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Características generales de la épica.

La palabra épica viene del griego epiqué, que a su vez se forma de epós, que significa palabra
o canto. Por su parte, gesta proviene del latín gero, hacer. En efecto, un poema épico, o, entre
nosotros, cantar de gesta, es un canto narrativo de tipo tradicional en el que se narran las hazañas
legendarias de un héroe para la creación de una unidad nacional. El conjunto de poemas épicos de
un país forman su epopeya. Encontramos cuatro grandes grupos épicos: el oriental, con el Ramayana
y el Mahabharata; el clásico, con la Ilíada y la Odisea; el germánico, sin textos conservados; y el
románico, es decir, el francés y el español, ya sea primitivo y medieval o bien culto y renacentista.

Según Colin Smith, los elementos definitorios de ella son los siguientes:

 Un héroe que ha de conseguir un ideal y se ve obstaculizado en su empresa.


 Tal ideal es un ejemplo moral para una comunidad.
 El héroe tiene contactos con la divinidad, de modo que su gesta puede devenir empresa
providencial.
 El mundo es el varonil de la guerra, sin cabida para lo cortesano.
 Ostenta un tono elevado y sublime.

El Poema de Mío Çid.

4.1.- Manuscrito, autor y fecha.

Se conserva en setenta y cuatro hojas de pergamino de mediados del siglo XIV, más dos de
guarda que son del XV. Consta de 3730 versos, aunque faltan uno o dos folios del principio y otros
tantos del interior, que se han podido reconstruir gracias a las Crónicas de los veinte reyes.

En el explicit se lee que Per Abbat le escrivió en el mes de mayo. En era de mill CC
XLV. La era es la del César, que se inicia en el 38 a.C., de modo que se fecha en 1207 de la era
cristiana. El sintagma “lo escrivió”, en la Edad Media se utilizaba según algunos autores en el sentido
de hacer letras, copiar, no de crear, concepto para el que se usaba el término romance “fazer”.
Era normal que los copistas dieran su nombre, como hace Per Abbat, de modo que su copia dataría
de mediados del XIV, fecha del pergamino. Sin embargo son muchas las dudas que presenta tanto
su datación como su autoría.

Ya en el siglo XVIII, Tomás Antonio Sánchez vio que la lengua era anterior a Berceo; incluso
llega a fechar el poema a mediados del XII porque a Alfonso VI se le llama Buen Emperador, epíteto
lexicalizado a su muerte: el poema se escribiría entre 1157 y 1200. Per Abbat lo copió en 1207.

Menéndez Pidal estima que el hueco que hay en la fecha, En era de mill CC XLV, se debe a
que falta una C porque los números romanos no se escribían separados. De modo que la copia de
Per Abbat sería de 1307. En cuanto al autor, apunta que fue escrito hacia 1140 por un vecino de
Medinaceli tras la muerte del Çid en el 1099. Sin embargo rectifica esta primera hipótesis en favor de
una autoría compartida: un primer autor, juglar de San Esteban de Gormaz, lo escribe entre 1103 y
1109: San Esteban es descrito en detalle y dice que la frontera con los moros más cercana estaba
en la Sierra de Mieres, algo que cambió a la muerte del Çid: los mínimos detalles históricos son de él
porque vivió próximo a los hechos. Elaboró el plan general de la obra, pero sólo llevó a cabo la primera
parte y algo de la segunda, donde predominan las tiradas cortas y las rimas difíciles. Un segundo
juglar, de Medinaceli, recreó el resto del poema hacia 1140: su ciudad se describe con detalle, pero
recuerda mal los hechos de la época del Çid. Continuó el segundo cantar e hizo el tercero, mucho
menos épico e histórico. Se delata peor versificador que el San Esteban: predominan las tiradas
largas y con rima fácil en á-e, á-o y ó-e.
Sin embargo, según análisis técnicos realizados por Alberto Montaner, nunca ha existido nada
escrito en ese hueco, luego podría hablarse de un copista que en el siglo XIV reproduce un
documento anterior, que pudo haberse redactado hacia 1207.

Si la autoría es polémica, la fecha de composición del texto también lo es. En este sentido, el
profesor Victorio plantea un dato prácticamente incontestable: en la Crónica Adefonsi Imperatoris (en
loor de Alfonso VII) se alude directamente al Cantar. Esta crónica se compuso aproximadamente en
1150, luego la obra tiene que ser anterior. Pero es difícil concretar cuantos años.

Para Nicasio Salvador el autor es un clérigo que recoge la tradición oral de muchos
autores: un juglar no conocería tantos datos eruditos. Se compuso a finales del XII, pues antes aún
vivían los Infantes de Carrión y nadie se hubiera atrevido a ofenderlos. Quizá del obispado de Burgos,
quizá el propio obispo Don Jerónimo, que acompañaba al Cid en sus empresas militares.

Colin Smith acuerda con Salvador en que un juglar no conocería tantos datos eruditos, ni un
clérigo confundiría al abad de Cardeña, Sisebuto, con el abad Sancho: el autor es Per Abbat, un
jurista: el poema consigue un alto dramatismo en las cortes, y no en el duelo o en la guerra. Los datos
históricos provienen de las crónicas: el poema se compuso, pues, en 1207.

La opción del religioso no es muy probable para Colin Smith 1 pues “los sentimientos cristianos del
poema son los normales de la época, y los detalles sobre observancia cristiana no son más que los
que habría incluido un seglar”. El texto tiene rasgos eruditos, pero sobre todo revela información tan
detallada sobre temas sociales, económicos y legales, que el autor, además de un hombre muy culto,
debía ser jurista o cuando menos, versado en leyes. De hecho C.Smith encontró un Per Abbat jurista
de la época en Carrión de Los Condes.

En este sentido, el profesor Juan Victorio, aboga por la preparación cultural del autor,
simplemente aplicando el sentido común en el análisis del la obra, que presenta innumerables
ejemplos de conocimientos retóricos, jurídicos y diplomáticos. Es más, ¿acaso “se puede sostener
que un poeta no tenga la cultura que exige su profesión? [...] ¿La corte hubiera recurrido a cualquier
aficionado? […] ¿Se puede escribir un relato de 3.730 versos si no se está muy bien preparado?

De hecho el poeta “sabía que tenía que llegar al gran público, en el que se incluían personas
de cualquier clase, como buen predicador laico que era. Por ello, también sabía que la transmisión
iba a ser oral, sobre una materia y un personaje ya conocido, hacer en el texto un alarde continuo de
erudición, de lecturas, hubieran llevado al rápido bostezo, y más en un texto largo que tiene que
competir con composiciones breves.”

Métrica y rasgos de estilo.

La lengua del Mío Çid es aún discutida: para Lapesa es castellano con muchos mozarabismos;
mientras que para Menéndez Pidal es soriano influido por el aragonés.

Sus rasgos de estilo son los de oralidad épica, definidos especialmente por Parry:

 Fórmulas: grupo de palabras repetidas en las mismas condiciones métricas y que expresan
una misma idea esencial, como los epítetos épicos (locuciones o perífrasis fijas para
adjetivar positivamente) El que en buen ora nasció, Mio Cid, Mios enemigos malos, el
Campeador, el de la barva vellida, el que en buen hora cinxo espada, el buen rey don Alfonso,
rey ondrado, mi señor natural, el de Legón, el burgalés de pro, el caballo que bien danda,
(Babieca), el corredor, la clara, la mayor (Valencia)
 Fórmulas fáticas: oíd, viéredes,...

1
SMITH, C., “Prólogo” a su edición del Poema de Mio Cid, Madrid, Cátedra, 1972, pp.48-50.
 Fórmulas exclamativas: Por ejemplo ¡Dios + que + adjetivo!
 Expresiones formulaicas: son fórmulas no expresadas en las mismas condiciones métricas.
¿? Aguijo mio Cid, metio mano al espada, por el cobdo / la loriga ayu7so la sangre destellando,
mio vassallo de pro.
 Sinécdoque: sesenta pendones
 Motivos: partes de un tema frecuente repetidos: el correr de la sangre.
 Temas: lugares comunes: la descripción de una batalla.
 Es una marca de oralidad, por lo que de mnemotécnico supone la parataxis y las esticomitia,
o ausencia de encabalgamiento.
 Binomios inclusivos: por ejemplo hombres e mugieres por todo el mundo., grandes y chicos,
oro y plata, noche y dia,
 Perifrasis: querer + infinitvo, tomarse a + infinitivo
 Uso medieval del articulo posesivo en enclítica: estábalos catando (los estaba es proclítica)
 Paralelismos: puertas abiertas, alcándaras vazias: suelen ser bimenbres
 lítotes (atenuación retórica, estás poco bien=estás mal)
 anáforas
 enumeraciones
 movilidad interna marcada por la alternancia de verbos sin lógica gramatical.
 Oraciones simples y coordiandas para lograr ritmo.
 A veces: polisíndeton, pleonasmao tanfuertemientre, hipérbaton, rimas internas,
 Predominio del estilo elevado basado en la Rota Virgilii de un anónimo carolingio y que sigue
nuestro poema: propio de esto es que usaban conscientemente una lengua (registro)
arcaizante, artificial, que dificulta la datación a partir de sus rasgosl linguisticos. La intención
era dar un tinte de antigüedad, una edad mítica

Tipo Obra de Virgilio Estilo


Pastor Bucólicas Humilde
Agricultor Geórgicas Medio
Noble Eneida Elevado
 Realismo: Rodrigo está idealizado: es un prodigio de rectitud, valor, amistad, ternura, amor…
pero no cae en las fantasías de los cg franceses, el cantar inicia una de las constantes de la
literatura: el realismo.

 Narrador omnisciente:
o Tiene más información que los personajes: el publico sabe que los infantes van a
maltratar la las hijas del Cid pero no el héroe. Esto genera tensión dramática… pero
tb puede ser cómica, cuando el publico sabe que las carcas están llenas de arena,
pero los judios no.
o Se posiciona a favor del Cid, y para logar la complicidad del auditorio, abandona la
tercera persona para dirigirse a los oentes con fórmulas apelativas en segunda a
primera.

Métrica: versos anisosilábicos, (desde 10 hasta 20 sílabas, aunque dominan los de 14) de rima
asonante, y con -e paragógica. Están divididos en hemistiquios predominantemente de entre seis
y ocho sílabas, por eso podemos encontrar algunas rimas internas entre hemistiquios. Las tiradas,
o laisses, puede unirse mediante versos de encadenamiento, que inician una tirada con el mismo
verso que acabó la anterior.
 Otros dicen que la tirada no es métrica, sino temática, cambia la tirada cuando cambia el tema.

Partes:
 Cantar del destierro.
 El de las bodas.
 El de la afrenta de Corpes:

El poema dejo de conocerse en el XIV, pero no la leyenda de Rodrigo, que inspiró obras en
los siglos posteriores, entre ellas el drama Las mocedades del Cid, de Guillén de Castro 1569-1631,
imitado por Corneille, XVII, en Le Cid.

Finalidad:

Puesto que en la crónica de Alfonso VII se alude al Cantar, podemos detenernos en su


reinado: asistimos a una sociedad belicista, una España siempre en lucha que ha hecho grandes
progresos en la reconquista. En Castilla, Alfonso VII ha vencido a los almohades en la batalla de las
Navas de Tolosa. Tras él, Fernando III el Santo vuelve a unir Castilla y León y ocupa toda Andalucía,
menos el reino de Granada. Mientras, con Jaime I, el reino de Aragón se extiende a Mallorca y
Valencia.

Con la Reconquista, llega la necesidad de repoblar y mantener el control de los territorios


ocupados. Las fronteras son inestables, la vida en la zona es peligrosa. Para favorecer el
asentamiento los monarcas otorgan cartas pueblas y fueros que recogen privilegios para los nuevos
pobladores: hombres libres en la frontera2, en los que se apoya el monarca frente a la alta nobleza.
Podríamos decir que tanto esos nuevos hombres como los monarcas viven de la conquista y saqueo
de territorios limítrofes.

En esta época de necesidad militar, nace la caballería como nueva fuerza social. Su trabajo
es la guerra y su fin será el enriquecimiento. A medida que estos caballeros, generalmente de origen
humilde, adquieren riquezas, exigen los mismos derechos de la nobleza hereditaria. Se les llama
caballeros villanos y caballeros de cuantía y buscan el ascenso, la movilidad social, protagonizando
continuas pugnas con la caballería de linaje, que pretende impedir esta movilidad.

Para algunos autores estas pugnas nobiliarias son el telón de fondo que explica la ideología
del CMC., texto que exalta a ese nuevo estamento, a esa caballería sin linaje, mostrando al Cid como
modelo de conducta.3 Sin embargo, podemos ir más allá en nuestra búsqueda del favorecido por
esta obra.

El Poema presenta a un caballero que pierde el favor del rey, y es desterrado a tierra de
moros, sin familia y sin bienes. Gracias a su esfuerzo, su capacidad castrense y la devoción de sus
vasallos, recuperará poco a poco la honra y el favor del rey, quien casará a las hijas del caballero con
esposos de sangre real, para compensar un infamante primer matrimonio también concertado por el
soberano.

El tema de la ascensión al poder y recuperación de la honra es capital: Debido a “dudosas”


acciones del rey, el Cid pierde la honra, porque por “ondra” se entendía el rango o posición social,
posición que le será devuelta por el rey gracias a su solo esfuerzo personal: con grand afan gane lo
que he yo (1935).

El medio para lograrlo, desengañémonos, no son las heroicas hazañas propias de la visión
romántica, sino el dinero: las frecuentes y detalladas donaciones a ese rey que lo desterró, quien a
su vez compensa a su “ejemplar” vasallo, devolviéndole poco a poco su favor. De ahí la importancia
del botín en la obra (en los momentos bélicos, el autor se centra más en el botín que en la batalla en
sí), y en general de los aspectos económicos, que favorecen el ascenso social porque aplacan la ira
regia.

2
BARANDA LETURIO, N., Literatura Española Medieval. Guía Didáctica, Madrid, UNED, 2001, pp.66.
3
Op cit.
La tensión y posterior enfrentamiento entre el Cid y los nobles de mayor alcurnia (condes y
ricoshombres) podría mostrar una oposición real entre la caballería y la nobleza hereditaria. El poema
muestra a unos nobles con categoría social, pero no moral, percibiéndose aquí las simpatías del autor
hacia esa sangre nueva, de hombres activos, operativos y libres: Desde luego si la obra pretende
mejorar la imagen de alguna clase social, es la caballería, no la nobleza hereditaria la que sale mejor
parada.

En consecuencia, será a los reyes, en permanente lucha con la nobleza levantisca, a quienes
les favorece que sus súbditos adopten una conducta de vasallo íntegro, modélico y sobre todo
generoso: respecto a las donaciones, hay tres visitas del Cid al rey, apoyadas por tres regalos4, tres
dones: el primero de 30 caballos y de una bota de montar llena de oro para Sta Mª de Burgos, el
segundo de 100 caballos y otra cantidad de oro para San Pedro de Cardeña, el tercero de 200
caballos acompañados por 200 caballeros, que culminará con el perdón y amor del monarca.

Este modelo de caballero conviene sobre todo si pensamos en las incipientes ciudades con
fuero otorgadas por el rey, que surgían en zonas fronterizas. Al monarca le interesa unas ciudades
libres pero con vasallos suyos –operativos y solventes-, temerosos de Dios y sumisos a su corona,
antes que una nobleza hereditaria que aumente sus propios territorios amenazando el poder real.

El profesor Juan Victorio concreta más incluso: A Alfonso VII le venía muy bien este poema.
Alfonso VII es nieto del Alfonso del Cantar “y por ello muy interesado en presentar a un Cid
respetuoso. No sólo porque se trataba de su abuelo, al que no convenía que se creyera enfrentado
con un personaje de tanta popularidad, sino también porque él mismo aspiró y obtuvo ese glorioso
título de emperador, para lo cual debió vencer muchas dificultades y aunar muchas voluntades”.

El Cantar es un instrumento político. La información es poder, ahora y antes: el cantar tiene


esencia noticiera y carácter histórico. “No hay Gobierno que no quiera controlar esta información”.5

Unidad y composición.

Línea argumental.

López Estrada nota dos orientaciones: por un lado, se muestra primero al Çid como guerrero
desterrado y conquistador que logra conciliarse con su rey para posteriormente presentarnos a un
Çid más humano: un infanzón que se va a emparentar con su rey por medio de las bodas de sus
hijas, primero afrentadas y, luego, casadas en reparadoras bodas. El mismo estudioso hace ver que
los poemas épicos representan una lucha entre el bien y el mal, que en la Romania se identificó con
los moros. No obstante, en el Poema de Mío Çid los verdaderos enemigos son cristianos, incluso hay
moros amigos, como Abén Galvón; mientras, Alfonso VI queda por encima de todos.

Por eso Edmund de Chasca expone que la trama avanza por la honra, que sufre dos grandes
hundimientos, en el destierro y en la afrenta de Corpes, y dos grandes cumbres, cuando se resarce
de las dos afrentas, como guerrero y como padre, gracias a Alfonso VI y las Cortes.

Personajes.

De Rodrigo Díaz de Vivar, (1040-1099) el Çid, no se cuenta ni su infancia ni su adolescencia,


como era habitual en la épica. Se retrata como un personaje muy humano: se recalca su condición
de padre y esposo. Es un infanzón y, por tanto, está por debajo de la alta nobleza y llega a
emparentarse con los reyes por méritos propios, no por su sangre. Además tiene una serie de

4
GIFFORD, D. J., “Un ratón en la cerveza”, en Actas de los Congresos de la Asociación Internacional de Hispanistas.
5
Op.cit.
características que lo marcan como héroe: es mesurado, no pasional; tiene sapientia, que no es
sinónimo de cultura, sino de saber obrar con sentido común y según se espera de él; posee fortitudo
y es, después de vencedor, ponderado con el enemigo. Literariamente se marca con el epíteto épico,
el Çid, “mi señor”, y con los signos externos propios del héroe: las barbas, las espadas Colada y
Tizona y su caballo Babieca, también con epíteto épico, corredor.

Su familia juega un papel secundario y es pertinente para resaltar al buen padre y al buen
esposo. Doña Jimena, Doña Elvira y Doña Sol cumplen el tópico medieval de mujeres sumisas, al
servicio del héroe y sin personalidad -las dos hermanas son de hecho geminadas-. Como dice
Luckács, puesto que en la épica lo que importa es la comunidad, ningún personaje aparece con
personalidad propia.

Mª Eugenia Lacarra divide a sus vasallos así: la mayoría son de criazón, es decir, criados
con él. Los de soldada, es decir, pagados, se dividen a su vez en peones, que iban a pie; villanos,
que no son caballeros, pero tienen caballo y espada, y otros caballeros que no son de criazón y que
forman una minoría. Lo que sí es cierto es que todos son dignos de su señor porque la bondad del
señorío, según el tópico medieval, es comunicable. Álvar Fáñez, Minaya, no acompañó realmente al
Çid: su presencia la explica Sáinz Moreno: el autor del poema es un personaje que se autorretrató,
Don Jerónimo Visqué de Perigord, quien dio importancia a Álvar Fáñez porque la diócesis de Valencia
se debe a su familia. Martín Antolínez tiene cierto espíritu burgués y se encarga del dinero; Nuño
Gustioz y Félix Muñoz son familiares del Çid.

En cuanto a los cristianos - religiosos, Don Sancho, acoge a su familia y Don Jerónimo
Visqué de Perigord aparece como un cluniacense que impulsa el cristianismo en Valencia. Los
cristianos - enemigos, García Ordóñez y los Infantes de Carrión, son de la alta nobleza de los
Benigómez, leoneses, e invierten todas las cualidades del Çid: de hecho los propios Infantes son
geminados. Alfonso VI está por encima de todos: nunca es criticado y representa la Ira Regia.

Los moros aparecen como dignos enemigos, además se les presenta con cotidianidad: él es
admirado por los musulmanes, conoce el árabe e incluso sus hijas son acogidas por Abén Galvón
tras la afrenta de Corpes.

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