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Los resultados 2016 muestran que con una inversión del 3.6%
del producto bruto interno (PBI) para educación, el Perú está
logrando que la mitad de los estudiantes de segundo de
primaria (46%) alcance el resultado esperado en lectura y un
tercio (34%), en matemática. El 2007, año en que se iniciaron
estas evaluaciones, la situación era muy diferente, pues la
inversión en educación fue del 2.5% del PBI y solo el 15.9% de
estudiantes lograron resultados satisfactorios en lectura y 7.2%
en matemática. Es decir, mientras que la participación de
educación en el PBI se incrementó en un punto, los resultados
en lectura se triplicaron y en matemática se multiplicaron por
cinco (cifras Escale del Ministerio de Educación).
Estos datos no hacen sino confirmar lo que la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)
señala en sus análisis de la prueba PISA: por debajo de un
umbral de 5,000 dólares de inversión por alumno, cada dólar
bien invertido representa una mejora en educación. El Perú, en
los parámetros OCDE, invierte hoy 2,011 dólares por alumno.
La pregunta que debemos hacer a nuestro gobierno y a toda la
clase política es: ¿qué educación queremos para el Perú y
cuánto estamos dispuestos a invertir en ella? ¿Cuál es el
tamaño de nuestra ambición y cuál es nuestra meta al 2021?
El Perú es el país con menor inversión en educación de
América Latina, entonces ¿nuestra meta será alcanzar al
siguiente en la tabla, República Dominicana (2,426 dólares al
año), Chile (4,060 dólares) o queremos aspirar a una
educación como la de Finlandia (10,152 dólares) o Singapur
(13,061 dólares)?