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Índice
1. Introducción 3
2. Gentrificación turística: introducción y aproximación teórica. 4
3. El turismo como proceso gentrificador en Madrid 5
4. Instrumentos de intervención en Madrid 6
5. El turismo como proceso gentrificador en Barcelona 8
6. Instrumentos de intervención en Barcelona 10
7. Conclusiones 12
8. Bibliografía 14
9. Anexos 16
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1. Introducción
También se ha llevado a debate la manera en que se producen los procesos del fenómeno de la
gentrificación; una parte considera la participación del mercado inmobiliario a través de la
introducción de infraestructuras y capital fijo para la sustitución de clases sociales; otra parte
considera que el Estado es el principal agente gentrificador mediante políticas orientadas a la
combinación social en las ciudades (Rojo, 2016).
Siguiendo con el debate alrededor de los agentes gentrificadores, la literatura reconoce tres
actores notables el Estado, el mercado y los nuevos propietarios. Aunque la mayor parte del
debate se centre en los dos primeros, se realizará una aproximación analítica a todos ellos a
continuación.
El papel del Estado dentro de los procesos de gentrificación en las ciudades es, por un lado,
facilitar los procedimientos de aplicación de las reestructuraciones urbanas a través del mercado
inmobiliario y por el otro, ser el actor dinamizador principal de las zonas centrales y próximas al
centro por medio de políticas de integración social.
El mercado actúa como agente gentrificador por medio del sector inmobiliario; esto sucede,
esencialmente, a partir de las fisuras de renta que se terminan convirtiendo en un activo
monopólico de clase.
Finalmente, los nuevos propietarios que son aquellos capaces de reestructurar las dinámicas de
un espacio urbano concreto. Los más comunes son los artistas y nuevos comerciantes que suelen
originar revitalizaciones estéticas y de negocios (Rojo, 2016).
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2. Gentrificación turística: introducción y aproximación teórica.
Se parte del hecho que la ciudad es un espacio abstracto a partir del cual se pueden obtener
beneficios. Estos últimos se consiguen a partir de la generación y la promoción del espacio. Por
un lado, es importante el tipo de espacio generado para atraer a los consumidores, ya que se
provoca una conversión de la ciudad, pasando a ser un lugar para el ocio y el entretenimiento;
en palabras Cócola “se pasa del consumo en el espacio al consumo del espacio” (2016, p.37) con
elementos destacados como: centros históricos peatonales, restaurantes, hoteles, actividades
culturales, festivales, puertos deportivos, tiendas de diseño. Por otro, la buena promoción de la
ciudad atrae a consumidores con altos ingresos que invierten en ciertas áreas.
Ahora bien, ¿qué es la gentrificación turística? Entre las primeras aproximaciones sería
conveniente destacar la realizada por Kevin Gotham (2005), que define gentrificación turística
como “dispositivo heurístico que permitiría explicar la transformación de un barrio de clase
media en un enclave relativamente próspero y exclusivo, caracterizado por la proliferación de
lugares de entretenimiento y turismo corporativo”. Si es verdad que se han de debatir ciertos
aspectos de esta definición, ya que no siempre tiene por qué ocurrir que estos procesos
transformen “enclaves de clase media” en “enclaves prósperos”, ni que se dé proliferación de
lugares enfocados al turismo.
De esta forma, algunas de las consecuencias que genera la gentrificación turística, con base en
la gentrificación clásica serían, por un lado, la generación de un tejido social urbano estable,
compuesto por nuevos grupos sociales con mayor capacidad de consumo, que sienten
predilección por la vida urbana; y por otro la modificación del perfil de la población por
consumidores fugaces, que demandan bienes y servicios específicos (Mansilla, 2018).
También cabe destacar que, este fenómeno que hasta hace no mucho tiempo se limitaba a las
burbujas turísticas (Judd, 1999), se ha expandido, alcanzado áreas vírgenes en cuanto a la
inversión turística (Cócola, 2018).
Una vez definido el proceso de gentrificación por turismo y habiendo hecho una pequeña
aproximación al caso español, la investigación continuará centrándose en dos ciudades: Madrid
y Barcelona. En los próximos apartados se estudiará cómo ha funcionado este fenómeno en
ambas ciudades y los instrumentos que se han utilizado para gestionarla.
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3. El turismo como proceso gentrificador en Madrid
Madrid, capital de España, representa uno de los principales destinos turísticos de esta nación.
En los últimos años se ha llegado incluso a sufrir una turistización debido al incremento de la
demanda y la oferta turística en esta ciudad. Incluso en algunas áreas – especialmente las de la
zona centro-, un proceso gentrificador por turismo.
El continuo aumento en el precio del alquiler de la vivienda a lo largo del siglo XXI ha sido otro
factor gentrificador. Varias fueron las causas por las cuales se dio esta inflación, sin embargo,
analizaremos las dos más importantes. Una de ellas fue el aumento de la demanda por parte
de gente joven con cierto poder adquisitivo. Además, la ayuda de diferentes empresas dedicadas
al sector inmobiliario –que en los últimos años no hicieron más que ir ganando fuerza y prestigio-
, no hizo más que fomentar el aumento en el precio de los alquileres. Esto provocó que no solo
se atrajese a población de otros barrios de la ciudad, sino que muchos de estos barrios se
convirtiesen en centros con una gran afluencia de turismo. Pero la que realmente influyó fue la
irrupción de las plataformas de alojamiento turístico, en especial “AirBnB”, la cual ha generado
nuevas oportunidades especulativas en una parte del parque inmobiliario y especialmente en el
centro de la ciudad. Esto ha derivado en una nueva forma de explotación que contribuye en el
alza de los precios de la vivienda, en especial en los alquileres (Ardura & Sorando, 2018).
La intervención en algunas áreas de la ciudad mediante políticas públicas directas, tales como la
concesión de subvenciones a propietarios para la renovación del parque de viviendas, el
establecimiento de instituciones de alta cultura como factor atrayente de nuevos estilos de vida,
trabajo y consumo, y la instalación de cámaras de videovigilancia, ayudó a provocar este tipo de
gentrificación. Este tipo de estrategia de gestión urbana, que no hay que olvidar en el caso de
Madrid fue liderada por la administración pública, profundizó en el proceso de mercantilización
y segregación urbana. Dichas políticas tenían como objetivo la atracción de nuevos estilos de
vida: diversos tipos de consumo, nuevos modelos de civismo, etc. (Rosal Carmona, 2017). Hay
que tener en cuenta que si no se hubiese dado una inversión de capital público y una
proliferación de espacios culturales en busca de una “clase creativa”, muy difícilmente se
hubiese dado un proceso de atracción turística a estas zonas (Medina, 2017).
El número y la tipología de locales y comercios que han surgido en los últimos años es otro factor
a tener en cuenta. No cabe duda de que el aumento de la actividad económica puede traer
beneficios a la población local siempre y cuando se trate de un comercio accesible y destinado
a los habitantes del barrio. El problema se establece con la insurgencia de comercios que están
destinados a grupos sociales de mayor nivel adquisitivo (Rosal Carmona, 2017).
Los procesos anteriormente definidos se han llevado a cabo en los siguientes barrios madrileños:
Chueca, Malasaña y Lavapiés. Por ejemplo, el precio medio del alquiler en Madrid en 2007
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rondaba los 13 euros el m2 mientras que en las zonas anteriormente citadas estaba a 17,7 euros
el m2 (Rosal Carmona, 2017). Un precio capaz de ser soportado por turistas que, a la fecha según
las encuestas dejan de media unos 355 euros diarios. Además, si tenemos en cuenta que el
volumen de estos últimos ha aumentado en los últimos años -pasaron de 4,3 millones en 2013
a 7,1 millones en 2019 (Hosteltur, 2019)-. Otras zonas que están en procesos de atracción serían
Usera, Carabanchel y Latina.
La nueva estrategia del destino Madrid ha sido diseñada en un horizonte temporal de cuatro
años 2016-2019, con el objetivo de mejorar la competitividad del sector turístico madrileño y el
posicionamiento de Madrid como destino.
El plano de destino Madrid propone el turismo como una actividad sostenible capaz de
mantener las dinámicas sociales y culturales de la ciudad, aportando económicamente sin ser
una contravía necesaria contra su patrimonio. En este sentido, el plan apuesta por cuatro
elementos principales: la conservación del medio ambiente y los recursos, la protección de los
valores culturales y estructura social de la población local, el retorno de los costos derivados del
turismo en beneficio de la comunidad y la participación del viajero en la aplicación de los valores
locales.
Estos objetivos se dividen en cinco líneas estratégicas y cuarenta y nueve acciones concretas.
Las cinco líneas estratégicas son la comunicación y promoción, la creación de productos destino,
la creación de nuevas infraestructuras, la formación, apoyo y mejora profesional y regulación.
En el tema de la regulación se rescata especialmente que la comunidad necesita de un ambiente
legal que impulse el desarrollo de la actividad turística, pero que no deje de lado temas tan
importantes como la vivienda turística, las agencias de viaje y los locales quienes son los mayores
afectados por los costos marginales producidos por el turismo.
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En este sentido destaca que el gobierno apuesta por una manera coordinada de trabajar donde
la prioridad es generar un mayor número de turistas, pero con la palabra calidad como
mediadora de esta relación. Calidad hace referencia a no pensar el turismo como un elemento
destructor del espacio de manera física, cultural y social.
Así mismo el gobierno de la comunidad de Madrid ha apostado por otras formas de regulación
más específicas como la aprobación del plan que regula la actividad de las viviendas de uso
turístico: el PEH resulta otro de los instrumentos utilizados por la comunidad de Madrid para
enfrentar el problema de la turistificación. Este plan tiene un objetivo doble, por un lado
preservar el uso residencial en la zonas céntricas de la ciudad evitando que se registren nuevas
viviendas para uso turístico ya sea temporal o fijo. Su segundo objetivo se corresponde en evitar
que la actividad turística se concentre en una sola zona de la ciudad invitando de esta manera
que esta se extienda a otras zonas de la ciudad y de la región, garantizando así mismo una
actividad económica igualitaria mientras se descarga de costos concentrados en el centro de la
ciudad.
El Plan actúa sobre 52.768.610 m2 de la ciudad, dividiéndola en tres zonas fijadas en función de
la cantidad de alojamientos turísticos y la consideración técnica o no de saturación de vivienda
turística en el lugar (Ayuntamiento de Madrid, 2019)1. La primera zona coincide con el centro de
la ciudad, donde posterior a este plan resulta imposible establecer nuevas licencias de uso
turístico. La segunda zona corresponde a barrios del centro histórico poco afectados por la
actividad turística y la tercera corresponde a los barrios en los cuales la comunidad espera
distribuir la actividad turística donde considera que le es posible mantener una relación de
calidad con el local y el visitante (Camacho, 2018).
El Plan establece así mismo limitaciones a hoteles y nuevas edificaciones exclusivas para turismo
pues obliga a la implementación de un plan especial que evalúe el impacto de estas nuevas
edificaciones, posteriormente este plan debe ser aprobado por la junta de gobierno y el pleno
de la ciudad.
El PEH establece que las viviendas que sean alquiladas por más de 90 días -consecutivos o no-
para uso turístico, están desarrollando una actividad comercial y por tanto deben solicitar una
licencia para tal fin. La comunidad de Madrid considera que esta reforma genera una nueva
confianza inversionista y así mismo brinda seguridad a la ciudadanía, pues considera que son
estos últimos quienes tienen un derecho legítimo sobre la ciudad. Este plan pasa a tener la
consideración de VUT los pisos, estudios, apartamentos o casas cuyo uso habitual corresponde
al turístico. Para realizar este registro los dueños de los pisos deben presentar una declaración
de responsabilidad de inicio y un certificado de idoneidad2 y de esta manera poder ofrecer
seguridad y calidad tanto a viajeros como a los locales.
El CIVUT estable un número máximo de personas alojadas en función de los metros cuadrados
útiles de cada inmueble.
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El certificado de idoneidad es un documento técnico que debe ser emitido por un arquitecto o técnico
competente en el cual garantiza al usuario final, en este caso el turista, que la vivienda cumple con los requisitos
fijados por la normativa.
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Este Plan establece que las viviendas inferiores a veinticinco metros cuadrados solo se podrían
albergar dos personas, aquellas entre veinticinco y cuarenta podrán alojar hasta cuatro personas
y en al menos dos piezas habitables. Posteriormente por cada diez metros cuadrados útiles
adicionales y en al menos una pieza más independiente y habitable se permitirán dos personas
más.
Este plan se encuentra en concordancia con el plan general y el plan turístico en el sentido que,
apuesta por proteger los intereses colectivos, como la protección del medio ambiente o el
derecho al descanso, con el interés de los propietarios por obtener un rendimiento económico
sobre sus propiedades. El PEH no busca impedir o ilegalizar las formas de la economía
colaborativa sino garantizar la subsistencia cultural y patrimonial de la ciudad (Rafael, 2019).
Así mismo, el PEH considera la participación ciudadana como uno de los principales ítems, donde
las asociaciones de vecinos, colectivos y distintas plataformas puedan tener una voz de
participación.
La creación del “destino Barcelona” se remonta a comienzos del siglo XX (Palou y Rubio, 2012);
en la década de 1980 la ciudad se convirtió en el objetivo trascendental de los planes de
regeneración urbana, a partir de ese momento, se inició un proceso de desarrollo urbano que
perseguía recuperar el centro y “dignificar” la periferia (Borja, 2010), no obstante, se continuó
con el proyecto de transformar a Barcelona en una ciudad para la explotación capitalista
(Delgado, 2007). Algunas de las estrategias utilizadas por el gobierno y la iniciativa privada
fueron los Juegos Olímpicos de 1992, la captación de inversiones privadas y los financiamientos
de fondos públicos por parte de organismos de la Unión Europea (Hernández, 2014).
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valor del espacio urbano, así como en el principal medio de acumulación. Este objetivo se
consiguió con el redescubrimiento y la reconversión de las antiguas zonas industriales y
portuarias.
El nuevo horizonte generado por la gentrificación resultó ser una condición indispensable para
el éxito de la creación del destino Barcelona. No obstante, en este punto se ha de mencionar
que, la transformación de las ciudades en destinos turísticos encubre, muchas veces, la pobreza
y los conflictos sociales con la creación de una imagen de marca idealizada además de provocar
el desplazamiento físico y premeditado de los habitantes en el espacio (Cócola, 2016).
El turismo como proceso gentrificador se distingue, según el autor, en dos escalas de la vida
cotidiana: la vivienda y el barrio. En relación con la vivienda, el ascenso exponencial de los
precios ha comportado prácticas para la supervivencia en la ciudad de Barcelona debido a la
presión turística como compartir piso, ocupar fincas, aceptar malas condiciones de
habitabilidad, pagar elevados alquileres etc., siendo éstas mismas una forma evidente de
gentrificación. Paradójicamente cabe decir que la gentrificación genera la cohesión de estos
grupos como mecanismo de autodefensa que terminan alcanzando una mayor conexión con lo
que el autor denomina “el espacio vivido” (Cócola, 2016).
Por lo que respecta a los apartamentos turísticos, la fuerte llegada de jóvenes europeos que
buscaban vivir la experiencia en la ciudad condal comenzó después de los Juegos Olímpicos y en
los años 90 se produjo una difusión de dicho fenómeno. Generalmente estas personas tenían
mayores recursos que los habitantes locales, por esta razón, un extenso sector del mercado de
apartamentos en alquiler centró el foco en este grupo, que representaba el 14% de la población
total de Ciutat Vella y el 20% de la población empadronada en sectores como el Born o el Gótico
para el año 2016 (Cócola, 2016).
Cabría señalar en este punto que los apartamentos turísticos reducen las posibilidades de acceso
a la vivienda y al mercado de alquiler, generando, en algunos casos, el desalojo de inquilinos por
parte de propietarios e inmobiliarias para reconvertir las viviendas en aparta hoteles. Es decir,
se produce una intensificación de la presión de la gentrificación sobre la población que
acrecentará en perjuicio de los arrendatarios con el Plan de Usos que establece que los pisos
turísticos no pueden existir en inmuebles donde residan vecinos (Cócola, 2016) (Asociación de
Vecinos del Barrio Gótico).
Se puede afirmar de este modo que el turismo “está contribuyendo a la extensión de esta forma
de violencia urbanística, provocando, además, una re-gentrificación de manera que los primeros
gentrificadores son desalojados en favor de nuevos usuarios con mayores ingresos” (Cócola
2016, p. 50).
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La ciudad se convirtió en un centro de atracción turística debido a los diversos proyectos de
regeneración urbana y la expulsión de residentes considerados marginales creando, de esta
manera y en palabras de Cócola (2014) “un espacio público de calidad”. (p. 51)
Por último, señalar que la progresiva privatización del espacio público ha comportado la
aparición de actividades reivindicativas de la mano de asambleas de barrio o asociaciones
vecinales.
Con la finalización de los Juegos Olímpicos de Barcelona se inició una etapa de énfasis en el
desarrollo de estrategias de atracción de la inversión nacional y extranjera, dando paso del
Modelo a la Marca Barcelona (Balibrea, 2005) y a una debilitación del liderazgo público a favor
de los lobbies privados (Borja, 2010). Consecuentemente, los instrumentos de gestión del
turismo se limitaron a la promoción de la marca de la ciudad y a atraer a la máxima cantidad de
visitantes al considerar, al turismo, como una actividad económica sectorial que sólo trae
consecuencias positivas.
Así mismo, los Planes de Usos que se fueron aprobando desde 1992 hasta 2013 sólo se
preocupaban por la eficiencia del emplazamiento de los alojamientos turísticos, atendiendo a
aspectos como la accesibilidad del espacio público colindante, la seguridad antiincendios y a los
conflictos de usos en la vía pública (Ajuntament de Barcelona, 2017). Este desarrollo frenético e
ilimitado de la actividad turística comportó un incremento de la tensión y de los conflictos
sociales entre residentes y actores turísticos, el cual culminó en la victoria en las elecciones
municipales de 2015 de la plataforma ciudadana Guanyem Barcelona (Blanco, Bianchi, Salazar,
2018).
A diferencia de los planes precedentes, este nuevo equipo de gobierno aprobó el Plan
estratégico de turismo 2020 proponiendo una visión para los siguientes 5 años desde una
perspectiva integral en la que el turismo se entiende como un elemento inherente e indisociable
de la ciudad. Su principal objetivo dejó de ser la cantidad para prevalecer la calidad, y la
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sostenibilidad y el retorno social de la actividad económica se convirtieron en los ejes principales
de la política turística (Ajuntament de Barcelona, 2017).
Este plan se desarrolló con una base fuertemente participada al recoger trabajos previos como
los estudios de percepción y opinión del Plan estratégico de turismo 2015 y las sesiones de
participación coral del documento “Barcelona, turisme i ciutat. Bases per un pacte local per un
turisme sostenible i responsable”. Además, también integra planes precedentes como el Plan
de Movilidad Turística (PMT), el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT)3 o
el Plan de Turismo inclusivo, entre otros.
Esta bolsa ofrece a los propietarios, por un lado, las garantías de que se cumplirán las
condiciones de su contrato sin ser víctimas de fraudes y ocupaciones, mientras que a los
inquilinos se les aseguran alquileres a precios asequibles. No obstante, todas estas acciones
siguen siendo insuficientes mientras no se modifique la Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas
de flexibilización y fomento del mercado del alquiler de viviendas, en adelante LAU, la cual redujo
la prórroga obligatoria de los contratos de 5 a 3 años y flexibiliza las causas de finalización de
estos (Guillén, N. 2015).
Con la misma finalidad se persigue la economía colaborativa y las plataformas digitales como el
Airbnb mediante un importante despliegue de inspección para sancionar y clausurar los pisos
turísticos ilegales. En 3 años, el Ayuntamiento de Barcelona ha cerrado 4.900 pisos turísticos y
ha realizado 6.435 sanciones, así como también ha conseguido eliminar el 95% de los anuncios
ilegales en las plataformas digitales a través de un protocolo que obliga a poner el número de
registro de Turisme de Catalunya en los anuncios.
Otro ámbito desde el que la administración pretende frenar los efectos de la gentrificación es el
de empleo y trabajo. Las condiciones laborales que el sector turístico ofrece se caracterizan por
horarios rotativos y flexibles, estacionalidad laboral, sueldos bajos y horas extras no
remuneradas. Estas condiciones dificultan a los residentes disponer de unas rentas económicas
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estables con las que poder competir con las de la población visitante. Algunas de las propuestas
del plan para revertir esta situación consisten en promover pactos con la patronal para mejorar
las condiciones laborales y crear una certificación de calidad turística propia que incluya
cláusulas sobre condiciones laborales.
Sin embargo, las medidas más conocidas son aquellas que buscan la desconcentración del uso
turístico en el espacio y la regulación de las licencias turísticas, entre las que destaca el Plan
Especial Urbanístico de Alojamientos turísticos de 2016. Este plan se creó con el objetivo de
evaluar la oferta turística existente y su impacto económico y social en ámbitos como la vivienda,
el espacio público, la movilidad y la gestión de residuos, creando para ello un censo de
establecimientos turísticos vigentes. Estos datos revelaron la distribución heterogénea en el
espacio de la actividad turística, fuertemente concentrada en el centro de la ciudad.
La propuesta del plan es delimitar áreas en las que se define el número máximo de VUT por
manzana residencial, creando así áreas de concentración de alojamientos turísticos y otras de
desconcentración. Así, en algunas zonas como la 1 y la 4 con un gran riesgo de gentrificación por
la presencia de turismo y grandes proyectos de renovación urbana no se podrán conceder más
licencias de las vigentes, y en caso de baja de alguna de ellas ésta no se podrá reponer. Para la
zona 2, tampoco se podrán dar más licencias y en ningún caso la densidad de número de
habitaciones por manzana podrá ser de más del 1,18% respecto a las viviendas residenciales
totales. En la zona 3, en cambio, sí que se podrán dar más licencias, pero nunca superando la
densidad de 1,18%.
7. Conclusiones
El centro histórico degradado puede tornarse en un ámbito muy apreciado por la inversión
privada, enfocando la rehabilitación a su uso como reclamo turístico. En el caso de Barcelona, la
ciudad fue promocionada como un centro de destino internacional con el objetivo de atraer
profesionales, empresas e inversiones. El logro de la metrópoli se manifestó en el aumento
exponencial del turismo que a su vez acentuó los efectos de la gentrificación. En Madrid, aunque
se haya sufrido un proceso de gentrificación por turismo, está muy lejos del caso barcelonés,
pues se ha centrado más en los grandes centros financieros
Las consecuencias que provoca la gentrificación sobre residentes con escasos recursos se
convierten en problemas relacionados con la vivienda, la desaparición de comercios
tradicionales y la privatización del espacio público, consecuencias que se agravan cuando barrios
como los de Madrid o Barcelona se convierten en atracciones turísticas destinadas al consumo
y al ocio.
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Las líneas de acción en ambas ciudades resultan similares en cuanto a su contenido y sus formas.
La visión de los dos municipios corresponde en impulsar un turismo sostenible y descentralizado
creando una marca de ciudad región, donde los ingresos y la actividad turística estén mayor y
mejor distribuidos.
Ambas ciudades apuestan por una política capaz de integrar la promoción turística y la
conservación del patrimonio humano en los barrios. Tanto el Plan estratégico de turismo 2020
como el PEH conciben puntos profundamente similares con diferencias particularmente sobre
los proyectos concretos, como la existencia de una bolsa de vivienda y los certificados de
condiciones laborales en términos de empleo en Barcelona, y la limitación por metraje cuadrado
de la ocupación de los establecimientos turísticos y el mayor grado de dificultad para obtener
una licencia en la ciudad en Madrid.
A pesar de los instrumentos aprobados en los dos ayuntamientos a favor de proteger el tejido
social residente en frente de los procesos de gentrificación producidos por el turismo, ambas
administraciones coinciden desde 2017 (año en la que acordaron la necesidad de trabajo
conjunto) (Vanguardia, 2017) en que si bien es posible realizar actuaciones desde el nivel local,
resulta imposible atacar de raíz las causas de la gentrificación sin una reforma integral de la LAU
que permita establecer cánones de arrendamiento capaces de proteger la ciudadanía respecto
los grandes capitales y financieros.
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Imagen No. 2. Zonificación PEUAT, 2016.
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