Sunteți pe pagina 1din 3

Robert Zubrin desarrolló un sistema que puede hacer de Marte un planeta muy similar a la Tierra.

El proyecto, que
consta de cinco pasos, demoraría unos 1000 años en ser completado. Si crees que es mucho tiempo, recuerda que los
planes alternativos desarrollados por otros científicos implican tiempos de 20.000 a 100.000 años.

El plan de Zubrin contempla la necesidad de crear agua, anhídrido carbónico y oxigeno, de manera que los futuros
habitantes de Marte no necesiten un traje especial. A continuación las etapas a seguir para llevar a cabo dicho
proyecto:
El plan comienza enviando múltiples misiones tripuladas a Marte, que deberán buscar minerales, depósitos de hielo y
construir un domo habitable. Esta etapa podría estar terminada en el 2150.

Lo primero es calentar el planeta, cuya temperatura debería aumentar unos 60 grados para resultarnos cómodo. Zubrin
sugiere utilizar grandes espejos en orbita (de unos 100 km. de diámetro) apuntados al planeta.

Otra alternativa es estrellar varios asteroides de mas de 2.5 Km. de diámetro, cuyo impacto levantaría suficiente polvo
para crear un “efecto invernadero”. La tercer alternativa implica construir plantas alimentadas por energía nuclear que
liberen gases con “efecto invernadero” a la atmósfera. Según sus cálculos, cinco de estas plantas serian capaces de
calentar el planeta en unos 30 años.
El proceso de terraformación continuaría liberando el anhídrido carbónico contenido en las rocas del planeta. Este gas
fue atrapado por el suelo al descender la temperatura hace millones de años, y seria necesario restituirlo para lograr
una presión atmosférica razonable.

Esta etapa estaría completa en el año 2200, podría dotar a Marte de una atmósfera primitiva, con una presión de un
quinto de la terrestre.
La tercera parte de esta propuesta consiste en aprovechar esta incipiente atmósfera creada para sembrar el planeta
con árboles. Estos deberían encargarse de transformar el CO2 en oxigeno.

En esta etapa, con una presión atmosférica aun baja, los humanos serian capaces de deambular sin traje espacial, pero
aun necesitarían llevar su propio oxigeno.
El siguiente paso implica la cosecha de las plantas muertas, de modos que no devuelvan el CO2 a la atmósfera al
descomponerse. La ingeniería genética debería aportar plantas mas eficientes en la producción de oxigeno.

Por último, solo hay que esperar 1000 años. Si todo sale como prevé el científico, en el año 3300 podríamos pasearnos
por el planeta rojo (que ya no sería más de ese color) sin necesidad de soportes vitales extra. Seguramente hay
muchas cosas por resolver, tales como la construcción de los espejos o el desvio de los asteroides, pero no deja de ser
emocionante saber que al menos hay gente pensando en ello.

Si hay algo en lo que están de acuerdo todos los pioneros de la ingeniería


planetaria es que el mejor planeta para terraformar es Marte. Ahora bien,
ninguna civilización presente o futura puede destinar gran cantidad de recursos
durante tiempo ilimitado a una empresa dada. Esto quiere decir que la
terraformación de Marte cuenta, además de los problemas tecnológicos, con un
serio handicap: debe hacerse en un tiempo razonable. ¿Cuánto? Del orden de
unos 500 años.

El primer paso a dar es obvio: aumentar la temperatura en superficie de Marte,


que traería de la mano un cambio su atmósfera. Para conseguirlo sólo tenemos
que pensar en el efecto invernadero. Luego deberemos instalar factorías
productoras gases invernadero artificiales que no contuvieran cloro ⎯pues
trabajarían en nuestra contra al atacar una futura capa de ozono⎯, como el
perfluorometano (CF4). Así, si se libera al mismo ritmo que los CFCs en la
Tierra (1.000 toneladas por hora) la temperatura media del planeta aumentaría
10 ºC en una pocas décadas.

Esta temperatura provocará que grandes cantidades de dióxido de carbono


encerradas en un tipo de roca marciana, los regolitos, se libere, lo que haría
que el planeta se calentara aún más rápido. También se podría usar amoniaco,
otro gas invernadero. Una buena fuente para ello son los asteroides que se
encuentran más allá de la órbita de Júpiter, que se supone poseen altas
cantidades de amoniaco y agua congelados. Sólo habría que darles un
pequeño empujón (del orden de 1.100 km/h para uno situado en la órbita de
Urano) y dirigirlos contra Marte. Si chocase contra el polo, la energía del
impacto contribuiría a evaporar el agua, contribuyendo al efecto invernadero
(un impacto de este tipo es capaz de evaporar un lago de 150 km de diámetro y
50 m de profundidad). El resultado neto sería la formación de una atmósfera
marciana con unas más que aceptables presión y temperatura atmosféricas.
Esta sería la parte fácil.

La insolación sobre Marte habría que aumentarla, como mínimo, en un 30%,


para acercarla a la terrestre. Esto sería posible mediante la instalación de
espejos en órbita del tipo de las velas solares que hoy se están investigando.
Una vela solar no es otra cosa que un espejo con un alto poder de reflexión:
cuando los fotones de luz golpean del espejo, le transmiten el impulso
necesario para mover el vehículo. En nuestro caso esto no es lo importante,
sino que reflejen la máxima luz posible. Los componentes básicos de la
navegación solar los tenemos en nuestras cocinas: el papel de aluminio y ese
plástico fino que utilizamos para envolver los alimentos. El aluminio es el
material reflectante; el plástico, la estructura resistente sobre la que se monta.
Por ejemplo, el mylar aluminizado es un buen material de “baja tecnología”
para nuestros intereses. Inicialmente se podría colocar un espejo de 125 km de
radio a una distancia de 214.000 km (unos dos tercios de la distancia Tierra-
Luna) para fundir los polos. Claro que también existe un modo más sutil:
cambiar la cantidad de luz que absorben. Simplemente extendiendo una capa
de polvo sobre los polos podemos conseguir que absorba más cantidad de luz
solar y, por tanto, vaya aumentando gradualmente su temperatura.

A continuación deberían conseguirse unos niveles válidos de nitrógeno y


oxígeno en la atmósfera. Para ello, Martyn Foggpropone la volatilización de
nitratos y carbonatos mediante dos métodos, a cada cual más catastrófico: por
impactos meteoríticos dirigidos o por minería nuclear. Ambas consiguen la
volatilización in situ de estos elementos mediante la inyección de calor en
profundidad.
La activación de la hidrosfera puede parecer una empresa más sencilla, pero
no lo es tanto. Con el aumento de la temperatura el hielo que se supone existe
a unos cuantos metros por debajo de la superficie, en el permafrost, saldría a la
superficie. Sin embargo, allí parece ser que no hay suficiente agua. La única
manera de añadir agua a Marte es mediante un intenso bombardeo cometario,
algo que ya sucedió cuando la Tierra era joven. De hecho, se supone que el
30% del agua que hoy existe sobre la Tierra ⎯casi la tercera parte del agua que
bebemos⎯ proviene de aquellos cometas. Teniendo en cuenta que cada año
cruzan la órbita de Marte unos seis cometas, sólo habría que ‘arreglarles’ una
cita con nuestro planeta vecino. Esta violenta transformación marciana
implicaría, evidentemente, una evacuación de los asentamientos humanos
hacia los polos.
Tras 300 años de intensa labor ingenieril, Marte tendría una temperatura global
de 8ºC, una presión total de unos 240 milibares (la presión normal en la Tierra
es de 1013) y agua corriendo por el 10% de su superficie con una profundidad
media de 70 m. La pequeña cantidad de oxígeno liberado en la atmósfera
empezaría a formar el ozono suficiente para detener parte de la radiación
ultravioleta. En estas condiciones, la siembra de algas y otro tipo de vida
microbiana acuática sería factible: su supervivencia estaría asegurada a una
profundidad de 10 m por debajo de la superficie del agua.

Llegados a este punto, el problema más acuciante de la terraformación es la


presencia de nitrógeno en la atmósfera. Los procesos biológicos que liberan
nitrógeno tardarían miles de años en llegar a los niveles necesarios para hacer
la atmósfera marciana adecuada para el ser humano; un plazo de tiempo
totalmente desproporcionado para un proyecto de ingeniería planetaria. Pero
relativamente cerca los ingenieros planetarios disponen de una fuente
prácticamente inagotable de nitrógeno: el satélite de Saturno Titán.

Así, 500 años después del comienzo del programa, la humanidad podrá
asentarse en Marte. No será demasiado parecido a la Tierra: no llevaremos
escafandra, pero sí equipos de oxígeno (que no pesarán demasiado pues la
gravedad es un tercio de la terrestre), veremos agua corriendo por la superficie
y cierto verdor producto de las plantas genéticamente modificadas para
sobrevivir en ese medio ambiente. Poco a poco iremos convirtiendo Marte en
otra Tierra, en un proceso más lento, pues el establecimiento de una biosfera
adecuada es muy complejo y laborioso. Por desgracia, un Marte habitable
exige una intensa labor de mantenimiento: será la época dorada de ecólogos e
ingenieros. El control de esta biosfera artificial sería el objetivo principal y al
que se dedicarían los mayores esfuerzos por parte de los futuros “marcianos”:
éste es el precio a pagar por reproducir la Tierra en otro lugar.

http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/10339567/Terraformacion-de-Marte.html

http://amperioverde.wordpress.com/2011/01/18/terraformacin-de-marte/

S-ar putea să vă placă și