemente,
hemos asumido el ideal de su fe milenaria como
si fuera una fuerza natural; una especie de ley
biológica, como la teoría de la evolución de Darwin.
Pero nació con la intención deliberada de remodelar
la vida humana y cambiar el centro del poder.
George Monbiot, escritor y activista británico

Cuando damos nombre a un concepto, idea u objeto,


le proporcionamos entidad real y simbólica, podemos
aprehenderlo, debatir sobre él, ponerlo en tela de juicio y, en
definitiva, construir certezas. Cuando, en cambio, evitamos
nombrar algo estamos intentando hacerlo desaparecer,
ocultarlo y volverlo invisible. «Lo que no tiene nombre no
existe», que dijera el pintor Francis Picabia. Ejemplos claros
de ello se pueden encontrar en el reciente panorama
político español. En 2014 nació el fenómeno Podemos (un
partido-movimiento de izquierdas, de tinte populista en el
sentido laclauniano) y se empezó a hablar de «casta» para
denominar a la minoría enriquecida, para dar entidad a un
colectivo que se colocaría frente al resto, frente a la «gente».
Nunca antes se había hablado de casta en nuestro país con
ese significado y el nuevo significante consiguió dar forma
real a un colectivo existente pero hasta entonces difuso.
Fue una estrategia muy cuidada, resultara o no exitosa,
para intentar aglutinar al 99 % de la población empobrecida

1
1. Prefacio - Pablo Aparicio Resco

frente al 1 % que acumula la riqueza. Se utilizó la palabra


para crear algo que previamente no existía y así, de algún
modo, cambiar también la realidad. El año anterior había
estallado el Caso Bárcenas, un episodio de corrupción
en el seno del Partido Popular, el partido de gobierno, y
el presidente del Gobierno por aquel entonces, Mariano
Rajoy, empezó a evitar nombrar a su antiguo tesorero. «Esa
persona de la que usted me habla, fue el nuevo no-nombre
de Luis Bárcenas, en un intento, pensado o no, para intentar
hacer desaparecer a uno de los corruptos más famosos del
Partido Popular. En este caso, la ausencia de la palabra fue
utilizada para hacer desvanecer aquello a lo que esta hace
referencia.
El neoliberalismo es, gracias al poder de las palabras, un
fantasma. Como recuerda Monbiot (2016), su nombre se
ha evitado durante las últimas décadas, no se estudia en
las escuelas y poca gente sabría a qué hace referencia.
Casi nadie se declara abiertamente neoliberal aunque
practique políticas neoliberales y comulgue plenamente
con el pensamiento neoliberal. El neoliberalismo es, para
la mayoría de la gente, un concepto líquido, según lo
entendería Zygmunt Bauman, y esa propiedad ha hecho
que llegue a calar en lo más profundo del alma de nuestra
sociedad y que sea complejo delimitarlo, analizar sus
efectos y, en última instancia, luchar contra él y proponer
alternativas claras.
Sin embargo, los efectos del neoliberalismo como
ideología hegemónica mundial en la actualidad se pueden
sentir cada día en cada rincón del planeta, y su rostro más
claro es el aumento progresivo de la desigualdad, en un
mundo en el que los ricos cada vez son más ricos y los pobres
cada vez más pobres; en un mundo en el que resulta más
rentable especular en los mercados financieros que producir
bienes reales; en un mundo en el que parece importar
más que crezca el número de dígitos de una cuenta a
que crezca el número de poetas, directores de cine o
pintores que pueden llevar a cabo sus obras sin desfallecer.

2
Arqueología y Neoliberalismo

¿Cómo podemos definir entonces una ideología que está


provocando tantos cambios en la sociedad?
El neoliberalismo es la filosofía económica y política,
es decir, la ideología, que ha dominado el pensamiento
occidental durante las últimas décadas. Su origen se puede
situar en la filosofía de Friedrich Hayek y en la Escuela de
Economía de Chicago —cuyo principal referente es el
economista Milton Friedman—, y fue puesta en práctica
de forma extensiva durante los años ochenta del siglo
pasado por el gobierno británico de Margaret Thatcher y
el estadounidense de Ronald Reagan (Palley 2005). Desde
entonces no ha dejado de extenderse en todos los continentes
con fuerza, convirtiéndose en la ideología dominante y,
según muchos de sus seguidores, en la única posible. A
diferencia del liberalismo, que teóricamente aboga por un
poder político limitado, que intervenga de forma mínima en
la vida de los ciudadanos para que las fuerzas de la oferta
y la demanda puedan crear las condiciones necesarias
para el libre intercambio entre personas libres e iguales, el
neoliberalismo aboga por fortalecer parcialmente, de forma
interesada, la maquinaria del Estado, otorgándole mayores
capacidades de intervención ya no para defender a los
ciudadanos sino, al contrario, para crear un marco propicio
en el que el mercado —convertido en algo casi divino—
pueda desarrollarse sin límites (Moreno González 2015). Todo
esto se lleva a cabo bajo la premisa, al menos de cara a
la galería, de que el desarrollo del mercado y su presunta
autorregulación revertirán en el bien del conjunto de la
sociedad. Así, el mercado ya no es algo natural sujeto al
laissez faire («dejar hacer») como creían los liberales, sino un
ente artificial que debe ser sustentado gracias a políticas de
Estados fuertes pero sometidos a las grandes corporaciones
y dedicados a mantener este marco de intercambio.
Para ello nacen los conceptos interconectados del credo
neoliberal: la creación de riqueza; el desarrollo económico;
la competitividad; la estabilidad presupuestaria y monetaria;
los ajustes, reformas o, directamente, recortes —políticas

3
1. Prefacio - Pablo Aparicio Resco

de austeridad—; etc. El neoliberalismo, lejos de ser una


evolución lógica del liberalismo, es una perversión del mismo
y una vuelta de tuerca al capitalismo más voraz, al que la
socialdemocracia trató, infructuosamente, de frenar.
En la práctica, y dentro del marco cultural, el resultado
de la implantación del pensamiento neoliberal a lo largo y
ancho del planeta es la creación de una mentalidad en la
que todo gira en torno a la compra-venta de productos. El
mundo es un gran mercado en el que la única rentabilidad
necesaria es la económica, donde todas nuestras acciones
deben estar enfocadas al crecimiento —este, por supuesto,
también exclusivamente económico— y todo ello dentro un
marco de competición en el que solo gana el más fuerte.
Todo está supeditado al crecimiento de los mercados y
cualquier medio está justificado para ello.
Este tipo de pensamiento, capaz de conseguir de forma
muy rápida grandes beneficios económicos para una
minoría ya enriquecida, choca de forma frontal contra el
desarrollo de las humanidades entendidas como fuente de
valores colectivos sociales, culturales, históricos y, por qué
no, también económicos. Poner el dinero y su obtención
desaforada como único fin de una persona, una nación
o un planeta, no nos hace ser mejores, tal y como explica
Martha C. Nussbaum:

Producir crecimiento económico no equivale a


producir democracia, ni a generar una población
sana, comprometida y formada que disponga de
oportunidades para una buena calidad de vida en
todas las clases sociales (Nussbaum 2010: 36).

Así, en un momento de fuertes contrastes y tensiones


entre nuestras disciplinas humanísticas —entre ellas la
arqueología— y el pensamiento dominante en el mundo,
el presente libro nace para dar respuesta a muchas
preguntas: ¿cuál es el papel de la arqueología en el
mundo actual? ¿Cómo afecta la ideología neoliberal, hoy
hegemónica, a la arqueología como disciplina? ¿Es posible

4
Arqueología y Neoliberalismo

conciliar el pensamiento neoliberal con el desarrollo de las


humanidades? ¿Hacia dónde debemos caminar desde el
mundo de la arqueología para contribuir a la puesta en valor
de otras rentabilidades, más allá de la económica? ¿Puede
la arqueología escapar de las dinámicas hegemónicas
del mundo neoliberal? ¿Qué será de la arqueología como
disciplina en un mundo en el que solo importa el crecimiento
económico?
La respuesta a estas y otras preguntas no será fácil de
encontrar y tendrá que buscarla cada lector en los capítulos
que encontrará en el presente libro, que se organiza en
cinco partes: una introducción a cargo del arqueólogo
griego Yannis Hamilakis, referente para la reflexión de la
arqueología en la actualidad, tan necesaria en un mundo
tan acelerado; un primer grupo de capítulos centrados en
el impacto del neoliberalismo en la arqueología española,
que navegan en un mar revuelto entre la arqueología
pública y la arqueología comercial, entre la universidad
y las administraciones; un segundo grupo protagonizado
por la arqueología social latinoamericana y el fuerte
impacto que las políticas neoliberales han tenido en el
continente hermano y cuyas cicatrices se ven reflejadas en
la arqueología latinoamericana que, en muchos sentidos,
está siendo capaz de marcar el camino; un tercer grupo
que nos permitirá viajar por la arqueología del resto del
mundo, de Turquía a Reino Unido, de Polonia a Irán, para
observar cómo el pensamiento neoliberal ha afectado a
nuestra disciplina en otros contextos nacionales y entender
mejor un fenómeno que es global; y, finalmente, el epílogo
del arqueólogo americano Randall H. McGuire, con una
llamada a construir arqueología como forma de acción
política, reivindicando siempre un optimismo activo y realista
que nos permita seguir avanzando para cambiar las cosas
desde nuestra profesión, día a día, y construir un mundo
diferente y mejor.
Como recordó Antonio Gramsci en 1916:

5
1. Prefacio - Pablo Aparicio Resco

Toda revolución ha sido precedida por un intenso


trabajo de crítica, de penetración cultural, de
permeación de ideas (...). Las bayonetas del ejército
de Napoleón encontraron el camino ya allanado por
un ejército invisible de libros, de opúsculos, derramados
desde París a partir de la primera mitad del siglo xviii y
que habían preparado a los hombres y las instituciones
para la necesaria renovación (Gramsci 2013: 22-23).

Ahora es nuestro momento de construir espacios de


lectura, de reflexión, de debate y de crítica que permitan
cimentar una revolución cultural encaminada a cambiar
el mundo, a hacerlo más humano, solidario, colectivo
y formado. A construir espacios de convivencia donde
importe más la colaboración que la competición, donde a
veces decrecer sea positivo, donde se entienda que existen
muchas rentabilidades igual de necesarias y donde los
ajustes se hagan mirando siempre a las personas y no a las
bolsas.
La arqueología, como herramienta para entender nuestro
presente gracias al pasado, como instrumento para construir
identidad y como argamasa para fortalecer las relaciones
humanas tiene mucho que decir a la hora de cambiar el
futuro. Espero que este libro sea uno de esos pequeños
granos de arena, que se cuentan por cientos de miles, con
los que, como con las palabras, se cambia la realidad.

Cabanillas del Campo


1 de Agosto de 2016

6
2.
DEL PAY-PER-VIEW AL PAY-PER-PUBLISH,
O DE LA MERCANTILIZACIÓN DE LA
PUBLICACIÓN CIENTÍFICA

Jaime Almansa Sánchez

Cuando Pablo me propuso este volumen como


editor, no pude menos que aceptarlo sin dudar. No
es la primera vez que reflexiono sobre estos temas
(Almansa 2015a) y me considero un militante de lo que
más adelante defenderé como el modelo español.
Puede que mis intereses como empresario, porque
creo que eso es un detalle que debe quedar claro
desde el principio, no sean los mismos que los de otras
corporaciones editoriales. Puede que en mi proceso
de edición me salte algún paso, como de hecho se
saltan con creces muchas editoriales de prestigio.
Puede incluso que todo esto sea una justificación irreal
que hago para sentirme mejor conmigo mismo. Sin
embargo, espero que este libro sea otro ejemplo de
cómo el mercado y el lucro desmedido están reñidos
en un contexto como el nuestro, y cómo también
en arqueología debemos ser cada vez más activos
contra la mercantilización neoliberal del mundo de la
investigación.

Introducción: o de cómo empezó todo


Desde pequeño he estado ligado al mundo editorial y
mi primera experiencia fue en una revista que considero
ejemplar en este sentido: ArqueoWeb1. Fundada en
1 http://pendientedemigracion.ucm.es/info/arqueoweb/

7
2. Del pay-per-view al... - Jaime Almansa Sánchez

1998 es la primera revista de acceso abierto en Internet


dentro del ámbito de la arqueología. Gestionada por
estudiantes, cuenta con un gran número de trabajos
de referencia para muchos temas y un importante
impacto en lengua española. Pero claro, como era
de estudiantes y en castellano, nunca tuvo la menor
relevancia. Unos años después me integré en la edición
de Papers From the Institute of Archaeology, otra revista
gestionada por estudiantes que vivió en ese momento
una crisis hacia el nuevo modelo, con el primer paso
para la absorción de la edición por una empresa
editorial. En el mundo anglosajón esa era la norma,
hasta el punto que las principales universidades, con
Cambridge y Oxford a la cabeza, estaban convirtiendo
sus servicios editoriales en empresas independientes,
cuya finalidad era el lucro económico basado en el
prestigio académico.
Pero el verdadero punto de inflexión tuvo lugar en
otro escenario: el World Archaeological Congress.
Como alumno del UCL, el legado de Peter Ucko era
casi sagrado (Ucko 1987) y una de las primeras cosas
que hice, aprovechando que el WAC6 iba a tener
lugar en Dublín en 2008, fue integrarme de lleno en
él. Bajo la presidencia de Claire Smith, una asociación
de objetivos muy claros pasó a participar de eventos
cuestionables y que generaron mucho debate (p.e.
Shepherd y Haber 2011). Mi pelea particular pasaba
por esclarecer los términos de un contrato editorial
firmado con Springer en condiciones que no terminaba
de ver como beneficiosas para la asociación. Aún
estoy esperando respuesta, pero me planteé ya la
necesidad de algún tipo de boicot2 que cambiara
de algún modo las tornas porque, lo queramos o no,
2 http://publicarchaeology.blogspot.com.es/2013/12/boycott.html

8
Arqueología y Neoliberalismo

ahora mismo Springer está publicando gracias al WAC


alguno de los textos más interesantes de la arqueología
internacional a precios prohibitivos para individuos
e instituciones. Por supuesto, la revista Archaeologies
está también en esta situación y el programa de
donaciones de la asociación es, cuanto menos,
cuestionable. La organización del WAC7 en un resort
de lujo en Jordania3 fue la guinda en un pastel que no
sabemos bien quién se comió, pero del que Springer se
estaba llevando una buena parte (supongo, porque
aún no he visto las cuentas)4.
Desde 2010 cuento con mi propia editorial, donde
trato de huir de todo lo que critico como investigador,
y donde, al menos, trato de ser claro y honesto con lo
que hago.

Excelencia o de cómo se establece el modelo


Los investigadores debemos ser excelentes y la
excelencia se mide con unos baremos tan objetivos
que han marcado la forma de trabajar, la organización
institucional y las políticas de financiación. No es algo
nuevo, pero lo que comenzó siendo capital académico
ahora se ha convertido en capital económico5.

3 Y el reciente anuncio del WAC8 en Kyoto (Japón), coincidiendo con el


encuentro de la EAA, parece una muestra de que no hay visos de cambio
con la nueva gestión de Koji Mizoguchi.
4 En este apartado estoy haciendo referencias personales muy directas, pero
no se trata de nada personal, ni quiero que se entienda así. Es simplemente
una crítica, puede que muy dura, a la gestión de una asociación cuyos
principios entiendo traicionados por la deriva hegemónica del bloque
anglosajón. Yo no creo que lo que hemos visto en los últimos años sea el
WAC que quería Peter Ucko, sino un encuentro más estandarizado, puede
que más global, donde la periferia sigue recibiendo las migajas del centro
y donde, por desgracia, cada vez hay más periferia en un contexto de
desigualdad marcado por el acceso a recursos y financiación.
5 Me gustaría recordar en este punto cómo se comienza a cobrar por la

9
2. Del pay-per-view al... - Jaime Almansa Sánchez

Para ser reconocido, un investigador debe


publicar. Si además quiere sacar adelante una
carrera de investigación exitosa, necesitará cumplir
con unos baremos en los que los objetivos están
claros. En el ámbito de las publicaciones, los artículos
internacionales en revistas indexadas representan el
principal. Al fin y al cabo, el único beneficio del libro es
la extensión en temáticas que no se pueden desglosar
en varios artículos.
Actualmente, las dos principales listas de
referencia internacional son JCR-ISI (perteneciente
a la multinacional Thompson & Reuters) y Scopus
(perteneciente a la editora científica Elsevier). Las
agencias de evaluación valoran de forma positiva las
publicaciones indexadas en ellas y se ponen también
como requisito en otros trámites. Por ello, la mayoría
de los investigadores llevan a cabo una estrategia de
publicaciones orientada a este tipo de revistas. Los
editores, por tanto, buscan (necesitan) estar en alguna
de estas listas para sobrevivir y aumentar su prestigio.
Ahora bien ¿es estar en estas listas un rasgo definitorio
de la excelencia?
Damos por hecho que si una revista está indexada
será mejor que una revista no indexada. Se trata sin
embargo de una premisa falaz que daña el prestigio de
cientos de revistas no indexadas de una alta calidad,
pero que por diferentes circunstancias no han entrado
a formar parte de ninguno de los índices. Se entiende
a priori que determinados aspectos como la existencia
de un amplio comité editorial académico, la revisión
doble ciega o la existencia de un DOI son marcadores

adjudicación de números de ISBN para controlar y coartar —entre otras


cosas— la pseudoedición de libros científicos y manuales universitarios en
los albores de la acreditación académica.

10
Arqueología y Neoliberalismo

de calidad, sin contemplar que el primero simplemente


figura en el día a día de la mayor parte de las revistas,
el segundo está ya superado por diferentes modelos
de revisión y el tercero es un elemento comercial que
realmente no aporta información ni valor al artículo.
Pero el aspecto más preocupante es que la posición
de la revista en el índice no viene marcada por criterios
de excelencia —como puede ser en el caso de España
el sello de calidad de Fecyt—, sino por un algoritmo
sesgado por la periodicidad y el idioma, del que solo
participan las revistas indexadas en cada uno de sus
índices. Imaginemos que un autor de prestigio publica
un artículo de referencia global en una revista no
indexada. Ese artículo es citado en todos los trabajos
que se publican en los años posteriores. Sin embargo,
su impacto para el sistema será cero, al no contar
con un índice reconocible. Puede que se trate de un
sistema objetivo pero, desde luego, no justo.
¿Qué hay detrás de este sistema? Desde mi punto
de vista, la capitalización de la publicación científica. El
ejemplo más claro viene dado por la nueva tendencia
comercial en el Open Access, auspiciada por las
instituciones públicas. En muchos países se comienza a
exigir que los resultados de investigaciones financiadas
con dinero público estén en acceso abierto, lo que
lleva a una inversión que solo en Europa será de cientos
de millones anuales, ya que no se puede renunciar a la
excelencia y la excelencia —que tradicionalmente no
ha sido de acceso abierto— es cara. Con precios entre
los 250 y los más de 5000 euros de algunas revistas,
publicar en acceso abierto tiene un coste importante
que repercute en los contribuyentes.
Si tomamos como referencia los datos de SCImago
Journal and Country Rank (dependiente de Scopus),

11
2. Del pay-per-view al... - Jaime Almansa Sánchez

durante el año 2014 se publicaron 5118 artículos


de arqueología (para arte y humanidades), de los
cuales 2416 fueron publicados en Europa occidental.
¿De cuánto dinero estamos hablando? Si todos ellos
hubieran sido publicados en Open Access al coste
mínimo, estaríamos hablando de más de 1  250 
000
euros6. Por supuesto, esto no es más que la punta del
iceberg, teniendo en cuenta las revistas preferentes,
no la totalidad de las publicaciones. Muchas de ellas
siguen sin ser de acceso abierto, del mismo modo que
muchos de los artículos publicados no son resultado
de trabajos financiados con dinero público. Pero nos
permite hacernos una idea del dinero que se mueve
en el mundo editorial, si tenemos en cuenta que el
precio mínimo es una entelequia que muy pocas
editoriales sostienen y tal vez habría que hablar de un
precio medio, que supera con creces esa cifra7.
En el ámbito de los libros, la situación es diferente,
pero se sirve de otra práctica abusiva: la publicación
en tapa dura a precios exorbitados. Con ella, las
grandes editoriales reducen sus márgenes de riesgo
al tener asegurada la compra de un número mínimo
de ejemplares por parte de bibliotecas universitarias,
sin pensar en los profesionales e investigadores que no
tienen acceso a muchas de ellas. La norma suele ser
la publicación de una versión en tapa blanda a los
dos años, pero esto no ocurre con muchos títulos. Por
6 En total, para todo Scopus, hablamos de casi 3 millones de documentos,
lo que daría lugar a 750 millones de euros.
7 Si continuamos con las matemáticas, pensemos que el proceso de
producción (el editorial es generalmente realizado por académicos [casi]
no pagados) toma alrededor de una hora por artículo (ser generosos). Esto
significa que un trabajador puede producir más de 1750 artículos por año
y solo una docena de contratos con un salario decente podría manejar
fácilmente todas las publicaciones, por ejemplo, de Europa. Por supuesto,
no es tan fácil, pero tenedlo en cuenta.

12
Arqueología y Neoliberalismo

supuesto, no se trata de una práctica generalizada,


pero la concentración de editoriales en un número
limitado de grandes grupos —ver la reciente adquisición
de Left Coast Press y Maney por Taylor & Francis— limita
una competencia que la situación actual debería
favorecer.

Resistencia o de cómo podemos cambiar el modelo


Por eso, con este texto quiero reivindicar una
forma activa de resistencia que pasa por el boicot
a las editoriales abusivas y el refuerzo de pequeñas
editoriales independientes y entes públicos.
Me gustaría poner como ejemplo algo que doy
en llamar el modelo español, en tanto en cuanto la
aparición de sistemas como el OJS han permitido que
las revistas académicas universitarias estén en acceso
abierto manteniendo la gratuidad absoluta. Este
modelo consiste en un principio simple: como los medios
de producción del contenido están controlados por
una comunidad académica vinculada normalmente
a instituciones públicas, las revistas forman parte de su
trabajo y repercuten en la reducción de horas lectivas
u otros complementos. Mientras tanto, la producción
está centralizada en los servicios editoriales de cada
universidad, reduciendo considerablemente los costes
de producción. De este modo, se replica el modelo
de sostenibilidad anterior, donde el principal recurso
(económico) generado era el ahorro por intercambio.
Pero, por encima de todo, se favorece la accesibilidad
a una publicación académica y su distribución, de tal
manera que se ahorran costes para los proyectos y
se permite a aquellos peor financiados participar en
igualdad de opiniones.

13
2. Del pay-per-view al... - Jaime Almansa Sánchez

Si volvemos sobre el apartado anterior y la base


de la excelencia, está en nuestras manos como
investigadores darle la vuelta al modelo retomando
los medios de producción. Desde luego, el impacto
para las editoriales académicas sería muy alto, pero
pondría las cartas sobre la mesa ante un problema
mucho mayor que el que se presenta: nuestra propia
mercantilización como profesionales.
¿Nos interesa el modelo español o tenemos otros
intereses (económicos) de cara al mantenimiento del
modelo actual? Desde luego siempre es mejor recibir
como regalías de un libro el 10 % de 100 euros, que el
20 % de 15 euros, del mismo modo que la remuneración
que reciben algunos editores por su gestión de
revistas institucionales vendidas a empresas privadas
representa un complemento goloso.
Mientras escribo estas líneas, leo entrevistas que me
resultan hipócritas, donde los que hace diez años solo
pensaban en el registro ahora hablan de sociedad. El
ámbito de las publicaciones académicas es similar y el
modelo solo puede cambiar con nuestro compromiso
colectivo, como editores y como investigadores. No
sirve de nada criticarlo y seguir participando de él.
Aquí entra entonces en juego la última pregunta: ¿nos
atrevemos? Y es que por unas u otras circunstancias,
el modelo está bien atado y resulta muy difícil quedar
al margen sin sacrificar nuestras propias carreras
académicas. En español hay un dicho: «O jugamos
todos o se rompe la baraja», que en inglés suele
traducirse como «hagamos nuestras propias cosas» ,
en línea con ese DIY de una arqueología anarquista en
boga que debería aplicarse también a estos ámbitos.
La pelota está en nuestro tejado…

14
Arqueología y Neoliberalismo

(Anexo o de cómo se publica y distribuye este libro*)


*Esta nota se refiere a la edición inglesa, ya que
este libro se distribuye en acceso abierto sin
ningún coste.
¿Alguna vez os habéis preguntado cómo se
distribuyen los ingresos por un libro? Me gustaría
ilustrarlo con un ejemplo muy sencillo que tomará este
volumen como referencia. Si habéis adquirido este
libro por alguna vía normal os habrá costado unos
19 o 20 euros. Hay librerías que aplican descuentos
sobre el precio de venta al público, que en España no
pueden ser superiores al 5 % por ley, pero que en otros
países varían. De ese precio, un 4 % es el IVA, por lo que
aunque lo obvie en el reparto para hacer los números
más fáciles, tenedlo en cuenta.
No sé con qué márgenes juega mi distribuidora, pero
por lo normal suele vender a las librerías los libros con
un 25 o 30 % de descuento sobre el precio de venta al
público. Yo doy el 30 % y los gastos de envío, por ejemplo.
Pero lo normal es que los distribuya la distribuidora, que
se queda con hasta un 60 % de descuento. Vamos, que
este libro le cuesta a la distribuidora unos 8 euros.
De esos 8 euros que yo recibo, 2 (el 10 % del precio
de venta al público) son de regalías, en este caso
para un proyecto elección del editor. Si fuera un autor
único, para el autor. Quedan 6. Imprimir este volumen
cuesta en torno a 3,50 euros. Quedan 2,50. El proceso
de edición tiene un coste difícil de cuantificar por
ejemplar, pero en este volumen va a rondar los 2000
euros en total por lo que para poder obtener algún
beneficio del libro tras los gastos de promoción (que
la habrá), debería vender más de 1000 ejemplares o
por el contrario saltarme la distribución en el mayor
15
2. Del pay-per-view al... - Jaime Almansa Sánchez

número posible de ellos. Todo, por supuesto asumiendo


en yo mismo buena parte de la carga de trabajo que
se requiere.
Si el libro costara 100 euros, yo recibiría 45, de los que
10 serían de regalías y apenas un centenar de libros
vendidos servirían para tener unos pingües beneficios.
¿Por qué no lo hago? Porque considero que el objetivo
de una editorial no es el lucro sino la accesibilidad al
texto, dentro de los límites de un producto que no está
en acceso abierto en la red y sobre el que se hace una
fuerte inversión.

16
3.
ARQUEOLOGÍA Y CAPITALISMO

Juan M. Vicent García

David Harvey (2007: 6-7) define el neoliberalismo de


la siguiente forma:
El neoliberalismo es ante todo una teoría de prác-
ticas políticas y económicas que afirma que la
mejor manera de promover el bienestar del ser
humano consiste en no restringir el libre desarrollo
de las capacidades y las libertades empresariales
del individuo dentro de un marco institucional ca-
racterizado por derechos de propiedad fuertes,
mercados libres y libertad de comercio […]. Por
otro lado en aquellas áreas en las que no existe
mercado, como la tierra, el agua, la educación,
la seguridad social o la contaminación medioam-
biental, este debe ser creado cuando sea nece-
sario mediante la acción estatal.
En un primer análisis, podríamos decir que esto úl-
timo es precisamente lo que ha sucedido con la ar-
queología durante el ciclo de hegemonía neoliberal:
la acción estatal, combinada con las presiones socioe-
conómicas desencadenadas por la propia contrarre-
volución neoliberal, han creado un mercado en un
ámbito hasta ahora dependiente, casi exclusivamen-
te, del Estado. Sería este un caso más de lo que el pro-
pio Harvey (2014: 231) llama «nuevos cercamientos»:

17
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

una parcela de la realidad hasta ahora definida como


un bien común, y como tal tutelada por el Estado, es
mercantilizada mediante una combinación de dispo-
siciones legislativas y prácticas político-administrativas,
de modo que se convierte en un ámbito de acción
empresarial orientada a la acumulación de capital. En
este caso, ese ámbito es lo que llamamos patrimonio,
que incluye el subconjunto patrimonio arqueológico.
A través del cercamiento de este último, la arqueolo-
gía (que es la actividad que lo produce) se convierte
necesariamente en una acción empresarial, incluso
en el caso de que sea ejercida desde instancias pú-
blicas, como universidades y centros de investigación.
Una vez diagnosticado el problema, podemos pasar
a discutir las consecuencias de esta mercantilización
del patrimonio que parece ser el resultado de unas po-
líticas concretas impulsadas por un ciclo político-eco-
nómico, y a proponer formas de resistencia contra sus
efectos más contradictorios con los fundamentos mis-
mos de la ética científica que está en la esencia de
nuestra identidad como arqueólogos (sobre todo en lo
que se refiere a la conservación y acceso público de
los elementos que constituyen el patrimonio arqueoló-
gico). Este es, al menos, el enfoque de la mayor par-
te de las discusiones en torno al tópico Arqueología y
neoliberalismo y, aunque escribo sin conocer ninguna
de las contribuciones al presente volumen, seguramen-
te abundará en las páginas que el lector tiene ante sí.
Creo, sin embargo, que este enfoque es un tanto
superficial, en el sentido de que hace aparecer como
coyunturales (dependientes del ciclo político-econó-
mico) aspectos que son estructurales, y no dependen
tanto de las políticas neoliberales cuanto de la propia
naturaleza de la arqueología bajo el capitalismo. De-

18
Arqueología y Capitalismo

beríamos preguntarnos por esta última cuestión antes


de establecer un diagnóstico de la situación actual de
la arqueología. El neoliberalismo en cuanto teoría de
prácticas políticas y económicas se opone a la social-
democracia, que es, hoy por hoy, la única alternativa
de organización del capitalismo como modo de pro-
ducción global absolutamente dominante. Para ob-
tener una visión de lo que es la arqueología bajo el
capitalismo avanzado, independientemente de cuál
sea el ciclo político y económico dominante, debería-
mos preguntarnos por lo que sería diferente (lo que de
hecho ha sido diferente) bajo la socialdemocracia. En
otras palabras: antes de discutir sobre arqueología y
neoliberalismo, deberíamos aclarar algo sobre el tópi-
co más general Arqueología y capitalismo. Para ello,
propongo indagar sobre la implicación de la arqueo-
logía en los procesos de producción de valor y acu-
mulación de capital que constituyen el núcleo mismo
del régimen capitalista. Este enfoque no invalida otros
posibles análisis, pero abre algunas perspectivas críti-
cas sobre aspectos de una cierta falsa conciencia ca-
racterística de la comunidad arqueológica y pone el
foco sobre algunas cuestiones que suelen quedar al
margen de las discusiones sobre arqueología.
El tópico arqueología y capitalismo no es nuevo.
Desde el inicio del movimiento posprocesual en la dé-
cada de 1980, la denuncia de las implicaciones pro-
capitalistas de las teorías y prácticas arqueológicas
procesualistas fue una constante, ya se hiciera desde
posiciones marxistas ya desde otras encuadradas en
el movimiento posmoderno. El cariz de estas críticas
queda perfectamente fijado en la célebre cita de M.
Shanks y Ch. Tilley (1987: 62): «Una gran parte de la ar-
queología es práctica ideológica que sostiene y justifi-

19
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

ca un presente capitalista». El carácter ideológico de


las interpretaciones arqueológicas del pasado se de-
nunciaba contra la pretensión de libertad de valores
implícita en el cientifismo neopositivista. Estas críticas
se referían a la arqueología en tanto en cuanto acti-
vidad discursiva. Los críticos posprocesuales acusaban
a los arqueólogos funcionalistas de proyectar sobre el
pasado remoto de la humanidad concepciones de la
sociedad que naturalizan el capitalismo, presentan-
do la desigualdad social o la racionalidad económi-
ca capitalista como consustanciales con toda forma
de sociabilidad humana. Un ejemplo clásico sería la
«aplicación acrítica de la optimal foraging theory» a
los cazadores-recolectores (Gilman 1989: 69). Una par-
te de estas críticas fueron más allá de la denuncia de
los contenidos ideológicos implícitos en las teorías ar-
queológicas para poner de manifiesto los sesgos de
clase y género implícitos en las prácticas de la comuni-
dad arqueológica o su implicación en el imperialismo
y colonialismo occidentales. Estas líneas de crítica se
desarrollarán extraordinariamente en las décadas pos-
teriores, dando lugar a diferentes arqueologías críticas
(feminista, poscolonial, etc.).
Todas estas críticas tienen como objeto la arqueolo-
gía como práctica ideológica y los discursos interpre-
tativos que produce como instancias de legitimación
científica del orden social capitalista. No se refieren,
en primera instancia al menos, a la arqueología como
práctica económica, sujeta a las propias leyes del ca-
pitalismo. Ahora bien, desde la misma década de 1980,
se desarrolla una incipiente arqueología comercial
y una progresiva implicación de la práctica arqueo-
lógica en ámbitos directamente relacionados con la
economía productiva (urbanización, construcción de

20
Arqueología y Capitalismo

infraestructuras) y la administración pública (gestión de


recursos culturales). La vinculación de la arqueología
con el capitalismo ya no es solo la de una instancia le-
gitimadora (o crítica) del capitalismo, sino que se con-
vierte en un agente directo de procesos productivos,
en una actividad económica.
El capitalismo es el régimen de producción genera-
lizada de mercancías, en el que toda actividad pro-
ductiva se orienta al objetivo de producir y acumular
valor: «En la economía capitalista, el único objetivo es
transformar una cantidad inicial de valor en una ma-
yor, y esto quiere decir transformar una suma de dinero
en más dinero» (Jappe 2015: 48). En este sentido, si una
actividad concreta, pongamos la arqueología, existe
bajo el capitalismo, es porque de alguna manera con-
tribuye a este objetivo.
La arqueología es, en primer lugar, una disciplina
científica cuyo propósito es producir conocimiento so-
bre las sociedades humanas del pasado a través del
estudio sistemático de los restos materiales de la ac-
ción social. En el curso de esta actividad, transforma
la parcela de la realidad que contiene estos restos en
lo que llamamos registro arqueológico, mediante di-
ferentes operaciones materiales y conceptuales que
otorgan un orden y un significado a los elementos que
lo constituyen.
En cuanto disciplina científica, la arqueología for-
ma parte de una cadena de valorización muy con-
creta. Produce un tipo específico de conocimiento,
socialmente designado como científico, que funciona
como mercancía de una industria a la que el registro
arqueológico solo interesa como objeto de trabajo,
pero no como producto. En la actualidad, esa indus-
tria se manifiesta a través de los oligopolios globales de

21
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

la edición científica, aunque estos son solo una parte


del complejo científico-industrial. Sería desviarnos del
tema el tratar de analizar cómo funciona la cadena
de valorización de la producción científica, que ha
reducido a los investigadores a agentes alienados de
la transferencia masiva a manos privadas de recursos
públicos, atribuidos a la investigación por decisiones
políticas que se supone que sirven a determinados
valores positivamente consensuados en nuestras so-
ciedades. Los científicos del presente, y con ellos los
arqueólogos en cuanto investigadores académicos,
se preocupan básicamente, obligados por sus propias
instituciones, de producir artículos científicos u otros re-
sultados susceptibles de ser objetos de propiedad inte-
lectual (patentes, modelos de utilidad, etc.) de los que
puedan apropiarse las revistas científicas de impacto
de las grandes plataformas editoriales o la industria. Su
contribución a la acumulación de capital por estos
oligopolios es premiada por el Estado u otros agentes
(fundaciones, universidades privadas, organismos in-
tergubernamentales) con la mejora de las condiciones
laborales (o el acceso a ellas), es decir, por la vía de
los salarios. El cercamiento de la ciencia transforma los
resultados de la investigación en una mercancía y ex-
propia a los científicos del valor que producen, convir-
tiéndoles en trabajadores asalariados. Es difícil no ver
en esta situación lo que Marx y Engels (2010: 44) antici-
paron en un célebre pasaje del Manifiesto:
La burguesía ha despojado de su aureola a todas
las profesiones que hasta hoy eran venerables y
contempladas con piadoso respeto. Ha conver-
tido en asalariados suyos al médico, al jurista, al
cura, al poeta, al hombre de ciencia.

22
Arqueología y Capitalismo

Ahora, bien, los arqueólogos que trabajan como


científicos no suelen estar contratados como arqueó-
logos, sino como investigadores o profesores. La mer-
cancía que producen no es el registro arqueológico,
que, sin embargo, es también un resultado material de
su trabajo. Ocurre que este resultado, además de servir
de soporte al conocimiento que es objetivo de la ar-
queología-ciencia, y materia prima de sus productos,
sirve para otras cosas: tiene un valor de uso que provie-
ne de su integración en lo que llamamos patrimonio.
El patrimonio, independientemente de las definicio-
nes concretas que queramos darle, es un espacio signi-
ficante políticamente acotado, en el que se engloban
cosas materiales (como el registro arqueológico) o in-
materiales, a las que se atribuye un valor (entendiendo
aquí el término en sentido axiológico) específico, que
designamos como patrimonial, constituido por la hi-
póstasis de un conjunto de valores de uso social (iden-
titario, educativo, cultural, recreativo, estético, etc.)
complementarios entre sí y excluyentes de otros.
Durante mucho tiempo, los arqueólogos, y otros pro-
ductores de patrimonio, hemos trabajado sobre la con-
vicción de que el objetivo de nuestro trabajo de trans-
formación de la realidad, además de la producción
de conocimiento, era la creación de este valor patri-
monial. Esto daba lugar a la ilusión de que nuestra par-
ticipación en los procesos de valorización capitalistas
era puramente accidental. Así, por ejemplo, durante la
burbuja inmobiliaria, las intervenciones arqueológicas
se convirtieron en un coste de producción asociado
a la liberación de suelo-mercancía, impuesto por una
legislación patrimonial que actuaba como una instan-
cia de regulación en el sector de la construcción. Pero
los arqueólogos nos sentíamos comprometidos única-

23
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

mente con los valores patrimoniales que nuestro traba-


jo generaba. Únicamente, admitíamos que la financia-
ción de nuestro trabajo requería una cierta integración
en el proceso general de producción capitalista que,
además, nos ofrecía oportunidades para ampliar la
siempre insuficiente iniciativa estatal. La relación de
los arqueólogos con la industria de la construcción se
constituyó, pues, en una suerte de servidumbre volun-
taria, cuyo precio fue una mutación real en el papel
de la arqueología, totalmente independiente de los
compromisos éticos de los arqueólogos con los valo-
res (en sentido axiológico) implícitos en la producción
de patrimonio. Porque, efectivamente, la arqueología
transforma la realidad material en registro arqueoló-
gico, y por lo tanto produce conocimiento y valores
patrimoniales, pero, inevitablemente, este trabajo está
subordinado a los objetivos de la acumulación de ca-
pital en el sector inmobiliario.
En primera instancia, y en condiciones ideales, estos
dos planos (el axiológico y el económico) no son nece-
sariamente incompatibles, lo que ha servido de base
para propuestas formuladas en los últimos años sobre
una redefinición de la arqueología como tecnocien-
cia (Barreiro 2013).
En cualquier caso, es cierto que la relación de la ar-
queología con la acumulación de capital en el sector
inmobiliario no es sustantiva, no tanto porque haya de-
pendido de factores coyunturales ligados al ciclo eco-
nómico (¡atentos, porque las grúas vuelven a levantar-
se sobre el paisaje de nuestros campos!), cuanto por-
que los arqueólogos no producen suelo- mercancía,
sino que su trabajo es consumido en el propio proceso
de producción. Desde el punto de vista de este último
no son otra cosa que técnicos, como puedan serlo los

24
Arqueología y Capitalismo

ingenieros o los conductores de maquinaria pesada.


Desde la óptica del proceso de valorización capitalis-
ta, el trabajo de los arqueólogos no es otra cosa que
trabajo abstracto: genera valor de cambio, al margen
de cuáles sean los valores de uso posibles de sus pro-
ductos materiales.
Por oposición, la producción de patrimonio es el
ámbito en el que el trabajo de los arqueólogos cobra
sentido en su dimensión concreta, es decir, como pro-
ductora de valores de uso específicos. Independien-
temente de su participación en los dos procesos de
valorización capitalista descritos hasta aquí, la arqueo-
logía genera un producto, el registro arqueológico, a
cuyo valor de uso social llamamos valor patrimonial.
El trabajo concreto de los arqueólogos consiste en ha-
cer socialmente útil el registro arqueológico. Aparente-
mente esta actividad no tiene otros compromisos que
los que la ética profesional presupone en relación con
la axiología del valor patrimonial, es decir, con la utili-
dad social (educativa, identitaria, recreativa, etc.) del
registro arqueológico.
Ahora bien, en la medida en que se desarrolla efec-
tivamente bajo las condiciones del capitalismo, pode-
mos sospechar que el proceso de puesta en valor del
patrimonio, por utilizar la ambigua expresión común, es
también, de alguna manera, un proceso de valoriza-
ción capitalista. Ello equivale a afirmar que el patrimo-
nio, además de su valor de uso social específico, tiene
en algún sentido un valor de cambio, lo que finalmen-
te significa que es una mercancía.
Esta afirmación puede resultar difícil de aceptar. Es
evidente que el patrimonio, especialmente el registro
arqueológico, con la excepción de su mercantilización
directa como objeto de tráfico comercial, no es en sí

25
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

mismo una mercancía en el sentido que lo puedan ser


los productos de la industria. Pero lo cierto es que existe
una «industria del patrimonio» (Hewison 1987), lo cual
significa que, de algún modo, el patrimonio interviene
en cadenas de valorización.
El caso del patrimonio es similar al de los recursos na-
turales, como la tierra o el agua (e incluso la luz del sol,
como vemos actualmente en España). En principio son
objetos con elevado valor de uso, pero al estar dispo-
nibles en la naturaleza, carecen de valor de cambio,
hasta que son apropiados (normalmente como conse-
cuencia de acciones políticas), cercados, sustraídos al
acceso generalizado. Es decir, la valorización de estos
recursos depende del establecimiento de condiciones
específicas y restringidas para la realización de su valor
de uso. Se puede aducir que el patrimonio, por su pro-
pia definición política, es un bien público. Incluso en el
caso de que un bien patrimonial sea propiedad priva-
da, la legislación patrimonial establece la obligación
de que sea accesible para su uso por los ciudadanos
bajo determinadas condiciones, y obliga a sus propie-
tarios a velar por su conservación. Es precisamente ese
uso, y no la propia mercantilización del bien patrimo-
nial, el que sustenta un valor de cambio.
El valor de uso del patrimonio se realiza a través de
su consumo (cultural, identitario, educativo o, cada
vez más frecuentemente, como espectáculo) por
parte de los ciudadanos. La industria del patrimonio
produce valor mediante operaciones conceptuales
y materiales que transforman la materialidad del bien
patrimonial (en nuestro caso, el registro arqueológico)
en algo significante que pueda ser consumido. En esas
operaciones, obviamente, intervienen los arqueólogos,
de tal modo que su trabajo genera un valor de cambio

26
Arqueología y Capitalismo

que es el reverso necesario del valor patrimonial, y que


se realiza de la única manera posible en el capitalis-
mo: transformándose en dinero. La realización puede
ser directa, mediante el cobro de entradas de acceso,
servicios de guía o de animación cultural y otros. Pero,
en su mayor parte, la acumulación de capital genera-
da por la industria del patrimonio es indirecta, median-
te el incremento de los beneficios de las infraestructu-
ras turísticas generado por una atracción patrimonial,
o bien el suministro de contenidos a la industria cultural.
El valor de cambio de un bien patrimonial es la suma
de los beneficios totales, directos e indirectos, que ge-
nera la intermediación industrial en la realización social
de su valor de uso. En consecuencia, depende de los
factores que determinan sus condiciones de consumo,
que son establecidas por la propia industria a partir del
marco general establecido por el Estado. Este último
debería limitar las contradicciones potenciales que
pueden surgir entre las esferas axiológica y económi-
ca, por ejemplo, cuando las expectativas de la segun-
da resultan ser contradictorias con los imperativos de
conservación, autenticidad e integridad de los bienes
patrimoniales implícitos en la primera. Estas contradic-
ciones son inherentes a la subordinación de la cadena
de valorización patrimonial a la de valorización capi-
talista y en principio se dirimen en el ámbito político. Es
aquí, quizás, donde son más palpables las diferencias
entre el ciclo socialdemócrata y el neoliberal. Bajo el
neoliberalismo, el Estado tiende a actuar al servicio de
los intereses de la acumulación de capital, en lugar de
limitarse a garantizar la cohesión equilibrada de la re-
producción social.
Puede verse un ejemplo paradigmático de estas
diferencias en la secuencia de acontecimientos en

27
3. Arqueología y Capitalismo - Juan M. Vicent García

torno a la Cueva de Altamira. Durante la legislatura


2011-2015, el gobierno neoliberal puso los poderes del
Estado al servicio de los intereses de la industria turística
local (y de sus propios intereses políticos) en contra de
las prescripciones conservacionistas de los investigado-
res (Sáiz-Jiménez et al. 2011), autorizando una apertura
limitada de la cueva. Esto contrasta con la decisión de
cierre total, adoptada por el anterior gobierno social-
demócrata en contra de esos mismos intereses y en
función del bien superior de la conservación de un ele-
mento relevante del patrimonio de la humanidad.
En cualquier caso, lo que importa es que, indepen-
dientemente de lo que los arqueólogos pensemos so-
bre nuestra disciplina y de cuáles sean nuestros com-
promisos éticos con la axiología del valor patrimonial,
participamos objetivamente en los procesos de pro-
ducción de valor que constituyen la naturaleza mis-
ma del capitalismo. Si esto no fuera así, simplemente
la arqueología no podría existir. El conocimiento y críti-
ca de las implicaciones de este hecho es la única vía
para crear las condiciones de superación de las con-
tradicciones que nos impone el ecosistema capitalis-
ta, y transformar la arqueología en un instrumento de
emancipación social, en lugar de un recurso más de la
sociedad del espectáculo.

28
4.
LA ARQUEOLOGÍA PROFESIONAL EN ESPAÑA:
UN ENSAYO DE SÍNTESIS CUALITATIVA

Rafael Soler Rocha

Introducción
El funcionamiento de la práctica arqueológica en
España, entendida en sentido amplio, ha ocupado un
papel marginal en la investigación especializada, con
notables excepciones (Criado 1996, 2010; Ruíz 1993,
2012). En los últimos años, y como consecuencia del
impacto de la actual crisis económica (Navarro 2015),
dicho panorama ha comenzado a cambiar. Reflejo
del debate tan profundo que ya venía dándose a nivel
internacional (Aitchinson 2009; Schlanger y Aitchinson
2010), se han ensayado algunas síntesis (Almansa
2011) con intervención de todos los actores implicados
para dibujar un estado actual y vislumbrar posibles
perspectivas de futuro.
Paralelamente, la participación de investigadores
españoles en el proyecto europeo Discovering the
Archaeologists of Europe (Aitchinson et al. 2014),
también nos ha permitido contar con una interesante
documentación, principalmente cuantitativa, sobre
la evolución socioeconómica que habría tenido lo
que estos autores (Barreiro y Parga 2013; Parga 2009;
Parga et al. 2013) han denominado como «sector
arqueológico». Por el contrario, siguen faltando análisis
que, desde una perspectiva más crítica y cualitativa,
aborden en profundidad la realidad sociológica que

29
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

ha caracterizado el funcionamiento de dicho sector.


Aunque hace ya quince años que Díaz del Río (2000)
puso de manifiesto la mayoría de contradicciones
que han envuelto a la práctica profesional, lo cierto
es que esta línea no ha encontrado una continuidad
hasta fechas recientes (CNT 2011; González 2012, 2013;
Moya 2010). En este sentido, nuestro trabajo pretende
insertarse en el debate abierto por estos últimos autores,
persiguiendo como objetivo fundamental la reflexión y
la crítica en un momento que la acción se hace harto
necesaria.
En la dirección apuntada por algunos trabajos
(Hamilakis y Duke 2007), el título Arqueología y
neoliberalismo (Aparicio, en el presente trabajo)
nos parece de lo más acertado para el caso de la
arqueología profesional1. A poco que profundizamos
en sus relaciones (y contradicciones), resulta más difícil
compartir el optimismo de algunos autores (Martínez
y Castillo 2007) en relación a una actividad que, por
la naturaleza e intereses que guiaron su surgimiento y
desarrollo, ha estado siempre en crisis. La arqueología
profesional nació muerta, sirviendo la crisis económica
actual para desenmascarar unas contradicciones que,
en primer lugar y por desgracia, apuntan a que todos
los actores intervinientes hemos sido partícipes, directa
o indirectamente, de la destrucción sistemática de los
restos materiales del pasado. Y todo ello en un contexto
sociolaboral de profunda subsistencia y precariedad
(Díaz 2000).

1 Frente a otras denominaciones, nos parece que el uso profesional,


entendido como categoría de clase, es más extensible a las múltiples
realidades sociales que tratamos de describir.

30
Arqueología y Neoliberalismo

La arqueología profesional española: un producto del


neoliberalismo
Hasta los años ochenta del siglo xx, la práctica
arqueológica estuvo circunscrita al entorno académico
(Parga 2012) —con predominio incontestable del
paradigma histórico-cultural— reduciéndose su
transferencia a la sociedad únicamente a los grandes
relatos de exaltación de las raíces históricas del
estado-nación (Criado 1996). Frente a este discurso se
alzó la posmodernidad (Anderson 1998), que sirvió de
amplificador para multitud de críticas que ya habían
sido elaboradas en otros ámbitos como el marxismo
(Lull y Micó 2002). Acertadamente denunció cómo
hasta ese momento la arqueología había servido a
unos intereses ideológicos decidiendo qué conservar,
qué destruir y qué olvidar (Tilley 1991), y por tanto se
puso en tela de juicio la función legitimadora con la
que había actuado el patrimonio en la elaboración de
esos grandes relatos nacionales.
El giro lingüístico y la nueva noción de cultura
material como texto codificado simbólicamente
(Hodder 1988) disparó como nunca antes el interés por
las dimensiones del patrimonio, que se definió como
el conjunto de bienes morales, culturales y materiales
que ayudaban a reconstruir la tradición, memoria e
identidad de los grupos humanos (Criado 2010). Si bien
es cierto que esta noción sirvió para su socialización,
resaltándose su dimensión pública y universal, en
nuestra opinión, el idealismo y relativismo inherente a
dicha concepción diluyó su originario sentido crítico-
transformador2 y no pudo evitar que, en la práctica, el

2 La posmodernidad «…se manifiesta exclusivamente contra las imágenes


o representaciones teoréticas de las arqueologías anteriores y no tanto
contra su quehacer cotidiano» (Lull y Micó 2002: 22).

31
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

patrimonio se convirtiera todavía más en una suerte de


fetichismo (Criado 1996) fácilmente explotable para la
creciente industria del ocio. Para el consumo cultural,
simbólico e identitario de unos individuos que, desde
entonces, moldearon en clave de ocio su identidad en
la sociedad (Parga 2009).
Por otro lado, el crecimiento urbanístico hizo que
aparecieran numerosos yacimientos arqueológicos
a los que los tradicionales equipos de investigación,
con medios muy limitados, no podían hacer frente
(Díaz 2000). Paralelamente, el boom turístico que vivía
España propició que se empezara a considerar el
potencial económico que podían encerrar los restos
arqueológicos. Ante esta coyuntura existían distintas
alternativas, sin embargo, la arqueología profesional
apareció de la mano del triunfo incuestionable del
neoliberalismo3 en los países del capitalismo avanzado
(Harvey 2007). A efectos prácticos, esto se tradujo en
que la práctica arqueológica habría de insertarse en
un contexto de control estricto del gasto público, así
como de amplios programas de privatizaciones bajo
la creencia de que la intervención estatal actuaba en
contra del mercado y las riquezas (Harvey 2014).
Al hilo de ello, las primeras legislaciones de
patrimonio4, pese a que afirmaron el carácter
público de los restos arqueológicos, en realidad,
como resultado de la vaguedad y desregulación
características de las legislaciones producidas por la
ideología neoliberal (Anderson 1999) condenaron a
la práctica arqueológica a convertirse en un mero
instrumento mediador al servicio de los verdaderos
3 Optamos por la definición de neoliberalismo como superestructura política
e ideológica (Therborn 1999).
4 Ley 16/1985, de 25 de junio, de Patrimonio Histórico Español (Querol 2010).

32
Arqueología y Neoliberalismo

intereses económico-turísticos que rápidamente fueron


confundidos con ese interés general de lo público. La
fórmula escogida —como se terminó demostrando—
era bastante peligrosa por la misma crítica que ya se
hiciera a la arqueología histórico-cultural. Porque se
corría el riesgo de que todo aquello que no pasara por
el filtro de ese interés no fuera conservado y terminara
siendo destruido o abandonado a su suerte en fondos
de museos.
La responsabilidad de definir qué hacer, qué
significaba ese interés y cómo se debía financiar
la práctica arqueológica recayó sobre las nuevas
consejerías autonómicas (Díaz 2000). Sociológicamente
reprodujeron muchos de los vicios de las
administraciones franquistas, derivando en una especie
de «neoliberalismo corporativo» (Alonso y Macías 2014)
que lejos de socializar la práctica arqueológica la
convirtió en una actividad ciertamente clientelar. Por
un lado se definió lo que se conoce como arqueología
sistemática o de investigación (Rodríguez 2004), con la
que se pretendía que las universidades intervinieran en
los yacimientos donde ya trabajaban, y como novedad,
a cambio de importantes subvenciones, dedicaran
esfuerzos a la búsqueda de ese interés e investigaran
cómo podía ser explotado. Así empezó el boom de
las musealizaciones y las puestas en valor con el fin de
atraer la mayor cantidad posible de turistas (Criado
1996). Lo peor fue que el paternalismo corporativista
con el que actuaron las administraciones llevó a la
aparición de redes clientelares a distintos niveles, y a
que surgieran los monopolios de los grandes conjuntos
arqueológicos, muchos de los cuales además no
tardarían en ver externalizados sus servicios (Alonso y
Macías 2014).

33
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

Por otro lado, para hacer frente a todo aquello


que escapaba a la arqueología sistemática
resultado del crecimiento urbanístico, se definió
la llamada arqueología preventiva (Rodríguez
2004). Mediante planeamientos y evaluaciones
prospectivas en las que intervienen de forma
integral todos los agentes sociales implicados, la
arqueología preventiva  persigue el beneficio y el
interés social-humanístico mediante la investigación,
la conservación y la difusión de los restos arqueológicos
(Querol 2010). En la práctica, al ser un producto del
neoliberalismo se convirtió en una arqueología ad hoc,
improvisada, que, por desgracia, la mayor parte de
las veces ha terminado derivando en subexplotación
y destrucción del patrimonio al quedar relegada a un
papel secundario frente a otros intereses económicos
más poderosos.

Características de la arqueología profesional en


España
Liberalización de la práctica arqueológica
Consecuencia de las políticas de control de la
inversión y el gasto público, desde el inicio se sostuvo
que no había posibilidades de financiar un volumen de
actividades arqueológicas cada vez mayor. La solución
fue liberalizar la práctica en el mercado y hacer recaer
los costes sobre los promotores de obras —públicos
o privados— que podían ocasionar la aparición de
restos arqueológicos (Díaz 2000). De entrada, resulta
contradictorio que estas actividades pasaran a ser
costeadas por aquellos más interesados en que no
existieran restos arqueológicos.

34
Arqueología y Neoliberalismo

Así, rápidamente el panorama se llenó de


autónomos y empresas de patrimonio (Parga 2009).
Parecía que la arqueología podía convertirse en
otra profesión liberal (Díaz 2000), sin embargo, esto
nunca ha llegado a materializarse en la práctica. Hay
que recordar que la ideología neoliberal defiende la
existencia de una desigualdad natural que estimule
las bases de la acumulación y la creación de riquezas
(Harvey 2014). Esto se traduce en una progresiva
desregulación del mercado de trabajo, renunciándose
al horizonte del pleno empleo e introduciéndose lo
que se conoce como «tasa natural de desempleo»
para crear una masa ingente de parados con los que
«estimular» la competencia y, de paso, desarticular
el intervencionismo de asociaciones de trabajadores
(Anderson 1999). Por tanto, lo que se perfiló en la
arqueología profesional fue un escenario típico de
la lucha de clases generada por el neoliberalismo
(Harvey 2007).
Por un lado la actividad fue vista como una
intromisión por parte de promotores. Surgió el
tópico de los que paran las obras, que granjeó las
enemistades de todos los que en ellas participan.
Por otro, universidades y administraciones tildaron a
arqueólogos profesionales de mercenarios, de vender
su fuerza de trabajo y ser cómplices de la destrucción
de los yacimientos (González 2012). De poco sirvió que
los casos de negligencia, en su mayoría, se dieran con
el beneplácito de las administraciones que terminaban
por ceder ante las presiones de promotores cuando
no se atisbaba un interés económico inmediato de
los restos excavados (CNT 2011). Hasta la fecha, las
políticas de conservación arqueológica han sido un
fracaso (Almansa 2011), sin embargo, es común en

35
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

nuestra sociedad culpar siempre a la parte interviniente


más débil.
Pero además, a la hora de hacer estos juicios, tampoco
se tuvieron en cuenta las condiciones materiales que
rodeaban al trabajo de los arqueólogos. De hecho,
pese a la importantísima labor de documentación y
cuantificación hecha por algunos autores (Parga 2009,
2012; Parga et al. 2013), en nuestra opinión, es difícil
caracterizar la existencia de un verdadero sector de la
arqueología (Vigil-Escalera 2011). Existe una dicotomía
entre lo que se ha regulado a nivel burocrático, por
un lado, y sociolaboral o empresarial por otro. No han
existido convenios laborales específicos5. No se sabe
realmente quién es arqueólogo, qué hace, qué tipos
hay, cuáles son específicamente sus funciones o cuál es
su jornada de trabajo (Moya 2010). Más llamativo aún
es que una actividad tan especializada haya estado
regulada por convenios tan variopintos como el de
la construcción, jardinería o minas abiertas (González
2012). Esta indefinición se ha traducido en explotación
laboral, jornadas abusivas, sueldos miserables y una
cobertura social todavía más deplorable. Al no existir
mínimos socioprofesionales ni un código deontológico,
el mercado ha desbordado la propia naturaleza de
la práctica arqueológica (Vigil-Escalera 2011). A los
promotores nunca les ha interesado costear estudios
arqueológicos de calidad, tampoco la innovación,
sino que se ejecutaran las intervenciones en el menor
tiempo posible y al más bajo coste. La competencia ha
sido inversamente proporcional al surgimiento de una
auténtica arqueología profesional y unas condiciones
socioprofesionales dignas. Por poner un ejemplo, los

5 Con excepciones muy recientes, y criticadas, como Cataluña o Galicia


(Moya 2010).

36
Arqueología y Neoliberalismo

estudios de materiales arqueológicos han sido nulos —


no digamos otros muestreos o análisis arqueométricos—
ya que los promotores no iban a pagar algo que fuera
más allá de las arqueografías administrativas que les
certificaban proseguir con sus obras.
Consecuentemente, podemos afirmar que lo que se
ha practicado ha sido una violencia sistemática contra
el patrimonio y las bases mismas del conocimiento
arqueológico (Almansa 2011).

Burocracia e indefinición
El clientelismo apareció en el momento en que
las administraciones se superpusieron a las viejas
estructuras franquistas. En principio, el objetivo era
gestionar escrupulosamente la financiación de los
proyectos de investigación. Pero para hacer frente
al creciente volumen de intervenciones preventivas,
más que regularizar la práctica arqueológica con la
participación de todos los agentes sociales implicados,
la solución fue crear unos opacos instrumentos
burocráticos de valoración subjetiva (Alonso y Macías
2014).
Dichos mecanismos podrían haberse basado en
criterio científicos, la calidad o innovación (como
teóricamente proclaman). Sin embargo, en la práctica
fomentaron la indefinición (González 2012). Como
ejemplo, veamos cómo se define arqueólogo en uno
de tantos reglamentos:
a. Las personas físicas (…) que cuenten con
la titulación académica de Licenciatura en
el ámbito de las Humanidades, y acrediten
formación teórica y práctica en arqueología (…)

37
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

b. Los equipos de investigación (…) que cuenten


entre sus miembros con personal especializado
que esté en posesión de las titulaciones
académicas oficiales a que se refiere la letra a)
de este artículo (…)6.
En ausencia de una verdadera titulación de
arqueología7 (Ruíz 2005), ¿qué significa acreditar
formación teórico-práctica? En esencia, la proliferación
de innumerables reglamentos internos, de opaco
conocimiento público y discordantes entre sí (Moya
2010), donde, por desgracia, lo importante no es la
formación sino quién patrocine la actividad (Vaquerizo
2009). Dicho puesto correspondió a un limitado número
de empresas privadas que acapararon la mayor parte
de la actividad, ahogando la (falsa) competencia,
no por la calidad de sus servicios, sino por concertar
ínfimos presupuestos (Moya 2010) gracias, entre otras
cosas, al ahorro de costes resultado de beneficiarse
burocráticamente de sus cercanías a la red.
La indefinición es clave. Se contrata a arqueólogos
como jardineros, peones… aprovechando la
inexistencia de convenios socioprofesionales y al
mismo tiempo se los presupuesta a promotoras
como trabajadores cualificados (Moya 2010). La
administración, inocentemente, ignora esta práctica,
condenando al arqueólogo al papel de intermediario
entre los intereses de empresas, promotoras y
administración, pero también carga todo el peso
de la responsabilidad en ellos cuando hay episodios
conflictivos (Moya 2010); y en el momento trágico de
6 Decreto 168/2003, de 17 de junio, del Reglamento de Actividades
Arqueológicas de Andalucía.
7 En 2009/2010 empezó a implantarse paulatinamente el grado de
Arqueología en algunas universidades.

38
Arqueología y Neoliberalismo

exigirlas, la empresa desaparece al existir un agujero


legal (Parga, 2009).
Estas empresas basan su estrategia en el vaciamiento
sistemático de yacimientos en el menor tiempo posible.
Así consiguen mayores contrataciones por parte
de unos promotores que solo quieren salir al paso.
Factores, pues, inversamente proporcionales a calidad
y rigor que hacen que la destrucción no tarde en
aparecer. En términos de conservación arqueológica,
es trágico cuando el arqueólogo interioriza que «la
destrucción será inevitable al no corresponderle a él, el
más presionado y quien menos cobra, tomar decisión
alguna». Llegado a este punto, su retiro profesional
se acerca y con ello el triunfo de este modelo. La
reproducción del sistema queda asegurada frente al
que debería ser el elemento más crítico y enriquecedor
de cualquier disciplina científica: el de la praxis y la
acción.

Búsqueda del beneficio económico inmediato


La arqueología profesional no ha sido sino parte
integrante de un modelo económico más general,
impulsado por el neoliberalismo, basado en el
crecimiento y la especulación urbanística como
forma de generar riquezas (Parga 2012). Lo que ha
primado no ha sido la arqueología como fórmula de
construcción de conocimiento social sobre el pasado.
Ha sido el suelo (Díaz 2000). Y solo cuando se ha
vislumbrado un posible valor añadido que encareciera
el precio final del mismo, los restos arqueológicos han
sido considerados.
Se explica entonces por qué se vaciaban en
unos meses yacimientos que, en condiciones

39
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

normales, habrían sido excavados en décadas. Y


sin generar la documentación suficiente más allá de
una arqueografía administrativa que permitiera la
liberación del suelo (Moya 2010). Se entienden también
las grandes injerencias de unos promotores que
dejaron frases como «quién ha puesto un yacimiento
en mi propiedad». Pero sobretodo, comprendemos
cómo la mayoría de las veces solo se puso en valor
cuando hubo oportunidades de negocios en términos
de beneficios turísticos directos. O peor aún, porque
alrededor de ello se desarrollaron unos macroproyectos
arquitectónicos, incluso subvencionados (Alonso y
Macías 2014), que permitieron el desvío de capitales
y más especulación, enriqueciéndose particularmente
de un encarecimiento todavía mayor del suelo gracias
al valor añadido de un bien supuestamente público.
La complicidad de las administraciones con esta
práctica fue total, ya que así pudieron rendir cuentas
de su función ante la ciudadanía.

Conclusiones
El neoliberalismo moldeó una arqueología
profesional cuya función en las relaciones de
producción ha sido la de una técnica para la liberación
de suelo y la producción general de plusvalías (Díaz
2000), con yuxtaposición de la especificidad española:
un corporativismo clientelar heredado de tiempos
anteriores (Alonso y Macías 2014).
Pero además ha conseguido la desarticulación
y el enfrentamiento de los agentes de una disciplina
(Almansa 2011) que alberga un gran potencial
emancipador (McGuire 1992). Con unos arqueólogos
desmovilizados, los fallos del sistema podrán ser

40
Arqueología y Neoliberalismo

achacados a su falta de profesionalidad, justificándose


nuevas oleadas de privatizaciones del conocimiento e
impidiendo un desarrollo crítico que cuestione desde la
acción (Gassiot y Palomar 2000) la falta de participación
que ha tenido la sociedad en una construcción real del
concepto público de patrimonio. Y por supuesto, que
contribuya constantemente al debate epistemológico
sobre la relación entre teoría y praxis.
La crisis actual ha traído interesantísimas reflexiones
sobre cómo retecnificar la arqueología profesional
convirtiéndola en una ciencia aplicada que atienda a
otras dimensiones que envuelven al «valor del Patrimonio»
(Barreiro y Parga 2013). En nuestra opinión, no estamos
ante un problema técnico sino ético (Salerno 2012). No
se trata de reformar una profesión sino de construirla
desde abajo (Ruíz 2015). Y ello pasa por relanzar la
difusión, entendida no como apéndice sino como
proyecto de investigación-acción-participativa (Gassiot
y Palomar 2000) en la que intervenga activamente, y sin
excepción, toda la sociedad.
Se ha dicho que la arqueología o es investigación
o no es nada. La arqueología profesional o hace
pedagogía radical o será neoliberal.

Agradecimientos
Este trabajo ha sido posible gracias a la revista de
divulgación histórica Témpora Magazine de Historia
http://www.temporamagazine.com/ donde algunas
de las ideas aquí expuestas ya fueron esbozadas. A
Pablo Aparicio por la oportunidad de colaborar en
esta monografía y por su inagotable paciencia. Y a la
Dra. Eleni Petkari por sus comentarios y sugerencias al
texto en lengua inglesa.

41
4. La arqueología profesional... - Rafael Soler Rocha

Figura 1. ¡Otra de tantas! Imágenes de detalle del Ninfeo de


los Peces (siglo i d.C.) (Soler y Sánchez 2015) descubierto en
agosto de 2010 durante la actividad preventiva efectuada
en el sótano del Museo Thyssen de Málaga. Sintetiza a la
perfección todas las características de la arqueología
profesional. La paradoja radica en que pese al excepcional
estado de conservación de sus pinturas murales, y pese
a, sorprendentemente, encontrarse en el contexto de
una pinacoteca para obras de la colección Thyssen,
las constructoras esgrimieron problemas técnicos como
consecuencia de los niveles freáticos para no proceder a su
puesta en valor. La solución fue construir una puerta estanca
y dejar que el sótano quedara permanentemente inundado.
Las verdaderas razones por las que se permitió tal atrocidad
siguen, todavía hoy, siendo motivos de controversias.

42
Arqueología y Neoliberalismo

43
5.
JUNTOS DE LA MANO HACIA LA EXTINCIÓN:
LA TUTELA PATRIMONIAL (NEOLIBERAL)
DE LAS COMUNIDADES RURALES

Xurxo Ayán Vila y Jose M. Señorán Martín

Sonríe cuando te vayas a fosilizar


que no piensen luego que lo has pasado mal
procura extinguirte con clase y dignidad
piensa en el museo de historia natural.
Siniestro Total, «Pueblos del Mundo. ¡Extinguíos!» (1988)

A modo de introducción: de rifeños, agrarios y buenos


salvajes
En la aldea de A Ponte (Cereixa, Pobra de Brollón,
Lugo) todavía se conservan las paredes en pie de
una casa en ruinas en la que vivió en su día la familia
humilde de O’Churreiro, gente modesta, sin tierras
de las que cuidar. En la memoria colectiva se quedó
grabada una anécdota protagonizada por el dueño
de esta casa en los años de la dictadura de Primo de
Rivera. Un hijo suyo fue movilizado con su quinta para
hacer el servicio militar en la guerra del Rif. Cada vez
que podía, O’Churreiro se acercaba a la cantina
del pueblo a escuchar el parte en la radio. Cuando
llegaba el momento de las noticias procedentes de
Marruecos exclamaba: «¡Quietos todos, que ahora
puede venir algo!». Él mismo se mostraba esperanzado
con que su propio hijo fuese abatido por los rifeños,
para así poder cobrar una pensión. Esta historia trágica
nos muestra en toda su crudeza el carácter subalterno

45
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

del campesinado español en el primer tercio del


siglo xx. Salvo en este caso singular de O’Churreiro, la
guerra de Marruecos no fue nada popular en España.
Muchos campesinos, al no disponer de dinero para
comprar la exención del servicio militar procuraron
evitar su marcha al matadero. En este contexto se
explica en parte la marcha de contingentes jóvenes
a América desde el rural español desde mediados del
siglo xix. En zonas como la Costa da Morte de Galicia,
este fenómeno se dio de manera generalizada, como
pudimos comprobar en 2014 durante la ejecución
de un proyecto etnoarqueológico en el castro de As
Croas de Niñóns (Ponteceso, Cabana de Bergantiños,
A Coruña). En esta zona, generaciones de mozos
acabaron como prófugos en Montevideo, durante
la guerra de Cuba, la guerra del Rif, la propia guerra
civil española e incluso la posguerra. Todo un ejemplo
de la infrapolítica, de la resistencia cotidiana que el
campesinado subalterno ejerció contra la implantación
y consolidación del Estado liberal.
La tesis expuesta en el presente artículo defiende
la idea de que el Estado neoliberal español de la
década de 2010 no hace otra cosa que rematar el
proyecto de ingeniería social de aquel Estado liberal.
Una estrategia que, en primer lugar, desmantelaba
las redes de construcción de la identidad rural,
sus tradiciones consuetudinarias y sus modelos de
democracia directa y participativa. Siguiendo con el
caso gallego, la nueva organización administrativa
en ayuntamientos, partidos judiciales y diputaciones
provinciales establecía un nuevo campo de juego
que marginalizaba el principal referente identitario del
campesinado gallego: la parroquia, ente que todavía
hoy no cuenta con reconocimiento legal. En esta línea,

46
Arqueología y Neoliberalismo

el hábitat disperso (toda una estrategia de resistencia


al poder centralizado) tampoco ayudaba mucho al
modelo de explotación económica del nuevo Estado
liberal en el noroeste.
En segundo lugar, este proyecto sancionaba la
burguesía como motor de la Modernidad y condenaba
al campesinado a ser un convidado de piedra, un
relicto del pasado al que había que acercarse con
condescendencia y paternalismo. El papel jugado
por la Iglesia católica y las guerras carlistas no
hicieron más que marginalizar todavía más a la gente
labriega, en un doble sentido. Por un lado, desde el
Estado, el campesinado debía plegarse a los deseos
del desarrollo, es decir, de la explotación económica
racional de los recursos por parte de la oligarquía. Por
otro lado, los movimientos reivindicativos regionalistas
de fines del siglo xix y comienzos del xx concibieron el
rural como esencia de la tradición. Sus habitantes no
eran sujetos políticos, sino fósiles etnográficos, soporte
material e inmaterial de la nacionalidad reivindicada.
Así, por ejemplo, los primeros ideólogos del
nacionalismo gallego en la década de 1920 (Losada
Diéguez o Vicente Risco), bebían directamente del
tradicionalismo carlista.
El surgimiento de movimientos agraristas en el
rural en el primer tercio del siglo xx, el impacto de los
nuevos indianos y la llegada de las ideas avanzadas
(anarquismo libertario, socialismo y comunismo)
supusieron un cambio rotundo en el statu quo. La
sombra de la reforma agraria era alargada, hasta el
punto de desembocar en una guerra que sancionó
la dicotomía entre señores de la tierra y campesinos/
jornaleros.

47
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

Con todo, los proyectos modernizadores del rural


planteados desde el Estado español (ya sea en la
época primorriverista, en la Segunda República o por
la dictadura franquista) no dejaron de subalternizar
a los campesinos desde una perspectiva colonial, la
de la denominada colonización agraria. De aquellos
polvos vienen estos lodos. Tras la trágica autarquía,
el desarrollismo no hizo más que potenciar el éxodo
masivo del campo a las ciudades (españolas,
europeas y americanas) y la minusvaloración del
mundo rural, vinculado al atraso, la dependencia, al
pasado. La resistencia a ultranza de los campesinos
que se resistían a abandonar sus casas anegadas por
los embalses del régimen era vista como el canto del
cisne de un sentimiento atávico y ancestral, opuesto a
toda lógica racional. Desde nuestro punto de vista, la
llegada de la democracia y la integración en Europa
fueron una nueva vuelta de tuerca en este proceso de
desactivación consciente e interesada del mundo rural.
Por un lado, el discurso oficial se entregó a la retórica
tecnocrática del desarrollo rural sostenible. Técnicos de
desarrollo comarcal y otros burócratas pensaban por
los campesinos, como aquellos ingenieros franquistas
que diseñaban los poblados de colonización (vid
infra). En este contexto se implementa un proceso
de patrimonialización desde arriba con el objetivo
de captar recursos europeos. Ahora el campesinado
ya no solo es un fósil etnográfico, también es un fósil
arqueológico. El Estado neoliberal español alcanza sus
propósitos: el capital sigue ganando (sin resistencia) en
sus proyectos de explotación del territorio; el ineficiente,
improductivo y costoso hábitat rural es desmantelado
sin compasión (eliminación de escuelas, médicos
y servicios sociales); el rural se patrimonializa con el

48
Arqueología y Neoliberalismo

objeto de crear auténticos parques temáticos de uso


y abuso turístico; y el pasado (y su materialización,
el patrimonio) se narcotiza. Los últimos campesinos
gallegos están abocados a vender sus últimas vacas
para pasar a convertirse en figurantes estivales en la
recreación de la maja y la siega de turno. Los últimos
campesinos extremeños abandonan el monocultivo
de tabaco por el ganado vacuno, que pasta en los
antiguos terrenos de labradío al ritmo que marca la
política económica europea común.
Los autores de este texto venimos de familias
campesinas de Lugo y de Cáceres, y vivimos y sufrimos
directamente este modelo de gestión neoliberal del
mundo rural por parte del Reino de España. A su vez,
como arqueólogos y gestores de patrimonio debemos
reconocer que las políticas de gestión del patrimonio, tal
como se están llevando a cabo, son un arma más que
contribuye al proceso de extinción del campesinado.
Discursos museísticos y prácticas patrimoniales, en
apariencia inocuas, contribuyen sobremanera a pensar
de un modo concreto el pasado, el presente y el futuro
de los pagani. Para demostrarlo, abordaremos dos
ejemplos vinculados con nuestro proyecto Arqueología
poscolonial en España.

Ribeira Sacra (Galicia) como Patrimonio de la


Humanidad: o los campesinos fuera del discurso
El tramo final del río Sil sirve de frontera natural
entre las provincias de Lugo y Ourense. La comarca
ubicada al norte, la Terra de Lemos, desempeñó un rol
importante en la historia medieval de Galicia, debido
al papel jugado por los condes que tenían su castillo en
el burgo fortificado medieval de Monforte de Lemos. En

49
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

aquella época se explotaron intensamente los viñedos


ubicados en la cara norte del cañón del Sil. Tras la
decadencia de época moderna, la llegada del tren
en el último tercio del siglo xix cambió totalmente el
paisaje. Monforte de Lemos se convirtió en el epicentro
ferroviario de Galicia y en la segunda ciudad de la
provincia de Lugo. Durante la dictadura franquista se
llevó a cabo un fallido proyecto de colonización agraria
del valle de Lemos y se construyeron embalses en el
cañón del río Sil como el de Santo Estevo. Esta política
de desarrollo tuvo como resultado la emigración
masiva y la desertización demográfica. El fin de la
importancia ferroviaria de Monforte y la fuga de las
escasas industrias existentes a fines del siglo xx sumieron
a la ciudad en una crisis perenne, apenas convertida
en un centro comarcal de servicios. Dentro de este
panorama, los cultivadores de la vid consiguieron crear
una propia denominación de origen en 1997, a la que
denominaron Ribeira Sacra. Una mención confusa
en un documento medieval sirvió para bautizar un
territorio que hoy en día se considera comarca y es un
geodestino turístico bendecido por la Xunta de Galicia.
La clase política responsable del rotundo fracaso del
Plan de Desarrollo Comarcal en las dos últimas décadas,
es la misma que lleva destruyendo sistemáticamente el
patrimonio comarcal y la misma que se ha entregado
en los dos últimos años a la carrera de convertir la
Ribeira Sacra en Patrimonio de la Humanidad. Este
nuevo proceso de patrimonialización desde arriba se
caracteriza por los siguientes aspectos:
1. La política turística tardofranquista recreó el
pasado medieval de Galicia con auténticos
pastiches historicistas como el propio castillo de
Monforte. En esta misma línea, la única inversión

50
Arqueología y Neoliberalismo

patrimonial en los últimos años ha sido rehabilitar


para habilitar negocios hoteleros de SuperLujo
[sic] en palacios como el de los condes de
Lemos en Monforte o el de los López de Lemos en
Sober. Como en aquel entonces, el patrimonio
es solo aquello que remite a la Alta Cultura, a
las élites feudales; un patrimonio de lujo para la
clase acomodada. Una versión fracasada del
turismo de paradores y miradores en el cañón
del Sil durante la época de Manuel Fraga como
ministro franquista de Información y Turismo.
2. La clase política local lleva a cabo una inédita
apropiación simbólica de un patrimonio que ha
maltratado con anterioridad. Los sucesivos pasos
burocráticos de la candidatura se acompañan
de actos en escenarios como el santuario rupestre
altomedieval de San Pedro de Rocas (Esgos,
Ourense). Son los mismos políticos que financian
y apoyan el rally Ribeira Sacra, que secundan
la construcción de una autovía innecesaria que
destruirá parte del territorio a patrimonializar o
que gastan cientos de miles de euros del dinero
público en el videoclip del tema Sex and Love
de Enrique Iglesias porque incluye un fotograma
del cañón del Sil.
3. La única concesión a la ciudadanía es un autobús
que va recogiendo firmas por las provincias de
Lugo y Ourense. Por lo demás, las comunidades
rurales locales son obligadas a mantenerse
al margen de un proceso que se caracteriza
por la falta absoluta de transparencia. A este
respecto, citamos aquí a Paula Vázquez Verao,
activista cultural y concejala de la oposición en
el Ayuntamiento de Sober (entrada de su página

51
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

de Facebook del 9 de julio de 2015; las faltas


de ortografía son suyas): «Voy a pasar de pedir
por enésima vez que el documento de técnicos
sobre la candidatura de la Ribeira Sacra a la
UNESCO esté disponible en los ayuntamientos y
accesible en la página web. Total, para cuatro
paletos que quedamos habitando la zona, que
más da! Mejor seguir haciendo las cosas desde
los despachos y sin hablar con la población. Si las
uvas se recogen solas, no hace falta gente para
hacer el vino. Las huertas también dan fruto sin
manos humanas y al patrimonio no hace falta
atenderlo porque ya se conserva él sólo».
4. El discurso oficial inventa un pasado inexistente
(la Ribeira como obra de los romanos), obvia la
memoria histórica, dibuja un paisaje idílico que
nada tiene que ver con la realidad (un paisaje de
la coerción feudal que fue después modificado
de lleno por la dictadura mediante mano de
obra esclava) y consagra el lema de la viticultura
heroica. Pero, en este marco conceptual, ¿quiénes
son los héroes y las heroínas? Pues la sociedad
civil, aquellas asociaciones e individuos que al
margen de la Administración están intentando
recuperar y socializar el patrimonio cultural de la
Terra de Lemos, sin pedir nada a cambio
Las gentes del lugar (así denominadas en las páginas
web oficiales) forman parte del decorado, alejadas
totalmente de los órganos de decisión. Sobre ellas
recaerán todos los deberes y ningún derecho, cuando
sus viñas y aldeas sean declaradas Bien de Interés
Cultural. Como se puede comprobar nidiamente,
la candidatura de la Ribeira Sacra es una baza más
de la gestión neoliberal de este territorio que busca,

52
Arqueología y Neoliberalismo

sin ambages, obedecer a los dictados de los grandes


bodegueros y de intereses alóctonos. En la página web
de Ribeira Sacra podemos leer esto: «El único camino
que le queda hoy a una comunidad de productores es
la profesionalización de la gestión, regla sagrada para
competir con acierto en los mercados». Más claro el
agua.
Estos campesinos que resisten heroicamente al
Estado son concebidos como productores, como así
eran llamados por aquellos técnicos fascistas que
diseñaron las colonias agrarias en Cáceres en las
décadas de 1950 y 1960, de las que hablaremos a
continuación. Paradójicamente, la declaración de la
Ribeira Sacra como patrimonio de la humanidad será
el último estertor de la envejecida humanidad que se
empecina en vivir en el cañón del Sil.

Electrofascismo en Cáceres o los campesinos que


siguen siendo colonos
Camino del monasterio de Yuste, invierno de 1557.
El hombre más poderoso de la tierra, avejentado,
gotoso y desdentado, ocupa un apolillado arcón
de madera habilitado como improvisada calesa.
Cuatro harapientos mozos campesinos de la comarca
cacereña de La Vera lo conducen a hombros hacia su
último retiro. Un ingeniero, maestro relojero y astrónomo
italiano, Giannello Turriani, será el elegido por el
emperador para habilitar las nuevas dependencias
reales. Como ingeniero especializado en mecánica
e hidráulica, diseña los estanques de los jardines. En
sus aguas se cría el asesino del emperador. La malaria
acaba con la vida de Carlos V, como si de un vulgar
labriego de la Vera se tratase.

53
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

Cuatro siglos después volvieron al norte de Cáceres


los ingenieros hidráulicos y los arquitectos para diseñar
y construir embalses, canales y poblados al servicio del
Instituto Nacional de Colonización. Su objetivo: llevar a
cabo una reforma agraria inteligente en contraposición
a la reforma agraria promovida durante la Segunda
República y al proceso de colectivizaciones durante
la guerra. A parte de la transformación en regadío de
miles de hectáreas y redistribución de lotes entre los
nuevos colonos, se pretendía, como fin último, redimir
al campesinado, ya que la ruralidad fue presentada
como la reserva moral de la España Genuina. Los
nuevos pueblos de colonización, cuyo cometido inicial
era dar soporte material a las gentes que irían a labrar
el campo transformado en regadío por el franquismo,
fueron revestidos con el manto ideológico con el que el
régimen recuperó la labor intervencionista del Estado
en el mundo rural.
La colonización del valle del Alagón es uno de
los ejemplos paradigmáticos de esta política. Esta
comarca se incluyó en el Plan General de Colonización
de la Zona de Cáceres y afectó a tres importantes
áreas de regadío: Rosarito, Borbollón y Gabriel y Galán.
Este proyecto de ingeniería social arrasó con pueblos
y tierras, destruyó un notable patrimonio arqueológico,
reasentó a comunidades enteras pero también
contribuyó a crear un nuevo sujeto afín al régimen: el
colono.
Las materialidades generadas por la colonización nos
muestran una realidad compleja, repleta de matices.
En unos casos, las ruinas arqueológicas de las iglesias y
de los poblados de los cincuenta y los sesenta no dejan
dudas sobre el fracaso de un proyecto que coincidió
con la emigración masiva a Madrid, Euskadi, Navarra

54
Arqueología y Neoliberalismo

o Cataluña. En otros casos, las fértiles vegas siguen


albergando poblados que continúan viviendo de la
actividad agraria, eso sí, subvencionada por Europa en la
mayor parte de los casos. En este presente ambivalente,
lo que sí podemos comprobar es la existencia de un
recientísimo proceso de rememorialización. Tuvieron
que pasar más de treinta años de democracia para que
se diese un proceso de patrimonialización, para que la
segunda y tercera generaciones de colonos se enfrenten
a su pasado. A diferencia de otras zonas (como Castilla
y León), los habitantes se han desembarazado del
callejero franquista, a menudo a través de referéndums.
Sin embargo, todo ello no significa que se hayan
desligado de décadas de paternalismo franquista y
hayan superado, en muchos casos, el trauma de la
deportación.
En nuestro trabajo de campo en julio de 2015 hemos
podido comprobar cómo durante el último lustro han
ido de la mano los siguientes procesos interrelacionados:
1. La consolidación y reconocimiento de la
identidad colona. Poblados de colonización se
han convertido, por fin, en pueblos en sentido
estricto, al independizarse como municipios.
2. La marginalización y pauperización de muchos
de estos poblados de colonización, sobre
todo los de menor tamaño, que no solo no
han conseguido emanciparse, sino que han
sido literalmente abandonados por el propio
ayuntamiento.
3. La promoción de un proceso memorialístico en
el que se reivindica a la primera generación de
colonos, mediante placas y monumentos en el
espacio público.

55
5. Juntos de la mano hacia... - X. Ayán y J.M. Señorán

4. La explotación turística del pasado colono


mediante la creación de parques temáticos
(Vegaviana), centros de interpretación (Alagón
del Río) y rutas, financiados con fondos
europeos (LEADER) y diseñados y planteados
por técnicos desde las administraciones locales
y autonómicas.
Como en el caso de la Ribeira Sacra gallega, se
diseña desde arriba un discurso museístico inocuo y
aséptico, en el que prima una visión medioambientalista
en detrimento de la historia, en el que nunca se
explicita el trasfondo político del proyecto totalitario
que dio lugar a esta nueva realidad social, en el que
se aplica la lógica desarrollista franquista, en el que se
obvian los enfrentamientos y las resistencias, en el que
se sigue llamando a Franco el Caudillo, en el que la voz
de los colonos ilustra el proyecto modernizador como si
de una postal etnográfica se tratase.
El pueblo medieval de Granadilla fue evacuado
por la construcción del embalse Gabriel y Galán.
Sin embargo, las aguas nunca llegaron a cubrir el
asentamiento. Hoy en día, turistas y estudiantes
estadounidenses caminan por la ronda de la muralla y
visitan el interior del castillo, reconvertido en un pastiche
a modo de decorado de la película El Cid. Ecologistas
neorrurales han rehabilitado algunas viviendas, mientras
las ruinas de algunas casas peculiares albergan
esperpénticas instalaciones artísticas. En ningún caso
el visitante podrá conocer la traumática historia que se
esconde detrás de las paredes de Granadilla.
Los proyectos totalitarios siempre buscaron la
sumisión del campesinado. En el caso de las colonias
cacereñas, el Estado creó un paraíso en la tierra,
bucólico, idílico. Los nuevos poblados como un

56
Arqueología y Neoliberalismo

inmenso locus amoenus. Cada asentamiento era


concebido como un parque temático en el que el
callejero remitía a nombres de santos (poblado de San
Gil), flores (Valderosas, Valrío), de árboles y arbustos (La
Puebla), de pájaros (Pradochano), de ríos (Alagón del
Caudillo), de pueblos cacereños (Valdecín) y hasta
de… toreros (El Batán, en donde la plaza mayor no se
llamaba del Caudillo o de España, sino de… Manolete).
En estos reasentamientos no existía ningún paisaje de
la memoria. La memoria es peligrosa. El olvido es una
hábil herramienta para la sumisión, para el control
social y para preservar los intereses de quien manda.

El ingeniero Turriani acompañó en sus últimos días


en Yuste a Carlos V, quien disfrutaba con autómatas
de madera, relojes e ingenios de lo más variopinto.
Así nos imaginamos a los tecnócratas, burócratas y
lacayos del capital que nos gobiernan en 2015 gracias
al neoliberalismo instalado en Madrid, en Mérida y
en Santiago de Compostela: un ingeniero español
de Iberdrola o un tiburón japonés de un fondo de
inversiones, mirando en su oficina fijamente el reloj que
marque el día y la hora en la que se extinga el último
campesino de la Ribeira Sacra o el último colono del
Alagón, para así poder depredar el territorio, imponer
el monocultivo, monopolizar la explotación de los
recursos y destruir un patrimonio que sí, entonces, será
ya únicamente de toda la humanidad.

57
6.
CONSUMIR PASADO, DIGERIR IDENTIDAD.
CUANDO EL PASADO SE CONVIERTE EN
PRODUCTO DE CONSUMO

Tono Vizcaíno Estevan

El pasado en la lógica capitalista


La presencia del pasado en nuestro día a día es
un fenómeno incontestable. Desde la publicidad, los
nombres de las calles y la televisión, pasando por las
festividades y los discursos políticos, hasta llegar a los
propios espacios patrimoniales, nuestra realidad se ve
salpicada de referentes simbólicos directamente ex-
traídos del pasado.
Proyectar ese pasado responde a los intereses de
agentes muy distintos que condicionan el mensaje, el
formato y los destinatarios. Así, por ejemplo, cuando
la implicación de las administraciones públicas es di-
recta, a menudo se subraya la faceta cultural e inte-
lectual, fruto del compromiso contraído con la edu-
cación. A este planteamiento se ha añadido en los
últimos años, sobre todo en el ámbito patrimonial, una
vertiente económica asociada a la idea del desarro-
llo local que debe mucho a la concepción utilitarista
de la economía, según la cual todo desarrollo eco-
nómico que se da en un lugar es beneficioso para el
conjunto de la población que lo habita (Boltanski y
Chiapello 2002: 50). Tanto la faceta cultural como la
del desarrollo local constituyen las caras más amables
y vendibles de los usos del pasado y del patrimonio.
Lo cierto, sin embargo, es que existen otras vertien-

59
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

tes fundamentales y no excluyentes entre sí, como la


identitaria, la económica —en un sentido más am-
plio y menos políticamente correcto—, la política y la
emocional, que con frecuencia han tratado de ocul-
tarse.
Hay que partir de la consideración de que tan-
to el pasado como el patrimonio, al ser construidos
desde el presente, se ven sometidos y modelados
por todo tipo de intereses, lo cual les transfiere una
función simbólica de primera magnitud. Esto es par-
ticularmente evidente en el caso del patrimonio, el
cual, en su condición de materialización de la idea
de pasado, actúa como referente visible, concreto y
reconocible. En efecto, a través de los procesos de
patrimonialización, entendidos como procesos de
producción cultural que permiten dotar de valores y
cualidades específicas a elementos de nuestro entor-
no de acuerdo con unos intereses específicos (Prats
1997; Kirshemblatt-Gimblett 2001; Bendix 2009; Roigé y
Frigolé 2010; Smith 2014), el patrimonio asume la fun-
ción de símbolo, conectando ideas del presente con
el pasado. Un pasado que actúa como marco de le-
gitimación y que obviamente también es sometido a
procesos de reinvención a través de recuerdos y ol-
vidos selectivos. Esto explica la capacidad que tiene
el patrimonio de entroncar con las identidades y, en
consecuencia, generar en los grupos implicados una
potente adhesión a través del factor emocional (Prats
1997: 29; Roigé y Frigolé 2010: 13). No obstante, resulta
necesario señalar que la construcción identitaria en
el marco de la hipermodernidad ya no está domina-
da en exclusiva por el factor étnico, ligado a la tierra
y a los esencialismos, sino que ha asumido un papel
preponderante el consumo como elemento de co-

60
Arqueología y Neoliberalismo

hesión social (Santamarina y Moncusí 2015). A través


de éste se muestra públicamente lo que nos define
con relación al resto de la sociedad, es decir, nuestra
identidad (García Canclini 1995: 35) y en el contex-
to de la globalización permite hacerlo a una escala
transnacional.
Evidentemente ni el pasado ni el patrimonio se han
mantenido al margen de esta nueva realidad. Es más,
han encajado a la perfección en el nuevo engranaje
capitalista, hasta el punto de que las identidades cul-
turales de algunos grupos están siendo definidas des-
de fuera, de acuerdo con los intereses de los consu-
midores (Santamarina y Moncusí 2015 ). Adaptarse a
las lógicas del mercado ha dado lugar a la construc-
ción de pasados muy diversos, tanto desde el punto
de vista del mensaje como del formato, cosa que ha
permitido conectar con las necesidades, anhelos y
expectativas de todo tipo de consumidores, abriendo
así nuevos nichos de mercado (Kehoe 2010: 170).
A pesar de que ha sido sobre todo el binomio patri-
monio-turismo el que con mayor frecuencia se ha aso-
ciado al pasado como producto de consumo, exis-
ten otras posibilidades, algunas de ellas mucho más
cotidianas. Lo que nos proponemos en este texto es
revisar de qué maneras el pasado y el patrimonio son
convertidos en mercancía (commodities) en el marco
de la economía neoliberal. No hay duda de que la
mercantilización afecta al conjunto de la arqueolo-
gía, desde el libre mercado del trabajo arqueológico
hasta la gestión del conocimiento (Moshenska 2009;
Hamilakis 2010; Almansa 2015). Sin embargo, aquí de-
jaremos de lado la parte vinculada a la profesión y
nos ocuparemos de cómo y por qué la sociedad con-
sume pasado. Con este propósito repasaremos, en

61
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

primer lugar, los principales contextos y formatos bajo


los que se produce el consumo para, seguidamente,
entrar a analizar cuáles son las cualidades que con-
vierten el pasado en objeto de deseo.

El pasado que vende: del souvenir a la industria


cinematográfica
El consumo del pasado tiene lugar tanto en la esfe-
ra de lo ordinario, identificado con los hábitos cotidia-
nos, como en la de lo extraordinario, entendido como
contrapunto a lo cotidiano y que, en consecuencia,
desborda el contexto del hogar y del trabajo y se ex-
pande al tiempo libre, al que se busca ocupar con
el consumo de experiencias memorables (Graburn
1989).
En el ámbito de lo extraordinario, el turismo patrimo-
nial representa la quintaesencia del potencial econó-
mico del pasado. Se ha hablado de los últimos años
como de un momento de «inflación patrimonial» (Hei-
nich 2009, a través de Santamarina y Moncusí 2015:
93) al constituir el patrimonio uno de los principales
reclamos del turismo, que es, a su vez, una de las in-
dustrias más prolíficas a escala mundial.
Al compás del interés por atraer más turismo, los
museos y sitios patrimoniales han experimentado im-
portantes transformaciones encaminadas a satisfacer
la experiencia del consumo (Prats 1997: 41; Silberman
2010: 181). En cierta medida el pasado se ha especta-
cularizado con el propósito de generar experiencias
únicas relacionadas con el viaje en el tiempo y con su
potencial para hacer desconectar de las preocupa-
ciones rutinarias (Lowenthal 1998). El propio espacio
patrimonial se convierte, al menos en aquellos casos

62
Arqueología y Neoliberalismo

en que se dispone de un amplio repertorio de instala-


ciones para ofrecer una visita satisfactoria, en un lu-
gar de consumo singular, o al menos eso parece des-
prenderse del tiempo que los visitantes invierten en las
tiendas y en otros servicios cuando visitan un museo o
un yacimiento (Gazin-Schwartz 2004: 100).
Además del patrimonio propiamente dicho, en el
juego de la comercialización del pasado existe otra
pieza fundamental: el souvenir. Como experiencia
que trasciende lo
cotidiano y se embarca en lo me-
morable, todo viaje requiere
de la materialización del
recuerdo para certificar aquello del «yo estuve allí».
Esa función es asumida por las fotografías y, en es-
pecial, por los souvenirs, que en palabras de Estévez
González son «exvotos en el altar de la nostalgia pos-
moderna» (2008: 48). Pero aparte del recuerdo, en el
souvenir subyace el interés por apropiarse simbólica-
mente del pasado, por vincularlo a la vivencia per-
sonal y, por tanto, convertirlo en algo familiar, cerca-
no, más ligado a la experiencia que al conocimiento
(Gazin-Schwartz 2004: 100).
Si los souvenirs, y especialmente las reproducciones
de monumentos o restos arqueológicos, son la versión
light y legal de la apropiación de la idea de patrimo-
nio y de pasado, el tráfico de antigüedades constituye
la vertiente hardcore e ilegal de la misma. Pero aún y
su carácter ilegal, no deja de constituir una expresión
recurrente y muy lucrativa de la mercantilización del
pasado en nuestros días, con la particularidad de que
en este caso es un bien público el que es convertido
en producto restrictivo y de disfrute privado.
El expolio y el tráfico de antigüedades constituyen
un grave problema a escala mundial. La idea misma
de patrimonio conlleva, etimológicamente hablando,

63
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

la contemplación de un valor económico, de heren-


cia, al menos en las lenguas latinas. En este sentido,
la primacía del valor material sobre el contextual ha
llevado a entender el patrimonio como un elemen-
to susceptible de ser mercantilizado (Smith, Morgan y
Van der Meer 2003: 75). Una idea que la propia legis-
lación ha perpetuado —en el caso español— al con-
templar sanciones por expolio que se calculan en fun-
ción del valor económico del daño (Rodríguez Temiño
2012: 307). En algunos países incluso el coleccionismo
de antigüedades forma parte de la propia actividad
turística (Loeb 1989). Por otra parte, la comercializa-
ción de restos arqueológicos no solamente responde
a las demandas de particulares interesados en poseer
la materialidad del pasado por goce estético, iden-
titario o intelectual, sino que en muchos casos el fin
último es obtener ingresos para, por ejemplo, sufragar
conflictos armados. Por tanto, no hablamos solamen-
te de implicaciones para el conocimiento y disfrute
del patrimonio, sino también de consecuencias políti-
cas y sociales de calado.
A una escala más cotidiana, la publicidad y la
identidad corporativa de empresas y establecimien-
tos constituyen una de las formas de consumo de
pasado más habituales, además de ser una prueba
evidente de la domesticación del mismo (Kristiansen
1992). En efecto, el pasado como espejo de los anhe-
los del presente y como representación de toda una
serie de cualidades vendibles deviene un produc-
to de consumo de primer orden, capaz de generar
riqueza. De ahí su utilización como marca y recurso
publicitario. No obstante, y dado que la finalidad es
atraer consumidores, lo que se vende es la idea del
pasado, es decir, un pasado estereotipado, reconoci-

64
Arqueología y Neoliberalismo

ble, radicado en el imaginario colectivo. Se generan


así unos mensajes que conectan con valores sociales
y referentes culturales compartidos, muchas veces a
escala global, que explican que el pasado grecorro-
mano sea utilizado en productos que quieren desta-
car la sofisticación, el prestigio y el buen vivir, o que
el Antiguo Egipto ejemplifique los ideales de belleza y
exotismo, o que la Prehistoria actúe como contrapun-
to al desarrollo tecnológico de nuestros días (Kristian-
sen 1992; Ruiz Zapatero 2002; Talalay 2004; Comenda-
dor 2013). El pasado actúa como legitimador de un
mensaje que no busca vender un objeto, sino un estilo
de vida, un paradigma; en definitiva, una identidad
basada en el consumo.
Pero aparte de vender unas cualidades específi-
cas para el consumo, el pasado también cumple un
importante papel como argumento de la tradición,
del carácter genuino de lo que se vende. Esto ha re-
sultado particularmente útil para el sector de la ali-
mentación y la artesanía, en especial cuando lo que
se quiere es resaltar una producción tradicional que
contrasta con otra masiva y estandarizada, propia de
la globalización, lo cual no deja de resultar paradóji-
co pues lo que se vende como tradicional y artesanal
a menudo es producido y consumido a escala global
(Ortiz 2001; Frigolé 2014).
Frente a la idea de unos valores de consumo glo-
bales, el pasado también activa en la publicidad y
en los productos de consumo cotidiano una variable
identitaria muy ligada al territorio, sobre todo a una
escala local, como reacción ante el desanclaje iden-
titario provocado por la globalización (Giddens 1993;
García Canclini 1995: 40). Así se entiende la prolife-
ración de marcas y productos referidos a elementos

65
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

arqueológicos locales, especialmente en aquellos


casos en los que ha habido procesos de identifica-
ción potentes entre la población y su patrimonio. Y
aunque hay ejemplos que han trascendido la escala
nacional, incluso internacional, en la mayoría la po-
pularidad del referente no supera la esfera de lo local.
Por último, los medios de comunicación y la cultu-
ra de masas se presentan como otro de los grandes
ámbitos para el consumo cotidiano del pasado. La
consolidación de la sociedad del consumo y de la in-
formación ha demandado nuevos productos cultura-
les que han encontrado en el pasado una atractiva
fuente de recursos dada su capacidad evocadora, lo
cual se ha visto enormemente favorecido por el de-
sarrollo del ocio cultural. Así, el pasado se ha adapta-
do a las nuevas realidades sociales y a los intereses y
expectativas de los consumidores, lo que ha supuesto
una auténtica «dramatización de la historia» (Casals
y
Casals 2004: 359), en la que lo racional, asociado al
conocimiento y al disfrute intelectual, ha ido cedien-
do espacio a lo emocional, que es donde radica el
verdadero éxito de los medios de comunicación. El
componente emocional permite empatizar y humani-
zar el pasado (Jaeckel 2012), haciéndolo más atrac-
tivo para el consumo, de ahí la multiplicación de for-
matos para representarlo: desde novelas históricas
que evocan un pasado idealizado a documentales
que introducen recreaciones para facilitar la imagi-
nación de una época determinada, pasando por vi-
deojuegos que permiten controlar de primera mano
las antiguas civilizaciones y películas que sumergen
de lleno al espectador en tiempos remotos.

66
Arqueología y Neoliberalismo

El valor del pasado


Vista la atracción que el pasado y su materialidad
despiertan en la sociedad del consumo, resulta inevi-
table —y necesario— preguntarse cómo se genera
ese valor que los convierte en productos tan desea-
dos. La clave aquí es el concepto de autenticidad,
entendida como una propiedad contextual que ge-
nera ideas de unicidad, esto es, de carácter distin-
tivo, en este caso asociadas a la condición de pa-
sado (pastness) y a su poder evocador y legitimador
(Lowenthal 1998; Holtorf 2005). En el contexto de la
economía neoliberal, la autenticidad es mercantiliza-
da como valor distintivo de consumo, pues es la que
garantiza el disfrute de experiencias singulares con
un importante realismo emocional (Bagnall 1996; Hol-
torf 2005; Frigolé 2010 y 2014; Santamarina y Moncusí
2015). Tras la superación del modelo de producción
y consumo fordista, donde primaba la producción
en serie para un consumo masivo, la economía neoli-
beral ha situado lo inmaterial como objeto prioritario
de deseo en una fórmula que ha venido llamándose
«economía de las experiencias» (Silberman 2010: 184;
Fraga, Khafash y Córdoba Ordóñez 2015: 31). Preci-
samente la capacidad del pasado de ofrecer expe-
riencias auténticas ha sido la que lo ha convertido en
producto recurrente de consumo.
Ahora bien, dado que las ideas de autenticidad e
inautenticidad son construidas culturalmente en fun-
ción de los contextos, las experiencias auténticas en
el ámbito de la arqueología no se dan exclusivamen-
te en relación con la materialidad real del pasado,
sino en torno a todo aquello que los consumidores en-
tiendan como auténtico (Holtorf 2005; Lovata 2007).
De este modo, la autenticidad se experimenta a tra-

67
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

vés de la idea del viaje en el tiempo en museos y yaci-


mientos, pero también de películas, novelas históricas
y videojuegos. O a través del recuerdo y la nostalgia
de un pasado hecho propio y materializado en souve-
nirs y réplicas. O de la apropiación física de elementos
arqueológicos genuinos para un disfrute individual. O
incluso a través de la afirmación de un estilo de vida
particular basado en el consumo de productos que,
por medio del pasado, encarnan una serie de valores
compartidos.

Reflexiones finales
Al pensar las consecuencias que la práctica eco-
nómica neoliberal tiene sobre el consumo del pa-
sado, sale a colación un tema fundamental: lo que
podríamos llamar la desarqueologización del pasa-
do. Adaptarse a las lógicas del consumo supone en
muchos casos apostar por las experiencias y el factor
emocional con fines fundamentalmente económicos,
a costa de la vertiente educativa que suele asociar-
se al pasado y al patrimonio (Lovata 2007: 149; Silber-
man 2010: 186). Sin llegar a ser facetas excluyentes, es
innegable que la primacía del beneficio económico
ha relegado a un segundo plano el valor del conoci-
miento per se, el cual, no en vano, es el que se con-
trola desde la disciplina arqueológica. Esto explica
el malestar de los arqueólogos, pues se trata de una
cuestión de poder y legitimidad y en muchos casos
también de compromiso social. Por eso se habla tan
a menudo de la comercialización del pasado como
una banalización del mismo, argumentando que se
transmite una idea de pasado edulcorada, acrítica y
cuajada de estereotipos, donde lo importante no es
aprender, sino persuadir.

68
Arqueología y Neoliberalismo

Sin negar la evidencia, existen algunos puntos po-


sitivos en todo este proceso. Por un lado, el uso del
pasado como argumento en la publicidad o en los
medios supone reiterar imágenes y referentes que,
aunque solo sea por una identificación superficial,
pueden acabar convirtiéndose en familiares. Por otro
lado, el interés en torno a las posibilidades del pasado
a la hora de generar experiencias auténticas puede
traducirse en una actitud positiva hacia el pasado,
como de hecho ocurre con la propia profesión de la
arqueología (Holtorf 2007). Las dos situaciones descri-
tas resultan atractivas en el sentido de que pueden
dar lugar a establecer un nexo, por débil que parez-
ca, entre sociedad y pasado y, por tanto, una base
sobre la que plantear nuevas posibilidades para acer-
car posturas hacia una visión más comprometida con
el pasado (Hodder 2008: 196). Sin embargo, desde la
profesión no solamente no ha habido un interés por
convertir esa problemática en oportunidad (¿cuántos
museos han hecho exposiciones sobre el pasado en
la publicidad o en los medios de comunicación para
que los visitantes reflexionen sobre su cotidianidad?),
sino que la comercialización del pasado —excep-
tuando la vertiente turística— todavía no se ha con-
vertido en objeto de estudio prioritario, aún y sabien-
do las posibilidades que ofrece para comprender las
maneras en que la sociedad interactúa con el pasa-
do y su herencia (Ruiz Zapatero 2002; Baram y Rowan
2004; Gazin-Schwartz 2004; Holtorf 2005 y 2007; Lovata
2007; Comendador 2013).
Donde sí deben ponerse líneas rojas es allá donde
la comercialización del pasado, se dé en la forma en
que se dé —pero especialmente en el ámbito de la
gestión patrimonial—, suponga una alienación de las

69
6. Consumir el pasado, digerir... - Tono Vizcaíno Estevan

personas vinculadas a ese pasado (Adren 2004; Sán-


chez Carretero 2012; Santamarina y Moncusí 2015). La
mercantilización del pasado con frecuencia supone
asumir y reproducir desigualdades sociales, culturales
y económicas, rastreables en todo tipo de contextos,
desde un anuncio que legitima la discriminación de
las mujeres a través del pasado, hasta las consecuen-
cias del turismo patrimonial en la expropiación cultural
de las comunidades locales. Aquí la responsabilidad
de los profesionales de la arqueología debería ser in-
eludible, tanto para analizar desde una perspectiva
crítica los abusos de la comercialización del pasado
como para actuar decididamente frente a ellos.

70
7.
NI ÉTICA NI EXCELENCIA. EL NAUFRAGIO DE
LA ARQUEOLOGÍA NEOLIBERAL EN ESPAÑA

Alicia Torija

Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.


Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la
liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino
dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican
cultura, sino folclore. Que no son seres humanos, sino re-
cursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no
tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia
universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los
nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
Eduardo Galeano, «Los nadies» (1940)

Introducción
Para intentar entender las contradicciones entre la
sociedad y la política en la España actual, tenemos
que iniciar el relato con el paso de un régimen auto-
crático hacia otro de derechos y libertades que se fun-
damentó en un proceso político de cambio hacia insti-
tuciones y formas de vida democráticas. El franquismo,
mediante la represión, consiguió derrotar políticamen-
te a la sociedad. Tras la muerte del dictador, se pasó
de la desconfianza propia de los regímenes dictatoria-
les al «infantilismo» de la «sociedad de masas». Desde
la Transición, los partidos políticos pasaron de la movi-
lización social y la oposición al régimen a articularse

71
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

como una parte estructural del poder, haciendo de la


captación del voto su máxima preocupación. En este
caldo de cultivo los ciudadanos participamos en la
«fiesta de la democracia» cada cuatro años, cuando
se nos pide la papeleta, mientras el resto del tiempo
nos instalamos cómodamente en la irresponsabilidad
propia de las sociedades democráticas opulentas de
la denominada cultura occidental.
Con el 15M y los distintos movimientos ciudadanos
(cohesionados en diferentes «mareas») se ha abierto
en España una brecha entre la sociedad civil y los po-
deres fácticos. Por un lado se ha cuestionado la situa-
ción actual y la desintegración de servicios públicos
como la sanidad, la educación o el sistema de pensio-
nes. Por otro, se ha criticado la idea que los dirigentes
(independientemente de su ideología) han intentado
transmitir sobre la insostenibilidad del sistema público y
la necesidad de privatizar sectores sociales estratégi-
cos, aspecto que resulta fundamental en la política de
los neocon.
Vivimos tiempos nuevos donde la necesidad del
cambio es evidente: en lo político, para dinamizar la
sociedad más allá de los partidos tradicionales; y en lo
social, para dotarnos de vínculos solidarios que supe-
ren el individualismo, la desregulación, las privatizacio-
nes de lo público, la inmediatez (base de la ideología
neoliberal imperante) y el desgobierno regido por la
falta de moral y confundido en demasía con la glo-
balización. Estos cambios nos ayudarán a articularnos
como una sociedad realmente democrática, con una
cultura política y cívica que tenga en consideración a
los ciudadanos por encima de la economía, e intente
mitigar las excesivas, y por ello obscenas, diferencias
sociales. Es más necesaria que nunca una masa críti-

72
Arqueología y Neoliberalismo

ca al sistema de poder que cuestione la legitimación


ideológica del neoliberalismo al resituar a los individuos
como el eje esencial de la sociedad. Es aquí donde
también la arqueología militante (Falquina et al. 2006)
puede ejercer un papel activo en su labor de contrain-
formación y resistencia a los modelos partidistas.

Neoliberalismo, Estado, arqueología y profesionales


El neoliberalismo se sustenta jurídicamente en una
ficticia libertad de mercado, pues para que este fun-
cione (según su conveniencia) necesita la interven-
ción del Estado en la sociedad. El Estado, a través de
la educación, crea un nuevo paradigma donde la
competitividad de los alumnos es el eje vertebrador. La
Ley de Educación aprobada en 2013 por el gobierno
de Rajoy es el mejor ejemplo, y en su declaración de
intenciones explica esta filosofía con rotundidad: no se
educa a los niños para ser ciudadanos, sino para con-
seguir un empleo. La praxis neoliberal se convierte en
la meta del sistema educativo. Es un buen ejemplo de
cómo los neocon (que como todo lobby solo defien-
de sus intereses particulares) tienen el poder para, a
su dictado, modificar el marco jurídico, mostrándonos
a los demás las bondades de «su modelo» con tópicos
como emprendimiento, realización personal, desarro-
llo, sostenibilidad o globalización. No es difícil entender
como señala Zorzin (2014: 128) que la arqueología se
vea a menudo como un fracaso profesional y social
si nos referimos a lo simbólico-capitalista que anima y
venera el éxito económico, la autoayuda y un indivi-
dualismo normativo como únicas formas respetables y
responsables para llevar una vida exitosa.

73
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

Pero para que «su modelo» sea beneficioso para to-


dos, es necesario que dejemos de ser ciudadanos para
convertirnos en usuarios; lo importante no es pensar o
ser críticos, es consumir productos y trabajar para au-
mentar las plusvalías de las empresas. En ese maravilloso
mundo feliz se van a educar las siguientes generaciones
de españoles. Con este ejemplo queda claro que para
estos grupos de presión controlar a quien hace las leyes
y para qué las hace resulta fundamental.
En 1978 se aprobó la Constitución en España, y en
ella se definió el sistema autonómico por el que se iba
a vertebrar el Estado democrático. Una política funda-
mental de la Transición fue la transferencia de la cultu-
ra a las autonomías. Desde ese momento, esta se ha
convertido en un mensaje central del discurso político
de los poderes públicos, resultando fundamental en la
construcción de diferentes identidades sociales y po-
líticas (básicamente nacionalistas). Por ello, entender
la configuración de la patrimonialización y la arqueo-
logía en España requiere comprender, retomando la
teoría de la «gubernamentalidad» propuesta por Fou-
cault (2006), que la cultura en nuestro país se viene uti-
lizando como un importante mecanismo de interven-
ción del Estado. A través de ella se generan nuevas
subjetividades, nuevos campos del saber y nuevos sím-
bolos para recrear una visión/división/confrontación
de las concepciones culturales de cada una de las
comunidades autónomas. Este «dejar en la estaca-
da» a la cultura en la Transición por parte del Estado,
hace que no exista una política cultural nacional y, por
consiguiente, un único modelo para la arqueología en
España. Como consecuencia de lo anterior, las auto-
nomías han creado sus propios servicios territoriales de
cultura y sus propias leyes de patrimonio y museos. Des-

74
Arqueología y Neoliberalismo

graciadamente, en la mayoría de los casos tanto la


legislación como sus servicios están excesivamente bu-
rocratizados, y lo trascendente es llevar a cabo meca-
nismos de legitimación cuyo objeto es saber quién está
autorizado para intervenir en los diferentes patrimonios
(también en arqueología). Con este acto administrati-
vo se representa el poder simbólico que las diferentes
autonomías tienen en el campo patrimonial. Y aquí ha-
blamos únicamente de las responsabilidades técnicas,
ya que para las responsabilidades políticas ni siquiera
hay procedimiento administrativo.
El neoliberalismo como modo de gobierno extiende
los valores del mercado a la política social y a las ins-
tituciones. En este sentido, el patrimonio se construye
como un espacio de poder del Estado, pues es este el
que tiene el poder de nombrar, autentificar y legitimar
qué es cultura y dejar fuera lo que no lo es, lo cual nos
lleva al terreno equívoco de poder considerar cultu-
ra a solo aquello que conviene. Es el Estado (CC.AA.),
junto con las agencias internacionales (UNESCO, ICOM
o ICOMOS) quienes definen, a través de las declara-
ciones de Patrimonio Mundial o con la política inter-
nacional de museos, qué es lo que mejor representa
a la sociedad a nivel autonómico, estatal y universal.
La noción cultura/patrimonio que se genera y legitima
recae en el poder y autoridad del Estado, que de esta
forma tiene la ventaja de fijar la cultura y materializarla
en lo «declarado» como tal, a través de su nombra-
miento legal como Bien de Interés Cultural (BIC) u otros.
Es en este proceso donde políticos y especialistas (a
veces arqueólogos), trabajan para las administracio-
nes en cualquiera de sus niveles, y ejercen su autoridad
como expertos al elegir unos sitios sobre otros en esta
producción de identidades.

75
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

La doctrina neoliberal apoya de modo proactivo


esta visión limitada de «todo no se puede proteger»,
y convierte el patrimonio en mercancía. La cultura se
trasfigura en negocio, relaciones de mercado, em-
presas, turismo, y monetarización; se convierte en un
recurso más, y como tal obedece a las leyes del mer-
cado. Las elecciones culturales conllevan desde esta
mentalidad un costo de oportunidad. La nueva Ley
de Patrimonio de la Comunidad de Madrid es el me-
jor ejemplo de estas políticas neoliberales (la de Casti-
lla-La Mancha, el anteproyecto de la gallega o las mo-
dificaciones en la canaria son también ejemplos que
muestran que hablamos de una práctica generalizada
en lo que a este modelo se refiere). En 2013 se aprue-
ba esta Ley en Madrid, con el pretexto de simplificar la
tramitación y acercar la legislación a la ciudadanía. El
verdadero motivo es una mayor desprotección, pues
se hace una legislación a la carta para que las gran-
des empresas constructoras puedan seguir su negocio,
una vez agotado el modelo de construcción de vivien-
das en suburbios, de las que quedan miles sin vender. El
negocio ahora está en los grandes edificios de los cas-
cos históricos, con el valor añadido de su vetustez (mu-
chos de ellos BIC), y centralidad. La meta es construir
hoteles de cinco estrellas, sedes de multinacionales y
grandes almacenes que, junto con la apertura de ca-
sinos citados en dicha ley, deshumanizan la ciudad y la
convierten en un decorado, obligando a la población
a salir de los cascos históricos, ya que la convivencia
se vuelve más hostil. ¿Puede haber mejor negocio en
un país que recibe más de 60 millones de turistas? La
arqueología desaparece de la ley puesto que es con-
siderada, tanto técnica como socialmente, problemá-
tica, amén de infructuosa desde una perspectiva cien-

76
Arqueología y Neoliberalismo

tífica. Estamos de acuerdo con Fernández de Córdoba


(2012: 14) cuando dice que:
El primer rasgo con el que cabe calificar este tex-
to es neoliberal. Sus líneas rezuman la clara volun-
tad de minimizar la acción de la administración
pública en el ámbito del patrimonio cultural, algo
que trasciende del ámbito práctico y alcanza el
ámbito conceptual… puede calificarse este tex-
to como retrógrado, en el sentido estricto del tér-
mino, por cuanto se recuperan instituciones y fór-
mulas del pasado y se suprimen otras de reciente
creación.
Esta legislación choca de manera frontal con la le-
gislación nacional, y solo desde el asociacionismo ma-
drileño (MCyP y AMTTA) y la Sección de Arqueología
del CDL de Madrid se le plantó cara, llevando el caso
al Tribunal Constitucional (ver lo accidentado del ca-
mino en Díaz, Torija y Zarco 2014). Este tribunal, por vez
primera en este tipo de litigios, dio la razón a la ciu-
dadanía, y anuló 9 de los 10 artículos que se habían
presentado como inconstitucionales; esto es un hito
que nos da la clave de por dónde deben moverse los
movimientos ciudadanos: «El resto del colectivo asiste
al espectáculo con absoluto pasmo amparado en la
seguridad que les proporciona el burladero de su nó-
mina, sin mojarse, ensimismado en su propia inanidad»
(Morín y Barroso 2014: 321).
El gobierno, a todos los niveles, también el munici-
pal, participa en la arqueología. Sin embargo esto no
es así en la ciudad de Madrid, y citaremos varios ejem-
plos de cómo se ha entendido la arqueología en el
curso 2014/2015 en esta ciudad, cuyo ayuntamiento,
por otra parte, no puede ni proyectar, ni supervisar, ni

77
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

asesorar en esta materia, puesto que es la única capi-


tal de Europa y la única ciudad grande en España sin
un servicio/departamento/técnico en arqueología.
El primer ejemplo lo tenemos en la búsqueda de los
restos de Cervantes. Se plantea como investigación
buscar a alguien que se sabe dónde está y que eligió
dónde estar, lo que no parece moralmente algo pro-
pio del siglo xxi. Lo que ha faltado son parte de las pre-
guntas esenciales en arqueología: ¿por qué?, ¿para
qué?... No tanto el cómo, puesto que la metodología
utilizada no plantea dudas, ya que se eligió a uno de
los mejores equipos de paleoantropólogos, revistien-
do el proyecto de la autoridad científica necesaria.
Sin embargo, estos, en tanto que agentes colectivos
e individuales de la patrimonialización de la cultura
mediante el proceso ritual de su solvencia daban, con
su prestigio, la bendición a esta locura. Lo que la ar-
queología puede ofrecer: memoria, ciencia, autenti-
cidad, educación, función social…. se convirtió en un
puro producto de mercadeo, en una arqueología es-
pectáculo. En este sentido las declaraciones de Pedro
Corral, concejal de las Artes, o la nota de prensa del
ayuntamiento, son sumamente esclarecedoras: «El im-
pacto de la búsqueda de Cervantes equivalió a una
campaña publicitaria de 78 millones de €» o «El impac-
to acumulado en audiencia asciende a 5.891 millones,
el 50 % fuera de España, contribuyendo así a proyectar
la imagen de Madrid como destino turístico cultural». Es
una pena que nadie en el ayuntamiento se plantease
dar a conocer más la obra literaria del genial autor.
El segundo ejemplo es la intervención de acondicio-
namiento y restauración de la Muralla Árabe de Ma-
drid que se licitó, salió a concurso y se realizó, pásmen-
se, ¡sin arqueólogos!

78
Arqueología y Neoliberalismo

El tercer ejemplo es el relativo a la Ley de Memo-


ria Histórica, y trasciende el ámbito municipal. No se
ha hecho nada al respecto para recuperar los restos
de los combatientes de la guerra civil española; pue-
de parecer algo distinto, pero no lo es. El proceso de
investigación, el administrativo y el metodológico son
el mismo. La diferencia: para una cosa hay dinero e
interés, y para la otra no. Lo que es una cuestión de
dignidad (justicia, reparación) no ha recibido en ese
sentido ninguna excavación en Madrid.
Hagamos ahora un repaso, aún más rápido que el
anterior, al modelo Estado/arqueología. En España solo
caben dos espacios claros vinculados a la arqueolo-
gía y al ministerio de turno: la concesión de subvencio-
nes para las excavaciones arqueológicas en el exte-
rior, y la participación en planes nacionales. Enumero
tres temas vinculados a esto: a) el caso del bloqueo
en 2012 de 30 proyectos de universidades españolas
que pretendían trabajar en el extranjero en razón de
la Ley de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad
Financiera; b) el procedimiento/criterio de concesión
de las ayudas que permite recibir una subvención a
proyectos dirigidos por abogados —eso sí, doctores—,
o historiadores y filólogos que nunca han realizado nin-
guna intervención arqueológica en España y que muy
seguramente jamás obtendrían aquí una dirección ar-
queológica; y c) la apertura inexplicable de la cueva
de Altamira. ¿No es eso un fracaso de la intervención
del Estado en el único caso en el que el modelo espa-
ñol le permite opinar/intervenir en arqueología?
Pasamos a preguntarnos cómo afecta el paradig-
ma neoliberal a la arqueología y sus profesionales.
Volvamos a los años ochenta, donde comienza a pro-
ducirse una transformación radical del país, con un

79
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

proceso de modernización que ha conducido a la Es-


paña europea de hoy. Esto no es baladí para el tema
que nos ocupa, ya que esa necesaria modernización
vino acompañada de una febril construcción de in-
fraestructuras que iba a afectar a la arqueología. En
lo referente a la cultura se produjo un hito fundamen-
tal: la aprobación de la Ley de Patrimonio Histórico de
1985 y el traspaso competencial, lo que hizo necesa-
rio cambiar la arqueología, hasta entonces intrínseca-
mente universitaria. Como ha señalado Olmo (2012),
en España se ha asumido un modelo neoliberal próxi-
mo al anglosajón; y si bien es cierto que las políticas
económicas neoliberales han impulsado el desarrollo
de la actividad arqueológica, esta no siempre ha ido
de la mano del aumento del conocimiento histórico, y
sí de una destrucción de los espacios históricos ante la
necesidad de «liberar suelos». En nuestro país, las acti-
vidades arqueológicas están básicamente en el sector
privado. La respuesta mayoritaria de los arqueólogos
de la Universidad y el CSIC fue encerrarse en su burbu-
ja de cristal, es decir, centrarse en sus investigaciones
y tomar una postura completamente despolitizada,
asumiendo además la autonomía de la arqueología
respecto al campo etnoburocrático en construcción.
Muchos de estos profesionales «ortodoxos» han inclui-
do en sus temas de investigación terminología patrimo-
nial, sin cambiar sus proyectos tradicionales y despre-
ciando el otro tipo de arqueología en el que, curiosa-
mente, sus alumnos iban a trabajar.
Los arqueólogos intervienen como consultores en el
mercado de la arqueología básicamente de la mano
de los estudios de impacto ambiental o de distintos pro-
cesos constructivos que «rescatan» y «ponen en valor»
el pasado. La intervención de las comunidades autó-

80
Arqueología y Neoliberalismo

nomas en la práctica arqueológica se realiza a través


de la regulación de los permisos de excavación. Con
ello, se han burocratizado los procedimientos y se han
ampliado sus atribuciones y responsabilidades como
órganos competentes. La política neoliberal ha produ-
cido un cambio en la profesionalidad del arqueólogo,
que ha pasado de ser un investigador a ser un consul-
tor. El pensar en la arqueología como una empresa,
y los arqueólogos como empresarios, ha metido a los
profesionales del sector en la rueda neoliberal de la
adjudicación de las «mejores ofertas del mercado», y
ha generado una división social del trabajo de arqueó-
logo entre los que se dedican a la investigación y los
que trabajan en este tipo de proyectos (son escasos
los que se mueven entre estas dos aguas, y pagan casi
siempre el peaje del recelo). Desde la Convención de
la Valetta, y al igual que sucede en el resto de Europa,
la arqueología se ha visto obligada a operar fuera del
ámbito científico, poniéndose en las manos y las opi-
niones de expertos de lo sociopolítico y lo económico.
El arqueólogo ha perdido su autoridad, si algún día la
tuvo.
Esta arqueología que «va detrás de las obras» es ne-
cesaria y ha dado sus frutos. Siguiendo con Madrid, an-
tes de la puesta en marcha de la Ley de Patrimonio de
1985, entre los años cincuenta y ochenta, con todo lo
que supuso la emigración del campo a la capital y la
creación de barrios tan populosos como San Blas, Villa-
verde o Usera, por citar tres casos, solo se conocían dos
hallazgos arqueológicos; tras cinco años de aplicación
de la ley, solo en el área periurbana de la capital se
habían producido más de 200 hallazgos y excavado
importantes yacimientos (Martín Escorza y Baqueda-
no 2000). Si la ley no hubiese obligado el seguimiento

81
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

preventivo de las obras, nuestro conocimiento de la


arqueología madrileña sería nulo, como demuestra la
«no aparición de hallazgos» en los treinta años ante-
riores. Aunque esto es innegable, la cruda realidad es
que los arqueólogos, en muchas ocasiones, se han con-
vertido en «liberadores» de terreno para infraestructuras,
y la memoria y la ciencia han quedado relegados. La
competición contra el tiempo y contra la empresa de
enfrente ha generado, con más frecuencia de la de-
seada, una reducción en la «calidad», sin que las ad-
ministraciones hayan cumplido con su obligación de
controlar «el producto». El problema que esto acarrea
es que una serie de profesionales adapten sus trabajos,
cuando no sus informes y resultados, a las expectativas
y necesidades generadas por el «cliente», potenciando
prácticas poco éticas que han precarizado la profesión.

Conclusión
El neoliberalismo (Harvey 2007) nos ha llevado a la
crisis, y esta, en lo que se refiere a diferentes ámbitos,
entre ellos la arqueología, ha modificado las priorida-
des sobre lo que se debe investigar, incluido el cómo
hacerlo; ha deteriorado peligrosamente las condicio-
nes de trabajo de los profesionales; ha modificado las
políticas adecuando la legislación a procedimientos
más ligeros —y en general sumamente desprotecto-
res— y ha extendido la monocultura lineal del progreso
como único punto de vista. No es baladí que en lo que
se refiere a condiciones laborales solo cuatro comuni-
dades autónomas (de 17 en España) tengan un con-
venio de arqueología, puesto que el neoliberalismo ha
tendido a la destrucción de todas las instituciones co-
lectivas capaces de contrarrestar los efectos de lo que
muchos autores definen como «máquina infernal».

82
Arqueología y Neoliberalismo

Debemos plantearnos la arqueología misma como


objeto de estudio, y así ver cómo trabaja y cómo se
construye y es construida a través de sus prácticas y
discursos. Como señala Criado (2006: 250):
(…) aplicar conocimientos cuasi-lógicos y meto-
dologías de carácter formal. En definitiva se trata
de «gestionar conocimiento» con la menor inter-
ferencia posible por parte del agente (nosotros)
que lo gestiona. Se trata de describir sin describir-
se, de ordenar sin predeterminar, de categorizar
sin sustantivizar, de clasificar desde abajo que no
desde arriba.
A lo que se puede añadir que:
(…) si el objeto de la arqueología es conocer el
pasado, entonces debe admitirse que ese pa-
sado existió de forma real y que es cognoscible
mediante un método. Si se rechaza el método y
se niega la realidad del pasado, entonces la ar-
queología no tendría más sentido que hacer dis-
curso del presente sin contribuir al mismo (Domín-
guez-Rodrigo, 2008: 203).
Si entendemos así la arqueología, alejarse del méto-
do y de la ciencia, y negar el pasado son una eviden-
cia de la manipulación que una serie de poderes fác-
ticos tienden a hacer amparados en el neoliberalismo.
Así, borrar la historia (que muchas veces es más bien
robar), no deja de ser un diseño factible con un peligro
descomunal, el de terminar en la ceguera intelectual
que permite trivializar experiencias pasadas de vio-
lencia y opresión. Aligerar las normas acelera los me-
canismos de amnesia que favorecen la modificación

83
7. Ni ética ni excelencia... - Alicia Torija

rápida de cualquier paisaje que interese al negocio y


sotierre cualquier reivindicación histórica, ciudadana o
étnica, ya que ni pasado ni crítica interesan al capital.
El neoliberalismo ha conseguido que la idea de «rendir
cuentas a la población», o devolverle su pasado y su
conocimiento, haya sido eliminada. Una combinación
de ignorancia y negación que se lleva por delante de
modo implacable muchas cosas. Es hora, como dice
Rodríguez (2012), de que la gestión de los bienes cultu-
rales deba estar más relacionada con la teoría social
del Estado que con el simple juego de mercado.
Si tomamos conciencia de ello es necesario posicio-
narse en una arqueología reflexiva que, recogiendo los
planteamientos de Foucault (1992), se focalice en los
procesos de la práctica arqueológica y la producción
de un discurso científico, cuestionando a la autoridad
resultante su particular estudio del pasado hecho des-
de el poder, esto es: hacer otra arqueología.

Me gustaría darle las gracias a Isabel Baquedano


por sus muchos comentarios y sugerencias. Sin su tra-
bajo de apoyo, este artículo no hubiera sido posible.

84
8.
ALGUNAS DIVAGACIONES SOBRE
PERSUASIÓN ECONÓMICA, CEREMONIAS
INSTITUCIONALES Y MANIPULACIÓN
SIMBÓLICA A TRAVÉS DEL CATACLISMO DE
LA ARQUEOLOGÍA COMERCIAL ESPAÑOLA

Eva Parga Dans

Por abreviar…
La lectura posmoderna del auge de la arqueología
española como actividad comercial y su rápido des-
moronamiento es ilustrativa del efecto de la configu-
ración de un escenario economicista global, ampara-
do por modelos institucionales y que nada ha tenido
que ver con la resignificación del bienestar social y sus
modos de producción. El presente texto pretende pro-
piciar un espacio de reflexión sobre una determinada
forma ideológica de hacer las cosas, marcadamente
despolitizada y que celebra la eficiencia y ritualiza la
tecnificación del conocimiento como factores obje-
tivados de desarrollo económico, así como su capa-
cidad para responder a cualquier desafío presente y
futuro. Si bien la presente discusión sobrepasa el ám-
bito disciplinario arqueológico y geográfico español,
este caso representa un pasaje discursivo acerca de
los retos contemporáneos, sus formas de acción y le-
gitimidad.

85
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

Sobre enredos, desacordes y palabrerías…


Quieren
que la sangre del mundo
se mueva solo en diástole
Quieren
que solo se oiga el tic,
siempre el tic,
y que no se oiga el tac.
León Felipe, ¿Qué quieren esos hombres? (1939)

Porque en la mayor parte de las ocasiones las co-


sas se presentan en una especie de orden natural,
cuando se pueden establecer de diferentes maneras.
Porque, de hecho, se eligen unos órdenes naturales
y no otros. Porque los modelos institucionales no son
azarosos ni se gestan en un vacío. Porque se estable-
cen a través de reglas y normas; lógicas y acuerdos
que configuran las relaciones de poder, es decir, las
condiciones sociales que canalizan la obtención por
parte de unos lo que otros quieren que hagan. Dicho
de otra manera, el institucionalismo hace referencia
a una determinada visión del mundo, su concep-
ción a través de aquellos que poseen el poder, que
lo ejercen, que se preocupan por su permanencia y
que establecen una serie de mecanismos para que
otros cumplan, o se adapten, ya sea a través de la
coerción, la manipulación o la aceptación simbólica
(Foucault 1980).
Pero los modelos institucionales no son estáticos.
A pesar de que nuestra capacidad de acción y ne-
gociación es desigual en términos de poder, a menu-
do suceden cosas. De hecho, gran parte de lo que
ocurre en la vida social es consecuencia de accio-

86
Arqueología y Neoliberalismo

nes que en realidad tenían otras intenciones (Knights


y Morgan 1991). Esta aseveración pretende enfatizar
las microimplicaciones de determinadas macrocon-
cepciones. Y es que como sujetos con capacidad de
elección (dentro de un contexto) no somos víctimas
pasivas del poder, del institucionalismo, ni del discurso
estratégico. A través de nuestras decisiones e inter-
pretaciones tomamos un posicionamiento, ya sea en
apoyo de, en resistencia a o en connivencia con. Así,
por un lado estarían quienes ejercen el poder simbó-
lico, es decir, quienes pueden decidir, las élites que
poseen los recursos, el alcance comunicativo y dis-
cursivo (Bourdieu 1982); pero también a través de la
reproducción de ese orden establecido estamos do-
tándolo de legitimidad (Van Dijk 1993).
Dicha legitimidad además se ve fortalecida por el
discurso contemporáneo y objetivado de los mode-
los intensivos en conocimiento, tecnificados, flexibles
y eficientes como parte del éxito de las economías
modernas (Adler 2001). Y si estos modelos fallan pues
es porque no han sido lo suficientemente eficientes,
cuya solución es continuar con su reproducción.
¿Qué significa esto? Pues la asunción de la aplicabi-
lidad del conocimiento, el uso sofisticado de los re-
cursos cognitivos como mecanismo para trabajar de
forma inteligente y como parte de la esencia de lo
que las organizaciones o empresas (con éxito) hacen
(Kogut y Zander 1992).
Ser inteligentes y estar bien formados está muy bien.
No se discute aquí la utilidad de la inteligencia funcio-
nal a la hora de producir resultados para las organi-
zaciones, de aportar un pilar de orden organizativo y
de proporcionar un sentido de certeza individual. Pero
dichas lógicas con tales beneficios también implican

87
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

riesgos significativos para ese mismo rendimiento or-


ganizativo, sobre todo en cuanto se abstienen de ser
reflexivas, evitando cuestionamientos sobre decisiones
o estructuras, reduciendo al mínimo el razonamiento
acerca de valores y metas institucionales, llegando in-
cluso a convertirse en lo que Alvesson y Spicer (2012)
han denominado como «estupidez funcional». Dicho
de otro modo, los modelos dominantes, pretenciosos e
incuestionables que minimizan la disonancia, la contra-
dicción y la discrepancia ante supuestos compartidos
desencadenan otro tipo de desafíos que transgreden
precisamente las bases de la lógica de la eficiencia.
Así, los modelos que persiguen cumplir los parámetros
establecidos sin controversia, sin desarrollar análisis crí-
ticos y sin pensar en horizontes de transformación tam-
bién son corrosivos para el propio funcionamiento de
los mismos. E incluso diría que favoreciendo otro tipo
de institucionalismos, el alterinstitucionalismo, informal
y tácito, pero que cohabita con el oficial, introducien-
do disociaciones entre el ritualismo de lo que hay que
cumplir a través de la norma y la práctica de la coti-
dianeidad (Meyer y Rowan 1977).

Mi querida España…
Un pueblo sin razón, adoctrinado desde antiguo
en creer que la razón de soberbia adolece
y ante el cual se grita impune:
muera la inteligencia, predestinado estaba
a acabar adorando las cadenas
y que ese culto obsceno le trajese
adonde hoy le vemos: en cadenas,
sin alegría, libertad ni pensamiento.
Luis Cernuda, Es lástima que fuera mi tierra (1962)

88
Arqueología y Neoliberalismo

Si trasladamos esta construcción de la realidad al


ámbito arqueológico existe un momento ineludible
para comprender la institucionalización del actual
modelo de gestión patrimonial en buena parte del
globo y es la implantación del principio de «el que
contamina paga», a través del modelo instaurado en
la Europa de finales del siglo xx por la Convención de
La Valetta (CoE 1992). La connotación simbólica de di-
cha expresión es especialmente relevante, pues para
subsanar la ingente amenaza desarrollista asociada a
la destrucción patrimonial se introduce un elemento
paliativo que legitima la lógica capitalista de pagar. Y
además reforzado por un modelo de gestión que, a la
vez que obtiene recursos por la acción de los desarro-
lladores (ya fuesen del ámbito público o privado), su-
pervisa, regula, controla y constriñe como (supuesto)
garante de la protección y gestión patrimonial, del
interés público y conservacionista del legado cultural
que estuviese amenazado. Además, dicho modelo
estaba siendo implantado en otros ámbitos con ca-
racterísticas similares, como el medioambiental.
Múltiples escritos abordan desde entonces la con-
troversia institucional existente entre la generación
de garantías patrimoniales y la inserción de la prác-
tica arqueológica como actividad mercantilizada,
así como su orientación técnica (Zorzin 2015; Harding
2009; Willems 2007; Criado Boado 1996; Vicent García
1991). Otros trabajos han analizado el fenómeno de la
gestión patrimonial preventiva asociada a la necesi-
dad de mitigar los efectos de la actividad constructiva
y la consecuente puesta en escena de un numeroso
conjunto de profesionales en el sector arqueológico
(Schlanger y Aitchison 2010; Aitchison 2009). También
ha sido objeto de debate el cómo esta nueva confi-

89
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

guración del sector arqueológico se distanciaba de


su práctica original asociada al ámbito académico
y de investigación, denunciando el sometimiento del
paradigma científico arqueológico a las actuales exi-
gencias de mercado (Winter 2013).
En términos generales, la existencia de un marco
institucional común reforzó a finales de la década de
los noventa del siglo xx un nuevo sistema complejo y
racionalizado en el que el sector patrimonial se con-
vierte en una especie de sistema de transmisión de
la regeneración urbana (museos, parques, propieda-
des históricas, etc.) y en válvula para el desarrollo rural
(carreteras, parques eólicos, urbanizaciones, etc.). En
este contexto, más allá de debatir sobre cuál hubie-
se sido la mejor manera de hacer las cosas (aunque
íntimamente relacionado con los desafíos actuales),
es interesante analizar las implicaciones de la nueva
lógica en el modelo, pues supuso una transformación
radical del sector arqueológico en muchos países,
sobre todo en aquellos que registraron una eleva-
da actividad desarrollista vinculada al sector de la
construcción, en los cuales fue necesario incorporar
rápidamente un sistema de normas, estructuras, pro-
cesos, organizaciones y profesionales, en un contexto
fuertemente marcado por la incertidumbre y sin ape-
nas planificación; lo que sumado a la mediación de
intereses económicos y especuladores supuso otro
tipo de desafíos.
Concretamente, el extraordinario desarrollo de la
actividad arqueológica española comenzó con 1) la
promulgación de un marco institucional asociado a
diferentes regulaciones estatales y autonómicas en
materia de protección y gestión patrimonial a partir
de 1985; y 2) la elevada demanda de informes de im-

90
Arqueología y Neoliberalismo

pacto arqueológico como resultado del auge de la


actividad de la construcción, sobre todo durante los
primeros seis años del siglo xxi. Ambos factores favo-
recieron el desarrollo de un próspero sector arqueo-
lógico en el que numerosos profesionales y empresas
comenzaron a trabajar, registrando volúmenes de ac-
tividad sin precedentes.
En términos cuantitativos el sector de la construc-
ción supuso una importante actividad para el creci-
miento de la economía española. Durante el periodo
1980-1990 representaba un promedio del 7,7 % del PIB
español, comenzando a despuntar en la década de
2000 y alcanzando su punto álgido en 2006, cuando
representó más del 12 % del PIB nacional. Por poner un
dato comparativo, el porcentaje del PIB en el Reino
Unido asociado a la construcción era del 6,0 % en el
año 2000 y aumentó hasta el 7,1 % en el 2008. El caso
es que el número de empresas de arqueología cre-
ció en consecuencia, sobre todo en España, donde
la prosperidad económica nacional se tradujo en un
volumen de actividad constructiva sin precedentes.
Se registraron 273 empresas de arqueología constitui-
das durante el periodo 1985-2009 y más de 2500 em-
pleos vinculados a estas organizaciones (Parga-Dans
2011). La dinámica empresarial del sector arqueológi-
co español evolucionó significativamente hasta 2009.
Sin embargo, la crisis económica y la paralización de
la construcción tuvo un efecto devastador para la ar-
queología. Por ejemplificarlo con algún dato, el 42 %
de las empresas existentes en 2009 desaparecen en
2013, el 66 % de los puestos de trabajo previamente
registrados se esfuman y los que permanecen lo ha-
cen en situación precaria —el 52 % de los empleos
analizados son temporales y mal pagados— (Parga

91
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

Dans y Varela Pousa 2014). La excesiva dependencia


de las dinámicas de mercado y concretamente de la
construcción supuso un importante desencadenante
de la situación actual de la profesión arqueológica. El
descenso abrupto de volumen de trabajo, la destruc-
ción de buena parte del tejido empresarial y laboral
son solo un ejemplo más del efecto de un modelo
económico, patrocinado por un modelo institucional,
en el que el valor principal de la arqueología como
actividad comercial en la práctica se orientó a la libe-
ración de suelo, un obstáculo legal que las empresas
constructoras debían superar para aumentar el valor
de la tierra.
Pero dejando a un lado el análisis de los datos y
regresando a las lógicas del modelo de arqueología
comercial española, es relevante destacar el tema
de la puesta en valor del conocimiento arqueológi-
co, su orientación técnica y profesionalizada como
garante de la protección y gestión patrimonial. Dicho
conocimiento que podía ser adquirido como mercan-
cía, funcionaba bajo los parámetros de un entorno
institucional complejo, es decir, un mercado altamen-
te competitivo y liberal a la vez que regulado y su-
pervisado por la administración pública. En este senti-
do, los profesionales se encontraron trabajando bajo
una lógica ambidiestra: actuando como garantes de
una adecuada gestión patrimonial establecida por
la normativa, orientada por un conocimiento espe-
cializado y a través de un modelo de empresa, cuyo
cliente principal (¡el que paga!) es la actividad de la
construcción con el fin de continuar con su actividad
desarrollista. Así, los expertos en materia arqueológi-
ca (tanto del sector público como del privado) se en-
contraron trabajando ante lógicas disociadas, por un

92
Arqueología y Neoliberalismo

lado ritualizando la protección y gestión patrimonial


(lo que debe ser), pero bajo la persuasión de intereses
capitalistas y especuladores (lo que es); lo que en la
práctica supuso diferentes desafíos. Esto es, la depen-
dencia del buen hacer de las personas encargadas
de garantizar la conservación y gestión patrimonial
(ya sea desde la administración, desde la empresa o
como profesionales liberales), muchas veces en con-
flicto con los intereses de los que manejaban el capi-
tal, los financiadores, al fin y al cabo, de la protección
y gestión patrimonial.

Dicho de otro modo:


Desde el ministerio pasando por el ayuntamiento
comenzó una especulación del terreno previa.
Era increíble lo que generaba una excavación
arqueológica. Cuando ya no había nada que
construir se buscaba algo para que no se aca-
base el chollo, las carreteras se modificaban
hasta cinco veces si hacía falta. Todo se pasaba
de rural a urbanizable. Y a la hora del concur-
so hasta le hacían el perfil a uno, todo se hacía
de manera oficial, pero todos sabíamos lo que
había por detrás. Incluso a veces nos llamaban
y presupuestábamos muy alto porque no nos in-
teresaba el trabajo, ¡estábamos superados! Aún
así nos lo daban y entonces repartíamos los pro-
yectos con los colegas, llegábamos a acuerdos
por detrás. Llovía el dinero, había meses que en-
traban hasta 16 000 euros en casa, no dábamos
a basto. En arqueología se podía hacer mucho
dinero y esto se sabía. El número de alumnos
matriculados en historia era desorbitado. ¡Todo
el mundo conoce a un arqueólogo!

93
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

Pero poco después llegó la tragedia, hubo de-


presiones y suicidios entre los promotores. El
sentimiento de culpabilidad es enorme, fuimos
conniventes con el modelo, se veían cosas, se
amañaban los concursos, pero no hacíamos
nada porque había para todos (…) Aquí había
pocas empresas y todas han cerrado, eran em-
presas grandes que habían puesto el capital por
delante. Digo que eran muy pocas empresas en
relación al número de arqueólogos que estaban
trabajando, hasta 2007.
Los arqueólogos éramos el estorbo para la cons-
trucción, éramos el problema y nosotros no su-
pimos llegar a la sociedad. La historia debería
revertir en la sociedad, hasta ahora nos hemos
dedicado a hacer informes y a entregarlos a la
administración, a la sociedad se la ha dejado al
margen, «pobrecito constructor», dicen, ¡pero es
que a la sociedad no le hemos dado nada!
Arqueóloga española, 2015

Y es que…
Te vendo un no-sé-qué-por-no-sé-cuánto
te traigo la solución para el dolor
te vendo un no-sé-qué-por-no-sé-cuánto
te traigo felicidad pal corazón
Juancho Valencia, Pregoneros de Medellín (2015)

En un contexto marcado por la incertidumbre, la li-


quidez, la volatilidad, las recesiones mundiales, la glo-
balización, los indicadores, la eficiencia, los fetiches
sobre fe y dinero, y un largo etcétera, parece más

94
Arqueología y Neoliberalismo

que nunca necesario frenar, contener la rueda y rei-


vindicar un poco más de disfuncionalidad, de fraca-
so, de desacuerdo y bosquejar espacios de reflexión,
de relegitimación individual, social e institucional.
El ejemplo del cataclismo de la arqueología comer-
cial española no representa una excepción a otras
prácticas profesionales contemporáneas y geográfi-
cas. Es tan solo un ejemplo más de cómo un sistema
puramente económico, amparado por determinados
modelos institucionales y fundamentado en el maná
de la estrategia y el conocimiento, se colapsa y ago-
ta, apuntando toda una serie de incongruencias fun-
cionales, económicas y sociales.
En términos generales, la aplicación de la lógica
capitalista a través de diferentes versiones políticas
del mismo modelo favoreció una especie de sentido
común individualista y economicista, colectivamente
legitimado, en detrimento de la lógica social o patri-
monial (en este caso), aquella para la que supuesta-
mente se había celebrado la ceremonia normativa,
pero que ya poco importaba. E incluso generando
dualidades entre el ritualismo de la teoría (mantenida
a base de impuestos públicos) y la ejecución de la
práctica (digamos en be).
Llegados al momento del trágico desenlace de
este tipo de escenarios y con la actuación estelar de
la estupidez funcional, parece más que pertinente in-
terpelar a la abstracción, al pensamiento crítico y a
la disonancia para soñar y crear horizontes. El ámbi-
to patrimonial y arqueológico como práctica social,
multivocal y participativa puede simbolizar un lugar
de encuentro, de recombinación de conocimientos,
de empoderamiento y de repolitización a través de
cauces de negociación colectiva, de la visualización

95
8. Algunas divagaciones sobre... - Eva Parga Dans

conflicto, las alteridades, la memoria, la materialidad,


el drama, la historia… es decir, otro tipo de estrate-
gias, de eficiencias y funcionalidades mucho más
ambiciosas que las precedentes, pero por inclusivas
y transparentes.

96
9.
¿ALGUIEN NECESITA UNA TRANSFUSIÓN?
HUMANIDADES Y SOCIEDAD Y VICEVERSA

Beatriz Comendador Rey

En los últimos años hay una tendencia a la valora-


ción de la transferencia de conocimiento como vía de
progreso de la sociedad, presentándose como uno de
los ámbitos fundamentales de la actividad en las insti-
tuciones académicas. Sin embargo, definir esta trans-
ferencia en el ámbito de las humanidades, y en con-
creto de la arqueología como disciplina humanística,
sigue siendo a día de hoy una asignatura pendiente,
no solo desde el punto de vista de la propia actividad
y de los indicadores que se utilizan para evaluarla, sino
también en relación al objetivo social y a la orienta-
ción del concepto de universidad que se persigue.

La arqueología y la generación de conocimiento


Las instituciones y ámbitos académicos en los que
se genera conocimiento juegan un papel importante
a través de la transmisión del saber. En el contexto uni-
versitario actual y en el ámbito de las humanidades,
en el que se incluye la arqueología, las exigencias de
rentabilidad imponen unas determinadas inercias en la
investigación, que afectan al modo en el que se rela-
cionan con la sociedad y viceversa.
Podemos poner sobre la mesa diversos aspectos en
cuanto a las formas de transmisión del conocimiento
generado por la investigación y a las dinámicas que

97
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

impone el actual modelo, dentro de los estándares de


competitividad.
Una de las vías habituales de transmisión es la publi-
cación de artículos en revistas científicas Internaciona-
les, en congresos, en revistas técnicas, en libros, etc. En
general se trata de un proceso dirigido a académicos
y especialistas en la materia. En los últimos años hemos
accedido a un creciente proceso de estandarización
en la valoración de esta actividad, a través de indica-
dores y de aplicaciones virtuales, buscando elementos
significativos desde una perspectiva de calidad o ex-
celencia, lo que en principio sería una buena noticia,
en la medida que permite homogeneizar y establecer
criterios de calidad. Sin embargo, el proceso se ha
realizado sin tener demasiado en cuenta las particu-
laridades de los diferentes ámbitos de conocimiento,
por lo que el procedimiento se rige por criterios meto-
dológicamente poco adecuados y menos en el caso
de las humanidades. Además, en el actual modelo,
priman los factores de cantidad sobre los de calidad,
con el consecuente sometimiento a rígidos indicado-
res numéricos, y a lo que estos significan en cuanto
al posicionamiento en los rankings. De este modo, la
publicación en revistas de tipo A con un alto valor de
impacto en el JCR1, especialmente en lengua extran-
jera, tipo Journal of Archaeological Sciences2, se han
convertido en el objetivo a alcanzar para conseguir el
reconocimiento de un sexenio o un currículum efectivo
en cuanto a competitividad.

1 Journal Citation Reports publicado por Thomson Reuters.


2 Por poner un ejemplo, en un congreso internacional celebrado en 2014,
el actual director del JAS realizó «el balance global de la investigación
sobre arqueometalurgia en los últimos 20 años» utilizando exclusivamente
los artículos publicados en dicha revista.

98
Arqueología y Neoliberalismo

Por su parte, la publicación en actas de congresos


se ha visto condicionada por el exponencial incremen-
to de las tasas de inscripción en estos eventos, a añadir
a los costes propios de desplazamiento y alojamiento.
Cada vez más se convierten en foros limitados a una
determinada élite, donde se presentan resultados de
investigación fundamentalmente derivados de aque-
llos grupos mejor posicionados que han conseguido
financiar proyectos en convocatorias de ámbito na-
cional o internacional, lo que a su vez también marca
diferencias.
Aunque es igualmente cierto el incremento de otro
tipo de foros, especialmente de jóvenes investigado-
res, con un perfil más abierto y formatos más dinámi-
cos. Es el caso de las Jornadas de Jóvenes en Investi-
gación Arqueológica (JIA), de carácter itinerante3.
La política de excelencia no solo se relaciona con
la propia valoración de los investigadores, sino que
esta repercute en la de sus propias universidades e
instituciones de procedencia. Por poner un ejemplo,
el Academic Ranking of World Universities4 utiliza seis
indicadores, entre los que se encuentra el número de
investigadores altamente citados, el número de artícu-
los publicados en revistas como Nature y Science, el
número de artículos indexados en Science Citation In-
dex - Expanded (SCIE) y Social Sciences Citation Index
(SSCI), el rendimiento per cápita respecto al tamaño
de la institución y el número de alumnos y profesores

3 Madrid (2008, 2009), Barcelona (2010), Faro (2011), Santiago de Compostela


(2012), Barcelona (2013), Vitoria (2014), Lisboa (2015), Santander (2016).
Las restricciones de participación a «no doctores» se establecen como un
puntal que facilita el acceso a la presentación y divulgación «de una serie
de grupos que quedan excluidos de otras actividades científicas». (http://
jia2016santander.unican.es/es/acerca-de/ Fecha de consulta 06/07/2016)
4 http://www.shanghairanking.com/es/aboutarwu.html

99
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

que han ganado premios Nobel y medallas Fields5.


AMRU califica más de 1200 universidades al año y las
500 mejores se publican en la web. ARWU-SUBJECT pu-
blica las 200 universidades del mundo clasificadas en
cinco materias, incluyendo Matemáticas, Física, Quí-
mica, Ciencias de la Computación y Economía/Nego-
cios. Las humanidades apenas aparecen por ningún
lado.
En definitiva, se perfila como un panorama disimétri-
co y altamente competitivo, tanto en referencia a las
dinámicas individualistas que promueve, como espe-
cialmente en cuanto a la financiación de proyectos,
donde la política universitaria de cada país juega un
papel determinante. Y este aspecto se relaciona di-
rectamente con la formación, como segunda vía de
transmisión de conocimiento.
El apoyo cada vez menor a la universidad pública,
el encarecimiento de las tasas de matrícula y la escasa
posibilidad de obtener becas, supone una importante
criba social en el acceso a la misma. Del mismo modo,
sucesivas reformas, desde la instalación del Plan Bolo-
nia, han dejado un panorama negativo en cuanto al
avance en la formación de nuevos profesionales y, en
términos generales, una devaluación de la oferta for-
mativa en el ámbito de la arqueología, con un gran
retroceso en cuanto a la especialización, a pesar del
incremento de la complejidad metodológica en la dis-
ciplina. Los recortes en materia de investigación han
dejado en situación lamentable a institutos y departa-
mentos, convirtiendo casi en un imposible la formación
de nuevos investigadores. Pocos pueden llegar, pero lo
peor es asistir al éxodo de los investigadores bien for-
5 Martínez Rizo, F. 2011. Los rnkings de universidades: una visión crítica.
Revista de la Educación Superior, 40, 157. México.

100
Arqueología y Neoliberalismo

mados que lo consiguen, y que pre o posdoctorados,


emigran a otros países para poder obtener un futuro
profesional y personal.
Pero la situación no solo es negativa para el alum-
nado, sino que el deterioro de la formación implica
una creciente falta de reconocimiento de la labor
docente que afecta al profesorado y limita el tiempo
dedicado a la investigación. El llamado decreto Wert6
supuso un endurecimiento de las condiciones para el
profesorado con la ampliación de la capacidad do-
cente, envió miles de profesores asociados a la calle
y supuso la práctica paralización de las posibilidades
de promoción o consolidación de plazas. Repercute
también en la falta de incentivos para la dirección de
trabajos académicos. Todo ello en el contexto de una
universidad cada vez más burocratizada y sometida a
sistemas de control de calidad y procesos de valida-
ción a través de las agencias, estatales o autonómi-
cas, sin que aparentemente nada de ello repercuta
en una mejora tangible de la calidad del proceso de
enseñanza-aprendizaje. Además los procedimientos se
han implantado sin tener en cuenta las diferencias en-
tre distintas universidades y centros, que finalmente son
comparadas en los mismos rankings.
Por último, las sucesivas reformas de titulaciones (in-
cluida la que pretende el último real decreto de grados
conocido como 3+2) se han realizado a coste cero,
siendo los nuevos títulos diseñados por los equipos do-
centes de los centros y establecidos los procesos de
verificación e implantación con plazos muy ajustados,
al tiempo que se realizan las tareas habituales durante
el curso académico. Además, los requisitos exigidos, es-

6 Real Decreto-ley 14/2012, de 20 de abril, de medidas urgentes de


racionalización del gasto público en el ámbito educativo

101
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

pecialmente en cuanto al cupo mínimo de alumnado


matriculado, han condicionado excepcionalmente el
diseño, obligando, entre otras cosas, a la apertura de
los perfiles de los candidatos para obtener los mínimos
exigidos, lo que va en detrimento de la especialización,
y fomenta la competencia (más que la ordenación y
colaboración) entre las distintas entidades.
Por su parte la oferta formativa no reglada ha ido
en aumento de manera exponencial y, hoy en día, es-
pecialmente en lo referido a TIC y herramientas aplica-
das, supone en muchos casos una oferta tan competi-
tiva por su calidad, que solo se mitiga por el hecho de
que las universidades ofertan títulos oficiales.
La lectura es la lenta sangría de las humanidades
y de la propia universidad pública, necesitada de nu-
trientes para los elementos constituyentes del tejido,
entre ellos el oxígeno que evite esta situación de ane-
mia permanente.
Paradójicamente, en los últimos años, la arqueolo-
gía y el ámbito del patrimonio cultural, han reflexiona-
do sobre su repercusión social como pocas disciplinas
lo han hecho. Y esto tiene que ver con la difusión como
último elemento referido a la transmisión de conoci-
miento. Los nuevos paradigmas de la profesión hacen
inexcusable no atender a este tipo de tareas a través
de revistas de tipo divulgativo, prensa, y otra serie de
eventos dirigidos a la sociedad en su conjunto, ya que
el retorno supone la base fundamental de la tarea.
Sin embargo carece de reconocimiento en el ámbito
académico, donde se considera una actividad secun-
daria o poco valorada fuera del núcleo duro. Tampo-
co se considera la investigación en innovación social a
este respecto.

102
Arqueología y Neoliberalismo

Por su parte, la necesidad de financiación y el con-


texto de libre competencia, promueve una perniciosa
relación con los medios de comunicación, ya que se
observa una creciente confusión entre divulgación y
presencia mediática, que deriva en una arqueología
de titulares. El péndulo oscila entre generar interés so-
cial o vender humo.
Finalmente señalar dos carencias: por un lado la
escasa experimentación en la utilización de nuevos
lenguajes de comunicación, a pesar de las facilida-
des tecnológicas; y por otro lado, que el paradigma
jerárquico, basado en el modelo de primero investigar
y posteriormente divulgar los resultados, sigue siendo
el predominante. Aunque las cosas están empezando
a cambiar por los crecientes procesos de empodera-
miento de la sociedad civil sobre el patrimonio arqueo-
lógico y cultural en general, así como la toma de pro-
tagonismo en las tareas de gobernanza.

¿Hay transferencia en humanidades?


En los últimos años se habla no solo de transmisión,
sino también de transferencia de conocimiento, que
tiene como objetivo tanto a las empresas, para que
los incorporen en sus procesos productivos, como a las
administraciones y demás agentes sociales, para que
desarrollen su labor.
A diferencia de la simple transmisión, la transferen-
cia implica adaptar el mensaje al receptor de tal ma-
nera que pueda usar ese conocimiento e incorporarlo
en sus productos/procesos, por lo que implica trabajo
bajo demanda y normalmente interacción, así como
la gestión de esas transacciones.

103
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

El estudio de la innovación en el sector cultural es


reciente, ya que tradicionalmente solo se esperaban
innovaciones importantes a partir de las ciencias ex-
perimentales, o se generaban expectativas en cuan-
to a la innovación tecnológica e industrial. Pero… ¿es
posible hacer transferencia en humanidades, y más
concretamente en el campo de la arqueología y el
patrimonio cultural?
La respuesta es que sí, aunque para ello haya que
salvar diversos obstáculos. El primer paso es el de identifi-
car resultados potenciales de la investigación que pue-
den ser utilizados por distintos usuarios, algo sobre lo que
ni siquiera han reflexionado en profundidad los propios
investigadores, ya que muchos de ellos siguen en su to-
rre de marfil, considerando que lo que hacen no tiene
impacto más allá de las revistas especializadas.
El paso siguiente sería el de identificar los interme-
diarios y usuarios finales que pudieran aplicar esos re-
sultados. Para ello es precisa una mayor presencia so-
cial, y es fundamental la difusión tanto de los resultados
como de los métodos. También resulta indispensable la
inquietud por seguir el impacto de la investigación en
la sociedad. Por eso es importante conceder la rele-
vancia oportuna a la arqueología pública también en
el propio ámbito académico.
Por último, podemos señalar la carencia de relación
con el tejido empresarial, incluso dentro de la propia
disciplina, así como la excesiva compartimentación y
rigidez académica en cuanto a los ámbitos de cono-
cimiento, lo que no favorece el trabajo transdisciplinar.
Algunas universidades han comenzado a evaluar los
resultados de transferencia. A través de los indicadores
utilizados por la Universidad de Vigo en la convocato-

104
Arqueología y Neoliberalismo

TABLA 1. Indicadores de transferencia en la Universidad de Vigo (convocatoria 2014)


A. Proyectos, colaboraciones y convenios con empresas
A.1. Importe de las actividades contratadas de I+D (contratos, informes/dictámenes e cursos)
con empresas e instituciones
A.2. Importe de proyectos de I+D competitivos
B. Contratos de licencia
B.1. Importe anual ingresado dos contratos de licencia.
C. Propiedad Industrial
C.1. Nº de Patentes concedidas
C.2. Nº de Modelos de Utilidad concedidos
D. Creación de empresas de base tecnológica EBTs
E. Resultados de la Creación Artística
E.1. Producción Artística. Obras y realizaciones artísticas. Proyectos artísticos. Procesos artísticos.
Innovación en medios e instrumentos artísticos. Documento. Creación. Comisariado. Proyectos
interdiscisciplinares.
E.2. Producción Audiovisual. Producción y creación. Organización de festivales y concursos.
Medios de distribución de material audiovisual.
E.3. Diseño. Productos de consumo y equipamiento profesional. Ambientes. Museográfico y
expositivo. Escenográfico. Mobiliario y materiales de decoración. Packaging. Moda y Textil.
Videojuegos. Comisariado y diseño.
F. Creación Literaria
F.1. Competitiva
F.2. No Competitiva
F.3. Elaboración de diccionarios (completos, entradas…)
G. Software libre y Open Source
G.1. Liberación de software puesto a disposición de la comunidad científica mediante
repositorios públicos reconocidos (Sourc eForge, Google Code, etc y evaluado por una
publicación científica asociada
H. Actividades promocionales
H.1. Presencia en ferias
H.2. Realización de jornadas universidad empresa
H.3. Elaboración de material promocional sobre la oferta I+D+I: catálogos, folletos.
I. Actividades de Transferencia Social, cultural e educativa
I.1. Organización de congresos, jornadas, seminarios, conferencias o cursos de
formación destinados a personas externas a la Universidad (nunca se valora como mérito de
Producción de Transferencia a participación como ponente, docente, coordinador de mesas
de debate e similares).
I.2. Actividades no lucrativas de carácter representativo o de asesoramiento para personas
físicas o jurídicas e instituciones distintas a la Universidad (Elaboración de informes jurídico
técnicos, pertenencia a consejos de organismos públicos, presidencias de convenios
colectivos, arbitraje en elecciones sindicales, etc.)
I.3. Elaboración de Publicaciones de divulgación Científica Educativa. (Los libros de texto no
se consideran como divulgación, si no como docencia, por lo que no se valoran. Además, los
artículos en prensa no se valorarán se no figura mención a la Universidad, y las entrevistas en
cualquier medio de comunicación (prensa,radio, televisión, etc.) no serán valoradas en ningún
caso)
I.4. Participación en comités de estandarización, coautoría o coedición de normas, estándares
o especificaciones técnicas
I.5. Recensiones. (Recensiones se valoran solo las realizadas, no las recibidas. Además
las recensiones de artículos no se valoran puesto que fueron tenidas en cuenta como
investigación.
I.6. Traducción de libros técnicos o literarios

105
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

ria de 20147, podemos valorar algunos aspectos refe-


ridos a las humanidades y a la arqueología (tabla 1).
Algunos indicadores están poco adaptados para
las humanidades o han tenido tradicionalmente poco
recorrido en este ámbito. Así los indicadores B y C (con-
tratos de licencia y patentes), (D) creación de empre-
sas de base tecnológica, (G) liberación de software
libre u Open Source y (H) en actividades promocio-
nales8. Vemos que se da mucha importancia a la pro-
piedad industrial, pero hay escaso tratamiento de la
propiedad intelectual, a pesar de que se valoran los
resultados de creación artística y literaria (E, F).
Por su parte, se valora el impacto de las actividades
contratadas de I+D con empresas e instituciones (A),
pero sin embargo se ha establecido un criterio econo-
micista, que señala que los contratos por debajo de los
10 000 euros no cuentan.
Más acuciante es la falta de reconocimiento en
indicadores donde la presencia debería ser mayor,
como los de «actividades de transferencia social, cul-
tural y educativa» (I). Lo habitual es que actividades
que se realizan no sean reconocidas como méritos. Por
ejemplo, en el punto I.1. solo se valora la pertenencia
al comité organizador o científico, pero nunca se va-
lora como mérito de «producción de transferencia» la
participación como ponente, docente, coordinador
de mesas de debate y/o similares (y tampoco en la
«producción de investigación»).
Otro tipo de «actividades no lucrativas» (I.2) o «par-

7 Utilizamos el de 2014, ya que la primera versión de este trabajo fue


entregada en 2015.
8 En el 2015 se celebró la Primera Convención de Instituciones, Empresas y
Colectivos del Sector de la Arqueología (MeetArch2015), organizada por el
Colegio Oficial de Arqueólogos de Madrid.

106
Arqueología y Neoliberalismo

ticipación en comités» (I.4) se suelen hacer bajo de-


manda de colegas, pero sin consciencia de que se
preste un servicio social.
Sangrante es el punto (I.3.), «elaboración de publi-
caciones de divulgación científica educativa» , ya que
la convocatoria señala expresamente que los libros de
texto no se consideran como divulgación9, por lo que
no se valoran, y tengamos en cuenta, que hasta hace
muy poco, los manuales quedaban expresamente
descalificados en la acreditación de méritos para se-
xenios de investigación por la ANECA. Comprensible
pues la actual carencia de manuales y material didác-
tico especializado, así como de material divulgativo.
Los artículos en prensa solo se valoran si figura men-
ción expresa a la universidad, y las entrevistas en cual-
quier medio de comunicación (prensa, radio, televi-
sión, etc.) no se valoran en ningún caso, aunque se
trate de colaboraciones bajo demanda.
En los últimos veinte párrafos podemos identificar
tareas que practicamos habitualmente en la transfe-
rencia social del conocimiento generado. Sirvan estos
ejemplos para pararnos a reflexionar sobre por qué no
se reconoce esta labor y qué es lo que ello implica.

La aplicabilidad: ¿herramientas para la arqueología o


arqueología para las herramientas?
Dentro del concepto de innovación a partir de las
ciencias experimentales, en los últimos años se han de-
sarrollado toda una serie de tecnologías que aplicadas

9 «No se valorarán los libros de divulgación, los libros de texto o docentes, los
casos o los supuestos prácticos que tengan como objetivo servir de apoyo
en la docencia, las publicaciones relacionadas con cursos o con jornadas
de formación, ni las publicacións derivadas de cualquier tipo de evento».

107
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

a la arqueología constituyen una auténtica revolución


en campos diversos, fundamentalmente en las técni-
cas referidas a la prospección, al registro en interven-
ciones arqueológicas, al modelado de la información,
a la representación del patrimonio cultural, etc. La di-
námica obliga también a otras disciplinas a expandir
su aplicabilidad, a base de identificar sus potenciales
usuarios, lo que inicialmente es una excelente noticia.
Sin embargo, el apoyo financiero al desarrollo de este
tipo de herramientas, en cierto modo promueve su
abuso, con lo que en muchas ocasiones la herramienta
deja de ser herramienta para convertirse en el fin. Así,
es creciente su aplicación, especialmente en los ám-
bitos de representación del patrimonio y de la difusión,
pero con escaso o mínimo impacto en los resultados
de la investigación y/o construcción de conocimiento
y el discurso generado. Modelados 3D vacíos, realida-
des ampliadas sin historias, drones que sobrevuelan la
nada y en general, la búsqueda de una arqueología
de escaparate, del espectáculo o directamente de
ficción, que busca fascinar a los espectadores a base
de efectos especiales, sin la más mínima estimulación
intelectual.
Este mismo proceso pero a otro nivel se observa en
la proliferación de empresas dedicadas a la didáctica
de la arqueología, ámbito al que hace años apenas
nadie se dedicaba, ni constituía su foco de interés. Los
efectos de la crisis y la falta de trabajo han obligado a
muchas empresas de arqueología a una reconversión
e incluso lavado de cara hacia estos nuevos negocios.
En algunos casos el proceso ha sido exitoso, y han sur-
gido iniciativas encomiables. Pero en otros casos, se
trata de una simple transmutación a la arqueología
social/didáctica de algo que no lo es, y que una vez

108
Arqueología y Neoliberalismo

más disfraza de didáctico lo que apenas se queda en


lúdico con ambientación histórica.

Innovación social y vías para el cambio


¿Debemos transferir para ser útiles, rentables? En el
actual contexto sociopolítico la importancia de la in-
vestigación, la socialización a nivel local y, en definiti-
va, la cultura como valor real, ha quedado relegada a
un segundo o tercer plano, cuando no directamente
suprimida. Recientemente planteábamos si sería posi-
ble romper inercias e iniciar nuevos procesos. Podemos
elegir los planteamientos que condicionan el tipo de
arqueología que queremos hacer y la forma en la que
desarrollamos esta disciplina humanística.
La transferencia puede derivar en una incorpora-
ción al libre mercado vista con recelo por parte de un
amplio sector. Pero también puede derivar en la prác-
tica de una arqueología crítica, con presencia en la
sociedad, comprometida también políticamente, que
busque la capacidad de cuestionamiento en la ciuda-
danía y que esté implicada con los modelos de inno-
vación social.
Quizás objetivar nuestro papel social en la construc-
ción de modelos alternativos, en la intervención en el
presente y en el impacto a través de la transmisión y
transferencia de conocimiento científico permita ase-
gurar el futuro de la profesión. Pero para este proce-
so debemos ser críticos con el sistema y visibilizar los
criterios a través de los que podemos actuar en el
presente. Debemos repensarnos a nosotros mismos,
repensar nuestras estrategias y alejarnos de un mode-
lo continuista, establecido en el confort y dedicado
a la autocomplacencia. Pensémonos como agentes

109
9. ¿Alguien necesita una... - Beatriz Comendador Rey

de cambio y tomemos contacto con la realidad para


intervenir de urgencia. Porque en el actual contexto
sociopolítico, las humanidades y su futuro en la univer-
sidad sufren un tratamiento de lenta sangría que las
hace pretendientes a una transfusión urgente, de hu-
manidades a sociedad, y viceversa.

110
10.
ARQUEOLOGÍAS DEL PRESENTE Y MUSEOS DEL
FUTURO, O DE CÓMO ABRIR LA RELACIÓN
ENTRE PATRIMONIO Y PROCOMÚN

Antonio Lafuente y Paz Sastre

Pocos territorios han sido más explorados que la


provincia cuyos bordes se delimitan con las nociones
de museo, patrimonio, tecnología y mercado. Por eso
nunca dejará de ser paradójico que aún no tenga-
mos una explicación para un hecho sorprendente y
sintomático: los primeros museos del xviii no muestran
piezas excepcionales, sino piedras, huesos, conchas,
plumas, mapas, maquetas, microscopios, telares, ara-
dos… ¿Pero qué hacen todas estas cosas ordinarias en
un museo? Están ahí para reconfigurar el signo de los
tiempos, inventar un pasado y un presente común. Los
ilustrados cuestionan los límites de lo social desorgani-
zando la disposición de las cosas en un espacio abier-
to. Las cosas no se distinguen de las nuevas tecnolo-
gías que las movilizan, y por primera vez, como objetos
independientes de los individuos y los usos heredados.
Lo ordinario se analiza, data, localiza, clasifica y con-
serva haciendo del museo una verdadera casa de
los (nuevos) comunes. Esas piezas evocan un mundo
común heredado (Lafuente y Valverde 2008). La roca,
por ejemplo, da testimonio de los procesos de cristali-
zación de la materia inerte, esta osamenta evoca al-
gún vericueto de la historia del planeta, y aquel tejido
predica el nivel técnico de una comunidad remota.

111
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

Todo es tan común como relevante. Su relevancia


es adquirida e implica la movilización de los nuevos ins-
trumentos cognitivos, desde el barómetro y la probeta
al prensado y los sistemas de clasificación pasando por
los laboratorios, las expediciones, los salones y los pre-
mios. Con el mismo gesto, los ilustrados descubrieron el
papel de las tecnologías en la producción de objetos
y en la formación de consensos. Las cosas son ahora
recodificables. Pero dar propiedades es poner en valor
e inevitablemente asignar un precio en el nuevo mer-
cado de objetos civilizatorios que crece mientras se
sustituye la cultura de las maravillas por las maravillas
de la cultura. Y así, junto a la plétora de amateur que
integraban la Royal Society o las expediciones cientí-
ficas, surgen una pléyade de coleccionistas, connais-
seur, marchantes y tasadores. Asignar propiedades y
poner valor a las cosas no son movimientos dispares y,
aunque estén separados en el tiempo, están hermana-
dos por el Estado y en seguida por el mercado, como
lo prueba la deriva emprendida por los bienes comu-
nes hacia su patrimonialización (Miller 1987; Strathern
1988).
En una de las escenas más impactantes de Las inva-
siones bárbaras, la película con la que Denys Arcand
triunfó en Cannes y cosechó el Óscar a la mejor pro-
ducción extranjera en 2004, se nos muestra un sacer-
dote que trata con una joven anticuaria americana la
venta de candelabros, altares, óleos del Sagrado Co-
razón y yesos de vírgenes policromadas, entre otros ob-
jetos religiosos que se amontonan desordenadamente
en los sótanos del arzobispado de Montreal. Y es que,
explica el guionista, el descenso de la religiosidad forzó
el cierre de muchos templos y la necesidad de ven-
der los excedentes para poder mantener el resto. La

112
Arqueología y Neoliberalismo

marchante, sin embargo, responde con frialdad que el


mercado americano está saturado de objetos de cul-
to francés y que solo tendrían salida los cálices del siglo
xviii. En definitiva, aquellos objetos habían dejado de
engrosar el patrimonio y se habían convertido en una
bagatela difícil de gestionar. Así de simple y así de cla-
ro: el patrimonio eclesiástico quebequés no vale nada,
ni siquiera como testigo anónimo del pasado artesanal
o como símbolo de la identidad nacional.
Y es que sostener el valor de las cosas tiene un coste
estremecedor y de nuevo reclama un ejército de res-
tauradores, ingenieros, artistas, patrocinadores, edifi-
cios e investigadores, además de protocolos, estánda-
res y consensos, y la convergencia de todos los medios
de masas sujetando la empresa patrimonial. ¿Habrá
expertos para todos los museos? ¿Habrá recursos para
todos los objetos? ¿Habrá mercado para todas los ar-
tefactos? ¿Habrá públicos en todos los edificios? El pa-
trimonio es sin duda una empresa bulímica.
Para contestar a estas preguntas y proponer en el
camino otras nuevas, hemos dividido nuestro argu-
mento en tres tramos. En el primero aludiremos a la in-
visibilización de los comunes tras los dos grandes pro-
cesos de patrimonialización: la liberal en el siglo xix y la
neoliberal del siglo xx. En el segundo, atenderemos el
redescubrimiento actual de los bienes comunes siem-
pre en los márgenes del Estado y del mercado. En el
tercero y último, expondremos nuestras conclusiones
dejando abierta la pregunta ¿qué espacios reservar
para el cuidado de los nuevos patrimonios?

113
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

La mano visible y la mano invisible de la


patrimonialización
Ya hemos mencionado que los ilustrados descubrie-
ron la simultaneidad que se daba entre la tarea de re-
codificar la sociedad y la de recodificar las cosas. Lo
más novedoso de esta original conexión entre bienes
comunes y nuevas tecnologías hay que buscarlo en las
formas de sociabilidad que inaugura: la convicción de
que el consenso, el equilibrio y la paz social son un asun-
to que se resuelve mediante instrumentos, cifras y ma-
pas. Pero las nuevas repúblicas absorben masivamente
los bienes comunales, incluidos los no museografiables.
Revalorizar lo cotidiano deviene en un proceso técnico
cuyos altos costos iban a ser asumidos por el Estado.
La memoria, la sanidad, la educación y la seguridad
dejan de ser asuntos comunes y surgen los patrimonios
estatales. El estrechamiento del procomún alumbra el
nacimiento de lo público. Y aquel museo que nació
para ser la casa de los comunes escenifica ahora los
valores del nuevo contrato social (Linebaugh 2008). El
museo, las exposiciones universales o las grandes obras
públicas creaban la ilusión de que el propio Estado se
podía exhibir como un gran espectáculo tecnológico
(Nye 1962; Bennett 1995). También hay una deriva que
privilegia los museos de arte, lo que implica un tránsito
desde lo común a lo excepcional, desde lo ordinario a
lo magistral y desde lo objetivo a lo estético (Duncan
1995). Este cercamiento transforma lo común en sinó-
nimo de atrasado, residual y primitivo. Lo público, por
el contrario, es moderno, radiante y eficaz (Deloche
2001). Así las cosas, nada tiene de sorprendente que
los objetos dentro del museo fueran sometidos a todos
los vaivenes de las retóricas identitarias. El patrimonio
liberal tuvo entonces que despreciar el procomunal.

114
Arqueología y Neoliberalismo

Tras la Segunda Guerra Mundial la crisis del proyecto


moderno acentúo el interés por confundir lo común en-
tre los límites de lo público. Las inconsistencias acumu-
ladas en el devenir de la Lista del Patrimonio Mundial
coordinada por la UNESCO incentivaron la búsqueda
de nuevas definiciones del patrimonio. Sin embargo, los
expertos no resolvieron las asimetrías existentes y el ca-
rácter altamente excluyente de las obras catalogadas
por su «valor universal excepcional» (García Canclini
2010). Abogar por la democratización del patrimonio,
fomentar un supuesto deber de la memoria y reclamar
los patrimonios inmateriales, marginales y naturales ha
convertido la cruzada del patrimonio en una empre-
sa bulímica, insostenible y finalmente necesitada de
recursos privados que garantizaran su financiación. La
desmusealización, la desartefactualización y la desex-
pertización, junto con la privatización, la masificación
y la globalización han convertido el patrimonio en un
recurso al servicio del mercado del ocio. La segunda
ola de patrimonialización, la neoliberal, mezcla de for-
ma irreversible lo público con lo privado y convierte al
turismo de naturaleza y al turismo cultural en los verda-
deros motores del patrimonio. Y así, términos como la
disneyización o macdonalización del patrimonio incre-
mentan cada día el número de adeptos.

Exploradores del procomún


La privatización de lo público, como probó Ostrom,
tampoco resuelve las tensiones sociales, políticas, eco-
nómicas y culturales generadas por la patrimonializa-
ción de los comunes. Ni las economías de la larga cola,
ni la innovación social, ni la responsabilidad social cor-
porativa logran frenar la proliferación sistemática de
minorías excluyentes y mayorías excluidas. Lo común

115
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

no es el resultado de una expansión de lo púbico. Lo


común siempre emerge allí donde el Estado y el mer-
cado se ausentan, allí donde la vida sigue mediante
formas de gestión autogestionarias, resistencialistas,
cooperativas y contrahegemónicas, o una mezcla ori-
ginal de las mencionadas. Lo público, cuando funcio-
na bien, tiene demasiado trabajo con la producción
de protocolos, estándares y políticas distributivas. Casi
se diría que lo estatal está diseñado para ignorar lo lo-
cal, lo situado, lo periférico, lo singular y lo minoritario.
La maquinaria estatal no sabe dónde ni cómo mirar
estos territorios emergentes. Fracasa el Estado, y mu-
cho más el mercado, aun cuando haya querido poner
en marcha confusos proyectos de filantrocapitalismo
o, más recientemente, de innovación social. Para res-
ponder la pregunta sobre lo que es lo común necesi-
tamos a los artistas o, quizás, un tipo especial y no tan
reciente de artistas (Spieker 2008). Para encontrar lo
común hay que enviar exploradores a las fronteras de
lo patrimonial, más allá de lo público y lo privado, tal
como hicieron los ilustrados con sus expedicionarios en
los confines del imperio, más allá de lo conocido y más
acá de lo maravilloso. También entonces hubo una
proliferación de nuevos actores, nuevos medios de ma-
sas y nuevas tecnologías. También entonces la cultura
amateur encontró un intersticio por donde colorear lo
formal y lo heredado. De manera que, a hombros de
expedicionarios, nos gustaría revisar las estrategias de
algunos viajeros que se están adentrando en los nue-
vos territorios ignotos de una modernidad que ya solo
podemos imaginar como incompleta, imperfecta, in-
conclusa, parcial, desorientada, frágil y ocasional. Una
modernidad fragmentaria cuya ruina se oculta hasta
en los márgenes de lo público y lo privado. Algunos

116
Arqueología y Neoliberalismo

proyectos contemporáneos están actuando como


sensores de las nuevas tensiones entre lo procomunal
y lo patrimonial. Están desorganizando la distribución
de lo ordinario en el espacio público o, como decía-
mos antes, (re)programando los objetos y produciendo
otras visualizaciones.
Megafone.net, del artista Antoni Abad, ha cartogra-
fiado desde 2004 hasta 2017, con ayuda de diferen-
tes grupos, 13 territorios emergentes: el de los taxistas
de Ciudad de México, los jóvenes gitanos de Lérida y
León, las trabajadoras sexuales de Madrid, los discapa-
citados motores de Barcelona, Ginebra y Montreal, los
motoboys de Sao Paulo, los migrantes nicaragüenses
en Costa Rica, los desplazados en Colombia, los jóve-
nes saharauis refugiados en Argelia, los invidentes de
Barcelona y los inmigrantes en Nueva York. Cada gru-
po construye sus propios objetos en directo mediante
un smartphone conectado a la interfaz gráfica de la
plataforma web, reorganizando el espacio público y
simbólico a través de sus propios relatos (Martín Prada
2012; Parés et al. 2014; Tisselli 2014; Oliverio 2011).
En el año 2000, el colectivo de artistas, educado-
res, académicos y activistas, REPOhistory (Repossessing
History), que venía trabajando desde 1989, produjo su
último proyecto público de mapas (Constanzo 2000;
Collado y Rodrigo 2010). Titulado Circulation, conce-
bía la ciudad entera de Nueva York como un enorme
organismo y espacio de exploración para investigar un
aspecto poco conocido de la fisiología urbana: la dis-
tribución diaria de sangre humana, desde los donantes
a los bancos de sangre, los hospitales, los receptores
y las clínicas. Esta cadena conforma eficazmente un
sistema circulatorio invisible que se extiende por múlti-
ples puntos, tanto local como globalmente. El proyec-

117
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

to investigaba la economía política del material san-


gre, tanto desde la perspectiva sanitaria (transmisión
de enfermedades, recurso quirúrgico…), como desde
la mercantil (la experimentación de nuevas utilidades,
las motivaciones altruistas, las connotaciones racistas).
Este ensamblaje liminar de actores humanos y no hu-
manos dibuja un espacio de intercambios que es ex-
perimentado como común.
Tras la visita a Nueva Orleans en 2006, el artista Mel
Chin descubre que la ciudad antes de la catástrofe
del Katrina era una de las más contaminadas de todo
el país con índices alarmantes de plomo en sangre del
30 al 50 % de la población infantil urbana (Abaroa 2013:
37). El costo estimado para limpiar la ciudad entera era
de 300 millones de dólares. Con la idea de recaudar
estos fondos diseña y coordina el proyecto Operation
Paydirt/Fundred Dollar Bill Project1 donde participan
estudiantes de escuelas de todo el país dibujando a
mano billetes de 100 dólares. Una vez reunidos todos
los dibujos son entregados al Congreso de Estados Uni-
dos con la intención de canjearlos por la cantidad real
requerida para llevar a cabo la eliminación del plomo
en el suelo. El proyecto dura ya ocho años y ha ex-
tendido su escala al territorio nacional a partir de la
participación de estudiantes, profesores, científicos y
políticos.
Estos casos prueban la existencia de nuevos obje-
tos y formas de intercambio. En ellos emergen terri-
torios desconocidos. Su existencia no es antagónica,
pero sí contrahegemónica. Mundos incrustados en el
ahora que vivimos, formas híbridas de sociabilidad,
que demandan la mirada del artista y las prácticas del

1 http://operationpaydirt.org/, http://fundred.org/ [03/11/2015]

118
Arqueología y Neoliberalismo

arqueólogo (González Ruibal 2012). Una arqueología


del presente debería ser capaz de mostrarnos lo que
muchos artistas, autoconvertidos en sensores de alerta
temprana, experimentan como nuevos cercamientos
del procomún (Boyle 2003). Estos ejemplos podrían ser
tres arqueologías del presente (Harrison 2012) que tes-
timonian la inminencia de nuevos patrimonios, ahora
calificados como expandidos por ser fruto de la parti-
cipación y convergencia de los expertos con los afec-
tados. Los casos también dan forma a nuevos patrimo-
nios anónimos y espacios híbridos donde se intersecta
lo común con lo patrimonializado, lo público y lo pri-
vado. Pero hay más. Cada día encontramos en la red
nuevas experiencias nacidas allí donde la modernidad
se desdibuja o, peor aún, se ausenta por completo. Es-
tas últimas ya no se traman, como sucedía en los casos
mencionados, mediante estrategias prediseñadas de
participación por parte de un artista o un colectivo in-
terdisciplinar, sino en redes de colaboración transversal
que se tejen de manera espontánea y autogestionaria.
Así sucedió en Nueva Orleans cuando Katrina mostró
todas las carencias, asimetrías e injusticias espaciales
que sostenían y habían romantizado la ciudad criolla,
la urbe alegre, la capital del jazz. Katrina no está allí có-
modamente instalada en el pasado. Katrina está por
todas partes. Todos, lo sabemos, estamos aguardando
a Katrina.
Fukushima es un caso admirable de lo que queremos
decir. Tras el tsunami y la fusión del núcleo de varios re-
actores nucleares se produjo un apagón informativo.
Del Big Data pasamos al No Data. El gobierno japonés
y TEPCO, la empresa propietaria de las centrales, trata-
ban de salvar las apariencias dando informes incom-
pletos y no sistemáticos en PDF que llegaron a irritar a

119
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

varios gobiernos. La crisis japonesa se hacía global. Tu-


vieron que ser varios colectivos de hackers del mundo,
incluidos los miembros del hackerspace de Tokyo, quie-
nes en un tiempo récord diseñaron, financiaron, fabri-
caron y distribuyeron un contador de radioactividad
basado en protocolos y hardware open source. Los
datos fueron estandarizados, como también los pro-
cesos de recogida, depuración, normalización y trata-
miento en Pachube.com (hoy, Xively.com), una plata-
forma para el internet de las cosas que, combinada
con Ushahidi.com, comenzó a producir visualizaciones
en tiempo real de la radioactividad que dejaron en ri-
dículo a la corporación energética y a la administra-
ción pública (Plantin 2011). Un año más tarde, en 2012,
Safecast.org recibía una mención honorífica en la ca-
tegoría de comunidades digitales de los premios del
Festival Ars Electronica2.
El periodismo ciudadano en zonas de conflicto ar-
mado es otro ejemplo de estas prácticas emergen-
tes (Al-Ani 2012). Durante los últimos años de la guerra
contra el narco que se desarrolla en México, las redes
sociales se han convertido, una vez más, en una he-
rramienta de seguridad ciudadana que cubre los va-
cíos informativos de las instituciones de gobierno y los
medios tradicionales de información como la prensa
o la televisión (Monroy-Hernández et al. 2013). Servi-
cios de microblogging como Twitter se convierten en
alertas sobre los puntos calientes donde se observan
escenas de violencia potencial o efectiva —disparos,
operativos policiales, etc.— de manera que los ciuda-
danos puedan evitarlas y proteger su integridad perso-
nal buscando vías alternativas de paso. El anonimato
y la producción distribuida de noticias en tiempo real
2 http://prix2012.aec.at/prixwinner/4547/ [03/11/2015]

120
Arqueología y Neoliberalismo

permiten operar a la ciudadanía como un medio de


información que complementa los informes oficiales y
los servicios de noticias locales. Y lo que acabamos de
contar sobre los nuevos regímenes de producción de
conocimiento y sociabilidad en los entornos de la urbe
se amplía a los entornos del cuerpo.
Las Braintalkcommunities.org son otro ejemplo de
redes descentralizadas que actúan cartografiando
un territorio por completo desconocido. Formadas por
pacientes psiquiátricos cansados de pastillas y deseo-
sos de mejorar su calidad de vida, han organizado un
gigantesco ensayo clínico cuyo objetivo es hablar de
lo que les pasa para identificar síntomas probables,
remedios tentativos, efectos colaterales, tratamientos
recomendables y, en fin, emprender cualquier movi-
miento que cumpla varias condiciones, entre las cua-
les destacan la voluntad de comprobar todas las hipó-
tesis, la intención de que el experimento permanezca
abierto y la convicción de que ninguna respuesta será
definitiva. No son comunidades de apoyo mutuo orien-
tadas hacia el intercambio de palabras de aliento y
frases bien intencionadas, sino que se trata de verda-
deras comunidades de aprendizaje y producción de
conocimiento contrastado (Hoch y Ferguson 2005).
Hay estudios que prueban la relevancia epistemológi-
ca y organizativa de estos proyectos de research-in-
the-wild («investigación-a-pelo»), como los llamó Mi-
chael Callon (Callon y Rabehsrisoa 2003). Son muchos
los que han sabido destacar que no se trata de iniciati-
vas participativas que mejoran la funcionalidad de las
instituciones o la robustez de nuestros conocimientos,
sino de empresas autogestionarias que están dando
nombre y construyendo un cuerpo común, posanató-
mico y posliberal, que es abierto, distribuido, democrá-

121
10. Arqueologías del presente... - A. Lafuente y P. Sastre

tico, objetivo, inalienable y recursivo (Kelty 2008). Los


tres casos descritos son admirables y muestran que los
nuevos bienes construidos, un aire libre de radiactivi-
dad, una ciudad segura y la soberanía sobre el cuerpo
son inimaginables sin las infraestructuras que sostienen
la comunidad que los moviliza y viceversa.

Nuevas cartografías y otros patrimonios


Situados en una modernidad inacabada o ausen-
te, estas arqueologías desorganizan el espacio social
y lo hackean para cartografiar territorios desconocidos
convirtiéndolos en interfaces gráficas que sostienen y
son sostenidas por la permanente circulación de dones
entre sus usuarios. Pero a diferencia de los tres primeros
casos, donde la expansión del patrimonio está deter-
minada por un conjunto heterogéneo de mediadores,
en los tres últimos, el reclamo de nuevos patrimonios
surge de la mediación directa de comunidades de
afectados. Hablamos entonces de una arqueología
que no vive de desenterrar fragmentos sino de revelar
el ensamblaje vivo de bienes comunes, compartidos y
no exclusivos. Unos bienes codificados como objetos
dinámicos y liminares que cartografían territorios con-
trahegemónicos y no solo patrimonios expandidos. No
se trata únicamente de plantear dinámicas de gober-
nanza participativa. Los nuevos comunes aparecen
allí, donde y siempre, cuando el ensamblaje recursivo
de bienes y comunidades concernidas no se distingue
de las tecnologías con las que se movilizan. Mientras los
mapas científicos perviven a los habitantes del territorio
y a su cartógrafo, la viabilidad de la interfaz depende
enteramente de la supervivencia de la comunidad.
Si cesa el intercambio de dones el objeto así ensam-
blado se desvanece, llevándose consigo el espacio

122
Arqueología y Neoliberalismo

producido por sus múltiples itinerarios. Hoy muchos de


los museos, especialmente aquellos dedicados al arte
contemporáneo, trabajan con patrimonios expandi-
dos que terminan olvidados en sus bodegas. Pero a
diferencia de lo que ocurría en la Ilustración, carece-
mos de infraestructuras físicas que puedan dar cabida
a los nuevos comunes. El museo, quizá por ahora, no
pueda transformarse en una interfaz que aloje objetos
tan desmesurados como el aire tóxico y que no existan
fuera de su uso y de los individuos que los movilizan.
Pero, más pronto que tarde, tendremos que construir
un espacio capaz de proteger los nuevos comunes sin
patrimonializarlos.

123
11.
DEL CUIDADO DEL HOGAR AL CARTEL
PUBLICITARIO. ALGUNOS PLANTEAMIENTOS
SOBRE EL PENSAMIENTO NEOLIBERAL Y LA
ARQUEOLOGÍA DE GÉNERO

Alfonso Monsalve Romera

El pensamiento (neo)liberal y la arqueología


Desde hace décadas el pensamiento neoliberal
parece imponerse como el modelo ideológico y tam-
bién político predominante en el mundo Occidental
como fórmula organizativa (a distintos niveles) del ser
humano. A su vez, este pensamiento está acompaña-
do del creciente interés de Occidente por la ciencia,
tanto en sus utilidades formales y prácticas, como de
las interpretaciones filosóficas y humanísticas que po-
damos hacer de sus resultados. La arqueología como
disciplina científica no es ajena a la evolución cultural,
participando de la generación de conocimiento en los
dos últimos siglos. Los arqueólogos y arqueólogas inter-
vienen en esta creación de conocimiento con mayor
o menor éxito explicando el comportamiento de las
sociedades del pasado con decenas de hipótesis y
preguntas. ¿Cómo eran? ¿A qué se dedicaban? ¿Qué
sistema político predicaban o usaban? ¿Qué tipo de
relaciones sociales tenían? Todos estos interrogantes,
entre otros, han tenido respuestas o interpretaciones
diferentes dependiendo de quién y cuándo, sumado
a su herencia cultural y tiempo, diera respuesta a las
diferentes hipótesis planteadas.
Desde el año 1945 muchos países adoptaron el sis-
tema sustentado en el capitalismo democrático, y que

125
11. Del cuidado del hogar... - Alfonso Monsalve Romera

tanto la socialdemocracia y la democracia cristiana (y


nueva derecha conservadora) han adoptado como
hilo conductor de sus discursos políticos. Es en este año,
cuando las potencias aliadas vencieron a los pensa-
mientos que tenían como objetivo primario la destruc-
ción de la igualdad. En ese momento, parecía abrirse,
de una vez por todas, una madurez basada en la jus-
ticia social, la igualdad y el diálogo entre potencias.
La arqueología abordaba a partir de ese momento un
periodo de crecimiento teórico y metodológico que
ha perdurado hasta nuestros días implicándose no solo
en el registro arqueológico sino también en la filosofía
o la política.

El neoliberalismo, los otros y la mujer


Desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial
parece que todas las promesas vertidas tanto en la So-
ciedad de Naciones como en las Naciones Unidas han
quedado en papel mojado. La Guerra Fría siguió repro-
duciendo un mundo demasiado parecido al de siglos
anteriores, basado en la confrontación ideológica,
económica y cultural del ser humano. La desigualdad,
el poder, los roles de género, el papel de la religión o
los conflictos armados son solo algunos ejemplos de es-
tos comportamientos culturales y repetitivos típicos de
nuestro sistema-mundo, heredado desde la aparición
de la humanidad hasta nuestros días. Como individuos,
hemos adquirido estos valores hasta tal punto de no
ser capaces de no poder evitar ser alienados por ellos,
pues si bien hemos sabido transformar o paliar a con-
veniencia, siguen existiendo y los asumimos como pro-
pios de forma intrínseca. Para ello cada época ha sa-
bido aportar su grano de arena a la sociedad actual,
siendo nosotros el fruto heterogéneo que basa la coe-

126
Arqueología y Neoliberalismo

xistencia de sus individuos en varios supuestos básicos.


El neoliberalismo, como marco temporal y político, no
es una excepción y cuenta con peculiaridades com-
partidas con otros periodos históricos:
• El poder adquisitivo o riqueza marca los princi-
pios de igualdad o desigualdad de una socie-
dad que da lugar a diferentes formas de coer-
ción o dominación de un/unos individuo/s sobre
otro/otros.
• El neoliberalismo lleva asociado intrínsecamente
desigualdades económicas, sociales y políticas
que están fundamentadas en la competitividad
económica y capacidad de consumo de sus in-
dividuos y la individualización antinatural de las
personas como agentes básicos de la economía.
• El nivel educativo de los individuos asociados a
políticas de igualdad palia los principios de des-
igualdad, que determinan el poder adquisitivo
como fórmula de convivencia social ligado a un
principio de posible progreso en la escala social.
• La sociedad neoliberal actual busca otros mo-
delos económico-sociales para justificar y enten-
der su triunfo como modelo social. Existe en la
actualidad un occidentecentrismo que impone
sus planos morales, éticos y logros materiales y
científicos (a conveniencia) al resto de la huma-
nidad.
• Hombres y mujeres de Occidente ocupan roles
de género, basados en el derecho o no, que
subyacen en la experiencia social recibida y que
a pesar de la lucha de diferentes movimientos
sociales o políticos seguimos repitiendo con dife-
rentes grados o expresiones.

127
11. Del cuidado del hogar... - Alfonso Monsalve Romera

En referencia a esta última particularidad, tema que


centra este trabajo, cabe hacer algunas reflexiones e
interrogantes. ¿Qué ha ocurrido cuándo los hombres,
bajo estas peculiaridades, actúan a lo largo de la his-
toria como los productores del conocimiento histórico?
La historia se masculiniza, y surgen reacciones lógicas
y naturales como la arqueología de género, que ha
conseguido paliar enormemente esta situación. Sin
embargo, en la actualidad, y aunque las diferencias
de género son menos acusadas, se ocultan bajo otro
prisma. Este prisma está escondido bajo una aliena-
ción que sufre el científico. Este productor o produc-
tora de conocimiento, aunque piense que sus trabajos
son científicamente correctos, su pensamiento no deja
de plasmar ideas netamente neoliberales, basadas
en un modelo desigual estructural e ideológicamente
del que participa tanto de forma activa como pasi-
va. Se extrapolan los planos mentales actuales en las
interpretaciones arqueológicas de las sociedades del
pasado, que nada o poco tienen que ver con la socie-
dad actual, aplicando términos y conceptos creados
en la época contemporánea. Hay que eliminar lo que
Almudena Hernando (2002: 31) califica acertadamen-
te como «principios subjetivos determinantes».
Estos patrones de comportamiento, ahora agudi-
zados por el capitalismo, convierten a las personas en
verdaderos consumidores de bienes y servicios, pero
también de cultura y elementos sexuados que confor-
man la personalidad misma del individuo y las relacio-
nes con sus semejantes. Por este motivo, aún hoy en
día se perpetúa la existencia de roles o papeles ba-
sados en el género y que potencian la diferenciación
sexual (modas, productos de belleza, costumbres, por
ejemplo). El sistema educativo, la herencia social y cul-

128
Arqueología y Neoliberalismo

tural, la motivación personal por el conocimiento o la


religión aún tienen la culpa de que nosotros, como so-
ciedad, sigamos insistiendo en la diferenciación sexual
entre hombres y mujeres, que si bien es obvia en algu-
nas materias1, cae muchas veces en el infantilismo en
otras, alejándose de una maduración orientada hacia
la igualdad y las libertades personales como norma-
lidad indiscutible. Esta normalidad debe de respetar,
no obstante, la lucha del feminismo como herramienta
social y política que lucha por los derechos y libertades
de la mujer.
Sin ánimo de generalizar, la mayoría de publicacio-
nes arqueológicas y sus interpretaciones no dejan de
plasmar las ideas de sus autores en sus propias obras
científicas. Para algunos, esto sería propio de las cien-
cias sociales: la excusa de que estudiar a una socie-
dad humana lleva consigo ciertas licencias interpreta-
tivas a la hora de analizar las sociedades del pasado
o al individuo, como ocurre con el historicismo o los
modelos procesuales. Ahora bien, si estas interpreta-
ciones estuvieran basadas en el rigor científico espera-
ble deberíamos de contar con tantos resultados como
fórmulas culturales ha tenido el ser humano a lo largo
de su historia. Sin embargo se encuentra una linealidad
o un patrón semejante de sus resultados en muchas de
ellas:
• Siempre debe de haber un sometido y un tirano,
generalmente debido a su poder de coerción
física, económica o ideológica. Es cierto que
siempre habrá diferencias sociales, lo importante
es saber si las mismas influyen de forma determi-
nante en el comportamiento de una sociedad y

1 Fundamentalmente biológicas y que no explicita ni justifica una


desigualdad cultural.

129
11. Del cuidado del hogar... - Alfonso Monsalve Romera

si esta asume como propios los principios de des-


igualdad.
• Aquellas culturas que tienen registro escrito o grá-
fico (cultura grecorromana o egipcia, por ejem-
plo) son bastante más progresistas en derechos y
libertades (orientación sexual, divorcio o mode-
los no patriarcales) que aquellas que no gozan
de estas fuentes. Podemos pensar que culturas
coetáneas o anteriores, sin documentos escritos,
gráficos o documentales, pudieron gozar de un
grado de progreso similar, sin embargo, las con-
denamos al ostracismo y les presuponemos la ig-
norancia de este tipo de costumbres.
• Hay siempre una separación de roles y activida-
des (siempre) evidente sin llegar a discutir una
posible igualdad entre los miembros de una so-
ciedad. Los roles sociales pueden estar asumidos
por la sociedad sin necesidad de que esta dife-
rencie entre conceptos de igualdad o desigual-
dad.
• Aquellos individuos que no tienen una proyec-
ción económica en una sociedad son cuasi
inexistentes para las interpretaciones científicas
tal y como ocurre con los otros.
• Las mujeres, los niños y los ancianos han tenido
tradicionalmente un papel secundario en la so-
ciedad del pasado y se pueden nombrar por ter-
ceros géneros (Montón Subías 2014).
Nada parece haber cambiado entre las dicotomías
clásicas de la historia del ser humano. Libertad y escla-
vitud, religioso y pagano, señor y vasallo o, si se prefiere
en términos modernos, directivo y asalariado. En reali-
dad no dejamos de equilibrar nuestro pensamiento en

130
Arqueología y Neoliberalismo

opciones antagónicas, que adoptadas por el neolibe-


ralismo, pueden incluso llegar a determinar a priori las
conclusiones de un estudio científico. Un mundo negro
o blanco pero en el que sabemos que existe un amplio
abanico de posibilidades que negamos de antemano.
¿Qué sería de nosotros si en una necrópolis o yacimien-
to no encontráramos indicios claros de desigualdad?
¿Imaginemos por un momento que podemos llegar a
asumir que en la gran mayoría de las veces el ser hu-
mano rehúye la violencia? Haciendo incluso un ejer-
cicio de imaginación, en el siglo xxx, podrían llegar a
pensar, si encontraran nuestros carteles publicitarios,
que todos fuéramos modelos de Calvin Klein o Victoria
Secret, y que fruto del calentamiento global todos fué-
ramos en ropa interior. ¡Válgame!
Si bien en ciertos factores como la educación, la he-
rencia cultural, la religión (entre muchos otros) pueden
determinar nuestros planos mentales, hemos de sumar
uno más: la publicidad. La gran arma del neolibera-
lismo como cultura y como sistema económico es la
publicidad, de la que todos, de forma consciente o in-
consciente, somos activos consumidores. Los hombres
siguen ocupando su rol tradicional, sustituyendo al viril
guerrero por una carrera de éxito económico, deporti-
vo o empresarial mientras que tristemente la mujer sigue
estando muy cerca de sus actividades consideradas
tradicionales. Esto no solo ocurre a niveles de activida-
des diferenciadas sino también en una desmesurada
imagen y culto al cuerpo sin admitir otros cánones de
belleza. A este tipo de publicidad se le pueden añadir
decenas de ejemplos que marginan la pluralidad de
pensamientos que una sociedad puede tener. ¿He-
mos madurado como individuos? Parece que salvo
un gran esfuerzo de autogestión de nuestros sentidos,

131
11. Del cuidado del hogar... - Alfonso Monsalve Romera

experiencias y emociones es muy difícil escapar al mo-


delo del homo neoliberal. Pensar que un investigador
en arqueología que es ajeno y acendrado a esta cues-
tión y quiera realizar un estudio sobre diferenciación so-
cial o sexual en una sociedad del pasado, debe de
reflexionar profundamente sobre su herencia cultural,
educación y experiencia antes de poder escribir una
sola línea de un trabajo en cuestión.

¿Qué puede hacer la arqueología ante esta


problemática?
Cualquier ciencia debe tener como objetivo fun-
damental fomentar valores basados en la libertad, la
igualdad y la justicia social, ya que de poco sirve ge-
nerar conocimiento si no lleva ligada la mejora de las
condiciones de vida de una sociedad.
La arqueología debe superar el debate sobre la mo-
ralidad o no de incluir a las mujeres en sus estudios para
hacerlo como algo ético, fundamental y normalizado.
La arqueología de género (en mi opinión) ha cumplido
su objetivo primordial: contar con ellas, abriendo nue-
vos e inéditos campos de investigación2. Es más, no solo
con la mujer, sino con todos aquellos grandes olvida-
dos, el tercer género, que cumplen roles activos y de
suma importancia para una sociedad. Es totalmente
cierto que si excluyéramos a uno solo de estos grupos,
o si solo estudiáramos a uno de ellos, no sería posible
estudiar los modelos sociales, pues aunque por obvio

2 En el caso español es recomendable leer los trabajos de Sandra Montón


Subías, Paloma González Marcén, Mar Zarzalejos, Almudena Hernando,
Sandra Lozano, María Encarna Sanahuja o María Milagros Rivera entre
otras. En el caso europeo o estadounidense lugares donde la arqueología
de género es más temprana hay excelentes obras de Margaret Konkey,
Joan Gero o Thomas Dowson, por nombrar solo a algunas autoras.

132
Arqueología y Neoliberalismo

que parezca destruiríamos y sesgaríamos a la sociedad


del pasado en sí misma. No obstante, las generaciones
posteriores de arqueólogos pueden agradecer que
estas discusiones se hayan superado y que no siga-
mos la senda del debate eterno entre hombre-mujer y
pasemos, en consecuencia, a madurar como ciencia
influyendo en el presente. Como se ha recalcado en
párrafos anteriores no es la intención de neutralizar o
criticar al feminismo y su lucha por la inclusión de la
mujer en los estudios arqueológicos. Es ir un paso más
allá: aceptar la normalización y valoración de la mujer,
ancianos y niños de una forma intrínseca en el seno
de los trabajos arqueológicos, sin prejuicios originados
dentro de nuestra experiencia como individuos que
tienen la responsabilidad de crear conocimiento.
Por este motivo anterior, no es ni mucho menos sano
que, científicamente hablando, y a sabiendas de que
nuestra cultura occidental puede afectar a nuestras
interpretaciones arqueológicas, valoremos el registro
desde nuestro sistema de valores e ideas. Tenemos
la obligación de ser una tabula rasa para interpretar
aquellas actividades que desde el registro arqueoló-
gico puedan realizar los individuos, y que sin importar
edad o sexo, sean mostradas de una forma exquisi-
tamente empírica. Un diálogo entre el yo y el ellos, y
no un monólogo del nosotros. Poco le importa nuestra
vida a un ser humano del 10 000 a.C., pero a nosotros
sí, y no somos iguales por ser de la misma especie. Por
más que queramos el ser humano es asombrosamente
heterogéneo y cualquier fórmula cultural ha de tener-
se en cuenta, por lo que es esperable cualquier tipo de
resultado. Nuestro sesgo cultural no ayuda a compren-
der la verdad, que está por desvelar, en el interior de
los diferentes estratos por excavar.

133
11. Del cuidado del hogar... - Alfonso Monsalve Romera

La única vía es llevar a la arqueología al campo del


cientifismo más severo, realizando una autocrítica per-
sonal para interpretar las aptitudes y actividades que
una sociedad del pasado (y sus individuos) pudiera
realizar. De esta manera nos aseguramos de no caer
en el error de la alienación cultural determinista y el
cientifismo pueril basado en nuestra experiencia neoli-
beral como personas de un mundo actual y globaliza-
do tintado por una herencia cultural que poco o nada
se parece a las sociedades del pasado.
Ya lejos de las interpretaciones arqueológicas que
podamos hacer la arqueología no es solo una ciencia
que deba ser leída y estudiada por aquellos entendi-
dos en la materia. Los arqueólogos y arqueólogas te-
nemos el papel fundamental, y no poco importante,
de explicar de una forma científica la pluralidad del
pensamiento humano a través de su registro material
en aquellas ocasiones que este mismo lo permita. Co-
nocer a estas sociedades y saber sus costumbres pue-
de ayudar a la sociedad actual a superar y entender
que los seres humanos, indiscutiblemente, deben de
gozar de igualdad y libertad. Aun así, nuestro deber
va mucho más allá de exponer estas ideas: hay que
hacerlas entendibles para la sociedad. Como científi-
cos debemos aportar a futuras generaciones el valor
que estas sociedades tienen para nosotros como for-
ma de explicar el presente y superar las desigualdades
sociales. Como dijo L. R. Binford (1988: 27): «Analizar el
presente sirve al pasado»; a lo que yo añadiría: analizar
el presente sirve al pasado y viceversa.
Como ciencia debemos mostrar a las generaciones
venideras que si en el pasado tuvimos comportamien-
tos negativos hacia otros individuos no debemos de
repetirlos de nuevo en la actualidad. Por ello, la didác-

134
Arqueología y Neoliberalismo

tica del patrimonio juega un papel tan importante. Si


científicamente somos partidarios de tratar aséptica-
mente a las sociedades del pasado (especialmente
las prehistóricas) sus enseñanzas deben de ser, educa-
tiva y divulgativamente, un arma arrojadiza frente a los
problemas actuales de la sociedad. Es por ello impor-
tante que se cuenten interpretaciones basadas sola-
mente en resultados científicamente demostrables, y
no plantear hipótesis que puedan llevar a grados éti-
cos de duda u opinión que falsean la historia, como se
hizo hasta hace poco.
Si en la actualidad seguimos cayendo en la falsedad
de los roles sexuales es que hemos avanzado poco o
nada respecto al pensamiento del pasado. Con ello
no se quiere negar la femineidad de las mujeres o la
masculinidad de los hombres, que siempre existirán
y deben de ser investigados. El problema de que en
la actualidad sigamos otorgando estos roles sexuales
discriminatorios o no es que nunca abandonamos la
senda de la división social-sexual de la sociedad y, por
tanto, podemos volver a caer en un discurso radicali-
zado de tiempos pasados. Educar a través del pasado,
usando la ciencia y no la intuición sesgada por nues-
tro otro yo, puede ser el aporte de la arqueología a la
igualdad de género.

135
12.
ARQUEÓLOGOS MIGRANTES ANTE EL
NEOLIBERALISMO DEL SIGLO XXI

Pedro A. Carretero Poblete

A todos los arqueólogos/as que, en el pasado


o en el presente, se vieron obligados a dejar su
patria para poder ejercer su profesión de forma
digna en cualquier otro lugar del mundo, sintiendo
que la arqueología es una forma de vida.

A modo de introducción
Los que vimos (o supimos ver) que se avecinaban
grandes cambios en la profesión de arqueólogo en Es-
paña en la primera década del siglo xxi, decidimos,
en su mayoría, que el marcado estaba agotado y
acabado para casi todos nosotros, quienes habíamos
dedicado todo el tiempo e ilusiones en desarrollarnos
profesionalmente en nuestro país.
Con la caída de la construcción en España a media-
dos de la primera década de nuestro siglo, empezó a
escasear el trabajo de arqueólogo y, cuando lo había,
la competencia ante tanto profesional libre sin empleo
hizo que cayeran en picado los precios de los trabajos
a realizar. Los primeros en no poder ejercer con todas
las garantías nuestra profesión fuimos los que teníamos
que sostener una empresa, que en el caso de la ar-
queología siempre fue pequeña. Ante la escasez de
trabajo, los profesionales libres y empresarios del ámbi-
to de la arqueología, que habían aumentado a finales

137
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

del siglo xx y el actual de forma considerable, tuvimos


que hacer frente al pago de retribuciones al Estado
aunque no ejerciéramos y, cuando lo hacíamos, los
altos impuestos instaurados por el gobierno neoliberal
de derecha, nos dejaba unas ganancias irrisorias, que
daban para poco más que vivir sin grandes lujos.
Algunos, viendo el panorama nada alentador, deci-
dimos mucho antes reorientar nuestra fuente de ingre-
sos hacia la dinamización y la gestión cultural. Nos en-
contrábamos en una sociedad española, a finales del
pasado siglo, en que se había excavado mucho (y no
siempre bien), se había publicado poco de lo excava-
do y se habían construido muchos centros de interpre-
tación y museos que, o estaban abandonados, o no
eran bien gestionados, con metodologías modernas,
a los que debían ser nuestros potenciales oyentes: los
niños y jóvenes, hacia los que dirigimos todo nuestro es-
fuerzo con el sueño de que ellos fueran los defensores
del patrimonio en el futuro.
Pronto, muchos de los arqueólogos jóvenes recién
incorporados a la situación que vivíamos y que ya
empezaron a desarrollar su trabajo en una España en
crisis, también orientaron sus esfuerzos hacia aspectos
de dinamización cultural, pero no creando modelos
nuevos, sino copiando los existentes de éxito en el país
(Carretero 2015) y optando por el mismo movimiento
que dio al traste con la arqueología de gestión: sacrifi-
car rigurosidad científica y profesionalidad con la ba-
jada de precios; ante lo que los que manteníamos una
estructura profesional y empresarial se nos hizo otra vez
muy difícil competir. A ello ayudó que, con la crisis neo-
liberal y la arqueología bajo mínimos en contratación
y creación de empleo, algunos pensaron que la tabla
de salvación iba a ser la citada dinamización cultural.

138
Arqueología y Neoliberalismo

Gran error, desde el año 2008 en adelante no hizo más


que descender bruscamente la inversión del Estado en
cultura y ello trajo aparejado el descenso continuado
del consumo cultural en las diferentes comunidades
autónomas que conforman España. Junto a la escasa
inversión del Estado central o autonómico en cultura,
hemos visto cómo los hogares dejaron de consumirla.
En el caso de la oferta cultural privada fue más preo-
cupante, ya que toda la inversión la tenían que sopor-
tar las empresas culturales con escasa o nula ayuda de
las administraciones. Así, si una actividad cultural en un
sitio arqueológico concreto triunfaba, tras el arduo tra-
bajo de los profesionales y el escaso beneficio econó-
mico, este recurso era reclamado por la administración
competente (autonómica, provincial o local), dueña
del sitio arqueológico explotado, y pasaba a ser rea-
lizada desde estas mismas administraciones en años
sucesivos, sin la misma entrega ni profesionalidad en la
mayoría de los casos, lo que conducía, una vez más,
al fracaso en la realización de las actividades cultura-
les por parte de entidades sin expertos y con escasos
recursos económicos. Por el contrario, si la actividad
ideada por la empresa privada en el sitio arqueológi-
co semiabandonado no tenía éxito o incluso pérdidas,
las administraciones miraban para otro lado y se lava-
ban las manos. Estas prácticas, que no dejan de ser
neoliberales, aplicadas a la cultura y la arqueología,
aunque nos pese, no eran ejecutadas solo desde ad-
ministraciones de ideología política de derechas, sino
también desde aquellas administraciones que se de-
cían de izquierdas pero que a la hora de la verdad no
querían saber mucho de inversión cultural con riesgos.
Todos sabemos que la dinamización y gestión cultural
no es una inversión a corto plazo, sino a medio y largo,

139
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

de forma que las administraciones nunca estuvieron


por la labor de asumir ese tipo de riesgos (sean de la
ideología que fueran).
Así, los arqueólogos y gestores culturales españoles,
entramos en la segunda década del siglo xxi con un
mercado arrasado por la crisis económica general del
país, colapsado por la abundancia de profesionales
ante la escasez de trabajos a realizar y con un am-
biente laboral que nunca fue regulado, ya que nunca
fuimos capaces de conseguir, al menos, un convenio
colectivo que nos reconociera profesionalmente y que
regulara nuestros derechos (y deberes).

El efecto del golpe neoliberal sobre la arqueología


No vamos a explicar aquí en qué ha consistido el
neoliberalismo y ultraliberalismo impuesto por merca-
dos y gobiernos en Europa y en concreto en España,
ya que está muy bien explicado en los diferentes capí-
tulos que conforman este volumen.
A la desigualdad que sufríamos los arqueólogos con
el resto de profesiones en España —ya que, como he-
mos señalado, no contábamos ni siquiera con el reco-
nocimiento como profesión al no tener un convenio co-
lectivo laboral— se sumó la principal base ideológica
del neoliberalismo: la desigualdad económica. El me-
jor ejemplo de esta desigualdad impuesta en Europa y
España lo tenemos en los resultados del IBEX 35 a fina-
les de 2015: todas las empresas habían aumentado sus
beneficios, precisamente en un panorama de crisis y
recesión económica. Cualquiera que analice un poco
estos datos simples, se dará cuenta de que los únicos
beneficiados de las crisis son los grandes empresarios
neoliberales, a los que además, la cultura (dentro de la

140
Arqueología y Neoliberalismo

cual podemos incluir a la arqueología) le importa muy


poco o nada, porque no es generadora de beneficios
económicos a corto plazo y porque un pueblo inculto
es un pueblo fácilmente manipulable.
La consecuencia de los altos beneficios de las gran-
des empresas españolas en época de recesión es sim-
ple: aumenta la desigualdad entre las personas, entre
los consejeros de las citadas empresas y el resto de ciu-
dadanos, muchos de los cuales no superan el salario
mínimo interprofesional. Esta desigualdad económica
entre unos pocos y el resto no hace más que destruir la
economía de mercado de cualquier país. Y no debe-
mos olvidar que la economía de mercado, a la larga,
no solo va a regular las relaciones económicas entre
unos y otros, sino que va a determinar también las rela-
ciones laborales, sociales y, por supuesto, culturales. El
dato más significativo y preocupante es que los conse-
jeros y directivos mejor retribuidos de las empresas del
IBEX 35 ingresaron, de media, 75 veces más que los em-
pleados de sus respectivas empresas.
La historia, eso que intentamos reconstruir los ar-
queólogos, debería servir para aprender de los errores
y, leyendo a Engels (1891), parece que nos encontra-
mos en la misma situación de opresión en la que se
encontraba la clase obrera del capitalismo del siglo xix:
La división de la sociedad en una reducida clase
fabulosamente rica y una enorme clase de sala-
riados que no poseen nada, hace que esta socie-
dad se asfixie en su propia abundancia, mientras
que la gran mayoría de sus individuos no están
apenas garantizados, o no lo están en absoluto
contra la más extrema penuria.

141
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

La frustración y la desesperanza que ha traído consi-


go el neoliberalismo (y el ultraliberalismo actual) en los
jóvenes españoles, los mejor preparados de la historia,
se ha visto multiplicada en los científicos de mediana
edad que (entre los que incluyo a los arqueólogos) han
visto cómo la aplicación de las medidas neoliberales
basadas en el recorte del gasto público iniciadas en el
gobierno de Zapatero en 2007 (con el iluminado Solbes
a la cabeza) hicieron mella sobre todo en la inversión
estatal en I+D, dejando el camino preparado al go-
bierno de derechas actual para terminar con la estruc-
tura científica en España y lanzar la absurda idea de
que lo mejor es comprar la tecnología y los avances,
frente a la producción local en investigación.
Así, el panorama en 2010 ya no era nada alentador.
Se dio inicio a la llamada fuga de cerebros, con una
generación de doctores formados con dinero estatal,
que prefirieron escuchar los cantos de sirena de los paí-
ses europeos y una estabilidad laboral y científica. Por-
que los científicos en el extranjero ya no buscamos solo
ingresos económicos, nos vale sencillamente con que
nos dejen trabajar en aquello que nos formamos y que
existan presupuestos serios para ejercer esa investiga-
ción de manera solvente.
Quizá sea este uno de los principales motivos, tener
una vida digna, el que haya propiciado la migración
moderna de los profesionales españoles a otros países
de Europa y del resto del mundo. No ya solo la caída
del poder adquisitivo, sino la necesidad de poder de-
sarrollar una profesión digna, para la que nos había-
mos formado e ilusionado.
No obstante, desde nuestro punto de vista, los mo-
tivos de la migración actual de los arqueólogos espa-
ñoles son varios, como hemos referido. Por un lado la

142
Arqueología y Neoliberalismo

mejora económica; por otro, las posibilidades de desa-


rrollar nuestros conocimientos y ponerlos al servicio de
instituciones solventes extranjeras. Sin duda, los gran-
des beneficiados de esta salida de capital científico
y cultural español son esos países receptores, que no
tuvieron que hacer gasto en la formación superior de
los investigadores o científicos.

Única salida para los arqueólogos españoles: la


migración
El español es un pueblo al que, haciendo un recorri-
do por la historia, parece que nunca le ha dado miedo
emprender fuera de nuestro territorio. Si obviamos la
época de los grandes viajes exploratorios por todo el
orbe terrestre, desde los siglos xviii y xix podemos reco-
nocer numerosas exploraciones científicas comanda-
das por españoles (Maldonado 2001). A inicios del siglo
xx y con la Segunda República, surge otro gran grupo
de científicos en el país, muy posiblemente consecuen-
cia de una ideología laica y liberal, que produjo, tras la
Guerra Civil, un éxodo masivo de científicos españoles
al extranjero (Barona 2010).
Estamos, por tanto, ante lo que podríamos denomi-
nar un nuevo exilio científico de españoles, empuja-
dos por la crisis propiciada por el neoliberalismo que
ha sacudido al país, desde el año 2007 y, quizás, con
una de las generaciones mejor formadas de la historia
de España. En el caso de los arqueólogos, no es tanto
el exilio como la propia concepción de nuestra pro-
fesión, acostumbrados como estábamos a desplazar-
nos a cualquier lugar del mundo a realizar prácticas
mientras estudiábamos o por ese espíritu aventurero
que nos invade. Somos un colectivo que no tememos

143
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

mucho el desplazamiento para poder ejercer aquello


para lo que nos formamos con todas las garantías. En
pocas palabras: estamos dispuestos a ir a aquel sitio
que nos atrae profesionalmente, que nos permite tra-
bajar y avanzar científicamente.
Aunque debemos diferenciar una de otra, desde el
siglo xx hasta hoy hemos asistido a dos grandes migra-
ciones forzosas de arqueólogos españoles. La primera
de ellas, como hemos señalado, tras la Guerra Civil es-
pañola, en la que numerosos científicos de izquierda
tuvieron que dejar el país ante el miedo de ser perse-
guidos (y las altas posibilidades de ser uno de los más
de 120 000 asesinados que aún siguen yaciendo en los
campos españoles); la segunda, la actual, que aunque
no está revestida de ese tinte de persecución política
ha venido propiciada también por una política nefasta
de corte neoliberal que, como hemos explicado, asfi-
xió el gasto público del que tanto dependíamos.
En cuanto a la primera, la persecución política, qui-
zá uno de los científicos arqueólogos en los que inten-
tar reflejarnos desde el exilio sea José Luis Lorenzo (Ma-
drid, 18 de agosto de 1921-México D.F., 23 de julio de
1996), quien apoyado en maestros también exiliados
de la talla de Pedro Bosch-Gimpera o Pedro Armillas
(Alonso y Baranda 1984; Rojas 1987), llegó a ocupar
todos los cargos relacionados con la arqueología y la
museología en la Escuela Nacional de Antropología
e Historia (ENAH) de México (Pérez 1997). Lorenzo es
una figura digna de estudio, ya que llegó a dirigir el
Departamento de Prehistoria del INAH, fue Jefe del De-
partamento de Monumentos Prehispánicos y Jefe del
Departamento de Restauración del Patrimonio Cultu-
ral, entre otros. Además, ahora que está tan de moda
la arqueología social, este insigne científico en el exilio

144
Arqueología y Neoliberalismo

llegó a coordinar una edición sobre arqueología social


en 1976, donde analizaba las ideas de Childe sobre la
arqueología como ciencia social.
La ciencia de la arqueología, herramienta más que
necesaria para la construcción de la historia, no puede
dejar de reconocer que debería (si no lo es) ser una
actividad social. Y es aquí donde deberíamos enten-
der a nuestra ciencia como pública, es decir, nuestro
trabajo debería estar unido a la sociedad actual, que
si no lo hace, debería exigirnos responder a sus nece-
sidades y expectativas. La arqueología social debería
conducir a la gestión sostenible (y autosostenible) y
responsable del patrimonio, aunando para ello a la so-
ciedad, los mandatarios, los medios de comunicación,
etc. Una tarea compleja, que requiere de lucha diaria
y constante, idealista, pero factible. Tal y como vemos,
la arqueología social es contrapuesta al neoliberalismo
actual imperante en Europa.
Emprender como arqueólogos en América del Sur,
como en cualquier otro sitio, no es un camino de ro-
sas. A las facilidades otorgadas por nuestra formación
(más aún cuando se posee un doctorado) o el uso de
un mismo idioma, se suman otras problemáticas como
la idiosincrasia de cada región que ha acogido a los
arqueólogos españoles. No migramos a ejercer nuestra
profesión en otros países para dar lecciones, ni mucho
menos (como piensan algunos colegas temerosos de
una invasión), llegamos a aprender y aportar nuestro
granito de arena para el avance de la ciencia en otras
latitudes.
En términos de ciencia arqueológica, tenemos paí-
ses muy desarrollados como Argentina, Chile, Brasil, Bo-
livia o el caso de Perú. Muy conocedores de su pasado
y de los beneficios económicos (en cuanto a turismo

145
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

sobre todo) que reporta la arqueología y el patrimonio.


Pero al igual que en España, la arqueología social está
aún por desarrollar en muchos de estos países ameri-
canos. Lo que en España denominamos como sociali-
zación del patrimonio (acercar el mismo a la sociedad
y hacerlo partícipe de las investigaciones de forma di-
recta) en estos países se entiende como exponer los
resultados de las investigaciones realizadas, como mu-
cho.

Un caso concreto de arqueólogos en el exilio: españoles


en Ecuador
Analizando la arqueología en Ecuador, nos encon-
tramos con un país riquísimo en nuestra ciencia y con
problemas añadidos a los que existen en el resto del
mundo. En el país hay poco más de 140 arqueólogos
registrados. Para poder trabajar como tales los títulos
deben estar reconocidos por el máximo órgano cientí-
fico del país: SENESCYT (Secretaría Nacional de Educa-
ción Superior, Ciencia y Tecnología). Una vez cumplido
este proceso hay que hacer un registro del profesional
en el máximo órgano rector del Patrimonio: INPC (Ins-
tituto Nacional de Patrimonio Cultural), que se encar-
ga, como en otros lugares, de velar por el patrimonio
cultural y arqueológico de la nación. Es por tanto este
órgano ante el que hay que presentar los proyectos
arqueológicos y patrimoniales de cualquier tipo, y es
el mismo quien los autoriza. El INPC no hace sino seguir
las leyes que existen en cuanto a la salvaguardia del
patrimonio: desde las recogidas en la Constitución de
la República del Ecuador (Art. 21, art. 57, art. 58, art.
59, art. 60 numeral 1, art 379 numeral 1 y art. 380) hasta
la nueva Ley Orgánica de Cultura aprobada el 30 de
diciembre de 2016.

146
Arqueología y Neoliberalismo

Aunque las leyes indican perfectamente cuales son


los derechos y los deberes en cuanto a cultura y patri-
monio, aún es complicado que se cumplan a rajata-
bla, ya que estamos ante una cultura de la posesión
del bien patrimonial: los poseedores de los bienes se
creen en el derecho de mantenerlos bajo su poder,
aun cuando queda claro en las citadas leyes que son
patrimonio de todos los ecuatorianos. Así es como
asistimos a la existencia de numerosas colecciones ar-
queológicas privadas que, o bien no se exponen, o lo
hacen incumpliendo algunas de las citadas leyes. Es
mucho, por tanto, el camino que aún queda por re-
correr en esta materia, ya que creemos que es poco
social el aferrarse a mantener colecciones privadas.
Posiblemente hubiera que cambiar estructuras menta-
les básicas, como el concepto de propiedad del bien
patrimonial, explicando a los poseedores que no tiene
un valor económico, sino un valor cultural y social para
todo ciudadano.
Los profesionales en la materia debemos asumir
nuestra parte de culpa: no hemos sabido hacer una
arqueología transparente hacia la sociedad, con ex-
cavaciones abiertas al gran público, con explicacio-
nes in situ de las mismas mientras se está trabajando
y en las conclusiones publicadas; debemos ser los pri-
meros preocupados por la divulgación de resultados
al gran público (no solo a los colegas); debemos hacer
una gestión cultural basada en la difusión a gran esca-
la y debemos ser unos investigadores y divulgadores
que conozcamos cómo realizar una buena política co-
municacional.
A la complejidad de cambiar esta estructura men-
tal, sumamos la escasa formación de la gestión cultural
patrimonial en algunos países de Sudamérica. Difícil-

147
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

mente podemos crear y mantener estructuras de ges-


tión cultural si no asumimos que es trabajo de todos
los agentes implicados: ciudadanos, profesionales, go-
bierno, etc. Un ejemplo notorio es al que asistimos a
nuestra llegada al país, contratados por el propio go-
bierno para, entre otras cosas, crear un departamento
educativo en uno de los museos de referencia. La es-
casa formación en pedagogía museística y dinamiza-
ción cultural de los funcionarios hizo que, a nuestra sa-
lida de la institución, el departamento recientemente
creado con una clara política dinamizadora del bien
arqueológico en cuestión, desapareciera por comple-
to y retornaran a la anticuada forma de enseñar un
museo: mediante visitas guiadas de varias horas.
Es, por tanto, un largo trabajo el que queda aún por
recorrer en los países en los que estamos trabajando
con respecto a la socialización del patrimonio y la di-
namización del mismo. Empezando, como hemos se-
ñalado, por un cambio de mentalidad. Nuestra expe-
riencia de tantos años en territorio español debe ser
nuestra mejor arma de cara a esta compleja empresa
en el exterior. Por un lado, habría que comenzar por
enseñar a las autoridades los beneficios de un pueblo
conocedor de su historia a través de otras herramien-
tas más modernas (como los talleres educativos); por
otro, aquello por lo que hemos apostado siempre des-
de nuestro trabajo para el que nos formamos en Es-
paña: acercar el patrimonio a los más pequeños, que
son los más permeables, de forma que al conocer su
historia de una manera amena y divertida, amen tanto
su patrimonio que aprendan desde bien pequeños a
respetarlo y reeduquen a sus familiares adultos, algo
que, desde nuestra experiencia, no es imposible.

148
Arqueología y Neoliberalismo

Como podemos ver, la problemática con respecto


a la arqueología y el patrimonio en América del Sur no
es muy diferente a la existente en Europa hace unos
años, con la salvedad de que en estas latitudes aún
se pueden corregir muchos de los defectos arraiga-
dos en el Viejo Mundo y las posibilidades para trabajar
como arqueólogo y desarrollar una carrera como tal
son innumerables en las próximas décadas. Desde lue-
go, con la excelente acogida que muchos de nosotros
hemos tenido en América, será muy duradera esta re-
lación de aprendizaje mutuo que estamos llevando a
cabo. Más complejo aún será, para el Estado español,
recuperar algún día ese gran número de arqueólogos
y científicos que, año tras año, abandonan el país ante
la escasez de inversión pública.

A modo de epílogo provisional


Mientras vemos hacia dónde va la profesión de ar-
queólogo en España, que últimamente ha sido muy
debatida (Berrocal 2014; Criado 2013) pero a la que se
han aplicado pocas soluciones, seguiremos trabajan-
do (a ambos lados del Atlántico) por acercar el patri-
monio, la arqueología y la dinamización cultural, a la
población, desde una perspectiva social, pública y, si
se quiere decir, socializadora: involucrando al agente
social en nuestro trabajo. Una vez conseguidos estos
objetivos, vendrá de la mano el desarrollo turístico y el
aporte y desarrollo económico que este puede traer a
una región cultural tan rica como es la sudamericana.
Por eso este epílogo es provisional, ya que mucho
nos tememos que seguirá la diáspora de arqueólogos
españoles hacia el extranjero, en un momento en que,
no ya el neoliberalismo, sino el ultraliberalismo, se ha

149
12. Arqueólogos migrantes... - Pedro A. Carretero Poblete

impuesto en Europa y no permitirá a España salir fácil-


mente de esa dinámica sin romper los principios de la
Unión Europea.

150
13.
EL LUGAR DE LA ARQUEOLOGÍA EN EL
CAPITALISMO TARDÍO: ESTRUCTURA DE LA
VIOLENCIA EN LAS FASES DISCIPLINARIA Y
POSDISCIPLINARIA DE LA ARQUEOLOGÍA

Alejandro Haber

Disciplina y violencia epistémica


La disciplina arqueológica pretende conocer el
pasado a partir de sus restos materiales. Cualesquiera
sean las definiciones específicas de conocimiento, pa-
sado y materialidad que se elijan, algo debe ser dicho
acerca de un tiempo pasado en base a algún tipo de
observación de cosas. Presuntamente, estas cosas se
originan en un tiempo pasado, el mismo acerca del
cual habla la disciplina arqueológica. Desde una com-
prensión tan pedestre de la disciplina arqueológica,
parece conveniente escrutar cómo es que se relacio-
nan mutuamente los distintos términos incluidos en ella.
La disciplina arqueológica codifica una serie de
transformaciones interrelacionadas: desde el tiempo
pasado al tiempo presente, desde la facticidad al dis-
curso, desde la percepción a la escritura y desde el
otro al yo. La codificación disciplinaria admite solo al-
gunos modos específicos de relación entre el pasado
y el presente, la cosa y el discurso, la percepción y la
escritura, y el otro y el yo. Cuando las relaciones entre
esos términos son diferentes a las disciplinadas se las
considera conocimiento imperfecto o maneras ilícitas
de tratar con las cosas arqueológicas. Esto es así debi-

151
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

do a que la disciplina, antes de la percepción de los


hechos, ya atribuye al mundo ciertos valores concer-
nientes a la materia, la percepción, el tiempo y el otro.
De allí que no sea realmente sorprendente hallar esos
valores en el mundo. Esa atribución de valores constri-
ñe el territorio para el debate ético y político ulterior.
El objeto arqueológico, es decir, tal como este es
comprendido por la disciplina arqueológica, era una
cosa. Su cosidad fue traducida en facticidad a través
de la atribución de valores arqueológicos a la cosa.
Esa atribución sucede cuando la cosa es designada
por el lenguaje disciplinario; en ese punto cesa de ser
una cosa y se transforma en un caso dentro de una
categoría de hechos. Esa categoría de hechos tiene
un nombre, por lo que puede ser dicha y escrita. La pri-
mera atribución es la del valor de la mudez: el objeto
arqueológico no es una pieza de escritura ni de habla
(contemporánea); la arqueología obtiene especifici-
dad e independencia de sus vecinas la historia y la et-
nografía. Esa diferencia con el vecindario define al ob-
jeto arqueológico como la ausencia (tachadura) de
la comunicación lingüística. El etnógrafo se comunica
con su objeto-gente a través de algún tipo de comu-
nicación lingüística, ya sea directa o mediada. El his-
toriador se comunica con su objeto-gente a través de
una comunicación lingüística inscripta en la escritura.
La gente le dice algo a los etnógrafos y a los historia-
dores (usualmente, aunque no siempre, con palabras).
Ese no es el caso con los arqueólogos, cuyos objetos
no les dicen nada. Los objetos materiales no hablan.
Incluso aunque algunos arqueólogos digan leer los

152
Arqueología y Neoliberalismo

restos arqueológicos (por ejemplo, Hodder 1989), ese


enunciado es comprendido como una metáfora, es
decir, como una extensión a los objetos arqueológicos
de los tipos de relación usuales en la comunicación no
verbal, el lenguaje verbal o los textos escritos. Los restos
materiales son, entonces, considerados como análo-
gos al texto, y pueden ser leídos como si fuesen textos,
es decir, una extensión metafórica del significado del
que los objetos materiales real o literalmente carecen.
La carencia esencial de lenguaje debe ser trans-
formada en discurso lingüístico. Lo que sea que la ar-
queóloga diga acerca de su objeto, es acerca de una
cosa que no dice nada. Aquello que la arqueóloga
dice, cualquiera fuese el significado de la cosa, no es
dicho por la cosa (debido a su mudez) sino por la ar-
queóloga en base a lo que ella ve. La relación entre el
objeto mudo pero visible y la arqueóloga parlante y vi-
dente solo puede tener una forma: la arqueóloga per-
cibe el exterior de la cosa y habla y escribe acerca de
aquella. La cosa no puede replicar ni una sola palabra
a la arqueóloga, que dice palabras acerca de la cosa.
Cualquiera que haya sido el tipo de relación entre la
gente en el pasado y sus objetos, estos permanecen
encerrados en el presente de la arqueóloga debido a
su capacidad material, es decir, no lingüística. Queda
excluida, entonces, la comunicación con la gente en
el pasado; la relación con ellos queda caracterizada
como una particular mirada arqueológica fija y unidi-
reccional. El significado atribuido a los objetos, los sitios,
los contextos, etc., depende del consenso disciplinario
intersubjetivo. Ya sea que esta cosa sea una lasca, una

153
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

casa o un depósito ritual, ello le será atribuido al objeto


mediante la aceptación implícita de que esta cosa es
un caso dentro de esa categoría designada con un
nombre. La designación lingüística disciplinaria de ob-
jetos mudos atribuye valores del que los objetos care-
cen dada su natural mudez; y tal atribución de valores
se traslada a la gente en el pasado arqueológico: los
hacedores y usuarios de lascas, habitantes de casas,
y devotos practicantes de depósitos rituales (Haber y
Scribano 1993).
(El conocimiento sobre/La gente de) el pasado de-
pende de la atribución disciplinaria de valor a la ma-
teria muda, una vez que esa cosa ya fue atribuida con
los valores de la materialidad y la mudez. Cualquiera
fuera la relación entre gente y lascas, el lenguaje disci-
plinario arqueológico ya decide que esas cosas sean
lascas y que esa gente sea hacedora/usuaria de las-
cas. Una vez que se ha decidido que el mundo de la
cosa es mudo, y que toda comunicación con las cosas
es imposible con excepción de la percepción visual
externa, se abre un amplio camino hacia la atribución
unilateral de valores. Tal atribución no es casual ni aza-
rosa sino que depende del respaldo y del lenguaje del
colectivo disciplinario que le da nombres a las cosas.
Esas decisiones no fueron inventadas de la nada por
la arqueología. Una larga tradición historiográfica ofre-
ció la base que luego fue adoptada y adaptada por
ella. En su obra historiográfica pionera del siglo v a.C.,
Heródoto acopló las distintas operaciones que más tar-
de se consolidaron en la tradición historiográfica occi-
dental. Heródoto acopló una común clasificación grie-

154
Arqueología y Neoliberalismo

ga de gentes con una clasificación de las fuentes del


conocimiento histórico. Los griegos clasificaban a la
gente de acuerdo a su posesión o carencia de verda-
dero lenguaje, consideraban que su lengua, la griega,
era la verdadera (Santiago 1998). Los griegos y los bár-
baros (es decir, los pueblos no grecoparlantes) fueron
clasificados a ambos lados de una diferencia lingüísti-
ca/cultural respecto al escritor (en el caso comentado,
el mismo Heródoto). Las fuentes del conocimiento se
clasificaban de acuerdo a un espectro de cercanía/
distancia a la verdad, desde el testimonio visual de los
hechos (cerca de la verdad) hasta las leyendas de se-
gunda mano y el conocimiento tradicional (cerca de
la falsedad). Las fuentes de conocimiento del pasado
le fueron comunicadas lingüísticamente a Heródoto,
como texto oral o escrito. El propio Heródoto no fue
testigo ocular de hechos pasados, pero los conocía
ya puestos en palabras en sus fuentes (documentos).
Cualquier tipo de gente podía poner hechos en pala-
bras, incluso la gente que luchó en ambos bandos de
las Guerras Médicas entre los griegos y los persas. Pero
solo el testimonio ocular de los hechos por grecopar-
lantes tenía la oportunidad de ser comunicado al histo-
riador como un conocimiento de alto rango cercano
a la verdad. La memoria colectiva, el conocimiento
tradicional y el conocimiento bárbaro, fueron clasifica-
dos en los más bajos rangos de la jerarquía de conoci-
miento, incluso si ese conocimiento era acerca de esos
mismos bárbaros. La alterización cultural fue así aco-
plada con la idea de que los hechos son cognoscibles
mediante una observación externa luego puesta en
palabras en el lenguaje del historiador. El otro cultural/
155
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

lingüístico no tenía oportunidad para las palabras, ni


siquiera para retornar la mirada. Esas decisiones fueron
luego consolidadas en la tradición historiográfica occi-
dental, en el duradero marco de la disciplina histórica
como el conocimiento experto del pasado (Garrahan
1946, Gottschalk 1950, Shafer 1974). Las comprensiones
ontológicas del conocimiento y del pasado fueron co-
rrespondientemente naturalizadas.
Ver y tocar la materia iba a resultar el principal vehí-
culo para un acercamiento racional a la verdad en el
mundo occidental. A partir de los siglos v y vi d.C. apa-
recería en Italia el tema artístico, luego popularizado
durante el Barroco, conocido como «la incredulidad
de Santo Tomás», que ilustraba a Santo Tomás Apóstol
poniendo sus dedos en las heridas al costado de Je-
sús. El episodio es narrado de la siguiente manera en el
Evangelio de Juan (Juan 20:24-29):

Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo,


no estaba con ellos cuando Jesús vino.
Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor he-
mos visto. Él les dijo: Si no viere en sus manos la
señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar
de los clavos, y metiere mi mano en su costado,
no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípu-
los dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estan-
do las puertas cerradas, y se puso en medio y les
dijo: Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis
manos; y acerca tu mano, y métela en mi costa-
do; y no seas incrédulo, sino creyente.

156
Arqueología y Neoliberalismo

Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y


Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
El texto bíblico, en el que se prefiere la fe —creer
sin ver— al escepticismo —la necesidad de ver y tocar
por uno mismo para aceptar el hecho— reproduce la
previa jerarquía de fuentes de conocimiento, aunque
la jerarquía es invertida en favor de la fe. Es interesan-
te, de todos modos, el foco en el tacto, y no solo en
la vista, con que se ilumina a Tomás, ya que trae a un
primer plano la relación entre la preferencia de la vista
como el órgano de la percepción de los hechos y la
comprensión de los hechos en términos de materia, de
allí la necesidad de tocar. También es interesante que
en la tradición occidental, Tomás sería considerado el
patrono de la justicia (en el sentido de la exigencia de
pruebas materiales de los hechos) y no del escepticis-
mo (en el sentido del rechazo a la fe).
La disciplina arqueológica extiende esa ontología
desde los otros culturales (incluso los enemigos) al pa-
sado arcaico, es decir, el pasado que no puede ser
mediado por el lenguaje. La operación completa de
la mirada unidireccional junto con la textualización en
intimidad lingüística/cultural occidental, acaba sien-
do gobernada por las operaciones metodológicas
arqueológicas. La arqueóloga comprende la cosidad
como facticidad material muda y luego escribe las pa-
labras que la hacen comunicable/interpretable/expli-
cable en sus propios términos, siendo que ya les había
atribuido significado. Al ser transformada en hecho la

157
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

cosa es atribuida con el valor de ser incapaz de devol-


ver la mirada o la palabra. Aún más, tan cerca como
ahora estamos de la cosa, advertimos que, incluso an-
tes de ser percibida o nombrada, la cosa ya es atribui-
da de su falta de relación: la cosa es la mera cosa tal
como sería sin sus relaciones constitutivas, incluso las
relaciones que tenía con el perceptor.
Esa es la razón por la cual la arqueología no solo
precomprende a la cosa como lingüísticamente ca-
rente, sino que no le reconoce capacidad semiótica
o lingüística alguna. Esto es válido al menos desde una
perspectiva ontológica y epistemológica, ya que lue-
go la arqueología interpreta significados no lingüísticos
de las cosas, ejemplo de los cuales son los significados
prácticos. No obstante, por el momento debemos en-
fatizar la gran importancia que para la arqueología
tiene la represión del sentido de las cosas. Las cosas
son extirpadas de las relaciones en las cuales son. Las
relaciones en las cuales las cosas son, son separadas
de las cosas.
La historia —lo que se dice que sucedió— es, sin em-
bargo, como una representación textual de la historia
—lo que sucedió—. La textualidad representa la facti-
cidad; recordemos que la facticidad ya estaba codi-
ficada en intimidad cultural con el historiador, lo que
implica que ambos, el historiador y el autor del docu-
mento (el textualizador original de la facticidad), com-
parten (o asumen que comparten) ciertas compren-
siones respecto del tiempo, el conocimiento y la ma-
teria. La alteridad cultural (otras ontologías diferentes
a la del historiador) es excluida de los documentos o

158
Arqueología y Neoliberalismo

considerada descartable (en este sentido vale la pena


leer acerca del sentido decolonial de la historia oral:
Rivera Cusicanqui 2010). El método arqueológico de la
jerarquía de fuentes codifica una violencia epistémica,
dado que excluye la potencial alteridad constitutiva
de otras fuentes y, en general, a otras epistemes como
carentes de verdad y constituidas en la falsedad (Troiu-
llot 1995).
La disciplina arqueológica también textualiza la fac-
ticidad, pero dentro de su propia metodología: es la
arqueóloga quien escribe acerca de los hechos (infor-
mes de campo, registros, esquemas, formularios, artí-
culos, etc.) en lugar de descubrir textos ya escritos por
otros en repositorios documentales. La textualización
arqueológica se hace en la intimidad del colectivo so-
cial disciplinario y del lenguaje disciplinario. El lenguaje
disciplinario introduce una violencia epistémica antes
de la metodología. Una vez que la cosa ya fue consi-
derada un objeto arqueológico, se le atribuyen todo
un conjunto de relaciones con esa cosa, que al mismo
tiempo queda excluida de todo un conjunto de otras
relaciones posibles que se le extirpan. Como expliqué
más arriba, ello implica una previa violencia ontológica
que extirpa las cosas de las relaciones en las que son.
Toda atribución de significado o interpretación ocurre
luego de una original represión de sentido.
Cuando la arqueología estudia restos materiales,
implícitamente descarta tanto la materia no restante
como los restos no materiales. Es decir, la posibilidad de
que algo pertenezca a una categoría tal como «restos
materiales» implica una tachadura de las otras dos po-

159
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

sibilidades. Ambas tachaduras son consideradas dife-


rentemente en la disciplina arqueológica. La primera
tachadura, la materia no remanente hasta el tiempo
presente, puede ser considerada como una crítica ex-
terna de fuentes; en la disciplina arqueológica funciona
bajo el título de los procesos de formación de sitios y la
tafonomía. La segunda tachadura, los restos inmateria-
les, puede ser considerada como parte de una crítica
interna, aunque aún no ha recibido mucha atención
por parte de la disciplina arqueológica sino mediante
su exclusión. Dado que las relaciones con la cosa fue-
ron previamente excluidas del hecho, la descenden-
cia y la memoria como fuentes de conocimiento son
excluidas del marco disciplinario que define al objeto
y al método. La descendencia y la memoria de los ob-
jetos arqueológicos no pueden sucederle a uno en su
capacidad de sujeto disciplinado. La descendencia
y la memoria no son relaciones que puedan ser vistas
externamente, sino que son internamente constitutivas
de la subjetividad. Solo ocasionalmente una conside-
ración coherente de la crítica interna, como en algu-
nos casos de arqueología indígena, es capaz de rom-
per los límites restrictivos de la disciplina. Mucho más
a menudo la estrategia de objetivación disciplinaria
ha sido resistente a la crítica interna; en tales situacio-
nes la arqueología indígena se ha sujetado al lenguaje
disciplinario, o se ha reducido a un maquillaje de los
marcos disciplinarios para conservarlos incuestionados
(Gnecco y Ayala 2011).
El tiempo occidental está dentro de la matriz de la
disciplina arqueológica así como dentro de la de la

160
Arqueología y Neoliberalismo

historiografía. Casi se puede decir que Occidente es,


principalmente, una teoría de la historia. El tiempo oc-
cidental tiene una forma lineal: una línea recta que va
desde el pasado hasta el presente. Con un punto de
origen y una magnitud, el tiempo occidental es un vec-
tor. Desde la aparición de las religiones abrahámicas,
el tiempo se origina en el acto divino de la creación
y se orienta hacia la resurrección de los muertos. Aun
cuando distintos puntos de origen y magnitudes han
replicado los originales, la forma del tiempo permanece
virtualmente igual. El colonialismo renacentista euro-
peo occidental se orientaba hacia la salvación de las
almas; los colonialismos europeos decimonónicos ha-
cia la civilización (Thomas 1994); y desde mediados del
siglo xx el tiempo se orienta hacia el desarrollo (Escobar
1999). Los puntos de origen han cambiado desde la
Creación al Big Bang, con sus otras réplicas (el naci-
miento de Cristo, el descubrimiento de América, la in-
dependencia nacional, etc.) señalando puntos de ori-
gen particulares para colectivos específicos. El tiempo
vectorial admite localizar a cada cosa, persona, pue-
blo o nación a lo largo de una línea, en una secuencia
de magnitud creciente desde el origen. Los españoles
de los siglos xvi y xvii (aún más si eran cristianos varones
y propietarios) estaban más cerca que los andinos de
la salvación de sus almas, es decir, tenían mayor mag-
nitud. Los ingleses del siglo xix estaban más cerca de
la civilización que los gauchos. Los Estados Unidos del
siglo xx estaban más cerca del desarrollo que la Argen-
tina. El tiempo vectorial también implica que la historia
esté espacialmente distribuida, en el sentido de que a

161
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

lo largo del tiempo la historia se mueve de acuerdo a


la progresión del vector. Entonces, cada punto en el
vector tiende a moverse en dirección a la magnitud.
Se espera que un andino se mueva en dirección al cris-
tianismo, un gaucho hacia la civilización y la Argenti-
na hacia las formas estadounidenses del desarrollo y
el capitalismo. Las categorías interpretativas comunes
en la disciplina arqueológica (complejidad, diferen-
ciación política, domesticación, etc.) están acuñadas
en esta misma forma vectorial, y cuando el pasado no
occidental es interpretado de acuerdo a estas cate-
gorías, se naturaliza la ontología occidental del tiempo
vectorial. Una de las principales tareas de la disciplina
arqueológica parece ser la expansión de (la ontología
de) Occidente sobre tiempos y pueblos que están más
allá de sus fronteras.
Ninguna otra disciplina está mejor equipada que la
arqueología para ubicar a cada pueblo, incluso el más
distante y arcaico, dentro de la forma ya establecida
del tiempo occidental. Mientras que la teoría occiden-
tal de la historia no está delimitada por la disciplina ar-
queológica, su particular acoplamiento con la episte-
mología de la mirada unidireccional y la antropología
de la alteridad, la hace un cuerpo de conocimiento
particularmente útil para naturalizar y universalizar la
ontología occidental; y esto es de fundamental impor-
tancia en contextos de expansión de la frontera, como
el actual.
Tal utilidad sistémica no tiene nada que ver con las
decisiones éticas, aunque incluye y oculta fundamen-
tales decisiones respecto a la práctica. Aquello que

162
Arqueología y Neoliberalismo

usualmente es considerado como dependiente de de-


cisiones éticas individuales en contextos de la práctica,
ya está sobredeterminado por decisiones epistémicas
adoptadas durante los procesos de disciplinamiento.
Se pueden describir dos de esos procesos. El disiciplina-
miento ontogenético ocurre durante los años de expo-
sición institucionalizada y conversión al lenguaje, epis-
temología y ontología disciplinarias. El disciplinamiento
filogenético ocurre en la medida en que la disciplina
se desarrolla y adopta su propio lenguaje, se institu-
cionaliza, y en el caso de la disciplina arqueológica,
deviene el medio hegemónico para tratar con los an-
cestros de los pueblos derrotados y sus descendientes
colonizados. Ambos procesos de disciplinamiento es-
tán suficientemente maduros cuando el lenguaje disci-
plinario es adoptado como si fuese el propio, y cuan-
do los marcos disciplinarios están a salvo de la crítica
interna de la descendencia y la memoria. De hecho,
usualmente ocurre que la descendencia y la memo-
ria —en otras palabras el significado relacional de la
cosa— son reprimidas. Una vez disciplinado, todo un
menú de métodos y teorías aparecen y se multiplican;
no obstante, más allá de esa variabilidad, los marcos
disciplinarios permanecen sólidos y a resguardo.
La violencia epistémica ya está codificada en el
marco disciplinario. Una vez que el sujeto se disciplina,
y que la disciplina deviene el medio autorizado para
tratar con una región particular de la realidad (los an-
cestros de los derrotados, el patrimonio arqueológico,
etc.) ya no hay otra opción real, dentro de los límites
del marco, sino la de reproducir la violencia episté-

163
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

mica. En tal contexto, las evaluaciones éticas de la


práctica, incluso asumiendo que los individuos involu-
crados tienen la mejor de las intenciones decoloniales,
cuando mucho ofrecen la apariencia de una práctica
decolonial —lo que se conoce como práctica políti-
camente correcta—. A pesar de su apariencia, tales
prácticas reproducen el mismo marco epistémico que
codifica la violencia sobre otros conocimientos. Esa es
la razón por la cual una consideración decolonial de
la arqueología debería evaluar los supuestos epistémi-
cos y ontológicos que informan los lenguajes (como el
disciplinario) que dan significado al mundo volviéndolo
disponible a la expansión de relaciones coloniales.
Llegados a este punto, debo reconocer la virtual
inexistencia en su forma pura de un paisaje como el
descrito, aunque espero que, el presentar de manera
simplificada una conjunto de relaciones sea útil para el
argumento. Las premisas acerca del funcionamiento
del mundo y la axiología de la disciplina arqueológica
han atravesado grandes transformaciones durante las
últimas décadas, y debo desarrollar algo más para po-
nerle algo de carne a un paisaje tan esquelético como
el que presenté hasta ahora.

Posdisciplina y frontera del capitalismo


En los últimos veinte años el capitalismo entró en
una nueva etapa expansiva. Volvieron a considerarse
territorios previamente ignorados por la inversión del
capital. Nuevas tecnologías de explotación y/o proce-
samiento se aplican a recursos antes no explotados.
Aspectos de la realidad previamente ignorados por el

164
Arqueología y Neoliberalismo

mercado se desarrollan en nuevas mercancías. El mer-


cado tardocapitalista se ha expandido a cada rincón
del planeta, a cada lado del mundo, a cada fragmen-
to de conocimiento, tradición o curiosidad. Hasta la
propia expansión occidental ha sido desarrollada en
mercancía capitalista, capturando la alteridad, el exo-
tismo, la tradición, las regiones interiores, las aventuras y
las fronteras. Las ruinas, la historia, el pasado y cualquier
signo de la diferencia respecto del mundo capitalista
es un objetivo privilegiado para el desarrollo mercantil.
Los proyectos de desarrollo rural y urbano extraen sedi-
mentos que contienen restos del pasado en casi cada
punto del mundo poscolonial. Las reconstrucciones de
vidas pasadas hechas por la arqueología disciplinaria
son transformadas en atracciones para públicos cre-
cientes siempre listos para consumir esas mercancías.
La diversidad se celebra universalmente y, por cier-
to, también es convertida en mercancía turística. Los
territorios agenciados localmente por generaciones
de pueblos indígenas, campesinos, habitantes rurales
y trabajadores urbanos, son intervenidos por el capi-
tal. El capital es ahora mucho más flexible, fluido, so-
breabundante y sediento de renta, y grandes cantida-
des de intermediarios se movilizan por todo el mundo
en busca de oportunidades de inversión. Ejércitos de
desarrolladores están a cargo de la apertura de esas
oportunidades, haciendo que el conocimiento aca-
démico, tradicional, indígena, etc., esté disponible
para la creación de nuevas mercancías. Los estados
nacionales invierten fondos públicos para la construc-
ción de infraestructuras que sostienen las operaciones

165
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

de inversión de capital: caminos, vías fluviales, puertos


marítimos, pasos montañosos y puentes se construyen
por todo el mundo poscolonial para entregar los pro-
ductos primarios extraídos: minerales, combustibles,
cultivos y cualquier tipo de mercancía que pueda fluir
desde los territorios hacia los centros industrializados. El
proyecto para la Integración de Infraestructura Regio-
nal Sur Americana (IIRSA, www.iirsa.org) es un ejemplo
de los marcos internacionales acordados por los esta-
dos nacionales. Estos movilizan fondos públicos para
esos proyectos, e intervienen en todo territorio local
ubicado dentro del alcance del proyecto. Los acuer-
dos transnacionales como el mencionado son ecos
de la sincronizada reforma de las legislaciones mine-
ras en decenas de estados nacionales en Suramérica
y África durante la década de 1990, ocurridas bajo
presión del Consejo Internacional de Minería y Metales
(ICMM) (Machado 2011). Además de la escala global
del capital y la escala multilateral regional de las políti-
cas estatales, cada uno de estos proyectos interviene
territorialmente en localidades específicas. Es en esos
territorios localmente agenciados que el capital, el Es-
tado y los habitantes locales se encuentran entre sí. No
es sorprendente que la arqueología pueda hallarse en
esos entramados poscoloniales de diversos objetivos e
intereses de capital, vida y conocimiento. El capital, el
Estado y los movimientos sociales luchan por sus pro-
pios regímenes de cuidado de esos territorios. Los en-
tramados territoriales implican estrategias de conoci-
miento en contextos de hegemonía y subalternidad.
La arqueología no es un observatorio neutral de esos

166
Arqueología y Neoliberalismo

entramados, puesto que ya es la disciplina del conoci-


miento hegemónico a cargo del tratamiento de los res-
tos territorializados de los ancestros de los subalternos.
Y es usualmente llamada a intervenir en los campos de
batalla ya estructurados epistémicamente. La discipli-
na arqueológica ha atravesado profundas transforma-
ciones para ser capaz de afirmar otros valores además
de la verdad. Esos valores adicionales, tales como la
justicia social, el mercado, la renta de capital, etc.,
operaron una reconversión tecnológica de una disci-
plina académica/científica previamente orientada a
la sola busca del conocimiento verdadero. Algunos de
los nombres de las reconversiones tecnológicas de la
arqueología posdisciplinaria son la gestión de recursos
culturales, la arqueología indígena, la arqueología fo-
rense y el turismo arqueológico.
Piezas particulares de legislación (principalmente
legislación patrimonial e indígena) modulan las espe-
cificidades de las intervenciones arqueológicas en los
entramados territoriales. El medio usual para regular
las relaciones con los materiales (cosas) y las gentes
es la evaluación ética profesional de la intervención.
Usualmente la ética de las consecuencias de las inter-
venciones territoriales arqueológicas tiene, en la pos-
disciplina, un lugar equivalente al que la epistemología
tenía en contextos disciplinarios. Se definen protocolos
para formalizar los contextos de intervención; se oye a
las partes interesadas para que identifiquen sus diversas
posiciones respecto al registro arqueológico; los recla-
mos indígenas por los restos son modulados por la ley
y la burocracia del Estado. La legislación patrimonial

167
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

(así como las convenciones internacionales y multilate-


rales) incluye tanto las definiciones disciplinarias de los
restos arqueológicos como los regímenes disciplinarios
de cuidado de los mismos. Lo mismo se puede decir
de las intervenciones posdisciplinarias en los entrama-
dos territoriales. La posdisciplina recapitula los supues-
tos disciplinarios respecto a los restos, es decir, respecto
a las relaciones territoriales constitutivas entre pueblos
y cosas/agentes específicos. Por ello, aun consideran-
do la usual importancia de la evaluación ética de las
eventuales consecuencias de las intervenciones y tam-
bién asumiendo las mejores intenciones de los profe-
sionales involucrados, las intervenciones arqueológicas
posdisciplinarias ya están inclinadas estructuralmente.
Los supuestos ontológicos acarreados en los marcos
disciplinarios son coherentes con la ontología occiden-
tal hegemónica del tiempo, la materia y el conocimien-
to. Esta ontología se basa en un estatus epistémico he-
gemónico. Por ello, más que un conjunto de enuncia-
dos sobre la realidad, es una plataforma epistémica: el
principio de realidad que alinea el pasado, el presente
y el futuro en el discurso hegemónico. Dado que se
trata del tiempo en el que los actores actúan, no es
necesario presumir que actúan cínicamente. Ese tiem-
po, el tiempo vectorial occidental, ya tiene un origen y
una magnitud. Entonces, quien vive en ese tiempo vive
con el mismo origen y la misma orientación, y también
actúa en el mundo con el mismo activismo implicado
en la transposición de tiempo en espacio. Los regíme-
nes subalternos de cuidado tienen poco espacio para
negociar y casi ninguno para salir de la subalternidad.

168
Arqueología y Neoliberalismo

Los tiempos otros no son siquiera percibidos (como ta-


les) por la mirada hegemónica. A veces son reducidos
a muestras fosilizadas arcaicas, restos inertes del otro,
folclore que estimula la cromática de la diferencia. A
veces ocurre que los movimientos sociales contra el
desarrollo/conocimiento disputan las intervenciones
guiadas por principios y protocolos pensados ética y
políticamente. Los arqueólogos involucrados en esos
entramados se ven política y epistémicamente alinea-
dos con el capital y el Estado, y contra las localidades
territorializadas. Esas situaciones usualmente mueven
a los arqueólogos a reforzar sus posiciones hegemóni-
cas en la episteme occidental, pero alternativamente
pueden ser oportunidades para reconocer la perver-
sidad y persuasión de los supuestos disciplinarios que
constituyen la subjetividad ética y política de los suje-
tos (disciplinados) más allá de sus propias decisiones
éticas y políticas en la vida.
El tiempo vectorial recapitula previas teorías de la
historia en la tradición occidental. El desarrollo es la
orientación del actual tiempo hegemónico. El tiempo
vectorial es idéntico al tiempo arqueológico; esa es la
razón de la complicidad entre arqueología y desarro-
llo. Cuando la arqueología posdisciplinaria interviene
en el estudio de los efectos de un particular desarrollo
y/o proyecto de inversión, la arqueología asume una
particular ontología del tiempo, la materia y el conoci-
miento ya moldeada en su propio marco disciplinario.
El tiempo lineal implícito en el informe arqueológico es
el mismo tiempo lineal implicado en la inevitabilidad de
la expansión capitalista (en la forma de ese particular

169
13. El lugar de la arqueología.. - Alejandro Haber

desarrollo). Otros tiempos codificados en otros conoci-


mientos son excluidos de la evaluación del proyecto.
La evaluación ética de la práctica correcta solo pue-
de decidir dentro de los márgenes dejados por la pro-
tocolización (modulación) de la expansión de la onto-
logía occidental más allá de sus fronteras. La arqueo-
logía posdisciplinaria está incluida en esquemas que
modulan la expansión capitalista, en el sentido de que
el capitalismo nunca es opuesto ni cuestionado, como
si fuese un fatal destino metafísico en lugar de ser un fe-
nómeno sociohistórico. El proyecto de la intervención
territorial es guiado por un procedimiento burocrático
que lo traduce en una posibilidad real. La intervención
territorial por el capital nunca piensa en el agencia-
miento territorial local. Los intermediarios financieros
evalúan las intervenciones territoriales en términos de
ecuaciones de costo, renta, riesgo y plazo. El patrimo-
nio arqueológico es algo bastante difícil de anticipar
o definir cuantitativamente sin la arqueología. El rol de
las intervenciones arqueológicas posdisciplinarias es el
de traducir las incertidumbres en el patrimonio arqueo-
lógico de un proyecto de inversión en valor monetario
equivalente; las entidades principalmente cualitativas,
invisibles e impredecibles son vueltas disponibles para
su inclusión en las ecuaciones financieras que se ne-
cesita hacer para evaluar la viabilidad del proyecto
(para el capital). Incluso si la intervención arqueológi-
ca aumenta los costos y plazos, es la única manera de
reducción del riesgo respecto a algo tan incierto como
lo arqueológico.

170
14.
ARQUEOLOGÍA Y NEOLIBERALISMO
EN EL PERÚ: UNA APROXIMACIÓN

Henry Tantaleán

Introducción
Según las cifras macroeconómicas, el Perú atravesó
un gran desarrollo económico en los últimos diez años
con un pico en la tasa anual de crecimiento del pro-
ducto interno bruto en el 2008 de 9,1 % (CEPAL 2014:
56). Este auge de la economía nacional la colocó en-
tre las de mayor crecimiento en Latinoamérica. Este
éxito económico se debe a las políticas neoliberales
que se establecieron a inicios de la década de los no-
venta. Incluso, dentro de las cifras que apoyan este
crecimiento económico los ingresos por turismo no son
nada despreciables, alcanzando el récord de 3925 mi-
llones de dólares en 20131 por concepto de «turismo
receptivo».
Justamente, es con relación al turismo que la ar-
queología aparece como importante en la agenda
de los gobiernos de turno y, por ese lado, será que
también se apoye a la arqueología. Con estas políticas
se ha generado una visión de la arqueología como un
instrumento o insumo para generar capitales turísticos
mediante su puesta en valor, la cual incluye su conser-
1 Informacion extraida de la pagina web del MINCETUR: http://www.
mincetur.gob.pe/newweb/Default.aspx?tabid=3459 (consultada el 17 de
agosto de 2015).

171
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

vación y exposición a turistas nacionales y, principal-


mente, extranjeros. De hecho, en el Perú actual exis-
te una visión hegemónica, en el sentido gramsciano,
de que la arqueología tiene un valor y relevancia en
cuanto generador de productos turísticos. Ciertamen-
te, la arqueología es parte sustantiva de la Marca Perú
y, de hecho, el logo de dicha campaña está inspirado
en geoglifos prehispánicos (figura 1).

Figura 1. Anuncio de la Comisión de Promoción del Perú


para la Exportación y el Turismo-PROMPERÚ en el aeropuerto
de Lima (fotografía del autor).

Sin embargo, la importancia de la arqueología en la


economía nacional y regional relacionada con el turis-
mo también genera una relación muchas veces tensa
entre diferentes actores involucrados, especialmente
entre estado, empresas privadas y diferentes grupos
sociales.

172
Arqueología y Neoliberalismo

Por un lado, el estado peruano en su arte de go-


bernar (Foucault 2007) desarrollará y aplicará políticas
neoliberales buscando maximizar los beneficios eco-
nómicos que se puedan extraer de la explotación de
los recursos turísticos, incluyendo los sitios arqueológi-
cos. Por otro lado, las empresas privadas, al seguir y
defender la lógica del mercado, involucrarán en sus
prácticas neoliberales a profesionales, sitios y objetos
arqueológicos que coincidan con sus actividades pro-
ductivas. De esta manera, ambos bloques promoverán
la razón neoliberal (Laval y Dardot 2013) en la socie-
dad peruana.
Finalmente, dentro de la sociedad peruana existen
toda una serie de grupos o colectivos sociales que se
ven implicados en esos discursos y practicas neolibera-
les entre los que destacan los grupos campesinos e in-
dígenas, caso que no se tocará aquí pero que ha sido
analizado por otros investigadores (Hernández 2013;
Herrera 2013, 2014). Otro grupo social quizá minoritario
pero directamente involucrado es el colectivo de ar-
queólogos peruanos. Como veremos, muchos arqueó-
logos se han adecuado a las prácticas neoliberales
mientras que otros mantienen una discusión sobre la
manera correcta de establecer los estándares de su
preservación y definir los límites de su afectación por
parte de las actividades del gobierno de turno y em-
presas privadas.
En primer lugar, para poder entender las relaciones
entretejidas entre arqueología y neoliberalismo men-
cionadas será menester describir, por lo menos sintéti-
camente, el contexto histórico en el cual se instalaron

173
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

las prácticas neoliberales en el Perú desde la década


de los noventa hasta la actualidad.

25 años de políticas neoliberales en el Perú


El 8 de agosto de 1990, el gobierno de Alberto Fu-
jimori instauró oficialmente la política neoliberal en el
Perú. La economía nacional, que había atravesado
serios problemas y se había tratado de balancear con
la ayuda del estado en los últimos años de la déca-
da de 1980, no pudo soportar más su desajuste con un
mundo capitalista de libre mercado. Al realizar esto y
otras medidas del denominado paquetazo o fujishock
se esperaba detener la inflación económica interna
que había llegado a cifras exorbitantes durante el pri-
mer gobierno de Alan García (1985-1990). Además,
existía una presión procedente de diferentes institucio-
nes financieras multilaterales desde la década de los
ochenta, las cuales coadyuvaron a la imposición del
neoliberalismo en otros estados de Latinoamérica. La
crisis no solo era económica sino también política. La
informalidad en la economía detectada por Hernan-
do de Soto (1986) en El otro sendero era solamente la
parte más visible de una crisis en el poder legislativo
y judicial, sobre todo con respecto a la inestabilidad
y corrupción política. Adicionalmente, la situación de
violencia e inseguridad generada por Sendero Lumi-
noso y el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru y
su consecuente enfrentamiento por parte del Estado
peruano no creaba un ambiente atractivo para las
inversiones extranjeras. Por su parte, una elite empre-
sarial local seguía controlando ciertos sectores de la

174
Arqueología y Neoliberalismo

administración pública. Esta situación económica tam-


bién se agravaba debido a que las empresas estatales
habían fracasado en la gestión de sus recursos.
Dado este escenario, los objetivos a corto plazo
del programa económico de Fujimori eran estabilizar
la economía peruana frenando la hiperinflación, re-
cuperar las relaciones con las instituciones financieras
extranjeras, especialmente retomando el pago de la
deuda externa y reinsertar a la economía nacional en
el mercado internacional. Para ello se pusieron en mar-
cha políticas de privatizaciones de las empresas esta-
tales, de flexibilización laboral y desregularización de
precios dejando que la mano invisible, por lo menos en
el discurso, hiciera su trabajo.
Sin embargo, como el antropólogo peruano Carlos
Iván Degregori (2012 [2000]: 314-315) señalaba en el
2000, este neoliberalismo era una versión peruana que
denominó neoliberalismo periférico:

El extraño resultado fue que a pesar del shock


neoliberal más radical de la región, el gobierno
de Alberto Fujimori no llegó a significar una rup-
tura, sino que terminó como una mezcla híbrida
que recogía lo peor de nuestras tradiciones políti-
cas y del neoliberalismo. Otro capítulo de nuestra
modernización tradicionalista, que podríamos lla-
mar el del neoliberalismo periférico, del cual men-
ciono solo dos características:
1. Un desarrollo insuficiente de la ciudadanía, que
nos impide reaccionar como un cuerpo cívico re-
publicano y hace que en lugar de considerar que

175
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

todos tenemos iguales deberes y derechos, nos


dividamos entre los que están por encima y los
que están por debajo de la ley […].
2. Por consiguiente, la competencia se convierte
aquí en un «vale todo» con límites cada vez más
laxos y mantiene como contraparte el estilo po-
pulista de los programas de apoyo a la extrema
pobreza, que propició el clientelismo y la corrup-
ción desenfrenada.

Luego del gobierno autocrático de Fujimori, se resta-


bleció nuevamente el sistema democrático de elección
de las autoridades políticas centrales. Las nuevas elec-
ciones fueron ganadas por el economista Alejandro To-
ledo, quien entre el 2001 y el 2006 mantuvo muchas de
las políticas económicas de Fujimori, aunque en un am-
biente más democrático y alejando del gobierno a los
personajes relacionados con la figura de Fujimori.
Cinco años después, y por segunda vez, Alan Gar-
cía apoyado por el partido Aprista ganó las elecciones
para su mandato del 2006 al 2011. La economía del
país siguió creciendo en términos macroeconómicos
tanto así que se convirtió en una de las economías más
sólidas de la región sudamericana. Además, la violen-
cia política quedó atrás en el siglo xx y se comenzó a
tener un ambiente más amplio con respecto a las dis-
cusiones políticas que incluyeron también a la alicaída
izquierda peruana.
De hecho, para las elecciones del 2011, el candida-
to Ollanta Humala se presentó como un proyecto apo-
yado e inspirado en la izquierda. Sin embargo, al ob-

176
Arqueología y Neoliberalismo

tener la presidencia del país se alineó con los poderes


económicos y mantuvo la hoja de ruta que (les) pro-
metió en la segunda vuelta electoral. Durante su go-
bierno, se mantuvieron las políticas neoliberales de los
gobiernos anteriores, aunque con un discurso inclusivo,
materializado especialmente en sus programas socia-
les. Asimismo, este gobierno se vio sometido a una serie
de presiones de los grupos de poder económico y de
la oposición política, especialmente del APRA y el fuji-
morismo. El gobierno de Humala también se podría ca-
lificar como pragmático y en el cual se ha beneficiado
a la cartera de economía sobre las demás. A pesar de
dicho celo en asuntos económicos, en general, se ha
asistido a una desaceleración económica2 la cual es
explicada oficialmente por las crisis de los países desa-
rrollados y la disminución de los precios de los minerales
en el mercado internacional. Desde otros sectores críti-
cos con el gobierno, esto también se debería a la falta
de un buen equipo de gobierno que pueda afrontar
los escenarios económicos internacionales. De hecho,
esta crítica encuentra fundamento en la gran canti-
dad de ministros que han desfilado por sus respectivas
carteras durante este periodo de gobierno. Uno de
esos ministerios es el de cultura.

Estado peruano y arqueología


La principal institución dedicada al registro, preser-
vación, investigación y gestión de los restos arqueoló-

2 Según el Banco Mundial se pasó de una tasa de crecimiento porcentual


del PIB de 8,5 en el 2010 a 2,4 en el 2014: http://datos.bancomundial.org/
indicador/NY.GDP.MKTP.KD.ZG

177
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

gicos del Estado peruano es el Ministerio de Cultura.


Este organismo fue creado recién en el 2010 y es la
principal agencia estatal que tiene entre sus funcio-
nes plantear, desarrollar y dirigir la política cultural del
Perú, incluyendo a la actividad arqueológica. En una
escala menor, el Ministerio de Comercio Exterior y Tu-
rismo (MINCETUR) desarrolla proyectos que potencian
la actividad turística y donde los sitios arqueológicos
ocupan un lugar relevante. En un nivel por debajo de
los ministerios, se encuentran las denominadas Unida-
des Ejecutoras, importantes organismos del Estado que
desarrollan trabajos de investigación, conservación
y difusión de extensos y monumentales sitios de gran
importancia arqueológica en el Perú. Finalmente, la
formación de arqueólogos en las universidades es un
componente importante en la generación de profesio-
nales vinculados a la investigación y gestión de los sitios
y objetos arqueológicos.

El Ministerio de Cultura
El Ministerio de Cultura se divide en dos grandes
viceministerios: el de Patrimonio Cultural e Industrias
Culturales y el de Interculturalidad. Dentro del Vice-
ministerio de Patrimonio Cultural e Industrias Culturales
encontramos diferentes direcciones generales encar-
gadas de administrar, gestionar, promover y supervisar
todas las actividades que se pueden relacionar con la
arqueología dentro del Estado peruano3. Desde ese

3 La información de la estructura del Ministerio de Cultura se ha extraído de


su página web (consultada el 3 de febrero de 2015): http://www.cultura.gob.
pe/sites/default/files/pagbasica/tablaarchivos/03/organigramamc.pdf

178
Arqueología y Neoliberalismo

viceministerio y sus diferentes direcciones se generan


las principales propuestas de gestión del patrimonio
arqueológico en el Perú (figura 2). Sin embargo, el Mi-
nisterio de Cultura todavía es una institución pública
que, como muchas de las existentes en el Perú, tiene
deficiencias y, principalmente, un presupuesto que no
le permite cumplir cabalmente sus funciones como
muchas veces han referido sus funcionarios.

Figura 2. Ministerio de Cultura, Lima (fotografía del autor).

De entre los diferentes programas relacionados con


la arqueología, vinculados al Ministerio de Cultura,
el Programa Qhapaq Ñan es una propuesta integral
del manejo del patrimonio cultural con un importante
componente arqueológico. Uno de sus objetivos prin-
cipales fue alcanzado en 2014, cuando se logró el re-
conocimiento del sistema vial del Imperio de los Incas
como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Dicho ca-
mino prehispánico atraviesa Colombia, Ecuador, Perú,

179
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

Chile y Argentina. Además del camino se incluyen sitios


arqueológicos directamente relacionados, así como el
propio paisaje cultural que se ha generado con dichas
construcciones. A pesar que ha recibido críticas (por
ejemplo, ver Korstanje y García 2007), a nivel de gene-
ración de información empírica, conservación y ges-
tión del patrimonio arqueológico es uno de los proyec-
tos más importantes que se han desarrollado desde la
estructura del estado en las últimas décadas.

Unidades Ejecutoras y sitios arqueológicos


Creadas por el Estado peruano en el año 2001, las
Unidades Ejecutoras (UE) son entidades públicas des-
centralizadas. Es decir, son unidades administrativa y
financieramente autónomas que están supervisadas
técnicamente por instituciones relacionadas con su
especificidad. En este caso, las UE vinculadas directa-
mente con sitios arqueológicos están bajo la supervi-
sión del Ministerio de Cultura. En la actualidad grandes
centros arqueológicos como Caral, Sipán, Túcume,
Marcahuamachuco, etc., se gestionan bajo la modali-
dad de Unidades Ejecutoras, lo que ha significado que
se hayan invertido grandes sumas de dinero para su
investigación, conservación y puesta en valor para el
turismo (figura 3).

180
Arqueología y Neoliberalismo

Figura 3. Sitio arqueológico de Caral, Supe (fotografía del


autor).

Universidad Pública y arqueología en el Perú


La Constitución Política vigente en el Perú es la que
se aprobó en 1993 durante el gobierno de Alberto Fuji-
mori. Aparte de esta carta magna muchas otras leyes
de la época de Fujimori siguen vigentes. Una de ellas
está relacionada con la liberalización de la educación
superior (Decreto Legislativo 882 de 1996), la cual gene-
ró la aparición de universidades privadas con diferen-
tes calidades educativas. Sin embargo, las universida-
des públicas siguieron sufriendo problemas económi-
cos heredados del siglo pasado y una alta politización
endogámica que impide el recambio generacional y
la alternancia de otros grupos políticos en las autorida-
des universitarias. Todo esto, tomado en conjunto, no
ha permitido que la universidad pública pueda respon-
der adecuadamente a las crecientes necesidades de
la sociedad y los mismos estudiantes.

181
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

Esta situación se debe en gran parte a la falta de


financiamiento de la universidad pública por parte del
Estado aunque también existen otros mecanismos que
las universidades poseen para obtener ingresos. Uno de
ellos es el canon minero, posibilitado gracias al incre-
mento de las actividades mineras en el Perú. Esto sig-
nifica que por ley un porcentaje de las ganancias por
las actividades mineras en una región está destinado a
las universidades públicas de las zonas en las que ope-
ran dichas empresas. Sin embargo, como un reciente
estudio señala (Mendoza et al. 2012), las universidades
públicas han sido incapaces de gestionar dichos re-
cursos y, por ejemplo, desarrollar investigación. Esto se
debe en parte a los engorrosos trámites que comien-
zan con los gobiernos regionales y locales, encarga-
dos de administrar ese dinero y entregarlo a las univer-
sidades públicas. Adicionalmente, en la relación entre
esos gobiernos políticos y las autoridades e investiga-
dores universitarios existen una serie de problemas de
comunicación, desinterés e incapacidad para poder
canalizar y usar ese dinero. Asimismo, la normativa no
contempla la posibilidad de pagar salarios (Mendoza
et al. 2012: 78), lo cual, de entrada, evita la generación
de cuadros académicos y de investigación sostenida.
Incluso, parece que el dinero por canon minero se re-
ducirá en los próximos años, puesto que los precios de
los minerales también están bajando, lo cual aminora-
rá este ingreso a las universidades públicas.
Se podría decir que las carencias y falencias de la
universidad pública han sido suplidas por las universi-
dades privadas. Sin embargo, las carreras no lucrati-

182
Arqueología y Neoliberalismo

vas han perdido el espacio generado por el Estado.


Entre ellas, las ciencias sociales son las que han tenido
grandes problemas para su desarrollo. La arqueología
forma parte de estas en las universidades públicas pe-
ruanas.
En el Perú, existen nueve universidades distribuidas en
costa y sierra que ofrecen la carrera de arqueología (fi-
gura 4). De todas ellas, la única universidad privada que
enseña arqueología es la Pontificia Universidad Católi-
ca del Perú (PUCP). Interesantemente es la que posee
mejores estándares internacionales y una proyección
a la sociedad que la hace visible, especialmente me-
diante sus proyectos de investigación arqueológica y la
performance pública y laboral de sus egresados. Hemos
analizado el desarrollo y significación de esta escuela
de arqueología en otro lugar (Tantaleán 2014, 2015), así
que no abundaremos en esto.

Figura 4. Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Na-


cional Mayor de San Marcos donde se encuentra el Depar-
tamento de Arqueología (foto tomada de Wikimedia).

183
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

En general, la situación de las universidades públi-


cas, especialmente con respecto a la arqueología no
se aleja de las demás carreras de ciencias sociales en
el Perú. En términos generales, existen carencias en la
cantidad de docentes, en la calidad académica, in-
fraestructura, tecnología, becas de investigación y es-
pacios académicos de reunión y de divulgación de los
resultados.
Si bien, en los últimos años, el Consejo Nacional de
Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica del Perú
(CONCYTEC) está generando una serie de iniciativas
para el desarrollo de la investigación en el Perú, las
ciencias sociales siguen siendo marginadas en dicho
financiamiento. De hecho, como hemos visto, la pers-
pectiva que se tiene de la arqueología está vinculada
al turismo, como también se puede reconocer en su
descripción de los sectores prioritarios del Plan Nacio-
nal Estratégico de Ciencias, Tecnología e Innovación
para la Competitividad y el Desarrollo Humano 2006-
20214.

Las empresas privadas y la arqueología


El desarrollo de la economía nacional peruana se
basó principalmente en las actividades extractivas de
minerales, especialmente a mediados de la década
de 1990. Si bien ya existía una tradición extractiva en
el Perú es con las políticas neoliberales cuando nume-
rosas empresas se establecen en el territorio peruano y
generan grandes proyectos mineros en extensas áreas
4 http://portal.concytec.gob.pe/index.php/concytec/estrategias/41-plan-
nacional-de-cti-2006-2021 (Consultado el 17 de agosto de 2015)

184
Arqueología y Neoliberalismo

del territorio peruano. Con la proliferación de los traba-


jos de exploración, explotación y transformación de los
minerales el Estado peruano exigió a las empresas Estu-
dios de Impacto Ambiental, un requisito que se hacía
cumplir desde el Ministerio de Energía y Minas5. Estos
estudios incluyen la descripción de evidencias arqueo-
lógicas en las áreas de influencia de las actividades.
Asimismo, las empresas mineras como otras que involu-
cren movimiento de tierra están obligadas por el Minis-
terio de Cultura a obtener un Certificado de Inexisten-
cia de Restos Arqueológicos (CIRA) para la ejecución
de sus actividades. Lo mismo se aplica a otras activida-
des como la instalación de líneas de transmisión eléc-
trica, gaseoductos, mineroductos, oleoductos y otras.
Finalmente, el creciente proceso de urbanización es-
pecialmente en la costa peruana, ha llevado a la inter-
vención de áreas con restos arqueológicos.
Con el propósito de cumplir con los requisitos exigi-
dos por el Estado peruano, las empresas han contrata-
do a muchos arqueólogos para realizar evaluaciones,
mitigar el impacto en los sitios arqueológicos, obtener
dichos CIRA´s y/o realizar actividades de rescate ar-
queológico. También, el mismo Estado peruano, al rea-
lizar obras de infraestructura, ha tenido que acatar sus
propias regulaciones y adoptar los procedimientos que
las empresas privadas llevan a cabo, aunque se han
dado excepciones a la regla.

5 Recientemente se ha creado el Sistema Nacional de Evaluación


de Impacto Ambiental dentro del Ministerio de Ambiente, el que se
encargará específicamente de estos estudios: http://www.minam.gob.pe/
legislaciones/sistema-nacional-de-evaluacion-de-impacto-ambiental/

185
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

Por todo ello, se generó en el Perú una demanda


importante de arqueólogos para continuar con tales
obras. De esta manera, comenzaron a florecer ar-
queólogos independientes y, más adelante, verdade-
ras empresas de arqueología que comenzaron a aten-
der los pedidos de las empresas mineras. En general, la
arqueología de contrato ha tenido aparentes efectos
positivos en la economía de los propios arqueólogos
y sus familias, y en el desarrollo de obras que pueden
beneficiar a la población en general. De hecho, ese
crecimiento económico ha favorecido a corto pla-
zo a las poblaciones que se han integrado al sistema
económico extractivo como, por ejemplo, las mineras.
Sin embargo, también parece tener efectos negativos
que solo se podrán reconocer a mediano y largo pla-
zo, especialmente los relacionados con el espacio de
vida de las comunidades indígenas. Lamentablemen-
te, en este capítulo no existe espacio para ahondar en
esta problemática.
Además de estas grandes empresas existen toda
una serie de empresas privadas relacionadas con el
turismo (como cadenas de hoteles, empresas de trans-
porte, restaurantes, agencias de viaje, etc.), que pre-
sionan a los gobiernos locales y regionales para hacer
prevalecer sus intereses económicos. La presión ejerci-
da sobre la ciudad de Cusco es un caso en cuestión
(figura 5).

186
Arqueología y Neoliberalismo

Figura 5. Plaza de Armas de la ciudad del Cusco (fotografía


del autor).

Debido a este manejo y uso de los restos arqueológi-


cos, la actividad de las empresas privadas también ha
estado sometida a críticas. La percepción de algunos
arqueólogos e intelectuales es que estas actividades
relacionadas con la arqueología de contrato, muchas
veces no genera un verdadero conocimiento arqueo-
lógico y, mucho menos, llega a ser socializado. Por otra
parte, como fenómeno sociológico, ha convertido a
los arqueólogos que la practican en empresarios que
desarrollan su profesión como otra de las tantas acti-
vidades lucrativas. Obviamente, esta práctica no ha
estado exenta de críticas lanzadas desde la ética que
se supone se debería respetar en el ejercicio de la pro-
fesión arqueológica.

187
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

Comentarios finales
En líneas generales, la arqueología peruana bajo las
políticas neoliberales ha crecido exponencialmente.
Nunca antes existieron tantos proyectos de investiga-
ción arqueológica ni intervenciones relacionadas con
obras civiles o extractivas en las que se contrataron
arqueólogos. Existen más de un millar de arqueólogos
profesionales peruanos, muchos de ellos desarrollando
sus actividades en diferentes espacios laborales como
los que se ha mencionado previamente. De hecho,
cualitativamente se puede evidenciar un incremento
de la actividad arqueológica en el Perú. Sin embargo,
estas cifras también pueden ser como las macroeco-
nómicas: números gruesos y brutos que no describen
plenamente el detalle de la vida real de las personas a
las cuales se las vincula.
Como hemos podido apreciar, la relación entre ar-
queología y neoliberalismo está definida por el Estado
y por las empresas privadas. En medio de esos dos blo-
ques se encuentran los arqueólogos que terminan tra-
bajando en uno o ambos lados. Incluso, las carreras
de muchos arqueólogos han transcurrido entre traba-
jos para el Estado peruano y para empresas privadas.
Por parte del Estado, el Ministerio de Cultura, Unidades
Ejecutoras o universidades públicas son las instituciones
que mayor cantidad de arqueólogos profesionales ha
reclutado, especialmente durante los últimos diez años,
a medida que la burocracia de este sector también ha
ido creciendo, especialmente por las demandas del
sector privado, la gestión del patrimonio arqueológico
y la investigación. Por otro lado, las empresas también

188
Arqueología y Neoliberalismo

han crecido y han requerido los servicios temporales y


hasta permanentes de arqueólogos. Sin embargo, la
relación laboral de los arqueólogos tanto en el Estado
como en el sector privado, es altamente dependiente
y, la mayoría de las veces, muy precaria.
Al no existir una carrera de investigador en arqueo-
logía en el Perú financiada por el Estado o instituciones
académicas, no se ha podido independizar al oficio
de arqueólogo de este tipo de relaciones laborales.
En parte, esto explica porque no se ha podido llegar
a generar una comunidad científica arqueológica, la
cual podría tener una voz respetable y delinear cuales
son los intereses comunes de los arqueólogos y la ética
que debería orientar la práctica arqueológica. De he-
cho, si algo caracteriza a la arqueología peruana con-
temporánea es que no existe una comunidad sólida,
asociación, gremio o colectivo que reúna realmente
a los arqueólogos peruanos. Un análisis sociológico de
los arqueólogos peruanos apunta a que, muchas ve-
ces, los arqueólogos profesionales terminan ocupando
puestos de forma pragmática y oportunista, siguiendo
las prácticas neoliberales instaladas en el Estado y la
empresa privada.
Parece ser que mientras se mantenga esta versión
peruana del modelo neoliberal de la cual nos hablaba
Degregori (2012), la situación de la mayoría de los ar-
queólogos peruanos no cambiará sustancialmente en
los próximos años. Aunque se ha tratado de impulsar la
investigación en arqueología desde algunas institucio-
nes públicas, esta todavía sigue siendo una disciplina
que es útil en tanto en cuanto genere un producto que

189
14. Arqueología y Neoliberalismo... - Henry Tantaleán

pueda ser deseado y comprado en el mercado. Ten-


drán que llegar nuevas políticas con visiones más so-
ciales y sustentables para que la arqueología se trans-
forme de un medio generador de riqueza a un medio
que genere conocimiento social útil. Un cambio ten-
drá que ocurrir para que los arqueólogos pasen de ser
simplemente parte del engranaje económico como
tecnócratas/fuerza de trabajo y se conviertan en inte-
lectuales/científicos sociales.

190
15.
LA REVOLUCIÓN SUBURBANA. APUNTES DE
ARQUEOLOGÍA Y CAPITALISMO NEOLIBERAL
EN LA MEGALÓPOLIS MEXICANA

Juan Reynol Bibiano Tonchez &


Juan José Guerrero García

Los hombres hacen su propia historia. Pero no la


hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas
por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con
que se encuentran directamente, que existen y les
han sido legadas por el pasado.
Karl Marx, 1975

La inhospitalidad de nuestras ciudades reconstrui-


das, que se derraman imperturbablemente… que
tienen una composición monótona en vez de ser
como una melodía, esa inhospitalidad, decimos
se expresa tanto en el centro como en la periferia;
allí donde el horizonte de las ciudades se desplaza
cada vez más y el paisaje lejano no permite distin-
guir ya en que lugar la vista y el futuro del ciudada-
no parecen estar cerrados y obstruidos…
¿Alexander? Mitscherlich, 1969

Introducción
El último año, hemos sido bombardeados con infor-
mación acerca de la destrucción orquestada por el Es-
tado Islámico en Próximo Oriente, de gran cantidad de
vestigios arqueológicos, actos terribles y reprobables

191
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

que vulneran el conocimiento histórico de la humani-


dad y por tanto reducen la posibilidad del cambio so-
cial a partir de la recuperación de la memoria colecti-
va. Sin embargo, los mismos medios de comunicación
llevan décadas enteras encubriendo las prácticas del
fundamentalismo del libre mercado, auspiciado por el
dios de la ganancia y la plusvalía, que ha hecho lo mis-
mo en la cuenca de México y otras partes del mundo,
por medio de la sobreexplotación del trabajo, la espe-
culación inmobiliaria, la privatización de los espacios
públicos, la carestía de los servicios y la correspondien-
te expulsión de las personas de escasos recursos de los
núcleos urbanos a través de acelerados procesos de
gentrificación.
Es por eso que, al recibir la interesante invitación
para participar en un libro dedicado a la relación exis-
tente entre la arqueología y el neoliberalismo, pese a
que salieron a relucir una gran cantidad de tópicos a
escoger —entre ellos, la transformación de los monu-
mentos arqueológicos en mercancía— nos decidimos
por un tema sustancial para la investigación y conser-
vación de los vestigios arqueológicos: la mancha urba-
na. Así que en este texto nos avocaremos a reflexionar
sobre la complejidad del crecimiento descontrolado
de la Ciudad de México, un fenómeno que desde
hace tiempo los urbanistas nacionales denominan
como la megalópolis de México, cuya formación resul-
ta altamente nociva para la protección del patrimonio
arqueológico en esta altiplanicie.
Tal como opina Jefrey Parsons: «La cuenca de Mé-
xico… es un caso extremo de una condición universal

192
Arqueología y Neoliberalismo

de destrucción, y aunque existen muchas preguntas


para investigar ya no es posible porque no existen los
sitios para hacerlo» (Parons 2012). Esta cuenca, como
es sabido, es uno de esos pocos lugares en el país don-
de existen evidencias arqueológicas que nos pueden
dar información sobre la secuencia de cambios rela-
tivamente autónomos de las formaciones sociales en
América, desde los modos de producción apropiado-
res hasta las sociedades clasistas. Desafortunadamen-
te, la situación actual que vive la arqueología de la re-
gión central de México, sobre todo en los sitios peque-
ños carentes de arquitectura perenne o monumental,
está envuelta en un frenesí destructivo de modos de
vida y vestigios arqueológicos.
Se ha dicho en repetidas ocasiones que esta situa-
ción es consecuencia de que al Estado mexicano
solo le interesan los sitios que traen prestigio nacional
y atraen al turismo, mientras que a las empresas cons-
tructoras les importa únicamente la ganancia que
conlleva la especulación inmobiliaria. El objetivo de
ambos es extraer los recursos de una fuerza de trabajo
empobrecida que invierta (aunque poco) en su vivien-
da y no dedicar costosos recursos a la investigación
o conservación arqueológica, mucho menos cuando
esta no presenta atributos monumentales o de impor-
tancia para la inversión turística.
Más allá de lo crudo de estos hechos, queda claro
que el problema no es puramente arqueológico y sin
duda es sintomático de una condición social desenca-
denada por un sistema económico basado en la ex-
plotación de los trabajadores, la cual se manifiesta de

193
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

una forma particularmente grave en un país depen-


diente como lo es México.

Mancha urbana
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estima
que en América Latina y el Caribe, de cada 100 habi-
tantes 80 viven en ciudades, es decir, 450 millones de
habitantes viven en áreas urbanas hoy en día. Los pro-
nósticos para el 2050 indican que para ese año la po-
blación urbana habrá incrementado en 178 millones
alcanzando el 86 % total de la población (BID 2015).
Estos números evidencian la tendencia a la desrurali-
zación de la humanidad, siendo la vivienda uno de los
indicadores principales en los que se hace patente la
marginación inherente a la migración de millones de
personas hacia las grandes ciudades. Las condicio-
nes de vida en estos nuevos asentamientos humanos,
evidencian, además, la cada vez mayor precariedad
del salario, ya no solo del proletariado industrial, sino
también del que trabaja en el comercio y los servicios;
el acceso a la vivienda en la ciudad actual refleja las
grandes contradicciones que el sistema capitalista va
creando y México no es la excepción. En casi todas
las ciudades del país, a causa de la migración y una
errónea política de vivienda implementada durante
los últimos treinta años, se han construido enormes de-
sarrollos inmobiliarios o fraccionado miles de hectáreas
de terrenos antes dedicados al cultivo, para dotar de
viviendas, casi siempre sin las condiciones mínimas de
habitabilidad y sin un estudio integral de la región en
la que estos desarrollos se plantean; ni qué decir de los

194
Arqueología y Neoliberalismo

deseables procesos de identidad de los nuevos habi-


tantes con el espacio que se está ocupando.
En respuesta a esta situación, gran parte de los es-
pecialistas en protección del patrimonio cultural, his-
tórico y arqueológico, observan con preocupación la
velocidad con la que esta nueva forma de urbanismo
destruye para siempre formas de organización tradi-
cional, especies endémicas y por supuesto informa-
ción sobre la historia de los pueblos de la cuenca de
México, de Mesoamérica y de la humanidad misma.
Pero quizás los arqueólogos nos hemos limitado a ver el
problema como una cuestión natural y lo dejamos pa-
sar arguyendo frases simples y consoladoras como: «Es
parte del progreso, nadie lo detiene», «Todo México es
un tepalcate, no se puede rescatar todo», «Si no fuera
por el crecimiento industrial e inmobiliario no habría sal-
vamentos arqueológicos ergo sin salvamentos arqueo-
lógicos no tendríamos chamba (trabajo, curro)», «Gra-
cias al salvamento arqueológico tenemos cada vez
mayor información», etc. De tal forma que, esa man-
cha urbana resulta un ser metafísico que no tiene expli-
cación racional y frente al cual no tenemos nada que
hacer; pareciera que, como decía Mitscherlich (1969:
11): «Todo esto lo aceptamos con una indiferencia tan
grande porque la costumbre embota la sensibilidad».

Neoliberalismo y sobreexplotación del trabajo


El neoliberalismo, visto como la fase actual del ca-
pitalismo, descansa en dos bases fundamentales, los
grandes avances tecnológicos y la precarización del
trabajo (Sotelo 1999). Dicha situación se expresa tanto

195
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

en los países llamados desarrollados como en los de-


pendientes, pero es más profunda en estos últimos, ya
que sus formas de resistencia y organización han sido
históricamente reprimidas.
Según la teoría de la dependencia, América Latina
y otras regiones llamadas subdesarrolladas viven una
situación perjudicial frente a su contraparte en el he-
misferio norte, generada por un intercambio desigual
dentro de la economía global. En lo interno, las bur-
guesías latinoamericanas en vez de invertir en mejorar
la producción en torno a la tecnología, obtienen sus
ganancias gracias a la sobreexplotación del trabaja-
dor. El patrón, con la intención de compensar la pérdi-
da de ingresos causada por el comercio internacional,
ya no se apropia solo de la parte que el obrero no ne-
cesita para su subsistencia y reproducción de su fuerza
(excedentes), sino que incluso se hace con la produc-
ción que este requiere de forma indispensable para so-
brevivir. Esta condición se da principalmente a través
del aumento en la intensidad del trabajo (se exige una
mayor producción en menor tiempo), la prolongación
de la jornada laboral por arriba de lo reglamentario y
la reducción del «consumo del obrero más allá de su
límite normal» (Marini 1974), dejando a los trabajadores
«cada vez más expuestos al ciclo económico domi-
nante» (Sotelo 1999).
Paralelamente, dentro de la globalización se dan
una serie de adelantos tecnológicos, los cuales, se
mantienen subordinados a los intereses de las grandes
empresas, como señala Sotelo (1999):

196
Arqueología y Neoliberalismo

Su uso capitalista se divorcia totalmente de la


concepción humanista que reduce el tiempo de
trabajo del ser humano y amplia el correspon-
diente al tiempo libre, mediante la reducción
gradual de la jornada laboral que la sociedad
puede revertir en beneficios colectivos.

Lo mismo sucede con la producción de vivienda.


Lejos de abordarse desde un punto de vista humanis-
ta, que permita un desarrollo integral de las personas,
mejore las condiciones de vida y los tiempos de des-
canso, amplíe los lugares de esparcimiento y que ge-
nere procesos de comunicación entre sus habitantes,
está destinada a los intereses del capital, reflejando,
sin lugar a dudas, los pírricos alcances del pauperizado
salario de nuestros días.

Reproducción de la fuerza de trabajo, la vivienda y la


arqueología
Decíamos que el sistema neoliberal se caracteriza,
entre otras cosas, por apropiarse de la parte de la pro-
ducción necesaria para la reproducción del trabajo,
pero cuando hablamos de reproducción nos referimos
a todo aquello que requiere el obrero (además de lo
necesario para su reproducción biológica, esto es, la
procreación) para mantenerse sano para seguir traba-
jando, es decir, los espacios que le permiten la convi-
vencia social y estabilidad mental, educación, diver-
sión, entretenimiento; dicho de otra forma, la repro-
ducción está relacionada directamente con el consu-
mo y con el tiempo que no se destina directamente a
la producción (Bate 1999).

197
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

Si se hiciera una arqueología de la Ciudad de Mé-


xico, se podría identificar claramente la implementa-
ción, en la década de los años ochenta, de las polí-
ticas neoliberales en materia de desarrollo urbano, lo
que aquí llamamos Revolución suburbana. Después
de la entrada del neoliberalismo y las subsecuentes
crisis causadas por la subordinación a los organismos
económicos mundiales, se dejaron de construir esas
colonias de trabajadores con espacios de vivienda
medianamente digna, que incluían parques y plazas
centrales, servicios culturales complementarios, ade-
más de una mayor accesibilidad y conexión con los
centros de trabajo. Por otro lado, el capitalismo neo-
liberal también se manifiesta en el hecho de generar
en la población el sueño de la casa propia, sembrado
a través de los medios masivos de comunicación y de
toda la maquinaria ideológica. Ese es el discurso diario
de la especulación inmobiliaria, sobre todo en la ca-
tegoría llamada de interés social y de algunas organi-
zaciones de vivienda (clientes de los partidos políticos)
cuyo trabajo consiste en lucrarse con la pobreza. Sin
embargo, los trabajadores que por necesidad caen
en estas redes ven como sus vidas se desarrollan en
condiciones de inseguridad e insalubridad, sin servicios
básicos, como parte de un cinturón obrero marginal,
dentro de la ciudad o fuera de ella.
El neoliberalismo con respecto a otros sistemas
económicos del siglo xx, e incluso con otras fases del
propio capitalismo, tiende a reducir la capacidad de
consumo en torno a la reproducción del trabajador.
La mancha urbana y los cambios en la vivienda son

198
Arqueología y Neoliberalismo

una muestra clara de esto, pues no solo los materiales


de construcción son de baja calidad, sino que el espa-
cio es mínimo tanto al interior como al exterior de las
casas, la inseguridad es palpable y las distancias con
respecto de los centros de trabajo son largas, costosas
y peligrosas.
El salario actual no alcanza para pagar una renta
dentro de la ciudad, mucho menos para comprar una
casa propia. El espacio tampoco alcanza, así que la
ciudad se desborda mientras se hinchan algunos bol-
sillos y se vacían otros. En contraparte, la mayoría de
trabajadores con empleos temporales y salarios depre-
ciados son vistos, por los habitantes del centro, como
los responsables de los diversos males que aquejan a
la Ciudad de México (tráfico, sobrepoblación, insegu-
ridad, comercio informal, desastres naturales, falta de
servicios, etc.), mientras que en realidad lo que se nos
muestra son las condiciones de pobreza y marginación
provocadas por el neoliberalismo, que a su vez está
destruyendo gran parte del patrimonio arqueológico,
en este caso, a través de las agencias inmobiliarias
que construyen sin tener ningún cuidado por mantener
los vestigios que hay debajo de los predios que desa-
rrollan, o no mucho más de lo que se ven obligados a
hacer por ley, en los pocos casos en que esta se aplica
cabalmente.
El crecimiento de la ciudad, aunque descontrolado,
no es para nada espontáneo y por supuesto que fue
planificado. Prueba de ello es que en los años noven-
ta, con la contrarreforma, en el artículo 27 de la cons-
titución se declaró que el campo no tenía viabilidad

199
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

económica, se desmembró la producción campesina


y se abrieron los antiguos campos de cultivo a la es-
peculación inmobiliaria. El campesino quedó sin posi-
bilidad de hacer rentable la tierra, siendo presionado
para vender sus terrenos y con esto ensanchar la ofer-
ta de fuerza de trabajo en las ciudades, lo que a su vez
incide directamente en el salario de todos los trabaja-
dores, pues el ensanchamiento de la mancha urbana
engruesa también el ejército de reserva que compite
por vender más barato su fuerza de trabajo.
La miseria que el sistema produce, genera esta se-
rie de conurbaciones en torno a una lógica perversa,
pues es en estas zonas donde se desarrollan los mayo-
res niveles de criminalidad: tráfico de drogas, armas,
órganos y todo tipo de actividades ilegales. De tal for-
ma que la mano invisible que regula el mercado es la
misma que maneja los bulldozers, las mezcladoras de
cemento, construye los aeropuertos y controla las tien-
das de droga, es la misma mano que empuña los cu-
chillos que hacen de la zona conurbada de la Ciudad
de México uno de los lugares con más feminicidios (Ar-
teaga y Valdés 2010) en el planeta. En estas condicio-
nes, si se llegan a rescatar algunos sitios arqueológicos
mediante mallas de protección, resulta insuficiente,
pues en el contexto descrito, socialmente complica-
do, se triplica la dificultad de protegerlos sin la parti-
cipación e interés de las comunidades aledañas. En
una zona en conflicto social, ocuparse de que haya
un custodio, trabajo de investigación o restauración,
se antoja una tarea compleja. Hasta el momento, la
estrategia institucional se ha limitado a deslindar y cer-

200
Arqueología y Neoliberalismo

car los sitios, con la intención de protegerlos, pero en


realidad, se están abandonando a su suerte.

El tiempo, el espacio y los monumentos arqueológicos


frente al avance de la mancha urbana
Dice David Harvey que el tiempo y el espacio están
vinculados directamente con las estructuras de poder,
los sistemas económicos y las formas de interacción so-
cial (Harvey 1977). Cada sociedad y tipo de sociedad
tiene una forma de concebir el tiempo y el espacio
incluso dentro de sí misma, y estas dos categorías se
conciben de forma distinta dependiendo la clase so-
cial, características somáticas, género, etc. Por citar
un ejemplo, no tiene la misma concepción del tiem-
po y espacio un citadino nativo que viaja en metro, al
que tiene un indígena migrante, que no solo transita
por un lugar nuevo, sino por toda una cultura distinta
a la suya. De tal forma que considerar «una versión del
espacio y tiempo como “natural” significa aceptar el
orden social que los corporifica como “naturales”, por
lo tanto, incapaces de cambiar» (Harvey 1994).
La cuestión es que la forma en que se construyen las
ciudades parte de una racionalidad del tiempo y del
espacio inmediato, destinado cabalmente a los inte-
reses productivos y de la ganancia del capital, de tal
forma que a este último no le interesa en lo más mínimo
el arraigo de las personas con su lugar de vida, ni si este
corresponde con las necesidades de reproducción de
la fuerza de trabajo. Al desarrollador capitalista no le in-
teresa que los espacios habitados por los trabajadores
sean contenedores de una simbolización histórica que

201
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

permita a sus habitantes dar profundidad a su reflexión


como grupo frente a su espacio geográfico, ni mucho
menos que esta reflexión se integre a un proyecto de
transformación social y por lo tanto urbana.
Tampoco olvidemos que la mancha urbana no es
un ente metafísico, ni es parte de la evolución natu-
ral del hombre, ni de un progreso que es necesario. Al
contrario, es la manifestación de una serie de decisio-
nes políticas y económicas, es producto de un sistema
que promueve la desigualdad. Como arqueólogos no
podemos partir desde la ingenuidad y la simple con-
veniencia, pues como bien dice Mitscherlich (1969),
debemos buscar «ideas que nos capaciten y que, so-
bre todo, nos den fuerzas para impedir que los paisajes
se destruyan y que las ciudades se conviertan en de-
siertos». Esto nos implica como profesionales, no solo
porque la lógica del trabajo neoliberal, sin derechos
laborales y a partir de contratos temporales, es el pan
de cada día de los arqueólogos mexicanos, sino tam-
bién porque, el principal enemigo de la investigación
arqueológica es el crecimiento de la ciudad causada
por el neoliberalismo.
Recordemos que la arqueología como ciencia, des-
cubre no solo objetos sino formas de vida, con rela-
ciones diversas dentro y fuera de la comunidad, plan-
teando modos distintos de interactuar y de explotar el
medio. De esta forma, al hablar de un uso diferenciado
del espacio-tiempo, los vestigios arqueológicos se vuel-
ven un cuestionamiento por sí mismos al orden estable-
cido. La arqueología tiene entonces un elemento sub-
versivo intrínseco, al recordarnos que los procesos que

202
Arqueología y Neoliberalismo

vivimos ahora no han existido siempre y que por tanto


se pueden cambiar. Un sitio arqueológico o un monu-
mento histórico bien explicados, dan a la comunidad
local y migrante no solo un sentido de pertenencia,
sino también la posibilidad de comparar su realidad;
son objetos que, como tales (más allá de su escala),
objetan la realidad, son espacios que logran concep-
tualizar el mundo de otra manera, son piezas impor-
tantes para la reproducción de la fuerza de trabajo,
de sus actividades de ocio, educación y socialización.
En contraparte, su destrucción representa aniquilar un
modo de disfrute del espacio imposible de revivir.
Nuestra disciplina requiere recuperar la imaginación
geográfica (Harvey 1977), sociológica (Mills 1986) y tam-
bién arqueológica, de tal forma que logre recuperar
esa promesa que Mills explica como la posibilidad que
tenemos los científicos sociales de dar, más allá de una
gran cantidad de datos inconexos, una explicación ló-
gica y cercana, que pueda aclarar los problemas que
directamente afectan a las personas en sus diferentes
ámbitos y con esto puedan generarse elementos para
actuar en torno a sus diversas problemáticas (Mills 1986),
bajo el supuesto de que el conocimiento es una condi-
ción para el entendimiento de la realidad y que mien-
tras más preciso sea este, más probabilidades tienen los
sujetos de transformar su situación de forma más cerca-
na a sus proyectos (Bate 1998).
Durante miles de años, la humanidad ha encontra-
do formas de solucionar sus problemas, convivir con
el medio y en algunos casos aprovecharse de él. Este
repertorio de experiencias nos son importantes para

203
15. La revolución suburbana - J. Tonchez & J.J. Guerrero

plantear nuevas formas de ser y por tanto de hacer.


Los espacios del Altiplano Central que hoy están siendo
devorados por la ciudad, nos permitirían, en caso de
estudiarlos, plantear, partiendo de la arqueología, esos
pequeños grandes problemas humanos que existen
desde épocas lejanas, tales como la familia en toda su
diversidad y posibilidades, la organización económica,
el problema ecológico, la participación política, las
cuestiones de género y diversidad sexual, la incorpora-
ción de los niños en la sociedad de adultos, la violen-
cia, la explotación laboral, la injusticia social, la pobre-
za, el hambre, la apatía, el malestar generalizado, etc.
Problemas que al parecernos tan infinitos y complejos
se nos presentan como de imposibles soluciones, pero
finalmente, fundamentales para vivir en comunidad.
Únicamente los habitantes de esta megalópolis, me-
diante experiencias vivenciales, políticas reales y coti-
dianas, podemos echar a andar cambios que generen
nuevas formas de urbanismo (Lefevre 1978). Los espe-
cialistas no podemos más que aportar datos, acompa-
ñar y participar de este proceso, pues hacer progra-
mas impositivos generaría efectos opuestos al de una
urbe digna, habitable y que incluya en su proyecto a
los monumentos históricos y arqueológicos. Es por ello
que, pese a su urgente necesidad, no basta con echar
a andar una serie de proyectos para rescatar los pocos
datos que nos quedan de la arqueología del altipla-
no (Parsons 1989; Sugiura 2014), y tampoco es suficien-
te con tener pilas de valiosa información técnica en
los archivos, que estoicamente han rescatado desde
hace décadas los arqueólogos por contrato temporal

204
Arqueología y Neoliberalismo

y de base de la Dirección de Salvamento Arqueológi-


co del INAH. Sin duda, tenemos que pugnar por:
• Visibilizar el problema de la pérdida los vestigios
arqueológicos.
• Acercar los resultados de la investigación a las
comunidades.
• Apoyar a los movimientos sociales que defien-
den el salario, la tierra, la propiedad comunal y
buscan formas distintas de resistencia y transfor-
mación la realidad.
• Comunicar que el derecho a una vivienda dig-
na, a una ciudad transitable, con espacios agra-
dables, implica también un buen manejo de su
patrimonio histórico y arqueológico.
• Promover dentro y fuera de las instituciones, for-
mas nuevas de participación comunitaria con el
patrimonio arqueológico e histórico.
• Generar campañas educativas sobre la historia
de las distintas localidades y sus habitantes ac-
tuales.
• Crear foros de discusión y plataformas informa-
tivas que den cuenta no solo de la destrucción
de los vestigios, sino también de los hallazgos y su
significación histórica.
• Y, por último, dignificar nuestra profesión en todos
los aspectos, tanto contractuales como labora-
les, pero sobre todo, en términos de generar en
nosotros mismos, una conciencia crítica del mun-
do en el que vivimos y de la forma en la que he-
mos de participar en él.

205
16.
LA ARQUEOLOGÍA Y EL
MULTICULTURALISMO NEOLIBERAL EN CHILE

Patricia Ayala Rocabado

El multiculturalismo de Estado
La inauguración del discurso político multicultural
en la década de los noventa estuvo vinculada a in-
novaciones institucionales y legales a partir de las cua-
les el Estado chileno reconoció su diversidad cultural y
comenzó a reconstruirse como nación democrática y
pluricultural posdictadura. En este contexto, el pasado
indígena fue actualizado en tanto patrimonio nacio-
nal, lo que tendió a difundir un nuevo régimen de ver-
dad sobre lo que es cultural, nacional y patrimonio y lo
que no lo es. Comprender el proceso a través del cual
—en los últimos 15 años— la cultura ha llegado a ser
una categoría central en el discurso público y deter-
minante en la construcción de las identidades sociales
y políticas y, concomitantemente con ello, entender
la conformación de la patrimonialización y la arqueo-
logía multicultural, requiere concebir el multiculturalis-
mo como el gobierno de lo étnico. Es decir, como una
nueva forma de gubernamentalidad de tipo étnico
que tiende a extender los mecanismos de intervención
del Estado, así como a generar nuevas subjetividades,
nuevos espacios de poder, nuevos campos del saber y
nuevos mercados de bienes simbólicos y exóticos en los

207
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

cuales agentes sociales de un nuevo tipo se enfrentan


en torno a la definición de los principios legítimos de
autentificación cultural y de visión y división del mundo
social (Boccara 2007). Pero el multiculturalismo no pue-
de ser comprendido sin su estrecha conexión con el
neoliberalismo (Hale 2004). Esto es debido a que con el
multiculturalismo se asienta una racionalidad neolibe-
ral que tiende a responsabilizar a los agentes sociales,
a tratar a las comunidades como pequeñas empresas,
a generalizar las relaciones de mercado que llegan a
ser unos elementos esenciales del tejido social, a fle-
xibilizar y precarizar el mercado laboral y a someter a
la sociedad a la economía. Emerge en este contexto
político la figura del indio proyecto, del cliente exótico
o del market-citizen que debe encontrar su lugar en los
nuevos nichos de mercado.
El multiculturalismo neoliberal incita a los indígenas a
ser emprendedores, a administrar y marketear sus pro-
ductos y prácticas culturales como fuente de valor y
de propiedades intelectuales. Mediante la patrimonia-
lización se los estimula a ser gestores y administradores
de sus sitios arqueológicos, a integrarlos al mercado tu-
rístico transnacional como bienes exóticos y símbolos
de su autenticidad y legitimidad cultural. Proceso que
a la vez repercute en la esencialización y diferencia-
ción entre sus comunidades, las cuales se disputan la
propiedad del patrimonio arqueológico listo para ser
marketeado como emblema de su aboriginalidad y
nacionalidad. El neoliberalismo como tecnología de
gobierno extiende y disemina los valores del merca-
do a la política social y a las instituciones. En este con-

208
Arqueología y Neoliberalismo

texto, la tradición indígena a la que se quiere hacer


partícipe debe ser funcional a los nuevos proyectos
de etnodesarrollo, es decir, que debe ser reconstruida,
reinventada y refuncionalizada a la imagen y seme-
janza del multiculturalismo de Estado. Es en el campo
etnoburocrático donde operan estos mecanismos de
legitimación, autentificación, representación y consa-
gración de nuevos agentes sociales cuyo objetivo es
saber quien está autorizado para decir qué es un indí-
gena y cuál es la cultura indígena auténtica, a la vez
que se impone una nueva normativa o legalidad con
respecto del ejercicio legal de la indigeneidad. Dichos
mecanismos de legitimación y normalización tienden
a producir efectos de estandarización de las culturas
indígenas, de profesionalización de sus portadores y de
delegación del poder de representación político. Con
la comunidad y la cultura como nuevos objetos de
gobierno, el multiculturalismo investiga la realidad in-
dígena a través de profesionales de las ciencias socia-
les. Por medio de encuestas, censos, reuniones, focus
groups, entrevistas y sondeos, se busca elaborar una
imagen fidedigna de la sociedad y de la cultura de las
poblaciones indígenas que habitan el territorio nacio-
nal. Los arqueólogos, en posesión de un capital social
y simbólico destacado en el campo etnoburocrático,
también estudian y producen una imagen hiperreal de
la cultura, el pasado y el territorio indígena. Agencias
estatales solicitan los servicios de consultoras arqueo-
lógicas para elaborar catastros de sitios, proyectos de
puesta en valor, conservación y protección, cursos de
capacitación, rescates y salvatajes. Así, la arqueología
contribuye a construir una versión estándar y esenciali-
209
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

zada de la cultura indígena, la cual también se produ-


ce a través de la definición de una temporalidad lineal
de larga data en la construcción del pasado indígena.
Siguiendo la lógica de la democracia neoliberal
posdictadura se han abierto una serie de espacios de
participación (Bolados 2010). Los nuevos métodos de
intervención estatal a través de los cuales se gobierna
a los indígenas requieren la presencia en terreno de los
agentes encargados de la política multicultural, quie-
nes incitan a la población local a actuar, a participar,
a expresar sus opiniones, a pensar en etnodesarrollarse.
Se busca establecer una suerte de partnership entre las
comunidades indígenas, las distintas agencias estatales
y paraestatales y/o la empresa privada. En lugar de in-
tervenir desde el exterior, de manera discrecional o asis-
tencialista, a través de la patrimonialización se procura
involucrar a los indígenas en su propio etnodesarrollo
con la ejecución de proyectos de puesta en valor y res-
cate cultural, así como a través de su participación en
proyectos de impacto ambiental en los cuales su voz
es considerada en la instancia de participación ciuda-
dana. Lo que implica separar las demandas indígenas
aceptables de las consideradas inapropiadas, recono-
ciendo a las primeras y cerrándole el paso a las otras,
gestionando así el multiculturalismo aunque eliminando
su impronta radical o amenazadora (Hale 2004).

La arqueología multicultural
Este tipo de arqueología ha ampliado los límites dis-
ciplinarios hacia la gestión, el rescate cultural y el im-
pacto ambiental al participar en programas de desa-

210
Arqueología y Neoliberalismo

rrollo impulsados por agencias estatales y transnacio-


nales. Además de incrementar su participación en la
veta administrativa de la patrimonialización, por lo que
se observa una integración creciente de los arqueólo-
gos en agencias públicas y privadas, así como en con-
sultoras de proyectos culturales o ambientales (Ayala
2008). Ciertamente, una de las características más vi-
sibles de la arqueología multicultural es su papel en la
definición, administración y legislación del patrimonio
nacional. En este contexto, la arqueología es valorada
tanto como empresa nacionalizadora como por tra-
tarse de un conocimiento experto, técnico y científico,
sin duda herencia del procesualismo y de su vínculo
con el nacionalismo monocultural. Su rol autoprocla-
mado, y legitimado por el Estado, de guardianes del
pasado y del patrimonio nacional convierte a los ar-
queólogos en profesionales cada vez más requeridos
por las agencias estatales vinculadas a los bienes cul-
turales. Si bien con anterioridad al multiculturalismo los
arqueólogos también formaban parte de este tipo de
instituciones, en la actualidad es mucho más frecuen-
te encontrarlos trabajando en el servicio público des-
de donde definen y arbitran, junto a otros profesiona-
les y agentes estatales, qué es el patrimonio nacional,
qué es el patrimonio indígena, quién puede acceder
al mismo y cuáles son los requisitos para ello. A través
de la participación de los arqueólogos en este proce-
so administrativo, el Estado mide la legitimidad de las
demandas nativas contra el pronunciamiento objetivo
de los expertos. En este sentido la arqueología es usa-
da para gobernar a la población indígena y controlar

211
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

conflictos sociales vinculados con el patrimonio, detrás


de los cuales se esconden problemas vigentes que el
Estado no ha solucionado pese a su discurso político
multicultural. Siguiendo a Smith (2004) una de las con-
secuencias de la institucionalización de la arqueología
no solo es facilitar su movilización como tecnología de
gobierno, sino también su integración en la burocracia
y legalidad del patrimonio. La movilización del conoci-
miento arqueológico dentro de instituciones estatales
no puede ser entendida como una simple respuesta
técnica a necesidades de conservación del material
cultural, sino como parte de un proceso en el cual se
identifica, clasifica y gobierna a la población, la cual
a su vez es parcialmente identificada por su nexo con
dichos bienes culturales.
La visibilidad y expansión de la patrimonialización en
los últimos años no solamente ha significado la coop-
tación de un mayor número de arqueólogos por parte
del Estado, sino también el incremento de la carrera
de arqueología y la orientación marcadamente patri-
monialista de algunas de ellas. Paralelamente, el forta-
lecimiento de las políticas neoliberales y su impacto en
la disciplina ha llevado a los arqueólogos a dejar sus
investigaciones e involucrarse en proyectos de puesta
en valor, conservación y protección de sitios patrimo-
niales, a su vez relacionados con la industria turística,
donde su experticia es llamada a evaluar su viabilidad
y controlar los conflictos que pudieran surgir. Algo si-
milar ocurre con los proyectos de impacto ambiental,
en los cuales se destaca el rol técnico y científico del
conocimiento arqueológico para evaluar el daño am-

212
Arqueología y Neoliberalismo

biental de inversiones mineras, hidroeléctricas, foresta-


les, inmobiliarias, hoteleras y turísticas. El énfasis en la
objetividad, rigor técnico y neutralidad política de la
arqueología deriva en la despolitización de este tipo
de proyectos, ya que los problemas sociales que evi-
dencian se reducen a simples problemas técnicos. En
el caso de los proyectos de inversión minera, la tec-
nología punta y el rigor científico con que se estudian
los sitios arqueológicos desplazan la mirada de los
conflictos sociales de fondo y la centra en la produc-
ción de enormes volúmenes de información inédita y
la acumulación de colecciones arqueológicas. Dicho
desplazamiento no deja otro camino que reforzar el
rol de los arqueólogos como guardianes del pasado,
mientras se siguen reproduciendo las mismas desigual-
dades y explotaciones sociales, mientras los indígenas
siguen siendo criminalizados por sus demandas de tie-
rra, mientras la violencia policial sigue siendo ejercida
en la era del reconocimiento de las diferencias cultu-
rales, como se ve claramente en el caso mapuche del
sur de Chile.
Lo anterior se relaciona además con un discurso
desarrollista a través del cual los indígenas han sido
impulsados a implementar proyectos que les permi-
tan insertarse en el mercado cultural, a la vez que han
obtenido asistencia internacional, ayuda y validación
política. Su autenticidad cultural es más demandada
que nunca, el paradigma etnodesarrollista requiere
del empoderamiento nativo ya que necesita nativos
en orden de desarrollar, así como el Estado-nación los
necesita para asegurar fondos internacionales y re-

213
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

presentarse como multicultural, exitoso y seguro para


la inversión extranjera. Desde esta perspectiva la di-
ferencia cultural es vista como una mercancía más
a ser consumida a través de proyectos patrimoniales,
ambientales y turísticos, avalados tanto por el Estado
como por empresas privadas nacionales o transnacio-
nales. En este sentido, la administración indígena de
sitios arqueológicos es vista como una alternativa de
desarrollo económico para estas poblaciones, a la vez
que aporta en la construcción de una imagen de re-
conocimiento de sus derechos culturales y en la con-
formación de sujetos exóticos y auténticos listos para
ingresar y competir en el mercado de la diferencia. A
esto se suma que el nuevo discurso ambientalista con-
cibe a la cultura como un recurso más a ser protegido
para posibilitar su inserción mercantil. Para Villa (2003)
esta coyuntura política inscribe la arqueología en el
acontecer tecno-económico de un país y en el orden
económico global puesto que la protección del patri-
monio arqueológico, como parte del desarrollo soste-
nible, se articula con la nueva concepción de transfor-
mación del medio ambiente. Este proceso se expresa
en la arqueología de contrato y en la referencia al pa-
trimonio arqueológico como recurso cultural, es decir,
como bien del capital. Según este autor, la práctica ar-
queológica contribuye a la construcción de un orden
hegemónico estructurado por las nuevas concepcio-
nes de desarrollo, la modernización y la globalización
de la cultura en la economía.
La racionalidad neoliberal reproducida por los ar-
queólogos multiculturales no solo se refleja en su cam-

214
Arqueología y Neoliberalismo

bio de papel de investigador a consultor sino también


en su competencia por adjudicarse las mejores ofertas
de este mercado y pensar la arqueología como una
empresa y a ellos mismos como empresarios. Esto ha
generado una división social del trabajo al interior del
campo arqueológico entre quienes se dedican a la in-
vestigación, los que trabajan en este tipo de proyectos
y los que realizan ambas actividades. Asimismo, se han
producido disputas de poder por las definiciones de la
arqueología de contrato y la regulación de honorarios
y permisos asociados, lo que impulsó a la Sociedad
Chilena de Arqueología a la confección de un código
de ética a mediados de los noventa. La despolitización
y tecnicismo de la veta ambiental de la arqueología
multicultural ha derivado en una disociación de los ar-
queólogos entre sus acciones vinculadas a las pobla-
ciones indígenas y su participación en megaproyec-
tos ambientales que atentan contra sus derechos. Lo
que se relaciona además con la diferenciación que
se hace entre una arqueología patrimonial asociada
a los proyectos comunitarios de puesta en valor y una
arqueología de impacto ambiental como si fueran la
expresión de realidades separadas, a pesar de que
estas grandes inversiones se han realizado en territorio
indígena.
Ahora bien, la implementación de este nuevo arte
de gobierno no se hace sin tensiones y contradiccio-
nes. Las nuevas posibilidades políticas no solo radican
en grandes oposiciones sino también en los intersti-
cios de las estructuras de poder emergentes y en los
nuevos espacios políticos y sociales en construcción.

215
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

Se trata de los efectos no esperados o deseados del


multiculturalismo, ya que los indígenas no se limitan a
ser objetos de gobierno y etnodesarrollo. A través de
la patrimonialización cuestionan al Estado multicultural
desde adentro y participan de las nuevas luchas por la
definición, clasificación y propiedad de su patrimonio.
Asimismo, se aprovechan del proceso de profesionali-
zación indígena para apropiarse del discurso patrimo-
nial y científico y usarlo en sus luchas políticas contra el
Estado y los arqueólogos, así como para ocupar espa-
cios antes vetados y conseguir posesionar viejas y nue-
vas demandas, además de buscar el reconocimiento
del conocimiento local en igualdad de condiciones
con el científico. La politización de la cultura y el nuevo
régimen de verdad multicultural acerca de lo que es
cultural, nacional y patrimonio es un proceso disputa-
do de construcción de significados entre agentes indí-
genas, estatales, científicos y privados, a niveles tanto
locales como globales.

Las políticas de la memoria atacameña


Uno de los mecanismos de intervención del Estado
multicultural apunta a la reconstrucción y reimagina-
ción del pasado étnico, ya que impone en la Ley Indí-
gena la continuidad cultural como prerrequisito para
ser reconocido y legitimado como tal y por ende ac-
ceder a los derechos otorgados por las políticas de la
diferencia. Con esto, el gobierno de lo étnico se extien-
de a las políticas de la memoria indígena ya que el indio
auténtico debe demostrar una continuidad cultural de
larga data, posible de rastrear hasta tiempos preco-

216
Arqueología y Neoliberalismo

lombinos. Proceso en el cual el Estado, como instancia


central de nombramiento, autentifica y legitima a los
arqueólogos, entre otros profesionales, como expertos
de esta producción y definición de autenticidad. Rol
que por lo demás es reclamado por los arqueólogos
multiculturales a la hora de evaluar la legitimidad de
ciertas agrupaciones catalogadas como inauténticas
por ser claramente inventadas y recientes.
No obstante, las poblaciones indígenas no se limitan
a ser gobernadas a través de esta nueva construcción
lineal de su temporalidad ya que más bien se apropian
y utilizan estratégicamente este discurso para validar-
se y legitimarse ante el Estado y así desplegar sus pro-
pias agendas y demandas. En el caso atacameño del
norte de Chile, este discurso continuista, construido por
lo demás por los arqueólogos, aportó en su inclusión
a la Ley Indígena y con ello en su reconocimiento le-
gal ante el Estado, con lo cual accedieron a una serie
de recursos, espacios y derechos propios del multicul-
turalismo estatal. Desde su agrupación a nivel étnico,
la reelaboración y construcción del pasado que están
haciendo las comunidades atacameñas del salar de
Atacama y la cuenca del Loa es sin duda un proceso
en plena construcción, con tensiones y contradiccio-
nes entre las nociones de ancestralidad y temporali-
dad preexistentes y las que impone el multiculturalis-
mo, en un contexto en el que se identifican diferentes
juegos de identidades y temporalidades que aún con-
tinúan operando. El cambio que se observa en los dis-
cursos referidos a los abuelos, que pasaron de ser otros
a nosotros, sin duda muestra el proceso de rupturas y

217
16. La arqueología y el... - Patricia Ayala Rocabado

continuidades del pasado indígena iniciado con la co-


lonización y seguido por los Estados monoculturales y
multiculturales (Cfr. Ayala 2008).
Este ejercicio del poder que se ejerce a través de la
memoria indígena se vincula además con el gobierno
de los cuerpos, pero esta vez, a diferencia de lo que
ocurre en el campo de la salud desde donde la gu-
bernamentalidad se ejerce sobre el cuerpo individual
y colectivo de la población indígena, se la regula a
través del cuerpo de sus ancestros. En este contexto,
el Estado ha diversificado aún más sus espacios y me-
canismos de regulación en la era multicultural ya que
sigue siendo desde su poder de nombramiento que se
define quién está autorizado y legitimado a reclamar a
los restos humanos como ancestros, quién puede estu-
diarlos, exhibirlos, conservarlos, colectarlos, excavarlos
o reenterrarlos. El proceso de relocalización de los cuer-
pos humanos de la exhibición permanente del Institu-
to de Investigaciones Arqueológicas y Museo Gustavo
Le Paige (IIAM), ubicado en el poblado principal de
la etnia atacameña, es sin duda una muestra del po-
der simbólico del Estado en el acto de nombrar, y de
la arqueología de reproducir su autoridad y lugar de
enunciación. Esto quedó en evidencia en el poder que
ejercimos como profesionales del IIAM para reafirmar
la decisión institucional de «cambiarlos de lugar en el
mismo museo» sin dar pie a mayores discusiones sobre
su reentierro o devolución. Si bien el retiro de los cuer-
pos de las exhibiciones ha sido últimamente una de las
demandas atacameñas más aceptadas de parte de
los arqueólogos y el Estado, la demanda de reentierro

218
Arqueología y Neoliberalismo

que tanto se trató de silenciar en las reuniones de la


mesa de trabajo para relocalización, recientemente
está siendo considerada aceptable específicamente
para hallazgos arqueológicos nuevos. De este modo,
el Estado multicultural se asegura el control y regula-
ción de los cuerpos humanos depositados hasta la fe-
cha en museos estatales y privados.
El análisis de las reuniones realizadas a lo largo de
un año para el retiro de los cuerpos de la exhibición
del IIAM, evidencia que los espacios de participación
abiertos por esta institución también fueron apropia-
dos y utilizados por los atacameños para cuestionar el
tipo de participación impuesta y el poder de decisión
del museo, así como para visibilizar las relaciones colo-
niales que siguen operando en esta institución. Por ello,
la carta presentada por el líder atacameño, Carlos
Aguilar, al grupo de trabajo, en la cual solicitó informa-
ción detalla sobre las colecciones del museo, su lugar,
año de excavación y los responsables de las mismas,
no hizo otra cosa que proponer al IIAM «desclasificar»
la epistemología colonial de desconectar las colec-
ciones de su historia. Desclasificación que para Vezub
(2009: 3-4) consiste en «conectar a los restos con su his-
toria, invirtiendo el trabajo de campo (…) y concebir al
museo como el terreno arqueológico para desandar
una historia y una historiografía».

219
17.
BIENVENIDOS AL DESIERTO DE LO REAL:
INDUSTRIA Y CAPITAL EN ATACAMA
(1880-2015)

Flora Vilches

El desierto de Atacama fue cuna de la industria sa-


litrera, cuyo auge se registró entre mediados del siglo
xix y las primeras décadas del siglo xx en el norte de
Chile (González et al. 2010). Súbitamente, este territorio
se pobló con una extensa red de cantones, incluyendo
oficinas salitreras unidas con asentamientos periféricos
de menor tamaño, pueblos y puertos mediante vías fe-
rroviarias. Hoy en día este paisaje salitrero yace ruinoso,
cubierto por una pátina café que lo vuelve homogé-
neo, estanco y a veces hasta invisible. No obstante,
este paisaje también es testigo de una nueva industria
que reemplazó al salitre como fuente fundamental de
la economía nacional, nos referimos a la industria del
cobre. Aquí proponemos que la observación de las re-
laciones sociales y materiales actuales de los mineros
de Atacama no distan sustancialmente de sus ante-
cesores salitreros. Cien años más tarde, la precariedad
laboral y material del trabajo minero, siguen práctica-
mente inalterables.

Cuando el desierto devino en pampa


Hacia fines del siglo xix, el desierto de Atacama se
pobló rápida y sostenidamente en su calidad de en-

221
17. Bienvenidos al desierto de lo real - Flora Vilches

clave capitalista industrial. Sin embargo, pese al des-


arraigo natural de sus habitantes —quienes provenían
de distintas regiones del país—, se las arreglaron para
construir culturalmente el nuevo paisaje. De esa mane-
ra lo nombraron pampa y se transformaron en pampi-
nos, convirtiendo el desierto en un lugar que «se ama
como el más dulce de los hogares» (González 2002: 79),
incluso años después de su abandono (cfr. Rodríguez
et al. 2002). Según nota S. González (2006), este aspec-
to místico y religioso del desierto durante el ciclo del
salitre ha quedado fuera de la historiografía especia-
lizada, que ha favorecido una ideología económica
ya sea obrera u oligarquista. Ello ha traído como con-
secuencia pasar por alto el complejo y variado tejido
cultural que constituye la identidad del Norte Grande,
donde se entremezclan diferentes tradiciones e identi-
dades (vid. también González, J.A. 1996).
Esta información es congruente con investigacio-
nes arqueológicas más recientes que han confirmado
la extensiva e intensa habitabilidad de la periferia de
las oficinas salitreras del cantón El Toco y de Pampa
Central (Rees et al. 2010; Vilches et al. 2012; Vilches et
al. 2013), ambos ubicados en la región de Antofagas-
ta. De hecho, forman parte del mismo mundo privado
del salitre al cual alude S. González, pero que, en rea-
lidad, solo permanece privado a razón del curso que
ha tomado la historiografía del ciclo salitrero. Gracias a
estos estudios han emergido cerca de un centenar de
sitios arqueológicos orientados a la habitación, alimen-
tación, reparación de herramientas y otras actividades
propias de las tareas mineras. Sin embargo, son asen-

222
Arqueología y Neoliberalismo

tamientos humildes que por su precariedad no habían


sido notados (Vilches et al. 2008), pero que mediante
una perspectiva crítica (sensu Leone et al. 1987), per-
miten delinear el habitus material de los habitantes de
la pampa abierta (Vilches et al. 2013).
Independientemente de la funcionalidad y activi-
dad productiva a la cual este tipo de sitios estén aso-
ciados, es relevante que todos ellos comparten una
serie de rasgos distintivos que los convierten en fieles
representantes de una arquitectura salitrera periférica:
frágil, marginal y precaria. Se trata de los vestigios de
una arquitectura cuyos diversos componentes se arti-
culan desde una logística centralizada a nivel regional,
nacional e internacional que la hace eminentemen-
te dependiente. Pero dicha articulación también se
debe entender en relación al orden de sucesión de las
labores productivas a las cuales estos asentamientos
se asocian. En este sentido, un requisito fundamental
para la materialización del sistema es la existencia de
vías de comunicación que garanticen su logística ini-
cial —en este caso la arriería—, y que más tarde per-
mitan su mantención y reproducción. Como sabemos,
las vías de comunicación se fueron diversificando, y a
las rutas troperas y vías férreas se sumaron las huellas
de carretas y de vehículos motorizados, las cuales se
sobreponen en este tejido articulante que hemos des-
crito. Un tejido que, insistimos, no está fijo en el tiempo
de manera lineal, sino que encuentra reproducciones
cíclicas conforme avanzan los designios del mercado
nacional e internacional.

223
17. Bienvenidos al desierto de lo real - Flora Vilches

Libertad y marginalidad del trabajador particular


Por tratarse de un periodo relativamente reciente de
la historia, la extensa información documental y etno-
gráfica disponible contribuye a la contextualización de
los hallazgos arqueológicos (Capaldo y Damm 2009;
González 2011). A grandes rasgos, los documentos dan
cuenta de diversas formas de ocupación y asenta-
miento en el cantón Central, que bien podrían expli-
car la evidencia material igualmente diversa, y a la vez
considerar el asentamiento salitrero como un «espacio
disperso cuya historicidad traspasa la oficina salitrera»
(Capaldo et al. 2010). Por ejemplo, las exploraciones y
reconocimientos de los territorios revelan detalles sobre
la logística empleada para demarcar los terrenos. De
hecho, una buena cantidad de datos corroboran la
incesante búsqueda de riqueza tanto de particulares
como por parte del aparato estatal. Esto implica una
estadía permanente de personas en las afueras de los
límites oficiales de las oficinas y sus deslindes, muchas
veces dentro de estacas marcadas y trabajadas con
anterioridad a la industrialización de la zona. Por otro
lado, la información documental es abundante en
cuanto a las formas de producción de la pampa y la
entrega de servicios fundamentales para la explota-
ción del territorio en cuestión, por ejemplo las rutas de
animales, las redes de abastecimiento y el desarrollo
del ferrocarril.
Pero desde el punto de vista social, es destacable
detenerse en la composición del grueso de estos ha-
bitantes marginales de la pampa. Como sabemos,
se trataba de trabajadores empleados por el Estado,

224
Arqueología y Neoliberalismo

pero también de trabajadores particulares. Estos últi-


mos, según lo relatan los Memoriales Obreros de 1904,
eran aquellos que extraían caliche por su cuenta; se
les pagaba por carreteada de acopio hecha en un
tiempo determinado. Dado que la extracción de mi-
neral requería mucha mano de obra, el oficio de par-
ticular no solo era el más ofertado por los salitreros sino
que era también el oficio más elemental de la industria,
ocupando la base de la pirámide laboral. Por lo mismo
constituían los trabajos menos estables. En efecto, los
particulares solo tenían un trato laboral regido por una
libreta de trabajo que los excluía de los derechos que
acompañaban a los contratos formales con la admi-
nistración de una oficina, los cuales presuponían arre-
glos mínimos de vivienda, salud y educación. Se trata-
ba, por lo tanto, de hombres libres, pero cuya libertad
tenía un alto costo social y laboral (González 2002).
La oposición entre libertad y drama social/laboral
se expresaba en la flexibilidad del obrero para despla-
zarse según su conveniencia frente a las obligaciones
impuestas unívocamente por un empleador arbitrario.
Esta situación de inseguridad laboral se hacía extensi-
va a la inseguridad de la subsistencia familiar del traba-
jador, quien muchas veces era acompañado por sus
seres queridos en la incesante itinerancia a través de la
pampa. Según el relato de don Basilio Osinaga «en la
oficina Asturias trabajaba un señor Rodríguez, peruano,
era particular (…) la señora se iba con todos los cabros,
le llevaba que comer, el lonche, y trabajaba la señora,
acarreaba los restos de caliche que habían queda’o
con una lata, arrumaba la señora fíjese…» (González
2002: 172, nota 19). Dicha descripción le otorga sentido
225
17. Bienvenidos al desierto de lo real - Flora Vilches

a los pequeños campamentos periféricos que hemos


identificado a pampa abierta. Construidos con mate-
riales precarios y habitados por poco tiempo, varias ve-
ces arrojan materiales que evidencian el paso de una
unidad familiar completa, como zapatos de mujer y
juguetes de niño, junto con desechos de herramientas
de trabajo y restos de alimentos.
Por último, vale la pena señalar que una mirada
más global de la industria y los momentos de crisis que
se van generando luego de la primera década del si-
glo xx, a partir de la aparición del salitre sintético, nos
hace repensar la cronología de estos asentamientos
periféricos. Una consecuencia interesante reside en
la precariedad con que se trabaja en los últimos años
de explotación del salitre, lo que hace suponer que las
exploraciones y cateos para remates por parte del Es-
tado eran bastante esforzadas y mínimas en cuanto a
recursos, tal como lo refrenda la evidencia arqueoló-
gica. Por lo tanto, las instalaciones precarias allende
los polos urbanos no necesariamente los anteceden,
sino que parecen ser contemporáneos, e incluso pu-
dieran operar como refugios temporales para aquellos
trabajadores que se vieron obligados a abandonar las
oficinas luego de su cierre con posterioridad a la crisis
mundial de 1929.

De particulares y subcontratistas: un viaje sin retorno al


capitalismo
Al contar con un conjunto mayor de testigos mate-
riales de la habitabilidad del paisaje salitrero, es posible
eludir el cliché propio de esta industria, aquel que nos

226
Arqueología y Neoliberalismo

remite al basural, al cementerio o a la oficina en rui-


nas, lugares que describen historias épicas y que son
consumidos sistemáticamente por lugareños y turistas
en busca de un souvenir/mercancía que las evoque.
Pero, si tal como afirman Buchli y Lucas (2001), la ar-
queología del pasado contemporáneo tiene como
uno de sus temas principales la constitución de lo no
constituido, las evidencias en la periferia pampina
pueden también actuar como una posibilidad social,
para constituir y pensar el presente. En otras palabras,
la práctica arqueológica en la pampa salitrera ha visi-
bilizado una serie de objetos que han permitido la for-
mación de discursos que antes no existían. En ese sen-
tido, nos acerca a distinguir con mayor nitidez las rela-
ciones políticas que envuelven el paisaje actual donde
estos propios sitios arqueológicos se emplazan (Bender
1995). En efecto, las ruinas de la industria salitrera hoy
se encuentran rodeadas —e incluso intervenidas— por
las múltiples operaciones de la industria minera del co-
bre y del yodo, las cuales nos remiten a la vigencia de
relaciones de producción propias del sistema capitalis-
ta. Parafraseando a Žižek (2002), no hacen sino darnos
la bienvenida al desierto de lo real.
La gran mayoría de los mineros que actualmente cir-
culan por Atacama trabajan en calidad de subcontra-
tistas de grandes y medianas empresas. La flexibilidad
laboral e inseguridad social asociada a dicho estatus
nos permite compararlos con los particulares salitreros
(Vilches et al. 2012). Con casi un siglo que los separa,
su estrecha similitud habla de una relación de produc-
ción inalterable, dejando de manifiesto que el capita-

227
17. Bienvenidos al desierto de lo real - Flora Vilches

lismo y sus miserias llegaron para quedarse a pesar de


los avances en materia de legislación laboral. Y es que
la desprotección endémica de los salitreros particula-
res salta a la memoria frente a los numerosos conflictos
protagonizados por trabajadores subcontratados del
sector minero en los últimos años. En efecto, «el para-
digma económico y sociopolítico neoliberal existente
en Chile ha posibilitado la existencia de relaciones la-
borales altamente flexibilizadas, lo que ha implicado en
variados casos un deterioro de las condiciones labora-
les y sociales de los trabajadores» (Leiva 2009: 112). Esta
nueva forma de empleo, que evidentemente no tiene
nada de nuevo según nos indica la evidencia histórica
y arqueológica —al menos en términos estructurales—,
lleva implícita la desprotección y, por ende, precariza-
ción del trabajador.
Los orígenes de la subcontratación en Chile se en-
marcan dentro del tránsito paulatino que América
Latina ha experimentado en las últimas tres décadas
hacia una economía neoliberal, dejando atrás un ex-
tenso periodo de proteccionismo laboral que comen-
zó en 1931 (Leiva 2009). Ahora bien, tal proteccionismo
laboral no impidió la existencia de procesos asimilables
a los procesos de subcontratación, sin embargo, estos
correspondían más bien a trabajos específicos y espe-
cializados que no alteraban las condiciones laborales
de los trabajadores (Aguilera y Villalobos 2008). En Chi-
le, el camino hacia el capitalismo se agilizó con el gol-
pe militar a inicios de los setenta. Desde ese entonces
se han sucedido leyes que han ido favoreciendo la fle-
xibilización del trabajo mientras los niveles de sindica-

228
Arqueología y Neoliberalismo

lismo y protección laboral han disminuido (Leiva 2009).


Específicamente, la figura del subcontrastista surgió en
1975 (Ley nº 1.263) y se fue ampliando ya sea mediante
decretos como en la práctica, hasta que en enero de
2007 se puso en vigencia la Ley de Subcontratación
(Ley nº 20.213). Dicha ley pretende regular y fiscalizar
el trabajo en régimen de subcontratación, el funciona-
miento de empresas de servicios transitorios y el con-
trato de servicios transitorios, evitando la precarización
laboral (Silva 2007).
La urgencia de legislar en la materia fue de la mano
con el aumento notable de la subcontratación en
Chile. Al año 2006, las cifras del Ministerio del Trabajo
mostraban que cerca del 70 % de las empresas mineras
recurren a la subcontratación, porcentaje que sube al
75 % en el caso de la gran minería (RMCH 2006). Según
diversos investigadores, la explosión de conflictos por
parte de trabajadores subcontratistas tiene que ver
con la visión negativa del proceso de subcontratación
que se construye desde las condiciones desmejoradas
en que realizan su trabajo, y siempre teniendo como
punto de comparación subjetiva a sus pares de plan-
ta (Aguilera y Villalobos 2008; Leiva 2009). En suma, el
meollo de la insatisfacción del subcontratista reside
en las desigualdades de protección laboral y social,
así como en las desigualdades en las remuneraciones
percibidas con respecto a los trabajadores normales
que, no obstante lo anterior, desempeñan las mismas
labores pero reciben un trato distinto. Dado que estas
diferencias son objetivas fomentan la sensación de
angustia y resentimiento frente al otro (par) así como

229
17. Bienvenidos al desierto de lo real - Flora Vilches

de sobreexplotación y discriminación de manos de los


empresarios, identificándose como trabajadores de
«segunda categoría» (Aguilera y Villalobos 2009: 23).

Epílogo
Considerando el desalentador panorama de las
condiciones laborales en Chile, cabe preguntarse por
la relevancia de una arqueología de la periferia salitre-
ra para los actuales trabajadores chilenos. Por un lado,
creemos que darle vida a procesos y personajes ausen-
tes de los documentos oficiales durante la época del
auge del salitre, opera como una reivindicación para
aquellos trabajadores que hoy viven en condiciones
de precariedad e invisibilidad similares. Por otro lado, y
en relación con el punto anterior, nuestro trabajo per-
mite visibilizar restos del paso efectivo de trabajadores
particulares por la pampa, independientemente de su
libertad de movimiento. En ese sentido, la arqueología
asegura fijar su huella en la industria salitrera, por más
que se trate de una evidencia tremendamente frágil,
marginal y precaria. Irónicamente, la precariedad de
los asentamientos que ocuparon es una metáfora del
tipo de relaciones de producción que estos trabajado-
res mantenían con sus empleadores.
Si arqueológicamente se trata de evidencias mate-
riales mínimas —puesto que la mayoría de las veces
solo queda la impronta de los lugares ocupados—,
resulta mucho más grave que la precariedad laboral
tenga consecuencias tan trascendentales como in-
visibilizar la sola existencia de dicha relación de pro-
ducción. En efecto, la precariedad laboral obliga a la

230
Arqueología y Neoliberalismo

precariedad material de las viviendas, la cual redunda


en la precariedad de sus propias ruinas. Y estas prác-
ticas, como lo hemos subrayado, exceden el pasado
salitrero. Tal vez uno de los ejemplos más claros de ello
es el ya mundialmente conocido derrumbe de la mina
San José el año 2010, en el borde meridional del de-
sierto de Atacama. La noticia de 33 mineros atrapados
a 700 metros de profundidad dio la vuelta al mundo,
más aún el hecho de que fueron rescatados tras 69
días bajo tierra. Si bien estos 33 mineros sobrevivieron,
ese mismo año murieron otros 45 (SERNAGEOMIN 2014).
Pese a lo bullado del incidente y de la materialidad
que se produjo y reprodujo de manera contingente a
su alrededor, la fiscalía cerró la investigación del caso
en 2013, sin determinar culpables. Peor aún, cinco
años más tarde, mientras Hollywood revive la epopeya
de la mano de Antonio Banderas y Juliette Binoche en
Los 33, Chile aún no ratifica el convenio de la OIT sobre
seguridad y salud en las minas.
En este escenario, la arqueología viene a operar
como una voz fuerte y clara, que retrata con nitidez
el mundo subalterno de los habitantes de la pampa
abierta. Hoy los conflictos de subcontratistas se aca-
llan con bonos sustantivos o breves minutos de fama. Es
de esperar que dentro de esa falsa conciencia (sensu
Althusser 1971) consumista que la ideología capitalista
logra imponer a los trabajadores, estos procuren dejar
—a modo de resistencia— huellas indelebles que retra-
ten su real estado de desprotección.

231
18.
LA ARQUEOLOGÍA Y LA EXPLOTACIÓN DE
LA RIQUEZA DE LA TIERRA EN URUGUAY
EN EL MARCO DEL DESARROLLISMO Y LA
GLOBALIZACIÓN NEOLIBERAL

Gustavo Verdesio

La relación entre la arqueología y la modernidad,


el capitalismo, la lógica del mercado, el neoliberalis-
mo, y hasta la acumulación primitiva u originaria, han
sido discutidas con rigor en los últimos años tanto en los
países del capitalismo central como en los de la peri-
feria. Los argumentos esgrimidos por los autores que se
han ocupado del tema son sólidos, convincentes y de
considerable poder explicativo. Algunos, como Andrés
Zarankin y José Roberto Pellini (2012), han estudiado
cómo la arqueología (en especial para el caso de Bra-
sil) depende cada vez más de la lógica del mercado.
Otros, como Marcia Bezerra (2015) han prestado aten-
ción al proceso de producción de conocimiento en-
tendido como mercancía y a las prácticas de arqueo-
logía de contrato que favorecen sobre todo a aquellos
interesados en obtener una ganancia económica. Ni-
colas Zorzin (2015) y Yannis Hamilakis (2015), desde óp-
ticas diferentes, han dedicado parte de sus energías a
criticar el sometimiento de la arqueología a la lógica
del capital. Patricia Ayala Rocabado (2015) ha puesto
el énfasis en la relación entre arqueología, multicultura-
lismo y neoliberalismo, en tanto que Lawrence D. Berg
(2011) se ha dedicado a la relación entre el nombrar,
el neoliberalismo y el despojo de tierras sufridos por los

233
18. La arqueología y la explotación... - Gustavo Verdesio

indígenas en Canadá —algo parecido hacen Rick Hut-


chings y Marina La Salle (2015), quienes se ocupan de
demostrar la complicidad de la arqueología con las
burocracias estatales y con el despojo sufrido por las
diferentes etnias indígenas—. Otros, como Alex Herrera
(2013), han preferido enfocarse en las relaciones entre
patrimonio y desarrollo, en tanto que Wilhelm Londoño
(2013) se ha dedicado a criticar a la arqueología de
contrato como aliada de los discursos y prácticas de-
sarrollistas en Colombia.
Son muchas las voces, entonces, que se oponen a
las de los que practican efectivamente la arqueología
de contrato, que es la que más cerca se encuentra de
los principios y valores del capitalismo internacional. Es
comprensible que así sea, dado el enorme daño que
se le hace a varios actores sociales cuando se legitima
la acción depredadora y expropiadora del capital in-
ternacional representado por empresas mineras y pe-
troleras, o por las que llevan a cabo emprendimientos
tales como gasoductos y ferroductos. Pero también
son numerosos los investigadores que defienden ese
tipo de arqueología, alegando que gracias a la finan-
ciación provista por ella es que se vuelve posible exca-
var y estudiar lugares antes nunca estudiados o revisi-
tar, con provecho, aquellos sobre los que ya se había
producido algún tipo de investigación. Otros prefieren
señalar las bondades que se desprenden de la crea-
ción de fuentes de trabajo, en países como Colombia
y Brasil (por citar tan solo a Estados latinoamericanos),
para aquellos que tienen un título universitario habili-
tante para ejercer como arqueólogo, en tanto que

234
Arqueología y Neoliberalismo

otros hacen hincapié en el aumento de fuentes de


financiación que ese tipo de arqueología genera en
sociedades donde dichas fuentes no abundan (Ratto
2009 , Piazzini 2001, Solórzano 2007, Cáceres Roque y
Westfall 2004 y muchos más).
Es muy común, entonces, que en países con recur-
sos naturales explotables, tales como petróleo o gas
natural, se produzcan proyectos de prospección, pri-
mero, y de explotación, más tarde, de dichas riquezas.
Es raro que un estado latinoamericano vea con malos
ojos ese tipo de posibilidad —al contrario: el modelo
económico con base en un marcado extractivismo
está bastante extendido en la región—. A su favor se
invocan la necesidad de contar con recursos energéti-
cos propios en nombre de una independencia que se
funda en discursos y valores nacionalistas, o en nombre
de ese objetivo que casi todos parecen perseguir en
el mundo contemporáneo: el desarrollo, tanto econó-
mico como humano. De ahí que no sea raro ver que
los diferentes países del planeta busquen escalar posi-
ciones en los informes y estudios (que más parecen un
ranking) del Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo (PNUD).
Uruguay, país al que sus ciudadanos gustan imagi-
nar como especial o diferente, en este caso es, efecti-
vamente, una verdadera excepción: no existen en su
territorio ese tipo de emprendimientos de explotación
del subsuelo o de perturbación del medio ambiente
que proliferan a lo largo y a lo ancho del continente.
Existen otros, tales como la construcción de caminos o
carreteras, la ampliación de cableado eléctrico (que

235
18. La arqueología y la explotación... - Gustavo Verdesio

implica la construcción de torres y otros tipos de es-


tructuras), o, al menos en el pasado, la construcción
de represas hidroeléctricas como Salto Grande, que
motivó un enorme operativo de rescate. Por supuesto
que todas esas obras de infraestructura, típicas y es-
perables en un país moderno, generan perturbaciones
en el medio ambiente y en la sociedad, pero también
lo es que no se comparan con las que generan los
proyectos de megaminería o de fracking, que tienen
como consecuencia una suerte de descalabro social y
ecológico de consecuencias y proporciones enormes.
Si bien el expresidente José Mujica intentó introducir,
con vehemencia, junto a varios de sus colaboradores
y con el apoyo de los cuatro partidos con representa-
ción parlamentaria, la megaminería a cielo abierto en
el país al entrar en negociaciones con la empresa mi-
nera Aratirí, la oposición que esto generó fue un dolor
de cabeza permanente para él y la empresa. La idea
era desarrollar un mega emprendimiento que cubriría
áreas importantes de territorio en los departamentos
de Treinta y Tres, Florida y Durazno. La movilización de
significativos sectores de la población puso frenos, al
menos hasta ahora, a las aspiraciones mineras del ex-
presidente y todo parece indicar que el actual primer
mandatario, Tabaré Vázquez, no va a seguir intentan-
do imponer ese proyecto en particular —lo cual, por
supuesto, no quiere decir que no vaya a proponer otro
de tipo similar en el futuro—.
También la explotación de petróleo es una espe-
ranza de los dirigentes políticos uruguayos, quienes
han firmado un contrato con una petrolera australiana

236
Arqueología y Neoliberalismo

(Schuepbach Energy) para que busque hidrocarburos


en el subsuelo uruguayo, más concretamente, en los
departamentos de Salto y Tacuarembó. El problema,
según Leticia Sánchez, es que el ente autónomo esta-
tal encargado de regular y gestionar el uso y produc-
ción de combustibles en Uruguay, la Administración
Nacional de Combustibles, Alcohol y Portland (AN-
CAP), no ha informado a la población que esa empre-
sa petrolera está buscando tanto recursos explotables
convencionalmente como aquellos que se obtienen
por intermedio de técnicas como la fractura hidráulica
o fracking, que tiene consecuencias bastante funestas
para el medio ambiente (Sánchez 2015) . Por ahora, sin
embargo, no hay noticias oficiales de que se haya en-
contrado algún tipo de hidrocarburo en las zonas pros-
pectadas —lo cual no quiere decir que en el futuro eso
no vaya a ocurrir, dado que ANCAP tiene firmado un
contrato con otra empresa (Petrina S. A.) que se encar-
garía de la prospección y de la eventual explotación
de hidrocarburos (Sánchez 2015) —. Pero aun si esta
empresa fracasase (como en su momento fracasó la
argentina YPF) en sus intentos, lo cierto es que el cli-
ma político-económico del país y de la región hacen
pensar que el Estado uruguayo (tan convencido como
sus vecinos de las narrativas desarrollistas) va a seguir
buscando riquezas en su subsuelo o, en su defecto, a
cielo abierto.
En el presente, entonces, y como decía más arri-
ba, las obras de infraestructura que se llevan a cabo
en el territorio del país son del tipo menos cruento y
perturbador. De modo que la arqueología de rescate

237
18. La arqueología y la explotación... - Gustavo Verdesio

que se hace no es como la que predomina en otros


países latinoamericanos, donde las empresas petrole-
ras o mineras se encargan de costear los trabajos de
diagnóstico, prospección y excavación propiamente
dicha. La idea es que el que causa el daño se haga
cargo de los gastos que implique el rescate arqueoló-
gico que lleven a cabo los profesionales contratados.
En Uruguay, entonces, los trabajos de rescate que se
hacen son costeados, por lo general, por empresas del
propio Estado. Este tipo de financiación tiene, aunque
algunos autores como Carlo Emilio Piazzini (2001) lo
nieguen, características y consecuencias muy diferen-
tes a las de aquellos procesos en los que están invo-
lucradas empresas privadas que se rigen por las leyes
del mercado; o sea, por esa mano que los economis-
tas neoliberales imaginan invisible. Digo esto porque, si
bien es cierto que un proyecto financiado por el Esta-
do puede tener los mismos valores desarrollistas o capi-
talistas que uno financiado por una empresa privada,
lo cierto es que los valores y los comportamientos que
se fomentan en uno u otro marco difieren de manera
fundamental. Para aclarar estos aspectos, discutamos
brevemente los informes sobre una serie de proyectos
de rescate financiados por el Estado uruguayo.
Las investigadoras Laura Beovide y Marcela Capo-
rale (2009), en un artículo donde reflexionan sobre los
trabajos de rescate que han realizado en una zona
cercana a Montevideo, relacionada con la cuenca in-
ferior del río Santa Lucía, admiten claramente y desde
el comienzo los efectos negativos que tiene sobre el
patrimonio arqueológico tanto el desarrollo urbanístico

238
Arqueología y Neoliberalismo

como el económico de la región. Ese rescate debió


llevarse adelante debido a que el ente autónomo es-
tatal UTE (Usinas y Trasmisiones Eléctricas) emprendió la
construcción de una central térmica y la instalación de
unas 50 torres de alta tensión. Acaso el logro más im-
portante, desde el punto de vista de la conservación
del registro arqueológico, de sus investigaciones de res-
cate, fue que el Estado siguió sus recomendaciones y
decidió cambiar el lugar de instalación de algunas de
las torres que estaba planeado ubicar en zonas donde
habrían perturbado seriamente el patrimonio arqueo-
lógico. Esto merece ser resaltado porque, por lo gene-
ral, cuando se habla de rescate se piensa en situacio-
nes en las que la destrucción del registro arqueológico
es inminente e inevitable (es decir, se trata de obtener
la mayor cantidad de información posible de un sitio
que va a ser destruido de todos modos), cosa que no
ocurrió en este caso, gracias a las sugerencias de las
investigadoras. Estamos, entonces, ante una acción
verdaderamente preventiva. Pero este, según las au-
toras, no es el único beneficio que se obtuvo gracias a
sus actividades de rescate: también resaltan la produc-
ción de conocimiento académico nuevo, pues para
esa zona se ha constatado una ocupación humana
mucho más antigua de la que se suponía, que ahora
se extiende hasta el quinto milenio antes del presente.
Uno de los aspectos interesantes del trabajo de es-
tas investigadoras es que no terminaría allí donde ter-
minan la mayor parte de las investigaciones arqueo-
lógicas: su proyecto incluye una gestión integral del
patrimonio, «dirigida a lograr un desarrollo sustentable

239
18. La arqueología y la explotación... - Gustavo Verdesio

de las poblaciones locales y del ambiente». Acá está


parte de la inspiración conceptual de estas autoras: el
desarrollo sustentable. Es decir, un desarrollo concebi-
do como inevitable en el mundo actual y que debe
ser monitoreado o controlado de modo tal que no sea
aún más nocivo de lo que es. Desde esta perspectiva,
la gestión del patrimonio orientada al fomento de po-
líticas de desarrollo sustentable cumpliría una función
mitigadora de los efectos de aquel tipo de desarrollo
que no lo fuera. Lo que no hace es cuestionar la idea
de desarrollo mismo.
Pero por más que quede sin cuestionar la idea de
desarrollo sustentable, este tipo de emprendimiento,
financiado y fomentado por el Estado y su legislación,
tiene varias ventajas sobre la arqueología de contrato
que se desarrolla en la esfera privada entre particula-
res. Ante todo, los intereses del capitalismo neoliberal
no solo no informan ni inspiran la actividad de los in-
vestigadores vinculados a este tipo de proyectos, sino
que además se oponen a sus intenciones de preservar
el patrimonio arqueológico. Como informa Caporale
(2012) en otro artículo, las actividades de las empre-
sas mineras que se encargan de explotar las reservas
de arena existentes en las zonas costeras investigadas,
no solo ponen en peligro a dicho patrimonio, sino que
además se escudan para continuar con sus activida-
des en la ausencia de una legislación y de una política
cultural estatal que lo gestione y proteja de manera
efectiva. De modo que los intereses puramente capi-
talistas y los de los productores de conocimiento deve-
nidos defensores del patrimonio arqueológico no solo

240
Arqueología y Neoliberalismo

no coinciden en estos casos sino que son contrapues-


tos. Esto es mucho más difícil que ocurra cuando el ar-
queólogo trabaja para una empresa privada (como
las mineras o las petroleras), debido a que existe un
contrato que lo presiona, de alguna manera, a favore-
cer los intereses de su empleador (Jofré 2015) . Es que
para estas investigadoras uruguayas (y, afortunada-
mente, para tantos otros), a diferencia de aquellos que
trabajan para compañías que buscan una ganancia
o lucro, la arqueología no es un negocio. Es que según
Cristóbal Gnecco y Adriana Schmidt Dias (2015), en
la arqueología de contrato desarrollada en la esfera
privada, el arqueólogo y la arqueología han pasado
de tener un compromiso con la nación (lo cual, en mi
opinión, tampoco era tan maravilloso) a tenerlo con el
mercado.
Todo parece indicar, entonces, que el tipo de ar-
queología de rescate desde el Estado que se viene
realizando, hasta el momento, en Uruguay, es mucho
menos propenso a caer en la lógica devastadora del
capitalismo neoliberal. Parte de esa lógica es reafirmar
la acumulación primitiva u originaria que ocurrió en las
Américas, la cual según Karl Marx (1992) consistió en
la separación del trabajador de sus medios y condicio-
nes de producción. Una reafirmación que cuando se
da en la era neoliberal es llamada por David Harvey
acumulación por despojo. Lamentablemente, algunas
tendencias en la filosofía económica de los gobiernos
más recientes, como vimos más arriba, indican que es
altamente probable que en algún momento se vuel-
va a fomentar, desde el Estado, el desarrollo de la me-

241
18. La arqueología y la explotación... - Gustavo Verdesio

gaminería o de la prospección en busca de petróleo.


Esto, en un país donde no hay legislación ni criterios
claros para la gestión del patrimonio, es preocupante1.
Sobre todo porque se trata de un país que, además,
se imagina a sí mismo sin indígenas (Verdesio 2014), lo
cual hace más fácil la tarea de olvidar aquella acumu-
lación primitiva que Marx detectó como precondición
para el surgimiento del capitalismo, al mismo tiempo
que presenta un escenario en el que no existen ac-
tores sociales reconocidos como herederos del patri-
monio indígena. Esto le facilita su tarea depredadora
al capitalismo neoliberal, que se encuentra con una
resistencia menor a la que suele oponérsele en países
donde se reconoce no solo la existencia de aboríge-
nes sino también la de sus derechos. Estos tres factores
(incipiente legislación patrimonial, poca claridad en la
gestión del patrimonio, y ausencia de reconocimiento
de la existencia de indígenas en el territorio) conspiran
no solo contra la conservación del patrimonio arqueo-
lógico sino también contra las posibles defensas que
la ciudadanía pueda esgrimir contra el avance apa-
rentemente inexorable del capital global neoliberal. La
arqueología es tan solo uno de los actores en este dra-
ma, pero eso no la exime de repensar su papel de cara
a un futuro menos instrumentalista. De sus practicantes
depende estar del lado de la acumulación originaria y
los fines de lucro, o del de la mayoría de los pobladores
del planeta.

1 Para una crítica de las limitaciones de la ley de patrimonio 14440, como por
ejemplo su incapacidad de proteger el patrimonio ubicado en propiedades
privadas, ver lo dicho por Caporale en «Arqueología y turismo».

242
19.
CÓMO APRENDÍ LA LEY DEL MERCADO

Laurent Olivier

Éramos jóvenes y ahora estamos empezando a en-


trar en la vejez. Algunos de nuestros amigos ya están
muertos aún hoy en día. Somos la generación de la
juventud de 1970. Nuestra historia no ha sido contada.
Somos nosotros los que hemos hecho la arqueología
preventiva, que los ingleses y los americanos llaman
por su nombre real: arqueología comercial. Plantamos
todo el camino y no lo vimos venir. Éramos jóvenes y,
o bien no escuchamos a la edad, o queríamos cam-
biar el mundo. No queríamos el mundo que se hicie-
ron, amargo y picante. Queríamos vivir en un mundo
diferente. Uno más unido, más fraterno, más alegre. No
éramos soñadores o utópicos o políticos, como la del
68; solo queríamos retomar nuestras vidas, sin más de-
mora, para asegurar que, ahora, cumplían con nues-
tras aspiraciones.
Estábamos excavando; siempre excavando. No
queríamos dejar que destruyeran sitios arqueológicos
para poner en su lugar horribles centros comerciales,
áreas industriales o abrumadoras áreas residenciales
exhalando vacío y aburrimiento. Queríamos que de-
jaran de destruir la memoria del pasado simplemente
porque necesitaban un lugar para vender productos
desechables que acumulara la clase media pobre
243
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

que trabajaba entre semana y consumía los fines de


semana. No importa donde trabajaran, solo que con-
sumiesen. Que llenara la cesta el sábado en el super-
mercado, que llenara el coche todas las semanas, dar-
se en cuerpo y alma a diario a las cosas perecederas
sin consecuencias: todo tipo de cosas que renuevan
constantemente, cosas con las que se llenan pero no
se alimentan. Innumerables productos diseñados para
ser indispensables, pero que dejan su conciencia dor-
mida. Solo los productos que cumplen con las nece-
sidades de las masas, en su campaña para llenar, sin
cesar, el vacío de su existencia, el desarraigo de su trá-
gica ausencia de ideales de futuro. Esto es lo que tenía
que salir ahora en el lugar, todo el lugar.
Esto es a lo que nos resistimos, lo que nos concernía.
Quisimos guardar el recuerdo de ese pasado construido
hace miles de años y transmitido hasta nosotros, y que
ahora estaba desapareciendo en todas partes. Como
los elefantes o las tortugas, el pasado se había converti-
do en una especie en peligro de extinción. Era molesto,
llenaba, era inútil; tanto que tenía que ser retirado de
donde estaba. Bastaba con conservar algunas islas que
se convirtieran en zonas turísticas. El pasado era útil solo
como un objeto de consumo. De lo contrario, debía dar
paso al progreso. La destrucción masiva de todo salvo
unos pequeños recovecos aislados fue también la mis-
ma condición por la que los restos del pasado se pasa-
ron al estatus de objetos de consumo.
Por lo tanto, no bastaba con que las cosas se con-
virtieran en productos de consumo; también era ne-
cesario que en la presencia absoluta del consumo, el

244
Arqueología y Neoliberalismo

mundo mismo —los mismos lugares donde las personas


viven y trabajan— se purgasen de su memoria, queda-
ra desprovisto de cualquier pasado, como un recién
nacido inmaculado. Siempre fue así… el mundo debía
ser destruido y reconstruido de nuevo para adaptarse
a su nueva realidad, que era organizar de forma óp-
tima el tráfico del consumo. Y lo que se mantuviese
del pasado para mostrar —restaurado, museificado—
estaría también sin memoria y sin descendencia. Era
solo una imagen congelada creada artificialmente.
Una imagen de lo que se esperaba del pasado, que
permanecía en su esquina, separada de la realidad,
como una cosa externa, un puro elemento decorativo
en definitiva.
Para nosotros se trataba de una cuestión de justi-
cia. Al atacar a la memoria del pasado, la economía
de consumo estaba atacando un bien público inalie-
nable. Esto nos afecta individualmente, precisamente
porque se trataba de un patrimonio que es de todos.
Al destruir la memoria de los lugares, donde se encon-
traban los restos arqueológicos, la economía de con-
sumo también nos despojó de su propia memoria, de
cualquier posibilidad de una herencia del pasado, de
apropiarse de él. Estacionados en un presente perpe-
tuo, en un mundo siempre nuevo, fueron reducidos a
una función de consumo, expulsados, en realidad, de
los asuntos públicos. Defender el pasado era defender-
nos a nosotros mismos. Era defender a la comunidad,
recuperar la fuerza política de la que fue despojada sin
nuestro conocimiento. La memoria del pasado era la
nuestra y la teníamos que tomar de nuevo.

245
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

Pero ¿cómo podría detener la destrucción que se


llevaba a cabo en una etapa de feroz desarrollo in-
dustrial? Podríamos enfrentarnos a las máquinas, blo-
queando su paso para evitar que avanzasen. Lo hici-
mos al principio. Pero había jefes que mandaban a los
trabajadores que manejaban las máquinas. Se podría
detener una máquina, pero no todas las máquinas. Y
luego había otros jefes por encima de los jefes con los
que trabajamos. A través de las negociaciones, podría-
mos obtener una tregua en un sitio, pero no en todos
los sitios. Era necesario apuntar alto; lo más alto posible
en la cadena, en la parte superior. Pero ¿cómo llegar a
ellos, los que controlan desde lejos lo que estaba ocu-
rriendo aquí, antes siquiera de que nos enteráramos de
que iba a pasar?
Fui a ver a Jacky.
Jacky era un señor de la guerra que había construi-
do un pequeño imperio en el que lograríamos salvar
lo que quedaba del pasado y evitar que fuese envia-
do directamente al vertedero. El sol se ponía sobre las
ruinas del antiguo teatro, al que miraban las ventanas
de su apartamento. Una estantería de pared a pared,
revestimiento de espeso cuero negro en los sillones.
Jacky llevaba una chaqueta de satén borgoña y una
camisa blanca de cuello Mao abierta, calzaba botas
de cuero. Entre nosotros, una botella de Jack Daniels y
dos vasos grandes y gruesos por los que atravesaban
los últimos rayos del sol, proyectando dos puntos de luz
de color ámbar sobre la mesa de café con tapa de
cristal. En su silla, Jacky estaba tratando de encender
un cigarro con cuidado.

246
Arqueología y Neoliberalismo

—La caja está sobre la mesa; sírvase si lo desea mu-


chacho.
Sacudió la cerilla, que se apagó, y se balanceó ha-
cia el gran cenicero de cristal, lleno de colillas de rubio
americano con restos de pintalabios rojo.
—¿Qué necesitas? —dijo Jacky dando una calada
a su Montecristo—. Déjame adivinar… ¿un poco de di-
nero para contratar a sus amigos e ir a escarbar? ¿Un
poco para comprar herramientas y otro poco para pa-
gar análisis? Eso serán unas decenas de miles, tal vez
cientos de miles. Eso es una miseria, chico.
Una nube de humo azul ocultó su rostro.
—Ellos lo cuentan por millones. Decenas, cientos de
millones, y eso sin contar los intermediarios. Esos son
más codiciosos, te lo aseguro. Pero eso es otra histo-
ria… Puedes aprovechar para que paguen tus investi-
gaciones, pero para ellos, ni siquiera existes.
—Entiendo —dije.
—Todavía no has entendido nada.
Hizo tintinear los cubitos de hielo en el vaso, arrugan-
do sus pequeños ojos oscuros.
—Te podrían pagar en paletines de oro y aun así no
llegarías a una proporción del uno por ciento con ellos.
Lo que les importa no es eso, son las sumas colosales
que les costaría un retraso en la entrega o, más moles-
to para ellos, una interrupción del trabajo. Algo del tipo
descubrir sarcófagos y mosaicos, si sabes lo que quiero
decir.
—Quieres decir...

247
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

—No es la posibilidad de excavar lo que estás ne-


gociando con ellos… Eso es tu problema. El suyo es
asegurarse de que tu arqueología no va a suponer un
obstáculo para su trabajo.
—Está bien, pero ¿qué puedo hacer entonces?
—Se les ofrece un trato, hijo. O hacemos esto con
nuestros propios recursos y nos pasamos aquí años con
tres tontos y una carretilla, ya sabes… O ellos financian
un buen equipo y les aseguras que vuestro trabajo no
va a detener o comprometer el suyo. Es el tipo de ofer-
ta que no pueden rechazar, créeme.
—Y si hay uno que dice que no, ¿qué hago?
—Ese es el mejor regalo que podrían haceros.
—¿Perdón?
—Seguramente empiecen tomándote por tonto,
porque no representas nada para ellos y están acos-
tumbrados a hacer lo que les viene en gana sin que
nadie les moleste. Pero en el momento que se carguen
algo… ¡explota! Llama a la televisión y a la prensa, por
supuesto no directamente tú. No puede verse como
viniendo de ti. Pero tienes que hacer que se sepa que
«¡El patrimonio está siendo asesinado!». Te conozco, sa-
bes cómo hacerlo. Y en los periódicos que se escriba
sobre ello. Deja claro qué es lo que quieren que quede
escondido tras las vallas: dos mil años de historia des-
truidos para hacer conejeras de mala muerte. Les va a
doler mucho, créeme. Les avergonzará tanto que ha-
rán lo que sea para apagar el fuego. No solo ellos, sino
los políticos también. Se verán obligados a aceptar. Y
los que vengan después de ellos se lo pensarán dos

248
Arqueología y Neoliberalismo

veces antes de hacer nada. Después de eso, si todavía


hay alguien que intente seguir adelante sin vosotros,
incluso sus viejos amigos les van a dar la espalda. Ya
sabes cómo son los negocios… no nos gusta la inesta-
bilidad.
El whisky me irradiaba su calor. Jacky se levantó para
ir a ver como caía la noche suavemente en el exterior.
Las luces de la ciudad se encendieron en la distancia.
—¿Te gusta? No está mal, ¿verdad? —preguntó ha-
ciendo un gesto para mostrarme las ruinas color de
jengibre que se escondían en la oscuridad. La ceniza
gris de su cigarro cayó en la alfombra blanca.
—No estoy muy romano —murmuré—. No me gusta
la ciudad, ya sabes.
—Ahora sí que te gustará. Incluso la disfrutarás todo
el tiempo —dijo sonriendo.
—¿Qué?
—Supongo que eres consciente de que no puedes
hacerlo solo.
—Sí, lo sé. Por eso he venido a ti —dije mirando mis
zapatos.
—Entonces piensa. Piensa que no vas a mover a la
gente con tus agujeros de poste esparcidos por cual-
quier parte. La ciudad está llena de muros, muros gran-
des. Y cuanto más grande es el muro, más importante.
Todo el mundo lo sabe. Es algo obvio, al alcance de
cualquiera, no como los agujeros de poste, que tienes
que ver para creer. Y en la ciudad, hay mucha gente:
gente hermosa, abogados, periodistas, escritores, chi-
cos que piensan que son artistas... Una gran cantidad

249
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

de personas dispuestas a indignarse, pedidores profe-


sionales, intelectuales con grandes redes. Los tienes a
tu disposición para subir el tono de la protesta y ganar-
te al público. Hazte aliado de su opinión.
Jacky se llevó nuestros vasos vacíos, los llenó de nue-
vo de whisky y se sentó. Todo lo que veía era su silueta
enmarcada en la silla y sus ojos brillando en la oscuri-
dad.
—En primer lugar, hay que salvar la ciudad antes
de hacer frente al resto. Tenemos que controlar lo que
sucede en la ciudad, en cada ciudad. Solo después
de eso podremos hacernos cargo de lo que pasa alre-
dedor. Por ahora, hay que concentrarse en los centros
urbanos; no se puede luchar una guerra en todos los
frentes. Con cada una de nuestras victorias hay que
ganar terreno; cada una de nuestras conquistas debe
ser ejemplar, ya que debe servir de base para la si-
guiente. Si damos un paso atrás, estamos jodidos.
Observó las nubes de humo de su puro flotando por
encima de su cabeza y dijo:
—Y entonces debes saber cómo poner fin a una
guerra.
—¿Qué quieres decir?
—No es suficiente con ganar batallas, hijo, por muy
satisfactorio que sea. Digamos que consigues una ex-
cavación. Perfecto. Pero después vendrá otra, y otra.
Debes conseguir que esa situación de conflicto no se
vuelva a producir cada vez que vaya a construirse
algo. Hay que encontrar una solución global que se
adapte a ellos. De lo contrario no se puede ganar a

250
Arqueología y Neoliberalismo

largo plazo, perderemos la guerra. Y sabes que es un


lujo que no nos podemos permitir.
—La solución sería integrar la consideración de la
arqueología desde el comienzo de los proyectos de
desarrollo.
—Sí, se puede decir que de esa manera, pero signifi-
ca sobre todo que hay que asegurarse de que, desde
la perspectiva de los promotores, su problema con la
arqueología se resolverá antes del inicio de cualquier
cosa. Son ellos los que lo pedirán, una vez que entien-
dan que no pueden cortarlo.
Hizo una pausa para tomar un sorbo de whisky.
—Lo que les vendemos es tranquilidad —dijo seña-
lándome con su cigarro.
—Aún no hemos llegado a eso…
—En realidad si lo hemos hecho, pero este no es el
problema.
—¿Cuál es el problema entonces?
—Podrás excavar, de acuerdo. Pero hay algo que
nunca podrás conseguir…
—Lo único que queremos es excavar.
—Tendrás tus excavaciones, hijo. No seas estúpido.
Ese no es el problema. Por supuesto que las tendrás,
pero pronto te darás cuenta.
—¿Cuenta de qué?
—Vas a excavar donde se quiera construir algo, pero
no serás capaz de evitar que se construya, aunque
decidieran arrasar el sitio más maravilloso del mundo.
Incluso si se trata de basura para sembrar malas hier-

251
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

bas, será dado de baja después de tres y cuatro años,


cuando quede libre de impuestos. Incluso si no tienes
tiempo para excavarlo todo porque es demasiado
grande o tiene demasiadas cosas... Te tocará correr y
perder el culo de un sitio a otro, porque ese es el trato.
Tu trabajo es deshacerte tan pronto como sea posible
de la arqueología que les molesta y permitir que siga la
obra. Nunca olvides que esto es por lo que te pagan y
nada más. Nunca olvides que tu trato con ello es cerrar
la boca. Lo único que le interesa al mercado es que
limpies el terreno.
—Uh...
—Ya aprenderás… ahora termínate el whisky y te lle-
varé a comer fuera. Te voy a llevar a un sito que aún
recordarás con cariño cuando yo no sea ya más que
un viejo.
Salimos en la noche.
Al día siguiente volví a subir al norte e hice lo que
Jacky dijo. Y funcionó a la perfección. En todas par-
tes, las excavaciones se desarrollaron sobre la base de
los acuerdos suscritos con los promotores. En primer lu-
gar, entre los amigos de Jacky y después ya por todo
el país. Comenzamos a tener de forma permanente
profesionales y dinero para hacer nuestro trabajo. Por
primera vez nos pagaban por excavar y podíamos ga-
narnos la vida con ello. La asociación creada en 1973
por el Ministerio de Cultura para gestionar los fondos
de arqueología, AFAN (Asociación para las Excava-
ciones Arqueológicas Nacionales), pronto comenzó a
manejar decenas de millones de francos y cientos de
empleados. Inicialmente, fue capaz de operar de for-

252
Arqueología y Neoliberalismo

ma relativamente autónoma, durante una docena de


años, hasta alrededor de la década de 1990. Nuestros
medios eran limitados, pero nuestro Servicio Regional
de Arqueología había establecido brigadas arqueo-
lógicas, que se especializaban en diferentes tipos de
excavación. Excavábamos no solo en la ciudad, sino
también en las áreas rurales que estaban particular-
mente amenazadas por trabajos extractivos.
La situación cambió cuando AFAN se emancipó del
Ministerio de Cultura y empezó a funcionar como una
compañía independiente. La naturaleza del trabajo
había cambiado. Las intervenciones arqueológicas
eran ya algo completamente integrado en la cons-
trucción, las intervenciones se convirtieron en una eje-
cución de obra y los arqueólogos se transformaron en
agentes. El trabajo de campo se estandarizó y se au-
tomatizó a través de la racionalización. Empezamos a
implementar procedimientos. Los arqueólogos habían
dejado de ser los diseñadores de su trabajo de campo,
y se les engañaba con títulos pomposos: ahora eran
ingenieros de investigación o gestores de operación.
Reducidos a la condición de proletarios, lo único que
podían ofrecer era su fuerza de trabajo.
Luego estaba la Ley de 2001, que incluía la conside-
ración del patrimonio arqueológico en las operaciones
de desarrollo, imponiendo la financiación de las exca-
vaciones a los promotores. Esto terminó con la estruc-
tura obsoleta de AFAN y estableció una nueva orga-
nización con un título pomposo: Instituto Nacional de
Investigaciones Arqueológicas Preventivas o INRAP. Las
palabras han cambiado, ya no decimos «excavacio-

253
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

nes de urgencia», ya que parecía un término despec-


tivo para los promotores, como si fuesen demoledores.
Ahora se utilizaba un término mucho más amistoso
tomado de la medicina: se prescriben excavaciones
preventivas, como si la arqueología fuese una enfer-
medad grave que no se debía permitir proliferar. Es la
voz del mercado la que comenzó a hablar en nuestro
nombre. La palabra investigación aparece antes de
excavaciones preventivas como si este fuese su prin-
cipal objetivo, pero la prioridad para el mercado —y
también para los arqueólogos— era otra. El objetivo
era librar al promotor de la arqueología sin más. Jac-
ky tenía razón. La ley se había limitado a confirmar un
hecho, generalizando ese acuerdo pragmático entre
arqueólogos y promotores. Está claro que hacíamos el
trabajo sucio para limpiar la arqueología en beneficio
de los promotores. La arqueología no era un socio para
el promotor —como debía haber sido si las cosas se
hubiesen hecho de acuerdo con el interés público y
no con las prioridades del mercado—; la arqueología
había entrado de lleno en la economía de mercado.
Sin embargo, el mercado no estaba aún satisfecho.
La Ley de 2003 establece que las operaciones de ar-
queología preventiva realizadas en beneficio de los
promotores debían estar abiertas a la competencia.
Esto significaba que INRAP ya no tenía el monopolio de
las excavaciones y cualquier operador público o pri-
vado podría hacerlas también —siempre que hubiera
recibido la aprobación por parte del Estado—. De este
modo, la ley reconoce el carácter fundamentalmente
comercial del contrato con los promotores: desde la

254
Arqueología y Neoliberalismo

eliminación de la arqueología era de hecho un servicio


prestado a cambio de remuneración, así que no había
ninguna razón para que esta disposición fuese objeto
de monopolio. Y ya que era el promotor, que en este
caso era el cliente quien elegía, lo normal es que de
entre los diferentes proveedores de servicios prefiriese
al que ofreciera una oferta más adecuada. Claramen-
te, el interés científico común quedaba subordinado al
interés económico particular del promotor. La arqueo-
logía estaba destinada a ser solo un negocio como
cualquier otro.
Como en cualquier negocio, la comunicación se
ha convertido en un aspecto esencial para vender los
productos que INRAP ofrece a sus clientes. A partir de
2005 llegaron funcionarios de comunicación, lo que
hace aún más incierta la identidad real de los traba-
jos necesarios para los agentes de campo implicados.
¿Era todavía arqueología o más bien una imagen de
la arqueología que vendemos? Detrás de esto, la rea-
lidad es menos halagadora. La competencia lastró el
desarrollo de la creación de datos arqueológicos. Lo
que tú investigabas no podía llegar a conocimiento de
la competencia. Así no sabremos nada, o casi nada. El
conocimiento arqueológico ya no se construía desde
la paciente acumulación de observaciones año tras
año, yacimiento tras yacimiento. Todo lo que servía
ahora era un trabajo de campo rápido y eficiente. No
es de extrañar que en estas condiciones la arqueología
preventiva se haya convertido en una de las industrias
con más trastornos psicosociales asociados al trabajo.

255
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

Y luego está la cuestión de los archivos, que en vez


de estar centralizados, pueden acabar en la basu-
ra cuando un operador privado vaya a la quiebra o
abandone su actividad. Esto se ve por ejemplo en Irlan-
da. También se plantea ahora el tema de la gestión de
los restos arqueológicos extraídos en las excavaciones,
que está creciendo exponencialmente y comienza
a saturar los locales donde se va acumulando. ¿Qué
hacer? Algunos piensan que deberíamos volver a se-
pultarlos tras su estudio, como si no hubiera nada más
que hacer que identificarlos. Otros podrían decir que
la solución al problema está en la fuente, dejándolo di-
rectamente en el campo. Esto se hizo en Inglaterra, por
supuesto. En estas condiciones, la arqueología ya no
parecía tener valor como investigación a largo plazo,
sino que se restringía al momento de la excavación. Así
que la propia excavación también se convirtió en un
producto de consumo. Debido a que, conforme a la
ley del mercado, todo debe convertirse en un produc-
to de consumo, más exactamente en una mercancía.
Pero no solo la excavación se transformaba en una
mercancía, sino que también lo terminaron haciendo
los profesionales. La falta de alternativas, la rutina, so-
bre todo un trabajo del que ya no son dueños, lejos de
las preocupaciones éticas que deberían tener a diario
como arqueólogos. En las áreas de desarrollo con una
fuerte oposición de la opinión pública —porque se plan-
tean explícitamente como nocivas para la población—
donde se hacía arqueología, a veces bajo protección
policial, los que iban se justificaban diciendo que de lo
contrario la competencia lo haría. Más comúnmente,

256
Arqueología y Neoliberalismo

en los terrenos expropiados en beneficio de los proyec-


tos de desarrollo, que asolan pequeñas propiedades in-
dividuales para abrir las zanjas de evaluación, sin darse
cuenta de que ellos son los primeros en inducir con ac-
ciones concretas esa violencia silenciosa del capitalis-
mo contra una población local cada vez más frágil. La
arqueología se ha convertido no solo en una actividad
auxiliar de la construcción, sino más bien, en su van-
guardia. Pero por encima de todo, en instrumento de la
ley de mercado. Su capital de simpatía, que era enor-
me en la opinión, se ha devaluado considerablemente.
La arqueología ahora inspira desconfianza o desinterés.
Esto no es sorprendente, ya que en los términos de su
funcionamiento actual la arqueología ha sido privada
de su función social. Ya no se conecta a las personas
mediante la restauración de su patrimonio común, un
bien frágil que nos pertenece a todos, sino que contri-
buye más bien a la expoliación de la memoria de los
lugares en los que viven y trabajan.
Eso no es lo que queríamos, no lo es en absoluto.
Fuimos engañados desde el principio. La cruel ironía
de esta terrible historia es que no sabíamos dónde ha-
bíamos fallado, ni siquiera si podríamos haberlo hecho
de otra forma. En un momento dado, se nos escapó. Y
poco a poco fue creciendo, hasta que los promotores
se apoderaron de nuestro pequeño negocio. Pero, en
realidad, se nos escapó desde el principio. Pensamos
que podríamos controlar la situación, pero no contro-
lamos nada. La mano invisible del mercado estaba por
encima de nuestras cabezas y no la vimos. Fuimos es-
pecialmente ingenuos. ¿Hemos hecho del mundo algo

257
19. Cómo aprendí la ley del mercado - Laurent Olivier

peor de lo que podría haber sido? Esta es la pregunta


que surgió dentro de nosotros. Las próximas generacio-
nes juzgarán.
Queda un desastre de arqueología, pero estos pro-
blemas son más relevantes que nunca para los que
hemos luchado. La arqueología no está en venta, por-
que no puede ser de ninguna manera un producto.
Se trata de un patrimonio común, a disposición de la
comunidad. Y debe ser cuidado para el beneficio de
todos, precisamente porque este patrimonio arqueo-
lógico es un bien común irrenunciable. La arqueología
no ofrece servicios y los arqueólogos no son provee-
dores para unos clientes. La arqueología transmite el
patrimonio arqueológico del pasado a las generacio-
nes futuras y los arqueólogos trabajan por tanto para la
comunidad. No tiene ningún sentido lo contrario. Es por
esto que tenemos que defender una nueva postura,
una restauración de la arqueología. Esta lucha es aho-
ra responsabilidad de la generación más joven. Pero
ellos están desmovilizados por la pérdida de sentido de
su trabajo, aislados mediante el fraccionamiento de su
actividad y, sobre todo, silenciados por la inseguridad
laboral. Hemos sido estúpidos hasta el final, pero no
vamos a renunciar. Porque si renunciamos, entonces si
habremos acabado con la arqueología, al menos con
lo que debería ser la arqueología.

258
20.
ARQUEOLOGÍA SIN SENTIDOS.
ANESTESIA Y CAPITALISMO

José Roberto Pellini

Nunca es demasiado tarde si no sabes qué hora es


El otro día conversando con mi esposa Carol, nos
dimos cuenta de que ya estamos a finales de año. Pa-
rece que fue ayer cuando ella y yo fuimos a la pla-
ya a saltar las olas de Año Nuevo. Es increíble cómo
el tiempo está pasando cada vez más rápido. Creía
que el año 2014 había pasado rápido, pero tengo que
confesar que el 2015 ha pasado volando. Lo peor es
que creo que los próximos años pasarán aún más rápi-
do. La sensación que tengo es que los años ya no son
años, los días ya no son días, los segundos ahora son
nanosegundos. La vida ha pasado a un ritmo cada vez
más veloz.
¿Por qué el tiempo parece cada vez rápido? ¿Por
qué los días parecen cada vez más cortos? Milan Kun-
dera (1966) con su poesía nos explica que el problema
no está en el tiempo sino en la memoria. Según él, hay
un lazo secreto entre lentitud y memoria, y entre veloci-
dad y olvido. Cuanto mayor es la lentitud de una viven-
cia, mayor es la posibilidad de formar memoria sobre
ella, mientras que cuanto mayor es la velocidad, ma-
yor es también la intensidad del olvido. En nuestro mun-
do moderno, la correría en el día a día es tan grande

259
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

que dejamos de aprehender y vivenciar el mundo que


nos rodea. Como resultado, no formamos recuerdos y
así tenemos la sensación de la retracción del tiempo.
Por la mañana ya despertamos apresurados. Entre una
taza y otra de café, un ojo se enfoca en el periódi-
co y otro en WhatsApp. En medio del camino hacia
la universidad, paramos para poner gasolina en el co-
che, pagar las cuentas y responder a los emails de los
alumnos. Ya son las ocho y la clase tiene que empe-
zar. En el intervalo encontramos un tiempo para cum-
plir burocracias, entrar en el sistema y hacer acto de
presencia. En el almuerzo, las garrafadas se intercalan
con la finalización de aquella publicación o proyecto
y ya es hora de dar clase de nuevo. Sin darse cuenta
de que la tarde termina y ya es hora de volver a casa.
Tráfico, bocinas, lentitud, resultan en más WhatsApp
y Facebook. En casa, finalmente, hora del descanso.
Errores, más burocracia y plazos para cumplir. Pero al
final ¿para qué sirven los madrugones? Cuando final-
mente nos damos cuenta de que el día acabó y en
una mezcla de alivio y angustia nos percatamos de
que no recordamos lo que comimos en el almuerzo y
con quién hablamos a lo largo del día. El día pasó y
no nos dimos cuenta. En nuestra corriente moderna,
con nuestros plazos apretados, obligaciones y deberes
a cumplir, no tenemos tiempo de ver una puesta de sol
tranquilamente. No tenemos tiempo de caminar por la
ciudad y sentir los olores de las calles, las texturas de los
edificios, los colores del mundo. No tenemos tiempo de
saborear un buen chocolate, escuchar nuestra música
favorita, perder horas conversando sobre nada con un

260
Arqueología y Neoliberalismo

viejo amigo. No tenemos más tiempo de interiorizar la


información, ya que pronto se sustituye por nueva in-
formación. ¡No tenemos ni tiempo de estar enojados
con la muerte de John Snow!
El capitalismo moderno con su tiempo controlado,
predeterminado y por encima de todo contado, nos
ha impuesto un ritmo de vida que nos impide involu-
crarnos de modo más íntimo con el mundo. El tiempo
del capitalismo es el tiempo del dinero. No comemos
cuando tenemos hambre, no dormimos cuando tene-
mos sueño, no hablamos cuánto tenemos ganas, pues
todo está controlado y predeterminado. Somos escla-
vos del tiempo y de los compromisos programados.
Sabio, en la sociedad capitalista, es aquel que sabe
ahorrar su tiempo.
En la arqueología, el tiempo capitalista ha impuesto
su estructura y nos ha cobrado caro su precio. En los
congresos tenemos 15 o 20 minutos para hablar. Todos
creen que es poco. Todos creen que deberían tener
más espacio, estoy de acuerdo, pero quien ya orga-
nizó un congreso sabe que más tiempo es más salas,
más salas es más espacio, más espacio es más dinero.
Así nuestro tiempo y nuestro pensamiento, nuestro es-
pacio para discusión, es mediado por el valor moneta-
rio del tiempo.
En nuestros trabajos de campo el tiempo también
cobra su precio, pues intentamos imponer nuestro
tiempo urbano a las prácticas de campo y con ello
nos impiden adentrarnos en la temporalidad del lugar.
No nos conectamos al lugar y seguimos viendo el sitio
y el paisaje como algo distante, disociado de nosotros

261
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

mismos. ¿Por qué tenemos que cumplir el horario como


si fuéramos una oficina bancaria? La respuesta ya la
sabemos, al final el tiempo es dinero.
En la llamada arqueología comercial este escenario
es aún peor, pues en general las metodologías adop-
tadas en el campo tienen por principio una racionali-
zación de mercado que busca maximizar los resulta-
dos en nombre de una ganancia mayor. Con el au-
mento de la competencia y los presupuestos cada vez
más ajustados, las metodologías de trabajo de campo
se han vuelto más estandarizadas, con cada vez me-
nos oportunidades para la experimentación de nuevas
técnicas. El tiempo, un elemento fundamental para la
experiencia subjetiva, para la interpretación y para la
vivencia en campo, es dejado de lado debido al corte
de costos asociados a la necesidad de cumplimien-
to de plazos contractuales. Las estructuras cada vez
más jerárquicas, las estrategias cada vez más reduc-
cionistas, las metodologías más estandarizadas de la
arqueología comercial no solo sofocan la creatividad,
sino que también limitan peligrosamente el alcance de
nuestra actividad. En la práctica, las experiencias de
excavación e interpretación deberían ser actividades
acumulativas, con los profesionales siendo más sensi-
bles al contexto y a los objetos de investigación. Esta
debería ser una actividad sin tiempo controlado, don-
de la vivencia y la experimentación del paisaje debe-
rían ser las normas. Al asumir un modelo de producción
capitalista, la arqueología comercial pasó a rendirse
al tiempo del mercado y como resultado estamos im-
pedidos de establecer un mayor compromiso con los

262
Arqueología y Neoliberalismo

sitios, con los materiales y con la esencia de nuestro


trabajo.

Arqueólogos en el campo de trabajo como


trabajadores en la fábrica
La práctica de la arqueología comercial, con su
tiempo monetarizado y su repetición mecánica, se
asemeja al trabajo de los obreros en las fábricas. Si
en el trabajo artesanal existía una conexión entre las
diversas etapas que configuraban ese hacer, con el
avance del modo de producción capitalista, la co-
nexión entre las varias etapas del trabajo fue perdida
(Travassos 2009). Con la segmentación del trabajo en
la línea de montaje, el individuo pierde el vínculo que
mantenía con lo que producía. La cadena de montaje
fragmenta y homogeneiza el gesto del obrero en las
fábricas, de modo que se pierde la relación teleoló-
gica encontrada en el trabajo artesanal. En las fábri-
cas es el choque que pasa a marcar la experiencia
del trabajador frente a las máquinas. En el proceso de
producción, el obrero es un ser ajeno al producto de
su trabajo, a él ya no se le permite la participación en
el proceso total de producción. Para Marx (1932: 404):
Todo trabajo con la máquina exige [...] un adies-
tramiento previo del obrero. En la línea de mon-
taje es el individuo quien se somete al ritmo de
trabajo que la máquina impone, y no al contrario.
A él cabe responder de manera reflexiva e inme-
diata, por el tiempo que le es debido, su jornada
diaria de trabajo, a estos innumerables y sucesi-
vos choques.

263
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

La arqueología comercial, al tomar prestada del ca-


pitalismo su filosofía y su sistema de trabajo, también
asumió un carácter serial e industrializado, donde la
fragmentación, la mecanización y la repetición condi-
cionada sustituyeron la experiencia y la imaginación.
Al igual que el obrero frente a la línea de producción,
el arqueólogo se comporta automáticamente, su ges-
to es siempre una repetición que obedece, tan solo, a
los estímulos que la máquina le dirige. La máquina aquí
es el propio sistema de mercado que rige las relacio-
nes dentro de la arqueología comercial, aniquilando el
tiempo y valorando apenas el capital. En este proce-
so, el trabajo se vuelve impenetrable a la experiencia,
la memoria da lugar a las respuestas condicionadas, el
aprendizaje es sustituido por el adiestramiento y la des-
treza por la repetición (Travassos 2009). En este trabajo
segmentado y automatizado no hay acumulación de
contenidos, no hay ningún tipo de aprendizaje y de
esta manera nuestra práctica disciplinaria se convier-
te en una reproducción técnica. La mecanización que
las prácticas de mercado imponen sobre la arqueo-
logía comercial a través de las prácticas repetitivas y
respuestas entrenadas, entorpecen el cuerpo, adorme-
cen el organismo, insensibilizan los sentidos y reprimen
la memoria causando una total anestesia. Tal proceso,
según Buck-Morss (2005), genera una división tripartita
de la experiencia en agente, objeto y observador, que
resulta en un proceso de autoalienación. Este proceso
de anestesia hace por fin al arqueólogo susceptible a
la manipulación política al perjudicar su capacidad de
determinar las directrices y agendas de la investigación.

264
Arqueología y Neoliberalismo

Con el ritmo acelerado de las empresas de arqueo-


logía comercial, donde un yacimiento sucede a otro
de modo automático, siempre en nombre de la acu-
mulación de capital, acabamos anestesiados. No hay
más tiempo para absorber las experiencias, pues des-
pués tenemos que seguir a otro trabajo. Seamos sin-
ceros, ¿quién, haciendo uno, dos, cinco, diez trabajos
seguidos, puede recordar lo que hizo? ¿Quién, saltan-
do de un trabajo de campo para otro, logra participar
de todas las etapas del proceso de construcción de
conocimiento? ¿Quién, en este escenario, donde hay
que trabajar y trabajar para poder acumular capital,
puede acercarse a las comunidades antes de realizar
un trabajo? ¿Quién en esta línea de producción, don-
de lo cuantitativo supera lo cualitativo, realmente pue-
de contribuir a la construcción de conocimiento con
algo que vaya más allá de la recolección de datos?
Rulamos de un yacimiento a otro, sin tener el tiempo
necesario para absorber las experiencias. Esto genera
un estado de anestesia, un estado de distanciamiento,
de coma que no es percibido. Parafraseando a Ben-
jamin (1975), en el sistema capitalista de la arqueolo-
gía comercial, los arqueólogos alcanzaron un grado
tan grande de alienación que eso les permite vivir su
propia destrucción como un placer estético de primer
orden.
¿Sería una simple coincidencia que la mayoría de las
investigaciones arqueológicas derivadas del contrato,
en mi opinión, sigan utilizando modelos histórico-cultu-
rales? ¿Por qué la arqueología comercial en su mayo-
ría abrazó esta corriente con tanto fervor? ¿La prácti-

265
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

ca? Cuando vamos al campo a recoger, recoger y re-


coger, y dejamos la interpretación para el laboratorio
¿nos damos cuenta de que estamos perpetuando una
práctica que presupone el trabajo de campo como
método y el trabajo de laboratorio como producción
intelectual? ¿Es solo coincidencia que cada vez más el
trabajo de campo es hecho por técnicos y estudiantes
y el trabajo de escribir y publicar es hecho por docto-
res de la ciencia? Creo que los modelos positivistas de
ciencia atienden perfectamente a los intereses de la
arqueología comercial pues estandarizan las técnicas,
conciben el campo como un trabajo técnico que pue-
de ser hecho por alumnos y personal no cualificado, y
piensan en el trabajo interpretativo como separado de
todas las demás esferas de la práctica arqueológica.
La presunción de que la arqueología puede funcio-
nar simplemente como un procedimiento descriptivo
y de registro niega la centralidad de la investigación
y quita la demanda interpretativa de las construccio-
nes narrativas (Pellini 2011). Mientras que las técnicas
de excavación producen inestimable y extensiva in-
formación sobre el material y sobre el sitio, no dicen
nada sobre el pasado. Considerar el trabajo de cam-
po apenas como una técnica y disociarlo del proceso
intelectual resulta en una arqueología mala, de la mis-
ma manera que separar la recolección de datos de
la interpretación resulta en un proceso científico malo.
La excavación no es solo una técnica de juicio, pero
es la habilidad de lidiar con un grupo casi infinito de
información e interpretaciones.

266
Arqueología y Neoliberalismo

La arqueología sin las sensaciones no tiene sentido


Para Marx (1932), uno de los males del proceso ca-
pitalista es la apropiación del hombre, de su cuerpo y
de sus sentidos. Al apropiarnos del trabajo y del hom-
bre, nos apropiamos también de sus sentidos, dolores y
placeres. Así, los sentidos se convierten en un fin dirigi-
do hacia la propia creación de la propiedad privada.
Marx argumenta que los sentidos, volcados a la pro-
ducción de la propiedad privada, o sea, alienados de
su propia condición, asumen un significado limitado.
Cuando se quita del hombre la posibilidad de apreciar
la buena música, la comida, el descanso, pasa a per-
der su propia condición de humano. La idea principal
de Marx es que los regímenes de trabajo inhumanos
usurpan la posibilidad de que los hombres aprecien la
esencia de la vida a través de los sentidos. ¿Qué es la
arqueología comercial, con su ritmo intenso, con sus
salarios generalmente bajos, con condiciones de aco-
modación y alimentación normalmente precarias, sino
un ejemplo de trabajo inhumano? En el campo, nues-
tra comida es solo alimento, y así no hay la necesidad
del saborear. Cuando estamos trabajando durante
diez horas abriendo sondeos y caminando decenas y
decenas de kilómetros a fin de cumplir los cronogra-
mas, tenemos que subyugar el dolor y con ello el tacto.
Cuando estamos todo el día, durante meses seguidos,
presos en los trabajos de campo o en los laboratorios
en nombre del aumento de la producción, nuestros
ojos pierden la posibilidad de admirar lo bello. Así, al
vender nuestra fuerza de trabajo, vendemos también
nuestro cuerpo y nuestros sentidos. Al ser apropiados

267
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

dentro de las relaciones capitalistas de la arqueología,


nuestros sentidos acaban convirtiéndose en objetos de
sí mismos, siendo materializados en la propiedad pri-
vada. A lo largo de este proceso estamos alejados de
nuestra propia condición de investigadores.
Al mismo tiempo que el capitalismo apropia nues-
tros sentidos, favorece la visión. Con su imaginario ins-
tantáneo y su impacto distante, la visión atiende a la
velocidad tan necesaria al proceso capitalista de pro-
ducción. Mientras que el ojo permite una exploración
rápida del medio, la exploración táctil, por ejemplo,
requiere tiempo e intimidad, algo que la sociedad ca-
pitalista no tiene. En este sentido la visión, con su velo-
cidad, atiende perfectamente a las demandas de la
arqueología comercial.
El problema es que el uso de los modelos visuales
para la interpretación de las realidades culturales sig-
nifica no solo que las ideologías occidentales textuales
se aplican a las sociedades no occidentales, siendo
muchas de ellas sin texto, pero también significa que
la dimensión de la dinámica multisensorial de la cultu-
ra es suprimida o transformada, haciendo las culturas
y los individuos estáticos. Al pensar la arqueología a
partir de una estructura apenas visualista estamos re-
produciendo las estructuras y discursos de poder que
impiden que tomemos en consideración el mundo de
los demás. Al seguir enfocándonos solo en la visión en
nuestro trabajo, estamos asumiendo que aquellos a
quienes pretendemos analizar compartían el mismo
modelo sensorial que el nuestro y estamos descartan-
do categóricamente la posibilidad de que el mundo

268
Arqueología y Neoliberalismo

pueda haber sido conceptualizado y experimentado


a partir de otros modelos que no los nuestros.

¿Podemos?
Hemos visto que cuando la ideología de mercado
se impone a la arqueología, resulta en la retracción del
tiempo, en la mecanización de los trabajos, en la anes-
tesia de los arqueólogos, en la valorización de la visión
en detrimento de los demás sentidos, en la disminución
de la experiencia y en el colapso del conocimiento
acumulativo.
Pero entonces ¿qué hacer? Decir que necesitamos
romper inmediatamente con la lógica de mercado
que rige la arqueología comercial es obvio. El proble-
ma es cómo hacerlo. Creo que el paso más importan-
te es reivindicar más tiempo para el desarrollo de los
trabajos. El tiempo es un elemento clave, ya que solo
con tiempo podremos percibir y sentir las estructuras
subyacentes del mundo que nos rodea. Solo con tiem-
po podremos comprender todos los detalles de los pai-
sajes y de los objetos que buscamos. Solo con tiempo
podremos escapar de la manipulación a la que esta-
mos sometidos por las políticas hegemónicas. Solo con
tiempo podremos dejar de lado nuestra anestesia y es-
capar del choque que impide la formación de memo-
ria y nos deja anestesiados. Solo con tiempo podremos
valorar nuestro cuerpo y nuestros sentidos y reasumir
nuestra individualidad. Al repensar el tiempo en nues-
tra práctica disciplinaria, estaremos rompiendo con las
políticas modernistas y posmodernistas que impiden
que dejemos nuestro estado de coma.

269
20. Arqueología sin sentidos - José Roberto Pellini

Solo así volveremos a crear memorias y aprender de


nuestra disciplina.

270
21.
EL FIN DE LA HISTORIA Y LA
ARQUEOLOGÍA POLACA DESPUÉS
DE LA CAÍDA DEL COMUNISMO

Dawid Kobiałka

Introducción: lo arqueológico en y de la actualidad


Muchos arqueólogos han señalado recientemente
a la arqueología como una perspectiva importante
en la comprensión del presente (por ejemplo, Buchli y
Lucas 2001; Holtorf y Piccini 2009; Harrison y Schofield
2010; Olsen y Pétursdóttir 2014). Para decirlo sin rodeos,
la arqueología está hoy en todas partes y todo pue-
de ser arqueológico. En consecuencia, la arqueología
ya no se define por su interés en lo ἀρχαῖος: las cosas
antiguas. En contraste con ello, se argumenta sucinta-
mente que el interés por la cultura material es lo que
constituye la arqueología como disciplina académica
(por ejemplo, Lucas 2004). En resumen, la arqueología
es tanto acerca de los cobertizos neolíticos como de
la herencia material del pasado muy reciente. Laurent
Olivier (2013: 124) tiene esto en mente cuando afirma
lo siguiente:

It [archaeology] breaks down, layer by layer, the vari-


ous transformations that have been affected as a re-
sult of man’s occupation of a site, beginning with the
first stone laid, the first foundation raised. This explains
perhaps why we need to study not so much what
archaeology produces as what it produces has pro-

271
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

ceeded from. Archaeology that will affect the future,


anything that is going to last, anything that is going to
shape future constructions and transformations must
be considered archaeological.

Por otra parte, Rodney Harrison (2011) ha señalado


algunos puntos débiles de una arqueología del pasa-
do reciente. Según el arqueólogo australiano, los en-
foques arqueológicos en los últimos tiempos todavía
están sobrecargados por el razonamiento modernista
que bloquea las formas alternativas de pensar el pre-
sente. Una de estas presuposiciones modernistas es
pensar en la arqueología como un método de exca-
var (Thomas 2004) y alienarse con su propio objeto de
estudio. Lo que esto implica es también una idea de
una verdad que está profundamente escondida en al-
gún lugar y que solo espera ser desenterrada. Sin em-
bargo, Harrison propone desarrollar formas alternativas
de pensar la arqueología: la arqueología como la ob-
servación de la superficie, y centrarse en los procesos
de montaje y reensamblaje (véase también Kobiałka
2013). Por eso argumenta que es necesario:

[Shift] away from the idea of an ‘archaeology of


the contemporary past’ to speak instead of an
archaeology ‘in and of the present’. This would
reorient archaeology so that it is seen primarily
as a creative engagement with the present and
only subsequently as a consideration of the inter-
vention of traces of the past within it. It is only by
doing this that archaeology will develop into a
discipline which can successfully address itself to

272
Arqueología y Neoliberalismo

the present and future concerns of contemporary


societies. Such a move not only has implications
for archaeologies of the present and recent past,
but concerns the very nature and practice of ar-
chaeology as a discipline in its broadest sense in
the 21st century. (Harrison 2011:141).

Se puede decir que tal comprensión de la arqueo-


logía puede ser una de las maneras de mirar alterna-
tivamente el papel del comunismo y su colapso en el
contexto de la arqueología polaca.
En las siguientes páginas, esbozo brevemente las
tendencias teóricas y prácticas de la investigación en-
tre los arqueólogos polacos después de la caída del
comunismo en 1989. Lo que sale de este análisis es una
observación de que los arqueólogos polacos discier-
nen el colapso del comunismo solo como un evento
en el tiempo. En otras palabras, los arqueólogos en
Polonia no tratan el comunismo y sus consecuencias
materiales como el valor del sujeto de la investigación
arqueológica. Es por eso que intento argumentar en la
siguiente parte de este texto que el patrimonio mate-
rial relacionado con la caída del comunismo —descri-
to por algunos investigadores como el fin de la historia
(Fukuyama 1889, 1992)— podría ser de interés para la
arqueología. Con todo, la conclusión principal de este
capítulo es que, en lugar de analizar las tendencias teó-
ricas y prácticas de la investigación en la arqueología
polaca después de la caída del comunismo, sería más
productivo comenzar a investigar sitios arqueológicos
relacionados con el comunismo en Polonia, su caída y
la materialidad de sus consecuencias (figura 1).

273
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

Figura 1. Todo lo que es sólido se funde en el aire: las ruinas


de la fábrica de azúcar en Witaszyce (fotografía de Dawid
Kobiałka).

La arqueología polaca después de la caída del comunismo


Después del final de la Segunda Guerra Mundial Po-
lonia se convirtió en una parte de la Unión Soviética.
Una de las muchas repercusiones que esto implicó fue
la instauración de un nuevo orden político en Polonia.
En resumen, la democracia fue reemplazada por el co-
munismo. Todos los partidos políticos fueron liquidados
y el único partido oficial fue el Partido de los Trabajado-
res Unidos de Polonia, que sustituyó al resto en 1948. De
hecho, la instalación del comunismo en Polonia tuvo
enormes consecuencias sociales, culturales y mate-
riales para la sociedad polaca. Como resultado, estas
consecuencias tuvieron que tocar las humanidades y
las ciencias sociales, incluida la arqueología polaca.

274
Arqueología y Neoliberalismo

Al igual que el comunismo imprimió su huella en la


arqueología polaca y en las humanidades en gene-
ral entre 1945 y 1989, lo mismo debe decirse sobre su
colapso en 1989. Los principios de los noventa y los
primeros años del siglo xxi fueron para los arqueólogos
polacos un momento de reflexión sobre el pasado re-
ciente (historia) de su propia disciplina. Muchos libros y
artículos fueron escritos, donde sus autores resumieron
las últimas décadas de la arqueología polaca (Bursche
y Taylor 1991; Marciniak y Rączkowski 1991; Kobusiewicz
y Kurnatowski 2000; Lech 2007,;véase también Biehl,
Gramsch y Marciniak 2001), las orientaciones de la in-
vestigación (Kobyliński 1990; Schild 1993; Minta-Twor-
zowska y Rączkowski 2007), el impacto del comunismo
en la arqueología polaca (Barford 1993, 1995; Tabac-
zyński 1995), las relaciones entre las arqueologías po-
laca y alemana, que fueron muy complicadas antes
de la Segunda Guerra Mundial, así como durante el
comunismo en Polonia (Rączkowski 1996), incluyendo
el papel del reciente desarrollo de la arqueología co-
mercial (por ejemplo, Marciniak y Pawleta 2010), por
mencionar solo algunos.
Aunque las obras antes mencionadas resaltan dife-
rentes aspectos de la arqueología polaca durante el
comunismo y su colapso, una cosa es presupuesta y
compartida por todos ellos. Lo que vale la pena desta-
car es el hecho de que los arqueólogos polacos tratan
el comunismo como un discurso inmaterial, por así de-
cirlo. No obstante, el comunismo y su colapso no eran
solo construcciones inmateriales. Consistían también
en las condiciones reales, las condiciones materiales,

275
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

los edificios, las fábricas, las granjas, los pueblos, etc.


Muchos de ellos han estado en constante decadencia
y ruina durante las últimas tres décadas. No pueden
sino ser descritos como sitios arqueológicos del pasado
muy reciente. Sin embargo, los arqueólogos no realizan
ninguna investigación sobre ellos (pero véase Kobiałka
et al. 2015a). Uno está ansioso por hablar de la arqueo-
logía polaca durante (y después) del comunismo. Sin
embargo, lo que es realmente importante y puede ser
de valor social y cultural es una arqueología del comu-
nismo (véase también Buchli 1999). En pocas palabras,
el patrimonio material del comunismo en Polonia tam-
bién tiene su valor arqueológico (figura 2).

Figura 2. Uno de los bloques planos en Borne Sulinowo, una


ciudad que fue abandonada por el ejército soviético en
1993 (fotografía de Dawid Kobiałka).

276
Arqueología y Neoliberalismo

Las únicas obras de corte arqueológico que con-


ciernen al comunismo en Polonia se centran en las ex-
cavaciones de las víctimas asesinadas durante el sis-
tema totalitario (por ejemplo, Kola 2005; Głosek 2010).
Aunque este enfoque tiene unos aspectos sociales y
culturales muy importantes, elimina y simplifica todo
el espectro de la investigación arqueológica sobre los
restos materiales del comunismo y, más en general, el
pasado reciente en Polonia (ver más en Zalewska 2011,
2013; Zalewska et al. 2014; Kobiałka 2014; Kobiałka et
al. 2015a, 2015b; Kobiałka y otros en prensa). Por plan-
tearlo en términos muy simples: la investigación ar-
queológica sobre el comunismo en Polonia no puede
ser llevada solo a la arqueología forense (véase tam-
bién Vařeka 2015). La arqueología del comunismo en
Polonia está en casi todas partes.
 
El final de la historia: el comienzo de la arqueología
El colapso de la Unión Soviética fue una señal de
que el mundo occidental ganó la guerra. Es decir, pa-
recía que la democracia liberal y la economía de libre
mercado (capitalismo) demostraron ser más producti-
vas y, para decirlo simplemente, un sistema mejor que
el comunismo con su economía controlada por el Es-
tado. Fue Francis Fukuyama (1989, 1991) quien declaró
famosamente esta victoria como el fin de la historia.
Lo que el politólogo y economista norteamericano
tenía en mente no era, por supuesto, un fin ingenuo de
la historia, que la vida en la tierra pronto desaparecería
una vez y para siempre. Fukuyama afirmó, siguiendo
a Hegel en este respecto, que la caída del comunis-

277
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

mo y la Unión Soviética son las pruebas de que la de-


mocracia liberal y el capitalismo son los únicos marcos
aceptables de funcionamiento de la sociedad en el
presente y en el futuro. En este mismo sentido, los años
noventa fueron el fin de la historia. El mensaje parecía
estar claro: no necesitamos buscar nuevos sistemas so-
ciales y económicos porque ya tenemos el mejor (de-
mocracia liberal más capitalismo). Como Slavoj Žižek
(2007) ha señalado recientemente:
It is easy to make fun of Fukuyama’s notion
of the End of History, but the majority today is
“Fukuyamaian”: liberal-democratic capitalism is
accepted as the finally-found formula of the best
possible society, all one can do is to render it more
just, tolerant, etc. The only true question today is:
do we endorse this “naturalization” of capitalism,
or does today’s global capitalism contain strong
enough antagonisms which will prevent its indefi-
nite reproduction?

Sin embargo, dos décadas después de la caída del


comunismo en Europa del Este fueron suficientes para
darnos cuenta de que estamos una vez más en la his-
toria. La crisis de 2008 hizo evidente que estamos al co-
mienzo de buscar nuevos sistemas sociales y económi-
cos que funcionen y sirvan mejor a la sociedad que los
anteriores: la historia nace de nuevo.
Volviendo a la arqueología polaca y la caída del co-
munismo en Polonia, mi tesis aquí es la siguiente: el fin
de la historia de Fukuyama significó también el comien-
zo de lo arqueológico de un pasado muy reciente. La
introducción de la democracia liberal que iba mano a

278
Arqueología y Neoliberalismo

mano con el capitalismo salvaje tuvo enormes conse-


cuencias materiales para Polonia y la sociedad polaca.
En breve señalaré algunas de las que son especialmen-
te relevantes desde el punto de vista arqueológico.
En primer lugar, el ejército soviético estacionado en
Polonia entre 1945 y 1993. Los soviéticos tenían guarni-
ciones propias, cuarteles, artillería… que estaban más
allá de la jurisdicción polaca. Después del retiro de los
soviéticos, muchos de los lugares nunca han sido reo-
cupados por los polacos. Algunos de ellos se convir-
tieron en ciudades fantasma, lugares abandonados y
olvidados en constante decaimiento y ruina. Entre ellos
están, por ejemplo, Kłomino (figura 3) y Pstrąże (figura
4). Sin lugar a dudas, estos lugares pueden ser conside-
rados como sitios arqueológicos (Kobiałka et al. 2015a;
véase también Olsen y Pétursdóttir 2014).

Figura 3. Kłomino: las ruinas de una guarnición secreta sovié-


tica (fotografía de Dawid Kobiałka).

Segundo, el colapso de la Unión Soviética significó


también el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, la Po-
lonia de hoy es extremadamente rica en el patrimo-
nio material de diversa clase fechado a ese periodo.
Muchos lugares contienen historias muy interesantes
desde un punto de vista histórico y arqueológico. Por
ejemplo, los refugios abandonados en Brzeźnica-Kolo-

279
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

nia fueron construidos entre 1967 y 1970. Brzeźnica-Ko-


lonia era una infraestructura militar enorme donde se
almacenaban armas nucleares. Era el lugar desde el
cual habría comenzado el infame plan llamado Wisla:
el comienzo de la Tercera Guerra Mundial y el verda-
dero fin de la historia (figura 5). Del mismo modo, los
restos de un hospital soviético en Legnica también me-
recen una atención arqueológica más cercana (figura
6). Muchos artefactos que ofrecen una visión única de
las condiciones de la asistencia sanitaria durante el co-
munismo en Polonia han sobrevivido hasta el presente.

Figura 4. Pstrąże: la ciudad fantasma (fotografía de Dawid


Kobiałka).

Tercero, la caída del comunismo en Polonia no solo


toca, llamémosla, a la herencia de conflicto. El supues-
to advenimiento de la bendición del capitalismo sal-
vaje significaba reformas innovadoras en la economía.
Entre las más importantes y silenciosas para la mayoría

280
Arqueología y Neoliberalismo

Figura 5. Dentro de un refugio T-7 donde se almacenaron


armas nucleares soviéticas de cara a una Tercera Guerra
Mundial (fotografía de Dawid Kobiałka).

Figura 6. Memorias de las cosas: artefactos encontrados du-


rante la inspección de un hospital soviético abandonado en
Legnica (fotografía de Dawid Kobiałka).

281
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

Figura 7. Las hermosas ruinas de cierta fábrica encarnando


el fracaso al adaptarse a un nuevo régimen económico (fo-
tografía de Dawid Kobiałka).

282
Arqueología y Neoliberalismo

de la sociedad polaca estuvo una transformación y


privatización de fábricas y granjas controladas por el
Estado. Muchas empresas que funcionaron muy bien
durante la época del comunismo en Polonia no se
ajustaron a las nuevas condiciones políticas y econó-
micas. Muchas de ellas son hoy hermosas ruinas de los
fracasos de la introducción del capitalismo en Polonia
(figura 7). Por último, pero no menos importante, una
no menos trágica historia se refiere a granjas agrícolas
estatales que eran una forma de ganadería colectiva
controlada por el Estado polaco entre 1949 y 1993. Hoy
en día la mayoría de ellas están en una decadencia
total (figura 8).

Figura 8. El fin de la historia de las granjas agrícolas esta-


tales: el comienzo de su arqueología (fotografía de Dawid
Kobiałka).

Conclusión
Los arqueólogos polacos han hecho muchos esfuer-
zos para comprender la época del comunismo y las
repercusiones de su colapso para su propia disciplina.
Los investigadores han estado analizando cuestiones
tales como: las orientaciones recientes de la investiga-
ción teórica y práctica, el impacto del comunismo en
la arqueología polaca y su práctica, las relaciones en-

283
21. El fin de la historia... - Dawid Kobiałka

tre las arqueologías polaca y alemana que fueron muy


complicadas antes de la Segunda Guerra Mundial y
durante el comunismo en Polonia, incluyendo el papel
del desarrollo reciente de la arqueología comercial,
por mencionar solo algunos. Estos estudios son análisis
discursivos e históricos de diversos aspectos de la ar-
queología polaca en los últimos tiempos. De hecho, es-
tos esfuerzos pueden describirse generalmente como
arqueología polaca durante (y después) del comunis-
mo. Sin embargo, este capítulo tenía la intención de
resaltar y discutir algo completamente diferente.
En resumen, las relaciones entre el comunismo y la
arqueología en Polonia son complejas y diversas. En
este capítulo traté de explicar que, en vez de anali-
zar las tendencias teóricas y prácticas de la investiga-
ción en la arqueología polaca después de la caída
del comunismo (arqueología polaca durante el co-
munismo), sería más productivo comenzar a investigar
sitios arqueológicos relacionados con el comunismo
en Polonia, su caída y sus consecuencias materiales.
Esta es la tarea que la arqueología polaca tiene que
afrontar en un futuro próximo. Tal arqueología no pue-
de sino ser llamada arqueología del comunismo (y sus
secuelas). Debido a ello, esta arqueología sigue el in-
terés arqueológico en el pasado contemporáneo y el
presente en general. Trata de discernir el patrimonio
material del pasado reciente como algo importante e
interesante, también desde el punto de vista arqueoló-
gico. Diferentes lugares poco discutidos y presentados
en las figuras indican un enorme potencial para una
arqueología orientada hacia los restos materiales del

284
Arqueología y Neoliberalismo

comunismo en Polonia. En resumen, el fin de la historia


de Fukuyama significó también el comienzo de la ar-
queología del pasado reciente. La introducción de la
democracia liberal, que iba de la mano con el capita-
lismo salvaje, tuvo enormes consecuencias materiales
para Polonia y la sociedad polaca. Fruto de ello se en-
tiende que la arqueología polaca tiene que contribuir
a este campo interdisciplinario de investigación.

285
22.
BAJO EL PARAGUAS DEL NEOLIBERALISMO:
EL PAPEL DE LA ARQUEOLOGÍA IRANÍ EN LA
REDUCCIÓN DE LA DIVERSIDAD CULTURAL

Leila Papoli-Yazdi y Omran Garazhian

Introducción
La arqueología es una mercancía importada en Irán
(ver Papoli y Garazhian 2012). Fue llevada a Irán por
Naser al din Shah (1831-1896) (figura 1), entre otros ele-
mentos modernos como la fotografía (Amanat 1997)
y el teatro. Tres décadas después de los primeros con-
tratos de los reyes Qajarid con los anticuarios franceses
(Karimi 2013), Irán encontró la oportunidad de educar
a sus propios expertos en arqueología en la Universidad
de Teherán (ver Karamati 2012). Antes de este cambio,
habían autorizado la Ley de Antigüedades (Moosavi
1990), que había legitimado el control gubernamental
del patrimonio cultural. Con el fortalecimiento de la di-
nastía Pahlavi (1920-1978), la arqueología se redujo a
un patrimonio cultural y a una organización guberna-
mental (ibíd.) que ha protegido su identidad política
hasta ahora y también redujo a los arqueólogos iraníes
a aquellos expertos que supervisan las excavaciones
extranjeras. La relectura del patrimonio materialista
en Irán es un asunto gubernamental, y los gobiernos
tienen la capacidad de aplicar la arqueología como
un medio político (ver Goode 2009) y de transformar el
patrimonio en algo negativo.

287
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

Figura 1. Retrato de Nasir al-Din Shah por Fazl-ulla Mirza Mu-


hammad, Hermitage Museum.

288
Arqueología y Neoliberalismo

A pesar de su propaganda directa relacionada con


épocas históricas, tanto los reyes Pahlavi (Asgharzadeh
2007) como el régimen de la República Islámica (des-
de 1978) han estado más ansiosos por concentrarse en
la prehistoria. De hecho, concentrarse en la prehistoria
fue también una manera de resistir las presiones guber-
namentales para los arqueólogos que fueron obliga-
dos permanentemente a confirmar las explicaciones
gubernamentales de los monumentos históricos. Pare-
ce que su postura neutral sobre cuestiones políticas ha
hecho que la prehistoria sea más importante para los
regímenes porque ambos podrían tomar la era históri-
ca en sus propias manos con el propósito de presentar
su propia fundamentación nacionalista.
Al redefinirse, ambos regímenes han inventado y
presentado una terminología histórica y arqueológica
que indica su continuación durante 2500 años (Scot
Aghaie 2011). Destacan las revoluciones (ver Axworthy
2013), la invención de la primera declaración de de-
rechos humanos por Ciro (Davaran 2010) e Irán como
el imperio más antiguo de toda la historia (ver Kuhrt
2007). Es aparentemente importante que hayan selec-
cionado partes de la historia y se hayan centrado en
las dictaduras más centralizadas del pasado como la
aqueménida y la sasánida, en lugar de sistemas políti-
cos más pluralistas y diversos como los partos. También
han propagado las dinastías atribuidas a los arios en
lugar de las previas a la hipótesis de migración (Elling
2013). El nuevo gobierno posAhmadinejad de Irán ha
sido elucidado como un gobierno neoliberal que trata
de abrir las puertas a la economía. Parece que la no-

289
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

ción general de tales gobiernos en relación con el pa-


trimonio no ha cambiado en detalle y su política sigue
siendo el nacionalismo, la propaganda y la reducción
de las historias a la historia.

Antecedentes históricos: la arqueología como una


cuestión gubernamental
Mientras que excavaban los sitios arqueológicos del
sudoeste de Irán, los anticuarios franceses cambiaron
la historia mítica de Irán en concreto (Wilson 2011). Los
iraníes, estableciendo su propio pasado subjetivo a tra-
vés de narraciones históricas, tuvieron que redefinir su
propio pasado otra vez. Los nuevos narradores, los an-
ticuarios occidentales, escribieron una nueva versión
de la historia de Irán basada en los objetos excavados,
mientras que contrataban con los reyes Qajar el co-
mercio de oro y aceite (véase Mousavi 2012). A finales
de la década de 1880, los iraníes tuvieron que definir
su posición con respecto a su nuevo pasado. Esta posi-
ción tomó forma sobre la base de dos puntos de vista:
el nacionalismo y el beneficio económico. El naciona-
lismo fue presentado por primera vez como una escue-
la de pensamiento por los intelectuales iraníes educa-
dos en Europa (Gheissari 1998) y luego se transformó en
el punto de vista general reproducido por las masas y
los medios de comunicación.
La primera reacción de los intelectuales contra las
excavaciones y el redescubrimiento de la cultura ma-
terial histórica fue un gran sentimiento de orgullo por
las victorias de los reyes preislámicos históricos (Ansari
2012). Taqizadeh (Afshar 1990) atribuyó el primer esta-

290
Arqueología y Neoliberalismo

do basado en la libertad y la justicia al primer imperio


iraní, mientras que Foroughi (Afshar 2008), entonces pri-
mer ministro, habló de Ciro como el primero que esta-
bleció una monarquía en Irán.
La nueva historia de Irán fue recuperada en un mo-
mento en que los reyes Qajar estaban en el momento
más débil de su reinado. Irán había perdido sus territo-
rios del norte de Azerbaiyán, Tayikistán, Turkmenistán,
Armenia y también el este de Afganistán durante las
largas guerras con Rusia y Gran Bretaña (Farmanfar-
maian 2008). Cabe destacar que los primeros naciona-
listas de Irán fueron intelectuales turcos, como Akhun-
dov (Ashraf 2011), cuyas provincias se dividieron en dos
partes de Irán y Rusia.
El profundo sentimiento de derrota impulsó a los ira-
níes a atribuir todos sus problemas políticos a sus ata-
cantes (por ejemplo, Alavi 1978). Mientras tanto, los
intelectuales educados en Europa estaban familiariza-
dos con la modernización y la Revolución Industrial, y
estaban dispuestos a fomentar el progreso observado
en Europa en su propio país (Mirsepassi 2000). Todos es-
tos parámetros fueron terminados por el nacionalismo,
que fue presentado por primera vez por los intelectua-
les y luego, justo después del colapso de los Qajar, pro-
pagado por la nueva dinastía Pahlavi.
El primer rey Pahlavi, Reza Shah (1878-1944), se en-
frentó a dos poderosas líneas de pensamiento: la pers-
pectiva religiosa tradicional (Banuazizi y Weiner, 1988)
y la de los nacionalistas cultos. Reza tuvo que satisfa-
cer a ambos grupos con el fin de potenciar su nueva
dinastía. Poniendo en peligro a ambos grupos, dio el

291
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

derecho de escribir el código civil a los religiosos cléri-


gos tradicionales. Esto siguió a un modelo francés pero
incluyó ciertas partes de la Ley Sharia, y dio lugar tam-
bién a un nuevo código comercial que fue introducido
en 1925 (Riesebrodt 1998). Por lo tanto, la Ley de An-
tigüedades fue un derecho dado a los nacionalistas,
mientras que los intelectuales también podrían verse
satisfechos por el establecimiento de la policía moder-
na, los municipios y juzgados.
El primer departamento de arqueología se estable-
ció por primera vez en la Universidad de Teherán en
1937 (Babayan 2002). El objetivo de sus fundadores era
formar a expertos para ayudar a los equipos arqueoló-
gicos occidentales. En un esfuerzo por reducir el núme-
ro de arqueólogos occidentales en la fase posterior a
la revolución, la arqueología iraní comenzó a reprodu-
cir el nacionalismo, que alcanzó su apogeo en la era
del presidente Ahmadinejad (Elling 2013, 2012).
Después de establecer el primer gobierno moder-
no centralizado de Irán, los Pahlavis necesitaron mos-
trar un acercamiento para fomentar la unidad. Irán se
conformó de varias etnias, religiones e idiomas, inclu-
yendo los turcos, los kurdos, los luris, los baluchs, los tur-
comanos, los árabes, los tateos y los bereberes (Price
2005). El nacionalismo apareció por primera vez guber-
namentalmente conceptualizando tal diversidad bajo
un nombre exacto: iraní (véase Cottam 1979).
Irán, como país, no ha experimentado el colonialis-
mo territorial, pero se puede plantear la hipótesis de
que los arqueólogos de Irán actúan como agentes
de un colonialismo interno, repitiendo así las premisas

292
Arqueología y Neoliberalismo

de los colonizadores occidentales. Nuestra premisa


en este artículo es que en un contexto como Irán, los
arqueólogos nativos no están fuera de la agencia en
el proceso de colonización. Los gobiernos se estable-
cieron como dueños del patrimonio cultural y se die-
ron el derecho de destruir el material cuando «son los
obstáculos del progreso». Los sitios detrás de las repre-
sas, en medio de las carreteras y bajo las casas de las
ciudades pueden ser presentados como obstáculos, y
deberían ser excavados lo más rápido posible y des-
truidos. Como ejemplo, la presa Sivand hundió dece-

Figura 2. Jane Dieulafoy.

293
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

nas de sitios en los años en que la república islámica


estaba propagando el «glorioso pasado de los iraníes»
(Taghavi 2007).

La función de la nueva historia arqueológica


Al dilucidar el proceso en el que los objetos arqueo-
lógicos fueron utilizados como medio de nacionalismo,
presentaremos la historia arqueológica de Persépolis
y Susa. Persépolis pasó de ser un objeto arqueológico
neutral a un icono ario. En ese proceso, los conceptos
de raza y nación fueron asociados al sitio.

Figura 3. Reza Shah visitando Persepolis los años 1930.

294
Arqueología y Neoliberalismo

El nombre persa para Persépolis es Takhte Jamshid,


que significa «trono de Jamshid». Jamshid es el nombre
de un rey mítico también presentado en el Shahnameh
(ver Ferdowsi 2009), los más grandes textos mitológicos
del Irán medieval. La narración enfatiza a Jamshid
como el primer rey de Irán (Puhvel 1989) cuyo inflado
orgullo causó la invasión milenaria de Zahak, que es el
símbolo de la oscuridad y la dictadura (véase Tabari,
1972).
Un sitio como Persépolis fue observado diariamente
por los nómadas y los viajeros que viajaban a Shiraz y
no generó ningún desafío serio en relacionarse con el
pasado. ¿Qué era en realidad? ¿Cuál era su función?
¿Quiénes fueron los constructores? ¿Por qué constru-
yeron un objeto tan gigante en esta llanura? Estas eran
las preguntas que hacían los viajeros occidentales, co-
lonizadores y comerciantes. De repente, un objeto fa-
miliar se transforma en algo desconocido. En un proce-
so a largo plazo, Occidente dio sus gafas a Irán, pero
no sus preguntas y la filosofía del escepticismo.
En el pasado, los franceses habían preferido ex-
cavar las ruinas de Susa. Jane Dieulafoy (figura 2), el
primer anticuario que trabajó en Irán, escribió un libro
titulado Irán, Kaldeh y Susa (1887). Estas actividades
fueron seguidas por Demorgan, que excavó un túnel
en el centro de la acrópolis de Susa, sacando a la luz
la cultura material.
Justo después de la anulación de los contratos france-
ses, los arqueólogos alemanes encontraron un espacio
para elevar su posición (Baiza 2013). Este fue un contexto
en el que la política exterior del nuevo shah se dirigió a

295
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

Alemania en lugar de Reino Unido y Francia. Los france-


ses solo pudieron continuar su posición jerárquica en el
Museo Nacional de Irán hasta 1960, cuando Andre Go-
dard perdió su posición (Isenstadt y Rizvi 2011). El nuevo
shah era de una familia no burguesa con un pasado
Qazaq (Tabari 1972). Reza Shah (figura 3) derrotó a los
manifestantes y al ejército británico en el sur. Entonces les
ordenó que prepararan las leyes. En particular, Ernest Her-
zfeld, el arqueólogo alemán, fue eficaz para establecer
la calidad de la Ley de Antigüedades (véase Mostafavi
1952).
Al ser empoderados, era el momento de resaltar la di-
cotomía entre alteridad y familiaridad, amigo y enemi-
go. El nuevo shah comenzó el proceso de conformidad,
pero obviamente uno de los mayores obstáculos en el

Figura 4. Celebración de os 2.500 años del Imperio Persa en


1971.

296
Arqueología y Neoliberalismo

camino de la conformidad fue la diversidad de etnias y


lenguas iraníes. En un proceso a largo plazo, turcos, ára-
bes, farsales, tats, barbares, kurdos, lurs, sunís, chiíes, ar-
menios, judíos, zoaresterianos y bahaiíes han aprendido
a conectarse entre sí, construyendo redes sociales que

Figura 5. Ahmadinejad y el cilindro de Ciro.

297
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

definieron una tolerancia cultural para ellos. Todos ellos se


definieron bajo el nombre de iraníes mientras conserva-
ban su propia etnia, religión e historia mítica. Al cambiar
toda la diversidad cultural a una estandarizada, el siste-
ma político intentó redefinir al iraní. El iraní fue definido
como una persona que hablaba persa, vestía ropa eu-
ropea y cuya raza era aria. Este icónico iraní era alguien
muy lejano del individuo que había estado practicando
la vida diaria dentro de Irán durante siglos.
Herzfeld comenzó a excavar Persépolis (Fussell 1980).
Susa, el territorio francés de los anticuarios, estaba ahora
contra Persépolis, la tierra de los alemanes. La conclusión
de la excavación arqueológica fue no solo encontrar los
objetos, sino recuperar su historia para los iraníes. Esto no
ocurrió gradualmente y los iraníes tuvieron que adquirir
herramientas culturales para acceder a la nueva historia.
Por otra parte, fue la estructura política la que encontró un
nuevo camino basado en esta nueva historia para justifi-
car la dicotomía entre amigo y enemigo, y su enfoque mili-
tarista. El pasado de Irán fue traducido por los arqueólogos
en el lenguaje concreto de la evidencia arqueológica.
El concepto de amigo y enemigo también continuó
en la era del sucesor de Reza, su hijo Mohammad Reza.
En 1960, el concepto de la nación árabe fue destaca-
do por Jamal ab Dolnaser (Jankowski 2002). Contra este
concepto en Oriente Medio, Mohammad Reza trató
de perpetuar la idea de prominencia aria (véase Sha-
kibi 2007). Su nacionalismo fue objetivado bajo la forma
de un festival llamado 2500 Años de Reino Ario (figura 4).
Los arqueólogos eran en su mayoría contrarios a la cele-
bración del festival en Persépolis, por lo que la estructu-

298
Arqueología y Neoliberalismo

ra política decidió utilizar los procedimientos y la ayuda


académica de los historiadores. El festival pagó un pre-
cio increíble. Partes de los textos originales de Farsi fueron
destruidos. Era también un punto histórico en el cual los
arqueólogos decidieron limitar su investigación a la pre-
historia antes que a la historia. Habían descubierto que
concentrarse en la era histórica podía acabar con su
vida académica personal y hacer que fueran enviados
a la cárcel.
La dinastía Pahlavi tuvo un final dramático con la re-
volución, y su estructura hegemónica fundamental fue
reemplazada. Toda la evidencia arqueológica atribuida
a los arios fue cambiada a una «herencia negativa» (ver
Rizzuto 2008). Los arqueólogos extranjeros se vieron obli-
gados a abandonar Irán (Coolidge 2011), así como sus
colegas nativos, cuyos proyectos fueron detenidos has-
ta principios de los años noventa. Persépolis fue tratada
como destruida durante los años setenta y los intelectua-
les religiosos confirmaron la Ley de Antigüedades de los
años veinte (ICHTO 1997). Se puede suponer que hicieron
tal reconfirmación para evitar más destrucción. En los pri-
meros años del nuevo milenio, el radicalismo de los años
setenta se transformó en un nuevo nacionalismo. Ahma-
dinejad fue a Persépolis, y la definió como el brillo de los
iraníes.

El nacionalismo trascendente bajo el paraguas del


nuevo liberalismo
El nacionalismo se ha propagado epidémicamente
a través de las masas en Irán. Ahora, en cada parte de
Irán en la que viven las minorías, el pueblo se atribuye

299
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

a la antigua civilización recuperada en sus propias pro-


vincias. Las crecientes excavaciones en la llanura de
Teherán (ver Fazeli 2004, Conningham et al., 2006) son
otro ejemplo del afán del gobierno central de atribuir
su capital al tiempo más antiguo posible.
La mayoría de los fondos de excavación arqueoló-
gica de los últimos veinte años han sido asignados a la
prehistoria (ver informes arqueológicos 2004-2010). En
su mayor parte, las arqueologías históricas e islámicas
en Irán se han reducido a la historia del arte. Sin duda,
se puede dilucidar por el interés del gobierno en con-
cebir una historia profunda, lejos de sus raíces históri-
cas; una historia que no pueda ser criticada.
Los propios arqueólogos, que pertenecen a una
gran diversidad de etnias, tienen que ocultar su propia
personalidad detrás de la máscara de iraní estándar.
Nunca hablan de la cultura material de los turcos, los
baluchs o los kurdos, sino solo de la civilización de Irán.
Imponer el nombre de Irán a los datos recuperados de
los sitios prehistóricos es completamente una acción
política (ver McGuire 2008), mientras que encierra las
fronteras del territorio histórico del antiguo Irán a sus
fronteras modernas.
Al final del gobierno del presidente Khatami (1997-
2005), se combinaron dos partes gubernamentales del
turismo y el patrimonio cultural. Este cambio estructural
provocó la reducción de las partidas para investiga-
ción de ICHTO a una muy burocratizada.
El nacionalismo volvió a ser aplicado por el gobierno
de Ahmadinejad. Imitando la forma utilizada por la di-
nastía Pahlavi, el gobierno de Ahmadinejad comenzó

300
Arqueología y Neoliberalismo

a propagar la gloria de Ciro. Por otra parte, limitaban


a los arqueólogos independientes, los despedían o tra-
taban de impedir que sus proyectos fueran implemen-
tados. Durante esos ocho años, la arqueología se hizo
cada vez más gubernamental. En el segundo año del
gobierno, dividieron ICHTO en tres partes y cambió la
localización de estas de Teherán a Shiraz e Isfahan. En
esta situación, los arqueólogos fueron suprimidos com-
pletamente, incluso perdieron su capacidad de pro-
testar, exiliándose a otras ciudades fuera de la capital.
El presupuesto de la mayoría de las investigaciones fue
recortado. De hecho, solo los proyectos arqueológicos
de salvamento podrían llevarse a cabo.
Para las elecciones presidenciales de 2013, el nue-
vo gobierno trató de terminar con la tensión entre la
cultura, la sociedad, la arqueología y los grupos de
oposición. Uno de los primeros actos fue resolver el pro-
grama nuclear iraní a través de las negociaciones. Me-
tafóricamente, uno de los primeros regalos donados
al equipo del presidente Rohani era una escultura de
plata, datada en la dinastía aqueménida por el MET.
Un año después de las elecciones, se informó de que
miles de sitios fueron destruidos durante el gobierno de
Ahmadinejad, principalmente debido a proyectos de
desarrollo.
Obviamente, la solución del programa nuclear ira-
ní implica una política económica de puertas abiertas
que se está propagando para salvar a la debilitada
economía iraní. Cabe destacar que la organización
del turismo fue agregada a la organización del patri-
monio cultural por el gobierno de Ahmadinejad. Esto

301
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

hizo que la naturaleza de la organización del patrimo-


nio cultural iraní, que era más bien una herramienta de
investigación del gobierno, pasara a ser una organiza-
ción financiera. Se ha anticipado que el enfoque neo-
liberal del gobierno del presidente Rohani terminará en
un sistema más capitalista. Por lo tanto, se prevé que
existan más contratos arqueológicos para extranjeros.
Dos años después de la nueva ronda de negociacio-
nes, todavía hay arqueólogos iraníes que no pueden
trabajar en el campo por cuestiones políticas y tam-
bién hay campos de arqueología como arqueologías
contemporáneas y arqueología indígena que todavía
no tienen lugar en las universidades por sus puntos de
vista antinacionalistas. A pesar de todo, los arqueólo-
gos extranjeros van a comenzar sus nuevos contratos.
Durante el reinado de Pahlavi, los arqueólogos mar-
xistas iraníes fueron obligados a obedecer al sistema.
Sin embargo, durante los gobiernos neoliberales de la
república islámica los arqueólogos iraníes que aplican
enfoques marxistas en el proceso de sus estudios tam-
bién están siendo acosados ​​mientras que los arqueólo-
gos extranjeros atribuidos a los grupos liberales pueden
obtener proyectos en Irán. Esto permite asegurar que
existen diferentes políticas para manejar a los arqueó-
logos extranjeros y a los iraníes.
El neoliberalismo del gobierno de Rohani ha aumen-
tado el peligro de un mal uso del patrimonio para poder
financiarse. Por otro lado, las negociaciones exitosas y
la propaganda han causado la poderosa imagen del
glorioso Irán, «un país que puede entrar en los diálogos»
y elevar el nuevo concepto de nacionalismo. Parece

302
Arqueología y Neoliberalismo

que aún más fuerte que en los gobiernos anteriores. El


presidente Rohani intenta mostrar el concepto de iraní
estándar, pero en una forma muy diferente: «Tenemos
muchos suníes y kurdos en nuestro gobierno, son em-
bajadores y representantes del parlamento». Pero real-
mente, no hay evidencias para sus afirmaciones.

Reducción de una cultura: de historias a una historia


En Irán, la arqueología ha sido siempre un medio en
las manos del sistema político. En un término más gene-
ral, la arqueología se está utilizando como herramienta
de propaganda más que como una disciplina. La in-
tencionalidad histórica involucrada está condiciona-
da principalmente por la forma particular de gobierno.
Esto podría ser en forma de un sistema abiertamente
monárquico encabezado por el rey de reyes, o por un
líder supremo como el ayatolá de los ayatolás, que
está tratando de establecer un solo dominio sobre una
población muy variada.
Los sistemas políticos reducen las historias a una sola
historia. Las historias de la abrumadora diversidad cul-
tural y étnica de Irán se cambian por las arias, y los que
protestaban por el proceso se vieron forzados a cam-
biar de opinión o ser omitidos (véase Darvishian 1972).
La arqueología cambia de dirección basada en la
percepción que los gobiernos quieren para demostrar
su propio poder. Los gobernadores siempre desempe-
ñan el papel de dueños de la historia. Esta es la historia
de nuestro Pagonis. Desde el clásico nacionalismo de
los monarcas hasta el neoliberalismo de los gobiernos

303
22. Bajo el paraguas... - L. Papoli-Yazdi y O. Garazhian

modernos, parece que hay muy pocas diferencias en-


tre las políticas relacionadas con la arqueología, la di-
versidad cultural y el patrimonio.
Mediante las sanciones internacionales contra Irán,
los gobiernos intentaron cambiar el patrimonio de una
cosa nacionalista a un recurso económico y de lavado
de cara. Por lo tanto, los gobiernos neoliberales de Irán
prefieren prestar más atención al turismo que a la ar-
queología, y en consecuencia fomentan los proyectos
arqueológicos que pueden ser utilizados como atrac-
ciones turísticas. Después de las negociaciones nu-
cleares, no obstante, apareció una nueva agenda de
nacionalismo. La nueva propaganda es básicamente
enfatizar el concepto de diálogo: «Persépolis es, me-
tafóricamente, el icono de la conversación histórica».
El nuevo nacionalismo garantiza el turismo. Justo des-
pués de las negociaciones, varios sitios web nuevos co-
menzaron a anunciar que «¡Viajar a la gloria de Irán es
seguro!». En tal condición, como antes, las historias es-
tán siendo ignoradas bajo el paraguas del neolibera-
lismo, que prefiere presentar a todos los iraníes y todas
las historias bajo la una historia formal y estandarizada
de Irán: un modelo único de Irán y del iraní.

304
23.
ATRAPADOS EN UN ESCENARIO EMPRESARIAL:
IMPLICACIONES DEL NEOLIBERALISMO EN LA
GESTIÓN DEL PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO
EN LOS PAÍSES BAJOS

Monique H. van den Dries

Introducción
El neoliberalismo corre en la sangre de la sociedad
holandesa. Desde principios de los años ochenta, una
democracia de mercado ha apoyado firmemente la
política holandesa. Está dominada por las fuerzas capi-
talistas y se caracteriza por la liberalización económica,
la disminución de la injerencia estatal y una reducción
de los gastos gubernamentales. Se trata de hacer ne-
gocios; los criterios económicos (como la rentabilidad,
la obtención de beneficios) han llegado incluso a apli-
carse en la ciencia, la cultura y la asistencia sanitaria.
El emprendimiento cultural se ha convertido en el
modelo ideal para el sector cultural, y la arqueología
no está excluida. La política y la práctica de la gestión
del patrimonio arqueológico en los Países Bajos están
determinadas por los principios neoliberales de desre-
gulación, privatización y comercialización. Están orien-
tadas principalmente al desarrollo, a los contratos y al
mercado; el estado se retira, el papel de las principales
instituciones públicas está cambiando y el sector co-
mercial domina la práctica.
Esto no solo afecta a la profesión y la forma en que
se organiza la investigación arqueológica, sino que

305
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

también influye en la forma en que tratamos la preser-


vación, las elecciones que hacemos y la accesibilidad
del patrimonio cultural para los ciudadanos comunes.
En este capítulo, reflexiono sobre las implicaciones de
la incrustación de la arqueología en la ideología políti-
ca holandesa contemporánea del neoliberalismo y su
posterior filosofía socioeconómica. Después de descri-
bir brevemente el sector de la gestión del patrimonio
(arqueológico), se explorará hasta qué punto algunos
de los efectos del neoliberalismo influyen en la arqueo-
logía y cómo de sostenible es esta práctica.

Un bosquejo del sector


Los Países Bajos tienen una historia de fuerte influen-
cia del sector privado en el patrimonio y la conserva-
ción. Los acaudalados inversionistas privados solían
recolectar antigüedades y comprar edificios antiguos
para evitar su destrucción (véase Van den Dries, Sla-
ppendel y Van der Linde 2012; Van den Dries 2014). De
un total de en torno a 62 000 monumentos nacionales
registrados (incluyendo 1600 monumentos arqueológi-
cos), solo el 3 % es propiedad del estado (Blok 2013). El
resto es propiedad privada.
En arqueología es casi lo contrario, con una larga
historia de preocupación gubernamental por la pre-
servación y protección de restos arqueológicos. Una
primera resolución (regional) sobre el patrimonio ya
fue implementada en 1734. Pero a partir de los años
noventa, surgió la idea de privatizar también esta par-
te del sector cultural (ver Willems 2005, 2007). Después
de la firma de la Convención de Malta en 1992, se

306
Arqueología y Neoliberalismo

permitió a las empresas llevar a cabo investigaciones


arqueológicas, y en 2007 se implementó oficialmente
como política con la revisión de la Ley de Monumen-
tos (véase también Bazelmans, Van den Dries y Willems
2007; Van den Dries 2013).
En este caso, sin embargo, no existía una creencia
optimista intrínseca en un mercado autocorrectivo que
garantizara la calidad del producto arqueológico. Por lo
tanto, el gobierno holandés implementó un sistema de
aseguramiento de la calidad, que en un principio esta-
ba controlado por el Estado y parcialmente formado por
reglamentos del sector público, pero que estaba dirigido
por el sector privado, a través de un estándar de calidad,
un sistema de certificación y un registro profesional.
El objetivo de lograr la autorregulación sigue siendo
perseguido hoy en día. Si bien no hay señales de que
la supervisión estatal esté obsoleta, el gobierno está
entregando más al sector privado. En junio de 2015,
el Parlamento aprobó una nueva Ley del Patrimonio
(Erfgoedwet), que suprime el sistema de licencias de
excavación e introduce, a partir de 2016, un sistema
de control del sector privado basado en certificados y
auditorías periódicas (véase Krauwer 2015).
La Ley de Monumentos revisada de 2007 también
descentralizó el proceso de toma de decisiones y otor-
gó a los consejos municipales plena autoridad para
decidir sobre la investigación arqueológica en su ju-
risdicción. Casi todas las autoridades locales tienen
ahora una política de arqueología, e integran la inves-
tigación en los procesos de planificación locales, que
pueden obligar a los desarrolladores a financiarla.

307
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

La introducción de una arqueología dirigida por el


desarrollo también ha afectado a la profesión. Trajo
más empleo para los arqueólogos; de alrededor de 250
ETC justo antes de la firma de la Convención de Malta
(Lauwerier y Lotte 2002) hasta aproximadamente 1100
en 2011 (Van der Reijden, Keers y Van Rossum 2011). En
2010, cuando el sector arqueológico todavía no había
experimentado el impacto completo de la crisis econó-
mica, se estimó que casi la mitad de la fuerza de trabajo
se encontraba en empresas comerciales o entre los au-
tónomos (Van den Dries y Kwast, en prensa). En 2015, al
menos 120 empresas se habían registrado como miem-
bros de una organización de sucursales o como titulares
de permisos para participar activamente en trabajos de
campo arqueológico, consultoría o servicios especiali-
zados (por ejemplo, servicios para visitantes).

Observación de los efectos


Al igual que con cualquier ideología política, el neo-
liberalismo es fuertemente criticado, en particular de-
bido a la crisis económica mundial de 2008, pero no ex-
clusivamente. Se considera que la filosofía neoliberal y
su «fundamentalismo de mercado» (Stiglitz 2002) tienen
graves efectos sociales (y psicológicos) (por ejemplo,
Evans y Sewell 2013; Hall y Lamont 2013). Como per-
mite el dominio de la vida política por el capital (por
ejemplo, Brown 2006, 2015) y posteriormente permite
un grado de comercialización a veces poco ético,
eclipsa y afecta las motivaciones altruistas, como el
voluntariado (por ejemplo, Dean 2015), la solidaridad
social o, simplemente, hacer feliz a la gente.

308
Arqueología y Neoliberalismo

En el sector del patrimonio, carecemos de datos


sobre los efectos sociales del neoliberalismo, pero una
vez que uno comienza a mirar la práctica de la gestión
del patrimonio a través del enfoque del fundamenta-
lismo de mercado, es difícil no verlo como algo lucra-
tivo. En 2008, por ejemplo, el exministro de Educación,
Cultura y Ciencia, Ronald Plasterk, llamó a su plan para
modernizar el sector del patrimonio edificado Een lust,
geen last («Una ayuda, no una carga»). La «carga»
que significaba en este caso era el costo de mantener
y conservar la colección de monumentos del Estado,
que quería disminuir vendiendo una parte.
Por otra parte, el interés del Estado en ahorrar dine-
ro hace que los edificios monumentales que no sean
rentables sean fáciles de demoler. El ministro de Edu-
cación, Cultura y Ciencia, Jet Bussemaker, dijo que si
los costos de restauración se consideran superiores al
retorno financiero esperado de la inversión después de
la rehabilitación para uso moderno, los monumentos
históricos estatales se desafectarán (Bussemaker 2014).
Otros valores, como un valor intrínseco o atractivo
emocional, no parecen contar.
En arqueología, la práctica de investigación dirigi-
da por el desarrollo es en gran parte un proceso dirigi-
do también por la economía. Aunque en su origen, su
motivación es salvaguardar los intereses públicos, en
la práctica es impulsada principalmente por objetivos
de minimización de costos, como muchos planes de
políticas locales reconocen explícitamente. Dado que
las autoridades locales tienen ahora la autoridad para
decidir sobre los objetivos y el volumen de la investiga-

309
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

ción arqueológica, la elección entre la preservación


(in situ) o la excavación, por un lado, y los planes de
edificación, por otro, se suele hacer frente a los benefi-
cios económicos de Esta.
Las autoridades locales a menudo se enfrentan al di-
lema de hacer que los promotores, agricultores u otros
habitantes paguen por la investigación, mientras que
también necesitan mantener satisfechos a sus habitan-
tes (es decir, los votantes). Esto ha llevado a una prácti-
ca en la cual las autoridades locales permiten muchas
exenciones en las políticas arqueológicas municipales
(De Groot et al. 2011). A veces, centros históricos en-
teros de la ciudad se liberan de las obligaciones de la
investigación. Además, hay un aumento de las prácti-
cas de investigación de bajo costo. Desde 2008, el nú-
mero de excavaciones ha disminuido, mientras que la
alternativa más barata de controlar el movimiento de
tierras ha ganado importancia1.
También se puede observar que el dominio de los
criterios económicos ha convertido el pasado en una
mercancía para la mercadotecnia. Las autoridades
locales buscan valor, y el patrimonio es el principal
atractivo turístico. Como las ciudades conocidas por
sus centros históricos (como Amsterdam, Maastricht y
Delft) atraen a la mayoría de los visitantes, los comer-
ciantes de la ciudad están felices de reconocer que la
cultura vende2. Y las fundaciones del patrimonio están
felices de ayudar, a través de una agenda de patri-
1 Ver De Erfgoedmonitor, en http://erfgoedmonitor.nl.
2 El Nationaal Congres Citymarketing tiene como objetivo discutir políticas
y estrategias para hacer las ciudades más comercializables. Ver Nationaal
Congres Citymarketing, en http://www.nationaalcongrescitymarketing.nl.

310
Arqueología y Neoliberalismo

monio para los tomadores de decisiones que se llama


Goud in handen («Oro en tus manos») que anima a los
ayuntamientos a explotar el pasado para la comercia-
lización de la ciudad3.
En lo que se refiere a la arqueología, esto implica
que las autoridades locales favorecen la investigación
que se adapte a su marca de la ciudad y los propósi-
tos locales de construcción de identidad. En algunos
casos, esto incluso implica centrarse en periodos histó-
ricos específicos y olvidarse de la arqueología prehistó-
rica (Van Vuuren 2010: 68-71). También implica que los
arqueólogos necesitan vender su trabajo a las autori-
dades locales para convencerlos de la necesidad de
realizar investigaciones. No sabemos si esto puede in-
fluir en el comportamiento profesional y las propuestas
de investigación en arqueología, pero los arqueólogos
municipales notan que cada vez es más difícil conven-
cer a políticos y promotores de preservar otro sitio, a
menos que sea absolutamente único (De Jager 2015).
Hay muchos otros ejemplos de la dominación del
valor económico sobre el valor social. Los medios de
comunicación, por ejemplo, informan frecuentemen-
te sobre los altos costos de las excavaciones inducidas
por el desarrollo. En las ocasiones en que los miembros
del parlamento hacen al ministro las preguntas críticas
sobre la arqueología, estas generalmente se refieren
también a los costos de excavación. También se pue-
de leer de la valoración relativamente baja —en térmi-

3 Véase el informe Goud in handen de Kunsten en el 92, en http://


www.kunsten92.nl/wp-content/uploads/2013/05/ Gemeentelijke-
Erfgoedagenda.pdf.

311
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

nos de salario— de actividades como la educación de


los visitantes. Contar la historia del pasado se acepta
como una necesidad intrínseca, pero a los educado-
res se les paga poco más que a los empleados jóvenes
(Van Londen et al. 2014: 76).
Esto también es evidente en las nominaciones al Patri-
monio Mundial. Un análisis de contenido de 19 expedien-
tes de nominación de sitios que se agregaron a la lista en
2014, incluyendo uno holandés, demuestra cuán poca
atención se presta a aspectos de responsabilidad social
(Van den Dries 2015). Si bien todos hablan en abundan-
cia sobre el turismo, la mayoría de estos expedientes no
hacen ninguna referencia a los objetivos sociales de la
Unesco como la participación de la comunidad, el desa-
rrollo sostenible, la generación de empleo y la creación
de capacidades para la comunidad local.

Desigualdad
Un segundo tema —expresado, por ejemplo, por
críticos prominentes del neoliberalismo como Wendy
Brown (2006; 2015) y David Harvey (2009 )— es que el
neoliberalismo genera y legitima las desigualdades de
riqueza y condiciones de vida (véase también Hall y
Lamont, 2013; Lazzarato 2009). La lucha contra la des-
igualdad económica ocupa un lugar destacado en la
agenda política internacional, ya que muchas nacio-
nes se enfrentan a brechas cada vez mayores entre
ricos y pobres.
Los Países Bajos disfrutan de un alto nivel de pros-
peridad en todos los ámbitos. Tiene un PIB per cápita
más alto que el promedio de la UE-27, pero la brecha
312
Arqueología y Neoliberalismo

entre ricos y pobres se está ampliando. Mientras que


las disparidades de ingresos no están creciendo para
la clase media, el nivel de riqueza entre el 10 % superior
e inferior está distanciándose, con el primero se estima
una acumulación del 61 % de todos los activos (Kremer
et al. 2014: 16-20).
En arqueología, la fuerza de trabajo no muestra di-
ferencias extremas en los salarios de las posiciones jú-
nior y sénior. Sin embargo, la profesión en general no
paga bien. Mientras que los que trabajan en el sector
tienen un alto nivel educativo (el 85 % con formación
académica, el 11 % con un doctorado) y el 64 % tienen
cargos directivos o sirven como personal científico, el
ingreso medio de 39 424 euros brutos es solo un poco
superior al promedio nacional de 35 800 (Van Londen
et al. 2014: 72-73).
El ingreso medio bruto de los trabajadores indepen-
dientes altamente educados es aún más bajo, con
31 129 euros (Van Londen et al. 2014: 73). Aunque la
mayoría de los arqueólogos no parecen infelices, estas
cifras ciertamente no ayudan a cambiar la opinión pú-
blica en general de que la arqueología es romántica
y aventurera, pero debido a los malos pagos y su aso-
ciación con el trabajo no es una opción seria para una
carrera profesional (ver también Everill 2007).
Por otra parte, el sector tiene un problema de des-
igualdad en materia de género. Si bien las alumnas
han superado en número a sus colegas masculinos du-
rante más de dos décadas (Van den Dries y Kwast, en
prensa), todavía hay un equilibrio de género invertido
en la fuerza laboral, siendo 58 % hombres y 42 % muje-

313
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

res (Van Londen et al. 2014: 60). Peor aún, las mujeres
siguen ganando salarios más bajos que los hombres y
trabajan más a menudo en puestos de tiempo parcial
y júnior (Van Londen et al. 2014: 76-77).
Tales desigualdades no pueden atribuirse exclusiva-
mente al neoliberalismo, ya que ocurren también en
otros sistemas económicos. Las brechas salariales de
género son incluso anteriores a la aparición del neo-
liberalismo. Sin embargo, el neoliberalismo tampoco
parece mejorar el statu quo. Andrea Cornwall, Jasmine
Gideon y Kalpana Wilson enumeran una abundancia
de literatura que muestra que las políticas neoliberales
«han dado lugar a una “feminización” del trabajo que
fue acompañada por un deterioro de las condiciones
de trabajo» (2008: 2). Al parecer, la motivación subya-
cente no era la de empoderar a las mujeres, sino so-
bre todo aprovechar una nueva fuente de mano de
obra (barata) y de mejorar el acceso a nuevos merca-
dos de clientes. El creciente número de mujeres en la
arqueología en todo el continente (Lazar et al. 2014)
debe, por lo tanto, ser cuidadosamente monitoreado,
¿por qué sucede esto y podría afectar a la profesión a
largo plazo?

Acceso
Una tercera crítica básica del neoliberalismo es que
la transferencia del control económico del sector públi-
co al sector privado y la posterior privatización de los
bienes públicos disminuyen el acceso igualitario a ellos
(por ejemplo, Brown 2015). Además, alienta un cambio
de lo público y lo colectivo hacia lo privado e individua-

314
Arqueología y Neoliberalismo

lista (por ejemplo, Barnett 2010). En el sector del patrimo-


nio, el acceso del público es ciertamente un problema.
Los edificios históricos y casas monumentales, por ejem-
plo, vienen con altos costos de compra, son populares,
pero de disponibilidad limitada. Lo mismo ocurre con el
sector del alquiler, en el que los edificios monumentales
son aún más raros. Aquí se permite un recargo de un 15-
30 % de alquiler (Elbers y Geurts 2006).
Además, la propiedad pública es menos accesible,
ya que se vende al sector privado. Muchos de estos
edificios históricos terminan posteriormente en la indus-
tria del turismo y el ocio, como hoteles o restaurantes
exclusivos. Si la gente quiere disfrutar de tales propie-
dades, necesitan estar dispuestos y capaces de pagar
por ello. Como consecuencia, el acceso al patrimonio
es exclusivo, solo al alcance de unos pocos y felices
afortunados.
En arqueología, el acceso al conocimiento tiene un
precio. Aunque la valorización, el acceso, la partici-
pación pública y la educación cultural son objetivos
políticos importantes, no tienen prioridad en la legisla-
ción. El gobierno ha organizado desde la ley los aspec-
tos económicos de la investigación arqueológica —su
práctica y su financiación— pero no el aspecto social
de la divulgación pública. Como consecuencia, solo
una pequeña fracción de todo el conocimiento que
se obtiene a través de la arqueología dirigida por el
desarrollo se pone a disposición del público a través de
publicaciones, exposiciones, etc.
Y si se hace disponible, a menudo viene con un pre-
cio, porque los costos involucrados en la producción

315
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

de resultados de divulgación por lo general tienen que


ser cubiertos. Así, mientras que el pasado es un bien
público y es estudiado en nombre del público, el pú-
blico tiene poco acceso gratuito a él a través de mu-
seos, libros, parques arqueológicos, etc. Solo artículos
en periódicos gratuitos locales, puertas abiertas en ex-
cavaciones, pequeñas exposiciones en ayuntamientos
y reconstrucciones al aire libre son gratuitos.
La participación en el proceso de producción de
conocimientos arqueológicos tampoco es posible. La
arqueología comercial ha dado lugar a menos opor-
tunidades para los arqueólogos voluntarios (por ejem-
plo, Duineveld, Van Assche y Beunen 2008). La nueva
Ley del Patrimonio pretende revertir esta tendencia
—reduciendo los requisitos de excavación para los ar-
queólogos voluntarios—, pero queda por ver si tendrá
el efecto esperado o si estimulará el reemplazo de lo
que se considera una investigación arqueológica cos-
tosa por una alternativa más barata, de la que fuimos
testigos en el pasado.

Enfrentar los riesgos


Teniendo en cuenta estas observaciones, la pregun-
ta principal para la discusión es la forma en que este
enfoque empresarial se da para nuestra disciplina. Sin
duda, la nueva práctica ha traído consigo muchos
beneficios, tales como más fondos para investigación,
más empleos, más producción de conocimiento, más
divulgación pública, etc., pero la incrustación econó-
mica también ha introducido riesgos que ponen en pe-
ligro el sistema.

316
Arqueología y Neoliberalismo

Un riesgo probatorio es nuestra dependencia de


un sector de desarrollo saludable con mucha activi-
dad de construcción, es decir, en una economía en
crecimiento. La pérdida de empleos en la arqueología
europea debida a la crisis mundial ha mostrado clara-
mente esta vulnerabilidad4. En los Países Bajos, también
se midió un descenso en el negocio (Van den Dries,
Waugh y Bakker 2010; Van Londen et al. 2014: 12-13).
Mientras la situación está mejorando, la introduc-
ción del sistema de certificación puede complicar las
cosas una vez más. Cuando las organizaciones y las
empresas tienen que pagar para ser certificadas, los
costos de la arqueología pueden aumentar porque
estos gastos deben ser compensados. Si suben los pre-
cios, se puede hacer menos investigación porque los
ayuntamientos quieren gastar lo menos posible en ar-
queología, como se demostró anteriormente. Si los ma-
yores gastos disminuyen la demanda, puede conducir
a una pérdida de empleo o a una reducción adicional
de los salarios.
Otro riesgo es nuestra fuerte dependencia de las
agendas políticas locales que tienen interés en el patri-
monio. ¿Qué pasa si el mercado actual del patrimonio
como un instrumento para la comercialización de la
ciudad se satura, como la mayoría de los mercados
finalmente lo hacen? Por ejemplo, no hay garantía de
que una próxima generación valore las mismas cosas
que nosotros (Holtorf 2011). Los cambios demográficos

4 El proyecto Descubriendo los Arqueólogos de Europa examinó el empleo


arqueológico y las barreras de movilidad dentro del campo en 21
países europeos. Ver el sitio web de DISCO, en http://www.discovering-
archaeologists.eu.

317
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

también pueden promover cambios en los intereses.


Los nuevos residentes pueden tener ideas diferentes
con respecto a la preservación del patrimonio local
que las personas que vivían allí antes. También debe-
mos preguntarnos si la preservación del patrimonio
puede continuar financiándose en un escenario de
despoblación, como sucede en las zonas rurales.
La disciplina también es vulnerable porque el ne-
gocio de la investigación arqueológica no parece
encajar en un sistema económico impulsado por el
mercado. Un sistema de este tipo depende de la de-
manda, es decir, de tener un valor económico para la
sociedad, por un lado, y sobre la rentabilidad y el be-
neficio por el otro. Sin embargo, hay poca oportunidad
para hacer un comercio rentable de la arqueología.
Si consideramos quién actualmente se beneficia más
de la arqueología, en términos económicos, no es la
sociedad cívica. En primer lugar estaría la propia sucur-
sal, las empresas, los museos, las universidades y los ar-
queólogos individuales que se ganan la vida haciendo
investigación, aunque sea justa.
Tal vez algunos habitantes de las ciudades se be-
nefician de los ingresos del turismo, pero el turismo
arqueológico es bastante limitado, ya que nos faltan
monumentos de fama mundial que atraigan el turismo
de masas. Solo algunas grandes atracciones públicas,
como DOMunder en Utrecht, pueden tener un valor
económico para algunos minoristas locales y para la
comunidad en general (Boom, en prensa).
La arqueología, en su mayor parte, acumula cos-
tos, si estamos viendo el tema en términos de dinero.

318
Arqueología y Neoliberalismo

A menudo le cuesta a la sociedad hacer investiga-


ciones, mantener monumentos, conservar los inventa-
rios y consumir el pasado. El sistema capitalista puede
adaptarse mejor al sector del patrimonio construido,
ya que los edificios históricos tienen un valor económi-
co intrínseco (Van Duijn y Rouwendal 2013) y hay una
demanda que puede convertirse fácilmente en esta-
blecimientos de moda que generan dinero. Pero este
no es el caso de la arqueología.
Por otra parte, apenas existe un mercado para la
mayoría de los productos que ofrece actualmente la
arqueología. Algunos resultados preliminares de nues-
tra investigación en curso sugieren que ni el público ni
los promotores quieren pagar (mucho) por estos pro-
ductos porque lo consideran una tarea pública5. La
mayoría de las personas ni siquiera asocian la arqueo-
logía con actividades de ocio en las que puedan gas-
tar dinero. Además, como hemos visto anteriormente,
las autoridades tampoco quieren gastar mucho en ar-
queología. La frase «No hay negocio como el show» de
Irving Berlin no parece aplicarse aquí.
El contexto socioeconómico neoliberal impulsa-
do por el mercado también es un riesgo porque exi-
ge cada vez más que la arqueología —como todo lo
demás— demuestre su valor para la sociedad. Si bien
en primer lugar debemos encontrar este valor en las
narrativas (y en las oportunidades de participación)
que la arqueología puede producir, el mismo contexto

5 Entre otros objetivos, el proyecto Nearch, que involucra a 14 socios de 11


países, explora las diversas dimensiones de la participación pública en la
arqueología contemporánea. Ver Nearch, en http://www.nearch.eu.

319
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

comercial también hace más difícil producir estas na-


rrativas. Hay más barreras financieras que incentivos,
como acabamos de discutir.
Si la disciplina proporciona poco retorno de la inver-
sión, si casi nadie puede hacer un negocio fuera de
ella, si apenas tiene un valor económico para la so-
ciedad, ¿cómo es entonces económicamente soste-
nible formar parte de una constelación centrada en la
rentabilidad y obtener beneficios? El peligro parece ser
claro, presente y severo.

Buscar alternativas
Como la disciplina actual no parece responder a
algunos de los desafíos que enfrenta, y como no po-
demos cambiar el sistema económico y las circuns-
tancias en las que estamos encapsulados, es mejor
que nos adaptemos a él y busquemos negocios, mer-
cados y valores que importan a la sociedad, y que se
sumen a la sostenibilidad del sector. Hay ciertamente
un mercado para el pasado, incluso literalmente. Por
ejemplo, los mercados con temática histórica, con
artesanías tradicionales y productos locales, son muy
populares. Parecen responder a una demanda por
consumir productos locales agradables y únicos, pero
incluso una necesidad social de vestirse, reunirse y re-
vivir la historia (figura 1). Los arqueólogos suelen ser
invisibles en tales eventos, ¿por qué no tratamos de
actuar como gancho?

320
Arqueología y Neoliberalismo

 
Figura 1. Creatividad en el trabajo en un mercado medieval
de Nohfelden (Alemania), julio de 2015.

También podemos tratar de capitalizar otros valores


sociales de la arqueología. En la política cultural euro-
pea, se hace hincapié cada vez más en el potencial
del patrimonio cultural para objetivos sociales como la
inclusión, la participación, la gobernanza participativa,
etc. La Convención de Faro sobre el Valor del Patrimo-
nio Cultural para la Sociedad del Consejo de Europa es
un claro ejemplo de ello, Con el objetivo de promover
el uso y el acceso al patrimonio cultural de los valores
sociales, como la calidad de vida y el bienestar.
Hasta ahora, esta dimensión social tiene poca prio-
ridad en los Países Bajos —que no han firmado la Con-
vención de Faro— pero debería interesar más a los
políticos, porque los holandeses perciben que nuestro
clima social (la protección social, la inclusión, etc.) en
declive. Aunque nuestro índice de clima social sigue

321
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

siendo positivo y se sitúa entre los 5 primeros de los 27


Estados miembros de la UE, Holanda muestra el des-
censo más notable entre los diez primeros puestos des-
de 20126.
Para nuestra disciplina, sin embargo, no es muy fá-
cil capitalizar los valores sociales, ya que aún no están
bien estudiados y entendidos. Pero lo que sí sabemos
es que la dimensión social tiene el potencial de au-
mentar el interés de las autoridades locales por las ac-
tividades de la comunidad arqueológica (por ejem-
plo, Van den Dries, Boom y Van der Linde 2015). Los
valores sociales pueden incluso desempeñar un pa-
pel más importante en el bienestar y la salud que los
valores económicos, como se demostró en un amplio
estudio estadístico entre la población italiana (Grossi
et al. 2011).
Los investigadores encontraron evidencia de que
la participación en actividades culturales era el se-
gundo determinante más importante del bienestar
psicológico, justo después de la salud física. Conclu-
yeron que mantener a las personas involucradas en
actividades significativas reducirá el riesgo (financie-
ro) a largo plazo. Además, los estudios sobre marcas
demuestran que la cultura y el patrimonio (aconteci-
mientos, edificios históricos) aportan más al atractivo
de una zona y al disfrute de vivir allí que los deportes7.
Estos estudios incluso sugieren que las empresas patro-

6 Comisión Europea (2014), Special Eurobarometer 418—Social climate,


European Commission, en http://ec.europa.eu/public_opinion/archives/
ebs/ebs_418_en.pdf.
7 Hendrik Beerda Brand Consultancy, en www.hendrikbeerda.nl.

322
Arqueología y Neoliberalismo

cinan la cultura en lugar de los deportes, ya que tiene


una imagen más simpática, creativa y amistosa8.
Además de buscar nuevas oportunidades para utili-
zar el patrimonio (ver Holtorf 2011), también podemos
explorar las posibilidades del emprendimiento social,
las políticas del sector público sobre el retorno social
de la inversión y las asociaciones del sector privado
en el contexto de la responsabilidad social corpora-
tiva, y crear valor compartido (véase también Groot,
en prensa; Van den Dries, Boom y Van der Linde 2015).
Puede haber todo tipo de oportunidades de negocio
en estas direcciones. El sector privado está, por ejem-
plo, explorando rápidamente el valor del negocio de
emociones como la felicidad (figura 2). Si hay algo que
la arqueología puede desencadenar, son emociones,
y como estamos atrapados en este escenario de ne-
gocios, podríamos también mirar y capitalizar estos
puntos de venta.

8 Sportsponsoring overschat door bedrijven (2014), RTL Sport Update,


en from http://www.rtlnieuws.nl/sport/sportsponsoring-overschat-door-
bedrijven

323
23. Atrapados en un escenario... - Monique H. van den Dries

Figura 2. La Harvard Business Review sobre el valor de la fe-


licidad.

324
24.
NUEVAS ESTRATEGIAS DE GESTIÓN EN LA
ARQUEOLOGÍA COMERCIAL BRITÁNICA

Nicolas Zorzin

Una perspectiva renovada de las prácticas de gestión


en la arqueología de Inglaterra
En 2009, The Invisible Diggers de Paul Everill describió
la socioeconomía de la arqueología en el Reino Unido
en los años dos mil, centrándose esencialmente en el
trabajo y la vida de los arqueólogos de la arqueolo-
gía comercial, pero con una perspectiva histórica de
la transformación de la profesión. La situación de la
comunidad laboral que representaba era inequívoca-
mente áspera, mostrando una comunidad arqueoló-
gica en crisis a pesar de su apego a la profesión (204).
Según Everill, la arqueología había sido construida
desde la década de 1970 a través del espíritu de pro-
fesionales y trabajadores apasionados y dedicados
(mediante programas de desempleo), favoreciendo
las relaciones no jerárquicas y fomentando la cama-
radería (169-171). La arqueología se asimiló a una ac-
tividad agrícola/jardinera no cualificada (49-57), que
explicaba la lógica detrás de la creación de progra-
mas gubernamentales de los años setenta y ochenta
que utilizaban la arqueología como herramienta para
la reinserción de los desempleados de larga duración y
no cualificados en la fuerza de trabajo (120).

325
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

 Esta tradición de la clase obrera continúa hoy en


día en las estructuras comerciales, a pesar de que los
arqueólogos están ahora altamente cualificados, aun-
que las condiciones de trabajo y los salarios solo han
mejorado ligeramente (119). Esta situación crea una
brecha entre los arqueólogos de hoy en día, graduados
y profesionales experimentados, muchos de los cuales
son mujeres (67-81), y la imagen de los arqueólogos de
los años ochenta, donde los arqueólogos eran simple-
mente percibidos como excavadores. El problema es
que esta último se ha integrado de alguna manera en
la psique colectiva.
Sin embargo, a pesar de los problemas de recono-
cimiento profesional, la arqueología, sobre todo en su
forma comercial, se desarrolló bien y las actividades
alcanzaron su punto máximo a principios de los años
dos mil, con 7000 arqueólogos (figura 1) empleados
a tiempo completo en el Reino Unido (Flatman 2012:
283). Después de la crisis financiera de 2008, el empleo
en la arqueología comercial se redujo en un 30 % en
cinco años (Aitchison 2015: 14) y se estabilizó a princi-
pios de 2013, con alrededor de 5000 arqueólogos ac-
tivos (figura 2). Sin embargo, la arqueología en el Rei-
no Unido parecía haberse recuperado después (Ibíd.:
14-19, 39), siguiendo la implementación del Marco de
Políticas de Planificación Nacional (NPPF), «una forma
de laissez-faire económico» o coalición liberal (Flatman
2012: 296).

326
Arqueología y Neoliberalismo

Figura 1. Número estimado de arqueólogos profesionales


que trabajan en el Reino Unido. (Aitchison y Rocks-Mac-
queen 2013: 21).

Figura 2. Arqueólogos empleados en el Reino Unido, 2007-


2015. (Aitchison 2015: 16).

327
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

Las NPPF vinieron con algunas transformaciones


para la gestión y desregulaciones económicas, a las
que sus detractores llamaron «planificación del patri-
monio libre para todos» (Burton 2011: 18). Este nuevo
marco legal facilitó las actividades de los promotores,
integrando la actividad arqueológica con la industria
de la construcción, con la intención de eliminar todos
los obstáculos que pudieran ralentizarlo (Flatman y Pe-
rring 2013: 6-8). Las NPPF afirman que sus objetivos se
oponen a esto, pero enmarcan sus objetivos usando
terminología ambigua: «Apoyar las necesidades y prio-
ridades de las comunidades» (NPPF 2012: 1) o «Lograr
el desarrollo sostenible» (NPPF 2012: 2-3).
The NPPF is entirely process driven: archaeology as
an ‘issue’ to be resolved by the planning system,
ideally at the lowest possible cost. It encourages
the idea that archaeology is a negative problem,
not a positive thing to be embraced that might re-
sult in unexpected benefits of all sorts, social, cul-
tural, environmental, even economic. (Flatman y
Perring 2013: 7).

Para equilibrar los intereses en juego, la Localism Act


otorgó más poder decisional a las autoridades locales.
Aparentemente, se presentó como una forma de defen-
der el patrimonio para el bien común de las comunida-
des locales, pero como se señaló recientemente (Schlan-
ger 2016: 52-3), esta transferencia de responsabilidades
fue particularmente cínica, considerando que los pre-
supuestos de las autoridades locales han disminuido un
40 % en los últimos cinco años, el empleo de arqueólogos
en estas estructuras se redujo en un 23 %, y las tasas de
empleo para los conservadores se redujeron en un 35 %.

328
Arqueología y Neoliberalismo

Por otra parte, el principal órgano regulador nacio-


nal, que antes se llamaba English Heritage, se dividió en
dos entidades: English Heritage Trust e Historic England
Inc., que ahora se están privatizando. Estas entidades
se ven lentamente desvirtuadas por el Estado, lo que
les obliga a construir su independencia económica,
especialmente mediante la creación de servicios de
gestión del patrimonio «acelerado» y «reducción de
planes de riesgo», vendiendo servicios a promotores y
luego generando ingresos fuera del patrimonio, o de
su destrucción (Schlanger 2016: 53-7).
Tras un relativo repunte macroeconómico en 2013, la
situación parece haber mejorado ligeramente en tér-
minos de empleo para el sector arqueológico, como
se ha indicado anteriormente. La cuestión que queda
ahora es si, como resultado de estos cambios legales
y económicos, se modificó la práctica arqueológica y,
en caso afirmativo, ¿cómo y con qué propósito?

Un caso de estudio en la arqueología británica en 2015


En 2015, dentro del nuevo contexto político-econó-
mico descrito anteriormente, encontré un anuncio de
empleo en el British Archaeological Jobs Resource pro-
poniendo el siguiente contrato en Londres:

Trabajo Arqueólogo/Asistente de campo

[Unidad de Arqueología A] Servicios:


Departmento
Campo

Grado Grado 3

329
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

£2261 (turno de mañana) o £2543 (turno


Salario
de noche) paga mensual

Turnos: (7:00 am–3:30 pm) o (3:00 pm–


Horas
11:00 pm) – 6 días por semana

Sitio principal en el Reino Unido


(Londres); puede incluir trabajo
Localización
de oficina en una localización por
determinar.

Duración Tiempo completo, por obra y servicio

Cuadro 1. Oferta de trabajo en BAJR.

La empresa adquirió una muy buena reputación


cuando formó parte de los servicios de museos, al
establecer estándares muy altos para la práctica ar-
queológica a finales de los años setenta. El yacimien-
to, en el centro de Londres, se refería principalmente a
la excavación de rescate de aproximadamente 3000
esqueletos de los siglos xvii y xviii, y de los restos de ocu-
paciones romanas de Londinium desde el siglo ii d.C.
En primer lugar, el anuncio atrajo mi interés por estas
razones, pero como estaba entre dos contratos de in-
vestigación, la perspectiva de un salario satisfactorio
en un periodo particularmente difícil en Europa conti-
nental era realmente atractiva.

El proceso de reclutamiento
El reclutamiento se confirmó poco después de com-
pletar mi solicitud en diciembre de 2014. Yo estaba en-

330
Arqueología y Neoliberalismo

tusiasmado por trabajar con una unidad arqueológica


tan conocida y respetada en el Reino Unido, y estaba
esperando ganar experiencia de primera mano. Pensé
que sería interesante describir un proyecto arqueoló-
gico desde adentro, y compararlo con lo que Everill y
Aitchison habían descrito respectivamente en los pe-
riodos pre2008 y pos2013.
En preparación para la excavación, consulté el sitio
web del promotor (en adelante, el Promotor X), que
enumera las actividades arqueológicas realizadas an-
teriormente en la misma zona por los mismos equipos
arqueológicos. En varias plataformas digitales, el pro-
motor X definió su responsabilidad social corporativa
hacia el patrimonio, desarrollando un fuerte énfasis en
la «sostenibilidad» del pasado y el compromiso con la
difusión del conocimiento:

Uno de los objetivos principales del programa de ar-


queología de [Promotor X] es la difusión de informa-
ción arqueológica a la comunidad arqueológica
más amplia, junto con un programa de educación
y extensión dirigido a las comunidades locales.

Estos objetivos se implementaron en 2012 y 2014 me-


diante la organización de exposiciones de material ar-
queológico, presentadas como «portales al pasado»,
de acuerdo con ellos describiéndose a sí mismos como
«un catalizador para aprender sobre nuestro pasado».
Coordinado por las autoridades estatales:

Se ha preparado una estrategia arqueológica


(conocida como el Esquema de Investigación Es-

331
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

crito o WSI) en consulta con English Heritage y los


arqueólogos competentes del condado y de la
autoridad local para asegurar un enfoque consis-
tente a lo largo de la ruta y a lo largo de la vida
del proyecto.

Después de consultar estos documentos y vídeos en


línea, la impresión creada fue positiva: la arqueología
parecía muy bien integrada en la planificación de la
construcción. Parecía que el Promotor X tenía un ver-
dadero respeto y reconocimiento por los arqueólogos
y su trabajo, y un verdadero interés en difundir el cono-
cimiento a las comunidades locales.
La Unidad de Arqueología A ofreció salarios justos,
alojamiento relativamente barato, cobertura de salud
(en cierta medida), aplicación de estrictas reglas de
seguridad y salud para proteger a los arqueólogos in
situ y una oportunidad para inscribirse en una asocia-
ción a largo plazo dentro de la unidad, la cual se in-
dicó en el formulario de contratación. Con todo, esto
parecía ser la promesa de un nuevo acuerdo (ideal),
un nuevo modelo, para lo que podría ser el futuro de
la arqueología, una colaboración estrecha y construc-
tiva entre promotores y arqueólogos.

Mis objetivos de investigación


Después de numerosas experiencias y la publicación
de artículos bastante críticos sobre las consecuencias
de la implementación de la arqueología comercial
(Zorzin 2014, 2015), me preguntaba si, contra todo pro-
nóstico, podría haber ignorado ciertos aspectos positi-

332
Arqueología y Neoliberalismo

vos de las reformas neoliberales de la arqueología en


las últimas décadas, especialmente a través de la pri-
vatización. Estaba dispuesto a escuchar el discurso del
Promotor X, a obtener experiencia de primera mano
del trabajo de campo para confrontarla y probar su
validez haciendo preguntas que desafiaban las con-
clusiones de mi investigación anterior.
¿Podría la estrategia de privatización y profesiona-
lización de la arqueología británica lograr finalmente
el reconocimiento y el respeto de la práctica arqueo-
lógica, sobre todo de los promotores? ¿Podría la difu-
sión del conocimiento arqueológico ser más eficiente
y más sistemática con la participación directa y la ayu-
da del cliente/promotor? ¿Podría la práctica arqueo-
lógica ser de alta calidad en un sistema competitivo
de licitación, con el promotor como propietario con-
tratante? ¿Y podría la arqueología comercial garanti-
zar ganancias justas y mayor estabilidad profesional y
perspectivas para los arqueólogos?
Así, para explorar las realidades de la arqueología
comercial, llevé a cabo dos meses y medio de obser-
vación participante en Inglaterra, seguido de diez en-
trevistas semidirigidas con mis compañeros de trabajo.
En este artículo, se hace referencia a los contribuyen-
tes con seudónimos (Lagertha, Charlie, etc.), y las dis-
tintas instituciones se referirán a su actividad principal
(además de la Unidad de Arqueología A y el Promotor
X, el Museo B y el Subcontratista Y).
No obstante, en los dos meses previos al inicio del
contrato, mi entusiasmo inicial fue rápidamente ate-
nuado por problemas recurrentes de comunicación

333
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

con la Unidad de Arqueología A, como las respuestas


tardías o inexistentes o la provisión de información cla-
ve y los cambios de última hora. Por ejemplo, un aviso
con dos semanas para modificar el inicio del contrato
obligó a muchos arqueólogos empleados a cambiar
sus arreglos de alojamiento, billetes de avión o de tren,
muchos de ellos procedentes de todo el Reino Unido
o del extranjero. Este comienzo caótico fue particular-
mente preocupante, lo que sugiere que se dio muy poca
consideración a los arqueólogos recién reclutados.

El proceso de inducción
Arqueología Unidad A de inducción (día 1)
El equipo de 60 arqueólogos contratados para el
proyecto fue dividido en grupos más pequeños unos
días antes del inicio del contrato y fue invitado a asistir
a la sede de la unidad arqueológica para recibir infor-
mación. La principal sorpresa fue descubrir que la ma-
yoría de los contratos debían firmarse entre nosotros y
el promotor del proyecto, no con la Unidad de Arqueo-
logía A, un cambio importante y sin precedentes, aún
sin desafiar por la mayoría de los arqueólogos recién
empleados.

El mismo día se informó al equipo de que los em-


pleados se dividirían de facto en dos grupos —los que
están bajo contrato con la Unidad de Arqueología A y
aquellos con el Promotor X, con salarios y condiciones
diferentes (permanencia, seguro de salud, etc.) para
el mismo trabajo. Esto creó una primera sensación ex-
traña de una división inicua.
334
Arqueología y Neoliberalismo

Los contratos con el Promotor X eran relativamente


ventajosos en términos de ingresos, pero desventajosos
en términos de precariedad (10 libras/día en caso de
enfermedad, 10 días de vacaciones en bloques de 4 a
6 días mínimo, sin contrato indefinido, finiquito en caso
de terminación y reubicación, aviso de finalización de
dos semanas, etc.). Sin embargo, se proporcionó equi-
po de protección personal (casco, ropa de invierno y
lluvia, guantes, gafas protectoras, tapones para los oí-
dos y un vale para botas) para todos, independiente-
mente del tipo de contrato, por la Unidad de Arqueo-
logía A.
En cuanto a la práctica arqueológica, el grupo es-
peraba una descripción precisa de la metodología
de trabajo de campo, estrategia de investigación,
problemática e hipótesis, así como análisis de mate-
riales y datos y objetivos para futuras investigaciones
y eventuales publicaciones durante el proceso de in-
ducción. Conociendo la alta reputación de la unidad,
yo también esperaba algunos antecedentes históricos
y arqueológicos, y mapas detallados de la zona exca-
vada, por lo que el equipo podría tener una compren-
sión adecuada de la excavación.
Pero sobre todo, esperaba un protocolo extrema-
damente preciso para la eliminación de los esquele-
tos. Los protocolos se nos dieron, pero estos insistieron
sobre todo en el compromiso obtenido con el promo-
tor, consistente en una cuadrícula de muestreo prede-
finida y fija (figura 3) de 40 % de esqueletos totalmente
registrados (incluyendo análisis, categoría A en verde)
y 60 % de extracción rápida e inundación (sin análisis,

335
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

categoría C en rojo, a menos que sea de extrema im-


portancia en términos de patologías, por lo que la ca-
tegoría B era equivalente a la categoría A), indiferen-
temente del estado de conservación de las tumbas.

Figura 3. Plan de la excavación con variación geográfica


de tratamientos para esqueletos: Categoría A en verde y
Categoría C (vuelta a enterrar) en rojo.

Se suponía que unos 3000 esqueletos serían excava-


dos en 24 días por aproximadamente 60 individuos, lo
que implicaría la remoción y registro de un mínimo de
2 esqueletos por día y por arqueólogo. Desde mi punto
de vista, toda la información proporcionada durante
el día de la inducción fue pasada por alto, y por lo
tanto insuficiente para que podamos entender com-
pletamente los objetivos y resultados potenciales de
la excavación arqueológica. Las razones de estas limi-
taciones fueron formuladas de manera similar por uno
de los arqueólogos/excavadores, Lagertha, que había
trabajado para diferentes unidades comerciales en los
últimos 20 años:

336
Arqueología y Neoliberalismo

No obtendrías cómo se procesan los datos y cual-


quier otra cosa, porque se considera que no es de
tu incumbencia... ellos [la Unidad de Arqueología
A] ni siquiera pensarían que lo pedirías porque sim-
plemente te contrataron como excavador... Estás
excavando solo en una burbuja aislada. Como
excavador, excavas lo que excavas, informas de
lo que encuentras, y eso es todo lo que necesitas
saber. Es lo mismo para muchas empresas.

En este contexto, algunos de los arqueólogos britá-


nicos del equipo bromearon diciendo que eran toads-
tools, es decir, un grupo de individuos indistinguibles y
dóciles, mantenidos sistemáticamente en la oscuridad.

Inducción del promotor X (día 2)


El segundo día de inducción reunió a un grupo de
una docena de arqueólogos, para gran mayoría na-
cidos alrededor de 1991-1992 (23-24 años de edad),
con dos treintañeros (incluido yo). A continuación, nos
presentaron las actividades del promotor a través de
la marca digital y los discursos oficiales ofrecidos por
varios empleados. Este proceso de branding, que po-
dría haber sido percibido como instructivo y necesario,
pronto parecía cada vez más preocupante por las im-
plicaciones que tendría para el trabajo de campo y
para nosotros, tanto a escala micro como macro.
Establecer el control de la comunicación pública
y de la imagen corporativa: Durante la inducción del
Promotor X, se expresó fuertemente que no se nos per-
mitía publicar ninguna imagen o información en ningu-

337
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

na red social sobre la excavación. Además, no se per-


mitió la comunicación con el público ni con los medios
de comunicación sin la aprobación del Promotor X, o
sin formación en «comunicación con los medios», que
solo se proporcionó a unos pocos empleados perma-
nentes en la Unidad de Arqueología A.
Sin embargo, se organizó una proyección pública
en el sitio con una plataforma abierta durante algu-
nas horas todos los días, lo que parecía una iniciativa
constructiva. Después del comienzo de la excavación,
sin embargo, se nos instruyó para no retirar los huesos
humanos durante las vistas públicas. Esta orden era éti-
camente problemática, porque negaba la verdadera
naturaleza de nuestro trabajo. Sin embargo, de acuer-
do con uno de mis colegas de la Unidad de Arqueolo-
gía A, este es el procedimiento estándar a seguir en el
Reino Unido, pero sin saber con precisión la razón por
la que es así. La razón podría ser que, al final del día, el
desmantelamiento de las tumbas siempre parece ne-
gativo para los miembros del público.
Además, el Promotor X informó al público de los
descubrimientos de una manera muy ambigua, espe-
cialmente en cuanto a quién estaba llevando a cabo
el trabajo arqueológico (figura 4). La información fue
presentada de una manera muy sensacionalista, des-
viando de nuevo la atención del hecho de que más
de 3000 cuerpos humanos estaban a punto de ser
desenterrados y enviados a un nuevo cementerio en
nombre del desarrollo. No es que esto último no fue-
ra importante, pero había espacio para un verdadero
debate con los ciudadanos sobre el tratamiento de los

338
Arqueología y Neoliberalismo

restos humanos, en lugar de la imposición sistemática


del sentido común de crecimiento y desarrollo. Final-
mente, la apropiación de la actividad arqueológica
por parte del promotor le dio legitimidad pública, e in-
cluso proporcionó cobertura de bajo costo en medios
internacionales.

Figura 4. Arqueología en el Promotor X; Más de 3000 esquele-


tos que serán excavados por el Promotor X [énfasis añadido].

Establecer el control sobre el trabajo de los arqueó-


logos: Durante el proceso de inducción, también nos
dijeron que seríamos identificados («para nuestra pro-
pia seguridad, para saber quién está en el campo»),
filmados constantemente por una cámara fija (misma

339
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

justificación, véase la figura 3), pruebas de drogas y al-


cohol (misma justificación), y filmados y fotografiados
por individuos de medios invitados al sitio. Esto fue re-
cibido sin reacción o indignación por parte de los ar-
queólogos de la sala, no me sorprende, dado que la
sumisión y el conformismo se convierten en la norma
en un ambiente de trabajo híperatomizado/deshuma-
nizado (Gaulejac 2009: 130).
El personal de recursos humanos nos procesó con
entrevistas individuales, que comprobaron que enten-
díamos las normas de seguridad y salud, agentes que
obviamente ignoraban completamente nuestros ante-
cedentes profesionales, nuestras experiencias y nues-
tros niveles de educación. El tono era condescendien-
te, comparable al de un superior a un subordinado. Es
importante señalar que el Promotor X no tenía compe-
tencia ni autoridad alguna sobre cómo debe realizar-
se una excavación arqueológica, pero sus normas de
seguridad y salud fueron establecidas para prevalecer
sobre cualquier otra consideración.
Comprenderemos la importancia de esta híper
acentuación en la «seguridad y salud» más adelante,
en el análisis, y veremos también cómo desempeñó un
papel importante en la subordinación del trabajo ar-
queológico a los intereses del Promotor X. En general,
el ambiente de trabajo creado por el Promotor X favo-
recía un clima de tensión y miedo —en su mayor parte
de ser castigado por no cumplir con las numerosas re-
glas— mientras que el promotor afirmaba que ofrecía
verdadera cooperación, respeto y comprensión por el
trabajo del otro.

340
Arqueología y Neoliberalismo

En realidad, durante todo el proceso de inducción


y otras intervenciones, los empleados del Promotor X
declararon lo contrario: el promotor definió las reglas
y las prioridades. En este contexto, la arqueología solo
se toleraba mientras se adhería a las obligaciones, los
hábitos y la cultura de la construcción, como si los ar-
queólogos fueran técnicos, negando tanto la natura-
leza científica como social del trabajo arqueológico.
En general, el discurso del desarrollador, inicialmen-
te como constructivo y respetuoso, y el marketing ex-
terno, parecen existir parcialmente para oscurecer lo
que está sucediendo durante el trabajo de campo ar-
queológico real. En las palabras de Jim Wolfreys (2012):
«Se crea una noción de fantasía de lo que está suce-
diendo y se establecen mecanismos para asegurar la
conformidad con estas fantasías».

Nuevas prácticas de gestión a mediados de la década


de 2010: trabajo de campo arqueológico en el Reino
Unido
Cambios de día y noche
El proyecto de construcción fue concebido original-
mente entre el Promotor X y la Unidad de Arqueología
A alrededor de una base de dos turnos, cubriendo 16
horas de trabajo por día para el trabajo de campo.
Fue un enfoque innovador basado en la idea de que
en un entorno urbano cubierto e iluminado, el traba-
jo podría continuar sin afectar negativamente a la
calidad. Este método redujo el trabajo arqueológico
(fase 2) de 100 días laborables a 50, lo que supone una

341
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

ganancia considerable, pero a un costo ligeramente


superior (aproximadamente 14 000 libras más por mes,
para todo el turno de noche, usando el costo real de
un empleado en el Reino Unido).
Por lo tanto, la implementación de los turnos repre-
sentó un costo adicional total para el promotor de
aproximadamente 35 000 libras, pero ganó dos meses
y medio en términos de tiempo. Algunos arqueólogos
del equipo de turno de noche se ajustaron bien a estas
inusuales horas de trabajo (sobre todo porque les per-
mitía realizar otras actividades profesionales, de investi-
gación o personales, por la mañana y ganar un salario
mejor), mientras que la mayoría de los arqueólogos del
equipo de turno diurno tenían más horario del normal
en Londres. Más de un tercio del turno de noche esta-
ba constituido por extranjeros, atraídos por los buenos
ingresos y la flexibilidad social.
Desde el punto de vista del personal permanente y
de los miembros del sindicato, la semana de trabajo de
seis días y especialmente los turnos nocturnos, se pro-
dujeron con fuertes problemas sociales y personales.
Alfred, un asistente-arqueólogo de unos veinte años,
que ocupaba una posición permanente en la Unidad
de Arqueología A, dijo:

La razón por la que he elegido el turno de noche


ha sido simplemente para evitar la microgestión
del Promotor X... En general, en el corto plazo,
creo que es una buena idea. A largo plazo creo
que debería evitarse [porque no permite tener
una vida normal durante la duración del proyec-

342
Arqueología y Neoliberalismo

to] (...) El sindicato preguntó si esto era el comien-


zo de una nueva tendencia [de turnos], y si lo
es, podemos intentar evitarlo como la peste. Los
arqueólogos en Arqueología Unidad A están de
acuerdo, desde el punto de vista de la gestión,
en que es una pesadilla porque el personal per-
manente no está obligado a aceptarlo.

Ahora bien, el concepto de cambios no solo afecta-


ba la calidad de vida de los arqueólogos (ya precaria
y físicamente exigente), sino que también disminuía la
calidad de la práctica. En primer lugar, los dos turnos
establecieron dos equipos que estaban de hecho en
competencia, siendo regularmente comparados en
términos cuantitativos por el jefe de campo de la Uni-
dad Arqueológica A, es decir, en términos de número
de esqueletos registrados y levantados por turno.
Al turno de noche se le pidió a menudo acelerar de-
bido al fracaso recurrente para lograr los dos esque-
letos por cuota de excavador. Sin embargo, muchos
arqueólogos en el turno de noche expresaron su es-
cepticismo o, en el peor de los casos, su disgusto, con
la necesidad de eliminar más de un esqueleto por día.
Según ellos, hacerlo era: «Poco ético, poco profesional,
perjudicial para la investigación científica adecuada e
irrespetuoso con los muertos».
Sin embargo, la Unidad de Arqueología A demostró
claramente que estas consideraciones se considera-
ban indignas cuando se iba a entregar un premio al
final de la excavación para «el mayor número de es-
queletos registrados y levantados por un excavador».

343
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

La alta presión sobre los resultados cuantitativos fue


acompañada por una notable disminución en la cali-
dad del registro: bosquejos sueltos o erróneos, comen-
tarios pobres, detalles no descriptivos y sin conexiones
con las características circundantes, lo que hacía la
interpretación futura virtualmente imposible o simple-
mente muy pobre.
En segundo lugar, el concepto de turnos creó una
fragmentación fundamental y altamente problemáti-
ca en el proceso de excavación, al destacar que los
arqueólogos tienen diferentes estilos, percepciones e
interpretaciones de una excavación, así como diferen-
tes estrategias para excavar un sitio. Como resultado,
el cambio de turno a las tres de la tarde —comple-
tado después del primer mes de levantamiento de
esqueletos (la mayoría de las veces se llevó a cabo
individualmente, por lo que no resultó problemático)
— se convirtió en una confrontación sistemática entre
los diferentes arqueólogos encargados del trabajo de
campo.
Paralelamente, los excavadores se trasladaban
constantemente a diferentes zonas, lo que les hacía
imposible saber qué estaba pasando. Sin embargo, y
desafortunadamente para las políticas de gestión diri-
gidas a la fragmentación del trabajo, algunos excava-
dores resistieron aferrándose a las mismas áreas todos
los días, poco a poco haciéndose conscientes de los
rasgos arqueológicos y reapropiándose de su trabajo;
lo que añadía más confusión a la que se generaba en
el cambio de turno. Como resultado, el proceso de re-
gistro no solo fue fragmentado, sino modificado varias

344
Arqueología y Neoliberalismo

veces, amenazando toda la coherencia y la compren-


sión futura del proceso de excavación y la importancia
de las características arqueológicas.
Otro problema fundamental es que la arqueología
no es muy compatible con la oscuridad, las sombras
y las múltiples fuentes de luces, lo que hace extrema-
damente difícil fotografiar esqueletos o rasgos in situ, y
aún más difícil distinguir capas estratificadas. Sin men-
cionar que a medida que la excavación fue más pro-
funda, con el techo a una altura fija, la distancia entre
los dos aumentó, y los problemas mencionados se agu-
dizaron día a día.
Por último, como sugirió Charlie, si este tipo de orga-
nización para la arqueología es alentado por la indus-
tria de la construcción, el futuro de la arqueología po-
dría integrarse plenamente en el esquema de gestión
de la construcción:
Creo que lo que es bastante aterrador es cómo
se mueven las cosas. En particular ahora, en-
contré el tema de los turnos muy preocupante.
Es una empresa conjunta entre la industria de la
construcción y la industria de la arqueología para
ver con cuanta rapidez podemos lograrlo. No de-
bería suceder. Lo que podríamos estar avanzan-
do es tal vez una arqueología comercial depen-
diente, por lo que unidades como la Unidad de
Arqueología A dejarán de existir y se convertirán
en alas o subsecciones de las grandes industrias
de la construcción. Por ejemplo, Compañía de
Construcción 1, Compañía de Construcción 2 (...)
Puedo verlo en un futuro muy cercano, no serán

345
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

más unidades de arqueología. Los arqueólogos,


serán los arqueólogos de la Compañía de Cons-
trucción 2, por ejemplo.

Vigilancia y castigo
La inmensa cámara sobre nuestras cabezas consti-
tuía una presencia constante e incómoda (figura 5),
pero para añadir más a este método de interrogación
de la gestión, la vigilancia regular por parte del perso-
nal de seguridad y salud del Promotor X estaba desti-
nada a comprobar el progreso del trabajo de campo.
He aquí un ejemplo de lo que sucedió regularmente
en el turno de día (el turno nocturno estaba en general
libre de este tipo de interferencia). Según Lagertha:

[Nombre] estaba pasando por la cata que acaba-


ba de abrir y cogió un hueso. Él me preguntó qué
era y le dije: «¡Es un dinosaurio!». Preguntó a [nom-
bre], quien es zooarqueólogo, y dijo: «¡Es un pollo!».
Así que le dije: «¡Mira, es un dinosaurio!». Y los tres nos
reímos, porque todos sabemos que, evolutivamen-
te, se puede rastrear un pollo hasta un dinosaurio.
Nos reímos de eso… ¡estábamos bromeando! Por
desgracia, para esa conversación de cinco minu-
tos, había ojos y oídos del Promotor X justo encima
de nosotros. Una de las personas de seguridad y sa-
lud nos observaba… y sí, alrededor de media hora
más tarde, un correo electrónico llegó a [nombre],
quejándose oficialmente de nuestro momento de
distensión en la esquina y afirmando que vagueá-
bamos con el detector de metales. Todo el asun-
to del pollo y el dinosaurio… ellos [el Promotor X y

346
Arqueología y Neoliberalismo

la Unidad de Arqueología A] piensan que mostrar


camaradería en el yacimiento va a hacer que los
estándares se pierdan y demuestra que no estamos
haciendo nuestro trabajo correctamente.

Los mecanismos de gestión descritos anteriormente y


la situación resultante de ellos en el caso de broma des-
crito son, sin embargo, parte de un proceso coercitivo, un
proceso de control aceptable, pero brutal. Estos procedi-
mientos de vigilancia están diseñados para ser estresan-
tes, y su finalidad es, para el promotor, obtener el control
total del lugar de trabajo. Hasta cierto punto, el Promotor
X tuvo éxito imponiendo el temor de ser amable y, sim-
plemente, comunicarse y compartir con nosotros.

Figura 5. Sitio de excavación, con cámara fija en la esquina


sureste (fotografía de Nicolas Zorzin).

347
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

Políticas de seguridad y salud como herramientas


coercitivas
Las políticas de seguridad y salud son supuestamen-
te las medidas más benignas, tan increíblemente be-
nignas que parece completamente ilegítimo e impen-
sable estar en desacuerdo con ellas. Todo el mundo,
por supuesto, está de acuerdo con la idea de estar
sano y seguro en el trabajo, al igual que todos están
de acuerdo en la necesidad de rendición de cuentas
y transparencia dentro de una estructura profesional
(Wolfreys 2012). Sin embargo, hacia el final de este pro-
yecto, y durante una reunión desastrosa celebrada
por el Promotor X, nos dieron una demostración de la
verdadera naturaleza de las políticas de seguridad y
salud.
Contar la gestión (y las responsabilidades): La reu-
nión se llevó a cabo con urgencia debido a un «au-
mento inusual de incidentes declarados in situ» por el
equipo arqueológico (un aumento del 25 % supuesta-
mente), tirando por la borda los objetivos de calidad
del promotor. Lo que parecía haber ocurrido es que los
arqueólogos son una de las raras profesiones que to-
davía trabajan con herramientas como palas o picos,
y que no usan maquinaria mecanizada como ya se
hace en construcción. Esto también requiere una ac-
tividad física muy intensa, que se supone que se debe
soportar durante seis días a la semana, a veces siete.
Como resultado, las lesiones menores (en el peor de los
casos un esguince) fueron recurrentes, aunque nunca
hubo ninguna lesión mayor.

348
Arqueología y Neoliberalismo

Sin embargo, como buenos aprendices en la indus-


tria de la construcción, los arqueólogos declararon to-
dos los incidentes menores durante la excavación, lo
que, para la vergüenza del promotor, creó un drásti-
co aumento de los incidentes reportados. Por lo tanto,
durante la reunión, se nos sugirió tácitamente que de-
bíamos reducir estos incidentes de una u otra manera,
bien al no declarar incidentes menores o al cambiar
nuestros métodos de trabajo, es decir, debíamos re-
nunciar a algunos estándares no mecanizados de la
arqueología «para alcanzar los objetivos de seguridad
y salud».
Como resultado, las políticas de seguridad y salud
están intentando, seguramente, reducir el número de
lesiones registradas, pero no necesariamente para el
bienestar de los trabajadores, sino para obtener pri-
mas de seguro reducidas para el desarrollador y una
protección cuantitativa frente a la pérdida de una de-
manda contra un trabajador o un grupo de trabaja-
dores. Irónicamente, las políticas de seguridad y salud
son una de las principales justificaciones para que los
empleadores puedan exonerar muchas de sus respon-
sabilidades hacia los trabajadores, mientras pretenden
reforzar su protección. La verdad es que las lesiones en
el trabajo podrían costar mucho dinero en compensa-
ción para los desarrolladores, por lo que la estrategia
ha sido establecer una política de seguridad al 100 %,
con un control drástico, para que, en caso de acciden-
tes (que sucederán, porque todos cometemos errores)
el desarrollador pueda ser dado de alta financiera (cu-
bierto por el seguro) e incluso moralmente.

349
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

Otra demostración de la hipocresía con respecto a


la protección de la salud fue que la cobertura para la
enfermedad se fijó, en los contratos del Promotor X, a
10 libras por día, que era más o menos el 11 % del sa-
lario normal. La consecuencia esperada era que muy
pocas personas tomarían días libres para recuperarse
o, si lo hacían, que fuese solo durante un corto perio-
do de tiempo. Como resultado, cuando una epidemia
permanente de gripe se extendió en el lugar de tra-
bajo durante al menos cuatro o cinco semanas, con-
tribuyó enormemente a la dureza de la tarea, en un
ambiente ya de por sí frío y húmedo.
Inculcación de una visión de mercado de la socie-
dad en todo el lugar de trabajo: Para convencer a los
trabajadores de la legitimidad de la política de seguri-
dad al 100 %, se presentó una película sobre la Fórmula
1 al equipo arqueológico (figura 6). Su propósito era
ilustrar cómo, en un entorno de trabajo «muy peligro-
so», la seguridad podría incrementarse siguiendo re-
glas estrictas, protocolos predefinidos y repartiendo ro-
les. En primer lugar, la comparación entre la profesión
arqueológica y la Fórmula 1 es particularmente desa-
fortunada. Este último es un entretenimiento peligroso y
extremadamente costoso (financiera y ambientalmen-
te), jugado por los ricos para el placer de los ricos. La
arqueología es una ciencia social que se supone que
sirve al bien común.

350
Arqueología y Neoliberalismo

Figura 6. Reunión de seguridad y salud: incidente de Fórmula


1 (fotografía de Nicolas Zorzin).

A pesar de esta comparación particularmente extra-


ña, el problema era que la película parecía una pre-
dicación ideológica, enfatizando las responsabilidades
individuales, la obediencia a las reglas establecidas
y las tareas limitadas, y con la firme creencia de que
cualquier problema puede ser resuelto por soluciones
técnicas o de gestión. Todo el proceso hizo que los ar-
queólogos dieran la impresión de ser anticuados, poco
profesionales y con una organización anacrónica (leída
horizontalmente) del trabajo, como si fuéramos reminis-
cencias del pasado que no abrazábamos los valores de
nuestra época. Como afirmaba Lagertha:

351
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

Incluso en la Unidad de Arqueología A, un geren-


te afirmaba que el porqué de que la arqueología
hubiera sido golpeada tan fuerte por la recesión
había que buscarlo en nuestra incapacidad para
adaptarnos a la actitud cambiante de la cons-
trucción. Ellos miran a la arqueología como in-
eficiente, por no hacer dinero, ya que ahora de
lo que se trata es de hacer negocios (...) Ellos [el
Promotor X] realmente no entienden que, en rea-
lidad, de esa camaradería viene una mejor prác-
tica, una mejor comprensión, y las personas son
más eficientes porque tienen este entendimiento.
Esto es lo que se nos viene encima (...) pronto no
vamos a ser realmente arqueólogos, sino trabaja-
dores de la construcción.

Además, y como se ilustra aquí, la propaganda de


este desarrollador interno apuntaba a sustituir los valo-
res de solidaridad, cooperación y confianza, histórica-
mente propios de la comunidad de trabajo arqueoló-
gico, con los valores de competencia y rentabilidad
donde se miden los resultados y se crea un clima de
desconfianza permanente en el lugar de trabajo.

La profesionalización como herramienta de conversión


coercitiva e ideológica

Lagertha también dijo que:

En algunas unidades arqueológicas estamos mi-


crogestionados al extremo. Se nos dice dónde

352
Arqueología y Neoliberalismo

limpiar, cómo limpiarlo y luego, si tratamos de


ofrecer una interpretación del área que estamos
tratando, se nos dice «No, se tratará después; solo
tienes que excavar y registrar». Lo siento, pero esta
es la muerte de la integridad de la excavación.
Odio ser microadministrado. No quiero que nadie
esté parado sobre mí diciéndome qué hacer. He
estado haciendo este trabajo mucho tiempo, y
sé cómo hacerlo. Por desgracia, esto es cada
vez más común y se debe a que la arqueología…
bueno, a que algunas empresas están tratando
de profesionalizar la arqueología. En ese proceso
de profesionalización, usted tiene filas y usted tie-
ne que atenerse a su rango. Como arqueólogo,
usted está en la parte inferior y solo están destina-
dos a conocer ciertas cosas. Esa es definitivamen-
te la forma de trabajar de las empresas que están
tratando de profesionalizar. Al tratar de hacer su
empresa profesional están segregando a sus tra-
bajadores y haciendo que los de abajo se sientan
como basura.

La microgestión, como la llama Lagertha, es un pro-


ceso bien conocido de fragmentación que consiste en
descomponer el trabajo en múltiples tareas cuantifica-
bles que se supone optimizan la eficiencia y aumentan
la productividad (Gaulejac 2009: 75). Los trabajadores
(en este caso arqueólogos bien entrenados) son profe-
sionales, es decir, elementos de un sistema.
El aspecto más preocupante de la profesionaliza-
ción es que los debates sobre el trabajo de campo es-
tán dominados por preguntas sobre el cómo, pregun-

353
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

tas progresivamente eliminadoras de la cuestión por


qué, que produce que los arqueólogos sólo discutan
los medios, pero no las metas, ni el panorama general.
Este método gerencial crea un vacío en términos de
significado, desviando a los arqueólogos de los obje-
tivos originales de su trabajo. En este caso de estudio,
los arqueólogos tardaron unos pocos días en sentirse
instrumentalizados por el Promotor X y en comprender
plenamente el alcance de la vasallización de la disci-
plina a los estándares de construcción y la ideología.

Variabilidad de salarios y contratos


Durante nuestro contrato, nos desalentaron expresa-
mente de discutir los salarios, no solo entre los dos tipos
de contratos en uso, sino también con otros trabaja-
dores que nos ayudaban, empleados por el Promotor
X , llevando tierra en baldes y carretillas. Por supuesto,
no cumplimos con esta recomendación y rápidamen-
te descubrimos que los trabajadores ganaban, a pesar
de la ausencia de cualificaciones, y que apenas domi-
naran el inglés, un 50 % más que nosotros a la semana.
Muchos de nosotros éramos graduados con años
de experiencia, muy endeudados debido a préstamos
estudiantiles, y estábamos angustiados por ello. Los tra-
bajadores no cualificados, por supuesto, merecían sus
salarios, pero con cualificaciones comparables, los ar-
queólogos deberían ganar mucho más de lo que ga-
naban (Everill 2007: 134). Un arqueólogo extranjero ex-
perimentado incluso sugirió que, con esta diferencia,
él habría estado feliz de hacer el trabajo de los otros
empleados.

354
Arqueología y Neoliberalismo

Esto es de esperar en un sistema económico neoli-


beral que, según Palley:

Neoliberal policy has been true to its theory,


which maintains that employment protections
and wage rigidities are not needed. The result has
been widening wage and income inequality. For
neoliberals, this is because the market is now pay-
ing people what they are worth. (Paley 2004, em-
phasis added).

Esto ilustra perfectamente lo mucho que el Promotor


X y los arqueólogos creían que valía la pena gastar en
arqueología.
Nuestro contrato de trabajo se terminó dos sema-
nas antes de la fecha de vencimiento debido a que
la tarea se terminó más rápido de lo inicialmente pre-
visto (una semana y media tarde para la remoción del
esqueleto, pero tres semanas y media antes de lo pre-
visto para las acequias medievales y romanas situadas
debajo). Como ilustración adicional de la declaración
de Paley, y como subrayó uno de los arqueólogos ex-
tranjeros en el sitio: «En la industria de la construcción,
si completas un proyecto antes de la línea de tiempo
predefinida, obtendrás un bono, pero en arqueología,
como recompensa por terminar antes, ¡te despiden!».
Finalmente, al final de nuestro contrato, no recibi-
mos ninguna oferta de empleo adicional para Londres.
La única oferta realizada fue una oportunidad para
volver a solicitar la fase 3 del proyecto, prevista para
2-3 meses más tarde. Sin embargo, a los arqueólogos
se les ofreció la oportunidad de permanecer en la Uni-

355
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

dad de Arqueología A y trasladarse a una ciudad del


norte de Inglaterra, con una reducción del 43 % en el
salario, es decir, de 30 600 a 17 400 anuales.
Para comparar, en una lista clasificada por el salario
de 500 profesiones en The Guardian para el Reino Uni-
do en 2012, 17 400 libras anuales se encuentra exacta-
mente entre las posiciones 471 (limpiadores de calles,
que ganan 18 340), y 472 (limpiadores de ventanas,
que ganan 16 693). No es que no sean profesiones res-
petables, pero no implican años de estudios universita-
rios o deudas fuertes estudiantiles.

Conclusión
Nuestro estudio de caso muestra que la estrategia
de desregulación adicional de la arqueología británica
implementada desde 2012 no ha logrado ganar más
reconocimiento para la práctica arqueológica. Por el
contrario, ha reforzado la dependencia del cliente/
promotor, lo que parece haber fomentado una forma
de conversión gerencial y vasallización de unidades
arqueológicas bajo los métodos, hábitos e ideología
de los promotores.
La difusión del conocimiento arqueológico y la co-
municación al público por el promotor es miope, y sirve
esencialmente para apoyar una imagen corporativa
positiva para el Promotor X y mantener su visibilidad en
los medios globales (The Guardian, Le Monde, YouTu-
be, etc.). Entregar el control de la arqueología a un
promotor ha distorsionado aún más los objetivos de la
profesión, con un enfoque que está cada vez más en

356
Arqueología y Neoliberalismo

la eficiencia y la cuantificación. Esta configuración de


gestión perjudica las prácticas arqueológicas, espe-
cialmente a través de la implementación de nuevas
características organizativas, tales como equipos/tur-
nos competitivos.
Además, las políticas de seguridad y salud que crean
y justifican la vigilancia y los métodos punitivos de ges-
tión, tienen como objetivo normalizar las opiniones de
mercado para enmarcar la profesión arqueológica. Y
finalmente, aunque los salarios parecen haber aumen-
tado en los últimos dos años, lo que ha quedado es la
precariedad absoluta de la carrera profesional delos
arqueólogos: sufren contratos cortos o no permanen-
tes, y la esperanza de desarrollar una fructífera carrera
en arqueología, con estabilidad y perspectivas de fu-
turo, es, en el mejor de los casos, todavía vaga.
En consecuencia, los arqueólogos, a cualquier nivel
de responsabilidad (excavadores, asistentes, o admi-
nistradores de yacimientos, como los que eran clara-
mente muy competentes y motivados en la Unidad de
Arqueología A) han sido en gran medida desposeídos
de su trabajo por el Promotor X.
En conjunto, este caso de estudio demuestra que en
una economía desregulada avanzada —no tanto con
la ausencia de regulaciones, sino con la aplicación de
otras regulaciones de acuerdo con las necesidades
del dogma neoliberal— la arqueología no aumenta
en calidad. Lo que sucede es que las prácticas estric-
tamente técnicas y mediocres se normalizan y estan-
darizan.

357
24. Nuevas estrategias de gestión... - Nicolas Zorzin

Esto se hizo posible con la ayuda del NPPF, como


se demuestra en este capítulo, reforzando aún más la
dependencia de las empresas arqueológicas sobre las
necesidades y los caprichos de los promotores. Tam-
bién recibió ayuda de una regulación estatal mínima,
complaciente e ineficaz a través de la privatización de
las estructuras reguladoras estatales existentes, como
el English Heritage Trust e Historic England, y la transfe-
rencia de la mayoría de las responsabilidades relativas
al patrimonio a las autoridades locales, financiera y es-
tructuralmente incapacitadas.
Para concluir con un tono más positivo, hay que re-
cordar que este proceso de conversión gerencial pue-
de ser frustrado. Siempre y cuando sea posible, se pue-
de constituir un simple acto de resistencia señalando,
desde el seno del grupo de arqueólogos interesados,
cuan absurdas son las políticas de gestión, revelando
la ridiculez de su directiva y el total absurdo de su apli-
cación. Después de identificar estas políticas y reve-
lar su naturaleza alienante tanto para la arqueología
como para los arqueólogos, una resistencia de larga
duración podría ser implementada de forma colecti-
va mediante políticas estratégicas que se opongan a
ellas (por ejemplo, fallar deliberada y colectivamente
para cumplir la cuota de desempeño; tomar el tiempo
necesario para registrar las tareas; hacer caso omiso
de la presión de los encargados de la construcción)
y, con el apoyo de una fuerza de trabajo unida, des-
obedecerlas sistemáticamente en todas las formas po-
sibles durante la excavación.

358
25.
NEOLIBERALISMO Y ARQUEOLOGÍA
EN ALEMANIA

Ulrike Sommer y Martin Schmidt

Notas preliminares:
1. Las siguientes observaciones no se considerarán
válidas para toda Alemania. Como resultado de
la estructura federal de Alemania hay grandes
diferencias entre los estados federales, en las es-
tructuras legales (Kolloqium 1999, Martin y Krautz-
berger 2010, www.landesarchaeologen.de) y
administrativas, así como en los objetivos de la
política cultural (Blumenbach 2013).
2. Tradicionalmente, la arqueología prehistórica,
la historia y la arqueología clásica no tienen vín-
culos estrechos en Alemania, y normalmente se
encuentran en diferentes facultades. A conti-
nuación, nos centraremos en la situación de la
arqueología prehistórica.
Como en la mayoría de los países con ley napo-
leónica, los sitios arqueológicos están bajo jurisdicción
estatal en Alemania y las excavaciones necesitan un
permiso de una institución federal. La arqueología pro-
fesional se ha vinculado a las instituciones estatales
desde su origen a principios del siglo xx. La historia y
la prehistoria fueron percibidas como centrales para
la identidad nacional, por lo que la enseñanza sobre

359
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

el pasado y la exhibición pública de reliquias también


quedó bajo control estatal (véase von Plessen 1992).
Desde la década de 1920, las antigüedades patrióti-
cas estaban ligadas a los antepasados alemanes
​​ bajo
el paradigma de la cultura. Los hallazgos fueron asig-
nados a las culturas arqueológicas, igualadas a su vez
con los pueblos prehistóricos (Sommer 2007). A pesar de
que la «arqueología de asentamientos» de Kossina fue
utilizada en la ideología fascista (Leube y Hegewisch
2002), el paradigma de la cultura continuó en uso des-
pués de la guerra sin ninguna discusión metodológica
o teórica (Smolla 1980). La arqueología se presentó en-
tonces como vinculada al progreso técnico, desvelan-
do los misterios y tesoros del pasado con excavaciones
organizadas y técnicas científicas (Schmidt y Wolfram
1993). La organización social prehistórica fue raramen-
te discutida; exposiciones de museos, exposiciones es-
peciales (por ejemplo, Wieczorek 2012, Kircher 2012) y
publicaciones populares centradas en las golosinas,
preciosos artefactos vinculados a élites prehistóricas
y las aventuras del descubrimiento arqueológico. Las
implicaciones políticas de la investigación arqueológi-
ca fueron resueltamente ignoradas. Esta tradición está
todavía muy viva, siendo incluso más prominente aho-
ra con nuevos desarrollos científicos como el análisis
de ADN y de isótopos (Kristiansen 2014; Sørensen 2015;
Müller 2013). Los métodos son vistos como más impor-
tantes que la teoría, todavía considerada con descon-
fianza, especialmente por la generación más antigua
de eruditos y la mayoría de los arqueólogos de campo.

360
Arqueología y Neoliberalismo

Durante la recuperación económica a finales de


los años cincuenta hubo fondos suficientes para la
arqueología y no hubo necesidad de discutir la asig-
nación de recursos o la dirección de los esfuerzos de
investigación. Así, las principales excavaciones y pro-
yectos arqueológicos estuvieron vinculados a estudio-
sos específicos y, a menudo, continuaron los trabajos
iniciados antes de la guerra (Grunwald 2012). Con la
primera crisis económica en 1973, comenzó a discutir-
se la asignación de recursos más escasos, pero no las
prioridades de investigación como tales. A fines de la
década de los ochenta vimos varias llamadas a una
arqueología más basada en la teoría, influida por la ar-
queología angloamericana (Härke 1991; Eggert 1978),
pero esto comenzó a afectar a la arqueología más
tradicional solo después de la unificación de Alemania
Oriental y Occidental en 1990 (Härke 2002 , AG Theo-
rie 2005). La discusión del proceso de Bolonia, que ha
conducido a un cambio radical de la educación uni-
versitaria (Bertemes, Rieckhoff y Schier 2000; Siegmund
2003), fue mucho menos intensa de lo que habría me-
recido su impacto sobre la disciplina, probablemente
porque coincidió con una generación de cambio.
Después de un breve resumen general de la agenda
neoliberal, vamos a discutir tres temas en arqueología:
la educación universitaria, la gestión del patrimonio y
la gestión en los museos.
La agenda neoliberal se desarrolló en Alemania en
los años veinte en respuesta a la crisis económica mun-
dial (Ptak 2008). La forma específica alemana de ordo-

361
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

liberalismo quería que el Estado estableciera el marco


legal para un libre desarrollo del mercado. Después de
la Segunda Guerra Mundial, el canciller Ludwig Erhar-
dt introdujo una variedad alemana de neoliberalismo
moderado, la economía social de mercado, que a
menudo se percibió como la razón del auge econó-
mico de Alemania después de la guerra. Durante los
primeros años del tercer milenio, bajo condiciones de
recesión económica, la versión thatcherista del neoli-
beralismo se ha vuelto cada vez más frecuente bajo
los gobiernos socialdemócrata y conservador. Más o
menos abiertamente reconocido, el neoliberalismo se
ha convertido en el nuevo mantra de la acción del
gobierno. Cada vez más, la mayoría de las áreas de
la vida pública, la infraestructura y la provisión para la
existencia se economizan.
Para el padre fundador del neoliberalismo, Friedrich
August von Hayek, la capacidad del hombre para
comprender su entorno natural y social era limitada.
Cualquier progreso social se logra por la imitación de
individuos exitosos. El conocimiento es un logro indivi-
dual, no hay producción comunal de conocimiento
(Ptak 2008: 399). Así, no la ciencia, sino solo los meca-
nismos del mercado, pueden introducir el progreso,
por procesos puramente evolutivos (Ibíd.: 499). Previ-
siblemente, el interés en las humanidades o cualquier
investigación que no sea inmediatamente comerciali-
zable es débil o inexistente en los círculos neoliberales,
estén interesados en
​​ enfoques teóricos o no.
El economista neoliberal Alfred Müller-Armack afir-
mó que el desarrollo cultural es también totalmente

362
Arqueología y Neoliberalismo

espontáneo. Desde un punto de vista más aplicado,


la cultura y la ciencia pueden ser de uso inmediato
si, por ejemplo, producen ingresos a través del uso en
medios populares o por medio del turismo. La cultura,
principalmente en forma de alta cultura, también apa-
rece entre los factores blandos que pueden hacer que
un lugar o un país sean deseables para los negocios.
Además, la cultura puede usarse para indicar las «su-
tiles distinciones» de Bourdieu (1979) y así amplificar y
perpetuar los límites de clase o, bajo el disfraz de la
cultura de masas (Duarte et al. 2003), servir al propósito
de la pacificación social (Horkheimer y Adorno 1997),
actuando como tranquilizador social y manteniendo a
las masas tranquilas.
Durante décadas, el tipo y el alcance de las finanzas
estatales para la cultura y la investigación en las huma-
nidades han sido muy debatidos en Alemania (Dreyer,
Schmidt y Dicke 2014; Lammert 2004). Existe un amplio
espectro de argumentos, desde la exigencia de man-
tener el statu quo, hasta la afirmación de que se gas-
ta demasiado dinero y no se debe pedir al público en
general que subvencione en absoluto las actividades
culturales. Raramente se pone de manifiesto por qué
la investigación pura en las humanidades ya no debe
ser asequible en uno de los países más ricos de Euro-
pa. Las humanidades en general y la arqueología en
particular «como expertos para lo extraño» (Mittelstraß
2012: 10) podrían incluso reclamar un cierto valor de
mercado. A pesar de ello, los arqueólogos son reacios
a abordar cualquier tema de actualidad, por ejemplo,
la migración, la diversidad étnica y el cambio climáti-

363
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

co, aunque solo ellos puedan proporcionar perspecti-


vas muy necesarias a largo plazo. Esto significa que los
arqueólogos no son percibidos como «intelectuales pú-
blicos» (Tarlow y Stutz 2013) que tienen algo que aportar
sobre temas de interés general (Narr 1990), ya sea en
talk-shows, manuales o proyectos de investigación inter-
disciplinarios. El discurso intelectual está dominado por
filósofos, sociólogos e historiadores. Últimamente tam-
bién se invita a ciertos tipos de científicos a los debates,
pero los arqueólogos son percibidos como figuras chifla-
das, excéntricas y totalmente no intelectuales, definidos
como cavadores de agujeros que encuentran tiestos.
Incluso después del giro material en las humanidades
(Miller 2005), no se consideran conectados a reflexiones
intelectuales sobre la cultura material, y mucho menos
con llegar a conclusiones de relevancia para cualquie-
ra fuera de la disciplina. Mientras que la teoría arqueo-
lógica alemana ha cambiado fundamentalmente en
los últimos veinte años, y esta caricatura ya no es ver-
dadera —si es que alguna vez lo fue— la percepción
pública de la arqueología no ha cambiado y figuras
prominentes en la sección del museo a menudo siguen
alimentando prejuicios populares. Los avances en el
conocimiento arqueológico parecen derivarse de la
aplicación de métodos científicos solamente, y es más
fácil obtener financiamiento para proyectos de ciencia
usando grandes datos que para cualquier cosa que
implique una perspectiva teórica de la cultura y de la
historia. Las publicaciones llamativas en revistas científi-
cas de alto impacto, a menudo muy limitadas, ocultan
una ingenuidad metodológica que a veces es bastan-

364
Arqueología y Neoliberalismo

te chocante, un desarrollo que se vuelve casi inevitable


cuando los métodos aparentemente objetivos como los
factores de impacto y la bibliometría se han convertido
en la principal herramienta para evaluar la excelencia
académica .
En Alemania, la arqueología prehistórica siempre
ha sido considerada como un sujeto profesional, que
produce arqueólogos profesionales. La formación era
puramente académica, con los graduados trabajan-
do en el servicio de antigüedades y recibiendo forma-
ción de los museos en el trabajo. Los prehistoriadores
no suelen ser empleados fuera de la profesión sin re-
entrenamiento (Lorenzen 2007). Se espera que los es-
tudiantes adquieran conocimientos prácticos mientras
trabajan en excavaciones en las vacaciones de vera-
no, o durante las prácticas no remuneradas en museos
y el Servicio de Antigüedades. Al mismo tiempo, existi-
ría una demanda constante de formación universitaria
que prepararía mejor a los estudiantes para los trabajos
de enseñanza, excavación y como conservadores de
museos (Enqueteberichte Kultur der Bundesregierung
2007; Schyedt 2013), y también los prepararía para la
arqueología comercial. Algunos académicos sospe-
chaban que los servicios de antigüedades querían que
las universidades se transformaran en instalaciones pu-
ramente educativas a costa de la investigación aca-
démica gratuita (Narr 1990; Eggert 2001; Ausbildungs-
debatte DGUF). Incluso se afirmó que los servicios de
antigüedades podrían emprender la formación de fu-
turos arqueólogos, y la arqueología académica se vol-
vería superflua (Oexle 2008: 466).

365
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

La arqueología prehistórica y las otras ramas de la


arqueología en general pertenecen a las llamadas dis-
ciplinas menores en Alemania (asignaturas-orquídea).
Como el término implica, son considerados como bas-
tante esotéricos y no tienen mucho atractivo general.
A primera vista, la crisis económica y la progresiva po-
lítica neoliberal no tuvieron un impacto notable en la
presencia universitaria de la disciplina.

1997 2011 2015


Cátedras UFA 44 39,5 42,5
Número de departamentos UFA 27 24 24
Cátedras arqueología 123,5 115 118
Departamentos arqueología 89 80 80

Tabla. 1 Desarrollo de la arqueología en las universidades ale-


manas 1997-2015 (después de http://www.kleinefaecher.de/
entwicklung-der-professuren-und-standortzahlen-in-den-klei-
nen-faechern/, accedido el 23.8.2015).

Sin embargo, estos números ocultan una pérdida de


personal académico por debajo del nivel de profesor
(Berwanger et al., 2012, números exactos no disponi-
bles). La academia alemana es fuertemente jerárquica,
la venia legendi (el derecho —y la obligación— de en-
señar) solo se otorga después de una habilitación, que
incluye un segundo libro publicado y una conferencia
pública. Los profesores que no obtienen ningún trabajo
de profesorado en contratos temporales, o en proyec-
tos financiados por terceros, enseñan de forma gratuita
para no perder su permiso para enseñar, formando un

366
Arqueología y Neoliberalismo

precariado académico1. En 2002, se creó una nueva


posición académica (quinta enmienda de la Hochs-
chulrahmengesetz), la denominada profesor-júnior. Este
contrato temporal permite a los doctorandos enseñar
sin habilitación; eso sí, por menos dinero que los profe-
sores reales y sin seguridad de estabilización. El número
de contratos consecutivos en la misma institución es li-
mitado, porque de lo contrario el empleado tendría de-
recho a un contrato permanente; como consecuencia,
los profesores y académicos a menudo terminan des-
empleados en una edad en la que es difícil encontrar
otro trabajo. Al mismo tiempo, la reorganización del sis-
tema de financiación alemana, con la creación de una
iniciativa de excelencia en 2005, significó que un núme-
ro muy limitado de universidades albergaría proyectos
faro con doctorados y posdoctorales que producirían
un alto número de futuros profesores con especializacio-
nes muy concretas, para los que quedarán muy pocas
oportunidades de empleo.
Con la aplicación del proceso de Bolonia a partir
de 1999, se introdujeron nuevas cualificaciones (grado,
máster) en Alemania. Esta reforma debía conducir a
una educación universitaria más corta y eficiente, una
mejor empleabilidad, títulos equivalentes en toda Eu-
ropa y una mayor movilidad internacional. En arqueo-
logía y en la mayoría de las otras «pequeñas asigna-
turas», ninguno de estos objetivos se cumplió (Herbert
y Kaube 2008). La mayoría de los departamentos de
prehistoria eran demasiado pequeños para ejecutar

1 http://www.faz.net/aktuell /feuilleton/forschung-und-lehre/
akademischer-alltag-privatdozenten-sind-das-uni-prekariat-11657573.html

367
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

programas de licenciatura acreditados por su cuen-


ta. Tuvieron que crear grados conjuntos, ya fuera con
otras arqueologías o con historia, y la mayoría de los
departamentos independientes de prehistoria deja-
ron de existir. Los graduados ahora tienen a menudo
una educación que no los califica para la carrera vo-
cacional tradicional en la arqueología prehistórica ni
para cualquier otra cosa (véase Eggert 2001: 363 y ss.).
Un plan de estudios más corto también significa me-
nos tiempo para adquirir la experiencia práctica más
importante. Los empleadores son reacios a contratar
graduados. En los últimos años se han creado nume-
rosos cursos de maestría en museología, gestión del
patrimonio, conservación, etc., pero normalmente los
graduados ganarán menos que una persona con una
formación académica tradicional.
Con fondos cada vez más reducidos para las universi-
dades, más y más institutos son cerrados, sin ningún plan
general, simplemente cuando una cátedra se retira.
En Alemania, la gestión del patrimonio cultural es
dirigida por los Servicios Federales de Antigüedades.
Tradicionalmente, las principales tareas de la gestión
del patrimonio se han considerado como protección,
conservación e investigación (Landkreis Stade 1990,
Hoffmann 1998). Algunas Leyes de Protección de Anti-
güedades también incluyen la divulgación2, que a me-
nudo es una justificación apologética en el rostro de la
crítica que marca la arqueología como un obstáculo
para el desarrollo económico.

2 http://www.denkmalpflege-bw.de/geschichte-auftrag-struktur/
denkmalpflege-in-baden-wuerttemberg/auftrag-der-denkmalpflege.html

368
Arqueología y Neoliberalismo

Los Servicios Federales de Antigüedades tradicional-


mente llevaron a cabo tanto excavaciones de resca-
te como de investigación. Las discusiones sobre lo que
excavar y cómo excavar fueron (y son) raras, y la im-
portancia social de los monumentos se dio por senta-
da (Oexle 2008: 462). Mientras que el valor de la inves-
tigación orientada a los problemas ha sido enfatizado
(Reichstein 1993; Wendowski 2006: 21), en un tiempo de
disminución de recursos (Siegmund y Scherzler 2015),
la gestión del patrimonio se reduce cada vez más a la
administración del patrimonio.
En la década de 1990, se introdujo la arqueología
profesional, pero no se practica en todos los estados
alemanes (ver las contribuciones en Archäologische In-
formationen 21/2, 1998). Los arqueólogos comerciales
suelen estar muy mal pagados, y la publicación de los
resultados de una excavación generalmente no está
cubierta por el contrato. Además, los desempleados
serían utilizados como excavadores por los Servicios
de Antigüedades, al principio por un salario normal, y
desde 2008 como parte de una reforma de beneficios
(Hartz IV) a menudo por 1 euro a la hora. El empleo de
los egresados de​​ arqueología como obreros, a los que
solo se paga los salarios de los trabajadores no cualifi-
cados, es la práctica habitual. Como muchos arqueó-
logos no están organizados en un sindicato y no existe
un organismo profesional para controlar los niveles sa-
lariales, las condiciones de trabajo o la observación de
los estándares de calidad (Schwellnuss 2000), es poco
probable que esta situación cambie.

369
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

Muchos servicios de antigüedades también em-


plean rutinariamente a arqueólogos en contratos limi-
tados. A menudo, estos contratos constituyen la princi-
pal o única fuente de ingresos, y las personas en cues-
tión se encuentran indefensas durante el tiempo que
transcurre entre los dos puestos de trabajo. Por lo tan-
to, constituyen una reserva barata de mano de obra
cualificada, totalmente dependiente de la buena vo-
luntad de sus directores de línea y sin ninguno de los
derechos de los empleados regulares. No se les paga
por una formación adicional, o incluso tienen dificulta-
des obtener un día libre para atender una conferencia
arqueológica.
Beusing (2011) enumera 372 museos arqueológicos,
instituciones independientes y grandes departamentos
en museos generales en Alemania. Se podrían añadir
más de un centenar de museos arqueológicos a cielo
abierto. En algunos estados alemanes, los museos esta-
tales arqueológicos están vinculados a los servicios de
antigüedades y se supone que actúan como su vínculo
con el público en general (por ejemplo, Wemhoff 2012:
321). Pero las quejas sobre la falta de financiación son
comunes incluso en tiempos de prosperidad económi-
ca (véase Mildenberger 1966), especialmente cuando
afectan a la investigación (por ejemplo, Wemhoff 2012:
321). Todavía hay sumas bastante grandes disponibles
a través de subvenciones, pero son asuntos únicos, y
los museos más pequeños a menudo no pueden soli-
citarlas porque carecen de fondos de contrapartida.
Incluso en tiempos de austeridad, todavía se abrie-
ron nuevos museos arqueológicos en Alemania, a me-

370
Arqueología y Neoliberalismo

nudo vinculados a hallazgos espectaculares y bien pu-


blicitados (Kalkriese, Paläon, Nebra). Pero los políticos
neoliberales apuntan al potencial económico de los
museos que se supone deben promover el desarrollo
económico, especialmente alentando el turismo en
áreas rurales remotas. Esto a menudo no funciona tan
bien como se esperaba, y termina en una lucha para
obtener dinero para los gastos de funcionamiento y
mantenimiento después de una subvención inicial.
En general, la financiación de los museos ha ido dis-
minuyendo constantemente desde 1990. Los políticos
tienden a definir el éxito de un museo por la cantidad
de fondos que pueden aportar a través de las cuotas
de entrada y las subvenciones externas (ICOM 1998).
Así, la recolección, el mantenimiento y la investiga-
ción, las tareas centrales tradicionales de los museos,
no son inmediatamente atractivas para el público en
general, incluso si son el fundamento de cualquier ex-
hibición exitosa, y tienden a ser cada vez más descui-
dados por falta de fondos; lo mismo sucede con otros
trabajos de divulgación. A largo plazo, esto conducirá
a una congelación de las colecciones, de su presen-
tación y de las interpretaciones, que las dejará en un
estado anterior a la crisis.
De todos modos, las exhibiciones de museos tien-
den a ser conservadoras o regresivas, mostrando cosas
agradables de una manera agradable. Si algo cambia,
es a menudo el diseño, no el contenido, que tiende a
ser deprimentemente similar en todo el país. Las expo-
siciones se ordenan cronológicamente, demostrando
el desarrollo técnico y aumentando la jerarquización

371
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

social a través de las edades. Temas como cambios


ambientales antropogénicos, relaciones de género,
conflictos sociales, migraciones o incluso métodos ar-
queológicos rara vez se presentan.
Se podría afirmar, algo maliciosamente, que la ar-
queología prehistórica alemana simplemente no ha lo-
grado adaptarse a un cambio social fundamental. Des-
de sus inicios, la arqueología sirvió a la base ideológica
de los Estados-nación. Su estudio y exhibición forma par-
te de la alta cultura cívica, junto con las artes, la historia
nacional y el patrimonio arquitectónico. Sin embargo, el
valor de la alta cultura como marcador de los niveles su-
periores de la sociedad ha ido desapareciendo a partir
de los años setenta y parece haber perdido completa-
mente su poder en el nuevo milenio (Mittelstraß 2012:
9). La arqueología, como parte de este paquete, ya no
puede reclamar el dinero estatal sin más justificación. A
menudo, la cultura se ve ahora como parte del entrete-
nimiento, no de la educación, y la arqueología alema-
na, a menudo complaciente, sin ambición intelectual
y, según ha afirmado H. Härke (Eckert 2002: 20), gober-
nada por la mediocridad, estaba mal equipada para
entrar en la arena competitiva de la política neoliberal.
La reacción es o bien seguir ignorando los cambios
y trabajar con menos fondos o rodar con los golpes y
cumplir con prejuicios públicos percibidos, presentan-
do la arqueología como una aventura o caza del teso-
ro (Schmidt 2002; Schmidt 2014). Esto hace que la bue-
na publicidad, especialmente en Internet, no haga
nada para mejorar la posición de la arqueología, ya
sea en el discurso académico o en la política.

372
Arqueología y Neoliberalismo

J. Oexle (2008) ha descrito la crisis de la arqueología


tradicional como una oportunidad para reevaluar los
objetivos y métodos de la gestión del patrimonio, y no
hay duda de que una reevaluación es necesaria ur-
gentemente. Sin embargo, si bien la adopción de polí-
ticas neoliberales por parte del gobierno no ha creado
los problemas que sufre la arqueología alemana, sí ha
reducido seriamente la gama de posibles soluciones y
las posibilidades de lograr cambios. Hay menos tiem-
po, menos dinero y, paradójicamente, dadas las reivin-
dicaciones neoliberales, menos libertad para el desa-
rrollo de nuevos enfoques. Tanto la investigación como
la presentación de la arqueología tienen que trabajar
dentro con presión y presentar un éxito a corto plazo.
Ninguna planificación real es posible más allá del pe-
riodo de cinco años de becas o periodos electorales.
La sostenibilidad ya no se valora, sino que la compe-
tencia entre los individuos como factor impulsor del de-
sarrollo, según la ideología neoliberal, es la norma vi-
gente. El cambio frecuente (dentro de un marco siem-
pre similar) se alienta, mientras que los costos sociales
son ignorados. Esto produce un ejército académico
de reserva para el trabajo que es más barato y más
adaptable que los tradicionales mandarines. Una edu-
cación más corta y periodos más reducidos de empleo
también conducen a una descalificación general, con
lo que la intelectualidad finalmente se une al destino
de los artesanos tradicionales.
La industrialización de la ciencia y la cultura sigue la
vía descrita por Horkheimer y Adorno (1997 [1944]: 120-
167) para la industria del entretenimiento: «La verdad

373
25. Neoliberalismo y arqueología... - U. Sommer y M. Schmidt

de que son solo negocios se convierte en una ideolo-


gía para justificar la basura que deliberadamente pro-
ducen» (Ibíd.: 121).

374
26.
EL DESAFÍO DEL NEOLIBERALISMO Y EL
PATRIMONIO ARQUEOLÓGICO EN TURQUÍA:
¿PROTECCIÓN O DESTRUCCIÓN?

Veysel Apaydin

Introducción
Se argumenta que el neoliberalismo es la teoría y la
práctica de la economía que apunta a desarrollar de-
rechos económicos liberales y libres para los individuos
dentro de los conceptos de «propiedad privada, libre
mercado y libre comercio» (Harvey 2005: 2), aunque
se ha convertido en un gran poder que ha controlado
muchas partes de nuestra vida. La influencia del neoli-
beralismo no debe ser desconocida, ya que ha influido
en «la educación, los medios de comunicación, las ins-
tituciones financieras, las instituciones estatales claves
como los departamentos económicos, los bancos cen-
trales de los estados o las instituciones internacionales
como el Fondo Monetario Internacional (FMI)» (Harvey
2005: 2).
El impacto del neoliberalismo ha creado grandes
corporaciones que comenzaron a tener el poder de
instituciones gubernamentales e internacionales que,
a su vez, tienen el poder de administrar la vida de
cada individuo. Esta relación, en otras palabras, que
implica el poder de descentralización, puede ser ex-
plicada por el concepto de gubernamentalidad de
Foucault que revela esta relación de poder (Foucault

375
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

2001). Como sostuvo Foucault (2001: 219-220): «Las ins-


tituciones, los procedimientos, los análisis y las reflexio-
nes, los cálculos y las tácticas que permiten el ejerci-
cio de esta forma muy específica pero compleja de
poder». Mientras, los neoliberales están en contra de
cualquier tipo de reparto de poder; en otras palabras,
los neoliberales rechazan la intervención del Estado en
su comercialización libre porque, como argumentan,
la mejor manera de crear riqueza es evitando cual-
quier intervención estatal.
Dentro del marco teórico del neoliberalismo y de su
práctica, el neoliberalismo ha traído consigo muchas
destrucciones a nuestras vidas, como cambiar el modo
de vida, la forma de pensar de la gente o la estructura
económica (Harvey 2005: 3), generando pobreza para
grandes porciones de la población. Lo más importan-
te es que ha impactado efectivamente en el medio
ambiente en el que vive la gente, modelando además
su construcción de identidad a través de sus entornos,
efectivamente cambiados por las políticas neolibera-
les. La razón principal del cambio en la vida de las per-
sonas es que el neoliberalismo basado en el consumo
de recursos, es decir, para continuar con el llamado li-
bre mercado también necesitan recursos que pueden
ser materias primas para crear negocios.
Sin embargo, la forma de apoyar el crecimiento de
la economía y la búsqueda de nuevos recursos con
políticas neoliberales trajo otros problemas y la viola-
ción de muchos derechos de individuos, grupos y co-
munidades cuyo patrimonio cultural se ha enfrentado
a la destrucción con grandes construcciones como

376
Arqueología y Neoliberalismo

represas, plantas hidroeléctricas, tuberías, ferrocarriles,


etc. Turquía es uno de esos países cuya economía está
fuertemente y no éticamente conformada por las po-
líticas neoliberales. El neoliberalismo se introdujo en los
años ochenta en Turquía, paralelamente al resto del
mundo. Sin embargo, la diferencia de Turquía con res-
pecto a otros países es que el neoliberalismo fue im-
plementado por los militares que tomaron el control
tras una serie de acontecimientos en los años ochenta
(ver Aydın y Taşkın 2014) y después entregado al go-
bierno de derecha que inició las políticas neolibera-
les de privatización, etc. (ver Aydın 2005; Ökten 2006).
Desde entonces, en cada parte del Estado y del país,
la privatización puede verse a menudo. Desde 2002,
con el gobierno conservador, que ha estado en el po-
der en los últimos trece años (ver Aydin y Taşkın 2014),
Turquía ha estado atravesando privatizaciones mucho
más severas (Buğra y Savaşkan 2014: 51) y los proyectos
de construcción con marcadas políticas neoliberales
se comparan con el pasado (véase Başkaya 2013). Se
han establecido centenares de centrales hidroeléc-
tricas y muchas de ellas todavía están en marcha en
toda Turquía (véase Ronayne 2005). Además, la cons-
trucción de proyectos ferroviarios aumentó y, en parti-
cular, las grandes ciudades se han convertido en sitios
de permanente construcción por los nuevos desarro-
llos (Özdoğan 2013).
La protesta del parque Gezi en Turquía podría ex-
plicar cómo las políticas neoliberales han aumentado
y se han convertido en una amenaza para las perso-
nas. En 2013, el mundo fue testigo de fuertes disturbios

377
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

políticos y levantamientos en Estambul/Turquía sobre la


destrucción de un parque y la conversión de la plaza
Taksim en un centro comercial. La protesta se exten-
dió alrededor de Turquía entre los manifestantes y las
fuerzas gubernamentales, lo que resultó en muchas
muertes (ver Taştan y Ete 2014). Por un lado, el parque
contiene varios recuerdos para la gente local desde
principios del siglo xx, y es la única zona verde en el
centro de la ciudad. Por otro lado, el parque en sí es
la zona más rentable en el centro de la ciudad y la
transformación del parque en centro comercial es una
gran oportunidad para obtener más ganancias. Por lo
tanto, el discurso de los enfrentamientos se encuentra
debajo de las políticas neoliberales en Turquía.
El objetivo de este trabajo es exponer y examinar
críticamente cómo las políticas neoliberales han im-
pactado en los sitios arqueológicos y patrimoniales de
Turquía a través de grandes construcciones de presas
y proyectos ferroviarios que han estado en curso en
las últimas décadas. En este documento, brevemente
presentaré las políticas y el mecanismo del patrimonio
en Turquía, y luego pondré en evidencia las represas
de agua y los proyectos ferroviarios y su impacto en los
sitios del patrimonio arqueológico.

Políticas del patrimonio cultural en Turquía


El Estado-nación turco tiene un estricto sistema cen-
tralizado, controlado por la administración pública, y
todas las decisiones se toman de forma centralizada
desde su creación en 1923. Este mecanismo central de
toma de decisiones también se puede ver en el sector

378
Arqueología y Neoliberalismo

patrimonial, controlado por el Ministerio de Cultura y


Turismo. Dentro del ministerio existen mecanismos de
subcontrol como la Dirección General de Monumen-
tos y Museos, que controlan el patrimonio, los museos,
las excavaciones, las prospecciones y gestiona todos
los museos y ruinas estatales (para más detalles véase
Baraldi et al. 2013; Özdoğan 2013) y cualquier otra de-
cisión o aprobación tiene que pasar a través de estos
mecanismos.
La protección y la gestión de la Ley de Antigüedades
en Turquía se remontan a la época otomana, pero se
ha vuelto más estricta y adoptó nuevos desarrollos en el
sector del patrimonio en 1973. En 1983 el férreo meca-
nismo central fue ligeramente descentralizado median-
te el establecimiento de consejos locales de patrimonio
(Özdoğan 2013: 4) dentro de los municipios y en algunas
ciudades. Estos consejos locales han sido responsables
de la gestión del patrimonio cultural en sus áreas. Los
consejos locales se conforman con académicos y espe-
cialistas, que son nombrados por el ministerio.
Aunque los sitios oficiales del patrimonio, es decir, los
sitios registrados, están estrictamente protegidos por
la ley, Turquía ha reconocido y firmado convenios in-
ternacionales sobre el patrimonio, o sigue las normas
de la UE para la gestión y la destrucción de los sitios
patrimoniales. Enumerar los sitios después de la evalua-
ción (y en algunos casos, las excavaciones de rescate)
como insignificantes, permite por lo tanto la destruc-
ción (Özdoğan 2013: 1). También es significativo señalar
que cientos de sitios todavía están siendo destruidos sin
ningún registro (Özdoğan 2013, 2001, 2006; Özdoğan y

379
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

Eres 2012). La principal razón para no registrarse y reco-


nocerse como patrimonio oficial es que estos sitios, edi-
ficios históricos y monumentos, son considerados como
un gran obstáculo para grandes desarrollos.
Turquía es un país geográficamente grande y por lo
tanto tiene gran número de sitios arqueológicos y pa-
trimoniales. Özdoğan (2013: 1) señala que «el sitio no
registrado no existe». Esto es claramente indicar que
si un sitio no está registrado y oficialmente no existe,
la destrucción del sitio, construcción o monumento
se convierten en algo muy común porque no está en
contra de la ley. El número total de sitios arqueológicos
registrados es de más de 10 000, con inclusión de sitios y
centros históricos el número total supera los 11 000. Por
el contrario, Özdoğan (2013: 1) señala que «el número
de sitios arqueológicos publicados supera los 100 000 y
que algunos de los sitios actualmente bajo excavación
no han sido registrados».
Otra cuestión en este sistema centralizado es que,
aunque la arqueología comercial se ha vuelto bastan-
te común en los Estados Unidos y Europa, no se reco-
noce en Turquía desde los años setenta y, por lo tanto,
solo las instituciones oficiales como los museos pueden
ejecutar excavaciones de rescate. Sin embargo, como
he señalado anteriormente, Turquía ha experimenta-
do progresos a gran escala, pero dado el número de
museos y su personal, las instituciones no son capaces
de ejecutar excavaciones de rescate en muchos ca-
sos, aunque los museos han comenzado a emplear
arqueólogos independientes para excavaciones de
rescate en algunos proyectos (véase Özdoğan 2013).

380
Arqueología y Neoliberalismo

Sin embargo, también surge una pregunta con la


presión de los promotores en cuánto arqueología se
refiere; ¿se puede salvar en un tiempo limitado? Los
proyectos de presas en el sureste de Turquía y el pro-
yecto ferroviario de Yenikapı podrían ser una respues-
ta, como comentaré a continuación.

Proyectos de presas en áreas rurales y proyectos


ferroviarios en ciudades: ¿construcción o destrucción?
La destrucción de los sitios del patrimonio arqueo-
lógico en Turquía es un proceso continuo, particular-
mente desde la segunda mitad del siglo xx, cuando
comenzaron los desarrollos a gran escala. Sin embar-
go, la destrucción ha aumentado paralelamente al
aumento de los acontecimientos desde la década de
1980, cuando las políticas neoliberales se introdujeron
en Turquía, como señalé anteriormente. De acuerdo
con los proyectos TAY1, que documentaron la destruc-
ción de los sitios del patrimonio después de los desarro-
llos a gran escala, 367 sitios fueron destruidos en todas
las regiones de Turquía por el Estado. Sin embargo, po-
siblemente miles de sitios, que de acuerdo al registro
oficial no existían, también fueron destruidos. Los sitios
arqueológicos destruidos por desarrollos a gran escala
fueron fechados desde el Paleolítico hasta las épocas
bizantina y otomana (Özdoğan 1998). Aunque Turquía
ha firmado convenios internacionales y cuenta con
una estricta ley de protección de los yacimientos ar-
queológicos, la destrucción ha continuado a través de
grandes desarrollos.
1 Ver http://www.tayproject.org/rapor.html

381
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

En las zonas rurales, los mayores desarrollos son sin


duda las presas y las centrales hidroeléctricas, y Turquía
ha estado desarrollando cientos de ellos en todo el
país. Más de mil presas han sido construidas en los últi-
mos cincuenta años en Turquía, y cientos de ellas toda-
vía se están construyendo2. La Carta para la Protección
y Ordenación del Patrimonio Arqueológico (ICOMOS)
indica claramente que los proyectos de desarrollo son
la mayor amenaza para los yacimientos arqueológicos
y señala las vías y prácticas legislativas para minimizar
la destrucción antes de la construcción3. Aunque Tur-
quía ejecuta las excavaciones de rescate y las pros-
pecciones con el control de la Dirección General de
Monumentos y Museos, esto, por lo general, se man-
tiene en un pequeño porcentaje para la protección
y preservación de los sitios. Por ejemplo, las primeras
excavaciones de rescate y prospecciones se remon-
tan al proyecto de la represa Keban, en el sudeste
de Turquía, de 1967, que fue uno de los proyectos de
represas de mayor escala en el contexto mundial. Sin
embargo, Özdoğan (2000) señala que los arqueólogos
no pudieron examinar más que el 35 % del área entera
de la presa, y dentro del área prospectada más de 60
sitios fueron descubiertos y solo 19 fueron excavados.
El ejemplo más llamativo para la construcción de
presas y los proyectos de rescate arqueológico es tal
vez el sitio conocido como Zeugma, que fue inunda-
do bajo la presa de Birecik, en el sudeste de Turquía,
en 2002. Es interesante saber que el sitio estaba bajo

2 Ver http://www.dsi.gov.tr/baraj-arama
3 Ver http://conventions.coe.int/Treaty/EN/Treaties/Html/143.htm

382
Arqueología y Neoliberalismo

amenaza por el proyecto de construcción desde ha-


cía décadas. Sin embargo, no se permitió ningún tra-
bajo arqueológico hasta 1992, momento en el que ya
era demasiado tarde para salvar la mayor parte de
la arqueología del sitio. Aunque el museo local había
realizado excavaciones con un número limitado de
arqueólogos, las excavaciones de rescate comenza-
ron mucho más tarde y por lo tanto ya era tarde para
salvar la mayor parte del patrimonio de Zeugma (véa-
se Kennedy et al. 1995). La razón principal de esto era
que los promotores no estaban dispuestos a gastar una
gran cantidad de dinero y tiempo para salvar el pa-
trimonio arqueológico. Y porque cada día de retraso
en el proyecto debido a las obras arqueológicas supo-
nía un aumento de los costos de los promotores. Por lo
tanto, las obras arqueológicas se permiten solo por un
tiempo limitado y para cumplir con las normas nacio-
nales e internacionales.
Otro ejemplo llamativo para el desarrollo de un pro-
yecto de presa y la arqueología de rescate es el pro-
yecto de presa Ilisu en el sudeste de Turquía (ver Ro-
nayne 2005). Al igual que otros proyectos de desarrollo,
aunque el proyecto se planificó hace varios lustros, las
prospecciones y excavaciones para salvar la arqueo-
logía comenzaron en la última década. Sin embargo,
considerando el tamaño de la zona y el número de
sitios arqueológicos y el patrimonio oficial y no oficial,
alcanzaba a miles de yacimientos arqueológicos (ver
también Ronayne 2006). Curiosamente, en esta zona
del proyecto de desarrollo, el sitio Hasankeyf (véase
Kitchen y Ronayne 2001), que se data ininterrumpida-

383
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

mente desde Neolítico al periodo medieval, ya había


sido registrado como un sitio arqueológico de primera
clase por el ministerio en 1970, a pesar del hecho de
que el proyecto se llevó a cabo sin tener en cuenta la
Ley del Patrimonio.
Además, el impacto social, ecológico y arqueoló-
gico del proyecto de presa de Ilisu fue mucho mayor
de lo que se esperaba (Kitchen y Ronayne 2002). Por lo
tanto, se iniciaron campañas públicas y académicas
contra las corporaciones internacionales que partici-
paron en la construcción de la presa de Ilisu. Por ejem-
plo, el World Archaeological Congress (WAC) señaló
que:

WAC considers that the violation of social and cul-


tural rights of affected communities, in the con-
text of the lack of any attempt to avoid present
and future impacts by seriously ground for not
proceeding with the construction of the Ilisu dam
itself. WAC asks that current and potential viola-
tions of this sort be regarded as the fundamental
archaeological ground for reconsidering the UK
government’s proposed funding of this project
and, on that basis, requests that your Govern-
ment withdraw its support for it immediately (Mar-
tin Hall, carta al Primer Ministro británico, Tony Blair
en 2006; citado en Kitchen y Ronayne 2002: 103).

Después del alcance público y académico, el go-


bierno británico suspendió sus garantías de crédito
para el proyecto y la empresa británica se retiró del
proyecto (véase Kitchen y Ronayne 2002). Este resulta-

384
Arqueología y Neoliberalismo

do una vez más indica el hecho de que la arqueología


pública puede ser eficaz en la toma de decisiones y
puede tener un gran impacto en la protección de los
sitios del patrimonio arqueológico contra grandes de-
sarrollos. Sin embargo, después de que las empresas in-
ternacionales se retiraron del proyecto, el estado turco
ha continuado el proyecto con sus empresas y créditos
alternativos de otros países.
Paralelamente a la construcción de presas, también
se continuaron las excavaciones arqueológicas y las
excavaciones financiadas por la Agencia de Agua del
Estado de Turquía. Las prospecciones arqueológicas y
las excavaciones se han llevado a cabo en un total de
4 ciudades como Diyarbakır, Batman, Mardin y Siirt, y la
financiación para el trabajo arqueológico ha sido de
77 millones de dólares desde 2009. Además, teniendo
en cuenta la superficie y el patrimonio arqueológico
afectados por la presa, se han concedido grandes su-
mas de financiación para el proyecto (para más deta-
lle de la arqueología de la región véase Algaze 1989;
Algaze et al. 1991; Tuna y Öztürk 1999; Tuna y Velibe-
yoğlu 2002; Tuna et al. 2004).
Para el caso de los proyectos de desarrollo urbano,
quizás la construcción más grande fue el proyecto de
metro de Marmaray-Metro en Estambul, que tiene 76
km de largo. La parte más llamativa de este proyec-
to fue que no hubo prospección arqueológica y ex-
cavaciones antes de que comenzara la construcción.
En contraste, se informó de que ninguna arqueología
sería dañada porque el túnel se había construido en el
fondo marino y estaba, por tanto, mucho más debajo

385
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

de cualquier yacimiento arqueológico (Özdoğan 2013:


4). Sin embargo, durante la construcción, el túnel al-
canzó edificios del periodo bizantino y el Museo de Es-
tambul tuvo que comenzar excavaciones de rescate
en el trazado del túnel (véase Kızıltan 2007, 2010, 2011).
Como resultado del gran trabajo que ha hecho el mu-
seo, se descubrió un increíble patrimonio arqueológico
del Neolítico al bizantino y otomano (Kocabaş 2008;
Kızıltan 2010). Sin embargo, la presión de los promoto-
res detuvo las excavaciones de rescate en muchos lu-
gares. Aunque los arqueólogos y el Museo de Estambul
han hecho un gran trabajo (véase Özdoğan 2013), no
se sabe cuánta cultura material fue destruida durante
este desarrollo a gran escala.

Conclusión: ¿desarrollo o protección?


En este trabajo he intentado arrojar luz sobre los
grandes desarrollos que aumentaron después de la in-
troducción de las políticas neoliberales en la economía
turca, y la protección de la arqueología en Turquía. Me
he centrado principalmente en las presas en las zonas
rurales y un breve ejemplo de proyecto ferroviario en
la ciudad más grande de Turquía. Sin embargo, otra
amenaza para el patrimonio arqueológico en Turquía
está en las construcciones de vivienda, que se constru-
yen sin ninguna supervisión arqueológica en los alre-
dedores de las grandes ciudades. También he querido
llamar la atención sobre la imagen de la destrucción
del patrimonio arqueológico como resultado de gran-
des desarrollos. Aunque el camino de las políticas neo-
liberales y su implicación en el Estado y la comunidad

386
Arqueología y Neoliberalismo

sigue cambiando y se adapta a las exigencias del siglo


actual, la Ley del Patrimonio en Turquía aún no ha me-
jorado.
Un aspecto muy significativo para la protección del
patrimonio arqueológico de la Ley del Patrimonio es
el desarrollo de cartas arqueológicas para ciudades y
áreas rurales. La mayoría de las ciudades de Europa
tienen cartas arqueológicas y patrimoniales, y por lo
tanto antes de cualquier construcción deben ser con-
sultadas y, si fuera necesario, llevar a cabo excavacio-
nes y movimientos de objetos a museos (o bien preser-
varlos in situ). Sin embargo, en Turquía todavía no exis-
te una carta arqueológica. Por lo tanto, hasta que la
construcción comienza y golpea los restos arqueológi-
cos, no se sabe qué patrimonio arqueológico existe en
la zona. En muchos casos, debido a que los promotores
no tienen que emplear a arqueólogos durante la fase
de proyecto o en los inicios de la construcción duran-
te el movimiento de tierra, muchos sitios arqueológicos
son destruidos. En Londres, los desarrollos a gran escala
se construyen, pero la diferencia entre el Reino Unido
y Turquía es que los promotores tienen que emplear a
los arqueólogos para que vigilen durante el movimien-
to de tierras. En consecuencia, si se expone cualquier
resto arqueológico, la construcción se detiene en esas
áreas y se ejecutan excavaciones de rescate. Aunque
esta no es la única solución, minimiza el daño al patri-
monio arqueológico. Sin embargo, en la ley turca del
patrimonio, la arqueología comercial aún no existe. En
muchos casos, solo se permite a museos realizar exca-
vaciones de rescate y prospecciones si fuera necesa-

387
26. El desafío del Neoliberalismo - Veysel Apaydin

rio. Sin embargo, debido a la falta de personal espe-


cializado en el museo, en la mayoría de los casos los
museos no son capaces de ejecutar esos proyectos.
Además de mejorar la legislación sobre patrimonio
en Turquía, los proyectos de arqueología pública de-
ben acelerarse y concedérseles mayor importancia
para aumentar la conciencia del patrimonio entre las
comunidades cuyo pasado está siendo destruido por
los acontecimientos a gran escala. Como en el caso
de la declaración de WAC y su éxito, que detuvo el
apoyo del gobierno británico al proyecto de la presa,
los académicos también deben cuestionar su papel y
lugar, y dar más importancia a las bases para aumen-
tar la conciencia pública contra las destrucciones.

388
27.
EPÍLOGO:
ARQUEOLOGÍA COMO ACCIÓN POLÍTICA

Randall H. McGuire

The mode of being of the new intellectual


can no longer consist in eloquence, which is an
exterior and momentary mover of feelings and
passions, but in active participation in practical
life, as constructor, organizer, ‘permanent per-
suader’ and not just a simple orator.
Antonio Gramsci (1971:10)

Hace más de ochenta años, Antonio Gramsci, des-


de una cárcel fascista, acusó a los intelectuales de
abandonar las actividades esotéricas y la animación
académica y entrar en la vida práctica de la lucha
política. En el siglo xxi, pocas actividades intelectuales
parecen más esotéricas que la arqueología. Vine Delo-
ria (1997: 211) comentó: «Vivimos en una sociedad tan
rica y tan estructurada que tenemos el lujo de pagar
salarios de seis cifras a las personas que saben un poco
sobre los patrones de alfarería de un pequeño grupo
de la gente antigua». Sin embargo, el poder político
de la arqueología surge de este exotismo y aparente
irrelevancia para la vida práctica. En los ámbitos de la
lucha por la economía, las ideologías, la política y las
identidades, la arqueología se ha utilizado tradicional-

389
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

mente para apoyar al sistema. Los nacionalistas se han


movilizado para crear mitologías del nacionalismo bur-
gués, a veces con consecuencias horripilantes como
en el caso nazi (Arnold 1990) o la mezquita Babri en
Ayodhya, India (Romey 2004). En otros lugares, como
la antigua sede de la Gestapo en Berlín (Fundación
Topografía del Terror 2005) y en el Estadio Víctor Jara,
donde la dictadura chilena torturó y ejecutó cientos
de personas (San Franciso et al. 2010) la arqueología
ha usado su potencial para enfrentar el statu quo (Li-
ttle y Zimmerman 2010, Funari et al. 2010). La praxis ar-
queológica puede ayudar a crear un mundo más hu-
mano una vez que los arqueólogos se convierten en
algo más que simples oradores (González-Ruibal 2012;
Atalay et al. 2014).
La acción humana debe existir en el cerebro de la
gente antes de que pueda ser realizada. La gente a
menudo se dedica a producir y mantener su mundo
social con un mínimo de comprensión, imaginación o
conciencia crítica. La conciencia humana también
puede conllevar la contemplación liberadora, creati-
va y crítica, y con tal contemplación la gente puede
comprometerse en la acción para cambiar su mundo
social. La gente puede darse cuenta de esta posibili-
dad y de que pueden subvertir y transformar el mundo
que hacen en su vida cotidiana. Tal acción teórica-
mente informada, orientada hacia objetivos y poten-
cialmente transformadora define la praxis. La praxis
efectiva requiere conocer el mundo, criticar el mundo
y actuar en el mundo.

390
Arqueología y Neoliberalismo

Michael Shanks y yo (1996) creemos que la arqueo-


logía debe ser una destreza que combata la aliena-
ción unificando corazones, manos y mentes. Los ar-
queólogos dominan el arte de usar restos materiales
para interpretar experiencias y situaciones humanas.
Como destreza, la arqueología es más que un conjun-
to de teorías, métodos o técnicas. Es una práctica con
una gama de esfuerzos de lo técnico a lo interpretati-
vo, de lo práctico a lo creativo. Nuestra autoridad está
en nuestro oficio. La gran mayoría de los arqueólogos
practican esta destreza para adquirir conocimiento
del mundo. Varios arqueólogos han tratado de criticar
el mundo y el lugar de la arqueología en él. Pero pocos
han entrado plenamente en la dialéctica de la praxis y
construido una arqueología de la acción política.

Comprometiéndose con la praxis


La idea de praxis comienza con la teoría, y la rea-
lización de la praxis en la experiencia y la lucha con-
cretas impulsa la reconsideración de esa teoría. Hay
múltiples maneras de construir praxis en la arqueolo-
gía. Los arqueólogos han mezclado arqueologías crí-
ticas en varias formas y matices (Conkey 2005; Trigger
2006; Fernández 2006; Atalay 2012). El color primario de
mi investigación siempre ha sido rojo, un marxismo dia-
léctico y relacional (McGuire 1992, 2008). He encontra-
do el rojo compatible y complementario con muchos
otros tonos. Cuando es apropiado, puede basarse en
teorías compatibles y complementarias en las intersec-
ciones de las teorías dialécticas marxistas, feministas e
indígenas para mezclar rojos más agradables.

391
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

Pero no todos los enfoques teóricos contemporá-


neos en la arqueología contemporánea nos ayudan
a construir la praxis. Los usos arqueológicos de la teoría
de las agencias y de la teoría de actores y redes sur-
gen de las ideologías neoliberales que oscurecen las
relaciones de poder y abruman cualquier intento de
praxis en el mundo. Estas teorías chocan con el color
rojo.
Agencia se ha convertido en una palabra de moda
en la arqueología anglófona. Las discusiones arqueo-
lógicas sobre la agencia tienden a centrarse en las ac-
ciones de los individuos como remedio a un determi-
nismo materialista (Dobres y Robb 2000). Este enfoque
en el individuo encaja perfectamente como un com-
ponente de la ideología neoliberal dominante, de la
globalización y del capitalismo de consumo moderno
(McGleton y Wurst 2002; Bernbeck y McGuire 2011). De
hecho, dado que estos arqueólogos aceptan uno de
los mitos fundamentales más importantes del capita-
lismo, el individuo autónomo, este enfoque no puede
ser radical ni transformador (Thomas 2004: 138). La re-
ducción de la agencia a las acciones de los individuos
es problemática. Los individuos no solo viven en la so-
ciedad; ellos deben hacer que la sociedad viva. Una
visión dialéctica supone que ni la sociedad ni el indivi-
duo existen como cosas esenciales ni autónomas, sino
que estos términos resumen las complejas redes de re-
laciones sociales que crean esas cosas. Los arqueólo-
gos necesitan estudiar la agencia porque en ausencia
de agencia, la praxis es imposible. Sin embargo, de-
ben centrarse en la agencia colectiva que reconoce

392
Arqueología y Neoliberalismo

la integridad de la acción humana en las relaciones


sociales.
Más recientemente, algunos arqueólogos han abra-
zado la teoría de actores-redes de Bruno Latour (1993,
2005) (véase Van Dyke 2015 para un resumen). Latour
urge a los académicos a seguir las conexiones entre las
personas y las cosas a través del espacio y el tiempo.
Desprecia el estudio del poder social o la adopción de
medidas sociales hasta que el estudioso ha rastreado
completamente la miríada de vínculos que forman las
redes sociales. El rastreo de las redes es potencialmen-
te una tarea infinita y mientras, los científicos sociales
persiguen laboriosamente desentrañar todas las co-
nexiones que la gente sufre (Winner 1993: 445). Latour
pasa por alto el hecho fundamental de que solo los
poderosos pueden ignorar las relaciones de poder.
La acción social transformadora ocurre cuando las
personas luchan juntas para promover sus intereses co-
munes (Saitta 2007). Una conciencia compartida de la
identidad y el interés del grupo hace posible tal agen-
cia colectiva. Tal conciencia puede estar basada en
clase, género, etnia, raza, sexualidad o alguna combi-
nación de todas ellas. Y la conciencia social nace de
la reproducción y la producción de la vida cotidiana.
La capacidad de los grupos humanos y las comunida-
des para participar en la agencia social depende, en
parte, de las evaluaciones subjetivas de sus miembros
sobre sus identidades e intereses, y sobre los procesos
y relaciones históricas que entablan con otros grupos y
comunidades. La experiencia vivida, la cooperación,
el diálogo y la lucha, producen conciencia. La lucha

393
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

surge del hecho de que la praxis de un grupo inevita-


blemente se opondrá a la praxis de otros grupos. Por
esta razón, tanto la concienciación como la praxis
pueden fracasar y con frecuencia resultan en conse-
cuencias imprevistas.
En la Guerra del Campo de Carbón de Colorado
de 1913-1914, los mineros y sus familias crearon la con-
ciencia de clase necesaria para la solidaridad de una
huelga (Larkin y McGuire 2009). Las experiencias com-
partidas de hombres, mujeres y niños en el lugar de tra-
bajo y en el hogar elevaron esta conciencia. Al final,
su agencia colectiva fracasó al perder la huelga. Sin
embargo, la masacre de mujeres y niños movió a más
estadounidenses a apoyar causas progresistas que fi-
nalmente condujeron a más derechos y mejores bene-
ficios y dignidad para los trabajadores.
Muchos arqueólogos abogan por una arqueología
radicalmente multivocal que requiere que los arqueó-
logos rindan su autoridad como eruditos y cualquier
reclamo de conocimiento privilegiado. Una multivoca-
lidad relativista deja a los eruditos sin ninguna manera
de identificar o rechazar voces tontas, delirantes o per-
niciosas. Una epistemología dialéctica que hace hin-
capié en la crítica y el conocimiento proporciona una
alternativa a una multivocalidad relativista. Como Oll-
man (2003: 12) comenta: «Lo que entendemos acerca
del mundo está determinado por lo que el mundo es,
por quiénes somos y por cómo llevamos a cabo nues-
tro estudio». La observación de Ollman acepta que
hay un pasado real, pero también reconoce que no
podemos saber que el pasado parte de su realización

394
Arqueología y Neoliberalismo

en el presente. Así, los estudiosos producen conoci-


miento a partir de las observaciones que hacemos del
registro arqueológico y del contexto social en el que
nos hallamos. Una epistemología dialéctica busca so-
pesar igualmente las subjetividades del saber y las rea-
lidades del mundo, pero no reduce el conocimiento a
ninguna de las dos. Esta es una epistemología intencio-
nalmente incómoda. Rechaza la seguridad del cono-
cimiento verdadero así como la complacencia de la
subjetividad. Esta incomodidad y tensión proporciona
los medios para evitar los peligros de cualquiera de los
extremos.
En un enfoque dialéctico, la evaluación del conoci-
miento implica una dialéctica entre las cuatro ces: co-
herencia, correspondencia, contexto y consecuencia
(McGuire 2008). La coherencia se refiere a la armonía
lógica y teórica de nuestras interpretaciones. La corres-
pondencia considera cómo nuestras interpretaciones
se ajustan a las observaciones que podemos hacer
del mundo. El contexto refleja el medio social, políti-
co y cultural de las interpretaciones. Por último, la con-
secuencia implica una seria consideración de lo que
interesa a nuestras interpretaciones servir a las comu-
nidades con las que trabajamos. Así, la forma en que
conocemos el mundo es una mezcla compleja del
mundo mismo, los métodos que usamos para estudiar
el mundo y nuestro contexto social como eruditos en el
mismo. Este conocimiento complejo proporciona una
base para hacer cambios en el mundo que altera el
mismo y requiere nuevos conocimientos. Las relaciones
sociales, la lucha política y la ética nunca se definen

395
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

tan clara y distintamente en la realidad como lo son


en las discusiones abstractas. Siempre serán complejos,
desordenados, ambiguos y precarios. Las cuatro ces
proporcionan una guía para la acción, pero no resuel-
ven, eliminan o reducen la complejidad e incertidum-
bre de la vida real.
La correspondencia reconoce que las observacio-
nes empíricas solo se vuelven significativas, solo se con-
vierten en conocimiento, a través de discursos sociales
sobre el mundo. Estos discursos ocurren en el presente
e implican intereses sociales y políticos. Aceptar que
el conocimiento es social y político, sin embargo, no
significa que las observaciones empíricas no puedan
corresponder o no corresponder con la realidad (Ea-
gleton 2002: 103-109). Decir que la Constitución Espa-
ñola de Cádiz fue escrita en 1812 implica una noción
occidental del tiempo, el uso del calendario gregoria-
no y prejuicios sobre la importancia de este aconteci-
miento. La observación requiere una conciencia cul-
turalmente construida de cómo dar sentido al mundo,
pero corresponde a la realidad, mientras que la obser-
vación de que el tratado de Cádiz fue firmado el 23 de
diciembre de 1951 no lo hace.
Los arqueólogos necesitan conservar cierta autori-
dad sobre la producción de conocimiento para eva-
luar la correspondencia. Los arqueólogos se entre-
nan de forma especial para dominar las habilidades
de nuestro oficio. Las personas deben ser educadas
para pensar arqueológicamente, para adquirir los co-
nocimientos básicos necesarios para la investigación
arqueológica y para aprender habilidades técnicas.

396
Arqueología y Neoliberalismo

Los arqueólogos hacen interpretaciones en todos los


niveles, desde el primer transecto de una zanja hasta
la elección de ilustraciones para el informe final. Dar-
se cuenta de que el arte de la arqueología implica la
interpretación no significa, sin embargo, que sea sim-
plemente subjetivo, o que cualquiera pueda hacerlo.
Como arte, la arqueología puede usarse para promo-
ver los intereses de muchas comunidades.
Los arqueólogos necesitan conservar la autoridad
de nuestro oficio cuando los intereses de las comuni-
dades surgen de concepciones del mundo que care-
cen de correspondencia con nuestras observaciones
empíricas, o que entran en conflicto con nuestro cono-
cimiento existente. Los eruditos públicos nos desafiaron
a «decir la verdad al poder». Pero, ¿qué deben hacer
los investigadores cuando las ficciones apoyan a los
subordinados y desafían a los dominantes? Si maneja-
mos falsedades políticamente convenientes para apo-
yar la causa, perdemos toda autoridad en la lucha.
No podemos «decir la verdad» con el engaño (Conklin
2002). Las reivindicaciones de conocimiento arqueoló-
gico necesitan tener cierta independencia de los inte-
reses de los grupos sociales. Esta independencia surge
de nuestro oficio y de la comunidad de profesionales.
Nuestro arte vive en la comunidad de arqueólogos,
y para desarrollar, criticar, revisar y mejorar ese oficio,
los investigadores siempre deben interactuar con la
comunidad de arqueología. Es la comunidad de ar-
queólogos que revisa, valida y critica el arte de la ar-
queología, y a través de este proceso crítico otorga
autoridad a nuestro oficio. El diálogo interno de la ar-

397
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

queología es indispensable, pero no es todo lo que la


disciplina debe ser.
La arqueología como disciplina sirve a los intere-
ses de clase y, como profesión u ocupación, tiene su
propia estructura de clase. Tradicionalmente, la ar-
queología ha sido una práctica de clase media que
satisfizo las necesidades de la clase media. En América
del Norte y Europa, la reducción de la financiación pú-
blica para la educación y la hipercompetencia entre
las empresas de arqueología comercial socavan la ar-
queología y la sustituyen por los principios del mercado
de flexibilidad, competencia y ganancia (Zorzin 2015).
La corrosión de este capitalismo rápido ha llegado tan-
to a la academia como a la gestión de recursos cultu-
rales. Cada vez más, la arqueología depende de un
proletariado de ayudantes de enseñanza, auxiliares y
técnicos de campo que las universidades y empresas
explotan cada vez más (McGuire 2008).
Para que los arqueólogos trabajen eficazmente
con las comunidades, especialmente aquellas co-
munidades al margen de la clase media tradicional,
necesitamos entregar algunos de nuestros privilegios.
Este privilegio no debe ser la autoridad que viene de
nuestro oficio. Más bien, debe ser la libertad programá-
tica para determinar las cuestiones, la sustancia y los
aspectos del registro arqueológico que estudiaremos
(Atalay 2012). En una praxis de la arqueología, estos
factores deben fluir de un diálogo con las comunida-
des con las cuales trabajamos. Al colaborar con estas
comunidades para definir los objetivos de la investiga-
ción, las preguntas y los métodos de nuestros estudios,

398
Arqueología y Neoliberalismo

tenemos la oportunidad de participar en una praxis


que transformará la arqueología, las comunidades y el
conocimiento.

Trabajando con las comunidades


Una praxis emancipadora solo puede existir en con-
textos reales de relaciones sociales, luchas, intereses,
instituciones y agentes. Por lo tanto, una de las pregun-
tas más importantes debe ser, ¿cómo trabajamos con
las comunidades?
Los arqueólogos han utilizado cuatro enfoques di-
ferentes que se superponen para interactuar con las
comunidades: (1) la oposición implica luchar y frustrar
los intereses de una comunidad; (2) la educación impli-
ca la impartición y la adquisición de conocimientos, así
como el desarrollo de los poderes de razonamiento y la
adquisición de la autoconciencia; (3) la consulta impli-
ca una discusión entre dos o más partes para resolver
una cuestión o pregunta en particular; (4) la colabo-
ración requiere que los grupos sociales cooperantes
asimilen sus metas, intereses y prácticas en un diálogo
que avance los intereses de todos en la colaboración.
Cada uno de estos enfoques tiene su lugar en una ar-
queología emancipatoria, pero solo la colaboración
conducirá a la praxis.
Cuando los arqueólogos entran en un área para ha-
cer investigación, entran en un contexto social creado
históricamente. Los arqueólogos entran en este con-
texto social como seres sociales plenamente constitui-
dos, con sus propias identidades basadas en la clase,

399
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

la raza, la etnicidad, el género, la profesión, la sexuali-


dad y la nacionalidad. Las comunidades evaluarán ini-
cialmente a los arqueólogos en base a su percepción
de esas identidades, a su experiencia histórica con los
grupos sociales que los estudiosos representan y a las
relaciones de poder entre ellos y los investigadores. Los
arqueólogos no podemos asumir que los miembros de
la comunidad nos juzgarán por nuestras intenciones o
personalidades. Las comunidades estereotiparán la ar-
queología y a los arqueólogos individuales. Una com-
prensión histórica de los contextos sociales proporciona
a los arqueólogos la oportunidad de contrarrestar los
estereotipos y de interactuar más eficazmente con los
grupos sociales afectados por nuestra investigación, a
la vez que ayuda a los arqueólogos, también, a decidir
con qué comunidades debemos oponernos, educar,
consultar y/o colaborar.
Algunas comunidades usan el pasado para promo-
ver intereses ante los que los arqueólogos deben opo-
nerse y resistir. Ejemplos: la arqueología nazi en Europa
(Arnold 1990), y la arqueología nacionalista hindú en
la mezquita Babri en Ayodhya, India (Romey 2004). Los
arqueólogos que abrazan una ética de la emancipa-
ción humana deben disputar estas voces maliciosas.
La cuestión de cómo actuar es más difícil cuando las
relaciones dentro de las comunidades subordinadas
alienan a las personas. Oponerse a las desigualdades
dentro de las comunidades con las que trabajamos
podría alienar a la comunidad y/o poner al estudio-
so en una postura paternalista. Aquí el arqueólogo
debe sopesar cuál será el costo más grande de metas

400
Arqueología y Neoliberalismo

emancipatorias en términos de alienación dentro de


la comunidad. Si la emancipación para la comunidad
significa una mayor alienación para algún subconjunto
de sus miembros, entonces necesitamos cuestionar el
esfuerzo mayor.
Las comunidades y sus relaciones resultan de proce-
sos históricos de lucha y conflicto de cooperación. Una
praxis emancipatoria sirve a los marginados y desafía
a los dominantes. La naturaleza multifacética y contra-
dictoria de las relaciones sociales por lo general hace
que esto sea difícil de hacer. Rara vez hay un solo opre-
sor inequívoco que domine claramente a otros grupos.
Visto desde una perspectiva universal, las relaciones
de poder pueden parecer claras. Los grupos subordi-
nados pueden incluir relaciones internas opresivas de
poder entre géneros, facciones, grados de edad, et-
nias u otros parámetros sociales. Una erudición eman-
cipadora no puede simplemente ignorar las relaciones
internas opresivas en la lucha por promover los intere-
ses del grupo en la sociedad en general.
La clave de la praxis radica en la colaboración (Ata-
lay 2012; Silliman y Ferguson 2010). La colaboración se
produce cuando individuos y/o grupos sociales traba-
jan juntos con metas, intereses y prácticas integradas.
El diálogo de colaboración va más allá de una preo-
cupación instrumentalista para resolver un conflicto o
respetar los derechos y responsabilidades. Este diálo-
go debe ser transformador de las partes involucradas.
Cada grupo social aporta diferentes recursos, habili-
dades, conocimiento, autoridad y/o intereses a un es-
fuerzo colaborativo. La colaboración implica la com-

401
27. Arqueología como acción política - Randall H. McGuire

binación de estas cualidades distintivas en objetivos y


prácticas compartidas. La colaboración efectiva ge-
neralmente comienza con la definición de un objetivo
o problema para que todos los involucrados puedan
tener voz en esta definición. En una praxis emancipa-
toria, por su parte, la colaboración da a los grupos su-
bordinados una mayor voz en la práctica de los grupos
dominantes. Como praxis, la colaboración unifica el
conocimiento, la crítica y la acción para transformar la
práctica de los arqueólogos y las comunidades con las
que trabajamos.

Pensamientos finales
El poder de la arqueología para involucrarse en una
praxis política radica en su aparente irrelevancia para
la vida política y la acción. Las consecuencias políticas
de la arqueología no suelen tener costos directos para
la vida de las personas o para cuestiones políticas. La
inflación no aumenta si sobrevaloramos el volumen de
comercio de obsidiana en el Neolítico del Levante, y
no podemos derribar un gobierno británico exponien-
do las desigualdades sociales en la cultura Wessex. Sin
embargo, es la aparente irrelevancia y la inutilidad de
la arqueología como una herramienta política lo que la
ha convertido en un instrumento eficaz de la ideología.
Las luchas políticas sobre el pasado son ante todo
ideológicas porque su naturaleza política suele ser en-
cubierta, ocultada u oscurecida. La arqueología pro-
duce símbolos, conocimientos y patrimonio que dan
lugar a la conciencia de la identidad de grupo y que
son invocados para inspirar y justificar la agencia so-

402
Arqueología y Neoliberalismo

cial. Los grupos realizan luchas poderosas sobre lo que


se recuerda y lo que se olvida del pasado (Van Dyke y
Alcock 2003). Los arqueólogos y el conocimiento que
hacemos son parte de esas luchas, nos guste o no. Lo
que elegimos para recordar, lo que elegimos estudiar,
qué preguntas hacemos y cómo enmarcamos las res-
puestas, tiene importancia política para la identidad,
el patrimonio, la agencia social y el llamado capitalis-
mo rápido. Sostengo que debemos tomar estas deci-
siones en una praxis consciente de la arqueología.

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SOBRE LOS AUTORES

Jaime Almansa Sánchez


Incipit, CSIC (España)
almansasanchez@gmail.com

Pablo Aparicio Resco


PAR Arqueología y Patrimonio Virtual (España)
aparicio.pablo89@gmail.com

Veysel Apaydin
Institute of Archaeology, UCL (Reino Unido)
veysel.apaydin.09@ucl.ac.uk

Patricia Ayala Rocabado


Independent researcher (Chile)
payala_rocabado@hotmail.com

Xurxo M. Ayán Vila


Universidade NOVA de Lisboa (Portugal)
xurxo.ayan@gmail.com

461
Sobre los autores

Pedro A. Carretero Poblete


UNACH: Universidad Nacional de Chimborazo (Ecuador
pcarretero@unach.edu.ec

Beatriz Comendador Rey


Universidade de Vigo (España)
beacomendador@uvigo.es

Monique H. van den Dries


Leiden University (Países Bajos)
m.h.van.den.dries@arch.leidenuniv.nl

Omran Garazhian
University of Neyshabour (Irán) &
Free University of Berlin (Alemania)
garazhian@neyshabur.ac.ir

Juan José Guerrero García


Arkeopatías (México)
arkeopatias@gmail.com

Alejandro Haber
Universidad Nacional de Catamarca (Argentina)
afhaber@gmail.com

Dawid Kobialka
Institute of Archaeology and Ethnology. Polish Academy
of Science (Polonia)
dawidkobialka@wp.pl

462
Arqueología y Neoliberalismo

Antonio Lafuente
Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC (España)
antonio.lafuente@cchs.csic.es

Randall H. McGuire
Binghamton University (Estados Unidos)
rmcguire@binghamton.edu

Alfonso Monsalve Romera


Universidad de Granada (España)
alfonsomonsalveromera@hotmail.com

Laurent Olivier
Musée d’Archéologie nationale de Saint-Germain-en-
Laye (Francia)
laurent.olivier@culture.gouv.fr

Leila Papoli-Yazdi
Free Univerity of Berlin (Alemania)
papoli@gmail.com

Eva Parga-Dans
Instituto de Productos Naturales (IPNA-CSIC) (España)
eva.parga.dans@hotmail.com

José Roberto Pellini


Universidade Federal de Sergipe (Brasil)
jrpellini@gmail.com

463
Sobre los autores

Paz Sastre
Universidad Autónoma Metropolitana (México)
pz.sastre@gmail.com

Martin Schmidt
Institute of Archaeology, UCL (Reino Unido)
martin.schmidt@landesmuseum-hannover.de

José Mª. Señorán Martín


Independent researcher (España)
jose.m.senoran@gmail.com

Rafael Soler Rocha


Independent researcher & professional archaeologist
(España)
solerrocha83@gmail.com

Ulrike Sommer
Institute of Archaeology, UCL (Reino Unido)
u.sommer@ucl.ac.uk

Henry Tantaleán
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú)
henrytantalean@yahoo.es

Juan Reynol Bibiano Tonchez


Arkeopatías (México)
arkeopatias@gmail.com

464
Arqueología y Neoliberalismo

Alicia Torija López


Tufts Skidmore (España)
alitorlo@yahoo.es

Gustavo Verdesio
University of Michigan (Estados Unidos)
gverdesio@gmail.com

Juan Manuel Vicent García


Instituto de Historia, CSIC (España)
juan.vicent@cchs.csic.es

Flora Vilches
Universidad de Chile (Chile)
floravilches@gmail.com

Antonio Vizcaíno Estevan


Universitat de València (España)
tonovizcainoestevan@gmail.com

Nicolas Zorzin
Academia Sinica (Taiwán)
zorz66@hotmail.com

465

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