Sunteți pe pagina 1din 21

TERCERA UNIDAD

EL GOBIERNO

JORGE ASTUDILLO MUÑOZ


jastudillo@unab.cl
VIÑA DEL MAR
2019

CARRERA DE DERECHO
SEDE VIÑA DEL MAR
FACULTAD DE DERECHO UNAB
I.- INTRODUCCIÓN

Recordemos que las funciones clásicas del Estado son: a) la función legislativa;
b) la función gubernativa; c) la función jurisdiccional; d) la función contralora; y e) la
función constituyente.

La función gubernativa “es aquella que tiene por objeto la conducción del
Estado en sentido estricto” y reconoce tres subfunciones, a saber: a) la ejecutiva; b) la
administrativa; y c) la política.

Debemos, además considerar que en Chile tenemos un sistema presidencialista


donde la figura del presidente de la República juega un rol político fundamental tanto
en el plano interno como en el plano internacional.

En las líneas que siguen se analizarán los principales aspectos del estatuto
jurídico constitucional de este importante órgano del Estado.

Si bien tradicionalmente en nuestras constituciones se hablaba de “poder


Ejecutivo”, “Poder Legislativo” y “Poder Judicial”, la Carta Fundamental de 1980
utiliza la denominación “Gobierno” para referirse a la primera de las tres funciones
clásicas de Estado.

Dicha denominación es la correcta, pues la función ejecutiva es solamente una


de las tres subfunciones del órgano de gobierno como ya se ha señalado.

II.- ESTATUTO DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA1

El artículo 24º de la Constitución dispone:

“El gobierno y la administración del Estado corresponden al presidente


de la República, quien es el Jefe de Estado.
Su autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación
del orden público en el interior y la seguridad externa de la República,
de acuerdo con la Constitución y las leyes.
El 21 de mayo de cada año, el presidente de la República dará cuenta al
país del estado administrativo y político de la Nación ante el Congreso
Pleno”.

1 El título de presidente de la República correspondió por vez primera al Almirante Manuel Blanco
Encalada, el año 1826.
Entonces, atendido el texto literal del artículo 24 ya transcrito, podemos señalar:

a) Que el Gobierno corresponde a un órgano que se denomina presidente de la


República;
b) A su vez, este presidente de la República es al mismo tiempo “jefe de
Gobierno” y “jefe de Estado”, esta característica es propia de los regímenes
presidenciales, como el de nuestro país. Ello marca la diferencia con los
sistemas parlamentarios, que se caracterizan, entre otras cosas, por la
existencia de dos autoridades diversas: una que ejerce la jefatura de Estado
y otra que ejerce la jefatura de Gobierno, como es el caso del sistema inglés.

1.- Aspectos orgánicos y formales

De acuerdo con el artículo 25º de la Constitución, para ser elegido presidente


de la República2 se requiere cumplir con los siguientes requisitos:

- Tener la nacionalidad chilena según lo dispuesto en los números 1º ó 2º del


artículo 10º de la misma Constitución. Es decir, se debe haber adquirido la
nacionalidad chilena en virtud de una fuente originaria de la nacionalidad.

- Tener cumplidos los treinta y cinco (35) años.


- Poseer las demás calidades necesarias para ser ciudadano con derecho a
sufragio. Ahora bien, se entiende que el ciudadano con derecho a sufragio es
aquel que no se encuentra en ninguna de las hipótesis establecidas en el artículo
16º de la Carta Fundamental. (El artículo 16 enumera los casos en que el
derecho a sufragio se suspende).
Cabe destacar que la Ley de Reforma Constitucional N° 20.050 de 2005, modifica
en dos sentidos las antiguas exigencias para ser electo presidente. Dejando de ser
requisito el hecho de haber nacido en territorio de Chile, cambiándose simplemente por
el ser chileno por vías “no adquiridas”. Además, se rebaja la edad mínima para ser
electo presidente, de 40 a 35 años, uniformándose esta última como la edad exigible
también respecto de Senadores (Art 50 CPR).

La misma norma que estamos analizando además prescribe que la duración del
mandato presidencial es de 4 años, sin reelección.

2
Los requisitos se exigen, al igual que lo hacía la Carta de 1925, “para ser elegido”, y no como lo
establecía la Constitución de 1833, que decía “para ser Presidente de la República se requiere…”, lo
que hacía suponer que los requisitos eran necesarios sólo en el día en que el candidato elegido tomara
posesión del cargo, y no en el momento de la elección.
La reelección del presidente de la República es un tema discutible, así algunos
sostienen que la duración en el cargo de presidente de la República no debe ser
excesivamente breve, pues se requiere de tiempo para llevar a cabo un programa de
gobierno; otros en cambio son partidarios de períodos más bien cortos, con el objeto
de fomentar la alternancia en el poder; otros prefieren períodos breves con posibilidad
de reelección, pues de esta manera será la ciudadanía la que en definitiva decidirá la
continuidad o no del presidente en ejercicio, renovándole o revocándole la confianza
en él depositada.

Y tan discutible es este punto, que en nuestra historia constitucional se han


adoptado distintas soluciones. Así, en la Carta Fundamental de 1925, el presidente de
la República duraba en su cargo por un periodo de seis años y que no podía ser reelegido
en un periodo siguiente. En el texto original de la Constitución de 1980, se establecía
una duración de ocho años, posteriormente la Ley de Reforma Constitucional Nº
19.295 de 1994 rebajó este período a seis años y el año 2005 la Ley Nº 20.050 rebaja
nuevamente este período a cuatro años3.

Respecto a la prohibición de la reelección presidencial, es necesario advertir,


que ella opera solamente para el período siguiente. El objetivo de esta norma es evitar
que el presidente en ejercicio pueda presidir su propia reelección. Desde el retorno a la
democracia en Chile dos presidentes han ocupado el cargo por más de una oportunidad
el cargo de presidente de la República: Michelle Bachelet y Sebastián Piñera.

El artículo 26 por su parte dispone que “el presidente de la República será


elegido en votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios válidamente
emitidos”. En otras palabras, a diferencia de lo que sucede en sistemas como el de
Estados Unidos, los ciudadanos directamente manifiestan su opción por un
determinado candidato a la Presidencia de la República, sin la intervención de
electores. En definitiva, resulta electo aquel candidato que obtenga más de la mitad de
los sufragios válidamente emitidos, es decir, excluidos los votos blancos y nulos.

“La elección se efectuará conjuntamente con la de parlamentarios en la forma


que determine la ley orgánica constitucional respectiva, el tercer domingo de
noviembre de año anterior a aquel en que deba cesar en el cargo el que esté en
funciones”.

En caso de que a la elección de presidente de la República se presentaren más


de dos candidatos y ninguno de ellos obtuviere más de la mitad de los sufragios
válidamente emitidos, se procederá a una segunda votación que se circunscribirá a los
candidatos que hubieren obtenido las dos más altas mayorías relativas, resultando

3 Excepcionalmente el Presidente Patricio Aylwin duró cuatro años en sus funciones, según lo disponía
la disposición transitoria vigésimo novena en su inciso tercero.
electo en definitiva el candidato que obtenga la votación más alta. Esta nueva votación
se verificará, en la forma que determine la ley, el cuarto domingo después de efectuada
la primera elección.

Para el evento que se produzca la muerte de uno o de ambos candidatos que


hubieren obtenido las dos más altas mayorías relativas, el presidente de la República
deberá convocar a una nueva elección dentro del plazo de diez días, contados desde la
fecha de deceso. La elección se celebrará noventa días después de la convocatoria si
ese día correspondiere a un domingo. Si así no fuere, ella se realizará el domingo
inmediatamente siguiente.

Si expirase el mandato del presidente de la República en ejercicio antes de la


fecha de asunción del presidente que se elija de acuerdo con las reglas precedentes, se
aplicará, en lo pertinente, la norma contenida en el inciso primero del artículo 28º. Es
decir, asumirá con el título de vicepresidente de la República, el presidente del Senado,
a falta de éste, el presidente de la Cámara de Diputados, y a falta de éste, el presidente
de la Corte Suprema.

En conclusión, el candidato que hubiese obtenido la mayoría absoluta o la


mayoría de los votos válidamente emitidos deberá ser proclamado como Presidente
Electo.

De esta manera el artículo 27º de la Constitución establece que “el proceso de


calificación de la elección presidencial deberá quedar concluido dentro de los quince
días siguientes tratándose de la primera votación o dentro de los treinta días siguientes
tratándose de la segunda votación”.

“El Tribunal Calificador de Elecciones comunicará de inmediato al presidente


del Senado la proclamación de presidente electo que haya efectuado”.

“El Congreso Pleno, reunido en sesión pública el día en que deba cesar en su
cargo el presidente en funciones y con los miembros que asistan, tomará conocimiento
de la resolución en virtud de la cual el Tribunal Calificador de Elecciones proclama el
Presidente Electo”.

“En este mismo acto, el presidente electo prestará ante el presidente del Senado,
juramento o promesa de desempeñar fielmente el cargo de presidente de la República,
conservar la independencia de la Nación, guardar y hacer guardar la Constitución y las
leyes, y de inmediato asumirá sus funciones”.
¿Qué sucede si el Presidente Electo se halla impedido de tomar posesión del cargo?
Dos hipótesis:

a) Si el impedimento no es absoluto o indefinido.


b) Si el impedimento es absoluto o indefinido.
En el primer caso, “asumirá, mientras tanto, con el título de vicepresidente de
la República, el presidente del Senado; a falta de éste, el presidente de la Cámara de
Diputados, y a falta de éste, el presidente de la Corte Suprema”.

En el segundo caso, “el vicepresidente, en los diez días siguientes al acuerdo


del Senado adoptado en conformidad al artículo 53 Nº 7º, convocará a una nueva
elección presidencial que se celebrará noventa días después de la convocatoria si ese
día correspondiere a un domingo. Si así no fuere, ella se realizará el domingo
inmediatamente siguiente. El presidente de la República así elegido asumirá sus
funciones en la oportunidad que señale esa ley, y durará en el ejercicio de ellas hasta el
día en que le habría correspondido cesar en el cargo al electo que no pudo asumir y
cuyo impedimento hubiere motivado la nueva elección”.

Respecto del presidente de la República en ejercicio, “cesará en su cargo el


mismo día en que se complete su período”. Podríamos decir que esta es la forma normal
de poner término al mandato presidencial, según se desprende del artículo 30º de la
Constitución.

El artículo 29º prevé dos situaciones, el impedimento temporal y la vacancia.

En caso de impedimento temporal, que se puede producir por enfermedad, por


ausencia del territorio u otro grave motivo, “le subrogará, con el título de vicepresidente
de la República, el ministro titular a quien corresponda de acuerdo con el orden de
precedencia legal. A falta de éste, la subrogación corresponderá al ministro titular que
siga en ese orden de precedencia y, a falta de todos ellos, le subrogarán sucesivamente
el presidente del Senado, el presidente de la Cámara de Diputados y el presidente de la
Corte Suprema”. La subrogación comienza por el ministro del Interior.

En caso de impedimento absoluto para ejercer el cargo, se produce la vacancia


de cargo. “En caso de vacancia del cargo de presidente de la República, se producirá la
subrogación como en las situaciones del inciso anterior, y se procederá a elegir sucesor
en conformidad a las reglas de los incisos siguientes.

Si la vacancia se produjere faltando menos de dos años para la próxima elección


presidencial, el presidente será elegido por el Congreso Pleno por la mayoría absoluta
de los senadores y diputados en ejercicio. La elección por el Congreso será hecha
dentro de los diez días siguientes a la fecha de la vacancia y el elegido asumirá su cargo
dentro de los treinta días siguientes.

Si la vacancia se produjere faltando dos años o más para la próxima elección


presidencial, el vicepresidente, dentro de los diez primeros días de su mandato,
convocará a los ciudadanos a elección presidencial para ciento veinte días después de
la convocatoria, si ese día correspondiere a un domingo. Si así no fuere, ella se realizará
el domingo inmediatamente siguiente. El presidente que resulte elegido asumirá su
cargo el décimo día después de su proclamación.

El presidente elegido conforme a alguno de los incisos precedentes durará en


el cargo hasta completar el período que restaba a quien se reemplace y no podrá
postular como candidato a la elección presidencial siguiente”.

La dignidad de “Ex – presidente de la República”. Según lo dispone el artículo


30º de la Constitución corresponderá a “el que haya desempeñado este cargo por el
período completo, asumirá, inmediatamente y de pleno derecho, la dignidad oficial de
Ex presidente de la República”. Además “en virtud de esta calidad, le serán aplicables
las disposiciones de los incisos segundo, tercero y cuarto del artículo 61 y el artículo
62”.
Recordemos que en el texto original de la Carta Fundamental contemplaba la
regla que los “Ex – presidente de la República” podían asumir como Senadores en
forma vitalicia y por derecho propio. Esta norma fue derogada por la reforma
constitucional del 2005.

En todo caso “no la alcanzará el ciudadano que llegue a ocupar el cargo de


presidente de la República por vacancia del mismo ni quien haya sido declarado
culpable en juicio político seguido en su contra”.

Finalmente dispone el artículo 30º de la Constitución que “el Ex presidente de


la República que asuma alguna función remunerada con fondos públicos dejará, en
tanto la desempeñe, de percibir la dieta, manteniendo, en todo caso, el fuero. Se
exceptúan los empleos docentes y las funciones o comisiones de igual carácter de la
enseñanza superior, media y especial”.

2.- Aspectos funcionales

Señala el artículo 31º de la Constitución dispone que “el presidente designado


por el Congreso Pleno o, en su caso, el vicepresidente de la República tendrá todas las
atribuciones que esta Constitución confiere al presidente de la República”.
Ahora bien, de acuerdo con la mayor o menor amplitud utilizada por el
constituyente al formular las respectivas atribuciones, podemos distinguir entre
atribuciones generales y atribuciones especiales.

Las atribuciones generales son las establecidas en el artículo 24º y ellas son:

a) El Gobierno del Estado.


b) La Administración del Estado.
c) La Jefatura del Estado.
Las atribuciones especiales del presidente de la República se encuentran
principalmente en el artículo 32º de la Constitución.

Estas atribuciones las podemos clasificar de la siguiente manera:

a) Atribuciones constituyentes.
b) Atribuciones legislativas.
c) Atribuciones administrativas.
d) Atribuciones gubernativas.
e) Atribuciones judiciales.

a.- Atribuciones constituyentes

El presidente de la República es uno de los titulares del poder constituyente


derivado. Ello se deduce fehacientemente de los artículos 127º, 128º y 32º Nº 4 de la
Carta Fundamental.

De esta manera el presidente de la República tiene la iniciativa para proponer


proyectos de reforma a la Constitución, puede aprobar, rechazar o formular
observaciones a los proyectos de reforma constitucional aprobados por las Cámaras,
promulgar y publicar las leyes de reforma constitucional.

Además, el presidente de la República está facultado para convocar a la


ciudadanía a plebiscito, para que la ciudadanía decida por medio de su voto los
conflictos que se produzcan entre éste y el Congreso en relación con la reforma
constitucional.
b.- Atribuciones legislativas

El presidente de la República es un órgano colegislador, pues ejerce esta


función en conjunto con el Congreso Nacional.

Recordemos que el principio de la separación de funciones no es total, pues si


bien preponderantemente se les entregan determinadas funciones a ciertos órganos, esta
separación no es absoluta.

De acuerdo con el artículo 32º Nº 1 de la Carta Fundamental corresponde al


presidente de la República “concurrir a la formación de las leyes con arreglo a la
Constitución, sancionarlas y promulgarlas”.

Así, el presidente de la República tiene iniciativa legal, es más sobre algunas


materias tiene iniciativa exclusiva. De esta manera el artículo 65º de la Constitución
señala: “Las leyes pueden tener origen en la Cámara de Diputados o en el Senado, por
mensaje que dirija el presidente de la República o por moción de cualquiera de sus
miembros. Las mociones no pueden ser firmadas por más de diez diputados ni por más
de cinco senadores”.

“Corresponderá al presidente de la República la iniciativa exclusiva de los


proyectos de ley que tengan relación con la alteración de la división política o
administrativa del país, o con la administración financiera o presupuestaria del Estado,
incluyendo las modificaciones de la Ley de Presupuestos, y con las materias señaladas
en los números 10 y 13 del artículo 63.

Corresponderá, asimismo, al presidente de la República la iniciativa exclusiva


para:

1º.- Imponer, suprimir, reducir o condonar tributos de cualquier clase o


naturaleza, establecer exenciones o modificar las existentes, y determinar su forma,
proporcionalidad o progresión;

2º.- Crear nuevos servicios públicos o empleos rentados, sean fiscales,


semifiscales, autónomos o de las empresas del Estado; suprimirlos y determinar sus
funciones o atribuciones;

3º.- Contratar empréstitos o celebrar cualquiera otra clase de operaciones que


puedan comprometer el crédito o la responsabilidad financiera del Estado, de las
entidades semifiscales, autónomas, de los gobiernos regionales o de las
municipalidades, y condonar, reducir o modificar obligaciones, intereses u otras cargas
financieras de cualquier naturaleza establecidas en favor del Fisco o de los organismos
o entidades referidos;
4º.- Fijar, modificar, conceder o aumentar remuneraciones, jubilaciones,
pensiones, montepíos, rentas y cualquiera otra clase de emolumentos, préstamos o
beneficios al personal en servicio o en retiro y a los beneficiarios de montepío, en su
caso, de la Administración Pública y demás organismos y entidades anteriormente
señalados, como asimismo fijar las remuneraciones mínimas de los trabajadores del
sector privado, aumentar obligatoriamente sus remuneraciones y demás beneficios
económicos o alterar las bases que sirvan para determinarlos; todo ello sin perjuicio de
lo dispuesto en los números siguientes;

5º.- Establecer las modalidades y procedimientos de la negociación colectiva y


determinar los casos en que no se podrá negociar, y

6º.- Establecer o modificar las normas sobre seguridad social o que incidan en
ella, tanto del sector público como del sector privado”.

Además, el presidente puede hacer presente la urgencia en el despacho de un


proyecto de ley, en uno o todos de sus trámites, y en tal caso la Cámara respectiva
deberá pronunciarse dentro del plazo máximo de treinta días.

La calificación de la urgencia corresponderá hacerla al presidente de la


República de acuerdo con lo dispuesto en la Ley Orgánica Constitucional del Congreso
Nacional.

De esta manera el artículo 26º de esta norma legal se establece: “el presidente
de la República podrá hacer presente la urgencia para el despacho de un proyecto de
ley, en uno o en todos sus trámites, en el correspondiente mensaje o mediante oficio
que dirigirá al presidente de la Cámara donde se encuentre el proyecto, o al del Senado
cuando el proyecto estuviere en comisión mixta. En el mismo documento expresará la
calificación que otorgue a la urgencia, la cual podrá ser simple, suma o de discusión
inmediata; si no se especificare esa calificación, se entenderá que la urgencia es simple.

Se entenderá hecha presente la urgencia y su calificación respecto de las dos


Cámaras, cuando el proyecto respectivo se encuentre en trámite de comisión mixta en
cumplimiento de lo dispuesto en el artículo 20, salvo que el presidente de la República
expresamente la circunscriba a una de las Cámaras.

Las disposiciones de este artículo y de los artículos 27, 28 y 29 no se aplicarán


a la tramitación del proyecto de Ley de Presupuestos, el que deberá ser despachado en
los plazos establecidos por la Constitución Política, con la preferencia que determinen
los reglamentos de las Cámaras”.
El presidente de la República además puede ejercer el derecho a veto. El artículo
73º de la Constitución dispone: “Si el presidente de la República desaprueba el
proyecto, lo devolverá a la Cámara de su origen con las observaciones convenientes,
dentro del término de treinta días”.

Al presidente de la República también le corresponde la sanción y la


promulgación de las leyes.

Además, el presidente de la República está facultado para dictar Decretos con


Fuerza de Ley de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 64º de la Constitución.

Dice el artículo 64º: “el presidente de la República podrá solicitar autorización


al Congreso Nacional para dictar disposiciones con fuerza de ley durante un plazo no
superior a un año sobre materias que correspondan al dominio de la ley.

Esta autorización no podrá extenderse a la nacionalidad, la ciudadanía, las


elecciones ni al plebiscito, como tampoco a materias comprendidas en las garantías
constitucionales o que deban ser objeto de leyes orgánicas constitucionales o de
quórum calificado.

La autorización no podrá comprender facultades que afecten a la organización,


atribuciones y régimen de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso Nacional,
del Tribunal Constitucional ni de la Contraloría General de la República.

La ley que otorgue la referida autorización señalará las materias precisas sobre
las que recaerá la delegación y podrá establecer o determinar las limitaciones,
restricciones y formalidades que se estimen convenientes.

Sin perjuicio de lo dispuesto en los incisos anteriores, el presidente de la


República queda autorizado para fijar el texto refundido, coordinado y sistematizado
de las leyes cuando sea conveniente para su mejor ejecución. En ejercicio de esta
facultad, podrá introducirle los cambios de forma que sean indispensables, sin alterar,
en caso alguno, su verdadero sentido y alcance.

A la Contraloría General de la República corresponderá tomar razón de estos


decretos con fuerza de ley, debiendo rechazarlos cuando ellos excedan o contravengan
la autorización referida.

Los decretos con fuerza de ley estarán sometidos en cuanto a su publicación,


vigencia y efectos, a las mismas normas que rigen para la ley”.

El carácter de colegislador del presidente de la República queda de manifiesto


con esta norma. Los Decretos con Fuerza de Ley “son normas jurídicas dictadas por el
presidente de la República, por medio de las que regula materias propias de ley, en
virtud de una autorización legislativa”.

De acuerdo con el análisis de dicha norma para que el presidente de la República


pueda dictar este tipo de disposiciones es preciso que sea autorizado por una “ley
delegatoria”.

Esta ley no puede autorizar al presidente de la República para dictar Decretos


con Fuerza de Ley sobre materias comprendidas en las garantías constitucionales,
nacionalidad, ciudadanía, las elecciones y plebiscitos, como tampoco a las que deban
ser objeto de leyes orgánicas constitucionales o leyes de quórum calificado. Tampoco
se podrá otorgar autorización para regular por esta vía la organización, atribuciones y
régimen de los funcionarios del Poder Judicial, del Tribunal Constitucional ni de la
Contraloría General de la República.

Esta ley delegatoria además no puede tener una vigencia superior a un año. Esta
misma ley deberá señalar las materias precisas sobre las que podrá regular el presidente
de la República. Además, la ley podrá establecer otras limitaciones, restricciones y
formalidades para el ejercicio que el presidente de la República haga de la autorización.

Los Decretos con Fuerza de Ley quedan sujetos a un control jurídico por parte
de la Contraloría General de la República, la que deberá representarlos cuando ellos
excedan o contravengan la ley delegatoria o sean contrarios a la Constitución.

Por último, diremos que los Decretos con Fuerza de Ley estarán sometidos a
las normas aplicables a cualquier ley en materia de publicación, vigencia y efectos.

Finalmente, de acuerdo con el artículo 32º Nº 2, el presidente puede “pedir,


indicando los motivos, que se cite a sesión a cualquiera de las ramas del Congreso
Nacional. En tal caso, la sesión deberá celebrarse a la brevedad posible”.

c.- Atribuciones administrativas

Recordemos que de acuerdo con el artículo 24º al presidente de la República le


corresponde ejercer la administración del Estado. Destaca en relación con este punto la
atribución contemplada en el numeral 6º del artículo 32º, a saber:

“Ejercer la potestad reglamentaria en todas aquellas materias que no sean


propias del dominio legal, sin perjuicio de la facultad de dictar los demás reglamentos,
decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes”.

La facultad para dictar normas reglamentarias corresponde no solamente al


presidente de la República, pues también la pueden ejercer distintos órganos y con
diversos grados de extensión. Sin embargo, sólo nos dedicaremos a tratar la potestad
reglamentaria del presidente de la República.

La potestad reglamentaria del presidente de la República se define como “la


facultad que tiene el presidente de la República para dictar reglamentos, decretos e
instrucciones para el gobierno y la administración del Estado y para la ejecución de las
leyes”.

De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 32 Nº 6, es posible distinguir entre


la potestad reglamentaria de ejecución y la potestad reglamentaria autónoma.

La potestad reglamentaria de ejecución también conocida como clásica es


aquella por medio de la cual se da cumplimiento y aplicación a los mandatos de las
leyes.
En cambio, por medio de la potestad reglamentaria autónoma o moderna el
presidente de la República está facultado para regular todas aquellas materias que no
son de dominio legal, ni está entregada su regulación por la Constitución a otros
órganos.

“Si se reconoce la potestad reglamentaria autónoma, es necesario, a fin de evitar


confusiones entre la potestad normativa del Parlamento y del Ejecutivo, que la
Constitución establezca, de manera clara, qué materias son sólo propias de leyes, de tal
manera que todas las demás, no incluidas en esa numeración, queden entregadas a la
potestad reglamentaria autónoma.

La norma de clausura “es aquélla destinada a regular todas las materias que no
han sido entregadas de manera taxativa a determinados órganos, y que quedan
entregadas, por tanto, a ciertos órganos de manera residual”.

Si existe potestad reglamentaria autónoma, la norma de clausura queda radicada


en dicha potestad reglamentaria; es decir, el ejecutivo podrá regular, mediante
reglamentos, todos aquellos asuntos no entregados por la Constitución a la competencia
exclusiva del parlamento. Si sólo existe potestad reglamentaria clásica o de ejecución,
la norma de clausura se fijará en la ley; en este caso la ley podrá regular todos los
asuntos, excepto los entregados por la Constitución a la competencia exclusiva de otros
órganos.

La Constitución de 1925, en su artículo 44, fijaba la norma de clausura en la


ley, es decir, se mencionaba con carácter enunciativo (a modo de ejemplo) qué materias
eran propias de ley. Señalaba que “Sólo en virtud de una ley se puede...”. Esto
importaba que el parlamento estuviera facultado para regular por medio de leyes
cualquier materia, por particular que fuese, aun cuando no estuviese mencionada en la
enunciación.
La fijación de la norma de clausura en el parlamento determina la existencia de
un Dominio Legal Mínimo; es decir, la Constitución establece con carácter meramente
enunciativo el dominio mínimo de la ley; más allá de esas materias, el legislador puede
regularlo todo.

La Constitución de 1980 fijó, en el artículo 65, la norma de clausura en la


potestad reglamentaria autónoma. Menciona, de manera taxativa, las materias que la
ley puede reglar, excluyéndose las otras no mencionadas (a pesar de que la enunciación
es bastante amplia). Señala: “sólo son materias de ley...”. Las demás materias quedan
entregadas a la potestad reglamentaria autónoma.

La fijación de la norma de clausura en la potestad reglamentaria autónoma, es


decir, en el ejecutivo (así como, en general, en un órgano distinto del parlamento)
determina la existencia de un Dominio Legal Máximo. La Constitución establece de
modo taxativo el marco máximo de acción de la ley. Establece el límite hasta donde la
ley puede regular”4.

Sin embargo, debemos señalar que atendida la amplitud del artículo 65º Nº 20,
es muy difícil encontrar manifestaciones de potestad reglamentaria autónoma.

Otras de las atribuciones de índole administrativa del presidente de la República


consisten en la facultad que la Constitución le entrega para designar con un amplio
margen de discrecionalidad funcionarios públicos.

De esta manera puede “nombrar y remover a su voluntad a los ministros de


Estado, subsecretarios, intendentes y gobernadores”, según lo dispone el artículo 32º
Nº 7 de la Constitución. Además, puede “designar a los embajadores y ministros
diplomáticos, y a los representantes ante organismos internacionales”, de acuerdo con
lo dispuesto en el Nº 8 del mismo artículo 32º.

El presidente de la República también puede nombrar al Contralor General de


la República con acuerdo del Senado (Artículo 32º Nº 9); de acuerdo con el Nº 10 de
dicho artículo 32º está facultado para “nombrar y remover a los funcionarios que la ley
denomina de su exclusiva confianza y proveer los demás empleos civiles en
conformidad a la ley”.

4 Apuntes Teoría Política, Escuela de Derecho, Universidad de Valparaíso.


d.- Atribuciones gubernativas

En general ellas se refieren a todas aquellas facultades que la Carta


Fundamental entrega al presidente de la República para conducir al país, para tomar las
decisiones fundamentales propias de la función del gobierno.

Dentro de estas atribuciones podemos distinguir aquellas que se refieren a las


relaciones internacionales.

Así, de acuerdo con el Nº 15 del artículo 32º corresponde al presidente de la


República “conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos
internacionales, y llevar a cabo las negociaciones; concluir, firmar y ratificar los
tratados que estime convenientes para los intereses del país, los que deberán ser
sometidos a la aprobación del Congreso a lo prescrito en el artículo 54 º Nº 1. Las
discusiones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretos si el presidente de la
República así lo exigiere”.

También dentro de estas atribuciones hay algunas que se relacionan con


aspectos militares, como son las siguientes:

Artículo 32º Nº 16, que dispone que corresponde al presidente de la República


“designar y remover a los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada, de la Fuerza
Aérea y al General Director de Carabineros en conformidad al artículo 104, y disponer
los nombramientos, ascensos y retiros de los Oficiales de las Fuerzas Armadas y de
Carabineros en la forma que señala el artículo 105”.

Artículo 32º Nº 17, según el cual, al presidente le toca “disponer de las fuerzas
de aire, mar y tierra, organizarlas y distribuirlas de acuerdo con las necesidades de la
seguridad nacional”. De acuerdo con el Nº 18 le corresponde también “asumir, en caso
de guerra, la jefatura suprema de las Fuerzas Armadas”.

El presidente de la República puede “Declarar la guerra, previa autorización por


ley, debiendo dejar constancia de haber oído al Consejo de Seguridad Nacional”, ello
de acuerdo con el Nº 19 del artículo 32º.

También, dentro de la idea de la seguridad nacional, el Nº 5º del artículo 32º


dispone que es atribución del presidente de la República “declarar los estados de
excepción constitucional en los casos y formas que se señalan en esta Constitución”.

Otras de las atribuciones gubernativas las encontramos en el Nº 20 del artículo


32º, norma que dispone:
“Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar su inversión con
arreglo a la ley. El presidente de la República, con la firma de todos los Ministros de
Estado, podrá decretar pagos no autorizados por ley, para atender necesidades
impostergables derivadas de calamidades públicas, de agresión exterior, de conmoción
interna, de grave daño o peligro para la seguridad nacional o del agotamiento de los
recursos destinados a mantener servicios que no puedan paralizarse sin serio perjuicio
para el país. El total de los giros que se hagan con estos objetos no podrá exceder
anualmente del dos por ciento (2%) del monto de los gastos que autorice la Ley de
Presupuestos. Se podrá contratar empleados con cargo a esta misma ley, pero sin que
el ítem respectivo pueda ser incrementado ni disminuido mediante traspasos. Los
Ministros de Estado o funcionarios que autoricen o den curso a gastos que
contravengan lo dispuesto en este número serán responsables solidaria y personalmente
de su reintegro, y culpables del delito de malversación de caudales públicos”.

De esta norma podemos destacar sin lugar a duda la facultad que tiene el
presidente de la República para dictar Decretos de Emergencia Económica.

En primer lugar, vamos a decir que esta institución es una excepción al principio
de legalidad. En efecto, pueden suceder en la vida del Estado muchas situaciones que
deben ser enfrentadas por el Gobierno con recursos económicos en forma rápida, sin
esperar la tramitación de una ley.

Esta es una atribución especial que la Constitución entrega al presidente de la


República. Esto se justifica pues a él se le ha encomendado el gobierno y la
administración del Estado.

La norma constitucional exige el cumplimiento de una solemnidad esencial:


este decreto debe ser firmado por todos los Ministros de Estado. Lo que se persigue es
que el presidente ordene pagos no autorizados por la ley para afrontar estados de
necesidad, previa ocurrencia de ciertas causales taxativamente señaladas en la Carta
Fundamental.

Estas causales son las siguientes:

a) Para atender necesidades impostergables derivadas de calamidades públicas.


b) Para atender necesidades impostergables derivadas de una agresión exterior.
c) Para atender necesidades impostergables derivadas de una conmoción interna.
d) Para atender necesidades impostergables derivadas del agotamiento de los
recursos destinados a mantener servicios que no pueden paralizarse sin serio
perjuicio para el país y grave daño o peligro para la seguridad nacional.
Que las necesidades sean impostergables, significa que ellas son urgentes, no
pueden esperar más tiempo para satisfacerlas.

La expresión “calamidad pública” implica un infortunio o desgracia que alcanza


a muchas personas. Ahora, no es necesario que este infortunio se extienda en todo el
territorio de la República, basta que afecta a una zona, a una comuna del País.

Son ejemplos de calamidades públicas un terremoto, una sequía, una gran


inundación. Por ejemplo, cuando el Gobierno decidió dar el carácter de calamidad
pública al Transantiago.

El total de los giros que se hagan mediante decretos de emergencia económica


no pueden exceder anualmente del dos por ciento del monto de los gastos que autorice
la Ley de Presupuestos.

La Constitución señala que “los Ministros de Estado o funcionarios que


autoricen o den curso a gastos que contravengan lo dispuesto en este número serán
responsables solidaria y personalmente de su reintegro, y culpables del delito de
malversación de caudales públicos”.

Se configura entonces una responsabilidad civil y penal tanto de los Ministros


de Estado como de los otros funcionarios que autoricen o den curso a estos gastos al
margen de la norma constitucional.

Estas responsabilidades, son sin perjuicio de la responsabilidad política que se


hará efectiva a través de una acusación constitucional.

Respecto del Contralor General de la República, el artículo 99º de la


Constitución señala que no se dará curso al decreto que exceda el dos por ciento
constitucional, sin que exista la posibilidad de insistencia. Además de no dar curso a
este decreto, deberá la Contraloría poner los antecedentes a disposición de la Cámara
de Diputados a fin de que ésta haga uso de su atribución fiscalizadora.

Recordemos que, durante el año 2008, el Gobierno de la presidenta Bachelet ha


hecho uso de este Decreto de Emergencia Económica para tratar de solucionar los
problemas derivados del Transantiago.

“En enero del año 1963, el gobierno del presidente Jorge Alessandri Rodríguez
recurrió al uso del 2% constitucional para reponer un leprosario en Isla de Pascua, de
que fue completamente destruido por un incendio.

Este ejemplo refleja la diversidad de situaciones que han dado pie a la


utilización de este decreto de emergencia, desde su inclusión en la Carta Fundamental
en 1943. De hecho, ese mismo año, pero en marzo, se dispuso de este fondo para asistir
a la gran cantidad de obreros chilenos afectados por la paralización de las minas de río
Turbio, en la localidad argentina de Comodoro Rivadavia.

Tres años antes, en mayo de 1960, Alessandri también había recurrido al 2%


constitucional para enfrentar los estragos causados por el terremoto en el sur del país5.

e.- Atribuciones judiciales

Dentro de estas atribuciones se encuentra la facultad de “conceder jubilaciones,


retiros, montepíos y pensiones de gracia, con arreglo a las leyes” de acuerdo con lo que
establece el artículo 32º Nº 11.

La jubilación es el derecho de un funcionario público que deja su cargo en la


Administración del Estado, para percibir una renta anual que se paga mensualmente, y
que equivale a la remuneración que ganaba, en relación con sus años de servicio.

El retiro en cambio es la jubilación de los miembros de las Fuerzas Armadas.

El montepío es el derecho de los parientes, cónyuge, hijas, hijos menores del


funcionario que fallece en actividad o jubilado para percibir una pensión proporcional
a la remuneración que percibía el causante, en relación con sus años de servicio.

La pensión de gracia es el beneficio económico que se concede por méritos o


servicios propios o extraños, o bien por pura gracia, a quienes a su vez no reúnen los
requisitos legales para percibir una pensión de algún sistema provisional.

Por su parte el Nº 14º de este artículo 32º señala que es una atribución especial
del presidente de la República “otorgar indultos particulares en los casos y formas que
determine la ley”. La misma norma señala que “el indulto será improcedente en tanto
no se haya dictado sentencia ejecutoriada en el respectivo proceso” …además “los
funcionarios acusados por la Cámara de Diputados y condenados por el Senado sólo
pueden ser indultados por el Congreso”.

De acuerdo con el artículo 93 Nº 4 del Código Penal “la gracia del indulto sólo
remite, reduce o conmuta la pena, pero no quita al favorecido el carácter de condenado
para los efectos de la reincidencia y nuevo delinquimiento y demás que determinen las
leyes”.

En otras palabras, el indulto no borra el carácter de condenado, solamente


remite o conmuta la pena por otra más baja.

5 http://www.bcn.cl/carpeta_temas_profundidad/dos-por-ciento-constitucional/otros-casos
Los indultos pueden ser generales o particulares. Los indultos generales son los
que benefician a un número indeterminado de personas sólo pueden ser decretados por
Ley. En cambio, los indultos particulares los puede conceder el presidente de la
República en conformidad a la ley.

La ley que regula el ejercicio de esta facultad es la Nº 18.050 de 1981. Es


necesario tener presente que esta facultad solamente puede ser ejercida una vez que la
sentencia condenatoria se encuentre ejecutoriada en el respectivo proceso.

El presidente de la República no puede otorgar estos beneficios en los siguientes


casos:

a) Tratándose de los funcionarios acusados por la Cámara de Diputados y


condenados por el Senado, ya que éstos solo pueden ser indultados por el
Congreso.
b) En el caso de los condenados por delitos calificados como terroristas, salvo para
conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo, y salvo lo dispuesto en
la disposición séptima transitoria, es decir, los cometidos antes del 11 de marzo
de 1990.

3.- LOS MINISTROS DE ESTADO

El artículo 32 Nº 7 de la Constitución le entrega como atribución especial al


presidente de la República “nombrar y remover a su voluntad a los Ministros de Estado,
subsecretarios, intendentes y gobernadores”.

El artículo 33º de la Constitución dice que “los Ministros de Estado son los
colaboradores directos e inmediatos del presidente de la República en el gobierno y la
administración del Estado”.

Estos funcionarios públicos se encuentran a cargo los ministerios. Por su parte


el inciso segundo del artículo 33º señala que “la ley determinará el número y
organización de los ministerios, como también el orden de procedencia de los ministros
titulares”.

El artículo 22º de la Ley Orgánica Constitucional de Bases de la Administración


del Estado prescribe que “los ministerios son los órganos superiores de colaboración
del presidente de la República en las funciones de gobierno y administración de sus
respectivos sectores, los cuales corresponden a los campos específicos de actividades
en que deben ejercer dichas funciones”.
“Para tales efectos, deberán proponer y evaluar las políticas y planes
correspondientes, estudiar y proponer las normas aplicables a los sectores a su cargo,
velar por el cumplimiento de las normas dictadas, asignar recursos y fiscalizar las
actividades del respectivo sector”.

La Constitución establece en su artículo 34º que para ser designado Ministro de


Estado es preciso:

a) Ser chileno, por cualquier fuente de la nacionalidad, ya sea originaria o


derivada.
b) Tener cumplidos los 21 años.
c) Reunir los requisitos generales de ingreso a la administración pública. Esta
materia se encuentra regulada en la Ley Nº 18.834 conocida como Estatuto
Administrativo, norma que en su artículo 12º señala que para ingresar a la
administración pública se requiere ser ciudadano, haber cumplido con la Ley
de Reclutamiento y Movilización, tener una salud compatible con el desempeño
del cargo, haber aprobado la básica y poseer nivel educacional o título
profesional o técnico que por la naturaleza del empleo exija la ley, no estar
inhabilitado para el ejercicio de funciones o cargos públicos, etc.
El inciso final del artículo 34º de la Constitución señala que “en los casos de
ausencia, impedimento o renuncia de un ministro, o cuando por otra causa se produzca
la vacancia del cargo, será reemplazado en la forma que establezca la ley”.

En estricta relación con esta norma, el artículo 25º de la Ley 18.575 establece
que “el ministro será subrogado por el respectivo Subsecretario y, en caso de existir
más de uno, por él de más antigua designación, salvo que el presidente de la República
nombre a otro Secretario de Estado o que la ley establezca para Ministerios
determinados otra forma de subrogación”.

La responsabilidad de los Ministros de Estado

De acuerdo con el artículo 36º de la Constitución dispone que “los Ministros de


Estado serán responsables individualmente de los actos que firmaren y solidariamente
de los que suscribieren o acordaren con los otros ministros”.

La responsabilidad de la que habla este artículo es una responsabilidad


funcionaria y no personal. Es decir, ella se hace efectiva por los actos ejecutados por el
ministro respectivo en el ejercicio de sus funciones.
La responsabilidad del presidente de la República, de los Ministros de Estado y
demás funcionarios del gobierno y la administración del Estado

Recordemos que uno de los principios fundamentales en la configuración del


Estado de Derecho es el principio de la responsabilidad.

Este principio se encuentra consagrado en los incisos finales de los artículos 6º


y 7º de la Constitución respectivamente. La responsabilidad puede ser penal, civil,
administrativa, etc.

Especial importancia adquiere en este punto la responsabilidad que se hace


efectiva a través de la acusación constitucional, institución que se encuentra regulada
en los artículos 52º y 53º de la Carta Fundamental, a propósito de las atribuciones
exclusivas de la Cámara de Diputados y del Senado.

Una de las normas más importantes incorporadas por la Constitución de 1980


es la contenida en el inciso segundo de su artículo 38º. Esta norma prescribe:
“Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del
Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales
que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al
funcionario que hubiere causado el daño”.

Estas es una norma fundamental, y su consagración es un significativo avance


en la defensa de los derechos de las personas, pues bajo el imperio de la Constitución
del año 1925, si bien en el papel se consagraba la responsabilidad del Estado
Administrador, nunca se crearon los tribunales especiales a los que se les encargaba el
conocimiento de estos reclamos.

La existencia de esta norma no deja dudas, los tribunales competentes para


conocer de estos reclamos son “los tribunales que determine la ley”, es decir, los
tribunales ordinarios de justicia.

S-ar putea să vă placă și