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La secuenciación de contenidos en educación musical

Pasqual Pastor Gordero

La educación musical en Primaria se propone suscitar una experiencia viva y directa de la música que permita
descubrir qué es, para qué sirve, conocer cómo se construye y funciona su lenguaje, su valor de uso social, y
disfrutar de ella a través de la escucha inteligente y de la praxis interpretativa.

Este encuentro con la música abarca una gran variedad de contenidos: conocimientos del lenguaje musical,
formación auditiva, práctica vocal-coral e instrumental, audición musical activa, interpretación e invención,
análisis y uso de partituras, etc.

Esta gama de contenidos se traduce en una gran diversidad de experiencias didácticas y de modalidades de
acción. Pero, a la vez, nos advierte de algunos de los riesgos en los que puede incurrir la educación musical:
la fragmentación de sus contenidos y/o la polarización de su enfoque formal a favor de una de las modalidades
de intervención.

El desarrollo curricular de la educación musical plantea, por ello, la necesidad de satisfacer una doble exigencia:
por una parte, la de concretar un plano operativo de organización general del proceso de enseñanza-
aprendizaje que refleje la interacción de los contenidos en el marco de una estructura orgánica, y por otra, la
de propiciar la construcción de itinerarios de trabajo capaces de responder a la diversidad del alumnado con
cuya cooperación se ha de producir la experiencia viva y participativa de la música.

Cuadro 1
Esta propuesta de secuenciación de los contenidos de la educación musical (consultar cuadros que aparecen a
lo largo del artículo) se ha ido configurando a lo largo de la experimentación llevada a cabo en una red de
centros de la Comunidad Valenciana. La reflexión sobre la praxis (los agujeros negros, las polarizaciones, etc.)
ha llevado a la formulación de esta propuesta fruto de una serie de decisiones teórico-prácticas tomadas en
torno a los aspectos siguientes: conceptualización del área de conocimiento, variables de la selección y
organización de los contenidos, secuenciación por ciclos.

La educación musical como adquisición y uso de un lenguaje

La música como lenguaje

La música es una manifestación constitutiva del ser humano, una forma particular de contenidos cognoscitivos,
emotivos, estéticos, sociales y culturales de la experiencia humana.

Para el que la compone, para el que la interpreta o para el que simplemente la escucha, la música se revela
como una organización inteligente de la realidad pensada sub specie sonora, la forma de pensar el mundo con
los sonidos. Es una construcción mental, un sistema de representación simbólica, llevada a cabo a partir del
sonido como materia prima, mediante la selección y organización formal de sus elementos en estructuras de
significado. Por analogía con el lenguaje hablado-escrito, se dice del sonido musical que configura un sistema,
altamente formalizado, dotado de un vocabulario, una morfología y una sintaxis propios. Aunque, como es
obvio, el lenguaje musical escapa a la concreción denotativa-informacional que caracteriza a otros lenguajes.

La consideración de la música como lenguaje permite situarse en la doble perspectiva de la experiencia


estética: una, por medio de la cual cada organización sonora musical concreta se revela como un conjunto de
significados, como una forma peculiar de expresar y/o de expresarse; se refiere a qué dice esta música, qué
tipo de "discurso" construye, qué funciones de uso social desempeña. Otra, superpuesta y derivada de la
anterior, fruto de la indagación y el análisis de los componentes estructurales (morfosintácticos) de la obra;
responde a cómo está dicho musicalmente, qué materiales emplea, cuáles son sus procedimientos de
organización.

De la experiencia sonora a la música. El sonido como objeto de conocimiento

Las niñas y los niños sienten una curiosidad natural por descubrir el mundo que les rodea. Y es el caso que el
medio natural y social en el que viven es sonoro. Sea como agentes o como pacientes, esta dimensión de la
realidad impregna su experiencia humana física, psíquica y mentalmente. La educación musical es un espacio
para el desarrollo de una "cultura de la escucha" en la que el silencio, el sonido y el ruido se convierten en
objeto de conocimiento y en valores socioculturales en la relación con los otros.

El universo sonoro no es sólo algo que está ahí, envolviendo al niño, fuera de él. Es también el resultado de
sus acciones, de su interacción con la realidad. El movimiento de las cosas y las acciones humanas dejan
siempre unas huellas peculiares, los sonidos. Cada sonido es un fenómeno físico, una vibración mensurable;
pero constituye, a la vez, la señal de una presencia, susceptible de representar un movimiento o una acción,
de ejercer la función de signo, de símbolo. Vibración y signo, materia y pensamiento, naturaleza y lenguaje...
cada sonido nos cuenta una pequeña historia: la imagen auditiva de las cosas.

De ahí deriva la satisfacción que siente el niño al producir sonidos, al descubrir su habilidad exploratoria con
los objetos, al punto de emplearlos como material de sus juegos. A menudo su interés rebasa el aspecto físico
del sonido. El placer de escuchar y de producir sonidos le lleva a convertirlos en material simbólico, sintiendo
cómo ellos consiguen despertar en él efectos psicomotores, psicoafectivos y mentales. A veces, incluso,
desarrollando juegos sonoros mediante construcciones fantásticas de carácter narrativo o descriptivo, tejiendo
con ellos redes de significado. El sonido se convierte para el niño en objeto de conocimiento y elemento
mediador de su experiencia y de la imagen del mundo que va construyendo.
Cuadro 2

Cuadro 3

¿No es ésta, precisamente, la tarea que desarrollará el músico? La selección del material acústico y de unas
formas concretas de organización del sonido presuponen, por parte del compositor y del intérprete, una
transformación del sonido físico en material simbólico, en elemento de mediación psíquica y mental.
Los contenidos de la educación musical. Variables de organización

La educación musical toma como punto de partida esta experiencia inicial del niño con el fenómeno sonoro
musical. Su desarrollo radica en la progresiva capacidad de penetrar en el mundo de la música.

La primera variable de organización de los contenidos son los elementos constitutivos de la música. Pertenecen
a la fuente epistemológica del currículum: la música como área de conocimiento. Comprende:

- El ritmo (duración, pulsación, medida, esquema rítmico, tempi, células rítmicas, fraseo, polirritmia, etc.).

- La melodía (registros, intervalos, series, escalas, ámbitos, tonalidad, modo, motivos, fraseo, diseños, etc.).

- El timbre (sonoridad, cuerpo, instrumentos, agrupaciones instrumentales, clasificaciones, etc.).

- La armonía (funciones tonales, acordes, cadencias, etc.).

- La dinámica (fluctuaciones de intensidad, expresión, etc.).

- La forma (elementos de la forma, formas elementales, en la música tradicional, clásica, pop, etc.).

La planificación de estos contenidos requiere una forma de organización lineal basada en criterios lógicos de
gradualidad, en la medida en que la propia estructura de los conocimientos del lenguaje musical va marcando
unos grados de dificultad de aprendizaje. Esto no quiere decir que el desarrollo de estos contenidos en el aula
esté determinado por este esquema lógico de organización. La secuencia de desarrollo de los contenidos viene
determinada por la conjugación de esta variable (fuente epistemológica) con las otras dos siguientes
(materialización de las fuentes psicológica, pedagógica y didáctica).

Otros contenidos derivan de los diferentes modos como podemos tratar -y de vérnoslas- con la música:
escucharla, producirla y/o concebirla (en el doble sentido de crearla y de pensarla). Son procedimientos de
trabajo, estrategias de aprendizaje. Se trata, en fin, de propiciar una experiencia musical en el niño mediante
la emulación de los mismos roles y procedimientos que emplea el músico: la escucha inteligente del melómano,
el análisis del crítico musical, la recreación (juego y arte) del intérprete e, incluso, la invención imaginativa del
compositor. Es la compenetración y recurrencia cíclica de momento productivo, la práctica (explorar,
interpretar, improvisar) con el momento reflexivo (escuchar, analizar, comprender).

El conjunto de estos ámbitos de la educación musical ejerce la función de segunda variable de organización
de los contenidos.

El proceso de desarrollo de la musicalidad se inicia con el reconocimiento auditivo de los elementos y de las
organizaciones del sonido musical: ritmo, melodía, dinámica, timbre, armonía y forma (ámbito preceptivo). El
ámbito cognoscitivo desarrolla la capacidad de relacionar las estructuras morfosintácticas de la música con los
contenidos semánticos, revelando su intencionalidad comunicativa. La práctica musical (vocal-instrumental)
activa una serie de habilidades sensomotoras de precisión y control interpretativo (ámbito técnico). Por su
importancia para el desarrollo de la musicalidad se incluye, como un ámbito específico, la educación de la
capacidad de inventiva musical y la improvisación vocal-instrumental (ámbito ideativo). Completa el ciclo el
conocimiento y uso funcional de la representación escrita de la música (ámbito notativo).

Cada uno de estos ámbitos comprende el conjunto de los contenidos de la primera variable, es decir, de los
elementos constitutivos de la música. Pero en cada ámbito se abordan desde una óptica diferente,
correspondiendo cada uno a un conjunto de habilidades y/o procedimientos musicales distintos. Estos ámbitos
sugieren una constelación de experiencias didácticas de actividad individual y en grupo, tales como escuchar,
bailar, conocer, cantar, tocar algún instrumento, inventar melodías y canciones, etc.
Cuadro 4

La voz, el movimiento y los instrumentos son medios expresivos musicales; sus manifestaciones son el canto,
la danza y la interpretación musical. No obstante, ejercen, además, una función didáctica, la de servir de
elementos mediadores, o recursos didácticos, de los procedimientos que comprende cada uno de los ámbitos:
audioperceptivo, cognoscitivo, técnico, ideativo. La mediación de la voz, el movimiento y los instrumentos,
favorece la experimentación -con y el conocimiento- de los elementos constitutivos del lenguaje musical:
ritmo, melodía, armonía, forma, agógico-dinámica, tímbrica, notación. En este sentido se entienden como
tercera variable de organización de los contenidos.

El plano operativo de organización de los contenidos resulta, pues, de la articulación de las tres variables:

1. Elementos constitutivos del lenguaje musical.

2. Ámbitos de la educación musical.

3. Elementos mediadores: voz-movimiento-instrumentos.

A partir de este plano de organización se pueden elaborar itinerarios de trabajo para todo un ciclo o etapa, o
itinerarios más cortos, como unidades didácticas o actividades concretas.

El proceso de elaboración de los itinerarios es el fruto de las decisiones concretas que se tomen respecto a
cada una de las tres variables. Unas veces, el punto de partida es la decisión del ámbito, que delimita la
modalidad de acción que se prefiere desarrollar; le sigue la selección del contenido concreto del lenguaje
musical que hay que abordar, especificando el grado de dificultad, en función de los conocimientos previos del
alumnado; la elección de uno o más de los elementos mediadores concreta definitivamente la actividad o
actividades que se van a desarrollar. Otras veces puede partirse de un contenido concreto del lenguaje musical,
elegir el ámbito, decidir el elemento mediador.

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