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PREJUICIOS

Es bien sabido que el porfiriato fue una época de modernización y avance para el
país, llegaron muchas cosas nuevas que incrementaron la economía y también la
cultura. A consecuencia surgieron las clases, y como ya se menciona en el apartado
sobre el clasismo, estas se hicieron cada vez más notorias, separadas mucho las
unas de las otras. La educación, el ambiente de desarrollo y las condiciones de vida,
dieron pauta para que distintos prejuicios y estereotipos surgieran entre la gente, no
sólo entre aquellos que diferían de clase social, si no también en aquellos que
convivían de manera directa y por alguna u otra razón, no seguían las pautas de
una sociedad regida por la religión.
La sociedad de la época era verdaderamente machista y proliferaba mucho el
pensamiento de la mujer como un ama de casa perfecta y que le daría hijos al
esposo, como las palabras de Beatriz en el libro; “[…] La biblia dice que una mujer
no esta completa sin un hombre[…]”. A si mismo el libro nos deja ver lo mucho que
la mujer estaba reprimida, pudiendo vestir solo con ropas largas para así evitar
verse “como una cualquiera”. Influenciada completamente por la religión, el tener
relaciones sexuales antes del matrimonio era prácticamente algo prohibido, un
pecado para muchos incluso, lo mismo con cualquier tipo de situación que atentara
contra la familia. La mujer debía dedicarse a la casa, saber cocinar y ser una buena
esposa, porque si no, prácticamente fallaría en la vida.
Los colegios también influían mucho en el pensamiento, ya que por aquellos días
los colegios católicos regidos por monjas era lo más popular, principalmente para
las señoritas. Ahí se les enseñaría a ser mujeres, cuyo único objetivo en la vida
sería casarse y tener hijos. El libro hace referencia también a “El manual de
Carreño”, cuyas páginas explican explícitamente el como deber comportarse,
modales y actitudes que se debe tener, y para el personaje de Beatriz es como una
segunda biblia.
La influencia de las clases afecta mucho a los prejuicios también, ya que había
“niveles”. Solo ciertas personas eran dignas para casarse con otras y los extranjeros
tenían sus privilegios. Se distinguen en la lectura explícitamente el como la clase
alta rechaza a la baja, simplemente por un linaje. Al igual, las mujeres de la época
se esforzaban por casar a sus hijas con hombres de buen porte y los hombres
debían buscar buenas y atentas mujeres. En la novela, uno de los hijos de Beatriz
se ha casado con una mujer que ella considera indigna, la cual se esfuerza por
atormentar cada vez que tiene oportunidad. Con esta situación también podemos
ver que si una mujer no era capaz de dar a luz, entonces era su culpa, no más que
su culpa.
Como en cualquier sociedad fielmente católica, las relaciones entre personas del
mismo sexo eran satanizadas, aborrecidas y odiadas. Un rumor así podría destruir
una familia y reputaciones enteras, cosa que casi ocurre dentro de la novela.
Seguida por su fiel pensamiento católica, Beatriz odiará a su hijo Julio, que ha
mantenido una relacionadas de este tipo con un joven llamado Arturo. El odio se
expresa perfectamente en la siguiente cita: “El levítico claramente dice que un
hombre que se echa con otro como quien lo hace con una mujer, cómete un acto
de abominación, que en tiempos del rey Salomón se castigaba con la muerte”. Así
pues estas relaciones eran repudiadas.
Estos son los prejuicios más destacables, juntos los que había hacia los indígenas
y personas que nacían del pecado, como el personaje de Pablo, cuyo padre no es
digno para la gran familia Montejo, así pues, durante todo el libro vemos clara
discriminación a las distintos clases que se nos presentan, habiendo más prejuicios
en unas que en otras.

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